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PUCE-Maestría en Bioética

Ética de la Relación Clínica

Nombre: Justin Sánchez Carvajal

Fecha: 1 de julio, 2020

Tarea 1: Micro-ensayo, comentario.

Dignidad Humana

Tanto el término dignidad, como el término humana, demandan cierto nivel de


complejidad tanto para su comprensión como para su descripción, puesto que apelan a la
máxima capacidad de abstracción posible para la cognición del hombre. Por esta razón,
aquellas ciencias encargadas de comprender esta misma complejidad, ya sea la filosofía, la
antropología, la psicología, la jurisprudencia, entre otras, han tomado el reto de esclarecer
su contenido, dejándonos, en ocasiones, con más dudas que respuestas, que sin embargo,
nos permiten vislumbrar un camino para entender el punto de encuentro entre estos dos
conceptos.

Por un lado, al abordar el término dignidad, deberemos volver sobre su raíz etimológica;
esta proviene del latín dignitas que significa: merecedor de algo; esta aproximación, sin
embargo, aún no deja nada claro; para comprender su uso Aparisi (2013), nos dice: “Las
dignitates significaban, para los medievales, lo mismo que los axiomas para los griegos. Se
trataba de proposiciones evidentes en sí mismas, principios de una demostración y, por
consiguiente, indemostrables” (p. 206), con esto intenta decirnos que la dignidad no
necesita comprobación ni contraste, sino que, tiene valides en sí misma, por su mera
apreciación, llevándonos por lo tanto a decir de manera circular que la dignidad es ser
digno de dignidad; sin embargo, esto no responde a su significado esencial, pues aún no se
ha dicho quién es el merecedor, ni qué es lo que en realidad se merece.

El personismo surge para responder la priemra cuestión, argumentando que el merecedor


será la persona; si bien de principio la respuesta luce acertada, vale la pena desmantelar este
argumento para reconocer lo que persona significa para el personismo. El primer
argumento que el personismo da por hecho es el de la dualidad cartesiana, según la cual, el
cuerpo y el alma se encuentran separados, el primero ubicado en la res extensa y el segundo
en la res cogintan, de manera que esta dualidad sirva de base para diferenciar lo humano,
de la persona. Para el personismo entonces, lo humano se situará en el cuerpo, dando a
entender que el ser existente que comparta las cualidades corporales propias de la especia
homo-sapiens deberá ser considerado humano, mientras que la categoría persona, quedará
reservada para los sujetos que además de compartir la característica anterior, también
demuestre poseer el alma cartesiana que reflexiona y está dotada de razón. Siguiendo esta
lógica Singer (como se citó en Aparisi, 2013) dirá más adelante que “ni todos los miembros
de la especie “homo sapiens” son personas ni todas las personas son miembros de la
especie “homo sapiens” (p. 210).

Por otro lado, el utilitarismo aparecería para responder la segunda cuestión,


argumentando que lo que se merece con la dignidad es la “calidad de vida”; esto sin
embargo, puede objetarse con el mismo argumento que se objeta a toda la teoría utilitarista:
¿cuál es la unidad según la cual mediremos, en este caso, la calidad de vida?, y argumentar
además, que dicho concepto es difuso, impreciso y difícil de delimitar. Siguiendo esto
Sánchez Gonzales (1996), diría que se debe a que “la idea de la calidad de vida no es
primariamente un concepto intelectual. Es más bien una aspiración ideal que sólo puede
llenarse de contenido en un determinado contexto histórico, social y personal” (p.19). De
manera que, una vez más, volvemos al inicio sin una respuesta satisfactoria, sin saber quién
es el merecedor y qué es lo que se merece.

Sin embargo, una tercera postura que intentará responder, de una vez por todas, aquellas
interrogantes alrededor de la dignidad es la “ontología de la dignidad”. Esta de principio, da
por hecho dos supuestos: (1) no es posible tal dualismo cartesiano, sino que deberemos
entender al ser humano como ser unitario; (2) todo ser que pertenezca a la especie homo-
sapiens es merecedor de dignidad; pues “por más deteriorado que esté un ser humano,
nunca será una cosa, sino una persona, con un valor imponderable e insustituible, no sólo
para él, sino también para todos los demás (Aparisi, 2013, p. 2019). Sin embargo, estos
supuestos solo responden a la primera cuestión, más no a la segunda. Por lo que además,
está postura argumenta que dignidad se trata de garantizar el respeto por el ser humano.
Dando a entender por lo tanto, que dignidad humana, significa que el ser humano es
merecedor de respeto, sencillamente, porque es digno de ello.

Para concluir, se debe decir que la reflexión acerca de la dignidad aún no se resuelve por
completo a pesar de los argumentos de la ontología de la dignidad, pues aun deja
interrogantes alrededor de aquellos seres vivos que no pertenecen a la especie homo-
sapiens, y que sin embargo, podrían ser dignos de dignidad, tal como Singer vislumbraba,
pues posiblemente, debemos llevar dignidad al resto de seres vivos, animales y plantas, y
de ser necesario, a la naturaleza en general, con minerales, agua y cielo, después de todo, se
componen de la misma esencia que el ser humano: energía.

REFERENCIAS

Aparisi, A. (2013). El principio de la dignidad humana como fundamento de un bioderecho


global. Navarra: Cuadernos de Bioética XXIV.

Sánchez, M. (1996). Calidad de vida en enfermos terminales y eutanasia. España, Madrid:


Noesis.

Sheldrake, R. (1991). El renacimiento de la naturaleza. España: Paidós Editorial.

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