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CUENTOMANCIA
TALLER DE LITERATURA FANTÁSTICA

RAZONES PARA UN PROYECTO

La literatura es destino, en ella se cifran los avatares y atavismos de una


humanidad en permanente transgresión de las fronteras de su ser. La
literatura, entonces, nos aproxima a nosotros mismos y a los otros, hace
posible que nos alcancemos y nos reconozcamos, no hay razón que me
parezca más trascendente que ésta. Lo demás es historia de la literatura o
crítica académica.

DESCRIPCIÓN: Taller de lectura y análisis de obras de la literatura


fantástica

OBJETIVO: Los participantes revisarán las características del género


fantástico mediante
la lectura y el análisis de obras de algunos escritores
representativos.

PROPÓSITO: Que los participantes valoren la literatura como un vehículo


de ideas,
emociones y saberes diversos, que permite desarrollar una
capacidad analítica.

DIRIGIDO A: Jóvenes y adultos, lectores ávidos y escépticos ante el placer


de la lectura.

IMPARTIDO POR: El Licenciado en Lengua y Literatura David Puente


Morales

DÍAS Y HORARIO DE LAS SESIONES: Sábados de 10 a 12 hrs. A partir


del mes de junio
del 2004
TEMARIO

1. LA LITERATURA FANTÁSTICA

2. UN CLÁSICO: EDGAR ALLAN POE

3. HORACIO QUIROGA O EL HORROR Y LA FATALIDAD


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4. JORGE LUIS BORGES O LA INTELIGENCIA ENTRE ESPEJOS

5. JULIO CORTÁZAR O LA ZOOLOGÍA DEL ALMA

6. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ O LA IMAGINACIÓN POÉTICA

7. CARLOS FUENTES O LA MITOLOGÍA DEL TIEMPO

8. FRANCISCO TARIO O LA EXISTENCIA ONÍRICA

9. REYNALDO ARENAS O LA HIPÉRBOLE PROTEICA

10. UN VISTAZO AL TERROR SOBRENATURAL: H. P. LOVECRAFT


SESIÓN PRIMERA

LA LITERATURA FANTÁSTICA

1 La literatura

Dentro de la cultura (entendida como el producto de una civilización)


encontramos expresiones diversas, una de ellas es el arte, cuyo fin es
resaltar la belleza de las formas. El arte es un conjunto de
manifestaciones del espíritu humano que moldean la materia con
proporción, ritmo y equilibrio para alcanzar a dar sentido y plenitud a
una idea o un sentimiento. Una de esas manifestaciones es la literatura.
Veamos cómo la definen diferentes diccionarios:

D.R.A.E. Arte bello que emplea como instrumento la


palabra.
Diccionario Etimológico Del latín litterae “escritura, letra” + -atus
“caracterizado por”. Conjunto de los escritos que
tienen elementos estéticos y valor artístico.
Diccionario del Colegio Arte cuyo medio de expresión es la lengua.
de México Conjunto de obras artísticas compuestas por los
escritores de un lugar, una época, una cultura, un
género, un movimiento, un tema o una persona.

Destacan de estas definiciones dos elementos: el lenguaje como


medio sensible y lo estético, gracias a lo cual se impresionan los
sentidos. Así, tenemos que la literatura es una expresión estética y
artística del espíritu humano para manifestar ideas y sentimientos
mediante el trabajo de la palabra.
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Expresión

Espíritu
humano
Estética Artística

Es muy importante resaltar el rostro que posee la obra por la


personalidad que la crea. Es decir, aquello que hay del ser humano en
esa construcción y que la vuelve única.
Ahora bien, ¿qué hace literaria una obra escrita? Para saberlo
hay que profundizar en esta definición y desglosar sus características.
Además de estética (porque impresiona los sentidos) y de artística (por
la forma como se presenta), la obra literaria se distingue por los
siguientes cuatro rasgos:

1. El trabajo del lenguaje (su adecuación o belleza)


2. La composición de los elementos en una estructura
3. Su pertenencia a una tradición o su ruptura con ella
4. La profundidad humana de su contenido

El primer elemento se refiere a la elaboración del lenguaje de la


obra, ya sea al trabajo de elaborar imágenes bellas (metáforas,
hipérboles...) o de adecuar las palabras según un estilo apropiado para
los personajes y su situación.
El segundo elemento tiene que ver con la disposición de los
elementos que componen la estructura de la obra (texto literario). Tales
elementos varían según el género (poesía, narrativa, ensayo, teatro). Si
es un poema se tratará de las estrofas, los versos, la métrica, el ritmo, la
rima, las imágenes, etc. Si es un cuento o una novela serán el narrador,
los personajes, la historia, el ambiente, etc. No obstante, en todos los
casos se tratará de las unidades que tienen que ver con la forma.
Cuando se publica una nueva obra literaria, los lectores y, más aun,
los críticos, establecen lazos entre ésta y las anteriores obras escritas
(tradición) para enriquecer su lectura. A veces advierten nexos, a veces
observan innovaciones en cuanto a la manera de construir textos
literarios. Cada obra nueva, entonces, se inserta en esa línea como
cuenta de un rosario o eslabón de una cadena, es decir, se relaciona con
una historia.
Por otra parte --aunque la literatura no tiene como fin moralizar--, el
contenido de la obra manifiesta un sentido, una visión del mundo. La
obra dice algo, comunica esa visión mediante un tema, una historia, un
punto de vista, la construcción de un universo. Todo ello revela la
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esencia de los seres y las cosas, muestra una realidad, posee un


significado. No busca decirnos la verdad, sino encaminarnos al
reconocimiento de nosotros mismos y de los otros.
La descripción de la obra literaria nos lleva a otra pregunta: ¿para
qué sirve la literatura? Podemos dar dos respuestas. Desde el punto
de vista práctico, la literatura sirve para ampliar nuestras capacidades
de lectores y escritores (interpretar y crear mensajes), esto es, imaginar,
analizar, sintetizar, interpretar y valorar un texto (escrito o de otro tipo).
Quien lee mucho y variado amplia sus horizontes de conocimiento y
acción (aunque no necesariamente, pues hay que estar dispuestos), no
sólo puede saber más, sino comprender para qué sirve saber.
Desde el punto de vista humano, la literatura es un valor en sí
mismo (como el ave o como el árbol), no tiene un fin más allá de
cumplirse, de ser (como el hombre). Trasciende en cuanto que registra
el desarrollo del espíritu humano y nos permite el reconocimiento de
nuestro auténtico ser (personalidad) porque en sus palabras nos vemos
y con ellas erigimos nuestro mundo interior. Además, leer es uno de los
más hermosos placeres (como amar).

Los géneros literarios

La literatura se manifiesta de diversas maneras, cada escritor busca una


forma, una vía que le permita manifestar lo que piensa y siente. Cada
poeta o novelista lo es porque ha elegido un camino por donde transita
con más soltura que otros. Se trata de los géneros literarios, que no son
sino distintos vehículos de la palabra: la poesía, la narrativa, el ensayo y
el teatro.

Poesía.......................expresión de sentimientos

Narrativa.................relación de una historia


Géneros literarios
Ensayo......................reflexión y juego de ideas

Teatro.......................representación de conflictos
Originalmente, la poesía regía la forma de los géneros: había poesía
lírica, poesía épica, poesía didáctica y poesía dramática. Todas se
escribían en verso aunque sus intenciones fueran diversas. Con el
tiempo, cada género sufrió cambios que delinearon su forma actual,
cada género halló su propio cauce.
Por lo pronto nos centraremos en el género narrativo. Se llama
narrativa a la relación literaria de sucesos, es decir, al cuento de lo que
ocurre. Aunque todo lo humano tenga un fundamente en la realidad, lo
que se narra en la obra literaria puede ser ficción (una realidad artificial
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no menos reveladora que la otra realidad), pero ésta debe ser verosímil
(creíble de acuerdo con el mundo narrado). El cuento y la novela
pertenecen a este género, pero también los mitos, las fábulas, las
leyendas y las crónicas son narraciones.

Cuento (mito, fábula, leyenda)........relato breve y


conciso, intenso.

Narrativa Novela...............................................relato extenso y


diversificado

Crónica............................................relato de
hechos no ficticios

Toda obra narrativa se caracteriza por los siguientes elementos:

1. Alguien que cuenta la historia--narrador


2. Los hechos que se cuentan--historia
3. Alguien que participe en los hechos--personajes
4. Tiempo y lugar dónde ocurren los hechos
5. Un ambiente o atmósfera
6. Una actitud de diálogo
7. Alguien que escucha o lee--auditorio o lector

Las narraciones comienzan con la civilización, cuando los humanos


se agruparon en torno a un espacio y unas circunstancias comunes. En
tiempos muy remotos, cuando se fraguaba el lenguaje, las personas se
reunían para transmitirse experiencias, es decir, para contar lo que
habían vivido. Esto se realizaba de manera oral. Al pasar de los instintos
a la racionalización de la existencia, las mujeres y los hombres ya no
sólo relatan aquello que viven o atestiguan, sienten la necesidad de
inventar otra forma de transmitir lo que sienten y piensan: la ficción
literaria. Lo cual se lleva a cabo mediante la escritura.
Aunque pueda considerarse que la Epopeya de Gilgamesh sea la
primer obra literaria de la humanidad, quizás sea el cuento el más
antiguo de los géneros. Su historia es larga y compleja, así que sólo
definiremos provisionalmente qué entendemos por cuento. Sabemos ya
que es una narración, generalmente breve, de algún hecho. Consta,
entonces, de una sola historia, pocos personajes, tal vez uno o dos
escenarios y, con seguridad, un tiempo bien definido (un día, una noche,
unas horas, un instante, lo que tarda la lectura...). Es muy importante
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destacar que todo lo que aparece en el cuento es esencial, nada es


gratuito ni carece de importancia. Así pues, el cuento es una narración
que concentra o sintetiza sus elementos a lo esencial (como una foto o
una canción). A partir de la época moderna, el cuento adquiere un rasgo
más: la historia oculta que se revela al final sorpresivamente
provocando tensión o dejando el final abierto.
La literatura fantástica

Lo fantástico

En el lenguaje coloquial llamamos “fantástico” a todo lo que nos parece


maravilloso o estupendo. En el ámbito de la literatura, lo fantástico
corresponde a una situación, a un hecho, a un efecto propio de cierto
género de obras. Lo fantástico intriga, confunde e inquieta porque
propone otros mundos frente a la tiranía de la realidad (lógica y
racional).También causa rechazo, disgusto o desazón al lector, pues
exige a éste un espíritu abierto, una disposición a aceptar diferentes
alternativas y una voluntad de juego. No es una literatura realista sino
una literatura lúdica que exige el ejercicio de la imaginación de un modo
diferente.
Veamos tres intentos por definir lo fantástico en la literatura:

Roger Caillois: lo fantástico es “la irrupción de lo insólito en lo banal”

Esta definición es muy general pues


lo inesperado provoca muchas
otras sensaciones más allá de lo
fantástico

Louis Vax: lo fantástico se define según la época y la cultura

Esta definición
evade el
problema

Julio Cortázar: lo fantástico es “el derecho al juego, a la imaginación, a


la fantasía, el
derecho a la magia”

Esta definición se enfoca a


la idea de la ficción en general
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Para definir con precisión lo fantástico, hay que sacudir este


término de otros dos géneros vecinos a él: lo maravilloso y lo
extraordinario:

Si la tiene es Se trata de un hecho extraño que, al final,


LO se explica por las leyes del mundo
EXTRAORDINARIO conocido
Lo “fantástico”
El hecho insólito
que aparece
puede tener o no
una explicación
Si no la tiene Se trata de un hecho perteneciente a otro
mundo cuyas leyes son diferentes (es el
es ámbito de las hadas, los duendes, gnomos,
LO MARAVILLOSO dragones, brujos).

Lo fantástico, con exactitud, es la zona entre lo extraordinario y lo


maravilloso. La vacilación entre uno y otro mundo es precisamente la
esencia de este género. Esa condición de incertidumbre y ambigüedad
produce una inquietante duda, pues los hechos narrados siempre
permanecen inexplicables: ¿se trata de algo que realmente ocurre en
este mundo y cuya extrañeza puede ser aclarada por la razón o es algo
que obedece a las reglas de otra realidad? No lo sabemos, pero en ese
enigma se cifra lo fantástico, como el equilibrista sobre la cuerda floja.

Lo
extraordinario

El hecho que lo
ocurre, indica fantásti
que el mundo co
de ficción se
rige por otras El hecho que
leyes ocurre no es
común, pero
su apariencia
Lo maravilloso ilusoria es
explicable

La frontera entre lo maravilloso y lo extraordinario es el territorio de


fantástico. La realidad (donde puede haber ilusiones o alucinaciones que
engañen a los sentidos) y la otra realidad (donde todo cuanto ocurre
corresponde a principios distintos a la lógica racional) colindan aquí
además con otros géneros como la ciencia-ficción y lo sobrenatural, pero
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cada uno es independiente.


Caracterizan a lo fantástico ciertos temas (la vida que es sueño,
los dobles...), la irrupción de un hecho inesperado en la realidad, la
situación inestable que inquieta por su misterio, la incertidumbre y
angustia que viven los personajes ( y el lector), el sentido literal de las
palabras, la ambigüedad que impregna todo y el final enigmático.

UN CLÁSICO: EDGAR ALLAN POE

Suele llamarse clásico a una creación notable por sus excelentes


cualidades. Aunque también se denomina como clásicos --en el ámbito
de la literatura-- a las obras de la antigüedad grecolatina, en este
sentido, La Ilíada de Homero es un clásico, pero no sólo por pertenecer a
aquel tiempo y a la cultura griega, sino también por su grandeza.
Asimismo, entonces, son clásicos La Comedia de Dante Alighieri, obra
medieval; Hamlet de William Shakespeare, tragedia del siglo XVII;
Werther de J. W. von Goethe, novela del romanticismo alemán; o La
metamorfosis de Franz Kafka.
Así, cualquier obra notable por sus características es un clásico,
más allá de la cultura o época a que pertenezca. Los cuentos, las
novelas, los poemas y la crítica del norteamericano Edgar Allan Poe
son clásicos por su brillante elaboración. Poe es un clásico, pero también
es un romántico y un moderno: vivió durante el siglo XIX y escribió bajo
el signo de esa actitud vital llamada romanticismo, transformó el género
narrativo otorgándole una calidad de moderno, pues sus cuentos son
depurados y redondos, sus novelas inauguran nuevas vías, su poesía
estremece el espíritu y su crítica es profesional.
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Un breve perfil biográfico

Hijo de actores ambulantes, Poe nace el 19 de enero de 1809 en Boston


como el menor de tres hermanos. Su padre los abandona pronto, y su
madre muere de Tuberculosis cuando el pequeño Poe sólo cuenta con
tres años. La familia de Frances y John Allan lo adopta, le brinda
sustento y educación, sin embargo, John nunca siente el afecto que su
esposa, Frances, le manifiesta. Al ingresar a la Universidad Poe sufre
cambios que lo inclinan a la bebida y a una vida desordenada. John no
tolera esta situación, e incluso interviene en la vida amorosa del joven
Poe alejando a su enamorada, Sarah Elmira Royster, hija de una familia
rica de Richmond, lo que enfrenta a Poe con su padre adoptivo. Edgar se
marcha de casa.
Desvalido ante la miseria, Poe se enrola en el ejército y permanece
en éste dos años, luego acuerda con John ingresar a la academia militar
de West Point, pero poco antes de ello fallece su madre adoptiva,
Frances, y el joven Poe sufre un golpe terrible en su alma, por lo que se
refugia con su familia de sangre: es recibido por una tía, Marie Clemm,
los hijos de ésta, su abuela paterna y su hermano mayor. Pero la
estrechez económica en que viven lo obliga a ganarse la vida. Abandona
la academia militar y comienza una larga lucha por ser escritor. Quería
ser poeta, sin embargo, el cuento y la novela resultaban más atractivos
a los diarios y revistas, debido a ello se especializó en este género
narrativo.
En la vida de Poe se cuentan un amorío con su prima interrumpido
por la fatalidad, el éxito como crítico literario y cuentista, una
predisposición a la enfermedad y su afición por el alcohol y el opio. Su
constitución débil contrasta con su ánimo soberbio, su inteligencia lógica
racional con su hiperestesia. Con todo, se trata de uno de los escritores
que más ha influido a otros en la época moderna, pues es precursor de
la novela detectivesca y un gran creador de cuentos de horror
fantástico. Incluso, uno de sus primeros en reconocer la grandeza de su
obra fue el poeta maldito Charle Baudelaire, quien además lo consideró
su “hermano”. Poe es también un poeta maldito, un escritor profesional

Características de su narrativa

Como escritor profesional, Poe desarrolla una disciplina sistemática para


realizar sus textos. En La filosofía de la composición explica cómo
construyó su poema “El Cuervo” y descubre al escritor como un ser que
depende de su razón para crear --pues ésta guía sus intuiciones y
sensibilidad-- más que de la presencia de una supuesta musa
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inspiradora. Es decir, desmiente el estereotipo del artista arrebatado por


el toque de las musas, el del poeta plenipotenciario de dones que una
divinidad exalta en ciertos instantes. El escritor, según Poe, es un ser
que emplea su inteligencia para realizar una composición artística.
Poe pretende un estilo sostenido, esto es, una continuidad en la
forma de expresión del lenguaje, a pesar de que pueda notarse un poco
afectado o escogido. Su estilo se sustenta también en la creación de
atmósferas opresivas, o sea, en ambientes que hacen sentir
asfixiados física o anímicamente a los personajes y cuya angustia o
ansiedad transmiten al lector: lugares cerrados, calurosos o húmedos,
obscuros, como una manifestación material de la oscuridad que vive la
mente. Además de la intriga creada por la presencia del misterio o
de lo sobrenatural. Con estos tres factores pretende provocar un
efecto único y perdurable.
La extensión ideal de un texto, según Poe, debe ajustarse a un
tiempo de lectura de entre dos y dos horas y media para lograr la
atención del lector, pues es el lapso durante el cual puede mantenerse
el alma del lector al filo de la ficción. Por esa razón, Poe eligió el cuento,
pues permite su cabal lectura “de una sentada”. Además, el cuento
permite que se manifiesten todos los intereses del espíritu humano: el
terror, las pasiones, las búsquedas... En su breve y conciso espacio
contiene los elementos suficientes para narrar una historia que interese
y produzca efectos en el ánimo.
Poe moderniza el cuento al eliminar las descripciones
preparatorias, suprimir los diálogos superfluos, y al omitir los
comentarios, juicios y moralejas del autor disfrazado de narrador. En
suma, quita todo aquello que añade peso al cuento pero es insustancial.
Poe elimina las descripciones que sólo dilatan el inicio de la narración y,
en cambio, va directo a contar los hechos, suprime las conversaciones
que no aportan información relevante y omite todo aquello que vuelva la
historia un texto de moral --más allá de lo bueno y de lo malo-- en vez
de uno literario.
Poe le dio carta de naturaleza al cuento depurándolo de aquello que
fuera difuso, especializó el género. Es momento de señalar que Poe
prefiere :

a) la intensidad
b) economizar los recursos
c) un desenlace sorpresivo

La intensidad es una característica difícilmente lograda mediante


la intriga, el estilo ambiguo, las atmósferas opresivas y el ritmo narrativo
cuya tensión va en aumento. Al despojar el cuento de lo innecesario, Poe
economiza los recursos, de modo que dice más con menos. En
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cuanto al final sorpresivo de la historia, éste inquieta al lector y


produce un efecto más impactante en él. El hecho de que la historia
culmine con un desenlace inesperado permite comprender la razón del
uso de elementos que parecían no tener sentido; también confirma la
idea de que bajo la superficie hay una historia subterránea que sale a
flote cuando se descubre la existencia de aterradores hechos que yacen
debajo de la realidad.
Poe busca hacer creíble lo increíble, lo cual logra mediante la
unidad de los elementos narrativos y el empleo de lo concreto frente
a lo abstracto. Sus personajes se sostienen por una mayor
profundidad psicológica. Este escritor norteamericano indaga en las
motivaciones que dirigen las acciones de los personajes, en sus más
profundos temores. Su espíritu se fascina en especial por los estados
anormales y patológicos del espíritu humano, intenta penetrar en
aquellos mecanismos casi instintivos que provocan desasosiego, dolor,
angustia, horror. Él mismo fue un hombre muy sensible que sabía el
modo como un ser vivo reconoce los abismos de la existencia.
Las narraciones de Poe son convincentes y efectistas por el rigor
analítico, médico o policiaco, con que desmenuza la mente y el alma de
sus personajes, cuya macabra malignidad y degenerada perversión
enfrentan al lector con el sombrío rostro de la humanidad, con todo
aquello que rompe la estabilidad, la comodidad y el bienestar. Esa es la
clave de la fantasía de Poe: la ruptura con el mundo cotidiano, “normal”
y seguro en que creemos existir. Descubre que el horror vive dentro de
nosotros a través de una visión artística capaz de cristalizar ese lúgubre
trasfondo desde el que nos observamos con asombro, temor y
curiosidad.
Dentro de las Narraciones extraordinarias de Poe encontramos
cuentos tan significativos como “El caso del Sr. Valdemar” que ofrece un
caso semejante a la cremación espontánea, “Manuscrito hallado en un
barco” sobre la posibilidad de que exista algo demoniacamente
antiquísimo, “La caída de la casa Usher” sobre una construcción
literalmente viva, “Berenice” sobre el entierro en vida, “El gato negro”
que sugiere la encarnación del mal... Obras de terror sobrenatural, de
lógica y raciocinio, de horror grotesco, de poética soledad.
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HORACIO QUIROGA O EL HORROR Y LA FATALIDAD

“El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la


humanidad, y el tipo de miedo más viejo y poderoso es el temor a lo
desconocido.” Así comienza El horror sobrenatural en la literatura,
ensayo de Howard Phillips Lovecraft. El horror es un grado del miedo,
que, como emoción, es una sensación pasajera pero intensa que nos
hace temblar, que nos enchina la piel o nos eriza el cabello. No es sino
una expresión del temor más propio del ser humano: nos produce horror
el reconocimiento de nuestra miseria.
Guerras, pobreza, enfermedad, muerte, todas las circunstancias de
la fragilidad nos revelan cuan miserables somos. Infelices, tristes, dignos
de piedad: la miseria nos dice cuan pobres y desgraciados somos. En un
momento cualquiera, el horror descubre la fatalidad, el destino final, la
putrefacción física o moral que descompone la sustancia del hombre.
Pero también esa fatalidad circunda nuestros actos y escapa de nuestra
voluntad: existimos sin haber elegido, elegimos sin llegar a existir. La
vida no está del todo en nuestras manos.

Perseguido por la muerte y la fatalidad

Considerado el mejor cuentista hispanoamericano antes de que


apareciera la obra de Jorge Luis Borges, el uruguayo Horacio Quiroga
(1878-1937) transita por este mundo perseguido de cerca por la muerte
y la fatalidad. Primero su padre fallece en un accidente, luego su
padrastro se suicida: su infancia y su adolescencia se ven signadas por
la inexorable cifra de la muerte.
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Interesado por la química, la filosofía y la literatura, Quiroga


desempeño diversos oficios que enriquecieron su experiencia de la vida:
trabajó como mecánico, carpintero, albañil, fotógrafo, profesor... Aunque
el arte ganó pronto su más paciente labor. En 1901 publicó un libro de
poemas: Los arrecifes de coral, obra de juventud inclinada hacia la
estética modernista. Por esa época comenzó a relacionarse con los
círculos literarios de su país y formó parte de un grupo de escritores en
Montevideo.
Sin embargo, la fatalidad apareció de nuevo: mientras revisaba un
revólver disparó accidentalmente y mató a un amigo suyo. Este hecho
trágico lo movió a dejar su nación y a viajar a Buenos Aires, Argentina,
donde tuvo otra fortuna. Conoció al maestro modernista Leopoldo
Lugones --precursor del género fantástico-- y formó parte de la
expedición a la selva que éste organizó. Ese viaje incorporó a su espíritu
el asombro ante la magnitud de la riqueza y fuerza de la naturaleza.
Después de varias publicaciones (ensayos, novelas) y un amor que
dejó huella, Quiroga se instala en la región selvática de Misiones, atraído
por la aventura y los peligros de la zona. En 1909 se casa con una mujer
mucho más joven, quien, desafortunadamente, se suicidará en 1915
sufriendo una lentísima agonía. Quiroga regresa a la ciudad de Buenos
Aires con sus dos hijos. A partir de 1916 inicia su mejor etapa literaria. Al
año siguiente publica su obra de mayor resonancia: Cuentos de amor,
de locura y muerte, al otro año aparecen sus Cuentos de la selva. Le
siguen otras colecciones de cuentos: El salvaje, Anaconda, El desierto,
Los desterrados.
Conoce a la poetisa Alfonsina Storni hacia los años veinte. Vive un
apasionado amorío que se ve interrumpido por la familia de la joven.
Casi a los cincuenta entabla otra relación, ahora con una joven de veinte
años, con quien se casará en 1932: María Elena Bravo, de quien se
separa al poco tiempo. Comienza el declive de su obra y de su vida.
Enfermo de cáncer, decide suicidarse en 1937, cerrando el ciclo de
horror que cifró su existencia.
La indescifrable fatalidad cósmica

Considerado por Arturo Souto como “el más grande escritor de fantasía
y horror en lengua española”, Horacio Quiroga goza de una bendición
más grande que la gloria o la fama literarias: es leído. ¿A qué se debe el
interés que genera? A que sus cuentos brindan una lección de concisión
y energía. Quiroga logró lo más difícil para un artista: la síntesis
expresiva. Este narrador uruguayo escribe con la maestría necesaria:
cuenta en pocas palabras una historia intensa, manifiesta su angustiosa
imaginación en poco espacio.
Su obra también es atractiva por el mundo que presenta, ese
trasfondo casi simbólico que nos habla de la naturaleza humana.
Quiroga advierte una inquietante dualidad en el universo, bifurcación
presente en la constitución del hombre, ser amenazado y dominado
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frecuentemente por las obscuras fuerzas que lo rodean o que brotan de


su interior. La fatalidad circunda la existencia del hombre, quien también
sufre los embates de su propia naturaleza.
Quiroga aprendió el arte del cuento de Poe, de quien sigue el estilo
conciso, dramático, mórbido y puntual. Debe su maestría a otros
narradores como el inglés Rudyard Kipling o el norteamericano Jack
London, de quienes asimila el amor por la naturaleza; o como el
francés Maupassant y el ruso Chéjov de quienes aprende el delirio y la
desventura. Sin embargo, logró por mérito propio estremecer a los
lectores exponiendo las obsesiones, los temores, las
perturbaciones y la locura de los seres humanos en medio de
ambientes enrarecidos, salvajes o de amargura existencial.
Este autor escribió cuentos de horror y misterio, fábulas en medio
de la selva, historias de amores turbios, sátiras de la vida humana,
parábolas de las pasiones y retratos de la lucha del hombre frente a su
destino. Sus cuentos “La gallina degollada”, “El almohadón de plumas”,
“La anaconda”, “La llama”, “Los mensú” y “A la deriva” son clásicos
jóvenes que demuestran el poder de su literatura.

JORGE LUIS BORGES O LA INTELIGENCIA ENTRE ESPEJOS


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Definir qué es la inteligencia no ha sido fácil pues, aunque en nuestra


vida cotidiana consideramos “inteligente” a tal o cual persona por sus
conocimientos, se trata de una condición compleja que implica varios
aspectos. Por ejemplo, hay psicólogos que consideran que la inteligencia
se compone de un factor general y una serie de habilidades particulares.
Otros la descomponen en multiplicidad de constituyentes. Incluso, desde
hace algunos años, se habla de inteligencias múltiples (lingüística,
lógica-racional, emocional...) entre los humanos, lo cual indica que la
inteligencia no es exclusiva de ciertos individuos sino una capacidad
potencial presente en todos y que cada uno desarrolla de manera
diferente.
La inteligencia es un instrumento que nos permite “inteligir”,
conocer, reconocer, asimilar, entender, razonar, reflexionar. La reflexión
se produce cuando confrontamos ideas, es decir, cuando somos los
reflejantes de los otros, sus espejos. La imagen de un espejo frente a
otro indica la infinita multiplicación que va de un cuerpo a otro: la vida
es un diálogo infinito con otra voz que retorna constantemente hacia el
emisor hasta no saber quién es éste. El otro es quien al reflejarnos
(hacernos reflexionar) nos da plena existencia. Así como Dios concibió al
hombre a su imagen y semejanza, éste reconoce en los otros la
presencia de esa imagen y semejanza. De algún modo, la inteligencia
requiere de un espejo para reconocerse.
El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) así lo reconoció.
Candidato eterno al premio Nobel, Borges se inició como poeta en la
aventura vanguardista del Ultraísmo con la obra Fervor de Buenos Aires.
Sin embargo, el enorme reconocimiento que ha recibido se debe a su
ardua y paciente labor de cuentista. Dos de sus obras son esenciales en
la literatura universal: Ficciones (1944) y El Aleph (1949). Borges reta a
su propia inteligencia como creador y a la del lector: espejo frente a
espejo. La duplicidad del ser inquietará su existencia e inquisiciones:
realidad-fantasía, escritor-lector, sueño-vigilia. Esta actitud es muy
notoria en cuentos cuyo el tema es la lectura o la escritura mismas, o en
los relatos en que el tema es el sueño, como en “Episodio del enemigo”,
de hecho, alguna vez señaló que “si no hay un sueño anterior la
escritura es imposible”.

De laberintos y minotauros

“Quizá el fin del laberinto −si es que el laberinto tiene un fin−


sea el de estimular nuestra inteligencia, el de hacernos pensar
en el misterio, y no en la solución [...]. Quizá los enigmas sean
más importantes que las soluciones”. Esta afirmación de Borges
coincide con el pensamiento oriental que aconseja hacer las preguntas
correctas pues la comprensión de éstas lleva a la comprensión de las
respuestas; coincide también con la idea occidental que sintetiza con
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gran lirismo el poeta griego Konstantinos Kavafis: “Si vas a emprender el


viaje hacia Ítaca, / pide que tu camino sea largo, / rico en experiencias,
en conocimiento”, es decir, lo que importa es el proceso, el camino.
“Lo que cada uno puede conocer es muy poco, pero quizá a
cada uno le sea dado lo esencial en distintas formas”, continúa el
escritor argentino su reflexión sobre el sentido del laberinto. En su
cuento “La biblioteca de Babel” define al universo como una estructura
infinita cuyos elementos se repiten indefinidamente constituyendo un
orden, de modo tal que hay esperanza de hallar un libro (un destino). De
este modo, si el universo tuviera forma (aunque fuera la del laberinto, la
del enigma), estaríamos salvados; si el universo careciera de forma,
según Borges, estaríamos perdidos.
El laberinto es, entonces, el reto a la inteligencia, a la existencia,
como ocurre en el cuento “Los dos reyes y los dos laberintos” en que se
demuestra cuán terrible puede ser un laberinto “donde no hay escaleras
que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni
muros que te veden el paso”. El asunto es mitológico: en la isla de
Creta, en la ciudad de Cnosos, el rey Minos ordenó al arquitecto y
escultor Dédalo construir una edificación inextricable de corredores
enmarañados que sirviera para ocultar al Minotauro, monstruoso ser con
cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los desordenados amores
de la reina Pasifae y un toro blanco enviado por Poseidón.
Al respecto, Borges escribió en su Manual de Zoología fantástica:
“La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más
rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y
la imagen del laberinto conviene a la imagen del minotauro. Queda bien
que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante
monstruoso”. La confusión, el caos y la incertidumbre son monstruosas
para Borges, más si se descubre que son infinitas, inconmensurables,
incognoscibles. Tal vez por ello emplea su inteligencia: para ordenar,
interpretar, reconocer, dar forma al universo. Sus cuentos siguen esa
fórmula e intentan dar solución a un enigma: el laberinto de la razón.

El universo en tela de juicio

El autor de Historia universal de la infamia pone en tela de juicio los


conceptos fundamentales en que se sustenta la seguridad de la propia
existencia:

El universo La identidad El tiempo


Se sumerge en el caos, Se disuelve, se duplica Se repite, se dilata o se
el azar y lo o se descubre como trastoca
incognoscible inexistente
17

Pensamos entonces en Dudamos sobre Descubrimos cuán


el misterio quiénes somos o no subjetivo e inconstante
consustancial del nos reconocemos sino es y cómo nos rige tan
cosmos en el otro cambiante

En los cuentos de Borges hay un trasfondo filosófico (el idealismo


empírico de George Berkeley, el voluntarismo de Arthur Schopenhauer y
el eterno retorno temporal de Friedrich Nietszche) que se advierte en su
peculiar concepción del mundo. Dentro de su particular idea del
universo, el espacio es un inextricable laberinto, el tiempo es una espiral
que repite los acontecimientos incesantemente, el hombre es la sombra
de otro hombre, la vida es un sueño del que la muerte nos despierta, la
muerte es un acceso hacia lo indefinido, lo indefinido nuestro destino en
manos ajenas, y el destino es la cifra o el símbolo de un código
incomprensible.
Borges es un escritor excepcional en la literatura hispanoamericana
por su estilo único, por la agudeza de su pensamiento y por su
asombrosa erudición. Borges no es un autor exento de humor, ironía,
tristeza, amor, sorpresa, aún cuando recrea historias ya escritas o
inventa referencias bibliográficas sobre libros inexistentes. Para él, la
existencia bien podría ser una partida de ajedrez en cuyo tablero nos
desempeñamos como piezas dirigidas por un demiurgo movido a su vez
por otro demiurgo... Somos peones sujetos a dar un paso a la vez, alfil
que se desplazan sesgadamente, torres de andar ortodoxo, reyes
enclenques protegiéndose de la muerte o reinas cuya asombrosa
habilidad conquista destinos.

Las ruinas circulares o la vida como el sueño de otro

En algunos de sus cuentos, Borges propone una irrealidad que provoca


la aparición de lo fantástico. La incertidumbre de sus narraciones hace
pensar que todo puede ocurrir: lo improbable, lo increíble y lo imposible,
para inseguridad nuestra.

Borges propone la IRREALIDAD > Borra los límites entre lo


imaginario
para provocar lo fantástico y lo real o verdadero

lo improbable
Plantea la INCERTIDUMBRE > Entonces todo puede ocurrir
lo increíble
para producir la inseguridad
lo imposible
18

Hay un notable logro borgiano al borrar los límites entre la realidad


y la ficción, entre la imaginación y la verdad para darle presencia a lo
fantástico.
En otros cuentos, sin embargo, reconoce la vida como un sueño,
asunto que indica la presencia de lo maravilloso, pues la situación
onírica ocurre en ese otro mundo: el de los sueños, y por tanto responde
a otras leyes, las de la psique profunda. Por ejemplo, en el cuento “Las
ruinas circulares” el mundo de los personajes y los personajes mismos
son el sueño de alguien más, que a su vez podría ser el sueño de otro.
La estructura del cuento se asemeja a las famosas matrushkas,
muñecas rusas que contienen otras muñecas más pequeñas iguales en
su forma a aquellas que las contienen, como una caja dentro de otra. Al
respecto, Emir Rodríguez Monegal dice: “Borges ha buscado definir
muchas veces esa experiencia abismal de sentirse irreal, sueño o
creación de otro, un ser inventado, un simulacro”.
El hombre es una sombra, la creación irreal de un dios. En “Las
ruinas circulares” Borges hace eco de la leyenda medieval judía del
Golem --ser dotado de “vida” por el rabino Maharal mediante una
palabra que escribe en un papel y coloca en su frente o bajo su lengua--
para provocar la reflexión sobre la realidad de la existencia: nuestra vida
podría ser el sueño de un dios, ello explicaría la imperfección de nuestro
mundo y el capricho del azar. En el fondo, Borges cuestiona a Dios
mediante sus propias creaciones y devela los hilos del Destino. El
escritor bonaerense lo dice con mayor claridad en su poema “El
ajedrez”:

En su grave rincón, los jugadores


rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian los colores.

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada


reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y lo blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada


del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

Dios mueve al jugador, y éste la pieza.


¿Qué dios detrás de Dios la trama
19

empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Aunque “Las ruinas circulares” es un cuento cuyo final revela que el


lector se enfrenta al mundo de los sueños (de lo maravilloso), el inicio y
todo el desarrollo del cuento corresponden a lo fantástico. Primero, su
autor ancla la historia en una realidad mediante unos pocos referentes
(el idioma Zend, por ejemplo, nos informa algo). Después irrumpe con
una serie de ambigüedades que vuelven irreales e inquietantes los
acontecimientos. El juego de contrastes entre la precisión y la
imprecisión produce lo fantástico: existe la duda sobre qué ocurre,
dónde, por qué, quiénes son sus protagonistas...
Borges emplea los siguientes recursos:

-Identidad misteriosa del protagonista


-Indefinición del tiempo y del lugar
-Paréntesis de interpretación alternativa > ambigüedad
-Adjetivos insólitos (la noche unánime) y conjunciones
disyuntivas
(tigre o caballo)
-Va de lo abstracto (sueño con el corazón) a lo concreto
(creación del
hijo)
-La circularidad en el sueño
-El simbolismo (el fuego, por ejemplo, es símbolo del poder
creador)

Nunca sabemos quién es ese hombre al que nadie vio llegar, el


mago creador. Jamás reconocemos el sitio ni la época de los hechos.
Siempre se alterna entre paréntesis una posibilidad diferente que deja
ambiguas las descripciones y los argumentos. Cada adjetivo sorprende
por su empleo “erróneo”. Las imágenes avasallan la mente por su prolija
minuciosidad que da cuerpo a las ideas. Los símbolos convienen al
asunto de la historia. La verdad del sueño descubierta al fin no deja de
desconcertar por la crítica que lleva implícita: nadie sabe si su vida es
real o imaginada, soñada, inventada. Despertar es morir.
20

JULIO CORTÁZAR O LA ZOOLOGÍA DEL ALMA

La zoología es una ciencia que trata de los animales. Curiosamente, la


palabra griega ζ ω ο ν significa “animal” mientras que el término latino
animalis quiere decir “animado, viviente, que tiene alma”; de este
modo, la expresión “zoología del alma” resulta ser redundante, pues
cada voz repite el mismo sentido. Sin embargo, podríamos pensar que
también el alma posee sus “animales”; toda ella es un mundo que
recorren las pasiones, los deseos, los impulsos, las intuiciones, las
obsesiones, los anhelos, los temores, las certezas, las dudas, las
esperanzas, las frustraciones, las penas y los recuerdos, toda una
intempestiva fauna.
Nos habitan nuestros propios instintos animales. Nos acechan
esperando el mejor momento para saltar y abatirnos. Rumian por detrás
de nuestros ojos, rasgan debajo de la piel, combaten cuando alguna
disyuntiva nos lleva a elegir. Nosotros mismos somos animales, nos
anima un soplo que puede ser paciente o salvaje. Somos individuos
únicos, con una forma específica de ser, de comportarnos, de pensar,
sentir y actuar; con unas cualidades tan exactas como irrepetibles.
Somos almas animales: perrunas, gatunas, monas, chimpancescas,
elefantiásicas, ratoniles. Somos oscuros animales.
La literatura nos ayuda a enfrentar −por nuestros medios− los
embates de nuestra propia naturaleza; nos permite crear un mundo
interior rico en experiencias y un ánimo cada vez más tolerante, pues
ensancha nuestros horizontes de conocimiento: el humor, la ternura, la
búsqueda, el dolor, el absurdo, la música, el arte, la poesía, la ironía, el
amor, la magia... la vuelta al día en ochenta mundos... Todo eso
hallamos en las obras del argentino Julio Cortázar (1916-1984) porque él
−como afirma Carlos Montemayor− develó que “en una novela podía
caber la vida”, esa novela es Rayuela (1963), libro infinito, circular,
fecundo, de aliento lírico:

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy


dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez
tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para
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deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que


deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una
boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no
busco comprender coincide exactamente con la boca que sonríe
por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y
entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de
cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen
y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se
encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios,
apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus
recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y
un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo,
acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos
besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,
de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el
dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible
absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es
bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo
te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

La poesía habita las palabras de esta novela de Julio Cortázar, de


hecho, se inició como poeta con Presencia (1939). Sin embargo, es más
reconocido por sus cuentos, desde “Casa tomada”, “Carta a una señorita
en París” “Las babas del diablo” y “Axólotl” hasta “Continuidad de los
parques”, “El perseguidor” y “El hijo del vampiro”. Hijo de un
diplomático argentino, nació en Bruselas, capital de Bélgica, el año de la
Primera Guerra Mundial (1914), pero a partir de los cuatro años vivió en
Argentina, donde estudió Magisterio y Filosofía y Letras. Fue maestro
rural y , luego, traductor para la ONU en París, donde falleció en 1984.
Entre sus obras destacan Bestiario, Final del juego, Las armas secretas,
Historias de cronopios y de famas, Todos los fuegos al fuego y su
extraordinaria novela Rayuela.
“La realidad −dice Cortázar− me parece fantástica al punto de que
mis cuentos son para mí literalmente realistas.” Este comentario puede
parecer exagerado, pero no es así si pensamos que representa una
perspectiva de asombro ante la vida diaria, pues sólo en ella
ocurren hechos verdaderamente fabulosos o sorprendentes (basta
recordar algún caso policiaco, como el que involucró a Mario Ruiz
Massieu, la víctima; al hermano del ex-Presidente, Raúl Salinas, asesino
intelectual --¿se puede matar a alguien con puras ideas?--; al
subprocurador Chapa Bezanilla, diligente ; y la medium: “La Paca”). En
suma: La realidad, aunque no podamos creerlo, supera la ficción.
Ver la otra realidad es esencial en un cuento fantástico. Los relatos
de Cortázar oscilan entre lo extraordinario, lo maravilloso, lo horrendo, lo
fantasmagórico y lo fantástico. Pero cada autor del género fantástico
ofrece su propio estilo. En el autor del Bestiario, se observa una
marcada tendencia psicológica revelada por los “demonios
22

interiores” que acechan a los personajes. Esos demonios se materializan


en fuerzas invisibles o desconocidas creando una gran ambigüedad en el
curso de los acontecimientos narrados, pues toda la realidad es
arrastrada por dichas fuerzas al extremo.

Cortázar: un cazador de instantes

“El poeta debe dedicarse a la caza de excepciones y dejarles las leyes a


los hombres de ciencia y a los escritores serios”, dice Cortázar a Luis
Hars en una entrevista, y deja claro que él es un escritor encantado con
jugar. Para él lo fantástico es una posibilidad de juego, de proponer un
mundo diferente. Este argentino se asume como poeta, cazador, filósofo
gorgiano, humorista incorregible y hombre profundamente irracional.
Ello no significa que fuera un ser humano despreocupado por la realidad
material y económica del hombre, pues también tuvo una postura
política que siempre mostró hacia afuera.
Las propias palabras de Cortázar nos dibujan sus aristas como
hombre de aliento poético (¿Quién los ve andar por la ciudad, / si todos
están ciegos? / Ellos se toman de la mano: algo habla / entre sus dedos,
lenguas dulces / lamen la húmeda palma, corren por las falanges, / y
arriba está la noche llena de ojos. // Son los amantes, su isla está a la
deriva), de espíritu político, de ánimo sencillo, de actitud irracional (en
cuanto que no toma a la razón como la rectora de nuestras vidas), de su
visión de la existencia como una interrumpida circularidad de instantes:
estar en los sitios adecuados en los momentos oportunos.
Cortázar es de los humanos que se preguntan a sí mismos y a los
otros si son un mar o un río o una cascada o una fuente o una lluvia o un
lago inmóvil o un monzón o una ola. Por juego o por poesía, es decir por
el goce de saberse una palabra hecha de agua, o agua hecha de
palabras, ríos de palabras, mapas de palabras, amor de palabras y
palabras de amor. Cazador de instantes o fotógrafo de las invenciones
del espíritu, su prosa asombra por sencilla y por incisiva. Además, “todo
el tiempo es un instante y hay instantes que los son todo”, como dijo el
poeta mexicano José Carlos Becerra.

“Casa tomada” o las extrañas fuerzas invasoras

“Casa tomada” es un clásico. Cortázar llevó el cuento a Jorge Luis


Borges para conocer su opinión y saber si podría ser publicado. Borges
lo publicó sin saber que su autor era un joven desconocido en el mundo
literario. El cuento abrió camino a su autor, quien publicaría después la
colección donde se incluye éste: Bestiario, cuyo título recuerda los
textos medievales que describían animales fantásticos como la Quimera
o las Lamias. El Bestiario de Cortázar habla de otros animales
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fantásticos, imágenes de algo más siniestro: el alma humana, la vida en


este mundo.
La estructura del cuento se rige por una serie de oposiciones
entre lo cotidiano (la rutina diaria) y la irrupción de un elemento
transgresor (las presencias invasoras). Un par de hermanos habitan la
antigua casa heredada por los ancestros, viven en la monotonía más
tranquila, hasta que un día unos indefinidos “ellos” toman la parte
posterior de la casa y, luego, la mansión entera. Tenemos, pues, varios
elementos: una vieja casona “viva”, una pareja de hermanos incapaces
de hacer algo frente al hecho que saben y que nosotros (lectores)
desconocemos; la paz rutinaria, y una extraña presencia invasora.
El cuento es inquietante no sólo por esa fuerza invasora indefinida,
sino por la indolencia inicial de los protagonistas ante el hecho de la
“toma” por parte de aquélla. El cuento extraña por los detalles: el
matrimonio de hermanos, la casona antigua que no los dejó casarse, el
hábito de Irene de tejer, su voz de insomnio, la puerta de roble, la
biblioteca empolvada, el ruido del otro lado como señal de la invasión,
las habitaciones suficientes, la llave arrojada a la alcantarilla al final.
Todo hace pensar en la pesadillesca atmósfera de los sueños o en el
mundo sobrenatural de los fantasmas, pero lo único seguro --valga el
oxímoron-- es la duda.
Podemos hacernos muchas preguntas: ¿Cuál es la relación de los
hermanos?, ¿Cuál fue su pasado? ¿Qué o quiénes son los invasores?
Pero las mismas forman ya parte de una interpretación que
complementa la historia del cuento. Por ejemplo, podríamos pensar que
la historia es una alegoría (una larga metáfora) en la que todos los
elementos (personajes, hechos, objetos, lugares...) son símbolos de algo.
Si así fuera, podríamos suponer que la casa representa la psicología de
los hermanos y que éstos fueron expulsados por sus remordimientos. En
cambio, si lo vemos como un hecho sobrenatural al que se habían
acostumbrado los hermanos, estaríamos ante fantasmas como en la
película “Los otros” o como en “Poltergeist”.
Los recursos expresivos de los cuentos fantásticos de
Cortázar parten la realidad cotidiana para establecer otras reglas de
juego, unas reglas que no siempre conocemos. A veces lo fantástico
irrumpe en la realidad, otras veces dentro de lo extraño hay una nueva
irrupción que lleva a lo fantástico. La oposición entre el orden y el caos
siempre subyace en esas historias, como resultado del interés de
Cortázar por las estructuras de rompecabezas, de piezas para armar
según el gusto y necesidades del lector. En una palabra, se trata de
hacerle una propuesta: el juego.
En el cuento “Casa tomada” podemos encontrar esta propuesta:
hay una naturaleza irracional al interior de los personajes
(representada por la casa) que invade el espacio más allá de sus mentes
hasta que la situación es insoportable. Cortázar se interesa de manera
profunda por el espacio, para él éste es un elemento que ofrece
24

amplias posibilidades de expresión porque es algo más que un


escenario, es el espacio de acción de los personajes, su ambiente, su
hábitat (probable influencia de Poe, cuyos cuentos tradujo Cortázar).
Finalmente, todo entra en juego, todo manifiesta el desorden por
organizar. Todo es una materialización de los sueños, de la fauna al
interior del hombre. Ese juego es una invitación a participar de otros
mundos y otras visiones. Julio Cortázar, como afirma Tomás Eloy
Martínez, es un gigante que sigue creciendo, sus cuentos son mejorez
cada vez que nuevos lectores los hallan.
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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ O LA IMAGINACIÓN POÉTICA

Imaginar es crear imágenes, las imágenes son representaciones


(visuales, auditivas, gustativas, olfativas, táctiles, emotivas, etc.) de
algo: un ser, un objeto, una idea. Vienen de lo que percibimos (un
paisaje, una persona...) o nacen de nuestro interior (lo que invento,
siento, pienso, sueño...).
Los griegos llamaban ϕ α ν ϑ α σ ι α [fantasía] a la imagen, puesto
que volvía visibles las cosas, en eso consiste la imagen: en presentarnos
el mundo. La mente recibe o crea las imágenes, siempre trabaja con
“fantasmas” en cuanto que éstos son representaciones. De hecho, los
pensadores Michel de Montaigne, Emmanuel Kant y Jean Paul Sartre
coinciden en el poder de la imaginación para crear, razonar y recordar:
el celoso concibe fantasmas que no existen, el inocente sueña con su
porvenir, el genio vislumbra en su alma aquello que concibe con
asombro en su mente.
Desde un tatuaje en la mano de alguien hasta la resurrección de
Cristo incitan la imaginación. La expresión literaria recurre a la imagen
para dar forma sensible a alguien o algo: a veces para representar algo
como una silla, a veces para crear un personaje como un duende. La
poesía requiere también de imágenes (por ejemplo las metáforas) para
desatar muchos significados y enriquecer el lenguaje, como en los
siguientes versos del poeta mexicano Jaime Sabines:

Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,

por eso es que este hachazo nos sacude

El tronco invulnerable representa al padre de familia, las ramas son


los hijos y este hachazo es la muerte. Un término representa a otro, en
eso consiste la imagen poética: en la comparación de diferentes seres,
ideas, objetos o sentimientos por un parecido o por una asociación que
realiza el poeta. En suma, esto es aquello. Se juega con los signos, con
el modo como se representan y con su significado.
La hipérbole es, por ejemplo, una comparación en que se exagera o
se resalta la expresión con la intención de ir más allá del sentido original
26

de la misma, usamos la frase “iba más lento que una tortuga” para decir
que alguno va muy despacio, o empleamos “se roía los codos de
hambre” para significar que alguien estaba hambriento. La hipérbole es
una imagen, una exageración que busca un efecto. Esta imagen deja de
ser la mera representación de algo (como ocurre en la caricatura
política, en la que se resaltan los rasgos físicos y faciales de un
personaje público) para convertirse en el signo de otra cosa: un defecto,
una actitud, etcétera.

¿Qué se siente ser Gabo?

La fama y el “éxito” van de la mano con Gabriel García Márquez (Gabo


para su amigos y admiradores). Él representa al llamado Boom
latinoamericano junto con Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas
Llosa, José Donoso y otros novelistas más, etiqueta puesta al grupo de
escritores latinoamericanos cuyas obras centrales se publicaron en los
años sesenta (Rayuela, Cien años de soledad, La muerte de Artemio
Cruz...) y generaron enorme un interés en España por su estilo y calidad
literaria. Del grupo, es quizás García Márquez el que mayor
reconocimiento ha recibido en el mundo entero. De inmediato se le
identifica con el llamado realismo mágico, forma literaria que consiste
en ir convirtiendo poco a poco la realidad en fantasía con sólo
yuxtaponerla y aceptarla como parte del mundo.
El colombiano Gabriel García Márquez (192 estudió periodismo y
cine, pero su labor más acuciosa, su vocación, ha sido la de las
palabras, la de la literatura. Autor no sólo de novelas, cuentos, crónicas
y guiones de cine, sino de todo un mundo ya mítico: Macondo y sus
portentosos habitantes. Desde Ojos de perro azul, Isabel viendo llover
sobre Macondo, La hojarasca y La mala hora hasta La increíble y triste
historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, El coronel no
tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una
muerte anunciada, Del amor y otros demonios y, por supuesto, su obra
cumbre Cien años de soledad, este escritor colombiano ha expandido el
universo de su imaginación de modo único e irrepetiblemente
entrañable.

“El ahogado más hermoso del mundo”

En su colección de cuentos La increíble y triste historia de la cándida


Eréndira y de su abuela desalmada aparece el cuento “El ahogado más
hermoso del mundo”.
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