1. El tema a tratar de los dos artículos es la manera en la que se expresa el teatro, y la perspectiva de los dos autores hacia este, también de si es o no es útil y artístico. 2. En el primer artículo de opinión, Héctor Abad habla de su fobia por el teatro y la forma en que este se expresa, hace comparaciones de los autores, haciéndolos pasar como sapos para explicar cuando las personas sienten miedo o fobia por ellos, aclara que prefiere el cine, ya que le gustan los efectos de realidad, y también los dramas escritos. En el segundo artículo de opinión que pertenece a Fabio Rubiano, él le responde a Héctor su crítica sobre el teatro, y le dice que el teatro expresa realidad, creando obras que actualmente no están de moda, es decir, tiene un punto de vista más extenso, también le aclara que detrás de todo lo que se ve en el cine, hay una extensa preparación desde un teatro, es decir que el cine es hijo del teatro. Héctor cometió errores, como por ejemplo históricos, y el haber comparado obras y autores (o narradores) que no tienen nada que ver uno con el otro. 3. La postura que los dos columnistas plantean es sobre el teatro en su máxima expresión, cada uno con sus propios argumentos de como lo perciben, ya que es la única manera de que ellos puedan defender su postura, con bases reales. Y finalizan con su propia conclusión de su postura. La columna de Fabio tiene mejores argumentos ya que el sustenta su punto de vista con argumentos claros y concisos. 4. Así como existen personas que están de acuerdo con lo que Héctor plantea, sobre la preferencia del cine, o poder leer dramas o cualquier tipo de obras, también hay personas que se sienten mas identificados con lo que Fabio plantea, sobre preferir más el arte y la forma en la que el teatro es representado, y los géneros clásicos. Depende de los gustos del lector, este elegirá su postura, si la de Héctor o la Fabio. 5. En las dos columnas de opinión se presentan dos posturas totalmente distintas, sin embargo estas dos posturas no son las únicas, cualquier otro lector/espectador puede señalar una opinión mucho mas rigurosa sobre las fobias, pongamos por caso: cuestionar si las fobias realmente existen (lo cual resultaría en apoyar cualquiera de las dos tesis anteriormente presentadas) o la opinión de alguna persona mas experimentada en el tema, que pueda brindar información concreta de lo que realmente se trabaja en el teatro. Columna de opinión. (Desigualdad de género) El valor y reconocimiento que las mujeres merecen. Es claro que en temas claves para la sociedad, más allá de las diferencias ideológicas y filosóficas, una mayor participación de las mujeres enriquecería la discusión y cambiaría la forma de aproximarnos a los temas y seguramente las decisiones y políticas adoptadas. No voy a decir que automáticamente serían mejores. Pero con seguridad serían distintas y más representativas. En el mundo de las empresas la situación no es mucho mejor. El porcentaje de mujeres en posiciones de dirección y liderazgo tampoco supera el 30% en las juntas directivas y no alcanza el 20% entre los presidentes de compañías. Es claro que el famoso techo de cristal, esa barrera dura e infranqueable pero no admitida, que les impide a las mujeres acceder a los cargos más elevados de la jerarquía empresarial sigue siendo una realidad. Esto es más impactante aun cuando se mira el incremento de la participación de la mujer en el mercado laboral, el cual no ha dejado de crecer. Y no es cierto que no estén preparadas. Hoy hay más mujeres que hombres estudiando en la universidad. En ese campo, pareciera que las diferencias se han nivelado. Pero seguimos teniendo una diferencia importante en los temas de ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas, o sea las carreras de la innovación y el futuro. Y ahí juega el patriarcado en hogares y muchos colegios. Se considera erradamente que ese tipo de disciplinas es para los hombres y que ellos tienen más aptitud que ellas. Eso no es cierto. Como lo muestran varios estudios, es la forma como enseñamos ciencias y matemáticas que está mal. Hay un prejuicio latente en contra de las mujeres en esos campos. Y hay un círculo vicioso que hay que romper: No se reconoce suficientemente a las mujeres que triunfan en estas carreras. Por lo tanto, no hay modelos a seguir, y muchas veces las mismas estudiantes sienten que ese camino no es para ellas. Ahí tenemos que cambiar el modelo educativo y de orientación profesional. En el mundo laboral los números son contundentes. Según los resultados del estudio de McKinsey sobre el tema, las empresas que son más diversas por género y raza tienen mayor probabilidad de generar ingresos superiores a los del sector al que pertenezcan. El estudio concluye que la diversidad atrae talento, mejora el clima organizacional, y la capacidad de conectarse con los consumidores. Lo anterior termina por mejorar los resultados financieros. Hay cosas que podemos hacer para reducir el sesgo antifemenino en el campo laboral. Por supuesto, lo primero es la igualdad de remuneraciones. Es inaceptable que, a mismas responsabilidades y cargos, haya casi un 20% de diferencia en el pago, solo atribuible al género. También hay que atacar los sesgos legales. Muchos empresarios prefieren contratar y promover hombres para evitar el “problema” del embarazo y la licencia de maternidad. La representante a la cámara Juanita Goebertus presentó una muy buena iniciativa para que la licencia de maternidad sea compartida por padres y madres. Eso ayudaría a acabar con esa excusa para seleccionar hombres en el trabajo. Más importante aún, manda la señal de la importancia de la paternidad responsable, entendida como una presencia y dedicación reales, y no simplemente como el aporte económico al hogar. Es imposible reflexionar sobre este tema sin tocar el tema de la violencia sexual, física y sicológica contra las mujeres. Al igual que contra la violencia infantil, el primer paso para erradicarla es atacar los estereotipos sociales que la banalizan y normalizan. Para ello no basta con subir las penas. Se requiere efectividad de la justicia y sanción social. Para eso el Estado y sociedad deben mostrar empatía, cuidado y respeto por las mujeres víctimas de violencia que se atreven a denunciar. Tenemos un largo camino por recorrer como sociedad para respetar, tratar con igualdad a las mujeres. Y mientras tanto nos estamos desperdiciando e ignorando ideas, sensibilidades y propuestas de solución para nuestro país. Si no lo hacemos por convicción ética, hagámoslo al menos por interés racional.