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LA NOCIÓN DE COYUNTURA

En el sentido más general, la «coyuntura~ es el con;unto


de las condiciones articuladas entre si que caracterizan un
momento en el movimiento global de la materia hist6rica.
En este sentido, se trata de todas las condiciones, tanto
de las psicológicas, políticas y sociales como de las econ6micas
o meteorológicas.
En el seno de lo que hemos llamado la «estructura» de
una sociedad, cuyas relaciones fundamentales y cuyo princi.
pio de funcionamiento son relativamente estables, se dan en
contrapartida unos movimientos incesantes que son resultado
de este mismo funcionamiento y que modifican en todo mo­
mento el carácter de estas relaciones, la intensidad de los
conflictos, las relaciones de fuerza.
Para el hombre de acción, examinar la coyuntura equivale
a definir el momento. La noción de coyuntura está muy pre­
sente en Lenin, entre la meditación sobre la estructura de
la sociedad y la elaboración de las consignas de acci6n. Una
voz que en otro tiempo nos fue familiar decía: «Siendo las
cosas lo que son ......
Pero en el uso de la palabra coyuntura hay precisamente
el riesgo de abandonarse a lo fácil: «en la coyuntura actual,
se puede ... o no se puede ... ». A menudo no es más que pre­
texto, sucedáneo de análisis más que análisis real, debido a
esa terrible dificultad de la polftica y de la historia que repre­
6. ­ VIL".
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senta la complejidad de los factores, la frecuente imposibi­ mistas, y se crearon institutos para la observación de los índi­
lidad de proceder a su medición. La tarea del historiador con­ ces econ6micos: el «barómetro de Harvardll>, el Institut ror
siste justamente en establecer vínculos entre 10 que puede Konjunkturforschung de Emst Wagemann en Alemania. Pero
la crisis más justificadamente famosa de la historia contempo­
ser medido y lo que no.
Lo que puede ser medido y que, por 10 menos hasta un ránea, la de 1929, no fue evitada y resultó decisiva para impo­
período muy reciente, pareda obedecer a movimientos es­ ner en las mentes de los economistas, de los políticos y de
pontáneos, susceptibles de ser estudiados como un fenómeno los historiadores la idea de que el movimiento espontáneo
natural, son los indicadores económicos: precios, salarios, ta­ de los fenómenos económicos -la coyU!1tura- era sin duda
sas de interés, producción, cotizaciones de bolsa, etc. Su ex­ un factor histórico fundamental.
presión numérica varía según movimientos coordinados cuyos Entre 1950 y 1970 las intervenciones calculadas en la vida
mecanismos pueden ser estudiados: orientaciones al alza; a la económica -planificaciones, inversiones públicas, modificacio­
baja, con tendencias dominantes, a plazo más o menos largo, nes monetarias, manipulaciones de la tasa de interés- hicie­
alternancias cíclicas e inversiones de tendencia más o menos ron pasar a segundo plano, durante algún tiempo, la preocu­
bruscas bajo forma de «crisisll>. Estas regularidades y esta pación por los ciclos y las crisis, que sin embargo seguían ten­
posibilidad de cuantificar han llevado a considerar en primer diendo a manifestarse en las economías de libre empresa,
lugar los aspectos económicos de la coyuntura. ::Ssta se ha con­ aunque su magnitud se haya visto reducida. ¿Se había llegado
vertido en una de las ramas de la ciencia económica. Y los realmente a una economía self-sustained, kon;unkturlos, tal
historiadores, para sus propios análisis, han procurado utilizar como se pretendía? Los años 70 han revelado otro tipo de
crisis.
sus resultados y ampliar su base empírica.
En el siglo XIX había llamado la atenci6n de los estudio­ En cambio, quiero subrayar la diferencia de actitud, ante
sos la reiteración periódica de las «crisisll>: hundimientos de tales fen6menos, entre el economista y el historiador. El eco­
la bolsa, caída de la demanda, de los precios, mano de obra nomista busca las causas, con objeto de prever, de prevenir.
arrojada al paro forzoso. Say, Sismondi, Marx, Juglar (cuyo El historiador se preocupa, a propósito del pasado -como el
nombre sirvió para designar este tipo de crisis) las describie­ político a propósito del presente--r, no sólo de las causas,
ron y las interpretaron. Pero también se observ6 otras series sino también de las consecuencias de las crisis: choques so­
sucesivas de tendencias: ::Smile Levasseur, a propósito de la ciales, modificaciones en los ingresos, aumento de las rivalida­
«cuesti6n del orOll>, durante la década de 1850, observaba des internacionales, etc. Para ello, aun suponiendo que en el
en la historia 14 inversiones importantes de tendencia en las futuro el papel de las crisis estuviera llamado a atenuarse, se­
relaciones entre el precio de los metales preciosos y el de las guiría correspondiendo al historiador la tarea de reconstituir
mercancías en general (tendencias a largo plazo de los pre­ su papel en tiempos pasados, su lugar en la historia.
Entendámonos, sin embargo, sobre un punto, no siempre
cios expresados en oro).
A principios del siglo XX la idea de la previsión de las crisis percibido con claridad. Estoy pensando en las objeciones del
(puesto que parecían obedecer a las leyes de una cierta periodi­ historiador soviético Boris Pórshnev al método de análisis
cidad) pas6 a ser una preocupaci6n fundamental de los econo- histórico «coyunturalll> de Ernest Labrousse aplicado al si­
glo XVIII francés. Pórshnev había comprendido que se trata­
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ba de convertir las «crisis de subsistencia», las hambres pe­ precios de las mercancías. Sus fluctuaciones constituyen la
riódicas, en «causa» de las agitaciones sociales y, en defini­ mayoría de las veces la base documental fundamenta1. Cuida­
tiva, de la Revolución francesa misma. Estimaba que en rea­ do: los precios no son la causa del movimiento; son también
lidad tales conflictos, esta revolución, surgían de las contra. efecto suyo; y sobre todo son, en primer lugar, el signo del
dicciones de clases, de las estructuras internas de la sociedad. movimiento, lo cual no les impide convertirse a su vez en
Naturalmente, tenía razón. Pero la historia coyuntural de «causa» (si bajan demasiado de prisa, se reducen los estímu­
Ernest Labrousse no decía 10 contrario, sino lo mismo, pero los para las iniciativas económicas; si suben demasiado de
mostrando: 1) que la tendencia económica predominante del prisa, ponen la vida más difícil al consumidor), De hecho hay
siglo XVIII --el «plazo largo» de la coyuntura-, al desarrollar que observar toda la actividad económica en su conjunto:
los medios económicos de una burguesía, agudizaba, y final­ producción, intercambios, empleo, incluso la población,· y re­
mente hacía superar de manera revolucionaria, las contradic­ laciones entre el movimiento de los precios y el de los ingre­
ciones entre el poder económico de esta clase y sus inferiori­ sos (salarios, beneficios, rentas). Un estudio basado exclusi­
dades jurídicas y políticas; 2) que las crisis de subsistencia a vamente en el movimiento de los precios correría el riesgo
corto plazo, añadiéndose a situaciones de malestar bastante de ser engañoso por simplificación. Pero dicho movimiento
generalizado debidas a coyunturas medias de estancamiento,
sigue siendo el instrumento más accesible para la reconstruc­
podían combinar las violentas rebeliones de masa a las volun­ ción histórica, y es indispensable. Es el mejor «indicadOr>!».
tades de derrocamiento del sistema político surgidas del plazo 2) Los economistas pueden llegar a diseñar «modelos»
largo, lo cual se produce en 1789. Esto no significa que la matemáticos de la coyuntura. A condición de que se manten­
«coyuntura» sea la «causa» de estos grandes acontecimien­ gan dentro de lo económico. El historiador difícilmente po­
tos que derrocan las estructuras. Pero permite seguir su pre­
drá matematizar las relaciones entre un movimiento precios­
paración y explica las fechas en que tienen lugar. Digamos salarios y las probabilidades de un movimiento social. Pero
que hay más «probabilidades» de que estalle un motín en tiene que proceder a analizar al mismo tiempo datos econ6­
tiempo de hambre que en un año de buena cosecha. Esto no micos y datos no económicos. Al saber lo que ha ocurrido y
significa, sin embargo, que el motín vaya a estallar necesaria­
al poder cuantificar ciertos datos, puede proceder a un aná­
mente, y menos aún que vaya a transformarse en revolución.
lisis «causal» cuyos elementos sean los diversos aspectos de
Pero si hay confluencia (coyuntural) entre agudizaciones má­ la coyuntura. Si se hace una «historia económica» o una in­
ximas de las contradicciones sociales a niveles diversos, se vestigación de «historia sociopolítica» de Francia en 1920 ig­
reúnen las condiciones revolucionarias. Tal es el sentido del norando, o dejando de señalar, Que el coste de la vida aumentó
análisis coyuntural.
en un 9 % cada mes durante los tres primeros meses, esto
Una vez hechas estas observaciones, ¿cómo observar las significa -digámoslo así- dejar de lado por lo menos uno
coyunturas económicas? ¿Cómo vincularlas a la historia so­ de los factores a tener en cuenta.
cial y a la historia a secas?
Examinemos ahora las ~andes líneas de una historia ge­
1) Los signos más fáciles de observar, de cuantificar, en
neral en sus relaciones con las coyunturas económicas en p]a­
este ámbito de las coyunturas son los movimientos de los 7.os de una u otra magnitud.
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centrada (Florencia) y el gran comercio (Venecia, ciudades
Los movimientos de duración muy prolongada hanseáticas).
y los movimientos «seculares» A la inversa, desde comienz:os del siglo XW hasta el últi­
mo tercio del XV, se asiste a Un encadenamiento de catástro­
Siguiendo criterios muy generales pero nada imprecisos, fes (pestes y hambres) con hundimiento de la población, aban­
pueden constatarse tendencias de muy larga duración comu­ dono de tierras, caída indudable de la producción global, cri­
nes por lo menos a mundos homogéneos. Si tomamos, por sis de las grandes actividades comerciales, tendencia al estan­
ejemplo, el occidente cristiano a partir de los últimos tiem­ camiento o a la baja de los precios (combatida por inflaciones
pos de la antigüedad, es evidente que entre los siglos V o VI monetarias artificiales); cuando la crisis se agudiza, se cons­
y el x la población es muy escasa, las comunicaciones difíci­ tatan luchas sociales intensas, y esto coincide con la época
les, la vida económica se reduce seguramente no a una «eco­ de las guerras de larga duración (guerra de los Cien Años).
nomía natural» totalmente cerrada pero sí probablemente a No hay que sacar la conclusión de que había una inactividad
una economía agrícola muy poco orientada hacia el intercam­ completa, ni situaciones absolUtamente generalizadas de mi­
bio, con una vida urbana reducida al mínimo y una circula­ seria. Incluso hacia el final de este período, la concentración
ción monetaria muy limitada. Señalemos que, en contraste con sobre las mejores tierras de u·na población menor y la mejora
el mundo cristiano, el musulmán se hallaba entonces en ex­ de las técnicas de producción -mejora que tendió a hacer
pansión con una actividad tendente a concentrarse en las disminuir los precios de los artículos de consumo masivo-­
ciudades, de Bagdad a Córdoba, y una amplia circulación de han hecho posible que se haya hablado de «edad de oro de
monedas de oro. Si contemplamos, pues, el mundo entero en los trabajadores» (entendamos Por· ello: período excepcional­
lugar de limitarnos siempre a Europa, cabe distinguir «zonas mente favorable al salario frente a los precios). Pero esto
coyunturales» más que «coyunturas mundiales». mismo acarre6 una recuperación demográfica, y, hacia 1470­
Para ceñimos, no obstante, a lo más conocido, hay que 1475, la «coyuntura larga» se invirtió y pudo asistirse a una
saber que, desde finales del siglo X a comienzos del XW, d nueva fase de «(expansión» económica (que, a la larga, vol­
occidente cristiano atraviesa una prolongada coyuntura de verá a ser desfavorable a la remuneración del trabajo).
auge, esto es: aumento general de la población, roturaciones Efectivamente, desde finales del siglo XV hasta finales
masivas de tierras y consiguiente incremento de la· produc­ del XVI o hasta las primeras décadas del XVII, sucediendo
ción agrícola (seguramente menos que proporcional al de la al aumento demográfico, tienen lugar inventos, descubrimien­
población, pero sin embargo suficiente para no entrar en con­ tos, es una época de actividad qUe se multiplica, de intercam­
tradicción con este crecimiento), multiplicación de los inter­ bios que crecen, de alza rápida de los precios, de veloz for­
cambios internos y exteriores, expansión militar (cruzadas), mación de fortunas y de lujo en las cortes, pero sin revolución
renacer de la economía monetaria (y al final basada en el técnica agrícola en la base, lo cual da lugar a una disminución
oro), ascenso deficientemente conocido pero cierto de los pre­ de los medios de vida entre las masas campesinas; desde fina­
cios, vida urbana que --en ciertos márgenes (Flandes, Ita­ les del siglo XVI menudean en casi todas partes catástrofes
lia}- se orienta incluso hacia la producción industrial con- del tipo hambre-peste.
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El siglo XVII, entre fechas que deberían fijarse con mayor Algunas observaciones sobre estos «períodos largos» o,
exactitud y que varían de una región a otra, fue un siglo de mejor, sobre los problemas que plantean a la reflexión:
depresi6n econ6mica relativa. Después de haberse hablado Primeramente, se discute sobre las dimensiones exactas
mucho, sobre todo a propósito de Francia, del «siglo XVII trá­ de los cambios de tendencia y sobre su localización; el paso
gico» --que corresponde sin embargo a triunfos militares y del desarrollo de la Antigüedad --esencialmente mediterrá­
diplomáticos exteriores-, se tiende hoy a insistir en los ma­ neo-- al estancamiento medieval pudo durar varios siglos:
tices cronológicos y regionales. Está comprobado que la baja el fin de la expansión medieval del occidente europeo corres­
de precios, signo de depresión coyuntural, empieza en Espafia ponde a comienzos del siglo XIV (hambres en torno a 13 1.5­
con el punto de inflexión de los afios 1600-1610 y que, al 1330), pero' a veces ha tenido signos precursores ya a finales
combatirla con una inflación artificial de moneda de cobre, del siglo XIII; en otros sitios no comienza antes de 1348-13'0.
se acentuó en este país la «decadencia» catastrófica de la eco­ El «viraje» que conduce de la edad media en crisis a los «tiem­
nomía. En Francia la depresión empezó más tarde, y las gran­ pos modernos» expansivos comienza a la vez con los repobla­
des oleadas de miseria rural corresponden a finales del siglo mientos de las regiones afectadas por las hambrunas y las
(d. La Bruyere, Vauban). Los afios centrales del siglo vienen guerras (en Francia, reinado de Luis XI) y con los primeros
marcados, en la Europa central, por la «guerra de los Treinta via;es de descubrimientos (portugueses en tomo a África, pri­
meras remesas de oro), es decir hacia 147', pero a menudo
Afios», que despobló terriblemente provincias enteras de Ale­
el desencadenamiento tajante de la era de expansión se de-'
mania. Pero en Inglaterra, desde el siglo XVII, tienen lu~ar
mora aún hasta 1492 (Colón) e incluso hasta los primeros
transformaciones en la técnica agrícola, gérmenes de «revolu­
afios del siglo XVI. Para el siglo XVII parece haber una «ca­
ción industriah> y ganancias considerables en el comercio ma­
yuntura mediterránea» (en particular espafiola), en descenso
rítimo, que, tras la revolución política de 1688, convierten
a partir de 1610; en otras partes (d. Braudel) la expansión
este país en el primer escenario de un vigoroso cambio de
parece durar casi hasta 16'0 aproximadamente; a la inversa,
coyuntura. se produce con certeza una recuperación comercial mundial
El siglo XVIII, entre hitos cronológicos que varían de un (extremo oriente) a partir de 1680-1700, lo cual acarrea «re­
país a otro y que son objeto de controversia, se presenta en nacimientos» notorios (Inglaterra, Catalufia); pero en Fran­
conjunto -yen regiones del mundo tan distintas como Eu­ cia el «trágico siglo XVII» perduró tal vez hasta el sistema
ropa, México y China, por ejemplo, lo cual no deja de plan­ de Law por lo menos (d. Goubert, Le Roy-Ladurie). Por últi­
tear problemas curiosos- como un largo período de creci­ mo, se suele hacer durar el siglo XVIII expansionista hasta
miento demográfico, de ascenso de la producción (pero pro­ 1817 porque los precios europeos suben hasta esta fecha;
bablemente no proporcional, por lo menos no en todas par­ pero tal vez, en el curso de los últimos afios, este alza se
tes, al incremento del número de seres humanos), de alza de debe a las circunstancias de guerra, y los signos de inversión
los precios, de estímulo a la empresa espontánea, de multi­ (crisis demográficas muy duras, malas cosechas reiteradas, ex­
plicación de los intercambios y finalmente, en ciertos lugares, tracción de la plata mexicana cada vez menos rentable ... ) ya
de innovaciones técnicas y de industrialización. se perciben desde 1793-1796. Hay que evitar, pues, los es­
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lécticas o complejas, los modelos explicativos no siempre
quemas demasiado afirmativos, las aplicaciones mecánicas de
las fechas habituales a todos los medios: el estudio de los están bien elaborados; he aquí, en líneas generales, algunas
tendencias en las tesis explicativas: .
«casos» (cuya suma permite un juicio más general) sigue
a) La tendencia climática (modificaciones del clima a
siendo una tarea indispensable. plazo más o menos largo). Es sabido que tales modificaciones
Otra observación se refiere a la duración de los períodos
y a la amplitud de las coyunturas comunes: parece que los han tenido lugar en el curso de períodos geológicos; es posi­
«períodos largos» se hacen cada vez más cortos a medida ble, pues, que todavía se produzcan, pero ¿cómo?; ciertas
que la historia avanza; el estancamiento de la primera edad observaciones materiales, como la de las capas sucesivas de
media dura cuatro o cinco siglos, la expansión medieval dura crecimiento anual de los árboles multicentenaríos, u obser­
tres, la crisis de la baja edad media un siglo y medio (aproxi­ vaciones históricas (notas sobre los libros de contabilidad, fe­
madamente de 1330 a 1475·1492), la expansión del siglo XVI chas de las siegas o de las vendimias, etc., informaciones sobre
no mucho más de un siglo, el estancamiento del XVII sin duda el avance de los glaciares) permiten descubrir series de años
mucho menos; y en el curso del siglo XVIII -si se tienen en más o menos favorables a las cosechas y a la vida humana;
cuenta ciertos períodos controvertidos, 1680·1710 y 1793­ también hay signos relativos a los avances o retrocesos de la
1817- quizá se dibujan ya varios «subperíodos» (de unos aridez en los confines de los desiertos. Los trabajos de Le Roy­
25 años), tal como ocurrirá más tarde, con más nitidez, en el Ladurie, que resumen y critican las tesis demasiado apresura­
das sobre estas posibilidades, son a la vez sugestivos y pru­
siglo XIX. dentes. Nada autoriza todavía a hacer derivar las coyunturas
Por otra parte, en la medida en que la observación histó­
rica opera a escala mundial, parece seguro que las coyunturas mundiales de fenómenos geofísicos (aunque no esté del todo
modernas están más generalizadas que las antiguas;. pero esto excluido). Tal vez puedan establecerse paralelismos entre se­
debería precisarse más; es importante, porque según si se ries de malos años meteorológicos con «interciclos» de los
establece un emparentamiento de coyunturas entre países sin precios agrícolas, y 10 mismo en el caso de los «años buenos».
relaciones recíprocas (China y occidente en la edad media), o, Con todo, ¿a qué llamamos «malo» y «bueno»? En el caso
por el contrarío, una ampliación de las tendencias coyunturales del vino, una secuencia de cosechas demasiado buenas hunde
paralela a la ampliación de los vínculos entre países alejados los precios, ya que el producto es comercializado. En el caso
unos de otros, se tenderá a buscar las causas de las coyun­ del trigo, o de cualquier cereal panificable, demasiados años
turas largas ya sea en factores físicos .generalizados (clima), malos afectan al final a la población (hambres, etc.), pero pue­
ya sea en fenómenos humanos (relaciones comerciales, inva­ den enriquecer a algunos vendedores; así pues, sea cual sea
el origen de los ciclos, hay que pasar forzosamente por la
siones, etc.). demografla y la economía como intermediarios.
No se puede, en efecto, dejar de lado las causas de tales
inversiones de tendencias y de estos largos períodos muy con­ b) La tendencia demográfica: con demasiada frecuencia
trastados; por desgracia, las explicaciones no van más alli se resume en el «esquema malthusiano»: la población aumen­
de lo hipotético; cuando son unilaterales (un solo factor cau- ; ta, pero las subsistencias aumentan menos; existirá, pues, un
sal propuesto), queda por explicar este factor; y, si son dia- «techo», que se pondrá de manifiesto por medio de catástro­
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fes; la poblaci6n entonces bajará, y las subsistencias bastarán, mente a los metales (monedas internas, crédito)¡ por consi.
permitiendo por cierto tiempo nuevos arranques; esta dialéc­ guiente, no se puede ni dejar de lado el factor «moneda» ni
tica entre producto de la tierra y número de seres humanos considerarlo único.
ha podido imponerse mientras no se habían descubierto ni Seguramente algún día podrá reconstituirse el modelo
difundido técnicas suficientes (selecci6n de suelos y de semi­ exacto y complejo (a base de estudios) en el cual se articulan
llas, fertilizantes). El estudio a largo plazo de Le Roy-Ladurie los siguientes elementos: multiplicación de los seres humanos,
sobre el Lenguadoc sigue esta direcci6n. ocupación de las tierras, aprovechamiento de las mismas (in­
Pero los mecanismos, con toda seguridad, son más com­ cluyendo entre los factores los cambios climáticos), explica­
plejos; hay que tener en cuenta la ocupaci6n de tierras de ción del «movimiento general de los precios» por la alternan­
calidad cada vez inferior (rendimientos decrecientes) cuando cia de valorizaciones y desvalorizaciones de las mercancías
la población aumenta; pero también, quizás, del propio des­ frente a la moneda y de la moneda frente a las mercancías,
gaste de la tierra cuando es cultivada durante demasiado influencia de este movimiento de los precios por una parte
tiempo, incluso con rotaci6n de cultivos; el movimiento corto sobre las empresas de producción y por otra sobre las posibi­
de los precios depende de las cosechas; el movimiento largo lidades de consumo. Retengamos de momento la necesaria
depende de los costes «marginales» (es decir, del coste del complejidad de toda explicación aceptable de los movimientos
producto en relaci6n con la última unidad puesta en cultivo); largos.
pero los precios dependen también de la expresi6n monetaria Pero cabe añadir otra observación: el interés del historia­
(monedas-signos de cada país, monedas-objetos en las rela­ dor, según hemos dicho, se dirige más hacia las consecuencias
de los movimientos coyunturales espontáneos de la demogra­
ciones internacionales).
c) Entonces es cuando aparece la explicación monetaria; fía, de la economía, que a sus causas próximas o remotas.
los largos períodos de alza se deberían a la desvalorizaci6n a En el plazo largo que acabamos de evocar, el historiador
largo plazo del signo monetario internacional (oro, plata), comprueba (por no hablar más que del occidente europeo,
tras los descubrimientos de minas (grandes descubrimientos, nuestro campo histórico habitual, y sin olvidar que este cam­
minas brasileñas o mexicanas, California); a la inversa, el po es obviamente estrecho) lo siguiente:
conjunto de los precios baja a largo plazo cuando el metal­ - El estancamiento medieval corresponde a la disolución
moneda se vuelve escaso con respecto a las transacciones; se de un mundo (el mundo antiguo, dominado por Roma colo­
trata de una observaci6n perfectamente clara, pero que s610 nialmente, con un gran comercio en beneficio de unos pocos,
arroja luz sobre un aspecto de los fen6menos; el movimiento luego roído por la despoblación e invadido por las tribus
general de los precios no puede ser el único factor (y algunos «bárbaras» en marcha) y a la constitución de una sociedad
lo consideran más bien consecuencia) del movimiento de ex­ nueva que tardó siglos en hallar su punto de equilibrio: la
pansi6n secular en virtud del cual se observa c6mo crecen y sociedad feudal, fundada en una ocupación poco densa del
decrecen tanto las poblaciones como las producciones; por suelo, en la agricultura, en relaciones limitadas entre unida­
último, hay en cada país medios para modificar la masa mone­ des productivas y regiones.
taria con relación a las transacciones sin referirse constante- - La expansión medieval corresponde a los triunfos de
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esta nueva organización: más hombres, repoblamientos, tie­ tal comercial como fuerza política (república de las Provino
rras nuevamente puestas en cultivo, relaciones nuevas en cias Unidas); Francia prolonga la época de los triunfos abso­
oriente (cruzadas), descubrimiento de un equilibrio político lutistas por su superioridad demográfica y militar, pero la
en la jerarquía de las relaciones personales, etc. crisis del siglo perdura en este país cuando en otros se va ya
- La crisis de la ba;a edad media es una crisis general de atenuando.
dicho sistema, en la que confluyen: el exceso de población, - El siglo XVIII viene marcado por la búsqueda de un
el agotamiento de las tierras, el retroceso ante invasores, las nuevo equilibrio entre las clases: siglo de expansión pero tam­
guerras de toda clase, etc., hasta el momento en que la pobla­ bién de revoluciones (cuyo aspecto predominante es el econó­
ción numéricamente disminuida ve mejorar sus condiciones mico en Inglaterra y el político en Francia), de tal modo que
de vida e impone en mayor medida sus voluntades a las fuer­ ambos fenómenos se anuncian en todas partes pero no se pro­
zas feudales declinantes; pero la baja de los precios hace que ducen de igual manera en todos los países.
resulten seductoras las expediciones a tierras lejanas, y los Est;.as observaciones menos apresuradas permitirían imagi­
desórdenes favorecen la toma del poder por autoridades cen­ nar las fases largas de la «coyuntura» como otros tantos signos
trales más elevadas (reyes); esto desemboca, en el siglo xv, en de modificación de las estructuras: elaboración lenta y difícil
la constitución de ciertos estados·naciones-monarquías que or­ de los modos de producción sucesivos, fases de triunfo y de
ganizan un equilibrio nuevo, el cual resultará coronado por equilibrio, fases de crisis, fases de reconstrucción en base a
los descubrimientos oceánicos (España, Portugal, Inglaterra, mecanismos nuevos. Estas divisiones permiten a la vez confir.
Francia). mar y matizar nuestras divisiones históricas habituales: anti­
- El siglo XVI es la época del triunfo de este sistema po­ güedad, edad media, tiempos modernos, tiempos contemporá­
lítico nuevo: aumento de los poderes de reyes y comerciantes neos, como fases en que sucesivamente se preparan, triunfan y
frente a un mundo feudal todavía sólido, pero en vías de entran en crisis el modo de producción antiguo (esclavismo y
disgregación; recuperación demográfica, productiva, enrique­ colonialismo romanos), el modo de producción feudal, la tran­
cimiento, relaciones comerciales de ámbito muy amplio; pero sición que representa la formación del capital comercial y la
también, debido al alza de la población y de los precios, cre­ culminación monárquica de la sociedad feudal declinante, y
cientes düicultades para el campesino-productor o para el por último la génesis del mundo contemporáneo: formación
artesano (descenso de sus ingresos reales); hacia 1600, en fe­ del capitalismo industrial y de las relaciones sociales que le
chas distintas según los países, este empobrecimiento de la corresponden. Coyunturas y estructuras no son dos nociones
base repercute en la cúspide. extrañas entre sí; son dos aspectos de fenómenos comunes.
- En el siglo XVII vuelve a crearse, efectivamente, una
atmósfera de crisis general; guerras terribles en Alemania (gue­
rra de los Treinta Años), decadencia española, portuguesa y,
finalmente, italiana (Venecia), revoluciones en Inglaterra y
Francia (Fronda), guerras generalizadas; el triunfo de Ho­
landa es esencialmente mercantil y anuncia el futuro del capi-
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De hecho todo el mundo concuerda en decir que en el si­
Los movimientos «semiseculares)l>, los «interciclos», glo XIX la producción crece continuamente, pero con ritmos
los «ciclos de Kondratieff» distintos: rapidez, luego disminución del ritmo (techos) de
las tasas de crecimiento; Simiand parece más sugerente cuan­
Tal vez ya desde el capitalismo comercial (como sostienen do muestra que se trata de épocas de facilidad (cuando los
algunos autores) y con certeza en el seno del capitalismo in­ precios suben todo el mundo puede abordar empresas con
dustrial (a partir de finales del siglo XVIII), puede observarse, alguna probabilidad de éxito, se multiplican las iniciativas)
durante periodos mucho más breves que los anteriores, la seguidos de tiempos de dificultades (los precios bajan o se
alternancia de fases «de expansión» o de «retracción» que estancan, y a partir de este momento las empresas débiles
duraban cada una 25 años y constituían pues un «ciclo)l> de desaparecen y sólo subsisten las que innovan para resistir la
50 años. Tal vez se puedan poner en relación con esos «inter­ baja de los precios de venta; hay selección y no multiplicación;
ciclos» de alza y baja de los precios, de unos veinte años o pero el resultado es progresivo, no sin padecimientos, cOmo
algo más de duración, que Labrousse descubrió se daban en quiebras, paro, etc.);
vísperas de la Revolución francesa. - la interpretación del ciclo. En este caso las divergen­
Sin embargo, en este caso como en el de los «ciclos lar­
cias no son menores. Para Simiand es toda monetaria: cuan­
gos», es más fácil descubrir que interpretar.
do se descubre oro (en el siglo XIX, metal monetario por ex­
Lo que se constata claramente es la alternancia de las ten­ celencia), el precio de éste baja con relación a las mercancías;
dencias al alza o a la baja de los precios nominales. Alternan­ hay pues alza de los precios «generales», de la cual deriva
cia bien conocida: 1817-1850 baja, 1851-1873 alza, 1874­ una cierta «facilidad»; luego, al reforzarse la oferta de mer­
1895 baja, 1896-1920 alza. Añadamos en seguida que estas canCÍas (en cuanto al ritmo de crecimiento) sobre la oferta
fechas son indicativas; según los países, pueden variar en uno de oro, se produce el fenómeno inverso, hasta que un nuevo
o dos años, o más; y en el siglo xx no se sabe si debe situarse descubrimiento vuelve a abaratar el oro, etc.
la cúspide de la «onda» del alza en 1920 o en 1929. Kondratieff, por su parte, cree que el precio del oro vie­
Estas «ondas» semiseculares han sido estudiadas por el ne demasiado influido por su función monetaria para. que
ruso Kondratieff, de quien reciben el nombre, y descritas sis­ pueda determinar la vida económica por su precio de produc­
temáticamente e interpretadas en una perspectiva más socio­ ción; habría que buscar en otra parte las razones de los rito
lógica e histórica por el francés Fran~ois Simiand; finalmente, mos espontáneos de la economía: tiempo de «digestión» de
hay un libro entero dedicado a estos movimientos (de hecho las innovaciones técnicas fundamentales (ferrocarriles, etc.),
también a los movimientos «largos»): el de J. Imbert, exhaus­ y tal vez incluso digestión de los efectos económicos de las
tivo pero sin conclusiones personales claras. guerras. Pero siendo así las cosas, ¿cómo justificar la periodi­
Las divergencias giran en torno a: cidad relativamente regular?
_ las definiciones del movimiento: ¿se trata del moví- . De hecho, no tenemos ninguna «explicación» del ciclo
miento de los precios? ¿Se trata de expansión y contracción largo, salvo si pensamos que es una resultante de los ciclos
generales alternas, referentes a todos los índices económicos? más cortos, que quedan por explicar.
7. - vu,Aa
98 INICIACIÓN AL VOCABULARIO HISTÓRICO COYUNTURA 99

Pero para el historiador, una vez más, lo importante re­ Todo el mundo en el siglo XIX conoció y comentó esta
side en las consecuel1cias históricas o, mejor aún, en el ele­ «crisis», y muchos el «ciclo»: Sismondi y Marx los primeros.
mento explicativo que aporta el ciclo para formarse un juicio En 1857 Juglar, economista francés, dedicó una obra al fenó­
global del período: por ejemplo, la «prosperidad imperial» meno; de ahí el nombre con que los economistas lo han bau­
de los tiempos de Napoleón III corresponde a una fase de tizado.
«facilidad» en el desarrollo que, por ser internacional, no se Pero no oh-idemos:
debe tanto como se dice a veces a las iniciativas imperiales o . 1) que ya había «crisis comerciales» de periodicidad aná­
al «orden»; pero se pueden estudiar, en este marco general, loga en las plazas del gran comercio antes de la instalación
los distintos aspectos de las creaciones económicas de la épo­ del capitalismo industrial; 2) que había (y puede haber aún
ca, sus rasgos, sus implicaciones sociales v políticas. En cam~ en los países técnicamente poco desarrollados) despliegue de
bio, en el período de la «gran depresió~» que va de 187f las crisis agrícolas determinadas por las malas cosechas; el
a 1895, las leyes proteccionistas de Méline fueron quizá res· ciclo de Juglar no es pues un fenómeno aislado, aunque sea
ponsables, como a menudo se las ha acusado de ser, del dé­ típico del capitalismo industrial.
bil desarrollo agrícola francés; pero son explicables como Hay que reconocer simplemente que toda vida económica
respuesta a la depresión. Y, finalmente, si no se quiere decidir espontánea se desarrolla según ritmos ondulatorios, ya sea
por adelantado sobre la anterioridad del factor económico o ritmos determinados por la propia dialéctica de sus mecanis­
del factor político, los años 1896-1913 pueden ser examina­ mos (por ejemplo, el alza de los precios estimula la creación
dos, problemáticamente, bajo el ángulo mercados-rivalidades­ de empresas, ésta acrecienta la oferta, que rebasa la demanda
armamentos en época de búsqueda de mercados. y da lugar a la crisis, etc.), ya sea por el impacto de realidades
«exógenas» (no económicas: malas cosechas, intervenciones
políticas, etc., cuyas repercusiones sobre el conjunto de la
El ciclo «intradecenal» (llamado de Juglar) economía dependen de la amplitud de las zonas afectadas
y la «crisis de tipo antiguo» por el hecho). Estos movimientos de la economía -los cua­
les en realidad, siendo. a la vez causas y consecuencias, ponen
Es sabido que a partir del momento en que la actividad. de manifiesto a menudo los ritmos de la sociedad global- han'
industrial se colocó en el centro de la vida económica puede sido estudiados por los economistas y los econometristas a la
constatarse que periódicamente, después de una serie de años vez mediante reconstituciones estadísticas multiplicadas y ela­
de creación, de euforia, de ventas fáciles, de alzas de' precios, boradas y mediante la construcción de modelos matemáticos
se desencadenaba una «crisis» de ventas, una inversión de que parten de hipótesis lógicas e integran un número mayor o
la tendencia de los precios, y de ahí un encadenamiento de menor de factores.
quiebras, pánicos, crisis de bolsa, cierres de empresas y en Puede haber «ciclos» muy simples, observados por ejem­
consecuencia paro, crisis seguida por un período más o menos plo sobre la base de un solo producto; el precio de la carne
largo de «depresión» y luego por una recuperación progre­ de cerdo en Alemania, observado entre 1895 y 1914, permi­
siva de las ventas, de los precios, de la producción. tió la construcción de un modelo provisional que se verificó
COYUN1'UllA 101
100 INICIACIÓN AL VOCABULARIO HISTÓRICO
la siguiente: alZlZ del precio del grano, dificultad para el con­
perfectamente hasta 1930; pero esto se debió a que, por ser sumidor popular de alimentarse (por formar los cereales la
la demanda muy regular, los precios dependían sólo de la base de la alimentación); imposibilidad, pues, para el consu­
oferta, la cual dependía a su vez de las previsiones espontá­ midor popular de comprar otros productos que no sean ali­
neas de los ganaderos a propósito de los movimientos del menticios; en consecuencia, crisis de mercados industriales (la
precio. La vida económica global es evidentemente más com­ industria predominante es entonces la textil, que queda sin
plicada, lo cual no impide que sea estudiada mediante «mo­ clientela); en la ciudad se produce, pues, paro artesanal e in­
delos». Y si los modelos son válidos, se puede a la vez prever dustrial; en el campo, todos los que tienen una cosecha insu­
e intervenir. Esta fue la ambición de los Institutos de Coyun­ ficiente no tienen nada que vender y en cambio necesitan
tura de Harvard, de Berlín; en el lím.ite, el ideal sería su­
comprar, lo cual hace subir aún más los precios, sobre todo
primir la «coyuntura» (economía konjunkturlos), ya que ésta
para los cereales más pobres; puede producirse subalimenta­
comporta «crisis» y «depresiones».
ción, carestía, a veces hambre, y en consecuencia enfermeda­
Para el historiador el problema consiste en saber en qué des; la demografía se ve afectada; pero con buenas cosechas
medida la observación, o el conocimiento, de las coyunturas la vida puede recobrar con bastante rapidez su pulso; sin
económicas de todo tipo le ayuda a comprender la historia· embargo, la baja de los precios hace que la venta de los gra­
global de un país o de un momento. nos resulte poco remuneradora para quienes no pueden alma­
Ahora bien, lo que hasta hoy le ha ayudado más en este cenarlo.
terreno es una distinción (poco utilizada por los economi Las consecuencias son: miseria, hambre, revueltas, luchas
entre dos tipos de crisis (y de ciclos), cada uno de los para guardarse cereales y no dejarlos circular, exigencia de
caracteriza un tipo de economía y sin duda también un tasas, necesidad de limosnas, mendicidad y vagabundeo, sa·
de producción diferente: crificio de reses, etc.
_ Ciclo y crisis de «tipo antiguo», característicos de Características claras: causa meteorológica, crisis ligada a
nomías de predominio agrícola y relaciones comerciales un alza rápida y corta de los precios agrlcolas, industria afec­
tadas: la Europa anterior a la revolución industrial, y hoy tada por repercusión y sistema social implicado en su totali­
davía numerosos países subdesarrollados; a) la «causa» dad (exacciones feudales, diezmo, imposiciones fiscales auto­
poniendo que este término sea el adecuado-- reside en una ritarias, sistema de la beneficencia eclesiástica, la moral in­
varias malas cosechas, debido a lo cual la oferta de grano cluso; reacción anticomerciante, antiusuraria, etc.).
muy inferior a la demanda, sin olvidar que ésta es la Es del todo evidente que este tipo de crisis es cualitati­
de las necesidades del consumo y de las de la siembra (a vamente distinta del tipo llamado «de Juglar», que adquiere
ces un cuarto de la cosecha normal que ha de usarse de Dllf'Vnr... carta de naturaleza en el siglo XIX en los países del capitalis­
los precios entonces suben y, mediante el juego de las mo industrial.
siones y de los almacenamientos, se establece un «ciclo» - Ciclo y crisis en el capitalismo industrial: las causas
o menos regular y entrecortado, pero que finalmente se de la crisis y del ciclo son en este caso internas al sistema.
figura siguiendo las probabilidades estadísticas de los Es la contradicción entre la lógica de la iniciativa individual
menos meteorológicos; b) la forma del ciclo y de la crisis
102 INICIACIÓN AL VOCABULARIO HISTÓRICO
COYUNTURA 103

y la lógica de los resultados globales la que trae consigo la absurdo teniendo en cuenta el estado evolucionado de la
inversión de «tendencias»; a grandes rasgos, coloquémonos' economía.
en una fase de alza de los precios: primero los salarios suben Pero no es falso decir que la crisis de tipo antiguo, es de­
menos que los precios, se auguran buenas ganancias; proli­ cir, la crisis determinada por las malas cosechas, desempeñó
feran pues las empresas y en las empresas sube la produc-. todavía un papel -incluso un papel político- en la Fran­
ción; la demanda del sector de consumo impulsa también la cia del siglo XIX, más aún en España (revolución de 1868),
demanda en el sector de los bienes de producción (máquinas, en los países subdesarrollados (India) y en los comienzos del
utillaje, transportes, etc.), lo cual provoca una plétora del" socialismo (1921-1932). Esto significa simplemente que estos
aparato productivo: hay «sobreinversión». Ahora bien, en un países no estaban aún enteramente estructurados por el siste­
determinado momento, la mano de obra, en épocas en que ma coherente de una economía industrial dominante que ca­
la demanda de trabajo supera a la oferta, obtiene venta­ racteriza el modo de producción capitalista.
jas, 10 cual amenaza la tasa de beneficio; y en el mismo _ Otros «ciclos»: por debajo de los ,ciclos «intradece­
mento la euforia del «auge» ha provocado sobrepujas en la nales» llamados de Juglar se dan movimientos más cortos;
bolsa. Basta entonces con que surja nerviosismo en un por ejemplo, sobre todo en América, los llamados de Kitchin
tor para que ello acarree un pánico bancario, quiebras, caídas', (40 meses); éstos no tienen interés más que para los econo­
en las carteras de pedidos, aumento de los stocks no vE'ntli..; metristas y para la previsión a corto plazo.
En cambio, el movimiento estacional es históricamente in­
dos, etc.
La forma de la crisis es, a diferencia de la crisis antigua, teresante, domina la vida agrícola, marca el compás de ciertos
no el alza de los precios agrícolas, sino la caiJa de los preriA~ precios agrícolas y, en caso de crisis, hace culminar ciertos
industriales; así pues, ambos tipos de crisis no pueden precios de escasez (<<soudure»). Incluso el movimiento del
desempleo es estacional; y la tesis de MicheJ.e Perrot ha pues­
fundirse.
Las consecuencias de las crisis de los siglos XIX y xx to en evidencia la importancia de la estación para las huelgas
de varios órdenes distintos: en lo social, paro, quiebras, del siglo XIX (no se puede hacer huelga en invierno, y en pri­
ción de las empresas o concentración de los capitales, mavera la huelga estalla a veces como una «fiesta»).
contra la baja eventual de los salarios y, si la crisis es
siado generalizada o se prolonga, proteccionismo, malthusia(l
CONSEJOS PARA LA UTILIZACIÓN HISTÓRICA
nismo, con:ffictos internacionales. Además, en el período de
treguerras, el sistema monetario es puesto en tela de juicio: DE LA NOCIÓN DE COYUNTURA
se busca la salida de las crisis a través de devaluaciones.
Los economistas, sin duda, han atribuido demasiado Utilidad: 1) Confluencia de lo particular y lo general.
ca importancia a este cambio cualitativo en los tipos de Ejemplo: la «debilidad» de Luis XVI como causa de las impo­
sis: Jevons y Moore, hacia 1900, habían tratado de vincu­ tencias del antiguo régimen y por ende de la Revolución fran­
lar al «ciclo agrícola» (ligado por su parte a los fenómen()l.; "cesa es ciertamente un factor digno de ser tenido en cuenta,
solares) la periodicidad de las crisis capitalistas, lo cual pero E. Labrousse ha demostrado perfectamente que el reí­
104 INICIACIÓN AL VOCABULARIO HISTÓRICO COYONTURA 105

nado de Luis XVI coincidi6 con una coyuntura econ6mica verbal. «Esto se explica por la coyuntura» no tiene más sen­
desfavorable en todos los terrenos; éste es un factor sin duda tido que «llueve a causa de la meteorologíu.
tan importante como el anterior. El análisis coyuntural evita 2) Hay que estar atentos a la multiplicidad de los ciclos:
por lo menos las explicaciones fáciles. se puede estar ante un mal momento del período corto, estan·
2) El análisis coyuntural acostumbra mirar más oJlá de do simultáneamente en un período largo de signo expansivo;
las fronteras. Demasiadas veces se han buscado «causas» lo­ invocar este último sería peligroso en la interpretaci6n de un
cales, regionales, nacionales, a situaciones de malestar de las elemento de duraci6n breve. La exigencia cronológica que ca­
cuales hoy sabemos que fueron generales, internacionales. racteriza el oficio de historiador -«fechar con precisión»-­
Simiand decía: «no a la meteorología de jardincillo». es particularmente útil en materia coyuntural; y la cronolo­
3) Cuidado con la «imputación a lo político». Labrousse gía hist6rica no es sólo la de los reinados, los ministerios y
ha mostrado, a propósito de las tres revoluciones de 1789, los conHictos.
1830 Y 1848, c6mo las causas de malestar propias de la co­ En suma, conviene preguntarse, a propósito de toda épo­
yuntura se atribuyen instintivamente a «errores del gobier­ - ca y de todo acontecimiento:
nOll>. A la inversa, naturalmente, los gobiernos que tienen la - ¿En qué siglo estamos? ¿Es un siglo de impulso o de
suerte de coincidir con una buena coyuntura se jactan de ba­ retracci6n?
ber traído «la prosperidad»: en 1789, año de carestía, los - ¿En qué «fase» nos encontramos? ¿Fase «A» o «B»,
habitantes de París creían ver en Luis XVI y María Antonieta decía Simiand, es decir, de facilidad o de dificultades?
al «panaderoll> y a la «panadera»; en 1794 se atribuy6 durante - ¿En qué momento del ciclo corto estamos?, y ¿ante
mucho tiempo al Terror unos disturbios típicamente «de sub­ qué tipo de ciclo?; ¿alza de la producción, de los precios?;
sistencia»; lo mismo en el análisis de las crisis rusas de 1921 ¿crisis de los precios, y en qué sentido?
y 1932, vistas desde el exterior, etc. - En cada caso, ¿quién saca provecho, quién resulta
4) Cuidado con la personoJización de los grandes movi­ amenazado? ¿El empresario? ¿El trabajador? ¿El rentista?
mientos económicos. En ejercicios de exámenes a propósito ¿El productor? ¿El consumidor? ¿Cómo varía el salario no­
de la Rusia de los años 1890-1913 he encontrado a menudo •. minal?; ¿y el real? ¿Cómo varía la ganancia en volumen y
expresiones del tipo: «Nicolás II decidió industrializar Ru-' cómo en tasa (en relaci6n con el capital)?
sia». Pero esto --que será cierto para Lenin- no lo es aún Así, a condici6n de pensarlo dentro de un tipo de estruc­
para Nicolás II, que puede favorecer un movimiento espon­ tura (modo de producción feudal, capitalista, de transición,
táneo, pero cuyo reinado se caracterizaría más bien así: desa­ etcétera), el movimiento coyunturoJ forma parte de los análi­
rrollo relativamente rápido (pero aún mediocre en términos sis del historiador.
absolutos) de una actividad industrial, por atracci6n de un
país nuevo sobre los capitales en perlodo de desarrollo gene­
ral (auge de Kondratieff).
Las reservas: noción a manejar con prudencia. 1) No hay'
que hacer de la coyuntura un sistema de explicaci6n formal o

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