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DE NATIVOS, INMIGRANTES Y LA BRECHA DIGITAL:


UNA REVISIÓN CRÍTICA AL ABORDAJE DE EDUCACIÓN/TECNOLOGÍA

GT10: Comunicación, Tecnología y Desarrollo

Lic. Pablo Enrique Quiroga Branda


Instituto de Investigaciones en Comunicación (IICOM)
F.P. y C.S. - Universidad Nacional de La Plata - Argentina.
licpqb@gmail.com

Resumen

El trabajo plantea una revisión crítica centrada en la discusión respecto de la


caracterización realizada por Marc Prensky en su trabajo Nativos e Inmigrantes
Digitales1 en el que se ocupa de describir las discontinuidades entre dos
generaciones en vinculación con su nacimiento y crecimiento en etapas de
marcada diferencia respecto de la extensión en el uso y comercialización de las
tecnologías digitales. Más allá del posible acuerdo con algunas de las
aseveraciones y descripciones presentadas en el texto, la disertación se
direcciona a marcar la insuficiencia de la caracterización expresada por el autor,
así como la pobreza analítica y el reduccionismo al que empuja su propuesta
reflexiva acerca el escenario educativo contemporáneo. Todo lo cual se contrasta
con la perspectiva abierta en el marco del andamiaje conceptual de la
Cibercultur@ desarrollado en el LabCOMplex.

                                                            
1
Originalmente escrito y publicado en inglés “Digital Natives, Digital Immigrants” (2001).
 

Tema central a abordar y reflexión teórica propuesta

En el desarrollo de este texto se abre una crítica a los conceptos Nativos digitales,
Inmigrantes digitales y brecha digital, marcando el contraste con los principios
generales de Cibercultur@ en el marco de la propuesta conceptual del Laboratorio
de Comunicación Compleja (LabCOMplex).

Para los proponentes de la Cibercultur@, no se trata de


instrumentar tecnologías digitales para que nuevos usuarios
tecnológicos se “conecten” a la red mundial desde cualquier
rincón del mundo, sino que supone integrar al mundo social
local a través de sus actores sociales y sus necesidades de
información, comunicación y conocimiento para ayudar a
resolver problemas prácticos de las comunidades locales
donde se encuentran. (Almaguer Kalixto, 2013: p134)

Con la detracción que se desarrollará en los párrafos venideros intentaremos


marcar la importancia por estudiar las problemáticas vinculadas con la tecnología
desde una mirada que permita correr el eje de lo instrumental, para dirigirse hacia
un posible centro problemático a partir del cual aproximarse a una comprensión
más certera, en vistas de aportar conceptualizaciones y análisis pertinentes para
la planificación y diseño de posibles planes de acción aplicables en el sistema
educativo.

El interés acerca del modo en que se ha modificado el territorio simbólico y los


escenarios de experiencia humana en la sociedad contemporánea es quizás de
los más visitados por intelectuales, políticos, investigadores, docentes y otros
actores de diversos campos. Es evidente la importancia de la vinculación estrecha
 

entre avance tecnológico y cambio social. A tal punto que ya no es posible hablar
de los sujetos sin considerar el impacto de las tecnologías y los medios de
comunicación masivos, tanto en la construcción de sus subjetividades como en
sus modos de relacionarse. Es claro que el organismo consciente de los niños de
hoy, se forma en un ambiente mediático totalmente diferente respecto al de la
humanidad moderna, tal y como era comprendida hasta hace algunas décadas.
Este tipo de procesos complejos y de gran influencia para las sociedades, ha sido
objeto de estudio de casi todas las disciplinas de las ciencias sociales, lo que
resulta todavía un tema inagotable para el análisis, no sólo por su influencia sobre
ciertos patrones culturales, sino también porque la realidad social se entrelaza
cada vez más con los entramados socio-técnicos. Sin embargo todavía resulta
ininteligible una posible caracterización acerca de la situación. Los esfuerzos
puestos en explicar y comprender las problemáticas entorno a la tríada
comunicación, cultura y tecnología no logran replicar en la generación de
planteamientos efectivos. Realmente ciertas categorías que buscan denominar y
arrojar luz sobre estos procesos sociales, han sido de gran aceptación y se las
acuña sin demasiada revisión crítica, lo que ha generado cierta insuficiencia para
el abordaje de las situaciones emergentes en el ámbito escolar.

Ese es el motivo de ésta exploración. Repensar el modo en que se vienen


concibiendo conceptualmente estos procesos sociales, con la intención de
“aprender a transformar lo que habitualmente sirve de explicación en lo que, por el
contrario, debe explicarse”2.

Con ese propósito procuramos revisar algunos conceptos que vienen siendo
utilizados para explicar las tensiones en el ámbito escolar contemporáneo. Una
terna de conceptos que se ha hecho casi fetichista en las reflexiones e
investigaciones de los últimos años y que ha marcado una tendencia a
                                                            
2
Bruno Latour (2012) en “Cogitamus. Seis cartas sobre las humanidades científicas” Buenos Aires,
Paidós.
 

denominaciones que creemos es necesario estudiar de forma diferente. Nos


referimos a la noción de Nativos digitales y su contraparte Inmigrantes digitales,
con los cuales Marc Prensky denominó la dualidad frente a la comunidad
educativa, designando la pertenencia de los estudiantes a una generación nacida
y formada en la era digital, “todos ‘hablantes nativos’ del lenguaje digital de los
ordenadores, los videojuegos e internet” (Prensky, 2001: p2) y la mención a los
que por cuestión de edad –los docentes- han debido adaptarse con celeridad a los
cambios del ambiente tecnológico aunque “siempre conservan, hasta cierto punto,
su ‘acento’, es decir, su pie en el pasado” (Prensky, 2001: p2). El desfasaje entre
nativos e inmigrantes es nombrado como brecha digital y se basa principalmente
en una ruptura generacional en el modo de relacionarse con las tecnologías. El
esmero del autor, está puesto en caracterizar a los dos actores principales de la
dinámica educativa institucional, haciendo hincapié en su vinculación con las
acomodaciones que supone un nuevo tipo de escuela en proceso de adaptación.

Los protagonistas de la dinámica educativa son diferenciados a partir de dos


variables principales: la edad o generación y el dominio de ciertas competencias
tecnológicas. La caracterización se completa de acuerdo a algunos rasgos
distintivos como la demanda por recibir la información de forma ágil e inmediata; la
atracción por multitareas y procesos paralelos; la preferencia de los gráficos a los
textos; la predilección por instruirse de forma lúdica frente a embarcarse en el rigor
del trabajo tradicional; y un mejor funcionamiento y rendimiento cuando trabajan
en red. Es decir que no son sólo las competencias tecnológicas, sino también
ciertas prácticas, usos y actitudes las que definen la condición. Se diferencian por
la percepción del tiempo; la capacidad de atención, el uso del lenguaje; la
atracción e intereses; los modos de trabajo, producción y/o gestión y realización
de sus actividades.
 

Pero la variable generacional es insuficiente además de imprecisa, ya que si bien


los nacidos en las últimas dos décadas serían nativos digitales, sus competencias
tecnológicas pueden no coincidir -en relación con otras variables que influyen en
su diferenciación-, a la vez que los nacidos hace más de tres décadas también
cuentan con diversos modos de vincularse con las tecnologías más o menos
distantes de las que identifican a su contraparte. La brecha digital se ve
determinada por las condiciones de desigualdad que influyen en el capital
simbólico, reproduciendo la diferencia no sólo por la variable generacional, sino
también por otras variables culturales y socio-económicas. Dicho en otros
términos, el acceso a los dispositivos tecnológicos no elimina la brecha digital y la
inaccesibilidad no es su única causa. Reforzando esto, podemos citar
investigaciones sobre consumos culturales y usos de internet, realizadas en
Argentina, en las cuáles se observa –entre otras cosas- que las condiciones de
desigualdad económica y socio-cultural impactan en el uso escolar de las TIC,
reproduciendo la brecha digital (Basile y Linne 2013).

Además de otras realizadas en México por el LabCOMplex que también


reconocen que:

(…) la emergencia de nuevas tecnologías, difusión del


acceso a Internet e implante de aulas de cómputo en áreas
rurales y/o marginadas, no ha mostrado una reducción en la
brecha asimétrica que divide a las sociedades a escala
mundial de las que han sido histórica y sistemáticamente
excluidas (…) a partir de lo cual sugieren que la imposición o
rechazo tecnológico conlleva a posiciones sociales
asimétricas y desniveladas dentro de la estructura del
espacio social mundial que exacerban esa división, que no
 

es solamente virtual y tecnológica sino también, socio-


histórica (Almaguer Kalixto, 2013: p135).

La distancia entre nativos e inmigrantes nombrada como brecha digital, aplicada


en el contexto escolar, muestra cierta inclinación a ligar la divergencia en la
relación establecida con el lenguaje digital, sin referenciar otras cuestiones como
podría ser por ejemplo el enfrentamiento con la lógica pedagógica tradicional,
entre otras tensiones posibles.

Reconocemos allí cierto área en penumbras. Prensky se refiere centralmente a la


vinculación con las tecnologías digitales y aunque por otro lado reconoce –por
parte de los estudiantes- el rechazo a ciertos planteamientos vinculados con el
discurso pedagógico institucional, esto queda en la enunciación sin ser
desarrollado con mayor profundidad. Sin embargo es fundamental.

La incapacidad de la escuela para adaptar su función a las problemáticas de la


sociedad contemporánea poco tiene que ver con las tecnologías digitales como
lenguaje, sino más bien con procesos políticos y económicos que han modificado
las configuraciones sociales típicas de la sociedad moderna a las que ya no se
pueden adaptar3. Hace al menos dos décadas que se viene hablando de que la
escuela está en crisis y el diagnóstico hace referencia tanto al sistema escolar
como a la institución en sí. No solamente los cambios culturales han hecho cada
vez más evidente el carácter vetusto del sistema escolar, sino también los
procesos sociales vinculados a la globalización económica, al neoliberalismo y a
las crisis internacionales que repercutieron fuertemente en los sistemas educativos
de múltiples formas. La función de la escuela como institución –hablamos
principalmente de la escuela pública que forma ciudadanos modernos- fue
                                                            
3
Hoy es el discurso massmediático –y no ya el estado y sus instituciones- lo que define a los
sujetos reales de la cultura de acuerdo a su relación con el consumo y lo reubica en su lugar dentro
de la estructura social ya no de acuerdo a su filiación institucional, sino en línea con su capacidad
de participación en el mercado.
 

ocupando cada vez más un lugar de contención y asistencialismo. Este proceso,


que sólo citamos de manera superficial, ha sido de gran complejidad y demandaría
de un tratamiento delicado que excede los alcances de este trabajo. Pero lo que si
resulta pertinente es comprender que la escuela viene siendo objeto de fuertes
cambios tanto formales e institucionales como socio culturales, que son de gran
influencia orgánica. Es decir, que es un proceso multidimensional en el que
emergen situaciones que no pueden ser entendidas sino en su interconexión y
complejidad.

Las relaciones entre los actores que conforman la comunidad escolar se han
tensionado fuertemente, los diseños del sistema escolar han sido reformados una
y otra vez, los docentes han tenido que enfrentar infinidad de problemáticas para
las cuáles no estaban preparados y los alumnos han ido perdiendo la percepción
de lo que unía el paso por la escolaridad con un futuro mejor, para participar de
manera fluctuante entre el descreimiento y la insatisfacción de una institución
atravesada por discursos sociales en fuerte contradicción.

A lo que apuntamos con esto es a que resulta inacabado hablar del conflicto entre
los actores que habitan el espacio escolar, partiendo de su distanciamiento o
cercanía con el lenguaje digital y la tecnología. Lo que no apunta a considerar que
el planteamiento de Prensky intente desconocer estás problemáticas, pero
encontramos que no las incluye orgánicamente; lo que lleva a una comprensión
fragmentaria del problema. Sin ir más lejos, reconocemos cierto uso político de los
términos aportados por este autor, a partir de los cuales la implementación de
programas que apuntan a achicar la brecha digital se han convertido en acciones
más vinculadas con generar una igualdad de condiciones frente al acceso al
consumo –no tanto meterial como cultural– a partir de la tecnología, que ha
redefinir el futuro de la escolaridad. Cuestión que no casualmente acentuó la crisis
institucional y las tensiones internas.
 

Pero retomando el camino que se venía desarrollando respecto de los conceptos,


decimos que si Nativo digital hace referencia a cierta pertenencia a un colectivo
generacional que posee habilidades diferenciales que influyen en su modo de
relacionarse con la tecnología y la noción de brecha digital se vincula con una
capacidad disímil para apropiarse del lenguaje digital, cabe la pregunta acerca de
si la brecha se produce sólo por el grado de acceso o cercanía con los dispositivos
digitales –concepción instrumental del término bastante extendida-, o si la
capacidad simbólica de cada actor social es la que reproduce la brecha digital. Lo
que significa que el proceso no se agota en la habilidad4 alcanzada en el manejo
de la cualidad técnica del soporte, sino que se extiende; además de la inteligencia
distribuida en los objetos y artefactos culturales que somos capaces de manipular,
a las interacciones lingüísticas que generamos en el marco de las relaciones
sociales que mantenemos (Gonzáles, 2013: p6). En este sentido es importante
elaborar conceptualizaciones que se alejen de la concepción instrumental de las
tecnologías, entendiendo que éstas -más allá de que permiten resolver problemas
de manera eficiente- actúan como un agente en la configuración de las relaciones
sociales. Las tecnologías –y nos referimos desde las más rudimentarias, como
podría ser el molino, hasta las digitales- nos afectan internamente, así como
nosotros con ellas afectamos el mundo que nos rodea; esa relación dialéctica
entre el afuera y adentro es permanente y configura un conjunto de prácticas
culturales tecnológicamente mediadas, que no deben desconocerse ya que la
tecnología es una fuerza social influyente en los flujos de las formas simbólicas
con las cuales representamos el mundo en el que vivimos. Cuestión que se torna
central si comprendemos que según cuán rico sea nuestro universo simbólico,
más fina será nuestra experiencia y capacidad de acción en el entorno cultural.

                                                            
4
Es importante comprender la diferencia entre habilidad y competencia. Mientras que la primera se
refiere a una capacidad específica para la acción, la segunda demanda de un complejo proceso de
comprensión y selección en un universo de actuación relacional.
 

Lo dicho hasta aquí, está en función de revisar el uso que se viene dando a estos
términos sobre todo en el ámbito político y de la gestión estatal -pero no sólo allí-,
en dónde se aplicaron éstas categorías de un modo poco reflexivo. Los distintos
programas regionales que apuntan a la transformación de los sistemas educativos
y las políticas en ciencia, educación y tecnología retoman la perspectiva iniciada
por Prensky para describir el escenario escolar, como si de manera acabada los
términos -Nativos digitales, Inmigrantes digitales, brecha digital- caracterizaran la
realidad escolar y sus complejidades, de tal forma que pareciera que con sólo
abordar el escenario a partir de ellos resultaría suficiente. Esto lleva a un
reduccionismo analítico. Por un lado la brecha digital pareciera ser eliminada con
la entrega de una computadora por chico5. Por otro el reconocimiento de los
actores caracterizados como Nativos Digitales e Inmigrantes Digitales supondría la
explicación a sus conflictos. Sin embargo esto no es así. No se han superado las
tensiones del ámbito educativo, ni se ha logrado achicar la brecha. Por una parte
porque las tensiones están ligadas a una crisis institucional a la que no se ha
apuntado, así como por otra parte tampoco se ha abordado de manera sistemática
el estudio del conjunto de relaciones multidimensionales del universo de
representaciones, discursos y prácticas en el entorno simbólico escolar.

A nuestro modo de ver, entonces, la importancia analítica debe dirigirse a


comprender los procesos de relación compleja entre los artefactos, agentes y
estructuras sociales. Proponemos para ello, rediseñar las características definidas
por Prensky para nativos e inmigrantes digitales, en vinculación con el concepto
de Ecología Simbólica (Gonzáles, 2013: pp5,6); es decir, como un comportamiento
emergente de interacción entre diversas estructuras, capaces de representar
procesos; como relaciones de sentido situadas; como un territorio simbólico
constituido. En ese marco lo importante no es ya la clasificación –
nativo/inmigrante– sino el modo en que ciertas estructuras interactúan
                                                            
5
“one laptop per child” es el nombre que engloba los proyectos educativos digitales de los últimos
años.
 

determinando comportamientos y modos de representación, en dónde la


tecnología opera como artefacto cultural, en correlación con un complejo
ecosistema de soportes materiales disponibles. Así la clasificación de Prensky
pierde sentido y se reduce en su dimensión descriptiva sin realizar mayores
aportes. Lo que nos lleva a pensar en que Nativos Digitales e Inmigrantes
Digitales se redefinan por sus Ecologías Simbólicas y no por su habilidad en el
manejo de la tecnología digital. Dicho de otro modo, serían comprendidos como
nativos de una Ecologías Simbólicas más que de un soporte.

Esto dirige la mirada hacía sus universos simbólicos. Cobra relevancia entonces el
lugar que ocupan los artefactos culturales y el entorno de soportes materiales
disponibles en la construcción de las Ecologías Simbólicas, convirtiendo a éstas
en el objeto de estudio. Mientras que en la perspectiva de Nativos e Inmigrantes
Digitales el análisis se centra en la relación entre estudiantes y maestros, a partir
de la distancia dada por la cuestión generacional como factor influyente en su
relación con la tecnología digital, el planteo que se hace en éste trabajo se
convoca a marcar la necesidad de redirigir la pregunta hacia las Ecologías
Simbólicas en la cultura escolar, partiendo del reconocimiento acerca de un efecto
influyente de las tecnologías operadas digitalmente –aunque se extiende a todas
las tecnologías- sobre las formas simbólicas.
 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Almaguer, Kalixto, P. E. (2013) Cibercultur@ e Investigación-Acción Participativa:

Intersecciones metodológicas para el desarrollo de Comunidades

Emergentes de Conocimiento Local, en Estudios sobre las Culturas

Contemporáneas, 19 (37), 129-164.

González, J., Amozurrutia, J., & Maass, M. (2007). Cibercultura e introducción a la

investigación. México: UNAM, CONACULTA.

González, J., & Maass, M. (2009). Investigación y desarrollo de comunidades

emergentes de conocimiento local en México. Proyecto PAPIIT, CEIICH,

UNAM.

González, J. A. (2013) De ciberculturas, cibercultur@s y un pasito para atrás.

Consejo Mexicano de Ciencias Sociales – disponible en

http://www.comecso.com/wp-content/uploads/2013/03/De-ciberculturas-

cibercultur@s-y-un-pasito-para-atr%C3%A1s-Jorge-Gonz%C3%A1lez.pdf

Prensky, M. (2001) Nativos Digitales, Inmigrantes Digitales, en On the Horizon.

MCB University Press, 9(6). J. Molano (trad.) - disponible en

http://recursos.aprenderapensar.net/files/2009/04/nativos-digitales-

parte1.pdf

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