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Integración financiera de Europa.

Historia Financiera de Europa.


Kindleberger, Charles P.

La noción de integración europea recibió un estímulo con el Plan Marhsall. El congreso


a la ley de cooperación económica invitaba a Europa a formar un mercado económico
de amplitud continental.
Al ser estudiado el asunto, los economistas vieron que existían muchos grados y niveles
de integración económica.
El tratado de Roma de 1957, constituyó la Comunidad Económica Europea (CEE) entre
Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo y Holanda.
Gran Bretaña rechazó la invitación para unirse a la CEE y formó una Asociación
Europea de Libre Cambio, compuesta por los estados periféricos de Europa occidental:
Noruega, Dinamarca, Suecia, Austria, Suiza y Portugal. Sin embargo, esta asociación se
quebró mas tarde, con la salida de Gran Bretaña, Dinamarca e Irlanda y su adhesión a la
CEE.
Debe admitirse una matización a la definición de integración económica como
igualación de los precios de los factores. Es un punto central para la historia
contemporánea de la integración financiera de Europa.

Mercados de Capital Europeos

En los años 1950 a 1960 los prestatarios europeos se dirigían a Nueva York para
obtener fondos, endeudándose a largo plazo y vendiendo los dólares a sus bancos
centrales, que con frecuencia los añaden a las reservas. Esto produjo un déficit y el
gobierno estadounidense no estaba satisfecho con eso.
La tentativa norteamericana de culpar el déficit de la balanza de pagos a las deficiencias
de los mercados de capitales europeos condujo a una nueva investigación europea. Un
estudio de los mercados de capital realizados por la CEE en 1966 se dirigió a los
impedimentos para el funcionamiento efectivo de los mercados nacionales y su
disponibilidad para los prestatarios extranjeros. El informe Segré descubrió que los
mercados nacionales de Europa discriminaban en favor de los prestatarios nacionales,
en especial de los gobiernos propios y en contra de los extranjeros, especialmente en las
normativas que regían la inversión de fondos de cajas de ahorro y compañías de
seguros, ayudas a la vivienda y similares. El informe concluía que se había realizado un
escaso progreso en el establecimiento de un mercado de capitales europeo y defendía
que era deseable tanto en interés de los prestamistas como de los prestatarios.

El Mercado de Eurodólares

En 1957-1958 los bancos europeos, en especial Londres y Suiza, empezaron a negociar


en dólares.
Se abrió una temprana controversia académica acerca de si el mercado de eurodivisas o
el de eurodólares creaba dinero. El tema estaba centrado en si os eurodólares tomados a
préstamo son reintegrados o no al mercado de eurodivisas. La respuesta es que en las
primeras fases del mercado los dólares eran tomados a préstamo por quienes querían
dólares para gastarlos como dólares; más tarde, cuando se amplió y complicó el
mercado, algunos dólares eran tomados a préstamo para su acumulación frente a
necesidades futuras, y reinvertidos en el mercado, y otros eran buscados por europeos
que no querían estar escasos de dólares, querían monedas locales para gastar en Europa,
y vendían los dólares a un banco central a cambio de fondos locales. Cuando el banco
central redepositaba los dólares en el mercado de eurodólares, se sentaba una base para
volver a prestar y multiplicar la expansión.
El mercado de eurodólares se trata de un mercado al por mayor, con transacciones
individuales en millones de dólares altamente competitivo, que trabaja con pequeños
márgenes, con una gran parte de transacciones interbancarias y muchos menores activos
sobre, y pasivos frente a, no banqueros.
En la medida en que los países europeos se han asociado estrechamente al mercado de
eurodivisas, se han integrado en una unidad más amplia que Europa occidental.

El Mercado de Eurobonos

Paralelamente al mercado de eurodivisas se desarrolló un mercado de eurobonos en el


cual los prestatarios emitían bonos en una moneda o unidad dada en el exterior del país
de esa moneda. El mercado se vio estimulado por los requisitos de inscripción de la
comisión de títulos y cambios de Washington y por el impuesto de igualación de
intereses, sobre los intereses de los bonos para detener el endeudamiento de los países
europeos en Estados Unidos.
Se ofrecían mayoritariamente en dólares, en alguna medida en marcos alemanes, a veces
en francos y en unidades de cuenta europeas.
De 1974 a 1978 las monedas compuestas y duales sólo representaban el 2.3 % del total
de emisiones de eurobonos, en comparación con el 58% en dólares estadounidenses, el
25.5% en marcos alemanes, el 5% en dólares canadienses, etc.
El mercado de nueva emisión de eurobonos no necesitaba una localización, ya que tales
bonos eran suscritos y negociados por sindicatos compuestos de muchas empresas y
bancos en muchos centros financieros. El mercado secundario necesitaba una ubicación
central.

La política agrícola común y el precio de apoyo.


Para los productos agrícolas existía una ordenación denominada política agrícola común
(PAC). Bajo esta política, la comisión fijaría unos precios de apoyo para las principales
partidas agrícolas producidas por la comunidad, y establecería unos aranceles para las
importaciones del exterior iguales a la diferencia entre el precio de apoyo y el precio
mundial.
Gran Bretaña se vió obligada a elevar su bajo nivel mundial de precios de la producción
agrícola hasta los estándares de la CEE. Lo que interesa es que los precios de apoyo
fueron establecidos en Unidades de Cuenta Europeas. Cuando en 1969 se devaluó el
franco francés y revaluó el marco alemán hubo un test financiero: si el precio de apoyo
estaba o no realmente denominado en UCE de modo que los franceses estuvieron
obligados, tras la variación del tipo de cambio, a elevar los precios en francos, y los
alemanes a reducir los suyos en marcos. Cuando los tipos de cambio se vieron alterados,
ambos países dejaron sin cambiar sus precios en moneda local, indicando el carácter
hipotético y no operativo de la UCE, y la vacuidad de las soluciones globales del
Mercado Común al problema agrícola. El episodio constituyó un revés en el proceso de
integración monetaria y financiera europea bajo el tratado de Roma.

Unificación Monetaria Europea

La continuación del movimiento de integración en sus diversos aspectos (comercial,


económico, financiero, político) y la creciente debilidad del dólar como moneda
mundial, impulsaron el avance hacia la unificación monetaria europea.
Áreas Monetarias Óptimas

Empezó pronto en la historia financiera de la posguerra la discusión económica acerca


de qué constituía un área adecuada para tener una moneda independiente y cuáles eran
los criterios para un “área monetaria óptima”.
Mundell planteó que si una parte de una amplia área experimentaba desempleo y los
factores eran inmóviles (es decir, el desempleo no se solucionaría con migración) podría
ser útil para el área deprimida como sustitutivo devaluar la moneda, incrementando las
exportaciones, desviando el gasto en importaciones hacia sustitutivos de la importación
producidos en la zona e incrementando el empleo a través del multiplicador del
comercio exterior. McKinnon contestó a esto afirmando que el devaluar no ayudaría a
un área limitada si comerciaba intensamente con el mundo exterior. Su criterio para un
área monetaria óptima era una que comerciara intensamente con su propio interior y
tuviese comerciales limitados con el mundo exterior.
Otro criterio de área monetaria óptima fue el de Kenen, el cual dice que debe haber un
conjunto de instituciones que la hagan funcionar.
Reconociendo la necesidad de reforzar la adopción de decisiones en ésta área, la
comisión de la CEE recomendó en 1969 a los jefes de Estado que debería formarse un
grupo de trabajo bajo la presidencia de Pierre Werner, primer ministro de Luxemburgo,
para examinar distintos aspectos de la consecución por etapas de la unión económica y
monetaria de la CEE.

La Unión Económica y Monetaria (UEM)

El grupo Werner elaboró un informe preliminar, consultó a un comité de expertos y


emitió un informe al consejo y a la comisión sobre la creación de una Unión Económica
y Monetaria en la Comunidad.
La primera etapa de la UEM preveía la reducción de las variaciones del tipo de cambio
en Europa a una banda más restringida que la autorizada por el FMI, dando lugar a la
denominada serpiente.
En la segunda etapa se acordaba armonizar las políticas a medio plazo, además de las
políticas a corto plazo y establecer un Fondo Europeo de Cooperación Monetaria
(FECOM). En la tercer etapa se esperaba que el FECOM se convirtiese en el
instrumento para gestionar las reservas exteriores de la comunidad en su conjunto.
La Serpiente

Ésta se inició en abril de 1972. Con las divisas europeas fluctuando entre sí dentro de
esta última banda, y en la banda general dl 4.5 por 100 frente al dólar y las divisas
extraeuropeas, se ideó la expresión que las monedas europeas constituían una serpiente
dentro de un túnel.
La serpiente había sido originariamente proyectada para incluir las nueve monedas de la
comunidad en su momento, pero Gran Bretaña e Irlanda abandonaron el acuerdo un mes
después de su inicio y Dinamarca primero lo abandonó y luego volvió a adherirse. Italia
se retiró y Noruega se asoció para estabilizar su divisa, al igual que Suecia. En 1976 la
serpiente parecía más un bloque del marco alemán.

El Manifiesto del Día de Todos los Santos.

El 1 de noviembre de 1975 nueve economistas solicitaron un nuevo esfuerzo para


desarrollar una moneda para Europa y una unión monetaria europea. Partiendo del
trabajo de Giovanni Magnífico y John Williamson, propusieron tomar la UCE,
indiciarla frente a la inflación y llamarla Europa. La Europa sería emitida como una
divisa paralela y fluctuaría frente a ellas bajo una fórmula de paridades ajustables
móvilmente, diseñada para moderar las alternancias del tipo de cambio. La Europa sería
esencialmente el sujeto del redescuento, de operaciones de mercado abierto y de
financiación de los gastos de la Comunidad. La Europa reemplazaría al marco alemán,
al franco francés, al florín, etc. Únicamente cuando el mercado llegase a confiar en ella
y la utilizase como unidad de cuenta, medio de cambio, depósito de valor y patrón de
pagos contractuales diferidos.
Otros economistas recogieron la idea de monedas competitivas y la ampliaron en varias
direcciones.
Las monedas competitivas que fluctuasen libremente entre sí en un país o un área
monetaria plantea la cuestión de si existe realmente algún dinero.

El Sistema Monetario Europeo (SME)


El anterior presidente británico de la comisión europea Roy Jenkins, en una conferencia
Jean Monnet en octubre de 1977, lanzó un nuevo alegato a favor de la integración
monetaria europea solicitando un Sistema Monetario Europeo.
El SME introducía la unidad monetaria europea como una divisa paralela, ofrecía dos
medidas para ayudar a reducir las fluctuaciones de los tipos de cambio nacionales,
constituía un fondo monetario europeo y proporcionaba un sistema de facilidades
crediticias para el apoyo mutuo de los pagos.
El ECU es la vieja UCE, la Europa del manifiesto del día de Todos los Santos. Se
convirtió en la unidad de cuenta utilizada para el Fondo Monetario Europeo y la
designación de las diversas facilidades crediticias.
Francia y Gran Bretaña defendieron un sistema llamado indicador de divergencia para
señalar cuándo un país tenía que adoptar acciones para alinear su tipo de cambio. Bajo
este indicador, cada moneda se compararía con la cesta ecu en su conjunto, en vez de
hacerlo separadamente con las monedas que la constituyen, y un país podía ser llamado
a intervenir cuando su divisa alcanzase el límite superior o inferior, ya fuese ofreciendo
su propia moneda a cambio de divisas europeas o comprándola con divisas europeas,
oro o dólares.
Cuando una divisa hubiese llegado a los tres cuartos del recorrido hacia un límite según
el indicador de divergencia, se diría que estaba en el umbral de divergencia, considerado
como una primera llamada de atención acerca de una posible necesidad de emprender
actuaciones para intervenir, ajustar la paridad, o ajustar las políticas monetaria y fiscal
para corregir la fortaleza o la debilidad de la divisa.
Los alemanes preferían el sistema de parrilla, en el cual ningún país podía alcanzar el
límite sin que algún otro estuviese en el límite opuesto, lo cual proporcionaba influencia
para solicitar a la moneda débil que controlase su inflación.

El Fondo Monetario Europeo (FME)

El FME pretende el depósito por los bancos centrales del 20 por 100 de su oro y
reservas en divisas, valorándose el oro a un precio muy por encima de los 42,50 dólares,
al cual lo tienen valorado en sus libros la mayor parte de bancos centrales, pero algo por
debajo de los precios diarios en el volátil mercado privado. A cambio, el FME emitiría
ECU que podrían utilizarse para intervenir en sostenimiento de los tipos de cambio.
El FME se considera como un instrumento de los bancos centrales de Europa para
remonetizar el oro, que ha sido desde que se abandonó en 1968 su precio fijo una
mercancía interesante y valiosa, pero que se comporta de forma distinta al dinero.

Las Facilidades Crediticias

Dado que el FME no puede efectuar préstamos o crear dinero, el SME ha proporcionado
facilidades crediticias para atraer la participación de los miembros financieramente
débiles de la CEE. Estas facilidades son de tres tipos 1) préstamos a muy corto plazo a
devolver en 45 días, accesibles únicamente a los participantes en la serpiente; 2)
préstamos a corto plazo con un vencimiento de nueve meses; y 3) préstamos a medio
plazo de una duración de hasta cinco años.

El Resultado

El último capítulo de la historia de la integración financiera europea está lejos de haber


sido escrito.
Las aproximaciones paso a paso de la UEP, del AME, de la UEM y del SME tienen
pocas probabilidades de alcanzar una efectiva integración financiera a escala europea en
un futuro próximo. En alguna fase del proceso es probable que uno o más países se
retiren, abandonen, refrenen y ralenticen el progreso.
También, no tendrá ningún éxito la integración financiera sin un fuerte liderazgo del
estilo del que ofreció Prusia para la unificación política alemana, la unificación de las
monedas alemanas y la transformación del Banco Nacional Prusiano en el Reichsbank.
Igualmente, parece probable que la integración monetaria tendrá lugar en Europa
occidental sólo después de que la integración política haya dado muchos pasos hacia
adelante, y tal integración política no parece estar ahora sobre el tapete en la medida que
un observador externo puede contemplar actualmente. La unidad de las monedas y de
las instituciones debe apoyarse en la unidad de los valores políticos y la disposición al
compromiso o al seguimiento de la dirección de otros, atributos de los que no hay una
amplia evidencia en las grandes naciones europeas modernas.
Un movimiento precipitado hacia la libertad, renunciando al sistema de bancos centrales
y a la regulación nacional de las ofertas monetarias, en favor de las monedas
competitivas, no es una opción realista.
La mejor oportunidad para la integración monetaria europea sería una en la cual el
liderazgo alemán consiguiese la integración política, seguida de un suministro por parte
de Alemania de los bienes públicos como un dinero europeo, un banco central europeo,
y las instituciones europeas necesarias para armonizar la política económica.
Para finalizar, la UEM ha fracasado y el SME promete un avance pobre respecto a la
UEM para solucionar el problema monetario europeo o para proporcionar un sustituto
monetario europeo al conflictivo dólar, necesario para asentar la estabilidad económica
mundial.

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