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Las consecuencias de la incredulidad (Números 14:11)

La carta a los Hebreos afirma que sin fe es imposible agradar a Dios, y cuan ciertas
son esas palabras. El evangelio que se predica anuncia el camino de salvación y muchas
promesas gloriosas, y a cambio de esto, al hombre solo se le pide creer; pero cuán difícil le
es a los hombres a veces creer. Si hay algo que a Dios le desagrada es la incredulidad y lo
vemos en este versículo que hemos leído, de igual forma nosotros debemos tener cuidado
de no ser unos incrédulos porque esta trae terribles consecuencias a la vida de las personas,
y esto lo podemos ver en la historia de los israelitas del tiempo de Moisés.

                   I.        LA INCREDULIDAD CONDUCE A VALORAR POCO LAS


PROMESAS DE DIOS Y AMAR MÁS ESTE MUNDO.

Números 11:4

En primer lugar, podemos decir que la incredulidad conduce valorar poco las
promesas de Dios y amar mas este mundo. A los israelitas les costaba creer que Dios tenia
poder para darles en herencia una tierra donde fluía leche y miel, a pesar de que habían
visto las grandes maravillas y portentos realizados en Egipto para que faraón los liberara, y
no solo eso, sino también les proveía de manera milagrosa el maná que caía del cielo. Si
embargo, en su misma incredulidad, llegaron a anhelar las cosas que en Egipto tenían,
como el comer pescado, pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. Ellos veían que en
Egipto había muchas mejores cosas que la vida que Dios les estaba ofreciendo; pero este
sentimiento estaba errado, porque allá en Egipto no comían de valde, sino eran esclavos que
vivían bajo un duro yugo. De igual forma, hoy muchos son incrédulos al no creer que las
promesas que Dios les ofrece y la nueva vida es mucho mejor que los placeres temporales y
la vanagloria del mundo.

                II.                        LA INCREDULIDAD NOS GUÍA A LA COBARDÍA.

Números 13:32-33

En términos sencillos, la incredulidad nos conduce a la cobardía. Cuando Moisés


envió a los 12 espías a observar la tierra prometida, 10 de esto corroboraron que
efectivamente era una tierra donde fluía leche y miel; pero que estaba habitada por gigantes
y pueblos mas fuertes que ellos que a su parecer los derrotarían. Esto provoco un pánico en
toda la congregación y los llevo a quejarse en contra de Dios:
Números 14:1-3

El miedo los llevo al error de quejarse y este miedo estaba fundamentado en su


incredulidad. Ellos no creían que Dios podía darles la victoria sobre esas naciones de
gigantes que habitaban la tierra. Hoy en día, muchas personas afirman no convertirse a
Cristo por su miedo a fallarle, porque dicen que hay muchas pruebas y tentaciones que a lo
mejor no van a vencer, y como estos “gigantes los atemorizan, deciden mejor no
convertirse, pero la verdad es que este miedo o cobardía se fundamenta en su incredulidad.
No creen de todo corazón que Dios puede darles la victoria al momento de enfrentar
cualquier prueba.

             III.                        LA INCREDULIDAD CONDUCE A LA REBELDÍA EN


CONTRA DE DIOS.
Números 16:1-3, 12-14
           
También la incredulidad conduce a la rebelión en contra de Dios, y esto es así. Al no
creer en sus promesas, algunos habitantes de Israel se rebelaron en contra de la autoridad de
Moisés pensando que ellos podían liderar al pueblo y conducirlos de regreso a Egipto, esto
definitivamente era un pecado que condujo a su perdición: ”, (Números 16:28-33). De esta
forma, muchos que no creen en sus promesas y valoran mas lo que el mundo les ofrece se
entregan a una vida de pecado, y esto es rebeldía en contra de su palabra. Al final, como
estos, por su propia rebeldía perecen porque la paga del pecado es muerte.

              IV.                        LA INCREDULIDAD NOS CONDUCE A LA


CONDENACIÓN ETERNA.

Hebreos 3:14-19

Finalmente, en estos versículos de Hebreos vemos el final de los incrédulos, estos


quedaron totalmente excluidos de la promesa de entrar en la tierra prometida y todos
perecieron en el desierto mientras vagaban por 40 años en el desierto. Así hoy, muchos que
no creen en Cristo y en la nueva vida que puede otorgarles, quedan excluidos de la vida
eterna.

CONCLUSIÓN.

La incredulidad es terrible ya que como les paso a los israelitas del tiempo de
Moisés, no nos permite valorar las promesas de Dios al dudar que la vida que nos
ofrece es mucho mejor a lo que el mundo nos ofrece, de igual forma la incredulidad
nos conduce a la cobardía al no creer que su poder nos sostendrá en medio de las
peores dificultades, y al no creerle a Dios, nuestra naturaleza se inclina al pecado y
así este mismo nos conduce a la condenación eterna.

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