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La infalibilidad Papal – Recopilación de materiales diversos, no reclamo autoría

de nada.
¿Qué creemos los católicos?
869. La Iglesia es apostólica: Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles del Cordero" (Ap 21, 14); es
indestructible; se mantiene infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles,
presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos.

889 Para mantener a la Iglesia en la pureza de la fe transmitida por los apóstoles, Cristo, que es la Verdad, quiso conferir
a su Iglesia una participación en su propia infalibilidad. Por medio del "sentido sobrenatural de la fe", el Pueblo de Dios
"se une indefectiblemente a la fe", bajo la guía del Magisterio vivo de la Iglesia.

890 La misión del Magisterio está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo;
debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe
auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad
que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de
costumbres.

891 El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio Episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando,
como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto
definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral.

¿Cómo debe entenderse este dogma de fe?


A) Sujeto de la infalibilidad es todo Papa legítimo, en su calidad de sucesor de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles;
SOLO el Papa y no otras personas u organismos delegados por el Papa.
B) Objeto de infalibilidad son las verdades de fe y costumbres, reveladas y no reveladas.
C) El Papa tiene que habla ex cathedra, esto es: que hable como Pastor y Maestro de todos los fieles haciendo uso
de su suprema autoridad apostólica. Excluye las ocasiones en las que habla como teólogo privado u Obispo de su
diócesis. También debe tener la intención de definir alguna doctrina de fe o costumbres para ser creída por
todos los fieles. Sin esta intención, que debe ser fácilmente conocible por la fórmula usada o por las
circunstancias, no puede haber definición Ex Cathedra. Un ejemplo de esto:
D) Esto es posible por la asistencia sobrenatural del Espíritu Santo, que preserva al supremo maestro de la Iglesia
de todo error. No es revelación, donde Dios da una verdad al que recibe la revelación, ni es inspiración, donde
por obra del Espíritu Dios mismo se convierte en el autor de algún escrito utilizando a un autor humano, es mas
bien asistencia. Negativa: lo preserva de definir algo erroneo. Es un trabajo pasivo… asumiendo que el Papa sea
infalible en materia de fe, costumbres y trigonometría… EJ ; positiva: le conduce al recto conocimiento y
proposición de la verdad, valiéndose de gracias internas y externas.
E) Las definiciones ex cathedra de los Papas son irreformables y no necesitan autoridad ulterior ni consentimiento
ni aprobación de la Iglesia.

Contexto histórico
Al decir que la infalibilidad papal es un dogma afirmamos que es obligatorio para todo católico creer y confesar tal
verdad y las demás que se derivan necesariamente de la misma, con asentimiento de fe absoluto si desea llamarse
católico y permanecer en la verdad. Algunos objetan que la infalibilidad papal es un invento de la Iglesia y una doctrina
novedosa porque fue proclamada solemnemente durante el Concilio Vaticano I, esto es, en 1870, durante el Pontificado
de Pio IX.

Todos sabemos que la proclamación solemne de una verdad o de un dogma solamente ocurre en momentos de
necesidad, no significando tal proclamación la aparición de una nueva verdad sino una sentencia oficial de la Iglesia que
pacifica algún conflicto y da luz en alguna situación, por eso siempre decimos que los dogmas son luces en el camino de
la fe, nos afianzan en la seguridad aun en medios de las dudas y conflictos, nos indican el camino que debemos seguir
con tal de conservar el depósito que el Señor dio a su Iglesia.

Leslie Rumble y Charles M. Carty, los notables sacerdotes de la radio americana de dos generaciones atrás, lo presentan
de esta manera:

Antes de la definición de infalibilidad en 1870, los Papas no sabían que eran infalibles con la misma certeza de fe que
llegaron a tener los papas posteriores. Pero de hecho eran infalibles. El don de la infalibilidad papal es parte esencial de
la Iglesia y no la definición del don en sí. Os preguntáis por qué fue definido recién en 1870. Y es que las definiciones no se
dan innecesariamente. Si un punto cualquiera no se discute y nadie lo disputa, entonces no hay necesidad de una
definición. Sin embargo en el siglo XVII la cuestión de la autoridad doctrinal del Papa pasó a estar en la palestra, hasta
que en 1870 el Concilio Vaticano fue llamado a resolver la cuestión de una vez por todas. Había llegado el momento de
que la Iglesia se reconociera completamente en este respecto (Replies, 3:96. De Rumble y Carty).

Entonces tenemos que pasar a preguntarnos que evidencia tenemos de que tal verdad, que el Magisterio enseña
infaliblemente, ha sido realmente revelada por Nuestro Señor Jesucristo a la Iglesia? Tenemos que remontarnos a las
fuentes principales de la revelación: La Sagrada Tradición y las Sagradas Escrituras.

Sagradas Escrituras:
Los pasajes mas importantes en las Sagradas Escrituras señalan distintas cosas concernientes a la naturaleza de la Iglesia
y a la misión del Papa como sucesor de San Pedro. Empezamos con:

“Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»” Mateo 16,13-19

En el que al fundar la Iglesia sobre la confesión de fe de Pedro y sobre la persona de Pedro afirma que esta fe que Pedro
confiesa será el fundamento de la Iglesia y le da el oficio de declarar la enseñanza oficial, prohibir, permitir, confirmar y
descartar como no venidas de Dios unas y otras enseñanzas. Al fundar la Iglesia sobre Pedro Jesucristo también da una
promesa de indestructibilidad de la Iglesia, prometiendo que esa Iglesia que tenia como fundamento la confesión de fe
en él mismo como Cristo e Hijo del Dios vivo no podría ser destruida jamás porque no podría ser destruida jamás su fe…
¿Cómo ocurrirá eso? Pedro, con el poder de las llaves del reino, se convierte en el garante visible de la unidad de la
Iglesia por medio de su oficio y autoridad.

881 El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves
de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Consta que también el colegio de los
apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro" (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y
de los demás Apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa.

882 El Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de
unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles "(LG 23). "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la
Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que
puede ejercer siempre con entera libertad" (LG 22; cf. CD 2. 9).

A nadie debe sorprender que Dios escoja a hombres para el gobierno de su Iglesia si la manera de proceder de Dios ha
sido siempre la misma desde el principio de la Antigua Alianza. El primer hombre cabeza de los hombres fue Adán. En las
Escrituras se ve como constantemente la revelación de Dios se realiza a través de un hombre que comunica palabras
reveladas y que deben ser creídas por todos los que desean adorar al único Dios verdadero. No sorprende a nadie por
ejemplo el papel que tienen en nuestra fe hombres como Abraham, que como padre de la fe, transmite al pueblo que
había de nacer de él aquella primera alianza; o el papel de Moisés, que comunica infaliblemente la Ley de Dios, dada al
pueblo en medio de gran gloria, por ministerio de ángeles, y que guía y gobierna al pueblo de Dios en su peregrinación a
la tierra prometida. Nadie cuestiona el papel de los reyes y sobretodo de David que como garante de una promesa de
salvación de Dios hizo al pueblo volver su mirada a la expectativa de un nuevo reino que jamás tendría fin… muchos
quizás se sienten inclinados a creer con facilidad que estos hombres hablaban de parte de Dios y eran confiables por la
santidad que poseían y los muchos méritos que habían acumulado, cuando sería un error pensar que su misión había
sido entregada a ellos como recompensa a sus buenas obras… No obstante, la verdad es que estos hombres recibieron
su misión de Dios por pura gracia, siendo ellos mismos pecadores, se santificaron en el ejercicio de su oficio para el que
Dios les había elegido y para el cual los capacitó con la gracia del Espíritu Santo.

El Oficio de Pedro no es el de revelar nada de parte de Dios, pues quien le ha dado el oficio, la Palabra misma, el Verbo,
es en sí mismo la plenitud de la revelación del Padre, imagen visible de Dios invisible, por medio de quien todo fue
hecho y por medio de quien todo fue dicho: quien me ha visto a mi, ha visto al Padre. Su oficio, no obstante, es el de
custodiar y transmitir esta revelación infaliblemente a sus hermanos a quienes él, con la gracia del Espíritu Santo, ha de
guiar mientras dure la peregrinación. Pedro recibió un oficio aun mas grande que el de Moisés… si a Moisés se le dio
comunicar la Ley, que es solamente una declaración de lo que está bien y mal, incapaz de salvar por si misma, a Pedro se
le dio el confirmar a todos sus hermanos en la fe de Jesucristo, lleno de gracia y de verdad, por cuya plenitud hemos
recibido todos gracia tras gracia y único nombre dado a los hombres por el cual debamos ser salvados. Una Iglesia que
no puede ser destruida necesariamente necesita una garantía visible de su fe que pusiera paz a las disputas y mostrara
sin error el rostro de Cristo, tal como nos fue revelado.

Si nos sintiéramos tentados a pensar que Pedro, o sus sucesores, no pueden gozar de tal oficio y carisma de la
infalibilidad ni pueden ser comparados con los patriarcas y profetas de la antigua alianza porque son pecadores y
algunos papas han cometido errores morales y pecados despreciables ellos mismos, habrá que recordarles que como
hombres son pecadores, pero por la gracia del Espíritu Santo, que han recibido para garantizar la fe y la unidad del
Pueblo, tienen también la oportunidad de santificarse en su oficio como lo hicieron los jefes de la Antigua alianza… y si
no lo hicieran, ni el Pecado de David, ni la irritación de Moisés, ni Abraham teniendo hijos con su esclava, ni ninguna
obra humana puede detener el plan de Dios sobre los hombres y sobre la Iglesia, ni los poderes del infierno podrán
vencerla.

Otro pasaje que habla sobre la misión que el Señor Jesucristo había encomendado a Pedro como mayordomo de su
casa, portero de su redil, vicario y representante suyo, pastor de sus ovejas es el siguiente:

“Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor,
tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me
amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez:
«Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo:
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.” Juan 21,15-17

El Señor le encomienda a Pedro que guíe a su rebaño, haciéndolo representante suyo visible para la Iglesia y asociando
el amor que Pedro confesaba a la misión que Cristo le confería; tales ovejas, sin dejar de ser suyas, debían ser
apacentadas, guiadas y protegidas por Pedro, quien las aparta de las malas hierbas del error y la herejía y las protege del
enemigo principal de nuestra fe, el lobo, Satanás, el divisor. Este oficio solemne solamente es encomendado al Apostol
san Pedro, dándose a entender con esto la primacía de Pedro sobre todos los apóstoles y su gobierno universal sobre
todas las ovejas del Señor.

“Apacentar las ovejas es confirmar a los creyentes en Cristo para que no se aparten de la fe, socorrer sus necesidades,
resistir a los contrarios y corregir a los súbditos descarriados.” Alcuino, un gran maestro y escritor eclesiastico del siglo
VIII.
Por último, uno de los textos mas importantes en este asunto:

“«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe
no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»” Lucas 22,31-32

Este texto demuestra que aun cuando la fe está expuesta a peligros existe una gracia fundamentada en la promesa y la
eficacia de la oración de Jesucristo, que no podía jamás dejar de ser escuchado y que todavía intercede hoy por todos
como verdadero mediador entre Dios y los hombres, que ha sido depositada en Pedro y que le ha sido dada, como oficio
y carisma, no para sí solamente sino también para la edificación de sus hermanos.

Jesucristo no deja a Pedro una autoridad menor o pequeña sino una que tiene tal alcance como lo necesita la Iglesia…
como el Padre lo envió a él, así envió él a su Iglesia (Jn 20, 21) y el que a su Iglesia escucha a Cristo escucha y el que a su
Iglesia rechaza a Cristo rechaza (Lc 10, 16); habiendo depositado en la Iglesia tal poder de salvación y habiéndola hecho
él mismo “columna y fundamento de la verdad” (I Tim 3, 15), debía dar a la Iglesia, con la grandeza de esta misión, la
gracia y la posibilidad de cumplirla. Para que pueda llevar a cabo tan bella misión, imposible para los hombres pero
posible para Dios, el Señor Jesucristo dio a su Iglesia el carisma de la infalibilidad y este oficio lo ejerce sobre todo el
Sumo Pontífice, vicario de Cristo, fortalecido en su fe él mismo con la gracia del Espíritu Santo.

890 La misión del Magisterio está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo;
debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe
auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad
que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de
costumbres. El ejercicio de este carisma puede revestir varias modalidades:

891 "El Romano Pontífice, cabeza del colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como
Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la
doctrina en cuestiones de fe y moral [...] La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el cuerpo episcopal
cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio Ecuménico (LG 25; cf. Vaticano
I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar "como revelado por
Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe"
(LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).

Tal autoridad es reconocida una y otra vez en las Sagradas Escrituras, uno y otro pasaje muestran la grandeza del oficio
que ha sido depositado en Pedro, como primero de los apóstoles, y también en los otros 11, cuando enseñan en
comunión con Pedro, Pastor visible y universal de toda la Iglesia. Algunos testimonios incluyen el hecho de que Pedro es
mencionado al principio de todas las listas de los 12 apóstoles, es como el portavoz de la Iglesia el día de su
manifestación en Pentecostés, el que paga el impuesto como la cabeza de la casa cuando Jesus hace aparecer
milagrosamente una moneda dentro del pez. Es a él a quien acude san Pablo, una vez recibida la revelación del
Evangelio de forma extraordinaria, no por mano humana sino de parte del mismo Dios, para que, entrevistándose con
Pedro, pudiera mantener la certeza de que el Evangelio que predicaba y el trabajo que hacía no era en vano. San
Jerónimo le escribó a San Agustín esta interpretación de aquel pasaje:

Todo esto no debe molestar al lector, sino que para él y para mí es útil: así admitiremos que, antes de presentarse el
apóstol Pablo, ya sabía Pedro muy bien que la Ley no debe observarse después del Evangelio; él mismo había sido el
promotor de ese decreto. Finalmente, tal era la autoridad de Pedro, que Pablo escribe en su carta: Después de tres años
subí de nuevo a Jerusalén a ver a Pedro y me quedé en su casa quince días 18. Sigue a continuación: Después de catorce
años, subí de nuevo a Jerusalén con Bernabé, llevándome a Tito. Pero subí en virtud de una revelación y les expuse el
Evangelio que predico entre los gentiles. Así da a entender que no tenía seguridad en la predicación de su Evangelio, si no
lo veía confirmado por Pedro y los demás que con él estaban (San Jerónimo epístola 75 a San Agustín).

Pedro es, finalmente, según el testimonio unánime de la Escritura, el garante de que la Iglesia siempre tendrá una sola
fe, una sola esperanza, un solo bautismo, un solo Señor, un Solo Dios, Padre que está sobre todos, actúa por todos y está
en todos (cf. Efesios 4) y que ningún error o mentira podrá jamás dividirla ni separarla del amor que Dios le ha
manifestado en Cristo Jesus, Señor Nuestro. A él la gloria por los siglos.

La Sagrada Tradición
El testimonio de la tradición es todavía mas evidente cuando vemos que aquellos hombres, que predicaron fielmente la
enseñanza de los apóstoles y que interpretaron auténticamente, con el mismo Espíritu que habló por los profetas, el
contenido de las Sagradas Escrituras, que expusieron las bases de nuestra fe, que, siendo probados ellos mismos y
habiendo recibido ellos de los apóstoles o de otros maestros confiables la fe y la revelación hecha en Jesucristo, la
transmitieron infaliblemente en lo que conocemos como Sagrada Tradición. Estos hombres, los padres de la Iglesia, son
nuestra referencia primera en cuestiones de la fe, porque ellos son sucesores necesarios de los apóstoles y porque ellos
recibieron y predicaron el deposito de la fe unánimemente. Cuando los padres de la Iglesia repiten unánimemente una
enseñanza, estamos convencidos que no es razonamiento humano sino revelación misma de Dios.

San Ireneo de Lyon año 150 (Discípulo de Policarpo y este a su vez discípulo de San Juan Apóstol):

En efecto, con esta Iglesia (de Roma), a causa de la mayor autoridad de su origen, ha de estar necesariamente de
acuerdo toda otra Iglesia, es decir, los fieles de todas partes; en ella siempre se ha conservado por todos los que vienen
de todas partes aquella tradición que arranca de los apóstoles. Contra las Herejías 3.3.2.

Tertuliano, alrededor del 200:

¿Se le ocultó algo a Pedro, que fue llamado piedra de la Iglesia que iba a ser edificada, que obtuvo las llaves del reino de
los cielos y la potestad de desatar y atar en los cielos y en la tierra? Prescripción contra los herejes 22.2-4

Pedro y sus sucesores tienen la potestad de atar y desatar, tal cual, y, en concordancia con los rabinos judíos, de
decretar de forma correcta lo que la Iglesia requiera, es decir, la forma correcta de interpretar la Tradición Apostólica,
que muchas veces es cuestionada.

San Cipriano de Cartago año 253:

Sin embargo, para manifestar la unidad estableció una cátedra, y con su autoridaddispuso que el origen de esta unidad
empezase por uno. Cierto que lo mismo eran los demás Apóstoles que Pedro, adornados con la misma participación de
honor y potestad, pero el principio dimana de la unidad. A Pedro se le da el primado, para que se manifieste que es una
la Iglesia de Cristo. De la Unidad de la Iglesia Católica 4.5.

Eusebio de Cesarea (260-340):

Pedro, el más grande y fuerte de todos los apóstoles, y aquel que por su vida fue el portavoz de todos los demás. Historia
Eclesiástica. 2.14.

Todo esto es antes del Edicto de Milán de Constantino en el 313, para los que dicen que este emperador creó el papado
y les gusta inventar “historiografía constantiniana” jugando al historiador.

Optato De Mileve(367 – 387):

Tú no puedes negarlo, que es a Pedro el primero a quien ha sido conferida la Cátedra episcopal en la ciudad de Roma; es
en la que está sentado el jefe de los apóstoles, Pedro, que por esto ha sido llamado Cefas. En esta Cátedra única es en la
que todos debían guardar la unidad, a fin de que los demás apóstoles no pudiesen atribuírsela cada uno en su Sede, y
que fuera en adelante cismático y prevaricador quien elevara otra Cátedra contra esta Cátedra única. De schismate
donatistarum. 2.

San Ambrosio de Milán (337-397):


Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... ¿ No podrá entonces Él (Cristo) fortalecer la fe del hombre a quien
actuando con su propia autoridad le dio el reino y a quien llamó la roca declarándolo así cimiento de la Iglesia? La
Fe.4.5.

Pero él no era tan ansioso como para dejar de lado precaución. Llamó al obispo, y estimando que no puede haber
verdadera gratitud sino la primavera de verdadera fe, el orador pregunta si está de acuerdo con los obispos católicos, es
decir, con la Iglesia de Roma. La muerte del Hermano Satyrus. 1.47.

San Agustín de Hipona (354-430):

Roma ha hablado; el caso está cerrado. Sermones 131.10.

No puede creerse que guardéis la fe católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana. Sermones 120.13

San Juan Cassiano (Año 360-435):

Aquel gran hombre, el discípulo de los discípulos, el maestro entre los maestros, el cual ejerciendo el gobierno de la
Iglesia de Roma, poseía la autoridad en la fe y en el sacerdocio. Dinos, por lo tanto, te rogamos que nos digas, Pedro,
príncipe de los apóstoles, cómo las iglesias deben creer en Dios. Contra Nestorio.3.12.

San Inocencio I siglo V.

Al buscar las cosas de Dios... guardando los ejemplos de la antigua tradición... habéis fortalecido de modo verdadero... el
vigor de vuestra religión, pues aprobasteis que debía el asunto remitirse a nuestro juicio, sabiendo qué es lo que se debe
a la Sede Apostólica, como quiera que cuantos en este lugar estamos puestos, deseamos seguir al Apóstol de quien
procede el episcopado mismo y toda la autoridad de este nombre. Siguiéndole a él, sabemos lo mismo condenar lo malo
que aprobar lo laudable. Y, por lo menos, guardando por sacerdotal deber las instituciones de los Padres, no creéis deben
ser conculcadas, pues ellos; no por humana, sino por divina sentencia decretaron que cualquier asunto que se tratara,
aunque viniera de provincias separadas y remotas, no habían de considerarlo terminado hasta tanto llegara a noticia de
esta Sede, a fin de que la decisión que fuere justa quedara confirmada con toda su autoridad y de aquí tomaran todas las
Iglesias (como si las aguas todas vinieran de su fuente primera y por las diversas regiones del mundo entero manaran los
puros arroyos de una fuente incorrupta) qué deben mandar, a quiénes deben lavar, y a quiénes, como manchados de
cieno no limpiable ha de evitar el agua digna de cuerpos puros. [De la Carta 29 In requirendis, a los obispos africanos, de
27 de enero de 417] (Dz 217).

San Bonifacio I (418-422):

... Al Sínodo de Corinto... hemos dirigido escritos por los que todos los hermanos han de entender que no puede apelarse
de nuestro juicio. Nunca, en efecto, fue lícito tratar nuevamente un asunto, que haya sido una vez establecido por la Sede
Apostólica (Dz 232). [De la Carta 13 Retro maioribus tuis a Rufo, obispo de Tesalia, de 11 de marzo de 422].

Objeciones al dogma de la infalibilidad papal


1-La impecabilidad: Algunos pueden dudar de la infalibilidad porque el Papa es un pecador y ha habido papas que no
han sido ejemplo de integridad y moral. La verdad es que la infalibilidad no se refiere a impecabilidad… el papa puede
pecar pero cuando enseña oficialmente y solemnemente la doctrina católica, ex cathedra, no puede fallar.

2-Hay papas que se han contradicho: si ha habido papas que han estado en desacuerdo con algunos de sus sucesores
pero ningun pontifice ha contradicho a otro en aquello que es oficial y enseñado de forma ex cathedra, sino solo en
opiniones privadas y temas disciplinarios.

3-Nadie sabe donde está la catedra de San Pedro: Hay quien ha argumentado que esa silla que se atribuye haber
pertenecido a San Pedro no es una antigüedad del primer siglo sino que es del siglo IX, de origen francés. Esto es ridículo
pues aunque lo que parece querer decir quien argumenta es que sin la silla es imposible ejercer este carisma hoy, la
verdad es que la catedra se refiere al ser el Obispo de Roma, Iglesia de la que Pedro fue Obispo.
4-Los papas no anda diciendo “esto es ex cathedra” “esto no”: Eso es cierto. Utilizan en cambio formulas fácilmente
reconocibles y si dijeran “esto no es ex cathedra” parecería mas bien una sugerencia de que su enseñanza no debe ser
escuchada.

5-El Papa no es el Papa: Todo papa electo legítimamente, asumiéndose que está vacante la Sede de Pedro y que se
sigue el proceso mandado por la Iglesia tiene en virtud de su oficio el carisma de la infalibilidad.

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