LOS PATITOS FEOS.

LA RESILENCIA: UNA
INFANCIA INFELIZ NO DETERMINA LA VIDA.
AUTOR: BORIS CYRULNIK

POR EMMANUEL JESÚS LÓPEZ GÓMEZ

“Recuerda siempre que eres más grandes que tus circunstancias, eres más que cualquier cosa
que te pueda ocurrir”.
Anthony Robbins

“El tiempo dulcifica la memoria, y los relatos metamorfosean los sentimientos”.

Boris Cyrulnik

En nuestra actualidad el tema de resilencia es un panorama muy amplio para la misma

sociedad debido a que no todos los individuos o personas están dispuestos ha aceptar
las circuntancias, obstáculos o problemas que se les ponga frente que pueden resultar
una carga para ellos mismos lo que no les permite continuar con su trayecto de vida
cayendo en depresión, aislamiento, frustración, estrés, tristeza, soledad e incluso
quitarse la vida; por el simple hecho de no poder sobresalir de esa carga buscando y
creando nuevas soluciones “abriendo puertas”. Para eso es importante saber a que se
refiere la palabra resilencia:
La resiliencia es un término recogido por los diccionarios que alude a la propiedad de
la materia que se resiste a romperse por el choque o percusión, lo que aplicado al
ámbito humano viene a equivaler como resistencia al sufrimiento caracterizándose
igualmente por un exceso de atención a los demás y al mismo tiempo por el temor a
recibir el amor que suscitan.

El autor Boris Cyrulnik define el concepto “Resilencia” como, siendo la capacidad

del ser humano para poder proyectarse en el futuro, a pesar de los acontecimientos
estabilizadores de condiciones de vida difíciles , de traumas , de situaciones adversas,
como factores estresantes, situaciones riesgosas, el desarrollo del potencial de ajuste
individual o del sistema.
Los patitos feos. La resiliencia: Una infancia infeliz no determina la vida; elaborado
por este mismo dicho autor es una magnífica obra donde se trata de diversas
situaciones donde las personas tienen un acontecimiento y como ellos salen de estos
mismo, es decir, no siempre el mundo es de color gris sino que también tiene diferentes
colores por lo que a todo sentimientos y emociones opresivos siempre abra una puerta
abierta de la felicidad, para esto en las siguientes líneas se darán algunas aportaciones
relacionadas con este libro.

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INTRODUCCIÓN
En esta pequeña introducción el autor
nos hace referencia al hogar a la
familia, transmitiéndonos el proceso de
resiliencia en que cada hogar pone en
escena su propio decorado y con él,
como en el teatro, se asocian e
interactúan las representaciones de
cada uno de los miembros de la familia,
dando como resultado un estilo de
forma familiar. El temperamento y el
carácter son dos de los componentes
de una misma persona. La adquisición
del proceso de resiliencia se analiza
desde tres puntos de vista: la huella que
dejan los recursos internos en el
temperamento, la estructura de la
agresión y la disposición de los recursos
externos en torno del herido.
PRIMERA PARTE
“LA ORUGA”
Cabe mencionar que al leer estos
apartados e índices diríamos ah! La
oruga el animalito que está en su
capullo para transformarse luego en una
bella mariposa y se preguntarán que
tiene que ver este animal o proceso lo
que el autor quiere describir o que tiene
que ver “Los Patitos Feos”. En esta
primera fase. El autor Boris Cyrulnik
trata de describir el vínculo familiar, las
representaciones que tiene cada
miembro familiar, sobre el
temperamento y carácter que son los
componentes de una misma persona
son descritas por la psicología clásica y
difícil de asociar el cual se transforma y
se adquiere en un modo de aprendizaje.
La figura del vínculo afectivo (madre,
padre o toda persona que se relacione
con el niño) además de tener una
función de protección también se
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desarrolla el modo de aprendizaje.
Según un estudio de Mary Ainsworth
existen 4 tipos de relación de vínculo
afectivo que se desarrollan entre los 12
y 18 meses de vida: protector, de
evitación, ambivalente y desorganizado.
El vínculo afectivo protector es el más
frecuente y más observable en
cualquier cultura, porque obtiene
seguridad gracias a la persona con la
que está familiarizada y siempre
contando con su madre y no duda en
alejar se ella y descubrir sus nuevas
aventuras y después compartir con ella
sus aventuras.
El vínculo de evitación, él niño juega,
explora pero no comparte, es decir al
alejarse un momento su madre, se
siente solo siendo difícil el consolarlo,
pero al regresar obtiene seguridad sin
dejar de alejarse de ella para sentirse
seguro.
El vínculo de carácter ambivalente, se
muestra muy poco dado a la
exploración mientras su madre está
presente, su angustia es mayor al ver
que su madre desaparece siendo difícil
el consolar cuando regresa.
El vínculo desorganizado, se describe
como una situación en el que los bebés
no han podido elaborar estrategias de
comportamiento que les permita
tranquilizarse y explorar.
Cuando una relación se encuentra
alterada, sobre uno de los miembros de
la familia es más fácil introducir una
tercera persona al sentirse la madre
perseguida por su hijo se verá ese
cambio y será fácil que fluya ese
ambiente familiar.
Estos tipos de vínculos que se han
mencionado pueden modificarse tan
pronto surja una serie de
acontecimientos que cambie un solo
punto del sistema, en la mayoría de los
casos de niños que las madres que se
encuentran deprimidas suelen
aletargarse y desinteresarse con el
mundo, es fácil “reanimarlos” a
condición de que la madre se encuentre
mejor o que haya un sustituto que
decida entrar en el mundo de ellos y les
inviten a establecer una relación. Sin
embargo, son los adultos que han de
tomar las miras de resiliencia ya que si
los niños se encuentran con su madre
deprimida no son capaces de tomar la
iniciativa.
Estos 4 tipos de vínculo afectivo tienen
un buen pronóstico claro….¡a corto
plazo! Es decir, un niño impregnado con
un vínculo protector tiene una mejor
aportación de resiliencia ya que, en
caso de desgracia habrá adquirido un
comportamiento de seducción capaz de
enternecer a los adultos
transformarlos inmediatamente en base
de seguridad, en cambio los de
evitación mantienen a distancia a los
responsables que estarán dispuestos a
ocuparse de ellos, en cambio los
ambivalentes es el lado contrario ya que
para los adultos es difícil querer a estos
niños que al final resultan rechazados o
se despegan de ellos.
Cada familia realiza un tipo de alianza
que establece en torno del niño un
campo sensorial particular que guía su
evolución, pese a ser cierto que cada
pareja adopta un estilo que no se
parece al de ninguna otra, la actitud de
estas investigaciones consiste más bien
considerar a la familia como a una
unidad funcional, un grupo práctico en
el que cada acción de uno de sus
miembros provoca las reacciones de
adaptación de los demás.
SEGUNDA PARTE
“LA MARIPOSA”
Cuando la oruga deja su crisálida es
decir, abandona el mundo de la tierra y
de la sombra levanta el vuelo hacia el
del aire y la luz.
Es por esta razón que la idea de
“metamorfosis” es indispensable para la
teoría del “trauma” a partir del momento
en que el niño habla todo su entorno ,
su mundo se metamorfosea es a partir
de ese instante que la emoción se
alimenta de 2 fuentes: en primer lugar,
la sensación que desencadena el golpe
que ha recibido, y en segundo lugar lo
que se añade a esa sensación, el
sentimiento provocado por la
representación del golpe, claro está que
equivale que su mundo cambia cuando
habla y, que es posible cambiar el
y mundo hablando.
En este período el niño comienza
afrontar los efectos del trauma mediante
comportamientos regresivos, enuresis,
encopresis, pérdida de los aprendizajes,
terrores nocturnos, miedo a las
novedades, su mundo gira hacia nuevas
alternativas a tratar de comprender o
sobrellevar el análogo de la muerte que
es una medida irreparable y su principal
arma es la “fantasía” que constituye el
recurso interno más preciado de la
resiliencia. El devenir de los traumas
también es variable: cuadros agudos
que desaparecen en seis meses,
cuadros crónicos que organizan la
personalidad, o negaciones que
reaparecen cincuenta años más tarde,
estas son las cosas que realmente
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observamos y nos sentimos frágiles
como seres inestables, que nuestros
sufrimientos no son irreparables que
nuestros traumas nos seguirán
envolviendo y no podremos seguir
adelante, al sentirnos incapaces sin
resolver nuestros asuntos y el de los
niños, porque nos sentimos atados a la
magulladura de un grupo y su cultura y,
que a pesar de todo podemos
metamorfosear cuando se proponen las
metas de resiliencia, esto claro está que
no nos hundiremos en un vaso con
agua y, no hacer de una tormenta una
tempestad, sin aclararnos, conseguir
nuestros objetivos porque todo ser
humano es capaz de desarrollarse,
disfrutar, vivir en plenitud, porque si no
nos adaptamos la desconfianza, la
seducción del agresor, la renuncia a
llegar a ser uno mismo, la búsqueda de
la indiferencia intelectual, todos estos
valores son sin duda adaptativos,
defensas no resilentes.
Cuando nos encontramos con casos de
agresión, nos sentimos impotentes y tal
vez nos imaginamos que no tenemos
ninguna arma el trauma se vuelve más
fuerte y nuestra resiliencia nos permite
abordar muchos ámbitos y sentirnos
más seguros y que ese dolor traumático
no es un malestar sino una base para
que nuestro ser sea capaz de abarcar
una adaptación de empatía dejando de
experimentar un sentimiento de
vergüenza.
El proceso de resiliencia permite a un
niño herido transformar su magulladura
en un organizador del yo, a condición
de que a su alrededor haya una relación
que le permita realizar una
metamorfosis.
Sin lugar a dudas es posible salir airoso
de cada tormenta o preámbulo de
nuestras vidas, jugar, dibujar, hacer reír
a los demás sentirnos diferentes son
nuestras bases para poder adquirir esa
resiliencia que no nos fue tan fácil pero
que podemos dar, recibir, comprender y
construir nuestra historia, se trata de un
proceso, un conjunto de fenómenos
armonizados en el que el ser humano
se presenta en un contexto afectivo,
social, cultural, la resiliencia es el arte
de navegar en esos torrentes un trauma
que trastorna al herido donde no
hubiese querido ir y dado que ha caído
en una corriente que le arrastra y lo
lanza hacia una cascada de
magulladuras, el resilente hace un
llamamiento a esos recursos internos
que están impregnados en su memoria
debe luchar y de pelear para no dejarse
abatir por la soledad , la dificultad de
que no se apoderen sus traumas y lo
lleven a ir y devenir con el paso del
tiempo sino que sobresalir siempre con
el estímulo y la empatía que lo
caracteriza como ser humano.
“La vida me enseño que caer y
levantarse no es fácil pero el querer y
tener la voluntad de seguir adelante
para trazar mi camino son de grandes
triunfadores”.
Emmanuel Jesús López Gómez