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Cargas y Deudas de La Herencia
Cargas y Deudas de La Herencia
ESTUDIANTE:
CICLO: V
CHICLAYO, 2020
DEDICATORIA
Este trabajo se lo dedico a Dios y a mis Padres por el deseo de superación y amor que me
brindan cada día en que han sabido guiar mi vida por el sendero de la verdad a fin de poder
honrar a mi familia con los conocimientos adquiridos, brindándome el futuro de su esfuerzo y
sacrificio por ofrecerme un mañana mejor.
INDICE
I. INTRODUCCIÓN
II. MARCO TEÓRICO
2.1.Concepto
2.2.Cargas
a. Gastos de funeral e incineración
b. Gastos de última enfermedad del causante
c. Gastos administrativos
d. Gastos de vivienda y alimento
2.3. Deudas
a. Deudas que recaen en la masa hereditaria
b. Preferencia a los acreedores del causante
c. Antes de la partición pago de deudas
d. Deuda alimentaria: pago al hijo alimentista
e. Acreedor de la herencia puede oponerse a la partición
f. Partición se reputa no hecha
g. Heredero que paga deuda de herencia
h. Heredero o legatario acreedor del causante
i. Diferencia entre deuda hereditaria y testamentaria
2.4. Responsabilidad Sucesoria
a. Responsabilidad Intravires hereditatis
b. Responsabilidad ultravires hereditatis
III. CONCLUSIONES
IV. RECOMENDACIONES
V. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCIÓN
Las obligaciones que deja inconclusas el causante de la sucesión son las deudas que
deberán ser pagadas por los sucesores de este ya sea que, exista un instrumento
testamentario o una simple sucesión ab intestato. Existiendo diferencias entre ambas que
serán desarrolladas en el presente estudio.
2.1. Concepto.
Ferrero Costa, nos menciona “la carga de la herencia a los gastos consecuentes del
fallecimiento del causante. Son los pasivos que no consisten en deudas del difunto la
carga que nace a causa de la herencia por primera vez como la carga original de la
persona”. Por su parte las deudas son las contraídas por el causante, formando parte
de la masa hereditaria y pasando al heredero por sucesión.
2.2. Cargas
Las cargas de la herencia son las obligaciones que se generan como consecuencia
del fallecimiento.
Ferrero Costa en su manual Derecho de Sucesiones, cita a LANATTA dónde éste
indica que las cargas son los gastos originados por la muerte del causante, y su pago
es preferente, de manera que tienen la naturaleza jurídica de créditos privilegiados
con respecto a los demás.
Nuestro Código Civil de 1984, en su artículo 869° nos indica claramente que son
cargas de la masa hereditaria:
El Código de 1936 se refería solo a los gastos del funeral del causante, Lanatta
utilizo en su anteproyecto la expresión cremación que la Comisión Revisora
cambio por la sinónima de incineración, así, se ha extendido a la inhumación, la
cremación, forma de sepultar que en Francia se reglamentó en 1889. El término
preferentemente debe interpretarse en el sentido que se tratan de créditos
privilegiados en relación a los demás.
Las personas que hayan vivido en la casa del causante o alimentado por cuenta
de éste, pueden exigir al albacea o a los herederos que continúen la atención de
estos beneficios con cargo a la masa hereditaria, durante tres meses (artículo
870).
2.3. Deudas
Las deudas son todas las obligaciones contraídas por el causante y que las dejó
insatisfechas a su fallecimiento, estas deudas se transmiten a los herederos salvo
aquellas inherentes a la persona.
Las obligaciones que pueden ser transmitidas a los herederos son únicamente las
patrimoniales.
Las de carácter personal no son objeto de transmisión (artículo 1218° del Código
Civil)
El trato legal que les da el código Civil a estas deudas parte de la separación que
hace el legislador, trátese de la herencia indivisa o cuando está ya ha
desaparecido como consecuencia de haberse dado la partición. En efecto, el
articulo 871 refiere que, mientras la herencia permanece indivisa, la obligación
de pagar las deudas del causante gravita sobre la masa hereditaria, pero hecha la
partición (se entiende que sin haberse pagado las deudas), entonces cada uno de
los herederos responde de esas deudas en proporción a su cuota hereditaria.
Señala el artículo 872 que los acreedores del causante tienen preferencia para ser
pagados con cargo a la masa hereditaria, respecto a los acreedores de los
herederos, regla que resulta obvia, pues si los acreedores que fueron del
causante y ahora lo son de la sucesión tienen preferencia sobre los mismos
herederos, con mayor razón, tendrán preferencia sobre los acreedores de los
herederos; sin embargo, el legislador ha creído necesario su tratamiento.
La precitada norma refiere que los herederos del causante tienen una opción para
hacer frente con esta deuda. En efecto, o asume uno de estos la obligación
alimentaria, pudiendo asegurarse su pago por hipoteca u otra garantía, lo que
implica que este heredero, seguro por disposición del causante o porque así
acordaron los herederos, ahora tendrá que pagar la prestación alimentaria dentro
de los límites que establece la ley (en este caso, lo previsto en el artículo 417 del
código Civil, norma ya comentada y que alude a la obligación de los herederos
de pagar los alimentos), en la medida que no supere la cantidad que le hubiera
correspondido al alimentista de haber sido reconocido o declarado.
La otra opción está referida a que los herederos calculen el monto de la pensión
alimenticia durante el tiempo que falta para su extinción, y entreguen al
alimentista o a su representante legal, el capital representativo de la renta. Este
capital estará sujeto a los límites de la ley, esto es, la edad hasta la que dura el
derecho alimentario (18 años conforme el artículo 415), lo que le hubiera
correspondido al alimentista de haber sido reconocido o judicialmente
declarado, tal como lo establece el numeral 417, en sede testamentaria, el límite
está referido al importe de la cuota de libre disposición, que como sabemos por
la existencia del artículo 728, la porción disponible queda afectada hasta donde
sea necesario para pagar la obligación alimentaria. Al respecto, señalamos que
alcanzando cualquiera de estos límites, se habrá extinguido el derecho del
alimentista, debiendo reiterar un concepto ya trabajado, el cual está referido a
que estos pagos no tienen el carácter de alimentos, esto es, no constituyen una
verdadera prestación alimentaria, sino que son considerados como desembolso
correspondientes a una deuda u obligación generada por el mismo causante.
Ahora bien, uno de los coherederos fue insolvente al momento de pago, en este
caso, señala el artículo 878 del código Civil, norma que debemos concordar con
lo dispuesto por el artículo 1204 del mismo cuerpo de leyes, se perjudican a
prorrata el heredero que pago como sus coherederos; en otras palabras, si alguno
de los coherederos es insolvente, su porción se distribuye entre los demás.
El artículo 880 del código Civil alude a este tema, y señala que el heredero o
legatario que fuere acreedor del causante conserva los derechos derivados de su
crédito, sin perjuicio de la consolidación que pudiera operar. En efecto, no existe
incompatibilidad en la calidad de sucesor y acreedor a la vez, en ese sentido, si
el causante instituye a su acreedor como su heredero, este conserva dos
calidades en una misma persona: la de suceder del causante y mantiene la de
acreedor del que ahora es su causante.
Ahora bien, la misma norma alude a que, en este caso, puede efectuarse la
consolidación, la que como señala Osterling, puede operar en toda la obligación
o en parte de ella. Al respecto refiere: “es frecuente sin embargo que este medio
de extinguir la obligación opere tan solo en forma parcial y que deje subsistente
parte de la deuda”. Sigue señalando este autor que ello se presenta con relativa
frecuencia en sucesiones, y consigna un ejemplo, refiriéndola a una masa
hereditaria de 90 con 3 herederos, y uno de ellos resulta siendo acreedor del
causante por 30, entonces a título de sucesor lo que le corresponde recibir de
esos 90, son 30; sin embargo, en su calidad de sucesor asume parte de esa
deuda. En este caso, asume 10 como deuda, por lo que el heredero termina
siendo acreedor y deudor (de 10) a la vez, por lo tanto, se produce la confusión o
consolidación por 10, esto es, solo por parte de la deuda. En conclusión, recibe
20 como heredero pudiendo exigir a sus coherederos 10 a cada uno, coherederos
que por la sucesión, ahora, se han convertido en deudores.
En efecto esto significa que el sucesor deberá acreditar con cualquier medio de
prueba, el exceso del pasivo con respecto al activo; lo que implica una carga
para el sucesor, pues dentro de un proceso judicial o extrajudicial, deberá agotar
todos los medios, principalmente contables, a fin de acreditar que en el
patrimonio heredado, existe más pasivo que activo. El efecto del inventario,
entonces es, en primer lugar, conocer el contenido de la herencia y en segundo
lugar, evitar la confusión entre los patrimonios del causante y sucesor.
Implica una responsabilidad ilimitada por parte de los sucesores, quienes ante un
patrimonio deficitario deben responder por el pasivo aun con su propio
patrimonio. Para los franceses Aubry y Rau elaboraron una teoría del patrimonio
personal, por la cual el patrimonio es uno e indivisible, y que en caso de muerte,
la persona del difunto y la del heredero se confunde en una sola, y provocan
también la confusión de los patrimonios a los que están adheridos.
Para Aguilar Llanos, critica tal sistema, no solo en cuanto a su base doctrinaria,
pues se sabe que el sucesor no es un continuador de la persona del causante, ya
que este con su muerte extingue su personalidad, deja de ser sujeto del derecho,
y por lo tanto, no puede haber un continuador de alguien que ya no existe como
persona, sino también por los efectos prácticos, que terminan siendo injustos
tanto para los herederos como para los acreedores de estos.
En nuestra legislación Peruana podemos inferir que en principio la
responsabilidad del sucesor es ilimitada, y si no desea hacerlo, deberá probar
que el patrimonio hereditario es deficitario o inventariar los bienes de la
sucesión, y además se impone el sistema de responsabilidad ilimitada como
sanción al sucesor doloso, aquel que oculta bienes hereditarios o simula deudas,
o dispone de los bienes dejados por el causante en perjuicio de los derechos de
los acreedores de la sucesión. El ocultamiento doloso de bienes hereditarios
puede presentarse al momento de probar el exceso de dudas al no declarar
bienes que deben integrarse a la masa hereditaria para afrontar las obligaciones
correspondientes, o en el momento de hacer el inventario judicial, e impedir que
se conozcan todos los bienes heredados.
Miranda Canales señala que el causante también puede hacer parecer una
simulación de deudas, puede darse cuando el heredero hace figurar que existe
mayores pasivos que los existentes, o aumenta el valor de las deudas.
III. CONCLUSIONES
Las cargas de la sucesión son aquellas obligaciones originadas por el fallecimiento del
causante. En rigor, estas cargas no se transmiten sucesoriamente porque no eran
obligaciones previas del causante que aun constituyendo pasivos de la masa no hay
sucesión mortis causa, naciendo ellas directamente para los herederos.
Las deudas son todas las obligaciones contraídas por el causante y que las dejó
insatisfechas a su fallecimiento, estas deudas se transmiten a los herederos salvo
aquellas inherentes a la persona.
En el ámbito del Derecho Sucesorio es necesario analizar cómo deben ser tratadas las
obligaciones que poseía el autor de la sucesión, ya que estas, pueden ser tratados como
está dispuesto en un testamento o como disponga la ley en sucesiones ab intestato.
Finalmente, el acreedor tiene los medios legales para perseguir su derecho con todo el
rigor de nuestro sistema sustantivo claro, debe como todo acreedor de estar pendiente
de los créditos de los cuales es el dueño dado que, la simple negligencia tiene efectos
desfavorables en la persecución de la obligación, con lo cual no podría obtener su
derecho.
IV. RECOMENDACIONES
Si se sospecha que los bienes que se va a heredar son deudas por parte del testador, el
presunto heredero es libre para poder rechazar esa herencia y así evitar cualquier tipo de
responsabilidad. Si se opta por aceptar la herencia, se sucede intra vires hereditatis;
es decir, en todas las obligaciones del causante hasta donde alcancen los bienes de la
herencia.