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Es preciso señalar, en primer término, que los empiristas clásicos han reparado en el
hecho de que es necesaria cierta relación o “fricción” con el mundo externo como garantía
del carácter objetivo del conocimiento empírico y han intentado conservar esta idea
abrazando un “realismo ingenuo”, según el cual, el conocimiento del mundo físico es
directo e inmediato. Tales empiristas han apelado a lo Dado para evitar la devastadora
conclusión escéptica que pone en duda todo presunto conocimiento que pudiéramos tener
sobre el mundo externo, garantizando, en el conocimiento empírico, la correspondencia
entre el mundo y la imagen que nuestra mente se forma de él. En tal sentido, han concebido
las impresiones como el único vínculo que puede mantener unido el ámbito de lo mental
con el de lo extra-mental, debido a que constituyen el vínculo directo e inmediato que nos
mantiene en contacto con el mundo y que nos permite escapar de escepticismo que implica
el problema del mundo externo.
Una de las objeciones que plantea McDowell al empirismo clásico consiste en que
las impresiones por sí mismas no pueden justificar nuestras creencias, no pudiendo decidir
acerca de cuáles juicios son correctos y cuáles no. Desde la posición del empirismo clásico
las impresiones no pertenecen al contexto normativo u orden lógico de las razones;
McDowell plantea que se necesitan reglas y un criterio de corrección para que las
impresiones nos proporcionen conocimiento.
Para McDowell, la pretensión, por parte del empirismo clásico, de que las
impresiones solas sean las que determinen qué es lo correcto o incorrecto, lleva a dicha
posición a una caída en el Mito de lo Dado, que consiste en admitir una impresión o
elemento dado en la experiencia que no es conceptual pero que funciona como fundamento
último de nuestras creencias empíricas. Si, por lo tanto, las impresiones pertenecen al
ámbito causal de la naturaleza no pueden por sí solas justificar nuestras creencias –debido a
que no pertenecen al ámbito racional o de la justificación–. De modo que, la restricción
externa que ofrece lo Dado no es racional sino causal, no ofrece justificaciones sino meras
exculpaciones, pues no podríamos ser responsables de nuestras creencias.
Cabe señalar que el Mito de lo Dado se identifica con el fundacionalismo de
raigambre empirista, en cuanto admite ciertas creencias básicas que se justifican en
percepciones o impresiones. En tal sentido, la experiencia desempeña el papel de
fundamento epistémico sobre el que recae todo el proceso de la justificación. Por su parte,
McDowell niega que la experiencia pueda funcionar como fuente de justificación no
doxástica, como pretende el fundacionalismo.
Asimismo, los defensores de lo Dado sostienen que la experiencia se da desprovista
de toda conceptualización. De modo que, desde el punto de vista del empirista clásico, la
capacidad conceptualizadora de la mente no interviene en el hecho de aprehender los
contenidos de la experiencia, sino que se entra en contacto con la realidad tal y como ella es
en sí misma. McDowell afrontará esta posición al sostener que lo que entra en la
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experiencia no es la simple obtención de algo Dado, sino un tipo de suceso o estado que ya
posee contenido conceptual.
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mundo al espacio lógico de las razones es necesario que entendimiento (la espontaneidad)
sea restringido por la sensibilidad (la receptividad). De este modo, sostiene McDowell, el
mundo habrá de ejercer un control racional sobre nuestras creencias.
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entorno se halla inserta en el ámbito de la espontaneidad y esto es lo que nos distingue,
según McDowell, de los animales.
La crítica que dirige McDowell a la posición de Evans es que, respecto de su
concepción de la experiencia, la receptividad o sistema perceptivo produce estados dotados
de contenido independientemente de toda acción de la espontaneidad. McDowell sostiene,
en cambio, que la receptividad no debe hacer ninguna contribución separable en su
colaboración con la espontaneidad. En la posición de Evans la espontaneidad no participa
en la determinación de su contenido y las actuaciones independientes del sistema
informativo aparecen como una contribución separable que la receptividad hace en su
colaboración con la espontaneidad.
De modo que, para Evans, los estados del sistema informativo son independientes
de las creencias. Considera a la creencia como disposición para hacer juicios, siendo el
juzgar un acto de la espontaneidad. Por lo que el término “creencia” se reserva para un
estado cognitivo más sofisticado y conectado con la noción de juicio y de razones.
Por último, cabe señalar que, según McDowell, al concebir la experiencia como
algo exterior a lo conceptual, Evans cae en el Mito de lo Dado. Contrariamente, McDowell
sostiene que las capacidades conceptuales pueden estar en acción en la sensibilidad misma.