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LOS DOCUMENTOS

ELECTRÓNICOS EN EL
ÁMBITO DEL PROCESO

Tesis Doctoral

Doctorando: Directora:
Mª Belén Aige Mut Dra. Dª. Isabel Tapia Fernández

Departamento de Derecho Privado


Universidad de las Islas Baleares
Mayo 2014
Mª Belén Aige Mut

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN………………………………………………………pág. 6

I. PRIMERA PARTE: DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS. CONCEPTO.

LEGISLACIÓN. ÁMBITO PROBATORIO.

1. El documento electrónico y su relación con el concepto de

documento tradicional………………………………………….......pág. 16

1.1. Concepto………………………………………………………pág. 16

1.2. Tratamiento del documento electrónico en otros sistemas

jurídicos………………………………………………….........pág. 34

1.2.1. Breve análisis comparativo entre el sistema alemán y el

sistema anglosajón…………………………………..….pág. 34

1.2.2. Otros Derechos de nuestro entorno…………………pág. 47

1.2.2.1. Derecho italiano………………………………….pág. 47

1.2.2.2. Derecho francés…………………………………pág. 52

1.2.3. Derecho Latinoamericano: el caso de Ecuador……pág. 57

1.2.4. Recapitulación…………………………………………...pág. 59

2. Análisis del documento electrónico desde el punto de vista

procesal……………………………………………………………….pág. 62

2.1. El documento electrónico en la legislación española….pág. 62

2
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

2.2. Eficacia del documento electrónico. La implantación del

mismo en el ámbito de las Administraciones públicas, con

especial referencia a la Administración de

Justicia…………………………………………........................pág. 68

2.3. El documento electrónico en la Ley de Enjuiciamiento

Civil………..…………………………………………….............pág. 92

2.4. El documento electrónico como verdadera prueba

documental…………………………………………………….pág. 100

3. Análisis del documento electrónico en la legislación actual:

especial referencia a la Ley de Firma Electrónica y a la ley

procesal………………………………….…………………………...pág. 106

3.1. Análisis de la normativa de firma electrónica desde el punto de

vista procesal…..……………………………………………...pág. 106

3.2. Aplicación en el uso procesal de los documentos

electrónicos……………………………………………………pág. 126

3.2.1. Naturaleza…………………………………………….pág. 126

3.2.2. Aportación……………………………………………pág. 129

3.2.3. Impugnación…………………………………………pág. 132

3.2.4. Práctica………………………………………………. pág. 133

3.2.5. Valoración…………………………………………….pág. 134

3.2.6. Declaraciones de los Tribunales…………………pág. 141

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II. SEGUNDA PARTE: DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS. INICIACIÓN DEL

PROCESO. ADMISIBILIDAD PROCESAL DE LOS TÍTULOS CAMBIARIOS

ELECTRÓNICOS

1. Documentos electrónicos como forma de iniciación del

proceso……………………………………...………………………..pág. 168

2. Especial referencia a los títulos cambiarios electrónicos: breve

aproximación al concepto sustantivo………………………….. pág. 180

2.1. Consideración como documentos electrónicos………pág. 181

2.2. Propuestas de solución sustantivas para poder admitir la

creación de los títulos cambiarios electrónicos………pág. 189

2.2.1. Caso español……………………………………………pág. 189

2.2.2. Otros Sistemas Jurídicos……………………………..pág. 192

2.3. Crisis actual de los títulos cambiarios (la desmaterialización

de los títulos valores)……………………..………………..pág. 201

2.4. La letra de cambio como punto central de referencia..pág. 211

2.4.1. Requisitos de creación de la letra de cambio..........pág. 212

2.4.2. Eventuales declaraciones cambiarias: endoso, aval y

aceptación………………………………………………..pág. 217

2.4.3. Fase de pago: acciones y excepciones…………….pág. 219

2.4.4. Situación actual y tratamiento jurisprudencial…....pág. 222

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

3. Títulos cambiarios electrónicos: Aspectos procesales…..….pág. 228

3.1. Procedimiento especial cambiario……………………….pág. 230

3.2. Procedimiento monitorio…………………………………..pág. 250

3.3. Procedimiento de ejecución……………………………....pág. 262

3.4. Procedimientos ordinarios………………………………...pág. 265

3.5. Otros Sistemas Jurídicos…………………………………..pág. 268

3.5.1. Derecho francés…………………………………………pág. 268

3.5.2. Derecho italiano………………………………………....pág. 269

3.5.3. Derecho alemán………………………………………....pág. 271

CONCLUSIONES FINALES...……………………………………...pág. 274

RELACIÓN DE JURISPRUDENCIA ESTUDIADA……………...pág. 284

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………pág. 290

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Mª Belén Aige Mut

INTRODUCCIÓN

En la actualidad y con las nuevas tecnologías que avanzan cada día


más deprisa, se pueden afrontar diferentes situaciones, tanto en la vida
cotidiana como en el ámbito jurídico, de manera más cómoda, rápida e incluso
segura para los usuarios de dichas tecnologías.

Los particulares, cada vez más, deciden recurrir a estos medios por su
comodidad (ya que pueden acceder desde su domicilio, sin realizar
desplazamientos, simplemente conectando su ordenador, móvil u otro
dispositivo similar), por su rapidez (con estos medios se pueden realizar actos
al instante) e incluso por la amplitud de posibilidades que abarcan (a modo de
ejemplo, y entre otros, poder obtener información mucho más amplia de
manera más fácil, realizar compraventas de objetos que son poco cotidianos,
consultar el saldo de las cuentas bancarias, realizar transacciones económicas
o realizar actuaciones administrativas). Es por ello por lo que se realizan cada
vez más actos de contratación de manera electrónica, desde negocios que
pueden conllevar millones de euros hasta pequeñas compras de particulares
que se convierten en el día a día.

De hecho, cada vez es más habitual la compra en páginas web, como


por ejemplo en www.elcorteingles.es que tiene su sección electrónica
completamente diferenciada de lo que es la compraventa directa en sus
centros y en la que se puede acceder a todo tipo de productos (incluyendo
algunos que ni tan siquiera aparecen en los centros “físicos”) o la potenciación
de la realización de una compra de necesidades básicas a través de las
páginas online de centros como www.carrefour.es (que llevan la compra a
domicilio). También existen muchos servicios de contratación on-line
arraigados, como la contratación aérea, que se realiza en billetes electrónicos
para los cuales se facilita un localizador, pero que sin embargo muchas

6
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

compañías obligan aún a la impresión en soporte papel de dicho billete


(negando incluso el contrato con la pérdida de dicho soporte físico). Y, dentro
de los trámites electrónicos, no se puede negar que la banca electrónica ya
está totalmente implantada.

En este sentido, se puede observar el tremendo auge que ha


experimentado en los últimos años el comercio electrónico, debido a la facilidad
espacio-temporal, así como a la posibilidad de poder contrastar ofertas (lo que
supone una competencia perfecta). Pero para poder hablar de una
implantación total del mismo es fundamental que existan unas condiciones de
seguridad que puedan garantizar la confianza de los usuarios. En este ámbito
es donde también entra el Derecho, que debe proporcionar unas medidas
necesarias y proporcionadas para su regulación así como para la solución de
los diversos tipos de problemas que puedan originarse; ello no pasa por un
exceso de regulación que lo que hace es fragmentar la materia y no responder
a la realidad, ni por un análisis de la jurisprudencia que en estos ámbito de
poco sirve dado que rápidamente queda desfasada, sino que lo necesario es
una interpretación conforme estas nuevas realidades. Al fin y al cabo, ya en
este año 2014 las nuevas tecnologías no son tan “nuevas”; pero parecen seguir
siéndolo en el campo del Derecho. Y ello, unido a que la materia procesal es
muy tradicional, conlleva la necesidad de adaptar lo viejo a lo nuevo, puesto
que nunca podremos contar con una regulación totalmente actualizada debido
a que la informática va más rápida que la justicia, y van incrementando las
personas que acceden a ella (cada vez es algo más cotidiano, sobre todo
desde que se han implantado los dispositivos móviles con internet), el alcance
y la complejidad tecnológica. Está claro que estamos invadidos por la
tecnología, somos una sociedad de inmediatez, lo que puede conllevar muchas
ventajas pero también muchos riesgos, y tenemos que adaptarnos a este tipo
de sociedad de manera que se puedan encontrar respuestas jurídicas a los
problemas que se planteen.

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Mª Belén Aige Mut

Otro ejemplo de la cotidianeidad de los actos electrónicos es la


realización de actos de trámite y gestiones de manera también electrónica,
como a través del DNI electrónico. También cada vez más era común la
realización de la declaración de la renta directamente en la página
www.aeat.es, hasta el punto que con fecha 1 de enero de 2013 Hacienda
solamente permite realizarla de manera electrónica; de este modo, poco a poco
se van realizando todo tipo de comunicaciones con la Administración, todo ello
potenciado por la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico de los
ciudadanos a los Servicios Públicos.

Sin embargo, todas estas facilidades no son “gratuitas” sino que


conllevan otros muchos problemas, derivados de las mismas ventajas que las
acompañan, como son la rapidez de cambio y variación de estas tecnologías,
el riesgo de que si no se regulan correctamente pueden llevar a una
desprotección de los usuarios y con ello a una falta de justicia. Por ello, estos
medios han supuesto en el ámbito procesal nuevos problemas, tanto a la hora
de enfrentarnos en un proceso con pruebas basadas en estos nuevos medios,
como en el momento de realizarlo directamente por medios informáticos (en el
caso, por ejemplo, de la iniciación de un proceso monitorio basado en un
documento electrónico) o cuando intentamos fundamentarlo en soportes
electrónicos.

No es extraño encontrarse con reticencias a la hora de aplicar los


nuevos medios tecnológicos en gestiones tradicionales. Un ejemplo cercano de
este tipo de reticencias se da en la misma Universidad, que si bien permite la
realización de actividades docentes por internet, como la apertura de actas,
calificación, publicación y cierre, en última instancia en la mayoría de los casos
se requiere al profesorado que acuda físicamente a secretaría a firmar de
forma manuscrita las susodichas actas. Estamos hablando de firmar las

8
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

mismas actas generadas electrónicamente, pero sobre un soporte físico


obtenido a su vez de una impresión del documento original electrónico creado
por el profesor. Y este tipo de reticencias son las que conllevan los riesgos, ya
que en el caso expuesto se suelen firmar las actas como práctica habitual de
manera automática sin revisarlas, cuando sería mucho más cómodo y seguro
que el profesorado firmase electrónicamente las actas en el momento de
calificarlas y, por tanto, en el momento inmediato posterior a su revisión y
conocimiento; en este caso sería una gestión directa, mucho más cómoda,
rápida e igual de segura que la acción de calificar, que se ha realizado
mediante una clave de acceso facilitada para realizar estos trámites, y que se
debe cambiar cada cierto tiempo por motivos de seguridad. Aunque tampoco
podemos negar el esfuerzo que se realiza para avanzar en este ámbito, y
prueba de ello lo constituyen la creación por parte del Consejo de Dirección de
la Sede electrónica de la UIB con fecha 23 mayo de 2013, así como el acuerdo
ejecutivo de 1 de octubre de 2013, por el que se aprueba el proyecto de
SmartUIB, y el acuerdo ejecutivo de 8 de octubre de 2013, por el cual se crea
la comisión de tecnologías de la información de la UIB; sin embargo, todavía
parece quedar un largo camino por recorrer para una equiparación total.

Todo lo anterior nos lleva al planteamiento de uno de los principales


problemas que se han originado en este campo, y que es el siguiente: ¿Qué
valor probatorio le damos a un documento electrónico digitalmente firmado?
Existe mucha doctrina al respecto pero a la vez una cierta confusión debida a la
mala técnica legislativa, la cual ha llevado a diversas contradicciones en este
tema que se irán abordando más adelante en el presente trabajo.

También consideramos problemática la posibilidad de iniciar un proceso


mediante medios electrónicos, los mismos medios que pueden haber generado
el conflicto y con las mismas ventajas de las que hacen gala (comodidad,
rapidez, seguridad…); problema que también ha sido abordado por la doctrina

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Mª Belén Aige Mut

y que también es tratado en este trabajo de investigación, sobre todo referido a


los procedimientos monitorio y cambiario, de los que sí se prevé expresamente
por nuestra Ley de Enjuiciamiento Civil (en adelante, LEC) la iniciación por
aportación de cualquier tipo de documento, cualquiera que sea su soporte1. Y
más aún teniendo en cuenta la aprobación de la Ley 25/2013, de 27 de
diciembre, de impulso de la factura electrónica y creación del registro contable
de facturas en el Sector Público, que modifica la Ley 56/2007 para introducir la
factura electrónica en el Sector Privado y también señala que las mismas
llevarán aparejada ejecución en determinados supuestos; por tanto, si éstas
pueden conformar un título ejecutivo y abrir directamente la ejecución, queda
patente que tenemos un nuevo mecanismo de inicio del proceso mediante
documentos electrónicos.

En este ámbito de los procedimientos monitorio y cambiario están


surgiendo otras realidades como son el dinero electrónico y, más
concretamente, se está planteando la posibilidad de los títulos valor
electrónicos que constituyen un tema de actualidad y que al ser tan recientes
no tan solo no encontramos respuesta en la doctrina y legislación (puesto que
no existe una regulación para ellos) sino que incluso la jurisprudencia parece
dubitativa a la hora de afrontar este nuevo problema.

A lo largo de este trabajo, como se ha mencionado, iremos analizando


estos problemas y contrastando la regulación que se les ha dado con la

1
Artículo 812 LEC “Podrá acudir al proceso monitorio quien pretenda de otro el pago de deuda dineraria
de cualquier importe, líquida, determinada, vencida y exigible, cuando la deuda se acredite de alguna de
las formas siguientes: 1. Mediante documentos, cualquiera que sea su forma y clase o el soporte físico en
que se encuentren, que aparezcan firmados por el deudor o con su sello, impronta o marca o con
cualquier otra señal, física o electrónica”.

En este ámbito es interesante también destacar la aprobación del expediente judicial electrónico en la
Audiencia Nacional, y la reciente Ley 18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las tecnologías de la
información y la comunicación en la Administración de Justicia.

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

realidad social, para poder llegar a una conclusión respecto de lo que debe
tener en cuenta el ciudadano de a pie a la hora de realizar su rutina de manera
electrónica en el caso de que necesite recurrir a la justicia y así poder hacer
valer su derecho a través de un proceso.

Se pretende con ello aportar cierta claridad en orden a la justicia


particular de los ciudadanos, puesto que el Estado ya utiliza los métodos en
soportes electrónicos mientras que éstos parece ser que continúan vedados
para los particulares (véase a modo de ejemplo la presentación de los
Presupuestos Generales del Estado, que se vienen presentando los últimos
años en soporte USB siendo éste un formato de documento electrónico al que
el Estado parece no tener ningún problema en otorgar plena validez, o la
publicación de las leyes en el BOE electrónico como soporte documental
perfectamente válido y reconocido)2.

2
Es más, en la actualidad, solamente se acepta la publicación de las normas de España en soporte
electrónico. La aprobación de la Ley 11/2007, de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios
públicos, establece en el Art. 11.2 que: “La publicación del “Boletín Oficial del Estado” en la sede
electrónica del organismo competente tendrá carácter oficial y auténtico en las condiciones y con las
garantías que se determinen reglamentariamente, derivándose de dicha publicación los efectos previstos
en el título preliminar del Código Civil y en las restantes normas aplicables”. Y en la disposición final
segunda que: “La publicación electrónica del “Boletín Oficial del Estado” tendrá el carácter y los efectos
previstos en el artículo 11.2 de la presente Ley desde el 1 de enero de 2009”.

En este sentido, el Real Decreto 181/2008, de 8 de febrero, de ordenación del diario oficial “Boletín
Oficial del Estado” establece en el Art. 2 la edición electrónica del BOE señalando, a continuación, que
“además de la edición electrónica del <<Boletín Oficial del Estado>>, existirá, obtenida de ésta, una
edición impresa con idénticas características y contenido…”. Si analizamos esta normativa podemos
observar, en idéntico sentido a lo señalado por el profesor Torres Lana en un estudio del Art. 23 del
anterior RD de 1986, que “hay que hacer notar que el vocablo <<además>> es sumamente expresivo de
la mens legis. La norma, en efecto, parece que establece una manera normal, general o necesaria de
proceder a la publicación (…) y otra u otras especiales o, cuando menos, contingentes…”, TORRES LANA,
J. A., “La publicación on line de la norma jurídica”, Revista Aranzadi de Derecho y Nuevas Tecnologías,
n.º 8, Thomson Aranzadi, Navarra, 2005, pág. 30. Por tanto, se observa una clara evolución respecto de
la importancia de la impresión en papel, que ahora pasa a un segundo plano, lo que pone de manifiesto
cómo se están implantando las nuevas tecnologías.

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Mª Belén Aige Mut

Si bien es cierto que, con la aprobación de la Ley 11/2007 de acceso


electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos (a la que ya hemos
hecho referencia), y la reciente aprobación de la Ordenanza de Desarrollo de
dicha Ley, elaborada para los Municipios de las “Illes Balears”, ya se está
dando un importante paso para la aceptación de las nuevas tecnologías en las
relaciones de los ciudadanos con la Administración, también lo es que siempre
se hace referencia al ámbito de la Administración dejando al margen el ámbito
de las relaciones entre particulares. En el mismo sentido, parece mucho más
clara la regulación del documento público electrónico, en contraposición a la del
documento privado electrónico. Aunque en todos los ámbitos volvemos a
encontrarnos con regulaciones que parecen contradictorias, como por ejemplo
en el ámbito de la Seguridad Social, en el que ya está implantada la receta
electrónica, pero que sin embargo en las farmacias siguen teniendo que
adjuntar el código de barras de las cajas de los medicamentos en formato
físico.

Existe, por tanto, una desigualdad de trato entre los actos que son
administrativos o públicos y los actos que son entre privados (entre los que
debe regir la libertad de forma)3. Con el presente trabajo se pretende aportar
una cierta luz en tan actual asunto de modo que los particulares no queden
desamparados en sus relaciones entre sí, en el ámbito privado, y puedan
hacerlas valer con total libertad para obtener amparo por la Justicia e igualdad
de trato en el empleo de estos medios.

Si bien es cierto que hay que tomar ciertas precauciones en la


realización estrictamente on-line o electrónica de las gestiones procesales, no

3
Como se extrae de la siguiente normativa: Art. 1278 Código Civil, “Los contratos serán obligatorios,
cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones
esenciales para su validez”; Art. 51 Código de Comercio “Serán válidos y producirán obligación y acción
en Juicio los contratos mercantiles, cualesquiera que sean la forma y el idioma en que se celebren…”.

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

lo es menos que dichas precauciones se tuvieron que adoptar en su día en


relación a los riesgos del soporte papel (incendio, robo, pérdida, destrucción…).
Simplemente, se tienen que adaptar las precauciones a las nuevas
necesidades.

Lo que no es razonable es que exista una exigencia superior de cara a


los particulares y no en cuanto a los poderes públicos. Puede afirmarse que
existe mayor facilidad de manipulación de estos medios electrónicos; pero
igualmente los poderes públicos pueden verse afectados por estos riesgos. Un
ejemplo que está en boca de todos es el grupo Anonymous, que realizó varias
acciones de riesgo a lo largo de los años 2011 y siguientes: así, el 16 de enero
de 2011 se produjo un ataque a la web del Senado Español y a la del Partido
Popular como protesta contra la renovada Ley Sinde; igualmente, en junio de
2011 realizaron una ofensiva contra la web de la Policía Nacional como
represalia por unas detenciones llevadas a cabo; en mayo de 2013 hackearon
la web del PP de Pontevedra con motivo de los desahucios que se habían
estado realizando; en julio de 2013 hicieron pública la contabilidad nuevamente
del PP entre 1999 y 2011; más recientemente, en enero de 2014, hackearon la
web del arzobispo de Granada en protesta por editar el libro “Cásate y sé
sumisa”; y en relación a los particulares, en abril de 2012 muchos usuarios del
sistema playstation network de Sony se vieron afectados por la caída del
sistema y la posible pérdida de datos personales y bancarios.

Ello lleva a la conclusión de que es imposible encontrar una seguridad


absoluta en los medios electrónicos, al igual que es imposible encontrar una
seguridad absoluta en los medios físicos. Pero ese temor no debe llevarnos a
evitar los nuevos avances y recelar de ellos, sino intentar seguir adelante
aprovechando los mismos conforme al propio avance de la sociedad.

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Mª Belén Aige Mut

En la elaboración del presente trabajo hemos seguido la metodología


usual: partiendo del estudio inicial de las instituciones procesales que en mayor
medida se han visto afectadas por las nuevas tecnologías (medios de prueba,
presentación de documentos, procedimientos monitorio y cambiario…), hemos
examinado la regulación vigente, comparándola con otras legislaciones de
nuestro entorno. Con esta base, se ha hecho una recopilación de las normas
referentes al documento electrónico; en especial, aquéllas que pueden afectar
al ámbito procesal, para luego analizarlas y extraer unas conclusiones.
Finalmente, se ha examinado la jurisprudencia con el fin de contrastar la
aplicación práctica del día a día de los Tribunales con la teoría expuesta por la
doctrina.

En este punto, queremos hacer especial referencia al título de esta tesis


doctoral “Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso”. En el mismo
estamos haciendo referencia al proceso en su totalidad, sin diferenciar el
proceso civil del penal, aunque sin embargo en el desarrollo de la presente
tesis se ha centrado más el estudio de la cuestión en los aspectos civiles (como
se podrá observar). Ello es debido a que donde encontramos mayores
problemas de aceptación de los documentos electrónicos en el ámbito del
proceso es en el caso del proceso civil, cuya regulación –sabido es- es
supletoria del resto de órdenes. De todas maneras, ello no obsta a que también
se haya hecho referencia al Derecho penal, tanto en cuanto a nuestra
legislación y jurisprudencia, como a la legislación de otros sistemas jurídicos
que hemos analizado.

Finalmente, en cuanto a la estructura, la presente tesis consta de dos


partes diferenciadas: la primera de ellas trata el tema de los documentos
electrónicos en general, haciendo especial referencia al ámbito probatorio; la
segunda parte se centra en los documentos electrónicos como mecanismo de

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

inicio del proceso, siendo el punto central de referencia los títulos cambiarios
electrónicos y sus aspectos procesales.

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Mª Belén Aige Mut

PRIMERA PARTE: DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS. CONCEPTO.


LEGISLACIÓN. ÁMBITO PROBATORIO.

1. El documento electrónico y su relación con el concepto de


documento tradicional

1.1. Concepto

Para poder afrontar el presente trabajo, el centro gravitatorio girará en


torno a la figura del documento electrónico y, por ello, es necesario razonar qué
es lo que consideramos documento electrónico y, por ende, analizar qué
regulación se le aplica. Por otro lado, a la figura del documento electrónico ha
ido siempre unida también la firma digital y sus consecuencias probatorias, que
también se van a abordar en este trabajo.

El punto de partida para poder considerar al electrónico como auténtico


“documento” consiste en abordar el concepto propio de documento.
Tradicionalmente, han existido tres concepciones de documento4:

- Concepción amplia: considera al documento como una cosa mueble


y, por tanto, como cualquier objeto que por su índole puede ser
llevado físicamente a la presencia del juez. En este caso,
limitaríamos el concepto de documento para cosas tales como los
monumentos, pero sin lugar a dudas tiene cabida el documento
electrónico en cuanto se puede plasmar en un soporte físico (disco
duro, CD-ROM, disquete…).

4
Siguiendo a MONTERO AROCA, J., La prueba en el proceso civil, 2ª Edición, Civitas, 1998, págs. 143 y
144.

16
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Esta concepción es defendida por GUASP5. Dicho autor recalca lo


siguiente: “Mas dentro de la prueba real hay que establecer una
distinción importante según que el objeto físico que funciona como
medio de prueba sea susceptible, por su naturaleza, de ser llevado a
la presencia del órgano jurisdiccional para su posible inserción en los
autos (documentos), de aquellos otros casos en los que el objeto
físico no puede llevarse a la presencia judicial (monumentos) o que
aunque pueden llevarse a la presencia judicial no pueden
incorporarse a los autos (instrumentos). Documento es, por tanto,
aquel medio de prueba que consiste en un objeto que puede, por su
índole, ser llevado físicamente a la presencia del juez para su posible
incorporación a los autos”. Llegamos por tanto a la conclusión, al
igual que el autor, que el documento electrónico es un medio de
prueba de las mismas características señaladas para la prueba
documental.

También es importante para nuestra defensa señalar que el citado


autor considera al documento como la institución de máxima
importancia en la prueba. Así, GUASP indica que “El documento,
según esta misma doctrina, se ha desnivelado ya de otra noción de la
que estuvo largo tiempo unido, la de escritura; el documento no es ya
sólo un objeto escrito y esta conclusión era inevitable desde el
momento en que la fotografía y el gramófono han venido a ocupar
parte de las posiciones que antes ocupaba solamente la escritura.
Pero en cambio el documento ha venido a sufrir doctrinalmente otra
importante limitación, la de su pretendido carácter representativo. Se

5
GUASP, J., ARAGONESES, P., Derecho Procesal Civil Tomo I: Introducción, Parte General y Procesos
declarativos ordinarios, 6ª edición, Thomson Civitas, 2003; págs. 422 a 447.

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Mª Belén Aige Mut

dice, en efecto, que documento es el objeto que representa (esto es,


reproduce o refleja) su contenido”. Y continúa: “¿Qué es lo que el
derecho procesal entiende o debe entender por prueba documental?
(…) observamos, no sin cierta sorpresa, que los preceptos sobre la
prueba documental son aplicables a toda clase de objetos que
tengan, real o pretendidamente, una función probatoria, con una sola
limitación: la de que estos objetos sean por su índole, susceptibles de
ser llevados ante la presencia judicial”6.

- Concepción estricta: es aquélla que exige la escritura, es decir, la


que considera documento a la incorporación de un pensamiento por
signos escritos, ya sean usuales o convencionales,
independientemente de la materia o soporte en el que estén
extendidos esos signos escritos (concepción defendida por GÓMEZ
ORBANEJA7). Parece claro, como se detallará más adelante, que en
nuestro caso el documento electrónico también tiene cabida en esta
concepción puesto que está plasmando un pensamiento humano a
través de signos escritos (en este caso signos escritos en código
binario) en soporte electrónico.

El mencionado autor habla de la prueba por documentos y de la


naturaleza del documento, así como de su clasificación. Al respecto,
manifiesta lo siguiente: “En un primer sentido, documento es toda
incorporación, o signo material, de un pensamiento. Pero cuando el
Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil hablan de documentos,

6
GUASP, J., Estudios jurídicos, edición al cuidado de Pedro Aragoneses, Civitas, Madrid, 1996, págs. 419
a 422, donde también señala que “el documento será, en efecto, cualquier objeto material que pueda ser
utilizado como prueba”.
7
GÓMEZ ORBANEJA, E., Derecho Procesal Civil Volumen 1º. Parte General – El proceso declarativo
ordinario, 8ª Edición, Madrid, 1976, pág. 339.

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

entienden por tales únicamente los escritos. Esto es, la incorporación


de un pensamiento por signos escritos, bien usuales, bien
convencionales o todas las demás cosas que no son escritos, por
ejemplo, un trozo de tela, un precinto, un plano, una fotografía, un
dibujo, no son objeto de prueba documental, sino de inspección o
reconocimiento judicial”; por tanto tendrían menor valor probatorio, a
pesar de ser una representación directa, porque la legislación no los
regula como prueba documental.

Del mismo modo, añade que “Para la naturaleza del documento es,
en cambio, indiferente la materia en que estén extendidos los signos
escritos. Generalmente, es papel, y aún ha de serlo por necesidad
tratándose de ciertos documentos, como los judiciales, los notariales,
etc. Pero puede ser un trozo de tela, de metal, de madera, de piedra
o de otra sustancia cualquiera. Es indiferente que se haya escrito a
mano, a máquina, en imprenta, en uno u otro idioma, incluso en una
lengua muerta; que materialmente lo escrito pueda leerse con
facilidad o que exija una operación intermedia para descifrarlo. Por
último la firma no es siempre un requisito esencial del documento,
aunque determine directamente cuando no lo sea (en el documento
privado) su valor probatorio”.

Precisamente es esta última conclusión a la que llega el autor la que


sirve de fundamento para poder incluir al documento electrónico
dentro de la concepción estricta de documento, como hemos
señalado desde un inicio. Y esto es así porque, como se ha citado,
es indiferente la materia en la que esté extendido el signo escrito (en
nuestro caso sería un soporte electrónico, ordenador, USB, CD-
ROM…); así como resulta indiferente que sea escritura manuscrita, a
máquina, imprenta… y añadiríamos a día de hoy escritura binaria, o

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Mª Belén Aige Mut

lo que es lo mismo, escritura por medios electrónicos. Lo


fundamental, que recalca el autor, es que pueda leerse con facilidad
o que exija una operación intermedia para descifrarlo. No puede
quedar más obvia la inclusión del documento electrónico dentro de
este requisito, ya que los mismos pueden leerse con facilidad (si son
impresos o bien directamente desde una pantalla de ordenador) o en
su caso con una mínima operación intermedia para descifrarlos como
puede ser la conexión de un dispositivo portátil de almacenamiento a
un ordenador.

Por otro lado, distintos autores consideran que actualmente se ha


vuelto a la noción estricta de documento, con base en la nueva Ley
de Enjuiciamiento Civil (en adelante, LEC). Así, TORRES LANA8
señala: “Precisamente este carácter abierto y no cerrado de los
medios de prueba permite, según creo, volver en materia de prueba
documental a la noción más estricta y tradicional de documento,
aquella que permanece ligada a la escritura”. Y añade “La LEC no ha
caminado por la vía seguida hasta entonces por la jurisprudencia, la
de ampliar o forzar el concepto de los medios de prueba
tradicionales, única posible, todo hay que decirlo. Tampoco ha
procedido a ampliar el concepto legal de documento. Todo lo
contrario, ha vuelto a su concepción más clásica y hasta estricta,
aquella que lo identifica con el soporte de un texto escrito”. Aunque,
finalmente, reconoce el mismo problema respecto a esa concepción
estricta, esto es, el choque con otra legislación vigente como es la
Ley 59/2003 (que analizaremos en capítulos siguientes), indicando
“Esta norma ha modificado la introducida por la LEC en su art.299.2.

8
TORRES LANA, J.A., “Forma del negocio y nuevas tecnologías”, Revista de Derecho Privado, Madrid,
Julio-Agosto 2004, págs. 495, 506 y 516.

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Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Recordemos que este último precepto no llegaba a prejuzgar la


naturaleza de los medios probatorios a los que se refería y que quizá
por eso, comenzaba con el vocablo <<también>>. Ahora, pues, no
parece haber duda de que procesalmente puede hablarse ya de
documento electrónico". “En este caso hay que interrogarse sobre la
vigencia de las normas de la LEC que establecían reglas de
valoración como prueba de uno y otro (arts. 384.3 y 326 de la LEC,
respectivamente)”.

- Concepción intermedia: es aquélla que considera documento todo


objeto material representativo de un hecho de interés para el
proceso, ya sea por la escritura o por otros medios representativos
como por ejemplo la fotografía, siendo lo importante la
representación y no la grafía (concepción defendida por
CARNELUTTI9 y por SERRA10 como exponente español). En este
caso, también tendría cabida el concepto de documento electrónico
puesto que puede considerarse un objeto material (está recogido en
un soporte material), representa un hecho relevante para el proceso y
lo hace a través de diferentes medios (como puede ser un código
binario en el caso de los electrónicos).

Basándonos en las concepciones doctrinales tradicionales del


documento, se puede afirmar que el nuevo “documento electrónico” tiene
cabida, y no solamente en alguna de ellas sino en todas. Por eso, desde un

9
CARNELUTTI, F., La prueba civil (traducción Alcalá-Zamora y Castillo), 2ª edición, Depalma, Buenos
Aires, 1982, págs. 156 y siguientes.
10
SERRA DOMÍNGUEZ, M., “La prueba documental”, Instituciones del nuevo proceso civil. Comentarios
sistemáticos a la Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil. Volumen II (Alonso-Cuevillas Sayrol, J. Coordinador),
Dijusa, Barcelona, 2000, pág. 236.

21
Mª Belén Aige Mut

punto de vista tradicional, se puede considerar al documento electrónico como


verdadero documento para el ámbito procesal.

Desde otro punto de vista, cabe hablar de dos teorías11 referidas al


carácter de documento:

1) Teoría del escrito: es aquélla en la que se identifica al documento con lo


escrito, como una representación del pensamiento por escrito o por
signos convencionales. Las características para ello serían la escritura y
la permanencia o durabilidad. En esta teoría también podemos enmarcar
al documento electrónico puesto que puede considerarse como algo
escrito, independientemente de la forma de escritura, así como una
representación de un pensamiento humano sin duda con ese carácter
permanente.

2) Teoría de la representación: es aquélla en la que se identifica al


documento con todo aquel objeto representativo o que pueda informar
sobre un hecho u otro objeto, siempre existiendo sobre un soporte
material. Igualmente, en esta teoría también podemos incorporar el
concepto de documento electrónico como objeto que informa sobre un
hecho en un soporte material (puesto que dicho documento siempre se
encontrará en un soporte físico, como se ha señalado anteriormente,
bien sea un disco duro, un servidor, un CD-ROM…).

En este caso, aunque procesalmente haya predominado la teoría del


escrito, tradicionalmente asociada a una técnica que materializa el

11
En este sentido, CARRASCOSA LÓPEZ, V., BAUZA REILLY, M., y GONZÁLEZ AGUILAR, A., Informática y
Derecho 2, El derecho de la prueba y la informática. Problemática y perspectivas. UNED, Mérida, 1991,
pág. 32; CARRASCOSA LÓPEZ, V., “Estudio: Valor probatorio del documento electrónico”, Informática y
Derecho, n.º 8, UNED, Mérida, 1995, págs. 138 y 139.

22
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

pensamiento a través de una escritura “manuscrita” y de un soporte “papel”, no


se puede negar que en esta teoría adaptada a la realidad social que vivimos en
la actualidad, se puede incluir perfectamente el documento electrónico que
materializa el pensamiento a través de una escritura “electrónica” y con un
soporte “magnético”. Por ello, a continuación voy a centrarme en la
mencionada figura del documento electrónico12 en el ámbito procesal.

Si nos basamos en la regulación procesal básica, esto es la LEC, parece


ser que el documento electrónico carece de la consideración de “documento” y,
por tanto, de carácter de prueba documental. Aquí encontramos la primera
contradicción en la legislación, puesto que si estamos ante un documento no es
lógico que se le niegue el valor de prueba documental. Y, por otro lado, si no se
le considera un documento, no debe ser considerado como tal para ningún otro
ámbito dentro del proceso, puesto que el proceso es un todo unitario y se basa
en los mismos principios (no podemos definir conceptos parcialmente según
conveniencia, sino que la definición de un concepto debe ser unitaria para toda
la sede procesal).

Muchos autores13 niegan ese valor de documento a raíz de la


incorporación del Art. 299.2 LEC, que introduce como medio probatorio los
instrumentos que permiten archivar y conocer o reproducir palabras o datos, en
relación con el Art. 384 LEC: “los instrumentos que permitan archivar, conocer

12
En ningún caso hay que confundir el documento electrónico con la digitalización de documentos.
13
Entre otros, ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “¿Avanzan en paralelo la tecnología y la legislación en materia
de firma electrónica?”, Revista Jurídica de Catalunya Vol. 105, N.º 3, 2006, págs. 783 a 806; en este
trabajo si bien no niega que conceptualmente el documento electrónico pueda subsumirse en el
concepto de documento, considera el autor que no tiene ninguna ventaja probatoria (epígrafe III.2).
También DE URBANO CASTRILLO, E. y MAGRO SERVET, V., La Prueba Tecnológica en la Ley de
Enjuiciamiento Civil, Thomson Aranzadi, 2003, pág. 108, dicen que debe rechazarse que se trate de
documentos puesto que tienen autonomía propia y la referencia al documento se hace de forma
subsidiaria para integrar lagunas (aunque en la misma obra se contradicen en su página 40 considerando
que la tesis más acertada es optar por una modalidad de prueba documental).

23
Mª Belén Aige Mut

o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas llevadas a cabo


con fines contables o de otra clase…”; así como de la propia Exposición de
Motivos XI: “no habrá de forzarse la noción de prueba documental para incluir
en ella lo que se aporte al proceso con fines de fijación de la certeza de
hechos, que no sea subsumible en las nociones de los restantes medios de
prueba (…) y no es de excluir, sino que la ley lo prevé, la utilización de nuevos
instrumentos probatorios, como soportes, hoy no convencionales, de datos,
cifras y cuentas, a los que, en definitiva, haya de otorgárseles una
consideración análoga a la de las pruebas documentales”.

Sin embargo, del tenor literal de la LEC no se está excluyendo a los


documentos electrónicos del concepto de documento. En su definición de las
clases de documentos públicos, Art. 317 LEC, simplemente considera
documentos públicos los expedidos por una serie de funcionarios públicos,
pero no especifica su soporte en papel y su representación mediante grafía
manuscrita; además, hoy en día podemos hablar propiamente del documento
público electrónico. Asimismo, la definición de los documentos privados es por
exclusión, Art. 324 LEC, “… aquellos que no se hallen en ninguno de los casos
del artículo 317”.

Es más, si leemos con detenimiento el pasaje de la Exposición de


Motivos que anteriormente se ha citado, observaremos que no se debe forzar
la noción de documento, es cierto, pero para incluir lo que no sea subsumible
en los restantes medios de prueba, es decir, algo que directamente la LEC no
considera prueba a efectos del proceso. Y, además, continúa la LEC diciendo
que los nuevos soportes deberán tener una consideración análoga a la prueba
documental.

Pues bien, no estamos hablando del documento electrónico como


instrumento para archivar, conocer o reproducir palabras, sino que el

24
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documento electrónico es el “instrumento” para crear esas palabras o


declaraciones de voluntad.

Si siguiéramos una interpretación tan estricta de la LEC conseguiríamos


incluso insertar los documentos tradicionales en el Art. 384 LEC puesto que
podemos considerar el papel, los libros, los archivos como “instrumentos” para
archivar palabras, cuando en sí mismos son documentos; pero el documento
tradicional es más que un soporte corporal14. Por lo tanto no debemos restarle
valor al documento electrónico por su simple carácter de electrónico, como
soporte, sino que debe considerarse un documento más pero avanzado a las
nuevas realidades y necesidades sociales.

Así, el documento electrónico se podría definir como aquel que incluye


declaraciones de voluntad, al igual que el documento tradicional, siendo el
“instrumento que permita archivar, conocer o reproducir palabras” no el propio
documento electrónico sino en todo caso el ordenador o servidor en el que se
puede almacenar, pero teniendo en cuenta que eso no define el documento
electrónico que igualmente podría presentarse en el proceso por sí mismo, por
comunicación telemática, por impresión en formato papel, por incorporación a
un soporte de almacenamiento… de muchas maneras diferentes sin que
ninguna de ellas defina en sí misma el concepto de documento electrónico sino
que simplemente son formas de transmitirlo o almacenarlo, al igual que un
archivo, carpeta, libro o cuaderno pueden almacenar los documentos
tradicionales.

Por tanto, este estudio parte de la consideración del documento


electrónico como documento a todos los efectos del proceso, no tan solo

14
MÁRQUEZ LOBILLO, P., “El ocaso del papel”, Revista Electrónica de Derecho Informático, n. º 13,
Agosto 1999, versión generada por vLex, pág. 2.

25
Mª Belén Aige Mut

probatorios sino instrumentales (como se analizará más adelante, dado que


para el proceso monitorio el documento electrónico adquiere el verdadero valor
de documento en el Art. 812 LEC; de ahí se extrae la intención de considerarlo
como verdadero documento).

Con las teorías antes analizadas y acudiendo a la definición que da el


Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre documento, no
se puede negar el carácter de documento al electrónico:

Documento: del latín documentum:


1. Diploma, carta, relación u otro escrito que ilustra acerca de algún
hecho, principalmente de los históricos.
2. Escrito en que constan datos fidedignos o susceptibles de ser
empleados como tales para probar algo.
3. Instrucción que se da a alguien en cualquier materia, y
particularmente aviso y consejo para apartarle de obrar mal.

A nuestro juicio, lo más trascendental de la definición no es el soporte


“papel” que no se menciona, o la grafía manual, que tampoco se menciona,
sino la existencia de datos susceptibles de probar algo o la información sobre
algún hecho15.

Es más, si atendemos a la acepción que se recoge como número 2, en


“escrito”, la propia definición que da el Diccionario de la Real Academia de la

15
De hecho, los elementos que configuran un documento son varios: el material (soporte del mismo, ya
sea papel o electrónico sigue siendo un documento), el gráfico (la forma en que la información se
expresa en el soporte, pudiendo ser letras, puntos, píxeles…), el elemento lingüístico (el lenguaje en un
sentido amplio, ya sea manuscrito o escrito) y finalmente el elemento intelectual (el contenido que el
documento quiere transmitir, que es el elemento más importante y que no se ve alterado por el hecho
de que el documento sea electrónico o tradicional).

26
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Lengua Española de “escrito”, referente a la cuestión que nos ocupa, es la


siguiente:
2. Carta, documento o cualquier papel manuscrito, mecanografiado o
impreso.
3. Obra o composición científica o literaria.

Por tanto se observa que si un escrito no tiene por qué ser manuscrito
sino que puede ser mecanografiado o impreso, no se entiende por qué el
documento electrónico no puede ser considerado como tal puesto que es un
“escrito” al ser mecanografiado de tal manera en un ordenador, y tener
constancia de datos susceptibles de poder probar algo.

Lo que interesa de la noción de documento es ese testimonio que


incluye, sea en el soporte que sea. Si bien es cierto que tradicionalmente el
medio del documento era el papel, no es menos cierto que si nos remontamos
más allá en el tiempo era el papiro. Pero la historia evoluciona y, si
entendíamos hasta ahora el documento como soporte papel con información
ingresada a mano con tinta, de manera manuscrita, hoy en día puede ser un
soporte electrónico con la información introducida mediante un proceso
mecánico, ya sea una máquina de escribir (a la que seguro que no se le niega
el valor de documento) o un ordenador o impresora.

Incluso, retomando el origen etimológico de la palabra, el Diccionario de


la Real Academia de la Lengua Española señala que viene del latín
documentum que significa lección, instrucción o advertencia y que a su vez
proviene del verbo latino docere que significa mostrar, enseñar o señalar, que
es la finalidad de los documentos, sean en el soporte que sean, enseñarnos,
mostrarnos o señalarnos unos datos para probar unos hechos que han
sucedido.

27
Mª Belén Aige Mut

Ya hemos advertido que los principales problemas a la hora de


considerar el documento electrónico como “documento” en sentido procesal se
centran sobre todo en el ámbito del documento privado, puesto que, como
veremos más adelante, en el ámbito del documento público el documento
electrónico está más reconocido tanto legislativamente como doctrinalmente e
incluso en la práctica.

A la hora de afrontar la polémica sobre la consideración de documento


electrónico como auténtico documento en el ámbito procesal, con todas las
consecuencias que ello conlleva, debemos recordar que el Derecho no se
obtiene de una aplicación rígida de la Ley sino que siempre ha sido corregido
por la buena fe, el abuso de derecho, los actos propios, la equidad y la
analogía16. Esto significa que una aplicación automática del tenor literal de la
Ley reduciría la misma a la subsunción de un supuesto de hecho en una
hipótesis normativa, siendo así un razonamiento deductivo similar a un

16
En muchas ocasiones existe un desfase entre la realidad y la regulación normativa, y muchas veces las
leyes están mal redactadas, como señalan VILABOY LOIS, L., “VII.3. El denominado “documento”
electrónico como medio de prueba en el proceso civil. Reflexiones a la luz de la Ley 1/2000, de 7 de
enero, de enjuiciamiento civil”, Comercio electrónico en Internet (Gómez Segade, J.A., Director;
Fernández-Albor Baltar. A. y Tazo Plaza, A., Coordinadores), Marcial Pons, Madrid, 2004, pág. 478; y
CARBONIER, J., Derecho Flexible: para una sociología no rigurosa del Derecho, prólogo y traducción por
Luís Díez-Picazo, de la 2ª edición francesa revisada y ampliada, Tecnos, Madrid, 1974, pág. 143 (e indica
además, en su pág. 297, que la equidad está por encima de las reglas, como dice Claudio).

Por ello, es necesaria una aplicación flexible, con interpretación y decisión por parte de los jueces, como
señalan DÍEZ-PICAZO, L. y PONCE DE LEÓN, La doctrina de los propios actos. Un estudio crítico sobre la
jurisprudencia del Tribunal Supremo, Bosch, Barcelona, 1963, págs. 13-14.

Y, en el mismo sentido, PÉREZ ÁLVAREZ, M.A., Realidad Social y Jurisprudencia. 10 tesis sobre la realidad
social en cuanto a canon de interpretación de las normas, Civitas, Madrid, 1977, en la pág. 37 indica que
corresponde a los jueces una labor de corrección de las normas según una “interpretación flexible”,
como señala la STSJ C-A Castilla y La Mancha, de 13 de febrero de 1991; es un criterio que funciona
identificando los factores ideológicos, morales y económicos que revelan las necesidades y el espíritu de
la comunidad en cada momento histórico, la realidad social como integradora y correctora, como recoge
la STS de 27 de diciembre de 1990.

28
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

silogismo y pudiendo llevar a conclusiones injustas17, como en el presente


trabajo se considera que es una conclusión injusta el vetar al documento
privado electrónico de los beneficios de la consideración de documento.

En este punto creemos que la equidad y la justicia son las que dan la
respuesta a la problemática que planteamos y que deberemos recurrir a ellas
para encontrar la solución más justa en la aplicación de las leyes y en la
realización del Derecho y de la justicia en este ámbito concreto18.

Además, debemos tener en cuenta en esos criterios que se inclinan a


favor de la corrección del Derecho, que en determinados casos también jugará
la doctrina de los propios actos. Esa doctrina aparece muy clara en el derecho
anglosajón con el “estoppel” y las “rules of evidence”, ya que una persona
queda impedida de hacer una alegación aun cierta, en contradicción con el
sentido objetivo de su anterior declaración o conducta, y no puede negar un
estado de hecho que ella ha establecido como verdadero, expresamente por
medio de palabras o implícitamente a través de su conducta, en algún
momento anterior19. Así, si una persona decide realizar una contratación
electrónica con otra a través de medios electrónicos, luego no puede negar los
mismos como prueba en el ámbito del proceso porque iría contra sus propios
actos. Y si la parte contraria no puede negar validez a dichos mecanismos, el

17
Recordemos la máxima “Summun ius summa iniuria”, el derecho estricto es la suma injusticia, como
decía Cicerón en su obra “De Officiis”, significando que el rigor legalista puede resultar en injusticia. Y
como nos dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española un “automatismo” consiste en
la ejecución mecánica de actos sin participación de la conciencia, con lo cual aplicado al Derecho nos
llevaría a realizarlo de manera injusta, por tanto el mismo debe adaptarse a la realidad.
18
“Aequitas in dubio praevalet” (STS de 25 de marzo de 1915); “la equidad es compañera inseparable de
la justicia” (STS de 21 de febrero de 1917). Y señala WIECAKER, F., El principio general de la buena fe.
Prólogo de Luís Díez-Picazo y traducción de Jose Luís Caro, Civitas, Madrid, 1977, en la pág. 96 “Ius
Strictum vs Ius Aequum”.
19
Como señalan, DÍEZ-PICAZO, L. y PONCE DE LEÓN, La doctrina de los propios actos. Un estudio crítico
sobre la jurisprudencia del Tribunal Supremo, Op. Cit., págs. 61 y siguientes.

29
Mª Belén Aige Mut

juez tampoco debería negarles dicho valor por el mero hecho de que se
encuentren en un soporte electrónico.

Esto mismo se puede relacionar con la buena fe como coherencia de


comportamiento. Cuando en una relación jurídica se suscita con la conducta la
confianza en la otra persona conforme a su buena fe, entonces no puede
defraudarse esa confianza suscitada y es inadmisible toda actuación
incompatible con ella. El principio general de la buena fe es una limitación que
se deriva de la tensión entre la pretensión de regulación exhaustiva del
ordenamiento jurídico material y su necesidad condicionada a la realización en
un proceso entre partes como algo inevitable20.

Finalmente, también se podría aplicar la regla de la realidad social, como


canon hermenéutico del Art. 3.1 Cc; y aplicando la misma en el ámbito
jurisprudencial se deberían perder los prejuicios metodológicos en beneficio de
una búsqueda de soluciones intuitivamente más justas, sin excesiva
preocupación por su anclaje en el sistema legal codificado (para así poder
fundar interpretaciones correctoras de las normas)21. Esta realidad social
funciona como soporte de interpretaciones correctoras y como cauce que
permitiría fundar que la norma diga, no lo que dice, sino lo que debiera decir
para llegar a una solución “justa” en el caso concreto. Es una superación del
sentido literal de las normas mediante el espíritu y la finalidad de las mismas,
para suavizar o flexibilizar su aplicación y atemperar sus consecuencias con la
aplicación de la realidad social como técnica de equidad fundada en causas
generales, como puedan ser los avances tecnológicos.

20
WIECAKER, F., El principio general de la buena fe. Prólogo de Luís Díez-Picazo y traducción de Jose Luís
Caro, Op. Cit., págs. 96 y siguientes.
21
PÉREZ ÁLVAREZ, M.A., Realidad Social y Jurisprudencia. 10 tesis sobre la realidad social en cuanto a
canon de interpretación de las normas, Op. Cit., págs. 21 y siguientes.

30
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Este interés por enmarcar el documento electrónico en el ámbito del


documento procesal tiene por finalidad obtener una mayor seguridad jurídica.
En primer lugar, unificando conceptos (como el de documento electrónico, tanto
en el ámbito del procedimiento monitorio como en el ámbito probatorio); en
segundo lugar, unificando legislación (armonizando el tenor de la LEC con la
Ley de Firma Electrónica 59/2003 y con la Ley de Servicios de la Sociedad de
la Información 34/2002); y finalmente para obtener una verdadera justicia de
cara al ciudadano que verá cómo sus problemas generados en el ámbito
electrónico encontrarán una regulación en la que apoyarse.

Es cierto que también es defendible la tesis de la consideración de


documento electrónico como medio de prueba independiente o sui generis,
pero el problema que encontraría esta tesis sería la falta de regulación que
existe en este ámbito, las contradicciones legislativas, las contradicciones
internas de la propia LEC y, finalmente, la seguridad del ciudadano, pues al
aportar sus pruebas mediante documento electrónico no obtendría las mismas
ventajas probatorias que aportándolas por el tradicional soporte papel, y ello
por no otorgar el mismo valor probatorio a la prueba por instrumentos del Art.
299.2 LEC que a la prueba documental22.

Por tanto, habiendo visto el concepto de documento tradicional y el


concepto de documento electrónico, podemos decir que lo mismo es predicable
de la prueba documental tradicional y de la prueba documental actual.

22
Respecto a la valoración probatoria tradicional y la valoración de los medios del Art. 299.2 LEC, me
remito al capítulo 2 de la presente tesis, dedicado al análisis del documento electrónico desde el punto
de vista procesal.

31
Mª Belén Aige Mut

Como es sabido, el concepto de prueba documental tradicional (Regina


probatorum) hace referencia a un conjunto de actividades dirigidas a convencer
al juzgador de la certeza, positiva o negativa, de unos hechos mediante la
apreciación de objetos que incorporan la expresión escrita de pensamientos
humanos. Esta definición tradicional evidentemente se equiparaba con el
concepto tradicional de documento, entendido éste como aquél que
incorporaba esos pensamientos humanos de manera escrita. Esto es, debía
entenderse por documento el objeto en el que se exterioriza cierto pensamiento
humano mediante signos materiales y permanentes del lenguaje.

Pero, como hemos venido diciendo a lo largo de toda esta exposición,


incluso la concepción clásica de la prueba documental no tiene por qué verse
afectada por la introducción de los documentos electrónicos, siempre que éstos
puedan considerarse como auténticos documentos.

Así, como ya se ha señalado, ese conjunto de actividades dirigidas a


convencer al juzgador de la certeza, positiva o negativa, de unos hechos
mediante la apreciación de objetos que incorporan la expresión escrita de
pensamientos humanos puede entenderse como prueba documental
electrónica si entendemos que dentro de la apreciación de objetos pueden
entrar el CD, el disquete, la pantalla de un ordenador… y que todos esos
medios incorporan mediante una expresión escrita, que no manuscrita, los
pensamientos humanos. Igualmente, el documento electrónico exterioriza ese
pensamiento humano por signos materiales y permanentes del lenguaje, pero
en este caso del lenguaje binario si hablamos de un PC, por ejemplo.

En la actualidad, el concepto de prueba documental no aparece tan


claramente definido en los manuales sobre la materia. Parece que la misma se
sigue definiendo con su concepto tradicional, de ahí la regulación confusa de la
LEC. Pero ese concepto viene siendo el mismo, la valoración de una prueba

32
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

mediante la aportación de documentos; así que nada obstaría a que dichos


documentos fueran electrónicos, según hemos advertido, y por tanto se podría
entender el concepto de prueba documental actualmente como una prueba
más actualizada o adaptada a los nuevos tiempos sin perder su propia esencia.

Como conclusión, consideramos que el documento electrónico es un


verdadero documento y, por ello, no podemos estar de acuerdo con la
afirmación de que el documento electrónico, a pesar de ser documento, no lo
es para el derecho procesal y, por tanto, no se incluye en el ámbito de la
prueba documental, debiéndose sin embargo aplicar determinados preceptos
analógicamente. Como hemos estado analizando, el documento electrónico
tiene cabida en todas y cada una de las concepciones tradicionales de
documento expuestas, así como en las teorías sobre el documento y en la
definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,
pudiéndose considerar, de este modo, como un verdadero documento en el
ámbito procesal.

En principio, no tendría que extrañar nuestro punto de vista, que


considera documento para el derecho procesal al de carácter electrónico (como
viene sucediendo en otra legislación sustantiva). También los dictámenes
periciales, que evidentemente por su propia naturaleza son documentos, se
regulan aparte de la prueba documental. Pero a los mismos dictámenes
periciales parece que se les da más valor y se regulan más exhaustivamente y
sin tantas contradicciones por el legislador (que sigue manteniéndose reticente
a aceptar las nuevas tecnologías sin recelos). Además, la propia LEC en su
articulado interno entra en contradicciones debido a una mala técnica
legislativa.

33
Mª Belén Aige Mut

1.2. Tratamiento del documento electrónico en otros sistemas


jurídicos

A la hora de tratar el tema del documento electrónico, estamos entrando


en el ámbito de las nuevas tecnologías que no cesan de avanzar y, por ello, es
necesario aproximarse al Derecho Comparado para ver a través de la analogía
cuál es el tratamiento que se ofrece en otros países al documento electrónico.

1.2.1. Breve análisis comparativo entre el sistema alemán y el


sistema anglosajón:

Empezaremos analizando el Derecho alemán y, junto con su análisis,


veremos también el derecho anglosajón centrándonos en el Derecho de los
Estados Unidos.

Como introducción, mencionaremos de manera breve el sistema de


fuentes del Derecho de los Estados Unidos. Dicho sistema se basa en un
Derecho federal y diferentes derechos estatales que van legislando en cada
uno de los Estados integrantes.

Respecto del Derecho Federal, centraremos el estudio en las leyes


procesales básicas que constituyen el denominado Litigation And Court
Procedure, dichas leyes son:
- Rules of the Supreme Court (adoptadas el 19 de abril de 2013, y en
vigor desde el 1 de julio de 2013): destacan para el ámbito de nuestro
estudio, la regla 25.923 que ya recoge la posibilidad de una versión

23
Briefs of Merits: Number of Copies and Time to File. 9. An electronic version of every brief on the merits
shall be transmitted to the Clerk of Court and to opposing counsel of record at the time the brief is filed

34
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

electrónica de los informes, y la sumisión electrónica incluida en la


regla 37.3 (a).
- US Code Title 28- Judiciary And Judicial Procedure: el capítulo 115
trata la prueba documental (§ 1731-1745) y, a pesar de no definirla,
encontramos una única referencia al manuscrito (diferenciado del
escrito) simplemente como prueba adicional para corroborar un
manuscrito previo presentado ante el Tribunal24.

También hay que destacar las normas procesales en el ámbito penal o


criminal, esto es el Criminal Law, y la norma que interesa destacar en este
campo es Federal Rules of Evidence (2013). En este sentido, el Article X.
Contents of Writings, recordings, and photographs, y la Regla 100125 señalan
que la escritura consiste en letras, palabras, números o su equivalente en
cualquier otra forma, indicando en su apartado b) que en el caso de la
información electrónica el “original” será cualquier impresión o cualquier otra
manifestación legible a primera vista, si refleja acuradamente la información.

in accordance with guidelines established by the Clerk. The electronic transmission requirement is in
addition to the requirement that booklet-format brief be timely filed.
24
§ 1731. The admitted or proved handwriting of any person shall be admissible, for purposes of
comparison, to determine genuineness of other handwriting attributed to such person.
25
Rule 1001. Definitions that apply to this article. In this article: (a) A “writing” consists of letters, words,
numbers, or their equivalent set down in any form. (d) An “original” of a writing or recording means the
writing or recording itself or any counterpart intended to have the same effect by the person who
executed or issued it. For electronically stored information, “original” means any printout — or other
output readable by sight — if it accurately reflects the information. An “original” of a photograph
includes the negative or a print from it.

35
Mª Belén Aige Mut

Junto con estas normas destacadas existe todo un complejo entramado


de leyes que no vamos a estudiar26, puesto que no se ajustan tanto al objetivo
del presente trabajo.

Por su parte, en el Derecho alemán, dentro del ámbito del Derecho


Privado, es interesante mencionar el Código Civil alemán, Bürgerliches
Gesetzbuch (en adelante, BGB) de 1900 y la Ley procesal civil alemana,
Zivilprozessordnung (en adelante, ZPO); y en el ámbito del Derecho Público, en
el campo del derecho penal, la Ley Procesal Penal, Strafprozessordnung
(StPO). Y en cuanto al tema objeto del presente estudio destacan la Ley de
Firma Digital Signaturgesetz (SigG) de 13 de junio de 1997, modificada en
200127, y el Reglamento de Firma Digital de 7 de julio de 1997 (SigV) que
supuso una reducción de los requisitos de la forma escrita para la solicitud de
certificados (§3(1)).

En estos contextos que se han expuesto, es importante que advirtamos


las diferencias existentes en la definición de firma “escrita”, ya que son las
alusiones a la firma las que siempre sirven de base para explicar el documento;
es más, parece que no se puede concebir el documento electrónico sin realizar
una explicación de la firma electrónica que lleva aparejado. Según dichas
definiciones del término “firma”, y la importancia que se le atribuya a la misma,
se puede influenciar a las diferentes políticas acerca de la validez que deben
reconocer a los documentos electrónicos28.

26
Federal Rules of Criminal Procedure (2013), US Code Title 18- Crimes and Criminal Procedure, Federal
Rules of Civil Procedure, US Code Title 15 – Commerce and Trade, E-Government Act, Electronic
Signatures in Global and National Commerce Act, Public Law 107-347-E-Government Act of 2002, Can-
Spam Act 2003…
27
Cuya última actualización es de 28 de Diciembre de 2009.
28
Siguiendo a KUNER, C. y MIEDBRODT, A., Written Signature Requirements and Electronic
Authentication: A Comparative Perspective, 13 de julio de 1999, www.kuner.com

36
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Un ejemplo de lo que acabamos de exponer se puede observar en las


legislaciones de los Estados Unidos y de Alemania. Mientras que en los
Estados Unidos la ley ha ido gradualmente reduciendo la importancia de la
firma como manuscrita y ha dado más importancia al respeto de la voluntad de
las partes a la hora de contratar, la legislación alemana, a pesar de respetar la
autonomía de la voluntad, precisa que ciertas transacciones se realicen con
firma manuscrita (por tanto en soporte papel) sin posibilidad de modificación.

En los Estados Unidos las leyes de firma digital van dirigidas


directamente a eliminar barreras para la aceptación de la contratación
electrónica, reduciendo así las incertidumbres que ésta producía. En contraste,
en Alemania la Ley de Firma Digital no se centra tanto en conceder un status
legal de firma a las digitales sino en centrar unos estándares técnicos elevados
para garantizar su seguridad.

A la hora de aproximarnos al concepto de firma electrónica, y por ende al


de documento electrónico, es importante diferenciar lo que se entiende por
“escrito” de lo que se concibe por “manuscrito”, ya que el primer término, como
se ha señalado anteriormente, evidentemente puede incluir los soportes
electrónicos.

Centrándonos de nuevo en el concepto de firma, a la misma se le ha


venido atribuyendo a lo largo de la historia, como no podía ser de otro modo, la
equiparación con la manuscrita, y ello aseguraba a su vez unas ciertas
garantías y una serie de funciones que se recogen en la legislación alemana y
que serían las siguientes29:

29
Como recogen KUNER, C. y MIEDBRODT, A., Written Signature Requirements and Electronic
Authentication: A Comparative Perspective, Op. Cit., versión digital.

37
Mª Belén Aige Mut

- Función de finalidad (Abchlußfunktion), aquélla en la que el


documento firmado representa una declaración de voluntad
completa.
- Función de prevención (Warnfunktion), aquélla en la que un
documento al ser firmado supone una cierta garantía de que la parte
sea consciente de estar realizando una transacción.
- Función probatoria (Beweisfunktion), aquélla en la que una firma
servirá para probar determinados extremos en caso de conflicto entre
las partes.

Estas funciones deben limitarse siempre por el importante principio de la


autonomía de la voluntad de las partes. Sin embargo, a pesar de la prevalencia
de este principio, muchos sistemas legales atribuyen ciertos privilegios o
validez legal a ciertas transacciones si están realizadas con los requisitos que
puede cumplir una firma manuscrita.

Cuando avanzamos en la historia y nos movemos en el campo de lo


electrónico está claro que ya no podemos centrarnos únicamente en esa firma
manuscrita y, por tanto, es más difícil atribuirle un valor legal a una novedad
tecnológica (firma electrónica) que pretende sustituir algo que lleva existiendo
miles de años con un enorme amparo legislativo a sus espaldas. Todo ello con
la incertidumbre que conllevan las nuevas tecnologías para quienes desconfían
de ellas por su supuestamente previsible facilidad de manipulación (a pesar de
que las firmas manuscritas no han sido siempre particularmente seguras y
puede que estemos en un momento en que sea mucho más segura una firma
digital que una manuscrita…).

En esta tesitura, retomando el hilo principal, en Estados Unidos se ha


adoptado una legislación mucho más permisiva respecto de las nuevas
tecnologías. Así, en la Common Law, de los 51 sistemas legales existentes (50

38
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

relativos a los distintos estados y uno relativo al gobierno federal) se puede


generalizar que los contratos y obligaciones no deben someterse a la escritura
a menos que la ley lo requiera, cobrando vital importancia la voluntad del
signatario en el momento de estampar su firma.

Normalmente las cuestiones que más se suscitan relativas a la firma


manuscrita suelen relacionarse en el contexto del “Statute of Frauds”, que
señala que ciertos tipos de contratos cuyo valor sea superior a los 500$
deberán realizarse por escrito y firmados por la parte a quien concierne. Pero el
factor clave es que por medio del término “escrito” se incluye una amplia
variedad; y así lo que prima es que la firma refleje la voluntad de la parte y sea
realizada en un medio tangible. Evidentemente, en este contexto el uso de un
medio electrónico (como un ordenador), que el usuario puede utilizar y leer, se
considera como “tangible” y por tanto la firma realizada en dicho soporte será
legalmente válida.

Por tanto, la ley de los Estados Unidos pone énfasis, como se ha


señalado, en la voluntad de las partes más que en la seguridad relativa al modo
en el cual la firma ha sido “estampada”; por ello puede incluir una amplia
variedad de medios, entre ellos, los sistemas electrónicos. Ello hace que los
Estados Unidos sean generalmente liberales a la admisibilidad en los
Tribunales de las firmas electrónicas.

Por el contrario, la legislación alemana es un poco más compleja. En


principio no hay requisitos formales para que un contrato sea válido salvo que
estén expresamente previstos por la ley y, por tanto, es posible para las partes
aceptar que determinado tipo de firmas tengan un valor pactado. Así, la
inmensa mayoría de transacciones comerciales no requieren forma particular y
por tanto forma manuscrita, salvo en ciertas áreas como la protección de datos

39
Mª Belén Aige Mut

o la defensa de los consumidores (que pueden tener una elevada importancia


dentro del comercio electrónico).

Las leyes alemanas contienen 5 tipos de requisitos de firma30:


- Provistas por estatuto (§ 126 BGB): en este caso, el documento tiene
que estar firmado a mano, es decir, manuscrito únicamente.
- Acordadas por las partes en su voluntad de aplicar los requisitos
estatutarios (§ 127 BGB): en este caso, se aplicarán los requisitos
anteriores salvo, evidentemente, que las partes hayan acordado otra
cosa. En estos supuestos las partes pueden derogar el requisito de la
escritura manuscrita.
- Realizadas mediante certificaciones notariales (§ 128 BGB; teniendo
en cuenta que los notarios no son entes públicos): si es requerida por
estatuto, la declaración deberá ser escrita y la firma, manuscrita o no,
acreditada por notario. La certificación en este caso servirá como
prueba de que la declaración se ha realizado frente a notario,
sustituyendo el requisito legal de la firma manuscrita.
- Aquellas que requieren autenticación, generalmente por notario (§
129 BGB).
- Aquellas recogidas en protocolo de declaraciones relativas a actos
realizados en juicio (§ 127.a BGB).

Una firma escrita que satisface las reglas formales que se han descrito
disfruta de un estatus probatorio privilegiado bajo el Código de Procedimiento
Civil alemán (ZPO). Por ello, generalmente un documento electrónico no puede
disfrutar de esas presunciones probatorias aunque aún puede ser admitido
como prueba visual o de expertos, a discreción del Tribunal.

30
Como indican nuevamente KUNER, C. y MIEDBRODT, A., Written Signature Requirements and
Electronic Authentication: A Comparative Perspective, Op. Cit., versión digital.

40
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Sin embargo, la capacidad de las firmas digitales para proveer de una


prueba altamente segura con integridad y autenticidad ha hecho que se les
tenga que considerar como un equivalente electrónico a las firmas manuscritas.

En este sentido, se dictó la Ley alemana de Firma Digital


(Signaturgesetz), según la cual no puede existir impedimento ante un Tribunal
a que otorgue el mismo valor probatorio a las firmas digitales que cumplan sus
estándares, como había hecho con las firmas manuscritas que cumplían con
los requisitos estatutarios (aunque éstas últimas puedan seguir gozando de
algunos privilegios adicionales).

La importancia de la veracidad que puedan ofrecer estos medios va


unida a la posibilidad de permitir legalmente formas digitales con firma digital
como el equivalente a las formas escritas con una escritura manuscrita
(muestra de ello es el borrador de 28 de Agosto de 1998 de la Ley alemana
para el reconocimiento legal internacional de las firmas digitales).

Un borrador de Convenio Internacional sobre las transacciones


electrónicas ya se propuso a principios de 1998, por el gobierno de los Estados
Unidos, al grupo de trabajo del comercio electrónico de la Comisión de
Naciones Unidas sobre la Ley internacional de comercio (UNCITRAL). En él se
reflejaba que para el gobierno de los Estados Unidos las firmas electrónicas
deberían ser consideradas equivalentes a las firmas basadas en papel31, y esa
equivalencia no debería estar fundada en la seguridad de las firmas

31
Un ejemplo de ello es el Illinois Electronic Commerce Security Act. 5-120, según el cual donde una
regla de derecho requiere una firma o se derivan ciertas consecuencias si un documento no está
firmado, la firma electrónica satisface esa regla de derecho (“Where a rule of law requires a signature, or
provides for certain consequences if a document is not signed, an electronic signature satisfies that rule
of law” (texto que se puede encontrar en la página web http://www.mbc.com/legis/illesca.html).

41
Mª Belén Aige Mut

electrónicas (sin embargo, hay que recalcar que aunque una firma electrónica
pueda cumplir los requisitos legales y estatutarios esto no significa que la
misma sea suficiente, válida o auténtica, datos que deberán ser probados a
posteriori, como sucedería con cualquier otro tipo de firma, como la
manuscrita).

El primer paso adoptado para poder lograr un concierto común fueron


los acuerdos a la hora de marcar unos estándares internacionales, como en el
Art. 7 (1) (b) de la Ley Modelo de Comercio Electrónico de UNCITRAL de 1996,
que se refiere al estándar de seguridad como aquél apropiado para el propósito
para el cual el mensaje de datos ha sido generado o comunicado, a la luz de
todas las circunstancias, incluyendo cualquier acuerdo relevante. Por ello, es
importante hacer hincapié en el término “razonable” a la hora de hablar de los
estándares de seguridad que exigimos al ámbito electrónico y que en muchos
casos no se les aplica al exigirse unos niveles más elevados de seguridad que
en los ámbitos manuscritos.

El creciente uso de internet y de las firmas electrónicas es lo que va a


poner una mayor presión en las concepciones nacionales e internacionales de
las escrituras “escritas” y deberá forzar a las legislaciones y a los tribunales a
desarrollarse de una manera en la cual se pueda adoptar una visión
ampliamente globalizada del tema, entendiendo el rol cambiante de la firma
escrita, mediante la educación de los gobiernos en un mayor entendimiento de
la tecnología y con la necesidad de una definición internacionalmente
considerada de “firma”.

Vista esta pequeña introducción de la política adoptada en las


legislaciones germana y anglosajona, terminaremos este epígrafe aludiendo al
concepto de documento recogido en la legislación alemana (a diferencia de lo
que sucede con la legislación española, que no ampara definición alguna).

42
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

El Derecho alemán entiende por documento la corporización escrita del


pensamiento humano, predominantemente en soporte papel o material
semejante (§ 415 a 444 ZPO). Por tanto, el documento electrónico no es tal
documento porque no es la corporización de signos escritos de cualquier tipo
ya que no es directamente legible o perceptible sino sólo a través de un
ordenador32, (entonces, no sería corpóreo por su propia naturaleza) y, además,
puede cambiar constantemente su ubicación (a diferencia del documento
tradicional que siempre permanece unido al mismo soporte material,
evidentemente por su condición de corpóreo que hace que tenga que ocupar
un lugar en el espacio).

Hay que tener en cuenta que Alemania siempre ha sido avanzada en


temas de comercio electrónico y por eso ha llegado a incorporar la forma
electrónica entre las formas jurídicas en su Código Civil para que pueda hacer
prueba plena.

Ha sido fundamental en este aspecto la modificación operada el 13 de


Julio de 2001, que se realizó para adaptar los requisitos formales de Derecho
Privado en el ámbito de los negocios jurídicos33, porque acoge junto con la
forma escrita la nueva Textform que hace referencia a la escritura, telefax o
medios de comunicación electrónicos “elektronische Form” e introduce el § 126
b BGB por el que sustituye la exigencia de la forma escrita por la Textform.34 Y

32
Como señalan Balzer o Geis, ambos citados por ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “La prueba mediante
documento electrónico digitalmente firmado”, Actualidad Civil, n. º 1, 1999, págs. 219-234.
33
Gesetz zur Anpassung der Formovorschriften des Privatrechts und anderer Vorschriften an den
modernen Rechtsgeschäftsverkehr
34
CRUZ RIVERO, D.J., “Firma electrónica y documento electrónico en la nueva regulación alemana: su
adaptación a la normativa comunitaria”, Revista de Contratación Electrónica n. º 25, Marzo 2002, págs.
25-50.

43
Mª Belén Aige Mut

se equipara la electronische Form a la forma escrita en el § 126.3 BGB35,


aunque exigiendo una firma digital cualificada (los conceptos de documento
electrónico y firma digital van siempre unidos tanto en nuestro Derecho como
en Derecho Comparado).

Lo importante en el Código Civil alemán (BGB) es que “la forma escrita


puede ser reemplazada por una forma electrónica, a menos que un estatuto
lleve a una conclusión diferente” (§ 126 BGB). Cuando la forma electrónica va a
reemplazar a la manuscrita prescrita por ley, el declarante deberá añadir su
nombre y proveer al documento electrónico de una firma electrónica cualificada
de acuerdo con la ley sobre firma electrónica (Signaturgesetz); en el caso de un
contrato, ambas partes deberán proveer a la otra con una firma electrónica
como la descrita (§ 126a BGB). Y en cuanto a la forma escrita, el § 126b señala
que cuando la forma escrita sea prescrita por ley, la declaración deberá
realizarse en un documento o de otro modo que asegure su permanencia para
la reproducción en escrito, la persona que realiza la declaración deberá poner
su nombre y la misma deberá mostrarse a través de una reproducción de una
firma del nombre o similar. No parece que esta forma escrita excluya por
completo los documentos electrónicos y podría interpretarse su tenor literal a
favor de dichos documentos, como documentos que aseguran la permanencia
del escrito, en este caso no manuscrito, y con una firma que constate los datos
de la persona, por ejemplo una firma digital cualificada.36

35
“die schriftliche Form kann durch die elektronische Form ersetzt werden, wenn sich nicht aus dem
Gesetz ein anderes ergibt”.
36
§ 126a Elektronische Form “(1) Soll die gesetzlich vorgeschriebene schriftliche Form durch die
elektronische Form ersetzt warden, so muss der Aussteller der Erklärung dieser seinen Namen hinzufügen
und das elektronische Dokument mit einer qualifizierten elektronischen Signatur nach dem
Signaturgesetz versehen. (2) Bei einem Vertrag müssen die Parteien jeweils ein gleichlautendes
Dokument in der ini Absatz l bezeichneten Weise elektronisch signieren”.

44
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En cuanto a la eficacia probatoria de esta forma documental, según los §


371-372 ZPO entraría como reconocimiento judicial y no documental; pero este
reconocimiento judicial queda muy limitado en los casos en los que el
documento está firmado electrónicamente de forma cualificada, como se ha
mencionado en el párrafo anterior, porque así se establecería una
característica de veracidad. Además, un sector de la doctrina sigue
considerando el documento electrónico como documento privado en Derecho
alemán37.

Por tanto, a pesar de que el § 371 relativo a la prueba de inspección o


reconocimiento judicial incluya el documento electrónico para probar mediante
presentación o transmisión del archivo, el § 371a sobre la autenticidad de los
documentos electrónicos señala que los documentos electrónicos privados con
firma electrónica reconocida, recurrirán a las normas relativas al valor
probatorio de los documentos privados, y en el caso de los documentos
electrónicos creados por una autoridad pública se aplicarán las normas
relativas a la autenticidad de los documentos públicos (lo que respalda al sector
de la doctrina que considera el documento electrónico como auténtico
documento).

§ 126b Textform “Ist durch Gesetz Textform vorgeschrieben, so muss die Erklärung in einer Urkunde oder
auf andere zur dauerhaften Wiedergabe in Schriftzeichen geeignete Weise abgegeben, die Person des
Erklärenden genannt und der Abschluss der Erklärung durch Nachbildung der Namensunterschrift oder
anders erkennbar gemacht warden”.
37
BLECHSCHMIDT, R., “The German Basic Electronic Data Interchange Agreement versus the European
Model EDI Agreement: some reflections on german law”, The EDI Law Review, 1996, Vol. 3 n. º 2 págs.
107-124, mencionado por CRUZ RIVERO, D.J., “Firma electrónica y documento electrónico en la nueva
regulación alemana: su adaptación a la normativa comunitaria”, Op. cit. págs. 25 y siguientes.

45
Mª Belén Aige Mut

Finalmente, si acudimos al § 416 sobre la evidencia de los documentos


privados, que sería la aplicable para los documentos privados electrónicos con
firma electrónica reconocida, éstos darán prueba plena de las declaraciones
que se contienen38.

Al respecto, es importante aludir al § 6.2 de la Signaturgesetz, que


señala que el prestador de servicios de certificación debe informar al solicitante
de que la firma electrónica cualificada tiene el mismo valor en el tráfico que una
firma manuscrita si la ley no determina lo contrario. Ello es trascendental para
el Derecho alemán en el que la firma manuscrita tiene efectos por ley, mientras
que no lo es tanto en el caso del Derecho español, en el que nuestra firma
manuscrita carece de efectos expresa y claramente contemplados en la Ley en
cuanto a eficacia probatoria o procesal, y por ello la equiparación de la firma
electrónica con la manuscrita no tiene tanta relevancia práctica en nuestro
entorno.

Para concluir, debemos hacer también una breve referencia al derecho


procesal penal alemán, regulado en el código procesal penal o
Strafprozessordnung (StPo) que dedica el § 41a al documento electrónico y el
§ 257a a la forma escrita, como dos modalidades separadas. De este modo, en
el § 41 indica que las declaraciones o peticiones dirigidas al tribunal o a la
fiscalía que requieran por Ley estar en forma escrita o firmadas, podrán
realizarse en forma electrónica si tienen una firma electrónica cualificada de
acuerdo con la Ley de Firma Electrónica (con la matización de que también se
puede solicitar, de cara a su admisibilidad, cualquier procedimiento seguro que
garantice la autenticidad y la integridad del documento electrónico transmitido;

38
§ 416 Beweiskraft von Privaturkunden “Privaturkunden begründen, sofern sie von den Ausstellern
unterschrieben oder mittels notariell beglaubigten Handzeichens unterzeichnet sind, vollen Beweis dafür.
Dass die in ihnen enthaltenen Erklärungen von den Ausstellern abgegeben sind”.

46
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

también añade un inciso para limitar esta posibilidad en determinados casos o


procedimientos, y en los casos en los que el documento transmitido no sea
apto para el proceso se notificará al remitente y se le informará de los
requerimientos técnicos necesarios, siendo en este caso necesario imprimir
una copia del documento).

En cuanto al § 257a lleva por título “Forma Escrita” pero únicamente


hace referencia a que el Tribunal podrá requerir a los participantes de los
procedimientos que rellenen peticiones y propuestas relativas a cuestiones del
proceso de forma escrita. Puesto que, como señalaba el § 41 que acabamos
de mencionar, la forma escrita puede realizarse de modo electrónico,
entendemos que este precepto se puede también interpretar análogamente
como forma escrita pero por medios electrónicos, cuando sea el caso.

Con respecto al código penal alemán Strafgesetzbuch (StGb), el § 11 es


el que se dedica a las definiciones, y en el apartado (3) habla de los
documentos electrónicos que deberán ser equivalentes al material escrito. Con
lo cual está realizando una equiparación de los medios electrónicos con los
tradicionales medios escritos.

1.2.2. Otros Derechos de nuestro entorno:

1.2.2.1. Derecho italiano

En el Derecho italiano el Decreto de la Presidencia de la República (en


adelante, DPR) de 10 de noviembre de 1997, para el desarrollo del Art. 15.2 de
la Ley de 15 de marzo de 1997, hace referencia al régimen de formación,
archivo y transformación del documento informático y telemático. Define el
documento informático como la representación en forma informática o
electrónica de actos, hechos o datos jurídicamente relevantes (Art. 1.a) que es

47
Mª Belén Aige Mut

eficaz y válido a todos los efectos legales (Art. 2)39. Dicho Decreto ha sido
derogado y sustituido por el Decreto 445/2000, de 28 de diciembre, que recoge
la definición de documento informático en el Art. 1.b), en el mismo sentido.

De este modo, la conclusión a la que se llega es diferente a la del


Derecho alemán, porque a pesar de todo se considera que participa de la
naturaleza de los documentos escritos siempre que cumplan los requisitos
prescritos en el reglamento. Así, los Arts. 2702 y 2712 de su Código Civil dicen
que hace prueba plena y eficaz igual que el documento privado; por tanto los
asimila en cuanto documento a los tradicionales, siendo un tipo sui generis de
documento escrito.

Por su parte el DPR 445/2000 (que sucede al DPR de 10 de noviembre


de 1997 n. º 513) establece una vez más que el documento informático cumple
los requisitos de la forma escrita y, por tanto, si está suscrito con firma digital
tiene eficacia de documento privado40.

39
Art. 1.a) “Ai fini del presente regolamento s’intende: a) per documento informatico, la
rappresentazione informática di atti, fatti o dati giuridicamente rilevanti (…)”; Art. 2 “Il documento
informatico da chiunque formato, l’archiviazione su supporto infofrmatio e la transmissione con
strumenti telematici, sono validi e tilevanti a tutti gli effetti di legge se conformi alle disposizioni del
presente regolamento”. Decreto de la Presidencia de la República de 10 de Noviembre de 1997.

A pesar de que un autor como TARIZZO vuelve a mencionar los mismos inconvenientes que ya
mencionara la doctrina alemana, a saber: escrito en lenguaje solo comprensible por una máquina,
descifrable y utilizable con auxilio de un ordenador, del que no se distingue entre original y copia, con
facilidad de alteración, desprovisto de certeza en su autoría y datación y finalmente archivado en
formatos y soportes concretos no siempre utilizables por otro ordenador, en TARIZZO, G., Firma
elettronica: poche illusioni, Febrero 1999, en la página web de “The Cardozo Institute”, y mencionado
también por MORENO NAVARRETE, M.A., “Hacia una regulación positiva del documento electrónico. El
modelo italiano”, Revista Electrónica de Derecho Informático, n. º 11, Junio 1999, versión generada por
vLex pág. 6.
40
Art. 10 (R) Forma ed eficacia del documento informatico “1. Il documento informatico sottoscritto con
firma digitale, redatto in conformita' alle regole tecniche di cui all'articolo 8, comma 2 e per le pubbliche
amministrazioni, anche di quelle di cui all'articolo 9, comma 4, soddisfa il requisito legale della forma
scritta e ha efficacia probatoria ai sensi dell'articolo 2712 del Codice civile. 2. Gli obblighi fiscali relativi ai
documenti informatici ed alla loro riproduzione su diversi tipi di supporto sono assolti secondo le

48
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Analizada esta primera normativa de carácter más específico que


menciona a los documentos electrónicos, debemos contextualizarla en el
entorno del Derecho italiano. En éste, destacaremos el Codice di procedura
civile, el Codice di procedura penale y el Codice Civile41.

En el Código de Procedimiento Penal, el Art. 134 hace referencia a los


actos (y a su documentación) y la recoge como mecánica y excepcionalmente
manuscrita. Aunque también hay que mencionar el Art. 110 que hace
referencia a la firma de los actos del procedimiento penal, en el sentido de que
cuando se requiera la misma (y la Ley no disponga otra cosa) es suficiente la
escritura manuscrita al final del acto del nombre y apellidos del firmante, no
siendo válida la realizada con medios mecánicos o señales diferentes de la
escrita.

Igualmente, el Capítulo VII es el dedicado al Documento, cuyo Art. 234.1


hace referencia al escrito o a otro documento en cualquier medio. Dicho
artículo es el relativo a la prueba documental e indica que la misma es un
escrito u otro documento que represente hechos, personas o cosas mediante la
fotografía, cinematografía, fonografía o cualquier otro medio, por tanto
entendemos que dejaría la puerta abierta a los soportes o documentos de
carácter electrónico.

modalita' definite con decreto del Ministro delle finanze. 3. Il documento informatico, sottoscritto con
firma digitale ai sensi dell'articolo 23, ha efficacia di scrittura privata ai sensi dell'articolo 2702 del
Codice civile. 4. Il documento informatico redatto in conformita' alle regole tecniche di cui all'articolo 8,
comma 2 soddisfa l'obbligo previsto dagli articoli 2214 e seguenti del Codice civile e da ogni altra
analoga disposizione legislativa o regolamentare.”
41
Todos actualizados a fecha 9 de Noviembre de 2011.

49
Mª Belén Aige Mut

El Código de Procedimiento Civil se divide en cuatro libros:


Disposiciones Generales, Processo Di Cognizione, Processo Di Esecuzione,
Procedimenti Speciali. Con lo cual, centraremos el estudio en el Libro Segundo
relativo al proceso con carácter general, y más en concreto el § IV y el § IX.

El § IV trata del reconocimiento y de la verificación de la escritura


privada, pero no hace referencia a los mecanismos electrónicos ni contiene
ninguna definición de lo que entiende por documento. Por el contrario, el § IX
trata de la inspección, de la reproducción mecánica y de los experimentos, y es
en el Art. 261 que señala que el juez puede disponer que se efectúen, si son
relevantes, reproducciones de fotografías de objetos, documentos y lugares,
reproducciones cinematográficas u otras que exijan el empleo de medios,
instrumentos o procedimientos mecánicos.

Esta última parte nos remite al estudio del Código Civil en el Art. 271242,
que indica que la reproducción fotográfica, informática o cinematográfica, el
registro fonográfico y en general cualquier otra reproducción mecánica de
hechos y cosas, hacen prueba plena. Es un artículo importante porque vemos
que recoge la prueba plena para los documentos electrónicos, insertándose en
la categoría de prueba documental, pero de manera separada a los
documentos públicos (Sezione I) y a los documentos privados (Sezione II).

Este artículo fue modificado por un Decreto Legislativo de 7 de marzo de


2005, relativo al Código de la Administración Digital. De dicho Decreto
podemos destacar la definición que hace de documento informático43 como
aquella representación informática de actos, hechos o datos jurídicamente

42
Sezione IV – Delle riproduzioni meccaniche, Capo II – Della prova documentale, Delle Prove, Libro IV –
Della tutela dei Diritti. Artículo modificado por el Art.23 DLGS, de 7 de marzo de 2005, n. º 82.
43
Art. 1.1.p)

50
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

relevantes, definición muy acorde a la del documento tradicional variando


únicamente en el soporte material.

También es destacable el Capítulo II, Sección I sobre el Documento


Informático, en concreto el Art. 20, que establece que el documento informático
en cualquier formato, así como su registro y transmisión por medios
telemáticos, son válidos y relevantes a todos los efectos legales. Además, si
están suscritos con firma electrónica cualificada o firma digital, satisfacen el
requisito legal de la forma escrita (garantizando la autenticación del autor e
integridad del documento).

En cuanto a su valor probatorio, se establece en el Art. 21 que el


documento informático suscrito con firma electrónica será en el plano
probatorio de libre valoración en juicio, según sus características objetivas de
seguridad y calidad. Pero si está suscrito con firma digital u otro tipo de firma
electrónica cualificada, tiene la eficacia prevista en el Art. 2702 del Código Civil,
esto es, prueba plena como los documentos privados. Por tanto, vemos que es
una regulación muy importante porque no deja a la sana crítica del juez (como
en el caso español) la valoración de los documentos electrónicos con ciertos
requisitos de garantía y, por tanto, éstos los reconduce a la valoración de los
documentos privados (si bien sigue existiendo un apartado relativo a la
reproducción mecánica en el Código Civil pero que, a diferencia de nuestra
legislación, también hace prueba plena).

Por tanto, para el Derecho Italiano el documento electrónico es una


clase sui generis de documento escrito (según la definición que sigue la teoría
de la representación de Carnelutti, a la que ya hemos hecho referencia
anteriormente) existiendo la necesidad de suscripción por firma digital, con
disponibilidad de las partes y posibilidad de realización por la Administración
Pública.

51
Mª Belén Aige Mut

1.2.2.2. Derecho francés

La Ley 80/525, de 12 de julio de 1980, reforma el Art. 1348 del Código


Civil francés, dándole al documento electrónico (aunque sin hacer una
referencia textual al mismo) el mismo valor probatorio que al documento papel
si cumple determinados requisitos44. Y, en la reforma de la Ley n. º 2000-230,
de 13 de marzo de 2000, sobre la adaptación al derecho de la prueba a las
nuevas tecnologías de la informática, y relativa a la firma electrónica, dice el
Art. 1316 “La prueba literal, o prueba por escrito, resulta de un seguido de
letras, caracteres, cifras o todo otro signo o símbolo dotados de significado
inteligible, cualquiera que sea su soporte y sus modalidades de transmisión”;
con lo cual equipara a la prueba documental los soportes informáticos. Y, es
más, el Art. 1316-1 indica que el escrito con forma electrónica será admitido
como prueba con igual fuerza que el escrito en papel. Por tanto es una amplia
aceptación del mismo.45

44
Tal y como comenta DE PALADELLA SALORD, C., “El documento electrónico como prueba. La reforma
del Código Civil Francés”, Revista Electrónica de Derecho Informático, n. º 26, septiembre 2000, versión
generada por vLex pág. 6.
45
Art. 1316 “La preuve littérale, ou preuve par écrit, résulte d’une suite de lettres, de caracteres, de
chiffres ou de tous autres signes ou simboles dotés d’une signification inteligible, quels que soient leur
support et leurs modalités de transmission”, la prueba literal, o prueba por escrito, es consecuencia de
una serie de caracteres, de cifras o de cualquier otro signo o símbolos dotados de un significado
inteligible cualesquiera que sean sus soportes o modalidades de transmisión.

Art. 1316-1 “L’écrit sous forme électronique est admis en preuve au meme titre que l’écrit sur support
papier, sous reserve que puisse être dûment identifiée la personne dont il émane et qu’el soit ètabli et
conservé dans des conditions de nature à en garantir l’intégrité”, el escrito en soportes electrónicos se
admite como prueba igual que el escrito en papel, bajo reserva de que pueda ser debidamente
identificada la persona de la que procede y que sea establecido y conservado en condiciones para
garantizar su integridad.

Art. 1316-3 “L’écrit sur support électronique a la meme force probante que l’écrit sur support papier”, el
escrito con soporte electrónico tiene la misma validez probatoria que el escrito en papel.

52
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En la legislación francesa vemos que se sigue una tendencia similar a la


que se sostiene en el presente trabajo, es decir, el poder equiparar el
documento electrónico al documento tradicional a efectos de la prueba.

Como hemos mencionado, la regulación más importante la encontramos


en el Código Civil, que ya en el Título III, Capítulo II, el Art. 1108-1 (introducido
por la Ley n. º 2004-575 de 21 de Junio de 2004, Art. 25 Diario Oficial de 22 de
Junio de 2004) apunta que en los casos que se exijan escritos para validar los
actos jurídicos, podrán realizarse de manera electrónica según las condiciones
que establecen los Arts. 1316-1 y 1316-4 y, si se requiere un acta legalizada,
también podrá realizarse de forma electrónica conforme el Art. 1317.

Lo que distingue este artículo mencionado es el texto manuscrito del


propiamente escrito, como hemos venido defendiendo en el presente estudio,
puesto que en su párrafo segundo hace referencia a la exigencia de mención
escrita a mano, pero aun así se permite la realización electrónica si cumple las
garantías necesarias de autenticación.

Esta regulación de carácter general únicamente encuentra dos


excepciones en el Art. 1108-2, que son las relativas a las escrituras privadas
sobre derechos de familia o sucesiones y las escrituras privadas sobre
garantías personales o reales en el ámbito civil o mercantil.

Por tanto, este artículo está dando un primer paso muy importante de
cara al reconocimiento igualitario del soporte informático dentro del ámbito
judicial. Para dicho reconocimiento solamente exige que se cumplan las
exigencias relativas a la prueba literal, que se recogen a partir del Art. 1316.

Estos requisitos a los que somete tal comparación se encuentran en el


Art. 1316 del Código Civil (que se sitúa en el Capítulo VI relativo a la prueba de

53
Mª Belén Aige Mut

obligaciones y del pago, concretamente en la Sección I sobre la prueba literal,


o lo que es lo mismo, la prueba documental), apartados 1 a 4.

Así, indica que el escrito electrónico será admitido como prueba al igual
que lo sea el escrito en soporte papel, siempre que se cumplan unos requisitos
de autenticación y conservación para garantizar su seguridad46. Continúa
diciendo que en caso de que no se determinen otros principios por Ley y las
partes no lleguen a un acuerdo, el juez resolverá los problemas relativos a la
prueba documental según la mayor verosimilitud, independientemente de su
soporte47, para concluir señalando un dato muy importante, y que resalta en
comparación con la legislación española, que es el dotar de la misma fuerza
probatoria al soporte electrónico que al soporte papel48.

El siguiente apartado se constituye como el segundo requisito que exigía


el Código Civil francés, y trata sobre la firma. Lo que nos interesa de dicho
apartado49 es la referencia a la firma electrónica, recogida en el párrafo cuarto,
y que consistirá en el uso de un procedimiento fiable de identificación que
garantice su vinculación con el acto al que se refiera, presumiendo dicha
fiabilidad cuando la firma electrónica cumpla las condiciones de creación,
autenticación e integridad fijadas por el decreto del Conseil d’Etat, salvo prueba
en contrario50.

46
Art. 1316-1
47
Art. 1316-2
48
Art. 1316-3
49
Art. 1316-4
50
Por tanto, se puede observar que tiene muchas similitudes con la firma electrónica reconocida de
nuestra legislación.

54
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Respecto al requisito exigido por el Art. 1108-2 relativo a las escrituras


privadas sobre derecho de familia o sucesiones, y sobre garantías personales o
reales en el ámbito civil o mercantil, remite al Art. 1317, que hace referencia a
la Escritura Pública con la posibilidad de realizarla en soporte electrónico si
cumple las condiciones fijadas por decreto del Conseil d’Etat.

También es interesante destacar de la legislación francesa el Art. 1322


de su Código Civil, por cuanto equipara a la escritura privada reconocida el
valor de la escritura pública. Es decir, está estableciendo un valor tasado para
los documentos privados y, por ende, los documentos privados electrónicos
que se equiparan a los mismos como hemos visto en párrafos anteriores, a
diferencia de lo que sucede en la legislación española.

En nuestra Ley procesal no se reconoce ese valor tasado a priori sino


que se establece la valoración por la sana crítica (por aquellos partidarios de no
equiparar el documento electrónico al documento tradicional, partidarios
existentes por la ineficacia de la ley a la hora de regularlo exhaustivamente y
dejar el tema zanjado). En la Ley procesal francesa, el Código de Proceso Civil
no hace mención a una definición de documentos en el ámbito de la prueba
(como sucede en la Ley española), pero a pesar de ello el legislador ha tenido
el acierto de dejarlo definido en el Código Civil que complementa la legislación
en el ámbito de la prueba.

En cualquier caso, y a pesar de no contener una definición de


documento, como hemos visto, sí que trata de los documentos electrónicos en
el Art. 287, cuando una de las partes no reconoce el documento, en el caso de
que se trate de un escrito o de una firma electrónicos, en cuyo caso el juez
debe verificar si se cumplen las condiciones de validez que se recogen en los
Arts. 1316-1 y 1316-4 del Código Civil. Los mismos también se mencionan en
el Art. 288-1 (creado por Decreto n. º 2002-1436, de 3 de diciembre de 2002)

55
Mª Belén Aige Mut

que señala que en el caso de reconocimiento de documentos (tratado en el Art.


288), cuando la firma electrónica se beneficie de una presunción de fiabilidad,
pertenece al juez determinar si los elementos de los que dispone justifican el
revocar esa presunción.

Conviene resaltar también el Art. 1325 in fine del Código Civil, del que se
extrae que se resta importancia al polémico tema de original y copias puesto
que recoge que la exigencia de una pluralidad de originales se considera
satisfecha, en el caso de los contratos electrónicos, cuando se cumplan los
requisitos de los Arts. 1316-1 y 1316-451, y el procedimiento permita a cada
parte tener acceso al documento o disponer de un ejemplar.

Para terminar, en el Capítulo VII se regulan con exhaustividad los


contratos en forma electrónica (Arts. 1369-1 a 1369-11) y es interesante ver la
flexibilidad de dicha regulación al no exigir requisitos más estrictos por tratarse
de un soporte informático de los que se puedan exigir a un soporte papel52.

En cuanto al ámbito penal, hay que hacer referencia al Code de


procédure penale y al Code pénal, de carácter más inquisitivo. Centraremos el
estudio únicamente en el Código de Procedimiento Penal y en el mismo
encontramos diversos artículos que es interesante destacar: el Art. 56 (incluido
en la regulación de los crímenes y delitos flagrantes) hace referencia a los

51
Artículos ya mencionados en cuanto a los requisitos que deben cumplir los escritos realizados de
manera electrónica.
52
El Art. 1369-10 señala que cuando el escrito en papel esté sujeto a condiciones especiales de
legibilidad o de representación, el escrito en forma electrónica deberá satisfacer las exigencias
equivalentes; o el Art. 1369-11 que indica que se considerará satisfecha la exigencia de un envío en
varios ejemplares por vía electrónica cuando el escrito pueda ser impreso por el destinatario (en la
versión dada por la orden 2005-674 de 16 de junio de 2005, Artículo 1 IV del Diario Oficial de 17 de Junio
de 2005). Por tanto, se puede observar esa flexibilidad a la hora de pasar el soporte electrónico a papel
sin más exigencias, así como a la hora de realizar las copias del mismo, sin que por ello se levante una
alarma social.

56
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documentos y dentro de ellos a los electrónicos, puesto que hace mención a la


prueba de papeles, documentos, datos informáticos u otros objetos, con lo cual
podrían entenderse incluidos; el Art. 97 (relativo a la instrucción en primera
instancia) regula la búsqueda de documentos o datos informáticos, y
nuevamente habla de objetos, documentos o datos informáticos que serán
inventariados, de este modo podemos volver a entender que podrían incluirse
los documentos electrónicos, dado que además hace expresa referencia a los
mismos cuando señala que si las necesidades de instrucción no se oponen, se
pueden entregar a los interesados copia o fotocopia de los documentos o datos
informáticos (con lo cual está incluyendo a los documentos informáticos, es
decir, electrónicos, como verdaderos documentos); el Art. 428 respecto a la
administración de la prueba señala que el consentimiento, como todo elemento
de prueba, es de libre valoración por el juez, pero no recoge ninguna categoría
específica para documentos o, en su caso, documentos electrónicos;
finalmente el Art. 432 hace referencia a la prueba por escrito, en el sentido de
que no puede resultar de la correspondencia intercambiada entre el reo y su
abogado, pero no define lo que entiende la legislación por el término “por
escrito”, si es documento tradicional o electrónico.

1.2.3. Derecho Latinoamericano: el caso de Ecuador

En el estudio de los diferentes sistemas jurídicos existentes, conviene


también hacer referencia a los derechos latinoamericanos, y en concreto
centraremos el análisis en el Derecho ecuatoriano53.

De la lectura de su Código Civil, interesa destacar el Artículo 1715


párrafo segundo, que enumera las pruebas, y entre ellas están las que

53
País Sede del penúltimo Congreso FIADI sobre nuevas tecnologías, el XVI Congreso Iberoamericano de
Derecho e Informática, al que se asistió en calidad de ponente.

57
Mª Belén Aige Mut

consisten en “instrumentos” públicos o privados. Nos llama mucho la atención


la elección del término instrumentos en lugar de documentos (que es el que se
recoge en nuestra legislación española y en las legislaciones europeas de
nuestro entorno), y esa llamada de atención se debe precisamente a que al ser
un término más amplio que el concreto de “documento”, parece que la Ley va
más avanzada en cuanto a dejar la puerta abierta a la posibilidad de
introducción de los documentos informáticos como instrumentos privados y
sujetos, por tanto, a la valoración de estos instrumentos (muy similar a la de
nuestro Derecho español, y que se recoge en el caso de Ecuador, en el artículo
1719).

En cuanto al Código de Procedimiento Civil destaca el Artículo 125 que


vuelve a enumerarnos los medios probatorios incluyendo los instrumentos
públicos o privados, pero además, y a diferencia del Derecho español, en el
segundo párrafo añade toda una serie de mecanismos probatorios sin incluir el
de soportes informáticos o electrónicos, con lo cual también deja la puerta
abierta a una equiparación entre instrumentos privados tradicionales e
instrumentos privados electrónicos. De hecho, la única definición que
encontramos respecto los instrumentos privados se encuentra en el Artículo
195, y consiste en la precisión de que sean hechos por los particulares. A su
vez, los instrumentos públicos deben contener una serie de partes esenciales
recogidas en el Artículo 173 (como son los nombres, la cosa, las cláusulas, el
lugar y fecha, y la suscripción) que se pueden satisfacer perfectamente
mediante un instrumento público electrónico.

Por último, mencionaré la Ley de Comercio Electrónico, cuyo Artículo 2


equipara el valor jurídico de los documentos electrónicos a los documentos
escritos pero, es más, en el Artículo 51 recoge expresamente los instrumentos
públicos electrónicos y en el Artículo 52 remite el valor probatorio al Código de
Procedimiento Civil.

58
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Es por todo lo antepuesto que, desde nuestro desconocimiento de la


situación real actual que se vive en el país, podemos afirmar que la legislación
ecuatoriana es más aperturista que la española y, por tanto, generaría menos
problemas la inclusión del documento electrónico en el ámbito del proceso. Ello
no significa, sin embargo, que sea la realidad actual, puesto que de la
asistencia al XVI Congreso Iberoamericano de Derecho e Informática se pudo
conocer un poco más el estado vigente, en el cual se encontraba en esos
momentos ante una propuesta de ventanilla que digitalizaría el documento para
enviarlo al casillero judicial electrónico en la Casa de Justicia, cuyo plazo de
ejecución se estableció en 18 meses, así como ante la introducción del
expediente electrónico como sistema de gestión procesal y documental de
manera digitalizada de modo que en enero de 2013 ya no deberían existir
casilleros físicos.

Pudimos observar, asimismo, que la tendencia en los países


latinoamericanos se dirigía a una aceptación de las nuevas tecnologías y por
ende del documento electrónico. Así, a modo de ejemplo, en México existe una
Ley de Firma Electrónica Avanzada de 2012 que pretende el desahogo de
trámites al facilitar los servicios en línea; en Chile el Decreto 81 pretende dotar
de unas características mínimas obligatorias a los documentos electrónicos
para que tengan validez; en Perú está el fedatario informático que da fe de
conocimientos sobre las tecnologías de la información para garantizar su
seguridad (Decreto Legislativo nº. 681, de 1991); y en Costa Rica tienen la Ley
8454 de Certificados, Firmas Digitales y Documentos Electrónicos.

1.2.4. Recapitulación:

De este breve repaso realizado a las legislaciones de los distintos


sistemas jurídicos, observamos que éstos parecen avanzar más deprisa que

59
Mª Belén Aige Mut

nuestra legislación española. En mi opinión, se plantea un gran problema en la


vigente LEC con los documentos electrónicos si no se entienden los mismos
como documentos propiamente dichos. Ello se debe a que del análisis, tanto de
su articulado como del articulado de otras normativas que regulan aspectos
sobre la firma electrónica o sobre el documento electrónico, no se desprende
una regulación unitaria, sino que entraríamos en constantes contradicciones al
no considerar el documento electrónico como auténtico documento a efectos
procesales, como examinaremos más adelante.

Asimismo, ya existen algunos autores que en trabajos más recientes


consideran que se debería incluir el documento electrónico dentro del ámbito
de la prueba documental54.

54
Un exponente de esos autores es ELÍAS BATURONES, J.J., La prueba de documentos electrónicos en los
Tribunales de Justicia, Tirant monografías, 2008, págs. 111 y siguientes.

60
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

61
Mª Belén Aige Mut

2. Análisis del documento electrónico desde el punto de vista


procesal

2.1. El documento electrónico en la legislación española

Antes de la entrada en vigor de la actual LEC curiosamente el tema era


más sencillo, pues nuestra doctrina y jurisprudencia pasó por una serie de
etapas bien delimitadas como la teoría estricta o del escrito (que sostiene que
forzaría la noción de prueba documental incluir otras cosas en los documentos,
como son los soportes electrónicos, y cuyo exponente es Gómez Orbaneja55),
la teoría intermedia o de la representación (que dice que el documento es más
que un escrito, cuyo exponente lo hallamos en Carnelutti56) y la teoría amplia
(cuyo principal defensor es Guasp57, y para quien documento es todo objeto
utilizado en el proceso con propósito de prueba susceptible de ser desplazado
a presencia del juez por su condición de mueble).

Por tanto, pasando por una primera fase restrictiva en la que se


consideraba que la prueba regulada en la antigua LEC era numerus clausus58,
posteriormente la mayoría de nuestra jurisprudencia59 ya se decantó por una
fase de transición en la que los documentos electrónicos eran aceptados como

55
GÓMEZ DE ORBANEJA, E., Derecho procesal Civil Vol.1º. Parte General. El proceso declarativo
ordinario, Op. Cit., pág. 339.
56
Citado por FERNÁNDEZ PÉREZ, V. y FERNÁNDEZ DÍAZ, B., “Cuestiones sobre la prueba documental”,
Aspectos prácticos de la prueba civil (Abel Lluch, X. y Picó i Junoy, J. Directores.), J.M. Bosch Editor,
Barcelona, 2006, versión generada por vLex, pág. 2.
57
Citado por MONTERO AROCA, J., La prueba en el proceso civil, Op. Cit., pág. 144.
58
STS, Sala 1ª, de 30 de noviembre de 1981, STS de 8 de octubre de 1902, STS de 28 de junio de 1940 o
SAP Palma de Mallorca, Sección 3ª de 9 noviembre 1988, entre otras.
59
STS 30 de noviembre de 1992, como principal exponente.

62
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

medios de prueba pero debían ser adverados por otros medios probatorios
(teniendo también plasmación en nuestra jurisprudencia una fase ampliatoria o
de aceptación plena, pero no tan mayoritaria60).

Sin embargo, con la nueva LEC del año 2000, parece regularse que sólo
es documento el soporte escrito en papel, volviendo así al concepto clásico.
Pero, como decíamos antes, la Ley sigue sin definir el documento y, por tanto,
nos hallamos con una ausencia de definición en cuanto a su naturaleza
procesal.

Se puede encontrar una definición de documento en otras leyes en el


ámbito español, diferentes a la ley procesal, que a modo de ejemplo
señalaremos a continuación cronológicamente por orden de antigüedad:

a) Ley 16/1985, de 25 de Junio, del Patrimonio Histórico Español, el


Art. 49 entiende por documento, a los efectos de esta Ley, “toda
expresión en lenguaje natural o convencional y cualquier otra
expresión gráfica sonora o en imagen, recogidas en cualquier tipo
de soporte material, incluso los soportes informáticos. Se
excluyen los ejemplares no originales de ediciones.” Por tanto, se
incluirían los documentos electrónicos en la noción de
documento.

b) Ley 30/1992, de 26 de Noviembre, Reguladora de la Jurisdicción


Contencioso-Administrativa, el Art. 45.5 señala: “Los documentos
emitidos, cualquiera que sea su soporte, por medios electrónicos,
informáticos o telemáticos por las Administraciones Públicas, o los
que éstas emitan como copias de originales almacenados por

60
STS 5 febrero 1988 o STS 24 marzo 1994

63
Mª Belén Aige Mut

estos mismos medios, gozarán de la validez y eficacia de


documento original siempre que quede garantizada su
autenticidad, integridad y conservación y, en su caso, la recepción
por el interesado, así como el cumplimiento de las garantías y
requisitos exigidos por ésta u otras leyes.” Al igual que en la
anterior Ley, se habla de documentos en cualquier soporte, con
especial referencia a los medios electrónicos, informáticos o
telemáticos, con lo cual queda claro que está haciendo referencia
a los documentos electrónicos.

c) Real Decreto 263/1993, de 16 de Febrero, por el que se regula la


utilización de técnicas electrónicas, informáticas y telemáticas por
la Administración General del Estado: el Art. 3 apartado d) recoge
en las definiciones la referida al documento, indicando que el
documento es “entidad identificada y estructurada que contiene
texto, gráficos, sonidos, imágenes o cualquier otra clase de
información que puede ser almacenada, editada, extraída e
intercambiada entre sistemas de tratamiento de la información o
usuarios como una unidad diferenciada.” De la lectura del mismo
se puede concluir que dentro del concepto de documento incluiría
al electrónico, puesto que contiene información que puede ser
almacenada, es decir, está dando una definición del documento
electrónico aunque sin realizarlo de una manera específica
(entendemos que al ser un Real Decreto sobre la utilización de las
técnicas electrónicas, su definición de documento hace referencia
al electrónico, aunque como acabamos de señalar, no indica en la
definición el término “documento electrónico” sino simplemente
“documento”). Este Real Decreto estuvo vigente hasta el 19 de
noviembre de 2009, fecha de entrada en vigor del Real Decreto
1671/2009, de 6 de noviembre, por el que se desarrolla

64
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

parcialmente la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso


electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos.

d) Real Decreto 828/1995, de 9 de Mayo, por el que se aprueba el


Reglamento del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y
Actos Jurídicos Documentados: el Art. 76 indica que: “… a efectos
de lo dispuesto anteriormente, se entenderá por documento
cualquier soporte escrito, incluidos los informáticos, por los que se
pruebe, acredite o se haga constar alguna cosa.” Se puede
observar que también se incluyen los documentos electrónicos en
esta noción de documento.

e) Código Penal de 1995, el Art. 26 define el documento a efectos


del mencionado Código como “todo soporte material que exprese
o incorpore datos, hechos o narraciones con eficacia probatoria o
cualquier otro tipo de relevancia jurídica”. La consideración de
documento así entendida debe extenderse también al ámbito
procesal penal (no tiene sentido que un documento fuera típico
pero no pudiera aportarse al proceso). Sin embargo, se sigue
haciendo hincapié en el soporte material (que no se debe
confundir con la idea de soporte duradero), que bien puede
equipararse con un USB, DVD, CD-ROM, disco duro…

Algunos autores61 quieren encontrar en este concepto del Código


Penal una puerta abierta a los documentos electrónicos como
documentos legalmente admitidos, al menos en el área del
proceso penal, y extrapolarlos al proceso en general. Pero en la

61
ELÍAS BATURONES, J.J., La prueba de documentos electrónicos en los Tribunales de Justicia, Op. Cit.,
págs. 35-40.

65
Mª Belén Aige Mut

práctica se sigue dudando de su inclusión, precisamente por esa


mención al soporte material.

f) Ley 24/2001 de 27 de Diciembre de Medidas Fiscales,


Administrativas y del Orden Social, en el Art. 115 agrega el Art. 17
bis a la Ley del Notariado de 28 de Mayo de 1862 y añade el
documento público electrónico, cuando dice: “Los instrumentos
públicos a que se refiere el artículo 17 de esta Ley, no perderán
dicho carácter por el sólo hecho de estar redactados en soporte
electrónico con la firma electrónica avanzada del notario y, en su
caso, de los otorgantes o intervinientes, obtenida la de aquel de
conformidad con la Ley reguladora del uso de firma electrónica
por parte de notarios y demás normas complementarias.”

Lo anterior afecta al Art. 317.2 a 4 de la LEC, en el sentido de que


se aceptarán como documentos públicos aquellos redactados en
soporte electrónico. Una vez más, la dificultad de justificar esta
dualidad de régimen jurídico procesal probatorio, según la
procedencia del documento electrónico presentado, queda
patente.

g) Ley 11/2007, de 22 de Junio, de acceso electrónico de los


ciudadanos a los Servicios Públicos (en adelante, LAE): el Art. 29
regula el documento administrativo electrónico; y la letra j del
anexo, dedicada a las definiciones, considera al documento
electrónico como “información de cualquier naturaleza en forma
electrónica, archivada en un soporte electrónico según un formato
determinado y susceptible de identificación y tratamiento
diferenciado”.

66
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

h) Real Decreto 1671/2009, de 6 de noviembre, por el que se


desarrolla parcialmente la LAE, dedica todo el Título VI a los
documentos electrónicos y sus copias, y da un paso más en el
Art. 46 al establecer lo siguiente: “Los documentos originales y las
copias auténticas en papel o cualquier otro soporte no electrónico
admitido por la Ley como prueba, de los que se hayan generado
copias electrónicas auténticas, podrán destruirse en los términos y
condiciones que se determinen en las correspondientes
Resoluciones, si se cumplen los siguientes requisitos”. Según este
precepto, tiene tanta seguridad el documento electrónico que no
tiene sentido conservar documentos en soporte papel incluso
aunque se trate de originales, hecho que nos hace pensar una
vez más en que se debería reconocer plenamente el valor del
documento electrónico como auténtico documento a efectos
probatorios.

i) Ley 18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las tecnologías


de la información y la comunicación en la Administración de
Justicia62. El Art. 27 define el documento judicial electrónico
indicando que tendrán tal consideración “las resoluciones y
actuaciones que se generen en los sistemas de gestión procesal,

62
Esta Ley responde a la necesidad creciente de modernización e introducción de nuevas tecnologías en
la Administración de Justicia como adaptación a una realidad social. En este sentido, ALMENAR
BELENGUER, M., vocal del Consejo General del Poder Judicial, publicó el 20 de Junio de 2011 un artículo
en El Mundo titulado “¿Realmente importa la Justicia?”, en el que señala: “que el funcionamiento de
esta Administración es deficiente no deja lugar a dudas”, aunque en su propuesta de mejora no
menciona las nuevas tecnologías como uno de los aspectos más relevantes. En la misma línea, VIGUER,
P., juez decano de Valencia, señala en “Cómo modernizar la Justicia”, El País, 18 de Junio de 2011, que
“son alarmantes las carencias de la Administración de Justicia”, y en sus propuestas de mejora señala en
el apartado 7 la interconexión y modernización informática de los órganos judiciales puesto que según él
“seguimos en el pleistoceno informático”; asimismo indica la necesidad de la Oficina Judicial (en su
apartado 11.º), e incluso la reforma de las normas procesales, en especial la Ley de Enjuiciamiento
Criminal (en su apartado 12.º).

67
Mª Belén Aige Mut

así como toda información que tenga acceso de otra forma al


expediente, cuando incorporen datos firmados electrónicamente
en la forma prevista en la Sección 2.ª del Capítulo II del Título III
de la presente Ley.” Y señala también en el apartado 3º cuándo
se puede considerar el documento público como electrónico:
“Tendrá la consideración de documento público el documento
electrónico que incluya la fecha electrónica y que incorpore la
firma electrónica reconocida del secretario judicial, siempre que
actué en el ámbito de sus competencias, conforme a lo dispuesto
en las leyes procesales”.

Además, trata también el tema de las copias electrónicas en el


Art. 28 (al que haremos referencia más adelante en el presente
trabajo), y, asimismo, en el Anexo define el concepto de
documento electrónico como “Información de cualquier naturaleza
en forma electrónica, archivada en un soporte electrónico según
un formato determinado y susceptible de identificación y
tratamiento diferenciado”.

2.2. Eficacia del documento electrónico. La implantación del mismo


en el ámbito de las Administraciones Públicas, con especial
referencia a la Administración de Justicia

Independientemente de la definición del documento, pero en íntima


conexión con ella, se plantean los siguientes interrogantes: ¿Qué validez tienen
en nuestro Ordenamiento los documentos electrónicos? ¿Podrían considerarse
como prueba documental? ¿Qué valor probatorio se les puede otorgar?

Como hemos hecho anteriormente con la noción de documento,


señalaremos diferentes leyes no procesales que hablan de la eficacia de los

68
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documentos electrónicos (ordenadas cronológicamente por antigüedad), para


acabar centrándonos en la LEC:

a) El Art. 45 de la Ley 30/1992, reconoce la validez como documento


original a los documentos emitidos por vía electrónica siempre que
garanticen autenticidad, integridad, conservación y, en su caso,
recepción. También reconoce las copias.

b) El Real Decreto 1906/1999, de 17 de Diciembre, por el que se


regula la contratación telefónica o electrónica con condiciones
generales en desarrollo del Art. 5.3 de la Ley 7/1998, de 13 de abril,
de condiciones generales de la contratación (BOE 313, de 31 de
diciembre)63. El propio Art. 5 de la Ley 7/1998, en el apartado 4
señala que en la contratación electrónica no es necesaria la firma
convencional.

Y el Art. 5.2 del citado Real Decreto, respecto a la atribución de la


carga de la prueba, indica que cualquier documento que contenga la
información aun cuando no sea con soporte papel será aceptado
como medio de prueba en los términos de la legislación aplicable,
haciendo especial referencia a los documentos electrónicos y
telemáticos siempre que garanticen la autenticidad, identificación
fiable de los firmantes, integridad sin alteración de su contenido y
momento de emisión y recepción. En su párrafo segundo indica el
modo de realizarlo en los casos de contratación electrónica,
señalando que “deberá utilizarse una firma electrónica avanzada
que atribuya a los datos consignados en forma electrónica el mismo
valor jurídico que la firma manuscrita, conforme a lo dispuesto en el

63
En vigor hasta el 29 de marzo de 2014, como se mencionará más adelante en este mismo apartado.

69
Mª Belén Aige Mut

Real Decreto-ley 14/1999, de 17 de septiembre, sobre firma


electrónica. En estos casos, al documento electrónico se
acompañará una consignación de fecha y hora de remisión y
recepción, en su caso.”

Si bien en cuanto a los efectos probatorios remite a la legislación


aplicable (esto es, la LEC), está dando a entender que si equipara la
firma electrónica con la manuscrita, por ende se debe equiparar el
documento electrónico al tradicional con su mismo valor probatorio.

Hay que señalar, sin embargo, que el mencionado Real Decreto ha


estado vigente hasta el 29 de marzo de 2014, puesto que
recientemente ha sido derogado por la Ley 3/2014, de 27 de marzo,
de modificación del Texto Refundido de la Ley General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes
complementarias (aprobado por Real Decreto Legislativo 1/2007, de
16 de noviembre), aunque dicha Ley comenzará a aplicarse a los
contratos celebrados a partir de 13 de junio de 2014. De esta nueva
normativa interesa destacar el hecho de que el Art. 28 modifica el
Título III, y en el nuevo Art. 99, relativo a los requisitos formales de
los contratos celebrados fuera del establecimiento, hace referencia
a que la información sobre el contrato así como la copia del mismo
se facilitarán al consumidor en papel o en soporte duradero si existe
acuerdo al respecto (es decir, en soporte electrónico). Asimismo, no
aparecen referencias al tipo de firma requerido pero es de destacar
que el Art. 30, que adiciona el ANEXO B, relativo al modelo de
formulario de desistimiento, únicamente hace referencia a la firma
del consumidor en el caso de que dicho formulario se presente en
papel (con lo cual está dando a entender que si se presenta en otro
soporte la firma convencional no será necesaria). En el mismo

70
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

sentido, dicha modificación tiene especialmente en cuenta la


normativa específica sobre servicios de la sociedad de la
información y del comercio electrónico64, esto es, la Ley 34/2002,
que como veremos más adelante, da carácter de prueba
documental a los documentos electrónicos.

c) La Ley de Enjuiciamiento Criminal incorpora pocas referencias, al


datar del año 188265; simplemente en el Art. 793 al hablar de los
medios de reproducción mecánica, o en el Art. 448 modificado por
la Ley 14/1999. Pero sí que se defiende en este ámbito a los
documentos como prueba en soporte distinto a papel. Respecto de
la Jurisprudencia penal, se ha venido aceptando este instrumento
pero exigiendo su adveración por otros medios. Incluso la
jurisprudencia define el concepto de documento como “toda
representación gráfica, expresiva y cierta de acontecimientos, de
sucesos y de hechos acaecidos con anterioridad, por virtud del cual,
generalmente de forma escrita pero no exclusiva, se recoge aquello
que se quiere hacer constar, con certeza, seguridad y

64
El Art. 94, relativo a las comunicaciones comerciales y contratación electrónica, así lo señala: “En las
comunicaciones comerciales por correo electrónico u otros medios de comunicación electrónica y en la
contratación a distancia de bienes o servicios por medios electrónicos, se aplicará además de lo
dispuesto en este título, la normativa específica sobre servicios de la sociedad de la información y
comercio electrónico.
Cuando lo dispuesto en este título entre en contradicción con el contenido de la normativa específica
sobre servicios de la sociedad de la información y comercio electrónico, ésta será de aplicación
preferente, salvo lo previsto en el artículo 97.7, párrafo segundo”.
65
Debemos recordar que la LEC es supletoria de los otros órdenes jurisdiccionales, y que en el caso de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal respecto al tema de la prueba documental se debería completar con la
LEC, dada la escasa referencia a la misma en el Art. 726, referido precisamente a la prueba documental:
“El Tribunal examinará por sí mismo los libros, documentos, papeles y demás piezas de convicción que
puedan contribuir al esclarecimiento de los hechos o a la segura investigación de la verdad”. En este
caso, la Ley habla de documentos, sin definir el concepto mismo de documento, por lo que podría
completarse este concepto acudiendo a la ley sustantiva, como es el Art. 26 del Código Penal, que
hemos mencionado anteriormente.

71
Mª Belén Aige Mut

acreditamiento, a todos los efectos y para múltiples finalidades”


(STS de 28 de diciembre de 1990). Pero, igualmente, creo que en
este punto este concepto puede tener también diferentes
interpretaciones, puesto que solamente habla de que no es
exclusiva la forma escrita, pero no del soporte (hoy en día se puede
hablar de diferentes soportes de prueba electrónica como son
redes, terminales, memorias… y según el caso habrá que estar a su
concreta regulación66).

d) La Ley 24/2001, de 27 de Diciembre, de Medidas Fiscales,


Administrativas y del Orden Social, en el Art. 115 modifica la Ley de
28 de Mayo de 1862 del Notariado, añadiéndole un Art. 17 bis que
establece el carácter de documento público al documento
electrónico notarial (como hemos mencionado anteriormente) y, por
tanto, al considerarse documento público gozaría de la eficacia de
los mismos consignada en la LEC.

e) La Ley 34/2002, de 11 de Julio, de Servicios de la Sociedad de la


Información y de Comercio Electrónico, en el Art. 24 establece el
documento electrónico como prueba documental. Sin embargo, el
Consejo General del Poder Judicial al respecto67 (y con motivo de la
promulgación de la Ley 59/2003 de Firma Electrónica que se hace
eco de este artículo), señaló que se ha de poner en relación con la
LEC. Lo que puede llevar a entender que este carácter de prueba

66
Como indica VELASCO NUÑEZ, E., “Investigación procesal penal de redes, terminales, dispositivos
informáticos, imágenes, GPS, balizas, etc.: la prueba tecnológica”, La Ley, n.º 8183, 4 de noviembre de
2013, versión digital.
67
Informe del Consejo General del Poder Judicial, de fecha 24 de abril de 2003, al Anteproyecto de
Firma Electrónica de fecha 2 de abril de 2003.

72
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documental se basa en la aplicación analógica de determinados


preceptos de la prueba documental sin llegar a considerar el
documento electrónico como auténtica prueba documental; o bien
que se debe hacer una interpretación extensiva de la LEC y
amparar el documento electrónico en sede de documento privado.
Este Art. 24 es un precepto considerado según algunos autores
como polifacéticamente erróneo68.

f) La Ley 59/2003, de 19 de Diciembre, de Firma Electrónica, otorga a


los soportes electrónicos con datos firmados electrónicamente la
consideración de documento en el Art. 3 apartados 5 y 8, siguiendo
así la tendencia documentista ya iniciada en el Art. 24.2 de la Ley
34/2002 de Servicios de la Sociedad de la Información, citada en el
apartado anterior.

g) Ley 41/2007, de 7 de diciembre, por la que se modifica la Ley


2/1981, de 25 de marzo, de Regulación del Mercado Hipotecario y
otras normas del sistema hipotecario y financiero, de regulación de
las hipotecas inversas y el seguro de dependencia y por la que se
establece determinada norma tributaria. En la Disposición Final
Sexta de modificación de la LEC, en el apartado 5 modifica el Art.
267 LEC en relación a la presentación de documentos públicos (que
se podrán aportar, en su caso, mediante soporte electrónico), y en
el apartado 10 modifica el Art. 318 LEC en el tenor siguiente:

68
DE LA OLIVA SANTOS, A., “Consideraciones procesales sobre documentos electrónicos y firma
electrónica”, Revista Crítica de Derecho Inmobiliario Núm. 687, Enero-Febrero 2005, págs. 119 a 128.
Considera este autor que en caso de incumplimiento es más fácil aportar un papel o documento
convencional que materialice la transacción llevada a cabo por conexión electrónica, ya que según él es
difícil disponer del soporte electrónico mismo, y si se dispone de un soporte electrónico se puede
aportar sin necesidad de considerarlo prueba documental, por el cauce del Art. 299.2 LEC, lo que no
tiene consecuencias en el modo de aportación sino en el modo de examen y apreciación.

73
Mª Belén Aige Mut

“Artículo 318. Modo de producción de la prueba por documentos


públicos. Los documentos públicos tendrán la fuerza probatoria
establecida en el artículo 319 si se aportaren al proceso en original
o por copia o certificación fehaciente, ya sean presentados éstos en
soporte papel o mediante documento electrónico, o si, habiendo
sido aportado por copia simple, en soporte papel o imagen
digitalizada, conforme a lo previsto en el artículo 267, no se hubiere
impugnado su autenticidad”. Por tanto, está otorgando la eficacia de
documento público al de carácter electrónico.

h) Ley 56/2007, de 28 de diciembre, de Medidas de Impulso de la


Sociedad de la Información, en el Art. 1.1 párrafo 2º considera a la
factura electrónica como un documento electrónico y, más adelante,
en el Art. 5 modifica la Ley de Firma Electrónica (en adelante, LFE),
en aspectos relativos al valor probatorio de los documentos
electrónicos que veremos en el capítulo siguiente.

i) Ley Orgánica del Poder Judicial, Art. 230, otorga validez jurídica a
los documentos electrónicos pero siempre cumpliendo con los
requisitos exigidos por leyes procesales: “Los documentos emitidos
por los medios anteriores, cualquiera que sea su soporte, gozarán
de la validez y eficacia de un documento original siempre que quede
garantizada su autenticidad, integridad y el cumplimiento de los
requisitos exigidos por las leyes procesales”; por tanto, si gozan de
la eficacia de documento original, se podría entender la
equiparación de documento electrónico a documento tradicional y
extrapolarlo al ámbito de la LEC en cuanto a eficacia probatoria.

Es importante destacar que dentro del ámbito de las Administraciones


Públicas no parece existir inconveniente en aceptar de pleno, y con todas las

74
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

consecuencias que ello pueda conllevar, el documento electrónico como


equivalente total al documento tradicional. Un ejemplo de ello se encuentra en
la Ley 11/2007 de acceso electrónico de los ciudadanos a las Administraciones
Públicas. Esta Ley ha dado el paso del “podrán”, que establecía el Art. 45 de la
Ley de Procedimiento Administrativo Común, al “deberán” que deja constancia
esta ley, como obligación de las Administraciones.

En efecto, esta Ley establece la Administración Electrónica, que al fin y


al cabo es una Administración Pública normal. La legislación incide en que el
acto administrativo electrónico es igual al acto tradicional (ya sean licencias,
autorizaciones…) y simplemente cambia la forma en que se manifiesta. El
elemento subjetivo es el mismo (la competencia del órgano y el interesado), el
elemento teleológico también (el sentido o la finalidad del acto), al igual que el
elemento objetivo (el contenido) y la única diferencia que podríamos advertir es
la referente al elemento formal, que cambia del tradicional papel a una forma
electrónica. Incluso cabe decir que no es la forma lo que cambia sino el
soporte, puesto que ambos estarían en signos escritos igualmente
representados pero en diferentes soportes plasmados.

Todas esas características apuntadas deben poder predicarse también


del documento electrónico privado o público en el ámbito del proceso, puesto
que junto con el documento tradicional compartiría un mismo elemento
subjetivo, teleológico, objetivo y parcialmente formal cambiando únicamente su
soporte, y no en todos los casos puesto que ese documento electrónico puede
acabar plasmándose igualmente en soporte papel, con lo que simplemente es
una forma de materialización.

Lo que distingue, por tanto, al documento tradicional del electrónico es la


forma y, en consecuencia, su prueba (soporte probatorio) y eso es lo que ha
hecho plantearse si estamos ante un verdadero documento.

75
Mª Belén Aige Mut

La Ley 11/2007 hace hincapié en que la intangibilidad de los actos


administrativos debe igualmente respetar los derechos y garantías, lo que
puede conllevar unos problemas superiores puesto que tradicionalmente esa
forma de realización del acto se hacía entre presentes acudiendo físicamente; y
mediante la forma electrónica el acto se realiza entre ausentes y, por ello,
simplemente lo que hay que hacer es extremar los requisitos de autenticidad,
integridad y no rechazo, que es lo que se consigue con la firma electrónica
reconocida, como mencionaremos más adelante en este trabajo. Son
problemas todos ellos salvables al igual que lo han sido los problemas que han
podido generar los soportes papel durante los siglos anteriores, y que se deben
adaptar al cambio y asimilarlos sin excluirlos o marginarlos del régimen común.

Como consecuencia de esta Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso


electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos, se ha establecido una
nueva regulación de los registros electrónicos en los Arts. 24, 25 y 26 y se ha
desarrollado mediante Real Decreto 1671/2009, de 6 de Noviembre.

A raíz del mismo, muchas entidades importantes han pasado ya a


aprobar sus registros electrónicos. Así, por ejemplo, MUFACE ha habilitado la
recepción y remisión de escritos y comunicaciones electrónicamente (con lo
cual da a entender que los escritos pueden ser electrónicos), siempre con la
firma electrónica a que hace referencia el Real Decreto y con las condiciones
de admisibilidad de los documentos electrónicos del Registro Electrónico y en
formatos en el marco del esquema nacional de interoperabilidad, de acuerdo
con los instrumentos y vías de comunicación disponibles.

Igualmente ha realizado un registro electrónico la Mutualidad General


Judicial, por resolución de 5 de abril de 2011 (publicada en el BOE el 14 de
abril de 2011). En el Art. 4 a) habla igualmente de la recepción y remisión de

76
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

solicitudes, ESCRITOS y comunicaciones de todo tipo; y en el Art. 5, de la


admisión de los documentos electrónicos normalizados. Del mismo modo hace
referencia a la firma electrónica en el Art. 10, conforme al Art. 10 del Real
Decreto 1671/2009.

Y el 6 de Mayo de 2011 se aprobó un proyecto de Ley de Registro Civil


único e informatizado (electrónico como una base de datos única para toda
España adaptada a las nuevas tecnologías y necesidades de los usuarios).
Finalmente, dicho proyecto dio lugar a la Ley 20/2011, de 21 de julio, del
Registro Civil (BOE de 22 de julio de 2011) y a la Ley Orgánica 8/2011, de 21
de julio, complementaria de la Ley del Registro Civil, por la que se modifica la
Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial (BOE de 22 de julio de
2011).

Siguiendo con esta tendencia, por Orden del Ministerio de Economía y


Hacienda (EHA/1843/2011, de 30 de Junio) se regula la publicación de
anuncios en la Sede Electrónica de la Agencia Estatal de la Administración
Tributaria para la notificación por comparecencia (BOE de 4 de julio de 2011).
El Art. 45 de la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, da una
nueva redacción al Art. 112 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General
Tributaria, estableciendo la posibilidad de utilizar como medios alternativos de
publicación, a los solos efectos de los anuncios de citación para comparecer y
sin afectar el régimen de notificaciones, la sede electrónica del organismo
correspondiente y el “Boletín Oficial del Estado” o boletines de las
Comunidades Autónomas o de las provincias.

Esta publicación en sede electrónica tiene carácter sustitutivo de


acuerdo con la posibilidad establecida por el Art. 12 de la Ley 11/2007, de 22
de junio, de acceso electrónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos, y el

77
Mª Belén Aige Mut

Art. 6.2 del real Decreto 1671/2009, de 6 de noviembre, por el que se desarrolla
parcialmente la Ley 11/2007.

En el mismo sentido, el TS ha avalado la implantación de las


notificaciones tributarias vía electrónica, afirmando la legalidad del Real
Decreto que implantó la obligatoriedad de la notificación de algunas
resoluciones de la Administración Tributaria por vía electrónica, a través de la
STS de 22 de febrero de 2012 (sala de lo contencioso-administrativo).

Igualmente, la abogacía española ha reforzado su compromiso con la


Administración Electrónica a través de su infraestructura tecnológica, Red
Abogacía, por la cual más de 524.000 ciudadanos solicitaron la justicia gratuita
en el año 2013, suponiendo un aumento del 41%69 (destacando las
Comunidades de Valencia, Madrid, Andalucía y Cataluña, y, en menor medida,
Galicia, Canarias, Murcia, Baleares, Aragón, Extremadura, Castilla-La Mancha
y Castilla y León). El objetivo perseguido es aportar mayor transparencia,
eliminar errores administrativos, reducir los costes económicos y reducir el
plazo en la tramitación hasta en 40 días.

Todos ellos son pasos importantes a tener en cuenta a la hora de valorar


el documento electrónico que se trata en el presente trabajo. Pero de todos
estos avances, el paso más importante se ha dado con la publicación de la Ley
18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las tecnologías de la información y
la comunicación en la Administración de Justicia, en cuya Disposición Adicional
Segunda (de adaptación a los sistemas de administración electrónica) otorga
un plazo de cinco años para la dotación de oficinas judiciales y fiscalías que
permitan la tramitación electrónica de los procedimientos.

69
Noticia publicada en la página web iustel en fecha 7 de febrero de 2014.

78
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Fruto de esta iniciativa es la aprobación del expediente judicial


electrónico70, que se inició en el ámbito de la Audiencia Nacional, Sala de lo
Social, con el principal objetivo de la eliminación del papel. Si bien es cierto que
parece ser que estamos más ante un desiderátum que una realidad, debido a
la falta de medios para implementarlo, lo que ha ocasionado que los
trabajadores de la Audiencia Nacional denuncien las deficiencias en la
eliminación del papel y la digitalización de los expedientes en la sala de lo
Contencioso-Administrativo, indicando que la misma ha producido un “atasco”
dado que no se puede acceder a las aplicaciones informáticas habilitadas que
se encuentran bloqueadas y denunciando que estuvieron un plazo de 15 días
sin recibir ninguna demanda, así como con la imposibilidad de visionar algunos
escritos remitidos digitalmente, con el problema adicional de que el gestor
documental Minerva caía constantemente71.

Nos encontramos con un problema real a la hora de implantar las


nuevas tecnologías en la Administración de Justicia, problema que ha sido
reflejado en diferentes sectores: de este modo en Burgos y Murcia se ha
denunciado la carencia de personal así como el mal funcionamiento de los
programas informáticos; se ha criticado la Oficina Judicial como un “rotundo
fracaso” por jueces, fiscales, abogados y procuradores, destacando la
importancia de extender el uso de las nuevas tecnologías a todos los órganos
jurisdiccionales72; e incluso los notarios han reivindicado el uso de las nuevas

70
La regulación de este expediente la podemos encontrar en el siguiente enlace:
http://oficinajudicial.justicia.es/portaloj/expediente_judicial_electronico
71
Datos obtenidos de diferentes noticias publicadas en la página web iustel, en las fechas 3 de
noviembre de 2011 y 7 de diciembre de 2011.
72
En este sentido, el fiscal Fernando Germán Benítez dijo en unas declaraciones que lo importante es
“luchar contra el polvo, los ácaros y otros elementos de la fauna que se pueden encontrar sobre los
legajos y las montañas de papel”.

79
Mª Belén Aige Mut

tecnologías en sus relaciones con los ciudadanos, para así garantizar la


seguridad jurídica de las comunicaciones telemáticas, que permiten ganar
agilidad y ahorrar costes73.

Es por ello por lo que el Gobierno se ha visto obligado a invertir en


cuanto a la modernización de la Administración de Justicia y ha manifestado
que destinará 28 millones de euros a mantener su servicio informático, así
como al desarrollo de aplicaciones y servicios que faciliten la gestión procesal
de los asuntos sometidos a los tribunales, e igualmente a la implantación de
nuevas metodologías de trabajo. Todo ello conlleva una serie de reformas
orientadas a la modernización de la justicia, que suponen la transformación
profunda de los procesos de trabajo y el uso intensivo de las nuevas
tecnologías74.

Aún así, se observa cómo poco a poco las nuevas tecnologías se han
ido implantando; y así, el uso de las notificaciones judiciales telemáticas, en
lugar del papel, se ha incrementado un 38% en el año 201375, lo cual unido al
incremento durante el año 2012 de un 81% y los más de 2500 órganos
judiciales que utilizan la plataforma LexNET, demuestra el esfuerzo realizado
en aras a situarse en el uso del papel cero en materia de notificaciones
judiciales electrónicas. De hecho, en fecha 31 de marzo de 2014, la Junta de
Andalucía ha implantado la plataforma LexNET en todos los juzgados de la

73
Con motivo del 11º Congreso Notarial celebrado en Murcia, el Notario Francisco Javier García Más
precisó que el documento electrónico era un “simple documento privado” si no contaba con la
intervención de un funcionario público, explicando que el uso de las nuevas tecnologías exige la
presencia de un “tercero de confianza” que garantice la seguridad jurídica. Es decir, está reconociendo,
como no puede ser de otro modo, el carácter de documento privado de los documentos electrónicos
como punto de partida.
74
Noticia publicada en la página web iustel el 9 de diciembre de 2013.
75
Noticia publicada en la página web iustel el 7 de febrero de 2014.

80
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

provincia, computándose en un total de 1,5 millones las comunicaciones


realizadas desde el año 2011 (correspondiendo 719.285 al año 2013 y 153.849
en lo que va de año 201476), y señalando los beneficios obtenidos, como
puedan ser la agilización en los trámites, reducción del tiempo en las
comunicaciones, reducción de costes económicos (al evitar los
desplazamientos para su realización) y ahorro de papel. Los objetivos
marcados a partir de este momento se concentran en la interconexión de todos
los órganos judiciales así como en la implantación del expediente judicial
electrónico.

Todo ello supone una reducción de los gastos de envío en el año 2013
que se estima entorno a los 89 millones de euros anuales. Aunque todavía
queda dar un paso más que es el envío de escritos telemáticos a los Tribunales
de Justicia, objetivo que se ha puesto en marcha en el año 2014 para la
Comunidad de La Rioja a raíz de la firma de dos acuerdos del ministro de
Justicia, de fecha 18 de noviembre de 2013, con el Consejo General de
Procuradores de España y con el Consejo General de Colegios Oficiales de
Graduados Sociales, respectivamente, como una colaboración de los
procuradores y los graduados sociales para presentar sus escritos. Y del
mismo modo, ya es posible presentar escritos de trámite y demandas
telemáticas en los Juzgados de Primera Instancia de Logroño, la sección civil
de la Audiencia Provincial de La Rioja y la sala de lo civil del Tribunal Superior
de Justicia de La Rioja, con previsión de irse extendiendo a otros lugares de
España, incluso en la Audiencia Nacional, para lo cual se realizó una reunión el
día 14 de febrero de 2014 entre el Ministerio de Justicia y los representantes de
los Procuradores, con el objetivo de avanzar durante el presente año en la
implantación de la aplicación en LexNET del sistema telemático de
presentación de escritos y que así desaparezca progresivamente la tramitación

76
Datos obtenidos de la noticia publicada en la página web iustel, el 31 de marzo de 2014.

81
Mª Belén Aige Mut

en papel que entorpece el funcionamiento de los tribunales de Justicia. Fruto


de esta previsión, y con fecha 18 de marzo de 2014, el Tribunal Superior de
Justicia de Cantabria y el Gobierno firman el protocolo que permitirá presentar
escritos en los juzgados de forma telemática, uniéndose de esta manera a los
muchos tribunales que ya ostentan esta posibilidad.

De todas estas normativas que se han ido aprobando, se puede


observar que cada vez más van surgiendo los medios electrónicos en todos los
ámbitos y que, por tanto, es necesario unificar la postura procesal que se va a
adoptar ante los cada vez más abundantes documentos electrónicos, sobre
todo con relación al importante ámbito probatorio77.

A modo de ejemplo, se citarán diversas iniciativas relacionadas con la


implantación de los medios electrónicos en el ámbito de las Administraciones:
a) Pago por vía telemática de diversas tasas del Ministerio de Fomento,
por resolución de 29 de Junio de 2011.
b) Orden EHA/1843/2011, de 30 de Junio, por la que se regula la
publicación de anuncios en la Sede Electrónica de la Agencia Estatal
de la Administración Tributaria, para la notificación de
comparecencias.
c) Orden de 15 de Septiembre de 2011 sobre la puesta en
funcionamiento de la Sede Electrónica de la Xunta de Galicia (DOG
de 23 de Septiembre de 2011).
d) Resolución de 19 de Septiembre de 2011 por la que se aprueba la
Sede Electrónica del Servicio Público de Empleo Estatal.

77
Dentro de todos estos documentos electrónicos que cada vez abundan más, es interesante también
mencionar la STS (sala de lo social) de 22 de junio de 2011, que ha declarado que las empresas se
encuentran legitimadas para suprimir el recibo de salarios en papel y sustituirlo por uno digital, con lo
cual tenemos otro documento más de carácter electrónico con el que convivir en el día a día.

82
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

e) Resolución de 26 de Septiembre de 2011 por la que se aprueba la


Sede Electrónica del Instituto de Turismo de España.
f) Reglamento de la Unión Europea n. º 1077/2011 del Parlamento
Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2011, por el que se
establece una Agencia Europea para la gestión operativa de
sistemas informáticos de gran magnitud en el espacio de libertad,
seguridad y justicia (DOUE de 1 de noviembre de 2011).
g) Aprobación de las subastas judiciales a través de Internet con la
apertura en el mes de Noviembre de 2011 del portal de subastas
judiciales electrónicas (habiéndose realizado la primera en Murcia en
el año 2007).
h) Resolución de 16 de noviembre de 2011, de aprobación del registro
electrónico de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
i) Con fecha 25 de Noviembre de 2011 el Tribunal de Justicia de la
Unión Europea comienza con la aplicación del e-Curia, para
presentar y recibir escritos procesales por vía exclusivamente
electrónica (sin obligación de papel ni copias certificadas;
http://curia.europa.eu/e-Curia).
j) Decreto 302/2011, de 25 de Noviembre, de Régimen Jurídico de la
Gestión Electrónica de la Administración Pública de la Comunidad
Autónoma de la región de Murcia.
k) Resolución de 25 de Noviembre de 2011 (BOE 8 de diciembre de
2011) por la que se aprueba el registro electrónico de la Fábrica
Nacional de Moneda y Timbre; en el Art. 6 hace referencia a un
registro de recepción y remisión de documentos o formularios
electrónicos normalizados y en el Art. 7.3 hace referencia al caso que
se deban acompañar documentos no disponibles en formato
electrónico (priorizando por primera vez el formato electrónico sobre
el papel).

83
Mª Belén Aige Mut

l) Orden HAC/1640/2011, de 2 de diciembre, por la que se modifica el


Anexo de la Orden PAT/136/2005, de 18 de enero, por la que se crea
el registro telemático de la Administración de la Comunidad de
Castilla y León y se establecen criterios generales para la
presentación telemática de escritos, solicitudes y comunicaciones de
determinados procedimientos administrativos (BOCYL de 16 de
enero de 2012).
m) Resolución de 16 de Diciembre de 2011 de la Dirección General de la
Agencia Estatal de la Administración Tributaria, por la que se
establece el procedimiento para efectuar por medios telemáticos el
embargo de dinero en cuentas a la vista abiertas en entidades de
crédito (BOE de 27 de diciembre de 2011).
n) Resolución de 16 de Diciembre de 2011 de la Dirección General de
la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, por la que se
establece el procedimiento para efectuar a través de internet el
embargo de dinero en cuentas a la vista abiertas en entidades de
crédito cuyos saldos se encuentran total o parcialmente pignorados y
de aquellas otras cuya titularidad corresponda a deudores en
situación concursal (BOE de 28 de diciembre de 2011).
o) Resolución de 15 de febrero de 2012 de la Comisión Nacional del
Sector Postal, por la que se crea la Sede Electrónica del Organismo
(BOE de 12 de marzo de 2012).
p) Resolución de 23 de mayo de 2012, de la Subsecretaría, de creación
de sello electrónico para su utilización por la Dirección General del
Catastro (BOE de 7 de junio de 2012).
q) Orden HAP/1637/2012, de 5 de julio, por la que se regula el Registro
Electrónico de Apoderamientos (BOE de 25 de julio de 2012).
r) Orden de 1 de agosto de 2012, del Consejero de Hacienda y
Administración Pública, por la que se regula el acceso electrónico y el
procedimiento para la presentación y el pago telemático de

84
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

determinados impuestos gestionados por la Comunidad Autónoma de


Aragón (BOA de 7 de septiembre de 2012).
s) Orden IET/1902/2012, de 6 de septiembre, por la que se crea y
regula el registro electrónico del Ministerio de Industria, Energía y
Turismo (BOE de 11 de septiembre de 2012).
t) Resolución de 18 de septiembre de 2012 del Presidente de la
Administración Estatal de la Agencia Tributaria, por la que se
aprueba el procedimiento de presentación de solicitudes de admisión
a los procesos selectivos mediante sistemas de identificación y
autenticación electrónica distintos de la firma electrónica avanzada y
la liquidación de la tasa de derechos de examen (BOE de 28 de
septiembre de 2012).
u) Orden de 25 de octubre de 2012 por la que se establece la
publicación de anuncios de citación para notificación por
comparecencia en la Sede Electrónica de la Administración Tributaria
Canaria (BOC de 2 de noviembre de 2012).
v) Orden de 13 de diciembre de 2012 por la que se crea y regula la
Sede Electrónica y el Registro Electrónico de la Consejería de
Presidencia, Justicia e Igualdad en Canarias (BOC de 17 de
diciembre de 2012).
w) Decreto 3/2013, de 24 de enero, por el que se crea la plataforma de
facturación electrónica de la Administración de la Comunidad de
Castilla y León (BOCYL de 30 de enero de 2013).
x) Resolución de 14 de enero de 2013 de la Comisión de Gobierno del
Tribunal de Cuentas, por la que se amplía el ámbito de
funcionamiento del registro telemático del Tribunal de Cuentas para
la recepción de la información y documentación relativa a la
contratación llevada a cabo por las entidades integrantes del Sector
Público Empresarial (BOE de 1 de febrero de 2013).

85
Mª Belén Aige Mut

y) Decreto 7/2013, de 14 de febrero, de utilización de medios


electrónicos en la Administración de la Comunidad de Castilla y León
(BOCYL de 15 de febrero de 2013).
z) Decreto 17/2013, de 19 de febrero, del Gobierno de Aragón por el
que se regula el procedimiento para la presentación y pago
telemático de las tasas y los precios públicos gestionados por la
Administración de la Comunidad Autónoma de Aragón y se crea el
fichero de datos de carácter personal “Usuarios del sistema de pago
telemático de tasas y precios públicos” gestionado por el
Departamento de Hacienda y Administración Pública (BOA de 1 de
marzo de 2013).
aa) Resolución de 19 de febrero de 2013 de la Agencia Española de
Medicamentos y Productos Sanitarios, por la que se crea su Sede
Electrónica (BOE de 7 de marzo de 2013).
bb) Orden de 1 de marzo de 2013 del Consejero de Hacienda, de
organización, gestión y explotación del bingo electrónico en Castilla
La Mancha (DOCM de 12 de marzo de 2013).
cc) Orden ESS/486/2013, de 26 de marzo, por la que se crea y regula el
registro electrónico de aportaciones de la Seguridad Social para la
realización de trámites y actuaciones por medios electrónicos (BOE
de 28 de marzo de 2013).
dd) Orden ESS/484/2013, de 26 de marzo, por la que se regula el
sistema de remisión electrónico de datos en el ámbito de la
Seguridad Social (BOE de 28 de marzo de 2013).
ee) En Castilla La Mancha dos órdenes de 7 de marzo de 2013 de la
Consejería de Fomento, por la que se crean el sello electrónico de la
Dirección General de la Función Pública y Justicia y el sello
electrónico de la Dirección General de Tributos, respectivamente
(DOCM de 27 de marzo de 2013).

86
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

ff) Orden de 18 de marzo de 2013 por la que se crean y regulan la Sede


Electrónica y el Registro Electrónico en la Consejería de Educación,
Universidades y Sostenibilidad (BOC de 1 de abril de 2013).
gg) Orden de 22 de marzo de 2013 por la que se crea y regula la Sede
Electrónica y el Registro Electrónico de la Consejería de Economía,
Hacienda y Seguridad (BOC de 27 de marzo de 2013).
hh) Orden ECC/523/2013, de 26 de marzo, por la que se crea y regula el
registro electrónico del Ministerio de Economía y Competitividad
(BOE de 3 de abril de 2013).
ii) Orden HAP/547/2013, de 2 de abril, por la que se crea y regula el
registro electrónico del Ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas (BOE de 8 de abril de 2013).
jj) Orden HAP/548/2013, de 2 de abril, por la que se crean y regulan las
sedes electrónicas del Ministerio de Economía, Hacienda y
Administraciones Públicas (BOE de 8 de abril de 2013).
kk) Orden HAP/566/2013, de 8 de abril, por la que se regula el registro
electrónico común (BOE de 12 de abril de 2013).
ll) Orden FOM/616/2013, de 12 de abril, por la que se regula y crea el
registro electrónico nacional del Servicio Europeo de Telepeaje en
España (BOE de 17 de abril de 2013).
mm) Orden de 16 de abril de 2013 por la que se crea el registro
especial de habilitaciones para acreditar la comparecencia e
identidad de las personas interesadas en realizar actuaciones
administrativas ante la Sede Electrónica del Departamento (BOC de
30 de abril de 2013).
nn) Orden de 23 de abril de 2013 por la que se aprueba el Protocolo de
Digitalización de documentos de la Administración Pública de la
Comunidad Autónoma de Canarias (BOC de 3 de mayo de 2013).
oo) Orden de 18 de abril de 2013 por la que se establece el
procedimiento informático y de especificación de la transmisión

87
Mª Belén Aige Mut

telemática de órdenes de embargo a favor de otras Administraciones


Públicas, de créditos a pagar por la Administración Pública de la
Comunidad Autónoma de Canarias (BOC de 3 de mayo de 2013).
pp) Decreto 57/2013, de 3 de mayo, del Consell sobre expediente
electrónico por la Generalitat de certificados de retenciones e
ingresos a cuenta del IRPF (DOCV de 7 de mayo de 2013).
qq) Resolución de 15 de mayo de 2013 de la Presidencia por la que se
dispone la publicación del Acuerdo del Pleno de la Institución por el
que se crea y regula la Sede Electrónica y el Registro Electrónico de
la Auditoría de Cuentas en Canarias (BOC de 22 de mayo de 2013).
rr) Orden de 20 de mayo de 2013 por la que se crea y regula la Sede
Electrónica y el Registro Electrónico de la Consejería de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Aguas de Canarias (BOC de 5 de junio de 2013).
ss) Decreto 19/2013, de 6 de junio, por el que se crea el tablón de
anuncios electrónico de la Administración de la Comunidad de
Castilla y León en materia tributaria (BOCYL de 7 de junio de 2013).
tt) Orden de 24 de mayo de 2013 de la Consejera de Educación,
Universidad, Cultura y Deporte por la que se regula la tramitación por
medios telemáticos de los procedimientos administrativos de la
Dirección General de Cultura del Departamento (BOA de 11 de junio
de 2013).
uu) Órdenes de 10 de mayo de 2013 de la Consejera de Fomento por la
que se crean la Sede Electrónica del Registro Único y la Sede
Electrónica del DOCM, respectivamente (DOCM de 11 de junio de
2013).
vv) Resolución de 18 de junio de 2013, de la Comisión Ejecutiva del
Banco de España, por la que se crea el Registro Electrónico del
Banco de España (BOE de 24 de junio de 2013).
ww) Orden HAC/535/2013, de 27 de junio, por la que se regula el
Tablón de Anuncios Electrónico de la Administración de la

88
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Comunidad de Castilla y León en materia tributaria (BOCYL de 29 de


junio de 2013).
xx) Orden Foral 245/2013, de 26 de junio, de la Consejera de Economía,
Hacienda, Industria y Empleo, por la que se establece el
procedimiento para efectuar por medios telemáticos el embargo de
dinero en cuentas abiertas en entidades de crédito en Navarra (BON
de 5 de julio de 2013).
yy) Orden de 13 de junio de 2013 de la Consejería de Fomento por la
que se crea el sello electrónico de la Dirección General de Industria
de Castilla-La Mancha (DOCM de 8 de julio de 2013).
zz) Resolución de 9 de julio de 2013 por la que se establece la
presentación y expedición por vía telemática de las certificaciones de
estar al corriente de las obligaciones tributarias con la Administración
Pública de la Comunidad Autónoma de Canarias (BOC de 16 de julio
de 2013).
aaa) Órdenes de 11 de septiembre de 2013 de la Consejería de
Presidencia y Administraciones Públicas, por la que se regula el
régimen de utilización de la firma electrónica, basada en el certificado
de empleado público, por las autoridades y empleados públicos y por
la que se regula el tablón de anuncios electrónico de la
Administración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha,
respectivamente (DOCM de 27 de septiembre de 2013).
bbb) Decreto 232/2013, de 15 de octubre, por el que se crea la Sede
Electrónica de la Generalitat de Cataluña (DOGC de 17 de octubre
de 2013).
ccc) Decreto 66/2013, de 17 de octubre, por el que se regula el
Registro General Electrónico de Convenios de la Administración de la
Comunidad Autónoma de Castilla y León (BOCYL de 21 de octubre
de 2013).

89
Mª Belén Aige Mut

ddd) Resolución de 17 de octubre de 2013 de la Subsecretaría por la


que se aprueba el Registro Electrónico auxiliar de la Dirección
General de Ordenación del Juego y los documentos electrónicos
normalizados de su ámbito de competencia (BOE de 29 de octubre
de 2013).
eee) Orden de 23 de octubre de 2013 del Consejero de Hacienda y
Administraciones Públicas por la que se regula el procedimiento de
remisión telemática de la “Solicitud de reconocimiento de existencia
de obligaciones pendientes de pago a cargo del Gobierno de Aragón”
(BOA de 29 de octubre de 2013).
fff) Orden SSI/2076/2013, de 28 de octubre por la que se crea la Sede
Electrónica del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
(BOE de 13 de noviembre de 2013).
ggg) Resolución de 8 de noviembre de 2013 de la Presidencia de la
Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia por la que se
crea la Sede Electrónica del Organismo (BOE de 16 de noviembre de
2013).
hhh) Ley 25/2013, de 27 de diciembre, de impulso de la factura
electrónica y creación del registro contable de facturas en el Sector
Público (BOE de 28 de diciembre de 2013).
iii) Orden de 25 de noviembre de 2013 por la que se aprueba la
implantación del Sistema Informático de Gestión de Asistencia
Jurídica Gratuita de Andalucía “TEMISA” (BOJA de 2 de enero de
2014).
jjj) Resolución de 14 de enero de 2014 de la Agencia Estatal de
Meteorología por la que se crea el Registro Electrónico del
Organismo (BOE de 22 de enero de 2014).
kkk) Orden ECC/131/2014, de 30 de enero, por la que se crean las
sedes electrónicas del Ministerio de Economía y Competitividad
(BOE de 5 de febrero de 2014).

90
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

lll) Orden de 20 de febrero de 2014, del Consejero de Economía y


Empleo, por la que se regula la tramitación por medios telemáticos de
los procedimientos administrativos gestionados por el Instituto
Aragonés de Empleo (BOA de 11 de marzo de 2014).
mmm) Resolución de 21 de marzo de 2014, de la Subsecretaría, por la
que se publica la resolución de 10 de marzo de 2014, de la
Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de
la Información y de las Secretarías de Estado de Hacienda y de
Presupuestos y Gastos, por la que se publicó una nueva versión,
3.2.1., del formato de factura electrónica “facturae” (BOE de 28 de
marzo de 2014).
nnn) Resolución de 21 de marzo de 2014, de la Presidencia del
Tribunal de Cuentas, por la que se publica el Acuerdo de la Comisión
de Gobierno de 20 de marzo de 2014, sobre creación de la Sede
Electrónica del organismo (BOE de 3 de abril de 2014).
ooo) Orden ECD/505/2014, de 24 de marzo, por la que se incluyen
procedimientos administrativos en el Registro Electrónico de la
Secretaría de Estado de Cultura (BOE de 1 de abril de 2014).
ppp) Directiva 2014/55/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de
16 de abril de 2014, relativa a la facturación electrónica en la
contratación pública (DOUE de 6 de mayo de 2014).
qqq) Orden HAP/800/2014, de 9 de mayo, por la que se establecen
normas específicas sobre sistemas de identificación y autenticación
por medios electrónicos con la Agencia Estatal de la Administración
Tributaria (BOE de 16 de mayo de 2014).
rrr) Decreto 20/2014, de 16 de mayo, por el que se regulan el
documento, el expediente y el archivo electrónicos en el sector
público de la Comunidad Autónoma de La Rioja (BOR de 21 de mayo
de 2014).

91
Mª Belén Aige Mut

Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos de la realidad social en


la cual nos encontramos y en la que cada día más nos vemos “obligados” a
interactuar con los medios electrónicos en diferentes ámbitos.

Finalmente, visto el panorama actual, tanto en cuanto a la definición de


documento electrónico como a su eficacia y a su aplicación en la realidad
social, llegamos al análisis de la Ley más importante a la hora de conferir valor
probatorio a los documentos electrónicos en el ámbito del proceso, la Ley de
Enjuiciamiento Civil.

2.3. El documento electrónico en la Ley de Enjuiciamiento Civil

Al analizar esta Ley recordemos la célebre frase del Derecho que dice
que el rigor de una norma se atempera con su prudente incumplimiento78. No
se está sugiriendo con ello el incumplimiento de la LEC sino el incumplimiento
en el tenor por el que muchos autores parecen haberse decantado79 y, por ello,
el presente trabajo favorece una interpretación mucho más amplia y útil del
concepto de documento electrónico para que realmente pueda servir de cauce
al ciudadano para la defensa de sus derechos en el proceso y su ejercicio de la
acción.

78
Ya Carnelutti indica que, como decía Aristóteles, la rigidez de la ley no se adapta, como debiera, a las
imprevisibles formas del caso concreto, CARNELUTTI, F., Cómo nace el Derecho (traducción de Santiago
Sentis Melendo y Marino Ayerra Redín), Ed. Temis S.A., Bogotá, 2010, capítulo X, págs. 23 y siguientes.
79
Actualmente, gran parte de la doctrina considera que con la introducción del Art. 299.2 LEC el
documento electrónico carece de la consideración de documento a efectos procesales, para subsumirse
en una nueva modalidad probatoria. Uno de los máximos exponentes es ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G.,
“¿Avanzan en paralelo la técnica y la legislación en materia de firma electrónica?”, Op. Cit, págs. 783 y
siguientes; también DE URBANO CASTRILLO, E., y MAGRO SERVET, V., La prueba tecnológica en la Ley de
Enjuiciamiento Civil, Op. Cit., pág. 108 (en relación con la página 40). Supra nota número 13.

92
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En efecto, teniendo siempre en cuenta unos criterios de proporcionalidad


y flexibilidad en la aplicación de las normas, sin pretender exigir más en el
ámbito electrónico de lo que se está exigiendo en el entorno tradicional,
comenzaremos mencionando en primer lugar el Art. 135.5 LEC80 según el cual
los documentos electrónicos son aceptados para la presentación de escritos.
Es más, el apartado 5, párrafo segundo, señala que a efectos de prueba y del
cumplimiento de requisitos legales que exijan disponer de los documentos
originales o de copias fehacientes, se estará a lo previsto en el Art. 162.2 LEC.
Y dicho artículo indica a su vez: “Cuando la autenticidad de resoluciones,
documentos, dictámenes o informes presentados o transmitidos por medios a
los que se refiere el apartado anterior sólo pudiera ser reconocida o verificada
mediante su examen directo o por otros procedimientos, podrán, no obstante,
ser presentados en soporte electrónico mediante imágenes digitalizadas de los
mismos, en la forma prevista en los artículos 267 y 268 de esta Ley, si bien, en
caso de que alguna de las partes, el tribunal en los procesos de familia,
incapacidad o filiación, o el Ministerio Fiscal, así lo solicitasen, habrán de
aportarse aquéllos en su soporte papel original, en el plazo o momento
procesal que a tal efecto se señale”. En este caso es cierto que se menciona la
presentación electrónica, pero parece circunscribirla a la “digitalización”, lo cual
no es suficiente para poder amparar el documento electrónico como tal, porque
parece estar pensando en el supuesto de existir un original en soporte papel y
transmitirlo de manera electrónica a los tribunales (puesto que indica que en
determinados casos se habrán de aportar en su soporte papel original), y no en
el supuesto del documento generado directamente de manera electrónica.

Este Art. 135 LEC señala que es posible la presentación electrónica de


documentos electrónicos, y no se deduce del mismo la referencia únicamente a
documentos en soporte papel posteriormente digitalizados, sino que se extrae

80
Referente a la presentación de escritos.

93
Mª Belén Aige Mut

tal conclusión solamente al acudir a la remisión que el mismo realiza al Art.


162.2 LEC para el supuesto en el que se exija el documento original o copia
fehaciente (de forma que tan sólo acudiríamos a dicho artículo siempre que no
se entienda que el documento que se envía de manera electrónica sea
considerado como original, si cumple una serie de requisitos de seguridad).

Con esta interpretación realizada del segundo párrafo del Art. 135.5
LEC, se podría entender que el mencionado artículo deja la puerta abierta a la
presentación de documentos electrónicos incluso a efectos de prueba. En el
caso que haya que acudir al Art. 162.2 LEC, el mismo hace referencia a la
verificación de autenticidad cuando no pueda hacerse en un primer momento
(obstáculo que puede salvarse con medios tecnológicos seguros que permitan
el envío con ciertas garantías); y, es más, al hablar de “documentos”
transmitidos por estos medios, está implícitamente reconociendo valor a los
documentos electrónicos (emitidos electrónicamente) como auténticos
“documentos”, pudiendo necesitarse su verificación por examen directo u “otros
procedimientos”. El único inconveniente es que la Ley vuelve a estar anclada
en el pasado en caso de solicitud por alguna de las partes, el Tribunal o el
Ministerio Fiscal, en determinados procedimientos, cuando dice que se deberán
aportar en su “soporte papel original” dando por hecho que todos los
documentos tienen un soporte papel original cuando hoy en día puede que no
sea así y que el soporte original sea directamente electrónico.

Algunos autores81, sin embargo, a pesar de ver ya en la Exposición de


Motivos de la LEC la puerta abierta en cuanto a presentación de escritos y
documentos para las actuaciones judiciales a través de medios electrónicos,

81
Como por ejemplo, GABERIAS VÁZQUEZ, P., “Litigios y valor probatorio de los documentos
electrónicos”, Revista de la Contratación Electrónica, n. º 3, marzo 2000, págs. 46 y siguientes.

94
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

consideran también que a efectos de prueba se deberán hacer llegar al


Tribunal en soporte físico cuando se exija el original o copia fehaciente,
conclusión que, como se ha señalado anteriormente, no se comparte en el
presente trabajo, puesto que de la lectura del Art. 135.5 LEC en relación con el
Art. 162.2 LEC no puede extraerse, a nuestro juicio, tal conclusión.

En segundo lugar, los Arts. 146 y 147 LEC82 incorporan como forma de
documentación de las actuaciones procesales la electrónica o telemática; y
puede entenderse en tres supuestos diferentes: documentación de las
actuaciones orales en las vistas y comparecencias (recogida en el Art. 147
LEC, y que con el concepto de grabaciones originales simplemente haría
referencia a la primera grabación realizada por el Juzgado siendo igualmente
electrónica), otras actuaciones en las que la LEC exija documentación
(recogidas en el Art. 146.2 LEC), y, finalmente, la documentación de los
escritos y actuaciones de los Tribunales como almacenamiento (recogida en el
Art. 146.3 LEC).83 Si se permite el archivo electrónico, se acabarían por
convertir en documentos electrónicos aquellos archivados por el tribunal, con lo
que la presentación inicial de documentos electrónicos no tendría por qué
suponer más problema sino una simplificación de cara al Tribunal (y más con la
nueva Ley 18/2011 y la implantación del expediente judicial electrónico).

Finalmente, en tercer lugar, el Art. 333 LEC hace referencia a


documentos que no incorporen predominantemente textos escritos84. En este

82
Artículos referidos a la documentación de las actuaciones y a la documentación mediante sistemas de
grabación y reproducción del sonido y de la imagen (respectivamente).
83
En el mismo sentido puede entenderse nuestra interpretación en la obra de GONZALEZ MALABIA, S.,
“España: las nuevas tecnologías en la Ley de Enjuiciamiento Civil”, Revista Electrónica de Derecho
Informático n. º 44, de marzo de 2002, versión generada por vLex.
84
Art. 333 LEC “Cuando se trate de dibujos, fotografías, croquis, planos, mapas y otros documentos que
no incorporen predominantemente textos escritos, si sólo existiese el original, la parte podrá solicitar que

95
Mª Belén Aige Mut

caso el precepto hace expresa referencia a lo que son gráficos, mapas,


dibujos…, lo que no se debe confundir para incorporar dentro de ellos a los
documentos electrónicos. Creemos que no tienen cabida en este artículo
porque el mismo no hace referencia a soportes materiales distintos al papel
sino simplemente habla de no incorporar textos predominantemente escritos
(como puede ser un dibujo o imagen), sin especificar el tipo de escritura como
“manuscrita”.

Por su parte, la LEC, en su Exposición de Motivos, apartado XI, habla


claramente de nuevos instrumentos probatorios sin forzar la prueba
documental, pero con consideración análoga. Por ello, parece que el
documento electrónico es un medio independiente pero análogo, y la doctrina
se decanta en su regulación por los Arts. 382, 383 y 384 LEC (referentes a los
medios de prueba de la reproducción de la palabra, el sonido y la imagen y de
los instrumentos que permiten archivar y conocer datos relevantes para el
proceso) concluyendo, por tanto, que no son documentos en lo que atañe a la
prueba, sin perjuicio de que su régimen probatorio siga al de los documentos
en muchos aspectos85, lo que es una regulación confusa y que no solventa el
problema de los documentos electrónicos al no establecer una ordenación clara
y concreta de los mismos.

Esto lleva a la creencia de que la LEC establece un medio probatorio


nuevo en el Art. 299.286 y que, por tanto, y reiterando la misma idea, el

en la exhibición se obtenga copia, a presencia del Secretario Judicial, que dará fe de ser fiel y exacta
reproducción del original.”
85
Como dice ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “Informática y prueba judicial. Especial referencia a la firma
electrónica”, Empresa y prueba informática (Abel Lluch, X. y Ginés Castellet, N.), J.M. Bosch Editor,
Barcelona, 2007, págs. 43 y siguientes.
86
Art. 299.2 LEC: “También se admitirán, conforme a lo dispuesto en esta Ley, los medios de
reproducción de la palabra, el sonido y la imagen, así como los instrumentos que permiten archivar y

96
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documento electrónico parece que no es documento en cuanto a prueba, sin


perjuicio de que le siga en su régimen en algunos aspectos, sino que tiene un
mecanismo probatorio propio, regulado en el Art. 384 LEC (relativo a los
instrumentos que permitan archivar, conocer o reproducir datos relevantes para
el proceso).

Parece ser que así se aporta una regulación flexible y amplia, como no
puede ser de otro modo, para poder cubrir los nuevos avances de la
tecnología. Pero esta regulación flexible y amplia es un escudo o tapadera ante
la inseguridad o poca tolerancia que estos medios sugieren dentro de la
Administración de Justicia.

Como veremos a continuación, esta conclusión que extraen los autores


del tenor literal de la LEC choca frontalmente con la Ley de Firma Electrónica,
que podría considerarse que deroga tácitamente la LEC en algunos aspectos
referidos a la prueba documental.

El principal problema a la hora de considerar al documento electrónico


como verdadero documento se encuentra en el ámbito de los documentos
privados, puesto que para los documentos públicos no solamente existe una
regulación legal más extensa, sino que parece que de la misma se extrae el
consenso de considerar a los documentos electrónicos públicos como
auténticos documentos (volviendo a marginar al documento electrónico
privado).

A nuestro juicio, esta confusión doctrinal y práctica es debida a una mala


redacción legislativa. Como se ha señalado en apartados anteriores,

conocer o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas llevadas a cabo con fines
contables o de otra clase, relevantes para el proceso”.

97
Mª Belén Aige Mut

previamente a la implantación de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil existía


una opinión mayoritariamente documentista respecto del documento
electrónico, avalada incluso por la jurisprudencia de los Tribunales. Ello se
debía al reconocimiento legal de la prueba documental como auténtica prueba
plena, que da mayor confianza a las partes convirtiéndose en la prueba reina
del proceso. Actualmente, y con la nueva regulación, se ha vuelto al
obscurantismo y a las inseguridades, lo que da que pensar si el futuro sigue
avanzando hacia las nuevas tecnologías y llega a desaparecer el papel,
también desaparecerá con él la prueba documental.

En efecto, respecto de la valoración que le otorga la LEC al documento


electrónico, surgen importantes dudas según el articulado de la propia ley, que
como hemos estado señalando es confuso y contradictorio.

En principio la LEC no define lo que considera documento electrónico,


con lo que no puede extraerse una valoración o eficacia jurídica que le otorgue
la propia LEC a tal soporte87. Esta valoración debemos extraerla del análisis
conjunto de los diferentes medios probatorios, del propio sentido de la Ley e
interpretación de la misma y de la puesta en conjunto con el resto del
ordenamiento jurídico, como hemos estado señalando.

87
Un autor como Carrascosa López indica precisamente que el legislador del 2.000 no ha regulado una
definición legal de documento que a efectos procesales hubiera servido para clarificar la polémica
doctrinal; sin embargo, dicho autor en la misma obra considera a los documentos electrónicos como
verdaderos documentos e incluso establece que no cabe duda de que han comenzado a desplazar al
tradicional documento papel, CARRASCOSA LÓPEZ, V., “El documento electrónico”, Estudios Jurídicos,
n.º 2005, Ministerio de Justicia, Centro de Estudios Jurídicos, 2005, págs. 1, 2 y 5 de la versión obtenida
electrónicamente.

98
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Para algunos autores, como Ormazábal Sánchez88, en la LEC el


documento electrónico es un medio probatorio nuevo recogido en el Art. 299.2,
no siendo documento a efectos de prueba, sin perjuicio de que siga su régimen
en algunos aspectos. Con todos los respetos hacia el autor citado, que
considera que de esta manera se otorga al documento electrónico una
regulación flexible y amplia, considero que ello no es así, porque bajo la
apariencia de regulación flexible y amplia se esconde una regulación con
carencias y restrictiva de derechos, que coloca al documento electrónico en
desigualdad de condiciones e inferioridad respecto del documento tradicional
(el hecho de que se le dediquen tan sólo tres artículos de carácter bastante
amplio es un dato que no avala una regulación muy acertada).

Por mi parte, opino que la LEC sí está valorando el documento


electrónico como auténtico documento desde el punto de vista procesal, por
todo lo que se ha expuesto. En primer lugar porque lo considera como tal
respecto a la presentación de documentos en otros ámbitos del proceso o
como medio de iniciación del proceso monitorio. En segundo lugar, porque de
la lectura del nuevo Art. 384 relativo a los medios y soportes de imagen y
palabra no queda claro que quede incluido el documento electrónico como tal.
En tercer lugar, porque abiertamente reconoce el documento público
electrónico como auténtico documento y por ende sujeto a la valoración legal
de la prueba por documentos públicos (y recordemos que la definición de los
documentos privados del Art. 324 LEC es por exclusión de los documentos
públicos). Y, finalmente, en cuarto lugar porque de la lectura de la regulación
de la prueba documental por documentos privados, así como de la exposición
de motivos de la propia LEC, no puede llevar a otra conclusión que la de
equiparar el documento tradicional con el documento electrónico como nueva

88
ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “La firma electrónica: aspectos probatorios”, Cuadernos de Derecho de
Comercio, año 2001, n. º 34, págs. 175-204.

99
Mª Belén Aige Mut

forma actual de plasmar los pensamientos humanos en soportes duraderos por


escrito.

2.4. El documento electrónico como verdadera prueba documental:

La consideración del documento electrónico como verdadera prueba


documental puede parecer carente de contenido, pero es importante puesto
que de la misma se deriva su valor probatorio, pasando de prueba de libre
valoración a prueba tasada.

Si bien es cierto que la prueba de libre valoración (que es la que recoge


el Art. 384 LEC) no significa una prueba arbitraria sino que es una valoración
basada en las reglas de la sana crítica, no es menos cierto que la misma
conlleva un cierto carácter de “desasosiego” que no es predicable de la prueba
tasada. Así, si un particular presenta un documento tradicional ante los
Tribunales, redactado en soporte papel y manuscrito, aunque sea con un
simple lápiz que es fácilmente manipulable, si la contraparte no se opone a su
veracidad, el mismo deberá ser tomado como cierto por el Tribunal. Por el
contrario, si el mismo particular presenta un documento electrónico ante los
Tribunales, en el sentido de redactado en soporte electrónico pero igualmente
mediante signos escritos (ya no manuscritos), si no lo incluyéramos en la
prueba documental, aun siendo aceptado como cierto por ambas partes, podría
ser valorado libremente por el Tribunal.

Aún en el caso de que la contraparte se opusiera a la veracidad del


documento electrónico, tampoco es descabellado adoptar la misma solución
que se otorga a la prueba documental, debido a que la regulación propia de
este medio probatorio, concretamente en el Art. 326.3 LEC, ya hace claramente
referencia al documento electrónico dentro del ámbito tradicional, al proclamar
que “Cuando la parte a quien interese la eficacia de un documento electrónico

100
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

lo pida o se impugne su autenticidad, se procederá con arreglo a lo establecido


en el artículo 3 de la Ley de Firma Electrónica”.

No es nada nuevo advertir la desconfianza que existe en la


Administración de Justicia ante las nuevas tecnologías, que no acaban de
implantarse con total normalidad en el ámbito del proceso. Ello lleva a
plantearnos que al no considerar al documento electrónico como auténtico
documento en el ámbito de la prueba, si se sigue avanzando en un futuro hacia
las nuevas tecnologías y llega un momento en el que el soporte papel quede
extinto, también quedará extinta la prueba documental. Es más, tal
consideración del documento electrónico como prueba sui generis no tiene
sentido, más aún cuando la propia LEC sí considera a los documentos
electrónicos públicos como auténtica prueba documental, con lo cual no se está
midiendo con el mismo rasero a los particulares que a los entes públicos que
están dotados de mayores privilegios.

Dentro de este ámbito relativo a la valoración del documento electrónico


como verdadera prueba documental y, por tanto, con valor de prueba tasada,
es interesante examinar las resoluciones de los Tribunales para ver el estado
práctico de la cuestión, es decir, si se posicionan a favor o en contra de tal
manifestación.

Así, resulta de gran interés la Sentencia de 3 de mayo de 2002 del


Tribunal Superior de Justicia de Galicia (sala de lo social). Dicha sentencia se
suscita a raíz de un recurso de suplicación, y la problemática radica en el Art.
191.b) de la Ley de Procedimiento Laboral que incluye como motivos para
interponer el citado recurso revisar los hechos declarados probados a la vista
de pruebas documentales y periciales.

101
Mª Belén Aige Mut

Pues bien, en este caso el recurso de suplicación se interpone a raíz de


un medio probatorio electrónico, y como tal el Tribunal se plantea si éste puede
ser considerado prueba documental a los efectos del Art. 191.b) de la Ley de
Procedimiento Laboral. La respuesta que da es positiva y, a nuestro juicio,
correcta; tanto porque se comparten sus argumentos como por la lógica misma
inherente a los mismos. Así, se afirma en su Fundamento de Derecho Segundo
que “Tras algunos titubeos, la Jurisprudencia los ha asimilado a los
documentos privados y los TTSS le han atribuido eficacia revisoria, como si de
documentos se tratase”. Es decir, en esta resolución admiten los documentos
electrónicos como auténtica prueba documental.

Pero la sentencia va más allá, y prosigue diciendo que a pesar de que el


precepto 299.2 de la LEC parece seguir un concepto estricto de la prueba
documental y concibe a los nuevos medios probatorios como medios de prueba
autónomos e independientes, “… y aunque por un autorizado sector de la
doctrina se haya afirmado que los medios de prueba no escritos ni en soporte
papel no son documentos y –por ello- no permite fundamentar la revisión de los
hechos declarados probados, la Sala discrepa de tan autorizada opinión, en la
creencia de que la novedad legislativa se olvidó del recurso de Suplicación y de
sus motivos tasados”.

Parece que aquí acabaría la argumentación del Tribunal en lo referente


a la consideración de documento de los nuevos medios de prueba, limitando
dicha consideración al recurso de Suplicación. Sin embargo, creo que esta
novedad legislativa, como bien señala la Sala, no solamente se ha olvidado del
recurso de Suplicación sino de muchas otras materias y cuestiones. Por ello la
misma Sala prosigue con su argumentación: “Y por las siguientes razones: a)
No parece proporcionado cercenar tan drásticamente el juego tradicional del
recurso sólo por una precisión técnica de la supletoria LECiv y sin una expresa
disposición legal que lo limite a tal efecto. b) En algún otro precepto de la

102
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

misma LECiv/2000 se adopta un criterio amplio de la “documental” y asimila el


tratamiento de los documentos en sentido estricto y de los medios probatorios
asimilados. Nos referimos al art.270, que bajo el epígrafe de “presentación de
documentos en momento no inicial del proceso” pariguala insistentemente a
“documentos, medios o instrumentos”. Por lo que incluso pudiera razonarse
que si la redacción legal –art.231 LPL, en relación con el art.270 LECiv-
consiente la aportación de documental impropia con el escrito por el que se
formaliza el recurso, necesariamente no puede negarse su eficacia probatoria
(revisoria, en fase de Suplicación), pues su aportación con los escritos de
formalización no puede sino tener esa finalidad. c) Que en la realidad diaria se
aportan al juicio reproducciones o copias en soporte papel obtenidas de fuentes
informáticas, por lo que resultaría paradójico negar la eficacia revisoria del
original y admitir la de su copia o materialización. Y d) Que a mayor
abundamiento se ha señalado que el concepto amplio de documento es el que
impera en el resto del ordenamiento jurídico, con el que ha de resultar
congruente la interpretación de la LECiv; que la comunicación entre individuos
y empresas se hace originariamente –cada vez más- en los nuevos soportes de
esta naturaleza; y que no puede cerrarse el acceso de la realidad al proceso y
obligar al Tribunal Superior a trabajar sobre una verdad manifiestamente
inexacta”.

También es conveniente mencionar, como posicionamiento a favor de


esta teoría, la Sentencia n.º576/2005, de 14 de julio, de la Audiencia Provincial
de Málaga (Sección 6ª), que en su Fundamento de Derecho Segundo, al
referirse al medio probatorio del Art. 299.2 de la LEC, declara “que la Ley
1/2000 de Enjuiciamiento Civil viene a dar un contenido muy amplio al término
documento, yendo mucho más allá del simple soporte escrito, permitiendo
aportar otros medios o instrumentos, concretando en su artículo 265.1.2 como
a toda demanda o contestación habrán de acompañarse los medios o

103
Mª Belén Aige Mut

instrumentos a que se refiere el apartado 2 del artículo 299, si en ellos se


fundaran las pretensiones de tutela formuladas por las partes…”.

Visto todo lo anterior, la solución ideal en cuanto a los documentos


electrónicos tal vez hubiese sido crear un mecanismo de prueba que se
ajustase a su verdadera naturaleza pero a la vez sin restarles valor por tratarse
de soportes electrónicos. Pero como eso está lejos de la realidad, al existir una
regulación escueta y llena de contradicciones, la mejor solución sería la de
aceptar al documento electrónico como tal, como verdadero documento que es,
con todas sus consecuencias, incluidas las probatorias que son las más
trascendentes para los ciudadanos.

No se debe privar al ciudadano de a pie de su derecho constitucional


básico del Art. 24 de la Constitución Española a una tutela judicial efectiva,
pero al eliminarle el documento electrónico como prueba documental (la prueba
reina del proceso) se le está mermando un derecho básico. Es una realidad
que los ciudadanos cada día realizan más operaciones cotidianas
electrónicamente (como hemos ido viendo) y todas estas operaciones
evidentemente pueden conllevar problemas, y no existe otro medio de prueba
para quienes las realizan que el de la prueba electrónica, siendo su máximo
exponente el documento electrónico. Es más, el documento electrónico por sí
mismo no debería requerir una mayor exigibilidad que la que pueda tener un
documento tradicional. Ese nivel de exigencia debe venir adaptado a la
transacción u operación que se está realizando y así exigiremos un mayor nivel
de seguridad (como la firma electrónica avanzada o reconocida, que veremos
en el siguiente capítulo) si realizamos contrataciones importantes, pero puede
bastar con un simple e-mail impreso o un documento electrónico para probar
una transacción simple o un registro de datos (al igual que un justificante del
envío de un fax puede servirnos como prueba de su envío, una impresión con

104
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

justificante de fecha y hora de un e-mail debería servirnos como prueba


también de que el mismo se ha enviado o recibido).

105
Mª Belén Aige Mut

3. Análisis del documento electrónico en la legislación actual:


especial referencia a la Ley de Firma Electrónica y a la ley procesal

3.1. Análisis de la normativa de firma electrónica desde el punto de


vista procesal:

La principal normativa directamente relacionada con los documentos


electrónicos y su aportación al proceso es la Ley de Firma Electrónica 59/2003,
de 19 de diciembre (en adelante, LFE). En ella se da una definición de
documento electrónico en el Art. 3.5, como la información de cualquier
naturaleza en forma electrónica, archivada en un soporte electrónico según un
formato determinado y susceptible de identificación y tratamiento
89
diferenciado .

La firma electrónica interesa, en relación a nuestro estudio, como


sistema de seguridad de los documentos electrónicos a la hora de que éstos
puedan adquirir valor probatorio en juicio, puesto que uno de los principales
problemas de los que adolecen estos documentos es el de la autenticidad.

Hay autores90 que hablan de la existencia de tres tipos de documentos


electrónicos: el documento impreso que proviene del ordenador, el documento
almacenado en la memoria de un ordenador y el documento formado por el

89
Definición según la redacción que da la Ley 56/2007, de 28 de diciembre, de medidas de impulso de la
sociedad de la información, al Art. 3.5 de la Ley 59/2003.
90
Como por ejemplo ELÍAS BATURONES, J.J., La prueba de documentos electrónicos en los Tribunales de
Justicia, Op. Cit., págs. 43 y siguientes.

106
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

intercambio de mensajes EDI91. Sin embargo, sería equivocado centrar la


atención solamente en los segundos, que son los más populares o los más
mencionados por la doctrina.

En este estudio creemos que si bien es evidente que el primer tipo


(impresiones provenientes de un ordenador) no tiene tanta trascendencia, ya
que al fin y al cabo es la representación material de los otros dos tipos (y
paradójicamente aceptada en la mayoría de los casos como prueba
documental por los Tribunales), no podemos centrarnos únicamente en el
segundo de los tipos (el documento almacenado en la memoria de un
ordenador) porque en ese caso dejamos de lado el intercambio de mensajes
EDI (ya sea open EDI o no). Esto sería un error, puesto que esta última
modalidad supone un punto muy importante en las transacciones
empresariales que cada vez tiene más implantación (como por ejemplo, con los
correos electrónicos) y, por tanto, no deben quedar este tipo de documentos
exentos de su correspondiente valor probatorio.

Es más, el comercio electrónico se ha desarrollado a través de sistemas


de open EDI que son aquellos que han ocasionado más problemas y por ende
han requerido de una legislación que ayudase a superarlos. Entre esos
problemas se encuentran el de autenticación, integridad, no rechazo y
confidencialidad; problemas que se resuelven en su mayoría a través de la
firma electrónica, que vamos a analizar en este apartado, y que a día de hoy se
basa en la criptografía92. Esta criptografía, como veremos, se complementa con

91
EDI (Electronic Data Interchange), intercambio de datos de manera electrónica que puede ser abierta
a través de páginas web o correo electrónico (conocida como open EDI), o cerrada en un sistema de red
cerrado.
92
La criptografía es una técnica, o más bien un conjunto de técnicas, que originalmente tratan sobre la
protección o el ocultamiento de la información frente a observadores no autorizados. El profesor
Carrascosa López la define como un sistema de codificación de un texto con unas claves confidenciales y

107
Mª Belén Aige Mut

unas terceras personas de confianza que son quienes ayudan a asociar a


determinadas personas con sus claves y así asegurar su autenticación. Son lo
que conocemos como autoridades de certificación, que emiten los certificados
asumiendo responsabilidad en su labor.

Para valorar la importancia de la firma respecto de los documentos,


debemos abordar en un primer momento el concepto mismo de firma. Así, el
Diccionario de la Real Academia Española la define de la siguiente manera:
“Nombre y apellido, o título, que una persona escribe de su propia mano en un
documento, para darle autenticidad o para expresar que aprueba su contenido”.

Se podría entender la expresión “escribe de su propia mano” como


manuscrita, pero también podría escribir con su propia mano otros signos como
los mecanografiados o los binarios. Además, no especifica en qué tipo de
documento debe realizarse, pudiendo realizarse en un documento electrónico,
por ejemplo mediante una firma escrita de su propia mano con un programa
basado en una pantalla táctil (como hoy en día es habitual, por ejemplo, en el
ámbito de los transportes de mercancías, puesto que muchas compañías de
transporte al entregar un paquete firman el comprobante directamente en una
pantalla táctil y, por tanto, no en soporte papel tradicional, como también
sucede en las compras realizadas en los grandes almacenes).

de procesos matemáticos complejos (algoritmos) de forma que resulte incomprensible para el tercero
que desconozca la clave descodificadora, entendiendo por descodificación la actuación que restablece el
texto a su forma original, CARRASCOSA LÓPEZ, V., “La firma electrónica y el fedatario judicial”, Estudios
jurídicos, n.º 2004, Ministerio de Justicia, Centro de Estudios Jurídicos, 2004, pág. 6405. En el caso de la
firma electrónica la criptografía utilizada es la denominada asimétrica, que está basada en el uso de dos
claves asociadas, una pública y otra privada. No vamos a explicar en este momento el funcionamiento
de la misma puesto que no es objeto del presente trabajo. Sobre esto, véase ampliamente las obras de
la profesora MARTÍNEZ NADAL, A., Comentarios a la Ley 59/2003, de firma electrónica, Thomson Civitas,
2004, págs. 63 y siguientes, y págs. 408 y siguientes; Comercio electrónico, firma digital y autoridades de
certificación. Estudios de Derecho Mercantil, Civitas, 1998, págs. 42 y siguientes; La Ley de Firma
Electrónica, Monografías Civitas 2001, págs. 47 y siguientes.

108
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Sin embargo, lo importante de la definición no es tanto la escritura de su


propia mano (que si nos limitáramos al concepto de manuscrito
perjudicaríamos la seguridad de las firmas al vetar como tales las realizadas
electrónicamente, y más a sabiendas que hoy en día son equiparadas con las
firmas manuscritas), como dar autenticidad a un documento. Así, en el caso de
los documentos electrónicos la firma electrónica cumple con la misma finalidad,
pero además aún vincula más la identidad del autor con el contenido, es decir,
tiene la ventaja de que no tan sólo asegura autenticidad sino también integridad
(lo que nos sitúa en la segunda de las características principales de la
definición, que es la expresión de aprobación de un contenido; si podemos
asegurar la integridad y, por tanto, invariabilidad del documento es mucho más
fácil asegurar que ha habido aprobación del contenido del mismo).

Por tanto, la firma es un medio para acreditar la autenticidad de un


documento. La nueva LEC en materia probatoria no hace mención expresa a la
firma de los documentos y, de este modo, la firma por sí misma nada prueba;
solamente cobraría importancia cuando se cuestiona la autenticidad del
documento aportado (y esta autenticidad, la veracidad del documento, no
excluye que la declaración contenida en el mismo pueda no ser auténtica,
incluso en el caso de la firma manuscrita; es decir, un documento puede ser
auténtico y corroborado por una firma manuscrita verdadera pero la declaración
que en el mismo se contiene puede no ser auténtica porque se haya realizado
bajo violencia o intimidación, por poner un ejemplo, o por falta de comprensión
del contenido del documento). Es por ello por lo que siempre hemos de poner
en relación la firma con el propio documento; y en el caso del presente estudio,
la firma electrónica con el correspondiente documento electrónico.

109
Mª Belén Aige Mut

Antes de analizar la actual LFE, debemos hacer referencia a dos


normativas anteriores, para finalizar posteriormente con el estudio de la LFE:

a) LA DIRECTIVA 1999/93/CE DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL


CONSEJO DE 13 DE DICIEMBRE DE 1999

Esta directiva es interesante en cuanto al tema que analizamos de la


eficacia probatoria de la firma electrónica, ya que distingue entre firma
electrónica normal y avanzada, lo cual tiene una importante repercusión
respecto de los efectos jurídicos.

Así, el Art. 5 dice que la firma avanzada es aquella basada en un


certificado reconocido y creada por un dispositivo seguro de creación de firma,
y la equipara a la manuscrita en papel.

En comparación con nuestra presente LFE, se puede observar que estas


categorías se recogen en la firma: normal, avanzada y reconocida. Por tanto, la
actual LFE añade un apartado más de seguridad, en cuanto a la firma
electrónica, que es la firma electrónica reconocida, pero no aporta grandes
variedades respecto a la eficacia probatoria de la misma.

b) REAL DECRETO LEY 14/1999, DE 17 DE SEPTIEMBRE, SOBRE


FIRMA ELECTRÓNICA (VIGENTE HASTA EL 20 DE MARZO DE 2004)

Esta es la regulación previa a la LFE 59/2003. De esta legislación


destacaremos el sistema voluntario de acreditación y, por tanto, la variedad de
su virtualidad probatoria, distinguiendo entre:

110
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

I. Firma electrónica avanzada: aquella firma basada en un certificado


reconocido y que haya sido producida por un dispositivo seguro de
creación de firma. Esta firma tiene el mismo valor que la firma
manuscrita y es admisible en juicio.

II. Firma basada en un certificado reconocido que haya sido expedido


por un prestador de servicios de certificación acreditado y que el
dispositivo seguro de creación de firma con el que ésta se haya
producido esté certificado con arreglo a lo establecido en el Art. 21.
En este caso establece la presunción iuris tantum de que es una
firma avanzada (y, por consiguiente, que se equipara a la manuscrita
y es admisible en juicio).

III. Firma no avanzada o que no cumple con todas las condiciones: en


este caso no se le niega eficacia ni valor probatorio. Ello es así
porque de lo contrario iría contra el Art. 24 CE93, ya que el derecho a
la tutela judicial efectiva garantiza a los particulares que puedan
acceder al proceso para la defensa de sus derechos, sin restringir
los medios por los cuales pueden acceder al mismo. Así, si el
particular está en poder de un documento con firma simple, el mismo
puede acceder al proceso (tema distinto sería el valor con el que
accediera a dicho proceso).

93
Aunque hay excepciones, como en el Real Decreto 1906/1999, de 17 de diciembre, por el que se
regula la contratación telefónica o electrónica con condiciones generales en desarrollo del artículo 5.3
de la Ley 7/1998, de 13 de abril, de Condiciones Generales de la Contratación (vigente hasta el 29 de
marzo de 2014), Real Decreto que hemos mencionado en el capítulo 2, y que establece que la firma no
avanzada no es prueba; a nuestro juicio, tal negativa constituye un claro ejemplo de regulación contra
legem.

111
Mª Belén Aige Mut

Ya en esta regulación se aprecia que no se modifica el régimen de la


LEC, aunque sí que se aportan facilidades probatorias, como, por ejemplo, el
Art. 3.1.2, que arroja sobre la otra parte la carga de probar que la firma
electrónica no es avanzada, el certificado no es reconocido o el dispositivo de
creación no es seguro.

La equiparación con la firma manuscrita no lo es con la firma manuscrita


auténtica o lo que entendemos en derecho procesal como verdadera (lo que sí
habría sido un avance) y, además, esta equiparación no comporta identificar el
soporte con un documento tradicional, ya que se equiparan los efectos de la
firma y no la naturaleza del soporte que contiene los datos firmados.

La necesidad de equipararlo a la prueba documental conllevaría la


ventaja de la valoración tasada del juez, cerrando así la polémica doctrinal
respecto a valorar los documentos electrónicos como auténtica prueba
documental o como prueba sui generis, sometida a la libre valoración; aunque
en el caso de la firma reconocida, pocas posibilidades le quedan al juzgador
para dudar de su autenticidad con el criterio de la libre valoración, sin incurrir
en arbitrariedad.

Aun así, la regulación no es del todo exhaustiva puesto que de esta


manera el documento electrónico firmado con todas las garantías podría no
hacer prueba plena en el proceso, existiendo una serie de escollos que habría
que salvar94:
- Sólo exige constancia temporal de la emisión y revocación del
certificado pero no del momento de emisión de la firma (con lo cual

94
Escollos que se siguen dando en la actualidad, y que algunos de ellos pueden tener cierta influencia en
el proceso en mayor medida que otros, pero a los que hemos querido referirnos en conjunto por ser
todos escollos a salvar de cara al futuro.

112
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

podríamos estar ante una firma inválida por haberse emitido fuera de
la vigencia del certificado, para lo que sería necesario acudir a
técnicas de sellado temporal que indicasen el momento exacto en que
se ha emitido la firma).
- No acredita el no rechazo en destino.
- Existe el problema de la suplantación de firma por falsedad titular.

Sin embargo, al menos este Decreto Ley eximía al proponente de


acreditar una serie de extremos puesto que dotaba a la firma reconocida de
una presunción iuris tantum de avanzada, que prácticamente equivalía a la
firma auténtica, lo que suponía una verdadera utilidad procesal.

Sin esta presunción (que veremos que desaparece en la actual LFE) la


utilización de la firma electrónica pierde mucho atractivo, más aún con la
disparidad de opiniones doctrinales sobre la aplicación de los mecanismos
probatorios documentales a los documentos electrónicos. Por ello, sería muy
aconsejable la intervención pública como terceros prestadores de certificación
para asegurar una cierta confianza en estos mecanismos.

c) LEY 59/2003, DE 19 DE DICIEMBRE, DE FIRMA ELECTRÓNICA:

Del articulado de la LFE, el aspecto básico que interesa a nuestro


estudio se encuentra recogido en el Art. 3, que lleva por rúbrica: Firma
electrónica, y documentos firmados electrónicamente.

En el apartado 1, dice este artículo que “La firma electrónica es el


conjunto de datos en forma electrónica, consignados junto a otros o asociados
con ellos, que pueden ser utilizados como medio de identificación del firmante.”

113
Mª Belén Aige Mut

La norma está señalando esa finalidad de autenticación que es la


primordial de toda firma (como ya hemos comentado anteriormente),
recogiendo un concepto amplio de firma electrónica como identificación, y sin
hacer referencia explícita a una tecnología específica para dejar las puertas
abiertas a lo que pueda ir deparando el futuro o a las necesidades de la
transacción que se esté llevando a cabo.

En el apartado 2, el Art. 3 detalla un tipo de firma, conocida como firma


digital, que asegura la identificación (autenticación) y la integridad, indicando
que la firma electrónica avanzada es la que permite identificar al firmante y
detectar cualquier cambio ulterior de los datos firmados, estando vinculada al
firmante de manera única y a los datos a que se refiere, y que ha sido creada
por medios que el firmante puede mantener bajo su exclusivo control.

El apartado 3 recoge la firma electrónica avanzada del apartado 2 pero


con un certificado reconocido (detalle que no aparecía en la Directiva de la
Comunidad Europea) y generado por un dispositivo seguro, que conlleva como
consecuencia el reconocimiento legal a efectos del Art. 3.4 que veremos a
continuación, siendo equivalente a la firma manuscrita legalmente: “Se
considera firma electrónica reconocida la firma electrónica avanzada basada en
un certificado reconocido y generada mediante un dispositivo seguro de
creación de firma.”

A la vista de estas normas, se aprecia la variación respecto a la


legislación anterior con relación a los tipos de firma electrónica. Si bien también
existían la normal y la avanzada, apreciamos ahora que no coinciden en cuanto
a su contenido y que tampoco aparece la firma reconocida en la citada
legislación anterior. Así, mientras que la firma normal no varía en su contenido,
la firma avanzada parece que también asume el mismo contenido, sólo que en
la legislación anterior añadía la posibilidad de que si existía un certificado

114
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

reconocido y un dispositivo seguro de creación, se equiparaba directamente a


la firma manuscrita.

Por contra, en la actual legislación la firma reconocida es la que


correspondía anteriormente con esa equiparación, es decir, aquella con
certificado reconocido y con dispositivo seguro de creación de firma. Lo que
desaparece es la presunción de que del cumplimiento de los requisitos
establecidos en el citado artículo (requisitos que se resumen en que el
prestador de servicios de certificación esté acreditado y que el dispositivo
seguro de creación de firma con el que ésta se haya producido esté certificado
con arreglo a lo establecido en el Art. 21) se derivara que es una firma
avanzada.

Por tanto, si por un lado aumenta el grado de seguridad en la firma


electrónica al aparecer la firma reconocida95, que vendría a ser la primera
vinculación probatoria que ya se establecía en la anterior legislación, sí
desaparece el auténtico efecto práctico desde el punto de vista procesal como
es la presunción de firma avanzada.

Incluso en la redacción original, operada antes de la modificación en el


año 2007, aparece otra precisión en el apartado octavo del Art. 3, al que ahora
nos adelantamos, que es la siguiente: “… se procederá a comprobar que por el
prestador de servicios de certificación, que expide los certificados electrónicos,
se cumplen todos los requisitos establecidos en la ley en cuanto a la garantía
de los servicios que presta en la comprobación de la eficacia de la firma
electrónica, y en especial, las obligaciones de garantizar la confidencialidad del

95
Si bien no se asegura la seguridad de la firma propiamente dicha, sí que aumenta la seguridad que
pueda mostrar de cara a un proceso y frente a un juez que deba valorar conforme a las reglas de la sana
crítica.

115
Mª Belén Aige Mut

proceso así como la autenticidad, conservación e integridad de la información


generada y la identidad de los firmantes.” Es decir, parece también más
garantista en este aspecto.

El apartado 4 del Art. 3 LFE que se comenta (“La firma electrónica


reconocida tendrá respecto de los datos consignados en forma electrónica el
mismo valor que la firma manuscrita en relación con los consignados en
papel”), atribuye a esta firma electrónica reconocida las consecuencias que
anteriormente se le atribuían a la firma electrónica avanzada, desapareciendo
la presunción de la anterior legislación; aunque se contradicen las propiedades
de la firma electrónica al equipararla con la manuscrita, puesto que la firma
electrónica reconocida tiene mayor seguridad y eficacia que la manuscrita.

Por su parte, el apartado 5 señala que el documento electrónico podrá


tener naturaleza de documento público (es decir, equipararse a los documentos
públicos) si se cumplen unos requisitos recogidos en la normativa, pero no dice
lo mismo respecto de la naturaleza de los documentos privados, con lo cual
volvemos a encontrarnos ante un agravio comparativo. Dice así: “Se considera
documento electrónico la información de cualquier naturaleza en forma
electrónica, archivada en un soporte electrónico según un formato determinado
y susceptible de identificación y tratamiento diferenciado (primer párrafo). Sin
perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, para que un documento
electrónico tenga la naturaleza de documento público o de documento
administrativo deberá cumplirse, respectivamente, con lo dispuesto en las
letras a o b del apartado siguiente y, en su caso, en la normativa específica
aplicable (segundo párrafo).”

116
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Algunos autores96, con base en la distinción que realiza el apartado 6 del


Art. 3 LFE97, fundan el carácter de prueba documental del documento
electrónico en esta clasificación de documentos públicos y privados.

Sin embargo, el apartado 7 al atribuir a los documentos electrónicos “el


valor y la eficacia jurídica que corresponda a su respectiva naturaleza, de
conformidad con la legislación que les resulte aplicable” está otorgando un
valor y una eficacia jurídica desconocidos, puesto que la legislación que resulta
aplicable es confusa. En este ámbito podemos aplicar la propia LFE, que en su
apartado 8 consigna la validez de los documentos electrónicos como prueba
documental en juicio. Del mismo modo es de aplicación la Ley de Servicios de
la Sociedad de la Información (que en el Art. 24.2 señala que serán admisibles
en juicio como prueba documental); o finalmente podemos aplicar la LEC que
no define el concepto de documento tradicional ni electrónico y que, por tanto,
dejaría la puerta abierta a una regulación ambigua y dudosa del ámbito
probatorio de los documentos electrónicos (podemos decantarnos por su
admisión como prueba documental, solución que adelantamos nos parece la
más correcta y sensata, o por otro lado decantarnos por su exclusión del
ámbito de la prueba documental y su regulación como prueba sui generis
recogida en el Art. 384 LEC).

96
Entre otros, ELÍAS BATURONES, J.J., La prueba de documentos electrónicos en los Tribunales de
Justicia, Op. Cit. págs. 59 y siguientes.
97
“El documento electrónico será soporte de:
a. Documentos públicos, por estar firmados electrónicamente por funcionarios que tengan
legalmente atribuida la facultad de dar fe pública, judicial, notarial o administrativa, siempre
que actúen en el ámbito de sus competencias con los requisitos exigidos por la ley en cada
caso.
b. Documentos expedidos y firmados electrónicamente por funcionarios o empleados públicos
en el ejercicio de sus funciones públicas, conforme a su legislación específica.
c. Documentos privados.”

117
Mª Belén Aige Mut

Entiendo que ésta es una norma clave a la hora de clarificar esta


cuestión; no obstante, se suele pasar por alto en los diferentes análisis del
tema. El legislador parece claro al señalar que podemos encontrarnos ante
documentos reales (existen); pero dichos documentos puede que no merezcan
este calificativo con base en la legislación aplicable, por no ser reconocidos por
ésta como documentos propiamente dichos. Con esta manifestación, muchos
autores98 ven en el caso de nuestra Ley procesal un ejemplo de lo
anteriormente declarado. Esto se refleja en la expresión “tendrían el valor y la
eficacia jurídica que corresponda a su respectiva naturaleza, de conformidad
con la legislación que les resulte aplicable”. Por tanto, en el ámbito del
procedimiento, la legislación aplicable es la LEC y para ella no queda
descartado que no pueda tener la naturaleza de prueba documental, con
independencia de que se regulen unos medios de prueba propios o de que esta
naturaleza de prueba documental se le atribuya a posteriori por otra Ley.99

98
ABEL LLUCH, X. y GINÉS CASTELLET, N., Empresa y prueba informática, J.M. Bosch Editor, Barcelona,
2007, dicen que parece que se está creando el “documento de documento” y que sería mejor crear una
nueva categoría o incluso una equiparación, pág. 13. En un sentido similar, GARCÍA MÁS, F.J., “Especial
consideración del documento electrónico en el art. 3 de la Ley 59/2003, de 19 de diciembre, de Firma
Electrónica. La modificación de la Ley 56/2007”, Actualidad Civil (Revista Jurídica de doctrina y
Jurisprudencia civil, mercantil y procesal), Segunda Quincena Mayo 2010, n. º 10, págs. 1124 a 1139,
indica que no se considera al electrónico como documento para el proceso. NIÑO ESTÉBANEZ, R., “La
prueba audiovisual e informática en el proceso civil. Referencia a la firma electrónica”, Aspectos
problemáticos en la valoración de la prueba civil (Abel Lluch, X. y Picó i Junoy, J.), J.M. Bosch Editor,
Barcelona, 2008, págs. 119 a 136 señala que no se llega a una conclusión coherente y que parece
crearse una prueba sui generis pero equiparada al documento. Igualmente, ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G.,
“Firma electrónica y valor probatorio ante las reformas proyectadas en la LSSI y en el borrador de
APLFE”, Revista de Contratación Electrónica, Núm. 30, Septiembre 2002, págs. 83 a 110, apunta que la
nueva LEC ha creado un medio ad hoc que solo es equiparable parcialmente a la prueba documental.
99
Como es el caso de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información 34/2002 o la propia LFE
59/2003. Al respecto, nos referiremos con especial interés en las conclusiones del presente trabajo.

118
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Es muy interesante y acertada la reflexión que hace DE LA OLIVA


SANTOS100 respecto de este apartado, que considera equivocado en su tenor
literal, puesto que si existe un documento electrónico con una firma electrónica
reconocida que cumple unas funciones muy importantes de autenticación,
integridad… no es razonable considerarlo como un documento privado simple
dado que tiene unas garantías incomparablemente superiores a un documento
privado “firmado”; e incluso dichas garantías podrían estar parejas a las de un
Notario (ya que, por ejemplo, se puede “engañar” a un Notario y suplantar al
titular de la firma).

El apartado 8 del Art. 3 LFE es el más confuso y criticado por la doctrina,


como veremos más adelante. Dice así: “El soporte en que se hallen los datos
firmados electrónicamente será admisible como prueba documental en juicio. Si
se impugnare la autenticidad de la firma electrónica reconocida con la que se
hayan firmado los datos incorporados al documento electrónico se procederá a
comprobar que se trata de una firma electrónica avanzada basada en un
certificado reconocido, que cumple todos los requisitos y condiciones
establecidos en esta Ley para este tipo de certificados, así como que la firma
se ha generado mediante un dispositivo seguro de creación de firma
electrónica.”

La norma declara con rotundidad que el soporte en que se hallen los


datos firmados electrónicamente será admisible como prueba documental en
juicio. Sin embargo, como hemos visto, para determinados autores101 la LEC

100
DE LA OLIVA SANTOS, A., “Consideraciones procesales sobre documentos electrónicos y firma
electrónica”, Op. Cit., págs. 119 y siguientes.
101
Entre otros, ABEL LLUCH, X., “La prueba electrónica”, La prueba electrónica. Serie de estudios
prácticos sobre los medios de prueba 5. Colección Formación continua Facultad de Derecho ESADE, (Abel
Lluch, X. y Picó i Junoy, J.) Librería Bosch, Barcelona, 2011, señala que el legislador ha excluido de la
prueba documental a la prueba electrónica, pág. 24; también que el concepto de la LEC de documento

119
Mª Belén Aige Mut

“excluye” del ámbito de la prueba documental a los documentos electrónicos.


¿Está dando este artículo realmente carácter de prueba documental a los
documentos electrónicos? ¿O simplemente es un mal uso del término?

Hay que tener en cuenta que la Exposición de Motivos de la LFE da una


mayor seguridad al someter a la firma electrónica a las reglas de la eficacia en
juicio de la prueba documental. Por tanto, creemos que la interpretación
correcta sería que las reglas de la eficacia de la prueba documental son las que
se homologan y así se podrían conferir los efectos de prueba legal o tasada.

El citado apartado 8 continúa diciendo que “La carga de realizar las


citadas comprobaciones corresponderá a quien haya presentado el documento
electrónico firmado con firma electrónica reconocida. Si dichas comprobaciones
obtienen un resultado positivo, se presumirá la autenticidad de la firma
electrónica reconocida con la que se haya firmado dicho documento electrónico
siendo las costas, gastos y derechos que origine la comprobación
exclusivamente a cargo de quien hubiese formulado la impugnación. Si, a juicio
del tribunal, la impugnación hubiese sido temeraria, podrá imponerle, además,
una multa de 120 a 600 euros (primer párrafo). Si se impugna la autenticidad
de la firma electrónica avanzada, con la que se hayan firmado los datos
incorporados al documento electrónico, se estará a lo establecido en el
apartado 2 del artículo 326 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (segundo
párrafo)”.102

es de carácter estricto, págs. 48 y siguientes; y finalmente habla de la negativa del legislador a aceptar
que el documento electrónico es una prueba documental, pág. 104. También ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G.,
“Firma electrónica y valor probatorio ante las reformas proyectadas en la Ley de Servicios de la Sociedad
de la Información y en el borrador de Ante Proyecto de Firma Electrónica”, Op. cit., págs. 83 y siguientes,
cuando considera al documento electrónico como un medio de prueba ad hoc.
102
Nos parece una carga excesiva y que priva de toda virtualidad a la prueba electrónica, a lo que nos
referiremos con mayor detenimiento en las conclusiones del presente trabajo.

120
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Esta remisión carece de toda utilidad, salvo para considerar una vez más
la equiparación de los documentos electrónicos a los tradicionales, puesto que
bastaba con señalar el propio contenido en este artículo, en lugar de remitir a
otra legislación, hecho que además hubiese evitado la polémica Disposición
Adicional Décima de la LFE que añade el Art. 326.3 LEC, para así acabar con
una remisión mutua que en nada es favorable a la coherencia y simplicidad de
las que deben hacer gala las leyes procesales.

Por su parte, el apartado 9 añade que no se negarán efectos jurídicos a


una firma electrónica que no reúna los requisitos de firma electrónica
reconocida en relación a los datos a los que esté asociada por el mero hecho
de presentarse en forma electrónica. Este apartado se presenta de forma
coherente con la tutela judicial efectiva reconocida en el Art. 24 CE; y por eso
anteriormente hemos mencionado que el Real Decreto 1906/1999 era una
regulación contra legem al no aceptar la firma simple como prueba.

Finalmente, el apartado 10 expresa que “A los efectos de lo dispuesto en


este artículo, cuando una firma electrónica se utilice conforme a las condiciones
acordadas por las partes para relacionarse entre sí, se tendrá en cuenta lo
estipulado entre ellas.” En este caso, la duda que podría surgir es la de si las
partes acuerdan que lo estipulado entre ellas de manera electrónica no puede
ser negado posteriormente en cuanto a su veracidad si se ha utilizado una
firma electrónica segura, en este caso si las partes no pueden impugnar estos
supuestos documentos electrónicos, ¿podría el tribunal realizar esa
impugnación con base en la libre valoración de la prueba? Entendemos que no,
puesto que, como veremos a la hora de estudiar los aspectos procesales del
documento electrónico, la libre valoración no corresponde a una valoración
arbitraria y que en todo caso es conforme a la naturaleza del documento
electrónico, lo que debería llevarnos a aplicar de manera analógica las reglas
de valoración tasada de los documentos; sin embargo queda este resquicio de

121
Mª Belén Aige Mut

inseguridad dada la redacción actual de la LEC, en contraposición a otras leyes


sustantivas como la misma LFE que acabamos de analizar.

A la vista de la regulación que la LFE realiza con relación a la firma


electrónica, podemos hacer una serie de reflexiones. Hemos visto que el Art.
3.4 de la LFE equipara la firma electrónica reconocida con la eficacia jurídica
de la firma manuscrita tradicional (y también habla de los certificados
reconocidos en el Art. 11). Pero esta eficacia realmente es jurídico sustantiva,
es decir, cuando una norma jurídica requiera la firma para producir efectos,
valdrá que ésta se realice de forma digital (a efectos del Derecho Sustantivo),
pero esa equiparación no otorgaría un especial valor probatorio ya que no se
equipara a una firma manuscrita auténtica, a pesar de tener más ventajas que
la firma manuscrita tradicional, ventajas que podrían llevar a realizar esa
equiparación. Por tanto, sí que desplegaría eficacia probatoria solamente si la
autenticidad quedara probada.

Además, en ese caso sería de mucha mayor utilidad como mecanismo


probatorio, porque una vez fijada la autenticidad de la firma electrónica no es
tan fácilmente disociable de los datos a los que se adscribe, a diferencia de lo
que ocurre con la firma manuscrita tradicional, por lo cual podría constituir una
prueba mucho más válida. Es más, si se reconoce el documento público
electrónico por el mero hecho de que éste ha sido firmado por ciertos
empleados públicos y por ello se aplican las normas de valoración legal propias
de los documentos públicos, que hacen prueba plena no desvirtuable (Art.
319.1 LEC), igualmente debería funcionar de la misma manera en el caso de
los particulares siempre que se pueda acreditar que su firma es auténtica o no
sea negada por la otra parte. Aunque del mismo modo, si la firma no es
auténtica no tiene por qué significar que el documento no lo sea.

122
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Por tanto, lo que queda probado con la firma digital es, por analogía con
la firma manuscrita, la autenticidad (o veracidad) en la declaración. Pero aun
sin esa analogía reconocida por la LFE, también se defiende que estaríamos
ante el mismo resultado aplicando las reglas de la sana crítica que se recogen
en la LEC, por lo que la consideración de documento es insignificante respecto
a su admisión en juicio. Así, autores como Ormazábal Sánchez103 no creen que
sea necesario la equiparación del documento electrónico al documento
tradicional y por ende a la prueba documental, porque no tiene ventajas y no
puede adecuarse en todos los casos a las reglas de la LEC para la práctica de
la prueba documental, por ejemplo en cuanto al original y copias, dado que no
se pueden distinguir. No es que se esté defendiendo una tesis contraria, pero
esta opinión es un ideal o una utopía que en la práctica cotidiana (en la que,
como hemos remarcado anteriormente, tan solo se dedican tres artículos
bastante breves al documento electrónico), en la realidad del día a día, no
conlleva ninguna ventaja para los particulares.

Es más, los particulares ven que sus derechos quedan discriminados


cuando los intentan aportar a través de nuevas tecnologías que están
implantadas en su vida, en su día a día y que incluso pueden utilizar para sus
relaciones con las Administraciones Públicas, a excepción de la Administración
de Justicia (salvo que se lleve a cabo la implantación definitiva del expediente
judicial electrónico). Se podría argumentar que no es necesaria la equiparación
del documento electrónico al tradicional y, por ende, a la prueba documental
porque con la sana crítica estamos salvados de arbitrariedades. Pero eso es lo
mismo que confiar los derechos de una tutela judicial efectiva de los

103
ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “¿Avanzan en paralelo la tecnología y la legislación de firma electrónica?”
Op. Cit., págs. 783 a 806 señala que exceptuando los documentos públicos, los privados y la prueba del
Art. 384 tienen libre valoración, salvo no cuestionamiento de la autenticidad, que es una regla de
valoración legal aplicable analógicamente al Art. 384.

123
Mª Belén Aige Mut

ciudadanos al libre albedrío de una justicia que no siempre es acertada y que


no siempre está familiarizada con las nuevas tecnologías104.

Es defendible considerar al documento electrónico como un medio de


prueba sui generis siempre que este medio de prueba no se vea discriminado
frente a otros por el mero hecho de su naturaleza electrónica. Si se consigue
una legislación correcta, compacta, concreta y sin lagunas, es ésta una
decisión muy acertada. Pero mientras eso no ocurra, no tiene sentido que un
documento entre particulares (por ejemplo, un contrato) no pueda ser creado
con la libertad de forma que establece el Código Civil; y que si lo hacen se
hallen mermados en su derecho a la valoración de tal prueba como tasada
frente a la libre valoración; mientras que un común papel con una simple firma
a mano e incluso a lápiz (no siendo un soporte muy duradero), si las partes no
lo impugnan, haga prueba plena en el proceso.

Es cierto que esta legislación que hemos analizado recoge el DNI


electrónico como ejemplo de documento público con soporte material distinto al
tradicional y carácter de documento, por tanto estaríamos ante un motivo más o
un indicio más para que se tenga que equiparar el documento electrónico a la
prueba documental, si es necesario para defender la tutela judicial efectiva de
los ciudadanos.

Con la firma electrónica reconocida que hemos estudiado en este


apartado, podemos dar mucha más seguridad a un documento electrónico que
a uno tradicional y eso debería tener una cierta garantía en el proceso. Si bien
es cierto que pueden quedar cabos sueltos como el tema del sellado del

104
Al respecto, véase mi trabajo realizado, AIGE MUT, M.B., “Apunte sobre la valoración del documento
electrónico: ¿prueba libre o tasada?”, Revista General de Derecho Procesal 24 (2011), página web de
Iustel.

124
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

tiempo, el mismo también se puede realizar con mecanismos de sellado


temporal que dan garantía del momento de la existencia del documento
electrónico y de la no alteración a lo largo del tiempo como un complemento de
la firma electrónica. Esto se realiza por las autoridades de sellado, que son
unas terceras partes de confianza similares a las autoridades de certificación.
Estos prestadores toman la hora y fecha oficial de una fuente de tiempo
confiable, y se viene aplicando ya en algunas Administraciones Públicas, como
por ejemplo en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón (que ha sido uno de los
primeros en aplicarlo) que realiza todas sus gestiones y actos administrativos
directamente on-line dejando de un lado el método tradicional. En este caso
concreto la hora y fecha oficial es tomada del Real Observatorio de la Armada y
la autoridad de sellado del tiempo es la Fábrica Nacional de Moneda y timbre
con quien el Ayuntamiento tiene firmado un convenio105.

Aunque todavía existen reticencias de juristas que consideran que la


firma tradicional contiene características de grafía que acompañan al individuo
durante toda su vida, cosa que no puede contener la firma electrónica, así
como la conexión directa de la firma con el sujeto (al ser realizada mediante el
brazo y sobre soporte papel), entiendo poco acertado tal argumento puesto que
una firma tradicional nada indica, por mucho que la grafía no cambie, que ese
sujeto tenga la voluntad real de firmar, mientras que en una digital se ha tenido
que esforzar por solicitar la firma electrónica con el par de claves para la
realización de un negocio jurídico. ¿Por qué una firma expresamente solicitada
para estos efectos tiene que tener menos valor que una firma tradicional, que
tan acostumbrados estamos a realizar sin leer en realidad lo que estamos
firmando? Un ejemplo de ello se puede ver en cualquier comercio, al pagar con
tarjeta de crédito se firma de manera automática sin ni siquiera mirar el importe

105
www.pozuelodealarcon.org es su página web, siendo también a la vez sede electrónica por decreto
de alcaldía.

125
Mª Belén Aige Mut

firmado en la mayoría de las ocasiones; ¿acaso por ello se tiene que dar menor
seguridad al pago con tarjeta que al pago en efectivo que nos obliga a fijarnos
en lo que estamos pagando? Estaríamos entrado en el ámbito de la autonomía
de la voluntad de los sujetos y mermando la misma.

Analizada la forma en la que se regulan el documento electrónico y la


firma electrónica en nuestra legislación, nos queda abordar cómo aplicamos a
la práctica todo lo estudiado. Al respecto, interesa resaltar la presunción que
realiza el Art. 28.1 LFE resultante de acreditar que los productos de firma
electrónica se ajusten a ciertas normas técnicas cuyos números de referencia
hayan sido publicados en el “Diario Oficial de la Unión Europea”. Es decir, la
presunción hace referencia a que el prestador de servicios de certificación que
expide los certificados reconocidos use sistemas fiables y a que el dispositivo
de creación de firma tenga las garantías del Art. 24.3. LFE.

Esta acreditación a pesar de entrar en el proceso como prueba pericial


sería de mucha utilidad a efectos probatorios, mucho más que la acreditación
voluntaria de los prestadores de servicios de certificación.

3.2. Aplicación en el uso procesal de los documentos electrónicos

3.2.1. Naturaleza

El documento sería un objeto material que incorpora la expresión escrita


de un pensamiento o acto humano: por tanto es indiferente el soporte material
que utilicemos106.

106
Según GUTIÉRREZ BARENENGOA, A., LARENA BLEDARRAIN, J., MONJE BALMASEDA, O. y BLANCO
LÓPEZ, J., ya la mayoría de la doctrina equipara la prueba documental a los nuevos medios; El proceso
Civil, Dykinson, Enero 2008, pág. 243. Es más, se podrían distinguir como documentos electrónicos
privados a los que, utilizándose medios e instrumentos electrónicos, informáticos o similares, son

126
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Sin embargo, la doctrina es variada y con muy diversas opiniones. Así,


ARAGONESES MARTÍNEZ e HINOJOSA SEGOVIA107 consideran que
estamos ante una prueba instrumental, un tertium genus asimilado a la prueba
documental pero que se separa de ella por no incorporarse a las actuaciones,
más o menos como el reconocimiento judicial. Pero al fin y al cabo si llegamos
a la raíz del proceso ¿no consiste todo en un reconocimiento judicial de un
modo u otro? Lo que vienen a remarcar es que la expresión “según su
naturaleza” puede conllevar dos vías: la de la sana crítica por considerarlos
semejantes a los medios audiovisuales, o la de la valoración como documento
público o privado si se considera que existe una aproximación al concepto
tradicional de documento.

A favor de la naturaleza documental se asientan RÍOS LÓPEZ,


ETXEBARRÍA GURIDI y MONTÓN REDONDO108, y consideran que debería
existir una regulación más consolidada que evite las lagunas y dudas, puesto
que anteriormente a la LEC ya venía aplicándose la normativa propia de los
documentos.

redactados por personas físicas o jurídicas en el ámbito de sus relaciones privadas, sin la intervención de
autoridad, funcionario o fedatario público, JAUME BENNASAR, A., La validez del documento electrónico y
su eficacia en Sede Procesal, Lex Nova, Valladolid, 2010, págs. 61 y 62.
107
ARAGONESES MARTÍNEZ, S., HINOJOSA SEGOVIA, S., y otros, 100 cuestiones controvertidas sobre la
prueba en el proceso civil, Colex, Madrid 2004, págs. 185 y siguientes.
108
RÍOS LÓPEZ, Y., “La función directiva del juez en la determinación de la certeza de los hechos”,
Aspectos prácticos de la prueba civil, (Abel Lluch, X. y Picó i Junoy, J.), J.M. Bosch Editor, Barcelona, 2006
(págs. 170 y siguientes); ETXEBARRÍA GURIDI, J.F., Las facultades judiciales en materia probatoria en la
LEC, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2003 (pág. 361); MONTÓN REDONDO, A., “Medios de reproducción de la
imagen y del sonido”, Cuadernos de Derecho Judicial VII, La Prueba, CGPJ, Madrid, 2000, págs. 188 y
192, indica la adecuación de una aplicación directa o analógica de la actividad probatoria referida a la
prueba documental.

127
Mª Belén Aige Mut

Para ORMAZÁBAL109, el documento electrónico seguiría a medio


camino entre la prueba documental y la prueba por instrumentos, puesto que la
expresión de la LEC “según su naturaleza” no aporta nada, y reconoce la
posibilidad de la valoración legal como documento privado, considerando que
depende de la firma electrónica: así, si ésta es auténtica, el documento hará
prueba plena como el documento privado, mientras que si no es firma
electrónica o es simple, la valoración seguirá las reglas de la sana crítica.

Asimismo, el mismo autor considera que los soportes informáticos “a


menudo denominados documentos electrónicos” en realidad no son tales con
respecto al régimen probatorio aunque mantengan estrecha relación o
concomitancia, aplicando sin embargo y, como ya hemos señalado
anteriormente, una similitud total en cuanto a la valoración legal con los
documentos privados gracias a la expresión “sana crítica según su
naturaleza”.110

Si en realidad no son tales documentos respecto al régimen probatorio,


manteniendo esa estrecha relación y debiéndose aplicar la misma valoración
legal, no se comprende por qué no se opta directamente por considerarlos
documentos de manera análoga, dejándonos de complicaciones doctrinales y
legales.

109
ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “Informática y prueba judicial. Especial referencia a la firma electrónica”,
Empresa y prueba informática Op. Cit., págs. 43 a 84. También en La prueba documental y los medios e
instrumentos idóneos para reproducir imágenes o sonidos o archivar o conocer datos, La Ley, Madrid,
2000, pág. 202.
110
ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “Capítulo II. El valor probatorio de la firma electrónica”, Derecho y Nuevas
Tecnologías (Peguera Poch, M., Coordinador.), UOC, 2005, págs. 45-92.

128
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En conclusión, en la doctrina no aparece una coherencia de


interpretación sino que parece ser que nos encontramos ante una prueba sui
generis pero equiparada a los documentos de alguna manera.

3.2.2. Aportación

El documento electrónico deberá ser aportado al proceso con la


demanda, o, en su caso, con la contestación del demandado, al igual que
cualquier otro documento (Arts. 265 o 270 LEC). Por tanto, se puede observar
que el documento electrónico recibiría para el momento de la aportación el
mismo tratamiento procesal que la prueba documental debido a su
consideración análoga.

No podemos, sin embargo, aplicarle análogamente toda la regulación de


la prueba documental porque entre otros nos encontraríamos con el problema
del original y la copia111.

Sin embargo, el uso del papel por impresión de un documento emitido en


otro formato ha sido considerado siempre copia fiel del original, y el Art. 6 del
Real Decreto 263/1996112, de 16 de febrero, por el que se regula la utilización

111
En este sentido, se puede ver un avance de lo que se entiende por original en documento electrónico
en la Ley Modelo sobre Comercio Electrónico de la Comisión de Naciones Unidas para el Derecho
Mercantil Internacional, UNCITRAL, Resolución 51/162, de 16 de diciembre de 1996, que en el Art. 8
dice que para que un documento sea un original se exigen unos requisitos mínimos: integridad,
presentarlo en su medio original y una copia informática para la otra parte que pueda ser mostrada o
visionada.
112
“Artículo 6. Emisión de documentos y copias.1. Los documentos emitidos por los órganos y entidades
del ámbito de la Administración General del Estado y por los particulares en sus relaciones con aquéllos,
que hayan sido producidos por medios electrónicos, informáticos y telemáticos en soportes de cualquier
naturaleza serán válidos siempre que quede acreditada su integridad, conservación y la identidad del
autor, así como la autenticidad de su voluntad, mediante la constancia de códigos u otros sistemas de
identificación.

129
Mª Belén Aige Mut

de técnicas electrónicas, informáticas y telemáticas por la Administración


General del Estado (vigente hasta el 19 de noviembre de 2009, fecha de
entrada en vigor del Real Decreto 1671/2009, de 6 de noviembre, por el que se
desarrolla parcialmente la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico
de los ciudadanos a los servicios públicos, y al que ya hemos hecho referencia
anteriormente) otorga la misma validez y eficacia que el original, lo que podría
salvar muchos obstáculos en la regulación de los documentos electrónicos en
el ámbito probatorio o en el momento de aportación de los mismos en el
proceso.

En el nuevo Real Decreto 1671/2009, se regula el tema del original y las


copias en los Arts. 43, 44 y 45. Al respecto es interesante lo que señala el Art.
43.1 “Las copias electrónicas generadas que, por ser idénticas al documento
electrónico original no comportan cambio de formato ni de contenido, tendrán la
eficacia jurídica del documento electrónico original”. Con lo cual, se acepta
como copias auténticas las realizadas electrónicamente. En el caso de que se
realicen en otro soporte, como el papel, dice el Art. 45 que para que tengan la
consideración de copias auténticas, deben cumplir una serie de requisitos
recogidos en el mismo artículo113. En este caso, el Real Decreto sí que está

En los producidos por los órganos de la Administración General del Estado o por sus entidades vinculadas
o dependientes, dichos códigos o sistemas estarán protegidos de forma que únicamente puedan ser
utilizados por las personas autorizadas por razón de sus competencias o funciones.

2. Las copias de documentos originales almacenados por medios o en soportes electrónicos, informáticos
o telemáticos, expedidas por los órganos de la Administración General del Estado o por sus entidades
vinculadas o dependientes, tendrán la misma validez y eficacia del documento original siempre que
quede garantizada su autenticidad, integridad y conservación.”
113
Art. 45 “Copias en papel de los documentos públicos administrativos electrónicos realizados por la
Administración General del Estado y sus organismos públicos vinculados o dependientes. Para que las
copias emitidas en papel de los documentos públicos administrativos electrónicos tengan la
consideración de copias auténticas deberán cumplirse los siguientes requisitos:

130
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

diferenciando el original de las copias, aunque sea de una manera diferente al


concepto tradicional de original y copias de los documentos en soporte papel.

Por su parte, la LAE habla de copia electrónica en el Art. 30.1,


señalando que serán copias auténticas si el original está en poder de la
Administración. También hace referencia a las copias electrónicas de
documentos en papel como auténticas siempre que haya un sistema de
verificación. Y a su vez menciona la copia en papel de un documento
electrónico (igualmente auténtica, como en el caso anterior, si existe un
sistema de verificación).

En cuanto a los archivos de los documentos electrónicos, el Art. 31 se


remite al Real Decreto de desarrollo de la Ley 11/2007, al que igualmente
hemos hecho referencia en este apartado.

Finalmente, el Art. 28 de la Ley 18/2011, de 5 de junio, reguladora del


uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la Administración
de Justicia, regula la eficacia en juicio de las copias electrónicas114, indicando

a. Que el documento electrónico copiado sea un documento original o una copia electrónica
auténtica del documento electrónico o en soporte papel original, emitidos conforme a lo
previsto en el presente Real Decreto.
b. La impresión en el mismo documento de un código generado electrónicamente u otro sistema
de verificación, con indicación de que el mismo permite contrastar la autenticidad de la copia
mediante el acceso a los archivos electrónicos del órgano u organismo público emisor.
c. Que la copia sea obtenida conforme a las normas de competencia y procedimiento, que en cada
caso se aprueben, incluidas las de obtención automatizada.”
114
“1. Las copias realizadas por medios electrónicos de documentos electrónicos emitidos por el propio
interesado o por las oficinas judiciales, manteniéndose o no el formato original, tendrán inmediatamente
la consideración de copias auténticas con la eficacia prevista en las leyes procesales, siempre que el
documento electrónico original se encuentre en poder de la oficina judicial donde haya sido originado o
incorporado y que la información de firma electrónica y, en su caso, de sellado de tiempo permitan
comprobar la coincidencia con dicho documento.
Si se alterase el formato original, deberá incluirse en los metadatos la condición de copia.

131
Mª Belén Aige Mut

que tienen la consideración de copias auténticas siempre que el documento


original se encuentre en poder de la oficina judicial, y que la firma electrónica
permita identificar la copia con su original.

Por tanto, de cada vez vamos teniendo una regulación más exhaustiva
sobre el tema de las copias electrónicas, no suponiendo las mismas un
problema para la aceptación del documento electrónico en el ámbito del
proceso.

3.2.3. Impugnación

En cuanto a la impugnación de los documentos electrónicos, debemos


diferenciar según el tipo de documento ante el que nos encontremos:

a) Impugnación de documento electrónico privado: el Art. 326.3 LEC


remite a la LFE 59/2003, que sería una norma procesal fuera de la
LEC. Ésta, en su Art. 3.8 establece que si fuera la impugnación de
una firma reconocida se debe comprobar que la misma cumple los
requisitos de firma avanzada así como que su dispositivo de

2. Las copias realizadas por las oficinas judiciales, utilizando medios electrónicos, de
documentos emitidos originalmente por ellas en soporte papel tendrán la consideración de copias
auténticas.
3. Las oficinas judiciales podrán obtener imágenes electrónicas de los documentos privados
aportados por los ciudadanos, con su misma validez y eficacia, a través de procesos de digitalización que
garanticen su autenticidad, integridad y la conservación del documento imagen, de lo que se dejará
constancia. Esta obtención podrá hacerse de forma automatizada, mediante el correspondiente sello
electrónico.
4. A los documentos emitidos originalmente en soporte papel de los que se hayan efectuado
copias electrónicas de acuerdo con lo dispuesto en este artículo, se les dará el destino previsto en la
normativa vigente en materia de archivos judiciales.
5. Las copias realizadas en soporte papel de documentos judiciales electrónicos y firmados
electrónicamente por el secretario judicial tendrán la consideración de copias auténticas, siempre que
incluyan la impresión de un código seguro de verificación que permita contrastar su autenticidad
mediante el acceso a los archivos electrónicos de la oficina judicial emisora”.

132
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

creación es seguro. Por el contrario, si es una firma electrónica


avanzada, remite de nuevo al Art. 326 LEC, con el consiguiente
problema del cotejo de letras, y por tanto habría que acudir “a
proponer cualquier otro medio de prueba que resulte útil y pertinente
al efecto”, como ya se establece en la LEC, por ejemplo una pericial.
De este modo, nada obsta en este sentido la equiparación del
documento electrónico privado con el documento privado tradicional.

b) Impugnación de documento electrónico público: se realizará


mediante cotejo o comprobación con el original, como recoge el Art.
320 LEC para los documentos públicos tradicionales.

3.2.4. Práctica

Por lo que respecta a la práctica de este medio probatorio, no parece


preciso que se lleve a cabo en juicio, ya que de acuerdo con el Art. 431 LEC115

115
“El juicio tendrá por objeto la práctica de las pruebas de declaración de las partes, testifical, informes
orales y contradictorios de peritos, reconocimiento judicial en su caso y reproducción de palabras,
imágenes y sonidos. Asimismo, una vez practicadas las pruebas, en el juicio se formularán las
conclusiones sobre éstas”. Se puede observar que no hace referencia en su articulado a la prueba por
instrumentos, por lo que no tendría por qué practicarse en el momento del juicio.

Al respecto, indicar que todas las pruebas, menos la documental, se practican en juicio, puesto que los
documentos han de presentarse con la demanda, la contestación o, cuando proceda, en la audiencia
previa al juicio, como indica LÓPEZ SIMÓ, F., Disposiciones generales sobre la prueba (análisis de los
artículos 281 a 298 y concordantes de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil), La Ley,
2001, pág. 100. Sin embargo, al leer el Art. 431 LEC no existe mención a la prueba por instrumentos,
como si no tuviera que practicarse, aunque a pesar de ello algunos autores consideran que es obvio que
esta prueba deberá ordinariamente practicarse, SANCHÍS CRESPO, C., “Nuevo proceso civil y nuevas
tecnologías: la prueba”, Revista del Poder Judicial, n.º 68, Consejo General del Poder Judicial, Madrid,
2002, pág. 386 y 387; también en SANCHÍS CRESPO, C., “La prueba por soportes informáticos (una
perspectiva civil y penal)”, Estudios de derecho judicial, ejemplar dedicado a la incorporación de las
nuevas tecnologías en el comercio: aspectos legales (Sanjuan y Muñoz, E., Director), n.º 71, Consejo
General del Poder Judicial, Escuela Judicial, Madrid, 2005, pág. 314 y siguientes; y en SANCHÍS CRESPO,
C., “La prueba por soportes informáticos en la LECiv 1/2000”, Actualidad Informática Aranzadi: revista
de informática para juristas, n.º 36, 2000, pág. 8 y 9.

133
Mª Belén Aige Mut

no se incluye entre las pruebas que deben practicarse en el mismo (tanto en el


caso de considerarse documental como en el caso de considerarse prueba por
instrumentos). Asimismo, el Art. 289.2 LEC (relativo a la forma de practicarse la
prueba)116, utiliza la expresión “en su caso”, referida a la reproducción de cifras
y datos; por tanto, aun en el supuesto de considerar los documentos
electrónicos como instrumentos en lugar de auténticos documentos, en la
mayoría de los casos no sería necesaria la presencia judicial que prevé dicho
artículo (siendo evidente que si los consideramos prueba documental, carece
de relevancia esta reflexión).

De modo que la práctica de este medio de prueba por documentos


electrónicos (independientemente de si se considera auténtica prueba
documental o bien prueba por instrumentos) no se realizaría propiamente en el
acto del juicio, sino que debería aportarse conjuntamente a la demanda (Art.
265 LEC) y sería en el acto de la audiencia previa al juicio en donde cada parte
debería pronunciarse sobre los documentos e instrumentos aportados de
contrario (Art. 427 LEC) y, en su caso, impugnar los mismos mediante el
mecanismo que hemos analizado en el apartado anterior.

3.2.5. Valoración de la prueba

Como ya se ha analizado en el capítulo 2, para realizar su valoración


hay que atender a la similitud con la prueba documental. Así, si entendemos
que el documento electrónico es un auténtico documento, se beneficiará del
valor de prueba tasada; pero en el caso de decantarse por prueba de

116
Art. 289.2 “Será inexcusable la presencia judicial en el interrogatorio de las partes y de testigos, en el
reconocimiento de lugares, objetos o personas, en la reproducción de palabras, sonidos, imágenes y, en
su caso, cifras y datos, así como en las explicaciones, impugnaciones, rectificaciones o ampliaciones de
los dictámenes periciales”. Al ser por tanto la prueba por instrumentos una reproducción de cifras o
datos, no estaría inexcusablemente incluida en este artículo, tan solo “en su caso”, es decir, si se
considerase necesario.

134
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

instrumentos, al decir la LEC que se valorará “según las reglas de la sana


crítica aplicables a aquellos según su naturaleza”, debemos considerar su
naturaleza como análoga a la prueba documental, como ya dice la Exposición
de Motivos de la LEC, y por tanto la libre valoración no debería jugar en este
ámbito sino igualmente la prueba tasada que se le concede a la documental
privada, por analogía.

En este caso, la analogía nos debería llevar, por similitud total, a la


valoración legal de los documentos privados recogida en el Art. 326.1 LEC, ya
que la expresión “según su naturaleza” parece desprender esa conclusión
lógica.

La no regulación del mismo como prueba tasada es una clara muestra


de la desconfianza de nuestros legisladores hacia el documento electrónico al
que se le niega la posibilidad de ser prueba plena, limitándose a referenciarlo
“según su naturaleza”, expresión por otra parte dudosa y controvertida en
nuestra doctrina y legislación.

Es curioso que un contrato electrónico con el original en soporte


informático siga el criterio de valoración libre de la prueba mientras que un
contrato en documento privado no impugnado haga prueba plena. Esto puede
ser una desventaja para los ciudadanos en cuanto a la obtención de su tutela
judicial efectiva y, además, no se ajusta para nada a la realidad social actual.

Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, el contrato con una entidad


bancaria como Bankia (desgraciadamente famosa hoy en día) se puede
realizar de forma electrónica, señalándose en el mismo que con la firma
electrónica se otorga la misma validez que con la firma autógrafa. Es más, en
su condicionado se advierte que la comunicación telemática es válida y
vinculante y con plenos efectos jurídicos aun cuando con posterioridad NO se

135
Mª Belén Aige Mut

remita el documento. En este caso, si no se remite el documento tradicional


que tanto ansían los Tribunales, ¿cómo pueden los ciudadanos hacer valer sus
derechos si únicamente disponen de soportes electrónicos?

En dicha contratación, además, se regula un apartado específico relativo


a la entrega de documentación, y en el mismo se recoge que la entrega por
escrito remitido (en los casos en los que se realice) tendrá la misma validez
que la impresión del documento visualizado on-line. Asimismo, se acepta la
entrega de documentación mediante CUALQUIER soporte o instrumento
duradero que permita al titular conservar e imprimir la información y, en
particular, los disquetes informáticos, CD-ROM, DVD así como el equipo
informático que permita la descarga de los archivos conteniendo la
documentación contractual o donde se almacene el correo electrónico del
titular. En estos casos está claro que las mismas entidades con las que
contratamos no dan ninguna validez al soporte tradicional predominando los
soportes informáticos, quedándonos así indefensos ante la justicia.

Además, en caso de discrepancia, es la entidad la que establece la


presunción de prevalencia de su versión conservada en soporte electrónico
frente a la de los consumidores. En este caso, la carga probatoria no debería
recaer en los particulares con los altos costes de realizar una pericial
informática y quedando a la espera de la libre valoración por el juez, sino que
bastaría que los mismos quedasen amparados por la prueba documental
electrónica; y en caso de discrepancia es donde el juez debería entrar a
conocer la forma en la que se ha conservado el documento electrónico por la
parte más favorecida y aventajada.

Con el ejemplo citado (de entre otros muchos a los que se podría hacer
mención), queda patente que a la hora de decidir qué valoración le
corresponde al documento electrónico, no habría que olvidar que éste cumple

136
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

la misma finalidad que el documento tradicional, puesto que contiene los


elementos esenciales del documento, como son el contener información (sea la
naturaleza que sea), archivarla (en este caso de manera informática en soporte
electrónico, pero que deja constancia para el futuro de un hecho presente), en
un formato determinado y conocido y con susceptibilidad de identificación y
tratamiento diferenciado.

En cuanto a su contenido, como hemos hecho referencia en este mismo


trabajo, contiene un elemento subjetivo igual que el documento tradicional (las
personas que intervienen), un elemento objetivo (el hecho que se pretende
documentar) y un elemento temporal (la fecha, que en este caso se podría
acreditar mediante sistemas de sellado temporal).

Por ello, consideramos que el tratamiento jurídico de ambos debería ser


equiparable (a pesar de que pueda conllevar ciertos riesgos dado su carácter
electrónico). Así, TEMBOURY REDONDO117, considera que el documento
escrito tradicional es susceptible de una falsificación inicial y una sobrevenida
(Art. 390 CP), mientras que el documento electrónico tendría una ventaja en
este aspecto porque requeriría para su falsificación de una comparación física
como puede ser el robo de unas claves, un engaño, violencia… que se puede
denunciar o deducir. Por tanto, los riesgos siempre han existido y siempre
existirán.

Lo anteriormente expuesto no quiere decir que no quepa una


coexistencia con el papel, sino que hay que lograr que dicha coexistencia
pueda ser pacífica y repercutir en beneficio de los ciudadanos y de la evolución

117
TEMBOURY REDONDO, M., “La prueba de los contratos electrónicos (capítulo VIII)”, Derecho de
Internet. La Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (Mateu de Ros
Cerezo, R. y López-Monís Gallego, M. Coordinadores), Thomson-Aranzadi, 2003, págs. 485 a 517.

137
Mª Belén Aige Mut

de la sociedad para que puedan añadir un medio más en sus relaciones. No


debemos olvidar el principio de interpretación de la Ley conforme a la realidad
social del tiempo del Art. 3.1 Cc; así como el Art. 24.2 CE referente al derecho
del justiciable a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa; y se
puede observar que en este ámbito del Derecho existe un claro desfase entre
la realidad social y su regulación normativa: por la ausencia de regulación
normativa, se deja la valoración final en manos del juez cuando debería
equipararse, con ciertos matices, a la prueba de documentos privados118.

Pero a la hora de hablar de su valor probatorio, es importante diferenciar


las fuentes de los medios de prueba, para poder distinguir ante qué nos
encontramos. Así, las fuentes preexisten al proceso (por ejemplo, el
documento), mientras que los medios existen únicamente en el proceso (por
seguir el ejemplo, la prueba documental)119. Es por ello por lo que la
jurisprudencia debería identificar cuáles son los medios modernos120, como en
el caso de los documentos electrónicos; y si los mismos no se consideraran
como un medio de prueba documental, atendiendo a la realidad social del

118
En este caso, como señala el autor VILABOYS LOIS, se debería adherir de lege ferenda a la valoración
legal como documento privado auténtico, ya que de modo contrario se estaría premiando a lo
tradicional sobre lo moderno. VILABOYS LOIS, L., “VIII.3 El denominado “documento” electrónico como
medio de prueba en el proceso civil. Reflexiones a la luz de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de
Enjuiciamiento Civil” Op. cit., pág. 494
119
En este sentido, SANCHÍS CRESPO indica que las fuentes de prueba son todas aquellas realidades
susceptibles de, o bien convencer al juez de una afirmación de hechos realizada por una de las partes en
un proceso, o bien de fijar determinados hechos como ciertos; mientras que medio sería todo el
conjunto de trámites procesales necesarios para introducir cualquiera de esas realidades en un proceso,
SANCHÍS CRESPO, C., “Los contornos de la prueba en el nuevo proceso civil”, Revista de Derecho
Universitat de València (Estudi General), Valencia, noviembre 2002, pág. 2, versión digital; también en
SANCHÍS CRESPO, C., “La prueba por soportes informáticos (una perspectiva civil y penal)”, Op. Cit., pág.
300.
120
ABEL LLUCH, X., “Sobre la prueba y el derecho a la prueba en el proceso civil”, Objeto y carga de la
prueba civil (Abel Lluch, X. y Picó i Junoy, J.), J.M. Bosch Editor, Barcelona, 2007, págs. 19 a 46.

138
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

momento, carecerían de contenido las remisiones del Art. 326.3 LEC a LFE y
de nuevo al Art. 326.2 LEC.

Si el documento electrónico se usa cotidianamente con facilidad y


simplicidad (a nivel de usuario), en juicio no tiene por qué ser una prueba
compleja sometida a costosas periciales, salvo que se discuta su
funcionamiento y posibles consecuencias derivadas de una mala utilización.121
Se puede siempre trasladar a un soporte idóneo, e incluso imprimirlo en papel
como un documento auxiliar o de referencia indicando el archivo original para el
cotejo conforme al Art. 265.2 LEC. Además, se debe recordar que pocos
medios probatorios tienen una garantía absoluta y total y que siempre suelen
admitir prueba en contrario. Recordemos que en el documento tradicional lo
trascendental es su contenido y no tanto su manera de presentación, aspecto o
forma. Es por ello por lo que, según González Malabia, también debería ser
considerado un documento privado, sobre todo si aparece con firma.122

121
GARCÍA PAREDES, A., “La prueba en juicio: ¿Y si es electrónica?”, Revista de Contratación Electrónica
Número 62, Julio 2005, versión generada por vLex, pág. 2. En opinión de este autor, la valoración de este
tipo de documentos debería ser una “sana crítica especialísima”.
122
GONZÁLEZ MALABIA, S., “España: las nuevas tecnologías en la Ley de Enjuiciamiento Civil”, Op. Cit.,
versión generada por vLex, pág. 4. En este mismo sentido, SANCHÍS CRESPO, C., “Los contornos de la
prueba en el nuevo proceso civil”, Op. Cit, pág. 5, versión digital, indica que si un soporte informático
sustituye a un documento tradicional, el reconocimiento del mismo por la parte a quien perjudique
debería constituir un supuesto de prueba tasada; de otro modo se llega al absurdo de penalizar con la
prueba libre a la utilización de los avances informáticos, premiando con la prueba legal el
mantenimiento de formas tradicionales; en idéntico sentido, SANCHÍS CRESPO, C., “La prueba por
soportes informáticos en la LECiv 1/2000”, Actualidad Informática Aranzadi: revista de informática para
juristas, Op. Cit., pág. 9. Y en SANCHÍS CRESPO, C., “Nuevo proceso y nuevas tecnologías: la prueba”, Op.
Cit., indica en la pág. 404 que la situación tiende hacia una derogación tácita de la normativa de la LEC,
pasando a aplicarse, en su lugar, la de la documental privada o pública, según la clase de documento
electrónico de que se trate. En la misma línea, señala también que, a raíz de la incorporación del
apartado 3 al Art. 326 LEC por la Ley de firma electrónica, finalmente la LEC acaba llamando a las cosas
por su nombre, lo que su pone llamar documentos a los que lo sean, a pesar de que su soporte no sea el
tradicional, SANCHÍS CRESPO, C., “La prueba por soportes informáticos (una perspectiva civil y penal)”,
Op. Cit., pág. 326.

139
Mª Belén Aige Mut

Con lo anteriormente expuesto, queremos poner de manifiesto una clara


problemática o disparidad doctrinal entre la consideración del documento
electrónico como prueba libre o tasada.

Como se ha señalado en párrafos anteriores, actualmente gran parte de


la doctrina tiende a considerar que con la aprobación del Art. 299.2 LEC, el
documento electrónico carece de la consideración a efectos procesales de
documento, y por tanto, al no ser un “documento” a todos sus efectos para el
ámbito procesal, se excluye del ámbito de la prueba documental para
subsumirse en esta nueva modalidad probatoria.

De esta conclusión quieren desprender los autores un carácter abierto al


ámbito probatorio, consecuente con la naturaleza evolutiva de dicho medio,
consecuencia que hubiese sido muy acertada si no se limitara su regulación a
tres artículos con un carácter bastante amplio y sus contradicciones con otras
leyes sustantivas como la LFE (a la que ya hemos hecho referencia). Por tanto,
terminamos este apartado volviendo a defender el carácter documental de los
documentos electrónicos y, por ende, su valor tasado en el ámbito del juicio
(puesto que, como ya hemos comentado anteriormente, la consideración del
documento electrónico como prueba sui generis tiene importantes
consecuencias en su valoración como prueba libre en lugar de prueba tasada,
y debería considerarse auténtico documento sin necesidad de su impresión en
papel, como funciona en otros ámbitos cotidianos como, por ejemplo, en el
localizador de los billetes de vuelo electrónicos que inicialmente requerían su
impresión en un papel pero que cada vez más con la simple presentación del
DNI quedan validados).

Esta defensa no es en vano, puesto que son frecuentes los casos en


que se muestra la desconfianza de los Tribunales en el ámbito de las nuevas
tecnologías. Podemos encontrar muchos ejemplos, y si bien en el ámbito penal

140
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

se es más tolerante respecto de los documentos electrónicos (prueba de ello es


el Art. 26 CP), sin embargo todavía existe cierta desconfianza. Un ejemplo
reciente de ello es el voto particular vertido en la Sentencia del Tribunal
Supremo n. º 705/2010, de 15 de julio, sala de lo penal sección primera,
relativo al nivel de seguridad de las nuevas tecnologías.

Este voto particular es interesante porque hace referencia a su vez a


otro voto particular realizado en la Sentencia del recurso de casación n. º
404/2009, que considera que existe una relajación en el nivel de exigencia en
materia de prueba electrónica, que es caracterizada por su volatilidad y las
infinitas posibilidades de manipulación y tratamiento123; pero aun así apuesta a
favor de los documentos electrónicos como auténticos documentos aunque sea
en el ámbito penal, al señalar que “si bien la fuerza probatoria de los
documentos electrónicos no tiene por qué ser cuestionada a priori, en aquellos
casos en los que se impugne su exactitud e integridad en el momento procesal
oportuno (…) surge en la acusación el deber de desplegar un esfuerzo
probatorio que acredite que esa objeción no resulta justificada”.

3.2.6. Declaraciones de los Tribunales

El estado práctico de la cuestión relativa a la valoración del documento


electrónico como verdadera prueba documental, y por tanto con valor de
prueba tasada, se manifiesta en diversas ocasiones en nuestra jurisprudencia,
tanto con posicionamientos a favor como en contra de tal manifestación.

123
Una muestra clara de desconfianza o desconocimiento de las nuevas tecnologías, que si bien se
pueden manipular, igualmente existen mecanismos igual o más seguros que los tradicionales que son
igualmente manipulables.

141
Mª Belén Aige Mut

En un primer momento, se aprecia un mayor escepticismo por parte de


los tribunales, a la hora de considerar documento al soporte electrónico,
escepticismo que podemos observar en las siguientes resoluciones:

a) La resolución n. º 1138/2004, de 30 de abril, de la Dirección General


de Tributos, señala que “el artículo 299 de la Ley 1/2000, de 7 de
enero, de Enjuiciamiento Civil enumera los medios de prueba. Por lo
que se refiere a la valoración de las pruebas, hay que señalar que en
nuestro ordenamiento jurídico rige el principio general de valoración
libre y conjunta de todas las pruebas aportadas, quedando
descartado como principio general el sistema de prueba legal o
tasada”. Es decir, esta resolución está indicando que los medios
recogidos en el Art. 299 LEC no quedan sujetos al principio general
de prueba tasada, por tanto si un medio de prueba, como puede ser
el electrónico, no establece expresamente tal carácter, no se le
podría aplicar sino que sería una “valoración libre y conjunta”.

b) La Sentencia 1/2006, de 6 de febrero, del TSJ de Navarra (sala civil y


penal, Sección 1ª), si bien reconoce el carácter de documento a los
correos electrónicos, finalmente no los considera medios probatorios
sujetos a la prueba tasada documental. Por ello, no da lugar a los
recursos extraordinario de casación y por infracción procesal. En este
caso, se trataba de una demanda inicial contra una entidad bancaria,
a raíz de la cual se considera que un correo electrónico interno
aportado como prueba documental no refleja compromiso contractual
(no constituye una oferta). Es por ello por lo que la misma se
desestima, al igual que los recursos.

En el Fundamento Cuarto se refiere a la fuerza probatoria de los


documentos privados (haciendo referencia al e-mail). El e-mail es un

142
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

correo interno en tono coloquial y distendido. No es un documento


negocial ni destinado a la otra parte contractual. Por su autoría o
procedencia, naturaleza, objeto y destino no constituye un
documento privado subsumible en el Art. 326.1 LEC ni sujeto a la
valoración tasada de documentos privados. El correo impreso, de
haberse redactado por un sujeto facultado para actuar en nombre de
la Sociedad y vincularla con sus declaraciones, habría quedado
sujeto al Art. 1228 CC (documentos estrictamente particulares
elaborados por interesados para su exclusiva información sin destino
al tráfico, publicidad o entrega).

Nuevamente vemos el agravio comparativo entre un documento


electrónico como es un e-mail al que no se le considera documento
privado a los efectos probatorios, frente a un documento en su caso
en soporte papel como es un correo impreso que sí habría gozado de
ese privilegio.

c) Otro ejemplo lo encontramos en el Auto n. º 94/2008, de 30 de Junio,


de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife (Sección 4ª),
que en el Fundamento de Derecho tercero señala que la acreditación
a la que alude el Art. 812 de la LEC no es la misma a la que se
refiere el Art. 264 LEC, a propósito de la presentación de documentos
con la demanda, ni tampoco los documentos a que alude el Art. 299
LEC como medios de prueba. Con lo que se observa que esta
resolución ya vuelve a diferenciar tipos documentales dentro del
mismo ámbito del proceso y más aún dentro del ámbito de la propia
Ley de Enjuiciamiento Civil.

d) También es de destacar la Sentencia n. º 120/2010, de 8 de marzo,


de la Audiencia Provincial de Málaga (Sección 4ª), que en el
Fundamento de Derecho Segundo reitera que en materia de

143
Mª Belén Aige Mut

valoración probatoria “no puede prevalecer el particular interés de las


partes sobre el criterio objetivo e imparcial del Juzgador a quo, salvo
que sus resultados sean ilógicos o absurdos, o contrarios a las
máximas de experiencia o a las normas de la sana crítica”; es decir,
considera el documento electrónico como prueba independiente sin
ofrecerle la protección de la valoración tasada.

A continuación, señalaremos una serie de resoluciones en las que


abunda más la aceptación de los documentos electrónicos como medios de
prueba documental. Al respecto, podemos citar las siguientes (por orden
cronológico):

A. La Sentencia 455/1999 de 15 de diciembre, de la Audiencia


Provincial de Toledo (Sección 1ª), no da lugar a la apelación de la
sentencia dictada en primera instancia y desestima la demanda,
puesto que entiende que el hecho de que la firma sea real no es
prueba del contenido del contrato (en papel). Y, añade el Tribunal,
que “aun cuando se evidencia que el continente o soporte
documental fue efectivamente firmado por quien allí se dice, la
correspondencia con el fondo negocial real, no se prueba con ello
(…) pues el reconocimiento se contrae a tal firma, no al texto ni a
su integridad”; es decir, está indicando con su redacción que la
prueba documental se sustenta en un soporte documental o
continente, lo que podría darnos a entender que ese soporte o
continente no tiene por qué ser siempre papel, admitiendo de este
modo a los soportes electrónicos. Es un claro ejemplo de que lo
importante para que un documento haga prueba plena no es la
firma que se le estampe (en este caso autógrafa y real) sino el
contenido, por tanto una firma electrónica no tiene por qué
condicionar la validez probatoria de un documento electrónico.

144
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

B. La Sentencia 835/2005, de 20 de diciembre, de la Audiencia


Provincial de Madrid (Sección 14ª), desestima el recurso de
apelación interpuesto contra la sentencia de primera instancia que
rechazó íntegramente la demanda. Es un caso de demanda sobre
protección del honor por unos artículos publicados en una web
(incluyéndose éstos en publicidad de “documentos” alternativos).
En este caso, prevalece el derecho de libre expresión; pero lo que
nos interesa, a efectos del presente trabajo, es la equiparación
que se ha realizado de los artículos electrónicos a los
documentos.

C. La Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n. º 1 de Bilbao,


Sentencia n. º 517/2005, de 30 de diciembre, en un supuesto de
competencia desleal, en el Fundamento Primero da validez al
dictamen informático aportado como documento pero reduce su
eficacia probatoria a los archivos que hubiera en los ordenadores
propiedad de la actora que no recogieran correos electrónicos
privados que constituyen una comunicación amparada por el
derecho fundamental al secreto de las comunicaciones que
proclama el Art. 18.3 CE (por lograrse sin autorización judicial).

Tampoco puede accederse sin autorización judicial a la relación


de llamadas telefónicas de un teléfono (aunque sean listados
meramente numéricos de las llamadas hechas o recibidas).
Aunque el ordenador sea de su titularidad, el correo electrónico es
particular y ofrece un sistema de comunicación universal
amparado por el Art. 18.3 CE y Art. 8 CEDH. Entiende, además,
que cabe la posibilidad de que la información rescatada sea
manipulada y, por todos estos motivos que se han expuesto,
desestima la demanda. Es un caso de admisión de documentos

145
Mª Belén Aige Mut

electrónicos aunque con los requisitos de prueba legal


válidamente obtenida.

D. La Resolución de 18 de enero de 2006 de la Dirección General de


Registros y Notariado (en adelante, DGRN), estima el recurso y
revoca la calificación del Registrador que denegó la inscripción
por los siguientes motivos: remisión de copia autorizada
electrónica, no tiene regulación legal que lo ampare (Art. 111 Ley
24/2001 se remite a una regulación futura); el Notario destinatario
de la copia electrónica no se manifiesta sobre la autenticidad y
vigencia de la firma (incumple el Art. 3 de la Ley Hipotecaria, en
adelante LH); no es posible determinar si el certificado de firma
empleado por el Notario es adecuado; no consta que el Notario
destinatario lo haya comprobado; y no se aporta copia autorizada
del testamento.

En el Recurso se señala lo siguiente: la calificación fue notificada


por e-mail sin forma por el Registrador (incumpliendo el Art. 322
LH) y fuera del plazo de 10 días que exige el Art. 58.2 Ley
30/1992; el error primero no incumple el Art. 111 Ley 24/2001; el
segundo error sólo se preocupa del documento electrónico y no
de los apoderados por papel. Como conclusión, en este caso el
Registrador se excede en sus facultades. Por tanto es paradójico
que no se admita la inscripción por inseguridad y que luego se
notifique la calificación sin base normativa ni garantías. Una
muestra más del escepticismo respecto a documentos
electrónicos “externos”.

E. Siguiendo en el ámbito de la DGRN, la Resolución 1/2006, de 31


de mayo de la DGRN estima el recurso y revoca la calificación

146
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

negativa efectuada por el Registrador. Señala que la calificación


se notificará conforme los Arts. 58 y 59 Ley 30/1992 y será válida
la notificación practicada por vía telemática (si el interesado lo
hubiere manifestado así al tiempo de la presentación del título y
queda constancia fehaciente): Art. 17 bis b LN.

F. Muchos otros ejemplos se dan en el ámbito de la Dirección


General de Registros y Notariados, como veremos a continuación.
Así, la Resolución n. º 2/2006, de 31 de mayo de la DGRN, estima
el recurso interpuesto y revoca una calificación del registrador en
la que se negaba a inscribir dos escrituras. En el caso de la
calificación negativa, el Registrador debe notificarla al Notario por
cualquier medio que permita tener constancia de la recepción por
el interesado o su representante, así como de la fecha, la
identidad y el contenido del acto notificado, Art. 59 Ley 30/1992.
En este caso el Registrador dice que la forma de la notificación no
puede ser debatida sino solamente su calificación. Los efectos del
juicio notarial, expresado en la forma establecida en el Art. 98.1
de la Ley 24/2004, tienen su fundamento en las presunciones de
veracidad y legalidad del documento público notarial (Arts. 1218
Cc y 17 bis b) Ley de Notariado, introducido por la Ley 24/2001) y
“Los documentos públicos autorizados por Notario en soporte
electrónico, al igual que los autorizados sobre papel, gozan de fe
pública y su contenido se presume veraz e íntegro de acuerdo
con lo dispuesto en esta u otras Leyes”.

G. La Resolución de 4 de junio de 2007 de la DGRN, revoca la


calificación de la Registradora de no inscribir. La calificación del
Registro señala que la firma electrónica utilizada se recibe con el
documento a las 18:22 horas del 16/11/06 y consta que el

147
Mª Belén Aige Mut

documento se autorizó dos días antes, el 14/11/06. Dado que el


documento telemático ha de ser remitido directamente por el
Notario autorizante y aquí existen más de 2 horas de diferencia
entre la emisión y la recepción, no se ha cumplido el requisito de
que el Notario es el remitente del documento. La inmediatividad
del sistema es incompatible con ese plazo. Por tanto, no consta el
carácter de primera copia sino “copia autorizada electrónica”, por
lo que no se aclara si tiene o no los derechos de la primera copia.

En el recurso, la resolución señala que en fecha 16/11/06 (dos


días después de la autorización) se remitió copia autorizada
electrónica al Registro de la Propiedad según el Art. 112 de la Ley
24/2001; que en ese momento, se recibió un simple recibo o
número de entrada sin garantía de autenticidad alguna
(comunicando que el número de entrada era el 919); que la
comunicación registral de asiento de presentación del Registro de
la Propiedad era de 17/11/06 hora 8:49:50; que hubo una nueva
comunicación ya firmada digitalmente por la Registradora en
fecha 17/11/06 18:27:9; y hubo dos notas de calificación firmadas
digitalmente en fechas 24/11/06 20:14:59 y 12:55:54 del mismo
contenido; y se argumenta que el Art. 112 Ley 24/2001 dice “en
cuanto fuere posible” y “podrá”, por lo que no impone la obligación
de un plazo determinado.

Por escrito de 22/12/06, a la vista de las alegaciones del recurso,


la Registradora comunica al Notario que rectifica su calificación,
pero no revoca su nota sino que da por subsanados los defectos
por haberse presentado la copia en papel de la escritura remitida
telemáticamente. A continuación dice que presentado físicamente
no hay problema para la inscripción (revoca el defecto de remisión
no inmediata) y respecto a la primera copia no resulta

148
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

imprescindible al ser documento físico. Subsana por cambiar el


documento público electrónico por papel (es su cambio de criterio,
no el recurso).

Pero el Art. 248.3.1º LH señala que presentado un título


telemáticamente, el sistema telemático de comunicación deberá
generar un acuse de recibo digital mediante un sistema de sellado
temporal acreditativo del tiempo exacto con expresión de la
unidad temporal precisa de presentación del título (contenido
mínimo e imputación de autoría). Este acuse de recibo se hizo
MAL, y entra en juego el Art. 112 Ley 24/2001 y 248 LH sobre el
asiento de presentación: si se presenta en horas de oficina, el
mismo día debe el Registrador practicar asiento y notificarlo, con
lo cual en este caso ha incumplido.

Respecto de los “defectos” alegados, es indiferente las horas que


transcurrieron (ya que, además, existe el actual Art. 249 del
Reglamento Notarial, modificado por el Real Decreto 45/2007, 19
enero; el mismo indica que el incumplimiento de los plazos no
invalidaría el título, ya que la única consecuencia sería una
posible responsabilidad civil del Notario, a la que debe
adicionarse la disciplinaria). Y el “defecto de primera copia” hay
que decir que el ordenamiento jurídico no lo exige para inscribirla;
y no requiere especial autorización para remitir el título (Art. 112.1
Ley 24/2001)124.

124
El Art. 112.1 de la Ley 24/2011 dice lo siguiente: “Presentación de títulos por vía telemática en los
Registros de la Propiedad Mercantiles o de bienes muebles.

1. Salvo indicación expresa en contrario de los interesados, los documentos susceptibles de la inscripción
en los Registros de la propiedad, mercantiles o de bienes muebles podrán ser presentados en éstos por

149
Mª Belén Aige Mut

Así, en este caso se observa que la Registradora es muy


escéptica y escrupulosa para los medios telemáticos y no lo es
para sus actuaciones ni para los soportes papel que
automáticamente subsanan cualquier defecto que pudiera haber
alegado.

H. La Sentencia 462/2007, de 25 de julio, de la Audiencia Provincial


de Valencia (Sección 7ª), estima parcialmente una apelación en el
único sentido de rebajar la cuantía indemnizatoria. En primera
instancia se estima la demanda por vulneración del derecho al
honor. En este caso, se trataba de una demanda por divulgar
listas de correo electrónico de desprestigio profesional, y se están
equiparando esos correos electrónicos a documentos
tradicionales. El recurrente considera que hay una vulneración de
las normas y garantías procesales por la indebida aplicación de
normas relativas a la autenticidad de los documentos, entre otras.

En el Fundamento Segundo la Sala señala que no se debe


confundir la fuerza probatoria del documento privado (Art. 326
LEC) con su valor probatorio (Art. 334 LEC), y que el documento
privado aun no siendo original puede ser tenido en cuenta a
efectos de prueba en tanto no se acredite su inautenticidad, sin
que obste que se hayan impugnado o no resulten reconocidos,
siempre que en estos casos se valoren en relación con otras

vía telemática y con firma electrónica reconocida del notario autorizante, interviniente o responsable del
protocolo. El notario deberá inexcusablemente remitir tal documento a través del Sistema de
Información central del Consejo General del Notariado debidamente conectado con el Sistema de
Información corporativo del Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España. El notario
deberá dejar constancia de ello en la matriz o, en su caso, en el libro indicador.”

150
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

pruebas. Finalmente se reduce la indemnización; pero a efectos


del presente estudio nos vuelve a interesar la referencia a la
fuerza probatoria de los documentos privados, en este ámbito
equiparada a los correos electrónicos.

I. Entre otras de las resoluciones que avalan nuestra postura, el


Auto n. º 237/2007, de 12 de diciembre, de la Audiencia Provincial
de Madrid (Sección 14ª) resuelve la apelación en un proceso en el
que en primera instancia se denegó la petición inicial de juicio
monitorio por insuficiencia de los documentos aportados, así
como por no acompañarse justificante documental (tradicional) de
presentación al cobro de los pagos aplazados pactados en el
contrato de financiación (imposibilidad material, puesto que se
había utilizado el método de compensación electrónica de
documentos con arreglo al Sistema Nacional de Compensación
Electrónica). En este supuesto, la documental inicial era un
reconocimiento de deuda y la Sala no consideró oportuno exigir al
acreedor la justificación de los pagos aplazados no atendidos (ya
que corresponde al demandado el deber de alegar y acreditar los
hechos extintivos, de forma que soporta la carga de oponer y
demostrar el pago efectuado u otra causa extintiva de la deuda);
por lo que estimó la apelación, teniendo en cuenta el sistema de
compensación electrónica sin necesidad de aportar una
acreditación documental.

J. Nuevamente en el ámbito de la DGRN, la Resolución de 4 de


febrero de 2008 de la DGRN, revoca la calificación negativa del
Registrador. En este caso se autoriza una escritura y se remite al
Registrador con firma electrónica reconocida una copia
electrónica. El Registrador deniega su inscripción por no constar

151
Mª Belén Aige Mut

la firma del Notario autorizante, que no hizo pie de copia por error
(pero sí usó la firma electrónica) y volvió a remitir con la
subsanación, a lo que se denegó por estar fuera de plazo. Por
tanto, es indiferente que la autorización y la copia electrónica
remitida al Registro disten, con independencia de la causa.

K. La Sentencia 79/2008, de 25 de febrero, de la Audiencia


Provincial de Cádiz (sección 2ª), estima el recurso de apelación
interpuesto por la actora. En primera instancia se impugnan los
documentos del demandado (e-mails) por su contenido y forma,
alegando no haberlos recibido. El demandado contesta que son
correos electrónicos emitidos y contestados, y pide adveración de
la prueba, que el Juez no considera necesaria por entender que
se había aceptado el contenido de los mencionados documentos;
es por ello por lo que finalmente absuelve a la parte demandada
con base en los citados correos electrónicos.

En el Fundamento Cuarto, la Audiencia se refiere a los correos


electrónicos como un caso especial de documento que es el
llamado “documento electrónico”, esto es, “el redactado en
soporte electrónico que incorpore datos que estén firmados
electrónicamente”, al que se refiere el apartado 3 del Art. 326 de
la LEC, introducido por la Ley 59/2003, de 19 de Diciembre, de
Firma Electrónica. Es decir, está aceptando como prueba
documental, y aplicando en consecuencia las reglas de los
documentos privados, a los correos electrónicos. "Este nuevo
precepto viene a remitirse en cuanto a la autenticidad y efectos
del documento electrónico, al artículo 3 de la referida Ley
especial. El apartado 8 de este artículo 3 distingue entre la firma
electrónica reconocida y la avanzada. La firma electrónica
avanzada es la firma electrónica que permite identificar al firmante

152
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

y detectar cualquier cambio ulterior de los datos firmados, que


está vinculada al firmante de manera única y a los datos a que se
refiere y que ha sido creada por medios que el firmante puede
mantener bajo su exclusivo control. En cambio se considera firma
electrónica reconocida la firma electrónica avanzada basada en
un certificado reconocido y generada mediante un dispositivo
seguro de creación de firma. Si se impugna la autenticidad de la
firma electrónica reconocida, la autenticación consistirá en
comprobar que por el prestador de servicios de certificación que
ha expedido los certificados electrónicos, se cumplen los
requisitos establecidos por la Ley, en particular la garantía de la
confidencialidad del proceso y la autenticidad, conservación e
integridad de la información y la identidad de los firmantes. En
cambio, si se impugna la autenticidad de una firma avanzada con
la que se hayan firmado los datos incorporados al documento
electrónico, se estará a lo establecido en el apartado 2 del art.
326 de la LEC, lo que supone que se practicará cualquier medio
de prueba que resulte útil y pertinente, pudiendo practicarse
prueba pericial que acredite que el medio de prueba no ha sido
manipulado, prueba testifical con el autor del documento
aportado, etc.”

En el Fundamento Quinto considera que se debe revisar la


valoración que de dichas pruebas efectuó el juez de primera
instancia. Concluye que la impugnación de los correos
electrónicos (copias privadas de documentos electrónicos) se
refería tanto al documento original (conservado en los registros
electrónicos de la parte demandada, esto es, el documento
electrónico) como a la falta de correspondencia entre copias con
el original. Y, puesto que no consta que posean firma electrónica

153
Mª Belén Aige Mut

reconocida, siendo éstas obtenidas a través de la impresora de un


ordenador, al ser documentos electrónicos privados
confeccionados por la demandada (no adverados por ningún
medio), deben valorarse como tal, y por tanto al no existir
constancia de su recepción, se estima en apelación el recurso
interpuesto y se revoca la sentencia.

L. La Sentencia 110/2008, de 13 de marzo, de la Audiencia


Provincial de Sevilla (Sección 6ª) desestima el recurso de
apelación basado en error en la valoración de la prueba
practicada: correos electrónicos a los que el apelante priva de la
eficacia por no aparecer firmados electrónicamente según la Ley
59/2003 de Firma Electrónica. Pero la convicción del juez no se
sustenta exclusivamente en tal documental; al menos como
documentos privados, y en el marco de la valoración sujeta a la
sana crítica cuando han sido impugnados, Art. 326.2 párrafo 2º
LEC, sí podrán ser tenidos en cuenta, sobre todo cuando la parte
intentó su autenticidad a través de su reconocimiento por quienes
lo emitieron y no fue posible ante el silencio de la demandada
frente al requerimiento de identificación de empleados para
testificar. Vuelve en este caso a equiparar los documentos
electrónicos con la prueba de documentos privados.

Lo que también puede suceder es que en determinadas situaciones los


Tribunales admiten dichos documentos electrónicos como prueba sin ninguna
otra matización, lo que consideramos que tampoco es la situación más
deseable. Esto se ha podido observar a raíz de un estudio de diversas
resoluciones actuales dictadas en el ámbito del comercio electrónico en el

154
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

campo de la contratación turística online125, que vamos a analizar a


continuación. Si bien dichas resoluciones no vienen referidas directamente al
documento electrónico, sí que aparece una clara tendencia por parte de los
Tribunales a asimilar directamente tanto el billete electrónico como los e-mails
derivados de la contratación turística (en todo caso hablamos de documentos
electrónicos) con el concepto de prueba documental tradicional126:

1. La Sentencia 347/2013, de 5 de junio, de la Audiencia Provincial


de Barcelona (Sección 13ª) hace referencia a una demanda
interpuesta contra una entidad intermediaria por incumplimiento
en cuanto a una reserva de vuelo y de alojamiento. En este caso,
la parte demandada se opone alegando que la cancelación de la
reserva se debió a la falta de pago de la misma por no atenderlo
mediante tarjeta de crédito. En este supuesto estamos, por tanto,
ante una contratación on-line y un pago también electrónico. La
prueba que se presenta en este caso es, en primer lugar, un e-
mail de confirmación de reserva, que el Tribunal remarca en
cuanto a su contenido “(…) El número de localizador está
indicado más arriba. Recuerda que esta compañía no emite
billetes en papel, con lo que el número de localizador es tu
justificante de compra. Lo único que necesitas llevar al aeropuerto
para efectuar este vuelo en el mostrador de la compañía es tu
número de localizador”. Además, se aporta también un extracto
del banco en el que no aparece reflejado ningún cargo, un e-mail
en el que se les informa de que pueden reclamar mediante la

125
Ámbito que ya ha sido objeto de estudio en AIGE MUT, M.B., “El documento electrónico en el
ámbito de la contratación turística”, Diario La Ley, 2 de diciembre de 2013, págs. 13-16.
126
En este caso, hemos enumerado las resoluciones encontradas en orden descendente (de la más
nueva a la más antigua), por considerar de mayor importancia las resoluciones más recientes que se han
encontrado.

155
Mª Belén Aige Mut

página web de la compañía rellenando un formulario de


reclamaciones, así como diversas reclamaciones extrajudiciales.

Lo anteriormente señalado nos sirve de base para poder extraer


algunas conclusiones. En este caso, la prueba (en principio se
entiende que documental) que se presenta consiste en varios
documentos electrónicos, como pueden ser los e-mails.
Asimismo, el contenido del primer e-mail de confirmación de
reserva ya señala la realidad que se vive en la actualidad, en la
que las compañías están trabajando con documentos electrónicos
(en este caso billetes), negándose por tanto a realizar
documentos en soporte papel, con lo cual, a efectos de prueba,
no existe un documento con un soporte papel que presentar ante
los Tribunales, sino únicamente un documento de carácter
electrónico. Por ello, los mismos Tribunales deben adaptarse a la
realidad del momento que vivimos y aceptarlos como tales, reales
y verdaderos documentos, cosa que parece sí estar sucediendo al
menos en el ámbito turístico (no así en otros supuestos, que ya
hemos mencionado). También se observa el carácter electrónico
de todo el proceso de compra: reserva on-line, e-mail de
confirmación con emisión de billete electrónico, pago electrónico
mediante tarjeta de crédito, e incluso vías posteriores de
reclamación de manera virtual.

Finalmente, el Tribunal se basa principalmente en el contenido de


ese correo electrónico para tomar su decisión, actuación que,
según la doctrina y jurisprudencia que hemos mencionado a lo

156
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

largo de la presente tesis127, no sería correcta puesto que adolece


de falta de seguridad, integridad o incluso veracidad, más
teniendo en cuenta que parece ser un simple correo electrónico
ordinario que no aparece firmado con una firma digital128. Así
pues, con ese correo el Tribunal recalca en su Fundamento de
Derecho Tercero que “… no dejan ninguna duda sobre la realidad
del encargo y su cumplimiento posterior por la demandada (…)
relevando a los actores de cualquier comprobación”, si bien
creemos que el Tribunal yerra mínimamente en su última
explicación al señalar que el localizador es el justificante de
compra no siendo necesario ir con el billete electrónico.
Evidentemente, el billete electrónico no hay que confundirlo con
su impresión en papel que simplemente es una materialización
del mismo, y la matización de innecesariedad de acudir con dicha
impresión no sería oportuna puesto que, en primer lugar y como
acabamos de señalar, la impresión no constituye el billete
electrónico en sí y, en segundo lugar, al ser un billete de carácter
electrónico no podemos identificar al titular con su posesión sino
con la titularidad nominal del mismo que deberá ser justificada
con los mecanismos oportunos, como es el localizador, un código
para que la compañía pueda verificar la existencia de tal billete
electrónico o incluso el propio DNI del titular.

127
Doctrina que considera, en su mayoría, que el documento electrónico es un medio probatorio nuevo,
a modo de ejemplo ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “La firma electrónica: aspectos probatorios”, Op. Cit.,
págs. 175-204.
128
La firma digital se identifica con la firma electrónica avanzada, recogida en el Art. 3.2 de la Ley
59/2003, de 19 de diciembre, de firma electrónica, y es aquélla que permite identificar al firmante y
detectar cualquier cambio ulterior de los datos firmados. Existe un grado más de seguridad que sería la
firma electrónica avanzada con un certificado reconocido, que es la equivalente a la firma manuscrita
legalmente. Al respecto, MARTÍNEZ NADAL, A., La Ley de Firma Electrónica, Op. Cit., págs. 47 y
siguientes.

157
Mª Belén Aige Mut

Por tanto, lo importante de este supuesto es la aplicación real que


le dan los Tribunales en el ámbito del proceso a los documentos
electrónicos generados en el comercio electrónico del sector
turístico, que parece no ser la misma aplicación dada por los
Tribunales en otros ámbitos a otros tipos de documentos
electrónicos, donde se muestran mucho más estrictos129.

2. Otra resolución que interesa resaltar es la Sentencia n.º 118/2013,


de 7 de mayo, del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao. Se
trataba asimismo de un supuesto de interposición de demanda
por cancelación de un vuelo contratado a través de Internet. En
este caso, la cancelación se comunicó a la intermediaria con una
antelación de 21 días; pero la intermediaria no lo comunica a la
parte actora más que con una antelación de 12 días, a través de
un correo electrónico no leído por los actores; es por ello por lo
que la parte demandada alega que al haber realizado la
contratación a través de Internet, los actores tenían la obligación
de atender al correo electrónico, concurriendo de esta manera
una falta de diligencia. El Juzgado señala que el correo válido es
el enviado por parte del intermediario a los demandantes,
independientemente de que se haya leído o no. De este modo, el
mismo se realizó en un plazo inferior a dos semanas sin las
alternativas que habilitan la excepción recogida en el Art. 5.1.2)

129
A modo de ejemplo, y como hemos ido indicando en este mismo apartado dedicado a las
declaraciones de los Tribunales, la Sentencia n.º 120/2010, de 8 de marzo, de la Audiencia Provincial de
Málaga (Sección 4ª) considera al documento electrónico como prueba independiente; o la Sentencia n.º
1/2006, de 6 de febrero, del Tribunal Superior de Justicia de Navarra (sala civil y penal, Sección 1ª), que
si bien reconoce el carácter de documento a los electrónicos, finalmente no los considera medios
probatorios sujetos a la prueba tasada documental (en este caso haciendo referencia a la fuerza
probatoria de un e-mail).

158
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

del Reglamento 261/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo,


de 11 de febrero de 2004, con lo cual debe indemnizarse a los
demandantes.

Es interesante esta resolución porque volvemos a encontrarnos


con una contratación electrónica en la que se pone de manifiesto
la validez que pueden llegar a darle los Tribunales a un simple
correo electrónico, puesto que en este caso indemnizan a los
demandantes por no cumplir con la legislación vigente pero nada
alegan sobre la forma de comunicación, ese correo electrónico
que se supone que enviaron pero que las partes no leyeron. En
este caso al aceptarse como ciertos los hechos por las partes,
parece que el Juzgado está aplicando un principio de prueba
tasada, es decir, el documento electrónico que sirve de base en
este supuesto, esto es, el correo electrónico de cancelación de la
reserva, es aceptado por ambas partes como cierto, por tanto el
Tribunal no puede, con base en el criterio de la valoración tasada
de la prueba documental privada, tomarlo como falso. Ahora bien,
si el mismo documento se valorara como una prueba electrónica
(por la que aboga la mayoría de la doctrina y Jurisprudencia,
como se ha señalado en apartados anteriores), el Tribunal
debería aplicar la regla de la libre valoración por la sana crítica,
conforme al Art. 384.3 LEC y, en su caso, podría plantearse la
veracidad del citado correo si no lo considera suficientemente
seguro o veraz en cuanto a contenido y emisores/destinatarios.

3. Siguiendo con el análisis de la jurisprudencia más actual, la


sentencia n.º 93/2013, de 26 de abril, del Juzgado de lo Mercantil
n.º 1 de Bilbao, vuelve a tratar un supuesto de demanda por
cancelación de vuelo vía e-mail. Lo interesante de esta resolución

159
Mª Belén Aige Mut

es que señala en el Antecedente de Hecho Segundo que ambas


partes proponen como prueba documental dicho e-mail, es decir,
que admitiendo la misma el Juzgado está reconociendo que el e-
mail (correo electrónico y, por tanto, documento electrónico) actúa
como documento tradicional al servir de base a la prueba
documental, que según la actual LEC debería regularse por el
mecanismo del Art. 384 LEC (opinión que, como ya hemos
remarcado, no compartimos130). La demandante contrató a través
de un portal de Internet, a través del cual la compañía aérea
recibió la reserva con el localizador. Dicha reserva se canceló a
través de un correo electrónico masivo. La parte actora señala
que cuatro meses después es cuando recibe, desde el portal de
Internet por el que contrató, un correo electrónico donde se le
informa de la cancelación, aunque la compañía aérea le responde
que ya se le informó con anterioridad en una dirección de e-mail
distinta que es la que aparece en la reserva.

El documento que aporta la compañía aérea, y que acepta el


Juzgado, es el pantallazo de la base de reservas donde aparece
la reserva correspondiente al localizador junto con el correo
electrónico de referencia, la lista de contactos del correo masivo
de cancelación y el envío del correo. A raíz de esta “documental”
aportada, el Juzgado considera que no procede imputar
responsabilidad a la compañía aérea puesto que cumplió con el
lapso de tiempo que la legislación exige, y añade respecto de la
comunicación recibida con posterioridad por parte del portal de

130
Si bien es cierto que la prueba de libre valoración no significa una prueba arbitraria sino que es una
valoración basada en las reglas de la sana crítica, no es menos cierto que la misma conlleva un cierto
carácter de “desasosiego” que no es predicable de la prueba tasada.

160
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Internet que “… no resulta creíble ni veraz por la sencilla razón de


que no entra dentro de la lógica empresarial que la Agencia
RUMBO se dedique a chequear todos y cada uno de los contratos
que sus clientes han contratado vía electrónica a través de
RUMBO con terceras empresas días antes de la efectividad de
los mismos para ponerse en contacto con sus clientes a fin de
comunicarles cualesquiera incidencias y sí, sin embargo, resulta
más plausible dar verosimilitud al hecho aportado por EASYJET”.
Es decir, en este supuesto el Juzgado absuelve a la compañía
aérea por el mero hecho de que, según su sana crítica, no
considera verídico el e-mail recibido por las razones expuestas.
Cabe preguntarse que si en este supuesto tuviéramos una
comunicación convencional por escrito, como una carta, fax… si
el Juzgado se habría tomado la molestia de analizar la veracidad
o falsedad del mismo, o bien tomarlo en consideración por su
apariencia de veracidad, sin entrar a dilucidar si ese
comportamiento le parece factible o no. Por tanto, para examinar
los hechos que realmente se le presentan, debería, en nuestra
opinión, el Tribunal haber justificado la veracidad o falsedad de
ese correo electrónico por elementos objetivos, no simplemente
por un razonamiento por el cual no le parece verdadero el
segundo e-mail aportado por la parte demandante. Por ello,
consideramos que ante este tipo de documentos electrónicos es
muy importante la apariencia de veracidad de los mismos, por
ejemplo amparada por una firma digital131, puesto que de modo

131
Un desiderátum no siempre posible, debido a la necesidad de proporcionalidad entre el comercio
electrónico llevado a cabo y la infraestructura necesaria para articular la utilización de firma electrónica,
que la mayoría de veces por sus altos costes no es de aplicación en determinados tipos de contratación
con los particulares.

161
Mª Belén Aige Mut

contrario el Tribunal puede desvirtuarlos con un simple


razonamiento sobre su emisión fraudulenta.

4. Respecto a la admisión de documentos electrónicos,


principalmente correos electrónicos, como verdaderos
documentos para el ámbito de la prueba, la Sentencia n.º
43/2013, de 15 de febrero, del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de
Bilbao, trata de una reclamación por un cambio de horario de
vuelta de un vuelo, comunicado por la compañía por correo
electrónico mientras el demandante estaba de vacaciones. En
este supuesto se acreditan como pruebas practicadas el billete
electrónico (como documento n.º 1 de la demanda, lo que nos
hace plantear que si es un documento electrónico, cómo puede
ser que se acompañe sin más como documental junto con la
demanda)132, así como el correo electrónico de la demandada
(documento n.º 3, que nos suscita la misma duda que en el caso
anterior), tarjeta de embarque y reclamación extrajudicial,
señalando completa la prueba documental presentada
(Fundamento de Hecho Primero). Pues bien, en este supuesto se
señala que la antelación de cinco días con la que se envió el
mencionado correo electrónico no se encuadra en ninguna de las
excepciones legales recogidas en el Reglamento 261/2004 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de febrero, por el que

132
Lo que queremos poner de manifiesto es que, como hemos ido señalando a lo largo del presente
trabajo, en el ámbito procesal no existe una equiparación legal de los documentos electrónicos con la
prueba documental tradicional, siendo llevados éstos al ámbito de la prueba sui generis regulada en el
Art.299.2 LEC, opinión compartida por la doctrina ya señalada. Sin embargo, a pesar de ello en este caso
el Juzgado, sin más explicación, está realizando esa misma equiparación, tomando el documento
electrónico que constituye el billete electrónico como un documento de los que acompañan a la
demanda, esto es, asimilándolo a la prueba documental tradicional y salvando los obstáculos de
presentación de documentos electrónicos.

162
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

se establecen normas comunes sobre compensación y asistencia


a los pasajeros aéreos en caso de denegación de embarque y de
cancelación o gran retraso. Pero es más, a diferencia del caso
que hemos visto con anterioridad133 aquí el Juzgado añade que la
antelación con la que se envió el correo electrónico también es
inválida “al presumirse que alguien que está de vacaciones no
comprueba su correo electrónico con la regularidad con la que lo
hace durante su vida diaria”. Si bien nos parece un razonamiento
bastante válido, choca este matiz que no tendría por qué hacer el
Tribunal y que suponemos que existe por el hecho de referirse a
un documento electrónico. Asimismo, la visión que tiene el
Juzgado de las nuevas tecnologías creemos que intenta reflejar a
todos los ámbitos de la sociedad y, con ello, refleja también la
falta de confianza depositada en ellas, puesto que si bien es cierto
que hay sectores de la población en los que pueden no estar
implantadas las nuevas tecnologías al cien por cien, también lo es
que en la actualidad la mayoría de la gente posee dispositivos
electrónicos con los que estar conectado desde cualquier parte,
especialmente cuando está de viaje, prestándoles en este último
caso una especial atención. Por ello, lo que se tendría que haber
cuestionado no es tanto la forma de realizar la comunicación sino
las personas con las que la realizaba y el uso que éstas podían
darle a las nuevas tecnologías (dado que si esas personas
estaban haciendo uso de dispositivos con internet, no es
descabellado pensar que podían haber tenido una mayor
diligencia en cuanto a la consulta del estado de su vuelo a través

133
Hablamos de la ya analizada Sentencia n.º 118/2013, de 7 de mayo, del Juzgado de lo Mercantil n.º 2
de Bilbao.

163
Mª Belén Aige Mut

del mecanismo con el que lo habían contratado, esto es, internet).


Así, por ejemplo, si en el mismo supuesto se estuviera hablando
de una llamada telefónica, es dudoso que el Tribunal justificase la
falta de atención a la llamada por estar de vacaciones, mientras
que al tratarse de un correo electrónico sí lo justifica, aunque la
parte demandante se haya decantado por este sistema de
contratación conocedora de sus peculiaridades.

5. Otra resolución similar en cuanto al valor que se da a la prueba


documental es la Sentencia n.º 63/2012, de 12 de marzo, del
Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao, que resuelve una
demanda ante una cancelación de vuelo. De nuevo nos
encontramos ante una prueba practicada consistente en la
aportación junto con la demanda de los siguientes documentos:
copia del billete electrónico (no podemos obviar este detalle de la
“copia” de un soporte electrónico, algo que ha generado mucha
polémica entre la doctrina y jurisprudencia134 en relación a
considerarlos verdaderos documentos tradicionales por su
supuesta falta de posibilidad de diferenciación entre original y
copia, dificultad que no parece ser tal en este caso), recordatorio
de vuelos, tarjetas de embarque, copia de las reclamaciones
extrajudiciales y contestaciones de la demandada.

6. Finalmente, en el mismo sentido, queremos resaltar la Sentencia


n.º 37/2012, de 24 de febrero, del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de

134
En este aspecto no solamente es polémico el tema de las copias y los originales, sino que muchos
autores consideran que el documento electrónico es una prueba instrumental que se separa de la
prueba documental por no poder incorporarse a las actuaciones, así ARAGONESES MARTÍNEZ, S.,
HINOJOSA SEGOVIA, S., y otros, 100 cuestiones controvertidas sobre la prueba en el proceso civil, Op.
Cit., págs. 185 y siguientes.

164
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Bilbao que resuelve una demanda ante un retraso de vuelo,


nuevamente basándose en una prueba practicada consistente en
documental de la copia del billete electrónico de avión, extracto de
la cuenta de crédito, copia de certificación del retraso y
reclamaciones extrajudiciales realizadas por correo electrónico.

De todo lo analizado anteriormente, podemos extraer como conclusión


que, en el ámbito de la contratación electrónica en el sector turístico, los
Tribunales no son tan exigentes en cuanto a la admisión de documentos
electrónicos como prueba documental tradicional, si bien sigue vigente una
cierta desconfianza hacia estos medios como hemos podido observar, en
contraste con la forma en que se valoran a ciegas que también hemos
apreciado en alguna de las resoluciones anteriores.

Para finalizar con este apartado dedicado a las declaraciones de los


Tribunales, debemos destacar que por suerte éstos cada vez más están
cambiando su criterio y aceptando a los documentos electrónicos como tales
documentos en el ámbito del proceso. A modo de ejemplo podemos citar las
siguientes resoluciones:

1ª Sentencia del Tribunal Supremo (Sala Contencioso-


Administrativa, Sección 2ª), de 29 de marzo de 2012, en el
Fundamento Jurídico 4º equipara las reglas de la prueba
documental (esto es, valoración tasada) a los documentos
electrónicos135.

135
Indica que “Cuando la parte a quien interese la eficacia de un documento electrónico lo pida o se
impugne su autenticidad, se procederá con arreglo a lo establecido en el art. 3 de la Ley de Firma
Electrónica (…). De lo anterior se desprende que solamente están sometidos a las reglas tasadas de
valoración de la prueba, por remisión al art. 319 de la LEC, los documentos privados, cuando, o bien no

165
Mª Belén Aige Mut

2ª La Sentencia del Tribunal Supremo (Sala Penal, Sección 1ª), n.º


974/2012, de 5 de diciembre vuelve a poner de manifiesto que en
el ámbito penal se aceptan sin tantos prejuicios los documentos
electrónicos como prueba documental, y muestra de ello es el
Fundamento Jurídico 43º que indica expresamente: “Ciertamente
la extensión de la categoría de documento a los digitales no
ofrece duda a partir de la LECivil 2000” y continúa señalando que
“El soporte papel ha sido superado por las nuevas tecnologías de
la documentación e información. Cualquier sistema que permita
incorporar ideas, declaraciones, informes o datos susceptibles de
ser reproducidos en su momento, suple con ventajas al tradicional
documento escrito, siempre que existan instrumentos técnicos
que permitan acreditar la fiabilidad y seguridad de los impresos en
soporte magnético. Se trata de una realidad social que el derecho
no puede desconocer. El documento electrónico imprime en las
“neuronas tecnológicas”, de forma indeleble, aquello que se ha
querido transmitir por el que maneja los hilos que transmiten las
ideas, pensamientos o realidades de los que se quiere que quede
constancia. Su autenticidad es tan firme que supera la realidad
que puede visualizarse en un documento escrito. El documento
electrónico adquiere, según sus formas de materializarse, la
posibilidad de adquirir las categorías tradicionales de documentos
privados, oficiales o públicos, según los elementos técnicos que
se incorporen para su uso y materialización. La Ley 34/2002, de
11 de Julio (RCL 2002, 1744 y 1987), de servicios de la sociedad
de la información consagra la validez del contacto electrónico lo

han sido impugnados por la contraparte o bien, cuando habiendo sido impugnados se haya acreditado la
autenticidad del documento”.

166
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

que dota a los resortes informáticos de la misma validez que los


soportes tradicionales (STS. 1066/2009 de 4.11 (RJ 2009,
7871))”.

3ª En un sentido similar la Sentencia de la Audiencia Provincial de


Madrid (Sección 25ª), n.º 256/2013, de 31 de mayo, en el
Fundamento Jurídico 3º analiza la autenticidad de un e-mail
según el supuesto previsto en el Art. 326.3 LEC, indicando que
por el hecho de que un documento privado sea impugnado no
pierde su fuerza probatoria sino que puede realizarse una prueba
complementaria al efecto o que de no realizarse se puede valorar
conforme a la sana crítica, es decir, está equiparando
completamente un e-mail (documento electrónico) con un
documento tradicional en cuanto al ámbito probatorio y los efectos
de la prueba tasada.

4ª Finalmente, la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala Civil,


Sección 1ª) n.º 410/2013, de 13 de junio, habla en el Fundamento
Jurídico 2º de documentos públicos ya sean presentados en
soporte papel o mediante documento electrónico, con lo que está
equiparando en este caso los documentos públicos tradicionales a
los electrónicos, que difieren únicamente, como hemos señalado
anteriormente, en su soporte.

Con esto damos por terminado el análisis jurisprudencial y concluimos


que pese a existir dos tendencias claramente diferenciadas tanto en la doctrina
como en la jurisprudencia, no podemos encontrar una solución segura ni
definitiva respecto a la consideración de los documentos electrónicos en el
ámbito procesal; y eso lleva a una incertidumbre que no es compaginable con
el derecho fundamental básico de la tutela judicial efectiva.

167
Mª Belén Aige Mut

SEGUNDA PARTE: DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS. INICIACIÓN


DEL PROCESO. ADMISIBILIDAD PROCESAL DE LOS TÍTULOS
CAMBIARIOS ELECTRÓNICOS

1. Documentos electrónicos como forma de iniciación del proceso

En el estudio que hemos llevado a cabo hasta ahora, relativo al propio


concepto de documento electrónico y su realización en el ámbito del proceso,
nos hemos centrado primordialmente en la posibilidad de considerar al
documento electrónico como tal documento a todos los efectos procesales.
Para ello, se ha realizado un análisis de la legislación sustantiva y procesal
existente (tanto nacional como extranjera), así como de diversas resoluciones
emitidas por los Tribunales, llegando de este modo a la conclusión de que el
documento electrónico debe considerarse como tal documento a todos los
efectos en el ámbito del proceso.

Por tanto, dicha conclusión es extrapolable, como se acaba de remarcar,


a todos los efectos en el ámbito del proceso. Los citados efectos con relación a
los documentos corresponden básicamente a tres categorías: los efectos de los
documentos como mecanismo de iniciación del proceso, los efectos de los
documentos como mecanismo de trámite del proceso y, finalmente, los efectos
de los documentos como mecanismo de prueba del proceso. El ámbito al que
hemos hecho especial referencia en la primera parte de este estudio es el
referente al plano probatorio, es decir, se ha intentado equiparar el documento
electrónico como auténtica prueba documental en el proceso, cuya
consecuencia reiteradamente señalada es la valoración tasada frente a la libre

168
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

valoración de los Tribunales136. Precisamente, se ha hecho especial hincapié


en este ámbito probatorio puesto que uno de los pilares del éxito o del fracaso
de un proceso se sustenta en una adecuada realización y práctica de la
prueba.

A pesar de ello, como ya hemos apuntado también anteriormente, los


documentos electrónicos no solamente actúan en el proceso en el campo
probatorio, sino que también tienen una gran importancia como documentos de
inicio del proceso, e incluso como documentos de trámite. Si bien estos últimos
son los que suscitan menos problemas en la práctica diaria, puesto que son los
que han sido regulados y reconocidos por la legislación procesal de manera
más amplia (tanto la LEC como la LOPJ)137, no sucede lo mismo con los

136
Ello significa que si equiparamos el documento electrónico al documento tradicional, el mecanismo
probatorio en el cual se incluiría es el de la prueba documental de documentos privados, Arts. 324 y
siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil. En este caso, la fuerza probatoria, regulada en el Art. 326
LEC, sería la de prueba tasada “harán prueba plena en el proceso, en los términos del artículo 319,
cuando su autenticidad no sea impugnada por la parte a quien perjudiquen”, siendo, por tanto, una
prueba mucho más segura que la regulada en el Art. 384.3 LEC consistente en “las reglas de la sana
crítica aplicables a aquéllos según su naturaleza”.
137
Estos documentos están recogidos en numerosos artículos y son aplicados en el día a día de los
Tribunales sin mayores problemas. A modo de ejemplo, el Art. 135 LEC relativo a la presentación de
escritos, a efectos del requisito del tiempo en los actos procesales, en su apartado 5 hace referencia a
“cuando dispongan de medios técnicos que permitan el envío y la normal recepción de escritos
iniciadores y demás escritos y documentos…”, es decir, está reconociendo los escritos de manera
electrónica; y es más, se observa que incluso haciendo referencia a los escritos iniciadores y expresando
claramente la palabra “documentos”. También el Art. 141 bis LEC, relativo al acceso a los libros, archivos
y registros judiciales así como a la información de las actuaciones, indica con respecto a las copias
simples, testimonios y certificados expedidos por los Secretarios Judiciales, una referencia a “cualquiera
que sea el soporte que utilice para ello”, por tanto, nuevamente da cabida al soporte electrónico, incluso
en un tema como el de copias. Los Arts. 146 y 147 LEC respecto a la documentación de las actuaciones
por actos y diligencias, también amparan los medios técnicos e incluso se refieren a que “el documento
electrónico así generado constituirá el acta a todos los efectos”, con lo que están hablando nuevamente
del documento electrónico, sin que suscite mayor problemática en la doctrina o jurisprudencia. El Art.
162 sobre los actos de comunicación también los señala por medios electrónicos, informáticos o
similares. En cuanto a la Ley Orgánica del Poder Judicial el artículo más significativo que ampara las
nuevas tecnologías es el Art. 230 LOPJ. Es por ello por lo que no vamos a centrarnos en el presente
estudio en el análisis de los mismos, ya que no constituyen su objeto principal.

169
Mª Belén Aige Mut

documentos de inicio del proceso. La importancia de los mismos cobra vital


relevancia en el ámbito del proceso monitorio, en el que nuestra ley procesal
admite abiertamente los documentos electrónicos como tales documentos para
la iniciación de este tipo de procedimiento especial (Art. 812 LEC138). Por tanto,
al analizar el proceso monitorio, no podemos evitar el análisis de otro
procedimiento especial muy relacionado como es el procedimiento cambiario, y
es al realizar este segundo análisis cuando se nos suscita la incógnita acerca
de un tema de rabiosa actualidad como es el de los títulos cambiarios
electrónicos y, más concretamente, su incorporación en el ámbito procesal.

Para ello, debemos realizar en un primer momento un análisis de la


propia definición de los títulos cambiarios como parte de los títulos valor,
definición que se resume, como veremos más adelante, en la concepción de
que son documentos que incorporan el propio derecho, ya sean éstos
constitutivos o no del mismo. Por tanto, si son “documentos” hemos de
considerar la posibilidad de que esos documentos sean de carácter electrónico
y así analizar el valor procesal que se atribuye a tales documentos electrónicos.

El problema a la hora de abordar el valor procesal de los documentos


electrónicos y, por ende, de los títulos cambiarios electrónicos, es el de
averiguar qué considera nuestra legislación documento electrónico. Es por ello
por lo que la primera parte de nuestro estudio se ha dedicado precisamente al
análisis del propio concepto de documento electrónico así como de la

138
“Casos en que procede el proceso monitorio.- 1. Podrá acudir al proceso monitorio quien pretenda de
otro el pago de deuda dineraria de cualquier importe líquida, determinada, vencida y exigible, cuando la
deuda se acredite de alguna de las formas siguientes: 1.ª Mediante documentos, cualquiera que sea su
forma y clase o el soporte físico en que se encuentren, que aparezcan firmados por el deudor o con su
sello, impronta o marca o con cualquier otra señal, física o electrónica.”

170
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

legislación que lo recoge139. Respecto a la doctrina, también hemos podido


analizar que existen autores140 que se decantan por una concepción estricta de
documento que no se podría equiparar al documento tradicional por entender
éstos que la LEC articula en su Art. 299.2 un nuevo mecanismo probatorio
denominado prueba por instrumentos que constituiría una prueba “sui generis”
aislada de la prueba documental tradicional y, por tanto, apartando de este
modo el documento electrónico de los documentos en soporte papel. Pero
existe otra parte de la doctrina141 (cuya opinión comparto), que considera que
del espíritu de la nueva LEC (tanto de la lectura de su Exposición de Motivos
como del resto de su articulado) se puede deducir la intención de considerar a
los documentos electrónicos como verdaderos documentos equiparados
legalmente a los tradicionales. En conclusión, se trata de una polémica que no
está cerrada y que admite interpretaciones, por lo que habrá que estar a lo que
resuelvan los Tribunales en tanto en cuanto no se modifique la Ley en este
aspecto.

139
Pudiéndose concluir que en la legislación procesal básica, esto es la LEC, no se encuentra una
definición del concepto de documento, ni tradicional ni electrónico, lo que nos lleva a tener que
construir uno propio a partir de la doctrina y de la jurisprudencia.

Realizando un estudio de la Jurisprudencia anterior a la LEC, hemos visto que existía una tendencia
mayoritaria a la equiparación del documento tradicional con el documento electrónico (en las ya
mencionadas STS de 30 de noviembre de 1981, STS de 5 de julio de 1984, STS de 5 de febrero de 1988,
STS de 16 de enero de 1992 o STS de 24 de marzo de 1994); pero después de la aprobación de la LEC y
de la inserción del nuevo artículo 299.2, los distintos Tribunales han puesto de manifiesto discrepancias
sobre esta cuestión y, por tanto, ya no existe una tendencia jurisprudencial tan clara en este sentido (si
bien siguen existiendo algunas resoluciones favorables, como la SAP Cádiz, Sección 2ª, de 25 de febrero
de 2008, que considera el documento electrónico como un caso especial de documento, existen otras
opiniones en contra como son la SAP Barcelona, Sección 13ª, de 2 de mayo de 2007, que se pronuncian
a favor de la inclusión en el art.384 LEC).
140
Uno de los más representativos es ORMAZÁBAL SÁNCHEZ, G., “¿Avanzan en paralelo la tecnología y
la legislación en materia de firma electrónica?”, Op.Cit., págs. 783 y ss. También DE URBANO CASTRILLO,
E. y MAGRO SERVET, V., La Prueba Tecnológica en la Ley de Enjuiciamiento Civil, Op. Cit., pág. 108.
141
ELÍAS BATURONES, J.J., La prueba de documentos electrónicos en los Tribunales de Justicia, Op. Cit.,
págs. 111-116.

171
Mª Belén Aige Mut

Las consecuencias de no contar con un concepto legal de documento


las podemos agrupar según las diferentes utilidades que puede tener el
documento en el ámbito del proceso. Así, el mismo puede actuar como
mecanismo de prueba (siendo la consecuencia derivada de considerar el
documento electrónico como verdadero documento, la posibilidad de aceptarlo
como auténtica prueba documental); como simple mecanismo de trámite (cuya
consecuencia no es otra que la de sustituir los viejos soportes papel por
métodos electrónicos más rápidos y eficaces); y, finalmente, como mecanismo
de inicio del proceso (mecanismo que cobra especial relevancia en el caso del
proceso monitorio y cambiario, siendo, por tanto, el supuesto en el que se
incluirían los títulos cambiarios electrónicos, cuya consecuencia es la que
analizaremos más detenidamente en los siguientes apartados).

Centrándonos en la problemática de los títulos cambiarios, éstos pueden


servir en un momento dado como mecanismo de prueba para otro tipo de
procedimientos ordinarios, en cuyo caso deberíamos atender al valor del
documento electrónico en el ámbito de la prueba. Sin embargo, no es la
situación más común en la que nos vamos a encontrar con este tipo de
documentos y, en el caso de que tuviéramos que analizarla, seguiríamos las
mismas premisas vistas anteriormente para la prueba documental (puesto que
en el ámbito probatorio no difiere que el documento que sirve como prueba sea
un título cambiario u otro documento ordinario).

Por otro lado, existe la función de inicio del proceso de los documentos
electrónicos. En este caso, con carácter general, los documentos electrónicos
pueden servir de mecanismo de inicio del proceso, por ejemplo con la
presentación telemática de la demanda. Respecto de los procesos especiales,
también podrían iniciarse mediante documentos electrónicos, en virtud del Art.
812 LEC que permite como documentos de inicio del proceso monitorio
aquellos realizados en soportes electrónicos, y por ende aplicable a los

172
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

procedimientos cambiarios por analogía. En este sentido, es evidente que la


función de mecanismo de inicio del proceso será la primordial de los títulos
cambiarios electrónicos dentro del ámbito procesal. En este aspecto no
hallaremos tantos problemas ni tantas contradicciones como en el ámbito
probatorio (en el que diferentes leyes sustantivas chocan frontalmente con la
regulación procesal142), puesto que la LEC es bastante clara a la hora de
admitir los documentos electrónicos en los procedimientos especiales que se
regulan para los títulos cambiarios, como analizaremos en los siguientes
apartados.

En este sentido, hay que hacer mención de la Ley 18/2011, de 5 de julio,


reguladora del uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la
Administración de Justicia, así como la implantación pionera en la Consejería
de Justicia de Cataluña de un sistema para la presentación de demandas sólo
de forma telemática, en Marzo de 2012. En cumplimiento de la mencionada
Ley, se implantó un sistema informático para que los procuradores tramitaran
de forma telemática las demandas de procesos monitorios y reclamaciones
económicas (de ahí la importancia que le damos en estos capítulos a los
procedimientos especiales, que como ya hemos mencionado en diversas
ocasiones, son los únicos que expresamente recogen la iniciación por
documento electrónico), y también las de mutuo acuerdo en el ámbito de la
familia, como la separación y el divorcio. Este sería un primer paso para la
tramitación electrónica del expediente judicial, que es lo que se pretende
conseguir con base en la aprobación de la Ley 18/2011 que prevé en su

142
Como hemos visto anteriormente, un ejemplo claro sería la Ley de Firma Electrónica 59/2003, de 19
de diciembre, cuyo Art. 3.8 indica que “El soporte en que se hallen los datos firmados electrónicamente
será admisible como prueba documental en juicio”; y la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información
y del Comercio electrónico 34/2002, de 11 de julio, cuyo Art. 24.2 señala que “En todo caso, el soporte
electrónico en que conste un contrato celebrado por vía electrónica será admisible en juicio como prueba
documental”. Es decir, ambas otorgan carácter de prueba documental a los documentos electrónicos
digitalmente firmados (en contra de la previsión del artículo 384 LEC).

173
Mª Belén Aige Mut

disposición adicional segunda un plazo de adaptación a los sistemas de


administración electrónica de 5 años desde su entrada en vigor.

Lo anteriormente expuesto nos sirve de fundamento para la comprensión


del objeto del presente estudio, es decir, el por qué de la importancia de hablar
de los títulos cambiarios electrónicos como mecanismo de inicio del proceso.
Es por todos conocido el avance de las nuevas tecnologías en todos los
ámbitos, y especialmente en el de las relaciones jurídicas entre particulares,
gracias sobre todo a la implantación del comercio electrónico. El mismo puede
entenderse como un comercio electrónico parcial o indirecto, si se finaliza el
pago de manera física, o bien un comercio electrónico total cuando se realiza el
pago directo a través de medios electrónicos.

En este sentido, la Ley de Dinero Electrónico 21/2011 de 26 de julio


define dicho dinero electrónico en su Art. 1.2 como todo valor monetario
almacenado por medios electrónicos o magnéticos que represente un crédito
sobre el emisor, que se emita al recibo de fondos con el propósito de efectuar
operaciones de pago según se definen en el artículo 2.5 de la Ley 16/2009, de
13 de noviembre, de servicios de pago, y que sea aceptado por una persona
física o jurídica distinta del emisor de dinero electrónico. Es decir, en el
comercio actual ha cobrado tanta importancia la contratación online que es
preciso incluso regular la emisión de dinero electrónico.

Lo más habitual, sin embargo, es utilizar el llamado dinero de plástico,


que son los sistemas basados en la utilización de tarjetas de crédito o de
débito. Sin embargo, también se debe hablar del dinero electrónico con valor
monetario como aquel almacenado electrónicamente en una tarjeta con chip o
en la memoria del PC, aceptado como medio de pago en entidades distintas a
la institución emisora, creado como sustitutivo electrónico de las monedas y
billetes bancarios y cuya finalidad es la transferencia electrónica de pagos. De

174
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

esta manera, existe una especie de dinero electrónico realizado para micro
pagos como tarjetas monedero143 o bien puntos virtuales, pero que no pueden
considerarse dinero electrónico en sentido estricto, puesto que las tarjetas de
puntos (como por ejemplo de iTunes, de Sony, de Xbox…) se compran en
efectivo y se canjean en internet pero únicamente con la institución que vendría
a ser la emisora144.

Dentro de esa necesidad de medios de pago seguros y adecuados al


comercio electrónico, debemos destacar un medio de pago ampliamente
utilizado en las transacciones comerciales, como son los títulos cambiarios, y
de ahí la importancia de considerar a los mismos de forma electrónica. Es
decir, junto con las propuestas de medios de pago electrónicos, dejando de
lado los pagos seguros con tarjeta ampliamente utilizados pero no útiles en
transacciones de alto valor o bien en múltiples relaciones comerciales; dejando
también al margen el dinero electrónico en sentido estricto que no está en
completa aplicación y que tiene muchísimos riesgos y exigencias técnicas, y
también al margen los micro pagos y tarjetas monedero que tienen una
finalidad muy específica, nos queda por contemplar los títulos cambiarios
electrónicos, como por ejemplo los cheques electrónicos.

143
MARTÍNEZ NADAL, A., El dinero electrónico, aproximación jurídica, Madrid Civitas 2003, pág. 94 y
siguientes.
144
Esta modalidad es excluida del concepto de dinero electrónico en sentido estricto y, por tanto, de la
Ley 21/2011, que en el Art. 3 señala expresamente que no se aplicará a aquel valor monetario
“almacenado en instrumentos que puedan utilizarse para la adquisición de bienes o servicios únicamente
en las instalaciones del emisor o, en virtud de un acuerdo comercial con el emisor, bien en una red
limitada de proveedores de servicios o bien para un conjunto limitado de bienes o servicios, de acuerdo
con las condiciones que se establezcan reglamentariamente”. En la propia Exposición de Motivos de la
Ley, en el apartado II se recalca esta exclusión del ámbito de aplicación a aquel valor monetario
almacenado en instrumentos específicos, diseñados para atender necesidades concretas y cuyo uso esté
limitado, bien porque el titular sólo pueda utilizarlo en los establecimientos del propio emisor o en una
red limitada de proveedores de bienes o servicios, bien porque pueda adquirirse con él únicamente una
gama limitada de bienes o servicios, y pone como ejemplo las tarjetas de compra, de combustible, de
socio, de transporte público…

175
Mª Belén Aige Mut

Es sabido que los títulos valor surgen ya en la Edad Media, como un


instrumento de cambio de monedas de un lugar a otro y de unas monedas por
otras. Pero hoy en día, y como señala VICENT CHULIÁ, la informática puede
reemplazar de un momento a otro las ventajas que en su día presentó la
“incorporación” del derecho al documento145. Es por ello por lo que en la
actualidad podemos decir, en palabras de BROSETA PONT146, que los títulos
valor han sido víctimas de su propio éxito y por ello actualmente están en crisis
ya que en la actualidad el papel en donde se incorpora el derecho está siendo
sustituido, en bastantes de las parcelas ocupadas por los títulos valor, por
anotaciones o registros contables. Ello puede ser debido a la masificación
documental que vivimos, con un exceso de papel que ha provocado una
esclavitud documental y es por ello por lo que la presencia de las nuevas
tecnologías tarde o temprano terminará por la sustitución de los títulos valor en
papel por otros sistemas de representación.

Los títulos valores siempre han facilitado la circulación de documentos,


pero ha habido una progresiva desmaterialización del dinero con las
transferencias electrónicas que se dan frecuentemente en internet, por tanto,
como señala PASTOR SEMPERE147 en este supuesto no es relevante el
origen del movimiento de los fondos (da igual que sea una transferencia o un
título valor) sino que lo importante es el desplazamiento de las instrucciones de
transferencia del papel a la forma electrónica, es decir, no sólo existe una

145
VICENT CHULIÁ, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, Tomo II. Contratos, Títulos Valor,
Derecho Concursal, 3ª edición, José María Bosch Editor, Barcelona, 1990, pág. 605.
146
BROSETA PONT, M. y MARTÍNEZ SANZ, F., Manual de Derecho Mercantil, Volumen II. Contratos
Mercantiles, Derecho de los Títulos-Valor, Derecho Concursal. Adaptado al Texto Refundido de la Ley de
Sociedades de Capital de 2 de julio de 2010, 17ª edición, Tecnos, Madrid, 2010, pág. 433.
147
PASTOR SEMPERE, C., Dinero Electrónico, Cuadernos Mercantiles Edersa, Madrid, 2003, versión
generada por vLex, capítulo “Naturaleza jurídica del dinero electrónico”, pág. 4 y siguientes.

176
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

desmaterialización en el medio o forma de transmisión sino en la propia


emisión del documento, y esto es lo que sería el autentico dinero electrónico
(en sentido estricto y que, en su caso, podría asimilarse también a los títulos
cambiarios electrónicos). Estamos en una etapa de cambios en la que se
vislumbra una decadencia de la documentación escrita, ya sea por demandas
del tráfico mercantil, o bien debido a la masificación actual que genera una
incompatibilidad con la manipulación material de los propios documentos. Es
por ello por lo que, según ILLESCAS ORTIZ, el soporte electrónico suple el
papel dando lugar a títulos valor electrónicos o virtuales148. Al fin y al cabo, la
función económica que subyace en el derecho especial de los títulos valor es,
en palabras de RECALDE CASTELLS149, facilitar la circulación de derechos
que crea riqueza en el mercado (un ejemplo de ello son los pagarés del tesoro,
que ya eran una emisión de pagarés respecto de los que se prescindía del
papel, y fue una forma que se extendió a todos los valores de la deuda pública
con anotaciones en cuenta, RD 1849/1981, RD 656/1982, RD 505/1987, RD
1009/1991 y RD 536/1997). En definitiva, lo que se pretende es la equivalencia
funcional entre los títulos y las anotaciones en cuenta, siendo en este caso la
legitimación por inscripción y no por posesión.

En todo lo que acabamos de señalar, no debemos perder de vista que la


función de los títulos valor en su origen era la agilización de las operaciones
mercantiles. Por tanto, es lógico llegar a la conclusión que en la actualidad la

148
ILLESCAS ORTIZ, R., Derecho de la Contratación Electrónica, Civitas, Madrid, 2000, pág. 314. En este
mismo sentido, la STS de 3 de noviembre de 1997 ya realizó un reconocimiento del valor jurídico de los
documentos firmados electrónicamente, en su Fundamento Jurídico 10º indica que el documento
electrónico y, en especial, el documento electrónico con función de giro mercantil es firmable en el
sentido de que el requisito de la firma autógrafa o equivalente puede ser sustituida por la criptografía.
Se observa que de este modo está dejando la puerta abierta a una posible aceptación de los títulos
cambiarios electrónicos.
149
RECALDE CASTELLS, A., “Electronificación de los títulos-valor”, Revista de la contratación electrónica,
n.º 19, Septiembre 2001, págs. 61-108.

177
Mª Belén Aige Mut

mejor manera de agilizar este tipo de operaciones es a través de internet, y


gracias a la electrónica el derecho puede desincorporarse del título y circular
fuera de éste a través de una anotación contable que es la desmaterialización o
desincorporación (sustituyendo el soporte tradicional por el electrónico), y de
esta forma, autores como RICO CARRILLO opinan que el título valor
electrónico o virtual sería diferente al desmaterializado que ya no es título valor
sino anotación en cuenta (teniendo en cuenta que se desmaterializa el titulo
pero no el derecho)150. La misma autora considera que hoy en día hay una
gran variedad de medios de pago y que los medios de pago electrónicos en
sentido amplio constituyen cualquier sistema de pago que requiera para su
funcionamiento una tecnología electrónica151, por ejemplo las tarjetas de
crédito, incluyendo también en este supuesto los títulos valor, mientras que en
sentido restringido se considerarían medios de pago el dinero efectivo o bien el
dinero digital.

Con la exposición anterior lo que queremos poner de manifiesto es la


situación en que nos encontramos en la realidad actual en que están
implantadas en el día a día las nuevas tecnologías, puesto que, evidentemente,

150
RICO CARRILLO, M., “El tratamiento electrónico de los títulos-valores”, Revista de la contratación
electrónica, número 24, Febrero 2002, págs. 21 a 46. Sin embargo, consideramos que ese título valor
“desmaterializado” seguiría constituyendo un título valor de carácter electrónico, pues cumpliría las
mismas funciones y cometido de los títulos valor, teniendo más sentido esta concepción que el
considerarlos una simple anotación en cuenta. Al fin y al cabo, las acciones societarias siguen
considerándose tales acciones a pesar de haber sido sustituidas hoy en día por anotaciones en cuenta.
151
RICO CARRILLO, M., “Dinero electrónico”, Revista de la contratación electrónica, n.º 31, año 2002,
págs. 3 a 16. También es interesante señalar respecto a los sistemas electrónicos que en la experiencia
francesa coexisten el sistema tradicional (papier) y el procedimiento informático de cobro (sobre la base
de otro documento, el relevé), y suprime desde el origen la emisión material del título, aunque en
Francia está limitado a las letras de cambio con la salvedad de que poseen una naturaleza no cambiaria,
lo que les produce ciertas consecuencias, como señala MORILLAS JARILLO, M.J., “Letra de cambio
electrónica”, Revista de la contratación electrónica, n.º 31, año 2002, págs. 17 a 46. En este ámbito, un
paso adelante en cuanto a la aceptación de los títulos cambiarios electrónicos en España podría
constituirlo la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 26 de noviembre de 1996, que ya
aceptó la validez de un pagaré con firma impresa, dado que el Art. 94.7 de la Ley Cambiaria y del Cheque
no realiza exigencia expresa de que la firma deba de ser manuscrita.

178
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

los ciudadanos van a hacer uso de ellas, y más teniendo en cuenta la


agilización y facilidad de trámites que suponen, eliminando la masificación del
papel. De esta forma es inevitable pensar en los usos comerciales y
mercantiles que se les pueden dar a estas nuevas tecnologías, y con ello en los
títulos cambiarios como forma histórica de agilización de las operaciones
mercantiles. Los empresarios están acostumbrados a trabajar con este tipo de
documentos, con lo cual sería de gran utilidad la posibilidad de que pudieran
seguir trabajando de manera electrónica a través de los títulos cambiarios
electrónicos. Ello exige reflexionar sobre la aplicación de los mismos en el
ámbito procesal, resolviendo los problemas que en el ámbito del proceso
pueden surgir; problemas que abordaremos en los siguientes capítulos.

179
Mª Belén Aige Mut

2. Especial referencia a los títulos cambiarios electrónicos: breve


aproximación al concepto sustantivo

A la hora de aproximarnos al concepto de los títulos valor electrónicos y,


más concretamente, de los títulos cambiarios electrónicos, surgen toda una
serie de dudas acerca de su admisibilidad conforme a la legislación actual. Es
por ello por lo que antes de adentrarnos en el último paso de su admisibilidad,
que sería su realización en vía procesal, conviene advertir a grandes rasgos
cuál es su regulación sustantiva y los posibles problemas derivados de poder
considerar a los títulos cambiarios electrónicos como tales títulos cambiarios
admisibles en nuestra legislación.

Es innegable que en la sociedad actual las transacciones comerciales


tienen un ámbito más globalizado que nunca gracias a las nuevas tecnologías
e internet, siendo conveniente regular la posibilidad de emitir o crear los títulos
cambiarios de manera electrónica, puesto que conllevaría muchas ventajas
como la rapidez, comodidad, sencillez, ahorro de costes, internacionalización…
Sin embargo, también puede conllevar una serie de problemas derivados
principalmente de la seguridad del tráfico, la carencia de unicidad de los
mismos o la falta de confianza en las nuevas tecnologías. Todos ellos son
problemas entendemos que en mayor o menor medida salvables, con una
adecuada legislación tanto de carácter sustantivo como por otro lado la
regulación de unos medios técnicos que permitan su realización de manera
fiable y segura, no en vano se han ido desarrollando una serie de propuestas
de solución de estos problemas (que analizaremos más adelante), que si bien
no son aplicables hoy en día en España, sí lo son en otros países152.

152
Como por ejemplo en Estados Unidos, que regula la existencia del pagaré electrónico, así como la
posibilidad de transmisión del cheque de manera electrónica, si bien no su creación, como analizaremos

180
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Para poder entender mejor todos estos problemas que acabamos de


mencionar, es necesario comprender el concepto de los títulos cambiarios, así
como la regulación de los mismos. Es por ello por lo que, para abordarlos, es
necesaria una aproximación introductoria a lo que es el concepto de título valor
y, en concreto, el de título cambiario, para ver de forma general cuáles son sus
características y su definición, de modo que luego se pueda abordar su estudio
desde una perspectiva procesal. Como hemos dicho, esta aproximación es tan
sólo instrumental, dado que no es materia de nuestro ámbito de conocimiento y
solamente se realiza de modo introductorio para poder centrar el tema objeto
de estudio, eminentemente procesal.

2.1. Consideración como documentos electrónicos

Para abordar el concepto jurídico sustantivo de los títulos cambiarios


electrónicos, debemos empezar considerando el propio concepto de título valor
(ya que son una categoría de los mismos, como veremos a continuación), y por
ende su consideración como documentos, para así poder pasar a analizarlos
como documentos electrónicos.

No existe en la legislación un concepto unívoco de título-valor, sin


embargo la doctrina lo ha considerado de tal manera que el título valor es un
documento sobre un derecho literal y autónomo destinado a la circulación. En
este sentido, SANCHEZ CALERO153 lo define como "documento esencialmente
transmisible necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo en él

en el apartado 2.2.2 relativo a Otros Sistemas Jurídicos, dentro de las propuestas de solución sustantivas
para poder admitir la creación de los títulos cambiarios electrónicos.
153
SÁNCHEZ CALERO, F. y SÁNCHEZ-CALERO GUILARTE, J., Instituciones de Derecho Mercantil, Vol. II, 35ª
edición (8ª en Aranzadi), Thomson Reuters Aranzadi, 2012, Navarra, pág.50.

181
Mª Belén Aige Mut

mencionado”. Con esta primera aproximación, se aprecia que es posible


extrapolar el concepto de título-valor al ámbito electrónico, puesto que puede
definirse igualmente como un documento “electrónico” sobre un derecho literal
y autónomo destinado a la circulación, siendo un documento nuevamente
“electrónico” que será aún más en esencia transmisible.

Una definición simple de lo que constituye un título valor la ofrece


VICENT CHULIÁ, al señalar que los títulos valores pertenecen a la categoría
de documentos que recogen declaraciones de voluntad y, concretamente,
negocios jurídicos bilaterales y actos jurídicos154. Con esta definición,
nuevamente, podemos realizar una extrapolación al ámbito electrónico
considerando los títulos valores como categoría de documentos “electrónicos”
que, como ya hemos estado analizando en la primera parte de este estudio,
tienen el mismo contenido que los documentos tradicionales y por ello son
susceptibles de recoger declaraciones de voluntad (ya sean negocios jurídicos
bilaterales o actos jurídicos).

Pero para poder entender el concepto actual y las notas características e


intrínsecas de los títulos valor y, más concretamente, de los títulos cambiarios,
conviene hacer una breve referencia a la evolución histórica de los mismos.
Así, remontándonos a los orígenes históricos del Derecho Cambiario, podemos
ver que en sus raíces ya existían las características básicas de formalidad,
literalidad y abstracción (notas que consideramos que pueden extrapolarse a

154
VICENT CHULIÁ, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, 3ª edición, Tomo II Contratos, Títulos
Valores, Derecho Concursal, Op. Cit., págs. 597 y siguientes. En obras posteriores dice, en el mismo
sentido, que el título valor es el documento de un derecho privado cuyo ejercicio está condicionado a la
posesión del documento, VICENT CHULIÁ, F., Introducción al Derecho Mercantil, 21ª edición, Tirant Lo
Blanch, Valencia, 2008, pág. 1183 y VICENT CHULIÁ, F., Introducción al Derecho Mercantil, Volumen II,
23ª edición, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2012, pág. 1195.

182
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

los títulos cambiarios electrónicos155). Más adelante, la escuela alemana156,


formuló la definición de los títulos valores diciendo que es el documento de
derecho privado (por tanto, volvemos a hacer hincapié en que podría ser un
documento electrónico de derecho privado), cuya realización está subordinada
a la posesión del documento (posesión que resulta un tanto más compleja en el
ámbito electrónico que en el físico, pero que no por ello debe ser marginada).

Posteriormente, la escuela italiana formula su célebre definición expresando


que el título de crédito es un documento necesario para ejercitar el derecho
literal y autónomo expresado en el mismo157 (es decir, es la misma definición
que como hemos visto adopta posteriormente Sánchez Calero). El derecho
expresado en el título es literal porque su existencia se regula a tenor del
documento; el derecho es autónomo porque el poseedor de buena fe ejercita
un derecho propio, que no puede ser restringido o destruido en virtud de las
relaciones existentes entre los anteriores poseedores y el deudor; y, por último,
el título es el documento necesario para ejercitar el derecho porque, en tanto el
título existe, el acreedor debe exhibirlo para ejercitar cualquier derecho, tanto
principal como accesorio de los que en él se contienen, no pudiendo realizarse
ninguna modificación en los efectos del título sin hacerla constar en el mismo.
Estas notas características las podemos predicar igualmente de un título
electrónico; el cual, igualmente puede expresar un derecho literal, autónomo y

155
Así, la formalidad entendida como el cumplimiento de todos los requisitos se puede extrapolar
siempre que se cumplan los requisitos en su formato electrónico con equivalencia funcional; en cuanto a
la literalidad del texto o tenor del documento, el mismo puede ser literal aunque sea en formato
electrónico, pero un problema asociado es el de la seguridad de ese documento electrónico para así
poder preservar la literalidad original, cuestión que se solventaría con sistemas de firma electrónica
avanzada que permitan asegurar la integridad del documento; finalmente, en cuanto a la abstracción se
consigue igualmente con la carencia de mención a la causa de la obligación.
156
Heinrich Brüner (1840-1915) o Hans Liebe (1848).
157
VIVANTE, C., Tratado de Derecho Mercantil, Vol. III, Editorial Reus, Madrid, 1936, pág. 136 y
siguientes. También en VIVANTE, C., Trattato di Diritto Commerciale, 5ª edición, Milano, 1928, pág. 122
y siguientes.

183
Mª Belén Aige Mut

a través de un título que es un documento electrónico que es susceptible de


exhibición (si bien sujeta a ciertas peculiaridades158).

Siguiendo con el estudio de los autores italianos, para Lorenzo Mossa159


los títulos de crédito son papeles o documentos que llevan en sí un valor
económico y jurídico, porque el papel contiene un derecho o expresa una
obligación o promesa formal y rigurosa. El valor no existe sin el documento,
sino en cuanto el papel concentra en sí el derecho. La economía y el derecho,
el derecho y la obligación están estrechamente ligados en el papel hasta el
punto de llevar el documento, de la condición de simple documento probatorio,
o aún constitutivo, al rango de título de crédito. Es en esta definición donde se
acentúa más la tradicional forma vinculada al soporte papel, y que aparece
claramente arraigada en nuestra legislación mercantilista. Aunque no es menos
cierto que, interpretada tal definición en el contexto histórico pertinente, hace
referencia a “papeles o documentos”, por tanto no únicamente papeles como
tal, sino documentos en el sentido de que documentan sobre algo, y con
referencia al papel por ser el soporte conocido en aquel momento para
documentar, ya que hace especial referencia a que ese “papel” contiene un
derecho y que no existe sin ese “documento”; es decir, está intercambiando
constantemente los conceptos de documento y de papel como sinónimos,
cuestión que no es de extrañar reiterando la época en la que se formuló la
citada definición.

Para finalizar con el breve repaso histórico que hemos realizado para
conocer los orígenes de la actual definición de los títulos valor y así poder

158
Peculiaridades que, como veremos más adelante, consisten básicamente en sustituir el concepto
tradicional de posesión (que conlleva una exhibición directa del título) por el concepto de legitimación o
control del título electrónico (que dará lugar a un tipo diferente de “exhibición”).
159
MOSSA, L., Historia del derecho mercantil en los siglos XIX y XX, traducción de Francisco Hernández
Borondo, Madrid, Revista de Derecho Privado, 1948, págs. 110 y siguientes.

184
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

entender mejor su vinculación al papel como soporte documental, citaremos a


un último autor italiano, Giuseppe Ferri160. Este autor señala que el título valor
es un documento que contiene una declaración, que puede ser de contenido
diverso y que cumple simultáneamente una doble función: por una parte la de
constituir un medio necesario y suficiente para el ejercicio del derecho que es
mencionado en el mismo documento y, por otro lado, la de constituir un medio
técnico de circulación del mismo. Dicho autor considera que la circulación es la
causa determinante de la creación del título, está prevista y querida, ab initio,
por el deudor y aunque requiera que se verifique un hecho jurídico sucesivo y
ajeno a la voluntad del deudor, sin embargo, no es independiente y autónoma
de la voluntad de éste. Vemos de este modo que de la definición de Ferri el
título valor podría ser igualmente un documento electrónico cuyo contenido
fuera una declaración, cumpliendo de esta manera la doble función acabada de
señalar y, más aún, si la circulación es la causa determinante de la creación del
título, actualmente la posibilidad de la creación del título de manera electrónica
podría garantizar aún más esa capacidad de circulación como nota
predominante.

Realizada esta breve aproximación histórica podemos concluir que, al fin


y al cabo, todas las definiciones se pueden agrupar actualmente en torno a las
mismas características, y siempre siguiendo la definición clásica que hizo
Vivante expresando que el título de crédito es un documento necesario para ejercitar
el derecho literal y autónomo expresado en el mismo.

De este modo, la conclusión que podemos extraer en primer lugar es


que los títulos-valor son documentos mercantiles, y como tales documentos

160
FERRI, G., Manuale di Diritto Commerciale, Quinta Edizione, UTET, 1980, Torino, pág. 659 y siguientes.

185
Mª Belén Aige Mut

pueden seguir siéndolo de manera electrónica. Para CHULIÁ161 el documento


de los mismos es el soporte material de una declaración de conocimiento o
ciencia o de una declaración de voluntad, generalmente emitido en papel o
material similar y, según su opinión, por ahora no es concebible emitirlo en
bandas o soportes magnéticos, clasificando así al documento por el derecho o
declaración que incorporan (siendo así públicos, oficiales, privados y
mercantiles). Es evidente que en esta clasificación no encontramos un
argumento en contra de los documentos electrónicos igualmente clasificados
en públicos, oficiales, privados y mercantiles y, además, si considera el autor
que es generalmente emitido en papel o material similar es una consideración
lógica puesto que, dado el estado actual de la cuestión y por motivos históricos,
evidentemente el soporte más ampliamente utilizado va a ser el papel, ya que
las nuevas tecnologías no han existido hasta hace pocos años y no han tenido
el desarrollo necesario para poder servir de base a los títulos valor hasta ahora.
En cuando a la opinión inicial del autor acerca del soporte inconcebible de
bandas o soportes magnéticos, no estamos de acuerdo por el simple hecho
que no es el soporte lo que haría imposible hablar de títulos valor, sino en su
caso los posibles problemas sustantivos o técnicos que podamos encontrar, a
los que iremos haciendo referencia más adelante, pero que en ningún caso por
el mero hecho de utilizar un soporte diferente del papel es motivo suficiente
para no poder concebir a los títulos valor como tales, sin más explicación al
respecto; es más, el propio autor rectifica su opinión inicial en una revisión
posterior de su obra, señalando que “En la actualidad, la informática – la era
Mac Luhan, que reemplaza a la era Gutenberg – determina la crisis de los
títulos valores. Se ahorran costes inmovilizando y sustituyendo su circulación
material mediante información electrónica de los documentos – como prevé la
Ley cambiaria – y, sobre todo, mediante su total supresión, representando los
derechos mediante anotaciones o registros electrónicos a los que se trasladan

161
VICENT CHULIÁ, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, Op. Cit., pág. 597.

186
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

las normas de protección de la confianza en la apariencia surgidas en el


Derecho registral”162.

Para terminar con este apartado, y realizadas las consideraciones


anteriores acerca del origen histórico de la definición de los títulos valor y su
posible extrapolación a los documentos electrónicos, en la actualidad la
generalidad de la doctrina define a los títulos valor como aquellos documentos
que incorporan el propio derecho (sean o no constitutivos del mismo), y que
tienen 2 repercusiones principales:

a) Que el ejercicio del derecho está obligatoriamente unido a la


presentación del título.

b) Que la transmisión del documento implica la previa posesión del


mismo así como también la transmisión del derecho (se transmite un
documento, una cosa, y se aplica el derecho de cosas que es
diferente a la transmisión de derechos o cesión de créditos, lo que
facilita enormemente y simplifica la transmisión de derechos que es a
lo que tienden los títulos valor).

Es decir, la doctrina está hablando del denominado concepto restringido,


que define al título valor como aquel documento sobre un derecho privado,
cuyo ejercicio y cuya transmisión están condicionados a la posesión del
documento, siendo éste indispensable para su transmisión y ejercicio163.

162
VICENT CHULIÁ, F., Introducción al Derecho Mercantil, 21ª edición, Op. Cit., pág. 1186.
163
BROSETA PONT, M. y MARTÍNEZ SANZ, F., Op. Cit., pág. 433 y siguientes. En el mismo sentido,
GARRIGUES, J., Los títulos-valores, R.D.M., 1951, pág. 305 y GARRIGUES, J., Curso de Derecho Mercantil,
Tomo I, Séptima edición, revisada con la colaboración de Alberto Borcovitz, Madrid, 1976, Imprenta
Aguirre, pág. 722.

187
Mª Belén Aige Mut

Pues bien, el problema se planeta desde el principio, ya con la primera


palabra de la definición, “documento”. ¿Es un soporte electrónico realmente un
documento? ¿Qué entiende por documento nuestra legislación? Como hemos
visto, ésta es una pregunta muy compleja a la que hemos podido darle solución
con el estudio de la diferente normativa y sobre todo con la aplicación de la
teoría de la equivalencia funcional (es decir, considerar equivalente al
documento tradicional todos aquellos documentos realizados en soportes
electrónicos). El problema que quedaría abierto, una vez considerados los
documentos como posibles documentos electrónicos, es el tema de la posesión
de los mismos (o legitimación, como veremos más adelante) para su
transmisión y ejercicio, problema que vamos a ir mencionando a lo largo de
este estudio pero que constituiría el mayor problema en torno a la aceptación
de los títulos valor de carácter electrónico, y que debería solventarse con una
nueva regulación sustantiva que recogiera una regulación técnica muy concreta
que solucionase los problemas de posesión múltiple, falta de unicidad…

Por tanto, si aceptásemos que los soportes electrónicos pueden


considerarse documentos, estaríamos por ende también aceptando que los
títulos valor pueden crearse mediante documento electrónico (como primera
apreciación sin entrar a mencionar los problemas que podría suscitar).
Además, debemos recordar que dentro de la tipología recogida de los
documentos electrónicos no solamente se puede hablar de los públicos,
oficiales o privados sino también de los mercantiles, como ya hemos señalado,
y dentro de ellos estarían los cambiarios, es decir, los títulos valor (sin
olvidarnos tampoco que las partes pueden pactar la forma de expresión de sus
declaraciones de voluntad, a tenor del Art. 1278 Cc y del Art. 51 CCom164). Es

164
Art. 1278 Cc “Los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que se hayan
celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez” y Art. 51 CCom
“Serán validos y podrán obligar y actuar en Juicio los contratos mercantiles, cualesquiera que sean la
forma y el idioma en que se celebren…”.

188
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

decir, los títulos cambiarios podrán ser electrónicos siempre que se cumpla una
equivalencia funcional165 respecto de los títulos cambiarios en soporte papel, lo
que conlleva que los mismos deberán poder satisfacer las mismas garantías y
los mismos requisitos que la LCCH exige para los tradicionales166.

2.2. Propuestas de solución sustantivas para poder admitir la


creación de títulos cambiarios electrónicos

2.2.1. Caso español

Hemos analizado el concepto de título valor junto con el concepto de


título cambiario y hemos llegado a la conclusión de que de la definición original,
así como de las características que se predican de los mismos, no se puede
extraer una exclusión real de los títulos cambiarios electrónicos. Por tanto, la
ley sustantiva, como está regulada en la actualidad, no supone un problema
insalvable para la admisión de los títulos cambiarios electrónicos; sí lo
suponen, por otro lado, los posibles inconvenientes prácticos a la hora de
aplicar la regulación sustantiva (como hemos estado observando), de manera
en que con la creación de títulos cambiarios electrónicos podamos suplir todos

165
El tema de la equivalencia funcional, así como el de la sustitución de la posesión por la legitimación
de los títulos o por el control sobre los mismos, son temas que ha abordado la doctrina sustantiva, y a
los que iremos haciendo referencia a lo largo del presente estudio. Respecto a la doctrina, véase, entre
otros, MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática jurídica de los títulos cambiarios electrónicos en el Derecho
español, Civitas Thomson Reuters, Navarra, 2012, págs. 75 y siguientes; RICO CARRILLO, M., “La
electronificación de los títulos cambiarios en el Derecho Estadounidense”, Títulos Cambiarios
Electrónicos: Estudio Interdisciplinar, Apol.lònia Martínez Nadal (coordinadora), Civitas Thomson
Reuters, Navarra, 2012, págs. 187 y siguientes; RECALDE CASTELLS, A., “Electronificación de los títulos-
valor”, Op. Cit., págs. 61 y siguientes; PAZ-ARES, C., “La desincorporación de los títulos-valor (el marco
conceptual de las anotaciones en cuenta)”, El nuevo mercado de valores: seminario sobre el nuevo
Derecho español y europeo del Mercado de Valores, 1995, Ed. Consejo General del Notariado, España,
págs. 81 y siguientes.
166
Esto es, posición monopolística que asegure la posesión por el tenedor del título cambiario de
manera única, sin posibilidad de duplicidad y asegurando la integridad del mismo.

189
Mª Belén Aige Mut

los requisitos y objetivos que la ley exige a los títulos cambiarios tradicionales,
es decir, que logremos una equivalencia funcional a todos los efectos.

Actualmente, no existen en España los títulos cambiarios electrónicos,


pero sí que se han realizado una serie de propuestas de solución para poder
incorporar los mismos al tráfico jurídico (como sucede en otros países, como
por ejemplo Estados Unidos167). De este modo, la propuesta comúnmente
aceptada consiste en la intervención de las terceras partes de confianza168
junto con una adaptación de las características esenciales de los títulos
valores, así como de su régimen jurídico, para el especial campo electrónico en
el que vamos a movernos. Así, en palabras de MARTÍNEZ NADAL los
documentos en soporte papel y en soporte electrónico tienen, innegable e
inevitablemente, una naturaleza bien distinta, que provoca que, por ejemplo,
tengan un régimen de circulación también diferente169.

La idea que vamos a manejar no será, por tanto, la del documento


electrónico idéntico sino el funcionalmente equivalente al documento
tradicional, y que de este modo no va a depender de una posesión material

167
En este sentido, RICO CARRILLO, M., “Tratamiento electrónico de los títulos valores”, Op. Cit., págs.
21 a 46, así como RICO CARRILLO, M., “La electronificación de los títulos cambiarios en el Derecho
estadounidense”, Op. Cit., págs. 187 a 219. Al respecto se realizará un estudio más amplio en el
apartado 2.2.2 relativo al estudio de Otros Sistemas Jurídicos.
168
Las terceras partes de confianza son también conocidas como autoridades de certificación, cuya labor
consiste en asegurar la realidad de los datos de sus poseedores permitiendo que cualquier usuario
pueda confiar en los certificados firmados por éstas, así como en su validez y vigencia. Aparecen
definidas en el Art. 25 de la Ley 34/2002, bajo el título “Intervención de terceros de confianza”,
señalando que “Las partes podrán pactar que un tercero archive las declaraciones de voluntad que
integran los contratos electrónicos y que consigne la fecha y la hora en que dichas comunicaciones han
tenido lugar. La intervención de dichos terceros no podrá alterar ni sustituir las funciones que
corresponde realizar a las personas facultadas con arreglo a Derecho a dar fe pública.”.
169
MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática jurídica de los títulos cambiarios electrónicos en el Derecho
español, Op. Cit., pág. 80.

190
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

sino que se sustituirá la misma por una base de datos central de la que se
desprende la titularidad legítima del título, y a través de la que deben realizarse
las transmisiones del mismo. Es decir, estamos sustituyendo el concepto de
posesión por el de titularidad170. Para poder hablar de esa base de datos se
deben crear una serie de sistemas de registro en los que las terceras partes de
confianza actuarán como depositarios de los documentos electrónicos,
ofreciendo seguridad en la gestión y circulación de los mismos.

Este sistema es el que se pretendió adoptar con el proyecto FIRMA


sobre los títulos cambiarios electrónicos, desarrollado en los años 2001-2002,
dentro del programa PISTA del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cuya
finalidad era precisamente la de crear una plataforma segura con entidades
gestoras que se encargarían de los servicios de emisión, depósito, transmisión
y cobro a través de mecanismos electrónicos, siendo éstas o bien prestadores
de servicios de certificación electrónica, o bien entidades financieras,
sometidas a un régimen de responsabilidad y sanciones administrativas. Ahora
bien, dichas entidades sería preferible que se sometieran a un cierto control,
como por ejemplo autorización previa o control administrativo posterior171.

De esta forma se plantea una posible solución a la hora de crear y


transmitir los títulos cambiarios electrónicos, salvando de esta manera los
problemas a los que hemos ido haciendo referencia anteriormente y obteniendo

170
En Estados Unidos se sigue una opción similar, sustituyendo el concepto de posesión por el de
control del título, como veremos en el apartado 2.2.2 relativo al estudio de otros sistemas jurídicos. En
este sentido, ya señala RECALDE que se pretende una equivalencia funcional sustituyendo el concepto
de posesión por el nuevo de legitimación por inscripción, en RECALDE CASTELLS, A., Op. Cit., págs. 61 a
108.
171
MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática Jurídica de los Títulos Cambiarios Electrónicos, Op. Cit., pág. 85.

191
Mª Belén Aige Mut

así auténticos títulos cambiarios electrónicos con equivalencia funcional


respecto de los títulos cambiarios tradicionales172.

2.2.2. Otros Sistemas Jurídicos

Al encontrarnos ante el estudio de un tema totalmente actual, no es


posible abordar de manera exhaustiva un análisis del Derecho Comparado,
puesto que en la mayoría de las legislaciones no existe aún una regulación al
respecto. Es por ello por lo que en este apartado no se va a realizar un análisis
exhaustivo de legislación internacional, sino tan solo una breve referencia a la
misma.

Dicha referencia se debe realizar con vistas a los Estados Unidos de


América, puesto que han sido los pioneros en cuanto a la regulación de los
títulos cambiarios electrónicos, permitiendo en su legislación la existencia y
circulación de los pagarés electrónicos (quedando pendiente de regulación los
cheques y las letras de cambio, si bien al menos existe un principio de
electronificación de los títulos cambiarios con el pagaré). Igualmente, dicha
referencia se hace con carácter breve debido a que simplemente nos interesa
nombrarla como posibilidad para acceder a la admisibilidad procesal de los
títulos cambiarios electrónicos, partiendo de su admisibilidad jurídico-material y,
por tanto, al no ser objeto de la materia de estudio (ámbito del derecho
procesal), no se va a realizar un estudio exhaustivo de la misma.

Inicialmente, la regulación de los títulos cambiarios virtuales en Estados


Unidos se llevaba a cabo a través de la Uniform Electronic Transaction Act (en

172
Respecto a cómo se aplica esta solución en la práctica, haremos referencia en el subapartado 2.4
relativo a la letra de cambio como punto central de referencia.

192
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

adelante, UETA), la Electronic Signatures in Global and National Commerce


(en adelante, E-SIGN), así como con el principio de equivalencia funcional
entre el formato electrónico y el papel; igualmente se requería para su
existencia un acuerdo contractual entre las partes173. Desde un inicio las
normas estadounidenses parece que van más encaminadas a la aceptación
únicamente del pagaré electrónico; y así finalmente de estas normas se
desprende que el pagaré electrónico es el único susceptible actualmente tanto
de emisión como de circulación electrónica en las mismas condiciones que el
tradicional documento en papel. De este modo, desde el año 2000 se admite
en Estados Unidos de forma expresa el uso de los títulos valores crediticios en
forma electrónica, equiparándolos en sus efectos a los tradicionales
documentos papel174, es decir, se está sustituyendo el papel por el soporte
electrónico pero sin perder la consideración de ser título valor175.

Pero antes de adentrarnos en el estudio del Derecho estadounidense,


hay que realizar una breve referencia a los Derechos de nuestro entorno.

En este sentido, ya se ha comentado en la primera parte de este estudio


que en el Ordenamiento Jurídico Alemán el BGB recoge en el Art. 126 que la
forma escrita puede ser sustituida por la electrónica, con lo que abriría la puerta
a la posible admisión de los títulos cambiarios electrónicos siempre que se

173
Como señala RICO CARRILLO, M., “El tratamiento electrónico de los Títulos-Valores”, Op. Cit., págs.
21 a 46.
174
En este sentido, la sección 201 de Electronic Signatures in Global and National Commerce Act
(ESGNCA) y la Uniform Electronic Transactiones Act (UETA) recogen el principio de equivalencia
funcional del soporte electrónico y el papel para los documentos títulos valor, así como el Art. 3 del
Uniform Commercial Code (UCC), PASTOR SEMPERE, C., Op. Cit., “Dinero Electrónico”, Capitulo 16,
versión generada por vLex, página 3 y siguientes.
175
Como indica RAMOS HERRANZ, I., “Cheques electrónicos”, Revista de la Contratación Electrónica,
2002, n.º 31, págs. 47 a 72.

193
Mª Belén Aige Mut

regulasen legalmente y que se cumpliese la regla de la equivalencia funcional,


como se ha estado señalando a lo largo de esta segunda parte de la tesis.

En otros países como en Italia, se le pone más acento al carácter


autónomo del derecho y menos atención al aspecto formal (por ello también
existiría la posibilidad de los títulos cambiarios electrónicos), y en este sentido
indica el DPR 445/2000 que el documento informático cumple los requisitos de
la forma escrita y si está suscrito con firma digital tiene la eficacia de
documento privado.

Finalmente, es interesante analizar el caso francés, en el que existe la


letra de cambio electrónica (lettre de change relevè magnetique) que consiste
en la letra de cambio en papel que es objeto de un tratamiento electrónico
después de la recepción por el banco, convirtiéndose en un fichero informático.
De este modo, la letra de cambio electrónica presenta las mismas
características que la letra de cambio en papel, pero con la diferencia de que
está desmaterializada, en forma de un registro informático, aunque con las
mismas menciones obligatorias que la letra de cambio tradicional. Esta
desmaterialización permite la automatización de la entrega al cobro o la
presentación al pago, es decir, ello significa que las letras de cambio
electrónicas se establecen y circulan no en un soporte papel sino en forma de
registros informáticos, y en este caso es el librador que emite la letra de cambio
para su banco, que la transmitirá de manera electrónica, presentando de esta
manera las mismas características jurídicas.

Sin embargo, parece ser que en el caso francés tampoco se ha salvado


aún el obstáculo de la creación directamente electrónica de las letras de
cambio, sino que simplemente se inmovilizan para su transmisión posterior.

194
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

También es interesante señalar que el Código de Comercio francés


(actualizado por Ley 2006-11 de 1 de mayo de 2006, Diario Oficial de 6 de
enero de 2006), en el Libro V, Título I, Capítulo I regula las letras de cambio de
manera muy similar a nuestra legislación española y a pesar de no hacer
referencia directa a la presentación o creación por medios electrónicos, de la
lectura de su articulado parece que queda salvado uno de los principales
problemas que nos plantea a la doctrina española como es la duplicidad de
letras de cambio, al regular en la Sección XII (L511-72a a L511-76) la
pluralidad de ejemplares (la letra de cambio puede tener varios ejemplares
idénticos) y, en concreto, el tema de la posibilidad de las copias siempre que se
indique quién es el poseedor del documento original.

Realizada, por tanto, una aproximación al Derecho de nuestro entorno,


se va a proceder a continuación a centrar el estudio en el supuesto de Estados
Unidos. Como se ha ido señalando anteriormente, solamente se permite la
emisión y circulación electrónica de los pagarés, teniendo, en consecuencia, el
pagaré electrónico las mismas características que el emitido en soporte papel.
Precisamente, esta regulación sirve de base para el trabajo de la Comisión de
Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (en adelante,
CNUDMI) y lo que pretende es tomar como base la equivalencia funcional de la
firma, pero realizando una nueva regulación específica puesto que dicha
equivalencia funcional resulta insuficiente, y si no existe esa regulación no cabe
la emisión electrónica en condiciones equivalentes a los tradicionales en
papel176.

176
RICO CARRILLO, M., “La electronificación de los títulos cambiarios en el Derecho estadounidense”,
Op. Cit., Navarra, 2012, págs. 187 a 219. También indica en su página 192 que el tema de la equivalencia
funcional de la firma tiene su excepción en los títulos cambiarios, y que así la Convención de las
Naciones Unidas sobre la utilización de las Comunicaciones Electrónicas en los Contratos Internacionales
de 2005 (CNUCECI) excluye en el Art. 2, apartado 2, a la letra de cambio, el cheque y el pagaré,
independientemente de que los Estados decidan regularlo.

195
Mª Belén Aige Mut

La base de esta aceptación se encuentra en dos normativas diferentes,


la UETA y la E-SIGN177, y tanto en una como en la otra se requiere que los
consumidores consientan afirmativamente a los acuerdos realizados
electrónicamente, así como que el vendedor provea al consumidor con una
declaración clara y visible sobre el efecto de acordar electrónicamente, pero la
mera declaración raramente se acepta para probar en un sentido u otro la
intención de contratar.

Los títulos cambiaros en Estados Unidos se regulan en el Uniform


Commercial Code (en adelante, UCC178) y son los denominados negotiable
instruments179, aquellos documentos que contienen una promesa o una orden
de pagar una cantidad determinada de dinero, definición en la que se incluyen
la letra de cambio, el cheque y el pagaré, siendo una promesa de pago un
compromiso por escrito que debe estar firmado180. Respecto a la firma, puede
ser manual o por dispositivo o máquina a través del uso de cualquier nombre,
palabra, marca o símbolo adoptados por una persona con la intención de
autenticar el documento escrito181.

177
La UETA es una ley uniforme que han adoptado 47 estados, el Distrito de Columbia, Puerto Rico y las
Islas Vírgenes; la Sección 7 da reconocimiento legal a las firmas electrónicas, expedientes y contratos,
mientras que en la Sección 13 hace referencia a la prueba, señalando que en un proceso la prueba de un
expediente o firma no puede ser excluida solamente por estar en formato electrónico; la Sección 16 es
la que hace referencia a los transferable records, que se analizará a continuación. Respecto a la E-SIGN
es una ley federal del año 2000.
178
La UCC es una ley uniforme de 1952 que han suscrito la totalidad de los 50 estados de Estados Unidos
de América.
179
Art. 3 (104)
180
Art. 3 (103)
181
Art. 3 (401)

196
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Una vez definidos los títulos cambiarios, y existiendo de antemano la


posibilidad de firmarlos de manera electrónica, conviene analizar si es posible
la emisión electrónica de los mismos (transferable records). En un principio,
como se ha señalado, es necesario partir del principio de equivalencia
funcional, regulado tanto en la UETA (Sección 7), como en la E-SIGN (Sección
101 (a)). Pero, como se ha indicado anteriormente, se requiere una regulación
especial para establecer las condiciones de emisión y transmisión que hagan
posible una equiparación en todos sus efectos. Esta regulación se recoge tanto
en la UETA como en la E-SIGN, siendo la primera más amplia que la segunda,
pero sin que ninguna de ellas amparen la letra de cambio ni el cheque, sino
solamente el pagaré182.

De este modo se puede observar que en Estados Unidos sí que se


admite el pagaré electrónico, como título cambiario electrónico, de manera que
cumple con los mismos requisitos que los pagarés emitidos en soporte papel,
soluciona el problema de la unicidad y facilita la transmisión de los mismos,
posibilitando de esta manera su acceso al procedimiento cambiario en caso de
requerirlo.

182
La Sección 16 de la UETA recoge los requisitos para la emisión electrónica que serían que se trate de
un pagaré o título de tradición y que el emisor haya consentido en forma expresa la utilización
electrónica de los mismos. En cuanto a la E-SIGN, recoge la regulación en la Sección 201 cuyos requisitos
en este caso son que se trate de un pagaré, que el emisor haya consentido expresamente la utilización
electrónica del mismo y que ese pagaré sea para garantizar un préstamo sobre bienes inmuebles. Esta
diferencia en cuanto a los requisitos se debe a que los pagarés electrónicos surgieron en Estados Unidos
para facilitar la emisión de los mismos en el sector inmobiliario, de manera que el crecimiento de las
operaciones así como el coste en cuanto almacenamiento y manejo de los documentos en papel no
supusiera un obstáculo para su circulación.

Respecto al trabajo desarrollado por la CNUDMI indica RICO CARRILLO que es más amplio y que incluiría
tanto a la letra de cambio como al cheque, RICO CARRILLO, M., “La electronificación de los títulos
cambiarios en el Derecho estadounidense”, Op. Cit., pág. 199.

197
Mª Belén Aige Mut

En este supuesto, por tanto, el derecho se mantiene incorporado en el


documento electrónico representativo del título, de manera que el archivo
electrónico debe reunir las mismas características que su homologo en papel,
que se traducen en las condiciones de la Sección 3-104 UCC183:
- Emisión en papel
- Firma del emisor
- Promesa incondicional de pagar una cantidad específica de dinero
- Determinación del momento de pago
- Pagadero a la orden de una determinada persona o de la persona
que ostente la posesión

Al ser electrónico el pagaré, los requisitos se concentran en la promesa


incondicional de pago, el momento de pago así como la persona facultada para
exigir el pago, salvo en los casos que se emita al portador. Asimismo, se
firmará mediante firma electrónica de cualquier tipo, pactada por las partes184,
pero que en todo caso deberá servir para identificar al firmante emisor del
pagaré. Ello significa que las partes seleccionan la tecnología siendo la
voluntad del emisor fundamental para la sustitución por el papel (como se ha
señalado anteriormente), y rigiendo como debe ser el principio de autonomía

183
Estas condiciones, exigidas en la legislación estadounidense, son muy similares a las exigidas en la
legislación española, es decir, las contenidas en el Art. 94 LCCH. Estas menciones se resumen en las
siguientes: denominación “pagaré”, promesa pura y simple de pagar una cantidad determinada,
indicación del vencimiento, lugar en que el pago haya de efectuarse, nombre de la persona a quien haya
de hacerse el pago o a cuya orden se haya de efectuar, fecha y lugar en que se firme el pagaré y la firma
del firmante. Por ello, consideramos que, al ser una legislación similar, se podría aplicar analógicamente
las mismas reglas para la desincorporación de los pagarés en el Derecho español.
184
De este modo se tiene en cuenta el principio de proporcionalidad, sin exigir de esta manera unos
requisitos demasiado exigentes para un negocio que no lo requiere, dejando así en manos de las partes
la regulación de estos requisitos.

198
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

de la voluntad de las partes, principio básico del comercio electrónico, que es la


que determina la naturaleza del título y la tecnología185.

Respecto al problema de la falta de unicidad se soluciona a través de la


originalidad unida a la singularidad. Por una parte, la originalidad significa
inalterabilidad del documento (integridad, lo que puede suponer más de un
original, Art. 8 de la Ley Modelo de la CNUDMI sobre el Comercio Electrónico,
en adelante, LMCE186), por otra parte la singularidad significa la introducción de
la noción de “ejemplar fehaciente”187 (authoritative copy) o copia autorizada
(cuando se identifica al sujeto que posee el control del documento, quien es el
único facultado para hacer cambios o transmitir el pagaré electrónico en su
condición de titular del derecho incorporado). Es decir, el pagaré electrónico
debe ser identificable e inalterable, y se sustituye el concepto original de
posesión por el derecho de control, existiendo así un controlador frente al
original tenedor (Sección 201 (d) E-SIGN, pudiendo acudir éste a la vía
cambiaria, así como el deudor; y sabiendo que aunque el tenedor pueda probar

185
Este mismo principio es el que rige en Derecho español, así las partes pueden pactar la forma de
expresión de sus declaraciones de voluntad, según lo dispuesto en el Art. 1278 Cc y en el Art. 51 Ccom.
186
Art. 8 “Cuando la ley requiera que la información sea presentada y conservada en su forma original,
ese requisito quedará satisfecho con un mensaje de datos:
a) Si existe alguna garantía fidedigna de que se ha conservado la integridad de la información a
partir del momento que se generó por primera vez en su forma definitiva, como mensaje de
datos o en alguna otra forma;
b) De requerirse que la información sea presentada, si dicha información puede ser mostrada a la
persona a la que se deba presentar”.

También es interesante el apartado 3.b) que indica que el grado de fiabilidad requerido será
determinado a la luz de los fines para los que se generó la información y de todas las circunstancias del
caso. Es decir, está haciendo referencia al principio de proporcionalidad que ya se ha mencionado.
187
RICO CARRILLO, M., “La electronificación de los títulos cambiarios en el Derecho estadounidense”,
Op. Cit., pág. 206.

199
Mª Belén Aige Mut

la existencia de la obligación si no acredita el control no cabe el ejercicio del


pagaré electrónico por la vía cambiaria188).

La Sección 3-201 UCC exige la cesión de la posesión y el endose del


título, salvo en los casos al portador (Sección 3-204), y por ello se exigen los
requisitos de acreditación de la posesión y endoso (firma y entrega), como en
el Derecho español. Todo ello se sustituye con el control, y por ello se modifica
el Art. 9 UCC. Pero para que todo ello funcione es muy necesaria la
intervención de una acreditación por un tercero de confianza que es el que
administra el sistema de información.

Respecto de los cheques, Estados Unidos solamente permite su


digitalización, a pesar de que existieron iniciativas como el E-check de los
Financial Services Technology Consortium (FSTC), que suponen una emisión
electrónica a través de firma digital y el envío por correo electrónico, se hace a
través de un talonario de cheques que en este caso lo constituye una tarjeta
electrónica que se insertaba en el ordenador generando un cheque electrónico,
que se rellenaba con los mismos campos que el papel y se autentificaba con
una firma electrónica con criptografía de clave pública, cumpliendo así con
todos los requisitos que exige la legislación cambiaria. Sin embargo no
triunfaron por no existir una regulación específica para su difusión, lo que hace
ver que es posible su existencia aunque todavía no estén contemplados
legalmente porque el sistema actual, como se ha indicado, no permite su
emisión pero sí su tramitación, con el Check 21 (digitalización) y de este modo
se ha recalcado que se obtienen muchas ventajas, como el avance desde los
cheques basados en papel a un entorno con cheques “digitalizados” mucho
más eficiente, rápido y que ahorra costes en el mantenimiento del papel.

188
En este caso es el certificado el que legitima para acudir al proceso, ya que el certificado equivale a la
posesión del título cambiario.

200
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

2.3. Crisis actual de los títulos cambiarios (la desmaterialización de


los títulos valores)

Antes de abordar el tema de la desmaterialización de los títulos valores,


debemos empezar haciendo referencia a una clasificación básica de los
mismos que distingue entre: títulos de participación (principalmente las
acciones de las sociedades), títulos de tradición (como el conocimiento de
embarque) y títulos de crédito (los títulos cambiarios que ahora nos ocupan).
Es importante esta diferenciación puesto que en la actualidad la
desmaterialización de los títulos valores se ha dado, principalmente, respecto
de las acciones de las sociedades anónimas que han sido sustituidas por
anotaciones en cuenta en registros contables, teniendo menos incidencia esa
desmaterialización respecto de los conocimientos de embarque y, finalmente,
una incidencia nula respecto a los títulos cambiarios.

Realizada esta matización, no podemos negar que los títulos valor han
tenido en el tráfico jurídico mercantil actual una gran difusión y acogida. Es por
ello por lo que, en aras a un comercio más rápido y globalizado, vemos
insuficiente el mecanismo tradicional de la incorporación del derecho al título o
soporte documentado en papel para atender las nuevas necesidades de este
tráfico jurídico. De ello se deriva que los títulos valor están viviendo una época
de crisis, propiciada por la excesiva manipulación y movilización de
documentos de un lado a otro en el mercado financiero. Como dice OLIVENCIA
"las ventajas del papel acababan desembocando en los inconvenientes del
papeleo"189. Todo ello ha llevado a que exista un gran volumen de títulos objeto

189
OLIVENCIA, M., “Prologo”, en Derecho Patrimonial y Tecnología. Revisión de los principios de la
contratación electrónica con motivo del Convenio de las Naciones Unidas sobre Contratación Electrónica
de 23 de noviembre de 2005 y de las últimas novedades legislativas, Marcial Pons, Madrid, 2007, pág.
14.

201
Mª Belén Aige Mut

de transacciones en la actualidad, y por ello la mayoría de países tienden a


sustituir el documento, como soporte del derecho, por una anotación contable
(básicamente en los títulos que son cotizados y negociados en los mercados de
valores, es decir, las acciones de las sociedades anónimas, por lo que los
valores representados en anotaciones en cuentas no representan una
alteración del concepto de los mismos como títulos valores).

A raíz de esa masificación se está produciendo un fenómeno de


desmaterialización para de este modo poder conseguir una mayor agilidad,
eficiencia, seguridad y disminución de costes en el mercado de valores, para
así poder lograr un mejor desarrollo y funcionamiento. Gracias al avance de la
ciencia y de las nuevas tecnologías, existen nuevos mecanismos para
representar valores, como no podía ser de otro modo190, y se pueden
reformular los conceptos jurídicos en los que descansaba el derecho cambiario.
Es por ello por lo que podemos decir que es precisamente ese adelanto
tecnológico y las nuevas tecnologías las que obligan a revisar los postulados
consagrados en el derecho cambiario para de esta manera poder aceptar
nuevas perspectivas, y así también reconocer la posibilidad de
desmaterializar los títulos valores, prescindiendo del papel para sustituirlo por
un sistema que brinde confianza en su emisión y transmisión.

Es evidente que en la actualidad la sustitución de los soportes


tradicionales por las nuevas tecnologías conlleva muchas ventajas, como la
eliminación de errores o inexactitudes materiales, ahorrar espacio eliminando el
volumen que ocupan los soportes en papel, facilidad de circulación y

190
Como bien señalaba VICENT CHULIÁ, estamos en una era que reemplaza a la era Gutenberg, es decir,
el avance de esta era no es tanto la imprenta, que antiguamente era la base de todo tipo de
documentos en soporte papel, sino las nuevas tecnologías y la informática. En este sentido, VICENT
CHULIÁ, F., Introducción al Derecho Mercantil, 21ª edición, Op. Cit., pág. 1186.

202
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

movilización, ahorro de costes y una disminución del uso del papel191. Sin
embargo, y como ya hemos venido diciendo, todo ello conlleva también otra
serie de desventajas o problemas, pues si bien con las nuevas tecnologías se
pueden eliminar esas inexactitudes derivadas de procesos manuales, no es
menos cierto que se pueden cometer otra serie de inexactitudes debidas a las
nuevas tecnologías o el fallo que puedan tener las mismas en algún momento
(como por ejemplo una inexactitud en la inscripción del título en un registro
contable, en un retraso respecto a la fecha de inscripción…). También en el
tema del ahorro de costes, es cierto que se eliminan costes en cuanto a la
disminución del uso del papel, pero también se tiene que realizar una inversión
inicial en los equipos tecnológicos y programas necesarios para la elaboración
de estos títulos. Finalmente, en cuanto a la facilidad de circulación no podemos
negarla, pero lleva adjunto otro gran problema que precisamente va asociado a
esa facilidad de circulación, como es el problema de la posesión, unido al tema
de la unicidad. Todo ello supone una balanza de pros y contras que hay que
tener en cuenta pero que, con la debida regulación de los títulos cambiarios
electrónicos con sistemas como los que hemos mencionado del proyecto
FIRMA, es innegable que prevalecen los pros puesto que las ventajas que
suponen son mayores que los inconvenientes, ya que éstos hemos visto que
pueden ser salvables con las necesarias precauciones (y no olvidemos que, en
cualquier caso, la puerta queda abierta a la utilización de títulos cambiarios
tradicionales siempre que se prefiera, puesto que no estamos hablando de la
sustitución de unos por otros sino solamente de la admisión de un nuevo
soporte como es el electrónico).

Así, la emisión de los títulos valor de manera electrónica puede


entenderse como una sustitución del soporte inicial por un soporte electrónico,

191
Que con las preocupaciones medioambientales que estamos viviendo en estos tiempos, supone un
claro avance respecto a la masificación del uso del papel.

203
Mª Belén Aige Mut

aplicando por equivalencia funcional las reglas de los títulos valores


tradicionales a los nuevos títulos valores, produciendo una desmaterialización
de los mismos. Esta desmaterialización implica prescindir del soporte material o
papel para hacer constar el valor en un registro o hacer que éste tenga un
soporte electrónico o virtual. De este modo, la desmaterialización de los títulos
valores de participación (es decir, de las acciones, que son las únicas
completamente desmaterializadas) se efectúa mediante las anotaciones en
cuenta y la inscripción correspondiente de éstos en el registro contable que
lleve una institución de Compensación y Liquidación de Valores. Los valores
que generalmente se representan por anotación en cuenta son las acciones,
como ya hemos señalado anteriormente, y estas anotaciones en cuenta
cumplen una importante función, pues, a través de ellas se agiliza y se brinda
seguridad al tráfico jurídico mercantil y a los derechos así representados. Esta
modalidad de representación consiste en sustituir el papel por una técnica que
recurre a una simple anotación del derecho en un registro contable de soporte
o naturaleza informática o electrónica.

La ventaja que podemos predicar es que la anotación en cuenta


constituye un sistema que, utilizando básicamente las modernas técnicas
informáticas, suprime el movimiento de masas ingentes de papel y devuelve a
los mercados de capitales la agilidad que habían perdido192. Las anotaciones
en cuenta suponen, de este modo, una técnica de representación de
posiciones jurídicas alternativa a la tradicional de los títulos valores. Por tanto,
a finales del siglo XX comenzó la crisis de los títulos valores, como hemos ido
viendo por la masificación y necesidad de desincorporación con la sustitución

192
JIMÉNEZ SÁNCHEZ, G., Lecciones de Derecho Mercantil, Madrid, Editorial Tecnos, 1992, pág. 322.

204
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

de su manejo material por asientos contables, y la posibilidad de sustituirlos por


cuentas y por soportes magnéticos193.

Partiendo pues de la necesidad observada de la desmaterialización de


los títulos valor, debemos continuar analizando la definición primera que hemos
dado a los títulos valor y ver si es posible equiparar las características que se
predican de los mismos a los títulos valores electrónicos. De este modo,
encontraremos otra serie de problemas que vamos a ir exponiendo a
continuación. En toda definición de los títulos valores, se observa que uno de
sus principales efectos es que el ejercicio del derecho está obligatoriamente
unido a la presentación del título, y esto plantea la duda de la forma de
presentación del título electrónico (tanto a efectos de su transmisión como
sobre todo, en lo que a nuestro estudio nos afecta, a efectos de un futuro
proceso basado en el mismo). En el caso de que se optase por aportarlo “en su
soporte original”, obligaría a llevarlo a su presentación con un ordenador portátil
o dispositivo de almacenamiento (como, por ejemplo, un USB) para transmitirlo
en ese momento a otro ordenador portátil (puesto que el título valor electrónico
estaría formado por una serie de bits); también podríamos aportar una copia en
papel a los Tribunales dejando designada la fuente original; finalmente, también
podríamos incorporarlo en algún soporte de almacenamiento, siempre teniendo
en cuenta que hayamos solventado de manera técnica los problemas más
importantes, como aquellos relativos a su unicidad. De esta forma, podríamos
decir que perdemos en cierta medida la facilidad que implican los títulos valor
en un primer momento (dado que ya no podemos aplicar el derecho de cosas

193
VICENT CHULIÁ, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, Op. Cit., págs. 605 y siguientes. Señala,
en este mismo sentido, que de este modo “la informática puede reemplazar de un momento a otro las
ventajas que en su día presentó la “incorporación” del derecho al documento”. Este autor considera que
la sustitución de los títulos valor puede darse en dos etapas: funcional, que es después de la emisión, de
manera que quedan inmovilizados y representados por anotaciones contables; y esencial con la
supresión de la emisión, pero que la Ley actualmente solamente prevé la primera de las posibilidades.

205
Mª Belén Aige Mut

sin más); pero si conseguimos superar este primer obstáculo podríamos


obtener una facilidad y celeridad aún mayores, solución que puede obtenerse si
optamos por la intervención de las terceras partes de confianza en la manera
en que se regulan en el proyecto FIRMA. De este modo, al sustituir, como
hemos señalado anteriormente, el concepto de posesión por el de titularidad, lo
que tendremos que aportar no será tanto el “título cambiario electrónico” como
tal, del cual no ostentamos su posesión por estar depositado en una entidad
gestora, sino que aportaremos la certificación (electrónica o no) que nos haya
emitido la entidad que actúa como tercera parte de confianza conforme somos
los titulares reales de ese título cambiario electrónico.

Además, lo que acabamos de exponer nos lleva inevitablemente al


segundo de sus efectos, la transmisión del documento implica la del derecho.
Si nos basamos en el derecho de cosas, ¿es realmente el soporte electrónico
una cosa? Porque a veces no es un soporte físico o real, sino que, como
acabamos de señalar, son una serie de bits que para materializarse requieren
de un ordenador, por ejemplo. Entonces tal vez el derecho de cosas ya no
sería la solución para la facilidad de la aptitud circulatoria que requieren los
títulos valores hoy en día. Por lo tanto, ¿estamos así facilitando o simplificando
la transmisión de derechos? Partiendo de la base que prácticamente en todos
los hogares hoy en día hay ordenadores, podríamos decir que sí estamos
facilitando esa transmisión. Ahora bien, si se trata de hacer un negocio
itinerante o en la calle, ¿realmente nos lo facilita? Podría también opinarse que
sí, dado que en la actualidad la mayoría de personas poseen dispositivos
móviles dotados de las nuevas tecnologías y de internet. De todas formas, y
sobre todo haciendo referencia de nuevo al ámbito del proceso, objeto principal
de este estudio, lo que no puede ponerse en duda es que con la aprobación de
la Ley 18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las tecnologías de la
información y la comunicación en la Administración de Justicia, si los
Tribunales tienen que tender a un expediente electrónico, en relación con la

206
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

realización de los procesos basados en los títulos cambiarios electrónicos


existiría una base legal para su admisión procesal por los Tribunales y su
realización en los mismos.

Éste es sólo el comienzo de una serie de problemas que va a tener que


superar el título valor electrónico para considerarse como tal en nuestra
legislación y poder operar con toda normalidad. Al fin y al cabo lo que
queremos obtener es la mayor rapidez, simplicidad y el mínimo de inseguridad
para el adquirente.

Pero, si continuamos analizando la teoría general de los títulos valor se


observa que el título valor es un documento esencialmente transmisible y
necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo en él mencionado.
Partiendo de esta base, debemos señalar una serie de características de las
que, para el tema que nos ocupa, interesa destacar las siguientes194:

- Aptitud circulatoria: se facilita la circulación del documento y del


derecho aplicando el derecho de cosas, y no las normas de cesión de
créditos (aptitud en todo caso excepcionable por acuerdo de las
partes). Pero como hemos comentado anteriormente ¿realmente el
título valor electrónico tiene esa aptitud circulatoria? En un primer
momento cualquiera podría pensar que sí, e incluso potenciada por el
comercio electrónico e Internet, por lo cual podríamos transmitir un
título valor electrónico a cualquier parte del mundo en cuestión de
segundos, con lo que no cabe duda que aptitud circulatoria tiene.

194
Características recogidas por ASQUINI, A., Corso di diritto commerciale. Titoli di crédito, Cedam,
Padova, 1966, en su pág. 49 señala que el título valor es un documento de un derecho literal destinado a
la circulación; VICENT CHULIÁ, F., Compendio Crítico de Derecho Mercantil, Op. Cit, pág. 615 señala la
característica de la legitimación por la posesión. En el mismo sentido, BROSETA PONT, M. y MARTÍNEZ
SANZ, F., Op. Cit., págs. 435 y siguientes; GARRIGUES, J., Curso de Derecho Mercantil, Op. Cit., págs. 723
y siguientes.

207
Mª Belén Aige Mut

Pero curiosamente, hablando de esta aptitud circulatoria el título valor


electrónico parece más acertado para relaciones a larga distancia
que a corta distancia, porque ¿realmente es más efectivo a la hora
de transmitirlo a un vecino, mano a mano? Todo ello es discutible,
por lo que debe entrar en juego la idea de la proporcionalidad, es
decir, dependiendo del tipo de negocio ante el que nos encontremos
convendrá más un sistema u otro, ya que debemos recordar que no
son sistemas excluyentes sino que tanto el soporte electrónico como
el soporte papel pueden convivir en armonía para ajustarse a las
necesidades de los ciudadanos.

- Legitimación por la posesión: el legitimado activamente para ejercitar


el derecho que incorpora el título valor es el legítimo poseedor del
título, quien lo haya adquirido conforme a sus normas particulares de
circulación y así podrá ejercitar el derecho con la mera exhibición del
título, sin que requiera prueba. Indudablemente, nos encontramos
con uno de los grandes escollos del título valor electrónico, ¿cómo
justificamos su posesión?, ¿cómo evitamos su duplicación?, ¿cómo
autentificamos esa posesión?, y, finalmente, ¿cómo lo exhibimos
verazmente? Este rasgo de la legitimación por la posesión sería el
que queda alterado seriamente con el proceso de desmaterialización
o desincorporación195, y que como hemos señalado, tiene que
sustituirse por un nuevo concepto como el de legitimación o
control196.

195
En palabras de FLAQUER RIUTORT, J., “Aproximación jurídica a los títulos cambiarios. Crisis y
desmaterialización”, para la obra colectiva Títulos Cambiarios Electrónicos: Estudio Interdisciplinar
(Apol.lònia Martínez Nadal coordinadora), Civitas, Thomson Reuters, Navarra 2012, pág. 22.
196
Al que ya hemos hecho referencia en el apartado 2.2. relativo a las propuestas de solución que
aporta la doctrina mercantilista.

208
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Existen otras características como la literalidad y la autonomía197, que no


supondrían un obstáculo tan grave a salvar, puesto que la literalidad puede
darse igualmente sea un soporte físico o electrónico; y en cuanto a la
autonomía tampoco supondría mayores problemas el hecho de que se realice
en un soporte electrónico en lugar de en un soporte papel.

Vistas estas notas introductorias, y a modo de conclusión de todo lo


dicho anteriormente, podemos afirmar que hemos asistido a lo largo de los
años a una crisis de los títulos valor, que ha desembocado en la
desmaterialización de los mismos provocada por su uso masificado. Este
problema de la masificación se ha ido superando gracias a la informática, de tal
manera que hemos visto cómo desaparecían los documentos “acciones” para
sustituirlos por anotaciones en cuenta basadas en registros contables e
informáticos. E igualmente hemos visto que el conocimiento de embarque ha
ido cambiando de su soporte papel a otros soportes como el electrónico.
Parece por tanto acertado que le toque ya su turno a la letra de cambio, el
cheque y el pagaré, y que se vayan adaptando a los nuevos tiempos.

La aparición de las nuevas tecnologías supone un vuelco radical en


cuanto a la situación en la que se encontraban los títulos valor, y por tanto se
está poniendo en duda la idea misma de la cosificación del título, puesto que
en lo que en su día pudo suponer una clara ventaja (al realizar la transmisión
según las reglas del derecho de cosas y no de créditos), hoy en día puede ser
un inconveniente si tendemos a la electronificación, o mejor dicho, a la
desmaterialización o desincorporación de los mismos como ya sucedió en su
momento con las acciones, sustituidas por su representación mediante
anotación en cuenta.

197
URÍA, R., Derecho Mercantil, 26ª edición, Marcial Pons, Madrid, 1999, pág. 935.

209
Mª Belén Aige Mut

Evidentemente el uso masificado de los títulos cambiarios también


plantea problemas en la actualidad en cuanto a su rapidez, utilidad e
internacionalidad de los mismos, y es por eso mismo por lo que se plantea la
posibilidad de su electronificación o como se denomina en este ámbito,
desmaterialización198. Los títulos cambiarios surgieron en su día para cubrir
necesidades especiales de la vida social como son, básicamente, la seguridad
en la circulación de los derechos y la vocación circulatoria (siendo el deudor el
autor del derecho circulante y, por tanto, se hace tolerable la asunción de
determinados riesgos asociados a esa circulación). Si las necesidades sociales
cambian, por el motivo que sea, los títulos cambiarios van a tenerse que
adaptar a las mismas para poder seguir siendo de utilidad. Es por ello por lo
que en la actualidad se plantea el tema de los títulos cambiarios electrónicos,
que cumplirían la misma función de vocación circulatoria (aún con mayor
facilidad) y, con ciertas precauciones técnicas, la necesidad de seguridad en la
circulación.

Esa desmaterliaziación de la que estamos hablando, puede llevar


muchas ventajas, como ya señaló PAZ-ARES199: rebaja de los costes jurídicos
de la circulación de derechos (al tratarse de títulos cambiarios), rebaja de los
costes administrativos de la circulación de derechos, rebaja de los costes de
impresión (en la medida que ya no necesitarán producirse por papel), rebaja en
los costes de custodia (puesto que ya no existirá un papel producido expuesto
al riesgo de pérdida, sustracción y destrucción), y, rebaja en los costes de

198
Los títulos valores han sido víctimas de su propio éxito, ya que las exigencias actuales del tráfico
requieren una rapidez y sencillez que no proporciona el recurso al soporte en forma de documento
papel, y estas dificultades han tratado de superarse con ayuda de la contabilidad y la informática,
mediante el proceso de desmaterialización, como señala FLAQUER RIUTORT, J., “Aproximación jurídica a
los títulos cambiarios. Crisis y desmaterialización”, Op. Cit., pág. 33.
199
PAZ-ARES. C., “La desincorporación de los títulos-valor (el marco conceptual de las anotaciones en
cuenta)”, Op. Cit., págs. 81 a 106.

210
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

manipulación (en la medida en que el papel ya no tiene que desplazarse para


la transmisión). Todos estos costes estaban de cada día elevándose, llegando
a un punto de saturación en que el título-valor se convertía en “la víctima de su
propio éxito”. La masificación de títulos en el mercado y el frenesí de su
circulación comienzan, en efecto, a generar diseconomías de escala
determinando el crecimiento geométrico de los costes administrativos de la
incorporación, y esta circunstancia, unida a la aparición y difusión de sistemas
de tratamiento de la información más rápidos y económicos, desencadena al
parecer de forma irreversible el fenómeno de la desincorporación de los títulos-
valor.200

2.4. La letra de cambio como punto central de referencia

Dentro de los títulos valor, los títulos cambiarios son objeto del presente
estudio. Los mismos pueden definirse como los que incorporan la obligación de
pagar una determinada cantidad de dinero en el momento y de la manera en la
que se expresa en el propio título201. Los ejemplos que existen en nuestra
legislación son la letra de cambio, el cheque y el pagaré, y las diferencias entre
ellos son las siguientes202: la letra de cambio consiste en una orden dirigida al
librado y a la orden del tomador, de pagar a su poseedor legítimo y a su
vencimiento una suma determinada de dinero (vinculando para ello
solidariamente a todos y cada uno de sus firmantes); el cheque es un
instrumento de pago que evita usar numerario en las transacciones de dinero;

200
PAZ-ARES, C., Op. Cit., pág. 88.
201
SÁNCHEZ-CALERO los define como un conjunto de títulos que incorporan un derecho de crédito de
carácter pecuniario, en SÁNCHEZ-CALERO, F, y SÁNCHEZ-CALERO, G., Op. Cit., pág. 58.
202
Diferencias extraídas de la clasificación realizada por FLAQUER RIUTORT, J., “Aproximación jurídica a
los títulos cambiarios. Crisis y desmaterialización”, Op. Cit., págs. 30 y ss.

211
Mª Belén Aige Mut

finalmente, el pagaré contiene la promesa de su firmante de pagar a su tenedor


una cantidad determinada a la fecha de su vencimiento.

A la hora de analizarlos, siempre estudiaremos principalmente la letra de


cambio, puesto que la misma constituye la regulación base de otros títulos
valor como el cheque o el pagaré y, además, es la más implantada en el
comercio actual. Su regulación se encuentra en la Ley Cambiaria y del Cheque,
de 16 de julio de 1985 (en adelante, LCCH). En el estudio de la letra de cambio
examinaremos, en primer lugar, los requisitos exigibles en cuanto su creación o
libramiento para ver si son extrapolables a la letra de cambio electrónica; en
segundo lugar, algunas eventuales declaraciones cambiarias que pueden
producirse y cómo afectaría su realización frente a una letra de cambio
electrónica; en tercer lugar, el momento del pago en el caso de realizarse de
forma electrónica; y, finalmente, la situación actual con respecto a los títulos
cambiarios electrónicos, así como el tratamiento jurisprudencial respecto a la
posibilidad de su emisión electrónica.

2.4.1. Requisitos de creación de la letra de cambio

La letra de cambio es definida doctrinalmente203 como un título-valor a la


orden nato, formal, literal, abstracto y dotado de eficacia ejecutiva que
incorpora una orden o mandato incondicionado dirigido al librado y a la orden
del tomador, de pagar a su poseedor legítimo y a su vencimiento una suma
determinada de dinero, vinculando para ello solidariamente a todos sus
firmantes.

203
BROSETA PONT, M. y MARTÍNEZ SANZ, F., Op. Cit., pág. 454.

212
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En cuanto a los requisitos que deben cumplir204, la doctrina diferencia


entre requisitos formales esenciales (aquéllos que si faltan suponen que la letra
de cambio no pueda considerarse como tal, y que en todo caso únicamente
funcionaría como elemento probatorio) y requisitos formales naturales (aquellos
que si faltan pueden ser salvables según las previsión del Art. 2 LCCH);
requisitos todos que creemos se pueden extrapolar a la letra de cambio
electrónica (más aún si tomamos como base una de las propuestas de solución
que hemos ido mencionando como es el proyecto FIRMA). Así, en cuanto a los
requisitos formales esenciales serían los siguientes:
- Denominación “letra de cambio”: evidentemente, esta denominación
puede aparecer tanto en el soporte papel tradicional como en un
nuevo soporte electrónico. Recordemos que, al fin y al cabo, rige el
principio de libertad de forma, y podría cumplirse este requisito formal
mediante el rellenado de un formulario realizado por la página web de
la entidad gestora, como propone el proyecto FIRMA.
- Mandato de pagar una suma determinada: también es un requisito
susceptible de incorporar en un documento electrónico como una
declaración de voluntad, en el mismo sentido que el requisito
anterior, esto es, rellenando un formulario a través de la página web
de la entidad gestora, con todos los datos que exige la Ley.
- Nombre de la persona que ha de pagar (librado): puede constar
perfectamente en un documento electrónico, en el mismo sentido que
los requisitos anteriores.
- Nombre de la persona a quien se ha de hacer el pago: al igual que el
requisito anterior, también puede aparecer sin problemas en un

204
SÁNCHEZ-CALERO, F. y SÁNCHEZ-CALERO, G., Op. Cit., págs. 88 a 92. También, en el mismo sentido
pero añadiendo los requisitos fiscales BROSETA PONT, M. y MARTÍNEZ SANZ, F., Op. Cit., págs. 456 a
458.

213
Mª Belén Aige Mut

documento electrónico al igual que en un documento tradicional,


como hemos visto para el resto de requisitos.
- Fecha: en principio, la aparición de la fecha no supondría ningún
problema pero si queremos que la misma sea verídica y, al estar ante
soportes electrónicos que son susceptibles de manipulación,
convendría utilizar algún mecanismo de sellado temporal para
garantizar su seguridad.
- Firma del librador: a través de la equivalencia funcional establecida
en la Ley de Firma Electrónica y que ya hemos mencionado en
anteriores apartados del presente estudio, podríamos incluir el
requisito de firma del librador sustituyendo la firma autógrafa
tradicional por la firma digital que cumpla con los requisitos legales
de equiparación. Además, si aplicamos las reglas de la Ley de Firma
Electrónica podríamos asegurar con la firma electrónica la integridad
de todo el documento, salvaguardando de esta manera el
cumplimiento de los requisitos anteriores de forma que no puedan ser
manipulables en un momento posterior.

En cuanto a los requisitos formales naturales serían el vencimiento


(fecha en que vence la letra y que genera una orden de pago; en el caso de no
estar expresado el mismo se considera que la letra de cambio es pagadera a la
vista), el lugar del pago (de no indicarse específicamente sería el lugar
designado junto al nombre del librado, y si éste no consta no se considera letra
de cambio) y el lugar de la emisión (en el supuesto que no se indique se
entenderá que es aquel lugar designado junto al nombre del librador, y si
tampoco consta entonces la letra de cambio no vale como tal), requisitos que
también pueden cumplirse en un documento electrónico con las características
que hemos ido señalando según las previsiones del proyecto FIRMA.

214
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Por tanto, para que la letra de cambio tenga validez requiere, en primer
lugar, la forma escrita y la concurrencia de las circunstancias expresadas en el
Art.1 de la Ley Cambiaria y del Cheque, lo cual en principio no supondría
ningún problema puesto que acabamos de analizar esas circunstancias en
forma de requisitos de la letra de cambio, y hemos podido extrapolar cada uno
de ellos al formato electrónico.

Siguiendo con el análisis de las características que debe cumplir la letra


de cambio, en cuanto al libramiento, una de las características con más
trascendencia, sobre todo en cuanto a una letra de cambio electrónica, es el
requisito de la firma. El librado aceptante estampa la firma en la letra (en el
caso de hablar de una posible letra de cambio electrónica entendemos que la
firma se estamparía digitalmente) y con ello se obliga al pago. En cuanto a la
forma, lo único que dispone la Ley es que es imperativa la forma escrita, no
siendo imprescindible, como analizaremos más adelante, el efecto timbrado.
Entendemos, por tanto, que de manera electrónica también se utilizaría la
forma escrita (que no se debe confundir con manuscrita, dado que sería una
escritura igual aunque se represente a través de bits o con un soporte diferente
al papel).

Finalmente, respecto de los requisitos que hemos ido mencionando,


cuando se incorporan en la letra de cambio, a efectos prácticos, esta letra de
cambio se rellena siempre sin dejar ningún hueco en blanco, con excepción del
pacto de complementación (en el cual cabe excepción de completamiento
abusivo o arbitrario, inter partes). Esto puede generar problemas en el caso de
la letra de cambio electrónica, debido a la fácil modificación en ocasiones de
los soportes informáticos, con lo cual deberíamos usar un mecanismo muy
seguro que no pudiera alterarse ni dejar esos huecos a la hora de rellenarlo,
aunque esto a su vez tendría el inconveniente de que esta extrema seguridad
sería un obstáculo a la hora de los pactos de complementación.

215
Mª Belén Aige Mut

Antes de concluir este apartado, queremos hacer referencia también al


efecto timbrado, entendiendo que no es un requisito de libramiento sino en todo
caso un requisito fiscal que analizaremos más a fondo en apartados
posteriores205. La letra de cambio, puede extenderse en efecto timbrado o no.
Está claro que estamos todavía lejos de obtener efectos timbrados
electrónicamente, por lo que descartamos esta posibilidad, pero no nos
afectaría demasiado en cuanto a la idea general puesto que el efecto timbrado
simplemente tiene la posibilidad de abrir directamente la ejecución (es decir, el
procedimiento cambiario), pero no resta validez a la letra sin efecto timbrado
que se podría realizar igualmente por otro tipo de procedimiento diferente como
el monitorio o bien otro procedimiento ordinario. Además, también existe la
posibilidad del pago en metálico para sustituir el timbre, como se regula en la
Orden Ministerial de 12 de noviembre de 2001206. De todas formas una posible
solución que propone el proyecto FIRMA consiste en la realización del timbre a
través de Entidades de Timbrado que proporcionen un identificador único para
el documento, realizado en esa propuesta por la Fábrica Nacional de Moneda y
Timbre.

En este último supuesto de carencia de timbre, como acabamos de


señalar, se deberá acudir a otro tipo de procedimiento diferente del especial
cambiario, y el más similar sería el procedimiento monitorio. En este caso, la

205
En este sentido, el Apartado 3.1 relativo al juicio cambiario, en el que también se realiza una
referencia a su tratamiento jurisprudencial.
206
Este aspecto lo trataremos posteriormente en el estudio del procedimiento cambiario, en el apartado
3. Igualmente, a estos efectos destacamos el trabajo de FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, C., “La admisibilidad
jurídica de los títulos cambiarios en el Derecho español. Algunos aspectos tributarios”, Títulos
Cambiarios Electrónicos: Estudio Interdisciplinar; Apol.lònia Martínez Nadal (coordinadora), Civitas
Thomson Reuters, Navarra 2012, págs. 135 a 157, en donde indica que desde el punto de vista tributario
nada se opone a la admisibilidad de documentos en soporte informático, siempre que se pruebe su
autenticidad.

216
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

LEC ha reconocido la posibilidad, para el procedimiento monitorio (Arts. 812 a


816 LEC), de iniciarlo por documentos electrónicos digitalmente firmados, por
lo que abriría la posibilidad de acudir al mismo para la realización de una letra
de cambio, en el caso de que no se cumplieran todos los requisitos de la Ley
Cambiaria y del Cheque, como por ejemplo la carencia de timbre o de otras de
las características exigidas.

2.4.2. Eventuales declaraciones cambiarias: endoso, aval y


aceptación.

Respecto a las eventuales declaraciones cambiarias que pueden irse


produciendo en la letra de cambio, queremos destacar los endosos y los
avales, que son las declaraciones más comunes, así como la aceptación de la
letra de cambio.

En cuanto a los endosos y avales van normalmente en el reverso de la


letra, lo que en un principio no encaja cuando nos referimos a un soporte
digital, aunque si los mismos no caben en el título es posible un suplemento en
papel cualquiera siempre que se identifique el original (con número de serie o
fotocopia del anverso) y circulen conjuntamente. En el supuesto de la letra de
cambio electrónica, estos endosos y avales deberían elaborarse en un
suplemento electrónico que pudiera dar fe del original y enviarse
conjuntamente sin que hubiera posibilidad de modificación en tránsito, teniendo
por ello que recurrir a técnicas seguras como la criptografía. Por otro lado, una
de las condiciones del endoso es la real, es decir, le debe acompañar la
entrega del título ya que de lo contrario no se entiende producido válidamente,
pero cuando nos encontramos con un endoso de una letra de cambio
electrónica surge la duda de la forma de entrega o acompañamiento del título
en ese momento de manera en que no exista la posibilidad de copias o
duplicados, es decir, nuevamente el problema de la falta de unicidad. Además,

217
Mª Belén Aige Mut

el mismo se puede introducir en cualquier momento hasta el vencimiento, por lo


que nuevamente deberíamos recurrir a los mecanismos de sellado temporal
para poder fijar de manera segura ese momento de vencimiento establecido. Y,
finalmente, existiría también un problema con la presunción de que cualquier
firma que figure en el anverso de la letra, que no sea de librador o aceptante,
es un aval. En este último supuesto surgiría el problema de la falta de
seguridad de las firmas digitales pero sobre todo de acreditación de la
titularidad de la clave pública con la privada en el caso de utilizar la firma
electrónica reconocida.

Al respecto, la propuesta de solución que propone el proyecto FIRMA a


través de terceras partes de confianza, consiste en que una vez emitida la letra
de cambio a través del formulario de la página web de la entidad gestora (en su
caso, con la gestión por ésta del pago de las tasas), se firma de manera
electrónica por el librador (y, en su caso, los avalistas u otras personas que
puedan intervenir) y en este punto la entidad de gestión elabora el documento
(la letra de cambio electrónica), lo firma e incorpora al mismo un resumen que
incluye la fecha207. A partir de este momento, se sustituye el concepto
tradicional de posesión directa y material del documento electrónico cambiario
por el de posesión indirecta, esto es, se realiza un depósito en la entidad
gestora y se dan facultades de acceso y control al titular. A su vez, la entidad
gestora emite un certificado para identificar al titular, siempre que no sean
documentos al portador. Este documento electrónico consistente en un
certificado acreditativo del depósito de los títulos cambiarios electrónicos (en
nuestro caso, de la letra de cambio electrónica) sirve para identificarse como
titular, y se puede solicitar en cualquier momento por el depositante.

207
Las firmas electrónicas utilizadas deberán cumplir los requisitos necesarios para su validez, conforme
a la Ley 59/2003, de firma electrónica.

218
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Vistas estas características propias de la letra de cambio electrónica,


según su conceptualización en el proyecto FIRMA, se observa que no es
necesaria ni posible la exhibición del título, sino que bastaría con la
acreditación como titular, y ello es lo que aplicamos a la hora de hablar de la
transmisibilidad a través de los endosos, es decir, en sentido estricto no
existiría el endoso tradicional sino que la transmisión se realizaría a través de la
inscripción del nuevo titular (utilizando nuevamente el mecanismo de la
equivalencia funcional para otorgarle los mismos efectos). En este caso, el
tenedor firma el endoso e informa como mínimo de la clave pública del
endosado a la entidad gestora, así como si debe enviarse la letra de cambio
electrónica a una entidad gestora diferente, constituyendo de esta manera una
declaración cambiaria electrónica con firma electrónica sin traditio.

Respecto de la presentación a la aceptación, es el tomador quien la


debe presentar al librado para que incluya su declaración de aceptación
expresa en el documento original, con la palabra acepto, la firma y fecha. En
este momento surgirían problemas a la hora de la incorporación de esos datos
en el momento de la presentación, pero sobre todo con la verificación de la
fecha en que se ha realizado (nuevamente sería necesario aportar algún
mecanismo de sello temporal).

2.4.3. Fase de pago: acciones y excepciones

Respecto del pago, interesa para nuestro estudio el voluntario y


ordinario. El requisito fundamental es la presentación al pago por el último
tomador que debe presentar físicamente la letra al librado para que pague
pero, ¿cómo se exhibe la letra de cambio electrónica? Además, se puede
exigir que conste el recibí con su firma y la entrega de la letra, pero
nuevamente vemos dificultades a la hora de incorporar este recibí con la firma
en el momento de la entrega, del mismo modo que supone un riesgo el

219
Mª Belén Aige Mut

momento de la propia entrega de un modo válido y asegurándonos que es la


verdadera sin duplicados del título. Igualmente, se debe salvar el obstáculo
consistente en que la mera posesión de la letra tras el vencimiento por el
aceptante, aunque no figure recibí, tiene efecto de presunción de pago. Todos
estos requisitos, unidos a la posesión del título debido a la cosificación del
mismo, son los que van a suponer las mayores dificultades de cara a que no
aparezcan duplicados de bits exactamente iguales al original para evitar así el
pago. Por ello, la solución nuevamente radica en las terceras partes de
confianza, que son las que garantizan el único pago con un único documento.
Para ello, el pago se realiza mediante un servicio de gestión de cobros basado
en una base de datos de información de la situación de la letra de cambio
electrónica para evitar que se realicen distintos pagos; se procede a la
presentación al cobro por el servidor de la entidad gestora y ésta realiza un
documento acreditativo del pago en formato electrónico, cancelando asimismo
la circulación del título208.

Otro aspecto que puede darse en el momento del pago, es la


declaración equivalente, que consiste en la declaración realizada por el propio
librado o por el domiciliatario, inserta en la propia letra, fechada y firmada
expresando la negativa al pago, en su caso incluyendo también los motivos que
quiera alegar. Vuelve a ser difícil insertar esa declaración equivalente en el
momento de la negativa, más aún si se exige fecha (de nuevo posibles
problemas de sellado temporal) y firma (en este caso, evidentemente
electrónica) e incluso los motivos tienen la dificultad de incorporación de
manera electrónica en un solo acto rápido como debe ser este que nos ocupa.

208
Como señala MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática Jurídica de los Títulos Cambiarios Electrónicos en el
Derecho Español, Op. Cit., págs. 98 y siguientes.

220
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

La situación nuevamente se resuelve a través de la tercera parte de confianza


que dejará constancia de la falta de pago209.

Finalmente, en el caso de que no se produzca el pago voluntario estaría


la problemática respecto de las acciones cambiarias que posee el último
tenedor, puesto que nos volvemos a encontrar con el problema de justificación
en cuanto que es el último tenedor. Este es el reiterado problema de la
duplicidad o reproducción de los títulos valor electrónicos y de que las personas
por las que pase ese título valor no realicen copias ilegítimas del mismo que
serían difícilmente diferenciables de los originales. En cuanto a la acción de
regreso también es el último tenedor el legitimario, siempre que haya falta de
presentación en tiempo y forma, con lo que volvemos a tener el problema no
tan solo de justificar la presentación y la forma, sino el tiempo y la necesidad de
volver a incorporar otro tipo de sellado temporal a la presentación de la letra.

Para terminar, respecto a las excepciones que pueden aparecer, las que
nos parecen problemáticas serían las siguientes:
- Excepción de entrega involuntaria de la letra en caso de robo:
problema respecto a la justificación, nuevamente solventado
mediante la intervención de una tercera parte de confianza que actúa
como entidad gestora y depositaria de la letra de cambio electrónica,
que puede informar en su caso del estado de la misma así como de
su titularidad.
- Excepciones reales o cambiarias erga omnes del Art. 67.1º, 2º y 3º
de la Ley Cambiaria y del Cheque: documentales y de imputación
(falsificación de la firma). Las analizaremos posteriormente cuando
veamos los aspectos procesales de los títulos cambiarios
electrónicos.

209
Como indica la doctrina especializada analizada en el apartado 2.2.

221
Mª Belén Aige Mut

- Excepciones dentro de la relación causal, como la entrega de la letra:


nuevamente nos encontramos con la problemática de justificación
conforme hemos entregado la letra, que se soluciona con la
intervención de una tercera parte de confianza que, como venimos
reiterando, se encarga de informar sobre el estado de la letra de
cambio, así como de su titularidad.

2.4.4. Situación actual y tratamiento jurisprudencial

Visto todo lo anterior, cabe señalar que en España se admite de entrada


la inmovilización de los títulos cambiarios en manos de las entidades de
crédito, prescindiendo del papel para el ejercicio o transmisión del derecho, sin
embargo todavía no se acepta la creación electrónica de los mismos, y un
ejemplo de ello lo tenemos en la Sentencia de 10 de noviembre de 2008, del
Juzgado de Primera Instancia n.º 55 de Barcelona, así como en su
confirmación por la Sentencia n.º 326, de 13 de julio de 2010, de la Audiencia
Provincial de Barcelona (sección 1ª).

La primera resolución, del año 2008, no admite un pagaré electrónico


con firma electrónica, presentado en soporte CD e impresión en papel, puesto
que considera que los títulos cambiarios deben emitirse en soporte físico, esto
es “papel, de acuerdo con su naturaleza de bien mueble y forma tradicionales.
Se desprende de los diferentes artículos de la Ley que el legislador sólo tuvo
en cuenta los títulos valores en papel, entre otras cosas porque por entonces
los electrónicos no existían (por otra parte, como ahora)”. Entre los argumentos
que expone el Tribunal, destacan el hecho de que en el ordenamiento jurídico
español falta el apoyo legal y en la organización bancaria, el técnico, para que
pudiera circular en similares condiciones de seguridad jurídica y eficacia que un
título valor tradicional en papel, así como el hecho de que ni legal ni
técnicamente se ha solucionado todavía el problema que plantea la falta de

222
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

unicidad de los documentos electrónicos, lo que al abrir la posibilidad de que el


tenedor del documento perdiera su posición monopolística sobre el derecho de
crédito incorporado, destruiría la seguridad jurídica que es el fundamento de la
eficacia de los títulos cambiarios. Autores como MARTÍNEZ NADAL210, señalan
que en estos momentos no es admisible el pagaré electrónico porque el avance
del desarrollo de las nuevas tecnologías en el comercio requiere garantizar las
mismas características de eficiencia y seguridad en la creación, transmisión y
pago, porque la aplicación de las nuevas tecnologías a los títulos cambiarios no
debe comprometer, afectar ni perjudicar su régimen jurídico tradicional ni las
ventajas que del mismo se deriven para las partes y el tráfico jurídico-
económico.

En definitiva, el gran problema que se vuelve a poner de manifiesto


consiste en la falta de unicidad y el tema de las copias múltiples, como puntos
de partida para poder hablar de una equivalencia funcional entre los títulos
valores tradicionales y los electrónicos. Además, concluye el Juzgado, la LCCH
parte de la base, aunque no lo diga expresamente, que los títulos cambiarios
están emitidos en un soporte físico, papel, con la naturaleza de bien mueble,
que no se cumple con el pagaré emitido de manera electrónica.

Por su parte, la sentencia de la Audiencia Provincial de 2010 señala, en


el mismo sentido que la resolución anterior, que la LCCH no contempla la
posibilidad de los títulos virtuales y que se asienta en la presunción del papel,
como se puede deducir de los Arts. 819 (que exige que al incoar el juicio
cambiario se presente pagaré que reúna los requisitos de la LCCH) y 821 LEC
(que contempla que junto con la demanda se acompañará el título cambiario).
Nos llama la atención que el Tribunal señala que con base en estos artículos

210
MARTÍNEZ NADAL, A., “La admisibilidad jurídica del pagaré electrónico en el Derecho Español”, Diario
La Ley, n.º 7461, Lunes 6 de septiembre de 2010, págs. 1753 a 1760.

223
Mª Belén Aige Mut

de la LEC “está claro que únicamente se permite el procedimiento especial


para el caso de que el título-valor se asiente sobre un papel, excluyendo lo que
hemos denominado títulos-valores virtuales”, es decir, está indicando que la
LEC conforme a su redacción actual únicamente admitiría los títulos valores en
soporte papel, conclusión con la que no estamos de acuerdo como se
expondrá en el apartado siguiente. El Tribunal termina diciendo que sin
perjuicio de ulteriores reformas legislativas acordes a los cambios que suceden
en la vida real, en nuestro Derecho actualmente vigente, el título-valor
presupone la existencia de un asiento documental.

En este caso estaríamos ante una interpretación literal y estricta de la


ley, de la que no somos partidarios, puesto que las leyes deben siempre
interpretarse a la luz de la realidad social y con cierta flexibilidad para que no
se conviertan en silogismos absurdos. Si bien es cierto que hay que analizar
caso por caso, en el que nos ocupa no se podía admitir el pagaré electrónico
por la falta de garantías que el mismo adolecía, puesto que una mera
equiparación de soportes no puede disipar todas las dudas que el mismo
genere. Sin embargo, no se comparte el razonamiento del Tribunal, porque si
bien es cierto que en ese caso concreto pudo ser correcto, no se debería a
priori aplicar una interpretación literal del tenor de la ley conforme siempre
presupone un asiento documental si, por ejemplo, dispusiéramos en ese
momento de los medios técnicos oportunos que pudiesen salvar el obstáculo
de la seguridad o de la falta de unicidad que pueden producir estos títulos
cambiarios, es decir, si la técnica utilizada salvase los riesgos para producir
una equivalencia funcional que diera plena seguridad jurídica a la utilización del
pagaré electrónico. Por tanto, en el caso de que tuviéramos una base técnica
sólida, e incluso una base legal211, la LCCH no tendría por qué suponer un

211
Bastaría, por ejemplo, la existencia de una norma de rango inferior que regulara los aspectos técnicos
necesarios para la creación de los títulos cambiarios electrónicos.

224
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

obstáculo con la regla de la equivalencia funcional (Art. 23 de la Ley 34/2002,


11 julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio
electrónico, y el Art. 3.4 de la Ley 59/2003, de 19 de diciembre, de firma
electrónica). Es decir, debemos aplicar la regla de la equivalencia funcional
para que el título cambiario electrónico mismo supla todas las funciones
equivalentes al soporte papel produciendo efectos similares sin suponer
problemas adicionales derivados de la naturaleza electrónica que queden sin
resolución, porque, en tal caso, la admisibilidad de la forma electrónica
quedaría condicionada a la resolución previa o conjunta de tales problemas. En
otro caso, de la admisión de la forma electrónica se derivarían más perjuicios
que ventajas212.

De todas maneras, estos problemas jurídico-sustantivos son problemas


que no pretendemos tratar directamente en el presente estudio sino tan sólo de
manera instrumental para poder abordar en un momento posterior el estudio de
los diferentes procesos existentes. De este modo, independientemente de las
diferentes propuestas de solución que existan a los mismos, en el estudio de
dichos procesos nada variaría en cuanto a la admisibilidad procesal tal y como
está redactada hoy en día la LEC.

En conclusión, si bien la idea que intenta proteger el Tribunal de evitar el


fraude por falta de unicidad es totalmente correcta, creemos que el fundamento
de ello no debe ser el simple soporte documental, sino la falta de equivalencia
funcional de los títulos cambiarios electrónicos, y como señala la parte
demandante, la LCCH no prohíbe la emisión electrónica, que no es
incompatible con el articulado de la Ley, existiendo en la actualidad una crisis

212
Como dice MARTÍNEZ NADAL, A., “Títulos cambiarios electrónicos: problemática jurídico-mercantil
para su admisibilidad de lege data y propuestas de solución de lege ferenda”, para la obra colectiva
Títulos Cambiarios Electrónicos: Estudio Interdisciplinar (Martínez Nadal coordinadora), Civitas, Thomson
Reuters, Navarra 2012, pág. 77

225
Mª Belén Aige Mut

de los títulos valores y siendo el pagaré un documento privado con firma


electrónica que tiene la misma validez que la firma manuscrita. Es decir, no se
debe producir discriminación por el soporte en el que se emitan los títulos
cambiarios (papel o electrónico) siempre y cuando exista equivalencia funcional
entre los mismos.

De esta manera, la Ley Cambiaria y del Cheque no es un obstáculo para


la admisión de los títulos cambiarios electrónicos, sin embargo ésta no basta
para la existencia de los mismos puesto que es necesaria una regulación, por
lo menos reglamentaria o administrativa, que recoja la infraestructura técnica
necesaria para que dichos títulos cambiarios electrónicos posean equivalencia
funcional. Aún así, podría darse el supuesto en que sin existir tal regulación se
presentase un título cambiario electrónico con equivalencia funcional, es decir,
que estuviera perfectamente regulado de manera técnica de modo que
cumpliera con la misma finalidad que los títulos tradicionales, sin suponer
ningún riesgo o peligro. En este supuesto, dado que, como hemos señalado, la
LCCH no supone un obstáculo y no se puede discriminar a los títulos
cambiarios simplemente por el soporte en el cual se emitan, quedaría a
discrecionalidad del juez su posible aceptación. Por tanto, los tribunales tienen
que restringir su aplicación para proteger la seguridad jurídica, en tanto no se
regulen (jurídica y técnicamente) de una manera en la que puedan ofrecer las
mismas garantías que los títulos tradicionales. No obstante, a la espera de que
se produzca tarde o temprano dicha modificación, creemos que es procedente
analizar el ámbito procesal con respecto a los títulos cambiarios electrónicos de
cara a si es posible procesalmente la admisión de los mismos o si se requiere
una reforma legislativa también en este tema.

Para finalizar, si entendemos que de lege data no están discriminados


actualmente los títulos cambiarios electrónicos, siendo necesario que cumplan
con el requisito de la equivalencia funcional, el paso siguiente es el de la

226
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

creación de los mismos en soporte electrónico, prescindiendo del soporte papel


pero con las mismas características y efectos. De este modo, si bien hoy en día
no tenemos una regulación sustantiva actual que dé cobertura a los títulos
cambiarios electrónicos, si avanzamos hacia la posibilidad de su existencia (y
más si tomamos como ejemplo otros países más avanzados en la materia
como Estados Unidos, cuyo caso ya hemos analizado), deberemos plantearnos
si también sería necesaria una modificación de la legislación procesal en
relación con su admisión o si bien la legislación procesal es lo suficientemente
aperturista como para admitir los títulos cambiarios electrónicos como
documentos de inicio del procedimiento.

227
Mª Belén Aige Mut

3. Títulos cambiarios electrónicos: Aspectos procesales

Entrando ya en lo que sería la verdadera aplicación procesal de los


títulos cambiarios, podemos hablar de ella en dos perspectivas diferentes:

a) La específicamente pensada para éstos: el procedimiento cambiario.

b) La referida a aquellos casos en los que no es posible acudir al


procedimiento cambiario: el procedimiento monitorio y los
procedimientos ordinarios.

A la hora de realizar un título cambiario en el ámbito procesal, existen


varias vías que se contemplan en nuestra legislación, como acabamos de
mencionar, y que serían las siguientes: la específica vía del procedimiento
cambiario, la posibilidad de acudir a un procedimiento monitorio, e incluso la vía
de un procedimiento declarativo (ordinario o verbal, dependiendo de la cuantía)
con el título cambiario como instrumento probatorio.

A raíz de la aprobación de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, en la


Disposición Final 10ª se modificó la Ley 19/1985, de 16 de julio, Cambiaria y
del Cheque, eliminando de esta manera la posibilidad de acudir a una
ejecución directa, sustituyéndose ésta por un procedimiento especial regulado
en el Capítulo II del Título III del Libro IV LEC, Arts. 819 a 827. No existiendo,
por tanto, a día de hoy la antigua ejecución directa de los títulos cambiarios, no
es necesario abordar el estudio del proceso de ejecución de la LEC puesto que
el mismo ya no les es aplicable. Por contra, lo que deberemos estudiar son los
diferentes procedimientos especiales creados específicamente tanto para la
realización de los títulos cambiarios (procedimiento cambiario) como aquellos
creados para la realización de deudas documentadas que no consten en títulos

228
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

cambiarios (por ejemplo, por no cumplir éstos todos sus requisitos formales)213,
que es el procedimiento monitorio.

Dado que todavía no existe una regulación sustantiva que ampare los
títulos cambiarios electrónicos214, es evidente que no hallaremos las
formalidades legales recogidas en el artículo 1 de la Ley Cambiaria y del
Cheque cuando nos encontremos ante la eventual realización de un título
cambiario electrónico, y este simple motivo cerraría ya la puerta al
procedimiento especial cambiario215. Sin embargo, los mismos podrían
realizarse como documentos de reconocimiento de deuda a través del
procedimiento monitorio o incluso podrían servir de base en un procedimiento
declarativo (ordinario o verbal) como documentos probatorios. Si contáramos
(de lege ferenda) con una regulación sustantiva, podríamos optar por acudir
tanto al procedimiento monitorio como al procedimiento cambiario, pero en
caso de encontrarnos con inconvenientes a la hora de iniciar el procedimiento
cambiario (dada la redacción actual de la LEC), siempre quedaría la vía del
procedimiento monitorio; y es por ello, por esa facilidad de acceso, por lo que
también vamos a analizar este tipo de procedimiento que es más factible en la
realidad actual.

213
O en otro supuesto, por no realizarse en efecto timbrado, que podría ser una de las trabas que nos
encontraríamos en los títulos cambiarios electrónicos. Este requisito del timbre lo analizaremos a
continuación en el apartado 3.1 relativo al procedimiento especial cambiario.
214
Véase a este respecto, MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática jurídica de los títulos cambiarios
electrónicos, Op. Cit., págs. 47 y ss.; y GÓMEZ DÍEZ, J.L., “El título valor electrónico, especial referencia a
la letra de cambio electrónica y la actuación notarial”, Revista La Notaría, n. º 4, 2012, págs. 101-108.
215
Como veremos más adelante a raíz de su estudio en el epígrafe 3.1 relativo al procedimiento
cambiario.

229
Mª Belén Aige Mut

3.1. Procedimiento especial cambiario

Como hemos dicho en el apartado anterior, la aplicación fundamental de


los títulos cambiarios electrónicos en el ámbito del proceso es la iniciación de
los procedimientos especiales recogidos en la LEC que son el procedimiento
monitorio y el cambiario, basados en este tipo de documentos. Es sabido que
estos procedimientos se caracterizan por su celeridad siempre que se cumplan
unos determinados requisitos a la hora de instarlos; pero la pregunta que aquí
nos formulamos es si pueden los títulos cambiarios electrónicos servir de base
para iniciar estos procedimientos.

El Juicio Cambiario operaría en el supuesto de que el título cambiario


electrónico cumpla todos los requisitos que establece la Ley Cambiaria y del
Cheque, como veremos a continuación.

El procedimiento cambiario es aquel especialmente pensado para la


realización de los títulos cambiarios en sustitución del anterior juicio ejecutivo
(siendo por tanto un procedimiento especial que algunos autores no consideran
procedimiento ejecutivo216). La finalidad del mismo, en esencia, sería la de

216
En este sentido, MONTERO AROCA, J. (AAVV), Derecho Jurisdiccional II. Proceso civil, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2008, pág. 803 y 804. En un sentido similar, Asencio Mellado manifiesta que “no es fácil definir
o atribuir una determinada naturaleza jurídica al proceso cambiario regulado en los artículos 819 a 827
de la LEC”, en ASENCIO MELLADO, J.M., Derecho Procesal Civil. Parte segunda, Tirant lo Blanch, Valencia,
2001, pág. 265. Otros autores, como Moxica o Garberí Llobregat también consideran controvertida la
naturaleza jurídica del proceso cambiario, así en MOXICA, J., El pagaré y el nuevo juicio cambiario,
Aranzadi, Navarra, 2000, pág. 325 y ss.; GARBERÍ LLOBREGAT, J. (AAVV), Comentarios a la Ley de
Enjuiciamiento Civil, T. 5, Bosch, Barcelona, 2001, pág. 833 y ss.; DE LA OLIVA SANTOS, A. y DÍEZ-PICAZO
GIMÉNEZ, I., Curso de Derecho Procesal Civil II. Parte Especial, Editorial Universitaria Ramón Aceres,
Madrid, 2012, pág. 520 y ss.; CORTÉS DOMÍNGUEZ, V. y MORENO CATENA, V., Derecho Procesal Civil.
Parte Especial. 7ª Edición, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2013, pág. 173 y ss.; GIMENO SENDRA, V., Derecho
Procesal Civil II. Los procesos Especiales, 2ª edición 2007, Colex, Madrid, 2007, pág. 187 (en donde le
atribuye una naturaleza mixta) y pág. 189 (que considera que de la regulación legal se extrae que es un
proceso declarativo).

230
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

constituir cauces para crear un título ejecutivo frente al deudor de una cantidad
de dinero217. De esta forma, el actual juicio cambiario difiere del antiguo juicio
ejecutivo, entre otras novedades procedimentales, al introducirse la llamada
técnica monitoria218. Ésta consiste en que realizada una petición del titular de
un crédito documentado, el tribunal efectúa un requerimiento para que en un
plazo determinado el deudor pague o se oponga, dado que de lo contrario se
podrá despachar ejecución (lo que permite abrir el proceso de ejecución de
forma bastante rápida en caso de que el deudor mantenga una actitud pasiva).
El procedimiento cambiario es, por tanto, bastante similar al procedimiento
monitorio: ambos se incluyen en la categoría de procedimientos especiales y
ambos tienen similar naturaleza jurídica consistente en la protección
privilegiada de un derecho de crédito por razón de la clase de documentos en
que está extendido. Es por ello por lo que cuando nos encontremos ante un
título cambiario electrónico podremos acudir tanto al procedimiento cambiario,
si consideramos que dicho título cumple con todos los requisitos formales que
la LEC exige para abrir el juicio cambiario, o bien acudiremos al procedimiento
monitorio en caso de que no se cumpla con algunos de los requisitos formales
exigidos en el juicio cambiario.

Sin embargo, otros autores consideran que las diferencias entre el nuevo juicio cambiario y el derogado
juicio ejecutivo son más bien formales pues comparten estructuras esenciales, añadiendo que en el
juicio cambiario los documentos mediante los que puede iniciarse son exactamente los mismos que los
títulos ejecutivos cambiarios a los que se refería el art. 1429.4 LEC 1881, y las diferencias no van más allá
de algunos aspectos del procedimiento, en este sentido BONET NAVARRO, J., El proceso cambiario. La
Ley, Madrid, 2000, pág. 28 y 31. Pero aún así considera acertado que el proceso cambiario no sea un
proceso de ejecución puesto que los títulos valores cambiarios no son títulos de ejecución, dado que la
ejecución la tendrá “aparejada” con base a la correspondiente resolución judicial (pág. 33). En obras
posteriores, el mismo autor recalca la naturaleza declarativa del procedimiento, así en BONET
NAVARRO, J., Derecho Procesal Civil, 11ª edición (Manuel Ortells Ramos Dirección y Coordinación)
Thomson Reuters Aranzadi, Navarra, 2012, pág. 925 y ss.
217
Si éste, tras haber sido requerido judicialmente al efecto, no atiende al requerimiento de pago ni
comparece para oponerse, DE LA OLIVA SANTOS, A. y DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., Curso de Derecho
Procesal Civil II, Op. Cit., pág. 520.
218
BONET NAVARRO, J., Derecho Procesal Civil, Op. Cit., pág. 925.

231
Mª Belén Aige Mut

Sea cual sea su naturaleza, lo cierto es que prevé la Ley que se pueda
acudir a este procedimiento cuando se esté en posesión de un título cambiario
que cumpla con todos los requisitos exigidos por la Ley Cambiaria y del
Cheque (siendo, por tanto, verdaderos títulos cambiarios a efectos sustantivos).
Por tanto, centraremos este estudio en el hipotético caso de la admisión por la
ley sustantiva de los títulos cambiarios electrónicos219, con la posible solución
aportada mediante el proyecto FIRMA, para así analizar la viabilidad que los
mismos tendrían en el proceso que les es propio, el procedimiento cambiario.

Para abordar este estudio analizaremos los concretos preceptos que


regulan el juicio cambiario, examinando su encaje con relación a los títulos
cambiarios electrónicos y los posibles problemas que pueden surgir de su
aplicación en la práctica.

El artículo 819 recoge los casos en los que procede el proceso


cambiario “Sólo procederá el juicio cambiario si, al incoarlo, se presenta letra
de cambio, cheque o pagaré que reúnan los requisitos previstos en la Ley
cambiaria y del cheque.” Así, en un primer momento, si consideramos que la
letra de cambio, el cheque o el pagaré pueden realizarse en formato electrónico
sin perder tal naturaleza, cumpliendo de esta manera con los requisitos que
estuvieran previstos en la Ley Cambiaria y del Cheque, se procedería a iniciar
el juicio cambiario. Otra cosa sería la desmaterialización total de los títulos
cambiarios (como ocurriera en su día con las acciones de las sociedades

219
Actualmente inadmitidos por la doctrina mercantilista especializada, así como por la Jurisprudencia.
A este respecto véase MARTÍNEZ NADAL, A., “La admisibilidad del pagaré electrónico en el Derecho
español”, Op. Cit., págs. 1753 a 1760; MARTÍNEZ NADAL, A., “De nuevo en torno al pagaré electrónico (A
propósito de la Sentencia, de 13 de julio de 2010, de la Audiencia Provincial de Barcelona), Revista de
derecho bancario y bursátil, N. º 122, 2011, págs. 2212-242; y, en cuanto a la jurisprudencia, cabe
destacar la SAP de Barcelona de 13 de Julio de 2010, así como la Sentencia del Juzgado de Primera
Instancia n. º 55 de Barcelona, de 10 de noviembre de 2008.

232
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

anónimas, y que es el supuesto previsto por el proyecto FIRMA), en cuyo caso


no dispondríamos de un título cambiario como tal sino un certificado del mismo
emitido por una tercera parte de confianza que actuaría como registro
electrónico. En este caso, es evidente que no se podría presentar el título
cambiario como tal, pero la presentación del certificado junto con la
designación del Registro correspondiente, se podría equiparar a la
presentación del propio título cambiario.

De este modo, el ámbito del proceso cambiario incluiría también las


letras de cambio, cheques o pagarés electrónicos, que reúnan los requisitos
previstos en la Ley Cambiaria y del Cheque, requisitos que como hemos
analizado en el capítulo anterior220, pueden todos cumplirse igualmente con el
soporte electrónico. De este modo, el proceso cambiario estaría abierto a los
títulos cambiarios electrónicos, puesto que como acabamos de remarcar, los
mismos pueden cumplir igualmente los requisitos de la Ley Cambiaria y del
Cheque independientemente del soporte en el que se sustenten221. Como
hemos señalado, una primera propuesta de solución sustantiva para la
creación de títulos cambiarios electrónicos es la realizada en el proyecto

220
Estos requisitos serían, para la letra de cambio (referente principal de los títulos cambiarios), la
denominación “letra de cambio”, el mandato de pagar una suma determinada, el nombre del librado y
de la persona a la que se ha de pagar, la fecha y la firma del librador, requisitos todos ellos que son
susceptibles de incluirse en un formato electrónico, y más aún si incorporamos una firma digital con los
requisitos contemplados en la Ley de Firma Electrónica, que sea capaz también de asegurar la integridad
del documento, para que todas las menciones anteriores no sean modificadas ni alteradas con
posterioridad a la firma.
221
Mención aparte es el hecho que actualmente no estén reconocidos como tales, no por el hecho de
que no sea posible suplir los requisitos previstos en la Ley Cambiaria y del Cheque, sino porque es
necesaria una regulación adicional que normalice las características técnicas que los mismos deben
presentar, para poder salvar otros posibles problemas como el de la falta de unicidad, y por tanto
convertirse de esta manera en auténticos títulos cambiarios electrónicos con equivalencia funcional.

233
Mª Belén Aige Mut

FIRMA222, que se basa en un documento electrónico (título cambiario


electrónico) que no es idéntico al título cambiario tradicional pero sí
funcionalmente equivalente. Con esta propuesta se crearían unas terceras
partes de confianza, encargadas de llevar un registro o base de datos de los
títulos cambiarios para así certificar la titularidad de los mismos, sustituyendo
así el concepto de posesión material por el de titularidad. Con este proyecto el
titular del título cambiario electrónico no presentaría tal título para iniciar el
juicio cambiario (puesto que no estaría en posesión material del mismo, como
hemos señalado, sino que se sustituye este concepto por el de titularidad) sino
que presentaría un certificado acreditativo del depósito para identificarse como
titular del título cambiario electrónico y que garantiza la exclusión de la
posibilidad de presentación del título por un tercero223 (no siendo necesaria, ni
posible, la exhibición del título cambiario como tal documento, sino
simplemente realizando una acreditación de la titularidad).

En este último supuesto de iniciación del proceso cambiario por


aportación de certificación de titularidad del título cambiario electrónico, en
lugar de aportación del propio título cambiario electrónico, entendemos que los
requisitos que se deberían cumplir no serían tan sólo los de la Ley Cambiaria y
del Cheque sino también los regulados pertinentemente para este tipo de
certificados. Es por ello por lo que en el supuesto de regularse la posibilidad de
los títulos cambiarios electrónicos en la ley sustantiva, a través de alguna
propuesta similar al proyecto FIRMA224, sería recomendable una modificación

222
Analizada exhaustivamente por MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática Jurídica de los Títulos Cambiarios
Electrónicos, Op. Cit., passim.
223
MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática Jurídica de los Títulos Cambiarios Electrónicos, Op. Cit., pág. 93 y
siguientes.
224
Y similar, por tanto, a la regulación adoptada en Estados Unidos para los cheques electrónicos,
regulación que hemos analizado en el apartado 2.2.2.

234
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

de la LEC en el Art. 819 que incluyera alguna precisión respecto a los


requisitos que deberían cumplir en su caso los certificados acreditativos de la
titularidad de un título cambiario electrónico. De este modo, se salvaría la
posibilidad de acudir al proceso cambiario con cualquier tipo de título cambiario
electrónico (ya sean con base en un certificado o no).

Pero una cosa es poder acudir a esta vía del procedimiento especial
cambiario y otra muy diferente es que no encontremos obstáculos por el
camino. Para analizar los posibles problemas con los que nos podamos
encontrar en la realización de los títulos cambiarios electrónicos en el ámbito
del proceso cambiario, deberemos seguir analizando el articulado de la LEC
relativo al mismo.

En este sentido, el artículo 820 no será objeto de estudio puesto que


trata sobre temas de competencia225 que en nada afecta el hecho de que el
soporte del título cambiario sea electrónico o sea soporte papel.

Más relevante a nuestros efectos es el art. 821, relativo a la iniciación


del proceso, la demanda, el requerimiento de pago y el embargo preventivo226.

225
Indica que la competencia en el juicio cambiario se atribuye al Juzgado de Primera instancia del
domicilio del demandado, como norma general.
226
“1. El juicio cambiario comenzará mediante demanda sucinta a la que se acompañará el título
cambiario.
2. El tribunal analizará, por medio de auto, la corrección formal del título cambiario y, si lo encuentra
conforme, adoptará, sin más trámites, las siguientes medidas:
1. Requerir al deudor para que pague en el plazo de diez días.
2. Ordenar el inmediato embargo preventivo de los bienes del deudor por la cantidad que figure
en el título ejecutivo, más otra para intereses de demora, gastos y costas, por si no se atendiera al
requerimiento de pago.
3. Contra el auto que deniegue la adopción de las medidas a que se refiere el apartado anterior
podrá interponer el demandante los recursos a que se refiere el apartado 2 del artículo 552.”

235
Mª Belén Aige Mut

En primer lugar, hay que matizar que en el caso de la


desmaterialización total de los títulos cambiarios propuesta por el proyecto
FIRMA, se debería equiparar el elemento funcionalmente equivalente (como
sería en este caso el certificado) a los efectos de acompañamiento del título
cambiario que recoge el Art. 821.1 LEC. Asimismo, a la hora de realizar una
corrección formal por parte del tribunal (Art. 821.2 LEC), el análisis del
certificado es mucho más factible, y podría ser más similar a la corrección
formal realizada actualmente para los títulos cambiarios tradicionales que
aquella que tuvieran que realizar los tribunales respecto a títulos cambiarios
electrónicos (careciendo de conocimientos técnicos), que es la que
analizaremos a continuación.

En este último caso, el problema que aparece vuelve a ser el mismo


que veremos más adelante que se repite en el caso del proceso monitorio, que
es el acompañamiento del título cambiario junto con la demanda sucinta. Si la
demanda se prevé todavía en términos tradicionales de soporte papel pero el
título cambiario es de carácter electrónico, nos encontraríamos con una
disparidad de soportes que no hacen fácil el acompañamiento conjunto227. En
el caso de que trasladásemos el título cambiario electrónico a soporte papel
(por ejemplo a través de una impresión del mismo, dejando designado el
original), el apartado segundo del citado artículo 821 LEC sería de difícil
aplicación puesto que cuando el Tribunal tenga que analizar la corrección
formal del título deberá realizar esa corrección en cuanto a su soporte original,
y cuando hablamos de títulos cambiarios electrónicos suponemos que la
legislación sustantiva habrá establecido unos requisitos formales de obligado
cumplimiento para su validez en formato electrónico que el juez solamente

227
Acompañamiento que quedaría resuelto adjuntando el certificado en papel de aquellos títulos
cambiarios electrónicos que hubieran sido completamente desmaterializados.

236
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

podrá entrar a analizar si se le acompaña junto con la demanda el título


cambiario electrónico en su soporte original a través del cual deberá cumplir
con sus requisitos formales. Y el verdadero problema es si el juez tiene la
capacidad real de analizar directamente estos requisitos formales de carácter
técnico, que precisarían de un peritaje para su correcta revisión.

Por tanto, al no ser muy viable esta primera solución, lo más adecuado
para este supuesto creemos que sería la posibilidad de presentar tanto la
demanda sucinta como el acompañamiento del título cambiario electrónico de
una manera on-line, esto es, a través de un expediente judicial electrónico
como analizaremos para el caso del procedimiento monitorio. Si se realizase la
tramitación directamente on-line (siempre que la Oficina Judicial estuviera
adaptada a esta nueva realidad, adaptación que debe realizar al amparo de la
Ley 18/2011, de 5 de julio) no encontraríamos obstáculo alguno para la
aplicación de este artículo y, por tanto, para poder presentar la demanda
acompañada del título cambiario y que se pudiese proceder de esta forma a su
análisis formal por parte del tribunal. Y, como hemos mencionado
anteriormente, en el caso del acompañamiento de un certificado, sería aún más
sencilla la solución de este “obstáculo”.

Siguiendo con el análisis del articulado, el artículo 822 LEC hace


referencia al pago por parte del deudor cambiario228, en cuyo caso remite a las
normas sobre la ejecución relativas al pago (artículo 583 LEC). Ninguna
mención especial hay que hacer aquí, puesto que resulta irrelevante a los
efectos de nuestro estudio.

228
“Si el deudor cambiario atiende el requerimiento de pago se procederá como dispone el artículo 583,
pero las costas serán de cargo del deudor”.

237
Mª Belén Aige Mut

Sí que tiene especial interés el artículo 823 LEC, que regula el


alzamiento del embargo en el caso de personación del deudor en el plazo de
cinco días, negando la autenticidad de su firma o la falta absoluta de
representación229. Este artículo es interesante sobre todo en su apartado 2º
(Art. 823.2 LEC) por la referencia que realiza a la negación de la autenticidad
de la firma. Si la firma relativa a los títulos cambiarios electrónicos fuera una
firma electrónica reconocida, sería más complicado negar categóricamente su
autenticidad, reduciéndose así las posibilidades de oposición (a lo sumo, se
podría alegar el robo de las claves230) y por tanto existiría una causa menos de
oposición, y con ello una menor posibilidad de alzamiento del embargo, lo que
aceleraría bastante los trámites del proceso. Sin embargo, si equiparamos la
regulación del proceso cambiario al monitorio, como veremos más adelante,
para este último la LEC no prevé ningún tipo específico de firma, sino que
simplemente se limita a recoger ésta en su forma electrónica231.

229
“1. Si el deudor se personare por sí o por representante dentro de los cinco días siguientes a aquel en
que se le requirió de pago y negare categóricamente la autenticidad de su firma o alegare falta absoluta
de representación, podrá el tribunal, a la vista de las circunstancias del caso y de la documentación
aportada, alzar los embargos que se hubieren acordado, exigiendo, si lo considera conveniente, la
caución o garantía adecuada.”
230
O por ejemplo la realización de la firma bajo violencia o intimidación. En todo caso, si se acreditase el
cumplimiento de los requisitos del prestador de servicios de certificación acreditado y la certificación del
dispositivo seguro de creación de firma, con arreglo a los requisitos establecidos para ello en la LFE, se
reducirían mucho las dudas (aunque para ello habría sido mucho más útil la presunción que se recogía
en la anterior legislación en cuanto la firma que cumplía tales requisitos ya se presumía que gozaba de
equiparación con la manuscrita).
231
Sería deseable que se regulase un tipo específico de firma, como la firma electrónica reconocida, que
garantizaría una mayor seguridad y fiabilidad. Sin embargo, hay que tener en cuenta la autonomía de la
voluntad de las partes y es discutible que se pueda obligar a realizar los títulos cambiarios (o incluso los
documentos de reconocimiento de deuda) de determinada manera. Además, siempre hay que tener en
cuenta el principio de la proporcionalidad, que ya hemos mencionado en alguna otra ocasión, puesto
que dependiendo del tipo de negocio que estemos llevando a cabo serían exigibles unas mayores
garantías o no (con el mayor coste que también puede suponer).

238
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

El apartado 2 del artículo 823 LEC prevé unos supuestos de


imposibilidad de levantar el embargo cuando la firma tiene una especial
fehaciencia, ya sea porque ha sido intervenida por fedatario público, ya sea
porque ha sido especialmente reconocida por el obligado cambiario, en las
condiciones que prevé el precepto232.

En estos casos, la negación categórica de la firma será


verdaderamente infrecuente; y en el caso de la firma electrónica reconocida,
absolutamente excepcional. A nuestro juicio, en este último caso la Ley debería
recoger una mención a la firma electrónica reconocida si articuláramos la
existencia de los títulos cambiarios electrónicos, para asegurar unas mayores
garantías. Pero aún sería de mayor utilidad la realización de los títulos
cambiarios electrónicos a través de terceras partes de confianza de creación
pública, como por ejemplo una tercera parte de confianza notarial233, en cuyo
caso la finalidad de dicho apartado (en la redacción actual de forma jurídica o
por documento público) quedaría salvada.

En cuanto a la posibilidad de que el deudor cambiario pueda formular


oposición a la demanda, el Art. 824 LEC establece esta posibilidad, de modo
que, en el plazo de diez días, puede el demandado interponer demanda de
oposición, según las causas o motivos de oposición previstos en el artículo 67
de la Ley Cambiaria y del Cheque234.

232
“1º. Cuando el libramiento, la aceptación, el aval o el endoso hayan sido intervenidos, con expresión
de la fecha, por corredor de comercio colegiado o las respectivas firmas estén legitimadas en la propia
letra por notario.
2º. Cuando el deudor cambiario en el protesto o en el requerimiento notarial de pago no hubiere negado
categóricamente la autenticidad de su firma en el título o no hubiere alegado falta absoluta de
representación.
3º. Cuando el obligado cambiario hubiera reconocido su firma jurídicamente o en documento público”.
233
A este respecto, véase GÓMEZ DÍEZ, J.L., “El título valor electrónico…” Op. Cit., págs. 101 a 108.

239
Mª Belén Aige Mut

Dejando a un lado el complejo tema de la oposición cambiaria


fundada en excepciones personales, que en nada afecta al estudio que
realizamos en este trabajo, sí que merece atención la oposición por parte del
demandado cambiario basada en la falsedad de la firma. Es ésta una
excepción relacionada con la recogida en el Art. 823 de la LEC sobre la
negación categórica de su autenticidad. Al respecto, debemos recordar la
facilidad de manipulación de los documentos electrónicos; por lo que una vez
firmados, para que no se modificase el contenido, debería haberse utilizado la
firma electrónica (en su modalidad de firma avanzada) para asegurar la
integridad de los mismos. En este tipo de oposición podría suceder que la firma
en sí misma fuera auténtica, sin embargo el firmante real no correspondiera
con el titular de la firma electrónica (es decir, no correspondiera con el deudor
en este supuesto) porque el titular de la firma no haya cumplido con sus
deberes de custodia de claves235 o incluso que sea una firma electrónica no
reconocida por no haber utilizado una entidad de certificación. Un caso

234
“El deudor cambiario podrá oponer al tenedor de la letra las excepciones basadas en sus relaciones
personales con él. También podrá oponer aquellas excepciones personales que él tenga frente a los
tenedores anteriores si al adquirir la letra el tenedor procedió a sabiendas en perjuicio del deudor.
El demandado cambiario podrá oponer, además, las excepciones siguientes:
1. La inexistencia o falta de validez de su propia declaración cambiaria, incluida la falsedad de la
firma.
2. La falta de legitimación del tenedor o de las formalidades necesarias de la letra de cambio,
conforme a lo dispuesto en esta Ley.
3. La extinción del crédito cambiario cuyo cumplimiento se exige al demandado.
Frente al ejercicio de la acción cambiaria sólo serán admisibles las excepciones anunciadas en este
artículo”.
235
Recordemos que la firma electrónica reconocida es aquella firma digital (firma electrónica avanzada)
con un certificado reconocido. Si en este tipo de firma, basada en la criptografía de clave asimétrica, el
usuario no realiza una correcta custodia de sus claves, las mismas pueden acabar en manos de una
persona distinta que se haga pasar por el usuario inicial, firmando documentos en un principio de
manera válida. Además, es precisamente esta firma electrónica reconocida del Art. 3.3 de la Ley de
Firma Electrónica, la que se equipara a la firma manuscrita. A este respecto, MARTÍNEZ NADAL, A.,
Comercio electrónico, firma digital y autoridades de certificación, Op. Cit., pág. 42 y ss.

240
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

diferente al anterior es el supuesto en que la firma electrónica no se puede


considerar como auténtica puesto que la misma no cumple con los requisitos
técnicos requeridos al respecto (recogidos en la Ley de Firma Electrónica). En
todo caso, es un problema que hay que relacionar con la LFE, estableciendo
unas exigencias mínimas de firma para los títulos cambiarios, como pueda ser
la exigencia de firma reconocida236.

Pero también existe otra preocupación, dada la facilidad de


manipulación de los documentos electrónicos, que puede conllevar la
posibilidad de su reproducción y su duplicidad (sin posibilidad de distinguir
entre el original y su copia). Esta falta de unicidad en el título cambiario pondría
en entredicho cuestiones como por ejemplo la legitimación del tenedor: ¿cómo
se justifica que estamos ante el último tenedor? Esto nos lleva, como
acabamos de señalar, ante un problema de duplicidad o falsificación de los
títulos cambiarios electrónicos, que debería solventarse tanto a través de una
solución técnica así como de una eventual regulación sustantiva que recogiera
la participación de terceras partes de confianza en la emisión y gestión de los
títulos cambiarios electrónicos, como es, por ejemplo, el proyecto FIRMA que
hemos ido mencionando237.

Los Arts. 825 y 826 LEC tratan el incidente de oposición y las


consecuencias procesales derivadas de la existencia o no de tal incidente. Y,
finalmente, el Art. 827 LEC238, regula la sentencia que resuelve la oposición y

236
Exigencias que en todo caso deberían venir incluidas en la legislación sustantiva, pero teniendo en
cuenta el principio de proporcionalidad, así como la autonomía de la voluntad de las partes, que ya
hemos mencionado anteriormente.
237
A este respecto véase, MARTÍNEZ NADAL, A., Problemática jurídica de los títulos cambiarios
electrónicos en el Derecho Español, Aranzadi, Op. Cit., págs. 65 y ss.
238
Únicamente comentar que en el procedimiento cambiario una vez dictada la sentencia firme, ésta
produce los efectos de cosa juzgada respecto de las cuestiones que pudieron ser alegadas y discutidas,

241
Mª Belén Aige Mut

su eficacia. Ninguna especialidad existe al respecto con relación a la iniciación


del procedimiento cambiario con base en un documento electrónico, por lo que
omitimos el comentario de estos preceptos, a pesar de su importancia práctica
debido fundamentalmente a la disparidad de criterios doctrinales y

pudiéndose plantear las cuestiones restantes en el juicio correspondiente. BONET NAVARRO, J., “El
proceso cambiario”, Op. Cit., pág. 99, considera que la previsión del Art. 827 LEC es absurda, puesto que
el Art. 67 LCCH autoriza a alegar todo hecho enervante de la pretensión del demandante acreedor, de
modo que no quedaría ninguna cuestión restante que se pueda plantear en el juicio correspondiente.
Sin embargo, debemos recordar que cuando las partes del proceso cambiario sean los intervinientes en
la creación de los documentos cambiarios, al poder alegarse cualquier motivo de oposición mediante las
excepciones personales, el efecto de cosa juzgada será pleno; por el contrario, cuando ambas partes no
coincidan con los creadores de los documentos cambiarios (por ejemplo, en caso de endoso), el efecto
de la cosa juzgada es parcial, puesto que sólo alcanza a los motivos de oposición estrictamente
cambiarios, sin hacer referencia al negocio causal (ADAN DOMÉNECH, F., “Problemas prácticos del
proceso cambiario”, Realismo Jurídico y Experiencia Procesal (Liber Amicorum) (Manuel Serra
Domínguez coordinador), Ed. Atelier, Barcelona, 2009, pág. 103 y siguientes). Esto es porque el deudor
cambiario puede esgrimir frente a su acreedor inmediato todo tipo de excepciones cambiarias o
extracambiarias; sin embargo, en cuanto a los terceros existe un carácter abstracto de los títulos
cambiarios, lo que supone que el aceptante de la letra de cambio no podrá oponer excepciones
extracambiarias frente al tenedor demandante, sino solamente aquellas excepciones fundadas en el
mismo título, como por ejemplo los defectos de forma.

Esto puede plantear un problema puesto que, a pesar de que tengamos una sentencia firme en el juicio
cambiario, se puede reabrir un procedimiento ordinario para otros motivos de oposición que no se
hubieren podido alegar y discutir por no estar previstos en la legislación. Por tanto, al cerrarse la vía de
ejecución directa, que produciría efectos definitivos, no sería tan beneficioso este tipo de procedimiento
si el mismo, a pesar de terminar con resolución firme, no deja la cuestión zanjada.

Lo anteriormente señalado cobra relevancia cuando observamos que existen motivos de oposición a la
ejecución que no se contemplan como motivos de oposición cambiaria. De este modo, respecto de los
motivos de oposición a la ejecución se recogen, en cuanto a los títulos no judiciales ni arbitrales (que
serían los títulos cambiarios, si se incluyeran en el ámbito de la ejecución, es decir, donde antiguamente
se encontraba la ejecución de los títulos cambiarios), en el Art. 557 LEC. De la lectura del mismo
observamos que existen más causas de oposición, como por ejemplo la compensación, prescripción y
caducidad, quita, espera o pacto o promesa de no pedir que conste documentalmente o transacción que
conste en documento público. Todo ello, junto con la oposición por defectos procesales del artículo 559
LEC, defectos como la falta de capacidad o de representación del ejecutante. Para concluir con esta
cuestión, otra de las diferencias que existe entre la antigua ejecución y el nuevo procedimiento
cambiario es la sustanciación de la oposición por motivos de fondo, una vez subsanados en su caso los
motivos procesales, de manera que en el artículo 560 LEC se otorga el plazo de cinco días para
interponer un escrito de oposición o impugnación solicitando celebración de vista si lo consideran
oportuno. Por tanto, en este último supuesto el Tribunal no tiene por qué acudir a una vista si considera
que los documentos aportados dan la solución al asunto o si ésta no se solicita, pudiendo resolver sin
más trámites la oposición.

242
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

jurisprudenciales al respecto. Aunque, a nuestro juicio, la nueva Ley es clara


con relación a los efectos de la sentencia recaída en un juicio cambiario, el
arrastre histórico de una Jurisprudencia que sistemáticamente venía
considerado la fuerza de cosa juzgada de la resolución recaída en el ejecutivo
cambiario, se deja sentir con la nueva regulación. Pero éste es un tema que
escapa a los objetivos de la presente tesis doctoral.

Para finalizar, conviene hacer referencia al requisito del timbre. La


extensión del título cambiario en efecto timbrado conlleva su eficacia ejecutiva,
como señala el Art. 37 de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, y, según la jurisprudencia
actual, la posibilidad de acudir al juicio cambiario. En este sentido, la Sentencia
del Tribunal Supremo 502/2009, de 10 de julio, señala que el defecto de timbre
conlleva la ineficacia ejecutiva en el procedimiento cambiario, ya que se ha
producido una asimilación del procedimiento cambiario de la Ley de
Enjuiciamiento Civil del año 2000 con el sumario ejecutivo de la Ley de
Enjuiciamiento Civil de 1881, por lo que existe un mantenimiento de la doctrina
relativa al requisito formal del timbre de la legislación fiscal239. Asimismo,
señala que el artículo 67 de la Ley Cambiaria y del Cheque no es un obstáculo
porque, a pesar de no recoger la infracción fiscal como oposición, sí que
constituiría una falta de formalidad de las previstas en el artículo 819 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil (y más teniendo en cuenta que la Disposición Final
Primera de la Ley Cambiaria y del Cheque hace una remisión a la legislación

239
En el supuesto recogido en la sentencia, se enerva la acción cambiaria por falta del cumplimiento de
la normativa tributaria sobre el timbre en las letras de cambio, y el Tribunal Supremo diferencia los
juicios declarativos ordinarios (en los que no se aplican las exigencias fiscales) de los sumarios ejecutivos
(en los que sí se aplican las exigencias fiscales y dentro de los que se incluiría el cambiario).

243
Mª Belén Aige Mut

fiscal). En conclusión, acaba asimilando al sumario ejecutivo el juicio cambiario


por sus singulares características240.

Si bien a partir de este momento se ha seguido la línea marcada por el


Tribunal Supremo241, existen todavía casos en los que las Audiencias
Provinciales continúan considerando que el procedimiento cambiario no supone
ejecución sino que es un tipo de juicio monitorio documental y, por tanto, no
consideran aplicable el artículo 37.1 del Real Decreto Legislativo 1/1993242.

Sin embargo, en caso de no extenderse en tal efecto timbrado no se


cerraría la vía a este tipo de procedimiento, como vamos a analizar a
continuación, dado que existe la posibilidad de realizar el pago en metálico o
subsanar el defecto con posterioridad, aunque, en todo caso, cuando no se
haya cumplido con el requisito fiscal, siempre quedaría abierta la vía del
procedimiento monitorio.

A la hora de hablar del efecto timbrado respecto a los títulos


cambiarios, debemos diferenciar el supuesto según nos encontremos ante una
letra de cambio, un cheque o un pagaré. Según el tipo de título cambiario, el
efecto timbrado será necesario o no. De este modo, es sabido que en el caso

240
Argumento que parece ir en contra de la doctrina ya citada que considera el procedimiento
cambiario de naturaleza declarativa. En todo caso, el TC ha manifestado en su Sentencia 133/2004 que
el defecto de timbre se puede subsanar en un momento posterior sin que por ello merme el derecho a
la tutela judicial efectiva, como analizaremos a continuación. Es por ello por lo que consideramos que
aún en la tesitura actual en que la Jurisprudencia marca la necesidad de timbre para acceder al proceso
cambiario, es posible acudir al mismo con una letra de cambio electrónica sin efecto timbrado y en el
momento de iniciación del proceso subsanar tal defecto de timbre.
241
Por ejemplo en la SAP de Valencia (Sección 9.ª), nº. 26/2012, de 24 de enero.
242
Auto de la Audiencia Provincial de Madrid nº. 438/2010, de 23 de junio.

244
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

de las letras de cambio será necesario el cumplimiento de este requisito243.


Respecto del pagaré existe abundante jurisprudencia244, y del estudio de la
misma es posible concluir que con el pagaré se puede acudir al proceso
cambiario sin que quepa oposición por defecto de timbre, puesto que la

243
Al respecto, el Real Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados
señala la necesidad de que las letras de cambio sean en efectos timbrados, en los artículos 27 y 37.

Art. 27 “1. Se sujetan a gravamen, en los términos que se previenen en los artículos siguientes:
a. Los documentos notariales.
b. Los documentos mercantiles.
c. Los documentos administrativos”.

Art. 37 “1. Las letras de cambio se extenderán necesariamente en el efecto timbrado de la clase que
corresponda a su cuantía. La extensión de la letra en efecto timbrado de cuantía inferior privará a estos
documentos de la eficacia ejecutiva que les atribuyen las leyes. La tributación se llevará a cabo conforme
a la siguiente escala (…)” y “3. El Ministerio de Economía y Hacienda podrá autorizar el pago en
metálico, en sustitución del empleo de efectos timbrados, cuando las características del tráfico
mercantil, o su proceso de mecanización, así lo aconsejen, adoptando las medidas oportunas para la
perfecta identificación del documento y del ingreso correspondiente al mismo, sin que ello implique la
pérdida de su eficacia ejecutiva”.

Por tanto, se observa que incluso si no se extienden en efecto timbrado el artículo anterior reconoce su
eficacia ejecutiva si se acredita el pago en metálico sustitutivo. De este modo, ya se pueden prever las
nuevas tecnologías en este artículo al hablar de su “proceso de mecanización”, y se establece una
solución para que no se pierda su eficacia ejecutiva, de la que ahora estamos tratando.

No vamos a profundizar mucho más en este tema, ya tratado por FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, C., “La
admisibilidad jurídica de los títulos cambiarios en el Derecho español. Algunos aspectos tributarios”,
Títulos Cambiarios Electrónicos: Estudio Interdisciplinar; Apol.lònia Martínez Nadal (coordinadora) Op.
Cit., Civitas Thomson Reuters, Navarra 2012, págs. 135 a 157, en donde indica que desde el punto de
vista tributario nada se opone a la admisibilidad de documentos en soporte informático, siempre que se
pruebe su autenticidad.
244
A modo de ejemplo, la Sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña 187/2011, de 28 de abril, y
en el mismo sentido se han pronunciado con anterioridad la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Pontevedra de 17 de febrero de 2000, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla de 30 de
septiembre de 2002, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Las Palmas de 13 de enero de 2006, la
Sentencia de la Audiencia Provincial de Tenerife de 23 de junio de 2006 y la Sentencia de la Audiencia
Provincial de Girona de 15 de julio de 2009.

245
Mª Belén Aige Mut

exigencia del timbre es aplicable únicamente a la letra de cambio y no al


pagaré245.

Pues bien, en el caso de la letra de cambio, si el tenedor de la letra


decide acudir al procedimiento cambiario para hacerla efectiva, será necesario
que la misma haya sido extendida en efecto timbrado o bien que se haya
acreditado el pago en metálico sustitutivo. En el caso de una letra de cambio
electrónica, a la espera que se regulen los correspondientes efectos timbrados
de manera electrónica, sólo será posible recurrir al pago en metálico sustitutivo
que en todo caso podrá realizarse.

De no extenderse en efecto timbrado o bien no realizarse el pago


sustitutivo, entendemos que no sería posible acudir a la vía cambiaria, y en
todo caso quedaría abierto el cauce del procedimiento monitorio. Sin embargo,
algunos autores246 consideran que la falta de timbre no supone una exclusión
de esa supuesta “fuerza ejecutiva” ni plantea problema alguno porque este
requisito del timbre con relación a la obtención de la fuerza ejecutiva resultaría
inoperante (ello es debido a que plantea serias dudas de constitucionalidad247,

245
Interpretación adoptada por la Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de diciembre de 2010, así como
por otra jurisprudencia menor como la Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 9 de junio
de 2004, Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 12 de mayo de 2006, Sentencia de la
Audiencia Provincial de La Coruña de 10 de julio de 2008 o la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Zaragoza de 27 de octubre de 2010, entre muchas otras.
246
BONET NAVARRO, J., “Vía procesal adecuada para la reclamación del crédito cambiario, a propósito
de la sentencia de la Audiencia Provincial de Oviedo (Sección 6ª), de 28 de Octubre de 2002”, Revista
General de Derecho Procesal, N.º3, 2004 (a través de la página web de iustel); o SERRANO MASIP, M., “El
alzamiento del embargo en el Juicio Cambiario”, en XII Jornadas de estudio de la Abogacía General del
Estado, Dirección de Servicio Jurídico del Estado, La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, Edit-In, Madrid
2002, págs. 935 y ss.
247
Se plantean dudas de constitucionalidad acerca de la supuesta pérdida de eficacia de la letra de
cambio por razones fiscales, en este sentido, BONET NAVARRO, J., Vía procesal adecuada para la
reclamación del crédito cambiario, a propósito de la Sentencia de la Audiencia Provincial de Oviedo
(Sección 6.ª), de 28 de Octubre de 2002, Op. Cit., pág. 14 y ss.

246
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

se puede calificar la exigencia como desproporcionada e incluso hay que


considerar que la pérdida de la eficacia ejecutiva no supone la pérdida del
derecho cambiario). Es por ello, y por la necesidad de una interpretación no
restrictiva de los derechos, por lo que se señala también, en defensa de este
argumento, que el punto tercero de la Disposición Derogatoria Única de la
nueva Ley de Enjuiciamiento Civil considera derogadas, conforme al apartado
segundo del artículo 2 del Código Civil, cuantas normas se opongan o sean
incompatibles con lo dispuesto en la presente Ley, esto es, aquellas normas
que privan del acceso al proceso a los títulos cambiarios con falta de timbre248.
“Así, por tanto, siendo inviable el perjuicio de la letra de cambio por falta de

248
En este sentido la SAP de Valencia (Sección 11ª), de 6 de mayo de 2002, señala en su Fundamento de
Derecho Tercero:“si bien es cierto, como alega el recurrente, que conforme al artículo 36.1 de la Ley del
Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, aprobado por Real
Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre, y el artículo 79.1 del Reglamento de tal impuesto,
aprobado por el Real Decreto 828/1995, de 29 de mayo (RCL 1995, 1816), la letra de cambio debe ser
extendida en el efecto timbrado que corresponda, quedando privada de fuerza ejecutiva, a tenor de lo
establecido en los artículos 37.1 de la Ley y 80.1 de su Reglamento si se emite en efecto timbrado de
cuantía inferior o no se reintegra con duplo de la base cuando su vencimiento exceda de un semestre. No
lo es menos, que la promulgación de la Ley 1/2000, de Enjuiciamiento Civil, ha suprimido la condición de
título ejecutivo de la letra de cambio al extraerla del elenco de tales títulos que recoge el artículo 517,
arbitrando en el artículo 819 un proceso cambiario especial que denomina como «cambiario» en
contraposición con la ejecución forzosa que regula en los artículos 538 y siguientes que traiga por causa
un título ejecutivo. E idéntica conclusión se alcanza a la vista de la Disposición final 10ª de la aludida Ley
de Enjuiciamiento Civil, que bajo la rúbrica «Reforma de la Ley Cambiaria y del Cheque», modifica los
artículos 49.2º, 66, 67-último y 68, suprimiendo toda referencia en los mismos a la acción ejecutiva o al
juicio ejecutivo y la sustituye por la de proceso especial cambiario, excepción hecha del artículo 66, único
que tras la reforma conserva en parte la anterior terminología (“la letra de cambio tendrá aparejada
ejecución a través del juicio cambiario que regula la Ley de Enjuiciamiento Civil”), sin que tal
contradicción legislativa pueda resolverse, como pretende el apelante, en detrimento de los restantes
preceptos invocados, tanto de la Ley de Enjuiciamiento Civil como de la Ley Cambiaria y del Cheque (RCL
1985, 1776 y 2483; ApNDL 8431), sino a favor de la prevalencia de éstos frente aquél. Y no pudiendo
aplicar el efecto previsto por el artículo 37 del Decreto Legislativo 1/1993 a un supuesto de hecho no
contemplado por la norma, pues ello implicaría una interpretación extensiva o aplicación analógica de
un efecto restrictivo no acorde con principios generales del derecho y con la doctrina legal y científica
que ha generalizado el axioma de que la interpretación extensiva no es aplicable a las normas de
derecho singular o excepcional, ni tampoco a aquéllas que limitan el libre ejercicio de derechos, y
habiendo quedado, pues, privado el invocado artículo 37-1 del presupuesto de hecho que prevé, procede
desestimar el motivo de impugnación basado en la insuficiencia del timbre”.

247
Mª Belén Aige Mut

timbre, no supone exclusión del juicio cambiario ni exigencia de vía ordinaria


alguna para el crédito cambiario que de otro modo subsistiría”249.

La tendencia adoptada por la jurisprudencia en este aspecto, a raíz de


la Sentencia del Tribunal Constitucional 133/2004, ha sido la de subsanación
de tal defecto. Dicha resolución indica que la falta de timbre no supone una
privación de la tutela judicial efectiva sino la denegación de un tipo particular de
tutela como es el juicio ejecutivo. Por ello, para evitar la falta de tutela judicial
efectiva, en muchos casos se permite la subsanación posterior de la falta de
timbre o del defecto de timbre250. Este reintegro con posterioridad evita la
privación de acceso a los Tribunales por defecto de timbre251.

Otra solución adoptada cuando existe defecto de timbre es acudir al


procedimiento monitorio252, que es otro tipo de procedimiento especial con
privilegios respecto de los declarativos ordinarios y para el que no se exige este
cumplimiento de requisitos. En este sentido, el Auto de la Audiencia Provincial
de Jaén 59/2003, de 10 de septiembre, señala la posibilidad de que una letra
de cambio acuda a este tipo de procedimiento al existir libre elección de
procedimiento (según el artículo 49 de la Ley Cambiaria y del Cheque) y
permitirlo la suficiente amplitud en la Ley de Enjuiciamiento Civil, en los casos
de haber perdido la fuerza ejecutiva por falta de timbre o por insuficiencia del

249
BONET NAVARRO, J. “Vía procesal adecuada para la reclamación del crédito cambiario…”, Op. Cit.,
pág. 935 y ss.
250
Así por ejemplo, el Auto de la Audiencia Provincial de Madrid nº. 151/2008 señala que “es indiferente
el momento en que sea completada la liquidación”.
251
MALVÁREZ PASCUAL, L.A., “La privación de acceso al juicio cambiario a las letras de cambio
extendidas en efectos timbrados no correspondientes a su cuantía. A propósito de la STC 133/2004, de
22 de julio (RTC 2004, 133)”, Quincena Fiscal: Revista de actualidad fiscal, N.º 7, 2005, págs. 9 a 32.
252
Solución a la que hemos hecho especial hincapié a lo largo del presente capítulo.

248
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

mismo (en este caso se escaparía del juicio cambiario pero cabría el
procedimiento monitorio e incluso el procedimiento ordinario).

En esta tesitura hay que señalar que el juicio cambiario actual no


constituye como tal un juicio ejecutivo253, y que en palabras de MONTERO
AROCA254, la consideración como ejecutivo del mismo es “una mera ficción,
pues ese juicio cambiario no es ejecutivo, y además es contradictoria con la
supresión de la expresión vía ejecutiva”, por tanto, si como hemos expuesto se
han suprimido los títulos cambiarios de entre los títulos ejecutivos
extrajudiciales, apartándolos del ámbito de la ejecución para enmarcarlos en el
ámbito del juicio especial cambiario, queda claro que el mismo ya no pueda
considerarse ejecutivo a pesar de que comparta muchas de sus características.

Precisamente por ello, la primera corriente jurisprudencial existente en


las Audiencias Provinciales sobre la necesidad o no del timbre consideraba que
el nuevo proceso cambiario no es ejecutivo sino un monitorio especial y que,
por tanto, con base en la interpretación restrictiva del artículo 37 del Real
Decreto Legislativo 1/1993, la sanción por falta de timbre no es aplicable dado
que los títulos cambiarios ya no llevan aparejada la ejecución. En este sentido,
el Auto de la Audiencia Provincial de Madrid 88/2008, de 21 de febrero, señala
que si bien no hay una derogación expresa del citado artículo 37, según el
Tribunal Constitucional hay que interpretar la norma de la manera más
favorable a la efectividad de los derechos, en especial el de la tutela judicial

253
A pesar de que pueda asimilarse al mismo en cuanto a su contenido y regulación. Pero aún así existen
notables diferencias que indican que estamos ante un proceso de naturaleza declarativa, como indica
BONET NAVARRO, J., Derecho Procesal Civil, Op. Cit., pág. 925
254
MONTERO AROCA, J. (AAVV), Derecho Jurisdiccional II. Proceso Civil, Op. Cit., pág. 804.

249
Mª Belén Aige Mut

efectiva, y más teniendo en cuenta que nos encontramos ante un nuevo


proceso no ejecutivo sino especial255.

Como conclusión, en cuanto al requisito del timbre cabe señalar que


actualmente, a raíz de la ya mencionada Sentencia del Tribunal Supremo
502/2009, el mismo sería exigible en el procedimiento cambiario solamente
para las letras de cambio, pudiendo subsanarse en un momento posterior o
acudir a otro tipo de procedimiento (como el monitorio) en caso de no
subsanación. En cuanto a los otros títulos cambiarios, no existiría requisito de
timbre para la iniciación del procedimiento cambiario. Si bien esto es lo que se
viene aplicando, no es menos cierto que existe una tendencia contraria (tanto
doctrinal como jurisprudencial256, que es la que compartimos) que no considera
el juicio cambiario como verdadero juicio ejecutivo y, por tanto, no considera
aplicable el requisito del timbre a dicho procedimiento puesto que no se trata de
dar “fuerza ejecutiva”, sino de iniciar un procedimiento especial.

3.2. Procedimiento monitorio

El procedimiento monitorio tendría cabida en aquellos supuestos en los


que el documento exigible para su prosperabilidad sea un título valor que no
reúna los requisitos exigidos en la LCCH o contenga un defecto de timbre. En
este caso no se puede acudir al juicio sumario que es el cambiario pero sí en
todo caso al monitorio.

255
En este mismo sentido se habían pronunciado la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 2
de febrero de 2001, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 18 de mayo de 2001, la
Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia de 6 de mayo de 2002, la Sentencia de la Audiencia
Provincial de Zaragoza de 13 de febrero de 2004 (que indica que estamos ante un proceso especial de
declaración y no, por tanto, de la misma naturaleza que el juicio ejecutivo) y la Sentencia de la Audiencia
Provincial de Sevilla de 14 de abril de 2004.
256
Que ya hemos mencionado en este capítulo.

250
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

La nueva LEC ha optado por un modelo de proceso monitorio


documental, que exige que la solicitud que da inicio al proceso sea
acompañada de una acreditación documental de la existencia de la deuda.
Esta matización de “monitorio documental” ya deja entrever la diferente forma
en la que son tratados los documentos electrónicos en el propio ámbito de la
LEC, puesto que si el monitorio se entiende de carácter documental de modo
que se acompañen documentos que acreditan la existencia de la deuda, y en el
propio Art. 812 LEC, como analizaremos más adelante, permite el soporte
electrónico de los documentos de inicio del procedimiento monitorio, queda
claro que en este sentido se entiende por “documentos” tanto a los amparados
en un soporte tradicional papel, como a los nuevos soportes de carácter
electrónico.

Es precisamente este carácter documental el que ha comenzado a


originar problemas en la práctica de los Tribunales, ocasionando
pronunciamientos de primera instancia contrarios a la equiparación de los
documentos electrónicos con los documentos tradicionales. En este sentido,
respecto a la jurisprudencia relativa al proceso monitorio257 y su inicio mediante
documento electrónico podemos destacar el Auto número 97/2007 de 30 de
mayo, en el que la Audiencia Provincial de Barcelona resuelve un recurso de
apelación por la inadmisión de un procedimiento monitorio iniciado con
aportación de diversos documentos (grabación de conversaciones telefónicas
acreditativas de la contratación, extractos de cuenta informáticos remitidos en
soporte papel quedando designados los originales, y certificación con firma
digitalizada de la entidad bancaria que interpone el recurso). El Tribunal de
instancia no considera tales documentos de naturaleza electrónica como

257
Jurisprudencia analizada en AIGE MUT, M.B., “Títulos valor electrónicos: Admisibilidad Procesal.
Especial Referencia al proceso monitorio”, RCE, N. º115, septiembre 2011, págs. 69-76.

251
Mª Belén Aige Mut

originales, lo cual revela una clara tendencia documentista tradicional todavía


en la práctica258.

Interesa destacar el Fundamento Jurídico 2º del Auto de la Audiencia,


que deja claro que “Las normas generales sobre el proceso declarativo
permiten la aportación de documentos mediante fotocopia simple (artículos 267
y 268 LEC) condicionando sin embargo su eficacia plena a su no impugnación
por la adversa y, si así se hiciere, procederá su cotejo con el original,
determinándose su valor probatorio según las reglas de la sana crítica (artículo
334 LEC)”. Por tanto vemos que lo que quiere decir la Audiencia es que la
aplicación práctica de la legislación mencionada, relativa a las copias simples,
ha de ser la misma tanto si nos encontramos frente a documentos tradicionales
como si nos encontramos frente al supuesto en que el documento aportado es
una copia o transcripción en papel proveniente de un documento electrónico
(como es el caso analizado en la sentencia). Pero es más, añade la Audiencia
de Barcelona en el mismo fundamento que la fotocopia también puede
entenderse como una “impresión de un documento archivado
informáticamente, máxime si tenemos en cuenta que el propio artículo 812 LEC
alude a los documentos que justifiquen la pretensión “cualquiera que sea su
forma y clase o el soporte físico en que se encuentren…”.”

De este modo, aparte de reiterar la plena eficacia de la disposición


contenida en el artículo 812 LEC, la Audiencia en su fundamentación jurídica
está equiparando la regla documentista de las copias a las impresiones de los
documentos electrónicos y, por ende, aplicando la legislación relativa a los

258
El problema principal se encuentra en el certificado emitido por la entidad bancaria con firma
digitalizada de la misma, que se aporta mediante fotocopia, puesto que la original fue enviada desde la
sucursal (domiciliada fuera de España) por correo electrónico.

252
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

documentos tradicionales en soporte papel a aquellos documentos


electrónicos. Por lo expuesto anteriormente, admite el recurso de apelación.

Otro ejemplo más en este ámbito lo encontramos en el Auto de la


Audiencia Provincial de Alicante (Sección 5ª) número 148/2008, de 11 de
septiembre; en el caso enjuiciado, ante un supuesto similar de inadmisión de
procedimiento monitorio, se acude a apelación para finalmente admitir el
recurso y aceptar el procedimiento por la vía del artículo 812 LEC. En este
supuesto se destaca que inicialmente se poseía un documento privado
tradicional suscrito por ambas partes y posteriormente una petición de
aplazamiento de pago remitida por correo electrónico. Ante esta aportación, el
Juzgado de Primera Instancia inadmitió el procedimiento monitorio.

La Audiencia, en su Fundamento Jurídico 1º, haciendo referencia al


citado artículo 812 LEC dice que “Esta regulación, unida a la que se contiene
en el Artículo 326 de la misma Ley respecto a la prueba documental privada,
determina la procedencia de admitir la iniciación del procedimiento…”. La
apreciación realizada por la Audiencia es importante a efectos del presente
estudio, no tanto por la aplicación del artículo 812 LEC sino por la equiparación
de su regulación (recordemos que hace referencia a documentos con cualquier
tipo de soporte o clase) a la contenida respecto a la prueba documental en el
artículo 326 LEC259. A su vez, es interesante señalar que dicho artículo 326
parece inicialmente encaminado a otorgar consideración de prueba documental
a los documentos electrónicos, máxime si acudimos a su apartado 3º260.

259
“Los documentos privados harán prueba plena en el proceso, en los términos del artículo 319, cuando
su autenticidad no sea impugnada por la parte a quien perjudiquen”.
260
Artículo 326.3 “Cuando la parte a quien interese la eficacia de un documento electrónico lo pida o se
impugne su autenticidad, se procederá con arreglo a lo establecido en el artículo 3 de la Ley de Firma
Electrónica (359 bis)”.

253
Mª Belén Aige Mut

El proceso monitorio tiene su origen o fundamento en facilitar el acceso


a los tribunales, de una manera rápida y eficaz, a todos aquellos problemas
derivados de las relaciones jurídicas con créditos pecuniarios, normalmente de
cuantía no muy elevada (aunque en la actualidad no exista límite respecto a la
misma), del mismo modo que reduce los procesos declarativos ordinarios que
tienen por objeto la reclamación de una deuda pecuniaria. Estas relaciones
jurídicas se plasman en documentos que no pueden constituir títulos ejecutivos
por carecer de los requisitos de fehaciencia de éstos, pero que aportan un
principio de prueba sobre la existencia de la deuda261. Este tipo de deudas
constituyen la mayoría de las que contraen los ciudadanos, por ello se ha
regulado el procedimiento monitorio en la mayoría de los países, al menos en
el entorno europeo262.

261
DE LA OLIVA SANTOS, A. y DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, I., Curso de Derecho Procesal Civil II, Op. Cit., pág.
521 y siguientes. Además, indican que la experiencia del tráfico jurídico cotidiano demuestra que las
deudas plasmadas en o deducibles de este tipo de documentos son, en la inmensa mayoría de casos,
deudas pecuniarias realmente existentes que constituyen la contraprestación debida por el deudor a la
entrega de un bien o a la prestación de un servicio, ya realizadas.
262
Por ejemplo el procedimiento de “injonction de payer” en el Derecho francés, o el procedimiento de
“ingiuzione” en el Derecho italiano, como veremos con más detenimiento en el apartado 3.5.

También, en este sentido, hay que mencionar la existencia del proceso monitorio europeo (regulado en
el Reglamento (CE) 1896/2006, de 12 de diciembre, del Parlamento Europeo y del Consejo) así como del
proceso europeo para demandas de escasa cuantía (regulado en el Reglamento (CE) 861/2007, de 11 de
julio, del Parlamento Europeo y del Consejo). Es de destacar que ambos procesos pueden iniciarse por
formulario en línea en la web del Portal Europeo de e-Justicia, y mientras que el primero de ellos no
requiere acompañamiento de documentos, sí son requeridos para el segundo (Art. 4.1), en el que
entendemos que tienen cabida también los de carácter electrónico. Además, conviene señalar que si del
proceso monitorio europeo podrán valerse sobre todo los profesionales y empresarios, la creación del
proceso europeo de escasa cuantía está concebida para que puedan servirse de él, sobre todo, los
particulares, es decir, los consumidores, cuya posición como acreedores transfronterizos ha de quedar
así reforzada en el contexto comunitario europeo, en palabras de GASCÓN INCHAUSTI, F., “Un nuevo
instrumento para la tutela de los consumidores y de los créditos transfronterizos: el proceso europeo de
escasa cuantía”, Revista Ius et Praxis, volumen 14, n.º 1, 2008, págs. 167 a 197.

Siguiendo a GASCÓN INCHAUSTI, el proceso monitorio europeo prevé como necesarios dos actos de
comunicación: la petición inicial del acreedor, que el Art. 7.5 permite realizar por cualquier otro medio
de comunicación, incluido el soporte electrónico; así como la notificación del requerimiento de pago al

254
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

La doctrina en ocasiones considera al proceso monitorio como un


procedimiento para obtener un requerimiento judicial para el pago rápido de
una deuda acreditada por documentos con determinada virtualidad probatoria,
y no en puridad un proceso263.

Lo importante para el objeto de nuestro estudio es que la Ley permite


que se pueda acudir al proceso monitorio con base en documentos
electrónicos, y por tanto en títulos cambiarios electrónicos.

Las condiciones exigidas por la Ley para acudir al proceso monitorio se


encuentran recogidas en el artículo 812, en su redacción dada por la Ley
37/2011, de 10 de octubre, de medidas de agilización procesal. Estas
condiciones requieren el pago de una deuda que debe ser dineraria, líquida, de
cuantía determinada, que esté vencida y sea exigible. Dicha deuda podrá ser
en la actualidad de cualquier importe, pero deberá venir acreditada en una de
las formas que recoge la LEC: mediante documentos de cualquier tipo,
incluidos los electrónicos, siempre que estén firmados (también de manera
física o electrónica); mediante facturas, albaranes de entrega o cualquier
documento habitual de documentación de créditos entre acreedor y deudor.

deudor, que se permite por correo electrónico acreditado por acuse de recibo (Art. 13 d)), o bien
acreditado mediante confirmación automática de entrega si el demandado ha aceptado previamente
este medio de comunicación (Art. 14.1 f)). Respecto del proceso europeo de escasa cuantía, requiere, en
cuanto actos de comunicación, la presentación de la demanda por formulario a través de cualquier
medio de comunicación, incluido el correo electrónico (Art. 4.1); y la notificación, que es posible realizar
por correo electrónico incluso sin acuse de recibo (Art. 13), GASCÓN INCHAUSTI, F., “Capítulo 2. Las
notificaciones electrónicas: algunas cuestiones pendientes a la luz de la normativa europea”, La e-
Justicia en la Unión Europea (desarrollos en el ámbito europeo y en los ordenamientos nacionales), De La
Oliva Santos, A., Gascón Inchausti, F. y Aguilera Morales, M., Coordinadores, Thomson Reuters Aranzadi,
Navarra, 2012, págs. 82 y 83. De este modo se observa que cada vez están más implantadas las nuevas
tecnologías en el ámbito europeo, tanto para actos de inicio del proceso como para actos de
comunicación del mismo.
263
GIMENO SENDRA, V., Derecho Procesal Civil, Op. Cit., pág. 213.

255
Mª Belén Aige Mut

También cuando se aportan documentos que acreditan una relación comercial


duradera o en el caso de deudas provenientes de Comunidades de
Propietarios. Si se cumplen estas características, se podrá acudir al proceso
monitorio.
DD
De entre las condiciones que exige el Art. 812 LEC, interesa destacar
el inciso 1 del Art. 812.1 LEC, al decir que la deuda se ha de acreditar
“mediante documentos, cualquiera que sea su forma y clase o el soporte físico
en que se encuentren, que aparezcan firmados por el deudor o con su sello,
impronta o marca o con cualquier otra señal, física o electrónica”. Se reconoce,
así, implícitamente el soporte electrónico, al hacer referencia la Ley a “cualquier
soporte” y además se reconoce también la firma electrónica de manera
expresa. Pero el primer problema que se plantea es que no determina el tipo de
firma electrónica que debe aparecer, sino que deja la puerta abierta tanto a la
firma electrónica simple, avanzada o reconocida, que tienen unas garantías de
seguridad muy diferentes y que, por ello, habría sido deseable la concreción de
esas garantías diferentes para el caso de que estuviere firmado mediante firma
reconocida264.

Sin embargo, los Tribunales parece que no reconocen esos soportes


electrónicos en un primer momento. A modo de ejemplo, el Auto de la
Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife (Sección 1ª) número 217/2010,
de 29 de noviembre vuelve a poner en la misma tesitura de una inadmisión de
procedimiento monitorio con base en el artículo 269.2 de la LEC (que señala

264
Así lo recoge el artículo 3 LFE, que señala que la firma electrónica simple equivaldría al conjunto de
datos en forma electrónica que pueden ser utilizados como medio de identificación del firmante (Art.
3.1); la avanzada permite la autenticación e integridad (Art. 3.2), y es la comúnmente conocida como
firma digital; y, finalmente, la reconocida es aquella firma avanzada basada en un certificado reconocido
y generada mediante un dispositivo seguro de creación de firma (Art. 3.3), teniendo ésta el mismo valor
que la firma manuscrita (Art. 3.4).

256
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

que se inadmitirán las demandas a las que no se acompañe el documento


exigido para cada uno de los supuestos del artículo 266 de la misma Ley). En
el presente caso se aportaban unos mensajes de reconocimiento de deuda
remitidos a un teléfono móvil a través de un acta notarial. Evidentemente,
vuelve a entrar en juego, a efectos de la estimación de la solicitud del proceso
monitorio, el artículo 812 LEC al hacer referencia a “cualquiera que sea su
forma y clase o soporte físico en que se encuentren, que aparezcan firmados
por el deudor o con su sello, impronta o marca o con cualquier otra señal, física
o electrónica, proveniente del deudor”.

Cumplidas las condiciones previstas legalmente, quien acredite tener


una deuda documentada en los términos señalados, podrá acudir al
procedimiento monitorio, dirigiendo su solicitud al Juzgado competente (artículo
813 LEC265), mediante solicitud en la que “se expresarán la identidad del
deudor, el domicilio o domicilios del acreedor y del deudor o el lugar en que
residieran o pudieran ser hallados y el origen y cuantía de la deuda,
acompañándose el documento o documentos a que se refiere el artículo 812.
La petición podrá extenderse en impreso o formulario que facilite la expresión
de los extremos a que se refiere el apartado anterior” (Art. 814 LEC).

La norma exige, por lo tanto, que se “acompañe” el documento. Y la


duda que surge inmediatamente es cómo se ha de realizar ese
acompañamiento de los títulos cambiarios electrónicos (u otros documentos
electrónicos de los que recoge el artículo 812 LEC); en especial a la hora de

265
Competencia que para el procedimiento monitorio ostenta el Juzgado de Primera Instancia del
domicilio o residencia del deudor, y en caso de no ser conocido, el lugar en el que pueda ser hallado a
efectos del requerimiento de pago por el Tribunal.

Hay que tener en cuenta que si no se consigue localizar el domicilio del deudor, o el mismo es localizado
en un partido judicial diferente, el juez debe dictar auto dando por terminado el proceso “haciendo
constar tal circunstancia y reservando al acreedor el derecho a instar de nuevo el proceso ante el
Juzgado competente”.

257
Mª Belén Aige Mut

realizarlo de una forma sencilla que permita completar un simple formulario


facilitado por el Juzgado (como se recoge en el artículo citado). A nuestro
juicio, lo más adecuado sería la presentación en su soporte original, esto es, de
manera electrónica ante el propio Juzgado; e incluso sería deseable mediante
la realización de un formulario asimismo electrónico en la Oficina Judicial
Virtual. Esta posibilidad viene avalada por la propia Ley 18/2011, de 5 de Julio,
reguladora del uso de las tecnologías de la información y la comunicación en la
Administración de Justicia, cuya Disposición Adicional Segunda otorga un plazo
de cinco años para la adaptación a los sistemas de administración electrónica,
esto es, para la dotación de oficinas judiciales y fiscalías que permitan la
tramitación electrónica de los procedimientos.

Esta propuesta comenzó con brío en la Audiencia Nacional el año 2011


con la aprobación del expediente judicial electrónico y el objetivo de “papel
cero”. Dejando de lado los problemas reales de la práctica cotidiana de los
Juzgados a la hora de cumplir con este objetivo tan ambicioso, lo que sí es
cierto es que tanto en la Ley como en las diferentes propuestas que apuestan
por el expediente electrónico, siempre se hace referencia a una iniciación en
papel “digitalizada” por el Juzgado para proseguir con el subsiguiente
expediente electrónico, cuando lo más deseable y coherente con la agilización
y modernización de la justicia sería incluir también un inicio electrónico de
manera on-line con una firma electrónica reconocida. En este caso, quedaría
salvado por completo el problema del acompañamiento de los títulos
cambiarios electrónicos junto con la petición de inicio del proceso monitorio. Y
esto es lo que parece querer conseguir la citada Ley 18/2011, siendo un
ejemplo de ello aplicable a este caso concreto el Art. 36 relativo a la iniciación
del procedimiento por medios electrónicos266.

266
“1. La iniciación de un procedimiento judicial por medios electrónicos por los ciudadanos, en aquellos
juicios en los que pueden comparecer de forma personal y directa por no ser preceptiva la asistencia

258
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

A pesar de ello, es precisamente este acompañamiento del documento


como principio de prueba, lo que genera problemas en la práctica. En este
sentido, el Auto de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 16ª), número
3/2011, de 14 de enero, resuelve sobre la inadmisión de un procedimiento
monitorio por el Juzgado de Primera Instancia al considerar que los
documentos aportados no revelan principio de prueba. En esta resolución, la
Sala, aparte de recordarnos que el derecho español sigue un criterio no
formalista en cuanto a la contratación (artículo 1278 Código Civil y artículo 51
Código de Comercio), otorga plena validez a la contratación electrónica en
virtud de la Ley 34/2002, de 11 de julio (transposición de la directiva
2000/31/CE) y con ella, le otorga también la plena validez jurídica. Pero lo que
más destaca de esta reciente resolución es el pronunciamiento que realiza en
el sentido de que el soporte deberá ser aportado como prueba documental,
según mencionan los artículos 23 y siguientes de la Ley 34/2002267. Con lo cual
si el soporte de la contratación electrónica (esto es, evidentemente, de carácter

letrada ni la representación por procurador conforme a lo establecido en las normas de procedimiento,


requerirá la puesta a disposición de los interesados de los correspondientes modelos o impresos
normalizados en la sede judicial electrónica, que deberán ser accesibles sin otras restricciones
tecnológicas que las estrictamente derivadas de la utilización de estándares y criterios de comunicación y
seguridad aplicables de acuerdo con las normas y protocolos nacionales e internacionales.
2. En todo caso, cuando los escritos fueran presentados en papel por las personas a las que se
refiere el apartado primero del presente artículo, se procederá a su digitalización por la sección
correspondiente del servicio común procesal que tenga atribuidas dichas funciones.
3. Los profesionales de la justicia presentarán sus demandas y otros escritos por vía telemática
a través de los sistemas previstos en esta Ley, empleando firma electrónica reconocida.
4. Todo escrito iniciador del procedimiento deberá ir acompañado de un formulario
normalizado debidamente cumplimentado en los términos que se establezcan reglamentariamente.”
267
Artículo 23.3 “Siempre que la Ley exija que el contrato o cualquier información relacionada con el
mismo conste por escrito, este requisito se entenderá satisfecho si el contrato o la información se
contiene en un soporte electrónico”.

Artículo 24.2 “En todo caso, el soporte electrónico en que conste un contrato celebrado por vía
electrónica será admisible en juicio como prueba documental”.

259
Mª Belén Aige Mut

electrónico) debe ser aportado a efectos del procedimiento como prueba


documental, se está otorgando plena eficacia como documento tradicional a
este tipo de soportes. Es por ello por lo que la resolución termina igualmente
estimando el recurso de apelación.

Una vez presentada la solicitud, el Art. 815 LEC regula la admisión de


la petición y el requerimiento de pago268. Lo interesante es que en este tipo de
procesos, una vez iniciados, se requiere directamente al deudor para que
pague o se oponga; y en caso de que no adopte ninguna de ambas opciones,
se despacha directamente ejecución269.

268
Según la redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre, y con la inclusión de un apartado 3
por la Ley 4/2011, de 24 de marzo: “1. Si los documentos aportados con la petición fueran de los
previstos en el apartado 2 del artículo 812 o constituyeren un principio de prueba del derecho del
peticionario, confirmado por lo que se exponga en aquélla, el Secretario judicial requerirá al deudor para
que, en el plazo de veinte días, pague al peticionario, acreditándolo ante el Tribunal, o comparezca ante
éste y alegue, sucintamente, en escrito de oposición, las razones por las que, a su entender, no debe, en
todo o en parte, la cantidad reclamada. En caso contrario dará cuenta al Juez para que resuelva lo que
corresponda sobre la admisión a trámite de la petición inicial.
El requerimiento se notificará en la forma prevista en el artículo 161 de esta Ley, con
apercibimiento de que, de no pagar ni comparecer alegando razones de la negativa al pago, se
despachará contra él ejecución según lo prevenido en el artículo siguiente. Sólo se admitirá el
requerimiento al demandado por medio de edictos en el supuesto regulado en el siguiente apartado de
este artículo.
2. En las reclamaciones de deuda a que se refiere el número 2 del apartado 2 del artículo 812,
la notificación deberá efectuarse en el domicilio previamente designado por el deudor para las
notificaciones y citaciones de toda índole relacionadas con los asuntos de la comunidad de propietarios.
Si no se hubiere designado tal domicilio, se intentará la comunicación en el piso o local, y si tampoco
pudiere hacerse efectiva de este modo, se le notificará conforme a lo dispuesto en el artículo 164 de la
presente Ley.
3. Si de la documentación aportada con la petición se desprende que la cantidad reclamada no
es correcta, el secretario judicial dará traslado al juez, quien, en su caso, mediante auto podrá plantear
al peticionario aceptar o rechazar una propuesta de requerimiento de pago por el importe inferior al
inicialmente solicitado que especifique.”
269
Con lo cual estaríamos ante una regulación similar en este aspecto al procedimiento cambiario, que
ya hemos analizado, pero con unos motivos de oposición en principio más amplios.

260
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

El resto de artículos relativos al procedimiento monitorio (Arts. 816, 817


y 818 LEC270) no se van a analizar por no tener incidencia en la presente tesis
doctoral.

A la vista de lo expuesto anteriormente, se puede concluir que el


procedimiento monitorio es válido de lege data para hacer valer aquellos títulos
cambiarios electrónicos que la ley sustantiva todavía no reconoce como tales
(puesto que éstos no podrán cumplir con los requisitos exigidos para poder
acudir actualmente al procedimiento cambiario), presentando, en este caso, el
título cambiario electrónico como documento de reconocimiento de deuda. En
el momento en que ya contemos con una regulación sustantiva que ampare los
títulos cambiarios electrónicos, seguiría siendo posible acudir al proceso
monitorio para realizar los títulos cambiarios electrónicos que no cumpliesen
con el requisito del timbre cuando éste fuera necesario o que encontrasen
trabas según está redactada la regulación actual de la LEC (trabas que se
resumirían, como hemos comentado ya en el apartado relativo al procedimiento
cambiario, en el análisis de la corrección formal de los requisitos del título,
puesto que en el caso de optar por una desmaterialización total del mismo, con
el consiguiente acompañamiento del certificado de titularidad, podría generar
problemas a la hora de subsumirse en el supuesto recogido en el Art. 819 LEC
para los títulos cambiarios tradicionales, en tanto en cuanto no se modificase la
LEC, y que en todo caso tendría que entenderse con base en las reglas de la
analogía).

En la práctica de los Tribunales claramente se vislumbra cómo el artículo


812 LEC ha dejado la puerta abierta a las nuevas tecnologías en el ámbito del
proceso monitorio. Sin embargo, aun con la existencia de dicho artículo, los

270
Relativos a la incomparecencia del deudor requerido y despacho de la ejecución, intereses, pago del
deudor y oposición del deudor, respectivamente.

261
Mª Belén Aige Mut

juzgados de primera instancia son reacios a la admisión de las nuevas


tecnologías, como se ha podido observar. Es por ello por lo que las Audiencias
Provinciales han tenido que otorgar la posibilidad de acudir al procedimiento
monitorio iniciado mediante documentos electrónicos, que en la mayoría de
ocasiones ha sido negado en primera instancia debido a una desconfianza por
parte de los tribunales. Por tanto, la existencia de una legislación sustantiva
que nos sirva de fundamento para la admisión de los documentos electrónicos
como mecanismo de inicio del proceso (en concreto, y para el caso que nos
ocupa, relativa a los títulos cambiarios electrónicos), es trascendental a la hora
de hacer valer nuestros derechos ante los tribunales.

3.3. Procedimiento de ejecución

Respecto a la ejecución procesal del artículo 517 LEC, el legislador,


como hemos mencionado anteriormente, ha excluido a los títulos cambiarios
como títulos ejecutivos no judiciales.

En la anterior regulación (LEC de 1881) se incluía en el Art. 1429.4º las


letras de cambio, pagarés y cheques entre los “títulos que traen aparejada
ejecución”, con una regulación similar a la establecida en el actual artículo
517.2.6º LEC. De la redacción original, solamente ha quedado en el actual
artículo 517.2 LEC271 la referencia a los títulos nominativos (antiguamente
recogidos en el apartado quinto del Art. 1429), suprimiendo por completo el
antiguo apartado cuarto, que es el que ha pasado al procedimiento cambiario.

271
“Los títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen obligaciones
vencidas y los cupones, también vencidos, de dichos títulos, siempre que los cupones confronten con los
títulos y éstos, en todo caso, con los libros talonarios.
La protesta de falsedad del título formulada en el acto de la confrontación no impedirá, si ésta
resulta conforme, que se despache la ejecución, sin perjuicio de la posterior oposición a la ejecución que
pueda formular el deudor alegando falsedad en el título.”

262
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

De este modo las letras de cambio, pagarés y cheques se han dejado


expresamente fuera de la ejecución y, en el mismo sentido, se ha incorporado
la Disposición Final 10ª LEC para modificar la LCCH y así reconducir los
mismos a la vía ordinaria del procedimiento cambiario en lugar de la vía
ejecutiva.

Si bien es cierto que de una lectura literal la expresión “cualesquiera


títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen
obligaciones vencidas” podría entenderse que comprende, conforme al derecho
sustantivo, a los títulos cambiarios, no lo es menos que el legislador procesal
no lo entiende así; y deja esta vía para las obligaciones emitidas por las
sociedades anónimas u otras entidades mercantiles.

Se podría decir que se ha perdido un privilegio respecto de la anterior


LEC, porque si bien es cierto que los títulos cambiarios ahora disfrutan de un
procedimiento especial específicamente pensado para ellos, también lo es que
lo han adoptado a costa de la pérdida de la ejecución directa que podría seguir
existiendo como título ejecutivo no judicial (con las ventajas que ya hemos
señalado en el apartado correspondiente).

Así, al entenderse excluidos de esta vía, no es necesario hacer mención


a la problemática práctica de este proceso, que se centraría básicamente en el
artículo 550LEC272 sobre la incorporación como “documentos” (al igual que en

272
“Artículo 550. Documentos que han de acompañar a la demanda ejecutiva.
1. A la demanda ejecutiva se acompañarán:
1. El título ejecutivo, salvo que la ejecución se funde en sentencia, acuerdo o transacción
que conste en los autos.
Cuando el título sea un laudo, se acompañarán, además, el convenio arbitral y los
documentos acreditativos de la notificación de aquél a las partes.
2. El poder otorgado a procurador, siempre que la representación no se confiera apud
acta o no conste ya en las actuaciones, cuando se pidiere la ejecución de sentencias,
transacciones o acuerdos aprobados judicialmente.

263
Mª Belén Aige Mut

el resto de procedimientos especiales), así como en la posible pérdida de su


eficacia ejecutiva en el caso de que no hubiéramos presentado los mismos en
efecto timbrado (como ya hemos analizado para el caso del procedimiento
especial cambiario).

Sin embargo, y para finalizar con este apartado, es interesante


mencionar que con la reciente aprobación de la Ley 25/2013, de 27 de
diciembre, de impulso de la factura electrónica y creación del registro contable
de facturas en el Sector Público (BOE de 28 de diciembre de 2013), se apuesta
también por el impulso de la facturación electrónica en el sector privado, a

3. Los documentos que acrediten los precios o cotizaciones aplicados para el cómputo en
dinero de deudas no dinerarios, cuando no se trate de datos oficiales o de público
conocimiento.
4. Los demás documentos que la ley exija para el despacho de la ejecución.
2. También podrán acompañarse a la demanda ejecutiva cuantos documentos considere el
ejecutante útiles o convenientes para el mejor desarrollo de la ejecución y contengan datos de
interés para despacharla”.

Se observa que aquí sería en donde podría plantearse un problema respecto a la incorporación del título
valor electrónico junto con la demanda. Para analizar este aspecto, tenemos que recurrir a otro tema
como es el de incorporación de documentos electrónicos en el proceso como mecanismo probatorio, y
si recordamos la redacción actual de la LEC, como hemos venido insistiendo, la misma no parece que
equipare a éstos con la prueba documental, por lo que tendrían su propio mecanismo de prueba en el
Art. 384, en cuyo caso surge la duda de cómo incorporarlos al proceso. Pero, como hemos ido
analizando a lo largo de este estudio, podemos llegar a considerar que los documentos electrónicos
serían verdaderos documentos en el ámbito procesal, y así su aportación al proceso sería con la
demanda (Art. 265.1 apartado 2º LEC), por la aplicación analógica que acabamos de comentar. Sin
embargo, de esta manera lo que no resolvemos es el problema real de la aportación, en tanto en cuanto
no se modifique la Administración de Justicia de acuerdo con la Ley 18/2011, lo que significa que nos
quedaría la duda de si lo aportamos en un soporte físico que sirva de base para el documento
electrónico (por ejemplo, un CD), si lo aportamos mediante impresión en papel, si dejamos designado el
medio en donde se encuentra para que sea reconocido por el juzgador… Se plantean una serie de
interrogantes que no son de fácil solución.

De lo anteriormente señalado podemos concluir que del análisis de los preceptos relativos a la
ejecución, puestos en relación con los preceptos relativos a la prueba documental y a la prueba por
instrumentos de la LEC, no encontramos ningún obstáculo inicial para la aceptación de los títulos valores
electrónicos en el ámbito del proceso de ejecución, si los mismos todavía estuvieran considerados como
títulos ejecutivos extrajudiciales, si bien siguen existiendo todavía dificultades para su aplicación
práctica, como en todos los otros ámbitos analizados.

264
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

través de la modificación de la Ley 56/2007, de 28 de diciembre, de medidas de


impulso de la Sociedad de la información. En este sentido, la Disposición Final
Segunda de la mencionada Ley, modifica la Ley 56/2007 e introduce dos
artículos nuevos: el Art. 2 bis relativo a la factura electrónica en el Sector
Privado273 y el Art. 2 ter relativo a la eficacia ejecutiva de la factura electrónica.

Con relación a nuestro estudio interesa destacar este Art. 2 ter, que
señala que las facturas electrónicas llevarán aparejada ejecución si las partes
así lo acuerdan expresamente, y para ello el carácter de título ejecutivo deberá
figurar en la factura, mientras que en un anexo deberá constar el acuerdo
firmado por las partes con referencia a la relación subyacente, facultando de
este modo el inicio de la acción ejecutiva del Art. 517 LEC, salvo en el caso de
contratos celebrados con consumidores y usuarios, y en aquellos contratos en
los que el destinatario sea el Sector Público.

Por tanto, la nueva Ley permite que las facturas electrónicas puedan
conformar un título ejecutivo y abrir directamente la ejecución, de modo que si
una simple factura electrónica puede ser título ejecutivo por voluntad de las
partes, debería seguir existiendo la posibilidad de acudir a la ejecución con los
títulos cambiarios y, en el caso que nos ocupa, con los de carácter electrónico.

3.4. Procedimientos ordinarios

Por último, queda la vía ordinaria, a la que se puede acudir tanto


directamente (lo que será muy infrecuente, por las ventajas que proporcionan

273
Dicho artículo establece la obligatoriedad de las empresas prestadoras de los servicios a que alude el
Art. 2.2 de la Ley 56/2007 de expedir y remitir las facturas electrónicas en sus relaciones con empresas y
particulares que acepten recibirlas o bien que las hayan solicitado expresamente, obligación que entra
en vigor el 15 de enero de 2015. No obstante, las agencias de viaje, los servicios de transporte y las
actividades de comercio al por menor sólo están obligadas a emitir facturas electrónicas en los términos
previstos en el párrafo anterior cuando la contratación se haya llevado a cabo por medios electrónicos.

265
Mª Belén Aige Mut

los procesos especiales sumarios vistos anteriormente), como en los casos en


los que el deudor formule oposición al procedimiento monitorio (en cuyo caso,
prevé la Ley que se acuda a los procesos ordinarios previstos legalmente, juicio
ordinario y juicio verbal).

A la hora de abordar el estudio de los procedimientos ordinarios,


debemos afrontar el problema relativo a los documentos electrónicos en sí
mismos (en los cuales se incluyen los títulos cambiarios electrónicos). En este
sentido, el mayor problema que encontramos a la hora de iniciar un proceso
con documentos electrónicos es el de su presentación o acompañamiento,
puesto que en el ámbito de los procesos ordinarios no hallamos referencias
específicas a los documentos electrónicos (a diferencia de lo que sucede en los
procesos especiales, como es el caso ya mencionado del proceso monitorio en
el Art. 812 LEC). Es por ello por lo que los principales problemas que pueden
aparecer serán comunes a todo tipo de procesos.

En este sentido, hay que destacar los Arts. 265 y ss. de la LEC, relativos
a la presentación de documentos y otros escritos relativos al fondo del asunto.
En dichos preceptos se indica que a toda demanda habrán de acompañarse en
primer lugar los documentos en los que las partes funden su derecho, pero
señalando en un apartado diferenciado los medios e instrumentos del Art.
299.2 LEC. Con esta redacción parece que nuevamente la LEC está
excluyendo del concepto de documentos a aquellos de carácter electrónico274,
si bien ello no afectaría a la posibilidad de aportar los mismos junto con la
demanda. Es más, respecto de los documentos públicos el Art. 267 LEC

274
Lo que, como hemos ido analizando reiteradamente a lo largo del presente estudio, sería una
contradicción con el propio articulado de la Ley así como con la legislación sustantiva posterior que ha
ido regulando el tema. Además, en el caso del procedimiento monitorio que acabamos de estudiar,
queda claro que dentro del concepto que maneja de documentos incluye a los de carácter electrónico.

266
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

expresamente recoge la posibilidad de presentarlos en soporte papel o en su


caso en un soporte electrónico, con firma electrónica reconocida275.

Como conclusión, en los procedimientos ordinarios la problemática sería


igualmente la relativa a la aportación al proceso de los títulos cambiarios
electrónicos y sus efectos. Respecto a la aportación no tendría por qué plantear
especiales problemas, como acabamos de observar (es más, se puede asimilar
la aportación inicial a la recogida en el artículo 270 LEC276, relativo a la
presentación de documentos en momento no inicial del proceso, puesto que en
ésta se incluyen expresamente los medios electrónicos de manera asimilada a
los documentos tradicionales).

En cuanto a los efectos dimanantes de la valoración como prueba que


poseen dichos documentos electrónicos (en este caso, la validez probatoria de
los títulos cambiarios electrónicos), ya se ha señalado en capítulos anteriores
que tanto se podrán equiparar a los documentos tradicionales (con la
consecuencia de la prueba tasada) o bien a los medios e instrumentos (con la
consecuencia de la prueba de libre valoración)277, con la consiguiente
importancia que una u otra opción comporta.

275
Nuevamente consideramos que este tema se tiene que interpretar conforme a la realidad social del
momento, y en contexto con otra legislación posterior como por ejemplo la Ley 18/2011 que regula el
expediente electrónico.
276
“El tribunal después de la demanda y la contestación, o, cuando proceda, de la audiencia previa al
juicio, sólo admitirá al actor o al demandado los documentos, medios e instrumentos relativos al fondo
del asunto…”.
277
Dicho estudio ya ha sido realizado en la primera parte de esta tesis. Igualmente, a este respecto,
véase AIGE MUT, M.B., “Apunte sobre la valoración del documento electrónico…” Op.Cit., página web
de iustel.

267
Mª Belén Aige Mut

3.5. Otros Sistemas Jurídicos

3.5.1. Derecho francés

En el Derecho francés ni la letra de cambio, ni el pagaré tienen la


consideración de títulos ejecutivos (el único supuesto en que se podría acudir
al procedimiento de ejecución sería el caso del cheque si se certificara la falta
de pago, lo que conllevaría la consecuencia de la expedición de título
ejecutivo), por tanto, para realizar los títulos cambiarios se deberá acudir al
procedimiento declarativo especial (el monitorio documental) para así obtener
un título ejecutivo de forma rápida.

El Code de Procédure Civil regula el procedimiento monitorio (injonction


de payer) a partir del Art. 1405. En cuanto a su ámbito de aplicación resulta
similar al procedimiento monitorio español, pero también incluye en el Art. 1405
apartado 2º la referencia a los títulos cambiarios, por lo que este procedimiento
estaría englobando lo que serían el procedimiento monitorio y el cambiario en
España.

El Art. 1407, relativo a la forma de presentación de este tipo de


procedimiento, se limita a señalar que la demanda está formada por la petición
de pago así como las mismas menciones que las fijadas en el Art. 58, junto con
la indicación precisa del importe de la suma reclamada con el cálculo de los
distintos elementos de crédito. Con respecto a los requisitos solicitados del Art.
58, el mismo indica requisitos tales como identificación de la persona del
demandante con su nombre, apellidos, profesión, domicilio, nacionalidad y
fecha de nacimiento, así como la identificación de la persona demandada
también mediante su nombre, apellidos y domicilio, el objeto de la demanda así
como la fecha y firma. Finalmente, se exige que esta demanda se acompañe
de los documentos justificativos.

268
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En este caso se observa que en el supuesto de encontrarnos ante un


título cambiario de carácter electrónico, en principio nada obstaría para poder
acudir a este tipo de procedimiento, puesto que la única referencia al título
cambiario consiste en el acompañamiento como documento justificativo que,
como ya se ha analizado para el caso español, podría suplirse perfectamente
con la entrega del certificado de titularidad o legitimación del mismo (en el
supuesto de los títulos cambiarios electrónicos regulados según el proyecto
FIRMA278). Sin embargo, habría sido preferible incluir una referencia específica
a la iniciación de este procedimiento por medios electrónicos, como sucede en
el caso español con el juicio monitorio en el Art. 812 LEC.

De todas formas, en cuanto al acompañamiento de los documentos


justificativos, es preciso recordar que el Art. 1348 del Código Civil francés
otorga al documento electrónico el mismo valor probatorio que al documento
papel, si cumple determinados requisitos279.

3.5.2. Derecho italiano

En Derecho italiano, el proceso cambiario sería aquel proceso que tiene


por finalidad una rápida satisfacción del crédito cambiario, y se da tanto en vía
ordinaria como en vía ejecutiva. Es decir, consiste en unas especialidades
aplicadas a dichos procedimientos cuando éstos tienen lugar con motivo de
títulos cambiarios.

278
Regulación que, como hemos visto en el apartado 2.2.2, es la que se adopta en otros países como en
Estados Unidos.
279
Como ya se estudió en la primera parte de la presente tesis, en el apartado relativo al estudio del
tratamiento del documento electrónico en otros sistemas jurídicos, apartado 1.2.

269
Mª Belén Aige Mut

El procedimiento de ejecución se regula a partir del Art. 474 del Codice


Di Procedura Civile, e incluye dentro de los títulos ejecutivos los cambiarios
(apartado 2º). El Art. 480, relativo a la forma, indica que el procedimiento debe
iniciarse mediante petición que deberá contener la identificación de las partes,
la fecha de notificación del título ejecutivo o la transcripción integral del título
(que deberá estar certificada por el oficial judicial), el domicilio y debe estar
firmado en la forma del Art. 125 (es decir, por la parte o por su defensor, pero
nada indica en cuanto al tipo de firma necesaria, si debe ser manuscrita o
simplemente escrita, por lo que cabría la posibilidad de realizar la firma de
manera electrónica). A priori, por tanto, sería posible pensar en la iniciación de
un proceso ejecutivo en virtud de un título cambiario electrónico.

En cuanto al procedimiento monitorio italiano se regula a partir del Art.


633 del Codice di Procedura Civile, en términos similares al proceso monitorio
español. Así, respecto del Procedimenti di Ingiuzione señala que la demanda
se podrá realizar en casos de existencia de una deuda líquida de dinero, y en
cuanto a la forma de presentación (Art. 638) también sigue los requisitos del
Art. 125, al igual que sucedía con el proceso de ejecución. En estos casos
exige una prueba escrita junto con la demanda, en principio constituida por
cualquier tipo de documento (por ejemplo, una factura comercial). Por tanto,
cabría la prueba electrónica constituida por el título cambiario electrónico, ya
que en el Derecho italiano se considera que el documento electrónico (en este
caso, el título cambiario electrónico) participa de la naturaleza de los
documentos escritos siempre que cumplan los requisitos prescritos en el
reglamento, y por ello, los Arts. 2702 y 2712 de su Código Civil indican que
hace prueba plena y eficaz igual que el documento privado (asimilándolo de
esta manera a los documentos tradicionales).

Por tanto, se puede apreciar que no requiere una forma especial, sino
que basta con una petición acompañada de los documentos que se requieren

270
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

en los Arts. 634, 635 y 636 del Codice di Procedura Civile. Por ello, es posible
concluir señalando que en este supuesto también serían admisibles los títulos
cambiarios electrónicos, puesto que se pueden entender como prueba
documental (como se ha estado analizando en la primera parte de este
trabajo), escrita (que no manuscrita) siempre que cumpla con los requisitos
exigidos, esto es, que sirva de prueba para el proceso que se está solicitando.

3.5.3. Derecho alemán

En Alemania, la letra de cambio, el pagaré y el cheque tampoco se


regulan como títulos ejecutivos, por lo que el procedimiento objeto de estudio
sería el documental y el monitorio, que constituyen los trámites propios del
Derecho cambiario, con especialidades procesales por razón de la materia.

En primer lugar, el procedimiento documental está regulado en el Libro 5


del ZPO, a partir del § 592. Este procedimiento se regula para las deudas de
una cantidad específica de dinero basadas en prueba documental, y con
especialidades para el caso de la letra de cambio (§ 602) y el cheque (§ 605a).

Respecto a la regulación general de este procedimiento, exige que la


demanda declare la existencia de una prueba documental, y tanto la versión
original de dicha prueba documental, como sus copias, se deben adjuntar a la
demanda, siendo este tipo de prueba la única que se aceptará para este tipo de
procedimiento. En el caso de la letra de cambio, la demanda debe indicar que
hace referencia a una letra de cambio, teniendo ciertas especialidades respecto
a la competencia, plazos y prueba (se admite el examen de una de las partes
como prueba referente a la producción de la letra de cambio), siendo la
regulación del cheque la misma que la contenida para la letra de cambio (§ 602
a 605).

271
Mª Belén Aige Mut

Por tanto, para este tipo de procedimiento sería posible la realización de


una letra de cambio electrónica, puesto que simplemente se debe acompañar
la misma (o una copia de la misma, § 593) con la demanda. Ello significa que
este proceso requiere que exista una prueba documental, y como el § 371a
señala que los documentos electrónicos privados con firma electrónica
reconocida recurren a las normas relativas al valor probatorio de los
documentos privados, es posible de este modo entenderlos asimilados a estos
efectos.

En segundo lugar, el procedimiento monitorio (regulado en el Libro 7, a


partir del § 688) se aplicará para el caso de una deuda de una cantidad
específica de dinero en euros (con una serie de excepciones recogidas en el
apartado 2 del § 688). Respecto a la petición de este proceso debe contener
una designación de las partes, sus representantes legales y abogados, así
como la designación del Juzgado y la designación de la petición de manera
específica, pero sobre todo la firma manuscrita. Sin embargo, esta firma
manuscrita puede ser salvada en virtud del apartado 3 § 690, siempre que sea
posible realizar la petición en formato “electrónico” con una serie de garantías.

Al igual que en el caso anterior, este procedimiento monitorio también


contempla una serie de especialidades para el caso de que se trate de un
pagaré, una letra de cambio o un cheque (§ 703a), destacando el hecho de que
los títulos cambiarios deberán ser designados en el proceso y se deberán
acompañar versiones originales o copias de los mismos.

En este supuesto también sería posible hablar de la realización de la


letra de cambio electrónica, dado que se podría acompañar la misma a la
demanda (o su copia), e incluso al hacer referencia a la posibilidad de que la
petición no venga de forma manuscrita, abre también la puerta a las nuevas

272
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

tecnologías para este tipo de procedimiento, si bien no de manera tan amplia


como en el caso del procedimiento monitorio español.

En el caso de que se siguiera una regulación sustantiva como la


analizada para Estados Unidos (o la señalada en el caso del proyecto FIRMA
español), el acompañamiento se cumpliría con el del certificado de titularidad
que acredita la legitimación sobre ese título cambiario.

273
Mª Belén Aige Mut

CONCLUSIONES

PRIMERA

El documento electrónico tiene cabida en todas y cada una de las


concepciones tradicionales de documento existentes. Sin embargo no
contamos con una legislación clara, ni existe un posicionamiento evidente a
favor o en contra de los documentos electrónicos, siendo la regulación
existente contradictoria e inútil en torno a poder utilizar una prueba eficaz en el
proceso. Un ejemplo de este tipo de regulación contradictoria lo encontramos
en la propia LEC, cuyo Art. 812 considera documentos, con relación a la
apertura del proceso monitorio, a aquellos de carácter electrónico (cualquiera
que sea su forma).

SEGUNDA

Si bien el Art. 3.4 LFE puede suponer un logro con relación a la eficacia
jurídico sustantiva de la firma electrónica, al equipararla con la firma manuscrita
(ya que puede producir efectos y tiene validez para el tráfico jurídico), no aporta
nada en el campo procesal en cuanto a su valor probatorio, porque esa
equiparación no tiene trascendencia en tanto que no se equipare con una firma
manuscrita verdadera (con autenticidad probada), porque por sí misma la firma
nada aporta en el campo probatorio.

TERCERA

Que los documentos electrónicos no tengan la consideración de prueba


documental es intrascendente, siempre y cuando se les reconozca su carácter
probatorio por otros medios (que además pueden ser más adecuados dada su

274
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

naturaleza), y con una legislación lo suficientemente amplia como para


regularlos correctamente y de una manera garantista, que no les merme valor
por el mero hecho de estar en un soporte electrónico. Lo realmente relevante
es atribuir una normativa coherente con su propia naturaleza y que sea
susceptible de una utilidad práctica que atienda a las necesidades de las
sociedades modernas.

Esa reticencia de la justicia de adaptarse a las nuevas tecnologías lleva


al absurdo de exigirles mayores garantías a los documentos electrónicos que
las que se pueden exigir a los documentos tradicionales, siendo esto un
perjuicio que puede operar en contra de la justicia de los ciudadanos cuando
acuden a los Tribunales.

CUARTA

Esta forma de legislar una realidad tan importante como son las nuevas
tecnologías, con las que el ciudadano está cada vez más familiarizado, no
produce la esperada justicia en su aplicación real en el proceso. El Derecho es
más extenso, o debe serlo, que las fuentes formales del mismo y por tanto los
juicios deberían tener más en cuenta la equidad, dando así más campo de
acción a la realidad social, sobre todo en los casos en los que las leyes
aparezcan mal redactadas, como es el que nos ocupa.

Del mismo modo, la aplicación de las normas legales debería hacerse


más flexible, ampliando los poderes de los jueces que si bien no crean derecho
objetivo sí que lo someten a una recreación para obtener una serie de criterios
de interpretación y decisión (teniendo en cuenta que en determinados casos
también jugará la doctrina de los propios actos y la buena fe como coherencia
de comportamiento).

275
Mª Belén Aige Mut

QUINTA

El tema de la carga probatoria de la firma electrónica regulado en la LFE


lo consideramos un aspecto negativo o de poca relevancia procesal, puesto
que supone una seria traba para la utilización de la firma electrónica como una
ventaja en el ámbito procesal. En primer lugar, porque supedita esa carga a la
simple impugnación (incluso arbitraria o imprudente) de la contraparte; y en
segundo lugar, porque la carga de probar es excesivamente onerosa en este
ámbito (para la irrisoria multa en el caso de que la impugnación se pruebe que
ha sido imprudente).

En este sentido, creemos que hubiera sido más práctico aportar un


mecanismo similar al recogido en el Art. 30 de la Ley de Servicios de Pago (Ley
16/2009, de 13 de noviembre) que invierte la carga de la prueba a la entidad
financiera, esto es, la parte menos débil de la relación que tiene mayores
medios para poder realizar este costoso procedimiento probatorio.

SEXTA

Uno de los grandes problemas con los que se encuentra la aceptación


del documento electrónico en su plenitud, tanto probatoria como de iniciación
del procedimiento, es la falta de modernización de la Administración de Justicia
para su correcto funcionamiento y gestión. Esta falta de modernización supone
una traba mayor que la propia legislación, dado que esta última mediante una
interpretación correcta es un obstáculo salvable, que no nos cerraría las
puertas a la verdadera aceptación del documento electrónico. Es por ello por lo
que frecuentemente se habla de la falta de nuevas tecnologías en la
Administración de Justicia y el retraso de la misma frente a la realidad social.

276
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

SÉPTIMA

Consideramos un paso muy importante en relación con la modernización


de la justicia el Plan Estratégico de Modernización del Sistema Judicial 2009-
2012 aprobado por el Gobierno el 18 de septiembre de 2009, cuyo objetivo fue
la implantación de la Oficina Judicial. En el mismo sentido, es de destacar la
aprobación de la Ley 18/2011, de 5 de julio, reguladora del uso de las
tecnologías de la información y la comunicación en la Administración de
Justicia, que establece un objetivo a 5 años desde su publicación y por la cual
se pretende abordar la vía electrónica y abandonar definitivamente el formato
papel que tanto lastre está suponiendo. Con ello se modernizaría la justicia y se
implantaría la tramitación electrónica.

Pensamos que lo ideal sería un expediente judicial electrónico total, con


iniciación también electrónica y culminación del mismo modo; eso sí, sin cerrar
las puertas a otros medios de iniciación como el papel escrito. Así, paso a
paso, se permitirá una gestión integral del expediente judicial en formato
electrónico, y se irán solucionando los problemas que ha conllevado el
documento electrónico puesto que los Tribunales cada vez estarán más
familiarizados con el mismo y podrán tratarlo como un documento más, con sus
singularidades, sin mermar por ello garantías para los ciudadanos en el acceso
a la justicia.

OCTAVA

La solución con respecto al tema de la aportación de los documentos


pasaría por un desarrollo normativo que regulase expresamente la forma de
aportación de las nuevas tecnologías al proceso conforme la Ley 18/2011 (ya
sea a través de la aportación mediante un soporte físico, mediante una copia

277
Mª Belén Aige Mut

en soporte papel, mediante una designación del medio en donde se


encuentra…).

De este modo tendrían cabida los documentos electrónicos de acuerdo


con su propia finalidad, solucionándose los problemas fundamentales de su
aportación mediante una aportación en su propia naturaleza, es decir,
electrónica, que comunicase directamente con los Juzgados; eso sí, con las
debidas garantías de seguridad, autenticidad, integridad e incluso
confidencialidad, garantías que hoy en día ya se encuentran al alance de
nuestra mano a través de los mecanismos de firma electrónica.

NOVENA

Otro problema que está relacionado con la aportación de los


documentos electrónicos consiste en la modalidad de firma electrónica exigida
para determinados tipos de documentos electrónicos (como los títulos
cambiarios electrónicos). Ello se debe a que la LEC simplemente abre la puerta
a la posibilidad de utilización de la firma electrónica, sin hacer referencia
expresa a ninguna de sus modalidades concretas. En este campo volvería a
ser necesaria una reforma normativa, de manera que la Ley se inclinase por
una modalidad de firma electrónica que cumpliese con las garantías de firma
necesarias sin dejar de lado la autonomía de la voluntad de las partes y el
principio de neutralidad tecnológica junto con el de proporcionalidad.

DÉCIMA

Los títulos cambiarios con una correcta regulación sustantiva pueden


seguir siéndolo de una manera electrónica; y a la hora de su realización nada
debe obstar acudir al proceso. Si admitimos la existencia de un título cambiario
electrónico (como sucede, por ejemplo, en la nueva propuesta de Código

278
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

Mercantil presentada en 2013, que admite su creación en forma electrónica


siempre que lo autorice expresamente una ley), en la regulación actual de la
LEC también encontraría cabida, pero con algunos problemas que se destacan
en las presentes conclusiones.

UNDÉCIMA

Con la nueva LEC 2000, la DF 10ª modifica expresamente la LCCH,


eliminando los títulos cambiarios del proceso de ejecución. Sin embargo, como
consecuencia de esta modificación, existen algunas incorrecciones que pueden
conducir a error, derivadas de una falta de modificación de la original LCCH,
que demuestran que no se ha producido una correcta adaptación de la misma.
Así, el Art. 49.2 LCCH no suprime la expresión “tanto”, ya que anteriormente
hablaba tanto de la vía ordinaria como de la ejecutiva, y actualmente solamente
existe la vía ordinaria cambiaria, por lo que la expresión “tanto” sobraría de la
redacción; el Art. 66 LCCH con la nueva redacción dice que lleva aparejada la
ejecución por el juicio cambiario (pero el proceso especial cambiario, como
hemos expuesto, no es un juicio ejecutivo propiamente, aunque tenga muchos
matices similares, con lo que la redacción podría dar lugar a error); finalmente
el Art. 56 LCCH quedó inadaptado al conservar su redacción original que dice
lo siguiente: “Mediante la cláusula de devolución sin gastos, sin protesto, o
cualquier otra indicación equivalente en el título y firmada, el librador, el
endosante o sus avalistas podrán dispensar al tenedor de hacer que se levante
protesto por falta de aceptación o por falta de pago para poder ejercitar sus
acciones de regreso, tanto por la vía ordinaria como ejecutiva”. Se debe
entender que todas las alusiones a la ejecución en la LCCH han quedado
derogadas por la ley posterior, en este caso la LEC y, en consecuencia,
debemos entender que el procedimiento a seguir es el procedimiento
cambiario.

279
Mª Belén Aige Mut

DUODÉCIMA

El primer problema que encontraríamos en la aceptación de los títulos


cambiarios electrónicos en la LEC sería de carácter práctico, en el ámbito del
Art. 821 LEC que hace referencia al acompañamiento del título cambiario para
el análisis de la corrección formal por el juez. En la actual redacción de la LEC
el principal problema que surge en torno a la aceptación de los títulos
cambiarios electrónicos como forma de iniciación del procedimiento cambiario
se encuentra en el análisis por parte del tribunal de la corrección formal del
título. Sin embargo, si los títulos cambiarios electrónicos son regulados
sustantivamente a través de una solución similar a la adoptada por el proyecto
FIRMA (es decir, sustituyendo el concepto de posesión por el de control, como
en EEUU) el titular del mismo tendría un certificado en lugar del propio título
cambiario, y la LEC debería modificarse o interpretarse para aceptar tal
certificado como equivalente al título cambiario propiamente dicho.

DECIMOTERCERA

Un segundo problema que podría plantearse en relación con los títulos


cambiarios electrónicos en vía procesal es el relativo a la necesidad del timbre
para el acceso al procedimiento cambiario. En el análisis realizado al respecto
se ha concluido que el timbre puede subsanarse en el momento de acudir a
juicio, así como satisfacerse en metálico; pero que en todo caso en las letras
de cambio (electrónicas o no) será imprescindible. En caso de no subsanación
de este requisito, siempre queda la posibilidad de acudir al procedimiento
monitorio, ya que expresamente prevé el Art. 812 LEC la iniciación mediante
soportes electrónicos.

280
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

En todo caso lo que se vuelve a percibir en este ámbito es la


desconfianza que muestran los tribunales en cuanto a los soportes
electrónicos. Si bien es cierto que todavía no existe (como no puede ser de otro
modo) jurisprudencia relativa al procedimiento cambiario, sí existe en cuanto al
monitorio con iniciación mediante dichos soportes electrónicos, y el resultado,
en la mayoría de ocasiones, se traduce en una desconfianza palpable en los
tribunales de justicia.

DECIMOCUARTA

Finalizamos la presente tesis con una reflexión acerca de su propio título


“Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso”. Dichos documentos
son una realidad, y si bien en determinados ámbitos se han implantado con
mayor o menor normalidad (a modo de ejemplo los actos de trámite en los
tribunales o el ámbito de la prueba de documentos públicos electrónicos), en
otros parece que no acaban de establecerse. Nos referimos al ámbito de la
prueba privada y al de iniciación de procedimientos, en concreto, del
procedimiento monitorio.

Como se ha podido observar, en estos ámbitos frecuentemente existe


una regulación contradictoria, confusa, oscura y, lo que es más preocupante
aún, una desconfianza por parte de los tribunales. Si bien es cierto que cada
vez más esa desconfianza va mermando (prueba de ello son las resoluciones
más recientes vertidas al respecto), no lo es menos que sigue existiendo, unida
a una inseguridad jurídica derivada de la mala técnica legislativa con la cual se
ha regulado el tema.

Vivimos en una realidad de cambio constante, en la que los ciudadanos


han implantado las nuevas tecnologías en su día a día como algo normal, en la
que se ha aprobado la Ley 18/2011 por la que se pretende obtener el

281
Mª Belén Aige Mut

expediente electrónico, en la que estamos más y más cerca de obtener títulos


cambiarios electrónicos, en definitiva, en la era de las nuevas tecnologías, y la
Administración de Justicia no debe quedarse atrás sino que debe adaptarse a
las mismas. Debemos crear leyes en donde tengan encarte y solución los
nuevos problemas; y en relación a las nuevas tecnologías hay que tener en
cuenta que siempre van a cambiar mucho más rápido que el proceso
legislativo, por lo que debemos adoptar las leyes con neutralidad tecnológica y
reglas de proporcionalidad para cada caso concreto.

282
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

283
Mª Belén Aige Mut

RELACIÓN DE JURISPRUDENCIA ESTUDIADA

a) Resoluciones del Tribunal Constitucional:

- STC de 22 de julio de 2004.

b) Resoluciones del Tribunal Supremo:

- STS de 8 de octubre de 1902.


- STS de 25 de marzo de 1915.
- STS de 21 de febrero de 1917.
- STS de 28 de junio de 1940.
- STS de 30 de noviembre de 1981.
- STS de 5 de julio de 1984.
- STS de 5 de febrero de 1988.
- STS de 27 de diciembre de 1990.
- STS de 28 de diciembre de 1990.
- STS de 16 de enero de 1992.
- STS de 30 de noviembre de 1992.
- STS de 24 de marzo de 1994.
- STS de 3 de noviembre de 1997.
- STS de 10 de julio de 2009.
- STS de 30 de diciembre de 2009.
- STS de 15 de julio de 2010.
- STS de 23 de diciembre de 2010.
- STS de 22 de junio de 2011.
- STS de 22 de febrero de 2012.
- STS de 29 de marzo de 2012.

284
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

- STS de 5 de diciembre de 2012.


- STS de 13 de junio de 2013.

c) Resoluciones de los Tribunales Superiores de Justicia:

- Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y la Mancha


(sala de lo contencioso-administrativo), de 13 de febrero de 1991.
- Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia (sala de lo
social) de 3 de mayo de 2002.
- Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Navarra (sala de lo civil
y penal), de 6 de febrero de 2006.

d) Resoluciones de las Audiencias Provinciales:

Sentencias:
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca (Sección
3ª), de 9 de noviembre de 1988.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Toledo (Sección 1ª), de 15 de
diciembre de 1999.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra (Sección 2ª), de
17 de febrero de 2000.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 9ª), de 2 de
febrero de 2001.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 18ª), de 18
de mayo de 2001.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia (Sección 11ª), de 6
de mayo de 2002.

285
Mª Belén Aige Mut

- Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla (Sección 6ª), de 30 de


septiembre de 2002.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Oviedo (Sección 6ª), de 28 de
octubre de 2002.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza (Sección 5ª), de 13
de febrero de 2004.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla (Sección 2ª), de 14 de
abril de 2004.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 16ª), de 9
de junio de 2004.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga (Sección 6ª), de 14 de
julio de 2005.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 14ª), de 20
de diciembre de 2005.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Las Palmas (Sección 3ª), de
13 de enero de 2006.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 11ª), de 12
de mayo de 2006.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife
(Sección 3ª), de 23 de junio de 2006.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 13ª), de 2
de mayo de 2007.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia (Sección 7ª), de 25
de julio de 2007.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Cádiz (Sección 2ª), de 25 de
febrero de 2008.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla (Sección 6ª), de 13 de
marzo de 2008.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña (Sección 4ª), de 10
de julio de 2008.

286
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

- Sentencia de la Audiencia Provincial de Girona (Sección 2ª), de 15 de


julio de 2009.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga (Sección 4ª), de 8 de
marzo de 2010.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 1ª), de 13
de julio de 2010.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza (Sección 4ª), de 22
de octubre de 2010.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de La Coruña (Sección 4ª), de 28
de abril de 2011.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia (Sección 9ª), de 24
de enero de 2012.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 25ª), de 31
de mayo de 2013.
- Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 13ª), de 5
de junio de 2013.

Autos:
- Auto de la Audiencia Provincial de Jaén (Sección 2ª), de 10 de
septiembre de 2003.
- Auto de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 17ª), de 30 de
mayo de 2007.
- Auto de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 14ª), de 12 de
diciembre de 2007.
- Auto de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 10ª), de 21 de
febrero de 2008.
- Auto de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife (Sección
4ª), de 30 de junio de 2008.
- Auto de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 25ª), de 16 de julio
de 2008.

287
Mª Belén Aige Mut

- Auto de la Audiencia Provincial de Alicante (Sección 5ª), de 11 de


septiembre de 2008.
- Auto de la Audiencia Provincial de Madrid (Sección 12ª), de 23 de
junio de 2010.
- Auto de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife (Sección
1ª), de 29 de noviembre de 2010.
- Auto de la Audiencia Provincial de Barcelona (Sección 16ª), de 14 de
enero de 2011.

e) Resoluciones de otros Tribunales:

- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n. º 1 de Bilbao, de 30 de


diciembre de 2005.
- Sentencia del Juzgado de Primera Instancia n.º 55 de Barcelona, de
10 de noviembre de 2008.
- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao, de 24 de
febrero de 2012.
- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao, de 12 de marzo
de 2012.
- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao, de 15 de
febrero de 2013.
- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n.º 1 de Bilbao, de 26 de abril
de 2013.
- Sentencia del Juzgado de lo Mercantil n.º 2 de Bilbao, de 7 de mayo
de 2013.

288
Los documentos electrónicos en el ámbito del proceso

f) Resoluciones de la Dirección General de Registros y Notariado:

- Resolución de la Dirección General de Registros y Notariado, de 18


de enero de 2006.
- Resolución de la Dirección General de Registros y Notariado, de 31
de mayo de 2006.
- Resolución de la Dirección General de Registros y Notariado, de 31
de mayo de 2006.
- Resolución de la Dirección General de Registros y Notariado, de 4 de
junio de 2007.
- Resolución de la Dirección General de Registros y Notariados, de 4
de febrero de 2008.

g) Resoluciones de la Dirección General de Tributos:

- Resolución de la Dirección General Tributos, de 30 de abril de 2004.

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Mª Belén Aige Mut

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