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I.

Formule de manera general el problema planteado por Gettier a la definición


tradicional de conocimiento:

Partiendo de la definición tradicional de conocimiento que emerge del diálogo


platónico Teeteto 201d –definición que se mantuvo plenamente firme durante toda la
historia– como «creencia verdadera justificada» (τὴν μετὰ λόγου ἀληθῆ δόξαν
ἐπιστήμην εἶναι), el pensador estadounidense Edmund Gettier, en el año 1963,
desarrolló una serie de contraejemplos (o experimentos mentales denominados
Problemas de Gettier) que intentaron demostrar que esta forma de entender el
conocimiento no es cabal porque tal definición no constituye necesariamente un
conocimiento.
En términos de lógica proposicional, el análisis tradicional del conocimiento
sostiene que:
S sabe que p ssi (i) p es verdadera
(ii) S cree que p
(iii) S está justificado en creer que p

En primer término, la concepción tradicional define al conocimiento simplemente


como una creencia. Pero “S cree que p” no es consistente, ya que si la creencia es falsa
no se puede aseverar que haya conocimiento. Para que lo haya, la creencia debe ser
además verdadera. No obstante, tal definición no constituye aún conocimiento firme,
pues puede ocurrir que la creencia sea verdadera por mero azar o por casualidad. Es por
ello que, la única forma –según se explica en el Diálogo Teeteto– de que una
proposición constituya conocimiento es que sea una creencia verdadera y, además,
justificada con evidencia.
Aparentemente, tal definición no presentaba ninguna anomalía, hasta que Gettier
puso en tela de juicio la concepción tripartita de conocimiento. En efecto, en su breve
artículo titulado Is Justified True Belief Knowledge? (¿Es conocimiento la Creencia
Verdadera y Justificada?) Gettier demostró, a partir de unas simples consideraciones,
que esta forma de entender el saber –como creencia verdadera y justificada– puede
resultar no ser conocimiento, lo cual generó una amplia polémica que sigue vigente
hasta hoy día, ya que ninguna de las soluciones ofrecidas a este problema cuenta con
apoyo completo.
En líneas generales, Gettier sostiene que el problema respecto de la definición
clásica de conocimiento reside en que nos encontramos con casos que cumplen las tres
condiciones (i.e.: «creencia», «veracidad» y «justificación») pero que, sin embargo, no
constituyen conocimiento porque las condiciones son necesarias, aunque no suficientes,
para saber –por lo que hace falta agregar alguna condición más o la sustitución de
alguna condición que ya está presente por otra mejor–.
Los contraejemplos Gettier vienen a mostrar que es posible que un sujeto S esté
justificado en creer una proposición que en realidad es falsa. Y, en segundo término,
que para cualquier proposición p , si S está justificado en creer p, y p implica q, y S
deduce q de p y acepta q como resultado de esta deducción , entonces S está justificado
en creer que q.

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Teniendo en cuenta uno de los ejemplos de Gettier:
Suponga que Smith y Jones se presentaron para cierto trabajo. Y suponga que
Smith tiene fuerte evidencia de la siguiente proposición conjuntiva:

(p) Jones es el hombre que conseguirá el trabajo y Jones tiene diez monedas en el
bolsillo.

La evidencia de Smith para (p) podría ser que el presidente de la compañía le


aseguró que Jones sería finalmente elegido, y que él, Smith ha contado las monedas en
el bolsillo de Jones diez minutos atrás. La proposición (p) implica:

(q) El hombre que conseguirá el trabajo tiene diez monedas en el bolsillo.

Supongamos que Smith ve la implicación de (p) a (q), y acepta (q) en base a (p),
para la cual tiene evidencia. En tal caso, Smith está justificado en creer que (q) es
verdadera.
Pero imagine, además, que sin el conocimiento de Smith, él mismo, y no Jones,
consigue el trabajo. Y también que, sin el conocimiento de Smith, él mismo tiene diez
monedas en el bolsillo. La proposición (q) es entonces verdadera, aunque la proposición
(p) de la cual Smith infirió (q) es falsa. Por tanto, la proposición (q) cumple todos los
requisitos necesarios para ser considerada conocimiento: (q) es totalmente verdadera,
Smith cree en ella y está justificado para hacerlo. Es decir, Smith tiene creencia
verdadera y justificada de que (q), pero no podemos afirmar que sabe (q), pues (q) es
verdadera en virtud de las monedas que hay en su propio bolsillo y no de las que ha
contado en el bolsillo de Jones, por lo que su creencia en (q) se deduce de una
proposición (p) que, en realidad, es falsa.
En síntesis, con este contraejemplo Gettier demuestra que es posible inferir una
conclusión correcta a partir de una premisa errónea, aunque cierta en principio. Esto
significa que, de acuerdo con el ejemplo anterior, la justificación de Smith es incorrecta,
pero existe, y sólo ello se requiere –según la definición clásica tripartita– para
conformar conocimiento: que exista una justificación. Por tanto, Gettier concluye que
tales condiciones no son suficientes para saber.

II. Analice las siguientes propuestas de solución:

Primera Solución:

1. Teniendo en cuenta el siguiente texto explicite qué solución propone B. Williams al


problema Gettier:

Williams propone como solución al problema planteado por Gettier reforzar la


noción de justificación añadiendo a la definición tradicional de conocimiento una o más
de una clase de condiciones –razones– que eliminarían la accidentalidad. Según
Williams, para que haya conocimiento es necesario además de que S tenga una creencia

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p y que p sea verdadera, que la verdad de p no sea accidente (i.e.: que S crea que p más
que no-p).
Argumenta que no es necesario que el conocedor sea capaz de apoyar o
fundamentar su creencia verdadera refiriéndose a otras proposiciones porque existe un
tipo de conocimiento «no razonado» que el sujeto no puede expresar adecuadamente y,
menos aún, justificar. Por tal motivo, Williams sostiene que constituye una ilusión
cientificista reemplazar el entendimiento humano no razonado por procedimientos
articulados y razonados de forma científica, y que no es un requerimiento del
conocimiento que el conocedor tenga que estar en algún estado consciente especial en
relación con su creencia verdadera, sino que el requisito es que no sea accidente, es
decir, que pueda establecerse una investigación acerca de la cadena o conexión de
razonamientos causales capaces de preservar la verdad en la ruta que se dirige de los
hechos a las creencias.

2. Fundamente de qué modo piensa el autor que se responde a la dificultad y evalúe si


constituye una respuesta satisfactoria:

El autor responde a la dificultad al advertir que existe un tipo de conocimiento no


razonado que no puede ser justificado, por lo que refuerza la noción de justificación con
una condición que elimina la accidentalidad.
Tal planteamiento no constituye una respuesta satisfactoria porque es factible que
un sujeto conocedor S adopte una creencia verdadera no accidental y, no obstante, que
ésta no constituya un caso de conocimiento. E. g.: es el caso de B que entiende
“Guinea” cuando A dijo falsamente “Ghana”. Entonces B ha creído verdaderamente y
en sentido no accidental que A es de Guinea, pero no puede decirse que B haya
adquirido conocimiento. En tal sentido, la postura de Williams nos lleva a sostener que
respecto de cuestiones de la vida real –contingentes– podemos formar creencias
verdaderas y no por ello adquirir conocimiento porque desconocemos o no somos
conscientes del orden de las causas.

Segunda Solución:

1. ¿Qué solución ofrece Goldman al problema Gettier?

En primer lugar, es necesario traer a colación que Gettier refuta el análisis


tradicional de conocimiento demostrando que las tres condiciones son necesarias pero
no suficientes. Sus contraejemplos intentan mostrar que el análisis tradicional del
conocimiento es incorrecto e inadecuado: en él se cumplen las tres condiciones pero no
tenemos un caso de conocimiento.
Por su parte, Goldman propone reemplazar la condición de justificación añadiendo
la siguiente alternativa:

S sabe que p ssi:

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Su creencia verdadera ha sido obtenida mediante un proceso fiable.1

Para Goldman la justificación de una creencia depende de los procesos


psicológicos, cognitivos, que la causan (e.g.: la memoria, la percepción, el
razonamiento, la introspección) y no simplemente del status lógico de la proposición o
de la relación evidencial con otras proposiciones. Cabe decir que la propuesta de
Goldman establece la existencia de una relación causal entre un determinado hecho y la
creencia del sujeto en tal hecho.
El fiabilismo (reliabilism) goldmaniano rescata, por tanto, la importancia del
proceso psicológico, biológico, para alcanzar la creencia. De modo que, un sujeto, por
ejemplo, mediante sus sentidos o percepción puede alcanzar una creencia verdadera –ya
que el proceso ha sido fiable– y, por lo tanto, esta creencia estará justificada, porque,
desde el punto de vista del fiabilismo, existe una conexión intrínseca entre verdad y
justificación.
Debido a que la fiabilidad de un proceso cognitivo es en parte dependiente del
ambiente externo, entonces en la justificación y en el conocimiento entran en juego los
hechos y sucesos del mundo que pueden estar fuera del acceso inmediato del sujeto. En
tal sentido, se puede afirmar que el fiabilismo se compromete con una postura
externista2 de justificación.
En efecto, Goldman sostiene que la justificación de una creencia p depende de la
fiabilidad de los procesos cognitivos, pero es posible que la creencia p de un sujeto S
esté justificada y que el sujeto S no pueda nunca establecer que su creencia p está
justificada. En consecuencia, un sujeto puede estar justificado sin creer que está
justificado y puede saber sin saber que sabe (como en el ejemplo de Henry y el
granero).

2. ¿Qué problemas plantea esta solución?

Se ha argumentado en contra del fiabilismo de Goldman que tal criterio no es ni


suficiente ni necesario para la justificación, así como tampoco para el conocimiento.
No queda en claro que la justificación de una creencia no se vea afectada por otras
creencias que el sujeto perceptor pueda tener, aunque aquella haya sido creada por un
proceso fiable. E.g.: Henry no sabe que lo que ve es un granero, pues si hubiera mirado
en la dirección de una fachada de cartón hubiera creído también que lo que veía era un
granero. En este caso, Henry ha obtenido una creencia verdadera por una cuestión de
suerte.
Otro ejemplo es el caso del sujeto perceptor que recibe la información falsa de que
sus percepciones son erróneas. No obstante ello, su creencia es verdadera dado que el
proceso que la genera es fiable, pero tal sujeto no está justificado en creer lo que ve.

1
Entiéndase por proceso fiable aquél que proporciona un alto porcentaje de creencias verdaderas.
2
Según el externismo, no es necesario que el sujeto sea capaz de justificar sus creencias, ya que pueden
estar justificadas por factores externos –tal vez desconocidos por el sujeto–. Vid. Grimaltos, T. e Iranzo,
V. (2009), “El debate externismo / internismo en la justificación epistémica”, en Cuestiones de Teoría del
conocimiento, pp. 41-42.

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Por lo tanto, de acuerdo con la posición del fiabilismo los hechos formulables de
forma naturalista no pueden establecer si en el caso descripto el sujeto perceptor es o no
es alguien que sabe.
Tal como sostiene Sosa en su crítica al fiabilismo la obtención de verdad puede ser
resultado del azar. La introducción de algún factor extraño puede hacer que el proceso
–“fiable” – no opere correctamente en una situación particular, aunque produzca
algunas creencias verdaderas. En tal coyuntura, la creencia estaría justificada, pero no
constituiría un caso de conocimiento. El planteamiento de Sosa respecto del fiabilismo
sostiene que la formación de una creencia mediante procesos cognitivos fiables no es
condición suficiente para la justificación de dicha creencia.

Tercera Solución:

1. ¿Qué entienden por virtudes epistémicas Broncano y Vega?

Por virtudes epistémicas se entiende un concepto alternativo, más firme y seguro,


que viene a sustituir la idea de justificación y que se caracteriza por constituir un
proceso de producción de creencia normativamente cualificada para conceder mérito o
status epistémico a dicha creencia, basándose en la historia más amplia que ha tenido la
producción de tal creencia.
La teoría de las virtudes epistémicas considera que una creencia recibe el estatuto
de conocimiento si es producida por facultades epistémicamente virtuosas. Esta noción
incorpora dos elementos que tienen que ver con la idea de funcionamiento apropiado.
Uno de ellos es que las virtudes están constituidas por facultades definidas
funcionalmente por su contribución a la formación de creencias que obtiene el estatuto
de conocimiento. Se entienden como habilidades de una persona completa que
conducen a conseguir algo “deseable”; el otro elemento es el matiz que hace de estas
facultades virtudes y que se expresa en la calidad de actuación. Se trata de una actuación
en régimen de excelencia o de “buena realización” en el cumplimiento de una función.
Por lo tanto, las virtudes epistémicas son ciertas disposiciones o facultades del
sujeto que le llevan a obtener creencias verdaderas, es decir, son ciertas capacidades
para la adquisición del conocimiento. Tales capacidades buscan robustecer el vínculo
entre la justificación y la verdad a través de propiedades que tornan más valiosas a las
creencias (e.g.: la sensibilidad a la verdad o la habilidad que posee un sujeto para
realizar una determinada tarea).
Broncano y Vega se refieren a las «virtudes epistémicas personales», por las cuales
ha de entenderse las virtudes de las personas –a distinción de las «virtudes epistémicas
procedimentales»–, es decir, ciertas excelencias en tanto características o rasgos de
carácter que hacen que algunas personas sean sujetos más confiables de conocimiento
que aquellas que carecen de tales rasgos. De modo que las virtudes epistémicas
constituyen procesos cognitivos virtuosos –sistemáticamente confiables– encargados de
producir creencias justificadas.
Según esta teoría el sujeto epistémico debe estar constituido o dotado de ciertas
características cognitivas que conducen a resultados adecuados. Tales rasgos colaboran

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al operar excelente de ciertas facultades o capacidades, como por ejemplo, la
percepción. Cabe destacar, que es en la idea de adecuación donde descansa la fuerza
normativa que poseen estos procesos, siendo la idea de funcionamiento adecuado lo que
sustenta la normatividad.

2. a. ¿Qué papel juegan la idoneidad y la seguridad de ese sujeto?

Como, según propone la teoría de las virtudes, existe una fuerte vinculación entre
las capacidades del sujeto epistémico y la verdad de la creencia, el rol que juegan la
idoneidad y la seguridad de dicho sujeto en este planteamiento es capital, ya que ambas
nociones constituyen valores fundamentales de las facultades cognitivas. En primer
lugar, porque aquello que se valora en una actuación es la competencia o la habilidad –
es decir, la idoneidad– del sujeto y no el acierto –ya que éste puede ser debido al azar–.
En segundo lugar –y ulterior al valor de idoneidad– es imprescindible la seguridad con
que cuenta un sujeto para la adquisición de un conocimiento seguro y que consiste en el
valor que presenta una creencia adquirida en circunstancias o condiciones adecuadas.
Esta doble forma de valoración de creencias –i.e.: la idoneidad y la seguridad del
sujeto epistémico– conduce a dos formas o modos de producción del conocimiento
humano: el modo pre-reflexivo, que esencialmente es el modo productor de creencias
debido a las facultades especialmente hábiles del sujeto en la producción de creencias
verdaderas; y el modo reflexivo, en donde se examina esa producción de creencias
reflexivamente, sobre todo teniendo en cuenta si las circunstancias de producción han
sido las adecuadas.
En resumidas cuentas, la teoría de las virtudes sostiene que el sujeto debe ser
sensible a las propiedades epistémicamente valiosas de las creencias, prefiriendo las
creencias idóneas y seguras que hayan sido producidas por facultades virtuosas.

b. ¿Qué significa adoptar una perspectiva epistémica?

Adoptar una perspectiva epistémica significa que el sujeto sea capaz de alcanzar el
estadio de conocimiento reflexivo mediante la adquisición de capacidades críticas o
capacidades para examinar las facultades que le son propias, indagando acerca del grado
de buen funcionamiento de estas facultades y teniendo en cuenta tanto las propiedades
epistémicas («habilidad», «sensibilidad», etc.) como las condiciones en que se han
producido.
Un sujeto asume una perspectiva epistémica cuando analiza el valor de una creencia
a partir de un examen crítico de sí mismo: desde su interior, en relación al contenido de
la creencia y, desde el exterior, en tanto que instrumento cognitivo que está sometido
faliblemente a circunstancias de buen funcionamiento. Mediante la adopción de una
perspectiva epistémica el sujeto consigue obtener creencias seguras, ya que atiende
desde sus propias capacidades racionales a la formación de la creencia.
La reflexión incrementa la calidad epistémica de las creencias y las vuelve más
valiosas en la medida que su adquisición excluye o disminuye la accidentalidad del
éxito en la creencia. Por lo que el reforzamiento del valor de una creencia se atribuye al

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«carácter epistémico» del sujeto, siendo el sujeto reflexivo el portador de mayor mérito
epistémico, en tanto posee la capacidad de asumir una perspectiva epistémica.
En suma, por «perspectiva epistémica» de un sujeto se entiende el conjunto de sus
creencias relativas a sus propias capacidades y posibilidades de obtener creencias
verdaderas.

3. ¿Qué críticas ofrece a las propuestas de solución anteriores?

La crítica que lleva a cabo la teoría de las virtudes a otras propuestas de solución
como el fiabilismo y la teleología de diseño es que, si bien éstos son sistemas que
tienden a producir creencias verdaderas, el valor de la creencia sólo aumenta por la tasa
de éxito o por el diseño del agente y no por los propios méritos y las facultades
virtuosas del sujeto epistémico.
Por ejemplo, el fiabilismo sostiene que el hecho de que una creencia haya sido
generada mediante un proceso cognitivo o facultad fiable –i.e.: mediante un proceso que
arroja una alta tasa de creencias verdaderas– es condición suficiente para que la creencia
esté justificada. La crítica que le realiza la orientación perspectivista de la teoría de las
virtudes es que se trata de una posición radicalmente externista, porque la justificación
de una creencia particular depende exclusivamente de un hecho del mundo, como es la
frecuencia de éxito de un proceso generador de creencias.
En cambio, para la teoría de las virtudes basada en fines el valor de una facultad
virtuosa proviene de sus consecuencias, es decir, del fin para el que están diseñadas o al
que están orientadas (o sea, la verdad o la producción de creencias verdaderas). De
acuerdo con esta posición, los actos doxásticos están ligados a la estructura
motivacional del sujeto, de modo que el valor de la creencia se ve afectado por el hecho
de que el sujeto esté motivado por el amor a la verdad.
Desde el punto de vista del perspectivismo la motivación es innecesaria para la
obtención del conocimiento. Conforme a esta postura no sería la motivación por la
verdad lo que contribuiría a fundar la normatividad del conocimiento sino el
reconocimiento de la autoridad que tiene tal o cual propiedad epistémica. Por otra parte,
sostienen los perspectivistas de la virtud que puede ocurrir que la vida afectiva se
oriente a fines no valiosos. Las motivaciones, argumentan, pueden ser una guía de lo
que valora el sujeto, pero no una explicación del valor de lo que es valorado. Por lo
tanto, el componente motivacional es irrelevante para el problema de la autoridad.
En síntesis, el estar motivado por la búsqueda de la verdad no es condición ni
necesaria ni suficiente para dar cuenta de la autoridad epistémica. No es necesaria
porque las motivaciones de muchos agentes epistémicos pueden ser muy variadas y
diferentes a la búsqueda de la verdad. Tampoco es suficiente porque tal motivación
puede llevar a la búsqueda de verdades irrelevantes y poco interesantes. Si tal fuera el
objetivo incondicional de un agente epistémico, la normatividad epistémica
fundamentada en la verdad nos embarcaría en tareas irracionales.

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