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Por otra parte, el caso del parque en las cuales este se concibe desde el ho-
Tairona avizora un escenario tendencial rizonte futuro y las expectativas, el desa-
en el cual el reconocimiento étnico dife- rrollo como experiencia deja ver su lado
rencial, incorporado en la reproducción más violento. En el contexto colombiano,
simbólica del capital para efectos de desa- esa experiencia la proporcionan investi-
rrollos turísticos especializados, podría ser gaciones de este tipo, en tanto revelan la
un detonante más de conflictos socio-am- forma en que se legitiman modos de pro-
bientales y generador de desarticulaciones ducción y formas de apropiación territo-
sociales; así como ocurre con la proscrip- rial tendientes a ahondar desigualdades
ción de colonos campesinos frente al acce- sociales. También revelan la forma en que
so a la tierra y la instrumentalización de los se hacen redituables la diferencia cultu-
indígenas como atractivo turístico. ral y el patrimonio natural en beneficio de
En conclusión, el libro compilado por la reproducción simbólica del capital. Por
la profesora Margarita Serje proporciona último, muestran que el desarrollo, a pe-
una visión general, de base empírica y co- sar de sus nuevos ropajes, sigue precipi-
yuntural, acerca de la dimensión funcio- tándonos hacia el colapso ecológico.
nal y la naturaleza efectual del conflicto carlos andrés meza
en la concepción y materialización del de- Antropólogo
sarrollo. En oposición a las concepciones Instituto Colombiano de Antropología
estatistas y pragmáticas del desarrollo, e Historia (ICANH)

fabián sanabria (editor y compilador)


Vínculos virtuales
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011. 265 páginas

V ínculos virtuales, libro editado por


Fabián Sanabria, tiene quince artí-
culos y un posfacio con la traducción de
Para empezar, la noción de vínculos
tiene una doble acepción: una primera re-
ferida a las “relaciones sociales” como se
un texto reciente del sociólogo Michel han concebido en ámbitos de cuño social
Mafessoli. El título mismo resulta intere- como la comunidad, el parentesco, los in-
sante, ya que, además de ser transversal tercambios económicos, las jerarquiza-
al texto mismo, es, en cierto sentido, un ciones sociales y la guerra. Ámbitos en los
oxímoron cuyas contradicciones, resigni- que se determina en “esencia” la identidad
ficaciones y potencia conceptual se sus- individualizada y su correlato en la perte-
tenta a través de los diferentes artículos. nencia gregaria; en fin, aquellas relaciones

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constitutivas de lo social y que pretenden de los vínculos virtuales, algunas con


aproximarse a la esfera de “lo real”. mayor potencia explicativa que otras. He
Así, una primera tensión con los vín- de resaltar por el momento dos: Sanabria,
culos es que, al ser considerados virtua- en su artículo “Querer —creer— vislum-
les, aparentan oponerse a la condición real brar lo virtual hoy”, ajuste de una versión
de las relaciones sociales consideradas en escrita para el libro Globalización y di-
un sentido “clásico”. Sin embargo, las mi- versidad religiosa en Colombia (2005)2
radas exploradas en Vínculos Virtuales (ahora en clave de “lo virtual”), retoma la
no se funden en una perspectiva positivis- experiencia del lazo social hoy como un
ta y esencialista, y he aquí el mérito de ex- “juego de ventanas” a través de las cuales
plorar esos nuevos objetos y relaciones que se realiza la “circunnavegación” en medio
podrían, en cierto sentido, aludir a la si- de una experiencia solitaria y sometida al
guiente afirmación de Gaston Bachelard “exceso”. La descripción de ese juego de
(1993, p. 14): “primeramente el objeto no es ventanas y de la circunnavegación puede
real, sino un buen conductor de lo real”1. encontrarse en la mayoría de artículos del
La segunda acepción es aquella que libro, que se refieren especialmente a las
adopta el link, el “vínculo” virtual a ex- observaciones y aproximaciones inter-
pensas de la oposición docta de lo real, pretativas de los portales de Internet. Me
para explorar las nuevas relaciones del limitaré a destacar algunos.
ciberespacio o aquellas que se pretenden Inicialmente, una trilogía sobre esa
configurar allí, que son puestas a punto ventana representada en Facebook y
desde la perspectiva del simulacro, la fic- que, desde intereses e interpretaciones
ción, desde el tamiz de lo procesual, de lo diferentes, trabajan Sebastián Cuéllar,
efímero y contingente, en todo caso, en Nicolás Jiménez y Julián Sepúlveda. Los
un concepto plástico que debe su pers- puntos de partida resultan interesantes:
pectiva, en la mayoría de los autores, a la “el problema del amor” (la relación con
identidad líquida descrita por Zigmunt la identidad y el drama como construc-
Bauman y a la perspectiva relacional de ción del simulacro y la ficción); la con-
Braudillard respecto al yo como una ima- sideración de los “nuevos espacios de
gen especular del otro. interacción”, con la hipótesis de su efica-
Desde una perspectiva metodológica cia movilizadora a propósito de la mar-
y conceptual, resulta interesante el uso de cha contras las farc del 4 de febrero de
algunas metáforas para la comprensión
2 Sanabria, F. (2005). De la desregulación de lo
sagrado a la circulación del creer, hoy. En A.
1 Bachelard, G. ([1950] 1993). El aire y los M. Bidegain Greising y J. D. Demera Vargas
sueños, ensayo sobre la imaginación y el (eds.). Globalización y diversidad religiosa en
movimiento. (E. de Champourcin, trad.). Colombia (pp. 345-357). Bogotá: Universidad
Bogotá: Fondo de Cultura Económica. Nacional de Colombia.

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2008 (de allí la primera parte de su título Pero estas tensiones, ya no por la ar-
“irrupciones de lo virtual en lo real”) y el ticulación de los vínculos sociales con
artículo de Sepúlveda sobre las experien- “lo virtual” sino por las características
cias de intimidad y miedo en internet. mismas de las relaciones construidas en
Después de esta trilogía sobre Face- el ciberespacio, nos permiten contras-
book, se destacan otras redes, como el por- tar perspectivas y observar insinuacio-
tal Last.fm, descrito por Manuel Lozano, nes para futuras investigaciones sobre
y el uso de las “afinidades electivas” como este nuevo contexto de las ciencias socia-
marco de referencia para comprender las les y de la antropología en particular. El
identidades desterritorializadas allí mani- mundo virtual como un “ágora” moder-
fiestas. El mismo tamiz utiliza Benjamín no e ideal: “todo se convierte en foro acce-
de la Pava al referirse a los foros virtua- sible a todos”, según Maffesoli. Es posible
les, aunque mostrando este escenario con contrastarlo con el análisis de Jorge-Iván
jerarquías establecidas entre sus usuarios, Bula acerca del ethos ciudadano configu-
pero manteniendo el común denominador rado en el mundo de la economía virtual,
de las afinidades, sean estas efímeras o de en donde las jerarquizaciones disponen a
mayor duración. unos ciudadanos de primera o segunda
Otras ventanas conducen a un viaje categoría en relación con el acceso a los
sin movimiento y a vínculos sin contac- bienes de consumo, sin importar sus “pre-
to, en asepsia permanente contra los peli- ferencias reveladas” que, al margen de su
gros materiales y externos allende de “lo conceptualización económica, puede ho-
virtual” y reflejados en la inseguridad po- mologarse con las “afinidades electivas”.
tencial de los viajes físicos o en los riesgos Por su parte, en otro ámbito virtual, re-
connaturales de las relaciones cara a cara y lacionado con el desarrollo de la opinión
del contacto físico con el “otro”. Esas ven- pública en los comentarios de las web de
tanas se abordan en los artículos dedica- periódicos y analizado por Diego Osorio,
dos a Google Earth, de Camilo Zambrano, que enfatiza la negación del otro por “el
y a las web Cam4cam, de Felipe Castro y espíritu de la masa”, podemos encontrar
Christian Uribe. Castro y Uribe ilustran de la siguiente aseveración crítica: “más que
manera locuaz el balance entre las afini- una re-significación, re-composición y
dades resaltadas y la asepsia permanente: re-configuración del ágora, lo que vemos,
“las relaciones por las afinidades virtuales en el más afortunado de los escenarios, es
nos dejan muy clara la pobreza emocional un retorno al estado natural hobbesiano:
de la que somos partícipes, ya que al in- somos libres, pero corremos el riesgo de
miscuirnos en ese universo nos acercamos eliminarnos unos a otros” (p. 169).
cada vez más a perder la interlocución pre- Volviendo a la metáfora de la venta-
sencial con nuestros iguales” (p. 244). na y la circunnavegación, es posible que

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el vértigo que producen las velocida- por los mediadores consiste en su entre-
des virtuales (la del tiempo, el espacio, cruzamiento con las relaciones de poder
la de las identidades y la de las relacio- y las formas culturales globales, estata-
nes), como consecuencia del exceso de les y locales que, en algún sentido, como
ciertas contemporaneidades, haga per- lo desarrolla Bula, determinan el acce-
der el horizonte, en el sentido que Paul so, las limitaciones o la censura de los es-
Virilio3 (1997) da a esa experiencia, una cenarios de comunicación, información
que conduce a un “delirio de la pérdida y por ende de construcción de vínculos
de la tierra” (p. 45) en comparación con la virtuales.
perspectiva del quattrochento, cuya sen- Por supuesto, hechos posteriores a
sación de gravedad dispone, en el pun- la escritura de los artículos expresan las
to de fuga, dimensiones “objetivas” de tensiones e interrelaciones existentes en-
una óptica que por lo menos permite si- tre “lo virtual” y lo real: los mecanismos
tuarnos con aquel que está al lado y con de protesta de “la primavera árabe” en
quien podemos mantener un contacto fí- 2010, la prohibición del uso del Iphone en
sico más que un vínculo virtual (Virilio, Siria en 2011, las manifestaciones de jó-
1997, pp. 83-84). Desde esta consideración, venes londinenses en este último año, la
si bien la movilidad, lo fluido y el exceso censura a Google en China y los debates
sirven para entender el mundo contem- en torno a la Ley Sinde en España, entre
poráneo, además del mundo virtual, pue- otros escenarios que ponen en discu-
den también correr el riesgo de trasladar sión y fomentan el análisis de los límites
los principios de visión de la “aldea antro- y alcances de “lo virtual”. En consecuen-
pológica” a la “aldea virtual”, que per se cia, el insinuador artículo de Hernando
no supera los individualismos o naciona- Salcedo Fidalgo, sobre la gramática con-
lismos metodológicos y más bien tiende versacional entre la cotidianidad del cara
a generar un efecto hikikomori de aisla- a cara y aquella hecha “a distancia”, llega
miento del mundo contemporáneo por la no tanto a conclusiones como a pregun-
absolutización de la experiencia virtual. tas extensibles a la propuesta de una an-
Por lo anterior, es necesario tam- tropología de “lo virtual”: ¿podrían estas
bién marcar un horizonte de referen- dislocaciones producir modelos de inte-
cia, el contexto que hace posibles los racción que supriman definitivamente el
Vínculos Virtuales. Por lo tanto, el in- requerimiento del encuentro cara a cara?
terés por las mediaciones a su vez que freddy guerrero
Docente
3 Virilio, P. ([1996] 1997). El cibermundo, la
Pontificia Universidad Javeriana, Colombia
política de lo peor. (M. Poole Trad.). Madrid:
Cátedra.

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