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Magdalena es aquella «cuya ofrenda de amor aceptó con tanta misericordia Jesucristo»
y es modelo de «aquel amor que la impulsó a entregarse por siempre a Cristo»
La fecha del 22 de julio como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en Occidente
su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una sola persona a las tres mujeres
que los Orientales consideraban distintas y veneraban en diversas fechas.
María Magdalena fue así llamada ya sea por Magdala, cerca de Tiberías, en la costa oeste de Galilea,
o de expresión del Talmud que significa “rizar pelo de mujer”, en referencia a las adúlteras.
Magdala era una ciudad próspera. Recostada en la ribera del mar de Galilea,
se había enriquecido con la industria de salazón de pescado.
Los Padres Griegos distinguieron tres personas: la “pecadora” de Lucas 7,36-50;
la hermana de Marta y Lázaro, Lc 10,38-42 y Jn 11; y a María Magdalena.
Por otro lado, la mayoría de los Latinos sostuvieron que estas tres personas fueron una y la misma.
San Lucas hace notar que era una “pecadora pública”
pero no especifica que haya sido una prostituta.
Cuando habla de los viajes de Cristo por Galilea, dice que le acompañaban los apóstoles
“y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades:
María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lucas 8:2).
Los «siete demonios» no significan un gran número de pecados,
sino -como lo aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»;
este significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.
Judas se escandalizó, no por generosidad con los pobres, sino por avaricia,
y aun los otros discípulos interpretaron la conducta de María como un exceso.
Pero el Señor reivindicó esta unción como había hecho la anterior:
“¡Dejadla en paz! ¿Por qué la molestáis? Buena obra es la que ha hecho conmigo.
Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre.
Esta mujer ha hecho lo que ha podido, adelantándose a ungir mi cuerpo para la sepultura.
En verdad os digo que dondequiera que se predique este evangelio sobre la faz de la tierra,
se dirá lo que ella ha hecho por mí”. (Mt.26)
En la hora del Calvario, mientras casi todos abandonan a Jesús, allí estaba María Magdalena.
¡Cuanto se lo agradecería Jesús y la Virgen María!
Al llegar el momento de su muerte fue llevada por ángeles al oratorio de San Máximo
donde recibió el viático.
La Historia se mantiene silenciosa respecto a esas reliquias, hasta el año 745, cuando,
de acuerdo al cronista Sigebert, fueron cambiada a Vézelay por temor a los Saracenos.
" No hay registro de su regreso, pero en el año 1279, cuando Carlos II, Rey de Nápoles
levantó el convento en La Sainte-Baume para los Dominicos, se encontró el sepulcro
intacto, con una inscripción que declaraba porqué había sido escondido.
En el año 1600 las reliquias fueron colocadas en un sarcófago enviado por Clemente VIII,
con la cabeza colocada en una vasija separada.