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CUARESMA 2019:

CAMINO DE
SANTIDAD

“Notas para el
camino de la vida
fraterna”

INTRODUCCIÓN

Los diálogos cuaresmales de este año giran en torno a tres valores: la conversión personal,
por ser la tónica espiritual de este tiempo litúrgico; la urgencia de la santidad, por la
Exhortación del Papa Francisco (Gaudete et Exultate); y la sensibilización a la
fraternidad, por ser el valor que perseguimos en la fase pastoral de nuestro Plan.

Somos conscientes de que el llamado de Dios a la santidad pasa necesariamente por


obediencia a la voluntad divina y por la caridad fraterna. Y la Cuaresma es el tiempo
propicio para la conversión a Dios y al prójimo, bajo el modelo de Jesús y bajo la fuerza
del Espíritu.
Es un camino personal y comunitario en el que todos nos damos la mano para reanimar
nuestra fe, revitalizar nuestra esperanza y apuntalar la caridad.

De la mano del documento del Papa Francisco pondremos especial relieve en las notas de
la santidad ordinaria que nos presenta en el capítulo IV (NOTAS DE LA SANTIDAD EN
EL MUNDO ACTUAL), aplicadas tanto a la santidad fraterna que, en esta fase pastoral,
nos pide el Plan; como también a la santidad social que estamos llamados a construir en
nuestro país, tan aquejado por la corrupción y la violencia.

La temática de esta Cuaresma ha sido acordada en el Consejo presbiteral, con la


aprobación del Obispo. Han sido diseñadas a manera de Diálogos ―como es ya nuestra
costumbre― para ser aplicadas en los sectores parroquiales, con la participación de todos
y todas, bajo la guía de animadores laicos y laicas, y el respaldo doctrinal de los
sacerdotes.

Los contenidos temáticos bien pueden alimentar las homilías dominicales y los retiros
espirituales que en este tiempo cuaresmal solemos organizar.
Que Dios bendiga nuestros afanes.

P. Francisco Xavier Rodríguez T.


Coordinador del Departamento de Formación de Agentes

Saltillo, Coah., a 15 de febrero de 2019


SUGERENCIAS METODOLÓGICAS

Los diálogos cuaresmales procuran privilegiar el marco comunitario. Por ello, están elaborados para
que, en la medida de lo posible, se impartan en los Sectores (casas integradas a la vida del Sector),
precisamente porque se favorece el encuentro y el desarrollo de la vida comunitaria.

Es recomendable que el equipo organizador haya participado en la capacitación correspondiente, y
además, reflexione y profundice el tema por lo menos un día antes, para poder interiorizar mejor el
contenido y para mayor dominio del mismo.

Es muy importante crear un ambiente agradable en la reunión. Esto incluye: organizar el lugar,
colocar las sillas, si es posible de forma circular o semicircular, de modo que puedan verse las caras y
sentirse más en familia.

En cada reflexión dar la bienvenida a los participantes.

Asegurarse de que todos y todas participen, evitando que algunas personas acaparen la conversación
y que otras se queden al margen.

Al inicio de cada tema, es conveniente retomar el tema tratado en la reunión anterior y los
compromisos asumidos en éste.

Al terminar el cuarto tema, se hará una motivación al grupo de participantes para llevar algo que
compartir el quinto día, que culmina con un convivio.

ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA



Señor, tú lo dijiste: “donde dos o más se reúnan en mi nombre,
allí estoy yo, en medio de ellos”…
Ven ahora a nuestro encuentro,
que te sintamos presente en nuestra reunión, y sintiéndote así,
podamos aceptarnos mutuamente y escucharnos con respeto
favoreciendo un diálogo abierto y sincero entre nosotros.

Que en esta Cuaresma demos un paso adelante en el camino de la santidad.
Líbranos de las tentaciones que nos alejan de ti,
y ayúdanos a desarrollar las virtudes
que nuestro mundo necesita para vivir la fraternidad.

Que seamos capaces de ser tus testigos en medio de la contradicción y la violencia.
Que sepamos poner alegría en medio del desánimo.
Que seamos audaces donde exista comodidad y cobardía.
Y ante la cerrazón y la indiferencia, apostemos siempre por el encuentro,
por la mansedumbre y la alegría compartida.
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Primer diálogo:
LA SANTIDAD EMPIEZA ELIGIENDO A DIOS POR ENCIMA DE TI


Objetivo: Mostrar que el camino de la santidad ―a la cual todos los bautizados estamos llamados―
comienza por darle a Dios el lugar que merece en nuestra vida.

Materiales a preparar
Revistas o periódicos. Tijeras para recortar. Resistol para pegar imágenes. Cartulinas (las necesarias)
para trabajar en pequeños grupos de 5 o 6 personas.

Ambientación: Poner un letrero con el tema de este día y debajo el siguiente dibujo.



El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y la imagen como
signo de adoración a Dios y reconocimiento de su grandeza.

ORACIÓN INICIAL

INTRODUCCIÓN
Ceder el asiento a una persona es señal de cortesía; ceder la palabra a otra persona es señal de
respeto; ceder en una discusión agria es señal de prudencia. En estos casos, ceder no es un acto de
cobardía, sino una muestra de buena voluntad. Hay asuntos en los que no debemos ceder ni un
milímetro porque hay cosas que no son negociables, por ejemplo traicionar nuestra fe a cambio de
un favor recibido, o hacerse rico con el dinero sucio.
Ceder el puesto es un acto de humildad, es el reconocimiento del valor de los demás. Decía Jesús:
«Cuando te inviten, ve y ocupa el último puesto. Así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo,
acércate más. Y quedarás honrado en presencia de todos los invitados» (Lc 14,10).

En esta primera reflexión cuaresmal nos preguntamos: ¿Cuál es el lugar de Dios? ¿Qué lugar ocupa
en mi vida? ¿Cómo darle el puesto que merece?


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UNA MIRADA A LA REALIDAD


― ¿qué entendemos cuando decimos que sólo Dios es Dios?
― ¿de cuántas maneras el mundo nos invita a darle la espalda a Dios?

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS:
Mateo 4, 1-11: “Al Señor tu Dios adorarás”

«Entonces Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo. Hizo un
ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre. Se acercó el Tentador y le dijo: —Si
eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él contestó: —Está escrito: No sólo de pan
vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Luego el Diablo se lo llevó a la Ciudad
Santa, lo colocó en la parte más alta del templo y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues está
escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles sobre ti; te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece
en la piedra. Jesús respondió: —También está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios. De nuevo
se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor,
y le dijo: —Todo esto te lo daré si te postras para adorarme. Entonces Jesús le replicó: — ¡Aléjate,
Satanás! Que está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él sólo darás culto. De inmediato lo dejó el
Diablo y unos ángeles vinieron a servirle». Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La triple tentación que el demonio le plantea a Jesús se reduce a esto: “¡Colócate en el centro y pon
a Dios a tu servicio! ¡Date tu paquete y pon a prueba a tu Dios! ¡Demuéstrale al mundo quién
manda!”. Exactamente las mismas tentaciones que hoy el mundo ―la gente, la propaganda, el
ambiente― nos presenta cada día.
La postura de Jesús es muy firme: “¡Sólo su Palabra manda!”; “¡No pongas a prueba a tu Creador!”,
“¡El Señor es Dios y sólo él merece la totalidad del corazón!” Todo es relativo, sólo Dios es adorable.
Sólo Dios es Dios. Esta es la lección que nos da nuestro Señor. Esta convicción marcó toda su vida y
fue la razón de su muerte en cruz.
Desde los doce años, Jesús sostiene: “debo ocuparme de las cosas de mi Padre” (Lucas 2, 49). Su
misión no es otra cosa que “hacer la voluntad de mi Padre” (Juan 6,38). Tan urgente es su fidelidad
que su “alimento es hacer la voluntad del Padre” (Juan 4,34). En Getsemaní declara: “que no se haga
lo que yo diga, sino lo que quieras tú” (Lucas 22,42). En la cruz sella su misión con estas palabras:
“Todo está cumplido” (Juan 19,30), es decir, todo lo que tú quisiste, lo he llevado a cabo. Nada quedó
incompleto.

APLICACIÓN A LA VIDA

1. Él es Dios. Jesús mostró con palabra y obras la soberanía de su Padre, y le dio el lugar que
merece. Cada día hemos de tomar conciencia de que Dios es Dios. Existe desde siempre y vive
para siempre. Eterno en su amor. De infinita sabiduría. De incasable misericordia.
Omnipotente y justo. Santo y fuente de santidad. Lo domina todo, nada escapa a su mirada,
nos tiene en la palma de su mano. “En él vivimos, nos movemos y existimos”. El aliento de su
boca marca el ritmo de nuestro corazón. El viento y el mar le obedecen. Los pájaros se
alimentan de su mano. Viste con singular belleza los lirios del campo. Ante sus ojos valemos
más que las aves y los lirios.
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2. Y nosotros, sus creaturas. Él es Creador, y nosotros sus creaturas. Él es dueño, y nosotros
ovejas de su rebaño. Él es Padre, y nosotros sus hijos. Él es Eterno, y nosotros estamos sujetos
a la muerte. Él es Infinito, y nosotros bastante limitados. Él es amor, y nosotros hambrientos
de amor. Él es Justicia, y nosotros inseminados de corrupción. Y nosotros, pecadores,
proclamamos. “¡Eterna es su misericordia!”

3. Adorarlo es nuestro fin. Adorar a Dios es darle su lugar. Es reconocer que, sin Él, todo es
soledad y muerte. Y que sólo Él debe ser amado con toda la mente, con toda el alma, con
todas las fuerzas. Reconocer a Dios como Dios nos lleva a rendirle el homenaje que merece.
Hay formas concretas de mostrar nuestra sumisión a Dios.

4. Escuchar su Palabra, ya que “no sólo de pan vive el hombre, sino ante todo de la Palabra que
sale de su boca” (Mateo 4,4).

5. Orar sin cesar, ya que es la señal clara de nuestra dependencia de su Amor y de su Providencia.

6. Celebrar la Eucaristía, ya que es el “memorial” de la pasión de su Hijo, que nos congrega al
pie de la cruz y en torno a la mesa del amor.

7. Amar al prójimo, ya que es hermano nacido del mismo Amor y destinado al mismo fin.

8. Perdonar las ofensas, ya que nadie puede arrebatarle a Dios su derecho a juzgar y a darle a
cada quien según sus obras. La forma como Dios hace justicia se llama misericordia.

PREGUNTAS PARA EL COMPROMISO
― ¿cómo darle a Dios el lugar que merece en nuestra vida personal y familiar?
― ¿cómo fortalecer nuestra identidad de hijos de Dios en la vida parroquial?

ACTIVIDAD DEL DÍA
Hacer un “collage”, representando gráficamente los caminos de la adoración y el servicio a Dios, y,
por otro lado, los actos humanos que manifiestan el olvido o desprecio de Dios.

GESTO
Nos colocamos en círculo y ponemos en el centro las cartulinas que hicimos. Decimos en voz alta:

- Colocando la mano izquierda en el corazón: Señor y Dios nuestro, perdona las ocasiones en
que no hemos sabido vencer las tentaciones de no reconocer tu soberanía permitiendo que el
orgullo nos domine.

- Levantando la mano derecha: Señor y Dios nuestro, queremos comprometernos en un servicio
generoso a tu voluntad, con la certeza de que Tú eres la fuente de toda santidad y justicia.



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ORACIÓN. Decimos todos juntos:



Señor, como tú quieras, debe sucederme,
y como tú quieras, así quiero caminar,
ayúdame sólo a comprender tu voluntad.
Señor, cuando tú quieras, entonces es el momento,
y cuando tú quieras, estoy preparado,
hoy y en toda la eternidad.
Señor, lo que tú quieras, eso lo acepto,
y lo que tú quieras, es para mí ganancia,
basta con que yo sea tuyo.
Señor, porque tú lo quieres, por eso es bueno,
y porque tú lo quieres, por eso tengo valor,
mi corazón descansa en tus manos.
Beato Rupert Meyer



LECTURA COMPLEMENTARIA: Gaudete et exsultate n. 15.

«Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto
a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza
del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu
vida (cf. Ga 5,22-23). Cuando sientas la tentación de enredarte en tu debilidad, levanta los ojos al
Crucificado y dile: « Señor, yo soy un pobrecillo, pero tú puedes realizar el milagro de hacerme un
poco mejor ». En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para
crecer hacia la santidad. El Señor la ha llenado de dones con la Palabra, los sacramentos, los
santuarios, la vida de las comunidades, el testimonio de sus santos, y una múltiple belleza que
procede del amor del Señor, « como novia que se adorna con sus joyas » (Is 61,10)».















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Segundo diálogo:
SUPERANDO LA HERENCIA DE CAÍN

Objetivo:Mostrar que el modelo de vida que hoy nos presenta el mundo es la cara opuesta de la
fraternidad, puesto que está montado sobre la herencia de Caín: el individualismo, el orgullo y la
ambición.

Ambientación: Poner un letrero con el tema de este día y debajo el siguiente dibujo.




El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y la imagen como
signo de hermandad y compromiso de construir la fraternidad.

ORACIÓN INICIAL

INTRODUCCIÓN
Cuando Dios le preguntó a Caín por la suerte de su hermano Abel, le dio una respuesta insolente:
“¿Quién es mi hermano?”, en otras palabras “No sé ni me importa. Si hoy en día la fraternidad se
encuentra hecha pedazos, no es porque el ser humano haya nacido para ser “lobo para el hombre”,
sino por la inclinación malévola con la que el demonio, en su malicia, marcó la naturaleza humana
con el pecado. Esta condición pecaminosa se ha multiplicado produciendo una tendencia social y
cultural que ha hecho pedazos la fraternidad.
Los hechos son crueles y evidentes: corrupción política, desigualdad económica, injusticia social,
violencia y criminalidad, epidemias y hambre, guerras y genocidios, discriminación y miseria.
Los rostros de Cristo doliente se han multiplicado en nuestro país: rostros de migrantes maltratados,
de campesinos despojados, de trabajadores explotados, de adictos de todo género, de mujeres
discriminadas, de niños abandonados, de jóvenes sin futuro.
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UNA MIRADA A LA REALIDAD
― ¿qué rostros dolientes vemos en nuestro entorno inmediato?
― ¿Se puede ser santo sin ocuparse por un cambio social?

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS
El amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios (Santiago 4, 1- 10).

¿De dónde nacen las peleas y las guerras, sino de los malos deseos que siempre están luchando en su
interior? Ustedes quieren algo y si no lo obtienen asesinan; envidian, y si no lo consiguen, pelean y
luchan. No tienen porque no piden. O, si piden, no lo obtienen porque piden mal, porque lo quieren
para gastarlo en sus placeres. ¡Adúlteros! ¿No saben que ser amigo del mundo es ser enemigo de
Dios?, por tanto, quien quiera ser amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios. Por algo dice la
Escritura: Dios quiere celosamente a nuestro espíritu; y en hacer favores nadie le gana. Por eso dice:
Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Sométanse a Dios. Resistan al Diablo y huirá
de ustedes; acérquense a Dios, y se acercará a ustedes. Purifiquen sus manos, pecadores, y santifiquen
sus conciencias, indecisos. Reconozcan su miseria, hagan duelo y lloren. Que su risa se convierta en
llanto y su gozo en tristeza. Humíllense delante del Señor y él los levantará.

PREGUNTAS
― ¿Por qué se fractura el amor entre nosotros?
― ¿Qué consecuencias acarrea para nuestra vida?

REFLEXIÓN

La respuesta del apóstol Santiago
Muchos de los problemas que afectan a las comunidades vienen de afuera, pero en este caso, a
Santiago le preocupan los que nacen de adentro: hay hermanos que están dejando crecer malos
deseos en sus corazones: ambición, codicia y violencia.
La herencia de Caín (ambición, codicia y violencia) parece estar echando raíces en las comunidades
cristianas (Gn 4,1-15). Y la oración, que es una buena posibilidad para vencer los malos deseos,
también está manipulada por intereses egoístas, por ello Dios no escucha. La expresión «adúlteros»
se refiere a la infidelidad y traición a los criterios de Cristo. El mundo simboliza los proyectos humanos
o sociales basados en la injusticia. El proyecto de Dios, en cambio, está simbolizado en el sueño de la
tierra prometida y en su reinado.

Coraje para enfrentar el mal que hay en nosotros
El discípulo enamorado de Cristo se apasiona por crear las condiciones para establecer la justicia y la
paz que hacen posible el vernos y tratarnos como hermanos. El católico no puede ni debe
permanecer indiferente ante lo que se opone a la voluntad de Dios y a lo que lesiona la dignidad
humana.
Hay una palabra en el Nuevo Testamento que indica la actitud ante el pecado social: “parresía”, una
palabra de origen griego que significa coraje, audacia, osadía, valentía. Todo lo contrario del miedo y
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la cobardía. Es una actitud que refleja la postura de Jesús frente a la corrupción, es decir, frente a la
voluntad diabólica de corromper al hombre y las relaciones humanas.
Esta audacia comienza por atreverse a quitar lo que nos mancha por dentro, todo lo que le hace el
juego al mundo y que a veces queremos disfrazar con intenciones piadosas (cfr. Marcos 7, 14-23).

Fervor frente a la tibieza y la apatía
El Papa Francisco se quejaba de que hubiera tanta corrupción en un país tan católico como el nuestro:
¡dónde está el testimonio! Tal vez nos hemos acostumbrado a ser católicos de corazón adormecido y
anestesiado. «La costumbre nos seduce y nos dice que no tiene sentido tratar de cambiar algo, que
no podemos hacer nada frente a esta situación, que siempre ha sido así y que, sin embargo,
sobrevivimos. A causa de ese acostumbrarnos ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las
cosas «sean lo que son», o lo que algunos han decidido que sean. Pero dejemos que el Señor venga a
despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia. Desafiemos la
costumbre, abramos bien los ojos y los oídos, y sobre todo el corazón, para dejarnos descolocar por lo
que sucede a nuestro alrededor y por el grito de la Palabra viva y eficaz del Resucitado» (G.E. 137).

Audacia para salir al encuentro de los demás
«Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá
de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida
y donde los seres humanos, por debajo de la apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen
buscando la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida. ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo!
Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia
(cf. Flp 2,6-8; Jn 1,14). Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, él ya
estará allí. Jesús nos primerea (se adelanta) en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en
su vida oprimida, en su alma oscurecida. Él ya está allí» (G.E. 135).

Sin oración nos hay paz ni fraternidad
Recomponer el tejido roto de la convivencia es una ardua tarea. Requiere voluntad de reconciliarse y
acciones sostenidas de amor y de perdón, de diálogo, de mirarse a la cara, de salir de las propias
trincheras de orgullo. Pero no basta la buena voluntad. Es preciso pedir, pedir y pedir. Rogar a Dios la
gracia de alcanzar la fraternidad. Sin fraternidad no hay santidad.
«Entonces, me atrevo a preguntarte: ¿Hay momentos en los que te pones en su presencia en
silencio, permaneces con él sin prisas, y te dejas mirar por él? ¿Dejas que su fuego inflame tu
corazón? Si no le permites que él alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y
así ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus palabras? Y si ante el
rostro de Cristo todavía no logras dejarte sanar y transformar, entonces penetra en las entrañas del
Señor, entra en sus llagas, porque allí tiene su sede la misericordia divina» (G.E. 151).

PREGUNTAS PARA EL COMPROMISO
― ¿Qué sería la audacia sin la oración, o bien, la oración sin audacia?
― ¿A la pregunta de Dios: dónde está tu hermano, cuál sería nuestra respuesta hoy en día?



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GESTO
Encendemos una vela y colocamos un salero en la mesa para simbolizar que Cristo nos ha destinado
a ser luz del mundo y sal de la tierra, dejando atrás la herencia de Caín y colaborando para hacer un
mundo más humano y fraterno.

A cada invocación, respondemos diciendo:
Abre, Señor nuestra boca.
─ Para anunciar con valentía tu Palabra.
─ Para denunciar toda clase de injusticias.
Abre Señor nuestros oídos.
─ Para escuchar al triste y desanimado
_ Para escuchar tu voz en medio de las voces del mundo
Abre Señor nuestros ojos
─ Para mirar las maravillas de la creación
─ Para mirar tu rostro en mis hermanos
(tocando las manos de las personas que están cerca de mi) Abre Señor nuestras manos
─ Para sanar las heridas al que sufre
_ Para llevar el consuelo del abrazo a quien más lo necesita

ORACIÓN. Decimos juntos:
Padre, que estás en los cielos,
Que santifiquemos tu nombre
apreciando tu imagen en el hermano que está a nuestro lado,
Que colaboremos en la venida de tu Reino
Contrarrestando la injusticia y la maldad que hay alrededor de nosotros
Que se haga tu voluntad
Fortaleciendo nuestras voluntades con la audacia y la alegría que nos da tu Santo Espíritu.
Que nuestra tierra alcance el cielo por la oración de cada día. Amén.

LECTURA COMPLEMENTARIA: Gaudete et exsultate n. 33.

En la medida en que se santifica, cada cristiano se vuelve más fecundo para el mundo. Los Obispos
de África occidental nos enseñaron: «Estamos siendo llamados, en el espíritu de la nueva
evangelización, a ser evangelizados y a evangelizar a través del empoderamiento de todos los
bautizados para que asumáis vuestros roles como sal de la tierra y luz del mundo donde quiera que
os encontréis»


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Tercer diálogo:
APRENDE DE JESÚS LAS VIRTUDES DE LA FORTALEZA, PACIENCIA Y
MANSEDUMBRE

Objetivo: El camino de la santidad comunitaria ―como nos la mostrado Jesús― exige superar la
tentación de la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita, y aprender de Él las
virtudes de la fortaleza ante la adversidad, la paciencia y la mansedumbre que le dan a la vida el color
de la alegría.

Ambientación: Poner un letrero con el tema de este día y debajo el siguiente dibujo.



El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y la imagen, que nos
recuerda detenernos ante la violencia y la ansiedad que nos domina.

ORACIÓN INICIAL

INTRODUCCIÓN
Es un hecho que nuestro mundo se vuelve cada día más agresivo, violento, intolerante y nervioso.
Basta leer o escuchar los noticieros cada mañana o las conversaciones callejeras para registrar en
nuestra mente los sucesos más extraños que hablan de nuevas formas de hacer daño, de atropellar
al prójimo y salirse con la suya.
Cada día aparecen nuevas formas de ansiedad que saturan los hospitales y los consultorios
psiquiátricos, que aumentan la demanda de medicamentos “milagrosos”, y hacen aparecer por todas
partes los charlatanes que lucran con la desesperación nerviosa de la gente.

UNA MIRADA A LA REALIDAD
Al interior de nuestras comunidades también nos quejamos de atropellos, de no ser tomados en
cuenta, de actitudes humillantes, de palabras insolentes, de gestos amenazadores que lastiman la
dignidad y fragmentan la vida comunitaria.
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Podrían mencionar ustedes algunas situaciones concretas?, ¿cómo nos sentimos cuando eso sucede?

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS
Mateo 10, 25-30: “Aprendan de mi”
«En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: — ¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque,
ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla! [26] Sí, Padre,
ésa ha sido tu elección. [27] Todo me lo ha encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo sino el Padre;
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo decida revelárselo. [28] Acudan a mí, los que
andan cansados y agobiados, y yo los aliviaré. [29]Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy
tolerante y humilde de corazón, y se sentirán aliviados. [30] Porque mi yugo es suave y mi carga es
ligera».

REFLEXIÓN
• La ansiedad nerviosa y violenta de nuestro tiempo se cuela fácilmente en nuestro corazón y
en la vida de nuestras comunidades. ¿Cuáles son sus manifestaciones? El Papa Francisco
menciona las siguientes: la difamación y la calumnia; la mala costumbre de comentar y
lamentar los errores ajenos o andar echando culpas; mirar desde arriba para criticar, juzgar y
condenar; buscar la seguridad en el éxito, las posesiones, el prestigio (ver G.E. 115-117).
• ¿Cuáles son las raíces de esto? la vanidad que infla la percepción de nosotros mismo, la
búsqueda de seguridad y el vacío interior.
• ¿Cuáles son las consecuencias?: Con tales actitudes, en vez de fomentar la comunión y la
concordia fraterna, de este modo nos sumamos a la violencia social, al maltrato de la dignidad,
a la dispersión y debilitamiento del tejido comunitario.

En esta Cuaresma, el Señor Jesús nos invita a situarnos como él en la presencia de Dios que nos ama
y que sostiene. Darle a Dios el lugar que le corresponde en nuestras vidas, dejar a Dios ser Dios, es
decir, elegir a Dios por encima de ti ―como ayer reflexionamos―, nos da «esa firmeza interior que
hace posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones
de los demás, sus infidelidades y defectos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»
(Rm 8,31). (cfr. G.E. 112).

Ante la ansiedad y la desesperación que roban la paz, es preciso trabajar y pedir las virtudes de la
fortaleza, paciencia y mansedumbre.
a. La firmeza interior, la resistencia, el aguante y la fortaleza siempre van de la mano. Esta
cadena de valores «es obra de la gracia, que nos preserva de dejarnos arrastrar por la
violencia que invade la vida social, porque la gracia aplaca la vanidad y hace posible la
mansedumbre del corazón. El santo no gasta sus energías lamentando los errores ajenos, es
capaz de hacer silencio ante los defectos de sus hermanos y evita la violencia verbal que arrasa
y maltrata, porque no se cree digno de ser duro con los demás, sino que los considera como
superiores a uno mismo» (cf. Flp 2,3).

b. La humildad y la sencillez van de la mano. «La humildad solamente puede arraigarse en el
corazón a través de las humillaciones. Sin ellas no hay humildad ni santidad. Si tú no eres capaz
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de soportar y ofrecer algunas humillaciones no eres humilde y no estás en el camino de la


santidad. La santidad que Dios regala a su Iglesia viene a través de la humillación de su Hijo,
ése es el camino» (cfr. G.E. 118).

c. La paciencia y la mansedumbre van de la mano. San Pablo invitaba a los romanos a no
devolver «a nadie mal por mal» (Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta»
(v.19), y a no dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21). Esta actitud
no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios «es lento para
la ira pero grande en poder» (Na 1,3). La Palabra de Dios nos reclama: «Desterrad de vosotros
la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad» (Ef 4,31) (G.E. 113). Nos dice Jesús:
“Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”.

Esta cadena de virtudes o de valores espirituales no sólo da consistencia a la vida personal, sino que,
sobre todo, dan solidez y vitalidad a las relaciones familiares y comunitarias. Nos ayudan a edificar la
Iglesia como “casa y escuela de la comunión”.

PREGUNTAS PARA EL COMPROMISO
1. ¿De qué manera la ansiedad nerviosa es obstáculo para la santidad?, ¿cuál es el daño que
produce en la persona y en la comunidad?
2. ¿por qué las virtudes de la paciencia, la humildad y la mansedumbre son poco valoradas hoy
en día? ¿Cómo diferenciarlas de la pasividad, el conformismo y la sumisión?
3. ¿Cómo sería nuestra vida comunitaria si la humildad y la mansedumbre marcaran nuestras
relaciones?

GESTO
Se dejan unos minutos de silencio y se les invita a pensar en alguna humillación que ha
experimentado en su vida. Cómo fue su reacción de momento y qué fruto dejó en su vida.
(Dependiendo del tiempo, se puede compartir en parejas o en grupo).

Al terminar, se ponen de pie y todos dicen en voz alta: “APRENDAN DE MÍ QUE SOY MANSO Y
HUMILDE DE CORAZÓN”, y se dan un abrazo.


ORACIÓN. Decimos todos juntos:

Mi corazón es pobre, Señor,
yo me siento de barro;
soy como arcilla abandonada
que espera las manos del alfarero.
Pon Tus manos, Señor,
Tu corazón, en mi miseria,
y llena el fondo de mi vida
de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
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Quisiera decirte lo que eres para mí:


tú eres mi Dios, tú eres mi Padre,
tú me quieres.
Te estoy llamando todo el día.
Concede alegría a quien
quiere ser tu amigo,
que mi confianza
la he puesto en ti.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.


LECTURA COMPLEMENTARIA: Gaudete et exsultate n. 119-120.

No me refiero solo a las situaciones crudas de martirio, sino a las humillaciones cotidianas de aquellos
que callan para salvar a su familia, o evitan hablar bien de sí mismos y prefieren exaltar a otros en
lugar de gloriarse, eligen las tareas menos brillantes, e incluso a veces prefieren soportar algo injusto
para ofrecerlo al Señor: «En cambio, que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia
de parte de Dios» (1 P 2,20). No es caminar con la cabeza baja, hablar poco o escapar de la sociedad.
A veces, precisamente porque está liberado del egocentrismo, alguien puede atreverse a discutir
amablemente, a reclamar justicia o a defender a los débiles ante los poderosos, aunque eso le traiga
consecuencias negativas para su imagen.

No digo que la humillación sea algo agradable, porque eso sería masoquismo, sino que se trata de un
camino para imitar a Jesús y crecer en la unión con él. Esto no se entiende naturalmente y el mundo
se burla de semejante propuesta. Es una gracia que necesitamos suplicar: «Señor, cuando lleguen las
humillaciones, ayúdame a sentir que estoy detrás de ti, en tu camino».


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Cuarto diálogo:
LA COMUNIDAD, ESCUELA DE LA FRATERNIDAD

Objetivo: Mostrar que la única escuela donde se aprende a vivir como hermanos es la comunidad, que
“la santificación es un camino comunitario, de dos en dos” (G.E 141).

Ambientación: Poner un letrero con el tema de este día y debajo el siguiente dibujo.

ORACIÓN INICIAL

INTRODUCCIÓN
Los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, fuimos diseñados para vivir en relación.
No somos “cajas fuertes” herméticamente selladas, ni esferas sin puertas ni ventanas. Se nos dio boca
para hablar, corazón para amar, manos para servir, pies para encaminarnos a los demás, ojos para
contemplar, oídos para escuchar, brazos para abrazar y un alma que pide a gritos conectarse con
Dios.

La vocación de todo ser humano es ser-con y ser-para los demás. En esto consiste ser persona y en
esto nos distinguimos de los animales. Los poros de la piel son el símbolo de los poros del corazón
que nos permiten respirar la dignidad propia y valorar la dignidad ajena. Si los poros se cierran nos
asfixiamos de egoísmo.

UNA MIRADA A LA REALIDAD


Los señalamientos viales nos dicen “Mantenga su distancia”; en cambio, el evangelio nos ordena
“Mantenga la cercanía”.
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• ¿Cómo vive nuestra sociedad?


• ¿De quienes me mantengo alejado/a?

ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS
Tenían un solo corazón y una sola alma (Hechos 4, 32-35)
« La multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. No llamaban propia a ninguna
de sus posesiones, antes lo tenían todo en común. Con gran energía daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús y eran muy estimados. Entre ellos no había indigentes, pues los que
poseían campos o casas los vendían, llevaban el precio de la venta y lo depositaban a los pies de los
apóstoles. A cada uno se le repartía según su necesidad».

Preguntas
― ¿Qué te llama la atención en este texto que hemos escuchado?
― ¿A qué crees que se debía esta manera de vivir?
― ¿Es así como vive nuestra sociedad?

REFLEXIÓN
La resurrección de Cristo vence la muerte y resucita la vida, vence la soledad y crea comunión, vence
el aislamiento y crea comunidad, porque «la comunidad está llamada a crear ese «espacio teologal
en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado»[105]. Compartir la Palabra
y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y
misionera» (G.E. 142).

La Trinidad, modelo de vida comunitaria

Los cristianos tenemos dos modelos para nuestra vida: La Santísima Trinidad y Nuestro Señor
Jesucristo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, a cuya imagen fuimos creados, viven en una perfecta y
amorosa relación, sin contratiempos, sin reservas y sin cartas ocultas. Decía Jesús: El Padre y yo somos
uno. Y también: “Cuando venga el Espíritu que les enviaré les comunicará de lo mío”. Dios es el autor
y el modelo de una vida en comunión. Origen y modelo de toda comunidad auténtica.

Jesús, modelo de fraternidad
El otro modelo de vida es Jesucristo: toda su vida fue un darse a los demás sin reservas. Darse a su
Padre en la oración (“Pasaba noches enteras en oración”), darse a sus discípulos sin medida (“Yo les
he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre”), darse a los pobres, a los enfermos y necesitados
en el amor misericordioso (“Yo no he venido a ser servido sino a servir”).
Jesús es modelo de una vida en comunión. Se involucró con su pueblo, eligió colaboradores, se dejó
lavar los pies, aceptó gustoso la hospitalidad de los amigos, experimentó el gozo de la amistad y
adiestró a sus discípulos a vivir en comunidad. Jamás se arrinconó en la estrechez del corazón, o de
una vida cómoda o de una zona de confort donde pasar la vida sin problemas.
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Donde hay comunión nace la comunidad.


El mundo nos lleva por otro camino: el individualismo feroz, el aislamiento enfermizo, las zonas de
confort desde donde se mira el desfile de la vida sin comprometerse, la tumba donde se pudre una
vida son sentido. El mundo nos impone el lenguaje del “yo-para mí-conmigo”.
En cambio, el lenguaje del evangelio es la fraternidad y la única escuela de la fraternidad es la
comunidad. En la comunidad aprendemos a amar y a servir, a dialogar y a perdonar, a respetar y
comprender, a compartir y a convivir, a compadecernos y a sanar las heridas, en una palabra, a ser-
con y a ser-para los demás.

Los detalles de la vida fraterna
Esta vida en comunión ―como dice el Papa Francisco― se construye a base de pequeños detalles.
«Recordemos cómo Jesús invitaba a sus discípulos a prestar atención a los detalles. El pequeño detalle
de que se estaba acabando el vino en una fiesta. El pequeño detalle de que faltaba una oveja. El
pequeño detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas. El pequeño detalle de tener aceite de
repuesto para las lámparas por si el novio se demora. El pequeño detalle de pedir a sus discípulos que
vieran cuántos panes tenían. El pequeño detalle de tener un fueguito preparado y un pescado en la
parrilla mientras esperaba a los discípulos de madrugada (G.E.144).

La vida comunitaria nos educa a través de los detalles de la cortesía de la caridad: el respeto, el
reconocimiento y la valoración de nosotros mismos y de los demás. Y cuando las diferencias se
acentúan nos educa en la disculpa humilde, el perdón sincero y el compromiso de ahondar el amor.
No se vale retirarse, ni guardar resentimientos, ni abandonar la tarea por las diferencias. Somos
familia y no grupo político.

PREGUNTAS PARA EL COMPROMISO
― ¿Cuáles son los detalles que ponen de manifiesto el amor en nuestra comunidad, en nuestro
sector?
― ¿Cómo cultivar el amor en nuestras familias?
― ¿Qué actitudes debemos desterrar de entre nosotros?

GESTO
Hermanos y hermanas, celebremos nuestro propósito de crecer en la vida comunitaria.

─ (Levantando las manos, decimos): Aquí están mis manos, Señor: ayúdame a atender las necesidades
de quienes me rodean. No permitas que se conviertan en instrumentos de rechazo a los demás.
─ (Señalando nuestros ojos, decimos): Aquí están mis ojos, Señor: ayúdame a ver la necesidad donde
se encuentre. No dejes que miren para otra parte.
─ (Señalando los pies, decimos): Aquí están mis pies, Señor: ayúdame a interrumpir mi camino para ir
al encuentro de mis hermanos. No permitas que tomen el atajo de la comodidad.
─ (Tocando nuestro corazón, decimos): Aquí está mi corazón, Señor: ayúdame a mostrarme como
prójimo del que sufre. No importa de quién se trate.

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ORACIÓN. Decimos juntos:


Señor, danos el pan de cada día.
Danos el pan de tu palabra, de tu gracia y de tu misericordia.
Perdona nuestras envidias, rivalidades y discordias
como también nosotros perdonamos a quienes nos descalifican,
a quienes nos cierran las puertas o nos ven por encima del hombro.
Señor, no nos dejes caer en la tentación del individualismo, de la soledad y del aislamiento.
Líbranos del egoísmo, del orgullo y de la ambición. Amén.

LECTURA COMPLEMENTARIA: Gaudete et exsultate n. 31.
Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la
intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor
entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los momentos serán escalones en nuestro
camino de santificación.






























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Quinto diálogo:
LA SANTIDAD SE VIVE CON ALEGRÍA Y SENTIDO DEL HUMOR

Objetivo: Mostrar que la santidad comunitaria reclama del discípulo de Cristo renunciar al espíritu
apocado, tristón y de bajo perfil y, sin perder el realismo, iluminar a los demás con espíritu positivo y
esperanzado.

Ambientación: Poner un letrero con el tema de este día y debajo el siguiente dibujo.



El animador/a lee en voz alta el tema de hoy señalando el letrero con el título y la imagen que nos
recuerda que el camino de la santidad se vive con alegría, y nos invita a dibujar más sonrisas en
nuestro rostro.

ORACIÓN INICIAL

INTRODUCCIÓN
Decía San Francisco de Sales que “un santo triste es un triste santo”. Y es que la santidad no se lleva
con una vida agria, ni con un carácter avinagrado, ni con una cara triste, ni con un corazón apocado.
Cierto que todos pasamos por momentos amargos que nos afligen y entristecen, pero no podemos
hacer de la amargura y la tristeza la tónica de nuestra vida.
Vivir “arrastrando la cobija” o “cargando al muerto” sería una contradicción con la Buena Nueva que,
cuando se acoge de corazón, produce la alegría del Espíritu Santo.

«La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes
se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento» (EG
1).


UNA MIRADA A LA REALIDAD
• ¿La alegría y el buen humor es la tónica de quienes participamos en la iglesia?
• ¿Qué situaciones especialmente nos roban la alegría en nuestra vida?
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ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS


Filipenses 4, 4-9: Alégrense en el Señor.

«
Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor
está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus
peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus
corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca
elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el
Dios de paz estará con ustedes». Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
a. Lo que no es alegría. La alegría no es la carcajada superficial, ni la frívola diversión, ni el
embrutecimiento de los sentidos. Se pretende llenar el vacío interior consumiendo droga o
alcohol o comprando cosas desaforadamente. «El consumismo ―dice el Papa
Francisco»―solo empacha el corazón; puede brindar placeres ocasionales y pasajeros, pero
no gozo» (GE 128).

b. La alegría mana del corazón de Dios. Dios es amor y quien se abra a su amor experimenta
en carne propia la alegría sobrenatural de saberse acompañado, protegido, sostenido y
perdonado por encima de todo. La alegría es un don de Dios y su manantial es el Espíritu
Santo. Es una gracia que hay que pedir insistentemente y tratar de cultivar en el buen
humor, a pesar de las contrariedades. «A veces la tristeza tiene que ver con la ingratitud, con
estar tan encerrado en sí mismo que uno se vuelve incapaz de reconocer los regalos de Dios»
(GE 126).

c. La alegría se nutre de la amistad fraterna. La consecuencia de la caridad es el gozo. Esta
caridad tiene dos rostros: la amistad y la fraternidad. Jesús nos llama amigos y hermanos. En
los ambientes de iglesia nos decimos hermanos, pero poco nos decimos “amigos”. La amistad
es el espacio donde se construye la dignidad, la escuela donde aprendemos a ser personas, el
hogar donde aprendemos a amar y a perdonar, a servir y a ser servidos, a llorar y a consolar,
a hablar y a escuchar, a dar y a recibir. Sin amistad no hay fraternidad.

d. La alegría proviene del servicio a los demás. Decía un poeta hindú: “Dormía y soñaba que en
la vida todo era alegría. Desperté y descubrí que en la vida todo era servicio. Me puse a servir
y allí encontré la alegría” (R. Tagore). «El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo,
ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros. En cambio, si nos concentramos
en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría» (GE 128).
e. La alegría prevalece aún en medio de la prueba. Naturalmente que nos sentimos alegres y
contentos cuando tenemos salud, cuando nos va bien en la vida, cuando estamos en paz con
nosotros mismos y con los demás. Pero la alegría como gracia de Dios va más allá del
bienestar. Brota de un pozo más profundo que es el don del Espíritu Santo y corre
silenciosamente en nuestro interior incluso cuando pasamos por “cañadas oscuras” y
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situaciones dolorosas. Ordinariamente esto no lo entiende la gente. Cuando las cosas salen
mal, cuando te dan un diagnóstico grave, cuando pierdes el trabajo, cuando alguien habla mal
de ti, ordinariamente maldecimos, o nos deprimimos, o le reprochamos a Dios que se olvida
de nosotros. Pero, cuando ante estas situaciones que a cualquiera alterarían, mantenemos la
paz e incluso la alegría y el buen humor, sólo es explicable como fruto de la gracia, y ese
testimonio se convierte en testimonio para los demás.

PREGUNTAS PARA EL COMPROMISO
• ¿Qué puedo hacer yo para superar el mal humor en mis relaciones cotidianas?
• ¿Cómo darle a nuestra parroquia un rostro de alegría y buen humor?

GESTO
Se dejan unos minutos de silencio y se les invita a pensar en alguna experiencia bella, más,
significativa donde hayamos experimentado vivamente la mano de Dios en medio de la dificultad, o
del peligro, o del dolor, que nos llevó a mantener la paz y la alegría.

Al terminar, se ponen de pie y todos dicen en voz alta: “GRACIAS POR EL GOZO DE SER TUS HIJOS,
POR LA ALEGRÍA COMPARTIDA, Y POR EL BUEN HUMOR QUE NOS LIBERA”, y se dan un abrazo.

ORACIÓN

Dame, Señor, el don de la alegría,
que canta sin reservas,
la belleza del mundo,
la grandeza del hombre,
la bondad de su Dios.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que me una contigo,
el Dios siempre presente,
en quien todo converge y en quien todo se inspira.
Dame, Señor, el don de la alegría,
que alienta el corazón
y nos muestra un futuro
lleno de esperanza, a pesar del dolor. Amén.


LECTURA COMPLEMENTARIA: Gaudete et exsultate n. 125.

«Hay momentos duros, tiempos de cruz, pero nada puede destruir la alegría sobrenatural, que «se
adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza
personal de ser infinitamente amado, más allá de todo Es una seguridad interior, una serenidad
esperanzada que brinda una satisfacción espiritual incomprensible para los parámetros mundanos»
(GE 125).

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