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P. Behitman A. Céspedes De los R.

behitman.cespedes@ucp.edu.co
Eusebio refiriéndose a Santiago,
finaliza diciendo…
II 23 24 “Todo esto es lo que se cuenta
acerca de Jacobo, de quien se dice ser la
primera de las epístolas llamadas
católicas.

II 23 25 Sin embargo, hay que tener en


cuenta que se la considera como no
auténtica, porque, entre los antiguos, no
hubo muchos que la mencionaran…

[II 23 25]: ni esta carta ni la llamada carta de Judas, la cual se encuentra


también entre las cartas que reciben el nombre de católicas.

Sin embargo sabemos que estas dos cartas se leen públicamente en las Iglesias
lo mismo que las otras”
Parece un sermón práctico que exhorta a vivir
cristianamente.

Es el escrito más comprometido y revolucionario del


cristianismo: por su postura contra la injusticia, contra
los ricos, contra la mentira. Nos recuerda a los
profetas Amós e Isaías.

Insiste en la necesidad de probar la autenticidad de la fe


por medio de las "obras", haciendo fructificar "la
Palabra sembrada" en el corazón de los creyentes
(1,21).

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Llama la atención que el
nombre de Jesús solo
aparece en 1,1 y en 2,1. Si
se pasa por alto esta
referencia, el texto no se
modifica substancialmente.
Es decir que estamos frente a
una exhortación moral no
necesariamente cristiana
Perfectamente se podría
leer aún hoy en cualquier
Sinagoga.
Carta de Santiago
Utiliza a fondo el legado de las tradiciones
proféticas y sapienciales del Antiguo
Testamento.

Conserva dentro de la corriente cristiana


algunos valores tradicionales que él autor
consideraba peligrosamente amenazados.

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La carta de Santiago y el canon
• La carta de Santiago pertenece a los escritos “deuterocanónicos” del NT
(Hb, Sant, 2 P, 2-3 Jn, Judas, Ap).
• Sobre la carta de Santiago surgió (como para
• Judas) la cuestión de la paternidad literaria; y la duda sobre su canonicidad
fue reforzada por la afirmación de que “la fe sin obras está muerta”,
considerada sospechosa a la luz de la teología paulina.
• El Canon de Muratori (s. II) la omite; Eusebio de Cesarea (ca. 310) la
incluye, junto con Judas, entre los libros “discutidos” (antilegómenoi) o
espurios (nótha). Pero en las diversas listas del s. IV (Cirilo de Jerusalén,
Concilio de Laodicea, Atanasio de Alejandría, Concilio de Hipona…)
aparecen ambas.
• Lutero minusvaloró la carta de Santiago, debido a la aparente contradicción
con la enseñanza de Pablo sobre la justificación; Calvino tenía una visión
más favorable. La reforma protestante nunca la ha excluido del canon.

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Autor y fecha de composición
• En Sant 1,1 el autor se identifica como “Santiago, siervo de
Dios y del Señor Jesucristo”. En el NT hay varios personajes
con este nombre: dos en el grupo de los Doce (Mt 10,2-3 par.),
y otro llamado “hermano del Señor” (Ga 1,19)81, al que se
suele identificar con el Santiago de Jerusalén (He 12,17; 15,13;
21,18)82. Este tercer Santiago – que en 1,1 no se define como
apóstol – suele considerarse autor de la carta.
• Hay un consenso bastante amplio en ver en esta carta un
escrito judeocristiano; esto resulta coherente con la autoría
tradicional y también con su tenor global (estilo y pensamiento
semitizante), si bien con fuerte impregnación helenística).

• Sobre la datación no hay consenso. Unos autores la sitúan


entre los años 35-49, otros entre 62 y 65, y otros finalmente7
entre el 80 y el 100.
Destinatarios
Los destinatarios de la carta son “las doce tribus
de la Diáspora”; en estas palabras hay que
entender una alusión a los cristianos extendidos
por diversas partes del Imperio, y que forman el
nuevo “pueblo de Dios”.
Los destinatarios de la carta son “las doce tribus
de la Diáspora”; en estas palabras hay que
entender una alusión a los cristianos extendidos
por diversas partes del Imperio, y que forman el
nuevo “pueblo de Dios”.
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La carta de Santiago, un escrito
sapiencial
El tono reflexivo que domina la carta le confiere un
carácter sapiencial que sale a la luz en dos momentos en
que se habla de la sabiduría:
➢ En 1,5-8, donde se exhorta a vencer la carencia de sabiduría
mediante la petición confiada a Dios: la sabiduría (sofi,a) es una
realidad que procede de lo alto, un don del Altísimo (cf. Sb 8,21;
9,4).
➢ En Sant 3,13-18, donde se manifiestan los frutos concretos que esa
sabiduría – don de Dios – producen en el cristiano.
➢ Pero las reflexiones sapienciales jalonan todo el escrito (vv. 1,22-25;
3,1-12), La carta de Santiago nos presenta una auténtica sabiduría
cristiana, que – como toda sabiduría bíblica – requiere las buenas
obras. 9
División y contenido
1) Relación entre las pruebas de la vida y la
sabiduría (1,2-15)
2) Acogida en la vida de la Palabra de Dios (1,16-26)
3) La fe y las obras (2,1-26)
4) El uso de la palabra humana (3,1-11)
5) La vida cristiana y su concreción en frutos (3,12-
4,12)
6) Apego a las riquezas (4,13-5,6)
7) La vida cristiana presente iluminada por su futuro
(5,7-20)
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División y contenido
❑Capítulo 1: alegría y paciencia en la prueba.

❑Capítulo 2: la fe sin obras es una fe muerta.

❑Capítulo 3: el control de la lengua y la


verdadera sabiduría.

❑Capítulo 4: la humildad frente a la ambición.

❑Capítulo 5: diversas exhortaciones


Ortopraxis

– Santiago entiende el cristianismo ante


todo como un “obrar”, un “obrar” de
acuerdo a las exigencias de la fe.
– El mero “saber” no define la auténtica
verdad de la fe.
– La fe verdadera consiste siempre en un
“hacer” cristiano
La ley de Dios

– Si Dios ha revelado en la ley su voluntad


salvífica, el hombre debe encontrar en ella el
camino de la vida.

– En la obediencia a la ley de Dios el hombre


realiza su libertad: al liberarse de todas las
trampas de un proyecto de vida configurado a
partir de los propios deseos.
– La verdadera libertad tiene carácter
obediencial.
La misericordia
– La misericordia no es un mero sentimiento
sino la actitud que descubre la indigencia del
necesitado y hace algo para remediarla.
– No actuar significa “obrar sin misericordia”.
– Una fe que no lleve a obrar con misericordia
sería vacía (St 2,17) y en absoluto “salvífica”
(St 2,13).

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