Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL BOGOTAZO.
Juan David
Torres Plazas.
Deybith Fabián
Flores Marín.
GRADO
NOVENO.
Mosquera Cundinamarca.
JULIO 2020.
Contenidos:
OBJETIVO GENERAL.
OBJETIVOS ESPECIFICOS.
-Quien fue Gaitán a candidato de la presidencia.
- Breve pensamiento de filosofía partiendo del acontecimiento que cambió la historia del
Bogotazo ¿Cómo murió Gaitán?
-Informar sobre las protestas que acontecieron en dicha época.
-las consecuencias que tuvo el pueblo y la historia de Colombia después del
acontecimiento. “POS-BOGOTAZO”.
EL BOGOTAZO.
Todo empieza cuando se lanza a la presidencia “Jorge Eliecer Gaitán Ayala” el cual era
reconocido por los colombianos debido a su gran enfoque hacia el pueblo y el bienestar de
este, pero era cuestión de tiempo antes del trágico día que cambio la historia de Colombia.
Era el día 9 de abril de 1948 cuando este caminaba por un cera común y corriente
cuando al salir de comer fue recibido con 3 tiros de revolver, 2 en el pecho y 1 en el cráneo,
y siendo llevado a la clínica más cercana a la ubicación en este caso la “clínica central” en
donde los médicos hicieron hasta lo imposible para salvar su vida, pero a las 2:05 P.M se
El hecho era esparcido por todo Bogotá y grandes multitudes se dirigieron hacia el lugar
del incidente donde todavía estaba la sangre fresca de Gaitán, poco después, se dirigieron
por su supuesto asesino el cual se llamaba Juan Roa Sierra, fue linchado por el pueblo,
Poco a poco el hecho era más grande causando que salieran cada vez más y más
manifestantes los cuales iban destruyendo todo a su paso buscando de cierta forma la
supuesta “paz”.
Los disturbios duraron alrededor de 3 días en los cuales tuvieron que intervenir el
ejército nacional.
Pero esto no acabaría aquí ya que de este incidente saldrían nuevos movimientos
MARCO METODOLOGICO.
defensa del teniente Jesús Cortés y pedía para él la absolución, alegando que había obrado
en legítima defensa del honor del Ejército al ultimar de dos disparos al periodista Eudoro
Galarza Ossa.
El teniente Cortés, cuenta Arturo Alape en su libro Memorias del Olvido, había visitado a
Galarza en su despacho del diario La Voz de Caldas (Manizales) para exigirle una
rectificación por haberlo acusado de abuso de autoridad. Ante la negativa del periodista, le
Gaitán pensó en el profundo silencio de una masa herida, como protesta y antídoto para
La defensa de Gaitán fue tan efectiva que logró la absolución del militar. A las 2 de la
soledad de la ciudad.
1:05 pm
Aquel mediodía de 1948, Plinio Mendoza, mano derecha del caudillo, tomó el brazo de
Gaitán. “Jorge Eliécer, lo que tengo que decirte es muy breve”, le dijo antes de que notaran
que Juan Roa Sierra, un joven del barrio Ricaurte, les apuntaba con un revólver. Apurado,
el abogado liberal alcanzó a reaccionar tratando de correr de vuelta al edificio del Hotel
Continental. Fue demasiado tarde: tres balas lo impactaron; dos en la espalda y una en la
de su muerte se mantuvo en secreto mientras los liberales discutían el camino a seguir hasta
incontroladas.
El asesino intenta escapar. Los lustrabotas enfurecidos gritaron: “Mataron al doctor Gaitán,
junto a otros dos hombres de la Fuerza Pública metieron a Roa Sierra a la Droguería
- ¡Ay, señor, cosas poderosas que no le puedo decir!, contestó el hombre en tono lastimero.
físico dolor.
Su madre, Encarnación viuda de Roa, recordó en los interrogatorios posteriores que su hijo
había trabajado más o menos un año en calidad de portero y también que a su hijo le venía
notando “cosas raras, como por ejemplo “creerse Santander o un personaje así como
Santander”.
Lo que pasó después fue una avalancha de caos, dolor y miseria. La radio, gran
protagonista ese día, no demoró en difundir la noticia. La zona del incidente tenía varias
estaciones cerca lo que permitió que la noticia les llegara con prontitud, así, Radio Nueva
caos, cosa que efectivamente sucedió: saqueos, matanzas, incendios, gran destrucción del
espacio público. Muchos policías, por el temor de ser linchados, habían entregado sus
detener con sus disparos la avalancha popular que trataba de llegar al Palacio Presidencial.
La Carrera Séptima con Avenida Jiménez cumple cada año una cita con la memoria del
país. Sobre lo que ahí sucedió se han escrito libros, se han filmado películas, se dictan
cátedras y aún hoy, es un tema de tertulias y especulaciones. ¿Qué pasó? ¿Qué habría
pasado si no hubiera sucedido? El Bogotazo no solo fue un incidente violento; también
El hecho
Aunque el cuento se ha narrado millones de veces y el final siempre será el mismo, no deja
oficina en el edificio Agustín Nieto rumbo al Hotel Continental. Minutos antes un grupo de
amigos, cuyos nombres quedaron para el registro de aquel día, Jorge Padilla, Alejandro
Vallejo, Pedro Eliseo Cruz y Plinio Mendoza Neira, llegaron con la intención de agasajar a
aquel hombre que venía erigiéndose como una prominente figura pública.
disputando la Presidencia de la República, Jorge Eliécer Gaitán, tenía motivos para celebrar
ese día: hace poco había ganado un caso a favor del teniente del ejército, Jesús Cortés
Poveda, quien tiempo atrás había asesinado a tiros a Eudoro Galarza Ossa, un periodista
que el militar era acusado de maltratar a sus tropas. Vale mencionar que Galarza fue el
de Gaitán fue tan efectiva que logró la absolución del militar en la madrugada del día de su
muerte. Aquel mediodía de 1948, Plinio Mendoza tomó el brazo de Gaitán. “Jorge Eliécer,
lo que tengo que decirte es muy breve”, le dijo antes de que notaran que Juan Roa Sierra,
un joven del barrio Ricaurte, les apuntaba con un revólver. Apurado, el abogado liberal
alcanzó a reaccionar tratando de correr de vuelta al edificio. Fue demasiado tarde: tres balas
sacudirse del shock, sus amigos lo subieron a un vehículo y tomaron camino a la Clínica
Lo que pasó después fue una avalancha de caos, dolor y miseria. La radio, gran
protagonista ese día, no demoró en difundir la noticia. La zona del incidente tenía varias
estaciones cerca lo que permitió que la noticia les llegara con prontitud, así, Radio Nueva
caos, cosa que efectivamente sucedió: saqueos, matanzas, incendios, gran destrucción del
espacio público dejaron casi 150 casas destruidas y, mal calculados, alrededor de 2.500
Luego de disparar, Roa salió corriendo mientras se oía a la gente gritar ¡Mataron al doctor
sin mayor resistencia, entregó el arma. Luego de ser capturado, el uniformado se encerró
junto a él tras las rejas de la droguería Granada; una vez ahí, cuando fue interrogado por las
razones de su acción aquel bogotano, que moriría minutos después linchado por la turba
furiosa, respondería una frase que encriptaría para siempre la identidad de los autores
intelectuales del hecho “No puedo, son cosas poderosas que no puedo decir".
La evolución de una urbe
Lo cierto es que después de aquel día Colombia, y en especial Bogotá, no volvieron a ser
las mismas. Sin embargo, no hay que malinterpretar al ‘Bogotazo’, como un borrón
instantáneo que convirtió una aldea en la metrópoli que conocemos actualmente. Antes de
que sucedieran los acontecimientos del 9 de abril, la capital de Colombia venía sufriendo
demolición de inmuebles que existían desde la época de la colonia para dar paso al auge de
la población hizo que el centro de la ciudad, donde antes convivían a la par las clases altas
y bajas de aquellos años, dejara de ser atractivo para estas últimas empujándolas a
Entonces, los barrios dispersos se conectaban por el tranvía, luego reemplazado por buses
destruidas en los disturbios. En los días que siguieron a la masacre, las medidas para
reconstruir a la capital incluyeron ampliar las calles del centro, abrir nuevas avenidas y
la Carrera séptima desde la Plaza de Bolívar hasta San Diego, la carrera 6 y las calles 11, 17
y 19 entre otras. La transformación de Bogotá se gestó a lo largo de, por lo menos, 30 años
luego de los sucesos del 9 de abril. El crecimiento de la población obligó a muchas familias
entonces la división de clases se acentuó entre norte y sur, donde las familias de mayores
Toda esta ola de transformación, que se incrementó en los años 50, fue en gran medida
ciudad proyectada con forma de avión donde se dejaría toda la zona residencial en las alas y
la modernización de Bogotá. Para entonces el área de la ciudad había crecido más de 3.500
hectáreas.
pesada como Puente Aranda, industria ligera, comercio, negocios y administración. Bogotá
empezaba a tomar una nueva cara una serie de cambios y evoluciones que aún hoy no se
detienen.
Han pasado más de 70 años desde que un hombre fue asesinado en un lugar que hoy está
lleno de placas conmemorativas. Este hecho no solo marcó un cambió de rumbo para la
política del país, también abrió las puertas para que la ciudad se convirtiera en la
¿Roa Sierra?
Como lo expresa uno de los testigos del asesinato, Jorge Padilla (ver artículo), ni
siquiera hay la certeza de que Juan Roa Sierra hubiese sido el autor de los disparos que
acabaron con la vida de Jorge Eliécer Gaitán en el medio día del 9 de abril de 1948. Padilla,
que se encontraba en el zaguán del edificio Agustín Nieto, observó, a pocos metros de
distancia, al asesino que disparaba desde el marco de la puerta de dicho edificio, que hacia
menos de dos minutos acababa de abandonar Jorge Eliécer Gaitán en compañía de Plinio
Mendoza Neira. Padilla asegura que el sujeto al que vio disparar no era el mismo Roa
Sierra de las fotos que publicaron los periódicos. Gaitán y Mendoza salieron del Agustín
Nieto y caminaron hacia el Norte con el propósito de cruzar la carrera séptima, y subir por
la Avenida Jiménez hasta el Hotel Continental, donde pensaban almorzar junto con Jorge
Padilla, Alejandro Vallejo y Pedro Eliseo Cruz, que apenas iban a dejar el edificio cuando
se produjo el ataque contra Gaitán. Plinio Mendoza asegura que el agresor venía en
dirección norte sur, es decir, de frente a Gaitán, quien alcanzó a percatarse de que el
hombre le apuntaba con un revolver, y trató de apartarlo con las manos mientras volteaba la
cabeza como para eludir los tiros, razón por la cual dos de ellos le impactaron en la nuca,
como si le hubiesen disparado de atrás. Si Plinio Mendoza vio a un asesino que atacaba de
frente a Gaitán, y Padilla a otro que le disparaba por la espalda (Gaitán recibió, en efecto,
dos impactos en la columna, aparte de los de la nuca), hubo, por lo menos, dos atacantes, y
Desde el 10 de abril de 1948 hasta hoy se han elaborado innumerables, teorías sobre el
asesinato de Gaitán, comenzando por la oficial –en que nadie cree, ni los mismos que se la
inventaron—que da como culpable exclusivo, cerebro y ejecutor, al volátil Juan Roa Sierra,
que la CIA preparó y ejecutó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en plena Conferencia
comunista. Lo cierto es que todos los documentos sobre el 9 de abril que cayeron en manos
de la CIA se archivaron como clasificados, por esta agencia y por el FBI. Clasificados
Wolfe ha solicitado la desclasificación de esos documentos, sin éxito. Wolfe cree que, en
efecto, la CIA tuvo una participación importante en los sucesos del 9 de abril.
Bogotá en llamas
Jorge Eliécer Gaitán cayó hacia la una de la tarde. Diez minutos después de haber sido
herido, el jefe del liberalismo fue trasladado en un taxi a la Clínica Central donde, a las dos
alguien señaló a un individuo como autor del atentado y el señalado, que trató de correr
hacia el palacio de San Francisco, fue estorbado por varios de los transeúntes que se
acercaban al sitio donde yacía el cuerpo de Gaitán. El presunto agresor alcanzó a refugiarse
en la Droguería Granada contigua al Hotel del mismo nombre. Tan pronto como el taxi
partió con el cuerpo agonizante del caudillo del pueblo, las gentes comenzaron a gritar
droguería, sitiado por una multitud creciente, que a los gritos de ¡mataron a Gaitán! se
abalanzó contra las rejas, que los dependientes habían bajado por sugerencia de la policía,
las hizo pedazos, arrebató de las manos de los policías al sindicado del crimen (que en el
lapso en que permaneció en la droguería se identificó como Juan Roa Sierra, negó que
hubiese tenido participación alguna en la muerte del doctor Gaitán y les dijo a los policías
que alguien lo había señalado de repente y gritado ¡ese fue!, por lo que Roa se asustó y
sanguinolento”, enseguida arrastrado por la multitud vociferante que lo llevó por la carrera
A las cuatro de la tarde Bogotá, o lo que hoy se conoce como Centro Histórico, era un
infierno. Los tranvías ardían en distintos puntos, numerosos edificios, la mayoría de ellos
Arzobispal, las instalaciones del diario El Siglo, las dependencias del Instituto de La Salle,
entre otros muchos edificios, fueron arrasados por la turba. Y de todas partes
radio de haber incitado a la revuelta, pero cuando las emisoras comenzar a tronar contra el
No se sabe quién dio la orden de soltar a los presos, ni quién mandó distribuir mares de
licor entre los amotinados, ni de dónde salieron las armas de fuego que utilizaron los
ejército calle por calle, hasta la madrugada del diez de abril en que, con las calles cubiertas
11. El Tiempo dice en su titular de primera página a ocho columnas y 72 puntos “Bogotá
está semidestruida”. Era una semi verdad. Bogotá estaba destruida, como estaba destruida
la vida democrática de Colombia. Las llamas del nueve de abril no sólo consumieron los
tranvías y las joyas arquitectónicas de la ciudad, sino que redujeron la esencia democrática
del país a cenizas de violencia que se han esparcido por más de medio siglo, como lo había
advertido el propio Gaitán al pronosticar, días antes de su muerte, que si era asesinado