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Ser humano: infinidad de factores y novedad

Julián Felipe Peña Ramírez

Escuela de Química, Universidad Tecnológica de Pereira

Humanidades I

Profesora:

Luisa Fernanda Marulanda

27 de septiembre de 2021
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Ser humano: infinidad de factores y novedad

Hoy en día, no suele haber mucha reflexión sobre preguntas filosóficas; más bien, todo es
encaminado a responder los cuestionamientos científicos actuales, por medio de
experimentación y comprobación. ¿Por qué? Quizás porque responder a preguntas tan propias,
tan personales, tan humanas, es difícil. Verbigracia, si se pregunta a alguien: ¿cuál es el
principio del ser humano?, la respuesta no podrá ser comprobada, y quedará convertida, si la
hay, en algo subjetivo. Por el contrario, si se pregunta a alguien más: ¿por qué el Galio tiene un
punto de fusión tan bajo?, lo más probable es que esa persona haga algunas experimentaciones,
y genere una respuesta objetiva y comprobada.

Si, en el ámbito científico, toda pregunta puede ser respondida de manera objetiva, parece una
locura adentrarse en lo filosófico, en lo reflexivo. Pero también es cierto que la vida hay que
vivirla sin miedo al éxito; por eso: ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué son importantes las
humanidades? Muchos personajes han tratado de dar respuesta a estos cuestionamientos, y se
tendría una lista casi infinita de las diferentes opiniones. En este escrito, se tratará de sustentar
la idea de que el ser humano es un cuaderno abierto, que desde la imperfección va a lo perfecto,
y se llena de diversidad; y, además, que, en el contexto actual, las humanidades todavía siguen
siendo útiles; no inútiles, como algunas personas lo promueven.

Para ello, por un lado, se hará un “compendio” de algunos de los planteamientos más
importantes sobre el ser humano a lo largo del tiempo, resaltando la gran diversidad, pero,
también, la importancia que tiene cada pensamiento en la evolución del concepto de “ser
humano”. Y, por otro lado, se hablará sobre la importancia de las humanidades en la vida y en
la formación profesional. Finalmente, se dará una breve conclusión, con la que se tratará de dar
respuesta a las preguntas planteadas en el párrafo anterior.

Comenzando, es indudable que, desde los primeros siglos de la historia, se ha tratado de


responder o de dar una idea de lo que es el ser humano. Por ejemplo, para Aristóteles, el ser
humano es un “animal racional”. La animalidad es algo que, con frecuencia, suele ignorarse de
esta famosa frase: ante todo el ser humano, es animal. ¿Por qué? Porque comparte con ellos las
facultades vegetativas y sensitivas. Pero, del mismo modo, lo distingue algo: la racionalidad.
Es complicado determinar a qué se refiere Aristóteles con “racional”: según Ignacio Peña
(2010), Aristóteles, habla de la racionalidad como una facultad estrictamente humana; es decir,
“ser racional” es lo que lo distingue al ser humano de los demás animales.
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Aristóteles, ciertamente, ofrece una idea clara, y bastante interesante. Sin embargo, es distinta
a las primeras propuestas griegas, donde el alma era el aspecto más importante del hombre, y,
por tanto, su meta en el mundo era moral. El Estagirita afirma la animalidad del hombre: algo
impensable, por ejemplo, para Sócrates y Platón, sus predecesores. Se va vislumbrando,
entonces, la diversidad en la que está inmerso el concepto de lo humano, o, mejor, en el
significado de lo que es el ser humano.

Algún tiempo después, en el medievo, con la llegada del cristianismo, se populariza la idea de
que el hombre es un ser divino, hecho a semejanza e imagen de Dios. En esta propuesta, el
hombre es la creatura más perfecta por gracia: Dios le brindó razón, le brindó libertad, etc. Por
tanto, el hombre tiene que dominar y controlar sus instintos y pasiones, para corresponder al
gran “amor” del ser supremo. Era, entonces, una visión teocéntrica del ser humano.

Luego, como polo opuesto a esa visión teocéntrica, en el renacimiento, se propone al ser
humano (hombre) como el centro de todo. En esa línea, la grandeza del hombre no depende de
ningún ser superior, sino que el ser humano es en sí mismo es el valor absoluto. Aquí, pues, es
notable también la divergencia entre la visión teocéntrica y la visión antropocéntrica del ser
humano.

Una concepción de lo humano que tiene una particular relevancia, en la época moderna, es la
llamada por Ramón de Zubiría como “humanismo del futuro”. En ella, se pretende establecer
que el hombre aún no ha alcanzado su plenitud: ésta vendrá en el porvenir. Lo interesante de
esta propuesta es que deja abierto el cuaderno, para escribir sobre él lo que es el ser humano.
No hay límites. En otras palabras, no se establece una concepción definitiva de ser humano. De
ahí la afirmación de que “el hombre es un cuaderno abierto”, propuesta al inicio.

El recorrido histórico que se ha realizado sobre las diversas propuestas deja entrever la
diversidad de respuestas que se tienen, cuando se intenta definir qué es el ser humano. Sin duda
alguna, se podrían incluir muchas otras concepciones que tienen que ver con lo humano, como
la de Darwin o Sigmund Freud, etc. Pero baste con estas para ejemplificar cómo el ser humano
puede ser concebido como una diversidad, un collage de infinidad de factores, al cual puede ser
agregados nuevos factores que van puliendo, y puliendo lo que hoy se entiende por “ser
humano”.

Algo que no puede pasar desapercibido es el aporte de Pico della Mirandola, que expone
también una idea bastante interesante sobre el ser humano. Para él, el hombre no tiene una
naturaleza preestablecida y llena de leyes, sino que el hombre ser crea su propia naturaleza bajo
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su propio “arbitrio”; y, por tanto, “La dignidad de nuestra condición nos viene de que somos
algo menos que los demás seres creados” (Savater, 1999). Esta frase es explicada en el contexto
de que todas las demás creaciones están prefijadas de antemano en el universo, y tienen sus
funciones propias, excepto el hombre.

A partir de eso, parece ser que el hombre, entonces, es un ser imperfecto al compararlo con el
resto de la creación: todo tiene un lugar, un oficio, un fin (están en el mundo con el fin de algo),
y, por tanto, tienen cierto grado de perfección: no hay nada que añadirle a su naturaleza. He ahí,
que el hombre, siendo menos que las demás creaturas, se convierte en la creatura más perfecta,
porque, como dice Savater (1999): “Dios ha creado todo lo que existe, pero al hombre le ha
dejado, por así decirlo, a medio crear: le ha concedido la posibilidad de concluir en sí mismo la
obra divina, autocreándose”. El hombre va desde lo imperfecto a lo perfecto.

Pasando a otro tema, en la actualidad, las humanidades no parecen tener mayor importancia.
Sin embargo, sí lo son. ¿Por qué? Es una pregunta lógica, ya que, muchas veces, algunas
personas se encargan de desacreditar todo lo que tenga que ver con el arte y la filosofía (por
ende, con las humanidades). La respuesta se dará a partir de términos bastante interesantes:
“efímero” y “permanente”. Las palabras, como es de notar, son antónimos: tienen significados
totalmente distintos.

Por un lado, el término “efímero” es bastante interesante. Según su etimología, viene de los
vocablos griegos epi (alrededor o sobre) y hemera (día), que forman la palabra “ephemeros”,
cuyo significado literal es “alrededor de un día”. Es decir, hace referencia a algo que, como lo
indica la RAE, es “pasajero, de corta duración” (Real Academia Española, 2020).

Pues bien, hay muchas cosas que, en la actualidad, son consideradas como útiles en una
sociedad en la que todo tiene que ser comprobado y experimentado: los avances científicos y
los avances tecnológicos, las cosas que facilitan la vida diaria. Sin embargo, haciendo un
análisis profundo, es fácil concluir que las proposiciones de la ciencia y la tecnología son
efímeras (quizás no en el sentido estricto de “un día “, pero sí en cierto grado).

Por ejemplo, puede que actualmente haya una teoría científica hpotética fundamentada con
experimentación y comprobación; no obstante, dentro de un mes, quince días, 5 días, etc., otra
investigación puede contrarrestar sus argumentos, y, por tanto, la teoría desparecería. Esto se
da tanto en la ciencia como en la tecnología: surgen nuevas investigaciones o hallazgos que
sustituyen a los anteriores.
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Se puede decir, pues, que la ciencia es efímera. Pero, entonces, ¿qué es lo que permanece?
Antes de responder a eso, se analizará el significado de “permanente”. Según su etimología,
viene del latín “permanentis” que está compuesto de por dos prefijos: per (por completo) y
manere (quedarse, parar en un lugar). Significa, pues, que está todo el tiempo en el mismo
lugar. La RAE, ciertamente, da un significado semejante a la palabra permanecer:
“Mantenerse sin mutación en un mismo lugar, estado o calidad” (Real Academia Española,
2020).

Ahora bien, respondiendo a la pregunta, lo que permanece, lo que realmente importa es la


cultura, la lengua, la historia, el arte; y todas estas palabras hacen parte de un todo llamado
“humanidades”. De ahí, se desprenda el valor que tienen las humanidades actuales: lo que se
aprende sobre el mundo, sobre el hombre, etc. nunca desaparece, perdura en el tiempo. Esto la
da a entender muy bien el biólogo Edward Wilson, citado en “Recurso Educativo para las
Humanidades”: “La ciencia y la tecnología serán las mismas en todas partes, para cada cultura
civilizada, subcultura y persona. Lo que seguirá desarrollándose y diversificándose hasta el
infinito son las humanidades”.

Sí, queda claro. Las humanidades son importantes, porque permanecen. Pero ¿sólo por eso?
No. Otro argumento puede ser la gran influencia positiva que tiene en la formación profesional.
En primer lugar, se sabe que todo individuo está inmerso en un contexto humano. Entonces,
para desempeñarse en ese contexto, primero, se tiene que ser humano (ser). Aquí “ser” humano
no es lo mismo que saberse humano: no es lo mismo saber que se es humano a ser humano.

Un profesional, un estudiante, por tanto, tiene que ser humano en el sentido de conocer tanto su
mundo interior, su ser, que adquiera valores y conocimientos que le ayuden a vivir entre
humanos. Pues bien, las humanidades enseñan eso. Como afirma Laura Borras, sobre la utilidad
de las humanidades en “Recurso Educativo para las Humanidades”: “si su utilidad la medimos
en términos de rendimiento económico o de aplicabilidad, la respuesta quizá sea para nada;
pero si pensamos en sus beneficios en términos de valores, de conocimientos, de la información
que nos dan y cómo nos ayudan a pensar, sí que sirven”. En ese sentido, las humanidades
ayudan a ser más humanos, y, como consecuencia, trae muchos beneficios en el desempeño de
la vida profesional.

En segundo lugar, como la formación profesional se desarrolla, sobre todo en un ambiente


científico, se suelen excluir otras ramas bastante importantes, como el arte o la filosofía. Las
humanidades ayudan a lograr la correcta conjugación entre esas áreas. Y, con eso, se consiguen
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algunas cosas importantes: 1. Paz entre naturaleza, hombre y máquina. 2. Bilingüismo (ciencia-
humanidades). 3. Coordinación de perspectivas (empatía entre las ramas del conocimiento). La
enseñanza de humanidades en los centros de formación es indispensable.

Llegando al final de este escrito, el concepto de “ser humano” queda establecido no como algo
definitivo y global, sino, más bien, como algo que ha sido construido por infinidad de
reflexiones, comentarios, palabras, acontecimientos y símbolos a lo largo del tiempo. Es más,
todavía se sigue construyendo, porque el ser humano siempre es novedad. El ser humano es el
ser más perfecto, no porque su naturaleza sea perfecta, sino porque crea y perfecciona su propia
naturaleza.

Además, la importancia de las humanidades en la actualidad radica en el conocimiento que


brinda del ser, del interior, los valores que permite adquirir. No es algo superficial, es algo
profundo, enraizado, algo que se queda para toda la vida. Si se es humano (ser), sin duda alguna,
se tiene una gran ventaja en el desarrollo cotidiano de la vida. ¿Será una utopía pensar en un
día en el que todos los seres humanos, entendiendo lo que significa ser humano, logren las cosas
más indescriptibles de la historia? Creo que no. Pero es menester ayudar a conseguirlo.
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Bibliografía

Peña, I. (24 de 09 de 2010). Animal racional: breve historia de una definición. Salamanca:
Universidad de Salamanca. Obtenido de Animal racional: breve historia de una
definición: file:///C:/Users/JULI%C3%80N%20P/Downloads/5448-
Texto%20del%20art%C3%ADculo-5532-1-10-20110530.PDF
Real Academia Española. (2020). Acerca de nosotros: Real Academia Española. Obtenido de
Real Academia Española : https://dle.rae.es/ef%C3%ADmero?m=form
Recursos Educativos para las Humanidades. (Importancia de las humanidades). Obtenido de
https://www.uv.mx/celulacodaes/humanidades/pdf/tema1.pdf
Savater, F. (1999). El animal simbólico. En F. Savater, Las preguntas de la vida. Barcelona:
Ariel.

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