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El Tribunal Constitucional declaró infundada la demanda competencial presentada tras la disolución del Congreso de la República en 2019. El Tribunal estableció que el presidente Vizcarra actuó conforme a la Constitución al disolver el Congreso luego de que este le negara su confianza en dos votaciones de cuestión de confianza. Sin embargo, el Tribunal también advirtió sobre un posible uso abusivo de la cuestión de confianza para disolver el Congreso.
El Tribunal Constitucional declaró infundada la demanda competencial presentada tras la disolución del Congreso de la República en 2019. El Tribunal estableció que el presidente Vizcarra actuó conforme a la Constitución al disolver el Congreso luego de que este le negara su confianza en dos votaciones de cuestión de confianza. Sin embargo, el Tribunal también advirtió sobre un posible uso abusivo de la cuestión de confianza para disolver el Congreso.
El Tribunal Constitucional declaró infundada la demanda competencial presentada tras la disolución del Congreso de la República en 2019. El Tribunal estableció que el presidente Vizcarra actuó conforme a la Constitución al disolver el Congreso luego de que este le negara su confianza en dos votaciones de cuestión de confianza. Sin embargo, el Tribunal también advirtió sobre un posible uso abusivo de la cuestión de confianza para disolver el Congreso.
El Tribunal Constitucional declaró infundada la demanda competencial presentada
por Pedro Olaechea tras la disolución del Congreso de la República. Tras la deliberación, se obtuvo 4 votos a favor y 3 votos en contra. Con esta decisión, el cierre del Congreso resuelto por el presidente Vizcarra el 30 de septiembre de 2019, queda definitivamente sellado por esta última instancia de la justicia.
Esta decisión se encuentra amparada por el articulo 134° de la Constitución
Política del Perú, mismo que faculta al presidente de la republica a disolver el congreso y convocar a nuevas elecciones parlamentarias luego de que el congreso hubiese denegado su confianza a dos Consejos de Ministros.
La sentencia del caso en cuestión establece que el Poder Ejecutivo poseía la
competencia para hacer cuestión de confianza para llevar a cabo la modificación de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional en lo referente al procedimiento para la elección de sus magistrados, así como para solicitar el aplazo de la elección de los mismos, llevada a cabo el 30 de septiembre.
Sobre la posibilidad de plantear cuestión de confianza para reformar el
procedimiento de elección de magistrados del Tribunal Constitucional, la sentencia menciona que en un caso anterior [Sentencia 0006-2018-PI/TC, fundamento 75] el Tribunal ya había establecido que "la cuestión de confianza que pueden plantear los ministros ha sido regulada en la Constitución de manera abierta, con la clara finalidad de brindar al Poder Ejecutivo un amplio campo de posibilidades en busca de respaldo político por parte del Congreso, para llevar a cabo las políticas que su gestión requiera". Asimismo, señala que el día 30 de setiembre de 2019 el Presidente del Consejo de Ministros sustentó en el Congreso de la república la importancia que para el Poder Ejecutivo significaba que el proceso de elección de los magistrados del Tribunal Constitucional se llevara a cabo con márgenes amplios de transparencia y participación ciudadana, lo cual además era parte de la Política General de Gobierno al 2021, aprobada mediante Decreto Supremo 056- 2018-PCM, publicado en el Diario Oficial El Peruano el 24 de mayo de 2018, en el que se establece como algunos de sus lineamientos prioritarios asegurar la transparencia en las entidades y fortalecer las instituciones para la gobernabilidad.
No obstante, el tribunal también precisó que, si bien el poder ejecutivo puede
hacer cuestión de confianza para modificar el procedimiento de elección de altos funcionarios del Estado, ello no implica que pueda determinar quiénes deben ser finalmente elegidos para dichos cargos.
Sobre la posibilidad de que una cuestión de confianza sea denegada de manera
tácita, este fue punto central del proceso competencial, pues mientras que el Congreso en su demanda sostenía que la cuestión de confianza solo puede entenderse como otorgada o rechazada luego de un debate y una votación expresa en el pleno del parlamento, el poder ejecutivo consideraba que la confianza podía considerarse denegada cuando, más allá de lo que formalmente votara el Congreso, éste realizaba acciones que evidenciaban que su real voluntad era la de impedir que se cumpla el propósito por el que la cuestión de confianza fue planteada. En el presente caso, el ejecutivo sostenía que el hecho de que el Congreso ignorara el pedido de suspender la elección de magistrados del Tribunal Constitucional y por el contrario procediera incluso a elegir a uno de ellos, demostraba que en los hechos el parlamento estaba rechazando la confianza solicitada.
Sobre el momento en que se produjo la disolución del Congreso de la República,
el tribunal consideró necesario dilucidar el momento en que se produjo la disolución del parlamento, ya que podía considerarse el momento en que el presidente anunció la disolución durante su mensaje a la nación, cuando se expidió el decreto de disolución (Decreto Supremo N° 165-2019-PCM) o al día siguiente en que dicho decreto se publicó en el diario oficial, esto último por ser la regla general de validez de las normas. Sobre el posible ejercicio abusivo de la cuestión de confianza, El tribunal advirtió la posibilidad de que el poder ejecutivo pudiera hacer un uso indiscriminado de la cuestión de confianza como una herramienta en contra del congreso con el propósito de disolverlo.
Si bien la sentencia no lo dice de manera expresa, el hecho de hacer referencia
a "las consecuencias políticas y jurídicas que ello conlleva", parece sugerir que una disolución congresal declarada como inconstitucional podría generar la destitución del presidente de la república, considerando que el artículo 117° de la Constitución Política del Perú establece que éste puede ser acusado durante su periodo, entre otras cosas, por "disolver el Congreso".
En cuanto, por todo lo señalado anteriormente es que “el Tribunal Constitucional,
con la autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú, HA RESUELTO Declarar INFUNDADA la demanda competencial interpuesta por el Presidente de la Comisión Permanente.”