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SITUACION SOCIAL, POLITICA Y ECONOMICA EN BOLIVIA ANTES DE LA GUERRA DEL CHACO.

Situacion económica

INTRODUCCIÓN

Dos países pobres, sufridos y mediterráneos de Sudamérica se vieron enfrentados de 1932 a


1935 en lo que el Dr. Eusebio Ayala calificara en un momento de ofuscación y fastidio de `guerra
estúpida': Paraguay y Bolivia, con una inmensa frontera desértica, sangraron por las venas de sus
pueblos que luchaban por tierra sin tener tierra. El humilde agricultor paraguayo, parasitado y sin
buena alimentación, se convirtió en soldado trocando sus rudimentos de labranza por el fusil. En
Bolivia, el indio quechua y aymará y el minero expoliado secularmente, bajaron a un territorio del
cual ninguna noción tenían. Ambos se enfrentaron sin odios, sin conocerse.

El soldado boliviano que no había poseído nunca tierra, era compelido a luchar por algo que le
era tan extraño como el concepto de frontera. "¿Quién podía exigirles patriotismo a esos hombres
salidos de las fincas donde vivían sometidos a instituciones que provenían de la colonia -se interroga
el boliviano Mariano Baptista Gumucio-, sin retoque alguno, semi-esclavizados, ajenos no solamente
a la cultura impresa, sino incluso al idioma oficial del país? Cuando algún oficial de buena voluntad
trataba de inculcar en los flamantes soldados, la obligación que tenían de defender su tierra, no
faltaba alguno que con lógica aplastante le contestaba en tartajeante español que ellos no tenían
tierra, que la tierra era de los patrones y que por tanto aquéllos debían ocuparse de defenderla, si
tanto la querían”. 1

En el Paraguay, a su tumo, el Chaco era un territorio inhóspito y desconocido. Grandes


empresas latifundistas de capital extranjero ostentaban la propiedad de miles de leguas cuadradas,
generalmente en forma rectangular, con muchos kilómetros de costa sobre el río Paraguay. Para
algunos, la lucha con Bolivia se desarrollaría inevitablemente "en el patio de los Casado"; en alusión
a la principal propietaria de aquellos dominios, tan sólo históricamente conocidos.

Las apetencias de las incipientes empresas petroleras norteamericanas que detectaron el aceite
de las piedras en el Chaco, forzaron también indirectamente a una definición sobre el territorio en
litigio. Para Bolivia y su diplomacia, que había obtenido éxitos truncos en las negociaciones sobre la
cuestión, el problema era esencialmente territorial. Para el Paraguay, se trataba de una cuestión de
límites; definir hasta dónde iban sus linderos Norte de aquel inmenso triángulo comprendido entre
los ríos Paraguay, Pilcomayo y Parapití.

La oligarquía taninero-ganadera del Paraguay y los barones del estaño en Bolivia, empujados
ahora por los hallazgos petrolíferos, se vieron enfrentados en una lucha de intereses, sin por ello
dejar de desconocer, por lo menos en punto al Paraguay, un verdadero sentido de identificación
patriótica con relación al territorio del Chaco, sobre cuya posesión secular venía enseñándose en las
escuelas de toda la república.

La guerra, estallada en 1932, que pareció concluiría en negociaciones de paz allende las
fronteras, se prolongó por tres largos años. A su término, profundas transformaciones políticas se
dieron en ambos países, que resultaron aún más empobrecidos tras el conflicto. Pero con una
diferencia sustancial: el Paraguay quedaba ocupando la mayor parte de su territorio en disputa,
reteniendo una gran extensión del mismo cuando concluyeron las negociaciones de paz en 1938 en
Buenos Aires. Para el Paraguay, así, por encima de los sufrimientos de la guerra, ella fue favorable en
sus resultados; El Chaco, incorporado definitivamente a su suelo era, en amplitud, mucho mayor que
toda la mesopotamia que poseía, y es hoy su más valiosa reserva.

Pero la guerra no se hizo solamente en el frente. El funcionamiento de ambas economías, fue


trascendente en sus diversos aspectos y derivaciones para el éxito o el fracaso final de las
operaciones bélicas. Este tema, sorpresivamente soslayado por historiadores, economistas y
protagonistas de la guerra, especialmente paraguayos, movió en su trasfondo todos los engranajes
de la maquinaria militar montada en el Chaco Boreal.

Detrás de cada combatiente existía una madre, una hermana, una hija, una novia, muchas de
ellas convertidas en viudas y huérfanas. Detrás de cada soldado vestido de caqui o de verde-olivo
existía un complemento económico que permitía su movilización y su supervivencia en condiciones
penosas las más de las veces, en aquel agresivo territorio. Ambos soldados fueron a la guerra salidos
de minas y capueras, de valles llanos y de regiones montañosas, del calor y del frío. Ambos eran
hermanos de raza americana, pero extraños separados por miles de kilómetros y miles de penurias.
"Sereno, impenetrable, de sensibilidad embotada, falto de conocimientos geográficos hasta la total
ignorancia -pinta al soldado boliviano su compatriota el TCnel. Carlos Soria Galvarro-, esclavizado,
subyugado por el patrón, por el soez mando del corregidor... ¿qué podrá saber de lo que era la
guerra con el Paraguay? Fue arrancado de su pasividad primitiva y conducido a los cuarteles para
cambiar su rudimentaria vestimenta por el uniforme de soldado... Más por sumisión que por
convencimiento se improvisó miliciano y venció enfermedades, luchó contra alimañas y pudo llegar
frente a un enemigo a quien no conocía ni le guardaba odio ni rencor... ".2

“En los rostros escuálidos y sucios de mis camaradas -escribe por su parte el entonces
universitario paraguayo Arnaldo Valdovinos- adivino la angustia de esta interrogante: ¿Por qué
sufrimos el castigo de esta guerra que no queremos, que no la quisimos, que no pudimos quererla
nunca?”. Y refiriéndose a los miles de compatriotas que buscaron sustento allende las fronteras
antes del conflicto, "para ir a buscar en la generosidad de otros horizontes un refugio a sus
inquietudes y a su pobreza", Valdovinos concluye afirmando: "Y son estos mismos hombres que no
encontraron hospitalidad en su propia tierra los que ahora volvieron del exilio forzoso para ofrecer
el sacrificio supremo de sus vidas a la Patria que les fue hostil e ingrata. Ellos no tienen hogares que
defender. Estas tierras en las que han venido a cavar trincheras para salvar al Paraguay, con la
masculinidad de sus esfuerzos, de la audacia imperialista, son explotadas hasta hoy por la más
insensible casta de terratenientes que pueda imaginarse. El Chaco es paraguayo. Pero de la
explotación de la mayor parte de sus riquezas no se beneficia el paraguayo".3

El soldado paraguayo también concurrió al Chaco sin conocer al que sería su adversario, De
todos los países vecinos, de quien menos se sabía era del boliviano. De los yerbales del Norte a los
campos de cultivo y pastoreo del Sur, del Este al Oeste de su tierra ubérrima, el paraguayo abandonó
su labrantío, para vestir el uniforme. "Vestuario y equipo; eran bastante más que pasables, escribe el
TCnel. Antonio E. González. Pantalones y blusas brin verde olivo o azul o negro con listas o teñidos
de verde con anilina. Bolsas de munición y de víveres de loneta, de tamaño diverso. Gorra o
sombrero. Cinturón de cuero curtido o crudo, de tropa o civil. Zapato de cuartel o particular.
Caramañola de lata, de latón, de guampa de vacuno, de aluminio, o una simple lata de aceite vacía.
Manta negra o color "beige "' o tejida a mano o poncho. En fin, cada soldado tentó mucho más de lo
que nadie jamás soñó que podía dársele. Con este arsenal, 200 cartuchos, su ración de yerba; su
bombilla, su guitarra, su machete y su buen humor inagotable, el campesino guaraní se sentía el
primer soldado del mundo". 4

Pero por encima de la realidad palpable, que ambos pueblos entendían suya, hacía su aparición
un nuevo elemento, llamado a convertirse en el más importante factor de poder económico del siglo
XX: el petróleo. Descubierto el líquido vital en Bolivia, este país concedía en exploración y
explotación a la Standard Oíl una extensión de tres millones de hectáreas en los departamentos de
Santa Cruz, Chuquisaca, El Beni, La Paz y Tarija. Corría el año 1920 y el problema entorno del Chaco
seguía latente. La presencia de petróleo en Tarija, territorio vecino al Chaco en disputa, hizo
incrementar los afanes de disputa por una geografía que ya no era el viejo desierto que nadie osaba
hollar.

Acaso no haya sido el petróleo el factor más gravitante o el único desencadenante del conflicto
en 1932, pero sus raíces subterráneas añadieron su cuota a la chispa que encendió la hoguera en
junio de 1932. En pleno conflicto, muchas mentes lúcidas vieron la inocultable trascendencia del
petróleo. El entonces Arzobispo del Paraguay Monseñor Juan Sinforiano Bogarín, que llevaba poco
más de 40 años como cabeza eclesiástica nacional, escribía el 3 de enero de 1935 al Dr. José P.
Guggiari, ex-presidente de la República, sobre la necesidad de que se conozca a fondo el tema del
petróleo. "Creemos, le advertía Bogarín, que alguna vez terminará esta inicua guerra y que se
empezará el trabajo de la reconstrucción del país para recubrir las grandes grietas abiertas en la
economía nacional. Ahora bien, como se afirma que en el Chaco -regado hoy con tanta sangre
paraguaya- existen yacimientos petrolíferos, posiblemente se pensará en su explotación ya que ese
líquido constituirá una importante arteria de nuestra riqueza. Por eso, es necesario meditar a
tiempo, en la forma en que será más conveniente encarar el magno problema de la explotación del
petróleo a fin de no incurrir en los engaños y errores en qué han caído otros países, y evitar para el
nuestro los graves como irremediables males que pueden ocasionamos la imprevisión y la ligereza
con que se proceda en esta cuestión". (*)

No siempre, desgraciadamente, la historia ha sido comprendida como lo que debiera ser: la


exposición objetiva de los hechos, tal como ellos ocurrieron en un momento determinado, sin
intención de enmendar el pasado o de ceñirlo a requerimientos presentes, sean éstos dogmáticos,
políticos, económicos, etc. En dicho contexto, es de admitir que importantes etapas de la historia de
nuestras naciones del continente han sufrido mutaciones por efecto de las palabras con que fueron
narradas. Todo esto ha conspirado hacia un reencuentro fraterno de nuestros pueblos, cada uno de
los cuales estudia su historia y no la historia. El campo de la guerra del Chaco y sus muchos aspectos
aún poco dilucidados se han prestado -y se siguen prestando- a interpretaciones tanto antojadizas
como subjetivas, en disonancia con lo que se pretende al exponer los hechos históricos que, sabido
es, se dan solamente una vez y en un momento determinado, no repitiéndose nunca más como
tales.

Ellos son, por tanto y en abstracto, universales cuando se “re-crean” por la mano del
historiador que pesquisa. La historia es así, una disciplina que tiene, como toda ciencia, sus métodos,
es decir, sus caminos apropiados para que el investigador ponga en presente un hecho pasado.
Subalternizar hechos pretéritos que se dieron como tales, con algún fin predeterminado,
desechando las fuentes naturales de estudio, no es hacer historia, sino hacer novela. Traer a
colación situaciones de un pasado mediato o inmediato, discriminando las fuentes, sin importar si
aquéllas fueron o no refutadas, si otras fueron o no consideradas, si encierran una verdad o no la
encierran, esclavizándolas a fin de llegar a la conclusión deseada, no es hacer historia sino hacer
ficción, y no significa arrojar luz sobre un hecho pasado, sino ensombrecerlo.

Nunca estará de más referir que la disciplina histórica no permite ignorar sus pasos obligados si
se pretende comulgar con la verdad, objetivo final y único de toda investigación. Sus etapas de
“heurística” o de fuentes, de "crítica" o análisis y selección del material, de "síntesis" u
ordenamiento y de “exposición”; no pueden ser soslayadas si se persigue un resultado acorde con el
rigor requerido. Quien intente hacer una historia subalternizada o interesada, no tiene sino que
pasar de la "heurística" a la "exposición", pero no estará haciendo historia. Tiempo es que
desterremos pues también nosotros el prejuicio de que historia puede hacerla y enseñarla
cualquiera -abogado, economista, médico, bachiller o ingeniero- por el sólo hecho de haber leído
algo de ella.

Por lo demás, en nuestro país la narración histórica ha quedado a menudo a cargo de políticos u
hombres que no han visto siempre tales acaeceres desde ángulos objetivos, sin permitir por ello
muchas veces -sobre todo cuando se era historiador y protagonista a la vez- que lo pasado se
explique en función de los colores que realmente tuvieron, y no de los colores hacia los cuales
aquéllos eran más sensibles. La guerra del Chaco ha sido una jornada de sangre y sufrimiento sobre
la cual se ha escrito mucho y poco: mucho en lo militar y poco en la interpretación analítica y
desapasionada de sus causas. Algunos sugieren que debe esperarse la desaparición física de todos
sus protagonistas para hacerla más verídica. No lo entendemos así. Muchos de sus actores pueden
contribuir a hacerla más o menos verosímil con su testimonio o con su silencio.

La realidad histórica, en su contenido último, es, en esencia, intergiversable; sale a luz aunque
se le cierren todos los caminos, aunque quede en abstracto, aunque nunca haya sido recreada.
Errores y aciertos se cometieron en la conducción político-militar de la guerra del Chaco, tanto por
parte paraguaya como boliviana. Sin embargo, la incontrastable realidad de la situación al cese de
las hostilidades el 14 de junio de 1935 arrojaba un balance favorable para el Paraguay. Sus aciertos
debieron haber sido mayores que sus errores, y viceversa para el país adversario. Los errores
paraguayos, que los hubo, deben así ser juzgados como tales, pero sin buscarles otras razones que
las puramente humanas, sin ver al equivocado a través de un color o de una ideología. Lo mismo
vale para los aciertos, frutos de un esfuerzo mancomunado de todo el pueblo. La historia, como casi
todas sus verdades, es mucho más simple de lo que equivocada, aunque honestamente, se supone.

Acaso resulte inoportuno adelantar aquí algunos aspectos de la economía nacional durante el
conflicto, nervio motor que, en última instancia, hizo posible la victoria. Pero existen razones que
por sí solas se imponen. Una de ellas es que en el Paraguay, en los años de guerra, la producción
agrícola, a la cual se abocaron decenas de miles de mujeres campesinas, superó las cifras logradas en
tiempos de preguerra. Productos y subproductos existían si no en abundancia, en cantidad suficiente
para cubrir las necesidades del frente. Que ello no se haya materializado en muchas ocasiones, es un
problema que merece una consideración especial. Hubo incluso alguna escuela de la república en la
cual, en tiempos de guerra, sus niños jugaban "guerrilla" con galletas. Esta afirmación, que puede
entenderse episódica, no significaba que tales alimentos se desperdiciaban, sino que ellos existían
sin ser el Paraguay productor de trigo. El Dr. Manuel Bedoya, hombre probo que ejerció la
presidencia de la Junta Nacional de Aprovisionamiento durante gran parte de la guerra, señala que
las necesidades del Ejército nunca fueron pospuestas por la Junta a intereses particulares o a
influencias o razones que no fueran las que la patria requería en esos momentos de peligro
colectivo. Y es por eso que nunca le faltó al soldado su locro, su galleta, su azúcar y mucho menos
podría faltarle su yerba...” 5 Esta opinión si bien no corresponde en un toda a la realidad teniendo en
cuenta las muchas necesidades del soldado en el frente, explica por su parte el espíritu que animaba
a la retaguardia para proveerlo en sus requerimientos físicos, el cual no decayó en momento alguno.

Las guerras registran siempre una causa económica entre las muchas que les dan origen. La
voluntad boliviana por acceder a un puerto sobre el río Paraguay es hoy admitida como válida para
explicar en gran medida el fenómeno de la guerra del Chaco. A ésta se sumaron varias otras, cuya
gravitación iba de la mano con los vaivenes de la política interna del Altiplano. Al poco tiempo de
estallar la del Chaco, al frente del gobierno paraguayo se hallaba un financista; al frente del de
Bolivia un político de parecidas inclinaciones, autor del libro “La teoría del valor”, pero falto del
necesario equilibrio emocional. Y mientras Eusebio Ayala concibió la guerra aplicando muchas de
cualidades de un gerente comercial -había sido abogado y gerente de una empresa extranjera en él
Paraguay y su único libro "Temas monetarios y afines" delataba una de sus principales inclinaciones-
Daniel Salamanca debió vérselas con conflictos de política interna en un país que nunca se unió para
concentrar los esfuerzos hacia la guerra. De tal suerte, en 1932 se enfrentaban dos hombres
públicos de moral, ambos con estudios de especialización en temas económicos. Pero mientras
Salamanca vivía las constantes discordias, y era esclavo de sus propios ímpetus, la economía y sus
manejos no salieron de las manos de don Eusebio durante la guerra. Este hombre hizo en alguna
medida las veces de Ministro de Relaciones Exteriores, de Hacienda y de Economía, sin por ello dejar
de reconocer el capital humano de los hombres que cubrían las respectivas secretarías de Estado.
Y así, mientras en el Paraguay la conciencia era plena y efectiva sobre la pertenencia del Chaco
Boreal -de ahí la movilización total- en Bolivia muchos entendieron aquélla como una guerra
colonialista, en el sentido del descubrimiento de un territorio tan contrastante con la majestuosa
geografía del Altiplano. Con el correr de los meses, esta diferencia se haría notoria. La honradez con
que se manejó en retaguardia paraguaya todo lo atinente a la guerra, así como el celo que orillaba
los límites de la avaricia con que fue empleado cada centavo del erario nacional paraguayo, poco
tentó en común con los gastos descontrolados operados en Bolivia ya de antes de la guerra, donde
una notoria malversación de fondos a destinarse originariamente para adquisición de armamentos y
municiones de guerra, fue advertida al término del conflicto. Todo esto sin dejar de recordar,
igualmente, los gastos operados en plena guerra en transporte de artículos suntuarios para algunos
altos mandos bolivianos, en tanto el soldado carecía de lo elemental para su sustento diario.

El trabajo que aquí presentamos no rebasa en sus pretensiones los límites estrictamente
historiográficos; aunque de su título pueda inferirse lo contrario. El autor ha intentado presentar los
aspectos salientes de la economía durante la campaña chaqueña, con prescindencia de mucho
material, para que ello sirva de basamento a un estudio exclusivamente económico sobre la materia,
especialidad que no es afín a quien suscribe estas líneas.

Entiéndase entonces como intención nuestra la de proponer, a lo sumo, determinadas


conclusiones, mas no imponerlas. La tarea de rescatar y compendiar estos indicadores -que de por sí
justificaría una labor como ésta- merece a nuestro criterio, ir acompañada en el futuro por otra que
desmenuce los elementos, juzgue y analice los mismos a la luz de conocimientos más rigurosos en la
materia.

Acaso por ello este trabajo presente aspectos de aridez, recargado como está de cifras y
resultados estadísticos, sin un preciso orden cronológico, todo lo cual debió supeditarse al deseo de
reunir una información coherente sobre los más variados aspectos del quehacer económico durante
la guerra, donde por razones de mejor comprensión no pudieron ignorarse, por poner ejemplos, la
alimentación del soldado, la producción agro-ganadera, la búsqueda del líquido vital, y otros
ingredientes que como la Sanidad de Campaña delatan cuestiones directamente vinculadas a la
economía nacional.

Por lo demás, y en atención a las características de este trabajo, el mismo exhibe su mayor
contenido con referencia a la economía del Paraguay antes y durante el conflicto chaqueño. Si bien
no se ignora lo que acontecía en el bando opuesto, entendimos innecesario profundizar en él por
desconocer la existencia de alguna obra de parecido tenor, edita en Bolivia; la cual puede
complementar e inclusive corregir los aspectos omitidos o errados sobre el proceso económico
boliviano n este periodo troncal de su historia.

La guerra fue afrontada por todo el Paraguay sin distingos de credenciales políticas ni situación
económica, aunque no por ello deba omitirse la existencia de excepciones a tan amplia regla. En el
Chaco se encontraron e identificaron todos, acérrimos enemigos, políticos de otrora, profesores y
estudiantes, seminaristas y sacerdotes. Allí estuvieron hijos de ministros con hijos de campesinos,
hijos de indígenas con hijos de extranjeros, hijos de patrones con hijos de sirvientas, viriles soldados
y oficiales llegados de Rusia y paraguayos retomados del exterior para la defensa de la patria.

Fue la abnegación de paraguayos y bolivianos aquella lucha. De universitarios que cambiaron


libros por granadas, de sacerdotes que de improviso también tenían en sus manos el fusil sin
descuidar el crucifijo, de médicos que olvidados del bisturí empuñaban bayonetas, de músicos que
desmemoriados de sus guitarras servían el mortero, de pilotos que acostumbrados a volar en paz
sobre las campiñas hoy vomitaban acero y fuego sobre esa misma tierra, de campesinos que ya no
empleaban el machete para carpir sino para abrir senderos de patrullaje.

Entre 1900 y 1918, aunque sin mayor rigidez de época, nació la gran mayoría de paraguayos y
bolivianos que, sin saberlo, combatirían y se conocerían como soldados en el Chaco. Eran aquellos
años de turbulencia política en los dos países mediterráneos de Sudamérica. Cada uno venía de una
guerra perdidosa, mutilado y humillado, mas no vencido. El triángulo del Chaco sería la prueba del
holocausto de dos pueblos y su término el reencuentro con la fraternidad. La lección ha sido severa,
pero debe ser aprendida.

Que ojalá nunca más paraguayos y bolivianos estén enfrentados al drama de una guerra que
desangra y destroza. Que estos años transcurridos hayan cerrado las cicatrices de quienes viven en
el recuerdo de aquel fragor. Recordemos por ello al ex-combatiente, desaparecido o sobreviviente,
de arriba abajo, con el orgullo de quien contempla una figura forjada en el yunque. Evoquemos la
figura del soldado desconocido, que conoció una guerra que no quería. Y si de aquellos años de
incomprensión rescatamos un sentido de comprensión presente, la guerra habrá tenido una
explicación. Y ella podría ser enseñada a las generaciones futuras para que nunca más Marte
enseñoree en estas tierras.

CONCESIONES BOLIVIANAS A LA STANDARD OÍL

La existencia de los "jugos o bitúmenes de la tierra" era conocida en Bolivia desde los tiempos
de la colonia en que el suelo y el subsuelo eran de propiedad de la corona española. En 1867 el
General Mariano Melgarejo concedía por vez primera un permiso de explotación petrolífera; a dos
ciudadanos alemanes: Habían pasado por entonces apenas ocho años del inicio del "boom"
comercial del petróleo en los Estados Unidos de América. De ahí en más fueron dictadas diversas
leyes para la materia, las cuales hacían hincapié en la propiedad estatal del petróleo. Refiere el
ingeniero Enrique Mariaca Bilbao que bajo el gobierno liberal del general Ismael Montes fue
promulgada la ley del 12 de diciembre de 1916 que reafirmaba la propiedad del Estado sobre las
reservas de petróleo, aunque otorgaba un diez por ciento de beneficios en concepto de regalías para
los explotadores. Por esa época se habían adjudicado ya a casi cien compañías o sociedades un total
de 3.740.000 hectáreas de territorio boliviano. 6
"Los primeros intentos y los más serios para explotar el petróleo, afirma Sergio Almaraz, se
realizaron entre 1916 y 1920. La 'Farquard', inglesa, y la 'Calacoto' chilena, perforaron cuatro pozos,
dos en Cuevo y Charagua y dos en Calacoto de Pacajes. Ninguna de las perforaciones dio resultado,
debido a la deficiencia técnica del trabajo... Muchos años más tarde la compañía `Águila Doble'
formada por capitales bolivianos, trató de efectuar perforaciones en Cochabamba, sin resultado
alguno. Estos fracasos no desanimaron a los especuladores: Hasta 1916 se habían adjudicado más de
3 millones de hectáreas de tierras petrolíferas".7

El técnico boliviano Mariaca Bilbao señala por su parte que en 1920, el gobierno del Dr. José
Gutiérrez Guerra abre la época de las "concesiones africanas" en Bolivia, levantando la reserva fiscal
que había sido dictada por el gobierno del General Montes e implementando una nueva ley de fecha
24 de febrero del mismo año, que abría ancho cauce a la especulación. "Sin cuidarse de guardar las
apariencias, señala Mariaca Bilbao, pues fue público y notorio que personeros de gobierno
negociaron y prepararon los contratos de concesión con los norteamericanos Richmond Levering y
Jacobo Backus, días antes de obtener las facultades especiales y en el hecho, el Ministro de Hacienda
concedió extensiones considerables en la región petrolera a estos dos especuladores... No había
duda alguna que importantes sumas de dinero fueron puestas en juego como gratificaciones y
coimas y la corrupta administración liberal no vaciló en medrar a expensas de los altos intereses
nacionales. R. Levering obtuvo en esa forma una concesión de 2.355.000 hectáreas por el título de
66 años, comprometiéndose a pagar una regalía del 15 por ciento para el Estado y además, un
impuesto sobre las utilidades del 20 por ciento con lo que quedaba eximido de cualquier otro
impuesto".8

Detrás de los citados especuladores se hallaba la mano de la Standard Oíl, cuyos técnicos tenían
realizadas las mejores investigaciones, reveladoras de que la zona subandina y pedemontana era,
según referencias de Eugenio Stebinger, "un territorio de posibilidades petrolíferas comparables tal
vez a todo el Estado de California o de Wyoming antes de su desarrollo".9 La Standard Oíl aparecería
muy pronto en Bolivia adjudicándose aquellas tierras; por cuanto los "beneficiarios" lejos estaban de
contar con capital y la infraestructura requerida para el cateo.

En 1921, con la revolución estallada en Bolivia, el Partido Republicano conducido por Bautista
Saavedra asumía la conducción política del país y el 20 de junio del mismo año se dictaba una Ley
Orgánica del Petróleo, sancionada cuatro días atrás por el Congreso. Se trataba, al decir de Amado
Canelas O., de una buena ley, "muy probablemente la más progresista de su tiempo en toda la
América Latina... Sin embargo, sus bondades quedaron pronto anuladas por el poder y la influencia
de la Standard Oíl, demostrándose así que no hay buena ley que valga frente a los monopolios y que
realmente no hay otra alternativa que someterse a ellos o expulsarlos". 10

La poderosa empresa norteamericana se haría así presente en el escenario económico de


Bolivia con un ropaje de indudable solvencia financiera, aunque no moral. Más de una voz honesta
se levantó en favor de la Standard Oíl como la mejor garantía de explotación petrolífera de sus
riquezas; el gobierno boliviano, urgido de recursos, no tenía otra salida que la compañía
norteamericana la que, al mismo tiempo, jugaba su propio juego. El Presidente Saavedra afirmaba
que "mientras no se entregase esta explotación a una compañía poderosa que tuviese río sólo los
capitales indispensables para emprender con éxito tal empero, en un país mediterráneo y sin vías de
comunicación como el nuestro, sino también la capacidad y la experiencia industrial necesarias en
este género de trabajos, no podríamos palpar un beneficio práctico para la Nación en orden de uno
de sus mejores productos”.11

A pesar de ellos, otras voces divergentes se alzaron en Bolivia, en atención a los antecedentes
poco ortodoxos de la empresa. Pero ellas serían, para entonces, voces "clamantis in deserto". La
Standard Oíl había sabido ganar no solamente parlamentarios, sino también dirigentes políticos,
militares y periodistas, poniendo en práctica un sinnúmero de recursos apropiados para casos cómo
aquél en que un país pobre se echaba en brazos del único que a los fines prácticos, como afirmaba
Saavedra, podía materializar en beneficios económicos aquella riqueza natural del país.

Todo estaba preparado para que la Standard Oíl hiciera su irrupción en el panorama boliviano,
suscribiendo con el Estado un contrato en fecha de 27 de julio de 1922 a través del cual la compañía
se aseguraba el monopolio de la explotación de petróleo, que debía secretamente quedar como
reserva futura en tanto ella explotaba campos más cercanos a los Estados Unidos de América como
los existentes en México y Venezuela. Sobre sus antecedentes, la Memoria del Ministerio de
Industrias de Bolivia, correspondiente al mismo año, afirmaba: "A principios de 1920, y previa
expedición de la ley de autorización, el gobierno otorgó dos concesiones para el reconocimiento
técnico de aquellos yacimientos, y para su explotación en sociedad con el Estado: la primera a favor
de la firma americana Richmond Levering y Cía. de Nueva York, y la segunda a favor del ciudadano
don Jacobo Backus, cada una por un millón de hectáreas, en condiciones tan liberales que les daba
toda clase de franquicias, sin restarlos a la obligación de establecer trabajo inmediato, que es lo que
conviene a Bolivia. La primera fue elevada al rango de escritura pública en 1° de marzo de 1920, y la
segunda ha quedado en estado de concesión sin escritura alguna. Parece que la firma Richmond
Levering y Cía. no tenía capacidad financiera suficiente para cumplir las obligaciones que había
contraído, y vendió sus derechos a otra compañía, la `Standard Oíl Company of Bolivia', constituida
con un capital de 5.000.000 de pesos oro (debe decir dólares americanos). Como en otra época se
había discutido y aprobado ya en la Convención nacional la ley de petróleos que imponía a los
adquirientes de concesiones petrolíferas la obligación de obtener del gobierno la aprobación de la
transferencia de derechos, el representante de la `Standard Oíl Company of Bolivia' se presentó al
gobierno pidiendo, no sólo la aprobación de dicha transferencia, sino también la modificación de
algunas cláusulas del contrato para hacerlo viable, especialmente la de reducir la participación del
Estado en el producto bruto, del 15 % a que se había comprometido Richmond Levering y Cía. al 11 y
1/2 % contemplado en la ley de petróleos".12

En el antedicho documento, la Standard Oíl se comprometía, entre otras cosas, a realizar una
inversión del orden de los cincuenta millones de dólares, así como a establecer refinerías para el
consumo interno y externo, iniciando la producción a dos años de la firma del contrato. Pero el
tramo por recorrer entre el contrato documentado y los hechos prácticos fue mucho más largo; por
lo demás, la Standard Oíl no tenía intenciones reales de cubrirlo. Dando largas a la cuestión, la
empresa no llegó a cumplir ni remotamente lo pactado. La intención solapada era reservar las tierras
que se creían en extremo ricas en yacimientos, para cuando se agotaran las otras en explotación
dentro y fuera de los Estados Unidos, a las que se sumaban nuevos campos de la Standard en
territorio iraquí y en las Indias Orientales, feudos de la Royal Dutch Shell. Al mismo tiempo, las
concesiones en Bolivia, sumadas a las obtenidas en la Argentina sobre la base de una misma
estructura geológica, hacían de antemural a las pretensiones de la rival anglo-holandesa que
contaba con sustento indirecto en el Paraguay a través de algunas empresas de capital inglés que
operaban en este país.

La Standard Oíl no llegó así a realizar las inversiones prometidas, como tampoco a abastecer en
todas sus necesidades al mercado boliviano. Conrado Ríos Gallardo, ex-Ministro de Relaciones
Exteriores de Chile y decididamente paraguayista ya desde sus tiempos de canciller (1927-1931)
afirmaba años después que la Standard Oíl comenzó trabajando con un millón de hectáreas en los
departamentos de Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija. Fuera de las concesiones Levering y Backus
existían otras menores de diez, cuarenta, sesenta y doscientas mil hectáreas. "Las posiciones fueron
cambiando, afirma Ríos Gallargo; la Standard Oíl comenzó a ganar terreno en todos los frentes, para
pasar después de paciente y hábil trabajo a reunir en su dominio tres millones ciento cuarenta y
cinco mil hectáreas, que ocupan casi tres grados geográficos. A don Jacobo Backus y a Richmond
Levering y Cía., por sus concesiones que sumaban dos millones de hectáreas, pagó la suma de
5.000.000 de dólares, agregando a esta superficie casi un millón y medio más de hectáreas,
mediante el contrato celebrado con el gobierno que presidió don Bautista Saavedra. Total: alrededor
de 32.000 kilómetros cuadrados por cinco millones de dólares. ¡La riqueza que existe en esta
inmensa superficie es inconmensurable!".13

Los hechos, sin embargo, habrían de probar que tal riqueza no era inconmensurable y que
una irracional explotación como la llevada a cabo después la redujo considerablemente. Pero la
Standard Oíl, beneficiaria del gobierno en importantes concesiones, se hacía presente también en
otros campos de la vida del país, fuera de los petrolíferos, interviniendo sus representantes en
decisiones de índole estrictamente política. A esto se sumaban los requisitos que los empréstitos
norteamericanos habían exigido por aquellos años, como quedara visto, tales como los de que un
ciudadano de este país fuera Director General de Aduanas y otro Director de Minas y Petróleo, con
lo cual se completaba el cerco tendido por el capital extranjero en una Bolivia fuertemente
hipotecada. Llegó inclusive a darse el caso de compra de víveres en las vecinas provincias argentinas
por medio de vales expedidos por la Standard Oíl.

También en el Paraguay existía el firme convencimiento acerca de la riqueza de los yacimientos


petrolíferos bolivianos y, por derivación de la existencia de hidrocarburos en el territorio disputado.
Esto no haría sino agudizar el interés por el Chaco, en cuyo juego no podía descartarse la presencia
del capital anglo-argentino que buscaba, además, impedir la presencia norteamericana en la región.

La Standard Oíl inició en Bolivia los trabajos de desmonte, construcción de caminos y casas
provisorias; llegaron las primeras máquinas y los elementos de perforación. Empero, subsistía un
problema fundamental: el de cómo hacer llegar el crudo exportable al mercado internacional. Las
vías factibles eran, en teoría, las siguientes: Un oleoducto por territorio argentino, hasta Santa Fe; el
ferrocarril argentino desde Embarcación a Formosa y de aquí el río Paraguay; un oleoducto tendido
rumbo al Pacífico salvando imponentes alturas y, finalmente, un oleoducto a través del Chaco en
litigio. De todos estos probables caminos, era el último el más conveniente.

El declive natural del terreno rumbo al río facilitaría la labor y evitaría añadir demasiadas
estaciones de bombeo, aunque estaba la contrapartida de las bajantes del Paraguay que impedirían
un tráfico regular durante todo el año. Los oleoductos, en la región, eran cañerías de 15 a 20
centímetros de diámetro construidas por tramos, según el nivel del terreno, con estaciones de
bombeo entre diez y cincuenta kilómetros. Contaban, asimismo, con tanques de donde el petróleo
era impulsado de estación en estación.

Para 1927 la Standard Oíl nada había aportado aún al fisco boliviano en concepto de regalías, y
sí enviado algún petróleo clandestinamente a sus refinerías en territorio argentino -como se verá
más adelante- violando las disposiciones contractuales. El diputado Abel Iturralde denunciaba el 5 de
octubre del mismo año en las Cámaras a la compañía norteamericana: "El presidente Saavedra y sus
ministros, decía Iturralde, han sido engañados, alucinados por esa compañía que manifestaba que
`en tres años explotaría una cantidad considerable de petróleo'. La defensa de los abogados del
contrato se ha basado en estas afirmaciones: han dicho que el año 24 manaría gran cantidad de
petróleo y que el gobierno tendría dos o tres millones de sobrante en su presupuesto, y al terminar
el año 25 más de cinco millones en efectivos, con los cuales se pagarían los intereses del empréstito
Nicolaus, y avanzando los años Bolivia sería un emporio de riquezas, que su erario tendría ingentes
entradas y que su presupuesto se duplicaría en 10 años. Hemos llegado al año 1927, y no vemos un
solo litro de petróleo entregado al gobierno por concepto de la participación del 11 % . De esta
manera esas grandes ventajas que ofrecieron al gobierno no se han hecho efectivas, y ahora esa
compañía sólo paga patentes misérrimas de 2 y medio centavos, como se establece en el artículo
que ha publicado esta compañía en todos los diarios de la ciudad". 14

Empero, opiniones como las de Iturralde no fueron tenidas en cuenta. Quienes impugnaban a la
Standard no ofrecían, en contrapartida, una solución al problema del encierro del petróleo boliviano
que debía salir al exterior para producir las tan precisadas divisas con que amortizar los empréstitos
contratados poco tiempo atrás. La importancia de los derivados del mismo en la economía mundial,
como el fuel oíl que desplazaba al carbón, la nafta, el querosén, el gas oíl para motores Diesel, las
parafinas, los lubricantes, etc., avalaba por sí sola un creciente interés comercial en los productos. A
esto se sumaba la polarización de las fuerzas de control de los mismos. Por un lado el Reino Unido
de la Gran Bretaña, que pasó de las compañías privadas Royal Dutch Co, la Shell Co. y la Anglo
Persian Oíl Co. a dos empresas, la Royal Dutch Shell que explotaba yacimientos en Venezuela y la
Anglo Persian en Irán. En los Estados Unidos, en contrapartida, el control estatal era impreso sobre
las explotaciones en su territorio, incentivándose a la vez su agresiva presencia en el exterior a
través de las filiales de la Standard Oíl Company of New Jersey, lo cual permitía, simultáneamente,
una injerencia política a través de esta todopoderosa empresa. "Un ex-Secretario de Estado, Charles
Evans Hughes, después en funciones de Consejero de la Standard Oíl de New Jersey -lo que
demuestra una vez más la intercambiabilidad de labores gubernamentales y de la administración de
los grandes negocios- definía muy bien, según el ingeniero Enrique Mariaca Bilbao, la línea impresa a
la política norteamericana al decir que la política externa del gobierno norteamericano tiene su
mejor expresión en la frase `puertas abiertas' para la incursión de las compañías petroleras
norteamericanas, convenientemente implementada con el apoyo del Departamento de Estado". 15

El ingeniero Alfonso Baldrich, general del Ejército argentino, afirmaba en 1927 que "en Bolivia
impera la Standard Oíl y los intereses americanos; en la aberracional penetración geográfica formada
por el Tarija y el Bermejo, hay una cuña yankee bajo el pabellón boliviano, y esa cuña está llena de
petróleo, y ese petróleo dará mucho que hacer. Además de cuatro millones de hectáreas concedidas
en cateo, y cuatro concesiones para explotar dos millones quinientas veinte mil hectáreas en
Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz, tenía otro millón más en sociedad con el Estado; ya tenemos pues...
metida en las entrañas de nuestra América confiada, a la famosa Standard Oíl, actuando con su
dinamismo detrás de la soberanía virtual de un país mediterráneo y geográficamente bloqueado". 16
Coincidía con él su compatriota el General Enrique Mosconi, que ocupara el alto cargo de Director de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales de la República Argentina, cuando el 9 de julio de 1928, en
recordación de un aniversario patrio, afirmaba que Bolivia había perdido su independencia
económica y que se hallaba en camino de malograr su independencia política ante el abierto
intervencionismo de los intereses extranjeros.17

En la Argentina, que muy pronto nacionalizaría sus petróleos, se hicieron oír a finales de los
años veinte diversas advertencias sobre la indeseada compañía norteamericana. El presidente del
Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas de la Capital Federal afirmaba el 27 de julio de 1928
que "estamos aún a tiempo de salvar el petróleo argentino de las empresas extranjeras,
especialmente de la Standard Oíl cuyos funestos antecedentes son conocidos en su propio país, y
entre nosotros por hechos denunciados ya, no obstante su incipiente intromisión, fiel reflejo de la
precocidad demostrada en devastar las zonas petrolíferas y destruir los obstáculos que se opongan
al logro de sus fines". 18 Mosconi, Baldrich y otros alertaban, al mismo tiempo, sobre los peligros
que corría Bolivia e indirectamente el Paraguay en aquella lucha que se vislumbraba injusta y
desigual.

Para mediados de 1929, la Standard Oíl tenía perforados 21 pozos en Bolivia, según una
información proporcionada por la misma compañía a la Dirección General de Minas y Petróleo, y que
ésta diera a publicidad en 1930. Se habían hecho, hasta el 29 de julio de 1929, once perforaciones en
el Departamento de Tarija, cuatro de éstos en la provincia de Gran Chaco, en dos de las cuales
habíase hallado petróleo. En Santa Cruz se perforaron ocho pozos, y dos en el departamento de
Chuquisaca. Para 1930 se continuaba perforando, o se iniciaban los trabajos, en otros nueve pozos.
19

Por aquella época, y en base a la obligación contraída por la Standard Oíl de perforar un pozo
cada cincuenta mil hectáreas de concesión, la empresa había solicitado le fuera reducida el área a un
millón de hectáreas, elegidas entre las que se habían mostrado con mayores probabilidades
potenciales después de serios estudios geológicos y de trabajos de exploración de superficie. Los
pozos corresponderían así a la nueva área solicitada. La Standard Oíl, que había encontrado petróleo
en nueve de los veintiún pozos, e indicios y manifestaciones en otros cinco según su propio informe,
había construido, al mismo tiempo, diversos caminos que eran simultáneamente empleados por el
Ejército de Bolivia, tales como aquéllos que se dirigían a su zona de trabajos: Bermejo, Camatindi,
Camiri, Macharetti y Sanadita. Para 1929 la empresa había abonado apenas algo más de 26.000
pesos bolivianos en concepto de patentes, a razón de 2 y medio centavos por hectárea. Esta tasa le
fue aumentada a 10 centavos en 1930, lo que produjo unos cien mil bolivianos en el mismo
concepto por dicho año. Para 1931 se estimaba recaudar ciento cincuenta mil pesos.

La compañía había informado oficialmente que al 31 de agosto de 1931 tenía realizadas


inversiones por 54.210.843,68 pesos en territorio de Bolivia en propiedades, equipos, campamentos,
muebles y enseres, material y maquinarias de perforación, refinerías, construcciones inconclusas,
caminos, etc. 20

A pesar del escaso margen de beneficio que quedaba a Bolivia por tal concepto, no le faltaba
razón a Margaret Alexander Marsch cuando en su libro "Nuestros banqueros en Bolivia" afirmaba
que "las inversiones norteamericanas en Bolivia exceden a las de cualquier otro país en unos
cuarenta o cincuenta millones de dólares". 21 Obviamente estaban considerados en esta conclusión
el valor potencial de las tierras en concesión, la "Patiño Mines" inscripta en el Estado de Delaware,
así como las cifras oficialmente entregadas por la Standard Oíl como invertidas en Bolivia, las que no
compadecían, con mucho, con la realidad.

El investigador alemán Juergen Westphalen afirma que la estructura petrolífera de Bermejo fue
la primera en ser explotada por la Standard Oíl el año 1925, produciendo 424 m3. Hasta 1935, año
del final de la guerra, la producción en Camiri, Bermejo y Sanandita alcanzó las siguientes cantidades
en metros cúbicos: 22

Año Camiri Bermejo Sanandita

1925 - 424

1926 - 1.608 1.210

1927 2.412 2.608 1.349

1928 858 1.763 -

1929 942 4.386 2.690


1930 4.387 2.616 891

1931 777 - 1.382

1932 1.009 - 5.658

1933 8.179 - 9.635

1934 12.131 - 12.985

1935 14.395 - 11.584

De las cifras transcriptas puede notarse el incremento habido desde 1933 cuando el gobierno
de Bolivia decidió manejar las refinerías elevando la producción, y desmintiendo con ello a la
compañía norteamericana que se había mostrado reticente a hacerlo aduciendo el escaso
rendimiento de los pozos. A pesar de los notorios aumentos habidos en atención a sus necesidades
extraordinarias, la producción boliviana no fue autosuficiente. La actividad extractiva debió
complementarse con compras realizadas en los yacimientos y refinería de la Standard Oíl en Talara,
Perú, como de otras provenientes de la West India Oíl de la Argentina y del Brasil vía Puerto Suárez,
ambas también de la Standard Oíl, lo que explica las razones por las cuales la compañía se mostró
siempre remisa a producir en Bolivia, prefiriendo antes bien dedicarse al contrabando del producto.

DESLEALTADES DE LA STANDAD OÍL EN BOLIVIA

El ingreso de la Standard Oíl a Bolivia, a través de la compra efectuada en Nueva York a la


Richmond Levering del millón de hectáreas por 2.500.000 dólares el 25 de julio de 1922, estuvo
signado por el fraude: tales transferencias estaban prohibidas según el contrato originalmente
suscripto por la empresa concesionaria con el gobierno de Bolivia. Este precedente no fue óbice para
que la Standard aumentara luego en varios millones el número de hectáreas bajo su control, a
despecho de la legislación vigente. No debería pues sorprender que la compañía obrara de allí en
adelante en disconformidad con las leyes y los intereses bolivianos, anteponiendo siempre los suyos.
Así, se adueñó de concesiones como la obtenida por "The Bolívian Oíl Co, Land Sindícate Limited"
que abarcaban, según Pedro López en "Política Petrolera", nada menos que cuatro grados
geográficos, es decir, "toda la región del Chaco Boreal". La concesionaria había asumido el
compromiso de construir un puerto en Laguna Gaiba, sobre el río Paraguay, el que nunca se llevó
adelante.33

La Standard Oíl precisaba de un puerto para el embarque de su futura producción al Río de la


Plata. Sin embargo, ella se cuidó muy bien de afirmar que el Chaco era boliviano, tratándolo más
bien de "territorio disputado" antes que adjudicarle soberanía al país que le había permitido su
presencia. Este criterio probaba, por sí solo, que la compañía adoptaría una actitud dual en caso de
conflicto sin asumir un compromiso bien definido con ninguna de las partes, a pesar de que las
concesiones se las otorgaba Bolivia.

Bajo el gobierno de Hernando Siles (1926-1930) se conocieron las primeras defraudaciones por
parte de la Standard Oíl al fisco boliviano. La empresa, que se hallaba explotando y exportando
petróleo, negaba rotundamente estar haciéndolo. "La compañía -afirmaba el Dr. Gustavo Chacón-
presentó 19 declaraciones juradas afirmando que jamás había explotado petróleo en Bolivia y menos
exportado ninguna cantidad. Las sanciones no pudieron aplicarse por falta de pruebas". 34

Sólo en 1935, ya terminada la guerra, se tendrían las pruebas del tráfico ilegal realizado por ella
desde principios de 1926 a través de un oleoducto clandestino que cruzando el río Bermejo unía
Aguas Blancas en Bolivia con Aguas Blancas en la Argentina. Los rumores sobre este tráfico
comenzaron a correr en Bolivia hacia 1930, pero apenas fueron tenidos en cuenta. El General
Alfonso Baldrich escribía en Buenos Aires el 11 de marzo de aquel año que la Standard Oíl había
hecho "tentativas solapadas y subrepticias, tendiendo las cañerías desde Aguas Blancas (Bolivia) a
Aguas Blancas (Argentina), sin haber pedido autorización a nuestro gobierno tal como si para ella la
Argentina fuera una prolongación del protectorado o factoría que ha construido vergonzosamente
en el Altiplano". 35

En aquel candente 1930 era derrocado en Bolivia el Presidente Siles, asumiendo el mando una
Junta Militar. La consideración que merecía la conducta de la Standard quedaba relegada a segunda
instancia. Cuestiones inmediatas reclamaban la atención del gobierno, algunas que hacían a su
misma seguridad interna. En tanto, la empresa norteamericana proseguía sus faenas sin mayores
interferencias, pero con la complicidad de algunos altos funcionarios bolivianos.

El procedimiento era sencillo y rutinario: en la zona boliviana de Bermejo se había descubierto


petróleo. La región limitaba con territorio argentino, separado por el río del mismo nombre y por la
Juntas de San Antonio. La Argentina negaba el paso de combustibles bolivianos para exportación,
pero estaba dispuesta a adquirirlos. La Standard Oíl tenía particular interés en abastecer el mercado
uruguayo, de mucho consumo por entonces, así como el del Río de la Plata en general. La empresa,
para el logro de sus fines, ocultó al gobierno de Bolivia el hallazgo de varios pozos productivos a fin
de eludir el pago de los impuestos correspondientes a los años de explotación y mantener,
igualmente, sus concesiones como si no hubiesen pasado del régimen de simple exploración -que
pagaba ínfimos impuestos- al de producción que debía abonar sumas mucho mayores. En 1932, año
del inicio de la guerra, el petróleo cobraba valor estratégico, amén de comercial: La compañía lo
exportaba a través del citado oleoducto que cruzaba el río Bermejo, con destino a su subsidiaria, la
Western India Oíl Company. La producción era de unos 800 barriles diarios que se refinaban en
Elordi, de propiedad de la Standard Oíl en territorio argentino.

Estallada la guerra, la compañía no dio muestras de apearse de su postura de sospechosa


dualidad: produciendo para Bolivia y apoyando en los Estados Unidos sus reclamos -no debe
olvidarse su influencia para el logro de importantes empréstitos en los años veinte y la compra
de armamento durante la guerra- se declaraba por otra parte neutral, pero vendía combustibles al
Paraguay a través de la Argentina (parte del cual provenía de la misma Bolivia). "La Standard Oíl,
afirma Enrique Mariaca, no jugó limpio con el pueblo y el gobierno bolivianos en los momentos
dramáticos y decisivos de esta campaña (del Chaco) y esto constituyó un fermento que años más
tarde maduraría hasta conducir a la caducidad de las concesiones de esta empresa... La insolencia de
la Standard llegó hasta la negativa para el abastecimiento de los carburantes requeridos para la
contienda". 36 Carlos Montenegro, otro defensor de las riquezas del subsuelo boliviano, afirma que
la compañía "dañó a la patria con su silenciosa política negativa que aisló la enorme fortuna
petrolífera de Bolivia y la condujo de tal modo criminoso, que esa fortuna sirvió al interés enemigo,
actuando siempre contra el interés nacional". 37

Sin excepción, historiadores y escritores bolivianos censuran la conducta de la Standard Oíl en


su país antes y durante la guerra. Eduardo Arze Quiroga, compilador de la importante
documentación del archivo de Daniel Salamanca subraya que la Standard

se comportó durante el conflicto "como un ente comercial frío que, además de negar a Bolivia la
provisión de gasolina de aviación que requería para su fuerza aérea, vendió combustible,
simultáneamente, a los dos ejércitos en guerra. A Bolivia en boca de pozo al precio de 0,18 Bs. por
litro y al Paraguay, desde el lado argentino, a un precio correspondiente". 38

La falta de gasolina de aviación en Bolivia durante la guerra; era por demás visible a través de
numerosos cifrados cursados por su Ejército. E inclusive en 1941 el entonces canciller boliviano
Alberto Ostria Gutiérrez denunció en el Parlamento "que, hechas las averiguaciones por la Legación
de Bolivia en Buenos Aires se llegó a comprobar por datos fidedignos que la Standard Oíl vendía
petróleo al Paraguay durante la campaña del Chaco y concedía importantes créditos a este país. Un
funcionario de la Legación de Buenos Aires, cuando la desempeñaba el señor Julio A. Gutiérrez, ha
declarado que por entonces la agencia filial de la Standard Oíl en esa capital hacía embarques de
petróleo al Paraguay durante la guerra del Chaco". 39

Sin fundamento lógico la aseveración del ex-canciller Ostria en el sentido de que la Standard Oíl
había concedido importantes créditos al Paraguay -por lo demás un absurdo en aquellas
circunstancias- podía sí darse fe a los negocios que ella realizaba a la vez con ambos países, más aún
cuando el curso de las hostilidades, a partir de diciembre de 1933, indicaba un resultado
desfavorable para Bolivia y la necesidad, de parte de la compañía americana, de adecuarse a las
nuevas circunstancias. A pesar de todo, la Standard Oíl negó siempre su participación, directa o
indirecta, en el conflicto. Así, en agosto de 1934 la publicación "The Lamp", de dicha compañía, hacía
un extenso análisis de la cuestión, calificando como "área en disputa" el territorio del Chaco y
afirmando que en él no existía zona petrolífera explotada, como era en efecto. "Los yacimientos de
petróleo en la base de los cerros andinos -decía el artículo- se hallan al Oeste de los 63 grados de
longitud. Al Este de ese meridiano se extiende un terreno quebrado y luego viene el Chaco, inmensa
llanura cubierta en su totalidad por depósitos aluviales, y hasta el presente no se ha tenido el menor
indicio de que exista allí petróleo". Más adelante, la empresa señalaba no tener más de 350 mil
hectáreas de concesión en tanto otras bolivianas poseían arriba de tres millones. Su producción,
afirmaba, es de apenas 207 barriles diarios, los que "se refinan en las pequeñas refinerías que allá
tiene la empresa". El mismo escrito contenía aunque desapercibido, un elemento significativo:
delataba que la Standard Oíl vendía petróleo a Bolivia y, al Paraguay, en proporciones más o menos
equivalentes.40 Está afirmación no dejó de provocar la reacción de la prensa paraguaya. "En nuestro
Ejército -escribía `El Diario' Dominical el 21 de octubre de 1934- no se consume una sola gota del
petróleo de la Standard Oíl, de modo que es una falsedad temeraria la afirmación de la compañía".
41

La guerra absorbió las mejores energías de los dos pueblos. El gobierno de Bolivia relegó para
mejores días el tratamiento de las denuncias llegadas a él sobre la deslealtad de la Standard Oíl a
partir de la instalación del oleoducto que cruzaba el río Bermejo, así como de la venta indiscriminada
que hacía de combustibles para ambos Ejércitos. Sergio Almaraz, citando a José A. Deheza da cuenta
de las primeras revelaciones en el caso del oleoducto clandestino: "El agente de la aduana boliviana,
Pompilio Guerrero, en 1935 reveló que en los primeros meses de 1926 había descubierto el
oleoducto clandestino construido por la Standard Oíl a través del río Bermejo. Ese funcionario dijo
que desde Orán (Argentina) había enviado un oficio al Director General de Aduanas informando
sobre su descubrimiento. Al cabo de 15 días se presentó un nuevo funcionario en Fortín Campero
con un oficio de la Dirección General de Aduanas para mí, por el que se ordenaba entregue en el día
el Resguardo a dicho señor Aguirre, sin hacerme saber mi nuevo destino. Regresé a La Paz y hecha
mi declaración al señor Director (de Aduanas) William Magowan, éste me ofreció otra situación tan
pronto como se presente una vacante. Guerrero cuenta que Magowan expresó con referencia a la
denuncia que la Standard Oíl jamás puede hacer contrabando de petróleo, es una compañía
sumamente seria, es multimillonaria, su denuncia es falsa. A mí me consta que la Standard Oíl es
correcta por haber sido yo empleado de la Standard".42

El ex-funcionario norteamericano de la Standard Oíl, que ocupaba aquel puesto como


consecuencia del empréstito Dillon Read no podía obrar de otra manera si deseaba ser consecuente
con sus funciones. Pero su presencia era la demostración ostensible de la intromisión y del
enfeudamiento boliviano en los años veinte. En septiembre de 1926, tras las denuncias de Guerrero,
el encargado de la compañía en La Paz, R. C. Wells escribía a quien ocupaba similar cargo en Buenos
Aires, significándole que "el peligro no es que nosotros tengamos que pagar Bs. 1.000 (que sería el
equivalente de la regalía del 11 %). Porque si el asunto llega en realidad a hacerse serio, ese sería un
arreglo muy agradable. El peligro verdadero es que nuestros “impuestos de producción” sean
hechos efectivos, que seamos multados; y la acusación de mala fe de nuestra parte". 43
Apenas concluida la guerra la denuncia acerca del oleoducto clandestino tendido a través del
río Bermejo acaparó la atención general. El pozo boliviano N° 2 del Bermejo, uno de los más ricos de
la zona, habría producido millares de barriles con destino al campamento petrolero de Aguas
Blancas, en territorio argentino, supuestamente empleados como combustible para equipos de
perforación que la Standard Oíl poseía en dichos suelos. La situación adquirió un nuevo cariz cuando
a finales de octubre de 1935 dos diputados argentinos, Rafael N. Lencinas y José María Saravia
recorrieron la zona y denunciaron desde allí oficialmente la existencia del citado oleoducto
clandestino en la provincia de Salta, colocado por debajo del lecho del río. La noticia impactó en
Bolivia que aún sufría los efectos de la desastrosa conducción político-militar de la guerra y que se
hallaba particularmente sensibilizada ante cualquier denuncia que, como ésta, podría significar
deslealtad y algo más contra los intereses del país. La humillación y la burla de que se sentían
víctimas sus dirigentes ante las revelaciones de los legisladores argentinos tornaron forzosa la
adopción de medidas contra la compañía norteamericana. Las circunstancias empero, no eran
propicias. "La sanción contra la empresa, por defraudación, se habría producido en 1935, afirma
Gustavo Chacón, pero en la Conferencia de Paz actuaban personajes norteamericanos vinculados
con la compañía culpable. La Standard Oíl perjudicó la defensa de Bolivia durante la guerra del
Chaco; y los servidores de la `internacional del petróleo' podían malograr la paz que con tanta
ansiedad buscaban dos pueblos hermanos que por incomprensión se agredieron." 44

Las denuncias de los diputados Saravia y Lencinas eran las más serias efectuadas hasta
entonces respecto de los oleoductos subrepticios. "La Prensa" de Buenos Aires publicaba el 29 de
octubre de 1935 una entrevista con aquél, motivada por anteriores declaraciones suyas y tras la
investigación "in situ" realizada por ambos legisladores. "El doctor Saravia -decía “La Prensa” -
manifestó que había visitado en compañía del doctor Lencinas la zona de Agua Blanca, en el
territorio limítrofe con Bolivia y separada de este país por el río Bermejo. Añade que encontraron a
orillas del mismo río y sobre la parte argentina cuatro pozos de la compañía Standard Oíl, uno de los
cuales está en la misma orilla y separado por unos 110 metros del pozo más próximo de la banda
opuesta del río y situado en tierra boliviana. Agrega que este pozo produce un afloramiento de
petróleo a la superficie sin necesidad de bombear y por medio de una cañería que no es como la de
los otros pozos de perforación, sino de extracción de petróleo, según lo comprobaron con el técnico
de Yacimientos Petrolíferos Fiscales ingeniero Grannini. Los pozos situados en el territorio boliviano,
dice el doctor Saravia, se les informó que están cerrados, no obstante que, como se sabe, son los
más ricos que la compañía Standard Oíl posee en Sudamérica. Añade que en el caso de extraerse allí
petróleo éste no tendría salida sino por el territorio argentino, en la zona de Agua Blanca. Según la
citada empresa, jamás extrajo petróleo de los pozos bolivianos. Debido a esta circunstancia, nos
agregó, de estar cerrados los pozos de Bolivia, la presión del gas hacia abajo es muy fuerte y ello
facilita la salida del petróleo al pozo más cercano situado en la República Argentina y por el cual
aflora el combustible. De ahí, continuó el doctor Saravia, que no resulta raro el hecho de que estos
pozos situados en territorio argentino sean los que más producen de los que posee la compañía
Standard Oíl y también los Yacimientos Petrolíferos".45

En el mismo reportaje, el legislador argentino hacía otras interesantes revelaciones, probando


que la infracción era evidente, "no solamente en la introducción del petróleo en la Argentina sin
pagar el impuesto correspondiente, sino que se perjudicó también a la provincia (de Salta) en lo que
le corresponde a ésta por concepto de regalía, la cual se calcula sobre la base que la empresa
declara, sin control alguno... Las cifras que le dieron al ingeniero Cánepa (Enrique P. Cánepa,
subgerente técnico de Yacimientos Petrolíferos Fiscales) eran de una producción de cien metros
cúbicos de petróleo argentino por día, mientras que veinte días después el encargado de la Standard
en Agua Blanca le declaró al citado ingeniero Grannini (también funcionario de Y.P.F.) que producían
150 metros cúbicos diarios y al día siguiente al diputado Lencinas le informaron en la destilería de
Manuel Elordi, que es el punto de concentración del petróleo, que la producción era de 200 metros
cúbicos diarios".46

Si las preocupaciones en la Argentina estaban dadas exclusivamente en punto a una probable


falta de pago en concepto de regalías, para Bolivia la cuestión asumía ribetes de un contrabando de
sus riquezas naturales. Al día siguiente, 30 de octubre de 1935, el Ministerio de Industria de Bolivia
daba a público conocimiento un comunicado, que señalaba haberse iniciado un proceso contra la
Standard Oíl. Por su parte, el señor Pedro Nolasco López, subsecretario de dicho Ministerio
afirmaba: "Es de advertir que las autoridades de Salta desmentían telegráficamente la construcción y
explotación del oleoducto, pero posteriores investigaciones de las autoridades bolivianas
permitieron establecer que efectivamente había sido ingeniosamente construido el oleoducto y que
la cañería se hallaba pegada al puente colgante que une ambos campamentos petrolíferos. En esta
forma -afirmaba Nolasco López- era conducido el petróleo al Bermejo desde el año 1926 hasta el día
del descubrimiento... En esta forma la Standard Oíl exportaba clandestinamente la preciada riqueza
del país. Sobre la base de la producción clandestina, construyeron cuatro tramos de oleoductos en la
provincia de Salta. De Aguas Blancas a la destilería Manuel Elordi un oleoducto de 3,5 pulgadas y de
66 kilómetros de largo. De Manuel Elordi a la estación ferroviaria Hickmann, de igual diámetro y de
60 kilómetros de largo, de San Pedro a Vespucio de 33 kilómetros de largo y de Vespucio a Hickmann
de 74 kilómetros. Se sabe que de Hickmann a Formosa se conduce petróleo crudo en estanques y
que después ese petróleo es llevado a la refinería que posee la Standard Oíl en la ciudad de
Campana. No se puede precisar exactamente el monto de la exportación clandestina, pero por datos
de origen argentino se ha podido establecer que el campamento Bermejo comenzó a producir en el
año 1925, deduciéndose que en los diez años transcurridos se habrá exportado en esa forma por lo
menos 9.189.000 barriles".47

Simultáneamente, el Poder Ejecutivo argentino devolvía el expediente de la investigación,


autorizada ya desde junio de 1935, para que la misma sea ampliada por parte del directorio de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, a la luz de las recientes investigaciones de los diputados Lencinas y
Saravia. Con alguna demora y movido por las nuevas denuncias, el presidente Justo daba a conocer
un informe presentado sobre el particular por el ingeniero Cánepa, el cual señala que tras una
revisión prolija de la zona fronteriza en cuestión, no se hallaron indicios de existencia de oleoductos
clandestinos y que existía coincidencia entre las cifras de producción dadas por la compañía con los
registros oficiales. Según dicha relación "el petróleo que ha estado elaborándose en la destilería que
la Standard Oíl Co. tiene establecida en la localidad de Elordi -provincia de Salta- y el que ha salido
de dicha provincia para ser elaborado en la destilería que la misma compañía posee en Campana,
corresponde en su totalidad a producción argentina."48

El mismo documento señalaba más adelante que a juicio del técnico informante, "la situación
de sospecha en que se ha colocado la Standard Oíl Co. tiene posiblemente su origen en la forma
irregular con que procedió dicha compañía al instalar una cañería desde la mina de Bermejo, en
Bolivia, hacia el campamento de Aguas Blancas, territorio argentino, en el año 1925, sin autorización
aparente del gobierno nacional...". 49

Urgido por las precitadas denuncias, el presidente de la S.A. Argentina Standard Oíl Co. Mr. F. C.
Schultz salía por su parte al paso de ellas afirmando a finales de octubre de 1935 que en junio de
1925 el gobierno argentino había autorizado a la compañía intercambiar materiales entre los
campamentos que poseía río Bermejo de por medio y que para el funcionamiento de maquinarias y
calderas se había instalado una cañería de cinco centímetros de diámetro por 250 de longitud para
transportar combustible a tales fines. "A partir del año 1926 esta compañía afirma que no ha existido
oleoducto alguno a través del río Bermejo salvo en los lugares donde ambas márgenes del río están
dentro del territorio exclusivamente argentino, oleoducto Agua Blanca-Elordi, construido recién en
1933". 50

Parecida postura asumía, al mismo tiempo, el gobierno de la provincia afectada, cuyo Ejecutivo
afirmaba que "el gobierno de Salta no conoce ni admite la existencia de ninguna cañería
internacional clandestina". Tales afirmaciones, a pesar del énfasis puesto en ellas, contradecían
básicamente el informe dado a conocer en Buenos Aires de autoría del ingeniero Cánepa, que
admitía la existencia de una cañería que cruzaba el río Bermejo.

Para "El Diario" de La Paz se trataba, en cambio; de "un flamante caso de cirugía, o sea la
transfusión de aceite dinámico de un organismo a otro". El mismo afirmaba, según los cables
internacionales, que "la Standard Oíl ha perforado 35 pozos, tres de los cuales son surgentes, y que
el petróleo boliviano era transportado de Agua Blanca por un oleoducto argentino hasta la costa del
río Bermejo, continuando luego hasta la estación Hickmann, donde era transbordado a los vagones-
tanques del ferrocarril a Formosa, para después ser cargado en embarcaciones que bajan el río
Paraguay hasta las destilerías que la empresa posee en Campana. La exportación clandestina
durante los nueve años de infracción se calcula en 9.189.000 barriles". 51

Unos días después, a comienzos de noviembre de 1935, los legisladores denunciantes, que
seguían en la provincia de Salta, se dirigían por carta al presidente Agustín P. Justo, dando por
terminada su investigación. "Desde la llegada a ésta del ingeniero Cánepa, quien se ha puesto en
contacto con el personal de la Standard y el gobierno de la provincia, interesados en entorpecer la
comprobación de nuestras denuncias -informaban ambos- hasta hoy, que damos por terminada
nuestra participación por carecen de las más elementales garantías de imparcialidad, no hemos
encontrado sino dificultades insalvables". Más adelante los dos diputados señalaban que era más
probable, en atención a declaraciones de testigos y nuevos datos obtenidos, la existencia de una
inclinación para extraer petróleo de Bolivia antes que de una cañería clandestina como se creía
generalmente. La falta de cooperación técnica para desentrañar, la incógnita movía a Saravia y
Lencinas a concluir que "en esta forma y condiciones resultaría estéril todo esfuerzo al no existir una
cooperación seria y decidida de parte de quienes pueden y deben aportar conocimientos técnicos,
ya que la comprobación se haría únicamente, por estos medios, dado el procedimiento o sistema de
que estaría valiéndose la Standard para succionar petróleo boliviano". 52
En la Argentina las investigaciones no prosiguieron por las razones expuestas por los
denunciantes, no así en Bolivia dónde nadie olvidó las acusaciones, que se sumaban a varias otras en
perjuicio de la compañía norteamericana. El gobierno de Tejada Sorzano continuó las pesquisas,
pero sin adoptar sanción alguna, la que correspondió tomar a su sucesor, el coronel David Toro
mediante Resolución Suprema del 13 de marzo de 1937 que declaraba "la caducidad de todas las
propiedades de `The Standard Oíl Co. of Bolivia', dentro del territorio de la República, por
defraudación comprobada de los intereses fiscales", pasando en consecuencia todos sus bienes a
propiedad del Estado boliviano. 53 "Hemos obrado en estricta justicia, afirmaba el Ministro de Minas
y Petróleo TCnel. Antenor Ichazo, en la seguridad de hacer respetar los derechos nacionales, que
desde hace muchos años fueron desconocidos y burlados por la Standard Oíl, que a más de
defraudar los intereses del fisco por un valor aproximado de seis millones de bolivianos, se negó
sistemáticamente a la explotación del petróleo, causando graves dificultades para la economía del
país y creando situaciones difíciles, contrarias a las disposiciones legales contenidas en los contratos
vigentes". 54

Poco antes de morir, el General David Toro afirmaba haber comprobado durante su gobierno,
"que la Standard Oíl llegó a, sacar petróleo de Bermejo hacia la Argentina y ese petróleo nutría las
necesidades del Paraguay; yo he tenido después en mi poder -decía Toro- una constatación de que
esto era cierto, dada por el propio Saavedra Lamas a cambio de que Bolivia votara por él para ganar
la medalla (premio Nobel) de la Paz".55

La Standard Oíl no jugó limpio con Bolivia durante la guerra. Acaso las cantidades exportadas
según denuncias bolivianas no reflejen cifras reales, pero cae de suyo que la empresa no se
comprometió incondicionalmente con el país que le había otorgado importantes concesiones.
Fluctuando hábilmente -cabe admitirlo- según las oscilaciones de los acontecimientos bélicos,
cuando advirtió que el curso de los mismos no se inclinaba hacia Bolivia corno había supuesto en un
principio, adoptó una actitud más bien contemplativa, sin realizar mayores esfuerzos por proveer de
combustibles al país donde operaba el que debió abastecerse durante todo el curso de la guerra
también de pozos y refinerías peruanos.

La declinación de la
economía liberal 1930-1935
Bolivia, en 1935, tenía puesta en la espalda la depresión de los años 30 y la Guerra del
Chaco. Sus gobiernos no habían previsto ni estaban en condiciones de asimilar esta
crisis. El país era rural, marcado por la relaciones serviles, con un sector de
acumulación, la minería, que se hallaba en la zona Occidental.
2La población era de aproximadamente 3 millones de habitantes siendo mayoritaria-
mente indígena y concentrada en la zona alta, su crecimiento anual era de 40.000
habitantes por año y tenía un índice de mortalidad de 250 x mil. El consumo de carne
era de 11 Kg. año, por persona, y 10 cucharillas de leche.

3El país estaba escasamente integrado, el Estado aún no controlaba su espacio. La Red
Ferrocarrilera estaba ligada a la exportación de minerales y casi nula al interior. Los
caminos eran precarios y escasos.

4No había correspondencia entre su perímetro geográfico y su red vial. La vía ferroviaria
alcanzaba a 2.600 kilómetros, y la ruta caminera a 6.300 kilómetros, sobre un
1.100.000 kilómetros cuadrados.

5Su comercio exterior, señalaba que entre 70 y 77% de las exportaciones era por
concepto del estaño y un 10% por minerales como ser Bi, Wo, Pb, Cu y Ag.La agricultura
de exportación era muy reducida tanto en valor como en volumen. Los artículos eran
castaña, coca, ganado y goma.

6La importancia de su sector exportador era que generaba divisas para adquirir
materias primas para la incipiente industria, bienes de capital al sector minero, bienes
de consumo básico como ser arroz, azúcar, harina, energéticos, (gasolina, diesel),
madera, artículos suntuarios, etc. Debemos añadir ingresos al estado por especular con
las tasas cambiarias o, para cancelar los intereses de la deuda externa.

7Lo afirmado muestra a un país monoproductor y profundamente dependiente; el 46%


de las importaciones provenían de los E.E.U.U., especialmente a partir de la Segunda
Guerra Mundial.

8Los ingresos al erario por concepto de Estado oscilaban entre el 6 y 7% en los años 30
y subieron en los años 40 al 15%, pero por brevísimo tiempo.

La economía minera
9Luego de la guerra, la minería comenzó a recuperarse lentamente mediante las cuotas
impuestas por el Comité Internacional del Estaño, regresaron las inversiones pero no
con la velocidad que se requería. El problema estribaba en la mano de obra que se
hallaba en proceso de desmovilización y migración. La cotización subió de 194 libras en
1933 a 225 libras por tonelada en 1935.

10El Estado cooperó no sólo interviniendo en las cuotas asignadas a los productores,
sino con políticas fiscales, como devaluar la moneda, bajar los fletes del transporte
ferroviario, bajar de la tarifas aduaneras, etc.

11A su vez, los grandes empresarios, a fin de cumplir con las cuotas, empezaron a
comprar estaño a los productores pequeños a precios muchas veces irrisorios. Lo que
mostraba a todas luces que los empresarios no podían cumplir con las cuotas
establecidas a partir de la producción de 1929; aspecto que nunca fue superado.
12A fines de octubre de 1932, se acordó organizar el Buffer Stock con el fin de regular
la producción a fin de que exista equilibrio entre la oferta y la demanda y evitar las
violentas oscilaciones de los precios. También se buscó absorber los excedentes. Esto
duró hasta diciembre de 1935. Los resultados de esta política, se tradujo en la
intervención de los gobiernos de países industrializados, en retener excedentes de
minerales a fin de mantener reservas. Esto conducirá en el futuro a Dumpings,
deprimiendo los precios.

13A partir de 1936, los empresarios mineros entrarán en conflicto con los gobiernos de
corte nacionalista.

14Los ingresos decrecientes al erario, la caída de las exportaciones y los exiguos


impuestos a la minería, forzaron a adoptar medidas que permitieran mayores ingresos.
Una de ellas fue el de incrementar el porcentaje de divisas al Estado. Esto llevaría a un
conflicto con los grandes propietarios que no concluía hasta 1952.

15Siempre se ha señalado que los costos de producción en la minería eran muy altos
pero, poco se ha dicho acerca de cómo se compensaban estos costos; podemos afirmar
que el Estado cumplía en esto un papel, con los subsidios y con políticas protectoras al
sector. Las presiones desde el Legislativo eran frecuentes. El valor de las exportaciones
mineras fue de US$ 23.907.714 en 1935, y los ingresos por estaño alcanzaron la suma
de US$ 1.291.399.7. Los ingresos del erario de ese año alcanzaron a US$ 12.085.871.

16Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la minería tuvo una segunda coyuntura,
los precios de los minerales empezaron a elevarse, la producción del estaño subió y se
declaró la libre exportación de minerales.

17La demanda no era tanto por el consumo industrial sino, por concentrar reservas por
las contingencias de la misma guerra. Para este efecto, se firmó un acuerdo con la Metal
Reserve Corporation, fijando un precio de 0.48 cts. por libra fina, cuando la oficina
estabilizadora de precios estableció US$ 0,52 ctv. por libra fina. Cuando el precio
alcanzó US$ 0,63 por libra en 1945, la Metal Reserve fijó el precio en US$ 0.58.

18La producción se incrementó notablemente en 3.853 Tn, superando al de 1939, en


10.815 Tn, con un valor de US$ 32.000.000.

19Los centros productores que competían con Bolivia fueron intervenidos por el Japón
pero Bolivia no se encontraba en condiciones de cubrir esos vacíos, debido al
encarecimiento de las importaciones sobre todo con bienes de capital; la mano de obra
por mucho que se incrementaba no pudo subir debido a que el rendimiento por
trabajador decrecía.

20La economía minera había llegado a sus límites, la cabeza de Ley había bajado,
yacimientos agotados, fuga de capitales, escasa inversión en bienes de capitales y una
“agobiante” carga impositiva.

21Debemos explicar que esto representaba del 10.60 al 15.75% entre 1941 y 1942, para
luego bajar al 6% en los ingresos del Erario Nacional. Lo que sucede es que con costos
de producción en alza y rendimientos productivos bajos, los impuestos en el ramo se
incrementaron a la inversa de los años 20.

22El rendimiento de los otros minerales, tampoco fueron mejores. A partir de 1947,
desciende la producción en 7.000.000 Tn, cuando los precios tienden a subir, llegando
a un tope por la guerra de Corea.

El desarrollo industrial
23La industria en Bolivia comienza a desarrollarse a partir de 1925 al conjuro del
crecimiento urbano.

24Era una industria liviana semi artesanal, que en los inicios producía cigarrillos,
textiles, molineras, calzados, jabones, velas, sombreros y otros. La mayor
concentración industrial se hallaba en La Paz. Los problemas que confrontaba eran que
más del 50% de la materia prima provenía del exterior, la escasez de divisas, la política
del Estado de establecer la multiplicidad cambiaria y los prejuicios del consumidor.

25Hacia 1932 las inversiones habían alcanzado a US$ 19.416.475. La depresión de los
años 30 fue una prueba para la industria, ante la caída de las importaciones, una parte
del mercado estaba a disposición de los industriales, pero la realidad era otra, no
contaban con la fuga de capitales, la presión de los propietarios mineros de encarecer
las divisas, las dificultades de proveerse de materia prima y la subida de impuestos. La
demanda de vituallas por parte del ejército incrementó relativamente la capacidad
industrial. El capital efectivo que disponía la industria al finalizar la guerra era de US$
2.185.497 y el valor comercial de su producción era de US$ 2.592.576. El consumo
nacional, tanto de importaciones como el de la Industria, alcanzaba a US$ 10 millones.
La producción nacional cubría una cuarta parte del mercado. Un 16.35% de su valor
comercial era captado por el Estado a través de los impuestos. La fuerza laboral era de
5.005 trabajadores, cada uno anualmente producía US$ 518. Se debería comparar con
la productividad de otros países. Requerían, por otra parte, cerca a US$ 4 millones año
para adquirir materias primas y otros.

26En la medida en que se introducía el “Dirigismo de Estado”, como lo denominaban en


la época, los industriales se sintieron amenazados por la sindicalización obligatoria, el
intento de participación del Estado en sus activos, la limitación de sus utilidades en un
15%.

27En 1936, había 301 establecimientos. El 61% de su producción con materias primas
extranjeras. En 1937, las inversiones habían alcanzado a US$ 1.729.106.6 y las ventas
alcanzaron a US$ 2.352.850.
Ciclos políticos del siglo XX
boliviano
La idea de esta ponencia es bosquejar de manera sintética los tres momentos de
cambio y reforma más global en lo político que han marcado y definido la vida social y
la historia boliviana que serían: la revolución federal, la revolución del 52 y los procesos
de reforma post 85.

2El objetivo más específico y peculiar de este trabajo sería el análisis que llega a
establecer las formas de descomposición de las estructuras políticas entre el inicio de
un ciclo y otro y no así las formas de desarrollo, luego de haber establecido
sintéticamente la forma de composición en el inicio de cada ciclo.

3Esto se debe a que considero que luego de un gran momento de cambio o


reconfiguración política y social, en la historia boliviana generalmente no se ha
experimentado lo que se suele llamar desarrollo sino lo contrario, la descomposición.
Esto significa que creo que en el inicio de un ciclo político se ha experimentado y
configurado la expresión más amplia o desplegada, que luego sólo se va encogiendo o
desarticulando hasta un próximo momento de ruptura o reciclaje más o menos global
de la política.

4A veces el calendario nos plantea momentos de evaluación de la historia. Un fin de


siglo generalmente es una coyuntura en que las sociedades e individuos tratan de
inventarse o imaginarse un futuro haciendo una revisión o una nueva versión del
pasado histórico, conveniente para las cosas que quieren hacer.

5Un modo de evaluar y parte de una evaluación histórica es el periodizar, el marcar o


establecer los hitos y las formas del cambio, reconfiguración y también reconfirmación
de las sociedades en el tiempo. La idea de ciclo es un modo de establecer una
periodiza-ción en torno al inicio y descomposición de un modo global de articulación
de una sociedad o país. Aquí intento un modo de priorización desde la política.

6Para efectos de este análisis sugiero entender por ciclo político el tiempo y el modo de
articulación de las formas de estados y gobierno con las formas de legitimación y
culturas políticas (de integración y resistencia) que hacen de cemento social, además de
las necesarias relaciones con la estructura económica y las relaciones de producción.

7En base a material historiográfico ya existente armo un esquema de ciclos políticos en


el siglo XX.

8El siglo XX para Bolivia comienza con la Revolución Federal. Las fuerzas que dominaron
el siglo XIX y las relaciones que lo caracterizaron se recomponen el último año del siglo.
Las cosas cambian, a la vez que renuevan y exacerban su vieja sustancia.
9Los países, en principio, son realidades que se articulan e inventan en torno a grupos y
estructuras de poder económico y político, es decir, en torno a formas de monopolio y
exclusión. Lo paradójico, pero a la vez la clave, de su constitución es que a la vez que
se establecen monopolios sobre los recursos, medio y dirección de la riqueza
económica y los procesos de gobierno político (es decir, las formas de exclusión) para
terminar de establecer, por lo menos cierto predominio, esos monopolios necesitaron
establecer políticamente fronteras territoriales dentro las cuales, sin embargo, se
necesita incluir a los excluidos del poder económico y político, justamente para
mantenerlo.

10En principio, los países son la delimitación de estos territorios del monopolio
económico-político, a veces también resultado de procesos de luchas más populares
por pertenecer a uno y no otro territorio y país, como lo muestra el caso de Tarija.

11Pero como no sólo existen los poderosos, las sociedades se mueven, y toda forma de
inclusión por más subordinada en algún momento trabaja para que se cumpla de algún
modo la promesa de la integración que políticamente se traduce en derechos, es decir,
puede haber democratización.

12Se podría entender por ciclo político todo un tiempo de experiencia social de una
amalgama o unión de un horizonte político-cultural que sintetiza los hechos ocurridos
en la clave predominante organizada y ejercida por el conjunto de instituciones, fuerzas
y fines o ideologías que hacen a la vida política de un país, por un modo predominante
de hacer y entender las cosas.

13Un ciclo es el tiempo de duración de una determinada composición global de la


sociedad, que pasa por las diversas fuerzas marcadas por los cambios y reajustes
parciales, y desgaste y descomposición de aquellos que intervienen en la configuración
del momento inicial o novedad macro histórica.

14En este breve texto sostengo la hipótesis de que los ciclos políticos del sigo XX en la
historia boliviana, se caracterizan por haberse iniciado con un momento intenso de
revolución o reforma política y social; en el que se han rearticulado significativamente
las clases y grupos sociales a la vez que se ha experimentado un momento de fuerte
cambio de creencias.

15Hay una primera fase de inicio del ciclo político en el que se experimenta el
despliegue de las más amplias articulaciones sociales y políticas, en términos de
instituciones, de políticas y estado, como de proyecto político y dirección. Luego se
pasa a vivir un conjunto de fases secundarias que se caracterizan por ser un tiempo
más largo de descomposición, de las articulaciones entre el estado y la sociedad, de las
instituciones políticas, justamente por lo anterior, y también de la dimensión de
dirección moral e intelectual.

16En este sentido, los tiempos de crisis políticas siempre han sido más largos que los
de estabilidad y desarrollo. La modalidad de la crisis y el modo de preparación de un
siguiente ciclo varían de un tiempo a otro. Trataré de bosquejar al respecto la
especificidad de cada uno.

17El siglo XX para Bolivia empieza con la Revolución Federal en 1899, de un modo


peculiar, ya que se trata de un hecho histórico que contiene: a) un cambio o reajuste al
interior de los grupos dominantes, que empieza como enfrentamiento y acaba como
alianza política y racial con nuevo predominio, para mantener la exclusión de los indios.
Si bien hay una guerra civil en el inicio, el resultado puede pensarse como una forma
parcial de revolución pasiva, es decir, cambio arriba y desde arriba; b) la confluencia y
condensación en una guerra civil, de un doble conflicto o las dos contracciones políticas
centrales a fines de siglo en Bolivia, que resulta de la exclusión política de las
comunidades de las culturas locales, que se vuelve rebelión y guerra cuando se pasa de
la resistencia al intento de ruptura; la otra es más reciente y tiene que ver con la pugna
entre mineros de la plata que a su vez son el poder político de la estructura
terrateniente y tributaria que dominaron el país desde la Independencia, y los nuevos
mineros del estaño y el comercio más sintonizados con las tendencias y redes del
mercado mundial de fines de siglo. La rebelión indígena sirve para posibilitar un cambio
de composición predominante en los grupos dominantes a la vez que para reunificarlos
en contra suya. Por eso, se inicia el nuevo siglo con un nuevo ciclo político que en
realidad prepara la continuación (recompuesta políticamente) por medio siglo más, de
las viejas estructuras sociales señoriales y tributarias del siglo XIX boliviano. La
Revolución Federal recicla y recompone la sustancia social del siglo XIX.

18La nueva alianza liberal-conservadora permite una fase de política censitaria y


convivencia gubernamental hasta la década del 20, décadas del debilitamiento de su
predominio político. A partir de la década del 20 se vive el tiempo de la creciente
descomposición del orden político que sale de la Revolución Federal. Es el tiempo de la
descomposición de los partidos oligárquicos tradicionales, que se fragmentan, por un
lato, y de la existencia débil a la vez que autoritaria del poder político del país debido a
la situación instrumental en que se lo pone en relación a los intereses de los principales
mineros del estaño.

19Quiero distinguir descomposición de crisis en sentido estricto. La descomposición


forma parte de la crisis, es el momento del deterioro endógeno de las relaciones; la
crisis aparece cuando alguien la produce, es decir, cuando se produce el alejamiento o
separación de las estructuras y relaciones dominantes en torno a formas que escapan a
la articulación predominante y su forma de síntesis política y social.

20En breve, mi hipótesis es que el largo tiempo de la crisis de este orden social
corresponde al tiempo de organización de una sociedad civil por parte de los sectores
sociales urbanos y mineros incorporados de alguna manera a esferas de economía
capitalista y mercantil pero que no estaban excluidos o no gozaban plenamente de
ciudadanía y acceso al poder político.
21Es la organización de esa sociedad civil la que prepara la crisis y la revolución del 52,
que marca el fin del orden político del ciclo anterior, y el inicio de un nuevo ciclo
político en el país.

22Por un lado, se podría decir que la revolución resulta en un hecho histórico que nos
contemporaneiza con la historia mundial, con los desarrollos políticos del siglo XX. Es
un hecho condensador de varios procesos a la vez que un modo de saltar en el tiempo,
con la carga y preparación previa, claro. Digo que el 52 nos contemporaneiza con el
mundo en lo político, ya que para empezar asume, por lo menos formalmente, la
universalización de la ciudadanía, a la vez que adopta significativamente rasgos de
estado benefactor. Esto significa que el proceso político combina el reconocimiento e
instauración de derechos políticos de participación, con derechos sociales. Cosas que
fueron conquistadas en fases diferentes de democratización y reforma de los estados
modernos, generalmente los primeros como condición de los segundos. En América
Latina se tendió a su instauración simultánea cuando las reformas han venido
promovidas y acompañadas de movimientos políticos populares fuertes, y a la
anterioridad y predominio de los segundos sobre los primeros cuando la reforma del
estado básicamente ha sido iniciativa y ha estado a cargo de élites modernizantes que
controlan y median a los sectores populares, como el populismo.

23La clave del momento inicial de este nuevo ciclo político fue una fase de fuerte
interpenetración entre movimiento obrero y partido nacionalista dirigente, y de un
modo más general de la sociedad civil que puso en crisis el orden político preexistente.
En los primeros meses de la revolución se vive el despliegue de la nuevas articulaciones
sociales y políticas así como la realización de las reformas más significativas y se
emprende las reformas del estado, que si bien adopta una constitución e
institucinalidad liberal standard, funciona en los hechos como una articulación de
mediaciones corporativas modernas, más cercano al modelo socialdemócrata que al
liberal clásico.

24El punto central de mi esquema es que en el inicio de este nuevo ciclo político se vive
intensamente y de manera condensada el conjunto de nuevas posibilidades políticas y
de articulaciones sociales, a la vez que las reformas macro nacionales, y se pasa muy
rápidamente a un otro largo y sinuoso proceso de descomposición, en el se que se
pueden distinguir a su vez varias fases hasta la aparición de la crisis general.

25La primera fase de descomposición empieza a vivirse tempranamente cuando


empieza la separación de movimiento obrero y partido nacionalista, en torno a la
política y proyecto de desarrollo para el país, desde el mismo 52. El 53 aparece ya
claramente con la reorganización del ejército con apoyo y dirección norteamericana.
Esto es ya un índice de la articulación de las nuevas alianzas y articulaciones de sostén
del estado. EL MNR prefiere a los norteamericanos en sustitución de los obreros para la
reorganización y mantenimiento del estado.

26El grado de presencia del nacionalismo en el seno del movimiento obrero hace que
el MNR pueda mediar durante largos años, pero ya dentro de un proceso de
debilitamiento y descomposición de la base social del nuevo estado, que en vez de vivir
su fase de desarrollo político durante la década del 50, vive ya su descomposición.

27La primera fase de descomposición es la de la descomposición de la articulación


básica que produjo el 52 y posibilitó el nuevo estado. Son largos años de deterioro
creciente que llega hasta el golpe del 64, que marca el inicio de la fase de dictaduras
militares. Este tipo de autoritarismo ya es índice de que la descomposición ha
alcanzado tal grado que ya no hay articulación de fuerzas sociales y políticas internas o
nacionales que sostengan el estado con márgenes de consenso y autogobierno.

 1 Cfr. Zavalata, René, “Problemas de la determinación dependiente y la forma primordial”,


en América  (...)

28Esta fragilidad, producto de la descomposición del estado del 52 hace posible que la
determinación externa norteamericana pueda definir e implantar el nuevo régimen
político1, lo cual había preparado previamente con la convivencia interna del MNR.

29Un otro momento significativo de la descomposición del estado es el pacto militar-


campesino, que significa un segundo quiebre en la articulación básica del 52. Primero
estaba el eje movimiento obrero-partido nacionalista, que se rompe durante la década
del 50, y el segundo que consiste en la articulación obreros-campesinos-estado, se
rompe en la década del 60, manteniendo parte del campesinado en relación con parte
del estado (el ejército) contra los obreros.

30Ya no queda nada de la sustancia social del 52 como contenido del estado, sin
embargo, se vive el tiempo de descomposición de las estructuras ideológicas, políticas
y económicas de que éste creó: el nacionalismo y el estado agente regulador y
propietario del conjunto de monopolios económicos.

31Considero que es nuevamente la reorganización y revitalización de la sociedad civil


excluida de la política la que prepara la crisis de las dictaduras y prepara también las
condiciones sociales de fase de democratización.

32En este ciclo político y en esta fase de autoritarismo, es básicamente el movimiento


obrero el núcleo articulador de la sociedad civil que produce la crisis, el articular en
torno suyo a los sectores populares que el estado excluía y reprimía, o no lograba
mediar de algún modo.

33Se vive un intenso final de ciclo, ya que a la vez se exacerban el autoritarismo y la


descomposición política en el período de las breves dictaduras militares que resisten la
transición, como una muestra de sus crisis o falta de base social. Pero también se vive
con el gobierno de la UDP la experiencia de los límites de la reforma y dirección estatal
de la izquierda y del movimiento obrero en tanto capacidad para rearticular y reformar
el estado del 52 u otro. Con el gobierno de la UDP se acaban todas las posibilidades de
las fuerzas políticas que se desarrollan en y caracterizan el ciclo político del 52, que es
el año que más intensamente se vivió el siglo XX en Bolivia.
34A partir de 1985 se inicia un nuevo ciclo político que empieza a desmontar la
estructura económica del estado del 52, y prepara la rearticulación y acomodo del país
a los cambios del sistema mundial. Este nuevo ciclo político y su primera fase de
reformas empieza en base a una articulación de parte de las élites económicas y
políticas del país con los poderes económicos transnacionales y sus agencias mundiales
de regulación de las políticas económicas.

35Se trata de un proceso de reformas promovido por élites políticas y económicas


locales junto a élites económico políticas transnacionales. Por eso su implantación se
dio caracterizada por un fuerte enfrentamiento con obreros, campesinos y otros
sectores populares. Las reformas tuvieron que implantarse con varios estados de sitio
ante la falta de consenso, y falta de discusión y negociación previa a los cambios.

36En este nuevo ciclo, en la medida que no es una revolución, se vive un conjunto de
fases de implantación del nuevo orden político y económico que se extiende por una
década, hasta 12 años.

37El eje político y social del nuevo ciclo político consiste en la articulación de las élites
económicas o clase dominante del país, con la mayoría de las élites de los partidos
políticos, que a su vez están dirigidos por los principales empresarios del país; y de
todos ellos con el capital transnacional y sus agencias internacionales de regulación de
la política económica y de la reforma del estado.

38Esta articulación predominante, sin embargo, necesita para estabilizar el nuevo orden
en el mediano plazo, modificar las anteriores relaciones con la sociedad civil. En este
sentido, la primera fase de reformas que es la de estabilización monetaria y
desmantela-miento de la minería estatal, es también de enfrentamiento con los
sindicatos y de su debilitamiento como articuladores de la sociedad civil.

39Para que el modelo tenga éxito era necesario debilitar y desorganizar a los sindicatos,
así se declaró y se hizo. El estado practicó una represión selectiva de las demandas, por
la que casi ninguna demanda de la COB era aceptada y procesada, a no ser en
momentos de intensa movilización y conflicto.

40El primer gobierno del MNR es el de la desorganización del estado del 52 y la


implantación a la fuerza, del nuevo modelo de regulación neoliberal sustituto.

41El segundo movimiento que coincide con el segundo gobierno del MNR es el intento
de la construcción hegemónica, en los márgenes que lo permite el modelo neoliberal y
el carácter oligárquico del poder político y económico en el país. A la vez es la segunda
fase de liquidación de las estructuras anteriores, con la capitalización de las principales
empresas del estado a manos de capitales transnacionales.

42En la primera fase se debilita y desorganiza a las fuerzas sociales que sostenían la
estructura económica del estado del 52, por el lado del trabajo. En este segundo
movimiento, se pasa a desorganizar las condiciones jurídicas y económico-
institucionales de ese estado. Con esas reformas a la vez se arma el esqueleto de las
nuevas estructuras de la propiedad, dirección, usufructo y poder de la economía del
país.

43A la implantación de este núcleo duro del proyecto y del modelo, le acompañan
procesos de producción de la legitimidad y el consenso. El principal, a mi parecer, es la
reforma de la sociedad civil, es decir, una política orientada a la sustitución del
nacionalismo revolucionario como sentido común predominante, por un conjunto de
creencias liberales difundidas por los medios de comunicación nacionales y
transnacionales, pero sobre todo inducidas por los cambios en la economía; de tal
manera de hacer compatibles en ciertos márgenes urbanos la nueva dirección del
estado con la sociedad civil que gobierna. En esto se ha avanzado bastante en los
núcleos urbanos, por lo menos en lo que se llama consenso pasivo.

44Todo esto ha estado acompañado por un nuevo monopolio de la representación


política en un sistema de partidos de mediana fragmentación, que ha confluido en
torno a la aceptación de implementación del modelo neoliberal.

45Mi hipótesis es que el ciclo de implantación, organización y desarrollo del nuevo


orden que caracteriza el nuevo ciclo político iniciado el 85 ha terminado. Considero que
hemos empezado a vivir la primera fase de descomposición que se caracteriza por la
falta de dirección estatal y perspectiva de construcción hegemónica; por fuertes pugnas
entre partidos de gobierno en base a nimiedades políticas, lo cual señala que la política
está dominada ya por las pugnas entre mezquinos intereses personales y de grupo. El
Gobierno y el estado se vuelven así un espacio de creciente corrupción, prebendalismo,
clientelismo y otras formas de la descomposición de las relaciones políticas y del
gobierno de un país. No se vislumbra ningún nuevo movimiento de desarrollo político
dentro de este ciclo, incluso en un eventual nuevo gobierno del MNR.

46Considero que estamos empezando a vivir el largo tiempo de la descomposición


política y, en consecuencia social, del orden implantado desde el 85. No hay ninguna
posibilidad de que a corto plazo movimientos de la sociedad civil posibiliten una fase
de desarrollo político dentro de este ciclo o su fin y el inicio de otro; porque sospecho
que en una parte significativa de la sociedad civil también están presentes los mismos
rasgos de descomposición que caracterizan al sistema de partidos y al gobierno,
aunque en menor medida. Considero que vamos a vivir un tiempo más o menos largo
de descomposición en que estado y sociedad civil se corresponden en su núcleos
predominantes.

47Más bien la historia es un proceso abierto, impredecible en parte, porque las


capacidades sociales producen novedades, pero no a partir de nada. Lamentablemente
empezaremos el nuevo siglo sin novedades en términos de desarrollo político.

Bolivia a principios del Siglo XX


Situación política, económica y social

Los gobiernos liberales van a ser quienes gobiernen nuestro país, son ellos quienes tienen todo el
poder social, económico de un país que no terminaba de organizarse, y fueron ellos también que en
el siglo anterior van a ser artífices directos o en algunos casos indirectamente de la perdida de
territorios como el Litoral, el Acre y el Mato Grosso.

Empresario gomero con sus empleados

La economía de nuestro país va estar bajo la reactivación de la minería, y un nuevo recurso natural
como es el caucho, serán estos dos elementos que estén manteniendo de alguna manera nuestro
país, y sin olvidarnos de los impuestos que pagaban indígenas y la clase obrera, para la explotación
de estos recursos naturales en gran medida serán los adelantos que el ser humano va a realizar
como por ejemplo la invención del automóvil, o la realización de las guerras mundiales en la primera
mitad de siglo.

También el siglo XX va a sorprender a nuestro país con una guerra civil, cuya consecuencia será el
traslado de la sede de gobierno de Sucre hacia La Paz, el presidente en ejercicio es José Manuel
Pando, gran expedicionario del norte de nuestro país, sus vicepresidentes eran Lucio Pérez Velasco y
Aníbal Capriles, también se decreta la libertad de imprenta, pues hasta ese entonces la emisión de
libros o folletos de prensa, era solo para un grupo aún más reducido, en ese periodo se va a discutir
con gran fuerza si el país debería adoptar el modelo federal o unitario, se impuso la segunda
opción ,el país seguirá adoptando el modelo unitario, esto quiere decir con un gobierno central, esta
vez asentado en la ciudad de La Paz.

Simón I. Patiño descubre la mina la Salvadora, gracias a ella se enriquecerá hasta convertirse en uno
de los hombres más ricos del mundo, pero todo los ingresos se iban al extranjero, solo el 3% se
quedaba en nuestro país, se llega al colmo de que este empresario minero incluso se dará el lujo de
prestar dinero al Estado, con la condición de que no suba los impuestos durante un tiempo
determinado, a él se suman dos empresarios más que se hacen llamar Barones los cuales fueron,
Patiño, Hoschild y Aramayo, se realizara un nuevo censo en nuestro país donde se llegara a los
siguientes resultados:

· La población total de Bolivia 1.816.271

· El 60% eran indígenas

· 36% mestizos y cholos

· 4% blancos o descendientes de europeos

Estos últimos y los mestizos gobernaban el país y decidían el destino que se tendría que seguir.

Suben al poder los liberales, quienes van a apoyar una doctrina económica, política y filosófica,
basada en el libre comercio y el liberalismo de la época, desarrollando en lo personal por encima del
Estado, aun enajenando o adueñándose de los recursos naturales de nuestro país, otros gobiernos
liberales que siguieron fueron, José Manuel Pando, Ismael Montes, Eliodoro Villazon, Nuevamente
Ismael Montes y José Gutiérrez Guerra, a ellos siguieron los republicanos que no pudieron hacer
grandes cambios, pues la sociedad había adoptado y aceptado el modelo liberal; entre los
republicanos tenemos a, Bautista Saavedra, Felipe Segundo Guzmán, Hernán Siles, Carlos Blanco
Galindo, Daniel Salamanca y José Luis Tejada Sorzano, ellos abrazan el mismo modelo económico,
con la diferencia de que planteaban lucha contra la corrupción, independencia de los poderes,
reducir la deuda pública.

La situación económica liberal estaba basada exclusivamente en la explotación de los minerales y el


caucho.

El estaño fue el mineral más explotado y exportado a Estados Unidos y países europeos como
Inglaterra, Francia y Alemania, estos países necesitaban para la fabricación de armamentos y
artefactos electrodomésticos que en la época se fueron masificando, a causa de las dos grande s
guerras mundiales y de los locos años 20 (prosperidad y lujo de la sociedad con invención de
artefactos electrónicos como lavadoras, licuadoras, televisión, y otros mas)

La explotación del estaño estuvo a cargo de los tres grandes barones, Patiño, Aramayo y Hoschield,
estos señores explotaban con grandes ventajas, entre las que podemos mencionar por ejemplo,
primero el 50% del total de las exportaciones lo realizaba Simón I. Patiño, quien se convertirá en un
magnate de talla mundial, funda en nuestro país su propio banco el Mercantil, y otras tantas
empresas en el exterior, con el capital que se había hecho gracias a los minerales de nuestro país, y
el gobierno nada o poco hacía para regular dicha explotación, solo el 3% de todo lo que se
explotaba, se quedaba en las arcas del país, el Estado recibía dividendos, o su parte, y aun así era un
ingreso significativo, lo cual sirvió para atender las necesidades de la población, en servicios como
salud, educación y seguridad, y aun con ese porcentaje que recibió el Estado, se experimentó un
crecimiento significativo, pues para darse cuenta que si el gobierno hubiera tenido la oportunidad de
explotarlo, la cantidad de dividendos que se hubiera llegado a percibir, este barón y los otros dos
que tenían el control total de la explotación de los minerales, llegaron incluso a tener que prestar
dinero al Estado, el primero lo hizo con 600 mil libras esterlinas, con la condición clara y tajante de
que, no deberían subir los intereses y aranceles en los próximos 5 años, lo cual ellos (Barones)
fueron favorecidos por ese convenio, se dieron a la tarea de sobre explotar, sus empleados de igual
manera fueron explotados, pero sobre todo los mineros, que trabajaban en interior mina, cavando y
sacando el mineral, ¿acaso esto no se llegó a asemejar a la explotación en la colonia?.

Al norte de nuestro país ocurría algo semejante con los siringueros, o explotadores de la goma,
Nicolás Suarez un hacendado que había nacido en Santa Cruz pero radicado en Beni desde muy
temprana edad, será el personaje que se enriquecerá, con los recursos naturales y la explotación de
la gente humilde, fueron parecidas las facilidades que el gobierno otorgo, dando total tutela para la
región al hacendado Suarez, no cobrando los impuestos que se debería hacerlo, dejando que sobre
explote tanto de los recursos como de la gente, con salarios bajos, todo lo explotado era para sí
mismo, y no para el Estado, explotando 64 mil Km2, con más de 20 entradas, y la sobre explotación
llego a las 5 mil toneladas métricas.

Al igual que en la colonia en tiempos de los españoles, tanto en el gobierno de los liberales y
republicanos, hubo dos grupos bien diferenciados, los explotadores y explotados, por cierto la
minoría de la población, blancoide, gozaban de poder económico y político, y los explotados,
conformado por la gran mayoría de la población, campesinos, mineros, obreros y mestizos quienes
querían pertenecer a toda costa al primer grupo.

3. Liberalismo (1900-1930), en los albores del siglo xx De esta manera, el siglo xx tuvo un mal
comienzo. Varios tristes hechos marcan sus inicios: sequía, hambruna, peste, guerras, asesinatos de
caudillos indígenas y expansión de las haciendas en desmedro de las comunidades indígenas.
Además, las decisiones nacionales estaban en manos de una élite indolente con la situación de los
indígenas y sólo respondían a los intereses de la gran minería de entonces. Seguían concibiendo a
Bolivia como una gran mina, no como una Nación. A partir de diferentes censos realizados desde la
fundación de la República hasta 1900, se destaca que la población creció lentamente, con una tasa
anual de apenas 0,54 por ciento.18 En 1900, la población de 18 años o menos alcanzaba el 72 por
ciento del total. Ambos datos sugieren que la esperanza de vida era muy baja, posiblemente, de 40
años o menos19 y teniendo en cuenta que la tasa de fecundidad debió ser alta, cabe suponer que la
tasa de mortalidad, sobre todo, la infantil 17 En diciembre de 1878, el periódico El Industrial hacía un
recuento del mes en Sucre. Unas 49 personas habían muerto por inanición en el hospital y 11
cuerpos ya sin vida se habían recogido de las calles. “Ayer falleció un indio en El Tejar. Le faltaron
fuerzas para llegar hasta la “Olla del Pobre”. Tres cadáveres, para cuyo enterramiento hubo demoras
burocráticas, fueron festín de los buitres del cementerio”. 18 Las tasas de crecimiento poblacional
mencionadas en este capítulo han sido calculadas por el autor utilizando la fórmula r= ln(pt+n/pt )/n
entre dos periodos sucesivos. Cuando había más observaciones, se ha hecho una regresión logística.
19 En la década del setenta del siglo xx, aún la esperanza de vida era sólo de 43 años (Censo 1976).
50 un siglo de economía en bolivia (1900-2015) era muy elevada. Esta información sobre población
hace presumir que no hubo ganancias de productividad a partir del capital humano.20 Con la
estimación del Producto Interno Bruto elaborada por Peres-Cajías y Herrans-Loncán (2015), se
estima (grosso modo) que la tasa promedio de crecimiento del pib entre los años 1846 y 1900 fue de
0,89 por ciento anual arrojando un crecimiento per cápita de alrededor de 0,35 por ciento. Cuadro
Nº 1 Tasas de crecimiento poblacional siglos XIX y siglo XX Siglo En porcentaje Siglo XIX 0,54 Primera
mitad siglo XX 1,01 Segunda mitad siglo XX 1,77 Siglo XX 1,62 Fuente: Censos de Población y
estimaciones propias. Elaboración: Propia. El Censo de Población de 1900 es una importante fuente
de información sobre el estado de la Nación a comienzos de siglo. Su revisión valida en buena
medida las estimaciones de Peres-Cajías y Herrans-Loncán, aun si se trata de estimaciones sujetas a
error. Una variable importante relacionada con el desarrollo es el crecimiento de la población
(cuadro Nº 1) y otra es el agrupamiento de la población en centros urbanos que faciliten la oferta de
servicios de educación, de atención a la salud, agua, alcantarilla, etc. El cuadro Nº 1 muestra que en
el siglo xix la población creció a un ritmo anual de apenas 0,54 por ciento y que en la primera mitad
del siglo xx llegó sólo a 1,01 por ciento. No se tiene estimaciones de la esperanza de vida en el
periodo anterior a la década del sesenta del siglo xx, pero los datos posteriores,
impresionantemente bajos, sugieren que pudieron llegar a niveles alarmantes. Paralelamente, las
tasas de mortalidad infantil, incluso en la segunda mitad de siglo fueron muy elevadas (cuadro Nº 2)
Cuadro Nº 2 Esperanza de vida y Mortalidad Infantil 1960-2015 Décadas Esperanza de Vida Tasa de
Mortalidad Infantil Década del sesenta 45 161 Década del setenta 49 131 Década del ochenta 54 101
Década del noventa 59 74 Primera década del siglo XXI 65 48 Tercer quinquenio del siglo XXI 70 34
Fuente: WDI e INE (varias publicaciones). Elaboración: Propia. 20 La idea que el capital humano
genera riqueza está poco interiorizada en Bolivia donde se acostumbra pensar que minería ya gas
son los que la generan. Tampoco es usual discurrir sobre la importancia de los movimientos
poblacionales, la educación y la salud en las ganancias de productividad. el desarrollo de bolivia en el
siglo xx y a comienzos del siglo xxi 51 Generalmente, se define un centro urbano según la cantidad
de gente que tiene. Pero no hay mucho consenso sobre cuál debe ser esa cantidad, por lo que el
cuadro Nº 3 muestra diferentes alternativas. Cuadro Nº 3 Conglomerados humanos en 1900 Tamaño
Población Urbana Porcentaje 200 o menos 439.441 73 1000 o menos 192.780 88 2000 o menos
184.181 89 5000 o menos 160.209 90 Población total 1.633.610 Fuente: Cálculos propios con base
en el Censo 1900. Elaboración: Propia. La publicación del Censo 1900 estima que la población urbana
alcanzaba al 26,9 por ciento definiendo como urbano las poblaciones de 200 o más habitantes. Ello
implica que 73,1 por ciento vivía en poblados pequeños de menos de 200 habitantes, en forma
dispersa.21 Aceptando que una población urbana tiene 5.000 o más habitantes, la población urbana
en Bolivia en el año 1900 era sólo del 10 por ciento lo que dificultaba la comunicación entre
personas. Luego, tampoco se puede concluir que desde la fundación de la República se haya
mejorado la densidad de las relaciones interpersonales y la comunicación, condiciones básicas para
el logro de consensos y cohesión social, en particular, para suponer que a comienzos del siglo xx,
Bolivia se había constituido como una Nación.22 En 1900, la población de 7 años y más con por lo
menos instrucción elemental (sabe leer) era sólo del 16 por ciento, haciendo un total de 217 mil 593
personas. Es decir, el 84 por ciento de la población era analfabeta. Entre las personas de 15 años o
más, el 72 por ciento no sabía leer y escribir (cuadro Nº 4). En Potosí, el analfabetismo afectaba al 92
por ciento de la población y en La Paz al 90 por ciento. En esa época, en Argentina una mitad de la
población había sido alfabetizada y en Chile un tercio. La lenta adquisición de la lectura y la escritura
está ilustrada en el cuadro Nº 4. Obsérvese que incluso en 1950, sólo un 39 por ciento de la
población mayor de 15 años estaba alfabetizada. Sólo la población masculina, alfabetizada y con
ingresos de un cierto monto tenía derecho al voto. Teniendo en cuenta las tendencias anteriores, es
posible que solo un cuarto de ella haya ejercido sus derechos políticos, posiblemente un 4 por ciento
de la población lo que significaba que en muy pocas personas se concentraba el poder. 21
Posiblemente, entre 30 a 40 familias. Estos datos sugieren que es cierta la hipótesis enunciada en la
sección 2 de la alta dispersión de la población indígena antes de la llegada de los españoles. 22
Recuérdese la definición de Nación dada previamente. 52 un siglo de economía en bolivia (1900-
2015) Cuadro Nº 4 Población de 15 años y más que sabe leer y escribir (porcentaje) Años
Alfabetizados Analfabetos 1900 28 72 1950 39 61 1976 63 37 1992 80 20 2001 87 13 2007 91 9 2008
91 9 2009 91 9 2011 92 8 2012 94 6 2015 95 5 Fuente: INE Censos y Encuestas de Hogares.
Elaboración: Propia. En 1900, sólo el 11 por ciento de la población entre 7 y 13 años de edad estaba
escolarizado. En todo el país, apenas había 741 maestros que debían atender a 30 alumnos en
promedio con un presupuesto moderado. Sobre el total de rentas de la nación (nacional,
departamental y municipal), los gastos en educación primaria significaban el 6,04 por ciento, el de la
secundaria, 1,02 por ciento y el de la universitaria el 0,75 por ciento. Todo lleva a afirmar que el país
otorgaba muy poca importancia a la educación. Tampoco daba importancia a la salud. Había un
Ministerio de Instrucción (Educación), pero no había uno de salud. En todo el país, había apenas 476
médicos debiendo atender cada uno a 3.432 habitantes. Se tenía 326 ingenieros, pero abundaban
los abogados (1.546), militares (2.343) y religiosos (1.106). Cuadro Nº 5 Clasificación de la población
por “raza”, 1900 Raza Porcentaje Blancos 14,64 Mestizos 29,45 Indígenas 48,42 Negra 0,18 No
consta 7,31 Fuente: Censo del 1900. Elaboración: Propia. La población indígena fue víctima de
exclusión. El Censo 1900 clasifica a la población por lo que llama “raza”, concepto decimonónico y
confuso, pero vale la pena ver su resultado en el cuadro Nº 5 para cuantificar a la población excluida:
cerca de la mitad de la población era indígena y una buena parte de los llamados mestizos también
eran excluidos. Grosso modo, eran víctimas de la exclusión el 70 por ciento de los ciudadanos. Los
llamados blancos eran, casi todos ellos, nacidos en Bolivia, pues el Censo 1900 el desarrollo de
bolivia en el siglo xx y a comienzos del siglo xxi 53 reporta sólo 7.425 extranjeros, muchos de ellos,
provenientes de las naciones vecinas, y 338 españoles. Luego, la exclusión así como la apropiación
de tierras de los indígenas son básicamente imputables a los propios nacionales. Luego, la mayoría
de la población no tenía participación en las decisiones nacionales, era víctima de la exclusión y
discriminación, no tenía acceso a la educación ni a los servicios de salud, en consecuencia, se puede
suponer que no tenía interés en conformar una Nación. Por Decreto Supremo fue aprobado el Censo
1900 por lo que se supone que no sólo las cifras que proporciona sino también sus comentarios
hacen parte de los conceptos que manejaban el gobierno y las élites en esa época. En este sentido, y
para ilustrar las actitudes de exclusión y discriminación que sufría una buena parte de la población,
se reproduce los siguientes segmentos del texto: “…si ha habido una causa retardataria en nuestra
civilización, se la debe a la raza indígena, esencialmente refractaría a toda innovación y a todo
progreso”. “Sobre el indio pesan los más duros trabajos de mineralogía, de agricultura, de servicio
público y privado de los hacendados y arrendatarios”… “Al indio se lo mira con indiferencia y con
desprecio, se lo considera como esclavo destinado a servir, sin que tenga derecho a quejarse. Los
trabajos más penosos del campo y de la mineralogía parecen ser reputados como propios y
obligatorios del indio; lo mismo los oficios más viles de la sociedad”. “El indio no tiene aspiración
alguna, no es codicioso ni regalado y está muy contento de su estado pobre. De aquí proviene que él
no siembra más de lo que puede calcular y lo muy preciso para el sustento de la familia, para pagar
tributo y hacer alguna fiesta”. “La necesidad que los obliga a ponerse en contacto y en relación con
sus dueños, con las ciudades y con las Autoridades, en nada ha influido a mejorar su condición y
hacerle avanzar un paso en el camino de civilización”. Sobre las condiciones de hábitat de los
indígenas, el Censo 1900 dice: “La casa del indio es una pequeña y miserable choza hecha con barro,
piedras y con techadura de paja. Dentro de esta lóbrega y deseada habilitación, vive toda una
familia, en la que se recoge por la noche, recostándose sobre la desnuda tierra o sobre vellones de
cordero carcomidos. En toda la extensión de la República se ven ranchos de indios diseminados por
los campos, por los montes, por los valles y quebradas, en terrenos pertenecientes en su mayor
parte a los señores propietarios: solamente en las Parroquias y Anexos viven reunidas con más
comodidad unas cuantas familias”. Sorprendentemente, el texto del Censo 1900 reconoce, de todas
maneras, la importancia del indio en la economía, aspecto que es corroborado por las cifras:
“Entretanto, la raza indígena va disminuyéndose paulatinamente con grave perjuicio de la industria y
la agricultura; y día vendrá que ella, tal vez desaparecerá del suelo boliviano”… Según el texto del
Censo 1900, el número de nacimientos de indios era inferior al de decesos (p. 36) pero no da cifras al
respecto. La mano de obra en las haciendas era proporcionada por los pongos a cambio del derecho
de producir en una pequeña parcela. Debían, además turnarse para hacer servicios domésticos en la
casa del patrón. En las minas, los indios trabajaban a sol y a sombra a cambio de pequeñas
remuneraciones. Pero, el signo más grave de la continuación del colonialismo fue el tributo llamado
54 un siglo de economía en bolivia (1900-2015) “contribución territorial de indígenas” impuesto a los
indios por ser considerado como tales y poder trabajar un pedazo de tierra.23 Este impuesto
representó del 31 al 51 por ciento de la renta departamental en los años 1900, 1901 y 1902. A la
vuelta del siglo se dio el auge de la plata y de la goma, con muy poca incidencia en el desarrollo.
Teniendo en cuenta que la diferencia entre el valor de las exportaciones y el de las importaciones
fue positiva durante muchos años, hasta decaer poco a poco el primer decenio del siglo xx,
corresponde preguntarse cuál era el destino de ese saldo positivo. Con frecuencia, se menciona,
pero sin datos, que era colocado en el exterior. Finalmente, cabe señalar que Bolivia comenzó el
siglo xx con una pesada deuda pública. Con relación al total de rentas (nacional, departamental y
municipal), la deuda interna significaba el 50 por ciento, la deuda externa el 78 por ciento y la deuda
total, el 128 por ciento. Para resumir los puntos importantes del texto anterior con relación al
desarrollo a comienzos del siglo xx se puede indicar: a) Se mantuvo el aislamiento secular de la
población indígena en lo que respecta a la propiedad, a la educación y a los derechos (humanos,
sociales, cívicos) lo que no contribuyó a la cohesión, a la formación de capital humano, social ni a la
constitución de una Nación. b) No hubo preocupación ni progreso en el campo de la educación. c)
No había preocupación por el estado de salud de la población. d) Con un nivel de educación
precario, era poco probable que hubiese incorporación o avances en tecnología. Era imposible
suponer que hubiese habido ganancias en productividad, luego que hubiese habido desarrollo. Por
otra parte, la importancia que se dio a la minería tuvo como efecto relegar las otras actividades
económicas, en particular, a la agropecuaria y a la manufactura. La economía crecía muy lentamente
a pesar de los importantes saldos positivos que dejaban las exportaciones con relación a las
importaciones. 4. Nacionalismo (1930-1952), poco después, hasta 1952 La primera mitad del siglo xx
muestra un panorama económico y social desolador no obstante el auge de la minería. En este
periodo, la población creció a un ritmo anual de solo 1,01 por ciento debido a sus malas condiciones
de salud y posiblemente a la Guerra del Chaco. El Producto Interno Bruto, a su vez, creció a un ritmo
anual de 2,5 por ciento o sea, al 1,46 en términos per cápita.24 Fue un periodo marcado por las
vicisitudes de la actividad minera (explicadas en otros capítulos de este estudio) y por el surgimiento
de reivindicaciones sociales relativas a la situación del indio y de la minería. En esta sección se
destacará aquellos factores que tienen que ver con el capital humano y el capital social que llevan a
mejorar las condiciones de vida y a aumentar la productividad laboral. 23 Tristan Platt (2016)
comenta que desde el punto de vista indígena este pago les garantizaba el acceso a la tierra. 24
Según estimación de Peres-Cajias. el desarrollo de bolivia en el siglo xx y a comienzos del siglo xxi 55
La metodología consiste en concentrarse en los resultados finales a la mitad de siglo registrados por
el Censo de 1950 y también por el Censo de 1976. Se dará también importancia al surgimiento de
movimientos e ideas orientadas hacia la construcción nacional. El censo de 1950 dio un resultado de
tres millones de habitantes, con predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población
aimara y quechua superior al 65 por ciento. Todavía el oriente no mostraba signos de crecimiento
significativo, La Paz tenía 320.000 habitantes. La población creció muy poco (1,01 por ciento anual)
pero el porcentaje de menores de 18 años bajó del 71 por ciento que era en 1900 a 44,4 por ciento
en 1950. La esperanza de vida alrededor de la década del sesenta llegaba a 43,5 años con una tasa
de mortalidad infantil de 225 por mil.25 En 1950, la tasa de analfabetismo era de 68 por ciento. La
población urbana llegaba a 34 por ciento y el 70 por ciento de la población económicamente activa
estaba ocupado en la agropecuaria. Sólo el 14 por ciento de las viviendas en área urbana tenían
conexión de agua. El número total de médicos en el sector público llegaba a 706. En más de 100
años de vida republicana, muy poco progreso se hizo en el campo social y político. En el 32 por
ciento de la población alfabetizada, un tercio ejercía sus derechos cívicos a través del voto. En las
elecciones de 1940, hubo apenas 58 mil votos. No obstante que en materia de formación de capital
humano hubo muy pocos avances en los primeros 50 años del siglo xx, hubo desarrollo de ideas e
interesantes movimientos sociales orientados a reorganizar la sociedad y la economía. El 2 de agosto
de 1931, Avelino Siñani, campesino y arriero aimara, y Elizardo Pérez, profesor rural, iniciaron la
construcción de una escuela para niños en Warisata, cerca de La Paz. Avelino Siñani, aprendió a leer
y escribir a ocultas del hacendado y se propuso compartir ese saber con los niños aimaras de su
comunidad. Ya en 1919 creó una pequeña escuela con ese fin. Warisata se convirtió en un modelo
educativo innovador. En 1908 surgió la primera organización gremial, la Federación Obrera Local.
Pocos años después, en 1918, fueron fundadas la Federación Obrera del Trabajo y la Federación de
Ferroviarios de Oruro. En 1914, surgió el primer Partido Socialista. Con el avance que hubo en
educación superior y la influencia de otros países de América Latina, muchos intelectuales se
plegaron a los movimientos reivindicativos a través de la prensa, de novelas, de canciones, de
pinturas, esculturas y sobre todo, de las universidades. La Federación Universitaria Boliviana (fub) se
creó el año 1928 y fue el semillero de las nuevas ideas revolucionarias que tendrían una gran
gravitación política en las décadas siguientes. En 1934, se fundó el Partido Obrero Revolucionario
(p.o.r), de tendencia trotskista, bajo el liderazgo de Tristán Marof y José Aguirre. El p.o.r. tuvo mucha
influencia en los movimientos sociales, especialmente en mineros y universitarios. En 1946, se
aprobó en un congreso de trabajadores mineros la Tesis de Pulacayo, propuesta por el p.o.r, y que
sería durante mucho tiempo uno de los principales referentes del movimiento minero. Las duras
condiciones en las que trabajaban los mineros y el hecho de estar concentrados en pocas minas y
regiones los llevó a crear, en 1944, la Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, liderada por
Juan Lechín. En 1940 se fundó el Partido de Izquierda Revolucionaria (p.i.r.) que posteriormente
daría lugar al Partido Comunista de Bolivia 25 Es la cifra que proporciona el ine. El cuadro Nº 2,
elaborado con base en el wdi del Banco Mundial, menciona 161 por mil. Ambas cifras son altas y
preocupantes. 56 un siglo de economía en bolivia (1900-2015) (p.c.b.) y en 1942, se fundó el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (m.n.r.). Estas tendencias políticas se diferenciaban entre sí,
pero estaban insertos en las corrientes de la época que propugnaban “tierras al indio y minas al
Estado” y exigían que el estado asumiera un papel proactivo en la educación, en la salud y el
bienestar de toda la ciudadanía. Fue una de las pocas veces que se discutió seriamente en Bolivia la
situación de los indios y el poder omnipresente de la minería, a la vez que se lanzaron consignas
orientadas a la construcción nacional y el desarrollo. A fines de los años 50 se formó la Unión de
Mujeres de Bolivia, (umbo), que intentó integrar a las mujeres a la actividad político partidaria. Se
dieron, simultáneamente, muchas revueltas campesinas, relativamente aisladas hasta finales de la
década del cuarenta. La Guerra del Chaco facilitó el intercambio de ideas entre diferentes grupos
sociales en torno a las difíciles condiciones de vida de campesinos26 y mineros. Los bolivianos
empezaron a conocerse entre sí. Esta guerra llevó también a la reversión de las concesiones
petroleras de la Standard Oil Co en 1936 y a la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales
Bolivianos (y.p.f.b.). El movimiento social fue exacerbado por los abusos del poder oligárquico en
torno a los propietarios de las minas y de las haciendas que dieron lugar a manifestaciones
populares y a masacres de campesinos y de mineros. Entre éstas, se destacan: – 1914: Huelga
minera en Llallagua. – 1921: Levantamientos indígenas en La Paz. – 1921: Conflictos laborales en la
Empresa Minera Llallagua. – 1923: Masacre de mineros en Uncía. – 1926: Sublevación de indígenas
en Chayanta. – 1936: Huelga General impulsada por el poderoso sindicato de gráficos. – 1942:
Masacre de mineros en Catavi con intervención del ejército. El 21 de diciembre de 1942 tuvo lugar la
masacre de Catavi, bajo la presidencia de Enrique Peñaranda (1940-1943). El gobierno de Bolivia
había colocado bajo control militar a todas las minas, con el argumento de garantizar el suministro
de materias primas a los aliados durante la segunda guerra mundial, lo que hacía necesario que las
operaciones mineras se desarrollaran dentro de un marco de orden y seguridad. Una mujer, María
Barzola, es recordada como heroína de la lucha contra el ejército. Se representa a María Barzola
envuelta en una bandera tricolor, a la cabeza de una columna de 8 mil mineros, enfrentando al
Ejército en un campo que años después llevaría su nombre. En el año 1943, el Movimiento
Nacionalista Revolucionario propició un golpe de estado y entregó el poder al general Gualberto
Villarroel (1943-1946). Las fuerzas armadas, tradicionalmente golpistas, tuvieron un rol importante
en esa primera mitad de siglo (y también después), a veces a favor de la oligarquía, otras veces en lo
que se llamó el socialismo militar. Este movimiento se generó en 1936 con la presidencia del Coronel
David Toro (1936-1937) y fue fortalecido con la legendaria figura del Coronel Germán Busch (1937-
1939). En 1940, asumió la presidencia el General Enrique Peñaranda (1940-1943) con el apoyo de la
izquierda. Todas estas tendencias políticas propugnaban la dignificación de los indios. Bolivia
empezó a ocuparse y preocuparse por ellos. 26 Se empezó a hablar de campesinos, abandonando el
viejo vocablo de indio. el desarrollo de bolivia en el siglo xx y a comienzos del siglo xxi 57 Fue
durante la primera mitad del siglo xx con sus vaivenes políticos, económicos e ideológicos que por
primera vez surgieron en Bolivia planteamientos orientados a construir una Nación en el sentido
mencionado en la sección Nº 1 de una comunidad de personas con objetivos comunes y dispuestos a
cooperarse para alcanzarlos. Por primera vez, se encaró el problema de la integración de los
indígenas y el papel del estado. Sin duda, fue solo un comienzo. Pero, desde entonces, se hablaría de
la economía del país, y no sólo de la economía de las minas27 o de la situación de las pocas
haciendas que había. Este periodo también se caracteriza por intentos de instalar una nueva
institucionalidad y mejorar la existente así como la de invertir en una significativa red ferroviaria. Los
avances institucionales más destacados en esa época fueron: – 1909: Profesionalización de docentes
con la creación de la Escuela Normal de Sucre dirigida por el profesor belga Georges Rouma y
acompañada por otros docentes de igual nacionalidad. – 1925: Se introduce el impuesto a las
utilidades mineras. – 1928: Se crea el Banco Central de Bolivia. – 1928: Se promulga la nueva Ley
General de Bancos. – 1926: Se impone la Reforma universitaria. – 1932: Se promulga la Ley de
Control de Cambios. – 1936: Se promulga la primera legislación del trabajo. – 1936: Se crea el Banco
Minero. – 1942: Se crea el Banco Agrícola de Bolivia. – 1945: Nueva reorganización del Banco Central
de Bolivia. – 1945: El gobierno organizó el primer congreso indigenista, en el que se abolió el
pongueaje aunque continuó en una buena parte de las haciendas. – 1947: Se permitió por primera
vez el voto de las mujeres en elecciones municipales. En este periodo, hubo importantes esfuerzos
para establecer una red ferroviaria, en gran medida para satisfacer los requerimientos de la minería.
Los avances que se dieron en este dominio fueron los siguientes: – 1904: Se firma el Contrato Speyer
y se inicia la construcción del ferrocarril Arica-La Paz. – 1905: Se inaugura el ferrocarril Guaqui-La
Paz. – 1913: Se inaugura el ferrocarril Arica-La Paz. – 1914: Ferrocarril Uyuni-Atocha. – 1917:
Ferrocarril Oruro-Cochabamba. – 1923: Se inaugura el ferrocarril Machacamarca-Uncía. – 1925: Se
inaugura el ferrocarril Villazón-Atocha. – 1941: Se firman acuerdos con Argentina y Brasil para la
construcción de los ferrocarriles Yacuiba-Santa Cruz y Puerto Suarez-Santa Cruz. – 1943: Se inaugura
el ferrocarril Potosí-Sucre. – 1949: Se inaugura el ferrocarril Corumbá-Santa Cruz.

De conflictos y pactos 1. 1900 - 1930 Durante los primeros años de la república, el gobierno de
Andrés de Santa Cruz reconoció los derechos de las comunidades originarias sobre sus tierras a
cambio del pago del tributo al Estado. Esta medida conocida como el "pacto de reciprocidad" (Platt)
fue, por lo menos en el caso andino, uno de los pilares en las relaciones entre el Estado y el sector
indígena rural. Dicho pacto fue quebrado en la segunda mitad del Siglo XIX mediante la legislación
sobre tierras comunitarias que las puso en venta. A partir de entonces, las hostilidades estaban
abiertas. En las tierras altas, la Guerra federal dejó huellas en el inconsciente colectivo por causa de
la masacre de Mohoza17: una vez más, la "barbarie" indígena sembró el terror entre los criollos,
como lo hiciera Tupac Katari un siglo antes. En medio de esta tensión no había pactos posibles. El
enfrentamiento parecía seguir siendo la única alternativa. El escenario: rural. El argumento: la tierra,
como lo seguirá siendo a lo largo del siglo, con el avance del latifundio sobre las tierras de
comunidad, proceso iniciado en el Siglo XIX y que persistiría hasta la víspera de la Guerra del Chaco,
en el altiplano (Rivera, 1984). Este avance generó dos tipos de reacciones: resistencia pasiva y
enfrentamientos, como los que se dieron en esos años en distintos puntos en el altiplano y los valles
cochabambinos (Flores, 1984). Jesús de Machaqa y Chayanta son los sitios más conocidos por sus
respectivas masacres. En las tierras bajas, la explotación de los recursos naturales y la expansión de
las estancias se desarrollaba afectando a la población. Los enfrentamientos ya pasaron, pero los
conflictos persistían, aunque eran de "baja intensidad" en desmedro de las poblaciones indígenas:
estas migraban a la Argentina, fueron trasladadas para trabajar en estancias en otras regiones (valles
y ciudades), o en 17 Los indígenas aymaras, encabezados por Pablo
Zárate Willka, apoyaron a los liberales de José Manuel Pando, y permitieron su victoria. En ese
momento aprovecharon para proclamar sus propias reivindicaciones en cuanto a la recuperación de
sus tierras enajenadas mediante la legislación puesta en marcha en los regimenes anteriores. Sin
embargo, pronto los indígenas se desmarcaron de sus aliados para volvarse contra los
representantes de las élites opresoras, es decir los soldados, sean del bando conservador o liberal. El
1° de marzo de 1899, en el pueblo de Mohoza (provincia Inquisivi, La Paz), los miembros del
“Escuadrón Pando” fueron masacrados dentro de la iglesia por los comunarios, que pretendían
entonces establecer una organización política y social autóctona. Más allá del hecho de sangre que
conmovió profundamente a la opinión pública, volvió a cundir el temor a una “guerra de razas”
entre indígenas y blancos. Este temor perduraría por muchos años.

barracas gomeras, donde las condiciones de trabajo, el maltrato y los abusos eran la ley, o
finalmente morían atacadas por enfermedades traídas por los blancos. Bajo estas condiciones, las
reacciones violentas eran imposibles, pues, a diferencia de lo que ocurría en las tierras altas, no
existía un tejido organizativo para preparar un asedio. La población indígena parecía aletargada,
pese a la permanencia de las presiones por tratarse de la época del auge de la goma y del estaño,
con su consiguiente demanda de carne vacuna de las estancias chaqueñas. Las poblaciones bajo el
amparo de las misiones sufrían un poco menos la presión de los civiles, ávidos de brazos para sus
empresas, pero en este caso, eran los propios misioneros los que se transformaron en blanco de las
críticas acusados de no contribuir al desarrollo del país. ¿Pero de qué misiones hablamos? La
memoria colectiva recuerda la presencia misional jesuita en Moxos y Chiquitos, actualmente en Beni
y Santa Cruz, de corta duración (menos de un siglo). Su impacto se manifiesta hoy en dos niveles: por
un lado, en la sociedad civil con una infraestructura espectacular, partituras musicales exquisitas y
un patrimonio cultural posiblemente más conocido fuera de Bolivia que dentro. Por otro lado, hubo
un efecto sobre los pueblos indígenas “reducidos”: nuevas estructuras organizativas, nuevas formas
de producción, nuevos patrones culturales y religiosos, nuevas formas de vivir y de relacionarse. Si
bien el régimen misional terminó a fines del Siglo XVIII y muchos indígenas volvieron “al monte”, la
huella misional quedó impresa por mucho tiempo. Sin embargo, los jesuitas no fueron los únicos.
Simultáneamente al desarrollo de su obra en Moxos y Chiquitos, los franciscanos empezaron una
tarea similar en las misiones de Apolobamba, al norte de La Paz, y en el Chaco. En el Siglo XIX, la
orden franciscana fue la única autorizada a permanecer en el territorio nacional y desarrolló su tarea
evangelizadora en cinco colegios de Propaganda Fide en La Paz, Tarata (Cochabamba), Potosí, Tarija
y Sucre, en provincias paceñas, cochabambinas, cruceñas y chaqueñas, con los pueblos mosetenes,
tacanas, cavineños, yuracarés, guarayos y guaraníes (Lema et al., 1999). ¿Cómo justificaba el Estado
boliviano la presencia misional en estas zonas alejadas? Precisamente buscaba llenar un espacio
institucional vacío, para el cual los funcionarios públicos no estaban aún preparados y en la medida
en que los interlocutores, los indígenas, no estaban “maduros”. Por tanto, la función de la misión era
inculcar nociones de educación, salud y moral a los indígenas para transformarlos en ciudadanos. Era
un puesto de transición para que el salvaje se transformara en neófito y luego postulara a
ciudadano. Sin embargo, que se sepa, jamás logró la tan esperada ciudadanía hasta 1952. Siendo
neófitos, los indígenas tenían derechos civiles, pero eran considerados menores de edad. Sus tutores
eran los padres conversores. Éstos estaban bajo el estatuto de los funcionarios públicos, pues
dependían del Ministerio de Colonización desde 1905. En la práctica, la relación entre las
autoridades locales civiles y los "funcionarios" religiosos demostraba que dicha dependencia era
bastante elástica.
POLÍTICA

Después de la guerra del pacifico, Bolivia qued severamente dañada por la pérdida del litoral, en
1926 los anhelos bolivianos revivieron, luego que el Secretario de Estado de los Estados Unidos,
conciente de que el plebicito en Tacna y Arica parecerá inabordable pero en ese momento, el
presidente Coolidge, presidente de los Estados Unidos, hizo una proposición formal que parecía un
regalo para el presidente Hernan Siles, “las provincias de Tacna y Arica pasarían a formar parte del
patrimonio geográfico de Bolivia a perpetuidad. En retribución Bolivia daría compensaciones
adecuadas a Chile y Perú” y la ciudad de Arica se convertiría para siempre en un puerto libre
tripartito.

Pero Perú, nuestro aliado respindio de manera negativa expresando que “Perú no puede aceptar la
cesion de pruesta de los territorios de Tacna y Arica, puesto que los venia defendiendo desde hace
40 años y no puede convertirlos en mercancía sujeta a precio, por ma grande que sea este”.

Pero al final se impuso la tesis de los enemigos de Bolivia, Chile y Perú los que suscribieron el tratado
de paz y amistad de 1929, definiéndose el plebiscito que concluyo con Tacna para Perú y Arica para
Chile, pero este tratado llevaba una clausula secreta que poco tiempo después descubrió Bolivia
desencantándose definitivamente de su antiguo aliado. Peru y Chile se comprometieron a no cederle
a Bolivia ni un metro cuadrado de sus territorios. En efecto ,Chile nos había puesto un cerrojo y perú
un candado, Bolivia definitivamente quedó sin salida al mar

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