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Agricultura ecológica

Es un sistema para cultivar una explotación agrícola autónoma basada en la


utilización óptima de los recursos naturales, sin emplear productos químicos de
síntesis, u organismos genéticamente modificados (OGMs) —ni para abono ni
para combatir las plagas—ni para cultivos, logrando de esta forma obtener
alimentos orgánicos a la vez que se conserva la fertilidad de la tierra y se
respeta el medio ambiente. Todo ello de manera sostenible , equilibrada y
mantenible.2

Los principales objetivos de la agricultura orgánica son la obtención de


alimentos saludables, de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias
de síntesis química y obtenidos mediante procedimientos sostenibles. Este
tipo de agricultura es un sistema global de gestión de la producción, que
incrementa y realza la salud de los agrosistemas, inclusive la diversidad
biológica, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Esto se
consigue aplicando, siempre que sea posible, métodos agronómicos, biológicos
y mecánicos, en contraposición a la utilización de materiales sintéticos para
desempeñar cualquier función específica del sistema. Esta forma de
producción, además de contemplar el aspecto ecológico, incluye en su filosofía
el mejoramiento de las condiciones de vida de sus practicantes, de tal forma
que su objetivo se apega a lograr la sostenibilidad integral del sistema de
producción agrícola; o sea, constituirse como un agrosistema social, ecológico
y económicamente sostenible.

La agricultura natural, la agricultura indígena, la agricultura familiar, la


agricultura campesina, son tipos de agricultura natural que buscan el equilibrio
con el ecosistema, son sistemas agrícolas sostenibles que se han mantenido a
lo largo del tiempo en distintas regiones del mundo buscando satisfacer la
demanda de alimento natural y nutritivo a las personas y los animales, de
manera que el agroecosistema mantenga el equilibrio. La agricultura
biodinámica, y la permacultura, comparten algunos de sus principios y
métodos, pero son más recientes

Historia de la agricultura

La agricultura es el arte del cultivo y explotación de la tierra con el objeto de


obtener productos con fines humanos o con destino a los animales domésticos.

Existen variadas disciplinas y toda una infraestructura agrícola, científica e


industrial alrededor de estas actividades. Se incluyen en estas prácticas el
estudio, acondicionamiento de las tierras, cultivo, desarrollo, recolección,
transformación, distribución, etc.

Se trata de una actividad muy antigua, con origen en la prehistoria, y es


actualmente un sector económico indispensable y fundamental en la
alimentación mundial.
Se estima que la agricultura se ha desarrollado desde hace unos 8.000 a
10.000 años. Desde entonces todos los pueblos de la Tierra han reconocido el
valor que las plantas cultivadas tienen para la alimentación humana y de los
animales domésticos.

Algunos vegetales se han hecho tradicionales en muchos países, e incluso en


determinados de ellos se han convertido en monocultivos, y en la fuente más
importante de ingresos.

Entre las variadas producciones agrícolas, se distinguen algunos productos


muy importantes para el ser humano, tales como los cereales, trigo, maíz,
centeno, arroz, caña de azúcar, remolacha azucarera, aceite, verduras y frutas.

En cuanto a la alimentación animal, son importantísimos los piensos a base de


granos de la soja, maíz forrajero y sorgo.

No todas las producciones agrícolas tienen valor alimentario, también existen


numerosos cultivos dedicados a producir materias para la industria, tales como
el caucho, semillas oleaginosas para fabricar pinturas o compuestos químicos
sintéticos, plantas para la obtención de fibras, etc.

Se reconoce el valor de la agricultura al comprobar que casi la mitad de la


población mundial se dedica a esta actividad, aunque es cierto que su
distribución es muy variable. Así, mientras que en África y Asia superan el 60
por ciento de la población, en los Estados Unidos y Canadá apenas alcanza el
5 por ciento. Por su parte, en América del Sur la población dedicada a estas
tareas es casi la cuarta parte; en Europa Occidental supone alrededor del 7 por
ciento; y en los países de la Federación Rusa y los englobados en la antigua
Unión Soviética alcanza el 15 por ciento.

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