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La desigualdad de género
Introducción
Controversia: ¿Son suficientes las medidas tomadas por los Estados para frenar la desigualdad de género?
Opinión del autor: Considero que estamos lejos de ese ideal, pues en algunos países se están diluyendo las
protecciones jurídicas hacia la mujer.
Desarrollo 1
1. La mujer es considerada un sujeto subalterno debido a cuestiones de poder del régimen hegemónico
1.1 Siglos de patriarcado han generado una enorme disparidad de género en diversos ámbitos.
1.1.1 Las mujeres todavía están excluidas de la mesa de toma de decisiones (Benites, 2019, p. 24)
1.1.2 Las líderes enfrentan a acoso, amenazas e insultos tanto en la Internet como en la vida real.
1.2.1 La mujer aún en plena modernidad percibe sueldos inferiores a los varones.
1.2.2 Esta brecha salarial se radicaliza con la pobreza de tiempo de las mujeres.
Desarrollo 2
2.1 Esta discriminación ha hecho que la mujer pase a ocupar puestos carentes de importancia.
2.1.1 La representación política es la prueba más clara de la disparidad entre los géneros
2.2 La misoginia ha llevado a juzgar a las mujeres por asuntos inherentes a su sexo (Zapata, 2020, p. 3)
2.2.1 Se les ridiculiza diciendo que están histéricas o en pleno ciclo hormonal .
2.2.2 Deben soportar un sinfín de tabúes relacionados con sus funciones corporales.
Cierre
Reiteración de punto de vista: las mujeres se encuentran lejos de ser protegidas por las leyes de los estados
Síntesis de los argumentos: La mujer ha sufrido siglos de subalternización respecto del poder patriarcal y a actitudes
derivadas de la misoginia.
La desigualdad de género es la gran injusticia de nuestra época y el mayor desafío al que nos enfrentamos en
materia de derechos humanos. En todo el mundo, la situación de las mujeres es peor que la de los hombres
por el simple hecho de ser mujeres. La realidad es aún peor para las mujeres que pertenecen a minorías, las
de mayor edad, las que sufren de alguna discapacidad, las migrantes y las refugiadas. Aunque hemos
presenciado enormes avances en lo que se refiere a los derechos de las mujeres, cabría preguntarnos lo
siguiente: ¿son suficientes las medidas tomadas por los Estados para frenar la desigualdad de género?
Considero que estamos lejos de ese ideal, pues en algunos países se están diluyendo las protecciones
jurídicas hacia la mujer, dejándolas desamparadas. A continuación, sustentaré mi punto de vista con dos
argumentos.
En primer lugar, uno de los motivos por el cual la mujer es considerada un sujeto subalterno con relación al
hombre se debe a una cuestión de poder. Por un lado, siglos de discriminación y de patriarcado firmemente
arraigado han generado una enorme disparidad de género en nuestras economías, nuestros sistemas políticos
y nuestras empresas. Al respecto, Benites (2019) manifiesta que “las mujeres todavía están excluidas de la
mesa de toma de decisiones” (p. 24). Las líderes y las figuras públicas se enfrentan a acoso, amenazas e
insultos tanto en la Internet como en la vida real. Por otro lado, la brecha salarial existente entre hombres y
mujeres es también un síntoma de la disparidad de poder entre los géneros. La mujer en la mayoría de los
países percibe, aún en plena modernidad, sueldos inferiores a los varones a pesar de realizar el mismo
trabajo. Esta brecha salarial se radicaliza con la pobreza de tiempo, nueva categoría que parece estar más
destinada a personas de género femenino.
En segundo lugar, otro factor por el cual en muchos lugares a la mujer se le sigue considerando un ser
inferior se debe a que ha padecido siglos de misoginia. Este acto de discriminación aberrante ha hecho que
durante mucho tiempo la mujer pase a ocupar puestos considerados carentes de importancia en las
organizaciones o a que se borre sus logros de manera sistemática. Por ejemplo, la representación política es
la prueba más clara de la disparidad entre los géneros en materia de poder. En los parlamentos de todo el
mundo, las mujeres son minoría. Por otra parte, Zapata (2020) complementa que “la misoginia ha llevado a
juzgar a las mujeres por asuntos que se pensaban inherentes a su sexo” (p. 3). Se les ridiculiza diciendo que
están histéricas o en pleno ciclo hormonal. También deben soportar un sinfín de mitos y tabúes relacionados
con sus funciones corporales naturales.