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Presentado por: Matrículas:

Yusaki Crúz Almonte 2020-0009


Nicoldaliza Guillermo Peralta 2020-0084
Francina Yamel Suarez 2020-0193
Lisbeth Bautista Pichardo 2020-0377
José Ángel Marmolejos 2020-0027
Jeiddy Ogando García 2020-00611

Asignatura:
Doctrina Social de la Iglesia

Facilitador:
Carlos Augusto Lora Acevedo

Tema:
Análisis del libro ´´Teología del

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Cuerpo de Juan Pablo II´´

Índice
1. Introducción_________________________________3
2. El lenguaje del cuerpo en la comunión del matrimonio
sacramental_________________________________4
3. La significación esponsal del cuerpo y la condición
esponsal de la alianza_________________________4
4. El matrimonio como alianza de personas__________5
5. El signo del matrimonio como sacramento
De la iglesia___________________________________6
6. La veracidad en el lenguaje del cuerpo____________7
7. El amor conyugal en el cantar de los cantares_____ 9
8. El amor masculino y femenino en el cantar________ 9
9. La verdad sobre el amor en el cantar____________10
10. El libro de Tobías_______________________10
11. Amor conyugal en la carta
De los efesios ________________________________11
12. Encíclicas ´´Humanae Vitae´´ y
´´Gaudium et spes´´ ___________________________11
13. Maternidad y paternidad responsable_______12
Opinión sobre la paternidad____________ 13
Opinión sobre la maternidad____________14
14. Vida espiritual de los esposos_____________ 15
15. Amor conyugal a imagen del amor
Divino_______________________________________16
La virtud de la
continencia_____________16
La continencia matrimonial___________ 16
Continencia matrimonial y virtud
conyugal___________________________17
16. La castidad conyugal ____________________17
17. El respeto de los esposos por las
Obras de Dios________________________________18
18. El amor humano en el plan divino__________18

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De dónde viene el amor divino____________19

Introducción
La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II nació como una
serie de catequesis entre 1979 y 1984 acerca del sexo, el
cuerpo y el amor. Pero hoy ha dado lugar a toda una visión
de la vida capaz de enfrentarse a los retos de nuestra época
hedonista y herida. La cultura actual también ha caído en
una visión errónea de la sexualidad humana y del cuerpo.
Sin embargo, esta obsesión con la sexualidad y el cuerpo no
proviene en realidad de una excesiva valoración de estas
dimensiones de la persona humana. Al contrario, la
hipersexualización de nuestra sociedad moderna tiene su
causa en una infravaloración de la sexualidad humana.

La ´´Teología del cuerpo´´, nos dice Juan Pablo II, es una


pedagogía que pretende hacernos comprender el verdadero
sentido de nuestro cuerpo. El papa Juan Pablo II, pasó
muchas de sus audiencias hablando del cuerpo humano y la
sexualidad. Dejémonos conducir por Juan Pablo II por los
caminos de esta pedagogía que sigue los caminos de Jesús.
La teología del cuerpo hace parte de una dimensión
fundamental del discurso científico sobre Dios y sobre la fe
cristiana en los tiempos actuales.

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Este trabajo pretende abordar los presupuestos que fueron
necesarios para investigar la teología del cuerpo, identificar
los hechos y plantear un análisis sobre los temas de este
libro.

El lenguaje del cuerpo en la comunión del


matrimonio sacramental

En este capítulo las palabras «Yo,... te quiero a ti,..., como esposa»; «yo,... te
quiero a ti,..., como esposo»: están en el centro de la liturgia del matrimonio
como sacramento de la Iglesia. Las pronuncian los novios insertándolas en la
siguiente fórmula del consentimiento: «...prometo serte fiel, en las alegrías y
en las penas, en la salud y en la enfermedad, y amarte y honrarte todos los
días de mi vida» En efecto, las palabras mismas «Te quiero a ti como esposa
-esposo-» se refieren no sólo a una realidad determinada, sino que puede
realizarse sólo a través de la cópulula conyugal.
Por otra parte, estas palabras llevan en sí precisamente ese perenne, y cada
vez único e irrepetible el lenguaje del cuerpo» y al mismo tiempo lo colocan
en el contexto de la comunión de las personas: «Prometo serte fiel, en las
alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y amarte y honrarte
todos los días de mi vida». De este modo, el «lenguaje del cuerpo» perenne y
cada vez nuevo, es no sólo el «substrato» sino, en cierto sentido, el contenido
constitutivo de la comunión de las personas. Las personas -hombre y mujer-
se convierten de por sí en un don recíproco. Llegan a ser ese don en su
masculinidad y femineidad, descubriendo el significado esponsalicio del
cuerpo y refiriéndolo recíprocamente a sí mismo de modo irreversible: para
toda la vida. Con estas palabras los novios contraen matrimonio y al mismo

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tiempo lo reciben como sacramento, del cual ambos son ministros. Ambos,
hombre y mujer, administran el sacramento. Lo hacen ante los testigos.
Existen 3 tipos de testigos:

 Testigo cualificado el cual es el sacerdote, que al mismo tiempo


bendice el matrimonio y preside toda la liturgia del sacramento.
 Testigos comunes: en cierto sentido, son además todos los
participantes en el rito de la boda.
 Testigos oficiales: los cuales son algunos de ellos (normalmente dos),
llamados expresamente. Ellos deben testimoniar que el matrimonio se
contrae ante Dios y lo confirma la Iglesia.

La significación esponsal del cuerpo y la condición


esponsal de la Alianza

Los Profetas, como portavoces inspirados de la Alianza de Yavé con Israel,


tratan precisamente, mediante este «lenguaje del cuerpo»; de expresar tanto
la profundidad nupcial de dicha Alianza, como todo lo que la contradice.
Elogian la fidelidad, estigmatizan, en cambio, la infidelidad como «adulterio»;
hablan, pues, según categorías éticas, contraponiendo recíprocamente el
bien y el mal moral. La contraposición del bien y del mal es esencial para el
ethos. Los textos proféticos tienen en este campo un significado esencial,
como hemos visto ya en nuestras reflexiones precedentes. Pero parece que
el «lenguaje del cuerpo» según los Profetas, no es únicamente un lenguaje
del ethos, un elogio de la fidelidad y de la pureza, sino una condena del
«adulterio» y de la «prostitución».
No se trata aquí de sustituir las diferenciaciones éticas con las lógicas. Si los
textos proféticos señalan la fidelidad conyugal y la castidad como «verdad», y
el adulterio, en cambio, o la prostitución, como no-verdad, como «falsedad»
del lenguaje del cuerpo, eso sucede porque en el primer caso, el sujeto (Israel
como esposa) está concorde con el significado nupcial que corresponde al
cuerpo humano (a causa de su masculinidad o femineidad) en la estructura
integral de la persona; en cambio, en el segundo caso, el mismo sujeto está
en contradicción y colisión con este significado.
Podemos decir, pues, que lo esencial para el matrimonio, como sacramento, es
el «lenguaje del cuerpo», releído en la verdad. Precisamente mediante él se
constituye, en efecto, el signo sacramental.

El matrimonio como alianza de personas

Los textos de los Profetas tienen gran importancia para comprender el


matrimonio como alianza de personas (a imagen de la Alianza de Yavé con

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Israel) y, en particular, para comprender la alianza sacramental del hombre y
de la mujer en la dimensión del signo. El «lenguaje del cuerpo» entra -como
ya hemos considerado anteriormente- en la estructura integral del signo
sacramental, cuyo principal sujeto es el hombre, varón y mujer. Las palabras
del consentimiento conyugal constituyen este signo, porque en ellas halla
expresión el significado nupcial del cuerpo en su masculinidad y femineidad.
Este significado se expresa, sobre todo, por las palabras: «Yo te recibo...
como esposa... esposo». Por lo demás, con estas palabras se confirma la
«verdad» esencial del lenguaje del cuerpo y queda excluida también (al
menos indirectamente, implicite) la «no- verdad» esencial, la falsedad del
lenguaje del cuerpo. Efectivamente, el cuerpo dice la verdad por medio del
amor, la fidelidad, la honestidad conyugal, así como la no verdad, o sea, la
falsedad, se expresa por medio de todo lo que es negación del amor, de la
fidelidad, de la honestidad conyugal. Se puede decir, pues, que, en el
momento de pronunciar las palabras del consentimiento matrimonial, los
nuevos esposos se sitúan en la línea del mismo «profetismo del cuerpo»,
cuyo portavoz fueron los antiguos Profetas. El «lenguaje del cuerpo»,
expresado por boca de los ministros del matrimonio como sacramento de la
Iglesia, instituye el mismo signo visible de la Alianza y de la gracia que
-remontándose en su origen al misterio de la creación- se alimenta
continuamente con la fuerza de la «redención del cuerpo», ofrecida por Cristo
a la Iglesia.

Según los textos proféticos, el cuerpo humano habla un «lenguaje», del que
no es el autor. Su autor es el hombre que, como varón y mujer, esposo y
esposa, relee correctamente el significado de este «lenguaje». Relee, pues, el
significado nupcial del cuerpo como integralmente grabado en la estructura de
la masculinidad o femineidad del sujeto personal. Una relectura correcta «en
la verdad» es condición indispensable para proclamar esta verdad, o sea,
para instituir el signo visible del matrimonio como sacramento. Los esposos
proclaman precisamente este «lenguaje del cuerpo», releído en la verdad,
como contenido y principio de su nueva vida en Cristo y en la Iglesia. Sobre la
base del «profetismo del cuerpo», los ministros del sacramento del
matrimonio realizan un acto de carácter profético. Confirman de este modo su
participación en la misión profética de la Iglesia, recibida de Cristo. «Profeta»
es aquel que expresa con palabras humanas la verdad que proviene de Dios,
aquel que profiere esta verdad en lugar de Dios, en su nombre y, en cierto
sentido, con su autoridad.

Los esposos no sólo incluyen en las palabras del consentimiento conyugal la


plenitud subjetiva de la profesión, indispensable para realizar el signo propio
de este sacramento, sino que llegan también, en cierto sentido, a las fuentes

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mismas de las que ese signo toma cada vez su elocuencia profética y su
fuerza sacramental. No es lícito olvidar que «el lenguaje del cuerpo», antes
de ser pronunciado por los labios de los esposos, ministros del matrimonio
como sacramento de la Iglesia, ha sido pronunciado por la palabra del Dios
vivo, comenzando por el libro del Génesis, a través de los Profetas de la
Antigua Alianza, hasta el autor de la Carta a los Efesios.

En el ámbito el hombre es artífice de las acciones que tienen, de por sí,


significados definidos. Es, pues, artífice de las acciones y, a la vez, autor de
su significado. La suma de estos significados constituye, en cierto sentido, el
conjunto del «lenguaje del cuerpo», con el que los esposos deciden hablar
entre sí como ministros del sacramento del matrimonio.

El signo del matrimonio como sacramento de la


Iglesia
Es obvio que el cuerpo, como tal, no «habla», sino que habla el hombre,
releyendo lo que exige ser expresado precisamente, basándose en el
«cuerpo», en la masculinidad o femineidad del sujeto personal, más aún,
basándose en lo que el hombre puede expresar únicamente por medio del
cuerpo. En este sentido, el hombre -varón o mujer- no sólo habla con el
lenguaje del cuerpo, sino que en cierto sentido permite al cuerpo hablar «por
él» y «de parte de él»: diría en su nombre y con su autoridad personal. De
este modo, también el concepto de «profetismo del cuerpo», parece tener
fundamento: el «profeta», efectivamente, es aquel que habla «por» y «de
parte de»: en nombre y con la autoridad de una persona.

La verdad en “el lenguaje del cuerpo”


Puedo iniciar mi comentario con el adulterio, aquel mal que en la actualidad lo
padecen hasta los mejores hogares, este ha sido visto desde la perspectiva de
este autor como la infracción de la unidad, ya que, solo deben unirse una mujer
con un hombre, en caso de no llevar este patrón es considerado adulterio. Este
va más allá de un deseo del corazón, es un pensamiento, un anhelo, una
ferviente voz que te incita a fallar.
Me parece curiosa la forma en que este fragmento ve el matrimonio, como algo
que representa un signo sacramental y que por ser unido por Dios este es
indisoluble pero en este punto difiero con el libro ya que hay límites, hay
matrimonios que aunque tengan a Dios como su centro ya no funcionan o peor
aún estos se olvidaron de Dios y se convirtieron en centro de disgustos y cuna
del pecado, donde ya no hay respeto y el valor se pierde. Pero un punto clave
es cuando se refiere a al concupiscencia que como bien sabemos es el sentir
deseos que no son gratos a la vista de Dios y se da a entender que quien
comete este pecado no es condenado ni acusado pues el hombre es llamado a

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lo que se conoce como la redención del cuerpo que es en realidad la vida salva
que Dios nos invita a cada uno a llevar. Me parece muy justo que hable de que
se puede pasar del erro a la verdad, pues el ser humano no es perfecto y
puede enmendar en cierta parte el error, pedir perdón y no volver a cometer la
falta.
Es increíble como el hombre histórico como aun después del pecado original,
aquel que condeno la humanidad, que borro la inocencia original de este puede
ser considerado junto a la mujer como sacramento del amor, de la fidelidad y
de la honestidad conyugal cuando este en el principio le fallo a la petición de
Dios desobedeciéndolo.
¿El hombre es autor y co-autor de su signo sacramental? Más que esto yo diría
que el hombre decide y a veces se impone antes lo que Dios tiene para su
vida, prueba la vida y el destino al tomar decisiones erróneas que ponen en
prueba este designio divino. Una vez el lenguaje del cuerpo es entendido ya no
es posible caer en la concupiscencia pues ya la conciencia no está
determinada por la libido.
Estoy en total acuerdo de que aquel que comete el pecado de la
concupiscencia sea en el adulterio, la ambición o cualquier otro deseo mal visto
antes Dios queda condenado y que bueno que sea a sospechar de sí mismo y
de los demás y más que esto pague lo mal hecho con vivir con esta
incertidumbre.
Es una buena idea el análisis al cantar de los cantares ya que este deja
muchas lagunas al hablar en metáforas, refiriéndose al cuerpo, al amor y a la
unión de una forma poco conocida. Es tal como dice el libro en el cantar de los
cantares se debe interpretar que aquí el hombre y la mujer son vistos como
señal de unidad, el amor expresado es el amor conyugal, la posesión es de
manera voluntaria y no obligatoria, más que esto que son patrones de la
alianza y el amor.
Aquí viene un punto importante de que la mujer fue creada como ayuda del
hombre y fue sacada de su costilla aquí refiriéndose a su corazón o a lo que
está más cerca de este, este punto debería ser llevado a paneles y medios
televisivos pues es importante que sea interpretado de forma correcta, como
“ayuda” es decir que la mujer no tiene porque depender del hombre, no tiene
por qué ser su sombra, esta para apoyarlo, guiarlo y brindarle su amor y
comprensión, no para recibir maltratos, insultos ni ser menospreciada. Más que
esto fue sacada de su costilla, cerca de su corazón para acompañarlo, para ser
seres iguales, no fue sacada de la cabeza para que fuera superior ni del pie
para que fuera pisoteada por lo que la violencia contra la mujer debe ser el
pecado más grande que conoce la humanidad.
En el cantar de los cantares existe una gran fascinación por el lenguaje del
cuerpo, por aquello que diferencia la feminidad de la esposa y la masculinidad
del esposo, ya que en este las palabras de amor y valoración van dirigidas al

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cuerpo, donde se centra la atracción hacia la otra persona. “El amor, además,
desencadena una experiencia particular de la belleza, que se centra sobre lo
que es visible, pero que envuelve simultáneamente a toda la persona.” Esta
frase del libro esconde un gran mensaje puesto que, bien es sabido que
cuando queremos a alguien de verdad no nos damos cuenta de los defectos de
este, lo vemos como el ser perfecto que llego en el momento perfecto, solo nos
enfocamos en lo que nos gusta siendo esto lo visible, así estemos en un error y
nada sea como creemos, la frase «Toda eres hermosa, amada mía; y no hay
en ti defecto» apoya a la perfección lo dicho anteriormente. El lenguaje del
cuerpo es comprendido una vez es leído con el corazón y los ojos, pero es
captado con el corazón de la otra persona. En el cantar es notorio este
lenguaje cuando el marido se refiere a su esposa con un lenguaje cargado de
metáforas, cargado de connotaciones poéticas que dejan en evidencia el
notario amor hacia esta. De igual forma el cantar debe ser tomado como un
canto al amor humano, pero no el amor carnal ni el amor material más bien
aquel amor puro y verdadero que bien del corazón y llena el alma, pero
también debe ser dejado un espacio para el amor carnal con el compromiso
conyugal antes de, pues es fruto de este amor que se da la fecundidad y por la
que todos hemos venido al mundo.
Fueron muchos los autores que buscaron la explicación del cantar de los
cantares, pero yo me apoyo en que este fue inspirado en los relatos de la
creación en como Adán como hombre vio la creación y en como Eva como
mujer y esposa le responde a este…

El amor conyugal en el cantar de los cantares


De una forma un poco más profunda lo expresado en uno de los versos de este
poema haciendo referencia a la persona de la esposa como “Amada, hermana
mía, esposa y novia”, aquí de nuevo se expresa el lugar y la valoración de la
mujer, dando el significado a esto amada pues debe ser querida y protegida,
hermana mía, pues nacieron del mismo padre, siendo iguales y afines, esposa
como compañera, apoyo, madre y consuelo y por ultimo novia como símbolo
del amor eterno, ese amor jovial que omite lo imperfecto y da vida a ese deseo
carnal que conlleva a la procreación y fecundidad. Pero algo en lo que difiero
es en la interpretación del jardín cerrado, fuente cerrada, pues no creo que esto
busque hacer referencia a la dignidad de la mujer, siento que va más inclinado
al sentido de posesión del hombre sobre esta, comparando el jardín con su
cuerpo, alma y corazón siendo aquí evidente el sentido de que estos solo le
pertenecen a él y dejando claro que de ser compartidos se comete el pecado
del adulterio. Pero esto pudo haber sido escrito así para el libre pensar del
autor, pues en párrafos posteriores se habla de la propiedad mutua, dando a
conocer que el hombre pertenece a la mujer y viceversa, pero esto solo
mutuamente y que es por ellos que estos dejan a su madre y su padre y se

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unen para así formar un hogar, basado en creencias solidas que lleva a la
creación de una familia que con el paso del tiempo repetirá el mismo patrón.
Pero, ¿este sentido de posesión, le da al hombre o a la mujer algún poder
extra? Yo sostengo que no, pues como dije antes aunque por medio del
matrimonio conyugal cada uno de los involucrados acepta compartir su vida
con el otro, es compartirla no entregarla, es decir cada uno sigue siendo dueño
de sí mismo y más que esto solo representa una entrega, un voto de respeto y
amor mutuo y no una nueva adquisición, y así la mujer confirme que le perene
a su amado, solo le pertenece en cierta medida, guardando con recelo aquello
que la hace autentica.

El amor masculino y femenino en el cantar


Cuando dice que el esposo siente como si tuviera un círculo familiar, confirmo
que fue inspirado en el relato de la creación pues este se refiere a que Adán y
Eva como símbolo de esposos eran familia en cierto punto pues ambos fueron
creados a imagen y semejanza de Dios.
De una forma profunda en el cantar de los cantares se ve claro las metáforas
sobre el cuerpo y el lenguaje de este, lo que este expresa y significa, más que
esto también demuestra la alianza entre el hombre como esposo y la mujer
como esposa, pero también la entrega mutua de estos renunciando a su familia
madre, padre y hermanos para formar una nueva alianza que con el tiempo y el
amor carnal dan origen a la fecundidad, procreando sus propios hijos.

La verdad sobre el amor en el cantar


El amor conyugal se expresa mediante el afecto y la demostración de los
sentimientos, pero esto va más allá ya que para mí querer a alguien lo
suficiente como para entregar tu vida para ser compartida con esta persona,
compartir tus costumbres y abrirte a ella, implica un grado máximo de
responsabilidad tal como se expresa, se convierten en una sola carne, es decir,
deben ser pares afines que se complementen mutuamente para así lograr un
hogar firme. El eros en el cantar da a conocer un nuevo aspecto el rostro del
amor que está siempre en búsqueda pero nunca es saciado, y aquí hago una
aclaración que me parece fundamental el amor nunca es conforme ya que,
siempre hay algo nuevo que podemos hacer o decir para la persona que
decidimos amar, pues amar es entregarlo todo, dar nuestro corazón sin
medidas y esto precisamente es lo que defiende el eros como búsqueda pero
no como saciado. En el eros actúan también las fuerzas del amor humano y
también las energías del deseo, aquello que mueve lo carnal.
La persona es fuerte, Dios nos creó bastantes resistentes y no hablo solo del
físico, nuestro corazón y sentimientos también son fuertes, sabemos luchar por
lo que queremos y más que esto no nos rendimos tan fácil, somos seres

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adaptables a casi cualquier situación y en lo malo tratamos de ver siempre lo
bueno.

El libro de Tobías.
El libro de Tobias trata de la vida familiar, la muerte y la sexualidad. Hay un
caso de matrimonio vinculado a la muerte: una joven desesperada después de
haber perdido mayormente siete maridos en la noche de bodas. Dios se apiada
y la ayudará a través de un ángel. Un joven, Tobías, con su virtud la salvará del
maleficio. Este relato ha tenido un profundo impacto en la concepción de la
sexualidad y del matrimonio cristiano en la historia, asociándosele con una
actitud de moderación sexual inicial (las noches de Tobías). Es el relato de un
pueblo antiguo que elabora religiosamente sus temores ante la muerte y el
sexo. Se encuentran en el texto elementos de transición desde una concepción
mítica y mágica arcaica hasta una concepción más evolucionada de
religiosidad. Se contrasta su visión moralizante del sexo con la visión más libre
y optimista del Cantar.
Se puede decir que este libro se desarrolla en el ámbito hombre y mujer como
también en la misteriosa relación de la sexualidad con la muerte.
Tobias también es un hombre piadoso, generoso, que sepulta cuerpos de
judíos abandonados por enemigos de Israel, labor en la que arriesga su vida. Al
ser sorprendido, debe huir. Por intercesión de un sobrino, alto funcionarios del
gobierno adversario, es perdonado. Está pobre, ha quedado ciego por haberle
caído estiércol de pájaros en los ojos. Incomprendido por su mujer, desea la
muerte.

AMOR CONYUGAL EN LA CARTA DE LOS EFESIOS


Este libro da a entender el amor y el matrimonio que hoy en día no se hace
llevar a los ojos y a los oídos de los nosotros los seres humanos como manda
la biblia por eso Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle
una ayuda adecuada” ……Entonces Dios hizo caer un profundo sueño sobre el
hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío
con carne……De la costilla que Dios había tomado del hombre formó una
mujer y la llevó ante el hombre. Por eso deja el hombre a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
Y Dios es el autor del matrimonio, para ser santo y formal, fundado en el amor,
la ternura y la fidelidad. Pero, no siempre ha sido así, la fidelidad trae la
felicidad. “Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en
justicia y en derecho en amor y en compasión, te desposaré conmigo en
fidelidad, y tú conocerás a Dios.
Pero la infidelidad, la desgracia: “Pues bien, como engaña una mujer a su
compañero, así me ha engañado la casa de Israel, oráculo del Señor. O como
escribe el profeta Oseas a su mujer que fue infiel: “¡Pleitead con vuestra madre,
pleitead, porque ella ya no es mi mujer, y yo no soy su marido! ¡Que quite de su
rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios; ¡no sea que yo

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la desnude toda entera, y la deje como el día en que nació, la ponga hecha un
desierto, la reduzca a tierra árida, y la haga morir de sed! Ni de sus hijos me
compadeceré, porque son hijos de prostitución.

ENCICLICAS «Humanæ vitæ» y «Gaudium et spes»


HUMANAE VITAE: define la doctrina de la Iglesia católica sobre el aborto, los
métodos anticonceptivos y otras medidas que se relacionan con la vida sexual
humana. Debido al hecho de que la encíclica declara mal hecho todo tipo de
control artificial de todos los tiempos, su publicación resultó muy controvertida.
Esta encíclica subraya que el matrimonio cristiano es válido solo bajo los
fundamentos de la unión, el amor, la fidelidad y la fecundidad. Por ello, el acto
conyugal no puede separar los dos principios que lo rigen: el unir y el de
procrear. De esta forma, la Iglesia católica se opone a todo tipo de
anticoncepción, sea cual sea su naturaleza. Aun así, cuando existen serios
motivos, la encíclica propone como lícito el uso de los métodos naturales para
espaciar temporalmente los nacimientos, limitando las relaciones conyugales a
los períodos naturales de infertilidad de la esposa.

MATERNIDAD Y PATERNIDAD RESPONSABLE


Este título o relato consiste consiste en estar preparada mentalmente y
físicamente desde el momento en que se decide ser madre. Esto implica un
embarazo planificado y una crianza en la que tanto los padres como el bebé
tengan todo lo que necesitan.

Quedarse embarazada es asumir una gran responsabilidad. Nosotras las


mujeres tenemos que ser conscientes que seremos la única fuente de
supervivencia de un pequeño ser que crece dentro de nosotras. La maternidad
responsable también abarca tu estilo de vida antes y durante tu embarazo. No
fumar. No beber. Llevar una alimentación sana, así como asistir a todas tus
revisiones ginecológicas.

Una vez llegado el momento del parto, comienza la segunda fase de lo que se
conoce como maternidad responsable. El crecimiento y buen desarrollo de tu
pequeño depende directamente de tu leche materna. Es una elección muy
personal elegir entre la lactancia materna o artificial. Todo dependerá siempre
de tu propia salud y bienestar como de la del bebé. No hay nada escrito como
perfecto. Unos niños pueden tomar leche materna y otros no. Unas madres
pueden dar de mamar y otras no. El objetivo es buscar siempre el mejor
camino para ambos. Lo mismo ocurre con otras etapas como el colecho o el
porteo.

La paternidad responsable no solo es asumir la manutención y “reconocer


legalmente el fruto de un embarazo, es un privilegio, obligación que tiene la
pareja hombre y mujer de decidir con amor el número de hijos que desea tener

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para formar familia, ya que es la unidad básica de la sociedad humana y núcleo
fundamental de la vida afectiva y moral de las personas, pilar fundamental de la
existencia humana.

Paternidad y maternidad responsables

La paternidad y maternidad depende mayormente de lo que es la sinceridad he


intenciones para la motivación también, sino que debe determinarse con
criterios los cuales son objetivos estos están tomados de la naturaleza, de las
personas y sus actos o criterios los cuales mantienen íntegro el sentido de la
mutua entrega y obviamente el cultivo de la sinceridad. Estos fundamentos van
con los hijos de la iglesia y por el camino de Dios. Podemos saber que antes
del pasaje si todo se ser madre o padre llevamos el concilio que los humanos
tenemos como la responsabilidad, como cristianos tenemos que cumplir con la
misión y con una dócil reverencia hacia Dios.

También podemos decir que esto de la paternidad y maternidad es un acuerdo


y un esfuerzo el cual se toma en juicio recto, atendiendo su propio bien
personal como al bien de los hijos ya que nacidos o todavía por venir
discerniéndolas circunstancias como en este tiempo y del estado de la vida
tanto material como espiritual y finalmente también teniendo en cuenta al bien
de la comunidad familiar que puede tener de la sociedad temporal y de la
propia iglesia. Esta al llegar al punto siguiente de palabras particulares
importantes ya que nosotros como hijos de nuestro padre y madre tenemos
que tener en cuenta que lo que ellos nos desean o nos piden es lo mejor para
notros nosotros como hijos debemos tratar de hacer lo mejor posible para ser
personas grandes ya que si tus padres como los míos han hecho que puedas
tener una vida buena en la cual puedas progresar tienes que sobresalir porque
ellos creen en ti y están para darte la mejor vida posible los padres son una
bendición igual que los hijos

Entonces siguiendo con el tema puedo decir que voy a favor con lo que hacen
nuestros padres para poder darnos la mejor vida en esos dos párrafos
argumente un poco el tema porque obviamente hay que leer para entender y es
que nosotros como seres humanos nunca entendemos lo que nos pide papa y
mama o siempre estamos enojados por su cuidado con nosotros y lo
importante es saber que cada padre y madre tiene una crianza o una forma de
pensar de como pueden hacer que su hijo se alguien en la vida con motivos de
progresar y de ser una persona de bien y con los valores necesarios y su
religión en mano como Dios nos desea lo mejor como sus hijos nuestros

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padres también.

Opinión de la paternidad
Ahora trabajare estos temas apartes:

La mayoría de las veces se ha dicho que los hijos nacen como lo más sagrado
del mundo y de mi opinión personal un padre es la figura paterna en la cual los
niños se reflejan y siempre el padre es quien se faja por vernos superarnos
pero no tanto eso la superación de la paternidad que podemos adquirir es
nosotros como hijos varones aprendemos que la mayor parte para ser hombres
también puede decirse que la mayor costumbre común que adquirimos la
garantía de ser alguien bueno para la sociedad.
Podemos decir que la conmemoración del día de los padres permite la reflexión
sobre los asuntos de la responsabilidad en la crianza y el impacto que tienen
en la vida como una madre embarazada por el hijo que tanto deseas en un
contexto de embarazo en adolescentes. La paternidad es la responsabilidad
implica de un involucramiento activo de los padres no solo de la provisión de
recursos económicos si no de la crianza en sus vidas para ser padres en algún
momento dado. Históricamente podemos decir que los estereotipos y roles de
genero establecidos en nuestra sociedad ha asignado a los hombres una
paternidad o una figura representativa de los hijos siendo hombres o mujeres.
Ahora aclarando un poco el tema visto podemos entender que la faceta de ser
padre es algo distinto a todo lo que hemos vivo yo como hombre vivo una vida
muy tranquila y a la experiencia de algún día ser un padre de familia poder ver
la lucha que se pasa para ver a tu familia bien y progresando es algo divino le
agradezco un montón a mi padre porque se la lucha que ha pasado para que
yo este donde este y no es que la paternidad sea juego o sea obligatorio pero
es algo que cambia la forma de pensar del hombre ya que tener un hijo o una
hija te hace ser diferente el sentimiento de un padre es muy fuerte y saber la
lucha que pasa tu papa trabajando o tu mama para verte ser alguien grande en
la vida es algo que nunca puede ser permitido olvidar
En el tema habal de que la paternidad y la maternidad es algo sagrado si es
cierto porque eso lo vemos con Cristo y María vemos el lazo que tiene maría
con su nene y el amor que le lleva por eso hay que ser buenos hijos ya que
nuestro padre y madre pueden sufrir cualquier cosa que hagamos es bueno
aprender de los pasos de Jesús es un claro ejemplo de que hay que cuidar a
nuestros padres.

Opinión sobre la maternidad:


La experiencia que nos dice todo que una mujer comienza a ser madre cuando

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tiene una cría pero que podemos decir que el sentimiento mas grande que hay
es el de una madre con un hijo ya que cuando una madre tiene a su bebe no
hay un lazo mas grande que ese cuando lo carga en sus brazos y no es fácil
para una mujer saber que esta embarazada pero el sentimiento que Dios les da
a las mujeres y el lazo de unión por su cría es grandioso por eso amo a mi
madre se que ella y mi padre darían todo por mi y yo por ellos es adorado el
ejemplo que nos da nuestra madre la maternidad no es juego pero si es un
sentimiento espectacular. Saben desde el punto de vista del tema sabemos
que la maternidad es algo que viene desde hace años y es algo creado por
Dios ya que pensamos que todo lo otorgado por Dios es bueno y así es lo mas
ejemplar que vemos es que en mi caso mi madre ha estado en todos los
momentos malos que he caído y escalado que quiero decir con esto que tu
madre se paso la vida entera estando para ti y por ti para verte ser lo que
quisiste toda una vida entonces como le agradecemos esto a nuestra madre
pues se lo recompensamos dándole la mejor vida que puedan porque a ellas
le toco cuidar de nosotros porque no cuidarlas a ellas como lo mas sagrado.
Mucha gente piensa mas en su pareja, pero no piensa en la mujer que tuvo
toda una vida detrás suyo dándote ese apoyo que necesitabas para no caer
nunca.
Ahora saliendo del tema un poco vemos que las mujeres que ya han tenido
hijos dicen que no pasa nada. Lo dicen porque la mayoría de veces es el mejor
de los casos cuando tienes un hijo ya no es solo tú también eres tu y tu hijo
porque van de mano es tu sangre y además puedes creer que es algo raro o
malo porque es nuevo pero no se puedo decir que en base de lo que lei ese
sentimiento como de tristeza al saber que estas embarazada por así decirlo
cambia con las semanas del embarazo porque desde la barriga las madres
toman un cariño impresionante con sus hijos por eso algunos son mas
apegados a mama que a papa.
Esta es una experiencia que aparte del tema de la paternidad y maternidad le
pregunte a distintas mujeres sobre su cuidado con los niños aparte me di
cuenta que su experiencia se muestra en unos simples párrafos pero podemos
ver que no es solo amor de madre ni algo que da miedo tenemos que entender
que ser el hijo o hija de una madre o ser padre o madre es algo hermoso a su
debido tiempo porque ahí formas una familia la cual esta recompensada a ser
amada por ti y tu pareja y tus padres, madres, primos y tíos hasta tías pero lo
importante de aquí de este tema es que ese es un amor claro y distinto un
sentimiento que te hace cuidar a tu cría como lo ultimo que tengas en la vida y
nuestra madre siempre dan todo por nosotros y siempre apoyan la mayoría de
cosas es impresionante el ser tan adorado que tenemos.

Vida espiritual de los esposos

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Los esposos cristianos, pues, dóciles a su voz, deben recordar que su vocación
cristiana, iniciada en el bautismo, se ha especificado y fortalecido ulteriormente
con el sacramento del matrimonio. Por lo mismo, los cónyuges son
corroborados y como consagrados para cumplir fielmente los propios deberes,
para realizar su vocación hasta la perfección y para dar testimonio propio de
ellos delante del mundo. A ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible
ante los hombres la santidad y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de
los esposos con su cooperación al amor de Dios, autor de la vida humana. Al
mostrar el mal moral del acto anticonceptivo, y delineando, al mismo tiempo, un
cuadro posiblemente integral de la práctica «honesta» de la regulación de la
fertilidad, o sea, de la paternidad y maternidad responsables, la Encíclica
«Humanæ vitæ» crea las premisas que permiten trazar las grandes líneas de la
espiritualidad cristiana, de la vocación y de la vida conyugal e, igualmente, de
la de los padres y de la familia.
Mas aun, puede decirse que la Encíclica presupone toda la tradición de esta
espiritualidad, que hunde sus raíces en las fuentes bíblicas, ya analizadas
anteriormente, brindando la ocasión de reflexionar de nuevo sobre ellas y hacer
una síntesis adecuada. He aquí́ la fuerza» esencial y fundamental: el amor
injertado en el
corazón («difundido en los corazones») por el Espíritu Santo.

Amor conyugal a imagen del amor divino.


Según la doctrina contenida en ella, en conformidad con las fuentes bíblicas y
con toda la Tradición, el amores -desde el punto de vista subjetivo- «fuerza»,
es decir, capacidad del espíritu humano, de carácter «teológico» (o mejor,
«teologal»). Esta es, pues, la fuerza que se le da al hombre para participar en
el amor con que Dios mismo ama en el misterio de la creación y de la
redención.
Si las fuerzas de la concupiscencia intentan separar el «lenguaje» del cuerpo
de la verdad, es decir, tratan de falsificarlo, en cambio, la fuerza del amor lo
corrobora siempre de nuevo en esa verdad, a fin de que el misterio de la
redención del cuerpo pueda fructifican en ella.

La virtud de la continencia
La «continencia», que forma parte de la virtud más general de la templanza,
consiste en la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de
carácter sexual (concupiscencia de la carne) y sus consecuencias, en la
subjetividad psicosomática del hombre. Esta capacidad, en cuanto a
disposición constante de la voluntad, merece ser llamada virtud.
Esta es precisamente la virtud de la continencia (dominio de sí), que se
manifiesta como condición fundamental tanto para que el lenguaje reciproco del
cuerpo permanezca en la verdad, como para que los esposos «estén sujetos

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los unos a los otros en el temor de Cristo», según palabras bíblicas (Ef 5, 21).
Por medio de esta maduración interior el mismo acto conyugal adquiere la
importancia y dignidad que le son propias en su significado potencialmente
procreador; simultáneamente adquieren un adecuado significado todas las
«manifestaciones afectivas» (Humanæ vitæ, 21), que sirven para expresar la
comunión personal de los esposos proporcionalmente con la riqueza subjetiva
de la feminidad y masculinidad.

La continencia matrimonial
Frecuentemente se piensa que la continencia provoca tensiones interiores, de
las que el hombre debe liberarse. A la luz de los análisis realizados, la
continencia, integralmente entendida, es más bien el único camino para liberar
al hombre de tales tensiones. La continencia no significa más que el esfuerzo
espiritual que tiende a expresar el «lenguaje del cuerpo» no sólo en la verdad,
sino también en la auténtica riqueza de las «manifestaciones de afecto».

Continencia periódica y virtud conyugal


Conviene recordar que los grandes clásicos del pensamiento ético (y
antropológico), tanto precristianos como cristianos (Tomás de Aquino), ven en
la virtud de la continencia no solo la capacidad de «contener» las reacciones
corporales y sensuales, sino todavía más la capacidad de controlar y guiar toda
la esfera sensual y emotiva del hombre. En el caso en cuestión, se trata de la
capacidad de dirigir tanto la línea de la excitación hacia su desarrollo correcto,
como también la línea de la emoción misma, orientándola hacia la
profundización e intensificación interior de su carácter «puro» y, en cierto
sentido, «desinteresado».

La castidad conyugal
Este orden permite el desarrollo de las «manifestaciones afectivas» en la
proporción y en el significado propio de ellas. De este modo, queda confirmada
también la castidad conyugal como «vida del Espíritu» (cf. Gal 5, 25), según la
expresión de San Pablo. El Apóstol tenía en la mente no sólo las energías
inminentes del espíritu humano, sino, sobre todo, el influjo santificante del
Espíritu Santo y sus dones particulares.
Esto corresponde a la vocación del hombre al matrimonio. Esos «dos», que -
según la expresión más antigua de la Biblia- «serán una sola carne» (Gén 2,
24), no pueden realizar tal Unión al nivel propio de las personas (communio
personarum), si no mediante las fuerzas provenientes del espíritu, y
precisamente, del Espíritu Santo que purifica, vivifica, corrobora y perfecciona

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las fuerzas del espíritu humano. «El Espíritu es el que da vida, la carne no
aprovecha para nada» (Jn 6, 63).

Juan Pablo II empezó explicando el concepto de continencia. La definió como


"la capacidad de dominar, controlar y orientar los impulsos de carácter sexual,
o concupiscencia de la carne, y su! consecuencias en la subjetividad
psicosomática del hombre”. Tal capacidad, en cuanto constante de la voluntad,
añadió el Papa, "merece llamarse virtud".
En la sociedad actual, donde las personas que deciden seguir siendo vírgenes
o castas antes del matrimonio son ridiculizadas y atacadas, ¿cómo permanecer
firmes en el ideal de que nuestro cuerpo es sagrado y las relaciones sexuales
son más plenas cuando se dan dentro de los lazos del matrimonio?
Una persona que aprende a controlar sus deseos sexuales antes del
matrimonio es menos probable que sea infiel después de casada. Aprender
sobre la castidad y aplicarla en nuestras vidas es algo que puede beneficiar a
toda persona tanto soltera como casada.
Para empezar, definamos: ¿qué es la castidad? La castidad significa, en
breve, ser puro sexualmente. Es evitar tener relaciones sexuales antes del
matrimonio y una vez casado ser fiel al cónyuge. La castidad también abarca
pensamientos, acciones y forma de expresarse.

El respeto de los esposos por las obras de Dios

El respeto a la obra de Dios contribuye ciertamente a hacer que el acto


conyugal no quede disminuido ni privado de interioridad en el conjunto de la
convivencia conyugal que no se convierta en costumbre y que se exprese en él
una adecuada plenitud de contenidos personales y éticos, e incluso de
contenidos religiosos, esto es, la veneración a la majestad del Creador, único y
último depositario de la fuente de la vida, y al amor nupcial del Redentor. Todo
esto crea y amplia, por decirlo así, el espacio interior de la mutua libertad del
don, donde se manifiesta plenamente el significado nupcial de la masculinidad
y de la feminidad. El obstáculo a esta libertad viene de la interior coacción de la
concupiscencia, dirigida hacia el otro «yo» como objeto de placer. El respeto a
lo que Dios ha creado libera de esta coacción, libera de todo lo que reduce al
otro «yo» a simple objeto: corrobora la libertad interior de este don.

El amor es ciertamente un tema de interés! Aunque son muy pegajosas y


entretenidas, algunas de estas canciones proveen consejos contradictorios
sobre cómo comenzar y mantener una relación romántica. En contraste, la
Palabra de Dios provee consejo sabio, claro y constante para mantener una
relación matrimonial exitosa. La Palabra de Dios muestra que dos elementos
esenciales para un matrimonio conforme a Dios son amor y respeto. Tanto el

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esposo como la esposa contribuyen estos dos elementos, pero el Libro de
Efesios explica que el enfoque del esposo es amar a su esposa, y el enfoque
de la esposa es respetar a su esposo.

Efesios 5:33:
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo; y la mujer respete a su marido.

El amor humano en el plan divino

La reflexiones sobre el sacramento del matrimonio se han desarrollado


teniendo en cuenta las dos dimensiones esenciales en este sacramento (al
igual que en todos los demás), es decir, la dimensión de la alianza y de la
gracia, y la dimensión del signo.
El plan de Dios que revela al hombre la plenitud de su vocación se ha de
comprender entonces como una verdadera “vocación al amor”. Es una
vocación originaria, anterior a cualquier elección humana, que está inscrita en
su propio ser, incluso en su propio cuerpo. Así nos lo ha revelado Dios cuando
dice: “a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó”. En la diferencia
sexual está inscrita una específica llamada al amor que pertenece a la imagen
de Dios . Se trata, por consiguiente, de una llamada a la libertad del hombre
por la que éste descubre, como fin de su vida, la construcción de una auténtica
comunión de personas. De este modo y con estos pasos, la vocación originaria
al amor va a permitir la construcción de la vida del hombre en toda su plenitud.
El mensaje y la palabra de Dios se insertan en lo más íntimo del corazón del
hombre y lo iluminan desde dentro. Es ésta una característica esencial que
debe guiar siempre el anuncio del plan de Dios en la Pastoral de la Iglesia.

¿De dónde proviene el amor divino?


El amor es un sentimiento exclusivamente humano que no puede reducirse a
un producto de la evolución; más bien, es algo que proviene directamente de
nuestro Creador. Como leemos en Génesis 1:26, Dios creó al ser humano a su
imagen y semejanza. Y, dado que tenemos la capacidad de amar y fuimos
creados a imagen de Dios, ¿quién más que Él podría ser la fuente del amor?
Jesucristo, cuando vino a la tierra como Dios en la carne, nos dejó el ejemplo
perfecto del amor de Dios. El día anterior a su dolorosa flagelación y muerte en
la cruz, Cristo describió el amor más grande que un humano puede expresar
diciendo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos” (Juan 15:13).
Pero, si bien este tipo de amor es sin duda admirable, el amor de Dios va
mucho más allá. Como Cristo también explicó en los comienzos de su

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ministerio, amar a nuestros amigos no es suficiente para tener el amor de Dios.

Conclusi
ón
Es una pena que estas catequesis no hayan sido divulgadas más de lo que ya
lo han sido. La riqueza que contienen tiene el potencial de renovar el
matrimonio, la familia y la vida entera de la Iglesia y del mundo. Lo que Juan
Pablo II nos plantea no es solamente una visión renovada de la sexualidad
humana y el matrimonio, sino una visión renovada del hombre y de la mujer
como imagen de Dios y, por implicación, una visión renovada de la doctrina
católica completa. A través del prisma del matrimonio y el amor conyugal, el
Papa nos plantea un redescubrimiento de quién es Dios, quién es Cristo, qué
es la Iglesia y quiénes somos nosotros mismos.

Para Juan Pablo II, la visión dualista que separa al cuerpo del alma y que
tiende a condenar al primero y a exaltar a la segunda, es totalmente falsa y
dañina. Es cierto que lo espiritual tiene prioridad sobre lo material. Pero
también es cierto que “El hombre, siendo a la vez corporal y espiritual, expresa
y percibe las realidades espirituales a través de signos y símbolos materiales”.
Por ello Cristo instituyó los sacramentos, que son “signos eficaces de la gracia,
instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada
la vida divina”. Precisamente, y como ya todos sabemos, el Hijo Eterno de
Dios, se encarnó, es decir, asumió una naturaleza humana, que incluye un
alma y cuerpo humanos, para darnos a conocer al Padre y, al mismo tiempo,
salvarnos del pecado y de la muerte.

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La obsesión con el sexo de la sociedad actual tiene su raíz en el vacío de amor
que sufre por haber abandonado a Dios. La gente ha sustituido la búsqueda del
verdadero amor (humano y divino) por el placer intenso e instantáneo que
proporcionan las relaciones sexuales. Sin embargo, luego queda más vacía
que antes, sólo para caer en la misma frustración una y otra vez o, incluso,
para caer en los excesos más abominables y absurdos, los cuales conducen a
toda clase de enfermedades físicas y psíquicas. Todo ello demuestra que el
error de la cultura contemporánea no consiste en una exagerada apreciación
del cuerpo y de la sexualidad, sino al contrario, en no caer en la cuenta de que
se trata, como ha dicho el propio Juan Pablo II, de un “valor que no es
suficientemente apreciado” . En otras palabras, por no apreciar suficientemente
el valor que Dios mismo le ha dado a la sexualidad humana, al matrimonio y al
amor conyugal, la gente anda como loca buscando el placer por sí mismo,
divorciado éste del verdadero amor, del verdadero gozo, de la vida y de la
familia.

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