Está en la página 1de 2

Cap.

Victir Uztariz

Extraído del libro: "LA HISTORIA DEL SIGLO XX EN BOLIVIA"

En los inicios de la guerra, El capitán Victor Ustariz encontró un puesto militar Paraguayo
custodiado por unos 100 Hombres. Él solo contaba con 24 soldados, pero igual los
distribuyó alrededor del puesto. Luego, con la mayor serenidad, se presentó ante el
comando enemigo para parlamentar, intimandole rendición. El comandante rechazo tal
intimación, pero Ustariz con admirable sangre fría le dijo sin ninguna emoción:" Le doy
diez minutos. Si abandonan el Fortín, le garantizo que mis tropas no dispararán contra
ustedes. Si no lo hacen arrasaremos con todo".
Los paraguayos, pensando que Ustariz contaba con cientos de hombres optaron por
retirarse a cambio de sus vidas, dejando todos sus pertrechos y víveres. Ustariz tomo el
puesto muerto de risa.
Pero los paraguayos volvieron con todo un regimiento y encontraron el puesto vacío. Solo
había un papel en la puerta que decía: "Invasores del chaco boliviano: dejamos este fortín
porque no tenemos orden superior para ocuparlo hasta cuando nos venga en gana".
Ustariz era un mito. Nacido en Tarata, oficial del colegio militar en 1919 vivió diez años en
el chaco. Territorio que llegó a conocer como la palma de su mano. Dicen que se perdía
durante meses en sus exploraciones. Reaparecía, cobraba sus sueldos atrasados y los
dilapidaba en tragos y baraja para luego volver a internarse en el monte. Se consideraba
un espía y muchas veces llegó a internarse en los propios puestos Paraguayos donde
recogía información. lo capturaron tres veces y las tres veces se escapó, dejando
mensajes entre chistosos y obscenos. Estando preso, no se humillo ni lamento su muerte
aceptando su situación como normal para un espía que se respete. Y era majadero y
bromista, ganándose a sus captores a quienes entretenía con sus ocurrencias y los
mantenía hasta el amanecer barrándoles sus aventuras.

Los indígenas matacos, tobas y choropis lo trataban como a un Dios, los Paraguayos
admiraban su coraje y los Bolivianos lo adoraban pues contagiaba un sentimiento de
seguridad y compañerismo.
Un día exploraba un sector con 20 hombres; No comían desde hacía varios días. De
pronto encontraron una guarnición paraguaya, donde cocía el rancho. Ustariz entró y se
puso a conversar con un maravillado comandante, luego hizo entrar a sus hombres.
Aceptaron encantados la comida que les ofrecieron. Luego Ustariz agradeció la
hospitalidad al Comandante anunciándole que se marchaba. El comandante dijo que eso
no era posible. Él y sus hombres eran sus prisioneros. Pero Ustariz, con el mayor aplomo
miró su reloj y le anunció muy sereno que en diez minutos se iría. Bebió el mate a sorbos
lentos y luego se puso de pié. Salió al patio donde estaban sus hombres.
*"SARGENTO, HAGA FORMAR LA PATRULLA"( Ordenó). La patrulla formó, el oficial
paraguayo observaba la escena inquieto. Ustariz se puso delante de sus hombres.
*"CON DIRECCIÓN AL MONTE, CON COMPAS, ¡MAR!". Y los hombres Empezaron la
marcha. Ustariz dio la vuelta, se cuadró ante el comandante Paraguayo, llevó la mano a la
visera mientras decía...
*"SEÑOR COMANDANTE, MUCHAS GRACIAS. ADIÓS". Los paraguayos contemplaron
en silencio a ese hombre peculiar. Y lo dejaron ir. En septiembre de 1932, el capitán
Ustariz rompió el cerco de Boquerón llevando ayuda a sus camaradas sitiados. Quiso
luego salir para conseguir cantimploras y balas fe los muertos paraguayos en el perímetro
del cerco, allí murió.
Un diario paraguayo escribió lo siguiente." Encontrando cerrados todos los caminos que le
eran familiares, no trépido en atropellar. Personalmente manejaba una ametralladora liviana y
murio en su ley, combatiendo cara a cara. Herido de muerte en el pecho y el vientre, cayó
sobre su arma besándola como se besa una cruz

También podría gustarte