Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
la modernidad
Enviado por Odiseo. Revista... en 2010, Mayo 24 - 14:14
Autor:
César Tello[1]
"es siempre en un momento crítico de la historia cuando emergen e insisten la cuestión de
la transmisión y la necesidad de darse una representación de ella: en el momento en que,
entre las generaciones, se instaura la incertidumbre sobre los vínculos, los valores, los
saberes a transmitir, sobre los destinatarios de la herencia".
Presentación
Debemos considerar que asistimos a un momento sin precedentes en la historia de la
educación en lo que respecta a la Institución escolar. Se trata de la crisis estructural[2] de
la escuela, gestada en y para la modernidad. Este tipo de crisis se presentan de modo
singular según los tiempos y las variables socio-políticas en las que tienen lugar.
Podríamos mencionar como características particulares de la crisis actual tres razones
medulares: la desinstitucionalización, transicionalidad cultural y fragmentación social.
Estas cuestiones son las que generan dislocamiento y desfasaje si consideramos que la
escuela fue gestada en un período particular de la historia para responder a determinadas
demandas de la sociedad, y el tiempo actual <ya no es aquel>. Desde esta perspectiva y
tomando la afirmación de Kaes nos encontramos con un interrogante de fundamento, el
referido a la cuestión delsentido de la escuela:
¿Qué sentido tiene la escuela hoy? o ¿Qué sentido le podemos otorgar a la escuela actual?
Cabe señalar que fue uno de los precursores del racionalismo aplicado al pensamiento
social y una de las figuras clave de la filosofía naturalista vigente en los siglos XVII y XVIII,
sosteniendo que era posible la ética y la política como dimensiones inmutables y naturales
que generarían valores universales con criterios de verdad inalterable, producto del
progreso de la razón (racionalismo). De este modo las sociedades podrían regirse por
legislaciones universales, para esto es necesario –según Hobbes- considerar tres principios
básicos para elaborar una teoría del Estado:
1)Los integrantes de una sociedad saben por experiencia que los hombres desconfían
naturalmente los unos de los otros y en consecuencia están dispuestos a perjudicarse
recíprocamente.
2)El hombre tiende por instinto natural a conservar su propia vida o para decirlo mejor a
evitar la muerte, le teme especialmente a la muerte violenta.
3)Por último, todos los hombres son seres racionales y capaces de darse cuenta que la
guerra depende del derecho ilimitado; sólo renunciando a tal ilimitado derecho puede ser
evitada.
“…Y dado que la condición del hombre es condición de guerra de todos contra todos, en la
que cada cual es gobernado por su propia razón, sin que haya nada que pueda servirle
de ayuda para preservar su vida contra sus enemigos, se sigue que en una tal condición
todo hombre tiene derecho a todo, incluso al cuerpo de los demás. Y, por tanto, mientras
persista este derecho natural de todo hombre a toda cosa no puede haber seguridad para
hombre alguno (por muy fuerte o sabio que sea) de vivir todo el tiempo que la naturaleza
concede ordinariamente a los hombres para vivir.” (Hobbes, 1984: Cap. XIV )
Por lo tanto, a través del principio de racionalidad y para que el hombre no se convierta en
un lobo para el hombre, los sujetos delegan el poder en una institución política: el Estado
Social, que se convertiría en garante de la paz. Debemos entender, desde la postura de
Hobbes, que el sujeto en estado de naturaleza es irracional y por lo tanto ataca para
defenderse, en el sentido de Geneyro (2006), para Hobbes el ser humano es un ser
deseante y dejando <en libertad> esa fuerza deseante es imposible la convivencia social.
“…Y, por lo tanto, si dos hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo,
no pueden ambos gozar, devienen enemigos; y en su camino hacia su fin (que es
principalmente su propia conservación, y a veces sólo su delectación) se esfuerzan
mutuamente en destruirse o subyugarse. Y viene así a ocurrir que, allí donde un invasor
no tiene otra cosa que temer que el simple poder de otro hombre, si alguien planta,
siembra, construye, o posee asiento adecuado, pueda esperarse de otros que vengan
probablemente preparados con fuerzas unidas para desposeerle y privarle no sólo del
fruto de su trabajo, sino también de su vida, o libertad. Y el invasor a su vez se encuentra
en el mismo peligro frente a un tercero.” (Hobbes, 1984:Cap. XIII)
En este sentido Hobbes plantea que no existe el Estado naturalmente sino por convención,
justamente porque satisface una exigencia elemental del hombre, los hombres mismos son
quienes lo desean y le dan vida con un acuerdo recíproco. Sólo el miedo a la muerte mueve
al hombre a renunciar a los honores y ventajas del estado natural y reducirse al estado civil
o social.
El contrato que da origen al Estado moderno (Estado civil o social) es un acuerdo mediante
el cual un cierto número de individuos establecen entre ellos la renuncia a aquel derecho
ilimitado y potencial sobre todas las cosas que les corresponden en el estado de naturaleza.
La convención que existe en la base del Estado no es, como imaginan los contractualistas
de tendencia democrática, un contrato del cual pueden los súbditos liberarse cuando el
soberano no cumple con las obligaciones asumidas, sino por el contrario, un contrato de
los súbditos entre sí, contraído con la finalidad de renunciar a los propios derechos a favor
de un tercero.
En este clima de ideas y junto al marco de las situaciones político -económico- sociales del
siglo XVIII y XIX se libera la mirada acerca del origen sobrenatural y se la coloca en las
actividades humanas. La ilustración intentará reemplazar lo sobrenatural por lo natural, la
religión por la ciencia, y creerá fervientemente en la perfectibilidad del hombre.
En este contexto, debemos comprender que la escuela surge como un esfuerzo deliberado
del incipiente Estado-Nación de mediados del siglo XIX. Es en las ideas de la ilustración
desde el Estado Social y los postulados modernos que se encuentran los aspectos
subyacentes de la extensión de la enseñanza de masas y la necesidad de la
institucionalización de la escuela, Ramírez y Boli (1999) fundamentan este postulado en
cuatro puntos:
1) El individuo: en el siglo XIX se transformó en la unidad principal de acción y en la
fuente fundamental de valor dentro de la sociedad (giro del theocentrismo al
antropocentrismo).
4) El Estado como protector de la nación y garante del progreso: con la idea de progreso se
esperaba que los sistemas de educación de masas no sólo preservaran el orden social sino
también que crearan la nueva sociedad nacional.
Una de las características distintivas del Estado Liberal que se dio en la modernidad, como
hemos mencionado, es el progresivo avance del proceso de secularización, a través del cual
la sociedad dejó de percibirse como un todo articulado en un fundamento trascendente-
divino-theocéntrico, para concebirse como un Estado autónomo e independiente del
tradicional vínculo con la Iglesia Católica.
Por otro lado, los organismos internacionales impulsaron el discurso de Educación Para
Todos[3] durante la década de 1990, teñida de una fuerte raigambre neoliberal que en el
caso argentino quedó plasmado en la Ley 24195, Ley Federal de Educación –promulgada
en 1993-, en la que las nuevas políticas educativas llevadas a cabo en Argentina y
Latinoamérica, desplegaron relatos políticos de inclusión escolar, observándose su opuesto
en la realidad institucional[4].
¿Democracias?
Hacia 1880, el sistema político se caracterizó por la constitución de un régimen de partidos
de notables (la conformación de la oligarquía), con fuertes restricciones en la participación,
en tanto se limitaba el acceso a la mayoría (Botana, 1998). Se trató de un modelo de
amplias libertades civiles y acotadas libertades políticas.
Debemos considerar que, en este período la preocupación fundamental del Estado giraba
en torno a la necesidad de construir en la población el sentido de pertenencia nacional, en
cuanto a comunidad de destino, con la intención de articularla con una
democracia restringida en el caso de 1880 o débil como plantea Garretón (1999) para el
neoliberalismo en la década de 1990.
Sin duda que debemos posicionarnos en el contexto actual, como contexto transicional:
modernidad y <esto que ya no es>, esta es la cuestión que debemos asumir como
educadores: es otro el tiempo que habitamos.
“Porque no sólo se trata de una época de grandes cambios, sino de un cambio de época,
donde lo viejo se derrumba y lo nuevo no alcanza a aparecer, lo cual tiñe la existencia
por el malestar y la incertidumbre. Las certezas conquistadas por la Modernidad son
socavadas por la turbulencias de los cambios que desnudan las limitaciones de la
comprensión humana para entender lo que está sucediendo así como avizorar las
tendencias a futuro” (García Delgado, 1998: 25)
En eso consiste… en que los que actualmente habitamos la sociedad, la escuela, las
instituciones somos partícipes o espectadores de este tiempo de cambio social, político y
económico. Por esta razón es muy difícil responder al sentido actual de la escuela, porque
el sentido se desconfiguró.
Sentido[s]…
Desde el título de este trabajo venimos insistiendo con un término que consideramos clave,
a tal punto que está presente en el interrogante inicial: el sentido de la escuela.
De este modo tenemos como desafío analizar la escuela como texto cuya finalidad o razón
de ser, en la actualidad, está muy cerca de ser un texto absurdo.
Por tanto el sentido de la escuela tiene que ser permanentemente pensado porque el
entorno y las situaciones que habitamos son permanentemente fluctuantes, al menos por
ahora, dado el tiempo de metamorfosis social y confusión. Debemos considerar que esta
elucubración no invita a la inmutabilidad “esperando que pase la transición”. Por el
contrario se requiere de una actitud cuyas estrategias se desplieguen desde la filosofía de la
educación ya que es necesario examinar los lugares que se habitan para pensar las
categorías que siguen nombrando cosas que ya no son. Pero, si por un momento hacemos
el esfuerzo de des-habitar y des-componer el tiempo quizá comencemos a encontrarnos
con elementos complejos que sin duda se hilvanan a los fenómenos que intentamos
analizar. Es decir, no se puede como se pretendía en la modernidad analizar las partes,
porque las partes no existen sino por el propio fenómeno y es así como esas partes no
podrían constituir otro fenómeno, esas partes, no se pueden generalizar ya que se
constituyen en tanto fenómenos sociales, siempre nuevos.
La escuela ha desfigurado su función, los mismos adultos, quizá por los tiempos que
vivimos, confunden la función de la escuela.
“los padres piden mejorar la calidad del aprendizaje en las escuelas” cómo así
también “le reclaman ayuda social, apoyo afectivo y contención a la familia” (Diario
Clarín, 21 de marzo de 2004).
Los trazos de desconfiguración histórica parecen re-aparecer con nuevos matices, a decir
de G. Tiramonti, cuando plantea para los tiempos actuales que:
“los sanitaristas piensan que (la escuela) es el espacio más adecuado para vehiculizar
una política sanitaria; los que vienen de desarrollo social o plantean políticas
compensatorias piensan que la escuela es el lugar desde el cual se puede vehiculizar una
política de compensación social; un tributarista plantea que la ciudadanía tributaria se
debe desarrollar a partir del espacio escolar” (2003: 4), y así podríamos seguir con varios
ejemplos. La dificultad que encontramos es que estas cuestiones, que teniendo en cuenta la
historia de la educación no serían tan novedosas, desconfiguran de modo pronunciado el
sentido de la escuela actual.
Por esto es necesario, como suele hacerse en momentos de crisis, recurrir a la filosofía de la
educación. Pero creo oportuno considerar que la misma historia nos ha enseñado que la
filosofía de la educación no puede ser aquella “de la que se hecha mano” en momentos
difíciles, sino más bien una actitud para pensar la escuela.
Dado que el debate que intentamos desplegar en este trabajo intenta recomponer los
fundamentos y sentidos de la educación es necesario recurrir a la filosofía de la educación
entendida como aquella que nos interpela y provoca el pensamiento. El saber filosófico se
presenta como el marco teórico apropiado para ahondar en los fundamentos de la
educación, en tanto permite la indagación del por qué, facilitando el acceso a un modo de
pensamiento lógico-reflexivo que no admite dogmatismos sino la construcción de nuevas
conceptualizaciones, modelos y marcos de referencia.
Cómo pensar una escuela sin desconfigurar la función social de la misma: la transmisión
cultural. O deberíamos pensar en una nueva función social de la escuela, distinta a la de la
modernidad. ¿Seguiría siendo escuela? Consideramos desde una perspectiva filosófico-
pedagógica que debemos situarnos en un lugar común para iniciar este camino, tal es así
que consideramos el relato de la escuela como transmisora de la cultura, con las variables
histórico-temporales, socio-políticas y económicas que correspondan en cada caso. En este
sentido adherimos a la postura de Carlos Cullen cuando señala:
“Si para constituirse como sujeto-razón, la experiencia (teórica) tiene que mediarse por
la acción (práctica), para constituirse como espíritu-conciencia moral, la acción práctica
tiene que mediarse por la experiencia. Es decir desde el punto de vista institucional
(social), la educación es la mediación entre una acción social ilusoria y una acción social
éticamente efectiva. Y es una mediación por la experiencia, es decir, por la relación
teórica o de saber. La escuela, decididamente está para enseñar.” (2004: 48)
-¿Qué se puede decir de ellos tomando un poco de distancia? -¿En que medida los
dispositivos que se encontraron y describieron contribuyen a una escuela con sentido? -
¿Qué tipo de escuela generan los dispositivos descriptos? -¿Cuáles dispositivos dan
sentido a la escuela y cuáles logran el efecto contrario? ¿Qué Filosofía de la Educación
hay detrás de ese conjunto de dispositivos? o ¿hay una filosofía de la educación en esos
dispositivos?
¿Qué hacer entonces para desaprender? ¿Cuál es la relación de este enfoque con el
desaprendizaje? Para desaprender, debe recorrerse un camino: impensar la escuela, vale
decir, apoyarse en la experiencia para reconocer la vida como conocimiento e identificar en
un proceso de desaprendizaje consciente: los patrones, los límites, los valores, las verdades
reconocidas hasta hoy como inamovibles y absolutas; las estructuras condicionadas de los
viejos procesos de aprendizaje; los miedos a desmontar, las seguridades que otorga un
conocimiento entendido como eterno e imperecedero; las zonas sagradas a las que no se
permite aún el acceso para su deconstrucción.
Una nueva subjetividad está surgiendo. No sólo es autocentrada, autogenerada, sino
también es dialogante y descentrada, proyectada a un constante proceso de aprendizaje,
desaprendizaje, reaprendizaje. El ser, la persona, el sujeto cognosciente, devienen como
protagonistas de la construcción de realidades.
Notas finales
“…las razones de educar no pueden buscarse sino en las argumentaciones desde las
cuales pretendemos fundamentar la legitimidad de esas prácticas”
La crisis estructural que está viviendo nuestra escuela replantea las políticas educativas de
la modernidad, donde el objetivo principal era la escolarización de la mayor cantidad de
argentinos. Hoy las políticas de escolarización no aseguran la aprehensión de la cultura,
porque la transmisión de la cultura en la escuela ya no es tal. Pero por otro lado no
podemos “perder” ese relato: la inclusión de las mayorías.
Ahora bien, es necesario discutir y describir el presente de la escuela como un presente que
no es consecuencia de “desviaciones” o “empobrecido”, es otro presente, y es el presente
que debemos transformar. Sin duda que mirar la historia nos ayudará a no ingresar a
caminos acartonados, pero el cambio no es “volver”, el cambio es pensar en un relato
fluido, flexible, incompleto, con ráfagas de sentido que nos ayuden, en este momento de
transición, a pensar juntos una escuela distinta.
No podemos seguir pensando que “hasta que no cambie el sistema no podemos hacer
nada”, debemos garantizar el presente, con el esfuerzo de pensar la filosofía de la
educación de la escuela, cuál una u otra perspectiva filosófica. Pero fundamentos y relatos
que den vida al hoy, las respuestas o ráfagas de sentido que podamos dar hoy construyen
un futuro y, anquilosarnos en “el todo está mal” lleva sólo al repliegue y la clausura del
sentido de la educación.
Desaprender no es más que dejarnos permear por lo imprevisto, por lo incierto; no perder
nunca la capacidad de asombro y de resignificación de una escuela en constante
construcción. Para eso es necesario dejarse atravesar por la historia, en nuestro caso,
recuperar el sentido de la escuela de la modernidad, porque allí está su fundamento: la
transmisión de la cultura, considerando que vivimos en tiempos de crisis de fundamentos
debemos resignificar el sentido para construir, como dijimos, el hoy. La realidad actual de
la escuela Argentina requiere no abandonar la promesa emancipatoria de la educación,
sino -en todo caso- reconocer que esta promesa se debe reconfigurar y resignificar: por
ahora, en este tiempo de transicionalidad, buscando las ráfagas de sentido.
Parafraseando a Carlos Cullen (2004) decimos que pensar la educación es no dejar que se
borren las huellas (el sentido y los fundamentos), no perder la memoria. Pero es también
no dejar que se borre el horizonte (resignificar los relatos), no perder la utopía. Y es aquí
donde radica el lugar de la Filosofía de la educación: buscar huellas y seguirlas (construir
desde el hoy), aunque no conduzcan a ninguna parte aparente, mantener abierto el
horizonte (ráfagas de sentido), precisamente porque no es ningún lugar determinado. Este
espacio entre huellas y horizontes se transforma así en compromiso y testimonio,
construcción y resignificación.
No cabe duda que la escuela fue una proeza de la modernidad, En el siglo XVI, soñar con
una institución donde concurrieran todos los infantes a aprender ciertos saberes
complejos, con sujetos preparados para tal fin, desafió todo lo preestablecido y amplió
enormemente las fronteras de la época. En el sigo XIX, este producto de la imaginación
cobró cuerpo y hacia finales del siglo XX devino en crisis y sinsentido.
Quizá la mayor herencia que podemos sacar de todo esto sea la necesidad de volver a
realizar un acto tan imaginativo como fue ése. En esta línea, el objeto de análisis actual
sobre la escuela no consistiría en aportar a la reconstrucción de la fragmentada educación
moderna, sino buscar y diseñar nuevas herramientas de análisis que nos ayuden a
imaginar nuevas formas de comprender la educación y sus problemáticas actuales.
Partiendo, como hemos intentado aquí, de una revisión de los moldes incuestionables
-originales entonces y agotados ahora- en los que se inscribió la escuela como son el estado
moderno (liberal) y <esto> que ya no es…
Bibliografía
-BOTANA, Natalio (1998) La política argentina entre 1880 y 1916. Sudamericana. Buenos
Aires
-TELLO, César y VAZELLE, Marcelo 2004, Octubre “El Estado (neo) liberal en Argentina y
las políticas educativas” II Congreso Nacional de Sociología y VI Jornadas de Sociología de
la U.B.A. Pre ALAS 2005. Buenos Aires.