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La Tutela Constitucional Del Ambiente PDF
La Tutela Constitucional Del Ambiente PDF
Escriben:
José Esain – Gabriela García Minella -Eduardo Pablo Jiménez
I
EL CONTEXTO INTERNACIONAL
Sin lugar a dudas, podemos hoy enfatizar a la década de los "setenta" como
período de puntapié inicial en lo que luego se denominó, con mayor ampulosidad y quizá
con menor rigor conceptual, " generación de conciencia ecológica".-
Ese primigenio despertar de “lo ambiental” se dio con alta profusión en los
países desarrollados, aumentándose allí en gran medida las iniciativas ciudadanas a su
1
Este trabajo se encuentra publicado en Esaín José, García Minella Gabriela, Jiménez Eduardo Pablo, "La
cuestión de la tutela ambiental antes y después de la reforma constitucional de 1994. Un análisis crítico del
art. 41 de la Constitución Nacional", en Gargarella, Roberto; (coord.), Teoría y crítica del Derecho
Constitucional, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 2008, Volumen: 2, ps. 1001 a 1028.
respecto, lo que resulta por demás importante, ya que torna definitivamente a la ecología en
materia de análisis político.-
La preocupación por mantener el ámbito vital, generó así cada vez más
conciencia popular en los diversos estratos del mundo desarrollado, apareciendo en 1980
en Alemania, el denominado " partido de los verdes", cuyo principal objetivo era el de
la salvación de la naturaleza. Ello generó asimismo que los grandes partidos nacionales
alemanes intensificasen su accionar en tal sentido, lo que fue considerado como un
saludable "efecto de expansión preservacionista"
De acuerdo a esta idea, hay quienes sostuvieron el concepto de paradigma
ecológico para enmarcar esta nueva concepción del mundo y de la realidad, destacando
que los problemas ambientales son vistos como una totalidad de cuestiones que afectan la
calidad como la posibilidad de la vida.
Por otra parte, también puede destacarse aquí que la profundidad global de
la idea del daño ambiental ha sido puesta de manifiesto, básicamente a partir de tres
eventos internacionales:
En el verano de 1972, la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre
medio ambiente, fue realizada en Estocolmo en respuesta a la creciente preocupación
mundial en la materia.
El segundo evento, aún mas dramático que el anterior fue un estudio
realizado por el prestigioso Club de Roma en 1972, del que se derivó la siguiente
conclusión: "Si el desarrollo presente en materia de población, industrialización, polución,
producción alimenticia y depredación de materias primas continúa sin variaciones, el
limite de crecimiento en este planeta arribará en algún momento, dentro de los próximos
cien años".
Bueno es señalar que durante 1992, al cumplirse el 20 aniversario de la
Conferencia de Estocolmo, la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó a la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Ambiente y Desarrollo. Sin perjuicio del
"tibio" resultado de la reunión, merced al estratégico accionar de las Naciones mas
poderosas, el logro mas saliente del evento fue el de movilizar a la acción en resguardo del
"ambiente" a sectores no-ecologistas y a Gobiernos que antes mostraron indiferencias ante
los reclamos ambientalistas, instando la regla de procurar niveles de desarrollo sin pobreza.
En trance de abordar ahora la repercusión de este fenómeno en el sistema
constitucional argentino, habremos de estudiar la cuestión en dos etapas: antes y después
de operada la reforma de 1994, en la siguiente forma:
II
LA CUESTIÓN ANTES Y DESPUÉS DE OPERADA
LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994
II-a
EL TRABAJO EN LA CONVENCIÓN
NACIONAL CONSTITUYENTE
II-b
LA NORMA CONSTITUCIONAL
DE TUTELA AL AMBIENTE
III
LA CUESTIÓN DE LA SUSTENTABILIDAD
EN EL DESARROLLO
IV.-
Horizontal: las autoridades a las que se les distribuyen las funciones respecto
a un conflicto ambiental son muchas dentro de un mismo orden. Tomemos un ejemplo: la
adopción de una decisión política respecto a residuos. Habrá intereses encontrados de
varias carteras: industria y comercio (los residuos de varios géneros son producidos por
las industrias) infraestructura y servicios públicos (será un servicios público la recolección
y disposición final de los residuos), laboral (las condiciones de seguridad laboral de los
trabajadores que se ocupan en esta actividad) relaciones internacionales (habrá que revisar
la decisión en relación a las reglas de ingreso der estas sustancias, convenios
internacionales que regulan los pormenores al respecto, como Basilea sobre transporte
transfronterizo de residuos), entre otras, para no aburrir con la enumeración.
En cuanto al tercer párrafo del artículo en análisis, el mismo trata del tema
complejo de las competencias ambientales. Allí el constituyente ha tenido que decidir si
seguía para la materia el criterio clásico imperante hasta la fecha, de alojar la función
dentro de las competencias administrativas locales, por una evidente influencia del marco
topográfico donde se encuentran los conflictos ambientales, cerca de las comunidades
locales o si seguía el sistema de Códigos de fondo (civil, comercial, penal, minería, trabajo
y seguridad social), con exclusividad de legislación para la Nación y sólo competencia de
procedimiento y aplicación a favor de las provincias.
La modalidad seleccionada es una concurrencia complementaria sumamente
novedosa. Nuestro sistema legislativo nacional no había conocido un esquema que
dividiera las aguas de este modo. Hemos explicado que la impronta de los derechos de
tercera generación es la base axiológica para que nos encontremos con esta modalidad de
distribución de funciones. Dice el tercer párrafo del artículo 41 de la Constitución
nacional: “Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos
mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que
aquéllas alteren las jurisdicciones locales”.
Germán Bidart Campos sostiene que “El esquema nuevo de concurrencia
significa una separación categórica en dos áreas: lo mínimo y lo máximo. En lo primero, la
competencia es federal; en el otro, provincial. Podrá en lo mínimo dársele a la legislación la
forma codificada, o la de una ley marco; y en lo máximo podrán las provincias ampliar y
desarrollar para sus respectivas jurisdicciones aquel mínimo legislado por el Congreso".
Daniel Sabsay explica que "La reforma ha introducido una nueva
delegación de las provincias a favor de la Nación. No resulta tarea fácil la delimitación del
"quantum". La delegación implica que la nación podrá dictar los presupuestos mínimos los
que necesariamente se aplicarán sobre los recursos naturales que hoy son de dominio de
las provincias (124). La delegación se hace en tanto que ella no importe un avasallamiento
de esa facultad que las provincias han retenido sobre esos bienes de dominio público pero
provinciales".
En nuestro análisis, Y conforme lo reglado por el artículo 41 tercer párrafo
de la norma constitucional, consideramos que le corresponderá a la Nación de manera
exclusiva la función competencial de dictar normas que contengan los presupuestos mínimos de
protección, y a las provincias la función exclusiva de dictar las normas necesarias para
complementarlas. Esa es la manera en que concurren a la función competencial de normar
en materia de protección ambiental.
Como el lector perspicaz advertirá en este caso la introducción de un nuevo
esquema de distribución mediante la concepción de normas de presupuestos mínimos y
normas complementarias, en el cual las provincias y los municipios aparecen como actores
esenciales para dotar a la estructura general de referencias normativas en cada uno de los
órdenes, bajo el imperio del principio de optimización de la protección permite pensar en
esta idea central del derecho ambiental que propugna pensar global pero actuar local. Esto
nos alerta sobre un esquema sumamente sugerente, que nos alienta a la adopción de un
esquema de concertación de normas desde órganos federales comunes a las provincias, a
efectos de lograr normas básicas previamente acordadas por quienes luego quedarán
obligados por ellas, y ya no en el esquema clásico de participación federal orgánica
(senado) sino a través de órganos como el COFEMA donde las provincias intervienen de
manera igualitaria con propuestas de políticas comunes.
La vinculación entre las normas de cada uno de los órdenes se dará
entonces por el principio de complemento. El fin protección califica la materia en el ámbito
del artículo 41 CN, no dejándose librado el componente axiológico sino con dicho elemento
coadyuvante, el que como criterio teleológico completa la configuración material de la
competencia. Recordemos que la configuración de la competencia ambiental contiene dos
elementos: uno objetivo y estático: el medio ambiente; y otro dinámico y funcional: su protección.
El detalle que comporta el secreto para desanudar la cuestión es que en el tercer párrafo
del artículo 41 para el constituyente el fin califica no ya la función - como ocurre
generalmente en todo el rosario de competencias casi todas alojadas en los artículos 75 y
99 CN - sino la materia.
Hemos dicho en algún momento que para evaluar el reparto de funciones
no sólo debemos advertir la presencia del componente ambiente, sino el contenido
dinámico protección. Sobre la protección tendrá un rol fundamental la noción de
complemento, y viceversa, pues nuestra tesis se puede resumir en concurrencia para
complementar la protección. En esa inteligencia, complementar es agregar más protección. Esto
puede suceder de dos modos: a) donde ya hay normas, siendo más riguroso, o b)
estableciéndolas donde no las hay, para generar algún tipo de protección donde el
legislador federal decidió dejar el espacio vacío. De este modo ingresan en nuestra
estructura los principios de congruencia y optimización de la protección, que obligan a
pensar en normas nacionales como un piso inderogable sobre el que las provincias podrán
luego complementar agregando mayor rigor en la protección. Esto implicará que las reglas
de presupuestos mínimos indicarán el nivel más básico de protección del ambiente. Luego
sobre estas reglas, las provincias podrán imponer procedimientos más condicionados,
standards con mejores indicadores del ambiente, y menor presencia de contaminantes, y
así podríamos continuar la lista de elementos que se podrían agregar por las provincias, y
luego por los municipios en los ámbitos autónomos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha confirmado el criterio que
acabamos de explicar. Lo ha hecho recientemente, definiendo el sentido que se debería dar
a la competencia del tercer párrafo del artículo 41 CN, en autos “Villivar Silvana N. v.
Provincia del Chubut y otros” por el conocido conflicto minero en la ciudad de Esquel.
Respecto a la función competencial ejecutiva adelantamos que por virtud del
mismo 41 tercer párrafo, junto al artículo 122, y el art. 75 inc. 13 y 19 CN, podríamos
establecer como principio general que toda la función de ejecución del complejo normativo
producto del sistema que acabamos de describir, pertenece al ámbito de las comunidades
jurídicas parciales. En consecuencia la competencia es eminentemente local, provincial, y
sólo excepcionalmente federal para cuando existan elementos interjurisdiccionales, es
decir que la intervención del Gobierno nacional será subsidiaria, según la naturaleza del
conflicto, de manera similar a lo que sucedía antes de la reforma. Aquí nuevamente jugará
un rol fundamental el nuevo federalismo de concertación y los acuerdos alcanzados en los
órganos producto de pactos ambientales.
Finalmente tendremos la función judicial, que implica que la normativa
ambiental que se logra como resultado de la múltiple función competencial para legislar
será aplicada por los tribunales para resolver las “causas” o conflictos entre los habitantes.
En éste sector la complejidad del sistema de descentralización se vincula con los supuestos
en que será competente la actuación de los poderes judiciales locales y los casos
excepcionales en que intervendrá el fuero federal. Este criterio - que ya se desprendía de la
redacción del tercer párrafo del artículo 41 - hoy ha sido reforzado por el artículo 7 de la
ley 25.675 que dispone como principio general la competencia de los jueces provinciales y
sólo excepcionalmente la intervención del fuero de excepción, en los supuestos ya
enumerados en el artículo 116 de la Constitución Nacional.
VI
DESDE EL MANDATO CONSTITUCIONAL HACIA LA POLITICA
AMBIENTAL DE LA NACIÓN:
A PROPOSITO DE LA LEY GENERAL AMBIENTAL ( LEY 25675)
VII
PARA CONCLUIR
Hemos Pretendido, en el decurso de estas breves líneas, describir la
actuación de la prerrogativa ambiental en el contexto del sistema jurídico argentino, pero
sin prescindir del contexto internacional que le dio origen.
Para ello, nuestra traza recorrió lo instituido por el Art. 41 de la
Constitución Nacional, pero sin prescindir de la norma jurídica que desde una traza infra-
constitucional, ofrece traza operativa a sus principales principios.
En suma, hemos pretendido desde ésta somera explicación, enfatizar
nuestra vocación de resaltar la necesidad de cuidado intergeneracional del entorno.
Cabe, en éste sentido enfatizar aquí la fervorosa alocución de Plotino, en
cuanto señaló que “Toda cosa en el cielo inteligible también es cielo, y allí la tierra es cielo,
como también lo son los animales, las plantas, los varones y el mar. Tienen por espectáculo
el de un mundo que no ha sido engendrado. Cada cual se mira en los otros. No hay cosa
en ése reino que no sea diáfana. Nada es impenetrable, nada es opaco y la luz encuentra la
luz. Todos están en todas partes, y todo es todo. Cada cosa es todas las cosas. El sol es
todas las estrellas y cada estrella es todas las estrellas y el sol. Nadie camina allí como
sobre una tierra extranjera”