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ehemias estudio

libro escrito x Esdras


esdras – sacerdote – reconstruccion del templo- aspecto religioso del regreso del
pueblo a su tierra
Nehemias – laico hombre de negocios – reconstruccion murallas – aspecto politico
del regreso de Israel.

Buena posicion en el reinado del Rey de Pesia – artajerjes

en el canon hebreo son un solo libro escrito x esdras


itlimo libro de los libros historicos del AT
esdras retoma despues de 70 años despues del libro de cronicas,
ya habian terminado la cautividad y el pueblo regresa a Israel,bajo la direccion
del esdras

ese regreso ocurrio 50 años despues del regreso bajo de Zorobabel


Nehemias regreso 15 años despeus de Esdras

las 70 semanas de Daniel se encajan perfectamente en el libro de Nehemias

n el capítulo 9 de Daniel, versículo 25 leemos: "Sabe, pues, y


entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y
dos semanas"

y los antecedentes históricos para los hechos de Nehemías la


encontramos en la parte final del versículo, donde dice: "se volverá a
edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos".

Versiculos claves :
si tuviéramos que escoger dos de ellos, elegiríamos

Nehemías 1:4 y

"4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos
días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos".

nehemias 6:3, nos dice: "3Entonces envié mensajeros para decirles:


Estoy ocupado en una gran obra y no puedo ir; porque cesaría la obra
si yo la abandonara para ir a vosotros.

l tema del primer capítulo gira alrededor de la oración de Nehemías


por el remanente en Jerusalén. El pueblo de Israel había sido llamado
para ser un testigo en contra de la idolatría pero, con demasiada
frecuencia, fracasó y los israelitas se hicieron idólatras. Dios había
advertido a Su pueblo a través de los profetas, de los resultados
inevitables de la adoración de los ídolos. Y ellos seguían rompiendo la
ley, quebrantando la ley, hasta que finalmente ya no hubo más
remedio. Entonces Dios permitió que fueran conducidos a la
cautividad en Babilonia, que era la fuente de la idolatría. Allí, a fuerza
de hartarse de los ídolos de Babilonia, aprenderían la lección y Dios
permitiría que regresaran repudiando la idolatría. Sin embargo, su
restauración espiritual resultaría incompleta. Y no serían
completamente libres a partir de este tiempo, en este período que
abarca hasta el momento de la llegada del Imperio Romano.
Hubo tres hombres que desempeñaron papales importantes en la
reedificación de Jerusalén. Zorobabel, el príncipe, que representó el
aspecto político. Después vimos a Esdras, el sacerdote, y finalmente
Nehemías, el hombre laico, no religioso. Como resumen histórico
diremos que el rey, el sacerdote, el profeta habían fracasado en la
reedificación de los muros de Jerusalén y en la limpieza del templo.
Así que Dios levantó a un hombre a quien nosotros designamos como
laico. Y creemos francamente que ésta es una distinción
desafortunada, y es algo que hacemos a menudo en nuestros días;
siempre distinguimos de forma categórica entre los creyentes
dedicados a pleno tiempo al Señor y los laicos. Y la verdad es que
unos son parte de los otros, y necesitamos a ambos y no es necesario
establecer una diferencia tan marcada, desde el punto de vista de su
efectividad en el desarrollo de la obra cristiana.

Aquí vemos entonces que un laico reedificó los muros de Jerusalén e


hizo una limpieza en el templo. Y creemos que aún en nuestros días
Dios puede y levanta a personas que tienen ocupaciones
profesionales, fuera del ámbito religioso, para hacer grandes obras y
para desarrollar Su obra sobre una base segura.
Hubo tres hombres que desempeñaron papeles importantes en la
reedificación de Jerusalén.

1. Zorobabel, el príncipe, que representó el aspecto político.

2. Después vimos a Esdras, el sacerdote,

3. y finalmente Nehemías, el hombre laico, no religioso.

Como resumen histórico diremos que el rey, el sacerdote, el profeta


habían fracasado en la reedificación de los muros de Jerusalén y en la
limpieza del templo. Así que Dios levantó a un hombre a quien
nosotros designamos como laico. Y creemos francamente que ésta es
una distinción desafortunada, y es algo que hacemos a menudo en
nuestros días; siempre distinguimos de forma categórica entre los
creyentes dedicados a pleno tiempo al Señor y los laicos. Y la verdad
es que unos son parte de los otros, y necesitamos a ambos y no es
necesario establecer una diferencia tan marcada, desde el punto de
vista de su efectividad en el desarrollo de la obra cristiana.
Si examinamos bien a este hombre, Nehemías, veremos que él creía
en vigilar y trabajar, y también creía en trabajar y orar. Vigilar y orar,
o podríamos decir también, trabajar y orar, fueron las palabras que
caracterizaron a este hombre.

Nehemías tenía un buen trabajo en Susa, la capital de Persia. Era un


funcionario del gobierno. Él era el copero del rey. Los coperos asistían
al rey en las comidas, sirviéndoles el vino. Eran personas de mucha
confianza, que a veces actuaban como consejeros del rey. Podía
haber permanecido en la capital del reino ya que era un hombre
bueno, honrado, honesto. Pero él nunca habría aparecido en el Libro
de Dios, ni habría sido usado por Dios si hubiera permanecido en esa
posición. Y quisiéramos que usted, estimado oyente, observe algunos
de los rasgos que destacaron a este hombre, a medida que
avanzamos en nuestro estudio.

Recordemos que los primeros siete capítulos de Nehemías tenemos la


reedificación de los muros de la ciudad. Y en los capítulos 8 al 13,
tenemos la renovación y la reforma.

Capitulo 1 – oracion de Nehemias por el pueblo remanente de


Jerusalen

"Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de


Quisleu, en el año veinte, que estando yo en Susa, capital del reino,
vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá.
Entonces les pregunté por los judíos que habían escapado, los que se
habían salvado de la cautividad, y por Jerusalén".
Los que habian escapado- los que habian regresado..el podia haber
regresado y no lo hizo,tenia un bueb trabajo con el rey de persia,

se encuentra con un judio ypregunta por jerusalen y su gente .


La respesta fue . Ellos me dijeron: El resto, los que se salvaron de la
cautividad, allí en la provincia, están en una situación muy difícil y
vergonzosa. El muro de Jerusalén está en ruinas y sus puertas
destruidas por el fuego".

Los judios estaban desprestigiados como pueblo de Dios habian


fracasado y el no podia dejar que esto sucediera

cuando él recibió este mensaje reacciona de una manera que nos


sirve de ejemplo. Veamos lo que dijo aquí el versículo 4, que inicia un
párrafo dedicado a La oración de Nehemías

"Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos


días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos".

Nehemías no era indiferente a la triste condición del pueblo; tampoco


era una persona a la que le gustaba criticar.

Hoy en día, la causa de Dios se encuentra en peligro. Y nos


preguntamos si aquellos que se ponen a criticar las cosas ¿se sienten
verdaderamente implicados en lo que está sucediendo? Si lo que
alguien está criticando no le duele en su corazón, debería dejar de
criticar. A veces se habla demasiado, pero no se derraman
lágrimas.no oramos, no ayunamos por el problema que enfrenta la
iglesia,solo criticamos .

Nadie puede ser un verdadero mensajero de Dios si el mensaje no le


causa una angustia personal.
nteriormente sugerimos que Esdras probablemente era un niño
pequeño en el momento de la cautividad, pero creemos que Nehemías
había nacido en la cautividad, como muchos otros. Y ésa fue la razón
por la cual cuando estudiamos el libro de Esdras, no criticamos a
aquellas personas que habían decidido quedarse en Babilonia. Aunque
estaban fuera de la voluntad de Dios (esto era obvio y lo podemos
apreciar claramente en el libro de Ester) entre ellos había personas
muy fieles a Dios que no regresaron a la tierra.

El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 14, versículo 4,


dijo: "¿Tú quién eres, que juzgas al criado de otro? Para su propio
señor está en pie, o cae". Por tanto, estimado oyente, ni usted ni yo
tenemos ningún derecho de juzgar a esa gente. Debemos tener
mucho cuidado cuando juzgamos o criticamos a otros creyentes,
especialmente cuando no tenemos conocimiento de todas las
circunstancias.

Se nos dice aquí que Nehemías se sentó y lloró. Ahora, él estaba


ocupado en sus asuntos de Estado, pero esto no evitó que él se
sentara y llorara. También leemos que dijo: "hice duelo por algunos
días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos". Ésta fue la fuente
de recursos de aquellos hombres, como él y Esdras: El presentar su
angustia delante de Dios y orar.
Y nuevamente quisiéramos dirigir su atención aquí a esta expresión el
Dios de los cielos, que apareció primeramente en el Libro de Esdras,
luego se repitió aquí en Nehemías, y luego, podremos observarla en el
Libro de Daniel. Fue una expresión peculiar a estos tres libros.
Después de la caída y destrucción de Jerusalén, Dios no pudo ser
identificado con el Templo, como el que se encontraba entre los
querubines. Su gloria había partido y la palabra "Icabod" (que
significa ¿dónde está la gloria?) fue escrita en el escudo de armas de
Israel. El profeta Ezequiel vio la gloria del Señor salir del templo, que
se retiraba sobre el muro de la ciudad, y luego se posaba
momentáneamente sobre la cima del monte de los Olivos, y luego se
elevaba hacia el cielo. No volvió a aparecer hasta esa ocasión en
Belén, según el relato de Lucas 2:14, cuando el ángel dijo: "Gloria a
Dios en las alturas" por Él está allí. Cristo vendría a la tierra en forma
de hombre, y Su gloria estaba encubierta. Pero un día Él regresará. Y
el Señor Jesucristo mismo dijo: "Entonces aparecerá la señal del Hijo
de Hombre en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra harán
duelo, y verán al hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo
con poder y gran gloria". (Mt.24:30) Y no sabemos cuál será esa
señal. Pero tenemos la impresión de que podría ser la gloria de Dios
regresando. Pero en el tiempo de Nehemías, Él es el Dios de los cielos
y Nehemías se dirigió a Dios de esa manera. Ésta fue una gran
oración, y luego tendremos otra en el capítulo 9. Pero aquí en el
versículo 5 él dijo:

"Y le dije: Te ruego, Señor, Dios de los cielos, fuerte, grande y


temible, que guardas el pacto y tienes misericordia de los que te
aman y guardan tus mandamientos"
Detengámonos aquí por un momento, porque esta palabra temible
que se menciona aquí, se ha usado muchas veces de una manera
equivocada. Esta palabra, que equivale a "reverendo" era el nombre
que se le daba a los ministros religiosos anteriormente cuando se les
tenía en alta estima en su comunidad, lo cual ya no ocurre en nuestro
tiempo. En otros tiempos, entonces, era una expresión de respeto,
aunque era un nombre inapropiado. Pero en realidad quiere decir el
reverendo Dios, "el Dios temible", que causa temor. Pero también,
como dice este versículo 5, es el Dios que guarda el pacto y tiene
misericordia de aquellos que le aman y obedecen sus mandamientos.
Es Dios de juicio, pero también es un Dios amante que muestra Su
gracia y Su misericordia. Y continuó Nehemías su oración diciendo en
el versículo 6:

"esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu
siervo, que hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de
Israel, tus siervos. Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos
cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado".
Observemos el vocabulario de Nehemías en esta oración. ¿Acaso dijo
el "los pecados que ELLOS han cometido contra Ti?" No. Nehemías
dijo: "Los pecados que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de
mi padre hemos pecado". Nehemías sí que fue directamente al grano,
estimado oyente. Dijo: "Yo soy un pecador. La casa de mi padre ha
pecado. La nación ha pecado". ¿Cuántas veces hemos escuchado esta
clase de confesión de pecado en círculos cristianos? O sea que
Nehemías se identificó totalmente con la gente, con los que habían
pecado.

Es importante destacar que en su oración, Nehemías hizo una


confesión concreta: que el fracaso de los judíos se debió al pecado. Él
no actuó como en el Nuevo Testamento actuarían los Fariseos, como
simples espectadores del pecado de los demás, y que no reconocían el
suyo propio.
Y así como Su presencia se alejó del pueblo que se volvió idólatra y
cayó en el pecado, Dios permanece alejado del pecador a causa de su
rebelión. Es que hasta que una persona se vea delante de Dios tal
como es, es decir, hasta que reconozca que es un ser pecador, no
podrá establecer una relación con Él. Porque ante los demás podemos
ocultar nuestros pensamientos y, hasta cierto punto, nuestras
acciones. Pero Dios ve el interior de todos y ante Él sólo podemos
expresar la verdad. Por ello, al que se acerca a Dios humildemente,
con esa actitud de sinceridad, recociendo por la fe su necesidad de la
gracia y misericordia de Dios, y la suficiencia de la obra de Cristo en
la cruz a favor suyo, Dios le recibe como Hijo, le concede el perdón, la
salvación, la vida eterna. Y entonces, Su Espíritu comienza a
transformarle en una nueva persona, en la cual pueda brillar la luz y
el resplandor de la gloria de Dios.

Bosquejo del libro de Nehemías


Para tener una visión panorámica del libro.

I. Reedificación de las murallas, capítulos 1 al 7.


1.1 La oración de Nehemías por el remanente en Jerusalén, capítulo
1.2. El pedido de Nehemías al rey; retorno a Jerusalén; inspección de
las ruinas de Jerusalén, capítulo 2:1-16.
1 3. El ánimo de Nehemías para reedificar las murallas, capítulo 2:17-
20.
1.4. Reedificación de las murallas y puertas, capítulo 3.
1.55. La respuesta de Nehemías a la oposición, capítulos 4 al 6. La
conclusión de las murallas, 6:15.
1.6. El registro del pueblo realizado por Nehemías, capítulo 7.
II. Renovación y reforma, capítulos 8 al 13.

1. Gran lectura de la Biblia conducida por Esdras, capítulo 8.

2. Renovación, el resultado, capítulos 9 y 10.

3. La reforma, otro resultado, capítulos 11 al 13.


NeHEMIAS CAPITULO 2

nehemías 2:17 - 3:4

En el día de hoy regresamos al segundo capítulo de Nehemías y


comenzaremos a leer el versículo 17. Pero antes permítanos
recordarle que cuando Nehemías se enteró que las cosas en Jerusalén
no estaban marchando muy bien; que la ciudad se encontraba en una
situación muy triste y la gente muy desanimada, solicitó entonces un
permiso para ausentarse de su trabajo con el rey de Persia. Viajó
hacia Jerusalén desde la capital de Persia, Susa, y fue acompañado
por una numerosa escolta del ejército, como vimos en nuestro
programa anterior. Recordemos aquí que cuando Esdras le había
pedido permiso al rey para regresar a su tierra, quiso solicitarle
protección, pero como había sido tan elocuente en decirle al rey cómo
Dios le cuidaría y guiaría, le dio vergüenza pedirle una escolta. Temió
que el soberano le dijera: "¿Pero no estás confiando en el Señor?" Sin
embargo, Nehemías, pensó que, siendo un funcionario del rey, tenía
derecho a solicitar protección oficial

Estimado oyente, Dios no nos guía a todos de la misma manera, Él guió a


Esdras de una forma y a Nehemías de otra. Dios le guiará a usted de una
manera y a mí de otra. Por ello, nadie debe tratar de imitar a nadie, porque
Dios tiene sus propósitos para cada uno en particular y si se lo permitimos,
los llevará a cabo. En nuestro relato, Esdras regresó sin apoyo logístico y
Nehemías con una gran escolta armada y siervos.
l llegar a su destino, Nehemías ya se enfrentó con oposición. En el versículo
10 vimos a Sanbalat y a Tobías, dos personajes que conoceremos más
adelante. Después, conoceremos a un tercero: a Gesem, el árabe. Estos
tres eran enemigos de Dios y de Su pueblo. Ellos habían tratado de
estorbar la edificación del templo, y en este momento intentaban impedir la
reedificación del muro de Jerusalén.

Después de llegar a Jerusalén, Nehemías no quiso provocar ninguna


alarma indebida, así que salió de noche, protegido por la oscuridad,
para efectuar una inspección y ver en qué condiciones se encontraban
las murallas. Evitó cualquier ostentación y fue eminentemente
práctico. Pero había tantos escombros que su cabalgadura no podía
pasar y tuvo que bajarse del caballo y continuar a pie. Y así,
Nehemías rodeó toda la ciudad y finalizó con su inspección. Aquí
podemos apreciar que Nehemías estaba actuando con cautela y buen
criterio al realizar su trabajo para Dios. Así que, continuando con el
relato, leamos los versículos 17 y 18 del segundo capítulo de
Nehemías, que destacan

El estímulo de Nehemías para reedificar la muralla

"Les dije, pues: Vosotros veis la difícil situación en que estamos:


Jerusalén está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego. Venid
y reconstruyamos el muro de Jerusalén, para que ya no seamos
objeto de deshonra. Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios
había sido buena conmigo, y asimismo las palabras que el rey me
había dicho. Ellos respondieron: ¡Levantémonos y edifiquemos! Así
esforzaron sus manos para bien".

Habiendo efectuado un estudio completo y evaluado las obras que


debían realizarse, Nehemías convocó a los líderes de Jerusalén a una
importante reunión. Les informó cómo Dios lo había guiado, y que él
había solicitado un permiso para ausentarse de su trabajo como
copero del rey para ir a Jerusalén. También les dijo que había
realizado una inspección y que había visto cómo era la situación; y
por tanto les exhortó a llevar a cabo la obra con estas palabras:
"¡Dios está con nosotros! ¡Reconstruyamos la muralla!" Y la respuesta
entusiasta de ellos fue: "Levantémonos y edifiquemos".
De modo que podemos apreciar que Nehemías era un verdadero líder.
Un líder inspirado por Dios. Y ¿qué fue lo que sucedió? Pues,
simplemente que ellos esforzaron sus manos para bien, es decir, para
realizar esa buena obra. Nehemías nos podía haber dado aquí una
elaborada descripción de todo lo que estaba sucediendo, de cómo
había llegado a un acuerdo con los líderes y cómo ellos habían
reaccionado. Pero no lo hizo así. Era una persona muy modesta que
prefirió ocupar un segundo plano. Pero veamos ahora lo que dice el
versículo 19, de este capítulo 2 de Nehemías:
"Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo amonita
y Gesem, el árabe, se burlaron de nosotros y nos despreciaron,
diciendo: ¿Qué es lo que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el
rey?"}
Aquí tenemos a los enemigos. Tenemos a tres de ellos. Este trío va a
aparecer también más adelante en el relato. Y suponemos que cada
líder cristiano, cada siervo de Dios no solo tiene personas excelentes
a su alrededor que lo ayudan, como Nehemías, sino que también
tiene cerca a personas como los que se mencionan aquí: Sanbalat el
horonita, Tobías el siervo amonita, y a Gesem el árabe. Y el
enemigo utilizará diferentes métodos para tratar de disuadir a
los líderes, para que se desanimen en el cumplimiento de su
tarea. Y por lo general, la primera actividad de ellos es la de
burlarse, poniendo a alguien en ridículo. Éste podría ser el primer
paso de la lucha de su enemigo espiritual contra usted, estimado
oyente. Él puede utilizar a los amigos que lo rodean, a sus vecinos y
compañeros de trabajo para que lo pongan en ridículo porque usted
es un creyente. Y usted se dará cuenta que ésta es una situación
difícil de soportar. Ahora, veamos que sucedió en nuestro relato, ante
el ataque de aquellos que intentaron disuadir al pueblo de acometer la
gigantesca tarea de reedificar las murallas y puertas de la ciudad de
Jerusalén. Nehemías reaccionó de una manera que nosotros debemos
destacar. Leamos el versículo 20:"Pero yo les respondí: El Dios de los
cielos, él nos prosperará, y nosotros, sus siervos, nos levantaremos y
edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria
en Jerusalén".
Aquí vemos lo que sucedió. Y fue admirable la manera en que ante las
primeras dificultades, Nehemías actuó como un gran líder, haciendo
frente al enemigo con la seguridad de la aprobación, presencia y
bendición de Dios. Su ejemplo movilizaría a todos para seguirle y
comenzar esa gran empresa.

Llegamos ahora a Nehemías 3:1-4 Y el tema en este capítulo es la


reedificación de los muros y las puertas de la ciudad. Y éste fue uno
de los proyectos de edificación más grandes de que hayamos oído. Y
lo que logró hacer Nehemías fue extraordinario, porque Dios estaba
actuando en aquella ocasión. Como ya hemos visto, Dios había guiado
a Esdras y a Zorobabel, para reedificar el templo. Su tarea había sido
diferente a la de Nehemías, que era un funcionario civil, y que tendría
bajo su responsabilidad la reedificación de las murallas y puertas de
Jerusalén. Y así fue como Dios realizó Su obra de diferentes maneras
y usando a hombres diferentes.
Muchos de nosotros en nuestro ministerio, especialmente cuando
comenzamos, tratamos de imitar a alguna otra persona. Pero eso,
como ya hemos observado, no da buen resultado. Cada uno tiene que
ser él mismo. ¿Ha notado usted alguna vez lo que Dios puede hacer?
Utilizando elementos comunes del rostro de una persona, Él ha hecho
millones de rostros diferentes, ha logrado una diversidad, de manera
que ninguno sea idéntico a otro. Y lo mismo ha hecho con otras
partes del cuerpo como, por ejemplo, un dedo, consiguiendo un
número caso infinito de dedos, con el resultado que no haya dos
idénticos. En otras palabras, Dios ha dispuesto las cosas de esta
forma, porque Él desea que cada uno de nosotros sea él mismo, con
una identidad propia y peculiar.

El relato de la reedificación de los muros de Jerusalén ha sido


presentado de una manera atractiva y didáctica. Las diez puertas de
la ciudad nos cuentan la historia de las obras realizadas, comenzando
por la puerta de las ovejas, y finalizando con esa misma puerta. A
veces ha surgido la pregunta de si había otras puertas en la muralla
de Jerusalén. No lo creemos pero, puede que las hubiera. De todas
formas, estas diez puertas fueron seleccionadas para contar la
historia del Evangelio. Ellas exponen el plan de Dios para la salvación.
Leamos entonces el versículo 1, de este capítulo 3 de Nehemías, que
nos habla sobre

La puerta de las Ovejas"Entonces se levantaron el sumo sacerdote


Eliasib y sus hermanos los sacerdotes y edificaron la puerta de las
Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de
Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel".

Todo comenzó en la puerta de las ovejas. Ésta es la puerta por la que


el Señor Jesucristo entró en Jerusalén. Tenemos el relato que en
cierta ocasión Él pasó a través de esta puerta y llegó al estanque de
Betesda (Juan 5:2). Pensamos francamente que cada vez que Jesús
entró en Jerusalén lo hizo por la puerta de las ovejas, hasta Su
entrada triunfal. Hablando de las puertas, diremos que algunos se han
equivocado al identificar la Puerta del Este con la Puerta de Oro. La
puerta del Este está cerrada, bloqueada, en el día de hoy, y no será
abierta hasta que Jesucristo regrese y pase por esa puerta.
La Puerta del Oro es la que conduce al templo. Ésta es la puerta que
será abierta para Él y que le franqueará la entrada hasta el lugar
santísimo.

Pero la puerta de las Ovejas es la que fue utilizada para que entrasen
los animales que iban a ser sacrificados, y ésa es la puerta por la cual
entró el Señor Jesucristo. Pensamos que lo que Él estaba haciendo
era representar, por así decirlo, una parábola viviente. Juan el
Bautista lo había anunciado cuando, en el relato de Juan 1:29, señaló
al Señor Jesucristo y dijo: "He aquí el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo". Es que Jesús es el Cordero de Dios en Su persona
y en Su obra. Él quita el pecado del mundo. De modo que la puerta
de las Ovejas simboliza la cruz de Cristo. Aquí es donde uno comienza
su relación con Dios, y ése es el único punto donde usted puede
comenzar esa relación, estimado oyente, en la cruz.

Dios no nos pide nada ni a usted ni a mí, hasta que lleguemos a


Cristo y le aceptemos como nuestro Salvador. Dios solo tiene una
cosa que decirle al mundo y es una pregunta: "¿Qué hará usted con
mi Hijo que murió por usted?" Y hasta que usted responda a esa
pregunta, estimado oyente, Dios no le dirá nada sobre su vida y su
servicio para Él. Si usted lo rechaza y no quiere aceptar a Su Hijo,
entonces, Dios no le pedirá nada. Él no quiere sus buenas obras ni su
dinero. No quiere nada de usted. Pero Dios sí que tiene algo que
darle. Su Hijo murió por usted. Y la Puerta de las Ovejas nos presenta
esa verdad. Por ello resulta significativo que toda la obra comenzó en
la Puerta de las Ovejas.

Continuemos leyendo el versículo 2 de Nehemías 3:

"Junto a ella trabajaron los hombres de Jericó, y luego Zacur hijo de


Imri".
Ahora, Jericó era el lugar de la maldición y se menciona junto a la
puerta de las ovejas. Esto es algo interesante. Los hombres de Jericó
llegaron a Jerusalén desde el valle del Jordán; ellos repararon este
tramo de la muralla que estaba junto a la puerta de las Ovejas.
Cuando uno viene desde el monte de los Olivos, en el camino de
Jericó, llega justamente al lugar donde estos hombres trabajaron. El
pináculo del templo y el área del templo estaban allí. Allí fue entonces
donde ellos edificaron, al lado mismo de la puerta de las Ovejas.

Jericó fue la ciudad sobre la que se pronunció una maldición. Josué


dijo en el capítulo 6, versículo 26, del libro de Josué: "Maldito delante
del Señor el hombre que se levante y reedifique esta ciudad de
Jericó". En los días de Acab hubo uno que la reedificó y la maldición
cayó sobre él y sus hijos. Era la ciudad de la maldición.

Estimado oyente, usted y yo vivimos en un mundo que ha sido


maldecido a causa del pecado. No es necesario ampliar aquí esta
declaración. Todo lo que debemos hacer para darnos cuenta de esta
realidad es mirar a nuestro alrededor. El ser humano ha transformado
el orden creado en un gran desorden. El hombre no parece capaz de
resolver sus problemas, derivados de esa situación. Y hay aquellas
personas que están situadas en la actualidad en posiciones de
influencia, que no son creyentes en Cristo, y que están diciendo que
los problemas de hoy en día superan las soluciones que el ser humano
puede ofrecer.

De modo que, usted y yo, estimado oyente, vivimos en un mundo


maldito. Y sólo la muerte de Cristo en la cruz puede remover el juicio,
el castigo del pecado de su vida y de la mía. Cristo puede llevar esa
carga por usted, debido a Su muerte en la cruz. Si usted no le ha
confiado su vida todavía, lo puede hacer ahora mismo. Continuando
ahora con nuestro estudio, leemos en el versículo 3 de este capítulo 3
de Nehemías, donde tenemos

La puerta del Pescado


"Los hijos de Senaa edificaron la puerta del Pescado; la enmaderaron
y levantaron sus puertas, con sus cerrojos y sus barras"
Aquí tenemos la puerta del Pescado. Ésta era la puerta por la cual los
pescadores traían el pescado del Mediterráneo y del río Jordán. A ellos
les gustaba comer mucho pescado en esos días, y esa puerta no
resultaba muy difícil de localizar en aquellos días por medio del
sentido del olfato. Ahora, ¿qué simbolizaba esta puerta del Pescado?
Bien, el Señor Jesucristo les dijo a aquellos que le seguían: "Os haré
pescadores de hombres". (Mateo 4:19).
Una vez que los discípulos de Jesús comprendieron todos los hechos
del evangelio, Él les dijo, según el relato de Lucas 24:49: "Quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de
poder desde lo alto". Ellos necesitaban ser bautizados por el Espíritu
Santo, habitados por el Espíritu Santo, regenerados por el Espíritu
Santo, y después, llenos del Espíritu Santo. Y en el día de Pentecostés
ellos fueron llenos del Espíritu Santo y se convirtieron en pescadores
de hombres. No pescando ya en el mar de Galilea, sino pescando en
el mundo entero. Hoy, eso es lo que Dios le está diciendo a los Suyos,
a los que le pertenecen. Dios no le está pidiendo al no creyente, a la
persona que aún no ha sido salva, que sea pescadora de hombres.
¿Cómo podría serlo? Ni siquiera sabría de qué está hablando Dios.
Pero Él le está diciendo hoy a los Suyos, a los que ha salvado: "Yo
quiero que vosotros seáis pescadores de hombres".

Creemos que en el día de hoy, debemos ser pescadores de personas


de diversas maneras. No estamos de acuerdo con aquellas personas
que insisten en que uno tiene que ir llamando de puerta en puerta. No
creemos que todos podamos hacer eso. Pensamos que algunas
personas pueden dar testimonio de su fe de forma algo diferente. La
evangelización por medio de la oración, por ejemplo, es un medio
efectivo para alcanzar a la gente. Todos tenemos diferentes dones o
capacidades espirituales. Dios nos ha creado a todos diferentes unos
a otros. Y hay varios métodos para difundir el Evangelio. Pero
estamos seguros que, figurativamente hablando, todos nosotros, de
alguna forma u otra, debemos pasar por la puerta del Pescado. Y
usted puede tener una parte importante en la propagación de la
Palabra de Dios en el día de hoy. No olvidemos que el Señor
Jesucristo dijo: "Quiero que me sigáis, y yo os haré pescadores de
hombres".
Cuando llegamos al versículo 4, vemos que se menciona una lista de
varias personas que trabajaron en la obra de reedificación de las
murallas. Resulta hermoso pensar que sus nombres han sido escritos
en el Libro de la Vida. Algunos de los nombres resultarán difíciles de
pronunciar, y otros parecerán extraños. Los vemos por primera y
única vez, y podría ser que sean desconocidos para nosotros, sin
embargo, lo importante es que esos nombres fueron conocidos por
Dios. Ellos ayudaron a reedificar las murallas de Jerusalén y en algún
día futuro, serán recompensados por su labor.

Para Dios, ningún ser humano es un individuo anónimo, desconocido.


Y aquellos que, reconociendo que están lejos de Él, aceptan su oferta
de gracia, el Evangelio, el mensaje de la Salvación, personificado en
el Señor Jesucristo, se convierten en Sus hijos. No olvidemos que
aquellas murallas, junto con la ciudad, fueron destruidas como castigo
por el pecado, por la idolatría de un pueblo. Toda vida alejada de
Dios, se encuentra destruida por los efectos del pecado y la maldad
humana. Hay personas cuya existencia en este mundo se parece
mucho a un montón de escombros esparcidos por el suelo, que
ningún esfuerzo humano puede volver a reunir para formar una nueva
construcción, un todo coherente, un nuevo organismo. Esas vidas
necesitan ser restauradas a los propósitos originales de Dios, el
Creador. Aquella puerta de las ovejas, por la que Cristo entró, siendo
el Cordero de Dios que iba a ser sacrificado, nos señala hoy al
Salvador, al único que puede apartar el poder destructivo del pecado
de la vida de las personas. Estimado oyente, la única manera en la
que usted puede comenzar una relación con Dios, es dirigiendo una
mirada de fe a la cruz, en la que Cristo murió por usted, aceptándole
como su Salvador. Entonces, se convertirá usted en un hijo de Dios y
entonces, por su Espíritu, Él comenzará la obra de reconstrucción de
su vida. Él reunirá los trozos rotos dispersos, apartará los escombros
inútiles, y reparará los daños que el pecado causó. Porque, como dijo
San Pablo, "el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las
cosas viejas pasaron; han sido hechas nuevas".
Nehemías 3:5-26

En nuestro programa anterior, comenzamos un recorrido a través de


las puertas de los muros de Jerusalén que se relata en el capítulo 3
del libro de Nehemías. El relato de la reedificación de los muros de
Jerusalén ha sido presentado de una manera atractiva y didáctica. Las
diez puertas de la ciudad nos cuentan la historia de las obras
realizadas, comenzando por la puerta de las ovejas, y finalizando con
esa misma puerta. Estas diez puertas fueron seleccionadas para
contar la historia del Evangelio. Ellas exponen el plan de Dios para la
salvación. Comenzamos en nuestra última sesión con la puerta de las
Ovejas que simbolizaba la cruz de Cristo, y allí es donde debemos
comenzar nuestra relación con Dios. Tenemos que ir a ese lugar, Él
nos encuentra en la cruz. La Cruz es el único lugar donde Dios puede
reunirse con el mundo. El Señor Jesucristo lo expresó con toda
claridad cuando dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre sino por mí". De modo que, usted, estimado oyente,
debe ir a la puerta de las Ovejas, a la cruz de Cristo. Cuando usted lo
recibe y lo acepta como su Salvador, entonces Él quiere hablarle
acerca de algunas otras cosas; y es así como llegamos entonces, a la
puerta del Pescado. Y allí Él nos dice que debemos seguirle y
convertirnos en pescadores de hombres. Ahora, hay diferentes
maneras por medio de las cuales uno puede llegar a ser pescador de
hombres, como hemos indicado ya en nuestro programa anterior.

Cuando llegamos al versículo 4, vimos que se menciona una lista de


varias personas que trabajaron en la obra de reedificación de las
murallas. Resulta hermoso pensar que sus nombres han sido escritos
en el Libro de la Vida. Algunos de los nombres resultarán difíciles de
pronunciar, y otros parecerán extraños. Los vemos por primera y
única vez, y podría ser que sean desconocidos para nosotros, sin
embargo, lo importante es que esos nombres fueron conocidos por
Dios. Ellos ayudaron a reedificar las murallas de Jerusalén y en algún
día futuro, serán recompensados por su labor.

Leamos ahora el versículo 5, de este capítulo 3 de Nehemías:

"Y a su lado colaboraron los tecoítas; pero sus notables no se


prestaron a ayudar a la obra de su Señor".
Aquí tenemos una clase de personas que pensaron que eran
demasiado importantes como para ponerse a hacer un trabajo como
éste, de reedificar los muros, o quizás ellos tenían alguna otra excusa,
o no querían estropearse sus manos levantando las rocas que
formaban los muros de Jerusalén. Si usted hubiera visto las piedras
de las murallas de Jerusalén se sorprendería al comprobar el trabajo
que debió dar el levantarlas para formar el muro, y quizás sentiría
simpatía por los personajes importantes de los tecoítas. Ellos
simplemente no quisieron doblegar sus espaldas ni jugarse el tipo en
ese arduo trabajo. Se requería mucha fuerza para poder levantar esas
rocas que eran necesarias para la edificación; y por tanto, había
muchos brazos, y piernas, y espaldas doloridas por todo el esfuerzo
que debía realizarse. Posiblemente no había una sola parte del cuerpo
que no les doliera a esos trabajadores. Entonces, estos grandes
personajes de mucha importancia e influencia de los tecoítas, fallaron
en su responsabilidad, pensaban que esto era demasiado esfuerzo
para ellos. De cualquier manera, ellos no quisieron poner manos a la
obra y abandonaron la tarea.
Un detalle interesante observar que ellos estaban junto a la puerta del
Pescado, que simboliza el testimonio activo, así que ellos no fueron
testigos de Dios en absoluto. Estimado oyente, yo no sé en cuanto a
usted, pero a mí no me habría gustado estar en un grupo como ese.
No me hubiera agradado tener que haber sido mencionado en la
Palabra eterna de Dios como una persona que no hizo lo que Él me
pidió que hiciera. Nos tememos, estimado oyente, que en la
actualidad hay muchos cristianos que no están haciendo lo que Dios
les ha pedido que hagan. Estamos hablando de personas creyentes,
que son salvas, no de personas no creyentes. El escritor del libro de
los Proverbios, en el capítulo 11, versículo 26 dijo: "Al que acapara el
grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición cubre la cabeza del que
lo vende". El grano aquí representa a la Palabra de Dios. Es algo
terrible acaparar, retener la Palabra de Dios ante aquellos que tienen
hambre espiritual. Estimado oyente, ¿se ha detenido usted a pensar
en ello? Volvamos a leer detenidamente este versículo que
mencionamos aquí en Proverbios: "Al que acapara el grano, el pueblo
lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende".
Se nos dice que habrá ciertas personas en la eternidad que se
levantarán y llamarán a algunos, bienaventurados. Y pensamos que
habrá gente que se levantará en el infierno y maldecirá a algunos que
han ido al cielo porque ellos no quisieron compartir con ellos el grano,
como se nos dice aquí. Hay gente hoy que no están compartiendo el
alimento espiritual que es la Palabra de Dios con aquellos que
desesperadamente la necesitan. El Señor Jesucristo dijo: "Venid en
pos de mí, y os haré pescadores de hombres". Si vamos a hacer Su
voluntad hoy, en alguna parte tenemos que implicarnos activamente
en un movimiento que esté difundiendo la Palabra de Dios. Y como se
trata de un gran esfuerzo, ninguno de nosotros lo puede hacer en
forma individual, sino que debe realizarlo en equipo, con la ayuda de
otros. Leamos ahora el versículo 6 de este capítulo 3, en el que
llegamos a la tercera puerta que es

La puerta Vieja

"La puerta Vieja fue restaurada por Joiada hijo de Paseah y Mesulam
hijo de Besodías, quienes la enmaderaron y levantaron sus puertas,
con sus cerrojos y sus barras".
Hemos notado aquí que se menciona la puerta Vieja. Cuando uno
visita la ciudad de Jerusalén y observa las puertas, quizás se pregunte
¿cuál de ellas es la puerta Vieja? porque todas tienen el mismo
aspecto de puertas antiguas. Pero esta fue llamada la puerta Vieja,
una de las que había estado allí desde el mismo comienzo y este
grupo de personas la repararon. Jeremías, capítulo 6, versículo 16,
nos comunica el mensaje que esta puerta vieja tiene para nosotros:
"Así dijo el Señor: Paraos en los caminos, mirad y preguntad por las
sendas antiguas, cuál sea el buen camino. Andad por él, y hallaréis
descanso para vuestras almas".

Nosotros estamos viviendo en un día en que todos estamos


interesados por las cosas nuevas. La sociedad de consumo nos
arrastra a estar pendientes de lo último, lo que esté de moda o que
lleve el nombre de una marca famosa, lo que incorpore las últimas
innovaciones de la técnica, lo que tenga un aspecto más novedoso y
atractivo. Y todo ello, a veces, sin reparar en gastos, aunque nos
endeudemos cada día un poco más. En nuestro tiempo todo cambia
con gran rapidez, vertiginosamente y no nos da realmente tiempo
para adaptarnos a los cambios. Y es esta búsqueda constante por algo
nuevo lo que frecuentemente conduce a muchos a la frustración, a un
callejón sin salida. En esta carrera incesante nos estamos alejando,
quizás sin darnos cuenta, de ciertas realidades espirituales. Y
necesitamos acercarnos a Aquel que dijo, en Mateo 11:28-30: "Venid
a mí todos los que estáis muy cansados y cargados, y yo os haré
descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera". Así que, en medio
de este torbellino ruidoso y espectacular, podemos encontrar un
reposo, un descanso en nuestra relación con el Señor Jesucristo. El
corazón humano necesita algo más que lo que esta época materialista
puede ofrecer. En ese sentido, necesitamos volver a los senderos
antiguos, es decir, a los preceptos y normas de la Palabra de Dios
para vivir en conformidad, en paz y armonía con la voluntad de Dios.
Porque tales senderos antiguos, además de ser antiguos, son
atemporales.

Continuemos leyendo el versículo 8:

"Junto a ellos trabajó Uziel hijo de Harhaía, de los plateros"


Ahora, ¿le llama la atención esto como algo fuera de lo común? Ya
dijimos que las rocas y las piedras que se usaban en los muros de
Jerusalén eran bastante grandes y pesadas. Y aquí tenemos a los
plateros. Bueno, por lo general estas personas trabajaban sentadas
en bancos y con piezas de tamaño reducido. Ellos no estaban
acostumbrados a trabajar con piedras grandes como éstas. Y aunque
esta tarea era bastante dura para los plateros, ellos lo hicieron, y Dios
registró su labor y lo señaló aquí, haciendo constar expresamente que
los plateros hicieron su trabajo. Hay personas que hoy están haciendo
verdaderos sacrificios por Dios y realizando tareas difíciles. Dios,
estimado oyente, toma nota de todo esto. Luego notemos aquí al
siguiente grupo que se menciona en este mismo versículo 8, en su
segunda parte, donde dice:

"con quien colaboró también Hananías, hijo de un perfumero. Así


terminaron la reparación de Jerusalén hasta el muro ancho".

Podemos decir que esta persona era un farmacéutico, y como usted


ya sabe, esta gente está acostumbrada a trabajar con píldoras, o sea,
con elementos pequeños. Los encontramos aquí trabajando con estas
grandes y pesadas piedras. Y Dios también tomó nota de ello y lo
mencionó aquí en Su Palabra. Es bueno poder apreciar a estas
personas que se dedicaron realmente a la obra del Señor Jesucristo, a
pesar de tener que realizar tareas tan diferentes a su profesión
habitual, y para lo cual quizás no estaban físicamente preparados.
Continuemos leyendo el versículo 12:

"Junto a ellos trabajó en la restauración Salum hijo de Halohes,


gobernador de la mitad de la región de Jerusalén, él con sus hijas".

Aquí tenemos, como hoy, a mujeres que quisieron tener las mismas
oportunidades de trabajo. Aparentemente, Salum no tenía hijos
varones y sus hijas estuvieron dispuestas a ayudarle a restaurar las
murallas de Jerusalén. Vemos aquí que Dios no pasó por alto estos
detalles y los registró.

Continuemos leyendo el versículo 13, que nos habla sobre

La puerta del Valle


"La puerta del Valle la restauró Hanún con los habitantes de Zanoa;
ellos la reedificaron y levantaron sus puertas, con sus cerrojos y sus
barras, y cuatrocientos cincuenta metros del muro, hasta la puerta
del Muladar".

Ésa era la puerta que permitía la salida de la gente que estaba en


Jerusalén hacia abajo, en dirección al valle. Y podría haber estado en
cualquier lado de la ciudad, porque era necesario descender al valle
para salir de Jerusalén. Y, figurativamente hablando, esa es la puerta
a través de la cual muchos de nosotros somos llamados a salir.

El pensar en esta puerta nos recuerda el valle de la sombra de la


muerte, y creemos que todos estamos caminando en esa dirección.
Eso es lo que David quiso decir al mencionar ese valle en su Salmo
23. En nuestra vida, es como si nosotros estuviéramos caminando por
un paso estrecho entre dos altas montañas. A medida que uno va
descendiendo por él, se va haciendo cada vez más estrecho hasta
que, si el Señor no viene antes, uno cruzará esa puerta.

Pero esta Puerta del Valle también tiene su lado práctico. Es la puerta
de la humildad. Dios muchas veces nos tiene que guiar por medio de
problemas y dificultades para enseñarnos algunas lecciones. Se nos
dice que la fe desarrolla en nosotros diferentes virtudes y una de ellas
es la humildad de corazón. En la carta a los Colosenses, Pablo les dijo
que deberían vestirse como escogidos de Dios, con humildad y
mansedumbre. Esto es algo que uno no puede cultivar, por su propio
esfuerzo humano. Tiene que venir de adentro, es decir, es el fruto del
Espíritu Santo.
Se cuenta la historia de cierto joven predicador que estaba estudiando
para entrar al ministerio, y a quien habían invitado a predicar. Él
nunca lo había hecho antes pero pensaba que, ya que era el mejor de
su clase, que no tenía necesidad de mucha preparación para su
sermón. Cuando subió al púlpito con una actitud de suficiencia y
observó a la congregación, todo se tornó en confusión para él. Se dio
cuenta que era mucho más fácil escribir un sermón en un papel en su
hogar, que el presentarse ante el público y predicarlo. Y se asustó
bastante y se olvidó de todo lo que pensó que sabía. Cuando terminó
su sermón bajó del púlpito sintiéndose bastante avergonzado y con un
gesto de humildad. Entonces se le acercó una ancianita que le había
estado observando atentamente desde el momento en que había
subido al púlpito hasta que terminó de hablar y le dijo: "Joven, si
usted hubiera subido al púlpito en la forma en que bajó de él,
entonces, usted hubiera bajado en la forma en que subió". Usted bien
sabe, estimado oyente, que Dios nos matricula con frecuencia en la
escuela de la humildad. Y ésa es la puerta por la cual muchos de
nosotros debemos pasar. Continuando ahora con la lectura del 14,
vemos que se nos habla de

La puerta del Muladar

"Reedificó la puerta del Muladar Malquías hijo de Recab, gobernador


de la provincia de Bet-haquerem; él la reedificó y levantó sus
puertas, sus cerrojos y sus barras".
Esta puerta del Muladar es una puerta muy importante para la
salubridad de la ciudad, pero no se dice mucho sobre ella. De paso
podemos decir que la puerta del Muladar es la que uno debe utilizar
hoy para llegar al muro de los lamentos en Jerusalén. Pero en los días
de Nehemías, estaba situada en el ángulo suroeste del Monte de Sión.
Por la puerta del muladar se sacaban los desperdicios y la basura.
Pero, como ya hemos dicho, no se encuentra allí en el día de hoy.
Ahora, en nuestras vidas cristianas se puede acumular la basura y el
apóstol Pablo nos dijo en su Segunda carta a los Corintios, capítulo 7,
versículo 1: "Por tanto, amados, teniendo estas promesas,
limpiémonos de toda inmundicia del cuerpo y del espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios". Pablo trató este
tema de la vida cristiana, tanto como cualquier otro. Tenemos que
reconocer que necesitamos confesar nuestros pecados a Dios. Una
confesión honesta es el medio por el cual eliminamos la basura.
Recordemos las palabras de 1 Juan 1:9 "Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y para
limpiarnos de toda maldad". Ahora, en el versículo 15 de este capítulo
3 de Nehemías, tenemos

La puerta de la Fuente

"Salum hijo de Colhoze, gobernador de la región de Mizpa, restauró la


puerta de la Fuente; él la reedificó, la enmaderó y levantó sus
puertas, sus cerrojos y sus barras; también el muro del estanque de
Siloé junto al huerto del rey, hasta las gradas que descienden de la
ciudad de David".
La puerta de la Fuente, creemos que se refiere a aquella que el Señor
mencionó cuando le dijo a la mujer samaritana junto al pozo: "pero el
que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el
agua que yo le daré se convertirá en él una fuente de agua que brote
para vida eterna". (Juan 4:14) Y también más adelante, en la fiesta
de los tabernáculos, Él se puso en pie y dijo: "El que cree en mí,
como ha dicho la Escritura, de lo más profundo de su ser brotarán ríos
de agua viva". (Juan 7:38) Y luego, en el versículo siguiente, el
apóstol Juan, explicó lo que Jesús dijo: "Pero Él decía esto del Espíritu
que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu
no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado".
Y el apóstol Pablo pudo decir en su carta a los Romanos, capítulo 8,
versículo 9: "Sin embargo, vosotros no estáis en los deseos de la
débil condición humana sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de
Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
el tal no es de él". Por lo tanto, la puerta de la Fuente nos enseña que
cada creyente tiene en sí mismo el Espíritu de Dios y necesita ser
llenado, es decir, controlado por el Espíritu de Dios. Y cuando él está
controlado por el Espíritu, no es simplemente un pozo, sino una
fuente de agua viva que brotará de él para bendecir a otras personas.
Y todos nosotros deberíamos ser una bendición para otros en los días
que vivimos.

Cuando uno continúa leyendo todo el capítulo 3 de Nehemías, algo


que nosotros no vamos a hacer ahora, llega al versículo 26, que nos
habla de la séptima puerta que es
La puerta de las Aguas
"Los sirvientes del Templo que habitaban en Ofel trabajaron en la
restauración hasta frente a la puerta de las Aguas al oriente y la torre
que sobresalía".

Ahora, la puerta de las Aguas se utilizaba para introducir agua en la


ciudad. Había un acueducto que traía algo de agua, pero no toda
provenía de allí. El resto del agua era traída por la puerta de las
Aguas.

Ahora, ¿de qué nos habla esta puerta de las Aguas? Bueno, pensamos
que la puerta de las Aguas nos habla de la Palabra de Dios. Aquí es
donde Esdras instaló un púlpito, y eso lo veremos más adelante en
este Libro. Cuando él colocó ese púlpito en la Puerta de las Aguas,
desde allí leyó la Palabra de Dios. El lugar que él utilizó, junto a esta
puerta, fue simbólico, no fue elegido accidentalmente. El Nuevo
Testamento deja esto bien claro cuando habla de ser lavados en agua
por la Palabra. El Señor Jesucristo dijo a los Suyos en el aposento
alto, según Juan 15:3, "Vosotros ya estáis limpios por la palabra que
os he hablado". Y luego en este mismo evangelio, capítulo 17,
versículo 17, en su oración a favor de los discípulos, Jesús dijo:
"Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.2 De modo que, la
puerta de las Aguas es un símbolo de la Palabra de Dios. Y nosotros
somos purificados por el agua de esa Palabra. Y es a través de esa
puerta que estamos tratando de difundir la Palabra.

El Salmista, en el Salmo 119:9, hizo una pregunta y presentó la


respuesta: "¿Cómo puede el joven guardar puro su camino?
Guardando tu palabra". El hecho sorprendente fue que la puerta de
las Aguas no fue reparada. Aparentemente, cuando las otras puertas
y murallas fueron derribadas, la puerta de las Aguas permaneció
intacta. Este fue un hecho extraño. No necesitó ningún trabajo de
reparación. ¿Acaso no nos dice nada esto? Es que la Palabra de Dios
no necesita ninguna reparación. Permanece intacta.
Algunas personas hoy consideran importante probar que la Biblia es la
Palabra de Dios. Y también hay otros que se dedican a probar que la
Biblia no es la Palabra de Dios. En un principio, nos hemos dedicado a
un ministerio apologético que exponía las pruebas de que la Biblia es
la Palabra de Dios. Sin embargo, hemos aprendido que no
necesitamos probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Nuestro deber
es proclamarla, difundirla, y el Espíritu de Dios se ocupará de ello.
Hemos llegado a la conclusión de que la Biblia es, en efecto, la
Palabra de Dios. No es que razonamos o pensamos que lo sea, sino
que sabemos que lo es. Y sabemos lo que ella puede hacer por usted
hoy, estimado oyente. Esa Palabra no necesita de nuestro débil
apoyo. Ella se cuida, se protege a sí misma.

Un predicador dijo en una ocasión: "Yo no necesito defender a la


Palabra de Dios; ella sola se defiende a sí misma. Es como tener un
león en una jaula en el jardín trasero de tu casa. Usted no necesita
guardianes para proteger al león de los gatos del vecindario.
Simplemente, abra usted la puerta de la jaula y el león ya se cuidará
de sí mismo. Y también se ocupará de los gatos". Así ha sido y es la
Palabra de Dios a través de los siglos. Necesita ser entregada,
divulgada. Y como aquella puerta de las Aguas, no necesita ninguna
reparación y, por supuesto, no necesita que la apuntalemos con
nuestros esfuerzos humanos. Todo lo que el Señor nos pide, es que
difundamos la Palabra de Dios.

Continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa con la


octava, novena y la décima puerta, y luego regresaremos a la Puerta
de las Ovejas. Mientras tanto, estimado oyente, le rogamos que
permita que ante el mensaje del evangelio que estas antiguas puertas
de Jerusalén proclaman, el Espíritu de Dios sensibilice su corazón para
mirar por la fe al Señor Jesucristo y para aceptar que Él murió en su
lugar en la cruz. Allí, el castigo de Dios cayó sobre Él, para que usted
pueda recibir hoy el perdón de sus pecados y la vida eterna.

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=537
Nehemías 3:28-32

Estimado oyente, en estos días estamos recorriendo los muros de


Jerusalén y pasando a través de las puertas que estaban en esos
muros, como si entráramos y saliéramos a través de cada una de
ellas. Recordemos que había diez puertas en esos muros, y hoy
vamos a leer en el versículo 28 de este capítulo 3 de Nehemías,
donde se menciona la octava de las puertas. Pero antes diremos que
en nuestro programa anterior, mencionamos la puerta de las
Aguas. Ahora, ¿De qué nos habla esta puerta de las Aguas? Bueno,
pensamos que la puerta de las Aguas nos habla de la Palabra de Dios.
Aquí es donde Esdras instaló un púlpito, y eso lo veremos más
adelante en este Libro. Cuando él colocó ese púlpito en la Puerta de
las Aguas, desde allí leyó la Palabra de Dios. El lugar que él utilizó,
junto a esta puerta, fue simbólico, no fue elegido accidentalmente. El
Nuevo Testamento deja esto bien claro cuando habla de ser lavados
en agua por la Palabra. El Señor Jesucristo dijo a los Suyos en el
aposento alto, según Juan 15:3, "Vosotros ya estáis limpios por la
palabra que os he hablado". Y luego en este mismo evangelio,
capítulo 17, versículo 17, en su oración a favor de los discípulos,
Jesús dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad". De modo
que, la puerta de las Aguas es un símbolo de la Palabra de Dios. Y
nosotros somos purificados por el agua de esa Palabra. Y es a través
de esa puerta que estamos tratando de difundir la Palabra.
El Salmista, en el Salmo 119:9, hizo una pregunta y presentó la
respuesta: "¿Cómo puede el joven guardar puro su camino?
Guardando tu palabra". El hecho sorprendente fue que la puerta de
las Aguas no fue reparada. Aparentemente, cuando las otras puertas
y murallas fueron derribadas, la puerta de las Aguas permaneció
intacta. Éste fue un hecho extraño. No necesitó ningún trabajo de
reparación. ¿Acaso no nos dice nada esto? Es que la Palabra de Dios
no necesita ninguna reparación. Permanece intacta.
Algunas personas hoy consideran importante probar que la Biblia es la
Palabra de Dios. Y también hay otros que se dedican a probar que la
Biblia no es la Palabra de Dios. En un principio, nos hemos dedicado a
un ministerio apologético que exponía las pruebas de que la Biblia es
la Palabra de Dios. Sin embargo, hemos aprendido que no
necesitamos probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Nuestro deber
es proclamarla, difundirla, y el Espíritu de Dios se ocupará de ello.
Hemos llegado a la conclusión de que la Biblia es, en efecto, la
Palabra de Dios. No es que razonamos o pensamos que lo sea, sino
que sabemos que lo es. Y sabemos lo que ella puede hacer por usted
hoy, estimado oyente.

Esa Palabra no necesita de nuestro débil apoyo. Ella se cuida, se


protege a sí misma. Un predicador dijo en una ocasión: "Yo no
necesito defender a la Palabra de Dios; ella sola se defiende a sí
misma. Es como tener un león en una jaula en el jardín trasero de tu
casa. Usted no necesita guardianes para proteger al león de los gatos
del vecindario. Simplemente, abra usted la puerta de la jaula y el león
ya se cuidará de sí mismo. Y también se ocupará de los gatos". Así
ha sido y es la Palabra de Dios a través de los siglos. Necesita ser
entregada, divulgada. Y como aquella puerta de las Aguas, no
necesita ninguna reparación y, por supuesto, no necesita que la
apuntalemos con nuestros esfuerzos humanos. Todo lo que el Señor
de la Palabra nos pide, es que la difundamos.

Iniciemos nuestra lectura de hoy leyendo el versículo 28, de este


capítulo 3 de Nehemías, que nos habla de la octava puerta, que era

La puerta de los Caballos

"Desde la puerta de los Caballos trabajaron en la restauración los


sacerdotes, cada uno frente a su casa".
¿De qué nos habla entonces la puerta de los Caballos? Bueno, el
caballo era el animal que utilizaban los guerreros. Nos preguntamos,
si usted, amigo oyente, ha notado esto cuando lee las Escrituras.
Zacarías 1:8 menciona a un hombre que iba montado en un caballo
rojo. Detrás de él iban caballos rojos, castaños y blancos. En el Libro
de Apocalipsis 6:4 dice: "Entonces salió otro caballo rojo, y al que
estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra y que
los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada".
Estos son caballos simbólicos y son poderes haciendo la guerra.

Ahora, el Señor Jesucristo entró a la ciudad de Jerusalén montado en


un pequeño asno. Él no estaba demostrando que era humilde al
montar en un pollino, como creemos nosotros. Ése era el animal
sobre el cual montaban los reyes. En aquellos días no era considerado
un animal humilde. Los hombres sólo montaban en caballos en
tiempos de guerra. Los caballos eran un símbolo de la guerra.

La puerta de los caballos nos habla del servicio de soldado que tiene
el creyente en el día de hoy. Recordemos lo que dijo el apóstol Pablo
en su epístola a los Efesios 2:6, "y con Él nos resucitó, y con Él nos
sentó en los lugares celestiales, con Cristo Jesús". Esa gran verdad se
encuentra expuesta en la primera parte de Efesios, pero en la
segunda parte, el apóstol Pablo nos dijo en 4:1, "Os ruego que viváis
de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados".
De modo que, por decirlo así, tenemos nuestra cabeza en los lugares
celestiales, pero nuestros pies están aquí en la tierra firme, donde
debemos vivir. Y no sólo eso, sino que en el capítulo 6:11 de Efesios,
el apóstol Pablo nos dijo: "revestíos con toda la armadura de Dios
para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo". Hay una
batalla en la cual luchar y es una gran batalla espiritual. Nosotros no
estamos luchando contra gente de carne y hueso sino contra fuerzas
espirituales malignas que tienen mando, autoridad y dominio sobre un
mundo lleno de oscuridad. Y hoy, en algunos círculos, existe un
interés creciente en la Palabra de Dios pero también hay muchos
adversarios. El apóstol Pablo, en su día, dijo precisamente esto en 1
Corintios 16:9, donde leemos lo siguiente: "Se me ha abierto puerta
grande para el servicio eficaz, y hay muchos adversarios".
Debemos decir que hay muchos adversarios en el día de hoy y que
necesitamos protegernos con los recursos espirituales, como dijo el
apóstol Pablo, con la llamada armadura provista por Dios. Se nos dijo
que debíamos tomar la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Y ésa es el único arma que queremos usar.

Pero el apóstol Pablo también le dijo a un joven predicador, en su


Segunda carta a Timoteo, capítulo 2, versículo 3: "Sufre penalidades
conmigo, como buen soldado de Jesucristo". Eso nos habla estimado
oyente, de que usted y yo hoy, vamos a enfrentarnos con batallas
espirituales en las que tendremos que luchar. Y si usted no está en
esa clase de lucha en el día de hoy, aparentemente no está ocupando
su posición a favor del Señor. Porque la batalla está teniendo lugar en
muchos lugares. Y si usted adopta una posición firme por el Señor en
el día de hoy, alguien tratará de derribarlo. Muchos de los creyentes
en Dios, en la actualidad, están pasando por grandes dificultades a
causa de esta lucha espiritual.

Bien, llegamos ahora a la novena puerta. Leamos entonces el


versículo 29, que nos presenta

La puerta Oriental
"Después de ellos, Sadoc hijo de Imer restauró frente a su casa; y
después de él Semaías hijo de Secanías, guarda de la puerta
Oriental". Esta Puerta Oriental nos llena de expectativa y entusiasmo.
Obviamente, estaba situada en la parte oriental de la ciudad. Era la
primera puerta que se abría por la mañana. En la actualidad está
cerrada. Muchos piensan que ésta es la puerta por la cual pasará el
Señor Jesucristo cuando regrese a la tierra. Quizá lo haga, no lo
sabemos, pero la Escritura no lo dice. Pero sí dice que pasará
por la puerta de Oro, que no se encuentra en la muralla de la
ciudad, sino en el templo. Ahora, la puerta de Oro está en el
templo, no en el muro de la ciudad. Aunque está puerta está cerrada
hoy, era la primera que se abría por la mañana porque estaba
orientada en dirección a la salida del sol. Durante toda la noche el
centinela estaba patrullando el muro, caminando de un lugar a otro.
Pero muy temprano por la mañana llegaba a la puerta Oriental y se
ponía a observar el horizonte, esperando la primera señal del
amanecer. Quizá en la ciudad había personas inquietas que no podían
conciliar el sueño, por temor a que hubiera enemigos en la oscuridad.
Quizás se encontraban paseando de un lugar para otro durante las
horas de la noche. Finalmente, uno de ellos se levantaría y
preguntaría al centinela: "¿Cuándo se acabará esta noche?" Y el
centinela contestaría: "Bueno, todavía está oscuro afuera, pero ya se
acerca la mañana". Y luego de un rato, comenzaba a aparecer un
brillo de luz en el horizonte oriental. Finalmente el centinela al
observarlo decía: "Ya comienza a amanecer y puedo ver que afuera
no hay ningún enemigo y que ya sale el sol". Y nos podemos imaginar
el suspiro de alivio que salía de los pechos de las personas inquietas y
preocupadas por toda la ciudad.
Estimado oyente, figurativamente hablando, todos los creyentes
deberían estar reunidos en la puerta Oriental porque se puede
observar en estos momentos un poco de luz en el horizonte, y el sol
puede aparecer muy pronto. Pero antes que aparezca el sol, la
estrella de la mañana se hará visible. ¿Por qué? Bueno, en la Primera
carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses 4: 14-18 , leemos:
"Porque el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se
levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que
permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor
siempre. Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras".
Estimado oyente, esto nos habla del arrebatamiento de la Iglesia.
La Escritura dice que Él llegará y arrebatará a los Suyos,
sacándolos de este mundo antes de que salga el sol. Y en estos
momentos ya tenemos un cierto resplandor de luz en el horizonte. Las
Sagradas Escrituras no autorizan a establecer ninguna fecha para tal
evento. Desafortunadamente en todas las épocas ha habido personas
que han tratado de fijar fechas para el retorno del Señor. Pero sí
creemos que la venida del Señor está próxima y que el próximo gran
evento será el arrebatamiento de la Iglesia. Y nosotros, amigo
oyente, deberíamos estar viviendo aquella expectativa y la esperanza
que tenían los ciudadanos de Jerusalén en la antigüedad, cuando en
medio de la oscuridad de la noche comenzaba a vislumbrarse la
claridad que precedía a la salida del sol. Y éste es el día cuando
aunque nos parezca que es muy oscuro allá afuera, ya se observa un
poquito de luz, lo que nos da una esperanza.

Pero antes de llegar a la próxima puerta leamos el versículo 30 de


este capítulo 3 de Nehemías, dice: "Tras él, Hananías hijo de
Selemías y Hanún hijo sexto de Salaf restauraron otro tramo;
después de ellos, Mesulam hijo de Berequías restauró, frente a su
vivienda" La razón por la cual leímos este versículo es que nos llamó
la atención un detalle. Todo lo que este hombre Mesulam hizo fue
reparar la parte de la muralla que se encontraba frente a su casa. Y
esto nos lleva a aplicar la siguiente lección. Estimado oyente, quizá
usted no sea capaz de ser testigo ante todo el mundo, en lejanas
tierras, o quizá no lo pueda hacer frente a sus propios vecinos,
pero sí puede dar testimonio de su fe a su propia familia. Es
hermoso en nuestros días tener a una familia que es salva y es suya
la responsabilidad de presentarles la Palabra de Dios. De modo que,
este hombre Mesulam reparó el muro enfrente de su casa. Y
pensamos que eso era todo lo que Dios le pidió que hiciera. Y ahora sí
llegamos al versículo 31, de este capítulo 3 de Nehemías, que nos
habla de décima puerta que es

La puerta del Juicio

"y después de él Malquías hijo del platero restauró hasta la casa de


los sirvientes del Templo y de los comerciantes, frente a la puerta del
Juicio, y hasta la sala de la esquina".
Ésta era la puerta de la revisión o de registro ( inspección). Cuando
un extranjero llegaba a la ciudad, tenía que tener una visa. Bueno, no
como las que conocemos en el día de hoy, pero él debía detenerse en
la puerta para inscribirse. Y también era la puerta de la inspección, de
pasar revista. Cuando llegaba de regreso el ejército que había salido a
luchar en alguna batalla, los soldados al regresar pasaban por esta
puerta. Aquí fue donde el rey David pasó revista a sus tropas cuando
regresaban. ¡Cómo los amaba él! y ¡cómo lo amaban ellos! La
mayoría de ellos gustosamente hubiera entregado su vida por su rey.
Cuando ellos llegaban cansados y heridos de la lucha, encontraban a
su rey en la puerta para darles la bienvenida y agradecerles por su
lealtad y valor.

Como hemos leído en 1 Tesalonicenses 4, en el momento del


arrebatamiento de la Iglesia, seremos recogidos para encontrarnos
con el Señor en el aire. Hay personas que dicen que eso va a ser ¡algo
maravilloso! ¡Pues, sí, lo es! Pero, ¿sabe usted que después de dicho
arrebatamiento vamos a presentarnos ante el tribunal de Cristo?
Escuchemos lo que dijo el apóstol Pablo en su Segunda carta a los
Corintios, capítulo 5, versículo 10: "Porque todos nosotros debemos
comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea
recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con
lo que hizo, sea bueno o sea malo". Pues bien, éste no es el mismo
juicio que el del Gran Trono Blanco, mencionado en Apocalipsis
20:11-15. Solo los creyentes comparecerán ante el tribunal de
Cristo. Porque este juicio no está relacionado con la salvación, sino
con la recompensa. Los creyentes, entonces, recibirán lo que les
corresponda, según lo bueno o lo malo que hayan hecho mientras
estaban en esta tierra. En base a ello, el apóstol Pablo dijo en 2
Corintios 5:11, "Por eso, sabiendo que hay que tener reverencia al
Señor, procuramos convencer a los hombres". Pablo estaba diciendo:
"Yo quiero estar ocupado porque tendré que presentar un informe
sobre si estoy trabajando 8 horas por día, o si le estoy dando al Señor
60 segundos de cada minuto; 60 minutos en cada hora; o 24 horas
en cada día, y los 7 días de la semana". Bajo la ley, los judíos
deberían dar a Dios solamente un día; pero el Señor dijo que,
indiferentemente de lo que hagamos, nuestra motivación debe
ser la de hacerlo para Él. Y Él va a examinar esas obras en ese día.
Él va a examinar de cerca cómo hemos vivido nuestra vida aquí en la
tierra. Este es, pues, el simbolismo de esta puerta. Como ya hemos
dicho, cuando los soldados regresaban a través de esta puerta, el rey
David estaba allí. Y él conocía al soldado cubierto de cicatrices, que
había luchado con denuedo, y él sabía lo que había hecho. Entonces,
de vez en cuando, él llamaba a uno de los que estaban formados en
filas y le decía: "Yo tengo un premio, una recompensa para usted". Y
habrá muchos creyentes desconocidos para nosotros, y otros más
conocidos, que serán llamados aparte de las filas en ese día del
tribunal de Cristo, para ser recompensados. Esta puerta del Juicio
podría ser, algún día, una puerta maravillosa para usted y para mí.
Ahora veamos lo que dice el versículo 32: "Entre la sala de la
esquina y la puerta de las Ovejas, trabajaron en la restauración los
plateros y los comerciantes".
Ahora que ya hemos pasado por las diez puertas, regresamos a la
puerta de las ovejas. Hemos recorrido todo el camino alrededor de las
murallas de Jerusalén, porque ya estamos de regreso en el punto de
partida. Recordemos que la puerta de las Ovejas simbolizaba la cruz
de Cristo. O sea, que comenzamos en la cruz de Cristo y finalizamos
nuestra caminata en la cruz de Cristo. Y esto es suma importancia y
valor, la cruz de Cristo. comenzamos en la puerta de las Ovejas y
salimos por la misma puerta. Y creemos que a través de la eternidad
vamos a hablar sobre esta puerta de las Ovejas, donde el Señor
Jesucristo murió hace más de dos mil años en el Gólgota, en el lugar
de la Calavera; por sus pecados y los míos. Y esta puerta nos
recuerda el conocido pasaje Bíblico de Isaías 53:5 y 6, que dice:
"Mas él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras
iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus
heridas hemos sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo
que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros".

Este versículo comienza diciendo "todos". Todos somos iguales en


esto. No hemos ido todos en la misma dirección, ni hemos recorrido la
misma distancia. Pero todos nos hemos alejado de Dios, nos hemos
extraviado. Se dice que si las ovejas tienen ocasión de perderse,
seguramente se perderán. No hay otro animal que sea tan impotente,
que se encuentre tan indefenso, vulnerable y sin esperanza de
encontrar su rumbo que una oveja que ha salido del corral. Otros
animales conocen a sus dueños, y encontrarán el camino de regreso
al hogar. Pero no así la oveja, vagará desorientada y perdida hasta
que sea atacada por los lobos o yazca herido o atrapada entre las
rocas. Así somos los seres humanos, en nuestro vagar sin Dios. La
esencia del pecado se revela en la expresión que destaca que cada
cual se apartó "por su camino", en vez de recorrer el camino de Dios.
Y la maldad tenía que ser castigada. Y el apóstol Pedro resumió la
obra de la gracia y misericordia de Dios en la salvación en su
primera carta, 2:24, citando también al profeta Isaías, afirmó que el
Señor Jesucristo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz,
añadiendo también que por Sus heridas, fuimos sanados de las
heridas mortales del pecado y la maldad. Por lo tanto, estimado
oyente, la salvación que Dios ha provisto, se encuentra disponible
para usted y para todo aquel que confíe en Él como su Salvador.
Estudio biblico nehemias 4

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=538
Nehemías 4:1-23 ( respuesta de Nehemias a la oposición)

En el día de hoy, amigo oyente, llegamos al capítulo 4 de este libro de


Nehemías. El tema general es la respuesta de Nehemías a la oposición
exterior. Vimos en nuestro último programa que Nehemías, que era
un hombre ingenioso, usó una estrategia especial para reconstruir la
muralla alrededor de la ciudad. Y mientras nosotros avanzábamos
alrededor del muro, vimos que diferentes grupos de personas habían
sido designadas para reedificar las correspondientes secciones, para
que estas secciones fueran reparadas a lo largo de todo el recorrido,
todas al mismo tiempo. En este capítulo se nos dice que
reedificaron hasta la mitad de la altura del muro. Los enemigos
descubrieron que reírse de ellos no había logrado detener los
trabajos, así que iban a emplear una nueva forma para intentar
interrumpir las obras de reedificación. Veamos pues, ahora, lo que
nos dice el primer versículo de este capítulo 4, de Nehemías:

"Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y


enfureció mucho, y burlándose de los judíos",

Así que vemos que la risa no había conseguido detenerles, porque,


por el contrario, el trabajo había progresado. Así es que, entonces
utilizaría el arma de burlarse de ellos ante los demás. Lo
importante que debemos notar aquí es que él se estaba burlando
de aquello que era precioso para Dios, pero que era
despreciado por Sanbalat. Notemos entonces lo que hizo el
enemigo, leyendo el versículo 2:

"dijo delante de sus hermanos y del ejército de Samaria: ¿Qué hacen


estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios?
¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las
piedras que fueron quemadas?"

Estas preguntas que él estaba haciendo eran pertinentes. Eran


preguntas que incluso los del pueblo de Israel se estaban haciendo a
sí mismos. Ellos mismos se preguntaban si serían capaces de
completar la tarea. El poner en ridículo, el avergonzar, es un método
que el enemigo puede utilizar. Continuemos leyendo el versículo 3:
"Y estaba junto a él Tobías, el amonita, el cual dijo: Lo que ellos
edifican del muro de piedra, si sube una zorra lo derribará".

Tobías el amonita, que es una de esas personas que siempre estaban


tratando de contar chistes u ocurrencias, entró en acción haciendo
unas declaraciones sarcásticas y que, por cierto, tenían un cierto
sentido del humor, Ahora, la zorra es un animal que camina de
una manera muy ágil, ligera. Puede caminar sobre la tierra y
no dejar una huella muy profunda. Puede subirse a una pared y
no dejar ninguna marca en ella. Él estaba diciendo que aquellos
débiles judíos estaban edificando un muro que hasta una zorra podría
derribar. Después de todo, algunos de los que edificaban eran
plateros, farmacéuticos y las mujeres. Así que podemos imaginar
cómo los pusieron en ridículo públicamente. Aquella burla debió
resultar desalentadora para esta gente que había trabajado tan
duramente. ¿Qué iba a hacer entonces Nehemías? Bueno, el recurso
de aquel hombre era la oración. Observemos lo que hizo. Leamos los
versículos 4 y 5, de este capítulo 4 de Nehemías:

"¡Oye, Dios nuestro, cómo somos objeto de su desprecio! Haz que su


ofensa caiga sobre su cabeza y entrégalos por despojo en la tierra de
su cautiverio. No cubras su iniquidad ni su pecado sea borrado
delante de ti, porque se han airado contra los que edificaban".

Es importante notar aquí que estas personas que trataron de estorbar


la edificación eran los enemigos de Dios, así como lo eran de los
judíos. Y la oración que Nehemías hizo fue una oración bajo la ley.
Bajo la ley ellos tenían el derecho de pedir justicia. Ellos estaban en lo
correcto al pedir que un juicio justo cayese sobre sus enemigos, y
Dios tiene interés en hacer justicia. Esa opción no ha cambiado.
Sin embargo, el Señor Jesucristo ha establecido una conducta inversa
para aquellos que son creyentes en Él en el día de hoy. Así que en la
actualidad se nos dice que no debemos orar por venganza. Sin lugar a
dudas se nos dice en Efesios 4:32: "sed más bien amables unos con
otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también
Dios os perdonó en Cristo". También vimos en la epístola a los
Romanos 12.19, hace algún tiempo, que el apóstol Pablo dijo: "Nunca
os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque
escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Hay
ciertos temas que debemos poner en las manos del Señor para que él
se ocupe de ellos. Si intentamos resolverlos nosotros por nuestra
cuenta, significa que no estamos viviendo por la fe.
Hay ciertas cosas de las que sí debiéramos ocuparnos. Y es evidente
también desde el punto de vista de las Escrituras, que debiera
efectuarse una censura o una reprensión. Vemos que el apóstol Pablo,
por ejemplo, les dijo a los Corintios que ellos debían hacer frente a las
cosa que andaban mal en la iglesia. Y Pablo al escribirle a un joven
predicador, a Timoteo, en su segunda carta 4:2, lo último que le dijo
fue: "Predica la palabra; insiste a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción". Él
dice "redarguye" que quiere decir, convencer de culpa o delito.
"Reprende" que quiere decir, amenazar o advertir. Y también dice
"exhorta", y esto quiere decir consolar. Y el hijo de Dios tiene que
usar la espada del Señor que es la Palabra de Dios. Esa espada
necesita ser clavada en las cosas que son corruptas y malas en
nuestras vidas. Pero también necesitamos aplicar el bálsamo a un
corazón herido. Hay veces cuando nosotros debemos reprochar o
redargüir como nos indicó Pablo. Que Dios ayude al predicador o al
maestro que en estos días presentes no están siendo fieles en cuanto
a estos asuntos. Estamos viviendo en días en que la gente no quiere
escuchar nada que produzca escozor o que la enfrente con la realidad.
Las personas sólo desean escuchar mensajes elocuentes y
entretenidos, cuyo contenido o significado práctico se disuelve o se
esfuma en la nada. No quieren escuchar un mensaje que trate
directamente sobre su indiferencia y del pecado que hay en sus vidas.
Como resultado de eso, algunos sectores del cristianismo no tienen
nada que ofrecer, a menos que sea algo agradable a los oídos y que
no resulte molesto para la conciencia. Hay muchas porciones de las
Escrituras que son dulces, pero hay también hay otras que son
amargas, agrias. Y hay muchas personas que no desean escuchar
esas partes correctivas, que reprochan cierto modo de vida, y que
produzcan esa convicción que resulta en una renovación interior y en
un compromiso firme con el Señor.

Pero bajo la ley, estimado oyente, esta gente que vemos en el relato
Bíblico, podía orar pidiendo que la justicia se ejecutase sobre sus
enemigos. Tenemos que recordar que estos hombres que eran los
enemigos del pueblo de Dios, también eran los enemigos de Dios.

Sin embargo, la vida del pueblo de Dios no es simplemente una vida


de oración; también es un caminar y una lucha. Entonces, ¿qué hizo
aquel pueblo? Leamos el versículo 6:
"Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la
mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar".

Nehemías ignoró el sarcasmo del enemigo, oró a Dios, y continuó


edificando. Así que la oposición realizada poniéndolos en ridículo fue
vencida por la determinación de la gente. Leamos el versículo 7:

"Pero aconteció que oyeron Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas
y los de Asdod que los muros de Jerusalén eran reparados, pues ya
las brechas comenzaban a ser cerradas, y se enojaron mucho".

Ahora, cuando el enemigo vio que el reírse de ellos, y el ponerles en


ridículo públicamente no iba a detener la edificación de las murallas,
comenzaron a moverse en otra dirección. Estaban realmente
enfadados. Leamos los versículos 8 y 9:

"Conspiraron luego todos a una para venir a atacar a Jerusalén y


hacerle daño. Entonces oramos a nuestro Dios, y por culpa de ellos
montamos guardia contra ellos de día y de noche".

Y aquí nuevamente vemos que la oración era el recurso y la fuente de


ayuda de Nehemías. Su lema era "vigilar y orar". Observemos su
reacción: "Entonces oramos a nuestro Dios". Es maravilloso en
nuestros días utilizar estos tópicos santos, que parecen muy
espirituales, siempre y cuando los respaldemos con algo más.
Conocemos a muchas personas que al enfrentarse con un problema
suelen decir: "Oremos en cuanto a esto". Pero lo que a mí me
agradaría saber es qué van a hacer esas personas después de orar.
Usted les pide que hagan algo, y ellos le dicen que van a orar sobre el
asunto.
En cierta ocasión un pastor le pidió a un miembro de su iglesia, que
hiciera algo y el señor este contestó: "Bueno, voy a orar sobre el
asunto". Y el pastor le dijo: "Un momento, si esa es su manera de
decirme que no, entonces dígamelo directamente y así podré buscar a
otra persona que lo haga. Pues no creo que sea necesario orar sobre
un asunto como este. Usted lo puede hacer o no lo puede hacer; lo
quiere hacer o no lo quiere hacer, ¿cuál de los dos es?" Bueno, él no
lo quería hacer, para decir la verdad, estaba tratando de buscar una
excusa y al darse cuenta el pastor, buscó a otra persona que lo
hiciera. Y hay muchas personas, estimado oyente, que en nuestros
días están expresando estos tópicos que suenan bien desde una
perspectivaespiritual.

Nehemías podía también haberse expresado con tópicos que sonaran


muy bien desde un punto de vista espiritual. Podría haber dicho, por
ejemplo, "Estamos confiando en el Señor, así que esperaremos y no
haremos nada". Ésa hubiera sido una salida fácil y es lo que muchos
hacen en la actualidad. Es decir, que dicen confiar en el Señor, pero
no hacen nada al respecto. Si usted realmente confía en el Señor,
usted hará algo, pasará a la acción. Nehemías supo que el
enemigo estaba conspirando para enfrentarse con él, así que
estableció un sistema de vigilancia. Por supuesto, esto fue lo que
Dios esperaba que él hiciera. Ahora, escuchemos algunas de las
reacciones que se produjeron. Leamos el versículo 10:

"Y decía Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado y el


escombro es mucho; no podremos reconstruir el muro".

En un momento como éste hay que ser cuidadosos porque el diablo


puede causarle a usted mucho daño desde dentro. Una de las armas
más efectivas de Satanás contra el pueblo de Dios es el desaliento.
En cierta ocasión unos misioneros que estaban en un pueblo en la
selva, en un país de la América del Sur, trabajando entre los
miembros de una tribu indígena, escribieron indicando que estaban
muy desanimados. Y decían: "Nosotros estamos muy desanimados
aquí y usted no sabe cuánto nos ayuda el poder escuchar su
programa de radio durante las horas de la noche, especialmente
cuando nos vemos aquí en un país extranjero. Nosotros todavía no
entendemos a la gente del lugar, no podemos comprender su idioma.
Lo estamos aprendiendo". Aparentemente, ellos estaban listos para
abandonar la tarea, para dejar todo y regresar a sus hogares. El
diablo por supuesto, estaba usando este problema para desanimarlos.
Les escribimos animándoles para que continuaran con su importante
labor misionera.

Aquí en nuestro relato, vemos que la gente también estaba


desanimada y el enemigo trató de aprovecharse de esa situación.
Leamos los versículos 11 y 12, de este capítulo 4 de Nehemías:

"Nuestros enemigos dijeron: Que no sepan ni vean hasta que


entremos en medio de ellos, los matemos y hagamos cesar la obra.
Pero sucedió que cuando venían los judíos que vivían entre ellos, nos
decían una y otra vez: De todos los lugares donde habitan, ellos
caerán sobre vosotros".

El enemigo tomó ventaja del desaliento de los judíos y planeó un


ataque por sorpresa. ¿Cuál sería entonces la estrategia de Nehemías
ante ese ataque por sorpresa? Leamos el versículo 13:

"Entonces puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus
lanzas y con sus arcos, por las partes bajas del lugar, detrás del muro
y en los sitios abiertos".

Él puso a cada uno de los hombres en una posición donde pudiera


defender a su propia familia; esto, por supuesto, le permitía estar en
una situación mucho más cómoda cuando estaba edificando. Si
hubiera tenido que edificar el muro estando su familia lejos, no podría
saber si los suyos estaban seguros o en peligro. Por lo tanto,
Nehemías colocó a cada uno junto a su familia, y les armó
adecuadamente, con sus espadas, lanzas arcos y flechas. Y luego les
dijo lo que leemos en este versículo 14, del capítulo 4 de Nehemías:
"Después miré, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al
resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor,
grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos
y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas".

La frase "acordaos del Señor" sería su lema y su señal para


reunirse. Eso es lo que utilizaban ellos para la lucha, y es algo
maravilloso. Napoleón siempre utilizaba el nombre de alguna victoria
para animar a sus soldados a luchar. Siempre usaba el nombre de
alguna victoria memorable. El apóstol Pablo en la segunda carta que
escribió al joven predicador Timoteo, utilizó también un lema para
darle ánimo. Lo podemos leer en la Segunda carta a Timoteo, 2:8,
donde dijo: "Acuérdate de Jesucristo". Éste es el lema de reunión
que tienen los creyentes en el día de hoy. En los días de Nehemías, el
lema de reunión de los judíos fue acordaos del Señor. Y el versículo
15, continúa diciendo:

"Cuando supieron nuestros enemigos que estábamos sobre aviso, y


que Dios había desbaratado sus planes, nos volvimos todos al muro,
cada uno a su tarea".

Aquí vemos que los judíos pudieron volver a trabajar. El enemigo se


había retirado, habiendo descubierto que no podía sorprender a los
edificadores de la muralla.

Realmente, Nehemías era un líder ingenioso. Tenía grandes


recursos estratégicos. Su presencia sería muy útil en la actualidad.
Continuemos con los versículos 16 y 17, de este capítulo 4 de
Nehemías, en el cual explicó su estrategia de prevención de
ataques sorpresivos:

"Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la


otra mitad se mantenía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas.
Y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que
edificaban en el muro, los que acarreaban y los que cargaban, con
una mano trabajaban en la obra y con la otra sostenían la espada".
Esta medida nos agrada. En una mano tenían una paleta de albañil
para edificar, mientras que en la otra tenían la espada para
defenderse del enemigo. Y estas son las dos armas o instrumentos
que tendrían que estar en las manos de los creyentes en la
actualidad. La paleta, representa el hecho de que los creyentes
deberían edificarse a sí mismos en la santa fe, es decir, lo que
hacemos para la parte interior, para edificarnos, es decir, para crecer
y fortalecernos espiritualmente. No estamos de acuerdo con las
personas que dicen que cuando uno recién se convierte tiene que
entrar a la lucha espiritual y comenzar a dar testimonio de su fe. Pero
creemos que primero, el recién convertido necesita aprender de la
experiencia que Jesús salva, protege y satisface y así, ir creciendo en
su fe. Por eso decimos que hoy tenemos que sostener esa paleta
simbólica en nuestra mano. Pero También tenemos que empuñar la
espada del Espíritu. Y esto es también importante. La espada del
Espíritu es la Palabra de Dios, con la cual podemos defendernos. Así
que por todo ello, necesitamos tener la paleta en una mano y la
espada en la otra. Ahora, los versículos 18 al 20 de este capítulo 4,
dicen: "Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a
la cintura, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto
a mí, pues yo había dicho a los nobles, a los oficiales y al resto del
pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados
en el muro, lejos los unos de los otros. En el lugar donde oigáis el
sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará
por nosotros".

Así que Nehemías les dijo: "Yo vigilaré. Cuando oigáis la trompeta, id
a ese lugar y allí nos enfrentaremos al enemigo". ¡Maravilloso!
¿Verdad? Luego dijo Nehemías en el versículo 21:

"Así pues, mientras trabajábamos en la obra desde el despuntar del


alba hasta que salían las estrellas, la mitad de ellos montaba guardia
con la lanza en la mano".

No conocemos las exigencias laborales de la época, pero aquellos


hombres, como podemos ver, trabajaban más de ocho horas diarias.
Desde el amanecer hasta la noche. Realmente, trabajaron para el
Señor hasta el límite de sus fuerzas, hasta agotar su resistencia
física. Ahora, en el versículo 22, Nehemías continuó diciendo:
"También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado
permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de
día en la obra".

Y a aquellos que habían llegado de lugares alejados, como los


hombres de Jericó, Nehemías les dijo que debían pasar la noche
dentro de Jerusalén, para que pudieran protegerles, como centinelas
de guardia por la noche. Y en el versículo 23 leemos:

"Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes ni la gente de guardia que


me seguía, nos quitamos nuestra ropa; cada uno se desnudaba
solamente para bañarse".

Aquí vemos que Nehemías indicó que después de todo se daban un


baño y era la única ocasión en que se quitaban la ropa. Es decir,
que estaban de guardia todo el tiempo, de día y de noche,
Estaban siempre listos para reaccionar ante un ataque. El relato
nos hará ver que les esperaban tiempos de prueba. Surgirían
verdaderas dificultades que harían enfadar a Nehemías, y que
estuvieron a punto de interrumpir el trabajo que realizaban para el
Señor.

¡Qué conveniente es estar hoy siempre vestidos con toda la


armadura de Dios! Cuando el apóstol Pablo les hizo esta advertencia
a los Efesios, les dio el motivo por el cual revestirse de todos los
recursos defensivos provistos por Dios. Les dijo entonces que el
propósito era que pudieran resistir al enemigo en el día malo,
es decir en el día del ataque, para que en esos momentos críticos,
pudieran permanecer firmes. Estimado oyente, si usted aún no ha
recibido al Señor Jesucristo como Salvador, permanece aún bajo el
dominio total del enemigo de Dios que, no sólo le esclaviza, sino que,
además, sea consciente de ello o no, le está destruyendo. Si usted
establece hoy una relación con Dios, convirtiéndose en un hijo de
Dios, además de la salvación y la vida eterna, Él le rescatará
del dominio del enemigo y le proveerá los recursos espirituales
necesarios para sobrellevar las luchas de la vida, y para
enfrentarse a toda fuerza destructiva que le aceche. Podrá
usted utilizar la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
NEHEMIAS CAPITULO 5 .

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=539

Nehemías 5:1-19

Hoy comenzamos el capítulo 5, cuyo tema es la respuesta de


Nehemías a la oposición interior que encontró en la reedificación de
los muros de Jerusalén. Ya hemos visto antes que él había encontrado
oposición, y ésta había tomado diferentes formas, ya que el diablo es
una persona muy sutil en su manera de actuar. Primero, el enemigo
se rió de los judíos que trabajaban. Después se burlaron, poniéndolos
en ridículo. Finalmente, hubo una oposición abierta. Ésta fue tan
intensa que Nehemías tuvo que disponer que cada obrero trabajase
en la muralla con una paleta de albañil en una mano, y una espada en
la otra. Y Nehemías y sus colaboradores trabajaron tan duramente
que solo se quitaban la ropa para bañarse.Ahora, vemos aquí que la
oposición vino desde dentro. En realidad, en estos casos es donde el
diablo lanza sus ataques más efectivos. Al recordar la historia de la
iglesia comprobamos que el diablo no ha podido destruirla por medio
de la persecución y lo que ha hecho entonces, fue unirse a ella. Y en
este relato le vemos actuar desde dentro. Ya había causado el
desaliento entre los judíos y entonces avanzó un paso más e hizo que
se produjesen conflictos entre ellos.

Comenzaremos leyendo los primeros cuatro versículos de este


capítulo 5, de Nehemías: "Entonces hubo gran clamor del pueblo y
de sus mujeres contra sus hermanos judíos. Había quien decía:
Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto,
hemos pedido prestado grano para comer y vivir. Y había quienes
decían: Hemos empeñado nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras
casas, para comprar grano, a causa del hambre. Otros decían: Hemos
tomado prestado dinero sobre nuestras tierras y viñas para el
impuesto del rey".

Usted puede apreciar, estimado oyente, que la naturaleza humana no


cambia; no sólo eso, aun cuando estamos viviendo en la actualidad
en una era mecánica, electrónica, tecnológica, y en la era espacial, los
problemas que tenemos son similares a los que tenían en los días de
Nehemías. Creemos que quizá nuestros dispositivos electrónicos
simplemente multiplican los problemas y los hacen mucho más
difíciles de resolver. La gente aquí estaba tan ocupada edificando los
muros que no habían tenido oportunidad de ocuparse de sus propios
negocios. Por lo tanto, para comprar sus alimentos, habían tenido que
hipotecar sus propiedades. Algunos tuvieron que hipotecarlas para
poder pagar sus impuestos, que eran bastante altos en esos días. Y
habían tenido que pedir dinero prestado de sus propios hermanos.

Ahora, leamos el versículo 5:"Ahora bien, nosotros y nuestros


hermanos somos de una misma carne, y nuestros hijos son como sus
hijos; sin embargo, nosotros tuvimos que entregar nuestros hijos y
nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras hijas son ya
esclavas, y no podemos rescatarlas porque nuestras tierras y
nuestras viñas son de otros".

Durante todo este tiempo este problema se había estado agravando,


pero hasta esta ocasión Nehemías no se había dado cuenta de ello.
Estas personas se dedicaron a la reedificación de los muros de la
ciudad y discretamente empeñaron sus propiedades con sus
hermanos. Como podemos ver, había algunos que se dedicaban a
prestar dinero.

Los enemigos de fuera no habían podido crearles mayores dificultades


mientras hubo amor y armonía dentro del grupo. Pero en este
momento surgió el conflicto. Recordemos que este tipo de problemas
también apareció temprano en la misma iglesia primitiva. Ananías y
Safira habían tramado engañar a sus hermanos y fueron
castigados por Dios con una muerte repentina. Aquella conspiración
tuvo que ver también con el dinero. Podemos ver que el dinero ha
sido siempre una gran tentación, incluso en algunos círculos
cristianos.

Y vemos aquí que este es el asunto que se presentó ante Nehemías y


que tuvo que tratar de una manera directa. La Biblia nos da algunos
consejos al respecto. Por ejemplo en Filipenses, capítulo 1,
versículos 27 y 28 dice: "Solamente comportaos de una manera
digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros,
o que permanezca ausente, pueda oír que vosotros estáis firmes en
un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio; de
ninguna manera intimidados por vuestros adversarios, lo cual es
señal de perdición para ellos, pero de salvación para vosotros, y esto,
de Dios". Pablo estaba diciendo que tiene que haber armonía
dentro de la iglesia, que uno tenía que ser honrado en sus asuntos.
No debía dar falsos informes ni menospreciar al hermano. Y el
decir la verdad produciría armonía.

El apóstol Santiago, que era muy práctico, también tuvo algo que
decir al respecto. En el capítulo 3, versículo 16 de su carta, dijo:
"Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y
toda cosa mala". Eso es lo que le sucedió a Ananías y Safira. Ellos
mintieron en sus tratos con la iglesia y trajeron confusión. Y volviendo
a los días de Nehemías y como ya hemos anticipado, el problema
surgió porque algunos judíos habían pedido dinero prestado. Cuando
no pudieron devolverlo, tuvieron que vender a sus hijos e hijas como
esclavos, y aunque esa situación se mantenía por un período
determinado de tiempo, duraba lo necesario como para malograr sus
vidas, en algunos casos. Aquellos que habían pedido dinero prestado
tuvieron que pagar intereses. Lo interesante es que aunque esto
parecía algo legítimo, como lo es en el mundo financiero actual, no lo
era para los israelitas. Dios había dicho que ellos no debían cobrar
intereses a sus propios hermanos.

Hasta ese momento Nehemías había mantenido la calma. Él había


podido mantener una buena relación con su pueblo y había sido
paciente con los israelitas. Pero en esta ocasión, Nehemías se enfadó.
Bueno, escuchemos lo que dijo aquí en los versículos 6 al 8 de este
capítulo 5 de Nehemías:

"Cuando oí su clamor y estas palabras, me enojé mucho. Después de


meditarlo bien, reprendí a los nobles y a los oficiales. Y les dije:
¿Exigís interés a vuestros hermanos? Además, convoqué contra ellos
una gran asamblea, y les dije: Nosotros, según nuestras
posibilidades, rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían
sido vendidos a las naciones; ¿y ahora sois vosotros los que vendéis
aun a vuestros hermanos, para que nosotros tengamos que
rescatarlos de nuevo? Y callaron, pues no tuvieron qué responder".
Aquí vemos que no se enfadó simplemente, sino que se indignó.
Pero se tomó su tiempo para pensarlo bien, lo cual es una buena
lección a imitar. Nunca conviene hablar en público bajo los
efectos de la indignación. Pero enfrentó la situación y les
reprochó públicamente a los nobles y a los gobernantes por su
proceder. Teniendo en cuenta el estado público del problema, fue la
forma más correcta de proceder. Creemos que en la iglesia ante
situaciones similares en las que se dude de la honestidad de alguien o
se cuestione la transparencia de otro, debe exponer abiertamente el
problema con la actitud constructiva de resolverlo.

Nehemías entonces expuso la conducta poco honrada ante sus


compatriotas. Ya hemos dicho que estaba enfadado. Alguien podría
decir que el cristiano no debiera enfadarse así. Recordamos que el
apóstol Pablo escribió en Efesios 4:26, "Airaos pero no pequéis". Aquí
hay que aclarar que hay que tener en cuenta las razones para un
enfado. Si usted se enfada porque alguien ha perturbado su propio
bienestar, o porque alguien ha perjudicado sus beneficios o intereses
personales, entonces está mal. Pero si usted se enfada por motivos
tales como los planes y propósitos de Dios, la gloria y honra de Dios,
o porque el nombre de Dios está siendo menospreciado, entonces,
usted puede enojarse, y no estará cometiendo ningún pecado.

Nehemías, pues, no adoptó una actitud pasiva ante el pecado


evidente. No consintió en que se lo pasara por alto. Lo denunció
abiertamente. Y creemos que nosotros debemos ser impulsados a
mostrar nuestro enojo justo cuando vemos que las cosas andan mal.
No debemos mimar al que ha obrado mal, cerrar los ojos ante el
pecado ni mirar para otro lado. Muchos, en estos casos, prefieren no
intervenir y dicen: "Bueno, nosotros no queremos crear problemas".
Pero los problemas vendrán igual, sólo que aumentados, porque si
usted no interviene, el enemigo espiritual acabará ganando terreno,
causará divisiones y el daño será mayor. Por ello, ante situaciones de
esta naturaleza necesitamos personas con valor, y con convicciones
firmes. En la medida en que el cristianismo pierda autoridad
moral, su imagen continuará deteriorándose. Y entonces, el
mundo seguirá, indiferente, su propio camino, sin tener en cuenta los
principios Bíblicos que los cristianos siempre han proclamado. Éste es
uno de los motivos por los cuales algunos movimientos de renovación
espiritual genuinos, han surgido fuera del cristianismo organizado e
institucional.

Cierto predicador dijo que le enfadaba el pensar que no podía hacer


llegar a los no creyentes el mensaje del Evangelio porque ellos lo
rechazaban, basados en las actitudes de hipocresía y deshonestidad
de algunos cristianos. Sin embargo, hay muchas personas en el
mundo que anhelan conocer la verdad y quieren saber si somos
sinceros en lo que decimos, y si existe coherencia entre los
principios que proclamamos y nuestra conducta personal.
Algunos que ejercen la autoridad, tratan el mal proceder de otros
como aquel que limpia su casa ocultando la suciedad debajo de la
alfombra, con la excusa de querer proyectar una imagen de bondad y
amabilidad. Es una forma más de ocultar la falta de valor y autoridad
espiritual.

Ahora, cuando Nehemías expuso en público el pecado de sus


hermanos de raza, nadie se atrevió a responderle. Los implicados
permanecieron en silencio mientras él estuvo ante ellos, pero le
causarían todas las dificultades que pudieran. También le traerían
muchos problemas cuando regresara al palacio de Susa. Pero ya
veremos que, a pesar de todo, el reedificó las murallas de Jerusalén y
sirvió a Dios en su día y a su generación. Continuemos leyendo el
versículo 9:

"Y yo añadí: No es bueno lo que hacéis. ¿No deberíais andar en el


temor de nuestro Dios, para no ser objeto de burla de las naciones
enemigas nuestras?"

El nombre de Cristo ha sido deshonrado en el mundo. ¿Por


causa de la conducta de la iglesia como institución? ¿Por la conducta
de los creyentes? ¿Por la conducta suya y la mía? Eso es lo que nos
debemos preguntar a nosotros mismos, con una actitud de crítica
constructiva. En otras palabras, les dijo que con su conducta
estaban provocando que el enemigo se burlara de Dios y de Su
pueblo. O sea, que no estaban honrando a Dios. Y continuamos
leyendo en el versículo 10:"También yo, mis hermanos y mis criados
les hemos prestado dinero y grano. ¡Perdonémosles esta deuda!"
Nehemías les dijo que se podía haber beneficiado
personalmente de esa situación. Esta era en realidad la gran
prueba de Nehemías. Porque pudo demostrar que no había utilizado
su cargo ni posición para obtener una ganancia. Generalmente,
la persona avara procura sacar rendimiento al último centavo. Muchas
personas están colocando el dinero en el lugar principal de su vida,
antes que Dios. Usted puede poner una moneda delante de su ojo y
no ver el sol. Y hay muchas personas que están mirando al mundo de
esa manera. Ahora, notemos lo que él hace aquí en el versículo 11:

"Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y
sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del
aceite, que demandáis de ellos como interés".

Así que Nehemías apeló a los judíos ricos para que devolvieran lo que
habían acumulado, y que no recibiesen más pagos. Ahora, el versículo
12, continúa diciendo:

"Ellos respondieron: Lo devolveremos y nada les demandaremos;


haremos así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes y les
hice jurar que harían conforme a esto".

Aquí vemos que no confió en sus promesas verbales y requirió


de ellos un compromiso formal. Aunque eran el pueblo de Dios, su
experiencia le aconsejó no fiarse de la palabra empeñada, incluso
públicamente. Tuvieron que hacer constar su juramento por escrito.

Hay creyentes que, por los desengaños sufridos se han arrepentido


por haber confiado en otros cristianos, por haber creído de buena fe
que respetarían la palabra dada y sus compromisos financieros. En
consecuencia muchos evitan entrar en acuerdos profesionales y
comerciales con otros cristianos. Y dicen que prefieren los tratos con
los no creyentes, porque ya saben lo que podrían esperar de ellos y
se sienten con mayor libertad para vigilarles.

Veamos ahora lo que dijo Nehemías aquí en el versículo 13, de este


capítulo 5 de Nehemías:
"Sacudí además mi ropa, y dije: Así sacuda Dios de su casa y
de su trabajo a todo hombre que no cumpla esto; así sea
sacudido y quede sin nada. Y respondió toda la congregación:
¡Amén! Entonces alabaron al Señor, y el pueblo hizo conforme a
esto".

Sabemos que sólo se necesita una manzana podrida para echar


a perder todas las demás. Lo mejor es identificarla y sacarla
para que no se perjudique el resto del grupo. Y eso es lo que
Nehemías estaba haciendo. Él, en realidad, estaba pronunciando una
maldición sobre ellos. Ésta fue una escena pintoresca y dramática. Era
un funcionario del gobierno y como tal usaba un uniforme así que se
quitó su larga túnica en frente de la multitud y lo sacudió, en otras
palabras dijo: "Así sacuda Dios fuera de su casa y de sus propiedades
a todo aquel que no cumpla este juramento, y así lo despoje de todo
lo que ahora tiene". Fueron palabras tremendas, pero esa era la
forma adecuada de hablar a gente como aquella. Recordemos que
Pablo, escribiendo a los Gálatas en 5:12, les dijo: "¡Ojalá se
mutilasen los que os perturban!" Él deseó que los legalistas fueran
separados completamente del grupo, por el daño que estaban
causando a los creyentes de Galacia. Éste también fue un lenguaje
muy fuerte. Ahora tenemos un detalle de la vida personal de
Nehemías. Leamos el versículo 14, de este capítulo 5 de Nehemías:

"También desde el día que me mandó el rey que fuera gobernador de


ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta
el año treinta y dos de su reinado, durante doce años, ni yo ni mis
hermanos comimos del pan del gobernador".

Era evidente que tenía derecho a tener un sueldo, pero no lo aceptó.


Y en el versículo 15 dijo de sus antecesores:

"En cambio, los primeros gobernadores que me antecedieron


abrumaron al pueblo: les cobraban, por el pan y por el vino, más de
cuarenta monedas de plata, y aun sus criados oprimían al pueblo.
Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios".

Los gobernadores que ocuparon el cargo antes de él recibieron los


sueldos que les correspondían. Pero él no quiso aceptar el suyo. Y el
versículo 16 dice:
"También trabajé mi parte en la restauración de este muro, y no he
comprado heredad; también todos mis criados estaban allí juntos en
la obra".

Nehemías no quiso implicarse en el negocio de los bienes inmuebles y


se mantuvo apartado de la especulación de la tierra. No obtuvo
beneficios de hipotecas sobre las tierras prestando dinero o grano. No
se quedó con nada de modo extraoficial o de manera encubierta. Y el
versículo 17, dice:

"Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las


naciones que había alrededor de nosotros, se sentaban a mi mesa".

Nehemías recibía regularmente a su mesa a ciento cincuenta


invitados. También recibió a judíos de las naciones circundantes que
habían venido a vivir a la ciudad y aún no habían encontrado una
vivienda. Aparentemente hizo todo esto corriendo él personalmente
con los gastos. Evidente, había sido diferente a los demás
gobernadores. Leamos el versículo 18:

"Cada día se preparaba un buey y seis ovejas escogidas; también me


preparaban aves; y, cada diez días, se traía vino en abundancia. Así y
todo, nunca reclamé el pan del gobernador, porque la carga que
pesaba sobre este pueblo era excesiva".

O sea, que él no reclamó la asignación económica para gastos de


hospitalidad de un gobernador, porque tenía un corazón sensible por
sus hermanos de raza, que trabajaban duramente. Leamos,
finalmente por hoy, el versículo 19:

"¡Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este
pueblo!"
Nehemías era un hombre extraordinario. La gente del pueblo era su
principal preocupación pero esa gente le olvidaría. Fue una triste
realidad, pero muchos personajes famosos han aprendido que el
mundo olvida fácilmente. Las personas tienen una memoria muy
frágil. Pero Nehemías le pidió a Dios que lo recordase. Y así fue
que dijo: "Acuérdate de mí. . . Dios mío". Es hermoso recordar
que Dios no recuerda nuestros pecados pero siempre recordará
nuestras buenas obras, e incluso las registra en un libro.

Hemos recordado que los seres humanos se van olvidando unos de


otros. Y cada uno va a lo suyo y, de forma egoísta se desentiende de
los problemas y necesidades de los demás. Pero Dios se acuerda de
usted, estimado oyente, y conoce cual es su situación ante Él.
Sabe si usted está lejos de Él, o si ya le pertenece como hijo. Y si
usted acepta Su amor y Su gracia, expresados al entregar a su Hijo,
el Señor Jesucristo, como sacrificio en la cruz, Él perdonará sus
pecados porque Cristo ya pagó el castigo por ellos.Entonces, al
pertenecerle, Él escuchará sus oraciones, como escuchó las de
Nehemías, y por medio de Su Espíritu le fortalecerá, le
consolará, le guiará y transformará su existencia en una vida
de auténtica calidad, que se prolongará después de esta vida,
en la vida eterna.

Nehemías 6:1-19

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=540
En nuestro programa anterior finalizamos la lectura del capítulo 5.
Nehemías había encontrado toda clase de oposición que uno pudiera
imaginar en la reedificación de los muros de Jerusalén. Satanás
había estado muy activo y había puesto en su camino toda
clase de obstáculos que pudieran causar que él fracasara en su
propósito. El enemigo está haciendo lo mismo con nosotros en
el día de hoy. La única diferencia es que en nuestra experiencia él
muchas veces tiene éxito y nosotros fracasamos. Dios no
quiere que nosotros fracasemos y ha provisto todo lo
necesario para que no seamos vencidos, y sin embargo lo
somos. Ahora, en el caso de Nehemías no fue así, él resistió y salió
victorioso.

Llegamos, pues, al capítulo 6. Y aquí veremos que, a pesar de la


astuta oposición,la muralla quedaría terminada.Vimos en nuestro
programa anterior,que él no estaba recibiendo un sueldo; era una
persona que no buscaba nada para sí mismo y estaba haciendo
un gran sacrificio para reedificar el muro de la ciudad. Luego, él
se dio cuenta que algunos de sus hermanos de raza, especialmente
aquellos de alto rango, se habían dedicado al negocio de los bienes
inmuebles, así como al de los préstamos. Estaban ganando dinero
mientras se aprovechaban del sufrimiento de las demás personas y de
las dificultades económicas que ellas tenían para sobrevivir. Y como
resultado, este problema hizo enfadar mucho a Nehemías, pero él
pudo arreglar este asunto y lo hizo de una manera muy directa,
enfrentándose con el problema y exponiéndolo en público.
En este capítulo vemos los acontecimientos que culminaron con los
últimos trabajos de reedificación del muro. Comencemos nuestra
lectura Bíblica de hoy leyendo el primer versículo de este capítulo 6
de Nehemías:

"Cuando oyeron Sanbalat, Tobías, Gesem el árabe y los demás de


nuestros enemigos que yo había edificado el muro, y que no quedaba
en él brecha alguna (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las
hojas de las puertas)"

Observemos aquí la honestidad de Nehemías. Reconoció que aún no


había colocado las puertas en su sitio. Era como Natanael, de quien se
nos habla en Juan 1, porque en él no había engaño. Es decir, él no
trataba de ser sutil, listo. En esto, también, fue un ejemplo para
muchos cristianos en el día de hoy que, a veces, rinden cuentas
de su labor solo parcialmente, ocultando aspectos de su
trabajo que quizás no les favorezcan, lo cual revela
personalidades que no son transparentes, creyentes que no se
expresan con sinceridad. No comunican toda la verdad. Se sienten
más seguros reservándose para sí una parte de la información.
El Dr. McGee dice que él apreció mucho lo que su médico hizo por él.
Este médico es un creyente y cuando sospechó que el Dr. McGee
tenía cáncer, se lo dijo directamente. El médico le dijo: "Dr. McGee, le
voy a decir la pura verdad directamente, porque si no lo hago así,
usted no va a tener confianza en mí". Y eso fue lo que hizo, él
siempre presentó las cosas tal cual eran. Cuando él pensaba que ya
no había esperanza alguna para el Dr. McGee a causa de la
enfermedad, honradamente se lo dijo. No trató de decir una cosa por
otra, ni trató de ocultar la verdad. Lo dijo tal cual era, y uno,
estimado oyente, siempre puede apreciar esta conducta. Esto es algo
necesario en la actualidad, en los negocios, en las relaciones sociales,
y también hace mucha falta, y de manera muy especial, en la esfera
de la iglesia, entre los cristianos. Estas relaciones deberían estar
caracterizadas por la sinceridad, la transparencia. Esta conducta
promueve y va desarrollando la confianza, así como el afecto entre los
creyentes.

Como hemos leído, cuando los enemigos, Sanbalat, Gesem, Tobías y


otros, oyeron que las obras de la muralla se habían completado,
Nehemías admitió honestamente, que el informe que había
trascendido era un poco exagerado. Como vimos, las puertas aún no
habían sido colocadas en su lugar. Por ello hemos destacado la
honestidad de Nehemías. Él dijo las cosas como eran. Leamos
ahora los versículos 2 y 3:
"Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna
de las aldeas en el campo de Ono. Pero ellos tramaban hacerme
daño. Entonces envié mensajeros para decirles: Estoy ocupado en
una gran obra y no puedo ir; porque cesaría la obra si yo la
abandonara para ir a vosotros".

Los enemigos habían invertido sus tácticas. Ya que no habían podido


detener el trabajo, propusieron reunirse con Nehemías para llegar a
una solución negociada. Su intención, por supuesto, no era el
bienestar de Nehemías. Este es el antiguo método satánico que
aconseja que si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

Y así fue como Nehemías rechazó la invitación, porque como él


mismo dijo, "tramaban hacerme daño". Probablemente estaban
planeando matarle. Nehemías pensó que no tenía sentido discutir
detalles con el enemigo; simplemente envió mensajeros diciéndoles
que estaba muy ocupado en una obra muy importante y que no
podría ir a verlos porque si abandonaba sus tareas, entonces el
trabajo se detendría. O sea, que Nehemías se negó a llegar a un
compromiso con sus enemigos, a una solución negociada.
Hay quienes quieren que la Iglesia contemporice con sus
adversarios y entre en un terreno de componendas, acuerdos y
concesiones. Ellos piensan que quizá uno es demasiado dogmático e
intolerante si no accede a reunirse con quienes discrepan en lo
esencial. Y en realidad, uno sólo debería tratar con aquellos que
se reúnen alrededor de la persona de Cristo, pero no con
adversarios que intenten acercar posiciones por la vía de la
negociación en la cual, cada una de las partes va cediendo hasta
coincidir con la otra. Más bien, preferimos reunirnos con quienes
crean en la Palabra de Dios, en la deidad de Cristo, y acepten el
hecho de que Él murió por nuestros pecados y resucitó de los
muertos, indiferentemente de la etiqueta que usen para identificarse.
El nombre es secundario si hay coincidencia en las creencias básicas
de la fe cristiana, basadas en la Biblia.

Y Nehemías estaba llevando a cabo una buena obra y no tenía tiempo


para abandonar su misión y perder el tiempo con sus enemigos.
Prosigamos adelante ahora con el Libro de Nehemías. Y leemos lo
siguiente aquí en los versículos 4 y 5, de este capítulo 6 de Nehemías:

"Cuatro veces me enviaron mensajes sobre el mismo asunto, y yo les


respondí de la misma manera. Entonces Sanbalat me envió a su
criado para decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su
mano"
Podemos ver que el enemigo fue persistente. Y siempre lo ha sido.
¿Acaso querían ellos realmente, tener una actitud amistosa con
Nehemías y llegar a una solución negociada? La verdad es que la
presencia de Nehemías era desesperadamente necesaria en Jerusalén
para completar la edificación de la muralla. La carta del enemigo
estaba redactada en un lenguaje cortés pero, en realidad, era como
un anzuelo con su carnada. Observamos que la carta contenía una
amenaza. Leamos el versículo 6:

"en la carta estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo


dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros y que por eso edificas tú el
muro, con la mira, según estas palabras, de ser tú su rey"

Este hombre Gasmu parece que siempre está con nosotros. Era el
peor de ellos en lo que a chismes se refiere. Se lo menciona también
como Gesem. Hemos descubierto que a veces, la persona capaz de
llevar los peores chismes es un hombre y no una mujer.

La carta, que acusaba a Nehemías de rebelarse contra Persia y


fundar un estado separado, fue hecha pública enviándola o
leyéndola públicamente. Fue preparada para desanimar a aquellos
que estaban trabajando en la muralla. Y acusaba a Nehemías de
querer convertirse en un rey. Continuemos leyendo el contenido
de la carta en el versículo 7:

"y que has puesto profetas que, refiriéndose a ti, proclamen en


Jerusalén: ¡Hay rey en Judá! Estas palabras van a llegar a los oídos
del rey; ven, por tanto, y consultemos juntos".
Vemos que no sólo le acusaron de reclamar un reino, sino
también de reclutar profetas que apoyasen sus demandas. Éstas
fueron, pues, perversas calumnias difundidas sobre Nehemías. La
carta indicaba que ellos querían averiguar si estas noticias eran
realmente ciertas, porque querían informar al rey sobre ellas. De esta
manera presionaban a Nehemías para que se reuniera con ellos.
Continuemos leyendo el versículo 8:

"Entonces envié yo a decirle: No hay nada de lo que dices, sino que


son invenciones de tu corazón".

La reacción de Nehemías ante el enemigo fue, como vemos, decirle


que no había nada de cierto en esos rumores, sino que éstos eran
producto de su imaginación. Fue una manera elegante de llamarlo
mentiroso. Y dice el versículo 9:

"Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las


manos de ellos en la obra, y no será terminada. ¡Ahora, pues, oh
Dios, fortalece tú mis manos!"

Al hacerle frente a este problema, Nehemías recurrió al Señor,


consciente de los grandes esfuerzos del enemigo para detener la obra
de reedificación. Y entonces, le pidió fuerzas para continuar
resistiendo. Y continuó el relato diciendo en los versículos 10 y 11:
"Después fui a casa de Semaías hijo de Delaía hijo de Mehetabel,
porque estaba encerrado. Él me dijo: Reunámonos en la casa de Dios,
dentro del Templo, y cerremos las puertas, porque vienen a matarte;
sí, esta noche vendrán a matarte. Pero yo le respondí: ¿Un hombre
como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al Templo
para salvarse la vida? No entraré".

Semaías, que era un falso profeta, fingió tener un gran interés en


la seguridad de Nehemías. Dijo que quería revelarle una
conspiración contra la vida del gobernador. El templo era el único
lugar donde Nehemías estaría seguro. Y le estaba sugiriendo un
acto cobarde. Pero no tuvo en cuenta la percepción espiritual de
Nehemías.(discernimiento) Leamos entonces los versículos 12 al
14:

"Reconocí que Dios no lo había enviado, sino que decía aquella


profecía contra mí porque Tobías y Sanbalat lo habían sobornado.
Pues fue sobornado para intimidarme, para que así yo pecara. Ellos
aprovecharían esto para crearme mala fama y desprestigiarme.
¡Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sanbalat, conforme a estas
cosas que hicieron; también acuérdate de la profetisa Noadías y de
los otros profetas que procuraban infundirme miedo!"
Podemos ver que Nehemías se encontraba en medio de complots
y planes para destruirle. Bien, él se ocupó de esas personas que
fingían ser sus amigos, pero aun así se encontraba en una posición
difícil. Estaba entre la espada y la pared. Apenas se daba vuelta,
se encontraba en medio de otra conspiración; pero al verse en esa
situación recurrió a Dios. Porque aquella tierra estaba soportando
otra vez la maldición de la existencia de falsos profetas. Daba la
impresión de que ellos eran los enemigos más resueltos de los siervos
de Dios. Continuemos leyendo el versículo 15:

"Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en


cincuenta y dos días".( 52 días)

Y así fue que sin toque de trompetas, ni el esplendor de grandes


ceremonias, se terminó el trabajo de reedificación de las murallas.
Dice el versículo 16:"Cuando lo oyeron todos nuestros enemigos,
temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros; se
sintieron humillados y reconocieron que por nuestro Dios había
sido hecha esta obra".
Esta gigantesca obra quedó concluida e 52 días. Podemos
imaginarnos la rabia y frustración que habrán sentido los enemigos de
los judíos al ver edificado el muro, sin que les hubieran valido para
nada los intentos para impedirlo. Envidiaron entonces la
prosperidad que esa obra les traería a los pobladores de Jerusalén, y
el éxito y el prestigio que la conclusión de esa obra les traería ante las
demás naciones. Sólo Dios podía haber llevado a cabo esta
empresa por medio de ellos. Pero aunque la muralla estaba
terminada, la situación para Nehemías y los suyos aún era peligrosa y
los problemas no se habían terminado. Leamos los versículos 17 al
19:

"En aquellos días los principales de Judá enviaban muchas cartas a


Tobías y recibían las de éste. Porque muchos en Judá se habían aliado
con él, pues era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo
había tomado por mujer a la hija de Mesulam hijo de Berequías.
También contaban delante de mí las buenas obras de Tobías, y a él le
referían mis palabras. Y Tobías enviaba cartas para atemorizarme".
Todavía le quedaba a Nehemías pasar por una amarga experiencia.
Durante todo este tiempo había aquellos del pueblo, que eran
amigos de los enemigos de Dios y mantenían, en una actitud que
constituía una verdadera traición, correspondencia con Tobías. Se
trataba nada menos que de los nobles, o sea los más importantes de
Judá, que se dejaron manipular por los enemigos de Dios, que
continuaban mostrando su oposición. Al participar en esta secreta
conspiración, no hacían otra cosa que favorecer a los intereses de los
enemigos de Israel y ocasionar la ruina de su propio país. Dice en
este versículo 18 que habían jurado lealtad a Tobías. Evidentemente
tanto Tobías como su hijo se habían casado con mujeres de
Israel. Tobías, concretamente, se había unido en matrimonio
con la hija de uno de esos nobles. Y como éste, probablemente se
produjeron otros matrimonios mixtos entre israelitas y extranjeros.
Parece que éste fue el resultado de que, durante todo este tiempo,
había habido una relación amistosa encubierta entre algunos de Judá
y los enemigos de Dios. Y Tobías tenía "oídos" o informantes
oficiosos dentro de las murallas de Jerusalén, que le informaban
sobre todo lo que Nehemías decía o hacía. Y Tobías también tenía
parientes o amigos que le contaban a Nehemías lo bien que actuaba
Tobías, tratando de realzar su imagen. Actuaban como oficiales de
enlace, llevando cuentos de un lado a otro. Lo que estaba claro que
este Tobías era un intrigante. Y él y sus secuaces aun tenían la
desvergüenza de intentar que Nehemías se hiciera amigo de él. Y
todas estas intrigas le crearían a Nehemías más problemas.
Y estos incidentes, que parecían no tener fin, nos conducen ahora, al
séptimo capítulo de Nehemías, que desarrollaremos en nuestro
próximo programa. Dicho capítulo finalizará esta extensa sección que
comenzó en al capítulo 1 y que en nuestro Bosquejo General lleva el
título de la "Reedificación de las murallas".

Luego de haber finalizado la reedificación de los muros, uno debe


recordar que al mismo tiempo se encontraban profetizando dos
profetas: Hageo y Zacarías. Y durante este período la Palabra de
Dios sería leída al pueblo, y como resultado llegaría un movimiento de
renovación espiritual, que produciría grandes reformas en la vida de
la nación.

Una vez completadas las obras de reedificación de la muralla, le gente


comenzaría a proteger la ciudad de Jerusalén.Muchas de las casas ya
se habían construido pero aun así, dentro de la ciudad todavía
quedaba mucho trabajo por hacer. Los pobladores tenían que limpiar
muchas zonas y eliminar los escombros que se habían acumulado. Era
importante organizar cuanto antes la protección porque al enemigo
que había tratado de frustrar la reedificación del muro podría pensar
en destruir la ciudad.
Por otra parte, nos llama la atención la obstinación y la
persistencia de los enemigos de Dios y de Su Palabra. Parece que
tras cada fracaso, volvían a conspirar con renovados esfuerzos.
Podríamos decir que, inconscientemente, ellos estaban preparando el
escenario para resaltar públicamente la autoridad y el poder de Dios.
Y es como si Dios hubiera permitido que llegaran al colmo de su
astucia, y que movilizaran sus mejores aliados y recursos para
destruir Sus planes y propósitos, hasta el extremo de permitirnos ver
la situación de indefensión y vulnerabilidad de aquel pueblo que se
esforzaba por levantar la muralla.Pero al mismo tiempo hemos visto
la constancia y firmeza de un líder que se apoyaba en Dios y en
Sus promesas. Y hemos comprobado que el poder de Dios es
mayor que todas las fuerzas de Sus enemigos, y que la sabiduría
que Él dio a Sus siervos, malogró tramas urdidas con la mayor astucia
que nos podríamos imaginar, planes en los que incluso participaron
traidores del pueblo de Israel. O sea que, paradójicamente, los
enemigos de Dios lograron hacer resaltar el poder de Dios de una
manera extraordinaria. En este sentido, recordemos que, después de
haber comparado la sabiduría y el poder humano, con la sabiduría y el
poder de Dios, San Pablo concluyó en 1 Corintios 1:25, que lo que en
Dios puede parecer una necedad, es mucho más sabio que la
sabiduría humana; y que lo que en Dios puede parecer una debilidad,
es más fuerte que toda fuerza humana. en medio de una generación
que exalta la ciencia y sabiduría humana hasta el punto de intentar
desplazar a la sabiduría que proviene de Dios, diremos que Dios
tiene la última palabra. Y en una generación que exalta el poder y
los medios humanos para solucionar los males de la humanidad, y
para evitar que los seres humanos se destruyan entre sí, Dios
también tiene la última palabra al respecto. Porque Dios se
complace en demostrar hoy su poder y sabiduría, que son
evidentes en el mensaje del Evangelio. Porque, como dijo también
San Pablo, el Evangelio es el poder de Dios para la salvación de
todo el que cree. Y creer, ¿en quién? En el Señor Jesucristo como
Salvador. Estimado oyente, le invitamos a experimentar el poder de
Dios para concederle el perdón y la vida eterna, y la sabiduría de la
Palabra de Dios aplicada a su vida diaria mediante la obra del Espíritu
Santo, para transformar su vida en esta tierra en una vida
significativa, en una vida que merezca la pena vivir.
NEHEMIAS 7 ( REGISTRO FAMILIAR )
Nemías 7:1-73

Llegamos hoy, estimado oyente, al séptimo capítulo del libro de


Nehemías, que concluye la primera sección de este libro iniciada en el
capítulo 1 y que hemos titulado la "Reedificación de las murallas". En
este capítulo se destaca el registro familiar realizado por
Nehemías.

Ahora, al entrar en este capítulo 7, vemos que los muros de Jerusalén


habían sido reedificados, como mencionamos en nuestro programa
anterior. Y vamos a ver que ellos comenzaron entonces a proteger
la ciudad; el templo había sido reedificado y gran número de las
casas también. Dentro de la ciudad aún quedaba mucho trabajo por
hacer. Todavía se estaban limpiando los escombros que allí se habían
acumulado. Pero en ese momento era necesario proteger la ciudad
porque el enemigo que había tratado de estorbar la tarea de la
reedificación de los muros, podría tratar de entrar y destruir la ciudad.
Veamos ahora lo que dice aquí el versículo 1, de este capítulo 7 de
Nehemías:

"Después que el muro fue edificado y se colocaron las puertas, se


nombraron porteros, cantores y levitas".
Una vez concluida la muralla, Nehemías colocó las puertas en sus
correspondientes lugares, y nombró a los hombres que protegerían la
ciudad. Los porteros eran los que vigilaban. Ellos estaban de guardia
y eran los que estaban alrededor de ese muro, observando, vigilando
lo que ocurría fuera e informando de ello a los que estaban dentro. Si
se aproximaba algún enemigo o se observaba algún peligro en el
exterior, hacían sonar la alarma. Era una tarea permanente de 24
horas de duración; o sea que vigilaban de día y de noche. Por tanto,
eran personas que habían sido seleccionadas cuidadosamente y que
cumplían requisitos exigentes. Pero vamos a ver que las normas
establecidas no se cumplieron como debían haberse cumplido.
Los guardias de las murallas no tenían que ser indiferentes frente a
las personas que llegaban y penetraban dentro de las murallas.
Se nos dice hoy que no tenemos que ser indiferentes con respecto a
aquellos que llegan para reunirse con la comunidad de los creyentes.
Porque no vamos a tener una relación de comunión y compañerismo
con todos los que profesan ser creyentes. Observemos lo que Pablo
dijo en su Primera carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 11: "No
debéis tener trato con ninguno que, llamándose hermano, sea
inmoral, avaro, idólatra, chismoso, borracho o ladrón". En la
actualidad se le da a la doctrina cristiana la máxima prioridad, por
ejemplo, a aquellos que niegan que las Sagradas Escrituras
están exentas de error y la deidad de Jesucristo, no podemos
convertirlos en nuestros hermanos y tener compañerismo con
ellos en la adoración a Cristo. Pero Pablo no estaba hablando de
doctrina cuando dijo que se debían tener tratos con inmorales. Estaba
refiriéndose al hombre o a la mujer que no hiciese frente al pecado en
su propia vida. La comunión y el compañerismo han estado basados
en la doctrina cristiana, y se rompe esa relación cuando no hay
acuerdo en esas áreas básicas. Aquí cabe aclarar que ese
compañerismo se refiere a la participación comunitaria en el culto
cristiano y a las actividades corporativas de la iglesia. Esa prohibición
en ningún modo entra en el campo de la amistad cristiana y la ayuda
espiritual que se debe prestar a las personas que cometan esos
pecados. Por otra parte, conviene dejar bien en claro que el
interrumpir la comunión o el compañerismo con otro creyente por
causa de un tema de la doctrina cristiana no significa que uno deba
colocarse en el papel de juez frente a esa persona. A un predicador
joven llamado Timoteo, Pablo le aconsejó lo siguiente, en su
segunda carta 2:19, "No obstante, el sólido fundamento de Dios
permanece firme, teniendo este sello: el Señor conoce a los que son
suyos, y: Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el
nombre del Señor". Ni usted ni yo sabemos quienes son realmente
hijos de Dios, pero Dios sí conoce quienes le pertenecen. Nadie tiene
derecho a actuar en contra de nadie por cuestiones de doctrina
cristiana, o porque le parezca que alguien ha relegado algún punto de
la doctrina cristiana porque hace las cosas de una manera diferente.
Porque el único juez es Dios y Él juzgará a quienes tenga que
juzgar. Lo único que los creyentes tienen que hacer es evitar o
interrumpir la relación eclesial de comunión, pero de ninguna manera
actuar contra otros que profesen ser cristianos como si fuéramos
jueces.
Volviendo a Jerusalén, vemos que, además de nombrar porteros para
que vigilaran la ciudad, Nehemías nombró cantores. En el capítulo
siguiente encontraremos a Nehemías diciendo: "La alegría del
Señor es vuestra fuerza". El espíritu de alabanza es el espíritu
de poder. Esto quiere decir que los creyentes tendrían que ser un
grupo de personas alegres. Pero esa alegría está con frecuencia
ausente de la iglesia contemporánea. Por supuesto que los creyentes
muestran su alegría en ciertas conversaciones, ante chistes u
observaciones humorísticas, y cuando disfrutan de una buena comida
o en otras reuniones sociales. Pero el estudio de la Biblia no es para
muchos una fuente de alegría y disfrute. Y eso se nota incluso en el
semblante de la gente cuando escucha la exposición de la Palabra.
Ahora, Pablo dijo en Efesios 5:18 y 19 que la señal del creyente
lleno del Espíritu era esta: "No os embriaguéis con vino, en lo cual
hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros
con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con
vuestro corazón al Señor". Observemos que en la frase "hablando
entre vosotros con salmos", la palabra "Salmos" se refiere a la
alabanza. La palabra "Himnos" nos habla de las perfecciones
atribuidas a la Deidad. Estas realidades y el hecho de ensalzar lo
hermosa que es la persona de Jesús constituyen el tema de nuestras
canciones y ello trae alegría a nuestra vida.

Se dice que alguien tenía en su despacho el siguiente lema en un


cuadro: "La alegría es la bandera que ondea en el corazón cuando el
Maestro reside en él". Es que cuando uno vive de acuerdo con la
voluntad de Dios y tiene esa relación de compañerismo con Él,
disfruta de una auténtica alegría en su vida. En ese caso, podemos
decir que uno vive una vida de verdadera calidad.
El tener aquellos porteros y cantores hacía de Jerusalén una gran
ciudad. Pero eso no era todo, sino que también nombraron levitas.
Ellos eran los ministros o servidores de los servicios religiosos.
El escritor del libro de los Proverbios 18 versículo 16 "La dádiva del
hombre le ensancha el camino y le lleva ante la presencia de los
grandes". En otras palabras, hay que reconocer que con un regalo se
abren todas las puertas y se llega hasta la gente importante,
influyente. Ésta es una gran verdad en la sociedad, en las relaciones
humanas. Pero en la esfera del reino de Dios, si Él lo ha llamado a
usted a que sea un ministro, un siervo, Él preparará un lugar de
servicio para usted, sin necesidad a que usted recurra a
medios puramente humanos para lograr una posición. Lo cual
quiere decir que Dios le dará el lugar donde pueda servirle
mejor. Leamos ahora el versículo 2 de este capítulo 7 de Nehemías:

"Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Hanani y a Hananías, jefe


de la fortaleza, (porque éste era un hombre fiel y temeroso de Dios,
más que muchos)".
Cuando él dijo aquí "mi hermano Hanani", probablemente no quiso
decir que era hermano de sangre. Recordemos que al comienzo del
libro de Nehemías, cuando se encontraba en el palacio en Susa
sirviendo en la corte del rey Artajerjes, uno de sus hermanos de
Jerusalén llegó para informarle sobre la condición del remanente que
había regresado a Jerusalén. Y era uno de los compatriotas de
Nehemías, más que un hermano carnal. Hanani era probablemente
uno de los líderes de Jerusalén, y había sido él el que había
informado a Nehemías sobre la situación en Jerusalén, como ya
hemos leído en el capítulo 1. Así que Nehemías conocía a este
hombre. Fue por este motivo que él dijo: "Puse al frente de Jerusalén
a mi hermano Hanani y a Hananías, jefe de la fortaleza". ¿Fue
nombrado Hanani para este cargo porque era un hombre educado y
formado teológicamente? No. Fue uno de los hombres designados
para estar el frente de Jerusalén porque era un hombre fiel, y
porque tenía un temor reverencial de Dios mayor que mucha
gente. O sea, que fue elegido por su fidelidad y no por su
educación.
Por supuesto que hacen falta pastores, predicadores y maestros bien
preparados. Pero es posible descuidar otros aspectos igualmente
importantes si uno va en esa dirección. Es posible ser alguien que
sirva a Dios a quien le falte un verdadero carácter, y sin embargo
tenga una adecuada preparación académica. Pero lo que Dios
quiere, es fidelidad. En 1 Corintios 4:2 el apóstol Pablo dijo: "se
requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel".
Estimado oyente, ¿pueden sus compañeros cristianos depender de
usted? ¿Es usted fiel? Eso es lo importante. La educación es
provechosa si usted es una persona fiel. Pero no tiene ningún
valor si usted no es fiel.

Continuemos leyendo ahora el versículo 3, de este capítulo 7 de


Nehemías: "y les dije: Las puertas de Jerusalén no se abrirán hasta
que caliente el sol, y se cerrarán y atrancarán antes de que se
ponga".

Y de entre los habitantes de Jerusalén nombré guardias e indiqué que


cada uno hiciera su turno frente a su propia casa.
Cada entrada a la ciudad debía ser vigilada durante todo el día. Y
durante la noche, cuando cualquier cosa pudiera ocurrir, todos debían
mantener la vigilancia. Cada uno tenía que vigilar, al menos, su
propia casa. En este sentido, recordemos que en Marcos 13:37, el
Señor Jesucristo dijo que Dios nos hace a nosotros
responsables por lo menos por nuestro propio hogar, aquellos
que están más cerca de nosotros. El Señor Jesucristo dijo, "Y lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: ¡Estad despiertos!" Ésa tendría que
ser la actitud de todo creyente. Pero, en todo caso, será una vigilancia
confiada en la presencia y los recursos sobrenaturales del Señor.
Ahora, el versículo 4, dice:

"La ciudad era espaciosa y grande, pero había poca gente dentro de
ella, porque las casas no habían sido reedificadas".

O sea, que no se había completado la edificación de todas las casas.


Quizás era posible que alguien hubiera estado interesado en construir
su propia casa y se olvidara de vigilarla. La actitud y el espíritu que
había prevalecido en la tarea de edificar las murallas y las puertas
había sido el de trabajar con una paleta en una mano y una espada
en la otra. Y en la vida cristiana y en el servicio a Dios necesitamos
ambos aspectos.

En el resto de este capítulo 7 tenemos un registro de familias. Leamos


a continuación los versículos 5 al 7:
"Entonces puso Dios en mi corazón que reuniera a los nobles, a los
oficiales y al pueblo, para que fueran empadronados según sus
familias. Y hallé el libro de la genealogía de los que habían subido
antes, y encontré que en él se había escrito así: Estos son los hijos de
la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevó cautivos
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a
Judá, cada uno a su ciudad. Ellos vinieron con Zorobabel, Jesúa,
Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet,
Bigvai, Nehum y Baana".
Lista de los hombres del pueblo de Israel: Ésta es la misma
genealogía que aparece en Esdras 2. Y quisiéramos que usted
tome nota de esta genealogía porque es muy importante. Ahora, ¿por
qué permitió Dios que se gastara tanta tinta en presentar dos veces la
misma genealogía? Bueno, es que La palabra de Dios dice, en el
Salmo 112:6, para siempre será recordado el justo. Es como si
Dios hubiera dicho, "Yo conozco a esa gente y quiero que usted sepa
que los conozco". Él ha colocado estos nombres aquí y lo hizo por
duplicado. Como si fuera una copia con papel carbón. Él dice, "Quizás
esto no le parezca interesante, pero para mí lo es. Yo conozco a cada
uno de ellos, son míos". Y ésta es simplemente una hoja del libro de
las memorias de Dios. Hay bastantes genealogías y listas de nombres
en las Sagradas Escrituras. En el capítulo 49 de Génesis tenemos
la lista de los doce hijos de Jacob, es decir, de las doce tribus
de Israel. En el Segundo libro de Samuel 23, tenemos la lista de los
valientes de David. Los primeros 10 capítulos del Segundo Libro de
Crónicas son listas de nombres. Y este mismo libro de Nehemías 3
nos da otra lista. En el Nuevo Testamento, vemos que Romanos 16
contiene una lista de nombres, Y Hebreos 11 presenta una lista de
aquellos que se destacaron por su fe. Para nosotros son simplemente
nombres, pero Dios recuerda a todas esas personas y registró
sus nombres en el Libro de la Vida del Cordero. Leamos ahora el
versículo 17 de este capítulo 7 de Nehemías:

"Los hijos de Azgad, dos mil trescientos veintidós".


Aquí encontramos a los hijos de Azgad. Ahora, ¿quién sería este
Azgad? Fue un hombre conducido al cautiverio en Babilonia.
Durante aquellos 70 años, quizás algunos más, su familia se estuvo
multiplicando. Aquí se mencionan a sus 2.322 descendientes, y cada
uno de ellos pudo decir: "Yo soy descendiente de Azgad" Soy un
israelita. Y se quien soy. Azgad fue mi antepasado".

Hay quienes hoy dicen, "Bueno, pienso que soy un hijo de Dios.
Espero ser un hijo de Dios". Estimado oyente, ¿no sabe usted si es un
hijo de Dios? Usted puede saberlo. En 1 Juan 5:12, el escritor dijo: "El
que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no
tiene la vida". No admite más de dos opciones o interpretaciones, o
tener al Hijo de Dios, o no tenerlo. No hay una opción intermedia.
Entonces, ¿lo tiene usted? ¿Ha confiado usted en Él? Si usted ha
confiado en el Señor Jesús como su Salvador, usted le tiene y por lo
tanto, según esta declaración, usted tiene la vida. Y si usted no cree
en lo que Él dijo, entonces es como si estuviera afirmando que Él ha
mentido. Si usted ha depositado su fe en Cristo, usted tiene la vida
eterna, y esta verdad está basada en la autoridad de la Palabra de
Dios. Y Dios ha confirmado esa palabra poniéndola por escrito. Por
ello utilizamos el ejemplo de un descendiente de Azgad, que podía
firmar rotundamente, "Yo se quien soy; mire usted, mi nombre ha
sido escrito en esta lista".

Pero hubo algunos que no podían decir lo mismo, como veremos al


leer el versículo 61 de Nehemías 7:
"Estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e
Imer, los cuales no pudieron mostrar que la casa de sus padres ni su
genealogía eran de Israel"

Éstos que aquí se mencionan no pudieron probar su genealogía.


Aquellos seguramente pensaron que eran israelitas, esperaban serlo o
trataban de serlo.Pero el pensarlo, el esperarlo o el intentarlo no
les convertía en israelitas ni les resultaba de ninguna ayuda. Y
como no podían probar su descendencia, su genealogía, fueron
excluidos. A continuación veamos el versículo 64:

"Éstos buscaron su registro de genealogías, pero no se halló, por lo


cual fueron excluidos del sacerdocio"

Aplicando este ejemplo a la experiencia de la salvación, diremos que


usted, estimado oyente, no sólo necesita ser salvo, sino que
también tiene que saberlo con certeza. Leamos ahora el
versículo 65:

"y el gobernador les prohibió que comieran de las cosas más santas,
hasta que un sacerdote decidiera la cuestión por medio del Urim y el
Tumim".
En aquel tiempo los sacerdotes tomaban sus decisiones, basándose
en el Urim y el Tumim, que se encontraban en el pectoral que usaba
el sumo sacerdote. El pectoral era como un saquito cuadrado que
estaba ligado al efod, que era un ornamento que se llevaba sobre
la túnica del sumo sacerdote. Se ha pensado que el Urim y el
Tumim eran pequeños guijarros o varillas. Gracias a dos colores
diferentes se podía interpretar su salida del efod como un sí o
como un no. Si salían juntos, se interpretaba que no había
respuesta. Por este medio el sumo sacerdote averiguaba la voluntad
de Dios. Aquella fue la manera provista por Dios para aquella época.
Pero en la actualidad, los creyentes en Cristo determinan cual
es la voluntad de Dios por medio de Su Palabra y la guía del
Espíritu Santo. Y esa misma Palabra es la que nos explica cómo
podemos obtener la vida eterna.

Leamos, finalmente por hoy, el versículo 73 de Nehemías 7:

"Y los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del
pueblo, los sirvientes del Templo y todo Israel habitaron en sus
ciudades".

Éste es, pues, el último versículo de este séptimo capítulo. Los


israelitas se encontraban en ese momento de su historia de regreso
en su tierra. Bajo la dirección de Nehemías se había realizado una
gigantesca obra. Pero, como veremos más adelante, el trabajo no
había finalizado. Aún quedaba más tarea para ellos.
Al concluir nuestro estudio de hoy y a raíz de lo que hemos leído en el
versículo 3, que cada uno de los vigilantes de la ciudad debía
efectuar su turno de guardia, algunos en sus puestos y otros
frente a su propia casa, imaginamos que aquellos habitantes de
Jerusalén habrán experimentado miedo e inseguridad, especialmente
al caer la noche, porque la oscuridad creaba las condiciones propicias
para un ataque del enemigo. Pero, en todo caso, aquella vigilancia
debía ser una actitud confiada, una actitud de fe consciente de la
insuficiencia y debilidad humana, y de la suficiencia y efectividad de
los recursos sobrenaturales de Dios. Y los temores de aquellos
moradores de la ciudad, son nuestros miedos y temores en el
día de hoy. En este sentido, viene bien recordar las siguientes
palabras del Salmo 127: "Si el Señor no edifica la casa, en vano
trabajan los que la edifican: si el Señor no guarda la ciudad, en vano
vela la guardia". Estimado oyente, vivimos en un mundo en el que las
medidas de seguridad son cada vez más numerosas y efectivas,
basadas en los últimos adelantos de la tecnología. Pero el caso es que
las personas son cada vez más conscientes de su vulnerabilidad,
de su inseguridad. Estimado oyente, está claro que hay en nosotros
una tendencia a la autodestrucción, y fuerzas o influencias externas
que tratan de malograr nuestra vida presente y futura. Le invitamos
a vivir una vida de seguridad,basada en una relación con
Dios.Usted puede iniciar esa relación depositando su fe en Jesucristo,
creyendo en Él como su Salvador. Quizás, pueda usted dirigirse a Dios
haciendo suyas las palabras del autor del Salmo 31: "Señor . . .
inclina a mí tu oído, rescátame pronto; sé para mi roca fuerte,
fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi fortaleza,
y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás".

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=541
Nehemías 8:1-18 ( RENOVACIÓN Y REFORMA)
Continuamos hoy nuestro recorrido por el libro de Nehemías. Nos
corresponde hoy el capítulo 8 que, en nuestro bosquejo general inicia
la segunda y última sección de este libro, titulada "Renovación y
Reforma", que abarca desde el capítulo 8 hasta el 13. En nuestro
programa anterior, vimos que Nehemías había hecho todos los
preparativos necesarios para que la ciudad de Jerusalén estuviese
bien protegida. También nombró cantores, porque él quería que
los habitantes de la ciudad experimentaran la alegría de su
relación con en el Señor. Esta actitud era esencial para una
renovación espiritual. El tema central de este capítulo, es la lectura
pública de la Palabra de Dios, llevada a cabo por Esdras. Pues bien,
escuchemos lo que nos dice el primer versículo del capítulo 8:

"Entonces se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza


que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron al escriba Esdras
que trajera el libro de la ley de Moisés, la cual el Señor había dado a
Israel".

Esdras, que era un maestro, un escriba, fue llamado para llevar a


cabo una lectura bíblica. Ellos iban a tener, entonces, una lectura
bíblica pública de grandes proporciones. Veamos lo que dice el
versículo 2:

"El primer día del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la Ley
delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de
todos los que podían entender".

Observemos que aquellos que estaban reunidos eran personas con


uso de razón. Dice aquí: de todos los que podían entender lo que
oían. Y esto quiere decir que ellos tenían un servicio de guardería
para las criaturas más pequeñas. No sabemos los detalles de cómo se
llevó a cabo este cuidado de los niños, pero es evidente que se
hicieron preparativos adecuados para que los adultos allí reunidos se
pudieran concentrar en escuchar la lectura de la Palabra de Dios. En
el versículo 3 se nos dice de Esdras:
"Desde el alba hasta el mediodía, leyó en el libro delante de la plaza
que está delante de la puerta de las Aguas, en presencia de hombres
y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el
pueblo estaban atentos al libro de la Ley".

Usted recordará, estimado oyente, que cuando estudiamos las


puertas de Jerusalén dijimos que la puerta de las aguas era un
símbolo de la Palabra de Dios y entonces ellos habían hecho un
púlpito y lo habían colocado en este lugar, y desde allí leyó Esdras.

Sería realmente difícil encontrar hoy una congregación que nos


escuchara leer la Biblia desde la mañana hasta el mediodía. La gente
siempre ha tenido dificultad para escuchar un mensaje de 45 minutos,
que ya incluye la lectura. Sin embargo, aquellos israelitas que se
reunieron para escuchar la Palabra de Dios estaban verdaderamente
interesados en oírla. Habían estado en el cautiverio por 70 AÑOS
y nunca antes habían escuchado la Palabra de Dios. Para ellos
fue una nueva experiencia. Leamos entonces el versículo 4:

"Y el escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían


levantado para esa ocasión, y junto a él estaban, a su derecha,
Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías; y a su mano
izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y
Mesulam".

Éstos eran los 13 hombres que estaban junto a Esdras. Veamos


ahora, el versículo 5:

"Abrió, pues, Esdras el libro ante los ojos de todo el pueblo, pues
estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, el pueblo
entero estuvo atento".

Se nos da la indicación aquí que ellos estaban de pie, escuchando la


lectura de la ley y quiere decir que así permanecieron durante todo el
tiempo que duró la lectura, sin sentarse para descansar, desde el
amanecer hasta el mediodía. En
primer lugar, ellos elevaron una alabanza a Dios. Leamos el versículo
6:
"Bendijo entonces Esdras al Señor, Dios grande. Y todo el pueblo,
alzando sus manos, respondió: ¡Amén! ¡Amén!; y se humillaron,
adorando al Señor rostro en tierra".

Esto quiere decir que ellos se inclinaron hasta tocar con sus frentes el
suelo. Ésa es la forma en que ellos adoraban en esos días. Y entonces
Esdras alabó al Señor. Luego, continuando con nuestra lectura,
leamos el versículo 7:

"Los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías,


Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al
pueblo la Ley, mientras el pueblo se mantenía atento en su lugar".

Aquí tenemos una lista de nombres, y los mencionamos porque


fueron de personas de bastante importancia. Fueron los que
explicaron la Palabra de Dios a la gente allí reunida. Y dice el versículo
8:

"Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su


sentido, de modo que entendieran la lectura".

Esta gran asamblea de todo el pueblo, se había reunido a la puerta de


las Aguas, dentro de los muros de Jerusalén.
Los hombres mencionados en el versículo 7, fueron colocados en
diferentes lugares entre la multitud. El sacerdote Esdras, el escriba,
leía una cierta parte de la ley, y luego se detenía, mientras cada uno
de esos hombres convenientemente distribuidos al frente de grupos,
entre la multitud, le preguntaba a su grupo si había comprendido lo
que se acababa de leer. Y quizá la mayoría de la gente, movería su
cabeza asintiendo, indicando que había comprendido. Pero quizás
otros levantaban sus manos indicando que no habían entendido.
Entonces, el hombre asignado les explicaría el significado de esa parte
de la ley. Después, Esdras continuaba leyendo otra sección de la ley,
y se detendría para dar lugar a las preguntas de la gente que tuviera
dudas y así, sucesivamente, el maestro de cada grupo las
respondería.
Nos preguntamos si hoy, en las iglesias cristianas, nosotros
simplemente leyéramos más extensamente la Biblia, dedicándole más
tiempo; ¿qué ocurriría? Es decir, que alguna persona se levantara y
sólo leyera la Biblia; y luego, uno tuviera maestros preparados,
colocados en diferentes partes de la congregación a cargo de sus
respectivos grupos, para responder a las preguntas que pudieran
surgir. Supongamos que se leyera el primer capítulo de Efesios en la
actualidad. Uno no tendría que llegar muy lejos en su lectura, antes
de que apareciera un problema o una duda. Efesios 1:4, dice: "según
nos escogió en El antes de la fundación del mundo..". Creemos que
alguien pudiera leer a la congregación este versículo, seguido de los
versículos 5 y 6, y luego se detendría. Lo leído daría lugar a preguntas
tales como: ¿Qué quiso decir Pablo? ¿Estaba enseñando la doctrina de
la elección? Es posible que una lectura extensa comentada
detalladamente conduciría a una renovación espiritual. Al menos esta
lectura que tuvo lugar en los tiempos de Nehemías, sí lo logró.

La lectura de la ley, junto con la formulación de preguntas y las


respuestas dadas por los maestros, hizo que la gente entendiera la
ley. Al escuchar cada uno desde su lugar la exposición de la Palabra,
apenas se escuchaba algo que no se entendiera, inmediatamente era
clarificado. Personalmente creemos que toda la Biblia debería ser
enseñada de esta manera, y que cada versículo que no resulte claro,
tendría que ser explicado. Lo que sucede es que hoy existe una gran
falta de interés en la Palabra de Dios. No creemos que sea muy
adecuado ni didáctico el sistema de tomar un versículo y luego irse
por todas partes, por dentro y fuera de la Biblia en un mensaje de
predicación del evangelio, y sin volver al pasaje leído para explicarlo
debidamente. No creemos que ése sea el sistema correcto. Creemos
que Dios quiere que leamos la Biblia e intentemos explicarla a medida
que avanzamos en su lectura. El actuar de otra manera, lo único que
consigue es fomentar la falta de interés en la Palabra de Dios.
Y eso no es todo. Aquí, en este capítulo 8:8, tenemos otra gran
lección para todos. Hay muchos métodos que se pueden utilizar en la
predicación. Hay un acercamiento psicológico a la Palabra, y una
aproximación erudita o intelectual, y muchos se distribuyen por otras
opciones. Y creemos que hay una manera de exponer la Palabra, y es
el método utilizado en este pasaje Bíblico que estamos considerando.
Y es este, resumido en la siguiente afirmación que hemos leído en el
versículo 8: "Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y
explicaban su sentido, de modo que entendieran la lectura".
Realmente, necesitamos comprender lo que Dios está diciendo en Su
Palabra. Continuemos entonces con nuestra lectura, leyendo el
versículo 9 de Nehemías 8:

"Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras y


los levitas que hacían entender al pueblo dijeron a todo el pueblo:
Hoy es día consagrado al Señor, nuestro Dios; no os entristezcáis ni
lloréis; pues todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la Ley".

Muchas de estas personas nunca habían escuchado la palabra de


Dios. La lectura clara y la enseñanza de la ley les hizo sentir una
convicción profunda de su pecado. Y esto causó algo así como un
estallido emocional, que hizo brotar lágrimas de arrepentimiento. Y
posiblemente lloraron también de alegría, porque estaban muy
conmovidos. Notemos lo que cuidadosamente indicó Nehemías en la
primera parte del versículo 10, de este capítulo 8 de su libro, que
leemos a continuación:

"Luego les dijo: Id, comed los mejores alimentos, bebed vino dulce y
enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque éste es
día consagrado a nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo
del Señor es vuestra fuerza".

Ahora, éste fue un servicio social. Éste es el aspecto de


solidaridad social del Evangelio. Estimado oyente, si la Palabra de
Dios tiene algún significado para usted, y si usted recibe algo de ella,
entonces le impulsará a salir y a hacer algo por el bien de otra
persona. Éste deber ser uno de los efectos de la Palabra de Dios en su
vida. Y lo importante es que le motivará a usted a hacer algo
por Dios.
Nehemías dijo que ellos deberían enviar porciones a los que no
tenían nada preparado. Es decir, que debían hacer algo a favor de
los pobres. También les dijo que no se entristecieran, porque la
alegría experimentada por su relación con el Señor, era para ellos un
refugio, una fortaleza. Recordemos que el apóstol Pablo dijo a los
creyentes en Filipenses 4:13, "Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece... , alegraos siempre en el Señor". Y en ese mismo capítulo
4:4 les dijo: "Os lo repito: ¡Alegraos!" Lo que Pablo les quiso enseñar
fue que el origen del poder era esa alegría. El secreto es la
oración, pero la fuente del poder para el cristiano es la alegría.
La Palabra de Dios, estimado oyente, debería hacerle feliz. Ésa es una
de las razones por la cual pensamos que algo anda mal en el servicio
religioso de una Iglesia, si no lo hace a uno sentirse feliz y resulta de
bendición para su corazón.

El Dr. J Vernon McGee, autor de estos estudios bíblicos, contaba que


durante un período de 21 años en la ciudad de Los Ángeles,
California, él tuvo el privilegio de tener lo que se consideró en su
tiempo el servicio religioso de mitad de semana más grande del país.
El dijo: "Nosotros teníamos entre 1.500 a 2.500 personas asistiendo a
las clases de la Biblia. Y yo siempre salía y me quedaba en la puerta
de la Iglesia para dar la mano a los que salían al terminar la reunión.
Siempre me podía dar cuenta, de cómo había ido el estudio bíblico, si
había sido una bendición para la gente, o no. Muchas veces la gente
salía, y sólo murmuraba algo cortésmente pero sin mucho sentido al
darme la mano, entonces, yo me daba cuenta", comenta el Dr.
McGee, "de que esa noche la enseñanza impartida no había sido una
verdadera bendición. Pero en otras ocasiones, algunos salían alegres
y con un rostro radiante me daban la mano, expresando que la
Palabra de Dios había traído paz y alegría a sus corazones. Entonces,
yo me daba cuenta", decía el Dr. McGee, "que esa noche el estudio
Bíblico había logrado su objetivo".
Es que, estimado oyente, la Palabra de Dios debe traerle alegría.
Después de despertar nuestra conciencia a la presencia del
pecado, y de corregirnos, haciéndonos sentir la tristeza por
habernos apartado de ella, debe producir en nosotros alivio, paz
y alegría. Dios no quiere que usted tenga sólo un poco de alegría,
sino que usted disfrute mucho leyendo Su Palabra,
estudiándola. Ahora, el estudio de la Palabra de Dios debería traer ese
gozo a su vida. Y si el estudio de la Palabra de Dios no le está
trayendo alegría a su vida, entonces, hay algo radicalmente malo en
usted y hay que enfrentar ese problema. Usted tiene que dirigirse a
Dios en oración y decirle: "Señor, yo quiero que Tu Palabra traiga
gozo a mi vida. Y si hay una nube que se interpone, que está
interfiriendo en nuestra relación de compañerismo y comunión,
cualquiera que sea, quiero que sea removida, para que cuando
estudie la Palabra, yo pueda experimentar la alegría que el Señor
trae". Y eso es lo que será el ir a la Iglesia, una experiencia que
realmente se pueda disfrutar, es decir, una experiencia alegre.

¿Ha visto usted las multitudes que se dirigen a los acontecimientos


deportivos? Es como si acudieran a una fiesta, por la alegría que
muestran. ¿Ha visto a la gente yendo una Iglesia un domingo por la
mañana? Parecen reflejar pensamientos como ¡qué obligación! ¡qué
carga! Y hay muchas personas que están soportando cargas pesadas.
Pero esas cargas deberían ser dejadas en las reuniones, y las
personas deberían salir de esos lugares con sus corazones rebosando
de alegría, o demostrando que se acaba de disfrutar de una grata
experiencia. Luego en el versículo 12, de este capítulo 8 de Nehemías
se nos dice:

"Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a obsequiar porciones y a


gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les
habían enseñado".
Esperamos, estimado oyente, que este estudio bíblico le haga feliz a
usted. Esa es la razón por la cual a veces nosotros leemos las cartas
dirigidas a nuestro programa. Oímos de personas que sienten el
desaliento en sus vidas, y la Palabra de Dios entonces, les trae gozo;
de un hogar en el que la pareja estaba a punto de separarse y
entonces la Palabra de Dios les dio motivos para reanudar una vida de
pacífica convivencia; de un hombre que tiene amargura y
resentimiento en su corazón contra otros, y la Palabra de Dios
comienza a obrar y a transformar su vida. Permítanos decirle que la
Palabra divina puede también tener un efecto en usted. Ahora, el
versículo 13, dice:

"Al día siguiente, se reunieron los cabezas de familia de todo el


pueblo, sacerdotes y levitas, junto al escriba Esdras, para estudiar las
palabras de la Ley".

El estudio inicial de la Ley de Dios hizo que muchos de los


dirigentes acudieran a Esdras al día siguiente para recibir más
instrucción. Esto es muy importante porque muestra el interés
genuino que ellos tenían en la Palabra de Dios y que ésta había
comenzado ya a actuar en ellos, comenzando su obra de
renovación, de transformación. Veamos ahora lo que sucedió aquí
en los versículos 14 al 18 de este capítulo 8 de Nehemías:

"Y hallaron escrito en la ley que el Señor había mandado por medio
de Moisés, que habitaran los hijos de Israel en tabernáculos en la
fiesta solemne del mes séptimo; y que hicieran saber e hicieran
pregonar por todas sus ciudades y por Jerusalén, diciendo: Salid al
monte y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de mirto, de
palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer tabernáculos, como
está escrito. Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron
tabernáculos, cada uno sobre su terrado, en sus patios, en los
patios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas y en
la plaza de la puerta de Efraín. Toda la asamblea que volvió de la
cautividad hizo tabernáculos, y en tabernáculos habitó; porque desde
los días de Josué hijo de Nun hasta aquel día, no habían hecho así los
hijos de Israel. Y hubo gran alegría. Leyó Esdras el libro de la ley de
Dios cada día, desde el primer día hasta el último; hicieron la fiesta
solemne por siete días, y el octavo día fue de solemne asamblea,
según el rito establecido".
Ésta fue una celebración de la Fiesta de los Tabernáculos. El
habitar en tiendas debía servir como recordatorio para ellos del
cuidado paternal y la protección de Dios mientras Israel viajaba de
Egipto a Canaán. Aquí en los días de Nehemías, ellos estaban
obedeciendo la Ley que les había sido leída. Ellos habían oído la
Palabra de Dios y estaban cumpliendo lo que ella mandaba. Estimado
oyente, usted puede leer y estudiar la Biblia y experimentar el gozo
que ella trae a su corazón, y esperamos que usted haga eso; pero esa
alegría se desvanecerá a menos que usted obedezca lo que ha leído y
permita que tenga su efecto en usted, es decir, que afecte a su vida.

Y así concluimos nuestro estudio del capítulo 8 de Nehemías.

Ahora en el capítulo 9 veremos que el resultado de esta gran lectura


bíblica, lectura pública, explicada y aplicada a la vida de cada uno,
fue una renovación espiritual. Esperamos que usted nos acompañe
en nuestro recorrido por ese capítulo 9 de Nehemías.
En este programa hemos destacado la verdadera fuente de alegría
que es la Palabra de Dios. Por ello el autor del Salmo 119 pudo decir,
"Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son
el gozo de mi corazón". Y aquí queremos resaltar el tremendo
contraste que existe entre la Palabra que Dios ha pronunciado, y lo
que brota de la boca de los seres humanos. Bien decía el apóstol
Santiago, que la lengua humana es como un fuego, como un
mundo de maldad, y un pequeño miembro del cuerpo humano
que nadie en este mundo puede dominar. Llegó a decir que era
un mal turbulento y lleno de veneno mortal. En su capítulo 2:9 dijo:
"Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos
a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios. De la misma
boca proceden bendición y maldición. ¿Acaso una fuente por la misma
abertura echa agua dulce y amarga?" Frente a esta imagen de
destrucción incontrolada, hemos visto los efectos de la Palabra de
Dios. Esa Palabra destruye el pecado, el mal, para que éstos no
destruyan al ser humano y después, construye, edifica,
restaura lo que se ha destruido, limpia, purifica y trae alegría.
No se trata de la alegría superficial, frívola, sino de una satisfacción
auténtica, que va en aumento en la medida en que el ser humano la
deja actuar en su vida por la obra del Espíritu Santo. Por ello,
estimado oyente, le invitamos a aceptar por la fe la obra del Señor
Jesucristo en la cruz, recibiéndole como su Salvador y entonces, la
Palabra y la acción del Espíritu irán transformando una vida que era
una fuente contaminada por la amargura de su experiencia
vital, en una fuente que rebose alegría, dulzura y la paz de la
relación con Dios y la posesión de la vida eterna.

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=542

N NEHEMIAS 9: 1-38 – ORACIÓN Y RENOVACIÓN


ESPIRITUAL

C CAPITULOS 9 que hablan de mov. De


renovacion : ESDRAS-DANIEL -NEHEMÍAS
En primer lugar diremos que los capítulos 9 y 10 presentan el tema
titulado "Oración y renovación espiritual". En el día de hoy estimado
oyente, vamos a considerar lo que dice el capítulo 9 de Nehemías.
Recordemos que en el estudio del Libro de Esdras dijimos que había
varios grandes capítulos "nueve" en las Escrituras, y todos ellos
tienen que ver con "movimientos de renovación". Lo vimos en el
capítulo nueve de Esdras y hoy tenemos ante nosotros el capítulo 9
de Nehemías, y también hemos citado el noveno capítulo en el Libro
de Daniel, que consideraremos al estudiar ese libro.

Probablemente deberíamos aclarar lo que queremos decir cuando


usamos esta palabra "renovación o avivamiento", ( RECOBRAR
VIDA Y VIGOR) porque creemos que es una de esas palabras que
han sido mal entendidas por muchos; y probablemente deberíamos
pasar algún tiempo explicándola. Es un término que expresa la idea
de recobrar la vida y el vigor. También significa un retorno a la
conciencia, volver a tener sentido, volver en sí; se refiere a lo
que tiene vida que está desapareciendo, incluso hasta llegar a la
muerte y que ya no tiene vitalidad; pero que luego revive. El apóstol
Pablo habló sobre la resurrección del Señor Jesucristo, en Romanos
14: 9 ; allí se dice: "Para esto el murió y resucitó, para ser Señor
tanto de los muertos como de los que viven". Éste es pues, un buen
uso del término revivir, y de lo que significa avivamiento.

Obviamente, la palabra "avivamiento" está limitada a los creyentes.


Se refiere a creyentes que se encuentran en una condición espiritual
muy baja, y que fueron reavivados, renovados y restaurados a
la vitalidad y el poder. Aquí en este capítulo 9 de Nehemías, donde
nos detendremos en el día de hoy, se utiliza en ese sentido. Sin
embargo, estamos seguros que usted ya se ha dado cuenta que el
uso de esta palabra ha sido ampliado, y ahora, a veces, la palabra
avivamiento hace referencia a períodos en los que muchas personas
están viniendo a Cristo. Realmente, un hecho depende del otro. Uno
no podrá ver un período en que las personas acudan a Cristo, a
menos que el pueblo de Dios haya experimentado un avivamiento o
una renovación espiritual.
En este capítulo veremos un período de avivamiento, que siguió a una
lectura pública de la Palabra de Dios. Muchas de estas personas,
como hemos visto en el capítulo 8, nunca habían oído la Palabra de
Dios. Ellos habían estado en la cautividad por setenta años, no
habían tenido ningún acceso a la Palabra de Dios. No había nadie allí
que se las pudiera leer. Cuando regresaron a su tierra y los muros
fueron reedificados, Nehemías dispuso que hubiera un tiempo de
lectura de la Palabra de Dios. Esta lectura probablemente se
prolongó por un cierto período, cuya duración desconocemos.
Junto a él estaba Esdras, escriba, quien tenía la Palabra de Dios.
Construyeron un púlpito para que pudiera leer de la Palabra de Dios
desde la puerta de las Aguas. Dicha lectura causó un impacto
tremendo sobre la gente. El pueblo lloró, y lloró principalmente
de alegría. Lo que queremos recalcar es que tiene que haber
emoción cuando se escucha la lectura de la Palabra de Dios, pero no
una emoción superficial, pasajera, sino un sentimiento que les
impulsó a hacer ciertas cosas.

Ésta es nuestra razón personal, para desear difundir la Palabra de


Dios. Podemos sinceramente decir que no es muy importante lo que
decimos nosotros personalmente, sino lo que la Biblia dice. El Espíritu
de Dios puede tomar la Palabra de Dios; y si nosotros la hemos
presentado como se debe hacer, Él la puede aplicar y bendecir en los
corazones y las vidas de los oyentes. Ésa es la razón por la cual, a
veces compartimos las cartas que nos llegan de los oyentes, o lo que
nos comunican en sus llamadas telefónicas, para poder apreciar lo
que Dios está haciendo. Es algo verdaderamente sorprendente.
Ahora, esto no nos debería sorprender porque el Señor mismo ha
dicho que Él bendeciría Su Palabra.

Los integrantes de aquel pueblo reconocieron cuánto se habían


apartado de las normas que Dios había establecido para ellos, y cuán
lejos se encontraban del cumplimiento de sus mandamientos. Como
hemos visto en el Libro de Esdras, la Palabra de Dios había tenido un
resultado en la misma vida de este sacerdote y escriba, dándole un
gran interés y llevándole a un compromiso personal con todo lo que
estaba llevando a cabo. Es que no puede haber un avivamiento, o
una renovación espiritual, fuera de la Palabra de Dios;
debemos reconocer y aceptar este principio.
Ahora, veamos lo que Dios hizo por esta gente. Se nos dice en los
primeros dos versículos de este capítulo 9 de Nehemías:

"El día veinticuatro del mismo mes se reunieron los hijos de Israel
para ayunar, vestidos de ropas ásperas y cubiertos de polvo. Ya se
había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros; y
en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus padres".

Aquí vemos que ellos confesaron sus pecados principalmente, y


también los de sus padres. Ahora, el versículo 3, dice:

"Puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley del Señor, su


Dios, la cuarta parte del día, y durante otra cuarta parte del día
confesaron sus pecados y adoraron al Señor, su Dios".

L a lectura de la Palabra de Dios les reveló su pecado y


maldad.
El ayuno, el vestirse con sacos o ropas ásperas y el polvo sobre
sus cabezas demostraron su sinceridad.
Hubo entonces confesión y adoración a Dios.

A veces una generación es muy crítica con otra. Este es el caso de los
que pertenecen a la generación joven, que ha sido muy crítica con la
anterior, y con razón. Pero si ellos experimentan un retorno a la
Palabra de Dios, dejarán de lado dicha actitud crítica y comenzarán a
confesar sus propios pecados.
Y con respecto a los que pertenezcamos a la anterior, deberemos en
primer lugar confesar nuestros pecados antes de señalar los
de otros. Y si usted piensa que no tiene ningún pecado, entonces,
usted necesita regresar a la Biblia, a la Palabra de Dios. Podemos ver
lo que hizo esta gente de nuestro relato: una cuarta parte del día
ellos leyeron la Biblia y luego ellos hicieron algo más, relacionado con
lo que acababan de leer; confesaron sus pecados. Usted no
puede hacer descender a Dios a su propio nivel. Hay muchas
personas que están tratando de hacer eso. Usted tampoco puede
elevarse al nivel de Dios, donde podría decir que ha alcanzado un
estado de perfección. Si usted lo hiciera así, se estaría engañando a sí
mismo. Yo no digo eso por mí mismo, sino que Juan lo dijo en su
primera carta 1:8, 9, Juan 1:8-9 donde encontramos la siguiente
declaración: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y
para limpiarnos de toda maldad". Si usted lee la Palabra de Dios,
comprobará que es un pecador. Cuando reconozca esa realidad,
sentirá la necesidad de confesar sus pecados.

Confesar – estar de acuerdo con la palabra de Dios.- JC lava


nuestros pies- nos limpia Confesar los pecados significa estar
de acuerdo con la Palabra de Dios, en vez de presentar
excusas o intentar racionalizar nuestras acciones. La confesión
consiste en llamar por su verdadero nombre lo que estamos
haciendo, siendo conscientes exactamente de lo que realmente es:
pecado. Y cuando hacemos esto, estimado oyente, cuando
confesamos nuestros pecados, entonces, Dios es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Recordemos que en el aposento alto, el Señor Jesucristo lavó los pies


de los discípulos. Eso es precisamente lo que está haciendo ahora
mismo a la derecha del trono de Dios: está limpiándonos. Cuando
usted y yo nos acercamos a Él con nuestra confesión, figurativamente
hablando, Él lava nuestros pies, y hasta nuestra propia mente
necesita ser lavada algunas veces. En nuestro contacto con el
mundo en que vivimos y en nuestra vida en sociedad resulta
imposible evitar que, desde un punto de vista espiritual, nuestra
mente se ensucie, así como el caminante de aquellos tiempos
ensuciaba sus pies al transitar por aquellos caminos polvorientos. De
ahí la necesidad de acercarnos a Dios para confesar nuestra
impureza. En la fiesta de la Pascua, cuando el Señor se levantó de la
mesa y comenzó a lavar los pies de los suyos, Pedro le dijo, en Juan
13:8, "¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo,
no tendrás parte conmigo".

Hay gente hoy que está intentando servir a Dios y que no está
viviendo a la luz de la Palabra de Dios. Dijo Juan en su primera carta
1:6,7; "Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en
tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; mas si andamos en
la luz, como Él está en luz, tenemos comunión los unos por los otros,
y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado".
Aquí no está hablando tanto de la forma de caminar, sino de por
dónde camina uno. Cuando uno camina, es decir, que vive expuesto a
la luz de la Palabra de Dios, verá cuan lejos se encuentra de la gloria
y la santidad de Dios, y que no puede alcanzar por sí mismo ese
estado. Entonces se acercará a Él con una actitud de confesión. Y si
no lo hace, Dios le dirá a usted, como le respondió a Pedro: "Si no te
lavo, no tendrás una relación de compañerismo conmigo". Por todo
ello y volviendo a nuestro relato de la época de Nehemías, los
israelitas pasaron una cuarta parte del día leyendo la Palabra de Dios,
y otra cuarta parte del día confesando sus pecados.

Cuando enseñamos la carta de Pablo a los Romanos, recibimos cartas


de personas que nos cuentan que han confesado a Dios el haber
hablado mal de otras personas, o que han mantenido una actitud de
resentimiento hacia ellas. En esos casos vemos que la Palabra de Dios
hizo sentir su efecto en la vida de esas personas. Y si la Palabra causa
un impacto en su vida, usted sentirá esa misma necesidad de dirigirse
a Dios en oración para confesar sus pecados. Estimado oyente, éste
es el camino que conduce a un avivamiento, a una renovación
espiritual, y no hay otro.
Cuando se nos habla de la confesión de nuestros pecados, creemos
que es algo que debe hacerse en privado. Y los pobladores de aquella
tierra lograron enderezar y rectificar lo que habían hecho mal.
Recordemos que Simón Pedro, en el día de Pentecostés, no produjo
un avivamiento levantándose y confesando cómo había negado al
Señor Jesucristo. Eso fue algo que había tenido lugar en privado.
Lucas y Pablo nos cuentan que el Señor apareció a Simón Pedro
cuando éste se encontraba solo. Porque ese asunto de la negación de
Pedro era un asunto privado y tenía que ser arreglado por aquellos
que habían estado implicados en ese incidente y así fue como se
restauró su relación con el Señor. Y así como nadie se bañaría en
público, creemos que la confesión pública de los pecados, además de
provocar emociones difíciles de controlar y dejar recuerdos nada
provechosos para los oyentes, no beneficia espiritualmente a nadie.

Una renovación comienza como un asunto privado de cada uno


ante la presencia de Dios. Es decir, que la renovación se produce
primero en el nivel individual. Esta actitud forma parte de las
condiciones necesarias para que se produzca ese revivir
espiritualmente del pueblo de Dios, que tra erá Su bendición.

Las personas que menciona nuestro relato cumplieron las condiciones


para experimentar una renovación y recibirían la bendición de Dios.
Leamos ahora los versículos 4 y 5 de este capítulo 9 de Nehemías:
"Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenani
subieron luego al estrado de los levitas y clamaron en voz alta
a Jehová, su Dios. Y esto es lo que dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel,
Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías: Levantaos y
bendecid al Señor, vuestro Dios: Desde la eternidad y hasta la
eternidad sea bendecido tu nombre glorioso, que supera toda
bendición y alabanza".

Después de haber oído la Palabra de Dios, hicieron su confesión y


después alabaron y exaltaron a Dios. Y eso es lo que nosotros
debemos hacer. Necesitamos alabar a Dios en nuestras reuniones,
en nuestros encuentros.

Alguien decía en cierta ocasión, que la reunión de oración semanal de


su iglesia se estaba haciendo demasiado monótona, al escuchar
siempre las mismas oraciones. Así es que, decidieron que, en vez de
continuar haciendo a Dios las mismas peticiones de siempre,
alabarían a Dios en sus oraciones. Y entonces todos los presentes
comenzaron a experimentar una renovación espiritual. Es que cuando
comenzamos a exaltar el nombre de Dios, Él comienza a actuar y los
creyentes comienzan a ser transformados espiritualmente. Veamos
ahora, lo que dice el Nehemias 9: 6

"Tú solo eres Señor. Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con
todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo
lo que hay en ellos. Tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de
los cielos te adoran".
¿Ha tenido usted la oportunidad de detenerse a la orilla del mar y
observar esas olas gigantescas que golpean contra las rocas? ¿Le ha
movido a usted a volverse hacia Dios y adorarle? ¿Ha estado usted
alguna vez en un gran bosque, por ejemplo? Cuando uno entra en un
bosque grande lleno de árboles altos y gruesos, ¡qué emocionante es
todo eso! Uno puede entrar a un lugar como esos por la mañana y
levantar la vista para observar cómo la copa de los árboles forman la
bóveda de un grandioso templo, y uno allí puede adorar a Dios. Él es
el Creador, Él fue quien hizo toda esa belleza que nos rodea, Él fue
quien creó este universo. Y no sólo hizo eso. Veamos lo que nos dicen
los versículos 7 al 10:

"Tú eres, Señor, el Dios que escogió a Abram; tú lo sacaste de Ur de


los caldeos, y le pusiste por nombre Abraham. Hallaste fiel su corazón
delante de ti, e hiciste pacto con él para darle la tierra del cananeo,
del heteo, del amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo, para
darla a su descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres justo.
Miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de
ellos en el Mar Rojo. Hiciste señales y maravillas contra el faraón,
contra todos sus siervos, y contra todo el pueblo de su tierra, porque
sabías que habían procedido con soberbia contra ellos; y te hiciste
nombre grande como hasta este día".
Ellos alababan a Dios por la forma en que Él había guiado a sus
antepasados. Cómo Él había elegido a Abraham. Cómo lo había
cuidado en la tierra de Canaán. Cómo los había traído como una
nación, desde la tierra de Egipto. Cómo ellos habían sido guiados y
protegidos milagrosamente a través del desierto.

Estimado oyente, ¿le ha dado gracias usted a Dios, alguna vez,


por permitirle vivir en su país? ¿Le ha dado gracias a Dios por
haberle llevado al lugar que hoy ocupa? Nosotros deberíamos
agradecerle a Dios por eso, así como esta gente lo hizo.

Ellos no sólo reconocieron que Dios era su Creador, sino


también su Redentor. Y le estaban agradeciendo a Dios por la
liberación que experimentaron cuando les condujo fuera de Egipto.
Y estos son motivos para que usted y yo le demos las gracias a
Dios. Él es el Creador y éste es Su universo. También tenemos
que agradecerle que Él nos salvó, nos redimió. Por cierto, ¿le ha
dicho usted que le ama? No olvidemos que Dios es la fuente, el
origen de toda bendición. No sólo nos ha provisto los elementos
materiales que necesitamos sino que, siendo pecadores, nos ha
salvado.

Escuchemos ahora lo que dicen los versículos 34 y 35, de este


capítulo 9 de Nehemías: "Nuestros reyes, nuestros gobernantes,
nuestros sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu Ley, ni
atendieron a tus mandamientos ni a los testimonios con que los
amonestabasx. Pero ellos en su reino y en los muchos bienes que les
diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos,
no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras".

Éste fue un repaso de la historia de aquel pueblo, mostrando


como Dios los había favorecido. Sin embargo, sus reyes,
príncipes, sacerdotes y los padres de la nación no habían
obedecido los mandamientos de Dios. Luego él dice en el
versículo 36:

"Míranos hoy, convertidos en siervos; somos siervos en la tierra que


diste a nuestros padres para que comieran su fruto y su bien".

Ellos reconocieron el juicio de Dios estaba sobre ellos. Leamos ahora,


los versículos 37 y 38, de Nehemías capítulo 9:
"El fruto de ella se multiplica para los reyes que has puesto sobre
nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean sobre nuestros
cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad. ¡En gran
angustia estamos! A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel
promesa, y la escribimos, firmada por nuestros gobernantes, por
nuestros levitas y por nuestros sacerdotes".

En el próximo capítulo veremos las condiciones del pacto. Aquí


vemos que a cada dirigente de la nación se le pidió que se
comprometiese firmemente por escrito en dicho pacto. Porque el
pueblo había resuelto obedecer a la Palabra de Dios.
¿Qué clase de pacto ha hecho usted con Dios? Algunas personas se
resisten a prometer algo que quizás no puedan cumplir. En las
relaciones humanas, cada vez que alguien compra algo, o realiza
cualquier transacción comercial, tiene que comprometerse por escrito
a realizar ciertos pagos. Es decir que las personas están dispuestas a
asumir todo tipo de compromisos y obligaciones en la vida, pero en el
terreno espiritual, no están dispuestas a establecer un pacto con Dios.
¿Le ha prometido a Dios algo? Prometerle algo a Dios es un asunto
importante, y el Señor quiere saber si realmente hablamos en serio.
¡Cuántas veces le habremos fallado! Pero Él nos comprende y tiene
misericordia de nosotros. Y si nosotros tomamos en serio nuestra
relación con Él, Él se ocupará de nosotros y nos dará la fortaleza que
supla nuestra debilidad para cumplir Su voluntad.

gracias a la obra del Señor Jesucristo en la cruz, usted puede


establecer hoy una relación con Dios. La salvación no sólo le
proporciona la vida eterna sino que, aquí en la tierra tiene efectos
muy importantes. A usted le sorprenderá ir descubriendo lo que Él
puede hacer con su vida y hasta qué punto pueda irla transformando
por la acción de Su Espíritu. Le invitamos, pues, a dar el paso de fe
de recibir al Señor Jesucristo como Salvador. Y al hacerlo, le
invitamos también a que haga suyas las siguientes palabras del
Salmo 37:4 y 5: "Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos
de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él
actuará".

Concede los deseos de tu corazon. Él actuará si tu confias.


NEHEMIAS 10 AL 13
En el día de hoy, estimado oyente, llegamos a nuestro estudio final de
este libro de Nehemías. Vimos en nuestro programa anterior, que los
hijos de Israel habían leído en la Biblia, el Antiguo Testamento, y
luego habían confesado sus pecados y, después, se reunieron en un
gran servicio de alabanza a Dios.

Le alabaron por ser el Creador y le dieron gracias por la redención


que habían experimentado cuando el Señor guió a su pueblo fuera de
Egipto. Y ésos son dos motivos por las cuales usted y yo debemos dar
gracias a Dios. Él es el Creador y, por lo tanto, éste es Su universo. Y
tenemos que darle gracias a Él porque nos salvó. De paso
quisiéramos preguntarle: ¿Le ha dado gracias a Dios usted porque le
ha salvado? Y también: ¿Le ha dicho hoy que le ama? Estimado
oyente, necesitamos hacer eso. No debemos esperar hasta el
domingo por la mañana para ir a la iglesia y cantar alabanzas a Dios.
Allí mismo, en el lugar en que usted se encuentra ahora, puede
expresar su alabanza a Dios de quien vienen todas las bendiciones.
Porque Él es el Creador, Él me ha dado todo lo que tengo, material y
físico, le doy las gracias por eso. Dios me ha salvado a mí, un pecador
y por ello también le doy las gracias. ¡Esto es algo verdaderamente
extraordinario!

En el capítulo 10 vemos que a cada dirigente de la nación se le pidió


que se comprometiese firmemente por escrito en dicho pacto. Porque
el pueblo había resuelto obedecer a la Palabra de Dios.
¿Qué clase de pacto ha hecho usted con Dios? Algunas personas se
resisten a prometer algo que quizás no puedan cumplir. En las
relaciones humanas, cada vez que alguien compra algo, o realiza
cualquier transacción comercial, tiene que comprometerse por escrito
a realizar ciertos pagos. Es decir que las personas están dispuestas a
asumir todo tipo de compromisos y obligaciones en la vida, pero en el
terreno espiritual, no están dispuestas a establecer un pacto con Dios.
¿Le ha prometido a Dios algo? Prometerle algo a Dios es un asunto
importante, y el Señor quiere saber si realmente hablamos en serio.
¡Cuántas veces le habremos fallado! Pero Él nos comprende y tiene
misericordia de nosotros. Y si nosotros tomamos en serio nuestra
relación con Él, Él se ocupará de nosotros y nos dará la fortaleza que
supla nuestra debilidad para cumplir Su voluntad. Llegamos ahora a

Nehemías 10 – LISTA DEL PACTO


Y aquí en el capítulo 10 de Nehemías, tenemos la lista de aquellos
que firmaron el pacto, y la podemos leer. Nehemías, el gobernador
y veintidós sacerdotes figuran en los primeros lugares de la lista.
También firmaron Levitas y cuarenta y dos jefes del pueblo. Leamos
el versículo 29 de este capítulo 10 de Nehemías:

"se reunieron con sus hermanos y sus principales, para declarar y


jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por Moisés,
siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los
mandamientos, decretos y estatutos de Dios, nuestro Señor".
El pacto que ellos firmaron era para cumplir la ley y en el pacto
citaron expresamente tres asuntos. Obviamente, los incluyeron en la
lista porque no habían estado obedeciendo esos aspectos que su
relación con Dios requería. Dice el versículo 30:

1. NO DAR SUS HIJAS A OTROS PUEBLOS DE LA TIERRA .


(PAGANOS)

2. GUARDARIAN DE COMERCIALIZAR DIAS SANTOS Y SABADOS .Y


CADA 7 AÑOS DESCANSARIA LA TIERRA ( AÑO SABATICO Y DE
LIBERACIÓN

3. ENTREGARIAN LAS PRIMICIAS DE SUS OBRAS , TIERRAS


,FRUTOS, GANADO Y LA OBRA DE SUS MANOS. OFRENDA 4 GRAMOS
EN PLATA ANUALMENTE PARA EL TEMPLO. PARA EL PAN DE LA
PROPOSICION Y PARA LA OBRA CONTINUA .

"Y que no daríamos nuestras hijas a los pueblos de la tierra, ni


tomaríamos sus hijas para nuestros hijos".

Éste parece haber sido un problema perpetuo en Israel. Pero en ese


momento estaban pactando que no habría más matrimonios mixtos
entre ellos y los paganos.

Continuemos leyendo el versículo 31: "Asimismo, que si los pueblos


de la tierra vinieran a vender mercaderías y comestibles en sábado,
en el día del reposo, nada tomaríamos de ellos en ese día ni en otro
día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra
renunciando a las cosechas de ese año, y perdonaríamos toda
deuda".

El segundo asunto al que ser refería el pacto concretaba que no


habría actividades comerciales en el día del reposo ni en otros
días santos. También se cumpliría fielmente el dejar reposar a la
tierra en el séptimo año, ya que éste era el año sabático, un año de
liberación.

El asunto final al que se refería el pacto, tenía relación con los


primeros frutos y la provisión para los sacrificios. A continuación
extractar algunas resoluciones del resto del pacto, incluidas en los
versículos 32 al 37:"Nos impusimos además la obligación de
contribuir cada año con cuatro gramos de plata para cubrir los gastos
de la obra de la casa de nuestro Dios. para el pan de la
proposición y para la ofrenda continua, para el holocausto continuo,.
. . Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas y el pueblo,
acerca de la ofrenda de la leña, para traerla a la casa de nuestro
Dios, Y que cada año llevaríamos a la casa del Señor las
primicias de nuestra tierra y las primicias del fruto de todo
árbol. Asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestros
ganados. . . También acordamos llevar las primicias de nuestras
masas, de nuestras ofrendas, del fruto de todo árbol, del vino
y del aceite, Y prometimos no abandonar la casa de nuestro
Dios".
Ahora, llegamos a

Nehemías 11 El tema de este capítulo es la Reforma. Aquí


encontramos otra gran lista de personas que continúa en el capítulo
12. Estas personas estaban dispuestas a hacer lo que Dios quisiera
que hiciesen. De este capítulo veremos unos pocos versículos.
Escuchemos lo que dice aquí, el versículo 1, del capítulo 11 de
Nehemías: "Los jefes del pueblo habitaron en Jerusalén, pero el resto
del pueblo echó suertes para que uno de cada diez fuera a vivir a
Jerusalén, ciudad santa, mientras los otros nueve se quedarían en las
otras ciudades".
Ellos echaron suertes, y uno de cada diez se quedaría en la ciudad de
Jerusalén. Los otros saldrían a vivir a las otras ciudades. Ésa pudo ser
una situación que podría haber dado origen a quejas, porque algunos
podrían haber tenido preferencias para vivir en ciudades pequeñas, o
en el campo. Veamos lo que dice el versículo 2: "Y bendijo el pueblo a
todos los hombres que voluntariamente se ofrecieron para habitar en
Jerusalén".
Incluso en aquel tiempo, hubo mucha gente que quiso trasladarse a
vivir fuera de las áreas suburbanas. Pero aquellos que estaban
dispuestos a residir en Jerusalén, fueron bendecidos por los demás.
Los nombres de esta lista nos resultan desconocidos, pero Dios
conoció a cada uno de ellos. Y registró su nombre porque todos
tuvieron corazones dispuestos. Veamos lo que dice ahora, el versículo
3:

"Estos son los jefes de la provincia que habitaron en Jerusalén; pero


en las ciudades de Judá habitaron cada uno en su posesión, en sus
ciudades: los israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes del
Templo y los hijos de los siervos de Salomón".

En los versículos siguientes se encuentran los nombres de aquellos


que estuvieron dispuestos a vivir en Jerusalén. Y Dios tomó nota de
su buena actitud. Y esto nos conduce ahora, a

Nehemías 12
Este capítulo continúa con la lista iniciada en el capítulo 11. Pero,
¿quienes eran estas personas? Éstos eran aquellos que estaban
alabando a Dios.

La mayor parte de este capítulo nos habla de la dedicación de las


murallas de Jerusalén. Aquella fue un evento emocionante y
memorable. Los versículos 27 y 28 de este capítulo 12 dicen:

"Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de


todos los lugares donde vivían y los llevaron a Jerusalén, para hacer
la dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, acompañados
de címbalos, salterios y cítaras. Los hijos de los cantores
acudieron, tanto de la región alrededor de Jerusalén, como de las
aldeas de los netofatitas"

Así que, reunieron a todos los músicos. Celebraron un gran


festival de música. Los que figuran en esta lista fueron aquellos
cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. En
esta ocasión se reunieron para dedicar las murallas de Jerusalén.

Nehemías trajo a la ciudad gente de todas las regiones de la nación


para la dedicación del muro, porque Jerusalén era la ciudad donde
se encontraba el templo. Leamos ahora, el versículo 40, de este
capítulo 12 de Nehemías:

"Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios. A mi lado estaban la


mitad de los oficiales"
A continuación Nehemías presentó la lista de los sacerdotes. Todos
ellos se encontraban allí. Escuchemos ahora, lo que dice el versículo
43:

"Aquel día se ofrecieron numerosos sacrificios, y se regocijaron,


porque Dios les había dado gran alegría; también se alegraron las
mujeres y los niños. Y el alborozo de Jerusalén se oía desde lejos".

Los extranjeros, los visitantes, los turistas y otros viajeros que


pasaban por aquella tierra, podían escuchar estos gritos de alabanza
y de alegría y probablemente se preguntaron: ¿Qué es lo que está
ocurriendo allí? Y seguramente se acercaron para averiguarlo. Debió
ser un magnífico testimonio ante el mundo pagano que les rodeaba.

Una de las razones por las cuales creemos que la gente pasa de largo
por nuestras iglesias hoy, es porque piensan que nosotros somos un
grupo muy apagado y aburrido. Y lo interesante es que la mayoría de
las veces tienen razón. Tendría que haber más alegría por la
presencia del Señor en nuestras reuniones En la carta del apóstol
Pablo a los Filipenses, encontramos que la fuente del poder
espiritual es la alegría que brota de nuestra relación con
Cristo. Y recordemos que Nehemías dijo, "porque el gozo del Señor
es vuestra fuerza".

Bien, llegamos ahora a

Nehemías 13
En este capítulo vemos otra vez una demostración de que la
vigilancia constante es el precio que ha de pagarse por la
libertad. Y también es el precio de la libertad cristiana.

En algún momento entre el capítulo 12 y el 13, Nehemías regresó a


su trabajo en el palacio de Susa. Recordemos que él había solicitado
un permiso para ausentarse temporalmente de sus responsabilidades.
Había estado en Persia por una temporada, quizás por un año o dos,
cuando pidió otro permiso para ausentarse para poder regresar a
Jerusalén. ¿Y qué fue lo que encontró allí? Pues descubrió algo que le
impactó mucho. La gente no había mantenido la debida
separación de los demás pueblos. Y veamos lo que dice aquí en
los versículos 1 al 3, de este capítulo 13:

"Aquel día se leyó a oídos del pueblo el libro de Moisés, y fue hallado
escrito en él que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás
en la congregación de Dios, por cuanto no salieron a recibir a los
hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero a
Balaam para que los maldijera; pero nuestro Dios volvió la
maldición en bendición. Cuando oyeron, pues, la Ley, separaron de
Israel a todos los mezclados con extranjeros".

La historia de Balaam puede leerse en Números 23 y 24. Los israelitas


leyeron el relato y decidieron que lo que debían hacer era obedecer la
Palabra de Dios. Habían realizado matrimonios mixtos con los
amonitas y moabitas, lo cual Dios había prohibido. Los israelitas
entonces, fueron conscientes de que tenían que expulsarles de la
tierra. Y leamos ahora el versículo 4:
"Antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de los aposentos de la
casa de nuestro Dios, había emparentado con Tobías"

Aquí tenemos al sumo sacerdote, que a través del casamiento de un


hijo o de una hija, era pariente de Tobías. En otras palabras, el sumo
sacerdote mismo había desobedecido a Dios en este asunto tan
importante. Dios había prohibido estrictamente los casamientos
mixtos con los paganos. El les había dado, creemos, una ilustración
bastante humorística. Había dicho que no se debía arar con buey
y con asno juntamente. Usted se da cuenta de que el buey era un
animal puro, mientras que el asno era un animal impuro. Y tampoco
deberían unirse un creyente y un no creyente. Leamos el versículo
5, de este capítulo 13 de Nehemías en el que continúa hablando del
sacerdote Eliasib:

"y le había hecho una gran habitación, en la cual guardaban antes las
ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del grano, del vino y
del aceite que se había mandado dar a los levitas, a los cantores y a
los porteros, y las contribuciones para los sacerdotes".

En otras palabras, había cambiado completamente el uso del almacén


del templo para facilitarle una habitación para Tobías. Ahora, ellos ya
no traían las ofrendas del pueblo a este lugar. Así que limpiaron esa
habitación y pusieron quizás allí una alfombra mullida, algunos
buenos muebles, una cama e invitaron a Tobías a que fuera a vivir a
ese lugar. En realidad le habían dicho que lo podía usar en cualquier
oportunidad que lo deseara. Bueno, veamos lo que nos dicen aquí los
versículos 6 al 8 de este capítulo 13 de Nehemías:
"Pero cuando ocurrió esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el
año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, había ido adonde el
rey estaba; pero al cabo de algunos días pedí permiso al rey para
volver a Jerusalén; y entonces supe del mal que había hecho Eliasib
por consideración a Tobías, haciendo para él una habitación en los
atrios de la casa de Dios. Esto me dolió mucho, y arrojé todos los
muebles de la casa de Tobías fuera de la habitación".

Todo esto había sucedido mientras Nehemías estaba ausente. Y nos


agrada ver a Nehemías en acción: Fue al templo, tomó todo lo que
pertenecía a Tobías y lo arrojó fuera de la habitación. Continuemos
con la lectura del versículo 9:

"Luego mandé que limpiaran las habitaciones e hice volver allí los
utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso".

Entonces aquella sala fue puesta en orden y restaurada a su


uso original en el servicio de Dios. Pero Nehemías no se detuvo
allí. El versículo 10, de este capítulo 13 de Nehemías, dice:

"Encontré asimismo que las porciones para los levitas no les habían
sido dadas, por lo que los levitas y cantores que hacían el servicio se
habían ido cada uno a campo".

Aquí vemos que los Levitas que servían en el templo no habían sido
apoyados económicamente, y habían tenido que conseguir trabajo en
los campos. Por lo tanto, el servicio de Dios había sido descuidado.
Ahora, en el versículo 14, de este capítulo 13 de Nehemías, leemos
esta oración de Nehemías:

"¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío, y no borres las obras de


misericordia que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio!"

Nehemías pidió a Dios que registrase lo que había hecho, y el Señor


hizo precisamente eso, aquí en Su Palabra.

Ahora, Nehemías también descubrió que la gente estaba incumpliendo


el día del reposo. Leamos los versículos 15 y 16:

"En aquellos días vi en Judá a algunos que pisaban en lagares en


sábado, que acarreaban haces de trigo y cargaban los asnos con vino,
y también de uvas, de higos y toda clase de carga, para traerlo a
Jerusalén en sábado; y los amonesté acerca del día en que vendían
las provisiones. También había en la ciudad tirios que traían pescado
y toda clase de mercancías, y las vendían en sábado a los hijos de
Judá en Jerusalén".

Esta gente venía desde la costa y estaban trayendo pescado para


vender. Ahora, el versículo 17, dice:

"Entonces reprendí a los señores de Judá y les dije: ¿Qué acción tan
mala es esta que cometéis, profanando así el sábado, el día del
reposo?"

Lo grave del asunto fue que los jefes de Judá eran los que permitían
esto. Ahora, dice el versículo 18:
"¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo esta
aflicción sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros aumentáis
su furor sobre Israel profanando el sábado?"

Nehemías recordó al pueblo la ira de Dios que había caído


previamente sobre la nación por haber hecho lo que estaban haciendo
precisamente en ese momento. Leamos entonces, lo que dicen los
versículos 19 al 21, de este capítulo 13 de Nehemías:

"Sucedió, pues, que al caer la tarde, antes del sábado, ordené que se
cerraran las puertas de Jerusalén y que no las abrieran hasta después
del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que no
dejaran entrar carga alguna en sábado. Una o dos veces, pasaron la
noche fuera de Jerusalén los negociantes y los que vendían toda
especie de mercancía. Pero yo les advertí diciéndoles: ¿Por qué os
quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, usaré fuerza
contra vosotros. Desde entonces no volvieron en sábado".

Justamente cuando las sombras de la tarde anunciaban el comienzo


del sábado, los comerciantes venían con sus mercaderías pensando
que las podrían vender. Nehemías se subió al muro para comprobar si
los vendedores ya habían llegado y, efectivamente, allí estaban
esperando fuera de las puertas. Vinieron un sábado y se encontraron
con las puertas cerradas, y entonces regresaron el segundo sábado
para encontrarse también con las puertas cerradas. Ante la
advertencia de Nehemías, no volvieron a aparecer, porque sabían que
Nehemías cumpliría lo que estaba diciendo.
Ahora, a Nehemías le llamó la atención otro incumpliendo de la
Palabra de Dios. Leamos los versículos 23 al 25:

"Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de


Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la
lengua de Asdod, porque no sabían hablar la lengua de Judá, sino que
hablaban la lengua de cada pueblo. Reñí con ellos y los maldije, hice
azotar a algunos de ellos y arrancarles los cabellos, y les hice jurar,
diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis de sus hijas
para vuestros hijos, ni para vosotros mismos".

Nehemías descubrió que los judíos se habían casado con


mujeres de naciones paganas. Nehemías discutió con ellos y
pronunció una maldición sobre ellos. Y les obligó a jurar que no
continuarían realizando matrimonios con extranjeros. Aquí
vemos que estaba aplicando medidas extremas, pero en aquel
contexto histórico lejano y en aquellas circunstancias, su acción fue
necesaria.
El avivamiento o renovación espiritual siempre conduce a una
reforma. Cuando llega ese revivir espiritual, todo aquello que
requiere una limpieza, es limpiado, purificado. Luego, Nehemías
concluyó diciendo en los versículos 29 al 31, de este capítulo 13:

"¡Acuérdate de ellos, Dios mío, de los que han profanado el


sacerdocio y el pacto del sacerdocio y de los levitas! Los purifiqué,
pues, de todo lo extranjero, y puse a los sacerdotes y levitas por sus
grupos, a cada uno en su servicio; lo mismo hice para la provisión de
la leña en los tiempos señalados, y para la entrega de los primeros
frutos. ¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien!"

Estos últimos versículos resumen la gran contribución de


Nehemías al bienestar espiritual de su pueblo. Todos los
extranjeros fueron apartados de sus posiciones de honor y
responsabilidad, y los sacerdotes y Levitas fueron asignados a
sus ocupaciones habituales. Y también se reanudaron las
ofrendas para el templo. Y destacamos las últimas palabras de
Nehemías, que fueron: "Acuérdate de mí, Dios mío, para bien". Y Dios
contestó su oración, registrando su obra extraordinaria en Su Palabra,
la cual quedó como un recordatorio permanente para todos los
tiempos. Estamos seguros de que Dios se acordó de él para bien. Yo
lo recuerdo a él de esa manera, y espero que usted también, porque
fue gran hombre de Dios.
Y así, concluimos nuestro estudio del libro de Nehemías. Dios
mediante, en nuestro próximo programa, pasaremos al Nuevo
Testamento y comenzaremos a estudiar, la Segunda Epístola del
apóstol San Pablo a los Corintios, y le invitamos a que nos acompañe.
Y, recordando a Nehemías, le decimos que Dios quiere favorecerle,
quiere su bien y, por tal motivo ha mostrado su gracia y
misericordia por usted, enviando a Su Hijo el Señor Jesucristo
a morir en lugar de los pecadores, en lugar mío, en lugar suyo.
Y lo único que tiene que hacer es apropiarse por la fe de ese bien
supremo que El quiere para usted, que es la salvación. Y que El le
ofrece. Y entonces, como Nehemías, usted podrá mantener esa
relación con Dios, una relación de compañerismo, fructífera,
que le dio sentido a la vida de aquel gran hombre, en esta
tierra y para la eternidad. Dios utilizó a Nehemías para cumplir Sus
propósitos en aquella generación.

Estimado oyente, esa puede ser, a partir de hoy, su propia


experiencia.

Ht www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=544

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