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Esta frase nos permite reflexionar frente a la importancia que muchas mujeres le
dan al machismo, a las desigualdades de género, a luchar por nuestros derechos
en todos los aspectos. Una lucha que es difícil ya que la mayoría de las mujeres
seguimos encerradas en aquel techo de cristal por medio del cual podemos ver
todo allá afuera pero que nosotras no podemos traspasar, no nos lo permitimos
nosotras mismas ni la sociedad con todos sus mitos, sus ideologías, sus injusticias
y su mierda de poder patriarcal inculcado en las familias, la religión, la política y
demás entornos que nos alcancemos a imagina. Porque para el mundo la mujer
sigue siendo la minoría de fuerza, de capacidad, de inteligencia, de oportunidades.
El machismo, lejos de ser un invento de mujeres sin oficio, tiene en Colombia más
poder de lo que parece. Reúne toda una serie
de actitudes y rasgos socioculturales que de alguna manera oprimen y someten a
la mujer en todos los niveles, desde el sexual y reproductivo hasta el laboral y
afectivo.
Las mujeres continúan entrando al mercado laboral, y son la parte más dinámica
de la oferta, pero siguen enfrentando tasas de desempleo mayores que las de los
hombres. Si algo se puede concluir es que en el sector formal de los asalariados,
donde el trabajo está protegido por la legislación laboral, ha habido avances
importantes en términos de equidad salarial, por lo menos entre hombres y
mujeres. El sector informal, donde predomina el trabajo independiente, las cosas
son diferentes. Aquí las diferencias siguen siendo grandes.
Otro aspecto a analizar son las realidades que afrontan día a día las mujeres
campesinas, afro descendientes, indígenas, guajiras y demás comunidades.
Mujeres que son más vulnerables en cuanto a los trabajos desde la cosecha, la
siembra, laminería, la pesca, el bordado entre otros. A nivel económico los
hombres en estos casos, compañeros, hijos, hermanos, son quienes se quedan
con el dinero que se obtiene por parte del trabajo de estas mujeres y que a la vez
son vulneradas en sus derechos Pues no se les permite participar en espacios
como talleres, grupos y proyectos que brindan organizaciones y entidades.
El trabajo que realiza el estado en nuestro País es mínimo frente a todo lo que se
ha logrado en otros países donde las políticas y leyes que tienen que ver con el
bienestar a la mujer son claras y fuertes. Los empresarios también son culpables
frente a las desigualdades frente a lo laboral ya que excluyen y perciben a las
mujeres como el sexo débil e incapaces de trabajar en entornos que desde la
jerarquía son liderados por los hombres, entornos como la construcción, el
transporte, la arquitectura, la mecánica y un sinfín de oficios en los que el sexo
femenino no es incluido porque dudan de nuestras capacidades.
El tema del machismo laboral es un tema de no acabar, sin embargo lo poco que
se ha logrado cambiar la situación frente al tema de género no solo en lo laboral si
no en todos los entes posibles, conlleva a que se trabaje conjuntamente tanto
nosotras, el estado, la sociedad las empresas pero sobre todo la familia la cual es
la primer base que genera todo lo relacionado con los mitos y el patriarcado de
generación en generación, y para concluir quiero hacer una gran invitación en que
entre nosotras las mujeres no nos maltratemos y sí que lo hacemos, con nuestras
envidias, comentarios, palabras y acciones que entre mujeres lo que hacemos es
que los demás sigan teniendo derecho sobre nuestras decisiones y nuestra vida.
Buena vibra.