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CASO CLINICO:

Identificación: A. J. N. Edad: 35 años, Sexo: femenino, Raza: blanca, Estado civil: divorciada Nivel
de escolaridad: técnico, Ocupación: ama de casa, Número de hijos: 3.

Motivo de consulta: La paciente refiere no encontrarle sentido a la vida y presentar continuos


llantos. Manifiesta no entender el porqué de su falta de determinación en relación con la toma de
una decisión estable de ruptura matrimonial, y alega gran preocupación por la educación y estado
psicológico de sus hijas debido a las situaciones de violencia familiar que han vivenciado en el
hogar. Entiende que el problema que más la afecta actualmente es su falta de control e
impulsividad.

Historia de la enfermedad actual

Con motivo de la separación de su marido hace cuatro meses debido a una golpiza que le dio en
estado de embriaguez, la sujeto refiere en sentido general vivenciar sentimientos de ansiedad,
desesperación, tristeza, desamparo y desinterés hacia las cosas. Plantea que se siente culpable por
no saber controlarse y hacer las cosas “sin querer hacerlas de ese modo”; siendo muy impulsiva,
insulta y recrimina a su marido (tanto en público como en privado) por haberla hecho pasar por
tantos estados de insatisfacción a lo largo de toda la relación (este displacer lo promueven las
continuas infidelidades, borracheras constantes, así como agresiones físicas y psicológicas). Siente
pocos deseos de realizar las rutinas hogareñas y preferiría quedarse en cama todo el tiempo, sin
embargo, como se ve obligada a realizar las labores domésticas debido a la situación familiar que
presenta, se vuelve muy irritable y agresiva con sus hijas. Presenta una marcada labilidad afectiva,
resultando ser muy variable y superficial en sus afectos, así plantea que en el día (a pesar de que
predominan sentimientos depresivos) puede sentirse bien de ánimo por momentos y recaer en
llantos sin que ocurra ningún acontecimiento objetivo que los pueda desencadenar. Presenta
trastornos de los hábitos higiénicos (pasa hasta tres días sin bañarse) y falta de apetito, no se
evidencian trastornos en el sueño. Se han evidenciado también manifestaciones somáticas como
dolores agudos en el pecho, saltos en el estómago, falta de aire, entumecimiento de un brazo y
recurrentes dolores de cabeza. Los sentimientos de autocompasión, inseguridad e incapacidad
para toma de decisiones mantenidas en el tiempo, así como la baja autoestima y pobre control
emocional se observan muy marcados, constantemente se queja de no tener la atención
suficiente y amor por parte de su familia. Por último, resulta relevante señalar que a pesar de
expresar una “tristeza total”, mantiene los deseos de salir de su casa y relacionarse con el resto de
las personas, demandando atención por parte de las mismas.

Hace tres meses se presentó de manera voluntaria en la consulta de psiquiatría buscando apoyo
profesional. Desde entonces se encuentra ingresada en el Hospital de Día recibiendo tratamiento
psiquiátrico, participa en las terapias grupales, ejercicios yoga y toma psicofármacos como parte
de este seguimiento (medazepam y trifluoperacina).
Antecedentes patológicos personales
Paciente que a lo largo de su vida ha mantenido comportamientos que denotan baja tolerancia
ante frustración, inestabilidad y labilidad afectiva, así como una elevada sugestionabilidad. Ha
manifestado una marcada tendencia al pobre control emocional y determinismo externo, bajo
control de los impulsos y marcadas necesidades de afecto, apoyo y reconocimiento. Meses
después del nacimiento de sus hijas hace cuatro años, y debido a los problemas matrimoniales que
vivenciaba, revela haberse sentido muy deprimida siendo ingresada en el Hospital durante una
semana con los mismos síntomas actuales.

Antecedentes patológicos familiares


La paciente plantea no presentar antecedentes patológicos familiares.
Aspectos de su historia:
Hasta sus 15 años el sujeto convivió con sus padres y hermanos (hermana tres años mayor que
ella, hermano dos años menor que la paciente). La dinámica familiar en sentido general se puede
clasificar como disfuncional: existían continuos conflictos para la organización de las rutinas
cotidianas, rigor en patrones comportamentales machistas, pobre capacidad empática entre sus
miembros, estilos comunicativos basados en la imposición de reglas e ideas sin posibilidad de
negociación (en este sentido el papel de la madre se destaca), así como falta de un adecuado
control en relación a los horarios de salida y llegada a la casa de los miembros más jóvenes.
De este modo se aprecia que la sujeto, a pesar de percibir estos años de su vida positivamente en
sentido general, vivenció grandes necesidades de afecto, comprensión y apoyo por parte de su
madre fundamentalmente. Dicha figura hasta la actualidad, siempre ha juzgado los
comportamientos de la sujeto de manera autoritaria, generando en la paciente gran dependencia
de sus criterios y promoviendo sentimientos de invalidismo para tomar decisiones propias. En
relación con ello, la paciente plantea: “Nunca me ha dejado tomar decisiones y siempre ha tratado
de pensar por mí”. Con respecto a la figura paterna, tampoco potenció en la sujeto sentimientos
de seguridad y valía. La paciente expresa que “era su niña mimada”; hubo gran sobreprotección y
complacencia a lo que la sujeto atribuye sus rasgos de indecisión y falta de seguridad en sí misma.
Luego de la separación de sus padres, debido a las reiteradas infidelidades del padre, las existentes
diferencias con su hermana se agudizaron. De acuerdo con lo planteado por la sujeto, los
conflictos entre ambas eran fundamentalmente causados porque ella era “más bonita” y llamaba
la atención de los demás en mayor medida que su hermana, lo que provocaba que esta última
sintiera celos cuyo modo de manifestación eran comportamientos agresivos tanto hacia la sujeto
como hacia su mamá. A raíz de los grandes conflictos que se suscitaron entre su hermana y madre,
esta decidió permutar la casa por dos para independizarse de sus hijos. Así a sus 26 años va a vivir
a la calle, evento que pautó un giro vivenciado por la sujeto de manera negativa. En la actualidad
culpa a su madre por haber decidido “mudarla” de su antiguo hogar, lo que según expresa ha
propiciado las vivencias displacenteras más significativas de su vida.
La convivencia con sus hermanos estuvo continuamente matizada por grandes conflictos y en este
caso, la sujeto culpa a su hermana por “haber puesto en contra” de ella a su hermano, con el cual
hasta ese momento mantenía, si no estrechas relaciones con fuerte vínculo afectivo, sí al menos
relaciones “amigables”. De este modo, como resultado de las grandes desavenencias, la hermana
decide separar nuevamente la casa y la paciente se muda a su actual residencia a los 28 años. La
decisión de mudarse la paciente la deposita fuera de su campo (externamente), alegando que a
ella solo le avisaron de hacia donde tenía que irse a vivir. Es importante señalar que los cambios de
vivienda, así como los conflictos que vivenció por la inadecuada convivencia de los miembros de la
familia, el sujeto los declara sin que se observe una profunda elaboración emocional de los
mismos. Los sentimientos que experimentaba ante dichas situaciones se caracterizaban por ser
lábiles e inestables. A partir de sus 31 años comenzó a residir con su ex marido (separados hace
cuatro meses). La convivencia con esta pareja se ha encontrado mediada por una continua
violencia; su ex pareja es alcohólica y, fundamentalmente en estado de embriaguez, la agredía
tanto física, verbal como sexualmente. Sus hijas —una de seis años asumida por este sujeto desde
su nacimiento, otras jimaguas de cuatro hijas legítimas de este sujeto— han sido partícipes de
muchas de las golpizas de las que ha sido víctima, siendo sus actuales comportamientos rebeldes y
en muchas ocasiones agresivos hacia la paciente. Por eso, una de las principales preocupaciones
de la sujeto es la salud psicológica de sus hijas, de las cuales demanda afecto, y vivencia por estas
una marcada necesidad de protección. Actualmente mantiene relaciones con sus padres. En el
caso del padre la comunicación ha empeorado pues según alega la paciente “su cabeza no está
muy bien por los años”. Por otra parte, con la madre se relaciona con mayor frecuencia,
demandando de ella, afecto, comprensión y apoyo, ya que expresa que no la entiende y rechaza
sus decisiones personales.
En relación a su imagen física destaca que siempre le ha gustado lucir bien, por lo que desde joven
hacía ejercicios con pesas y utilizaba muchos productos de belleza, siendo este tipo de quehaceres
una de sus prioridades. Comienza a tener relaciones de pareja a los 19 años. Sus recuerdos de esta
etapa resultan confusos debido a la fugacidad e inestabilidad de estas relaciones. Alrededor de los
21 años se casa, matrimonio que duró días; según afirma la sujeto, no se explica exactamente por
qué tomó la decisión de casarse, de ahí que comienza a rechazar al esposo muy pronto al
percatarse de que tenía que asumir responsabilidades en la casa.
Históricamente las relaciones de amistad que ha establecido se han caracterizado por ser muy
superficiales e inestables, siendo constituidas sobre bases poco sólidas. Los grupos a los que se
integró en su juventud se movilizaban en función de la búsqueda de fácil entretenimiento y
diversión. Los temas que se trataban se centraban fundamentalmente en la moda, los sitios de
recreación, los conflictos de pareja que experimentaban sus miembros u otras personas conocidas
por estos, etc. El tratamiento de todas estas cuestiones se caracterizaba por ser superficial y poco
ético.
Se distingue por ser muy sociable y alega que gracias a esto siempre le ha sido muy fácil integrarse
a diversos grupos; a pesar de ello, vivencia una gran frustración debido a que percibe que las
personas no son recíprocas en sus acciones con ella. La sujeto vivencia que intenta agradarles y
serles útil y el resto de las personas sólo se aprovechan de esto y no le prestan la misma atención y
dedicación que ella les brinda. En relación con ello, es importante destacar que su
comportamiento sociable y amistoso es instigado, en última instancia, por las necesidades de
afecto, aceptación, reconocimiento y comunicación que ha vivenciado en esta esfera a lo largo de
su vida. Actualmente las relaciones más estrechas que establece son con dos de sus primas, en las
que haya satisfechas sus necesidades de reconocimiento y apoyo emocional. La sujeto considera a
una de ellas su ideal, hallando en esta persona características a las que aspira como la fortaleza
emocional, seguridad, así como la posibilidad de tomar decisiones y mantenerlas. Por otra parte,
visita a dos viejas amistades de su juventud, con las que establece una comunicación muy pobre,
sin embargo, son motivo de las necesidades que posee de sentirse escuchada y atendida por las
personas que la rodean.
Es fácilmente sugestionable e impulsiva, carente de herramientas psicológicas para recuperarse
adecuadamente ante las frustraciones y con muy pobre control emocional. Muy vinculada a estas
características subyace una autovaloración muy dañada, lo que se manifiesta en sentimientos de
culpa, baja autoconfianza, dependencia emocional, marcados rasgos de inseguridad, así como una
posición conformista y pasiva ante los tantos defectos que se autoseñala. A su vez, la inadecuación
en su autoestima promueve su anticipación al fracaso, desorganización emocional y
desmoronamiento de sus niveles de aspiraciones; el empobrecimiento de sus intereses cognitivos
y profesionales; su falta de persistencia; y la presencia de rasgos inadecuados del carácter como la
minusvalía.

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