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ASHWORTH WILLIAM
RELACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES
1914-1933
Antes de 1914 comenzaron a surgir cambios económicos muy profundos. La necesidad
de adaptarse a aquellos cambios fue inadecuadamente satisfecha. Hubo un conflicto
continuado entre la organización de los asuntos económicos internacionales y las
condiciones en que ésta tenía que operar.
Países cuyos negocios se habían ajustado, durante largo tiempo, a la recepción regular
de los intereses de sus inversiones en el exterior se encentraron con que estos ingresos
se reducían. Antiguos deudores se habían convertido en acreedores y antiguos
acreedores, especialmente Alemania, habían pasado a tener una aguda necesidad de
préstamos exteriores. Durante la guerra, los Estados Unidos habían dejado de ser un
deudor internacional y, en 1922, se habían convertido en un país acreedor neto de unos
1200 millones de librar esterlinas.
A finales de 1920 y durante 1921 se produjo una grave depresión que retrasó el
restablecimiento de la plena capacidad productiva de Europa y que era debida, en parte,
a la imposibilidad de la Europa Central y de la Oriental de tener una gran participación
en el comercio internacional. Los cambios políticos y el colapso económico habían
situado a Rusia fuera de los asuntos económicos internacionales, lo que venía a romper
muchas e importantes conexiones comerciales y financieras.
El gobierno americano se negaba a admitir que hubiera conexión alguna entre las
deudas de guerra y las reparaciones y la ausencia de todo propósito de evitar la carga
financiera de las deudas interaliadas era una parte importante de la base para la
reconsideración de la cuestión de las reparaciones a finales de 1923, aunque el acuerdo
finalmente alcanzado no admitió tal relación. Este acuerdo fue conocido como el Plan
Dawes.
La introducción del Plan Dawes fue una útil contribución a una señalada mejora tanto
en los aspectos económicos como en los políticos de las relaciones internacionales de
aquel tiempo.
Esto hacía las finanzas internacionales más vulnerables que antes de 1914.
Los Estados Unidos habían sustituido al Reino Unid como el máximo acreedor
internacional en cuenta corriente, pero sus préstamos a largo y corto plazo combinados
eran, respecto a su superávit circulante, inferiores a los del Reino Unido antes de 1914.
Hasta 1924 el oro y el cambio exterior afluyeron a los Estados Unidos en grandes
cantidades.
Aunque la inversión internacional no contribuía como podría haberlo hecho a una firme
expansión económica, proporcionó, desde luego, unos años de tregua a la incertidumbre
financiera. En la medida en que un país continuaba recibiendo préstamos exteriores,
tenía una fuente de ingresos del exterior (aunque se llamase capital) con los que podría
pagar intereses de los préstamos anteriores, tanto si éstos habían sido destinados a un
uso productivo como si no.
Alemania pedía prestado en el exterior casi tres veces más de lo que había pagado en
reparaciones. Los Estados Unidos prestaban a Alemania un dinero que le permitía pagar
las reparaciones a los ex aliados europeos, lo que les permitía pagar las deudas de guerra
a los Estados Unidos, y así continuaba el círculo.
En los que habían sido los principales países receptores de emigrantes, quedaba
disponible mucha menos tierra sin ocupar, y los nuevos inmigrantes estaban pasando a
ser considerados menos como un medio de colocar en situación de utilización
productiva la natural riqueza del país, y más como competidores que podían rebajar los
salarios existentes, sobre todo si procedían de países de bajos niveles de vida. Se
convirtió en norma, no sólo la de restringir el total de nuevos inmigrantes, sino la de
ejercer una discriminación, mediante contingentes y pruebas de saber leer y escribir,
acerca de los países de donde tales inmigrantes podían proceder.
Un síntoma de debilidad fue el predominio de tasas de desempleo más altas de las que
anteriormente se habían asociado con una actividad en expansión.
Había una dificultad general que consistía en que la fuerza de trabajo dedicada a la
producción primaria para el mercado estaba aumentando mucho más de prisa que la
población de las principales áreas consumidoras, en que las ofertas aumentaban todavía
más por el empleo de mejores métodos técnicos, en que los incrementos de la renta en
los países más ricos no se dedicasen a la adquisición de mayores cantidades de
productos alimenticios básicos y en que, en otros países estaban materialmente
necesitando mayores provisiones de tales productos, las rentas no se elevaban lo
suficiente para permitir la adquisición de las ofertas disponibles.
En los años veinte, los precios de los artículos descendieron más lentamente que los de
los productos primarios. Así, países altamente industrializados pudieron mantener una
situación económica internacional relativamente fuerte mediante la obtención de
importaciones más baratas, aunque algunos de ellos no acertaron a ampliar su propia
actividad todo lo posible.
La cautela provocada por el desastre financiero de 1929 fue la causa de que los
comerciantes se atuviesen a las existencias, en lugar de renovar pedidos y esto a la
superproducción de muchas mercancías primarias hizo bajar los precios muy
rápidamente.
En los países manufactureros hubo una fuerte caída en los ingresos y un grave
incremento en el desempleo.
Aunque en 1931 Alemania estaba salvada del colapso financiero, la situación general de
las finanzas internacionales empeoraba rápidamente.
El abandono británico del patrón oro eliminó uno de los más importantes pilares del
sistema económico internacional.
Una gran parte de lo que se llevó a cabo para alcanzar un cierto grado de estabilidad fue
el resultado de decisiones unilaterales de los gobiernos. Sus efectos dentro del marco
internacional consistieron en evitar que las cosas empeorasen, más que en ofrecer
ninguna perspectiva de mejora general.
Una fuente de alivio más eficaz que la restricción de importaciones fue el conocido
remedio de incumplir los pagos de las deudas. Unos deudores imponían una moratoria
en la satisfacción de la deuda; otros acertaban a negociar aplazamientos de los pagos.
Acabar con las reparaciones y con las deudas de guerra no significaba más que la
destrucción de un ordenamiento que se había vuelto gravoso e inviable para casi todos
los países interesados y aun aquella obra de saludable destrucción se llevó a cabo a
pesar de la oposición de los Estados Unidos.
En la primera mitad de 1933, el valor exterior del dólar descendió en un 30% y los
precios interiores de varios productos primarios se elevaron, a la vez que la actividad
industrial se incrementaba un poco, los Estados Unidos no estaban dispuestos a
abandonar su experimento financiero en consideración a la Conferencia Económica
Mundial.