Ebook-Entrena Tu Mente-David Gomez

Entrena tu mente, logra tus objetivos

ÍNDICE

Introducción 3

¿Qué te impide mantener el foco en lo que quieres? 4
El cerebro: tu mejor amigo y tu peor enemigo 5
El ruido mental y los pensamientos negativos automáticos 8
¿Qué podemos hacer para bajar este ruido mental? 12
La procrastinación 14
Fatiga mental 17
Herramientas internas para cambiar la situación 19

Crea nuevas redes neuronales orientadas a tus metas 21
¿Qué va a pasar en nuestro cerebro? 21
El córtex prefrontal (CPF) o el CEO de nuestro cerebro 25
Logrando ese foco 26

Atención mental 27
El estado de ‘flow’ 30
Enfoque mental 31

Creando la visión y los objetivos en la mente 33
Convertir lo extraordinario en común 33
Imaginación y creatividad 35
Una nueva intención inicial 37
Nuevo propósito final 40
Fuerza de Voluntad 41
Conclusión 43

David Gómez® - 2019 www.e-coaching.es 1


Lo que pienses, lo serás.

Lo que sientas, lo atraerás.

Lo que imagines, lo crearás

Buda



Introducción
¿Se puede mejorar jugando al tenis sin practicar?
¿Se puede ganar velocidad corriendo sin entrenar?
¿Podemos lograr lo que queremos y mejorar nuestra vida sin trabajarlo?
Claro que la respuesta a las tres preguntas es no.

¿Puedes lograr tus objetivos sin enfocarte? Tampoco.
¿Cómo es de importante el entrenamiento mental para lograrlo? Vital, porque nos hace
capaces de crear en nuestra mente la consecución de los objetivos por adelantado mediante la
imaginación. Para ello, tendremos que tener una mente bien entrenada que nos permita mantener
nuestros objetivos el máximo tiempo posible en el punto de mira mental y eso no se consigue
fácilmente.

Desde que era niño me he considerado un enamorado de la mente y el cerebro. Comencé a
entrenar y programar mi mente con decretos mentales cuando tenía 23 años. Antes de comenzar
mi carrera profesional como coach allá en el año 2008 ya era practicante asiduo a la meditación,
pero no fue hasta el año 2010 cuando comencé a entrenar mi mente con técnicas de enfoque
mental, que me permitían trabajar los objetivos en el cerebro inconsciente de una manera
novedosa para mi. Pude experimentar el éxito de estas técnicas en mi vida desde entonces,
consiguiendo mis objetivos en un menor tiempo del esperado. Fue en el año 2015, y después de
haber asistido a una formación de varios meses de neurociencia orientada a la empresa, cuando
decidí crear un programa de entrenamiento y enfoque mental llamado NeuroFocus System®
que aglutina todas las técnicas que había aprendido en todos mis años de entrenamiento mental,
junto con la explicación neurocientífica de lo que ocurría en el cerebro cuando se practicaban
estas técnicas.

Todos en mayor o menor medida tenemos un déficit de atención bastante marcado, lo cual se
puede ver en lo fácil que es distraerse o dicho de otro modo, mantener la atención en una
persona o situación ordinaria durante más de unos segundos. Párate a pensar un momento en las
miles de decisiones que tomas al día y pregúntate cuántas de ellas las has elegido tú de forma
consciente y que además hayan sido coherentes con tus objetivos… me atrevería a pensar que
no muchas de esas miles.

Las personas que han conseguido grandes logros, son las que han sido capaces de tener una
gran visión o gran objetivo y no haber cejado en su empeño hasta conseguirlo. Ahora te estarás
preguntando cómo se puede entrenar la mente para convertirte en una de esas personas

con ese enfoque tan poderoso. De eso va este manual y espero que te ayude a empezar a
conseguir tus objetivos y liderar tu vida.


¿Qué te impide mantener el foco en lo que
quieres?

“Tu peor enemigo siempre será tu mente, porque ella conoce todas tus debilidades.”
Buda

Soy un gran admirador de Buda y de su gran sabiduría, la cual ganó gracias a los muchos años
de entrenamiento mental que le llevaron a conocer y profundizar en su mente a unos niveles tan
sutiles, que para el común de los mortales serían inalcanzables. No porque no tengamos las
condiciones para ello, sino porque es muy posible que no estuviésemos dispuestos al sacrificio
que ello conlleva… Y es que de eso va este juego de la vida. De ser nosotros quienes la dirigimos
enfocados en nuestros objetivos, o por contra sean los patrones y creencias inconscientes que
llevamos dentro y que desconocemos en gran medida ¿Quieres mejorar y sentir que avanzas
hacia tus objetivos?

La pregunta del millón sería ¿cuánto tiempo de tu día serías capaz de invertir para entrenar tu
mente y ganar control de tus pensamientos en pos de conseguir lo que más deseas? No
contestes todavía… respóndete al final del manual.

A lo largo de estos años de entrenamiento mental y conocimiento del cerebro, he podido
observar varios autosabotajes mentales recurrentes durante toda mi vida, que me han dificultado
el uso de las técnicas de enfoque para grabar mis objetivos en el inconsciente. Tal y como decía
Buda, estos autosabotajes están dentro de nosotros y no fuera. Vamos a ver cuáles son y cómo
puedes neutralizarlos.



El cerebro: tu mejor amigo y tu peor enemigo
“El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”
Plutarco

Es curioso que una misma cosa pueda ser la antítesis de sí misma, y eso es lo que ocurre con el
cerebro. Por un lado, tiene todo lo que necesitas para que tu vida sea extremadamente feliz y
consigas todo lo que te propongas, y a la vez es tu mayor saboteador y quien te va a distraer
mientras intentas llegar a tu meta.

No voy a profundizar en el cerebro en este punto, pero sí a indicar que las dos premisas básicas
de tu cerebro más primitivo y profundo son:

1. La supervivencia física.
2. Economizar energía.

Foto de Caleb Frith en Unsplash


Esto nos condiciona de forma directa cuando vamos a realizar una tarea que suponga un gasto
energético extra como es enfocarnos en nuestros objetivos.

Foto de Zulmaury Saavedra en Unsplash

El cerebro gasta el 20% de la energía

que consume diariamente un cuerpo
humano. Este dato se ha podido constatar
en un estudio llamado “Energetics and the
evolution of human brain size” publicado a
finales del año 2011 en la revista Nature. La
científica Ana Navarrete, una de las
investigadoras que han trabajado en este
estudio, cita "el cerebro de un hombre
adulto consume lo mismo que toda nuestra
musculatura en estado de reposo. Es decir,
1,3 kg de cerebro están consumiendo lo
mismo que 27 kg de músculo (si hablamos de un hombre de 65 kilos)" .

A la vista de este estudio es lógico pensar que tu cerebro quiera economizar al máximo el gasto
de energía. ¿Y qué mecanismos utiliza el cerebro para gastar menos?

● Crea hábitos y rutinas de comportamientos automáticos.
● Busca el placer o la gratificación inmediata.
● Recuerda el futuro.

Este último punto se descubrió en el año 2010 en una investigación del departamento de
psicología de la Universidad de Glasgow, en Escocia, y del Max-Planck Institute for Brain
Research, de Frankfurt, en Alemania, en donde descubrieron que el cerebro ahorra energía
previendo lo que posiblemente veremos. Gracias a este recurso de “predicción”, a la hora de
procesar imágenes el cerebro utilizará una menor cantidad de energía.

Si nos topamos con un imprevisto en el entorno conocido en que nos encontramos, el área del
cerebro de la corteza visual se volverá más activa para procesar la nueva información.

¿Qué hace que consuma más energía el cerebro?

● Situaciones de peligro o estrés.
● Poner atención y concentración en las cosas que realizamos.
● Tomar decisiones conscientes utilizando nuestro razonamiento lógico.
● Cuando estamos aprendiendo algo nuevo.



En palabras del científico español Álvaro Pascual-Leone en su laboratorio de Boston, “sabemos
que el 98% del gasto de energía del cerebro está dedicado, no a la relación con el mundo
externo, sino al mundo interno, a pensar, a vislumbrar a hacer hipótesis sobre qué va a pasar.
También está dedicado a monitorizar los órganos internos del propio organismo"

La atención, la concentración y el enfoque mental no son en muchas ocasiones bien recibidos
por ese gasto extra de energía salvo cuando tu vida está en peligro y todos los recursos
energéticos se ponen a tu disposición para la supervivencia del cuerpo. En ese caso tu cerebro
se enfoca al 100% y todo deja de existir salvo el hipotético peligro.

¿Y cómo entrenamos el cerebro para que nos deje enfocarnos en los objetivos que
deseamos conseguir? Mediante la técnica que utiliza el cerebro para crear hábitos automáticos:
La repetición y la motivación. Estas dos palancas cerebrales son la clave para reprogramar
nuestro cerebro y sacar lo mejor del mismo si las utilizamos sabiamente. De ahí la importancia de
que conozcamos el funcionamiento del cerebro para convertirlo en nuestro aliado.

El estrés

Según la Organización Mundial de la Salud, el estrés es la enfermedad del siglo XXI, y junto a la
ansiedad y la depresión suman ya el 12% de las enfermedades, afectando negativamente a
nuestro enfoque mental en los objetivos.

La propia OMS lo define como "el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo
para la acción"

Resumiendo, nos prepara para

la lucha o la huida y lo más
importante es que las
decisiones que tomemos
estarán fundamentadas en
estas dos palancas de
supervivencia, a las que si no
anteponemos un razonamiento
lógico, nos pueden llevar a
acciones de las que luego nos
arrepintamos.

oto de Tim Gouw en Unsplash
F


El ruido mental y los pensamientos negativos automáticos
“Si la gente nos oyera los pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos.”
Jacinto Benavente

Foto de Fancycrave en Unsplash
Según The National Science

Foundation tenemos alrededor de
unos 60.000 pensamientos al día, de
los cuales:

● El 80% son negativos.
● y el 95% son repetitivos.

Es normal que tengamos la
sensación de estar viviendo “el día
de la marmota” de la película
americana “Atrapado en el tiempo”,
en la que el actor Bill Murray se
levanta una y otra vez a las 6:00 de la mañana el 2 de febrero, reviviendo el mismo día una y otra
vez. La moraleja de la película es que aunque el día se repita, tú puedes cambiar tus
pensamientos y tus acciones hasta llegar a ser una persona completamente diferente y es en ese
momento cuando el día cambia.

Esta comedia expresa con ironía la
cárcel mental en la que nos vemos
por el flujo ininterrumpido de miles
de pensamientos, casi todos de
manera automática y como comenté
anteriormente, también negativos,
que nos generan un ruido tan
grande que nos impide enfocarnos
en nuestros objetivos de forma clara
y concisa.
Foto de Rostyslav Savchyn en Unsplash

Estos pensamientos automáticos
negativos son en gran parte
culpables de nuestro sufrimiento y por supuesto del sufrimiento que infligimos a los demás con


nuestros comportamientos. No sólo eso, también son responsables de crear la realidad diaria
en la que vivimos y de comportarnos de forma reactiva y automática.

No es fácil bajar el ruido mental y reducir
los pensamientos automáticos para que
la mente pueda usar esa energía y
enfocarse en los objetivos deseados, por
eso el primer objetivo es ir tomando el
control de la mente con técnicas de
meditación y/u otras técnicas de enfoque
mental. Tras años practicando estas
técnicas, he notado una reducción
significativa de estos pensamientos
automáticos negativos, al haber
desarrollado neuronalmente la llamada
corteza prefrontal o lo que a simple vista
es la frente, una pequeña, pero
poderosa parte del cerebro, encargada de:
● La consciencia.
● La toma de decisiones coherentes y meditadas.
● Planificar a largo plazo.
● No sucumbir al cortoplacismo del cerebro animal que tenemos, cuya única finalidad es la
de la supervivencia, buscar el placer de forma constante y evitar el dolor.

En resumidas cuentas el córtex prefrontal es con el que trabajas codo con codo cuando te
enfocas en tus objetivos y en el beneficio futuro que tendrás cuando los consigas.

Foto de Kyran Aldworth en Unsplash

Hay que entender que a diario se

libra una batalla en la mente en la
que sólo hay un vencedor, tal y
como ocurría en la película de Los
Inmortales. Si al llegar la noche
haces balance y con una sonrisa
das gracias por el día que acaba tan
retador y gratificante, habrás
ganado tú, y tus objetivos estarán
un poco más cerca, si no, habrá
ganado tu otra parte inconsciente,
llena de programas mentales
aprendidos desde la más tierna
infancia, muchos de ellos basados
en el sufrimiento y el miedo, los cuales capitanean esos miles de pensamientos negativos.


Me gustaría que ahora dejaras el manual un momento, cerrases los ojos y analizases la clase de
pensamientos que tienes a lo largo del día. Si son mayoritariamente positivos o de lo contrario
más bien negativos. Evalúa también cuántos de estos pensamientos te acercan o alejan de tus
objetivos y si son repetitivos o novedosos. Piensa que cada pensamiento, por muy inconsciente
que sea, nos genera una reacción química, aunque ésta sea muy pequeña. Ahora puedes
imaginarte el porqué padecemos de tanto estrés de forma habitual…

Hay que cambiar estos pensamientos automáticos negativos que están ahí porque los has
convertido en un hábito automático de pensar. En definitiva has cableado tu cerebro de tal
manera que has creado una red neuronal de pensamientos negativos. Las buenas noticias nos
dicen que podemos cambiar nuestra forma de pensar y nuestros hábitos porque nuestro cerebro
es neuroplástico y está constantemente creando nuevas redes neuronales. Así que sólo tenemos
que tener clara la red neuronal positiva que queremos crear, y repetir y repetir hasta fijar este
nuevo hábito de pensamiento, el cual confirmará que la nueva red neuronal prevalece sobre la
antigua en nuestro cerebro.

Foto de Feliphe Schiarolli en Unsplash

La investigación en el año 2009 de Phillippa

Lally, Cornelia H. M. Van Jaarsveld, Henry
W. W. Potts And Jane Wardle del University
College London, en Reino Unido, acerca del
cambio de hábitos, nos dice que se
necesitan de media 66 días para grabar un
nuevo hábito y que ya no suponga un
esfuerzo realizarlo.

En realidad, no hay mucha diferencia entre
cada uno de los 60.000 pensamientos que
tenemos al día. Lo que marca la diferencia entre ellos es la intensidad emocional que les damos,
la cual repercutirá en la dosis de químicos que nuestro cuerpo y cerebro recibirán. Por lo tanto, si
esos químicos nos generan bienestar, nos comportaremos de una manera, y si nos generan
estrés y malestar, nuestro comportamiento será otro posiblemente muy diferente al primero.

El cerebro viene de serie programado para ser mal pensado y negativo, ya que así economiza al
máximo el gasto de energía. Recuerda que llevamos debajo de nuestro neocortex o cerebro
pensante, un cerebro límbico o emocional y otro aún más primitivo e instintivo (llamado
comúnmente reptiliano) y que cuenta con millones de años de antigüedad. A mi entender
tenemos un YO en mayúsculas que tiene claro que conseguirá sus objetivos, confiado, feliz y que
busca la felicidad de los demás, y por otro lado un yo en minúsculas, animal, egoísta,
aprovechado, miedoso y envidioso que sólo piensa en su propia supervivencia. Ya sea ésta una
supervivencia física o social.


Foto de Ben Whiter en Unsplash

Como resumen, podríamos decir que el ruido mental y los pensamientos automáticos nos afectan
impidiéndonos:

● Enfocarnos en nuestros objetivos.

● Conectarnos con la sabiduría de nuestro YO interior.

● Relacionarnos equilibradamente con los demás.

● Mantener el máximo de claridad mental posible.

● Gestionar desde el equilibrio nuestras emociones.

● Avanzar en la vida con confianza y coherencia.

● Actuar con tranquilidad.



¿Qué podemos hacer para bajar este ruido mental?

Hay varios ejercicios que te ayudarán a disminuir sus pensamientos aquí tienes dos cuya sencillez
no les resta potencia:

Meditación de Shamata o calma mental.

Para mi el más potente. Consiste en cerrar los ojos o dejarlos entreabiertos permitiendo que entre
sólo un rayo de luz, sentarse bien erguido con la espalda recta y poner tu atención en la zona del
bigote y los orificios nasales. La mente sólo se puede enfocar en una cosa a la vez, por lo tanto si
nos enfocamos en nuestra respiración, en como entra y sale el aire por las fosas nasales de forma
natural, la mente no podrá estar dispersa y envuelta en los pensamientos. Este ejercicio de
meditación utiliza la atención en algo, en este caso la respiración, para calmar la mente y reducir
la cantidad de pensamientos que vendrán a tu consciencia. Por supuesto, que los pensamientos

Foto de Kyson Dana en Unsplash

aparecerán, a los cuales simplemente habrá que dejar pasar sin apegarnos a ellos. Si te resulta
muy complicado poner la atención en las fosas nasales, concéntrate mientras respiras en el
abdomen, que al ser una zona más grande resulta, más fácil poner la atención. Si aún así te


cuesta, puedes contar internamente cada respiración que completas y si te distraes con algún
pensamiento, simplemente comienzas a contar otra vez desde el principio.

‘Sacar la basura mental’

Otro ejercicio poderoso que consiste en apuntar en una hoja todos los pensamientos negativos
que se nos pasan por la mente y luego quemar ese papel o trocearlo y tirarlo a la basura. Este
acto tiene un efecto muy potente por la intención que ponemos. Yo recomiendo llevar un
pequeño bloc y apuntar esos pensamientos en cuanto aparecen.
Photo by Cathryn Lavery on Unsplash
Tienes un Coaching Consejo en mi canal de youtube sobre este potente ejercicio por si quieres
verlo: https://youtu.be/L8rAdXwRGo0


La procrastinación
“Lo que no se comienza hoy nunca se termina mañana”

Johann Wolfgang von Goethe

Si todavía no conoces el significado de este palabra tan complicada de vocalizar, te aseguro que
después de leer esto que voy a exponerte, nunca más la olvidarás.

“Procrastinar: Diferir, aplazar.”
Diccionario de la Real Academia Española.

Desde mi punto de vista, La procrastinación es uno de los autosabotajes más letales a los
que nos enfrentamos con respecto a nuestros objetivos. ¿Y por qué digo esto? Porque si no
hago mi enfoque mental diario en mis objetivos, lo iré postergando a mañana y poco a poco mi
músculo del córtex prefrontal se irá debilitando hasta que finalmente abandone los ejercicios. Voy
a ponerte una cita que a mi parecer explica a la perfección cómo funciona la mente:

“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”
Aristóteles

Foto de Riccardo Fissore en Unsplash

Este autosabotaje nos afecta de

lleno en nuestro entrenamiento
mental diario, ya que para
introducir un nuevo hábito, como
por ejemplo: comenzar a trabajar
con alguna técnica de enfoque
en nuestros objetivos, el cerebro
no nos lo pondrá fácil porque
lleva muy mal cualquier cambio
que le saque de su zona de
confort y más aún que le
suponga un gasto de energía
extra introduciendo el enfoque
en los objetivos cada día.
Tenemos que recordar que el cerebro se pone a funcionar a toda máquina para enfocarnos
en lo que nos puede lastimar. De ahí que nos cueste tanto mantener la atención de una forma
constante en cualquier tema, salvo algo que nos apasione o sea de vida o muerte. ¿Cuántas
veces te ha pasado que has tenido que prestar mucha atención a algo nuevo porque tenías que


aprenderlo y después de un rato te has notado cansado? Aún cuando no fuera algo físico sino
más bien intelectual o mental. Otro ejemplo típico es cuando aprendimos a conducir. ¿Recuerdas
las primeras clases? ¡Cuánta tensión generamos corporalmente por tener que utilizar manos y
pies junto con los ojos para ver por los retrovisores y todo a la vez!

La procrastinación está en nuestra vida diaria formando equipo con nosotros, porque no sé si te
has parado a reflexionar en la lista de cosas que ‘tienes que’ hacer y que las vas postergando
casi indefinidamente día tras día. Y claro, como cada día hay más cosas que hacer la lista
comienza a volverse interminable, produciéndose mucho estrés, agobio y sobre todo culpabilidad
por no completar tareas.

El ser humano no lleva muy bien la gestión del cortisol que es la hormona del estrés. Cuando lo
generamos estamos diciéndole a nuestro cuerpo que se prepare para la lucha o la huida y por
supuesto, él obedece. Somos muchos los que salimos cada mañana de nuestra casa
pensando que no vamos a llegar sanos y salvos por la noche. Sin embargo, algo que tendría
que protegernos de un peligro de vida o muerte real, ha sido sustituido por un peligro de vida o
muerte social y sobre todo en la imagen que queremos proyectar hacia el exterior y cómo
queremos que nos perciban.

Foto de Olivia Bauso en Unsplash

En los cursos que imparto de

entrenamiento y enfoque mental
NeuroFocus System®, cuando
explico la procrastinación, la
relaciono directamente con una
herramienta básica en mis
procesos de coaching: El péndulo.
Como siempre digo a mis alumnos
y clientes, en vez de ver muertos
como decía el niño de la película
‘El Sexto Sentido’ yo veo péndulos
en todas partes.

En este caso concreto, me estoy refiriendo al péndulo de la pereza y la obligación o la
autoexigencia llevada al extremo. No sé si te habrás dado cuenta de que existe una estrecha
aunque secreta relación entre la obligación y la pereza. Para mi, tanto uno como el otro son
las dos caras de la misma moneda. ¿Acaso no nos ocurre que cuanto más nos obligamos a hacer
algo, más pereza nos da hacerlo? Pero no sólo eso, sino que al final sí o sí tenemos que hacerlo y
nos cuesta toda una vida ponernos a ello y finalmente acabarlo. Estoy convencido que has
encontrado unos cuantos ejemplos más en los que estás en este bucle perverso... Muy poca
gente en la infancia ha sido educada desde la cooperación, la abundancia, la verdadera
autoestima y confianza en los demás, más bien hemos educados en la competición, la


capacidad y en que no hay para todos. Esta presión interna que nos auto imponemos, nos lleva a
la obligación de ser competitivos y perfectos a los ojos de los demás, lo cual nos esclaviza. Nadie
lleva bien hacer algo por obligación, ya sea externa o interna… El resultado final es que no
queremos hacerlo y procrastinamos todo el tiempo, sintiéndonos muy mal y culpables por este
hecho. ¿Cuál es la clave para salir de este círculo vicioso?

Antes de darte la clave para salir del péndulo de la pereza y la obligación y no procrastinar más o
hacerlo mucho menos, déjame que te resuma en varios puntos cómo nos afecta este
autosabotaje:

● Nos impide entrenar a diario el enfoque en nuestros objetivos.
● Nos hace perezosos.
● Nos genera un sentimiento de culpabilidad que nos impide estar centrado.
● Con poca fuerza de voluntad y compromiso.
● Convirtiendo todo en una obligación.
● Con mucho cansancio cuando realizamos la tarea.

oto de Erik Kroon en Unsplash
F
Como puedes ver, a este

autosabotaje no hay que darle
tregua. Pasemos a ver qué
podemos hacer para salir de
la procrastinación y parar el
péndulo de la pereza y la
obligación. Si buscáramos un
punto medio de equilibrio
entre los dos extremos del
péndulo, encontraríamos que
ese punto sería la motivación.
¿Dime si te cuesta hacer algo
cuando estás con una gran
motivación? Seguro que tu
respuesta en NO. Y eso cierto,
la motivación, nos incita al movimiento, a buscar una recompensa. Por tanto la vacuna contra la
procrastinación es buscar la motivación de cada cosa que realices.

Vamos a irnos al caso en particular de aquella persona que ya tiene sus objetivos definidos y
ahora tiene que ponerse todos los días a entrenar mentalmente con ellos para interiorizarlos y
grabarlos a nivel inconsciente. Si la persona asume esta nueva tarea desde la motivación, aunque
haya una resistencia inicial del cerebro al cambio, tal y como sabemos, tendrá la fuerza de
voluntad suficiente para comenzar a crear el nuevo hábito de entreno diario. Para ello es muy
importante que los objetivos no se conviertan en una obligación. Si esto llega a pasar, dejaremos
de divertirnos y se convertirán en una carga que nos llevará a la pereza y a no querer hacer las


técnicas. Sin motivación abandonaremos la visión y los objetivos en el día a día, por eso es
tan importante mantenerla.

A nivel neuroquímico, cuando mencionamos la palabra motivación, estamos hablando de la
dopamina. Tenemos que saber gestionar este neuroquímico ya que tanto el exceso como la falta
de dopamina, nos llevarán a comportamientos no deseados y a la dificultad para la toma de
decisiones equilibradas, tal y como
hemos visto anteriormente.

Otra herramienta para salir de la
procrastinación, es hacer una lista de
todas las tareas pendientes y sustituir
el verbo ‘tengo que’ por ‘quiero’. Este
simple cambio de verbo nos ayudará a
ver nuestra motivación para cada tarea y
ver si es importante o no. Además
priorizando estas tareas y centrándonos
inicialmente en las más importantes y
urgentes, y dejando el resto para
después, nos ayudará a ver resultados
antes.
Foto de Jeffrey F Lin en Unsplash

Por último y aunque lo veremos más adelante, la fuerza de voluntad y el compromiso son dos
herramientas muy poderosas que podemos entrenar y que nos ayudarán también a superar la
procrastinación.

Fatiga mental
“La máxima victoria es la que se gana sobre uno mismo”

Buda

La fatiga mental es otra de las causas que nos impiden mantenernos enfocados en nuestros
objetivos. Podríamos definirla como un descenso momentáneo de nuestra eficiencia mental
habitual, debido a una gran carga laboral, al estrés, haber sentido emociones muy fuertes, haber
dormido poco, malos hábitos de vida o también puede afectar el no tener una dieta saludable.
Por último, podríamos añadir a la lista estar mucho tiempo enfocado utilizando nuestra atención
en algo o en alguien.



De todas estas causas, posiblemente la que más nos afecta hoy en día es el estrés, el
desencadenante del resto de causas
relacionadas con la fatiga mental.

Foto de Ryan Stone en Unsplash

¿Cómo se manifiesta esta fatiga mental?

Notaremos una baja concentración, dolor de
cabeza, cansancio, falta de claridad,
confusión, bajará nuestro rendimiento
profesional, tendremos lagunas mentales y la
memoria nos fallará. Somos humanos y
mantener la atención es difícil cuando el
aprendizaje se complica.

Dos científicos llamados Malwina Szpitalak y
Romuald Polczyk publicaron en el año 2014 en la revista The Journal of Forensic Psychiatry &
Psychology, que la fatiga mental juega un papel relevante en el impacto que tiene sobre el
recuerdo el llamado efecto de ‘desinformación’. Éste sucede cuando facilitamos una información
incorrecta sobre un acontecimiento acaecido debido a un sesgo en la memoria. Dicho de otro
modo, cuando tenemos fatiga mental y nos preguntan por una experiencia del pasado, al no
acceder correctamente a nuestra memoria, podemos dar una respuesta equivocada. Estos
científicos pudieron ver en sus experimentos, que la fatiga mental debilita el recuerdo de los
acontecimientos vividos.

Es muy importante cuidar la mente y
no forzarla al máximo si no contamos
con el entrenamiento adecuado. Digo
esto porque con una mente entrenada
soportaremos mucho mejor un entorno
con presión y sabremos dosificar nuestra
energía mental de la manera más
eficiente, para no caer en la fatiga
mental.

Foto de Fancycrave en Unsplash

Uno de los efectos secundarios beneficiosos que aparece cuando comenzamos a meditar o a
practicar con técnicas de enfoque mental es la mejora en la memoria y en la capacidad de
retención. De repente te das cuenta de que te acuerdas de nombres, números de teléfono o
datos que habitualmente antes no recordabas.



En mi canal de youtube tienes un Coaching Consejo sobre los malos hábitos mentales que nos
desenfocan https://youtu.be/rpd3sVHc0YM

Herramientas internas para cambiar la

situación

Foto de Debby Hudson en Unsplash

“Por más difícil la vida pueda parecer, siempre hay algo que podemos hacer con éxito.”
Stephen Hawking

Si has llegado hasta aquí en tu lectura, tengo que felicitarte porque has conseguido superar tus
autosabotajes principales, al menos sobre el papel.

Profundicemos en el cerebro, el tuyo, para saber qué palancas y redes neuronales tienes que
activar, desactivar o potenciar para entrenarlo de la manera más efectiva y desarrollar esa visión
estratégica y enfocada en objetivos adecuada a estos tiempos en los que vivimos.


Entrenando tu cerebro, conseguirás desarrollar además de una inteligencia emocional
imprescindible para el buen desarrollo de tus objetivos, una capacidad intuitiva para tomar
decisiones exitosas sobre la marcha, apoyadas no sólo por las variables externas del entorno
sino también por una inteligencia intuitiva basada en tu sabiduría interior o intuición que sabrá
ponderar y evaluar correctamente todos los factores.

A esto podemos añadir el desarrollo de la creatividad como habilidad que viene a sumar a este
conjunto de recursos internos de los que todos disponemos, que te permitirán proyectar el mejor
escenario posible convertido en una meta u objetivo, saber transmitirlo y finalmente llevarlo a
cabo.

Foto de Sylvia Zhou en Unsplash

Cuando profundizamos en las habilidades

que tenemos que potenciar para desarrollar
una visión enfocada para conseguir lo que
nos proponemos, nos concentraremos en:

● Crear nuevas redes neuronales
orientadas a metas.
● Tener más creatividad e
imaginación para desarrollar nuevos
escenarios y una visión clara.
● Mejorar nuestra atención y
capacidad de enfoque mental.
● Entrar en un estado de ‘flow’ o ‘fluir’.
● Tomar mejores y más rápidas decisiones orientadas a la consecución de objetivos.
● Desarrollar un mayor autoconocimiento y autocontrol emocional.
● Tener más fuerza de voluntad y compromiso para cumplir las metas.

Estas habilidades surgen de nuestro interior, más concretamente de nuestro cerebro, y estarán
más o menos desarrolladas según nuestra experiencia vital, nuestra relación con las emociones,
nuestras creencias y el aprendizaje que hayamos tenido a lo largo de nuestra vida, el cual ha
creado las redes neuronales que hacen que tengamos más o menos desarrollada esta capacidad.



Crea nuevas redes neuronales orientadas a tus metas

En esta época, la incertidumbre y el cambio son lo normal y a nuestro cerebro le cuesta
acostumbrarse a este nuevo paradigma ya que está diseñado para buscar siempre la
supervivencia, sentir que todo lo tiene bajo control y el mínimo gasto de energía ya que como
sabemos consume el 20% de toda la energía del cuerpo.

A este nuevo entorno le corresponden nuevas herramientas y metodologías que nos ayuden a
reprogramar nuestro cerebro para que no considere al cambio y la incertidumbre como una
amenaza y podamos utilizarlo de la forma más optimizada posible.

Cuando creamos nuestra visión y diseñamos un plan estratégico para conseguir nuestro objetivo,
ponemos a todo el cerebro en funcionamiento para la creación de las nuevas redes neuronales
que conformarán en tu cerebro las imágenes del resultado final de haber alcanzado la meta.

Foto de Abraham Barrera en Unsplash

¿Y es posible cambiar las antiguas redes
neuronales para que nuestro cerebro se
enfoque en nuestros objetivos y cumpla
con nuestra visión? La respuesta es un
rotundo sí. De hecho para explicarte lo
que me propongo, me es imposible
separar la neurociencia de las funciones
cognitivas más elevadas del cerebro
(como la atención, la memoria, la
comprensión y la percepción entre otras) con el desarrollo de las anteriores habilidades
detalladas a potenciar por cada uno de nosotros.

Este entrelazamiento nos va a permitir explorar nuestro cerebro y ver qué estructuras cerebrales
tenemos que entrenar para desarrollar una gran visión y el enfoque mental necesario para
materializar nuestras metas.
¿Qué va a pasar en nuestro cerebro?

En principio parece que todos los cerebros son iguales, pero si nos acercamos, veremos la
singularidad de cada uno de ellos ya que los forman diferentes redes neuronales.



No hay un solo cerebro igual a otro y por esto mismo cada vida es única, ya que cada una de las
experiencias que vivimos y el aprendizaje que tenemos, están haciendo que nuestro cerebro
cambie físicamente su estructura neuronal.

Foto de Quino Al en Unsplash

A este fenómeno se le conoce como neuroplasticidad o plasticidad neuronal o cerebral.
De alguna forma y sin darnos cuenta, la percepción que tenemos en cada momento del mundo
que estamos experimentando, está cambiando nuestro sistema nervioso.

De ahí que cada persona cree diferentes circuitos neuronales ante una misma situación. Por esto
mismo, ante un escenario determinado, las decisiones que tomen dos personas podrían ser
diametralmente opuestas en función de las redes neuronales que han creado a lo largo de
sus vidas.

Los científicos definen dos tipos de plasticidad cerebral:

● La funcional o la capacidad de realizar nuevas conexiones neuronales o reconectar
funciones que se han visto dañadas por un accidente por ejemplo
● La estructural, que es en la que nosotros nos vamos a enfocar dada la capacidad que
tiene el cerebro de alterar su estructura física cuando estamos aprendiendo cosas nuevas
o desarrollando nuevos hábitos o habilidades.



El cerebro está siendo bombardeado por una cantidad ingente de información y estímulos que,
sin un filtro consciente capaz de ordenar y seleccionar los datos de relevancia, le hará actuar en
la mayoría de la veces sin claridad mental y de una forma reactiva y automática por las redes
neuronales ya prefijadas.

Foto de Yusril Permana ali en Unsplash

Si no hay atención consciente sobre
el momento presente e intención de
aprender, no se estará produciendo
la plasticidad estructural y no se
estarán generando nuevas redes, ya
que no estoy concentrado en lo que
estoy haciendo. Por lo tanto ya
sabemos que la capacidad de
aprendizaje del cerebro no tiene
edad pero está relacionada
directamente con la capacidad de
atención, concentración y motivación
que se ponga.

Como dato curioso, la etapa de nuestra vida en la que tenemos más plasticidad cerebral es de 0
a 3 años, ya que es en este período cuando deben ocurrir los eventos más importantes de la
maduración de nuestro cerebro.

Como ya vas intuyendo según avanzas en este manual, el cerebro es realmente como un
músculo que se fortalece y se moldea con educación y constancia, y los que buscamos
lograr metas ambiciosas estamos obligados a ser persistentes, ya que de nuestra mente tiene
que salir el camino que nos llevará a
donde queremos.

Foto de Glenn Carstens-Peters en Unsplash

Cogiendo prestado al neuropsiquiatra

Jeffrey Schwartz el término de
‘neuroplasticidad autodirigida’ y un
reciente estudio de la psicóloga Jane
Wardle, del University College de
Londres, que sostiene que
necesitamos 66 días para automatizar
una red neuronal basada en un nueva
actividad sin apenas esfuerzo,
mediante entrenamiento mental


diario, crearemos en nuestro cerebro las nuevas redes neuronales autodirigidas hacia nuestro
objetivo y las grabaremos en lo más profundo de nuestro cerebro inconsciente para que nuestros
pensamientos, emociones y comportamientos que operan por debajo del consciente, estén
orientados al objetivo propuesto.

¿No te resulta apasionante saber que puedes crear las redes neuronales que necesita tu cerebro
para conseguir lo que te propones? La plasticidad cerebral nos dice que no estamos condenados
a ser como creemos que somos o a tener ciertos objetivos y otros no.

¡Todo es posible dentro del cerebro si creamos la red neuronal correcta!

‘Crear el día ideal’

En este ejercicio, lo que vamos a realizar es la grabación en nuestro cerebro de una red neuronal
autodirigida enfocada a lo que deseamos que sea nuestro día ideal. Para ello, el mejor momento
en el que nuestro cerebro se muestra más receptivo a esa nueva grabación será justo unos
minutos antes de levantarnos de la cama por la mañana.

No sé si eres de los que pospone la alarma del despertador unos minutos antes de levantarse,
pero si deseas realizar este ejercicio tan potente que te propongo, te sugiero que pongas la
alarma diez minutos antes de lo habitual y cuando suene, aproveches este tiempo en permanecer
con los ojos cerrados en la cama creando en tu imaginación lo que quieres que sea y ocurra en tu
día ideal. Procura que tu sueño autodirigido sea lo más real posible, poniendo muchas imágenes
y sobre todo lo bien que te sientes teniendo un día tan bueno.

La gran ventaja que tenemos en este primer momento de nuestro día, es que nuestro cerebro aún
está entre las ondas Theta del sueño ligero y las ondas Alpha, que son la frontera del
subconsciente con el consciente. Esto hará que tu sueño consciente del día entre sin resistencia
a tu inconsciente y comience a grabarse allí.

La repetición diaria de este simple pero potentísimo ejercicio, tendrá unos beneficios inmensos en
tu día porque sin darte cuenta te estarás programando para estar más positivo y enfocado en lo
que quieras que ocurra cada día, haciendo que tus pensamientos y actos vayan dirigiéndose
hacia las metas reales que deseas.



El córtex prefrontal (CPF) o el CEO de nuestro cerebro

Si tuviésemos que elegir o quedarnos sólo con una de las estructuras cerebrales para entrenar
nuestro cerebro, sin duda elegiríamos al córtex prefrontal. Esta estructura ubicada en la parte
frontal del encéfalo es la responsable de nuestras funciones ejecutivas.

Foto de Edgar Chaparro en Unsplash

El neurólogo David A. Pineda (2000)

define las funciones ejecutivas como
‘un conjunto de habilidades cognitivas
que permiten la anticipación y el
establecimiento de metas, el diseño de
planes y programas, el inicio de las
actividades y de las operaciones
mentales, la autorregulación y la
monitorización de las tareas, la
selección precisa de los
comportamientos y las conductas, la
flexibilidad en el trabajo cognitivo y su organización en el tiempo y en el espacio para obtener
resultados eficaces en la resolución de problemas.’

Por tanto podemos ver la gran importancia que tiene esta estructura en nuestra forma de ser,
nuestra planificación estratégica y la consecución de nuestros objetivos. El córtex prefrontal es el
encargado de convertir todos los datos que recibe tanto del exterior como del interior para tomar
una decisión y posteriormente generar y elegir un plan de acción proactivo que lleve a buen
término los objetivos fijados.

Estas capacidades cognitivas pueden agruparse de la siguiente forma (Lezak, 1995; Stuss y
Levine, 2002):

1. Las capacidades necesarias para formular metas y diseñar planes.
2. Las facultades implicadas en la planificación de los procesos y las estrategias para lograr
los objetivos.
3. Las habilidades implicadas en la ejecución de los planes.
4. El reconocimiento del logro / no logro y de la necesidad de alterar la actividad, detenerla y
generar nuevos planes de acción.
5. Inhibición de respuestas inadecuadas.
6. Adecuada selección de conductas y su organización en el espacio y en el tiempo.
7. Flexibilidad cognitiva en la monitorización de estrategias.


8. Supervisión de las conductas en función de estados motivacionales y afectivos.
9. Toma de decisiones.

Foto de Scott Webb en Unsplash

El entrenamiento cerebral tendrá que

ser orientado hacia el fortalecimiento
del córtex prefrontal y la mejor
utilización de todas las funciones
cognitivas detalladas anteriormente y
que marcarán sin duda la diferencia a
la hora de enfocarse y conseguir los
objetivos. Este ejercicio diario nos
permitirá desarrollar habilidades como
la atención, la concentración y el
enfoque mental, tan necesarias para
desarrollar esta habilidad a un nivel
superior.

Logrando ese foco
Comenzamos a ponernos prácticos con el entrenamiento en las habilidades del cerebro que
tendremos que desarrollar para tener siempre en mente nuestros objetivos. Todas estas
habilidades son secuenciales y a la vez se potencian entre sí, siendo imprescindibles para tener la
claridad mental suficiente en la definición y planificación de la visión y los objetivos que nos
hayamos propuesto conseguir.


Foto de Elena Taranenko en Unsplash

Atención mental

“La atención plena no es difícil ni compleja; lo difícil es acordarse de prestar atención plena”
Christina Feldman

Foto de Alireza Attari en Unsplash

La atención es una de las habilidades

básicas que todos tenemos que
entrenar para lograr cambios. Es un
término que viene del latín ‘attendere’
que significa ‘tender hacia’, por lo que
sugiere que la atención define nuestra
experiencia moldeándola.

En los años que llevo practicando
meditación y asistiendo a retiros de
varios días, desde mi punto de vista


la base para tener un cerebro equilibrado y óptimo para enfocar bien los objetivos, pasa por
gestionar correctamente las emociones y trabajar la atención plena o Mindfulness.

Podemos definir esta habilidad atencional en relación a la capacidad y desempeño con que
realizamos una tarea específica. Lo cual nos indica que el nivel de desempeño en algo que
realizamos es directamente proporcional al nivel de atención que ponemos en eso que hacemos.

Cada día que pasa, esta habilidad es cada vez más escasa o eso parece indicar algún estudio
que se ha realizado sobre la capacidad atencional. En el año 2015, Microsoft realizó un estudio
en Canadá en el que se pudieron sacar algunos datos interesantes con respecto a esta habilidad.
De este estudio se hicieron eco los grandes medios ya que de una manera simplista se dijo que
nuestra capacidad de atención había disminuido a ocho segundos, por debajo de los nueve
segundos que ostenta el pez de colores.

Foto de Adi Goldstein en Unsplash
Por un lado y debido a la gran capacidad

de información de la que disponemos,
nuestra capacidad de atención ha
cambiado, y ahora es capaz de
procesar más información, no menos,
aunque de manera más rápida. Tal y
como afirma el estudio de Microsoft, «la
adopción de la tecnología y el uso de los
medios sociales están fomentando el
desarrollo de las dotes de procesamiento
y codificación de información de los
consumidores durante lapsos breves de
atención plena»

Cogiendo la definición de los neurocientíficos Postner y Rothbart, ‘la atención proporciona el
mecanismo que subyace a nuestra conciencia del mundo y a la regulación voluntaria de nuestros
pensamientos y sentimientos’. En definitiva, el modo en el que usamos esta habilidad va a
determinar lo que vemos en nuestra realidad.

El desarrollo de esta habilidad implica la mejora sistemática de varios procesos mentales
imprescindibles:

● Memoria y aprendizaje
● Empatía
● Comprensión
● Aceptación


● Relaciones interpersonales
● Creatividad
● Autoconocimiento emocional
● Concentración
● Enfoque

Si tuviésemos que situar la atención consciente en algún sitio del cerebro, la situaremos en el
córtex prefrontal, aunque también intervienen otras áreas cerebrales, por tanto a mayor
entrenamiento de esta facultad, mayor desarrollo cerebral tendremos en esa parte.

La atención es un factor fundamental para poder dirigir el foco hacia un objetivo y poder
ignorar a la vez toda la información que nos distrae del mismo. Según el neurocientífico
Richard Davidson, en los momentos de mayor atención consciente y concentración, los circuitos
del córtex prefrontal se sincronizan con el objeto de atención (en este caso podría ser un objetivo
o meta) en un estado que denominó ‘cierre de fase’. Y a mayor concentración, más fuerte es la
conexión neuronal resultante. Por tanto, a mayor atención, mayor concentración y menos ruido
mental, el cual es el responsable de que acabe ese estado de sincronía con el objetivo.

Foto de Johannes Plenio en Unsplash
Otro de los grandes mitos que la

neurociencia ha podido desmontar, es que
el cerebro es multitarea pudiendo trabajar
en varios tema a la vez. Esto no es cierto,
ya que la multitarea implicar dividir la
atención, llevándola de un lado a otro en
función de la tarea que justo en ese
momento realizamos. Tenemos la
sensación de hacer muchas cosas a la vez
porque podemos pasar de forma muy
rápida de una tarea a otra pero no
podemos hacer dos cosas al mismo
tiempo. Esto también implica una forma
de perder nuestra atención y
concentración en los objetivos.



El estado de ‘flow’

Seguro que habrás oído hablar en muchas ocasiones de ese estado maravilloso llamado ‘FLUIR’
o ‘FLOW’ y posiblemente lo habrás conseguido en algunos momentos en los que has estado muy
concentrado en alguna tarea que te gustaba.

Foto de Eddy Klaus en Unsplash

El concepto de FLOW o “estados de

experiencia óptima” o “momento
blanco”, fue desarrollado por el
psicólogo italiano Mihaly
Csikszentmihalyi, quien estudió desde los
años 70 las experiencias que permiten a
las personas ser felices.

Después de miles de entrevistas y

analizando los datos que obtuvo, llegó a
definir un estado muy particular de
conciencia que comenzó llamando
experiencia autotélica y que finalmente lo
terminó llamando ‘flow’ por ser éste el término al que más hicieron alusión sus entrevistados al
definir sus experiencias. Csikszentmihalyi lo definió como: “Un estado en el que la persona se
encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante el
cual el tiempo vuela y la acciones, pensamientos y movimientos se suceden unos tras otros sin
pausa. Todo el ser está envuelto en esa actividad y la persona utiliza sus destrezas y habilidades
llevándolas hasta el extremo”.

En esos momentos nos sentimos en un profundo sentimiento de gozo creativo, de concentración
activa, de absorción en lo que se está haciendo y que se convierte en un referente de cómo nos
gustaría que fuese la vida. En esencia el ego desaparece, sólo hay presencia y atención plena en
lo que se realiza.

Para que entremos en el estado de flow, tiene que haber equilibrio entre el reto que nos hemos
planteado y las capacidades que poseemos. Si el reto es muy superior a nuestras capacidades,
posiblemente entraremos en un estado de ansiedad. Por el contrario, si nuestras capacidades se
encuentran muy por encima del reto planteado, entraremos en un estado de aburrimiento y
desmotivación. Por eso el reto y las capacidades deben estar equilibradas, sabemos que nos
tenemos que esforzar pero también sabemos que estamos en condiciones de superar el reto.



Enfoque mental
“La mente lo es todo. En lo que piensas te conviertes.“
Buda

El enfoque mental es desde mi punto de vista, una de la mejores herramientas de las que
disponemos para fijar nuestro objetivo y cumplirlo dando realidad a nuestra visión estratégica.

Foto de William Carlson en Unsplash

De hecho, NeuroFocus

System®, se basa en entrenar
esa capacidad de focalizarnos en
un pensamiento o algo concreto
durante un tiempo determinado.
Por lo tanto, a mayor tiempo de
enfoque en un objetivo, nuestro
cerebro creará una nueva red
neuronal autodirigida hacia esa
meta.
Además de esto, tendremos una
mayor densidad de neuronas en
el córtex prefrontal y si lo
repetimos a diario, crearemos un
nuevo hábito consciente que te
acercará a tus metas y objetivos
fijados.

La pregunta que tendríamos que hacernos es ¿cuánto tiempo mantengo un pensamiento en mi
mente consciente o córtex prefrontal antes de que venga otro a ocupar su lugar? Posiblemente
unos pocos segundos y la duración variará en función de la carga emocional que nos provoca
ese pensamiento. A mayor sensación emocional, más tiempo permanecerá en nuestra
mente consciente.

Este mecanismo mental lo utilizamos constantemente sin darnos cuenta, de forma inconsciente,
sobre todo al estar constantemente pensando en lo negativo que nos puede traer la vida o en lo
difícil que será conseguir lo que nos hemos propuesto. Lo que no sabemos, es que podría ser en
sí mismo una herramienta muy potente si la sabemos utilizar adecuadamente para enfocarnos de
forma constructiva.



Debemos entender que en el cerebro no hay atajos, para tener una mente con un enfoque mental
desarrollado, no nos queda otra que primero trabajar la atención mental consciente para reducir
el ruido tanto interno como externo, para poder definir nuestra visión y metas de manera que
estén totalmente integradas en nuestro interior.

Otra de las variables que influyen en gran medida en el enfoque mental es la modulación
emocional para saber aplicar la emoción justa en la visión de la meta, ya que un exceso o defecto
de emoción nos llevará a la ansiedad en el primer caso y a la pérdida de interés y energía en el
segundo.

Foto de Jorge Luis Ojeda Flota en Unsplash

En nuestro entrenamiento mental, aprenderemos a mantener ese equilibrio emocional que no es
fácil, ya que no estamos acostumbrados a percibir nuestras emociones desde la neutralidad y sin
apego a ellas, y tampoco somos muy conscientes del gran impacto que tienen en la
aproximación o alejamiento de nuestros objetivos. De hecho lo que determinará nuestro enfoque
mental diario serán los pensamientos y emociones que todos los días repetimos sin darnos
cuenta, muchos de los cuales son negativos o saboteadores de esa visión que pretendemos
materializar.



Creando la visión y los objetivos en la mente

Para un óptimo funcionamiento del cerebro y la mente en este campo, todo tiene que estar
enfocado en la misma dirección, no sólo en factores externos o del entorno, sino más bien en los
internos que marcarán la claridad mental y la energía emocional que llevarán nuestra visión y
objetivos.

Cuando la mente crea e imagina una visión futura de un resultado que le gustaría conseguir, hay
varios puntos mentales clave que hay que saber activar correctamente para que esa visión se
convierta en una realidad. La falta de congruencia entre ellos generarán un resultado que no se
corresponderá con lo previsto, siendo mayor la diferencia según estén más separados.

De lo que en realidad estamos hablando es de la coherencia que tienen que tener el pensamiento
inicial que crea la visión, las palabras que utilizaremos y finalmente nuestro comportamiento
resultante. Veamos pues cuáles son y cómo podemos usarlos para nuestro mayor beneficio y de
otros.

Convertir lo extraordinario en común

Extraordinario

adjetivo
1. Que es poco común, sale fuera del orden o regla general o sucede rara vez.

No puedes imaginarte lo importante que es este apartado en la creación de tu día a día y de tus
objetivos cotidianos, que en realidad es lo que vives a diario. Es tan obvio y tan simple que se nos
pasa por alto y no le damos importancia. Cuando uno de mis maestros, hace muchos años, me
explicó este punto, mi neurona de Homer Simpson se iluminó como un árbol de Navidad y pude
ver la simplicidad del juego de la vida y cómo nos han estado programando mentalmente desde
siempre para no darnos cuenta.

Estoy hablando de algo tan sencillo y tan difícil de creer como que tus miles y miles de
pensamientos habituales y comunes, los que tienes todos los días de forma consciente pero
sobre todo mayoritariamente inconsciente, son los que están creando tu realidad. Esto se debe a
que tu enfoque mental está puesto en esos pensamientos y no en otros. Para tu cerebro lo


cómodo y económico es enfocarse en esas redes neuronales formadas por esos pensamientos
repetitivos, y le da igual si son positivos o negativos, son los que has repetido hasta la saciedad
y están grabados a fuego en tus neuronas.

Para que entiendas realmente el alcance de este tema te voy a poner varios ejemplos que
entenderás perfectamente. Te voy a hacer una pregunta: ¿Desayunas y comes todos los días?
Me imagino que salvo que estés a dieta, lo habitual en tu realidad diaria es que hagas estas dos
comidas. Podríamos decir que los pensamientos que tienes acerca de la comida son comunes y
habituales, aceptándolos en tu vida sin resistencia ya que piensas en ellos muchas veces al día.
No se te ocurre pensar que no desayunarás o no comerás, salvo que tú lo decidas, porque en tu
mente das por sentado que en la siguiente comida que te toque vas a comer. Bueno…algo de
resistencia sí que hay…cuando te comes toda la tableta de chocolate y te dices a ti mismo que
sólo te tendrías que haber comido un par de onzas, porque otro de tus pensamientos comunes
dice que vas a engordar.

Foto de Katrina en Unsplash
Este ejemplo quiero que lo

extrapoles al resto de acciones
que desarrollas habitualmente en
tu día para que veas el porqué
tienes la sensación de que tu
vida es el día de la marmota y los
días te parecen repetitivos. Tu
foco mental está siempre en los
mismos pensamientos y cada día
entran muy pocos diferentes.

Ahora quiero que pienses en esos objetivos y metas que te propones y quieres conseguir. Te voy
a hacer una pregunta:

¿De esos miles y miles de pensamientos que tienes al día, cuáles de estos son sobre tus metas?

Posiblemente no muchos, decenas o puede que alguna centena pero no mucho más. Por lo tanto
para tu mente este tipo de pensamientos son extraordinarios porque no son habituales y lo peor
de todo, tienes que enfocarte conscientemente en ellos para tenerlos presentes, con el
consiguiente gasto energético que tan poco le gusta a tu cerebro profundo.

Por eso, hasta que no consigas convertirlos en pensamientos comunes, aceptándolos sin
resistencia, tus creencias profundas en lo referente a esas metas serán las que se muestren en tu
realidad. Si esas creencias son limitadoras y negativas, verás cómo te resulta muy difícil poder


llegar a conseguir el objetivo, cayendo la motivación y abandonando finalmente. De lo contrario,
si son potenciadoras y positivas estarás más motivado y enfocado en ver opciones que te
acercan a tus metas.

¿Y cómo convertimos los pensamientos extraordinarios o no habituales en comunes y ordinarios?
La clave está inicialmente en la fuerza de voluntad y en el poder que tiene el cerebro profundo en
crear hábitos mentales repitiendo y repitiendo los pensamientos hasta automatizarlos y
convertirlos en algo normal para tu mente. Al político alemán Joseph Goebbels se le atribuye la
frase ‘una mentira repetida mil veces se convierte en verdad’ y si tuviésemos que extrapolarla a la
mente, podríamos decir que ‘un pensamiento repetido mil veces se acaba convirtiendo en tu
realidad y eso experimentarás’.
Imaginación y creatividad
Según la Wikipedia ‘la imaginación es un proceso psicológico superior que permite al individuo
manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida
por los sentidos de la mente’ y también ‘ la capacidad o facilidad para concebir ideas, proyectos o
creaciones innovadoras’. Lo cual nos indica el gran poder e importancia que tiene en la formación
de la visión estratégica a la que queremos dar forma y llevar a la realidad. Sin imaginación, no hay
visión.
oto de Alice Achterhof en Unsplash
F

El desarrollo de esta habilidad
natural que tiene el ser humano
para crear ideas a partir de la
imaginación, se hace
imprescindible si lo que deseamos
es desarrollar nuestra genialidad y
tener un cerebro creativo que no
esté limitado por el cerebro
racional y crítico.

Esto desde mi punto de vista es
algo muy a tener en cuenta, porque
en los años que llevo enseñando
técnicas de enfoque mental, lo que más limita a las personas con las que he trabajado, es la poca
imaginación que proyectan cuando quieren crear una meta. La limitación la tienen
mayoritariamente en que no sueñan lo que quieren.



La imaginación y la memoria siempre han estado relacionadas, ya que para simular nuevos
escenarios factibles, siempre se ha pensado que la imaginación necesita utilizar los recursos que
tiene la memoria.

Desde hace ya unos cuantos años, a nivel cerebral hemos relacionado uno de los hemisferios
cerebrales con la creatividad y la imaginación, en concreto con el hemisferio derecho. Este
hemisferio es integrador y está especializado en sensaciones, sentimientos, prosodia y
habilidades especiales como las visuales y sonoras, como por ejemplo las habilidades artísticas y
musicales.

Se han hecho algunas investigaciones neurocientíficas para saber qué partes del cerebro se
activan cuando imaginamos algo y si son las mismas que la memoria, pudiendo comprobar que,
si bien los dos procesos se originan en áreas cercanas al cerebro profundo, hay diferencias en el
hipocampo, estructura del cerebro límbico relacionada con la memoria, activándose diferentes
partes del mismo, según fuese una u otra.

Foto de Matt Sclarandis en Unsplash

La imaginación tiene en el cerebro su

propia red neuronal llamada red
neuronal por defecto, y se activa cuando
permitimos a nuestra mente que vague
sin rumbo fijo soltando cualquier
asociación mental y juicio interno,
también a esto se le llama mente
errante. Este estado posibilita a la mente
escaparse de la realidad para crear
nuevos escenarios hipotéticos que
favorecen la imaginación y la generación
de nuevas ideas que darán forma a
nuestra visión y objetivos.

Además de todo esto, también se ha podido comprobar que los llamados momentos ‘Eureka’ o
ideas geniales y repentinas que nos permiten obtener la solución de forma inconsciente y
repentina a un problema se dan más a menudo después de tener la red neuronal por defecto
activa, pasando el cerebro de una frecuencia de ondas alpha (ondas de una frecuencia menor
asociadas a momentos de relajación) a ondas gamma, que son las de más alta frecuencia y de
más actividad cerebral.

Podríamos decir de alguna forma que cuando utilizamos
a pleno rendimiento nuestro cerebro nos volvemos más
geniales. También esta solución ideal puede obtenerse a
través de un proceso más paulatino y consciente que se
define como pensamiento analítico y en donde se


evalúan de forma gradual las múltiples opciones y posibilidades que se pueden dar para
encontrar la solución al problema.

Una mente creativa, generará el desarrollo de un tipo de pensamiento llamado divergente o lateral
que nos dará la posibilidad de salirnos fuera de nuestras creencias y modelos más habituales en
nuestra forma de pensar, creando en nuestra mente el terreno necesario para la gestación de
nuestra visión a conseguir.

El mayor enemigo de la imaginación y la creatividad al que nos enfrentamos es sin duda nuestra
mente más racional y crítica. Si bien es cierto que la mente analítica también está implicada en la
creatividad cuando monta los elementos creativos y les da forma y coherencia para analizarlos y
poderlos llevar a la práctica, un exceso de mente crítica puede provocarnos un bloqueo de la
creatividad.

Foto de Umit Yildirim en Unsplash
Si permitimos a la imaginación que

cree en nuestra mente la visión futura
que proyectamos para nuestro
objetivo con todo lujo de detalles y
sin restricción alguna de la mente
racional, comenzará a crear las
conexiones neuronales necesarias
para enfocarnos en ese resultado en
un estado mental relajado, pero a la
vez activo que fomentará las ideas
geniales y creativas que necesita
para llevar a cabo su meta. Para ello,
a base de entrenamiento mental
diario, debemos conseguir que
nuestro cerebro racional y crítico acabe aceptando esta visión como algo normal y común, lo cual
hará que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos inconscientes se vayan
orientando hacia esa visión, poniendo en marcha la creación de la misma.

Una nueva intención inicial

La intención es uno de los factores clave cuando estamos creando nuestra visión. Si cogemos la
definición del diccionario de la Real Academia, uno de sus significados es ‘determinación de la


voluntad en orden a un fin’. Dicho de otro modo, sería una idea o pensamiento que se persigue
con cierta acción y comportamiento, y lo que una persona piensa o se propone hacer. Esto
mismo ya nos está marcando una senda que, según la intención que pongamos, nos enfocará
hacia nuestra visión con una energía u otra.

Es tan importante la intención que ponemos en cada cosa que realizamos, que Buda la
consideraba como uno de los factores mentales más importantes que siempre se da en cada
interacción que tenemos en nuestra vida. Podríamos decir que no hacemos nada sin una
intención subyacente, ya sea consciente o inconsciente.

Esto nos lleva a la importancia de saber diferenciar de una forma más clara dos términos que en
ocasiones confundimos y que tienen mucho peso en la creación de nuestra visión y objetivos.
Estoy hablando de la intención y la motivación. Aunque estas dos fuerzas tan poderosas suelen ir
de la mano, tenemos que tener claro el significado de cada una.

¿Cuál sería entonces esa diferencia tan sutil entre las dos? La gran diferencia sería que la
intención tiene un aspecto deliberado que no tiene la motivación, ya que es un pensamiento o
idea que da lugar a la acción, tanto verbal como física. Además la intención al ser siempre mental
activa la motivación, que es más corporal y está basada en el neuroquímico llamado dopamina.
En este cuadro que puedes ver a continuación están estas diferencias.

INTENCIÓN MOTIVACIÓN
La intención es siempre deliberada y mental La motivación nos pone en la acción y es

aunque no siempre es consciente. más física.

Es la que articula un objetivo o meta Podemos ser más o menos conscientes de
consciente. ella.
Es necesaria para tener visión más a largo Funciona en un ciclo de reafirmación mutua
plazo. del deseo y la gratificación del placer
(recompensa-dopamina).
Marca la pauta y el camino de lo que vamos Es necesaria para no abandonar la visión y el
a hacer. objetivo en el día a día.

Debemos saber conjugar muy bien estas dos palancas tan potentes para que nuestra visión y
objetivos se lleven a cabo en la línea temporal que hemos fijado.



La intención inicial marcará sin duda el inicio del movimiento creativo en el diseño mental de la
visión y la motivación se encargará de mantenerla día tras día en nuestra mente consciente para
darle forma y llevarla a la realidad.

En los más de diez años que llevo entrenando mi mente con técnicas de enfoque mental para
desarrollar mi visión y objetivos, al crear la intención inicial siempre hago mucho hincapié en
centrarme en uno de los dos tipos de energía intencional que podemos poner a cada cosa que
realizamos.

¿A qué energías me refiero? Estas dos energías son la abundancia y la carencia. Son tan
importantes que serán las que marquen el devenir de nuestra visión en éxito o fracaso. Fíjate si es
importante este tema que cada una de las miles de acciones que realizamos en un día y palabras
que decimos, llevan una intención por debajo. Como dice el dicho: No es lo que haces o dices,
sino la energía con la que hiciste o dijiste tal cosa.

Foto de Almos Bechtold en Unsplash
La energía de abundancia sólo se da

en nosotros cuando somos capaces
de salir de nuestra frecuencia
emocional más baja basada en el
miedo. Se consigue cuando nos
sentimos confiados y conectados a
nosotros mismos y a la vida. Es una
energía positiva, expansiva que nos
da verdadera felicidad y ganas de
compartirla con los demás.
Habitualmente la sentimos cuando
vivimos momentos de gran felicidad
con amigos y seres queridos, en
conexión con la naturaleza o cuando
realizamos hobbies.

Por desgracia, esta sociedad y sus medios de comunicación se encargan de bombardearnos con
todo tipo de noticias negativas que al escucharlas nos conectan al miedo y la carencia, la
antítesis de la abundancia y el amor. Por eso recomiendo a mis alumnos que no vean la tele y
procuren relacionarse con personas positivas.

Entonces, ¿Cómo podemos proyectar
una intención inicial en la creación de
nuestra visión con la energía de
abundancia? Aunque parece algo
evidente y que tendría que darse por


hecho, no es tan sencillo conseguir esa energía atencional de forma consciente y luego poderla
mantener a lo largo del tiempo.
Foto de Nick Shuliahin en Unsplash

Esto se debe a que normalmente cuando diseñamos en la mente nuestra visión y la recreamos en
nuestra imaginación, es muy difícil ser capaz de no pensar en si llegará a buen fin o
naufragaremos en el camino. Añadido a esto, aparecen los pensamientos limitantes tales como si
seré capaz de conseguir mis objetivos, en la imaginación todo es posible pero en la realidad no,
cómo conseguiré los recursos que necesito para llevar a cabo mi visión… y un largo etcétera de
pensamientos que consiguen, salvo que tenga bien alineada la intención inicial con el propósito
final, transformar la energía atencional de abundancia en carencia.

Nuevo propósito final

Toda visión que proyectamos en unos objetivos a conseguir tiene como fin último un propósito o
el ‘para qué’ que deseamos experimentar consiguiendo lo propuesto. Estoy hablando de los
valores que queremos sentir y transmitir que van implícitos en la visión que desarrollamos y sobre
todo en el éxito de la misma.

Al igual que en la intención inicial, la definición consciente de estos valores y el fin último al querer
conseguir los objetivos propuestos en la visión será determinante en la consecución de la misma
durante su fase de consolidación.

Foto de Mike Arney en Unsplash

Es en esta fase donde vamos a tener

que grabar a fuego en nuestro
inconsciente la visión del resultado que
deseamos y la más delicada, ya que hay
multitud de factores externos a nosotros
e internos que no nos lo pondrán fácil y
nos harán dudar en cada paso que
damos desviando la visión de su
intención inicial y muy posiblemente
obteniendo un resultado no deseado.

Es en esta fase de consolidación de la
visión donde tendremos que aplicar una
fuerza de voluntad y compromiso muy


fuertes, ya que de lo contrario será dónde la mayoría de personas abandonarán su visión,
sucumbiendo a las rutinas diarias y la cotidianidad de los automatismos que les separan de su
meta.

Si la meta u objetivo que queremos conseguir no se sustenta con unos valores fuertes y
profundos, lo tendrá muy difícil. De ahí que cada día en nuestro entrenamiento básico
recordaremos el fin último de nuestra meta y lo grabaremos en nuestro inconsciente hasta
conseguir integrarlo en nuestro día a día.

Fuerza de Voluntad
La fuerza de voluntad es el tercer ingrediente en la ecuación para que la intención inicial de un
objetivo tenga todos los días el enfoque mental que necesita para tener siempre a la vista el
propósito final de conseguirlo.

Sin fuerza de voluntad, esa intención junto con la motivación, no llegaríamos a conseguir que
nuestro cerebro imprima a fuego esa meta en las neuronas y se ponga a trabajar para
conseguirla.

Foto de Roland Seifert en Unsplash
Uno de los grandes problemas que

tenemos es la falta de constancia para
hacer las cosas, ya lo comenté
anteriormente en el capítulo de los
autosabotajes mentales. No es baladí el
tema, ya que una parte de tu cerebro
más profundo no quiere que inviertas
tanta energía en usar tu córtex prefrontal
para entrenar tu mente a diario y
enfocarla en tus objetivos. Lo peor de
todo es que es uno de los principales
escollos que hacen que no consigas lo
que deseas.

¿Cómo entrenamos la fuerza de
voluntad? Fortaleciendo el cortex prefrontal como por ejemplo con las técnicas de enfoque
mental que tengo en mi programa NeuroFocus System®. Cuando comprendes bien el
funcionamiento de tu cerebro y descubres sus palancas para poder programarlo a tu voluntad,
además de tener los objetivos que deseas totalmente claros y enfocados, se produce la energía


suficiente para superar la pereza que sale con tanta frecuencia y te impide ser constante en tu
vida.

Pintando nuestros objetivos
Una vez que te he explicado desde mi punto de vista los fundamentos teóricos del enfoque
mental, ha llegado el momento de pasar a la práctica. Uno de los ejercicios más potentes que
podemos realizar para programar nuestros objetivos, tiene que ver con algo que hacíamos muy a
menudo cuando éramos niños y que fuimos perdiendo según íbamos creciendo... Estoy hablando
de pintar, de dibujar cosas.

Nuestro cerebro inconsciente tiene un lenguaje particular: las imágenes y símbolos. Por tanto, si
queremos grabar nuestras metas en esa parte de nuestro cerebro, tendremos que saber
traducirlas al lenguaje apropiado. En este caso particular lo que vamos a hacer es pintar nuestro
objetivo con lápices de colores o rotuladores en una cartulina pequeña. En realidad puedes pintar
donde quieras tus objetivos, en un papel, un cuaderno… y también es válido, pero lo bueno de
las cartulinas es que su dureza hará que puedas conservarlas mejor.

¿Y qué vamos a pintar? Aquí es donde vamos a aplicar los conceptos teóricos que vimos en este
capítulo.

Lo primero de todo, antes de ponernos a pintar, tenemos que tener claro lo que deseamos
conseguir, y sobre todo, tener una imagen o photo finish de lo que para ti sería haber conseguido
ese objetivo. Esto es fundamental, porque es lo que vamos a pintar en nuestra cartulina blanca.
Tener claro su intención inicial y propósito final es fundamental.

Una vez tienes en tu mente esa imagen, comenzamos a pintar la cartulina con los lápices de
colores, estando muy presente y lo más importante: poniendo una intención de abundancia en
cada trazo, cada línea, cada color que va conformando tu dibujo. Tienes que disfrutar cada
momento pintando, muy consciente e imaginando esa imagen mental que te hace sentir tan bien,
tan en paz (no eufórico) porque esa meta ya la conseguiste. El tiempo que tardes en hacer tu
dibujo dependerá del grado de atención y enfoque que le dediques al dibujo. Hace no muchos
meses, tardé más de dos horas en pintar una meta en una cartulina pequeña.

Una vez terminado el dibujo que representa ese objetivo deseado, ya puedes observarlo siempre
que quieras, con el fin de convertirlo en normal y común en tu mente. Recuerda lo que te dije
anteriormente, que tu vida está formada por lo que aceptas y conviertes a normal, y eso se
consigue a base de repetición.

Hay otras técnicas mentales que se utilizan para grabar en tu inconsciente esos dibujos que
representan tus metas, pero te las contaré si decides profundizar en tu enfoque mental realizando
el curso NeuroFocus System®


También quiero dejarte un ejemplo de este ejercicio tan potente con algo que realizo desde hace
varios años en mi canal de Youtube a finales de año: La creación del año siguiente. Puedes verlo
en el siguiente link: https://youtu.be/NpJegJPZZ60

Conclusión
Espero que este pequeño pero instructivo libro te ayude a tomar la decisión de entrenar tu mente
y te haya dado las pistas necesarias para pasar a la acción. El cerebro es un músculo increíble si
se le entrena de forma correcta y puede darte todo lo que necesitas para ser feliz y conseguir
aquello que te propongas.

Si quieres seguir profundizando en el enfoque mental para conseguir tus metas con más rapidez,
te invito a que visites mi programa de entrenamiento mental NeuroFocus System® y veas los
resultados de otras personas que como tú decidieron dar un paso adelante y ser ellos los artífices
de su realidad.

Gracias por tu atención.

25 de septiembre de 2019


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