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Porcofilia y porcofobia: Estrategias ecológicas y pautas culturales

Harris, M. (1980). Porcofilia y porcofobia. En: Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura:
Madrid. Alianza. 3ra edición ed. Pág. 46-72.

Marvin Harris es un antropólogo nacido en 1927 en la ciudad de Nueva York. Se graduó de la


Universidad de Columbia donde, bajo la influencia de sus profesores Julian Steward y Alfred
Kroeber, encontró las bases que fundamentaron sus posteriores trabajos y lo condujeron a
convertirse en uno de los más reconocidos expositores del materialismo cultural.1

La dieta hace parte de los pilares culturales. Ejemplo de ello es el odio por los cerdos de judíos
y musulmanes. El cerdo es un animal impuro, por ello, Yahvé y Alá prohibieron su consumo.;
En contraste, para los Maring, asentados en Nueva Guinea, la porcofilia constituye la principal
herramienta para el equilibro y autorregulación de las comunidades. Estas prácticas no
sobrepasan la mera costumbre ni hallan un fundamento teórico al interior de las comunidades.
Sin embargo tal explicación sí existe.

En cuanto al primer caso, el autor desarrolla tres causas fundamentales: Al tratarse


originariamente de comunidades pastoriles asentadas en regiones áridas de Medio Oriente, la
cría de cerdos resultaba ecológicamente inviable. El consumo de su carne sería considerado un
lujo, ya que el animal no podría brindar ningún otro tipo de productos. Además, resultaría una
competencia directa para el hombre puesto que puede llegar a consumir los mismos alimentos.
Por último, al carecer el cerdo de glándulas sudoríparas y no encontrar otro medio para regular
su temperatura corporal, se ve obligado a refrescarse en sus excrementos.

Haciendo referencia al segundo caso, la vida de los Maring gira en torno a la celebración del
kaiko, en el cual se consume carne de cerdo de manera frenética y se invita a miembros de
comunidades vecinas para establecer alianzas amorosas y militares. Una vez finalizada la
fiesta, se inicia el combate contra sus rivales y, sin importar el resultado, se debe dar gracias a
los ancestros por la vida. En pro de ello reinician el ciclo. Prohibir la cría de cerdos implicaría
un desastroso desequilibro entre la relación de los Maring con su entorno.

La relevancia de los aportes de Harris al estudio antropológico radica en la búsqueda del


verdadero origen de pautas culturales insertas en las sociedades. Existen limitaciones
materiales que estimulan y a la vez limitan el desarrollo de sociedades humanas. El
entendimiento del porqué una cultura ha acogido prácticas determinadas y a qué responden
las particulares interacciones cultura-ambiente dio un giro fundamental dentro de los estudios
antropológicos, ya que no dejaba de lado la posición relativista, pero entendía que la cultura se
arraiga en explicaciones mucho más profundas que solamente el hecho de que una sociedad se
rija por determinadas costumbres, pues estas últimas son adaptaciones particulares a un entorno
pero no son inmutables. Si las condiciones ambientales cambian muy probablemente el tipo

1
Recuperado el 6 de Octubre del 2014, en: http://www.filosofia.org/ave/001/a114.htm
cultural también sufra una alteración. De esta manera las sociedades incorporan o generan
comportamientos para asegurar la supervivencia.

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