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La Toxicología nació con una orientación forense, actualmente está incluida entre las
Ciencias de la Vida, y tiene un marcado carácter pluridisciplinar, tanto en sus ramas
aplicadas, como en los conocimientos de base que se precisan para abordar sus grandes
áreas fundamentales. Desde tiempos prehistóricos, el hombre recurrió al uso de venenos;
en la Edad Media se inició una aproximación más esotérica y filosófica que científica sobre
ellos (alquimistas, Paracelso), lo que no se inicia hasta la Edad Contemporánea, con el
comienzo de la experimentación y el descubrimiento de lo habría de ser la toxicocinética y
la toxicodinámica (Orfila). Con la Revolución Industrial del siglo XX se plantean nuevos
problemas a causa de la fabricación, comercio y aplicaciones de grandes cantidades de
productos químicos, que originan abusos, malos usos, residuos y contaminación, que
impulsa el desarrollo de la Toxicología Ocupacional.
Cuando hablamos de toxicología hablamos de nuestro día a día, de nuestra vida y la relación
con lo que nos rodea, lo que respiramos, lo que comemos, lo que tocamos; cuando
hablamos de toxicología ocupacional, extrapolamos todo lo anterior a nuestro ambiente de
trabajo, nuestro entorno laboral. pasamos mínimo 30% de nuestro tiempo trabajando,
muchas veces expuestos a múltiples contaminantes. Los humanos estamos expuestos a
miles de sustancias químicas en nuestra vida diaria. Comercialmente se emplean unas
70.000 sustancias químicas y se han identificado más de 100.000 sustancias químicas
naturales.
DEFINICIONES
Hay matices semánticos que son importantes; antiguamente se utilizaba más el término
veneno y actualmente el de tóxico; el primero tiene ahora un uso más popular, y el segundo
más culto y técnico, pero no son exactamente sinónimos. Por tóxico entendemos cualquier
agente capaz de producir un daño por alteración bioquímica (alteración de los equilibrios
bioquímicos que suponen la vida) en un ser vivo, como consecuencia de una acción
involuntaria, accidental; al decir veneno presuponemos una voluntad de alguien en causar
el daño, es decir, originar lesiones o muerte por envenenamiento (homicidio o suicidio).
Denominamos toxina al producto químico dañino segregado por un ser vivo (bacteria,
planta, insecto, reptil, etc.), y es sinónimo de biotoxina pero no de tóxico. Cuando nos
referimos al aumento o a la disminución de la toxicidad o capacidad tóxica de una sustancia,
el aumento se designa toxicación o toxificación, pero la disminución no se debe denominar
destoxificación, palabra que lleva en sí una contradicción, pues si bien el prefijo des significa
disminución, el afijo fi supone aumento, por lo que debe decirse destoxicación. Esto en lo
que respecta a las moléculas, ya que, en relación con los seres vivos, decimos intoxicación
y desintoxicación. Un término muy utilizado para hablar de tóxicos es el de Xenobiótico, en
sentido estricto, cualquier sustancia que interactúa con un organismo y que no es uno de
sus componentes naturales.
TOXICOLOGÍA OCUPACIONAL: La Toxicología Ocupacional es el área de la Toxicología que
estudia las sustancias químicas utilizadas en el puesto de trabajo identificando,
cuantificando y evaluando sus riesgos con el objetivo de prevenir daños a la salud de los
trabajadores.
TOXICOCINÉTICA: Expresión en términos matemáticos de los procesos que experimenta
una sustancia tóxica en su tránsito por el cuerpo (captación, absorción, distribución,
biotransformación y eliminación). Considera la velocidad de los procesos y las variaciones
de las concentraciones de las sustancias originales y de sus metabolitos en los
compartimientos.
TOXICODINÁMICA: Proceso de interacción de una sustancia tóxica con los lugares diana, y
las consecuencias bioquímicas y fisiopatológicas que conducen a los efectos tóxicos.
Estos dos conceptos son básicos y desde un principio hay que tener claros en pocas y
sencillas palabras pueden definirse así:
TOXICOCINÉTICA es “lo que el cuerpo hace con el tóxico”.
TOXICODINÁMICA es “lo que el tóxico hace al cuerpo”.
Mapa de áreas y ramas
HISTORIA
Se ha dicho que cada época histórica tuvo su veneno (partes o extractos vegetales, arsénico,
plomo, drogas de abuso, contaminantes etc.) pues el hombre siempre utilizó productos
químicos naturales, transformados y sintéticos para la caza o la pesca, la guerra, el placer o
la mística, la enfermedad o el homicidio, y en el siglo XX se ha convertido en víctima de la
producción y el consumo desmedido, de su despreocupación y de su ignorancia.
Por los restos que se han encontrado, se sabe que desde el principio de los tiempos (época
prehistórica) el hombre utilizó tóxicos, pero el período histórico no comienza hasta el siglo
XV a de C., en que se data el papiro egipcio encontrado por el alemán Georg Ebers; en este
documento, y en los papiros de Saggarah y del Louvre, se relacionan los productos
empleados en las épocas respectivas. Posteriormente, hacia el 1.500 a de C., el Ayurveda o
libro de la Ciencia de la Vida de los Veda (la literatura religiosa y médica más antigua de la
India) cita venenos y recomienda remedios y antídotos. También en la Biblia se nombran
venenos y se proponen medidas higiénicas que eviten las intoxicaciones.
Finalizando la edad media nace un personaje capital para la Toxicología: el suizo-alemán
Teofrasto von Hohenheim, conocido como Paracelso (1491-1541), alquimista y médico
cuyos preceptos, especialmente la idea de que "sólo la dosis es lo que hace que una
sustancia sea medicamento o veneno", sigue siendo clave para la toxicología. Comienza
entonces la llamada Edad Moderna (1500-1789), hasta la Revolución Francesa, con una
sucesión de obras sobre tóxicos aún impregnadas del espíritu de los alquimistas. Pero
destaca el italiano Bernardino Ramazzini (1633-1714), considerado el padre de la medicina
del trabajo y de la toxicología laboral, por su interés por los efectos de la contaminación
ambiental, especialmente sobre los trabajadores; esta preocupación es extendida
posteriormente (1790) por el sevillano Ximénez de Lorite a la salud de los ciudadanos.
ENFERMEDAD ITAI ITAI: ocurrió en el valle del río Jintsu, en la prefectura Toyama, en el
centro-oeste de Japón. Aunque los primeros casos de intoxicación crónica de esta población
con cadmio se observaron en 1912, no fue hasta 1946 cuando se propuso que el cadmio era
el agente causal; sin embargo, la enfermedad continuó sin atenderse por lo menos hasta
1960. Como resultado, aumentó el número de afectados, que se calcula en más de mil, de
los cuales, habían fallecido por lo menos cien hacia fines de la segunda guerra mundial.
Cuando ocurrió este caso, la mina Kamioka, propiedad de la compañía Mitsui, se encontraba
50 km aguas arriba del valle; esta mina estaba dedicada a obtener y refinar zinc y plomo y
regresaba al río sus aguas del proceso sin tratar, como era común en esos tiempos. Por lo
tanto, además de cobre, zinc y plomo, estas aguas contenían cadmio, que es una impureza
común en los minerales de zinc. Además, los relaves procedentes de las operaciones
mineras, también ricos en estos metales, quedaban apilados en los terrenos de la mina y el
agua de lluvia se filtraba a través de ellos, lo que contaminaba el río aún más con las sales
solubles de dichos metales.
Las aguas de este río se usaban para regar el arroz para consumo local que se cultivaba en
el valle, por lo que el arroz se contaminó con cadmio; los habitantes de la zona también
usaban estas aguas para beber; de este modo, los habitantes del valle estuvieron expuestos
al cadmio por un tiempo prolongado, después del cual, cientos de ellos, en especial mujeres
de edad avanzada y multíparas, desarrollaron una enfermedad degenerativa del sistema
óseo, asociada con falla del sistema renal, que estaba caracterizada por fragilidad extrema
de los huesos, fracturas espontáneas, deformación grave y dolor severo de huesos y
articulaciones.
controlarla y siguió afectando a los pobladores de la zona por muchos años más. En 1973,
alrededor de veinte años a partir de los primeros casos, los afectados ganaron la segunda
demanda legal contra la compañía y debieron ser indemnizados; sin embargo, esta
indemnización estuvo limitada a los casos que habían sido comprobados por un comité
oficial, por lo que muchos afectados quedaron fuera de ella. A pesar de que los costos para
la empresa fueron enormes, los costos para la población y la zona afectadas fueron todavía
mayores. Aún se desconocen el número real de enfermos y las consecuencias negativas a
largo plazo de este caso para el ambiente y los habitantes de la zona.
Existen otros muchos casos de catástrofes tóxicas en la historia (Sindrome de aceite tóxico
en España, Love Canal en USA, etc).
(Repetto, 2018)
La Organización Mundial de la Salud, estima que cada año en el mundo se presentan tres
millones de casos de intoxicaciones por sustancias químicas, derivados de exposiciones
ocupacionales o accidentales. Según el 32° reporte anual de la Asociación Americana de
Centros de Control de Intoxicaciones (AAPCC, por sus siglas en inglés), en el año 2014 se
registraron 2165142 casos de intoxicaciones humanas; de estas 287038 (el 43,3 %)
correspondieron a medicamentos, de los cuales la sustancia más frecuentemente
involucrada fue los analgésicos con el 11,3 %. En cuanto al tipo de exposición, durante el
año 2014 en Estados Unidos la gran mayoría de las intoxicaciones fueron no intencionales
con el 79,4 %, catalogadas como no intencional general con el 53,8 %, error terapéutico con
el 12,6 % y mal uso no intencional con el 5,8 %; la intencionalidad suicida constituyó el 11,2
% de los casos y el abuso intencional el 0,9.
De 2008 a 2015 en Colombia, se reportaron 209823 casos de intoxicaciones por sustancias
químicas con comportamiento variable en cada periodo epidemiológico; para el 2015 se
registró el mayor número de casos representando el 16,1 % comparado con los otros años.
El grupo de sustancia que presentó mayor frecuencia fueron los plaguicidas con 67499 casos
con el 32,2 %, seguido de intoxicaciones por medicamentos 63177 correspondiente al 30,1
%. El sexo masculino fue el más afectado representando el 52%. El 75 % ocurrió en población
joven principalmente grupos de edad laboralmente activos, predominando la
intencionalidad suicida en un 43,5 %; el 92,7 % de los casos fueron confirmados por clínica.
A nivel mundial, el 19% de todos los cánceres son atribuibles al medio, incluido el entorno
laboral, lo que se supone 1,3 millones de muertes cada año. Sin embargo, aún se desconoce
la magnitud y la importancia del cáncer como enfermedad laboral. Un obstáculo para la
identificación de un cáncer como ocupacional es que no se distingue clínica ni
patológicamente de otros cánceres de origen no laboral. La extensión del período entre el
primer contacto con el agente nocivo y la aparición de la enfermedad (que suele ser largo)
amplía las dificultades para identificar su origen laboral. Se calcula que el 4% de los cánceres
son de origen ocupacional. En nuestro país, actualmente se desarrolla, entre el Ministerio
de Trabajo y el Instituto Nacional de Cancerología, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica
MARCO LEGAL
Ley 9 de 1979... Artículo 101º.- En todos los lugares de trabajo se adoptarán las medidas
necesarias para evitar la presencia de agentes químicos y biológicos en el aire con
concentraciones, cantidades o niveles tales que representen riesgos para la salud y el
bienestar de los trabajadores o de la población en general.
Ley 55 de 1993 (“Convenio No. 170 y Recomendación 177 sobre la Seguridad en la
Utilización de los Productos Químicos en el trabajo”
Decreto 2090 de 2003: "Por el cual se definen las actividades de alto riesgo para la salud
del trabajador “4. Trabajos con exposición a sustancias comprobadamente cancerígenas.
Ley 1562 del 2012 "POR LA CUAL SE MODIFICA EL SISTEMA DE RIESGOS LABORALES Y SE
DICTAN OTRAS DISPOSICIONES EN MATERIA DE SALUD OCUPACIONAL".: Artículo 66.
Supervisión de las empresas de alto riesgo... Las empresas donde se procese, manipule o
trabaje con sustancias tóxicas o cancerígenas o con agentes causantes de enfermedades…
Resolución 2346 de 2007. Artículo 13...parámetros establecidos e índices biológicos de
exposición (BEI), recomendados por la ACGIH. En los casos de exposición a agentes
cancerígenos, se deben tener en cuenta los criterios de IARC. Cuando se trate de exposición
a agentes causantes de neumoconiosis, se deberán atender los criterios de OIT.
Decreto 1072 de 2015. Por medio del cual se expide el Decreto Único Reglamentario del
Sector Trabajo… Artículo 2.2.4.6.15...Cuando en el proceso productivo, se involucren
A diferencia de los accidentes, en los que la relación entre exposición y accidente tiene un
componente aleatorio, en la secuencia de una intoxicación por agentes químicos no
interviene ninguna probabilidad, sino que es una secuencia determinista. Por ejemplo,
resbalar cuando se camina sobre un suelo húmedo tiene un componente de aleatoriedad,
mientras que la inhalación día tras día de aire con una concentración elevada de n-hexano
siempre ocasiona la alteración del sistema nervioso, siendo una cuestión de tiempo, no de
probabilidad. La aparente componente aleatoria de las intoxicaciones es consecuencia de
las diferencias entre individuos, es decir, a igualdad del resto de variables (tipo de agente,
condiciones de trabajo, concentración ambiental, duración de la exposición, etc.), el tiempo
que tarda en manifestarse el efecto tóxico no es el mismo en todos los individuos.
El caso de una exposición aguda con efectos perjudiciales diferidos, es decir, que se
manifiestan mucho tiempo después de que haya ocurrido la exposición, es poco frecuente.
Un ejemplo podría ser el cáncer de pulmón ocasionado por la inhalación de amianto que se
puede desarrollar y manifestar varios años después de una exposición única.
Cualquier efecto sobre la salud causado por un agente químico es el resultado de la
interacción del agente con el organismo humano; ahora bien, el organismo humano es un
sistema muy complejo de interacciones con su entorno, de forma que el resultado final (el
efecto del agente químico) no es sólo una consecuencia de las propiedades intrínsecas del
agente en cuestión; también el comportamiento del propio organismo y los factores
ambientales influyen en el resultado.
Como hipótesis de trabajo se asume que la respuesta del organismo está relacionada con
la concentración de la sustancia en el órgano diana (dosis activa), siendo dicha
concentración, a su vez, función de la concentración en el ambiente (dosis disponible).
Al considerar los efectos que pueden ocasionar las sustancias químicas en el organismo es
útil agrupar todos los factores en los cuatro grupos que se indican a continuación.
Los aerosoles admiten una subclasificación. Se dice que un contaminante está en forma de
polvo cuando se trata de partículas sólidas originadas en un proceso de disgregación
mecánica a partir de partículas de mayor tamaño (polvo de aserrado, de pulido, etc.),
mientras que si las partículas sólidas se generan por condensación de los vapores formados
en un proceso térmico se habla de humo (humos de combustión, de soldadura, del tabaco,
etc.). En general las partículas de polvo son de mayor tamaño que las de humo. Cuando las
partículas del aerosol están formadas por pequeñas gotas de un líquido se habla de nieblas,
independientemente de su proceso de generación. Un caso particular de aerosol sólido lo
constituyen las fibras, que son un aerosol de partículas sólidas en las que la relación entre
su longitud y su diámetro es superior a 3.
En algunas ocasiones sólo tiene interés toxicológico la fracción del aerosol de polvo que
debido a su pequeño tamaño puede llegar hasta los alveolos pulmonares, en cuyo caso se
habla de la “fracción de polvo respirable” y es menor de 10 micras. Las fracciones inhalable
(>50 micras) y torácica (10 – 50 micras) son inhaladas, sin embargo, no penetran más allá
de la laringe.
2. Modalidad de la interacción
Son muchas las variables que entran en juego cuando se considera la interacción de la
sustancia con el organismo. Las más evidentes son la cantidad de sustancia presente en el
ambiente (la concentración ambiental) y el tiempo de exposición. A mayor concentración
ambiental o mayor tiempo de exposición, mayor efecto y, por tanto, en primera
aproximación, el efecto es proporcional al producto de la concentración ambiental por el
tiempo de exposición. Este producto indica el valor cuantitativo de la exposición y es
proporcional a la dosis externa.
La frecuencia de las exposiciones puede condicionar, a igualdad de dosis, el efecto, desde
“ningún efecto” hasta la muerte. Una dosis única de una sustancia puede producir efectos
muy graves que pueden no producirse si la misma dosis se administra fraccionada a lo largo
de varios días o semanas. En general el fraccionamiento de la dosis reduce el efecto debido
a los mecanismos de destoxicación y de excreción de la sustancia, así como de los
mecanismos de reparación del organismo que, si tienen tiempo para actuar, pueden evitar
concentraciones elevadas en el órgano diana.
Otros aspectos a considerar son la vía de entrada del tóxico y su velocidad de penetración.
Los tóxicos pueden entrar en el organismo por vía respiratoria, vía cutánea, vía digestiva y
vía parenteral (que agrupa diferentes vías intraorgánicas como la endovenosa, la
subcutánea, la intradérmica y la intramuscular).
El orden de mayor a menor efectividad es: vía intravenosa (parenteral), vía respiratoria, vía
digestiva y vía cutánea, entendiendo por efectividad la intensidad y la rapidez de aparición
del efecto. Por ejemplo: la sustancia que penetra por vía digestiva, antes de ser distribuida
por todo el organismo, pasa por el estómago, que es un “reactor” a pH muy bajo, y por el
hígado, donde puede ser “desactivada”. Esto no ocurre en la vía respiratoria, ya que la
sustancia es distribuida por el torrente sanguíneo a todo el organismo, sin ser sometida a
estos mecanismos de destoxicación.
3. Factores ambientales
4. Factores biológicos
Entre los factores biológicos que tienen importancia en la acción de las sustancias en el
organismo, cabe citar: el metabolismo de la sustancia en cuestión (procesos de absorción,
distribución, biotransformación y excreción), la respuesta particular de los individuos y
otras variables como edad, sexo, presencia de alteraciones genéticas, enfermedades
intercurrentes, factores de modificación del metabolismo (tabaquismo), estado nutricional
y grado de hidratación.
La respuesta individual se refiere tanto a la susceptibilidad de algunas personas, que
determina una respuesta cualitativamente igual que en otros individuos, pero de intensidad
distinta, como a la tolerancia a una sustancia, que no es más que una reactividad disminuida
por exposiciones anteriores a la misma sustancia o a sustancias estructuralmente similares.
(UPC, 2017)
Toxicocinética
Los tóxicos pueden hallarse en el aire, en la ropa de trabajo, sobre la piel, en los alimentos
que consumimos, etc. Las vías de entrada ya se han citado al hablar de la modalidad de la
interacción. La vía respiratoria es la más frecuente e importante en el entorno laboral. Los
tóxicos que penetran por ella pueden estar en forma de gas, vapor o aerosol. La importancia
de esta ruta de entrada está determinada por la gran superficie de contacto disponible para
la absorción del tóxico, muy superior a 100 m2, por la delgadez de la membrana que separa
el aire inhalado de la sangre y por la ausencia, en primera instancia, del filtro hepático.
La absorción se produce en lo más profundo del aparato respiratorio, que son los alveolos
pulmonares. El que una molécula llegue hasta el final del recorrido dependerá de varios
factores, desde la forma de presentación de la sustancia (si es gas o aerosol, siendo en este
último caso fundamental el tamaño de la partícula), hasta la frecuencia y profundidad de
los movimientos respiratorios.
Cabe destacar que, de los aerosoles de partículas, dependiendo del diámetro de la misma,
puede distinguirse la fracción inhalable, torácica y respirable. La fracción de mayor interés
en el campo de la higiene ocupacional es la respirable (<10µm) y a que es aquél capaz de
llegar hasta los alvéolos pulmonares provocando neumoconiosis ocupacional.
La segunda vía en importancia, en cuanto a la absorción de tóxicos en el medio laboral, es
la dérmica. Afortunadamente la piel no es demasiado permeable y constituye una barrera
eficaz al paso de los tóxicos, siendo la capa córnea, es decir, la capa más superficial de la
piel, la clave de la poca penetrabilidad cutánea. La piel puede ser atravesada por los
espacios existentes entre las células, a través de ellas o por los anejos cutáneos (vía folículo
piloso o glándulas sebácea o sudorípara). Las sustancias solubles en grasa presentan una
facilidad de penetración mayor que las solubles en agua, siendo las solubles en ambos
medios, las de mayor absorción. Los factores que influyen en la absorción cutánea son los
propios de la piel (humedad, grosor, vascularización, integridad del estrato córneo) y los
inherentes al agente químico (concentración, forma de presentación, pH y liposolubilidad).
La importancia de la vía dérmica en cada caso concreto se ha de decidir teniendo en cuenta
las otras posibles vías de absorción. Por ejemplo: tanto el tricloroetileno como el tolueno
se absorben por vía dérmica, pero la vía preponderante en la mayor parte de los puestos
de trabajo es la respiratoria, dada la volatilidad de ambos productos; sin embargo, la
bencidina, que es poco volátil, tiene en la vía dérmica su principal ruta de absorción.
La penetración de las sustancias a través del aparato digestivo se produce, en la mayor parte
de los casos, como consecuencia de prácticas o comportamientos que atentan al más
elemental sentido de la higiene (comer o beber en el puesto de trabajo, no lavarse las
manos antes de comer o llevar al comedor la ropa de trabajo sucia, aspirar con la boca para
llenar pipetas, etc.). También puede ser origen de una absorción por vía digestiva respirar
por la boca o mascar chicle, pues pueden condicionar la ingestión de ciertas sustancias, así
como la deglución del moco proveniente del aparato respiratorio.
2. Distribución y depósito
Algunas sustancias ejercen sus efectos sobre la misma vía de entrada, mientras que otras
son transportadas por el torrente sanguíneo hasta otras zonas del organismo que resultan
lesionadas o donde se depositan. El sistema circulatorio (sangre y linfa) es el responsable
de la distribución de los tóxicos por todo el organismo. Los tóxicos que penetran por vía
respiratoria o dérmica son distribuidos por todo el organismo, mientras que los que acceden
por vía digestiva pasan por el hígado antes de ser distribuidos. Esta circunstancia es una de
las causas de la menor efectividad tóxica de esta vía citada antes.
Habitualmente los tóxicos no se reparten uniformemente por todo el organismo, sino que
se concentran en un tejido determinado. En algunos casos se alcanza la concentración
máxima en el lugar donde se ejerce la acción tóxica (por ejemplo, el monóxido de carbono
se fija en la hemoglobina), mientras que en otros casos el tóxico se acumula en zonas
distintas de sus órganos diana (por ejemplo, el plomo se acumula en los huesos). El lugar
(tejido u órgano) donde se produce la acumulación se denomina “depósito del tóxico”.
En muy pocas ocasiones el depósito de un tóxico produce lesiones en el tejido de
acumulación, incluso se puede considerar el depósito como un mecanismo de defensa al
evitar la acumulación de la sustancia en los lugares de acción. Los principales
tejidos/órganos de depósito son las proteínas plasmáticas, el hígado, los riñones, el tejido
graso y los huesos.
3. Biotransformación
4. Excreción
Las vías de excreción son múltiples. La más importante es la vía renal, aunque no hay que
olvidar otras vías como la respiratoria (por donde se eliminan los gases y compuestos
volátiles), la biliar, la gastrointestinal y vías accesorias como las glándulas salivares, las
sudoríparas o la secreción láctea. Evidentemente, la integridad de estos sistemas de
excreción puede condicionar, y de hecho condiciona, la dosis activa de la sustancia.
Toxicodinamia
Los factores mencionados condicionan una respuesta mayor o menor del organismo frente
a los tóxicos. Esta respuesta constituye, de hecho, el efecto del tóxico en el organismo y su
intensidad vendrá dada por el desequilibrio ocasionado por los agentes químicos en el
organismo con respecto a un organismo sano.
La clasificación de los efectos sobre el organismo puede hacerse sobre la base de múltiples
criterios. Atendiendo al tiempo que transcurre entre la exposición y la aparición de los
efectos, se habla de efectos agudos, si es inmediato a la exposición, o de efectos crónicos,
si hay periodo de latencia; mientras que si se valora su evolución se clasifican en efectos
reversibles o efectos irreversibles. Finalmente, la clasificación según el lugar de acción los
divide en efectos locales y efectos sistémicos. Los primeros se producen en la misma vía de
entrada, mientras que los segundos requieren la absorción y distribución del contaminante
dentro del organismo, ejerciendo su acción en el/los órgano/s diana.
Con relación a los efectos sistémicos, el sistema más frecuentemente afectado por
fenómenos tóxicos es el nervioso y, en especial, el cerebro. Le siguen en importancia el
aparato cardiocirculatorio, la sangre y el sistema hematopoyético y, finalmente, ciertas
vísceras como el hígado, los riñones, el pulmón y la piel; y con frecuencia muy inferior, los
músculos y los huesos.
Mención aparte merece la clasificación en efectos graduados y efectos no graduados. Los
primeros son proporcionales a la exposición, siendo los segundos independientes de la
misma, es decir: la intensidad del efecto tiene poca relación con la dosis recibida.
4. Efecto irritante
5. Efecto corrosivo
Existe la falsa idea de que un efecto corrosivo es un efecto irritante muy fuerte. Esta
confusión se sustenta en el hecho de que muchos productos son corrosivos a
concentraciones elevadas e irritantes a bajas concentraciones. El efecto corrosivo consiste
en la destrucción de los tejidos por la acción del producto, que es un fenómeno distinto a
la respuesta del organismo frente a un irritante. Son compuestos corrosivos el bromo, los
ácidos y álcalis inorgánicos de concentraciones elevadas.
6. Efecto respiratorio
Las sustancias más estudiadas son las neumoconióticas, aquéllas que producen algún tipo
de efecto en los pulmones por inflamación por acumulación alveolar. Se trata de aerosoles
de fibras o partículas que, acumuladas en los alveolos y bronquiolos, generan una respuesta
biológica en los tejidos pulmonares cuyo resultado es una insuficiencia respiratoria e,
incluso, ciertos tipos de tumores. Son ejemplos de ellos, el amianto, la sílice cristalina o el
talco. Resulta obvio que, además de la naturaleza química de la sustancia, el tamaño y la
forma de las partículas del aerosol son factores que influyen de forma determinante en el
desarrollo de daños en el pulmón. Si la respuesta del tejido pulmonar frente a la
acumulación de las partículas en los alveolos es nula o muy ligera se habla de “polvo inerte”.
Esta denominación puede inducir a confusión. El término “inerte” sólo hace referencia a la
ausencia de respuesta del tejido pulmonar, pero la acumulación de partículas en los
alveolos tiene efectos directos en la capacidad respiratoria y, por tanto, es un efecto
perjudicial para la salud.
7. Efecto asfixiante
Los asfixiantes son sustancias, normalmente en estado gaseoso, cuya presencia en el aire
impide, por diversos procedimientos, que se lleve a cabo el aporte de oxígeno a las células.
El monóxido de carbono, el cianuro de hidrógeno o el sulfuro de hidrógeno son ejemplos
de sustancias asfixiantes.
También se incluyen en este grupo los gases biológicamente inertes, es decir, que no
ocasionan ningún efecto ni respuesta biológica, pero cuya presencia en el aire implica una
menor concentración de oxígeno. Reciben el nombre de “asfixiantes simples” u ‘“oxiprivos”.
El nitrógeno, los gases nobles, el hidrógeno y muchos hidrocarburos gaseosos (metano,
etano, etileno, etc.) son ejemplos de asfixiantes simples.
8. Efecto anestésico
Los anestésicos o narcóticos son aquellos compuestos que actúan sobre el sistema nervioso
central, limitando o reduciendo la actividad cerebral. En general, se trata de sustancias
liposolubles (solubles en grasas) que actúan sobre el tejido nervioso del cerebro, de carácter
graso. Los disolventes orgánicos son el ejemplo típico de estos compuestos. En este caso
habría que resaltar la posibilidad de sufrir un accidente laboral en el trabajo con máquinas,
en la conducción de vehículos etc., por la limitación de la actividad cerebral, de la capacidad
de concentración y de la coordinación de movimientos.
9. Efectos sistémicos
Finalmente, los tóxicos sistémicos son aquellas sustancias que presentan efectos específicos
sobre determinados órganos o sistemas, que normalmente no son la vía de penetración en
el organismo. Por ejemplo: el mercurio y el metanol, que afectan al sistema nervioso
central; la mayor parte de los metales, que afectan al riñón; el cloroformo y otros
hidrocarburos clorados, que afectan al hígado; o las aminas aromáticas, que afectan a la
vejiga urinaria.
(UPC, 2017)
Los insecticidas órganosfosforados se caracterizan por ser ésteres del ácido fosfórico
(parathión, malathión, monocrotophos, diclorvos, diazinón, clorpirifós) y los carbamatos
por ser ésteres del ácido metilcarbámico (carbaril, carbofurán, metomil, propoxur).
Las vías de absorción más importantes son la cutánea (sin duda la más importante) y la
respiratoria. La vía digestiva no es muy frecuente, pero cuando ocurre está asociada al
incumplimiento de los protocolos de higiene personal (comer, beber o fumar en el trabajo
sin lavarse previamente las manos y la cara).
Conviene insistir en la absorción de los plaguicidas a través de la piel. Los plaguicidas son
compuestos que poseen una enorme facilidad para disolverse en las grasas, motivo por el
que la piel, donde se encuentra una importante capa de tejido con elevado contenido en
lípidos, constituye una importante puerta de entrada.
Además, la elevación de la temperatura ambiental y de la humedad relativa son factores
que favorecen la absorción cutánea. Así pues, el riesgo fundamental es la pulverización del
plaguicida durante la actividad laboral sin guardar las medidas de protección adecuadas.
Los plaguicidas ocasionan afectación del sistema nervioso periférico con una polineuropatía
sensitiva-motora (parestesias, dolores musculares, sensación de hormigueo y frío, pérdida
de la fuerza muscular) y central (cefaleas, mareos, depresión del sensorio, transtornos del
comportamiento), pueden causar la muerte por falla respiratoria de origen neurológico.
Se comportan como disruptores endocrinos, causan dermatitis de contacto, y se han
descrito alteraciones del espermograma (oligoastenospermia).
Desde el punto de vista de la vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos a
plaguicidas, nos interesan de manera especial los efectos en trabajadores expuestos
crónicamente. En estos predominan los síntomas neurológicos motores (Temblores,
pérdida de fuerza) y dermatológicos. La vigilancia médica se realiza determinando niveles
de acetilcolinesterasa eritrocitaria o plasmática periódicamente, buscando disminución del
nivel respecto a un nivel basal individual.
(GATISO MINPROTECCIÓN SOCIAL 2007)
El monóxido de carbono (CO) y el dióxido de carbono (CO2) son gases incoloros e inodoros
que se generan por combustión incompleta. Las fuentes más importantes son las emisiones
procedentes de automóviles, los procesos industriales, las calefacciones y los incineradores
(afecta, entre otros, a policías de tráfico, bomberos, personal de garajes, trabajadores de
El mercurio, metal ampliamente utilizado por el hombre, es muy tóxico; produce daño al
sistema nervioso central, perturbaciones del comportamiento y lesiones renales. Se
acumula en todos los seres vivos y no es esencial para ningún proceso biológico. La toxicidad
del mercurio está directamente relacionada con su estado químico. El metilmercurio es la
forma más dañina, con efectos neurotóxicos en adultos y en fetos de madres expuestas. El
mercurio metálico no es menos tóxico. Las sales de mercurio inorgánico afectan
Gases irritantes producen inflamación de las vías aéreas tras su inhalación. La lesión
puede afectar a las vías aéreas superiores e inferiores, y varía de molestias leves a
lesiones graves como la Neumonitis Química (ácido sulfúrico, ácido clorhídrico,
ácido nítrico, peróxidos, hidróxidos, amoniaco).
Fiebres por inhalación (Síndrome Polvo Orgánico Tóxico (ODTS), Fiebre de humo por
metales debida a la inhalación del humo de metales volatilizados, Fiebre por vapores
de polímeros).
Asma ocupacional y Síndrome de Disfunción Reactiva de Vías Aéreas (RADS)
considerado una forma de asma ocupacional de mecanismo no inmunológico
(isocianatos, formaldehído, acetaldehído, polvo de madera, etc).
Neumonitis por Hipersensibilidad o Alveolitis Alérgica Extrínseca, son un conjunto
de enfermedades pulmonares de base inmunológica producidas por un gran
número de antígenos que llegan al pulmón vehiculizados por polvo de procedencia
muy diversa. Normalmente se producen en trabajadores expuestos a la inhalación
de polvo orgánico de distintas proteínas animales y vegetales, así como algunas
sustancias inorgánicas (hipoclorito de sodio, isocianatos, amoniaco).
Enfermedad pulmonar obstructiva crónica, neumoconiosis, bronquitis crónica,
fibrosis pulmonar, conjunto de enfermedades asociadas con exposición crónica a
sustancias químicas que median procesos inflamatorios e inmunológicos crónicos
(sílice, asbesto, carbón, dióxido de titanio, polvo de aluminio, estaño).
(Gil, 2010)
BIOMARCADORES
1. Biomarcadores de exposición
2. Biomarcadores de susceptibilidad
CARCINÓGENOS Y MUTÁGENOS
Las primeras descripciones de cáncer ocupacional fueron en el siglo XIX, se refirió cáncer de
escroto en trabajadores de fundiciones en París en el año 1822, presumiblemente debido a
exposición a arsénico; cáncer de piel en trabajadores de una refinería en Escocia en el año
1876 (expuestos a aceites minerales), y una larga lista de estudios u observaciones
referentes a cáncer de pulmón (exposición al amianto en una industria textil americana en
1935, un proceso de gasificación del carbón en una industria japonesa en 1936, exposición
a arsénico en una fábrica inglesa en 1948, etc.).
El diccionario de la Real Academia Española considera válidos los términos cancerígeno y
carcinógeno. El primero está compuesto de raíz latina y sufijo griego, mientras que el
segundo es enteramente de origen griego. Los procesos cancerosos son el resultado de la
interacción entre el individuo y el entorno o, lo que es lo mismo, la interacción entre
factores genéticos y factores externos al individuo, pero estrechamente relacionados con
él (dieta, hábitos tóxicos, exposiciones laborales, exposiciones medioambientales, etc.). Los
agentes carcinógenos son aquéllos capaces de producir tumores cancerosos, también
denominados neoplasias.
Los carcinógenos tienen múltiples clasificaciones, para este módulo se considera la
clasificación por genotoxicidad, la más importante. Un genotóxico es una sustancia que
puede unirse directamente al ADN o actuar indirectamente mediante la afectación de
enzimas involucradas en la replicación del ADN, causando en consecuencia mutaciones que
pueden derivar en cáncer. Hay endógenos (Radicales libres de oxígeno, moléculas que
producen oxidación, H2O2) y exógenos (aumentan la oxidación del ADN). Los No
Genotóxicos o Epigenéticos, actúan por mecanismos que no modifican el ADN (muerte
celular tóxica, efectos hormonales), habitualmente generan células inestables, modifican la
fisiología del órgano lo que lleva a mutaciones del ADN. los genotóxicos que provocan
cambios en las células germinales (las encargadas de la reproducción de los seres vivos) son,
más específicamente, agentes mutagénicos. La mayor parte de agentes mutagénicos son
también carcinógenos y viceversa.
exposición a amianto, los tiempos de latencia pueden llegar hasta los 30 años. Por el
contrario, se cree que algunos tipos de leucemia pueden manifestarse antes de un año de
haber sufrido la exposición.
Existen distintas organizaciones que publican listas de sustancias carcinogénicas. Los
criterios para la clasificación están basados en las propiedades toxicológicas de las
sustancias, su metabolismo y sus efectos específicos sobre la salud, obtenidos a partir de
datos experimentales in vitro, in vivo y estudios epidemiológicos. Pueden existir
discrepancias entre las clasificaciones de las distintas organizaciones debido a las sustancias
que han sido sometidas a estudio por cada organización, a pequeñas diferencias en la
definición de las categorías y, finalmente, a la distinta información considerada para
clasificar una sustancia en uno u otro grupo. Para Colombia, con base en el artículo 13 de la
Resolución 2346 de 2007, se utiliza la clasificación de la IARC, ratificado por la Resolución
1111 de 2017. Las clasificaciones de carcinogenicidad se basan en el grado de evidencia de
su asociación con el cáncer (probada/probable/ posible) según el conocimiento científico
disponible.
Es necesario conocer y evaluar los riesgos derivados del uso o de la exposición para
garantizar un buen estado de seguridad y salud de los trabajadores, así, en función de las
condiciones de trabajo y de los resultados de la evaluación de riesgos, se aplicarán las
medidas de prevención o protección necesarias, para eliminar lo evitable o, al menos, tener
controlado el riesgo dentro de unos márgenes aceptables.
Para la evaluación y valoración del riesgo existe varias metodologías, algunas generales e
integrales y otras más específicas para grupos químicos (solventes), para exposición por vía
dérmica, etc. Para Colombia actualmente no existe una metodología estandarizada sugerida
a nivel gubernamental. Lo importante al escoger una u otra metodología, es inicialmente,
conocer que una sustancia química puede tener varios peligros físicos, varios peligros a la
salud y varios peligros al medio ambiente y cada uno de ellos una consecuencia o un efecto
diferente el cual puede variar la valoración del riesgo, por tanto, podemos tener niveles de
riesgo diferentes para la misma sustancia cuando evaluamos el peligro físico y cuando
evaluamos el riesgo para la salud. Por ejemplo, la bencidina, ésta no tiene peligros físicos
relevantes, no es inflamable, corrosivo, pero es clasificado IARC 1 (comprobadamente
carcinógeno), por tanto, si la evalúo como peligro físico las consecuencias pueden no ser
importantes y al final, aún con niveles de exposición importantes, obtener un nivel de riesgo
moderado o bajo, pero si la evalúo con base a su consecuencia para la salud, aún con niveles
bajos de exposición, el nivel de riesgo va a ser importante.
Las metodologías más usadas en nuestro medio son las siguientes:
1. Carcinógenos
2. Mutágenos
3. Tóxicos de la reproducción (teratógenos, germinales)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS