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La teoría política neoliberal

Hayek, dando continuidad a la tradición liberal iniciada por Adam Smith, defiende
una concepción mínima del Estado. Su especial aporte corresponde a la crítica
radical de la idea de «justicia social», noción que disimula, según él, la protección
de los intereses corporativos de la clase media. 
Preconiza la eliminación de las intervenciones sociales y económicas públicas.

El Estado mínimo es un medio para escapar al poder de la clase media que controla
el proceso democrático a fin de obtener la redistribución de las riquezas mediante
el fisco. 
Su programa es expuesto en La constitution de la liberté [La Constitución de la
Libertad] (1960): desreglamentar, privatizar, disminuir los programas contra el
desempleo, eliminar las subvenciones a la vivienda y el control de los alquileres,
reducir los gastos de la seguridad social y finalmente limitar el poder sindical. El
Estado no puede asegurar la redistribución, sobre todo en función de un criterio de
«justicia social».

Su papel se reduce a brindar un marco jurídico que garantice las reglas elementales
del intercambio. En 1976 llega a proponer la desnacionalización de la moneda, es
decir, la privatización de los bancos centrales nacionales para someter la creación
monetaria a los mecanismos del mercado. Otras de sus posiciones parecen matizar
el radicalismo de su liberalismo; preconiza, por ejemplo, la creación de un ingreso
mínimo, pero esta propuesta debe verse como una rehabilitación de la ley inglesa
de los indigentes y no como la marca de un «socialismo hayekiano» [1].

La teoría desarrollada por Hayek está basada en una creencia compartida por todos
los liberales, desde los clásicos hasta los partidarios de las tesis austriacas. La
metáfora de la «mano invisible», que asegura en el pensamiento de Adam Smith la
adecuación de la oferta y la demanda en los diferentes mercados, ilustra
perfectamente este presupuesto común que tratan todos de demostrar a partir de
diferentes postulados: equilibrio general de Walras, desarrollado por Pareto; orden
espontáneo del mercado o catalaxia para la escuela austriaca, lo que es el resultado
de acciones no concertadas y no el fruto de un proyecto consciente. No se quiere,
no se planifica el orden del mercado, es espontáneo.

Esta concepción de la economía sirve de justificación a la crítica del


intervencionismo generador de desequilibrios y perturbaciones en la catalaxia.
Hayek considera que los keynesianos hacen del Estado un «dictador económico».

La filosofía política de Hayek está finalmente muy próxima de las tesis


desarrolladas por Locke. El Estado defiende el derecho natural de propiedad y está
limitado por las cláusulas individualistas de un hipotético contrato fundador. El
derecho se convierte entonces en el instrumento de protección del orden
espontáneo del mercado. Lo que importa pues, principalmente, es la defensa del
liberalismo económico. El liberalismo político es absorbido. Las ideas democráticas
son relegadas a un plano secundario, lo que ha llevado a Hayek a declaraciones con
visos de provocación. Según él, la democracia no constituye un sistema político
infalible: «es esencialmente un medio, un procedimiento utilitario para
salvaguardar la paz interna y la libertad individual» [2].

Más vale un régimen no democrático que garantice el orden espontáneo del


mercado que una democracia planificadora. Es el razonamiento que justificará la
presencia de los «Chicago boys» en Chile. El pensamiento de Hayek es una mezcla
de conservadurismo (crítica a la democracia inspirada en la denuncia de la
Revolución Francesa de Edmund Burke) y de liberalismo (Adam Smith). Alerta
contra la democracia ilimitada que conduce irremediablemente al reino de la
democracia totalitaria [3].

En realidad Hayek está obsesionado por las clases medias que controlan los
regímenes democráticos: «Hay una gran parte de verdad en la fórmula según la
cual el fascismo y el nacional-socialismo serían una especie de socialismo de la
clase media» [4]. Por otra parte, teme a los pobres cuyas reacciones son
imprevisibles. Reclama un ingreso mínimo «aunque sólo sea en interés de los que
pretenden permanecer protegidos de las reacciones de desesperación de los
necesitados» [5]. Aunque haya rechazado la idea de justicia social, Hayek
desarrolla una concepción especial de la justicia, liberal, pero a la vez conservadora,
incluso si se defiende en un artículo titulado: Pourquoi je ne suis pas
conservateur? [Por qué no soy un conservador?].

Las ideas radicales de Hayek, sus ataques contra el intervencionismo económico no


pueden ser comprendidos sin una vuelta al contexto histórico de la posguerra: la
elaboración de una nueva versión del liberalismo corresponde a una crítica total del
keynesianismo triunfante. Hayek, inspirado en el pensamiento económico de
Mises, rechaza tanto el colectivismo preconizado por el marxismo de Estado como
la intervención económica en las sociedades capitalistas. Retomando las ideas de
Mises critica la posibilidad de planificar la economía cuya complejidad se opone a
todo cálculo racional.

Sus posiciones contra la «tercera vía democrática y social» simbolizada por el New
Deal rooseveltiano y el laborismo inglés explican la marginación de los
ultraliberales a principios de los años 50, especialmente en el seno de la más
poderosa de las organizaciones de intelectuales anticomunistas, el Congreso para la
Libertad de la Cultura.
Liberalismo

El Liberalismo fue el producto del pensamiento ilustrado. John Locke es


considerado el padre del pensamiento político liberal, basado en su prolífica
escritura acerca de los derechos naturales de los individuos, la separación entre
Estado y religión,el contrato social y otros conceptos filosóficos – muchos de los
cuales se incorporaron en las revoluciones democráticas que tuvieron lugar décadas
después de su muerte. Lo cual hizo del Liberalismo un movimiento que facultaba el
papel del individuo y desafiaba a las monarquías absolutas -.

liberalismo filosofico

Sin embargo, a finales del siglo XIX y principios del XX , el Liberalismo pasó de ser
una filosofía individualista a una que es más común en la naturaleza
humana. Inspirándose en concepto utilitario de John Stuart Mill de proporcionar
“la mayor felicidad para el mayor número de personas”, el Liberalismo trató de
defender el “bien común”;  es decir, un sistema político y económico que maximiza
el progreso social para el grupo en su conjunto y no para beneficiar a una porción
de  individuos. Franklin D. Roosevelt es quien mejor encarna este valor con el “New
Deal” en la década de 1930. Este cuerpo de legislación, produjo una infraestructura
gubernamental a gran escala; que se caracterizó por proyectos de obras públicas,
redes de seguridad social, el bienestar y las reformas de las instituciones
financieras. Con el propósito de mitigar los efectos del individualismo
desenfrenado que se asoció comúnmente con la Gran Depresión en 1929.

Hoy en día, la interpretación moderna del Liberalismo se asocia con causas de


izquierda. Inspirándose en el New Deal, el pensamiento económico liberal faculta
fuertemente a las instituciones públicas como medios para apoyar a las personas
que se ven afectadas negativamente por los efectos externos – como la pobreza y la
contaminación – del Capitalismo de libre mercado. En temas de los derechos
políticos, el Liberalismo se esfuerza por asegurar las libertades civiles de los grupos
minoritarios; desde el movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos
en la década de 1960 hasta la actual lucha por la igualdad de matrimonio para la
comunidad gay.

Neoliberalismo

Durante las últimas décadas, una nueva forma de Liberalismo – o más bien una
reinterpretación del concepto original – surgió en la forma Neoliberalismo. No
contentos con la falta de poder del Liberalismo moderno en favor del Estado, los
filósofos neoliberales vuelven a los principios fundamentales que ofrece “La
Riqueza de las Naciones” de Adam Smith. Considerado como uno de los ejes para el
Capitalismo de libre mercado, Smith describe la necesidad de que la actividad
económica humana sea impulsada por la “mano invisible” del mercado, en lugar de
alguna institución gubernamental.

Para citar a Smith: “Si todas las personas se esfuerzan tanto como pueden en
emplear su capital en apoyo de la industria nacional, asimismo pueden dirigir esa
industria para la cual su producto puede ser de gran valor. Cada individuo
trabajaría necesariamente para hacer que los ingresos anuales de la sociedad sean
tan grandes como puedan”.

Es decir, a los ojos del Neoliberalismo; permitir que los individuos sean libres de
comerciar en los mercados sin restricciones produciría una mayor cantidad de
riqueza y las condiciones necesarias para una sociedad opulenta.

neoliberalismo

El neoliberalismo – que también es conocido como “liberalismo clásico”; ya que


toma prestado algunos principios filosóficos del siglo XVIII – se debe
principalmente a una escuela de pensamiento económico. Puso de relieve la
importancia de la desregulación de los mercados y la privatización de las
instituciones públicas. La transición de esta filosofía de la economía a un
movimiento político ha cobrado impulso en los últimos años con el aumento de
Liberalismo en los Estados Unidos. Aunque los liberales modernos pueden ser
equiparados con lo que se considera “conservadurismo moderno” (si bien esas
ideas son liberales en algunas políticas económicas, están en total desacuerdo con
las políticas que se relacionan con el papel del Estado en la vida privada de los
ciudadanos); para ser más específicos, los derechos de los ciudadanos a casarse
libremente, no pueden ser objeto de vigilancia del gobierno y la libertad para la
compra y producción de sustancias prohibidas como la marihuana. Para esta
corriente, el individuo es el verdadero árbitro de una sociedad libre; tanto en
términos económicos como políticos.

 El neoliberalismo

 Se llama “liberalismo” al pensamiento que sirvió de base a la formación del


capitalismo y que promulga el individualismo y la libertad de empresa. Se le llama
“Neo” porque resurge después de aproximadamente cuarenta años (en los años
70’s) a raíz de la crisis en la que es encuentra la economía a nivel mundial.
El Neoliberalismo, cree que la crisis económica a nivel mundial, es producto de la
excesiva intervención del Estado en la economía.

El objetivo fundamental de la política económica, según las orientaciones


neoliberales, es propiciar el funcionamiento flexible del mercado eliminando todos
los obstáculos que se levantan a la libre competencia.

Para solucionar la crisis económica, los neoliberalistas proponen las soluciones


siguientes:

·        La privatización de todas las instituciones y que la economía se rija por un


modelo de libre mercado o libre competencia. La libre competencia consiste en un
gran número de empresas produciendo, en las que solamente el libre juego de la
oferta y la demanda influyan en el precio y la producción y consumo de los bienes.

·        Desaparecimiento de: Programas de seguridad social, Programas de


construcción de viviendas por parte del Estado, Leyes del salario mínimo,
legislación a favor de los sindicatos, impuestos a las importaciones o aranceles,
controles de precio y subsidios.                             

De esta manera, se cumple con el principal objetivo del capitalismo, el cual es “la
maximización en la obtención del lucro o ganancia” de los empresarios privados.

Según lo expone Eladio Zacarías, en su texto Estudios Sociales y Cívica II, el


modelo filosófico neoliberal se basa en tres principios que son:

Ø      El individualismo posesivo

Ø      La desigualdad en la lucha competitiva del hombre para conseguir bienes

Ø      La sociedad capitalista contemporánea es la sociedad democrática por


excelencia.

     

            Las políticas neoliberales.

Bajo esta perspectiva, en la última década, todos los países de América Latina y el
Caribe han realizado reformas estructurales orientadas hacia el mercado y a
mejorar la eficiencia de la economía, a acelerar el crecimiento económico, etc; ya
que las reformas neoliberales ponen el crecimiento económico como razón de ser
de la economía. Restringen la intervención del Estado hasta despojarlo de la
responsabilidad de garantizar los bienes mínimos, que se merece todo ciudadano.
Eliminan todos los programas de creación de oportunidades para todos y los
sustituyen por apoyos ocasionales a grupos focalizados. Privatizan empresas con el
criterio de que la administración privada es mejor. Abren sin restricciones las
fronteras para mercancías, capitales, y flujos financieros, que es parte también, de
la globalización económica. Subordinan la complejidad de la Hacienda Pública al
ajuste de las variables macroeconómicas: presupuesto general equilibrado,
reducción de la inflación y  balanza de pagos estable, pretendiendo que de allí, se
sigue todo bien común a largo plazo, sin atender a los nuevos problemas de la
población que emergen de estos ajustes, y que tienen que ser atendidos
simultáneamente, por una política de Estado.

Según estas políticas neoliberales, el problema de la distribución del ingreso se


dará por rebalse, cuando, al elevar los niveles de ingreso debido a un alto
crecimiento económico, permitirá eliminar las desigualdades económicas entre la
población.

No obstante el neoliberalismo tiene aspectos positivos en cuanto que eleva la oferta


de bienes de mejor calidad y precios, reduce la inflación, permite una mayor
austeridad fiscal; también provoca desequilibrios como el desempleo, la quiebra de
algunas empresas pequeñas y medianas, que no pueden competir con las grandes,
aumento de la criminalidad y aumento de la pobreza.

Visión del ser humano en el neoliberalismo.

La visión del ser humano en el neoliberalismo, “delimita la grandeza del hombre y


de la mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios, exacerba el
individualismo y la carrera por ganar y poseer. En muchos casos desata la codicia,
la corrupción y la violencia y, al generalizarse en los grupos sociales destruye
radicalmente la comunidad. Se impone así un orden de valores donde priva la
libertad individual para acceder al consumo de satisfacciones y placeres”. (Zacarías,
Eladio. Estudios Sociales y Cívica II. Pag 124).

El neoliberalismo es, básicamente, muy similar a su antecesor, con sus ansias de


libre mercado y escasa participación estatal en cuestiones empresariales. Para
conseguirlo, por una parte, precisa de un comercio internacional y una inversión
sin aranceles, pero por otra, y aquí radica uno de los (muchos) problemas del
neoliberalismo, hay que reducir los costes. Mas, ¿cómo hacerlo? Hay dos
alternativas principales, a cada cual peor: o bien pueden buscar una mejora de la
productividad (eufeumismo clásico para definir el despido de trabajadores,
circunstancia que vemos a diario en las grandes empresas y fábricas...), o bien
pueden, sin demasiados escrúpulos, contratar a otros que realicen el mismo trabajo
con salarios más bajos (extremo, por desgracia, también muy evidente en nuestra
sociedad actual).

Además, como el corolario del neoliberalismo es el beneficio, hay que alejar al


gobierno de las medidas que puedan disminuir aquél, como por ejemplo, las
relacionadas con el medioambiente (las cuales anteponen, o por lo menos
equiparan, el respeto a la naturaleza al beneficio) o incluso, las relativas a la
seguridad en el trabajo. Todas estas medidas suponen controles, inspecciones,
revisiones, etc., es decir, gastos gubernamentales, que cabe suprimir, o reducir, si la
meta es maximizar los ingresos. Al mismo tiempo, si se llevan a cabo estas
regulaciones, que afectan directamente a las empresas y trabajadores, también
podrían realizarse otras, encaminadas a la propia población, que abarataran los
costes y favorecieran la privatización. ¿Cuáles podrían ser, dichas medidas?

He aquí otras de las miserias del neoliberalismo: para reducir el gasto público
sostiene que cabe actuar en sanidad, educación y servicios sociales, pero no
mejorando dichas prestaciones, sino minimizándolas. La solución es la
desregulación y la privatización, es decir, traspasar, vender a inversores privados
las empresas estatales, tales como bancos, escuelas, hospitales, etc. Esto empieza a
tener unos efectos catastróficos en la calidad de la atención a la población: si el
beneficio es lo que cuenta, como dice Noam Chomsky, entonces lo primordial es
aumentar las ganancias, no dispensar un buen trato a las personas que, de hecho,
son las que posibilitan y sostienen todo el sistema económico. Un ejemplo prosaico
son los hospitales: la comida de antaño, si bien no de una calidad extraordinaria,
era medianamente comestible; ahora, sin embargo, prevalecen los alimentos
enlatados, plastificados y de apariencia antediluviana. El responsable de ello es, por
una parte, la empresa privada, que se dedica a reducir los gastos de alimentación
en pos de un mayor beneficio económico, y por otro, el mismo gobierno, que ha
dejado en manos del mejor postor el cuidado y la salud de sus conciudadanos. La
consecuencia, como es fácil advertir, es el enriquecimiento del poderoso. Es una
vieja castaña, sí, pero es la verdad.

Podría continuar enumerando las (numerosas) críticas que ha recibido el


neoliberalismo y sus actuaciones, algunas muy razonables, como es de justicia
advertir. Sin embargo, también ha generado hechos muy positivos, como es el
aumento del nivel de vida general, al disponer de mayor cantidad de alimentos,
más viviendas, atención médica, etc. Así mismo, una de las obsesiones del
neoliberalismo es anteponer los derechos individuales al bien común, en total
contraste con su homológo comunista. Esto, en una sociedad poco respetuosa con
sus logros y patrimonio cultural, puede ser la solución para que, con el tiempo,
dicho patrimonio subsista. No obstante, en muchas otras supone que los menos
privilegiados se vean obligados a hallar soluciones a sus problemas.

Por lo tanto, el camino por el que nos están conduciendo las medidas neoliberales
no parece el más halagüeño para una sociedad y una economía sana. Más bien, al
contrario, semeja una especie de jungla en la que prevalecerá la ley del más fuerte,
el mejor adaptado para derrotar al "enemigo", en una carrera, tal vez sin freno, por
hacer de nuestra vida la quintaesencia del dinero, del beneficio, de las cuentas
bancarias y de la provisión de recursos económicos. ¿Será el neoliberalismo lo que
necesitamos para distinguir al prójimo de un rival al que hay que vencer, a la
sociedad de una cárcel en la que medramos sin escapatoria, será, en definitiva, lo
que precisamos para diferenciar al dinero de nuestra propia esencia porque, por
supuesto, nuestra vida radica y se expande mucho más allá del beneficio, de las
ganancias?. Si la respuesta a esta pregunta, como parece ser, es negativa, es decir,
si la vieja doctrina de Adam Smith, en realidad, nos está encadenando aún más
hacia todo ello, hacia la perspectiva de una vida ligada cada vez más al entramado
económico, si la protagonista, en fin, no es la propia vida, sino el dinero, lo que
todos deberíamos plantearnos es: ¿nos está ayudando en algo, el neoliberalismo?

EL MODELO NEOLIBERAL Y SUS REPRESENTANTES


Publicado en 8 marzo 2009 por angeles
El término nace de la necesidad de diferenciar el liberalismo económico previo a
laPrimera Guerra Mundial, de los modelos económicos de la democracia
liberal surgidos durante la Guerra Fría, siendo el neoliberalismo en todos los casos,
un conjunto de ideas bastante alejadas de la ortodoxia liberal del siglo XIX. El
llamado neoliberalismo en cierta medida consiste en la aplicación de los postulados
de la escuela neoclásica en política económica. No define una teoría económica
concreta, y se usa más para refererirse a la institucionalización de un sistema en el
comercio mundial. Tampoco el neoliberalismo es una filosofía política unificada
debido a la diversidad de escuelas y movimientos que se le suelen relacionar.
Historia

En teoría el neoliberalismo suele defender algunos conceptos filosóficos del viejo


liberalismo clásico del siglo XIX como la iniciativa privada o la limitación del
crecimiento del Estado, añadiéndole por lo general elementos posteriores como
el rol subsidiario del Estado desarrollado por los ordoliberales alemanes (que había
puesto en marcha algunas de sus propuestas en el denominado Milagro
alemán de posguerra), y en especial el monetarismo de la Escuela de Chicago que,
desde mediados de los años 50, se convirtió en crítico opositor de las políticas de
intervención económica que se adoptaban en todo el mundo, junto con
aportaciones del enfoque macroeconómico keynesiano.

A finales de los años 70, estas teorías ganaron amplia popularidad en el mundo


académico y político por dar respuesta al fracaso del keynesianismo en la gestión
de lacrisis de 1973. En efecto, la aplicación de los preceptos keynesianos, no sólo no
creaba empleo sino que además desató una epidemia inflacionaria mundial
(estanflación, desafiando la Curva de Phillips) y creó unos déficit
presupuestarios insostenibles. El nuevo escenario estanflacionario desafiaba los
postulados keynesianos. Para enfrentarlo se deberían efectivizar al mismo tiempo
acciones antirecesivas y antiinflacionarias, algo nunca previsto en tal teoría.

La crítica de los autores, especialmente monetaristas, tenía tres vertientes:

1. discutían el uso del aumento de la masa monetaria como instrumento para


creardemanda agregada, recomendando mantener fija dicha magnitud;
2. desaconsejaban el uso de la política fiscal, especialmente el uso del
constante déficit presupuestario, poniendo en duda el multiplicador
keynesiano; y
3. recomendaban una reducción en los gastos del Estado como única forma
práctica de incrementar la demanda agregada.
La mayor parte de los aportes teóricos fueron rápidamente aceptados poniendo fin
a la predominancia que el keynesianismo tenía en la mayoría de las escuelas de
pensamiento económico desde los años 30. Tanto Margaret Thatcher como la
administración de Reagan pusieron en práctica estas teorías con resultados
desiguales. En el Reino Unido, se realizó una fuerte reducción en el tamaño del
sector público que, si bien tuvo consecuencias negativas en el corto plazo en el
terreno social, reactivó la economía y dio una gran dinamismo al sector productivo.
En los Estados Unidos, similares medidas chocaron con el aparato político y la
vocación militarista del entorno de Reagan por lo que solo se logró crear un gran
déficit fiscal (las iniciativas de reducción de impuestos prosperaron pero no las de
control del gasto social o del gasto militar -gasto público-que eran las principales
partidas).

Se aprecia en la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, posterior al fracaso


de su gestión desarrollista-militarista de la primera parte de su gobierno, un
modelo económico monetarista con algunos rasgos keynesianos, siendo estos
manejados por su equipo de economistas, los Chicago Boys. Estos serían vitales
para la reestructuración económica de Chile marcada por las crisis mundiales y
la nacionalización del cobre, es el llamado Milagro de Chile, mientras que en los
países de la región latinoamericana colapsaban las aplicaciones del
modelo cepalino desarrollista y se experimentaba la crisis de la deuda
externa produciendo la denominada Década perdida.

De estas experiencias y de las dificultades para aplicar esas políticas a países en


desarrollo, surge una versión keynesiana con inclinación monetarista que
incorporaba la aversión al déficit y a la fabricación de dinero pero no al concepto de
intervención pública en la economía (ej. Consenso de Washington, término
acuñado en 1989 por el economista John Williamson para referirse al tipo de
políticas fiscales y monetarias recomendadas para los países en desarrollo por los
organismos con sede en WashingtonBanco Mundial, FMI y Tesoro estadounidense,
entre otros).

Por ello se lo relaciona con la tecnocracia de los organismos públicos


internacionales, debido a que sus políticas son principalmente impulsadas desde
el Banco Mundial, laOrganización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario
Internacional (FMI), organismos que no dependen de las Naciones Unidas y están
por ello exentos del control directo de la comunidad internacional de países y a los
que en ocasiones se acusa de ejercer presión política y extorsión. En la práctica,
estas políticas toman como modelo de economía (salvo en lo referente
al proteccionismo) a la estadounidense (véase: sistema americano, capitalismo
democrático).[6]

El neoliberalismo, como política tecnocrática y macroeconómica (y no propiamente


filosófica), tiene una dimensión geopolítica mercantilista ajena en la práctica
alliberalismo económico propiamente dicho, es decir el neoliberalismo no es
necesariamente sinónimo de mercado libre -sin trabas burocráticas ni privilegios
sectoriales-, razón que explicaría que sea asociado al corporativismo internacional.

Características
Las políticas macroeconómicas recomendadas por teóricos o ideólogos neoliberales
(en principio recomendaciones a países tanto industrializados como en desarrollo)
incluyen:

 Políticas monetarias restrictivas: (aumentar tasas de interés o reducir la


oferta de dinero). Con ello disminuye la inflación y se reduce el riesgo de una
devaluación. No obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que
se disminuye el flujo de exportaciones y se perpetúa el nivel de deuda interna
y externa denominada en monedas extranjeras. Así mismo, se evitan los
llamados ciclos del mercado.
 Políticas fiscales restrictivas: (aumentar los impuestos sobre el consumo y
reducir los impuestos sobre la producción y la renta; eliminar regímenes
especiales; disminuir el gasto público). Con ello se supone que se incentiva la
inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece la efectividad del
Estado. No obstante no se distingue entre los niveles de ingreso de los
contribuyentes, donde unos puede pagar más impuestos que otros, y se grava
a las mayorías mientras que se exime a las minorías, deprimiéndose así la
demanda, si bien se busca apoyar la oferta, buscando el bienestar de toda la
sociedad. Tampoco se reconoce que el gasto público es necesario, tanto para
el crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos de
países industrializados); para la protección de sectores vulnerables de la
economía y la población; y para la estabilidad social y económica en general.
 Liberalización: Tanto la liberalización para el comercio como para las
inversiones se supone que incentivan tanto el crecimiento como la
distribución de la riqueza, al permitir:
1. una participación más amplia de agentes en el mercado (sin monopolios u
oligopolios),
2. la generación de economías de escala (mayor productividad),
3. el aprovechamiento de ventajas competitivas relativas (mano de obra barata,
por ejemplo),
4. el abaratamiento de bienes y servicios (al reducirse costos de transportación
y del proteccionismo), y
5. el aumento en los niveles de consumo y el bienestar derivado de ello (en
general aumento de la oferta y la demanda en un contexto de «libre»
mercado, con situaciones de equilibrio y utilidades marginales).
 Privatización: Se considera que los agentes privados tienden a ser más
productivos y eficientes que los públicos y que el Estado debe adelgazarse
para ser más eficiente y permitir que el sector privado sea el encargado de la
generación de riqueza.
 Desregulación: Se considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la
actividad económica y que su reducción a un mínimo necesario (sobre todo la
garantización del régimen de propiedad y de la seguridad) propician un
mayor dinamismo de los agentes económicos.
En todos los casos, los teóricos denominados neoliberales afirman que la mejor
manera de alcanzar la distribución de la riqueza y el bienestar de los individuos es
mediante un crecimiento total del producto, que por su propia dinámica permea al
total de los integrantes de la sociedad (la llamada trickle down policy); como
liberales promueven «mediante el beneficio individual, alcanzar el beneficio de
toda la sociedad».
Países con políticas neoliberales
Entre 1980 y 2000, en varios países llegaron al gobierno diversos políticos y
dirigentes favorables a programas económicos neoliberales. Esto sucedió
especialmente en los países anglosajones y en América Latina, la siguiente lista, no
comprensiva, incluye algunos de los presidentes que aplicaron, en distinto nivel y
efectividad, varias políticas descritas como neoliberales:

 Alberto Fujimori (Perú)
 Augusto Pinochet (Chile)
 Carlos Menem (Argentina)
 Carlos Salinas de Gortari (México)
 Fernando Collor de Mello (Brasil)
 Fernando Henrique Cardoso (Brasil)
 Gonzalo Sánchez de Lozada (Bolivia)
 Margaret Thatcher (Reino Unido)
 Ronald Reagan (Estados Unidos)

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