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Los Conceptos Básicos de la Administración de los Bienes de Dios

Todo ser humano entra a este mundo únicamente con su cuerpo, su mente y el alma que
Dios le ha concedido.  Depende completamente de la bondad de Dios y del servicio de otras
personas para vivir, para su bienestar y la satisfacción de sus necesidades básicas,
sobretodo al principio de su existencia.  A medida que madura y a través de toda su vida,
desarrolla capacidades internas para sustentar, utilizar, aumentar y acumular bienes
espirituales y materiales con una voluntad libre para decidir cómo, cuándo y por qué.

Cuando un ser humano deja este mundo, lo hace de la misma manera como entró a él:
desposeído de todos sus bienes y belleza materiales; únicamente se lleva en su alma los
logros espirituales, para presentárselos a Dios el día de su juicio.

Por esto es que entendemos que si todo ser humano comienza sin nada material y termina
sin nada material, entonces nunca fueron suyos aquellos bienes materiales que Dios le
asignó durante su permanencia en la tierra.  Todo lo que poseía, incluyendo su propio
tiempo, le pertenecía a otro; sólo tuvo el privilegio de usarlo.

Esto es lo que esencialmente llamamos La Administración de los Bienes de Dios, un servidor


al Señor.  Las acciones voluntarios de todo ser humano determinan si, a los ojos del Señor,
ha sido o no un buen Administrador, y si esto Le ha complacido.

Así como en las ciencias, los negocios, la economía, y en otras áreas, el por qué de la
Administración Cristiana de los Bienes de dios se puede estudiar y analizar con
imparcialidad antes de decidir a comprometernos totalmente a ella.

Por eso, consideremos que la Administración Cristiana de los Bienes de Dios contiene ocho
compromisos distintos que hay que cumplir antes de darle cuenta de nuestras acciones al
Señor durante su juicio final.

EL PRIMER COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios está basada en la palabra de Dios

El concepto de la Administración de los Bienes de Dios de ninguna manera reprime,


reemplaza o cambia el espíritu de nuestra fe Cristiana. Por lo contrario, lo fortalece  y
enriquece.

La doctrina de la Administración Cristiana de los Bienes de Dios se encuentra en todas las


Escrituras, la base de nuestra fe y patrimonio, y en los Documentos del Consejo Vaticano
Segundo.  La base de la Administración de los Bienes de Dios es la palabra de Dios. 

En el Antiguo Testamento, el papel de un Administrador es presentado como una guía para


individuos, comunidades y naciones.  En el Nuevo Testamento, dieciséis de las treinta y
ocho parábolas mayores de Cristo están relacionadas con la Administración de los Bienes
de Dios. Entre ellas tenemos: la muy conocida Parábola del Dinero (San Mateo 25: 14-30); el
Sembrador (San Mateo 13: 3-9); Las Diez Muchachas (San Mateo 25: 1-13).  Muchas otras
partes de los Evangelios  aluden a la Administración de los Bienes de Dios, directa o
indirectamente.

Más recientemente, en su "Apostolado del Laicado", el Concejo del Vaticano Segundo dio
énfasis a la Administración de los Bienes de Dios en su llamado a la renovación: "Para el
ejercicio de este Apostolado, el Espíritu Santo que santifica a la Gente de Dios a través del
su ministerio y los sacramentos, le da además al fiel dones especiales.  Por eso, ‘cada uno
de ustedes sirva a los demás según los dones que haya recibido’ y conviértanse en ‘buenos
administradores de las variadas bendiciones de Dios’ (1 San Pedro 4:10). También dice este
documento que: "Desde el momento en que se reciben estos dones, incluyendo aquellos
menos conmovedores, todo creyente asume el derecho y la responsabilidad de usarlos en la
Iglesia y en el mundo para el bien del prójimo…"

EL SEGUNDO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios es un acto de servicio a Dios y al prójimo.

La doctrina de la Administración Cristiana de los Bienes de Dios conlleva la responsabilidad


de servir.  El administrador de las gracias y dones de Dios presta servicio a Dios
directamente y a través del prójimo, para demostrar su aprecio por las bendiciones recibidas.

En el Evangelio, de acuerdo a San Marcos (10:45), encontramos a Cristo dando el ejemplo


de Administrador Perfecto: "Porque ni aún el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino
para servir y dar su vida como precio por la libertad de muchos."

En su libro, "La Administración de los Bienes de dios El Llamado a una Nueva Forma de
Vida," el Padre Hugh J. O’Connel, C.SS.R., escribe, "…La Administración de los Bienes de
Dios consiste en el reconocimiento práctico de que el ser humano no es el dueño absoluto,
ni de sí mismo ni de sus posesiones.  Ha recibido de Dios los dones de la naturaleza y el
don de la gracia.  Debe usarlos de una manera responsable para dar a conocer los deseos
de Dios y establecer Su Reino en los corazones de los demás."

En su homilía al final del Primer Seminario Internacional Sobre la Administración de los


Bienes de Dios (Octubre 1-5, 1973), Humberto Cardinal Medeiros, Arzobispo de Boston, dijo:
"La generosidad del Señor ha sido distribuida ampliamente y por lo tanto debe ser
dispersada ampliamente.  Aún así, ¡cuántos de nosotros dejamos de notar las bendiciones
que un buen Dios nos ha otorgado!; ¡cuántos talentos se van a la tumba si ser usados
cuántos consumidos en nuestro egoísmo! Si no se nos pide que demos más de lo que nos
ha dado.  Y todo servicio debe ser prestado…consciente de Su gracia, consciente de Su
presencia, aceptando Su ayuda y listos para recibir Su juicio.  Esta es la Administración de
los Bienes de Dios…"

EL TERCER COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios abarca todo en la vida

Este mensaje lo encontramos en San Lucas (10:27): "Y él respondió: ‘Ama al Señor tu dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo."

También en la Primera Carta de Pedro (4:10): "Como buenos administradores de las


variadas bendiciones de Dios, cada uno de ustedes sirva a los demás según los dones que
haya recibido."

Una vez que aceptamos el dogma de nuestra fe, que todos los dones y gracias son recibidos
de Dios, no podemos ser selectivos.  No podemos aceptar únicamente aquellos dones que
creemos satisfacen nuestros deseos personales o nuestra manera de vivir.  Seguir la misión
de Cristo es una vocación de tiempo complete.  En todas las etapas de nuestras vidas, aún
en esta época moderna, encontramos oportunidades para participar de una manera
Cristiana y total.
Con frecuencia, el concepto de la Administración Cristiana de los Bienes de Dios se
representa como si fuera una meta o una simple donación a obras de caridad.  Esta
interpretación, apoyada en muchos casos por la Iglesia, es demasiado limitada.  Las
enseñanzas de Cristo cubren toda la vida, no sólo parte de ella.  La gracia Divina, nuestras
capacidades mentales, destreza manual, talento artístico, paternidad y maternidad, riquezas,
recursos naturales, responsabilidades sociales, obligaciones familiares, comunitarias,
gubernamentales y de justicia-inclusive la misma vida—nos las ha concedido Dios. 
Aceptamos con gratitud estos dones que Dios nos ha otorgado y los usamos reconociendo
que son de El y que sólo los usamos para servicio propio temporalmente.

CUARTO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios es motivada por el amor a Dios y al prójimo con el
uso de nuestro tiempo, talento y tesoro.

La Administración de los Bienes de Dios se ha reconocido como "la vocación de un


Cristiano" – un llamado de Dios. Como toda vocación, tiene componentes básicos de
propósito, acción y reacción.

Muchos conocedores del concepto de la Administración de los Bienes de Dios, concluyen


que estos componentes son tres: tiempo, talento y tesoro.

En un diccionario encontramos definiciones como: tiempo- el período medido o que se


puede medir durante el cual una acción, proceso o condición existe o continua; talento-los
dones naturales de una persona, inteligencia general o poder mental; tesoro-riqueza
acumulada, algo de gran valor o riqueza.

Para la persona comprometida espiritualmente a la vocación de la Administración de los


Bienes de Dios, se definen en los siguientes términos:

TIEMPO – el recipiente en el que una persona aplica su talento y tesoro día a


día, por su amor a Cristo y a la salvación del prójimo… dentro de la familia, la
comunidad… en el ocio y en el trabajo.

TALENTO – los "instrumentos" de una acción Cristiana: la gracia de Dios;


valores opiniones morales; aptitudes físicas naturales, inteligencia y voluntad;
dones heredados de familia, de riquezas materiales y de ocupación.

TESORO – las "recompenses" a la vocación: gracia santificante; vida natural;


unificación de cuerpo y alma; bienes y riquezas materiales.

Siendo motivado por el amor a Dos y al prójimo, cada término se convierte en parte esencial
del componente; cada componente se convierte en una parte esencial y potente de la
vocación y de sus objetos de espiritualidad total y salvación eternal.

EL QUINTO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios está reforzada por el compromiso personal a la


doctrina de la Iglesia.

En un sentido amplio, la Administración Cristiana de los Bienes de Dios significa la


administración de nuestra vida de una manera Cristiana.  Cristo es el modelo, porque fue El
quien dijo: "Vine a servir, no ha ser servido." Para llevar a cabo esta vocación, necesitamos
refuerzo constante, y éste lo provee ampliamente la Iglesia a través de su culto litúrgico.
Para ser más efectiva en el servicio a dios y al prójimo, la Administración Cristiana de los
Bienes de Dios debe tener su origen en el culto litúrgico de la Iglesia.  Allí el ser humano
encuentra el motivo sobrenatural, la palabra de la fe y la gracia necesaria para llevar a cabo
el trabajo que necesita hacer.  Es la participación en la doctrina de la Iglesia, especialmente
en los Sacramentos de la Santa Eucaristía y la Confirmación, la que le proporciona al
Administrador Cristiano el aplomo mental, el espíritu de renovación y la fuerza de propósito
necesaria para su vocación.

Al respecto, el Señor nos ha dicho: "Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que
permanece unido a mi, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mi no pueden ustedes hacer
nada.  El que no permanece unido a mi, será echado fuera y se secará como las ramas que
se recogen y se queman en el fuego." (San Juan 15: 5-6)

El Consejo del Vaticano Segundo, por su parte, nos dice: "De la liturgia, por lo tanto, y
especialmente de la Eucaristía, como si fuera un manantial, fluye el don de la gracia hacia
nosotros." Y en otro lugar, también nos dice: "La liturgia, a su debido tiempo, inspira al fiel a
convertirse de ‘todo corazón’ … Oramos para que ‘ todos podamos entender por hecho
aquello que ya creemos por credo."

En su libro sobre la Administración de los Bienes de Dios, el Padre O’Connell nos recuerda:
"…es principalmente en el culto de la Iglesia que se desarrolla y se sostiene el sentido de
comunidad que hará consciente a los Cristianos de sus responsabilidades para con los
demás. En la liturgia, Cristo renueva su entrega total al Padre, une a la Iglesia a si Mismo y
administra la gracia de la redención."

La participación en la liturgia ha sido mencionada como una entrega de amor, de dar


gracias, de aprendizaje, renovación espiritual y aún como un "ensayo" de una acción
Cristiana en la vida cotidiana.  Es todo esto y aún más.  A través de la liturgia, el
Administrador Cristiano lleva consigo la gracia, el ardor y el poder que recibe a su vida
cotidiana, en todo lucha por perpetuar la misión de Cristo usando su propio ejemplo, con
palabra y con hecho.

EL SEXTO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios requiere la utilización espiritual del tiempo.

San Pablo nos dice: "y nos ha hecho conocer su voluntad secreta, o sea el pan que El
mismo se había propuesto llevar a cabo.  Según este plan, que se cumplirá fielmente a su
debido tiempo, Dios va a unir bajo el mando de Cristo todas las cosas tanto en el cielo como
en la tierra." (Efesios 1: 9-10).

El Administrador Cristiano motivado pro el amor da Dios y al prójimo posee el entendimiento


práctico del tiempo.  Una vez que llega a reconocer que cada instante del día ha sido
concedido por Dios, llega a entender que el tiempo no sólo puede usarse en la estricta
ceremonia litúrgica sino que también se debe usar en la doctrina diaria del vivir Cristiano.  El
tiempo es, después de todo, un marco de referencia variable en el que funcionan todos los
factores de la vida.  San Pablo nos dice: "En todo caso, lo mismo si comen, que si beben,
que si hacen cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios." (1 Corintios 10:31).

El simple compromiso, al levantarnos diariamente, de que dedicaremos un minuto de ese día


a amar a Dios y de que le daremos gracias al final de cada día, nos da los principios para
emplear nuestro tiempo en un sentido Cristiano.  Estos principios nos dan la pauta para cada
uno de nuestros esfuerzos.  Al seguirlos, derivamos espiritualidad, gracia, esperanza, amor,
caridad, compasión y justicia; cuando la acción tiene lugar dentro de la familia, en la escuela,
en el trabajo de la Iglesia, en los negocios, en la profesión de uno, en la vida social o aún en
el ocio.

EL SÉPTIMO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios requiere la aplicación espiritual de nuestro talento y


habilidades en todos los aspectos de la vida.

Encontramos este mensaje en la carta de Pablo a los Romanos: "Dios nos ha dado
diferentes dones, según lo que él quiso dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios nos ha dado el
don de comunicar sus mensajes, hagámoslo según la fe que tenemos; si nos ha dado el don
de servir a otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de enseñar; que se dedique a
la enseñanza; el que haya recibido el don de animar a otros, que se dedique a animarlos.  El
que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su
cargo con todo cuidado; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría"

(Romanos 12: 6-8)

En el plan de dios para la Administración de sus Bienes, toda persona recibe ciertos talentos
y destrezas para que las use a Su servicio.  Nunca se debe preguntar cómo ni cuándo se
puede usar, porque las oportunidades son muchas.  La pregunta debida es: ¿Las
usaremos?  La oportunidades incluyen no sólo la posibilidad de una participación  directa en
la comunidad apostólica de la Iglesia, sino también en la comunidad humana.  Para así: el
Apostolado Individual; el Apostolado Organizado; el Apostolado Diario.

EL APOSTOLADO INDIVIDUAL – Este es el apostolado personal, ya que únicamente


afecta al individuo. Bajo éste, el administrador busca crecimiento espiritual personal a través
de la oración y el servicio personal a otros.  Se comunica con Dios diariamente a través de la
oración para darle gracias y para pedirle consejos para su familia, para que los seres
humaos se entiendan mejor, a favor de la misión de la Iglesia y aquellos encargados de sus
responsabilidades, por la conversión de los pecadores, por la vocación a una vida religiosa,
y por los muertos.

El Administrador aprende a reconocer las oportunidades para responder a las necesidades


humanas ayudando a los pobres, los enfermos, las personas mayores de edad y aquellos
que sufres, están oprimidos o desposeídos.

Estos y otros representan la manera en que un buen administrador puede usar su tiempo y
talentos en su trabajo de apostolado individual.

EL APOSTOLADO ORGANIZADO – en el apostolado organizado de la parroquia o amplio


de la diócesis y en la estructura misionera de la Iglesia, hay muchas oportunidades para usar
nuestro tiempo y talentos.

La vida parroquial se beneficia a través de muchas maneras de participación: como miembro


activo del comité del consejo de la parroquia; sirviendo en la liturgia como lector,
comentador, acomodador, y e otras actividades; trabajando con jóvenes, en asuntos
relacionados con la administración de los bienes de Dios, y en organizaciones de la
parroquia.

Para avanzar la formación Cristiana, es bueno emplear tiempo y talento en una educación
parroquial, actividades de discusión en grupo para adultos, educación religiosa entonos los
niveles, y participando en retiros, días de recogimiento, cursos y programas vocacionales.
Se puede mejorar la vida familiar suministrando capacitación religiosa y ejemplos en el hogar
y participando en encuentros, cursos matrimoniales y pre-matrimoniales y actividades
educacionales para adultos.

Las relaciones humanas se avanzan participando en el trabajo y el entendimiento de las


Caridades Cristianas, la Sociedad de San Vicente de Paúl, los Servicios de Auxilio Católico,
programas misioneros, solicitación para la donación de sangre, programas de asistencia
para la gente de mayor edad, los lisiados y los enfermos, programas y servicios solicitados
por la diócesis, y otros empeños específicos.

A través del apostolado organizado se pueden ayudar con el mantenimiento, renovación y


mejora de los edificios y jardines de la parroquia.

Existen muchas posibilidades para asistir con la administración de la parroquia; se puede


contribuir tiempo y talento como secretario, mecanógrafa, contable o haciendo llamadas
telefónicas.  Todos estos son ejemplos prácticos de la Administración Cristiana de los Bienes
de Dios.

EL APOSTOLADO DIARIO – Este apostolado no se encuentra en los rincones más lejanos


del mundo sino en el mundo del trabajo y del tiempo libre diario.  En él encontramos las
mejores oportunidades para poner en efecto la Administración Cristiana de los Bienes de
Dios en situaciones prácticas. El Administrador Cristiano lleva consigo a su trabajo diario la
gracia y el poder que ha recibido a través del culto, y lo trata de cambiar con su ejemplo,
palabra y acción en un lugar en donde el propósito de dios se pueda cumplir.

El plan de Dos ha dispuesto que todos tengamos algo que hacer – como padres,
negociantes, sacerdotes, campesinos, religiosos, doctores, obreros, contadores, enfermeros,
ama de casa, mecánicos, políticos, técnicos, secretarias, abogados, y de muchísimas otras
maneras.  En su trabajo, el Administrador Cristiano debe dar un ejemplo de amor y respeto
hacia su prójimo.  Ya sea jefe u obrero, debe hacer un buen trabajo; para él con justicia;
como empleado devolver la justicia a su empleador.  En la comunidad, con sus compañeros
de trabajo, el Administrador Cristiano debe tratar de mejorar las condiciones de pobreza y
hambre, eliminar tensiones raciales, guerras y amenazas de guerras.  Siempre encuentra en
su camino la responsabilidad de respetar los recursos naturales otorgados por Dios.

Cualquiera que sea el trabajo diario, ¿Qué podría ser mejor que el dedicar el desempeño de
cada trabajo a la gloria de Dios? Fue El quien, en primer lugar, nos otorgó el tiempo y la
capacidad necesaria para desempeñarlo.

El trabajo del Administrador Cristiano en el apostolado diario no es simple.  Sin embargo,


con la gracia y la sabiduría que Dios le ha otorgado, el trabajo se le hace práctico y le
remunera de muchas maneras.

EL OCTAVO COMPROMISO

La Administración de los Bienes de Dios reconoce que todos los tesoros recibidos de Dios
deben ser usados para la gloria de Dios.

San Pablo nos dice: "Acuérdate de esto: aquel que siembra poco, poco cosecha; el que
siembra mucho, mucho cosecha. Cada uno debe dar según lo que ha decidido en su
corazón, y no de mala gana o a la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.  Dios
puede darles a ustedes con abundancia toda clase de bendiciones, para que tengan siempre
todo lo necesario y además le sobra para ayudar en toda clase de buenas obras." (2
Corintios 9: 6-8)
En el amplio sentido de la Administración de los Bienes de Dios, el tesoro es una
recompensa a una vida Cristiana.  Por lo general, la acumulación de gracia santificante y
riqueza material tiene origen en el empleo del tiempo y talento otorgado por Dios. 
Lógicamente, la misma conclusión prevalece cuando el esfuerzo se ha hecho dando de uno
mismo en la búsqueda diaria por sustento, en el trabajo, en los negocios o profesión.

Y aún más-si en el empleo del tiempo y talento, uno es motivado por el amor a Dios y al
prójimo, el logro es espiritual, ya sea que el logro sea en forma de una gracia santificando o
en una recompensa material.

Para entender mejor la espiritualidad de la administración del tesoro y el por qué es bueno
devolver a Dios una porción de lo que nos ha concedido, nos serviría poner en perspectiva
unos cuantos factores importantes.

La posesión y acumulación de dinero, riquezas y otros bienes no constituyen pecados ni se


condenan en ninguna de las Escrituras; a menos que, por supuesto, se viole leyes morales
para adquirirlos.  En muchos casos, la Sagrada Escritura es mucho más crítica de la
posesión o actitud codiciosa del ser humano con su propiedad adquirida legítimamente que
de las ganancias adquiridas por medios ilícitos.  Lo último es obviamente pecaminoso; lo
anterior es menos obvio.  Esta característica de las etapas de la vida por las que pasa el ser
humano para: 1. satisfacer sus necesidades básicas; 2. procurar seguridad material; 3.
lograr la satisfacción que su seguridad ofrece.  No es lo mucho o lo poco que el ser humano
posee, si no cómo lo usa lo que determina su destino.

De las escrituras aprendemos – También dijo: "Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la
vida no depende de poseer muchas cosas." (San Lucas 12:15) Y de San Pablo aprendemos
– "En cambio, los que quieren hacerse ricos no resisten la prueba y caen en la trampa de
muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y en la
condenación.  Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por
codicia, se han desviado de la fe y han llenado de sufrimientos sus propias vidas." (1
Timoteo 6: 9-10)

El dinero, la riqueza y las posesiones, en cualquier cantidad, son grandes bendiciones


cuando se hacen parte del plan de Dos.  Consciente de que todo lo que es y posee le
pertenece al Señor, el Administrador Cristiano sabe que bienes como estos no se pueden
excluir de su entrega total a El. Se da completa cuenta que representan algo fiado de su
verdadero Dueño, Dios.  Con un sentido de responsabilidad y sin interés egoísta, deben
satisfacer las necesidades espirituales, físicas y temporales propias, de su familia, y del
prójimo con el mismo espíritu de amor en que lo recibió de Dios.

En el transcurso de la historia, las ofrendas a Dos han representado una muestra de


adoración.  De esta manera se mencionan los primeros frutos de la cosecha, el primogénito
y el diezmo en el Viejo Testamento.

Desde los primeros siglos de nuestra Iglesia, las ofrendas fueron parte de la Misa litúrgica,
haciéndolas así parte del culto.  Originalmente, las ofrendas consistían en pan, vino y otros
productos.  Algunos fueron usados en el sacrificio de la Misa y lo que sobraba se devolvía
para el sostenimiento de la Iglesia y sus sacerdotes y para distribuirlo entre los pobres.

La misma muestra de adoración persiste hoy día en nuestra Iglesia.  Ofrecemos a Dios
ofrendas que son el resultado del uso de nuestro tiempo y talento.  Lo que ofrecemos es una
dimensión de la ofrenda total de nosotros mismos.  Tal como el Padre O’Connell nos dice,
"Es importante anotar que todas las ofrendas traídas por el fiel son ofrecidas ante todo a
Dios.  Dios entonces acepta una parte de estos bienes para el sacrificio.  El resto El lo
devuelve para el sostenimiento de la Iglesia y sus ministros y para los pobres.  Las ofrendas
no se dan directamente para el sostenimiento de los sacerdotes o para ayudar a los pobres. 
Se dan directamente a Dios y entonces El los devuelve a Su Iglesia y a los pobres."

Con sus nobles ofrendas a Dios, el Administrador Cristiano participa en los trabajos
espirituales y seculares de la Iglesia.  Sus ofrendas ayudan a suministrar a muchos las
cosas materiales que la Iglesia local y universal necesitan como centros de oración, como
lugares para recibir los Sacramentos y para escuchar la Palabra de Dios.  La instrucción
religiosa se necesita para personas de todas las edades y en particular para los niños; los
servicios son programados para satisfacer las necesidades de los jóvenes, los adultos, los
enfermos y los pobres.  Por amor a Dios, el Administrador Cristiano ayuda a mantener estas
necesidades.

CONCLUSIÓN

La Explicación Fundamental de nuestra Responsabilidad ante Dios

Todo privilegio administrativo secular o espiritual que se le ha dado al ser humano conlleva
algún tipo de responsabilidad.  Entre más grande sea el compromiso, mayor será la
responsabilidad.

La administración, en su sentido usual, tiene que ver con el uso del tiempo, talento y tesoro
únicamente durante nuestra vida en la tierra.  La administración, en el sentido de la
Administración de los Bienes de Dios de acuerdo a las Escrituras, va más allá del tiempo en
este mundo y se extiende hasta la eternidad.  Es en este sentido espiritual que se deben
siempre examinar los efectos de la Administración de los Bienes de Dios.

Toda acción termina en su resultado.  El resultado está determinado por la naturaleza de la


acción.  Cuando la acción está de acuerdo con el plan de Dios, el juicio de Dios será
favorable.

En Sus enseñanzas, Cristo ha suministrado los principios que debemos seguir para el
desempeño del don de la administración de sus bienes.  El nos ha enseñado, de muchas
maneras, la prudencia que debemos emplear en nuestra preparación para asumir esa
responsabilidad y nos ha revelado como será el juicio que confrontaremos.

Uno de los ejemplos del juicio de Dios se encuentra en la Parábola del Dinero cuando el jefe
le pide cuentas a sus empleados: "Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas,
y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: ‘Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene
otras cinco mil que gané. ‘El jefe le dijo: ‘Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que
fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.’ (San
Mateo 25: 20-21)

En cuanto a lo que se refiere a la necesidad de que nos entreguemos totalmente, Cristo en


Su promesa de no ser superado en su entrega, nos ha dicho: "Den a otros, y Dios les dará a
ustedes.  Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta.  Dios los
medirá a ustedes con la misma medida que ustedes miden a los otros." (San Lucas 6: 38)

Para demostrar que es posible que se nos pida cuenta sobre cualquier momento de nuestra
vida, Jesús relató esta parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran
cosecha.  El rico se puso a pensar: ¿Qué haré? No tengo donde guardar mi cosecha y se
dijo: Ya se lo que voy a hacer.  Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para
guardar en ellos todas mis cosechas y todo lo que tengo.  Luego me diré: Amigo, tienes
muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, alégrate.  Pero Dios le
dijo: Necio, esta misma noche vas a morir, y lo que tienes guardado, ¿para quién será? Así
le pasa al hombre que amontona riquezas para si mismo pero es pobre delante de Dios."
(San Lucas 12: 19-21)

En otra ocasión dijo: "Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá
cuando ustedes menos lo esperen." (San Lucas 12: 40)

Sobre la necesidad de cumplir con nuestras responsabilidades a Dios, sirviéndonos los unos
a los otros, Jesús dijo: "Y dirá el Rey a los que están a su derecha: ‘Vengan ustedes, los que
han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde
que Dios hizo el mundo.  Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me
dieron de beber, anduve como forastero, y me dieron alojamiento.  Me faltó ropa, y ustedes
me la dieron; estuve enfermo y me visitaron; estuve en la cárcel y vinieron a verme." (San
Mateo 25: 34-35)

Sobre como servimos a Dios sirviendo al ser humano, El dijo: "Entonces los justos
preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con sed, y de dimos de beber? ¿O cuándo te vimos
como forastero, y de dimos alojamiento, o falto de ropa y te la dimos? ¿O cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’ El Rey les contestará: ‘Les aseguro que todo lo
que hicieron por uno de estos hermanos mismos más humildes, por mi mismo lo hicieron."
(San Mateo 25: 37-40)

De igual manera, el pecar con intención o el pecar por omisión tiene su consecuencia.  Una
vez más, el resultado está determinado por lo que se hizo. Aunque lo que haya hecho no
siga el plan de Dios, aún así será juzgado de acuerdo a Su plan.

En la misma Parábola del Dinero, se nos dice acerca del juicio del Jefe contra el empleado
que no usó una de las monedas que había recibido: "El jefe les contestó: ‘Tú eres un
empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo
donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido
mi dinero más los intereses.’

En la misma Parábola del Dinero, se nos dice acerca del juicio del Jefe contra el empleado
que no usó una de las monedas que había recibido: "El jefe les contestó: ‘Tú eres un
empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo
donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido
mi dinero más los intereses.’  Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las mil monedas, y
dénselas al que tiene diez mil.  Porque al que tiene, se le dará más y tendrá de sobra; pero
al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará.  Y a este empleado inútil, échenlo
fuera, a la oscuridad, donde llorará y le rechinarán los dientes." (San Mateo 25: 26-30)

Cuando no cumplimos con nuestras responsabilidades mutuas, Cristo nos ha dicho lo que
podemos esperar en el día del Juicio Final: "Luego el Rey dirá a los que estén a su
izquierda: ‘Apártense de mi, ustedes que están bajo maldición; váyanse al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de
comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve como forastero, yo no me dieron
alojamiento.  Me faltó ropa, y ustedes no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no
vinieron a visitarme.’  Entonces ellos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o
con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?’ El
Rey les contestará: ‘Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más
humildes, tampoco por mi los hicieron." (San Mateo 25: 41-45)

Y en respuesta a cómo le faltamos a Dios cuando nos faltamos los unos a los otros:
"Entonces ellos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como
forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos? ‘El Rey les
contestará: ‘Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más
humildes, tampoco por mi lo hicieron.’ Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida
eterna." (San Mateo 25 44-46)

Se nos ha dicho que el Evangelio de San Mateo al que aquí nos referimos es un evangelio
de juicio, un escrito de la cuenta de nuestra responsabilidad.  En este evangelio y en las
Sagradas Escrituras se nos han dado los principios de cómo llevar a cabo la administración
de los bienes de Dios, principios que nos ayudarán a explicar mejor el por qué de nuestra
responsabilidad ante Dios.

El Cardenal Medeiros expresó de una manera breve la razón del Compromiso de la


Administración de los Bienes de Dios en Roma, en su homilía durante el Seminario
Internacional sobre la Administración de los Bienes de Dios, cuando dijo: "La Administración
de los Bienes de Dios no es algo de lo cual podemos decir ‘tómalo o déjalo.’  Lo que está en
juego no es nada menos que la salvación y la vida eterna.  Cuando abandonamos la
administración de los bienes de Dios, vamos cuesta abajo y el final es la oscuridad.  Cuando
la acogemos, entonces hacemos que Cristo nuevamente viva entre nosotros, entonces a
través del Hijo sí glorificamos al Padre."

SUGERENCIAS PARA DISCUSIONES EN GRUPO

1. Discutan en detalle sobre cómo Jesús nos da el ejemplo de una buena administración
de los bienes de Dios.  Describan de qué manera un Cristiano puede seguir Su
ejemplo hoy día.

2. Escojan varios Evangelios que no se refieran directamente a la administración de los


bienes de Dios.  Discutan si la lección contenida en cada uno de los Evangelios
conlleva un significado implícito de la administración de los bienes de Dios.

3. En muchas de sus parábolas, Jesús enseñó cómo el amor a Dios y al prójimo son
inseparable.  Discutan las razones por las cuales "el amor a la humanidad" es a
menudo el más difícil de profesar… el por qué la naturaleza humana puede muchas
veces ser cruel e inhumana aún bajo la apariencia de ser justa.

4. Discutan las maneras en qué alguien, que dice ser Cristiano, a menudo tiende a ser
selectivo en su aceptación de la palabra de Dios… evalúen las razones que pueden
tener para hacerlo… demuestren cómo este tipo de selección puede estar relacionada
con la cuenta final durante el Juicio Final.

5. Discutan en detalle las maneras en las que "el tesoro" es el resultado de emplear "el
tiempo" y "el talento" en un sentido espiritual… en un sentido secular.  Demuestren
cómo el tesoro también tiene un significado espiritual… para el ser humano… en su
relación con la Iglesia… con relación a la cuenta final.

6. Discutan la relación de la liturgia con la administración de los bienes de Dios… los


beneficios individuales para el administrador por su participación en los Sacramentos
de la Sagrada Eucaristía y la Confirmación… el por qué y cómo la participación en la
liturgia enseña el espíritu de convivencia y sus responsabilidades… la necesidad de
orar.

7. Discutan y evalúen qué necesidades específicas existen para trabajos apostólicos en


sus parroquias… en nombre de los niños… de los jóvenes… de los padres de la
gente adulta… de los pobres… de los lisiados.  Desarrollen ideas sobre cómo los
trabajos apostólicos de este tipo pueden ser organizados… evalúen cómo desarrollar
programas.

8. Discutan cómo el concepto de la Administración de los Bienes de Dios puede estar


relacionado con los problemas del mundo moderno… discriminación racial…
derechos civiles… ecología… prejuicios… desigualdad social… los problemas de los
países en vía de desarrollo… el derecho de vivir.

9. Discutan la relación entre administración de los bienes de Dios y la necesidad de una


educación Cristiana… cómo se relaciona en los problemas de las escuelas
parroquiales… escuelas secundarias católicas.  Evalúen el concepto de la
administración con relación a la educación religiosa en general… para adultos… para
niños.  Discutan cómo la Administración de los Bienes de Dios puede ayudar al
programa escolar parroquial… al catecismo. 

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