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Devocional 35

Amigos verdaderos
Nuestro Señor Jesucristo es el mejor de los amigos; su fidelidad,
ternura, cariño, comprensión, su excelente carácter y su buen sentido del
humor, entre muchas otras cualidades, lo hacen ser el mejor compañero de
vida, incluyendo la vida eterna. Uno de los relatos más impactantes de
la Biblia y que nos muestra el amor de Nuestro Señor Jesucristo por sus
amigos, lo vemos cuando resucita y se le manda decir a los discípulos y a
Pedro que el Señor Jesucristo va rumbo a Galilea; se hizo una mención
aparte y especial para Pedro, pero Pedro negó al Señor Jesucristo quien
estaba en medio del peor y más horrible sufrimiento (Marcos 16:7); Nuestro
Señor sabe amar, perdonar y ser el mejor de los amigos, no había
resentimiento en Él hacía Pedro. Otro de los relatos impresionantes es
cuando después que resucitó los invitó a comer; pensar en el Señor estando
en las brasas (Juan 21) preparando con tanto amor la comida para sus
amigos me lleva hasta las lágrimas. Cuando El Señor Jesús veía a las
multitudes de gente que venían a buscarlo tenía compasión de ellas, porque
las veía como ovejas sin pastor.
En el Señor Jesucristo tenemos al mejor de los amigos; pero Él quiere
que nosotros también nos portemos como excelentes amigos, pero no solo
de aquellos que pudieran corresponder bien a nuestra amistad, sino como Él
con Pedro que aún cuando lo negó, nuestro Señor se preocupo por darle
paz y que supiera que no estaba enojado con él.

El apóstol Pablo en 2 de Corintios 1:3-11 relata las aflicciones por las


que pasó y como hubo personas dispuestas a clamar por él ante Dios; no
estuvieron presentes en el momento de la aflicción, pero sus oraciones ante
Dios, Pablo lo agradece de una manera muy especial. En 2 de Corintios
1:3-11 dice lo siguiente: Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier
tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Porque de la manera en que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda
también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para
vuestra consolación y salvación. La cual se opera en sufrir las mismas aflicciones que
nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues
sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.
Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos
sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobre manera más allá de nuestras fuerzas, de
tal modo que aún perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros
mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios
que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aun nos
librará, de tan grande muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la
oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don
concedido a nosotros por medio de muchos.
Una gran muestra de amistad es cuando oramos por aquellos que están
pasando por aflicciones; Nuestro Señor Jesucristo tuvo, tiene y seguirá por
siempre teniendo compasión de cada persona y si decimos que somos
cristianos entonces nosotros también tendremos compasión de los demás.
Había un hombre muy rico que siempre estaba rodeado de amigos que
aparentaban preocuparse por él, pero un día le sucedió lo que a muchos en
la vida, de la noche a la mañana quedo en la ruina, pobre y por supuesto sin
amigos. En cambio nosotros tenemos al mejor de los amigos, Él es
Jesucristo de Nazareth.

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