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Antes de la llegada de la primera guerra mundial, el oro era el eje en torno al cual giraba
el sistema económico internacional multilateral. Los bancos de emisión estaban
sometidos a una doble exigencia: la de sus propios ciudadanos que acaparaban oro y la
de los inversores extranjeros que pretendían repatriar sus capitales.
Por esto, algunos bancos de emisión por propia iniciativa suspendieron los pagos en oro.
El resultado fue la momentánea paralización general del sistema monetario
internacional que se sustentaba en parte en la libre circulación de capitales y en la
convertibilidad de las monedas.
La conversión del papel moneda en oro se prohibió en Rusia, Alemania, Francia, Italia,
etc.
Cada uno de los estados se esforzaba en preservar en sus monedas nacionales las
apariencias del patrón oro. Las legislaciones monetarias evitaban cuidadosamente
cualquier alusión a una ruptura con el patrón oro y los bancos de emisión en adelante se
comprometieron a preservar sus reservas de oro.
Gracias a los saldos positivos de sus exportaciones, los países neutrales mantuvieron
una solida posición en relación al oro, pero en este caso, dentro del espacio que le
quedaba a la economía mundial fuera del ámbito donde se desarrollaba la contienda, la
restauración del patrón oro, intrínsecamente viable, se frustró porque faltó una moneda
que asumiera la dirección del proceso.
Puesto que no hubo una medida de referencia universal, las monedas fuertes de los
países neutrales tendieron a la fluctuación.
En 1915, Gran Bretaña transfirió oro a los Estados Unidos por un valor total de 328
mdd. Un exceso de transferencias de oro no respondía a los intereses de Gran Bretaña ni
de Estados Unidos. De modo que el equilibrio de la balanza de pagos pudo restablecerse
fundamentalmente mediante movimientos de capital.
El gobierno ruso al comienzo utilizó los activos que tenía depositados en el extranjero,
principalmente en Francia, al estallar las hostilidades. A comienzos de 1915 sus activos
en el extranjero se habían agotado y, a pesar de que posteriormente el gobierno ruso
volvió a tranferir oro al extranjero, tuvo que recurrir fundamentalmente a operaciones
crediticias, generalmente negociadas con Gran Bretaña.
Los créditos de guerra de los Estados Unidos relegaron a un segundo plano los créditos
de guerra intereuropeos.
Los problemas monetarios estimulaban mucho menos a las potencias centrales, puesto
que éstas, a consecuencia del bloqueo, quedaban cortadas del mercado mundial.
El comercio con los países neutrales colindantes resultó inevitablemente positivo para
éstos debido a los saldos positivos de sus exportaciones.
Las potencias centrales no lograron imponer, en los mercados monetarios de los países
neutrales, la ficción de la sólida paridad de sus monedas con el oro.
El motivo de colapso del patrón oro radicaba en el esfuerzo militar que tuvieron que
realizar los principales países que sustentaban el comercio internacional. Antes de 1914
la carrera armamentista había provocado un enorme incremento de los presupuestos
militares de los estados europeos.
El incremento del gasto público venía condicionado por un lado, por la propia guerra y,
por otro, por la inflación que provocaba la guerra.
En aquella época sólo se detallaba en los presupuestos una parte de los gastos de
defensa.
El gobierno del Reich se planteó unos objetivos de política fiscal modestos: los
impuestos debían cubrir los gastos ordinarios, excluyéndose los generados por la guerra
y los intereses de la deuda del Estado.
Para consolidar las deudas a corto plazo del Reich se suscribieron un total de nueve
empréstitos.
Al final de la guerra, la deuda del Reich alcanzaba la cifra de 156 100 millones de
marcos, lo cual representaba un incremento de 150 700 millones de marcos respecto al
2014.
FRANCIA
En 1918, los intereses de la deuda nacional excedían a los ingresos en 230 millones de
francos, es decir, el gobierno debía pedir dinero prestado para pagar los intereses de la
deuda en curso.
Una parte sustancial de la deuda pública estaba constituida por créditos exteriores, cuya
finalidad, no era compensar el déficit del presupuesto sino más bien obtener divisas.
GRAN BRETAÑA
En los impuestos indirectos surgieron los derechos arancelarios. Los aranceles debían
recaudar dinero para las arcas públicas y recortar las importaciones y contribuir al
ahorro de divisas, reduciendo, a la vez el transporte de mercancías.
La política de creación de deuda fue la punta de lanza del ataque que sufrió el poder
adquisitivo de los ciudadanos.
Después, en 1917 se emitieron los National War Bonds que en seguida tuvieron una
excelente acogida en el mercado. De marzo de 1914 a marzo de 1919, la deuda pública
interna aumentó globalmente.
RUSIA
A finales de julio de 1914, el gobierno ruso tomó una serie de medidas en relación a la
moneda que crearon las condiciones del financiamiento de la guerra. Se suspendió la
obligación que tenía el Banco Nacional de convertir el papel moneda en oro, se
prohibieron las exportaciones de oro y se autorizó al Banco Nacional a que descontara
bonos del Tesoro, sin límite de cuantía. La circulación fiduciaria aumentó de 300
millones de rublos a 1500 millones de rublos.
ESTADOS UNIDOS
La neutralidad armada engendró un instrumento del gasto público que obligó a recabar
nuevos ingresos que se obtuvieron con el aumento de varios impuestos. En 1917 se
emitieron títulos de deuda del Tesoro a corto plazo para hacer frente a futuros gastos
militares.
INFLACIÓN
El coste de la guerra recayó en espaldas de los acreedores del Estado y sobre quienes
debían resarcirles, esto es, el conjunto de los contribuyentes.
La devaluación de la moneda afectó a todos los países del mundo. Después de la guerra,
resultó bastante difícil volver a fijar una adecuada paridad internacional. En los países
continentales de Europa, en los que la inflación había sido más pronunciada, se procedió
a la devaluación de las monedas.