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Achenbach (2011), quien fuera pionero en el asesoramiento filosófico, como se señala en

Romero (2010), acuña el concepto de práctica filosófica para referirse a una orientación
para la vida desde el ámbito de la filosofía. De este modo, la filosofía se presenta como una
“alternativa a las psicoterapias” (Achenbach, G. 2011. Pág. 2).

El objetivo de esta práctica filosófica es ayudar a personas que, en palabras de Achenbach


“no se conforman simplemente con vivir o con sobrevivir, sino que desean «rendir cuentas»
de su propia vida y esperan poder aclararse sobre sus contornos: es decir, saber de dónde
vienen, dónde se encuentran y hacia dónde van” (Achenbach, G. 1981. Pág. 2). No se trata,
sin embargo, de la prescripción de ciertas lecturas filosóficas que ayuden a solucionar los
problemas de los consultantes, sino de que el filósofo acompañe en el pensamiento del
consultante de manera que este por sí mismo encuentre soluciones. “Si el filósofo ha
aprendido a ser consciente y capaz de comprender, si ha desarrollado una mayor
sensibilidad para aquello que normalmente se pasa por alto y si ha aprendido a sentirse a
gusto con los pensamientos, las sensaciones y los juicios «desviados» e inusuales. Sólo
podrá liberar la soledad —o la sensación de aislamiento— de su consultante si se comporta
como un compañero de pensamiento y de sentimiento” (Achenbach, G. 2011. Pág. 6).

Respecto de lo anterior, el traductor del artículo citado, Gabriel Arnaiz (2011) , hace énfasis
en notar la diferencia con otras perspectivas de la filosofía como terapia o como asesoría,
para lo que cita al propio Achenbach, quien afirma que su práctica “no consiste en un
amaestramiento filosófico que opera con el patrimonio filosófico históricamente
transmitido. Quien proceda de este modo únicamente conseguirá que el espíritu vivaz se
cosifique, convirtiendo finalmente la filosofía en una cantera de piedra de la que poder
recurrir cuando nos haga falta”. (Pág. 5.).

En párrafo anterior se hace alusión específicamente a la propuesta de Lou Marinoff (2000)


en Más Platón, menos Prozac, a la cual Cencillo, L () se describe como “un discurso
estimulador del tipo de la Autoayuda (no más), empedrado de frases de filosofía popular y
del sentido común precedido en cada capítulo por un comentario ligero a un sistema
filosófico con el que enlaza sin demasiado congruencia su discurso terapéutico)” (Pág 15).
Cencillo propone que la labor terapéutica de la filosofía, mediante la asesoría, se da en la
generación de categorías que provean al ser humano conceptos para mejorar su experiencia
de la realidad, aunque no puede prescindir de la exploración del inconsciente, tema en el
cual no se ahondará en esta investigación. Al respecto dice: “el hombre y los pacientes
necesitan es organización mental y no dispersión erudita”. De este modo se advierten
distintas concepciones, en veces poco compatibles, respecto del asesoramiento filosófico.

Achenbach, G. (2011). Breve respuesta a la pregunta ¿Qué es la práctica filosófica? El


Buho: Revista electrónica de la Asociación Andaluza de Filosofía. N°9. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5595597&orden=0&info=link

Marinoff, L. (2000). Mas Platón y Menos Prozac. Recuperado de:


https://todollegatodopasaytodocambia.files.wordpress.com/2015/08/masplatonymenosproza
ac.pdf

Cencillo, L. (2002). Cómo Platón se vuelve terapeuta. Recuperado de:


https://es.scribd.com/document/97258427/Cencillo-Como-Platon-se-vuelve-terapeuta

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