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Material de Ciencias Sociales para trabajar el día 02/07/2020

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del subrayado.

Lee tu texto las páginas 120-121, y resaltas las ideas principales.

NUEVO MUNDO: AMÉRICA

En el siglo XV los países europeos se lanzaron a la búsqueda de nuevas rutas que les
permitiesen llegar a los mercados de Oriente.

Portugal consideraba que primero debía especializar a sus marinos, motivo por el cual creó la
Escuela de Sagres, que reunía científicos experimentados en la navegación oceánica. Sin
embargo los navegantes experimentados y con dominio de las principales rutas comerciales
eran los italianos. Pero la unificación de Italia estaba lejos de concretarse por lo cual sus
experimentados navegantes brindaban sus servicios a otros reinos. Fue el caso de Cristóbal
Colón.

El descubrimiento de América se produjo gracias a los acontecimientos que impulsaron el


apoyo hacia los proyectos de navegación, como la conquista del reino de Granada en 1492
con la rendición del rey Boab-dil en la ciudad de Santa Fe, de esta forma le quedó libre el
camino a Castilla para adoptar una política agresiva que atajara los progresos obtenidos por
Portugal en la conquista del Atlántico y en los mercados del África Negra.
Los Reyes Católicos estaban dispuestos a ayudar a cualquier empresa de navegación que
alcanzase los objetivos que se proponían en su competencia con Portugal.
En esas circunstancias, aparece ante los reyes un piloto y navegante desconocido que promete
villas orientales a cambio de una ilota con la que viajar hacia Occidente, para llegar a Cipango
y Catay (China y Japón).

Se cree que Colón nació en Génova, de donde en múltiples escritos afirmó proceder, a pesar de
que jamás se encontró papel escrito de su puño y letra que no estuviese en castellano. La fecha
exacta de su nacimiento se desconoce, pero se calcula alrededor de 1451. Varias ciudades de
Italia se disputan su cuna. Se le ha considerado también gallego, extremeño o catalán, y no
faltan quienes afirman un origen étnico hebreo.
Su convicción de que la Tierra era redonda (aunque la creía más pequeña de lo que en
realidad es) y, en consecuencia, que el Atlántico tenía menos extensión, le llevaron a ofrecer
sus servicios a Juan II de Portugal y a presentarle un proyecto de navegación hacia el oeste. Al
consultar con sus asesores y consejeros marítimos, el monarca recibió una rotunda negativa,
dado que Portugal se empeñaba en lo contrario, en encontrar un camino hacia Oriente,
siguiendo las rutas de circunnavegación de África hacia el este.
En 1484 o 1485, Colón solicitó hospedaje en el convento de La Rábida, donde conoció a fray
Antonio de Marchena y a fray Juan Pérez, uno de los confesores de la reina Isabel. Convenció a
los frailes de la viabilidad de su empeño y fray Juan Pérez lo puso en contacto con el
prestigioso marino Martín Alonso Pinzón. Éste, después de escucharle, se adhirió a la empresa.
Algunos autores sostienen que Colón tenía la certeza de que existían tierras hacia occidente, lo
cual habría participado a fray Juan Pérez, quien a su vez lo habría contado a la reina,
suposición que explicaría la diligencia de los reyes y el apoyo que prestaron a Colón.
En 1486 consiguió una entrevista con los Reyes Católicos, quienes sometieron las ideas de
Colón a dos consejos de expertos, uno en Córdoba y otro en Salamanca. En el segundo le
sonreirá la suerte, gracias a la intervención de fray Diego de Deza, tutor del príncipe Juan, que
apoyará plenamente su tesis. Dos años vivirá bajo la hospitalidad del duque de Medinaceli,
terrateniente andaluz que quiso participar de la gloria que intuía en la empresa. La reina,
celosa de la exclusividad de la Corona para auspiciar la tarea, decide acometerla por su
cuenta. Pero, ante las peticiones excesivas de don Cristóbal, rechazó el proyecto.
Colón se retiró a La Rábida, con la decisión de marcharse de España. Pero el prior del convento
de Santa María escribió a la reina rogándole que reanudara los tratos con el navegante. Colón
regresó a Santa Fe para entrevistarse con Isabel y nuevamente fracasaron las negociaciones.
Gracias a la intervención de Luis de Santángel, escribano de la Corona de Aragón, la reina
aceptó las onerosas condiciones de Colón. Una vez aprobadas por el rey Fernando, se firmaron
las capitulaciones en Santa Fe (abril de 1492), compromiso más que beneficioso para Colón
quien, según sus términos, de descubrir algo, se convertiría en el más rico e influyente
personaje del país. Sus ilusiones, ideas y enorme ambición le convertirán en el Gran Almirante
de la Mar Océana.

Los viajes del descubrimiento de América

La Corona procuró dos carabelas que «encargó» a los vecinos de Palos de Moguer por
mandato real, así como también «solicitó» a las ciudades costeras de Andalucía vituallas,
abastecimientos y pertrechos militares para la empresa. Se eximió a Colón del pago de
derechos y se le concedió la categoría de Embajador de Sus Majestades ante el Gran Khan.
No resultó fácil al genovés reunir una tripulación. Para los marineros, Colón era un
desconocido con fama de iluso, por lo que les sorprendió el respaldo que suponía la real
cédula leída en la iglesia de San Jorge, en mayo de 1492. Martín Alonso Pinzón prestó a don
Cristóbal un apoyo decisivo, gracias a la intervención de fray Juan Pérez y procuró la leva de
la tripulación para las tres carabelas, ya preparadas. En junio de 1492 comenzó el
alistamiento.

Primer viaje

Con tres carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa María (esta última propiedad de Juan de la Cosa,
quien embarcó en ella como maestro o piloto), bajo el mando, respectivamente de Martín
Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y del mismo Colón, se hicieron a la mar el 3 de agosto de
1492 en el puerto de Palos y se dirigieron hacia las islas Canarias, donde recalaron para
reparar algunos desperfectos de la Pinta y la Niña y para que Colón realizara algunas visitas
antes de arrostrar el océano.
Continuaron viaje el primero de septiembre desde Las Palmas, impulsados por vientos alisios
favorables. Dos incidentes notables ocurrieron en la lenta travesía: la desviación observada en
la aguja de la brújula (que achacaron a la variación de la latitud), y el creciente nerviosismo
de los marineros, después de un mes de navegación sin resultados. La inquietud se hizo crítica
el 7 de octubre, poco antes de avistar tierra, cuando ya indicaban su proximidad leños,
pelícanos y plantas terrestres flotantes. Colón y los hermanos Pinzón colaboraron para sofocar
algo conatos de rebelión.
En la madrugada del 12 de octubre, Rodrigo de Triana, lanzó el grito de ¡tierra! La expedición
arribó a una islita del archipiélago de las Lucayas o Bahamas, que los naturales conocían por
Guanahaní y que el marino llamó San Salvador (probablemente la actual VVatling). Colón
tomó posesión de ella en nombre de la Corona de Castilla y Aragón, treinta y dos días después
de salir de las Canarias.
Tras recorrer varias islas, en las que se detuvo poco, llegó el 27 de octubre, guiado por las
noticias recibidas de los arahuacos, a una isla mayor, Cuba. Desembarcó en el puerto de Bariay
en el extremo oriental de la isla, que bautizó con el nombre de Juana. A continuación, exploró
la isla de Santo Domingo, que denominó La Española. En ella pierde la Santa María al encallar
cerca de las costas septentrionales y con sus maderas fabrica el fuerte al que nombró
Natividad, en el cual dejó una pequeña guarnición.
Colón inició el regreso a la Península el 16 de enero de 1493. La Pinta y la Niña se separaron
en el camino debido a una tempestad. Los hermanos Pinzón llegaron en la Pinta a Galicia y el
Almirante, en la «Niña» (que había recalado en las Azores, donde tuvo dificultades legales con
los portugueses de las islas) arribó al puerto de Lisboa. Después de muchos inconvenientes
regresó a Palos, desde donde se trasladó a Barcelona, para reunirse con los Reyes Católicos, que
le recibieron como correspondía a la magnitud de la empresa realizada.

Segundo viaje

Ante el éxito conseguido por el navegante genovés, los reyes, una vez obtenida la bula Inter
caetera del papa Alejandro VI, que ratificaba, de iure y ante Dios, la posesión de las islas y
tierras descubiertas en nombre de la Corona, se apresuraron a organizar una segunda
expedición ya que los portugueses se disponían a preparar otra y a tratar de variar los
términos de la bula. El 7 de junio de 1494 se firmó en Tordesillas un tratado, por el cual las
nuevas tierras quedaban divididas por un meridiano a trescientas setenta leguas al oeste de las
islas Cabo Verde, base de los derechos que reclamará Portugal para su colonia de Brasil. Toda
la zona situada al oeste de la línea pertenecía a España; la del oeste, a Portugal.
Colón partió del puerto de Cádiz en su segundo viaje con una poderosa flota compuesta por
diecisiete naves el 25 de septiembre de 1493. Los navíos iban cargados de pertrechos,
colonizadores y soldados, además de animales domésticos y plantas europeas. La empresa
contaba con doce misioneros y con los célebres Antonio de Marchena, Juan de la Cosa, Diego
Colón, Alonso de Ojeda (conquistador de Santo Domingo), el padre y un tío de fray Bartolomé
de Las Casas y Juan Ponce de León, entre otros. La expedición, financiada por el duque de
Medina Sidonia, recaló en la Gomera el 5 de octubre para proveerse de alimentos y agua. El
domingo 3 de noviembre Colón tocó tierra americana por segunda vez, en una islita, a la que
da por nombre Dominica y, posteriormente, en otras islas que bautizó como Marigalante y
Guadalupe, en honor de la virgen extremeña. Descubrió la isla de Puerto Rico el 16 de
noviembre del mismo año, a la que llamó San Juan (los naturales la llamaban Boriquén).
Al llegar a La Española, experimentó un profundo disgusto, pues encontró el fuerte de Navidad
incendiado y muertos sus moradores por las tribus aborígenes, dirigidas por los caciques
Caonabo y Guacanagi. Poco después de fundar otro fuerte, La Isabela, recorrió la costa sur de
Cuba y denominó a sus innumerables cayos Jardines de la Reina. Convencido el navegante de
hallarse en las Molucas o Indias Orientales, descubrió también la isla de Santiago (Jamaica).
La expedición —una proeza náutica— se mostraba cada vez más como un fracaso económico.
Las duras condiciones del lugar, la escasez de comodidades, los desmanes de algunos
expedicionarios y la hostilidad de los indios, le crearon muchos problemas al genovés.
Colón decidió poner proa de vuelta a la Península, después de convalecer durante cinco meses
en el fuerte La Isabela, única colonia europea en el continente americano por entonces.
Reemprendió el viaje de retorno, en medio de las dificultades y errores provocados por
algunos abusos de los colonizadores y del propio navegante. Nombró a Bartolomé Colón, su
hermano, Adelantado de la isla, y partió en la «Niña» el 10 de marzo de 1946. Después de un
azaroso viaje, desembarcó en Cádiz el 11 de junio con un grupo de indios que había
encabezado el propio Cao nabo (fallecido durante la travesía). Los reyes le recibieron de buen
grado y le concedieron las mercedes que solicitó; Colón rechazó, sin embargo, los títulos
nobiliarios que le ofrecieron. A pesar de la mala fama que había adquirido por el trato que
daba a sus subordinados, pudo montar otra expedición por cuenta de la Corona.

Tercer viaje

Colón zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498 con seis naves, hizo
escala en La Gomera y, después de atrapar un bajel corsario, se dirigió al Nuevo Mundo. Una
vez atravesadas las zonas de la calma chicha, que agotaron sus provisiones, avistó el 31 de
julio una tierra agreste, a la que impuso el nombre de Trinidad (que aún conserva).
El día 1 de agosto desembarcó por primera vez en tierra firme venezolana en las penínsulas de
Paria y Cumaná, a las que confundió con islas.
Remontó hacia La Española donde conoció la despoblación del fuerte La Isabela y la fundación
de Santo Domingo, a orillas del río Ozama. Colón, muy enfermo de gota y de oftalmía, se
enfrentó a la rebelión de la justicia Francisco Roldán y se produjo un desorden general en la
colonia que el almirante no pudo evitar.
La Corona mandó al comendador Bobadilla, quien acusó a Colón y le envió a España
encadenado, pero al llegar a la Península se le devolvieron sus prerrogativas. Las medidas de
Bobadilla quedaron anuladas y le sustituyó en su cargo Nicolás de Ovando.
Colón fue rehabilitado en sus antiguos privilegios, que se hicieron extensivos a sus herederos,
si bien no se le confirmó como virrey de aquellas regiones, cargo que jamás volvió a
recuperar, por lo que renunció a ejercer el mando en La Española.
Consecuente con su promesa de levantar un ejército para liberar los Santos Lugares del
domino turco, intentó de su propio peculio realizar una leva, exaltado por su celo religioso y
un profundo misticismo.
Pero su afán descubridor le impidió poner el plan en práctica y, aunque viejo, todavía
enérgico, emprendió su cuarta y última aventura marinera, convencido todavía de que las
tierras por él descubiertas antecedían a Asia, proponiéndose el descabellado plan de remontar
el río encontrado cerca de Trinidad, el Orinoco, hasta llegar al mar Rojo y, desde allí, acceder a
los Santos Lugares, para liberarlos de la opresión relucida.

Cuarto viaje

A cargo del erario público una vez más, Colón armó cuatro naves (tres carabelas y una
pequeña embarcación) que zarparon de Cádiz el 9 de mayo de 1502, con la recomendación de
no acercarse a La Española salvo en caso de mucha necesidad.
Pisó América por postrera vez, el 13 de junio de 1502, en una isla que denominó Martiniano
(Martinica), pero tuvo que dirigirse, muy a su pesar, a La Española, donde Ovando le negó el
permiso de atracar, por lo que hubo de protegerse de un ciclón en Puerto Bello, en el occidente
de la isla. Ovando, ignorante de los consejos de Colón y de su experiencia en aguas tropicales,
se hizo a la mar y perdió veinte naves con sus hombres y tesoros, incluidos los enemigos de
Colón, Roldán y Bobadilla.
Desde La Española, el almirante partió hacia Jamaica, en busca de un paso hacia el océano
índico. Atravesó los Jardines de la Reina y llegó a una isla que bautizó como Guanaja, a unas
cuarenta millas de la costa de Honduras. Allí capturó una gran canoa cargada de ricos objetos
de cobre y armas que anunciaban una cultura más importante que las conocidas por ellos
hasta entonces, la del imperio maya. El afán de Colón por llegar a la India le impidió prestar
atención a aquellos indígenas, que supuso pertenecían al imperio del Gran Khan.
Navegó hasta el cabo de Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el istmo de Panamá.
Trató de colonizar la costa de Veragua, pero los mosquitos y la hostilidad de los aborígenes se
lo impidieron. Tras más de dos meses de un mal tiempo que estropeó las naves y quebrantó la
salud de muchos hombres, el almirante recaló en una bahía a la que llamó Belén, y en ésta
intentó dejar una guarnición al mando de su hermano Bartolomé y pedir refuerzos a la
Península. Pero la agresividad de los indios le obligó a reembarcar. Ante estos descalabros,
volvió a Cuba en mayo de 1503. Después partió hacia Jamaica, donde le recibieron
pacíficamente y permaneció allí durante un año. Su falta de salud y los abusos de su gente le
crearon infinidad de problemas. Los indios le cortaron el suministro de víveres, pero lo volvió
a conseguir astutamente al anunciar un eclipse que conocía de antemano.
El tardío socorro desde La Española llegó en junio de 1504. Colón permaneció en Santo
Domingo hasta que una expedición lo condujo a España, el 7 de noviembre de 1504, tras mil
penalidades y un fuerte ataque de gota que lo postró. A los pocos días fallecía su protectora, la
reina. Colón acudió a ver al rey en Segovia, sede de la Corte, en mayo de 1505. Murió el 20 de
mayo de 1506 en su quinta de Valladolid, en medio del olvido general y en la creencia de que
había descubierto el camino occidental hacia las Indias y el Gran Khan, sin percatarse de que
se trataba de un enorme continente intermedio, completamente nuevo y desconocido.

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