Está en la página 1de 4

4/3/2020 Gente de Astrología-GeA - «EN TU CORAZÓN ESTÁN LAS ESTRELLAS DE TU DESTINO», CÁPSULAS ASTROLÓGICAS DE AN…

«EN TU CORAZÓN ESTÁN LAS ESTRELLAS DE TU


DESTINO», CÁPSULAS ASTROLÓGICAS DE ANDRÉ
BARBAULT
Imprimir

Categoría: Artículos
Publicado: 23 Abril 2018
Visto: 1639

Ratio: 5 / 5

Por favor, vote Voto 5


Votar

Autor: Alan de Los Mares. Bogotá (Colombia)

Los hermetistas
no han cesado
de declarar que
las fuerzas
planetarias
divinizadas son,
propiamente
hablando,
nosotros
mismos; son las
imágenes
primitivas de
potencias
psíquicas que
en otros
tiempos el
hombre
proyectó en el
cielo, según un
proceso
inconsciente,
ahora bien
conocido.
Según C. G. Jung, los símbolos astrales y los mitos divinizados son los
«arquetipos del inconsciente colectivo», transmitido de generación en generación,
siempre presentes en estado latente en la psique y que pueden ser hechos
conscientes. Cada civilización tendrá su mitología y su religión astral, y la
astrología será simultáneamente una ciencia, una poesía y un culto.

Egipto es, por excelencia, la tierra de la ciencia secreta, de las altas iniciaciones,
de los monumentos sagrados, pirámides, obeliscos, etc. La astrología, por lo
demás, quedó reservada a los sacerdotes; Manetón, historiador y sumo sacerdote
de Heliópolis, fue el más conocido de sus representantes.

www.gente-de-astrologia.com.ar/es/620-en-tu-corazon-estan-las-estrellas-de-tu-destino-capsulas-astrologicas-de-andre-barbault?tmpl=compone… 1/4
4/3/2020 Gente de Astrología-GeA - «EN TU CORAZÓN ESTÁN LAS ESTRELLAS DE TU DESTINO», CÁPSULAS ASTROLÓGICAS DE AN…

Con todo, no todos los astrólogos actuales se unen a esta física astrológica. Para
algunos, como nosotros, ésta no es más que una explicación mecanicista que
substituye a la explicación animista. Las investigaciones de la astrofísica, de la
geofísica y de la cosmobiología de Maure no añaden nada a los principios de la
astrología, no dicen más que la creencia en los dioses planetas de la Antigüedad.
De uno a otro milenio se suceden las teorías, en tanto que permanece un
«pensamiento» astrológico basado sobre un sistema que se encuentra hasta
cierto punto en todas las tradiciones y que recobra en nuestro días un nuevo
vigor.

El principio de la astrología se expresa, desde sus orígenes en el viejo texto


hermético de La Tabla de Esmeralda: «Lo que hay arriba es como lo que hay
abajo...» -
Este texto fue continuado, desarrollado e interpretado por el filósofo Plotino en su
cuarta Eneada. Según este gran teórico de la astrología (1), la acción de los astros
no es ni la de una fuerza natural ni mucho menos la de una voluntad. Para
comprender su tipo de acción hay que saber primeramente que el mundo es
(como) un ser viviente dotado de un alma única Esta cosmología vitalista que
deriva del Timeo, aunque no sin numerosas correcciones estoicas, da el principio
de la solución.

Dentro de un ser vivo, la acción de una parte sobre la otra no depende de su


mayor o menor proximidad sino de sus similitudes; todas las partes semejantes,
por lejos que estén entre sí, responden naturalmente a una misma influencia, que
se propaga de una a otra: «Cosas parecidas que no están juntas, sino separadas
por un intervalo, simpatizan en virtud de su similitud. Sin estar en contacto, las
cosas actúan y tienen necesariamente una acción a distancia (la teoría de los
‘campos morfogenéticos’ de Ruper Sheldrake, digo yo).

Puesto que el universo es un animal dotado de unidad no hay parte de él que esté
tan alejada que no le resulte cercana, a causa de la tendencia a la simpatía que
existe entre todas las partes de un animal único. Cuando el receptor es semejante
al agente, sufre una influencia que no es extraña a su naturaleza; cuando no se le
parece, la pasión que sufre le es extraña, no está predispuesto a sufrirla».
Además: «ningún ser puede vivir como si estuviera solo; puesto que es una parte
(del universo), no termina en sí mismo, sino en el todo, del que forma parte».
Así, ninguna parte puede comportarse como si estuviera aislada, sino únicamente
según el papel que tiene dentro de la vida total del universo la cual no debe hallar
ningún obstáculo en la pretensión de cada una de sus partes.
Esta primera imagen vitalista se completa por otra de intención algo diferente,
destinada a mostrar la naturaleza de la correspondencia entre los estados de las
diversas partes del universo, la primera imagen afirmaba: acción simpática; la
segunda dice: correspondencia armónica; correspondencia análoga a la que, en
cada momento de una danza, hace que cada miembro corresponda y se ordene a
los demás; no hay acción de una de las partes sobre las otras; sólo las une la
intención global del bailado, que se realiza de un modo total, sin que quiera
separadamente cada uno de sus gestos. Al ver corresponderse unos a otros los
detalles de este conjunto, podemos tomar la existencia de uno de ellos como
signo de la existencia del otro, sin que por ello exista entre ellos la menor
influencia mecánica o física. Así también las figuras de los astros no son otra cosa
que actitudes de ciertas partes del animal universo, y a estas actitudes
corresponden, según una regla necesaria, las de otras partes.

Esta doctrina tradicional hace del hombre un pequeño mundo o microcosmos,


semejante al gran mundo o macrocosmos. La misma vida circula del uno al otro,
perteneciendo las fuerzas humanas a las energías naturales que actúan en el

www.gente-de-astrologia.com.ar/es/620-en-tu-corazon-estan-las-estrellas-de-tu-destino-capsulas-astrologicas-de-andre-barbault?tmpl=compone… 2/4
4/3/2020 Gente de Astrología-GeA - «EN TU CORAZÓN ESTÁN LAS ESTRELLAS DE TU DESTINO», CÁPSULAS ASTROLÓGICAS DE AN…

universo. El cosmos es una especie de ser inmenso, la totalidad de cuyas partes


están en conexión, sometidas a las mismas leyes de organización y funcionando
de manera análoga. En este conjunto de leyes universales la energía que anima
los cuerpos celestes es de la misma naturaleza que la que anima a los hombres, y
la naturaleza obra de modo análogo sobre todos los planos de la vida.

Esta teoría hermética adquiere toda su significación en nuestro siglo, al


comprobarse analogías entre el mundo infinitamente pequeño del átomo y el
infinitamente grande astronómico, como si las mismas leyes de organización
rigieran en todos los eslabones de la naturaleza. Los electrones forman sistemas
atómicos, los átomos forman moléculas; las células orgánicas, forman los órganos
y éstos los organismos completos. La vida se edifica de unidad en unidad de lo
pequeño a lo grande, de lo sencillo a lo complejo siguiendo un proceso análogo,
en el que de escalón en escalón todo se comprende, y en el que, por
consiguiente, si se saben leer los signos que propone tal escalón se pueden
descifrar al mismo tiempo los signos de todos.
La analogía rige incluso para el psiquismo de cada individuo, formando su
carácter, determinando sus ensueños, dirigiendo sus acciones y reacciones. Es
más, la célula viva, unidad, básica del hombre contiene todos los cuerpos simples
del universo y está animada de todas las formas de energía que existen en la
naturaleza: cinética, térmica, eléctrica, magnética, radioactiva. A mitad del
camino entre el átomo y el sistema. solar, dentro de esta cascada de mundos, el
hombre participa de los ritmos de la vida universal, y la materia fundamental en
la que están sumergidas las galaxias une el universo entero como un organismo
vivo y único.

LOS ASTROS COMO SIGNOS O SIMBOLOS DEL MUNDO INTERIOR.

Según está concepción tradicional, si Venus por ejemplo, «influye» sobre los
amores de M. Dupont no es en tanto que cuerpo celeste ejerciendo una acción
transitiva eventualmente por irradiación de algún rayo, sino en tanto que dicho
astro es un símbolo de lo que sucede en el corazón de aquel hombre, en virtud de
esa «simpatía» interna entre dos semejantes y en función de la dependencia
cósmica de la naturaleza humana.
Es edificante a este respecto aquel viejo proverbio latino: «Astro inclinant, non
necesitant.» que da a entender claramente que, si los astros nos determinan, es
porque llevamos en nuestro interior la determinación. En otras palabras, si una
determinada configuración astral corresponde a tal comportamiento o a tal
acontecimiento, es porque el individuo posee una tal disposición u organización
interna que le predispone a este comportamiento o a este acontecimiento. Si la
«directriz» está “inscrita” en el cielo, la manifestación se desarrolla únicamente en
el interior del Hombre. De hecho, pues, el destino no se desarrolla fuera del
individuo; éste no depende de una entidad exterior de la eventualidad de un
cuerpo celeste sólo es esclavo o libre ante sí mismo. No se establece entre el
astro y el hombre una sucesión de causas y de efectos, sino que por el contrario,
el astro y el hombre se toman en una simultaneidad, global, en la que el astro es
signo del hombre como éste lo es del astro.

Plotino expone notablemente este problema: «Puesto que los acontecimientos de


aquí abajo tienen lugar en simpatía con las cosas celestes, es razonable
preguntarse si dichos acontecimientos siguen al cielo por simple armonía con él, o
si las figuras (celestes) poseen un poder eficaz, y en fin si este poder les
pertenece como a figuras o bien porque son las figuras de los astros». Concluye
finalmente que los astros son más bien signos que causas, al contrario de lo que
querían los estoicos. Aparecen más exactamente como los «testigos» de lo que se
desarrolla en el alma y en el cuerpo del hombre, los actores y no los autores del
espectáculo de nuestro mundo interior.
www.gente-de-astrologia.com.ar/es/620-en-tu-corazon-estan-las-estrellas-de-tu-destino-capsulas-astrologicas-de-andre-barbault?tmpl=compone… 3/4
4/3/2020 Gente de Astrología-GeA - «EN TU CORAZÓN ESTÁN LAS ESTRELLAS DE TU DESTINO», CÁPSULAS ASTROLÓGICAS DE AN…

En cierto modo la carta del cielo se convierte en un clisé del individuo en el que
las medidas están tomadas a la escala del universo. He aquí por qué podemos
recoger por nuestra cuenta la fórmula que Chilar pone en boca de uno de los
personajes de su Wallensteín: «En tu corazón están las estrellas de tu destino»

Los trabajos de Choisnard acerca de la herencia astral hablan en este sentido,


cuando concluye: «El niño no nace en cualquier momento, sino bajo un cielo que
presenta analogías con las de sus antecesores; no tiene tal carácter porque nazca
en tal momento, sino que nace en un determinado momento porque tiene o
tendrá cierto carácter por herencia... »

Paracelso completó la teoría de Plotino insistiendo sobre todo en las correlaciones


entre el exterior astronómico y el interior humano: «Comprended, en fin, que el
astro superior y el astro inferior (en sí mismo) son la misma cosa y en modo
alguno separadas. Es el cielo exterior que muestra el camino del cielo interior»...
«Los dos cielos son uno solo y mismo cielo en dos partes, del mismo modo que
padre e hijo son dos, pero poseyendo la misma anatomía» «El hombre posee un
ciclo particular suyo, que es como el de fuera y posee la misma constelación. Es
por este motivo que el hombre se halla sometido al tiempo: no por el cielo
exterior, sino por el de dentro. El planeta del firmamento no reina sobre ti ni
sobre mí, sino que reina el de nuestro interior. El astrónomo que juzga el
nacimiento según los planetas externos se equivoca; no afectan al hombre; es el
cielo interior con sus planetas el que actúa: el cielo exterior no hace otra cosa que
demostrar e indicar el cielo interior». Y finalmente: «En el cielo existe un
semejante que posee su semejante en la Tierra y en la Tierra existe un semejante
que posee su semejante en el cielo. Saturno no podría en modo alguno reinar
sobre la Tierra, si no tuviera un Saturno terrestre; y en el sitio en que existe lo
exalta; con todo, no existen dos Saturno, sino uno solo. El de la Tierra es el que
alimenta al Saturno celeste, y este último sirve de sustento al Saturno terrestre.»

Según esta doctrina, que es la de la astrología simbolista, la astrología queda


concebida como el «conocimiento de las correspondencias universales». Basta de
necesidad mecánica, de acción física, de relación causal. Basta de determinismo
particular añadiéndose a los ya existentes y conocidos. El determinismo cósmico
no hace más que superponerse a los determinismos humanos, biológico,
psicológico, económico...; no se añade a ellos, sino que se expresa a través de
ellos. La astrología mora en una alquimia que tal vez nunca se convertirá en
química; una alquimia que, ciertamente, debe encontrar sus medios modernos de
expresión; una verdadera «ciencia poética» que puede erigirse progresivamente
en conocimiento objetivo al hacer retroceder sin cesar los límites de la poesía.

(1) V. Plotino, Eneada IV, traducción de Emule Vernier (edición Des Bellas Letras), 1927.

www.gente-de-astrologia.com.ar/es/620-en-tu-corazon-estan-las-estrellas-de-tu-destino-capsulas-astrologicas-de-andre-barbault?tmpl=compone… 4/4

También podría gustarte