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Erase una vez en la época muy caluroso, un simpático y joven gorila

que trabajaba arduamente para recoger lo que serían sus provisiones


de comida, en miras a que próximamente se acercaba la etapa
lluviosa y caudalosa, y el alimento sería más difícil de conseguir en
esta época. Día tras día se esforzaba muy duro, todo con la finalidad
de no quedarse sin comida, y poder sobrevivir a las tormentas que se
avecinaba.

Desde su árbol lo veía pasar un perezoso y joven leon, que


cómodamente se acostaba solo viendo al gorila como trabajaba y
trasladaba de aquí para allá unas buenas cantidades de comida, que
le bastarían para poder sobrevivir a la dura época dura que estaba
pronta a llegar.

Finalmente llegó el día, y pasó lo que era de esperarse. El leon, muy


hambriento, se acercó hasta el lugar donde vivía el gorila, que con
mucho sacrificio y esfuerzo habría logrado reunir una buena cantidad
de comida y provisiones con las que podía pasar cómodamente la
etapa.

Pero a su solicitud, el gorila respondió: si tan solo hubieses trabajado


igual que yo, no estarías sufriendo ni padeciendo de hambre como hoy
lo estás haciendo. No puedo ayudarte porque solo tengo una cantidad
de comida suficiente para mí. Debiste trabajar para conseguir tu propio
alimento y salvarte de esta ola muy escasa y dura.

Moraleja: no dejes que la pereza, el conformismo y el ocio se


apoderen de tu vida. Lo primordial es activarte y trabajar por todo
aquello que sientes que mereces, así como también por todos esas
cosas que quieres tener y lograr en la vida. La planificación y el trabajo
son buenos aliados, que sabiéndolos complementar te llevarán al éxito
que tanto deseas. Todo es posible si tú lo buscas y trabajas por ello,
así que manos a la obra.

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