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Estado de indivisión
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Masa hereditaria
Masa partible
Apunta el art. 2376 del Código Civil y Comercial de la Nación ( C.C.C.N.) que:
La masa partible comprende los bienes del causante que existen al tiempo de la partición
o los que se han subrogado a ellos, y los acrecimientos de unos y otros. Se deducen las
deudas y se agregan los valores que deben ser colacionados y los bienes sujetos a
reducción1.
[1] Art. 2376- Ley N° 26.944 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable
Congreso de la Nación
Con la determinación de la masa partible neta, podrán conformarse los lotes y adjudicarse las hijuelas a los
herederos.
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El Código Civil solo contenía algunas normas dedicadas a la indivisión hereditaria; en cambio, el Código Civil
y Comercial en el título VI, Caps. 1 y 2, la regula de manera más completa.
Al momento del fallecimiento del autor de la sucesión, puede suceder que hubiera un solo
heredero o que concurrieran varias personas al llamamiento realizado por ley o por
testamento. En el primer caso, el heredero único adquiere en forma simultánea su derecho
a la herencia y la propiedad de los bienes que componen el acervo. En el último supuesto,
se forma la comunidad hereditaria, en virtud de la cual los herederos son cotitulares de la
herencia. Sostiene Borda (1994, tomo I, pto. 1119/504) que cuando ello ocurre, los bienes
no pertenecen a ningún heredero en particular, sino a todos en común; de manera que no
podrán alegar derecho a ningún bien determinado, sino a partes o porciones ideales de
ellos. Se trata de una comunidad forzada por las circunstancias y cuyo término natural es
la partición. Es decir, se presenta ante una comunidad sobre toda la masa hereditaria,
donde cada comunero tiene una cuota ideal en proporción a su derecho. Sobre su cuota
ideal, cada heredero puede disponer libremente (por ej., cesión de derechos hereditarios).
Por otra parte, durante la indivisión ningún heredero tiene título de dominio sobre bienes
concretos y tampoco tiene cuota sobre cada uno de ellos. Por tanto, ningún heredero tiene
una porción sobre cada una de las cosas que componen la masa hereditaria.
La comunidad hereditaria implica como supuesto necesario la aceptación del llamamiento por parte de dos
o más sucesores universales.
La comunidad puede estar conformada por herederos legítimos, herederos testamentarios o por ambos.
Caracteres:
U N I V E RS A L FO RZ O S A T RA N S I T O RI A
U N I V E RS A L FO RZ O S A T RA N S I T O RI A
Se forma ante la muerte del causante, en el caso que hubiera más de un heredero; es decir, no se constituye
por voluntad de sus integrantes.
U N I V E RS A L FO RZ O S A T RA N S I T O RI A
Ello obedece a que no debe durar de manera indefinida; por ello, los interesados en la partición podrán
pedirla en todo tiempo, salvo disposición del testador o convenciones en contrario. Por lo tanto, la
comunidad hereditaria culmina con la partición. Además, aunque una parte de los bienes hereditarios no
pueda ser objeto de división inmediata, se puede demandar la partición de aquellos que son actualmente
partibles.
Naturaleza jurídica
1. Carece de patrimonio propio, pues pertenece a los herederos, ya que ellos adquieren la propiedad de
los bienes a la apertura de la sucesión.
2. La comunidad hereditaria no tiene un fin propio, distinto del de los herederos, y está destinada a
terminar.
3. Carece de un órgano que la represente y que obre con independencia de la voluntad de los herederos.
1. El condominio solo puede recaer sobre cosas; en cambio, la comunidad hereditaria se constituye
sobre cualquier clase de bienes.
Contenido
La comunidad hereditaria tiene por contenido todas las cosas y derechos, trasmitidos por el causante, que
constituyen la masa (p. ej., derechos de autos, cosas sobre las que era propietario o tenía bajo otro derecho
real, créditos, etc.).
El C.C.C.N. recepta una modificación respecto a los créditos divisibles, los que – ahora– componen la masa
hereditaria sean o no indivisibles. En cambio, el Código Civil establecía que eran ajenos a dicha masa los
créditos divisibles, los que se fraccionaban ipso iure desde la muerte del causante.
Según el C.C.C.N., el administrador deberá cobrar los créditos y pagar las deudas – sean o no divisibles–.
El activo de la masa hereditaria no se mantiene inalterable durante la indivisión, es decir que puede aumentar
y disminuir en su cuantía o modificar su estructura. Por ejemplo, aumentan la cuantía: las accesiones, los
frutos4, los bienes comprados con dinero de la sucesión, etcétera; la disminuyen: la pérdida de cosas y su
destrucción parcial; por último, modifican la estructura: el bien comprado con dinero de la sucesión, la
indemnización por un bien destruido.
De tal manera, si se trata del derecho de los coherederos sobre la masa hereditaria, rige el principio de
subordinación, pues los derechos de cada heredero quedan limitados por los de los demás coherederos.
Si se trata de los derechos de los coherederos sobre la propia cuota, se impone el principio de autonomía, ya
que cada heredero puede disponer libremente de la cuota ideal que le corresponde sobre la herencia, sin ser
necesario el consentimiento del resto de los herederos.
La indivisión forzosa fue receptada en nuestro sistema legal por medio de la Ley N° 14.394, la que se derogó
con la sanción del Código Civil y Comercial que regula en varios artículos los supuestos comprendidos en la
ley anterior.
En los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial se señala:
Se incorpora el derecho del heredero que antes de la muerte del causante ha participado
activamente en la explotación de la unidad económica a oponerse a su división.
Se especifican los casos en que el resto de los partícipes pueden pedir el cese de la indivisión.
El fundamento de la indivisión forzosa radica en evitar las consecuencias negativas de la partición inmediata
de la herencia y en la protección de las sociedades familiares.
La indivisión puede ser impuesta por el testador, por el cónyuge, por pacto de los herederos o por un
heredero.
Afirma Rolleri (2014, p. 161) que la indivisión de la herencia constituye una excepción a dos principios:
1 Que la partición puede ser solicitada en cualquier momento, luego de aprobadas las
operaciones de inventario y avalúo.
Este supuesto es regulado por el art. 2330 del C.C.C.N., que dice:
Indivisión impuesta por el testador: El testador puede imponer a sus herederos, aun legitimarios, la indivisión
de la herencia por un plazo no mayor de diez años.
Puede también disponer que se mantenga indiviso por ese plazo o, en caso de haber herederos menores de
edad, hasta que todos ellos lleguen a la mayoría de edad:
Un bien determinado.
Un establecimiento comercial, industrial, agrícola, ganadero, minero, o cualquier otro que constituye
una unidad económica.
Las partes sociales, cuotas o acciones de la sociedad de la cual es principal socio o accionista.
En todos los casos, cualquier plazo superior al máximo permitido se entiende reducido a este.
El juez puede autorizar la división total o parcial antes de vencer el plazo, a pedido de un coheredero, cuando
concurren circunstancias graves o razones de manifiesta utilidad.
La norma reproduce el art. 51 de la Ley N° 14.394, pero incorpora una novedad, pues establece que la
indivisión puede recaer sobre las partes sociales, cuotas o acciones, siempre que el causante sea el socio o
accionista principal.
En cuanto al plazo, es de diez años –si se dispusiera un plazo mayor, se reducirá al plazo legal–, y en los
casos de los incisos a, b y c, hasta que los herederos menores de edad alcancen la mayoría de edad.
Asimismo, el juez podrá permitir la división cuando concurran los extremos que la autorizan.
La oposición del cónyuge está regulada en el art. 2332 del C.C.C.N. que postula:
Si en el acervo hereditario existe un establecimiento comercial, industrial, agrícola,
ganadero, minero o de otra índole que constituye una unidad económica, o partes sociales,
cuotas o acciones de una sociedad, el cónyuge supérstite que ha adquirido o constituido
en todo o en parte el establecimiento o que es el principal socio o accionista de la
sociedad, que sin adquirir ni constituir el establecimiento, participa activamente en su
explotación, puede oponerse a que sean incluidos en la partición, excepto que puedan
serle adjudicados en su lote…
La indivisión se mantiene hasta diez años a partir de la muerte del causante, pero puede ser prorrogada
judicialmente a pedido del cónyuge sobreviviente hasta su fallecimiento.
A instancia de cualquiera de los herederos, el juez puede autorizar el cese de la indivisión antes del plazo
fijado, si concurren causas graves o de manifiesta utilidad económica que justifican la decisión9.
De esta manera se observa que la norma sigue la línea del art. 53 de la Ley N° 14.394.
Un aspecto novedoso es que la indivisión podrá mantenerse hasta el fallecimiento del cónyuge.
Si la indivisión recae sobre una sociedad –supuesto incorporado por el C.C.C.N.–, el cónyuge debe ser el
accionista principal, aunque no el mayoritario. Podrá solicitar la indivisión aún cuando no hubiese contribuido
a adquirir ni constituir el establecimiento, pero haya participado activamente en su explotación.
Otro aspecto importante de la norma es la protección del cónyuge supérstite por medio de la indivisión de la
vivienda que ha sido la residencia habitual de los cónyuges y que ha sido construida o adquirida, aunque sea
parcialmente, con fondos gananciales. Ello a fin de tener su uso –y el de las cosas muebles que la integran–
mientras viva.
Excepciones:
Que el cónyuge tuviese otros bienes que le permiten procurarse una vivienda suficiente para cubrir sus
necesidades.
Es dable destacar que este derecho es distinto del derecho real de habitación del cónyuge supérstite
previsto por el art. 2383 del C.C.C.N., que dispone que ese derecho es vitalicio y gratuito, recae sobre el
inmueble de propiedad del causante que constituyó el último hogar conyugal y que no se tenía en
condominio al momento de la muerte del causante.
Para algunos autores, el art. 2383 deja sin sentido al art. en 2332; en consecuencia, consideran que debería
haberse suprimido el último párrafo de esta norma (Pérez Lasala, J., 2014, tomo 1, p. 631).
Por último, en el caso de separación de hecho sin voluntad de unirse entre los cónyuges o el de matrimonio
in extremis, el cónyuge supérstite no tiene vocación hereditaria, por lo tanto, tampoco podrá ejercer los
derechos reconocidos por la norma en análisis.
Para que pueda solicitarse esta indivisión, deben darse una serie de requisitos; estos son:
Atento a la aplicación del art. 2332 del C.C.C.N., podría el heredero exceptuarse del requisito si puede serle
adjudicada la unidad económica.
Una cuestión que genera dudas es el plazo de indivisión, pues conforme al art. 2332, el cónyuge puede pedir
que se mantenga la indivisión hasta su fallecimiento. De tal manera, por la remisión a esa norma, el heredero
podría pedir que se mantenga la indivisión hasta su muerte. Ello ha generado opiniones opuestas en la
doctrina, pues para algunos el plazo puede ser por diez años, renovables por período igual; en cambio, otros
consideran que rige lo dispuesto por el mencionado artículo.
Podrá ser oponible a terceros la indivisión, que comprenda bienes registrables, cuando hubiese sido
inscripta en los registros correspondientes.
Los acreedores de los coherederos no pueden ejecutar el bien, pero podrán obtener las utilidades de la
explotación que le correspondan a su deudor.
Las indivisiones no impiden el derecho de los acreedores del causante al cobro de sus créditos sobre los
bienes indivisos. Es decir, las indivisiones no afectan sus derechos.
Pacto de indivisión
Los herederos pueden pactar la indivisión de la herencia por un plazo de diez años que puede renovarse por
igual tiempo.
Pacto de indivisión. Los herederos pueden convenir que la indivisión entre ellos perdure
total o parcialmente por un plazo que no exceda de diez años, sin perjuicio de la partición
provisional de uso y goce de los bienes entre los copartícipes.
Si hay herederos incapaces o con capacidad restringida, el convenio concluido por sus
representantes legales o con la participación de las personas que los asisten requiere
aprobación judicial.
Estos convenios pueden ser renovados por igual plazo al término del anteriormente
establecido.
Cualquiera de los coherederos puede pedir la división antes del vencimiento del plazo,
Este artículo contiene una regulación similar a la del art. 52 de la Ley N° 14.394.
Para que proceda la indivisión, debe haber acuerdo unánime de los herederos, pues se trata de un acto de
disposición de los bienes. Además, la voluntad de uno de los herederos resulta suficiente para que se realice
la partición;, por lo tanto, esto justifica aún más el hecho de que, para mantenerse la indivisión, deben prestar
su consentimiento todos los herederos.
A los fines de la protección de los herederos con discapacidad o capacidad restringida, el convenio que
dispone la indivisión debe haberse celebrado con la participación de su representante o de la persona que lo
asista y debe ser aprobado por el juez de la sucesión.
La indivisión puede tener una duración de diez años, renovable por igual término. El plazo no es obligatorio,
pues puede ser dejado sin efecto antes de su vencimiento siempre que el heredero que lo haya pedido
acredite causas justificadas. A diferencia del art. 2330, estas causas no deben ser graves, pero sí fundadas
y sobrevinientes al convenio.
En las relaciones de comunidad o internas, cada uno de los herederos puede ejercer sus
derechos sobre los bienes hereditarios, pero siempre respetando los derechos de los
demás coherederos. Esto se debe al principio por el cual los bienes no pertenecen a un
heredero en particular, sino a todos en común.
En tal sentido, respecto al uso y goce de los bienes, el artículo 2328 recepta este principio
cuando se refiere al uso compartido de las cosas que componen la herencia, en cuanto
prescribe que el heredero puede usar y disfrutar de la cosa indivisa conforme a su
destino, en la medida en que sea compatible con el derecho de los otros copartícipes.
Ante la falta de acuerdo, será el juez quien de manera provisional regulará el ejercicio de
este derecho.
Asimismo, la norma regula el supuesto de uso exclusivo de cosas hereditarias, en cuanto
expresa que si uno de los comuneros utiliza privativamente la cosa indivisa, deberá una
indemnización desde que le es requerida, salvo que hubiesen acordado lo contrario. Esta
solución guarda armonía con el principio de que un heredero no puede usar de manera
exclusiva tales cosas. Así, un heredero puede tener el uso exclusivo de la cosa hereditaria
en virtud de un convenio con el resto de los coherederos; en ese caso, habrá que estar a
lo que se hubiese acordado. Si no hay acuerdo y un heredero usa de manera privativa la
cosa hereditaria deberá compensar con dinero tal uso. Sostiene Rolleri (2014, p. 155) que
admitir lo contrario importaría un ejercicio actual e inmediato del derecho de propiedad,
prohibido por la ley, por parte de su beneficiario, quien recibiría un enriquecimiento sin
causa. Tal compensación solo podrá fijarse con retroactividad a la fecha de notificación
de la demanda y no con anterioridad, pues se considera que ha habido un consentimiento
tácito a que se la use de manera gratuita por el tiempo anterior. Esta solución coincide
con lo previsto para el condominio en el art. 1988.
Frutos: En el art. 2329 del C.C.C.N. se regula lo relativo a los frutos de los bienes
hereditarios. Así, se prescribe que tales frutos acrecen a la masa hereditaria, salvo
partición provisional. Cada heredero se beneficiará y soportará las pérdidas en proporción
a su cuota.
La solución adoptada por la norma asegura la igualdad entre los coherederos y permite
salvaguardar los intereses de los acreedores del causante. Además, se aplica el principio
de accesoriedad, así los frutos se consideran accesorios.
Acciones: Los herederos podrán ejercer las acciones que correspondían al causante en
cuanto sean transmisibles y se refieran a bienes que integran la masa hereditaria. Aun
antes de iniciar el proceso sucesorio, podrán ejercer las acciones posesorias para
proteger la posesión que tenía el causante.
Extinción de la comunidad
El modo normal de extinción de la comunidad hereditaria es la partición. Sin embargo, también puede
suceder que desaparezca la comunidad por la procedencia de las siguientes causales:
3 Por constituir los herederos una sociedad aportando sus partes alícuotas.
4 Cuando se adjudican pro indiviso los bienes hereditarios remanentes; en este caso, la
comunidad hereditaria desaparece y surge un condominio.
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Como se dijo con anterioridad, en las relaciones de comunidad o internas, cada uno de los herederos puede
ejercer sus derechos sobre los bienes hereditarios, pero siempre respetando los derechos de los demás
coherederos.
El Código Civil y Comercial distingue la administración extrajudicial y la administración judicial, las que se
analizarán a continuación.
El art. 2323 del C.C.C.N. postula que las disposiciones del Título VI se aplican a toda sucesión en la que
hubiese más de un heredero, desde la muerte del causante y hasta la partición, siempre que no se hubiese
designado un administrador.
Se aplica el art. 2324 del C.C.C.N., en virtud del cual, mientras no se designe administrador, cualquier
heredero puede tomar las medidas necesarias para la conservación de los bienes que integran la masa
hereditaria. Para ello puede utilizar los fondos de la comunidad hereditaria que se encuentran en su poder y,
a falta de estos, puede exigir a los coherederos que contribuyan en el pago de los gastos incurridos.
Asimismo, antes de la apertura del proceso sucesorio, cualquiera de los herederos podrá solicitar al juez que
disponga las medidas urgentes que hagan al bien común de la comunidad. Esta regla es receptada por el art.
2327 del C.C.C.N., que enumera una serie de actos que pueden ordenarse, como la autorización para ejercer
derechos que surgen de títulos valores, acciones o cuotas societarias; la percepción de fondos de la
comunidad; la autorización para la celebración de actos en caso de que la oposición de otros herederos
haga peligrar el interés común; la designación de un administrador provisorio; la prohibición del
desplazamiento de cosas muebles; la atribución del uso personal de estas cosas a uno u otro heredero.
En el caso de que uno de los herederos se encuentre ausente o impedido transitoriamente, otro coheredero
podrá realizar actos en su representación, los que se regirán por las normas aplicables a la gestión de
negocios.
El art. 2325 del C.C.C.N. sienta la regla que exige el consentimiento de todos los coherederos. Tal
consentimiento puede otorgarse de manera personal o por medio de otro heredero, o un tercero, que tuviese
mandato general de administración. Si se trata de actos que exceden la explotación normal de los bienes o
para la contratación y renovación de alquileres, se requiere que se hubiesen conferido facultades expresas.
Por último, se considera que se ha otorgado mandato tácito al heredero que asume la administración de los
bienes, que no requiere facultades expresas, con conocimiento y sin oposición de los demás herederos.
La figura del administrador judicial se encuentra regulada en el capítulo 4, del título VII.
Sostiene Pérez Lasala, J. (2014, p. 635) que, respecto al administrador judicial, el Código vigente:
1. Amplía su campo de acción, pues no requiere el consentimiento de los herederos.
2. Tiene a su cargo el cobro de los créditos y el pago de las deudas, siendo indiferente que sean o no
divisibles.
Capacidad:
En el Código Civil las disposiciones generales de capacidad resultaban aplicables a los administradores
judiciales. En cambio, el Código Civil y Comercial contiene una norma que se refiere específicamente a la
capacidad. A; así, el art. 2345 expresa que podrán ser administradores judiciales:
“las personas humanas plenamente capaces, y las personas jurídicas autorizadas por la
ley o los estatutos para administrar bienes ajenos” 34. Esto constituye una novedad, pues
se confiere la posibilidad de designar a una persona jurídica como administrador.
Designación:
Se prevé que pueda ser nombrado el albacea pese a que el C.C.C.N., al regular sus funciones,
solo le otorga facultad para administrar los bienes en caso de inexistencia de herederos; por
ello, algunos autores consideran que deben armonizarse esas normas y, en consecuencia, la
función administrativa se limitaría al supuesto del art. 2529.
Que hubiese acuerdo entre los herederos respecto a la designación del administrador y el
modo de reemplazarlo. El acuerdo entre los herederos no debe ser unánime, basta con que se
hubiese alcanzado la mayoría. La norma no aclara cómo se compone la mayoría: si por número
de herederos o por porciones hereditarias.
Si no hay acuerdo, a pedido de cualquiera de los intervinientes, la designación será judicial y recaerá
preferentemente en el cónyuge supérstite, salvo que existan motivos que justifiquen el apartamiento de la
preferencia; si este no puede, alguno de los herederos.; Por último, si existieran razones que hiciesen
inconveniente tal designación, recaerá sobre un tercero.
Para algunos autores, el art. 2347 colisiona con el art. 2346, pues aquel amplía las posibilidades del testador
para determinar quiénes estarán a cargo de la administración de su sucesión, mientras que el art. 2346
impone una preferencia para el cónyuge supérstite y solo contempla la participación de terceros de manera
restringida (Gitter, 2014, p. 200).
Que el cargo será ejercido de manera sucesiva en el orden que fueron designados, salvo que
se hubiese establecido que deben actuar de manera conjunta.
Remuneración y gastos:
El administrador podrá exigir que se le restituyan los gastos necesarios y útiles que debió efectuar en el
ejercicio de su función. Parte de la doctrina considera innecesaria tal regulación, ya que el administrador
nunca debe soportar los gastos de su labor (Gitter, 2014, p. 155).
Aquí es aplicable lo dispuesto por el art. 1938 del C.C.C.N. (pago de mejoras).
Puede suceder que la retribución hubiese sido fijada por el testador o por acuerdo del administrador y la
comunidad hereditariao; de lo contrario, la determinará el juez.
Garantías:
Conforme al art. 2350 del C.C.C.N., la regla es que el administrador no está obligado a garantizar el
cumplimiento de sus obligaciones.
Excepciones:
Si el administrador no constituye la garantía o no lo hace en el plazo fijado, será pasible de remoción del
cargo.
Remoción:
El art. 2351 del C.C.C.N. contempla la posibilidad de cualquier interesado de pedir al juez que remueva al
administrador ,tanto por mal desempeño del cargo como por imposibilidad de ejercerlo. En este caso, el
administrador continuará en el ejercicio de sus funciones mientras se sustancie el proceso (que debe
tramitar por la vía más breve), salvo que el juez designe un administrador provisional.
De similar manera que el art. 2350 garantías, la norma en análisis se refiere a “interesado”, lo que resulta
impreciso.
Medidas urgentes:
Tales medidas pueden ser solicitadas por cualquier interesado a fin de asegurar sus derechos cuando no se
hubiese designado administrador, cuando este no acepte el cargo, demore en aceptarlo o deba ser
reemplazado. Asimismo, puede el juez disponer otras medidas que estime convenientes y designar un
administrador provisional.
Aclara la norma que los gastos que se generen por tales medidas pesan sobre la masa indivisa.
Funciones:
3 Asimismo, puede (sin necesidad de autorización judicial) enajenar las cosas muebles
susceptibles de perecer, depreciarse rápidamente o cuya conservación es manifiestamente
onerosa; para la enajenación de otros bienes, necesita acuerdo unánime de los herederos o, en
su defecto, autorización judicial.;
4 Por otra parte, debe gestionar los bienes de la herencia y promover su realización en la medida
necesaria para el pago de las deudas y legados.
5 También deberá cobrar los créditos del causante, continuar las acciones que este hubiese
promovido, iniciar las necesarias para hacer efectivos los derechos y presentarse en los
procesos en los que el difunto fue demandado. Para esto deberá contar con autorización
judicial o de los herederos, si fueran todos plenamente capaces y estuvieran presentes.
El Código de Vélez preveía que los créditos divisibles no integraban la masa indivisa, ya que se dividían de
pleno derecho desde la muerte del causante. Los créditos quedaban comprendidos en la masa. En cambio,
el Código Civil y Comercial no distingue si los créditos son o no divisibles y siempre corresponde al
administrador realizar los actos necesarios para su cobro. Por lo tanto, cada heredero no puede exigir al
deudor el pago proporcional a su parte. En consecuencia, si un heredero cobrara su parte proporcional en el
crédito, esto carece de validez, pues esto es propio de las funciones del administrador.
Por otra parte, el administrador no puede realizar actos de disposición. Pérez Lasala, J. (2014, p. 661)
considera que, en realidad, la norma se refiere a que el administrador no puede realizar tales actos sin el
consentimiento unánime de todos los herederos o, en su defecto, con autorización del juez.
Por último, es dable señalar que pesa sobre el administrador la obligación de rendir cuentas de su
administración de manera trimestral, salvo que la comunidad hereditaria o el juez establezcan otra
periodicidad.
A fin de obtener el pago de sus acreencias, los acreedores del causante, cuyos créditos no tuviesen garantía
real, deben presentarse a la sucesión y denunciar sus créditos. En el caso en que estos no hayan sido
fijados de manera definitiva, corresponde denunciarlos de manera provisoria con base en una estimación.
A los acreedores hereditarios, que son titulares de garantías reales, no les hace falta comparecer al proceso
sucesorio, pues pueden obtener la satisfacción de sus créditos por vía ejecutiva.
Aquí resultaba aplicable lo dicho respecto a los créditos, en cuanto a que en el Código de Vélez las deudas
divisibles se dividían en tantas partes como herederos, en la proporción de la parte de cada uno; así el
acreedor se encontraba a la muerte del causante con varios deudores. Las deudas divisibles de dividían de
pleno derecho al momento de la muerte del autor de la sucesión. El art. 2356 del C.C.C.N. no establece una
preferencia para el pago del crédito que se hubiese denunciado primero; ahora esta depende del origen del
reclamo y de que se encuentre determinada o no la cuantía. Asimismo, los acreedores pueden solicitar la
“declaración de legítimo abono” de sus créditos a los herederos que podrán reconocérselos. Una vez
efectuada tal declaración por el juez, se pagará al acreedor reconocido conforme al orden establecido por el
art. 2358. Si los herederos no efectuaran el reconocimiento de manera unánime y expresa, el acreedor podrá
ejercer las acciones que sean pertinentes.
Bagnasco (2014) define la declaración de legítimo abono como la acción por la cual el acreedor del causante
solicita ser reconocido como tal por los herederos en el juicio sucesorio y que se le pague de manera
inmediata, sin más dilación que la declaración del juez, previo traslado a los herederos para que efectúen tal
reconocimiento de forma unánime y expresa.
J. Pérez Lasala (2014) dice que se trata de una solicitud efectuada por quien se titula acreedor del causante,
formulada dentro del proceso sucesorio, para que se le reconozca su crédito. Postula que la finalidad
inmediata es el reconocimiento del crédito como real y la finalidad mediata es la habilitación para oponerse a
que se entreguen a los herederos sus porciones hereditarias, hasta no quedar pagado su crédito (Pérez
Lasala, 2014, p. 665). Con esta solución se persigue evitar dilaciones y costos. Sin embargo, si uno de los
herederos no presta su conformidad, el acreedor deberá reclamar su crédito vía incidental ante el juez del
sucesorio. En caso de silencio, se entiende que se rechazó el pedido del acreedor, pues la norma manifiesta
que el reconocimiento debe ser expreso.
La declaración de legítimo abono permite al acreedor ejecutar su crédito por la vía de ejecución de
sentencia. En caso de negativa a tal declaración, el acreedor podrá ir por la vía judicial ordinaria.
Procedimiento de pago:
El art. 2358 postula que “el administrador deberá pagar a los acreedores que se presenten a la sucesión
según el rango de preferencia de cada crédito según la ley de concursos”50. Una vez pagados los
acreedores, los legados se cumplen conforme al siguiente orden:
La norma consagra la autonomía de la voluntad, pues el causante puede determinar el orden de preferencia
de pago en los legados.
Por último, a fin de obtener la satisfacción de sus créditos o la entrega de sus legados, los acreedores del
causante, los acreedores de cargas de la sucesión y los legatarios podrán oponerse a que se entreguen los
bienes a los herederos hasta que se paguen sus créditos o se cumplan los legados. Si la masa hereditaria
resulta insolvente, los copropietarios de la masa o los acreedores podrán pedir el concurso preventivo o la
quiebra. Se aplica en este supuesto la normativa concursal.
Una vez finalizada la administración, pesa sobre el administrador la obligación de presentar la cuenta
definitiva. Tal rendición puede realizarse de manera privada cuando los coherederos sean plenamente
capaces y estuviesen de acuerdo. De lo contrario, debe realizarse judicialmente. Una vez presentada la
rendición, se corre traslado a los coherederos para que puedan impugnarla. Si no se presentan
impugnaciones o resueltas las que se hubiesen realizado, el juez aprueba la administración por resolución
judicial.
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La sanción del Código Civil y Comercial pone fin a la distinción entre aceptación con beneficio de inventario y
aceptación pura y simple; bajo tal distinción, según cómo había sido efectuada la aceptación, la
responsabilidad del heredero se limitaba a los bienes de la herencia o comprendía su propio patrimonio,
respectivamente. Ahora el código recepta una única forma de aceptación que apareja una responsabilidad
limitada del heredero. Asimismo, resulta innecesario el beneficio de la separación de patrimonios, pues el
régimen vigente directamente diferencia los patrimonios. El heredero solo responderá ilimitadamente en los
casos expresamente establecidos por el Código, en su art. 2321.
El principio es sentado por el art. 2317 del C.C.C.N., que regula que el heredero queda obligado por las deudas
y legados de la sucesión solo hasta el límite del valor de los bienes hereditarios recibidos. Si fueran varios
los herederos, responden con la masa hereditaria indivisa.
El heredero responde por las deudas y cargas de la sucesión con los bienes hereditarios o con el valor de
tales bienes, según los tenga o no en su poder. Si bien la norma habla del valor de los bienes, el art. 2880
prescribe que responden con los bienes recibidos o con su valor, si los hubiese enajenado. Asimismo, si
luego de la partición aparecieran acreedores tardíos del causante, el heredero responderá con el valor de los
bienes recibidos. La responsabilidad se transformará de cum viribus en pro viribus.
Conforme a esta última norma –contraria al Código Civil–, las deudas de la sucesión no se dividen de pleno
derecho a la muerte del causante, sino que los herederos responden con toda la masa indivisa. Es decir, la
deuda no se divide en tantas partes como herederos hubiese; el acreedor del causante podrá exigir su
acreencia al administrador de la herencia y no a cada heredero.
Supuestos de responsabilidad con los propios bienes:
El art. 2321 del C.C.C.N. expresa que responde con sus propios bienes, por el pago de las deudas del
causante y cargas de la herencia, el heredero que:
1 No hace el inventario en el plazo de tres meses desde que los acreedores o legatarios lo
intiman judicialmente a su realización.
4 Enajena bienes de la sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el precio obtenido
ingrese a la masa60.
Esta norma consagra la pérdida de la responsabilidad limitada ante determinadas conductas del heredero,
quien responderá con sus propios bienes por las deudas y cargas de la sucesión.
Por su parte, el art. 2322 regula el orden de cobro de los acreedores sobre los bienes del heredero, ante la
procedencia de alguno de los supuestos del art. 2321, así lo expresa:
1 Si se trata de créditos de los acreedores del heredero, que son anteriores a la apertura de la
sucesión, gozan de preferencia respecto a los acreedores del causante y los legatarios.
2 Si los créditos de los acreedores del heredero se originan con posterioridad a la apertura de la
sucesión, concurren a prorrata con los acreedores del causante.
Solo pueden dirigirse contra los bienes del heredero si resultan insuficientes los del causante.
Reembolso:
Si el heredero abonara una deuda o legado mayor a su porción en la herencia, tiene derecho a accionar
contra los coherederos o legatarios a fin de obtener el reembolso del excedente y hasta el límite de lo que
cada uno debe soportar, aun cuando medie subrogación. Conforme al art. 2358, corresponde al
administrador pagar las deudas de la sucesión y entregar los legados; por lo tanto, el heredero no debería
haber abonado la deuda y quedar así con derecho al reembolso.
Algunos autores entienden que el caso se refiere al supuesto de que se hubiesen efectuado todos los pagos
y el administrador hubiera cesado en sus funciones.
Los acreedores por deudas del causante y por las cargas de la sucesión y los legatarios tienen derecho al
cobro de sus créditos y legados sobre los bienes hereditarios, con preferencia a los acreedores de los
herederos. Esta solución guarda armonía con el principio de responsabilidad limitada del heredero respecto a
las deudas y cargas de la sucesión; de tal manera, se otorga mayor protección a tales acreedores que así no
verán disminuido el patrimonio sobre el cual satisfacer su crédito, lo que sucedería de concurrir con los
acreedores del heredero sin gozar de preferencia sobre estos.
Luego que hubiesen cobrado todos ellos, podrá pagarse a los acreedores de los herederos.
Legado de universalidad
universalidad 66.
Se recepta, en la norma en análisis, la responsabilidad limitada del legatario. El límite es el valor de los
bienes recibidos. Sin embargo, los acreedores podrán ir contra los herederos y demás legatarios si los
bienes que conforman la universalidad resultaran insuficientes para satisfacer su crédito.
Si el legatario abonara una deuda mayor a su legado, tiene derecho a accionar contra los herederos o
colegatarios a fin de obtener el reembolso de lo que pagó en demasía y hasta el límite de lo que cada uno
debía soportar.
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Referencias
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