Está en la página 1de 5

I. CONSTRUYE LA ESPERANZA.

Iniciamos leyendo Jr. 31, 31-34

Reflexión del texto

Este pasaje fue escrito para dar esperanza a Jerusalén cuando fue destruida por
Babilonia.

La alianza del Sinaí fue renovada varias veces con Josué, David, Josías, Nehemías,
y ahora Jeremías una nueva alianza con la ley grabada en el corazón, sellada por
el perdón de Dios y fortificada para proyectar el perdón de Dios a través del nuestro.

La primera alianza fue escrita en dos tablas de piedras. En la nueva alianza Dios
transformará el corazón de piedra en un corazón de carne, capaces de
compadecerse de los pobres y tener los sentimientos de Dios.

La Esperanza.

La palabra esperanza es un estado de ánimo en el cual se nos presenta como


posible lo que deseamos. Apunta a un ideal alcanzable, en contraste con un
idealismo o ilusión que visualiza fantasía o sueños imposibles de lograr.

La esperanza es una virtud teologal que va de la mano con la fe y el amor y siempre


mueve a la acción. Estas tres virtudes se llaman teologales porque arraigan
nuestras virtudes y facultades humanas en la naturaleza divina: nacen de Dios y
tienen como fin último a Dios.

La esperanza cristiana se centra en el fin último para el cual fuimos creados: vivir
unidos a Dios por el amor para siempre. Esto implica vivir día a día como hijos suyos.

Para meditar

Vamos a reflexionar: Estas preguntas son para ayudarte a la reflexión personal.

• ¿Qué tan desarrollada está tu capacidad de amar? Piensa en tu amor a Dios,


a ti mismo, a tu familia y a tus amigos, al prójimo y a la humanidad entera.
• ¿De qué manera contribuyes a crear la civilización del amor?
• ¿Cómo usas tu libertad? ¿Qué haces para fortificar tu voluntad?
• En resumen ¿Cómo estás construyendo la esperanza?
II. HEREDEROS DE LA ESPERANZA

Lectura inicial.

“El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de
Jesucristo, nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos
constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).

Reflexión

Papa Benedicto XVI, carta encíclica Spe Salvi, 45

Sobre este punto hay que mencionar aún un aspecto, porque es importante para
la praxis de la esperanza cristiana. El judaísmo antiguo piensa también que se
puede ayudar a los difuntos en su condición intermedia por medio de la oración (cf.
por ejemplo 2 Mc. 12,38-45: siglo I a. C.). La respectiva praxis ha sido adoptada por
los cristianos con mucha naturalidad y es común tanto en la Iglesia oriental como
en la occidental. El Oriente no conoce un sufrimiento purificador y expiatorio de las
almas en el «más allá», pero conoce ciertamente diversos grados de
bienaventuranza, como también de padecimientos en la condición intermedia. Sin
embargo, se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio
de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá,
que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros
con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción
fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una
experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los
propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también
de petición de perdón? Ahora nos podríamos hacer una pregunta más: si el «
purgatorio » es simplemente el ser purificado mediante el fuego en el encuentro con
el Señor, Juez y Salvador, ¿cómo puede intervenir una tercera persona, por más
que sea cercana a la otra? Cuando planteamos una cuestión similar, deberíamos
darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma.
Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con
otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie
se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo,
me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el
bien como en el mal. Así, mi intercesión en modo alguno es algo ajeno para el otro,
algo externo, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud
para con él, mi oración por él, puede significar una pequeña etapa de su purificación.
Y con esto no es necesario convertir el tiempo terrenal en el tiempo de Dios: en la
comunión de las almas queda superado el simple tiempo terrenal. Nunca es
demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. Así se aclara aún
más un elemento importante del concepto cristiano de esperanza. Nuestra
esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así
es realmente esperanza también para mí. Como cristianos, nunca deberíamos
preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos
preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja
también para ellos la estrella de la esperanza? Entonces habré hecho el máximo
también por mi salvación personal.

Actividad comunitaria

• Cada persona escribe dos acciones que podrían realizar en comunidad para
prepararse para la navidad.
• En comunidad realizar una lista con todas las acciones. En consenso discutir
cuales tienen mayor valor y se pueden ejecutar.
• Se pueden poner en común acciones como parroquia para realizarlo durante
el adviento.
• Luego se coloca una música instrumental y se invita a pensar en torno al
pesebre y escribir una oración ofreciéndole a Dios el esfuerzo personal para
prepararse a recibir a Jesús y ayudar a su parroquia. Esta oración se hará al
finalizar el retiro.

III. SÉ PROFETA DE ESPERANZA COMO JUAN EL BAUTISTA.

Preparen el camino del Señor (Lc 3,4)

Reflexión

Por: P. Luis María Etcheverry Boneo | Fuente: Catholic.net

La primera consigna de san Juan el Bautista es bajar los montes: todo monte y toda
colina sea humillada, sea volteada, bajada, desmoronada. Y cada uno tiene que
tomar esto con mucha seriedad y ver de qué manera y en qué forma ese orgullo -
que todos tenemos- está en la propia alma y está con mayor prestancia, para tratar
en el Adviento -con la ayuda de la gracia que hemos de pedir-, de reducirlo,
moderarlo, vencerlo, ojalá suprimirlo en cuanto sea posible, a ese orgullo que
obstaculizaría el descenso fructífero del Señor a nosotros.

En segundo lugar, Juan el Bautista nos habla de enderezar los senderos. Es la


consigna más importante: Yo soy una voz que grita en el desierto: Preparen el
camino del Señor, allanen sus senderos. Y aquí tenemos, entonces, el llamado
también obligatorio a la rectitud, es decir, a querer sincera y prácticamente sólo el
bien, sólo lo que está bien, lo que es bueno, lo que quiere Dios, lo que es conforme
con la ley de Dios o con la voluntad de Dios según nos conste de cualquier manera,
lo que significa imitarlo a Jesús y darle gusto a Él, aquello que se hace escuchando
la voz interior del Espíritu Santo y de nuestra conciencia manejada por Él.

El tercer aspecto del mensaje de san Juan el Bautista se refiere a hacer planos los
caminos abruptos, los que tienen piedras o espinas, los que punzan los pies de los
caminantes, los que impiden el camino tranquilo, sin dificultad. Y ese llamado hace
referencia a la necesidad de ser para nuestro prójimo, precisamente, camino fácil y
no obstáculo para su virtud y para su progreso espiritual: quitar de nosotros todo
aquello que molesta al prójimo, que lo escandaliza, que lo irrita o que le dificulta de
cualquier manera el poder marchar, directa o indirectamente, hacia el cielo.

El cuarto elemento del mensaje de san Juan Bautista es el de llenar toda


hondonada, todo abismo, todo vacío. Los caminos no sólo se construyen bajando
los montes excesivos, ni sólo enderezando los senderos torcidos, o allanando los
caminos que tengan piedras: también llenando las hondonadas o cubriendo las
ausencias. Este mensaje se refiere a la necesidad de llenar nuestras manos y
nuestra conciencia con méritos, con oraciones, con obras buenas -como hicieron
los Reyes Magos y los pastores- para poder acoger a Jesucristo con algo que le dé
gusto; no sólo con la ausencia de obstáculos o de cosas que lo molesten, no sólo
con ausencia de orgullo o con ausencia de falta de rectitud o de dificultades en
nuestra conducta para con el prójimo, sino también positivamente con la
construcción: con nuestras oraciones y con nuestras buenas obras y un pequeño -
al menos- caudal, capital de méritos, que dé gusto al Señor cuando venga y que
podamos depositar a sus pies.

IV. ORACIÓN FINAL.

Para finalizar el retiro puedes hacerlo con un pequeño momento de adoración, en


el mismo usar varios cantos que sigan ambientando hacia la esperanza cristiana.
Luego de los ritos iniciales y oración del párroco (o quien dirija el momento de
adoración), invítalos a realizar la oración que escribieron durante la segunda
meditación.
CALENDARIO DE ADVIENTO

27 DE NOVIEMBRE. I DOMINGO DE ADVIENTO. ¡DESPIÉRTATE!

MT. 24, 37- 44 “Velen, pues, y estén preparados”.

4 DE DICIEMBRE. II DOMINGO DE ADVIENTO. ¡CONVIÉRTETE!

MT. 3, 1-12 “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los Cielos”

11 DE DICIEMBRE. III DOMINGO DE ADVIENTO. GAUDETTE IN DOMINO.


¡ALÉGRATE!

MT. 11, 2-11 “Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí”

18 DE DICIEMBRE. IV DOMINGO DE ADVIENTO. ¡ACOGE!

MT.1, 18-24 “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre
de Emmanuel, que quiere decir “Dios-con-Nosotros”

También podría gustarte