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En 1970, Enrique Pezzoni escribió: “La historia de la literatura argentina podría

concebirse hoy como el registro del ritmo según el cual las transgresiones a las formas y
estilos que alcanzan prestigio en un ámbito cultural se convierten, a su vez, en actitudes
prestigiosas, en rebeliones institucionalizadas y ya sin ímpetu para crear mundos
nuevos, o siquiera para nombrar y descifrar el mundo en que vivimos”.1
Si reemplazamos, en el título del ensayo de Pezzoni, narrativa por poesía y miramos y
leemos 30 años para atrás, tal vez podamos esclarecer una o dos ideas. En síntesis: el
estado de lengua, los asuntos y procedimientos (concepto a veces excesivamente
prestigioso) que una obra propone como transgresores en un momento corren el riesgo
de normalizarse, de diseminar epígonos que ofrezcan su imaginación al mercado, las
instituciones.
El poemario neuro:mantra (Ediciones Abend, Rosario, 2018) de la poeta Rita
Gonzalez Hesaynes no se propone la facilidad del escándalo o de la imitación. Por fuera
del llamado (quizás demasiado oído) que hizo Fogwill en su poema de 2004, los
sentimientos citados y la poesía que reproduce la realidad de las redes sociales y los
medios masivos de comunicación (“un poema no es una noticia”, César Fernandez
Moreno),neuro:mantra se diferencia de la poesía normalizada en la Argentina del 2018.

Sin atarse a coyunturas inmediatas pero sin caer en abstracciones o “reflexiones


sobre la vida”, los poemas deneuro:mantra insisten en una visión maravillada y mítica
del mundo o del universo como una unidad conectada en permanente cambio: “la
función superpuesta al infinito/ y nosotros segmentos de colores impuros”. No se trata
de una contemplación (menos aún, de una contemplación intelectual) sino de una pasión
por nombrar lo inconmensurable de la experiencia humana:

“Y no basta el amor para este mundo

que insiste en extenderse

y en diferenciarse

Tristes, aisladas moléculas

nos hacen

como se hace el lenguaje”

Un sistema nervioso con diferentes funciones pero altamente conectado


mediante los sonidos y sentidos de la lengua es lo que asoma en neuro:mantra, ya desde
su título y desde el epígrafe de William Burroughs (que compara a la palabra con un
virus en una simbiosis estable con su huésped, la especie humana), que funciona casi
como un programa para los poemas. El mismo tono, donde sería difícil encontrar un
remedo del habla argentina pero que se salva de cualquier afectación, la misma

1
Pezzoni, Enrique. “Transgresión y normalización en la narrativa argentina contemporánea”
en El texto y sus voces. Buenos Aires, Sudamericana, 1970.
búsqueda de claridad (en estos poemas no hay piruetas sintácticas o imágenes trilladas)
y la repetición consciente de ciertos temas hacen del libro de Gonzalez Hesaynes una
unidad conectada interiormente.

Un último rasgo pone a neuro:mantra fuera de la normalización: es el uso que la


autora le da a la Materia de Bretaña. Dos personajes e historias aparecen más de una
vez: el Rey Arturo y el caballero Percival, objeto del poema “Cuento del Grial: déjà
vu”, reescritura del “Cuento del Grial” de Chrétien de Troyes, al modo de un monólogo
dramático. Allí, además del nombre de Chrétien, se suman dos más: Weston y Thomas
Stearns. Es decir, Jessie Weston, la autora del libro sobre la leyenda del santo Grial (el
objeto que buscan el Rey Arturo y sus caballeros) From ritual to romance, y T.S. Eliot,
quien cita a Weston en las notas de su poema The Wasteland. El mito, en retorno
constante, articula la destrucción y regeneración cíclica del tiempo de la vida:

“lo imposible devora lo real

lo reescribe

lo anula

todo vuelve a empezar

a desplegarse

y así es en el anillo serpentino del cosmos

el destino”

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