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*104353421*
AUTOS:
VISTOS:
Los escritos iniciales de las partes relatados en el auto integrante de la audiencia inicial
de fs. 207 fijando los hechos objeto del proceso y la prueba admitida, a cuyos términos
aquí me remito en mérito a la brevedad. La prueba a partir de allí producida hasta el
decreto de 367, y los alegatos formulados por ambas partes por escrito a fs. 382/388
(actora), fs. 393/397 (demandada DGE), fs. 399/401 (Citada en Garantía) y fs. 404
(Fiscalía de Estado); a fs. 407 dictamina la Sra. Asesora de Menores adhiriendo a los
alegatos formulados por la parte actora; y
CONSIDERANDO:
A su vez el último párrafo del art. 12 de la ley 8968 remite a los arts. 6 a 8 de la
misma norma. Y a su respecto ninguna de sus reglas es excepcionada por el régimen
especial para establecimientos educativos al que remite el art. 14, qué sólo se refiere
al carácter objetivo de la responsabilidad (al que el art. 6 de la ley local agregaría el
carácter “directo”), sus eximentes, y el ámbito de aplicación. Por lo tanto habría que
agregar los presupuestos del art. 7 y 8 de la ley 8968, así como la posibilidad accesoria
de la acción en su art. 9.
Esto así y a diferencia del régimen anterior delineado por la Corte Federal que
derivaba el factor objetivo de la irregularidad en la actividad u omisión del agente
orgánico (ver a este respecto este Tribunal en sus numerosos pronunciamientos
anteriores, v.gr. autos N° 118389, caratulados "A.S. C/D.G.E. P/Daños Perjuicios", de
fecha 10/02/2014), el nuevo régimen implica ahora independizar el factor de
atribución de la conducta del agente para radicarlo en el funcionamiento mismo del
servicio (ROSATTI Horacio, Responsabilidad Estatal- Ley 26944, en op. cit., p. 508 y
541) por inexistente, defectuoso o tardío (íd. ant., p. 542; íd. GALLI BASUALDO, p. 118;
íd. MAZZUCCO CÁNEPA Martín, Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza,
ADLA 2017-7, 71; CICERO Nidia K., Regímenes provinciales de responsabilidad del
Estado, ¿florece el federalismo?, LL 2017-D-778 en su comentario a la ley provincial
8968, con cita de los precedentes de la Corte Federal de donde se derivan los principios
enunciados en su art. 7-d; ver también en el mismo sentido los fallos citados por
PULVIRENTI Orlando D., Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza, ADLA
2017-7, 73 en su nota 4). Por lo tanto si bien como en el art. 7-b de la ley 8968 debe
probarse que ha existido un accionar u omisión de un agente estatal, no es necesario
individualizar a este último con precisión ni establecer su identidad (GALLI BASUALDO
Martín, La ley 26944 de Responsabilidad del Estado y el Código Civil y Comercial de la
Nación, en “Código Civil y Comercial de la Nación analizado, comparado y concordado,
Hammurabi, Buenos Aires, 2015, t. 3, p. 101ss., esp. 105/6). Pero sí deben acreditarse
los recaudos del art. 7-d en cuanto configuran lo que se entiende por “falta de
servicio”, y por lo tanto la demanda debe ser rechazada si así no ocurre (MAZZUCCO
CÁNEPA Martín, Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza, ADLA 2017-7,
71; punto II).
III) Esto así, es desde los parámetros jurídicos indicados que corresponde
conducir el ANÁLISIS DE LA PRUEBA aportada en autos.
¿Cuál otra puede ser la razón por la cual se cae una ventana? La demandada no
lo alega en su escrito de contestación de fs. 103/109. Por lo tanto de acuerdo a la
naturaleza de la actividad de mantenimiento de instalaciones necesaria a prevenir el
daño (art. 7-d-1 ley 8968), los medios de personal adecuado a tales efectos de que
debe disponer el servicio educativo (art. 7-d-2), el vínculo directo del educando como
víctima con dicho servicio (art. 7-d-3) y la previsibilidad de daños ante la omisión de
ese mantenimiento (art. 7-d-4), esta última no puede sino calificarse como falta de
servicio en este caso. En tal sentido es también claro el interés jurídico cualitativa y
cuantitativamente relevante que tienen los educandos en permanecer en instalaciones
con la seguridad mínima de que no se le caigan ventanas en la cabeza (art. 8-a), así
como la necesidad de que quien gestiona esas instalaciones actúe positiva y
regularmente para tutelar dicho interés (art. 8-b), y la proporcionalidad entre el
sacrificio de ejercitar dichas tareas de mantenimiento básicas con la utilidad que
consigue con su accionar (art. 8-c). En este sentido, cabe destacar aquí también la
conducta procesal omisiva de la demandada para alegar y eventualmente acreditar
que tales tareas de mantenimiento tenían una entidad mínima tendiente a prevenir
daños como el acaecido. Y –repito- que de frente a ella lo ocurrido pudiera configurar
de alguna manera un “caso fortuito”.
Aclaro también que no concuerdo con la postura que por principio en todos
los casos engloba la estimación de montos con la inclusión de intereses ab-initio, ya
que a mi criterio ello implica confundir indebidamente los distintos planos en que
reposa el fundamento indemnizatorio del rubro intereses (comp. BERCOFF: Intereses y
responsabilidad extracontractual, Rev. LL 18 10 95; comp. Suprema Corte de Mendoza,
sala 1, 19-8-09, Nebot, punto V-4-b), y por ende complicar aún más la dificultad propia
de la estimación. Quien especula con el tiempo sin siquiera consignar los montos
indemnizatorios que eventualmente considere justos, debe cargar con las
consecuencias de su demora, y solo en base a la magnitud de la misma.
Esto así, cabe aclarar también en cuanto al reclamo por “secuelas estéticas” de
fs. 34 vta., pto. VI-1°-b, que coincido con la doctrina y jurisprudencia mayoritaria
anterior al Código Civil y Comercial de la Nación, en cuanto en el caso de ausencia de
normas específicas (v.gr. en la ley 8968 y otras administrativas provinciales análogas)
cabe considerar que el daño estético no constituye una categoría independiente, sino
el substrato fáctico de distintos daños resarcibles (postura en la cual también se enrola
la parte actora). Y por tanto no configura un elemento autónomo con relación al daño
patrimonial y al daño moral, sino que cuando repercuta en la realidad económica del
lesionado resulta atinente al primero, mientras cuando afecte un interés
extrapatrimonial de la víctima resulta atinente al segundo (en cuanto a los
fundamentos de tal postura, me remito aquí en mérito a la brevedad a los siguientes
conceptos: ZAVALA DE GONZÁLEZ Matilde, Resarcimiento de daños-Daños a las
personas-Integridad sicofísica, to. 2a, p. 163ss., esp. 193ss; BUERES, El daño moral y su
conexión con las lesiones a la estética, a la sique, a la vida de relación y a la persona en
general, Revista de Derecho Privado y Comunitario, to. 1, p. 237, esp. punto II-fss.;
Cámara Nacional civil, sala J, 21-5-92, re Morell, LL 1993-C-114; Cámara Nacional
Comercial, B, 19-8-94, LL 1995-B-132; íd. sala F, 26-4-94, re Gallego, JA 1994-IV-213).
Tal también la postura en nuestro Foro de la Primera y Tercera Cámara Civil (Primera:
re Copia, 22-9-93, Jurisprudencia de Mendoza- 2a. serie, to. 43, pág. 158; Tercera: re
Casale, 24-2-99, Revista del Foro, to. 36, p. 325), de nuestro Superior Tribunal Federal,
en cuanto obliga a justipreciar la efectiva incidencia o menos que haya tenido la lesión
en el ámbito patrimonial (re Betoldi, 31-10-89, ED 137-796, 1553 a 1555), y de nuestro
Superior Tribunal Provincial en cuanto ha validado como posible este tipo de
interpretación (9-12-02, re Bravo, sala I, Voces Jurídicas- LL Gran Cuyo, abril 2003, n° 2,
p. 181).
Por tanto estimo que no podemos partir más que de una reducción de
ganancias en el porcentaje referido y por incapacidad parcial y permanente, en cuyo
caso "debe fijarse una única que comprenda todos los daños y es improcedente fijar
otra suma por los salarios perdidos; es decir, el resarcimiento de esa clase de
incapacidad absorbe el lucro cesante" (KEMELMAJER DE CARLUCCI, en BELLUSCIO-
ZANNONI, Código comentado y anotado, to. 5, p. 218; íd. Segunda Cámara civil
Mendoza, 29-7-97, re Spinolo, Revista del Foro, Suplemento dic/97-enero/98, p. 2).
Esto así, entiendo que como capital debe partirse del correspondiente al
Salario Mínimo Vital y Móvil al momento del accidente $ 6.810 (Res. 2/2016
CNEPSMVM), atento a que la actora dado que al ser menor de edad, no cuenta con
ingresos relacionados con actividad lucrativa alguna.
Esto así tenemos que con las historias clínicas acompañadas a fs. 174/199 y
200/201 y de informe pericial oftalmológico se acredita la existencia de un nexo de
causalidad entre el traumatismo de cráneo sufrido por la actora con la pérdida de la
visión de su ojo izquierdo y la caída de su párpado, por lo cual entiendo que asiste
razón a la parte actora en sus alegatos de fs. 382/388 en cuanto efectivamente ha
quedado acreditada una relación de causalidad y la incapacidad reclamada, debiendo
estarse al grado de incapacidad informado por el Sr. Perito.
Tengo en cuenta que nuestra jurisprudencia ha señalado que este daño comprende no
solo el aspecto laborativo sino también las consecuencias que afectan la personalidad
íntegramente considerada como ser en el ámbito deportivo, artístico, cultural, sexual,
etc. (Suprema Corte de Mendoza, según voto de la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI,
sala I, 16-3-95, re Cerutti, punto IV-3, Revista del Foro, to. 17-1995, pág. 153/7; ZAVALA
GONZÁLEZ Matilde, Desde la incapacidad laborativa a la incapacidad existencial,
Revista de Derecho de Daños, Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, to. 3/2009, p. 91). Al
respecto, la pericial rendida a fs. 303/314 da cuenta que el actor vio modificada su vida
luego del accidente dado que el perito informa que el accidente “ha causado un
desorden en su equilibrio psíquico, afectando así su desarrollo como ser bio-psico
social” (fs. 312 pto. VI). También tengo en cuenta que en principio "no hay porqué
presumir que los ingresos descienden en igual porcentaje que la
incapacidad" (IRIBARNE Héctor, ob. cit., pág. 515, cit. por Suprema Corte de Mendoza
in re Cerutti antes citado).
En efecto la pericial Psicológica rendida en autos a fs. 303/314 expresa que “el
hecho en cuestión ha tenido un impacto emocional en la joven, causando en
consecuencia un desorden en su equilibrio psíquico. El cual queda evidenciado por la
falta de mecanismo de defensa para hacerle frente a las vicisitudes del medio” y que
se observa “la presencia de distorsiones cognitivas caracterizadas por sentimientos de
fracaso, falta de confianza en si misma y una baja tolerancia a la frustración, marcadas
por una sensación de desaliento constante y pensamientos de inutilidad y de culpa”
que se revela la presencia de inestabilidad emocional que “ha configurado en la joven
un patrón de respuestas coincidentes con un Trastorno Depresivo Mayor”, y que
padece “un incapacidad de carácter parcial y permanente del 20% correspondiente a
una Reacción Vivencial Anormal Neurótica depresiva, Grado III”. Sobre el cual el perito
precisa que “podría tener un progreso positivo y mejorar sus condiciones de vida en
tanto la actora realice tratamiento psicoterapéutico adecuado”. Asimismo el perito
afirma que el hecho “guarda un nexo causal directo” y que “ha causado un desorden
en su equilibrio psíquico, afectando así su desarrollo como ser bio-psico social”. No
obsta a ello la observación realizada por la parte citada en garantía a fs. 321, dado que
las mismas han sido correctamente contestadas por el Perito a fs. 252/255. Asimismo
cabe recordar que todo cuestionamiento a un informe pericial debe constituir en sí
una “contrapericia”, y por ende debe contener también como aquélla una adecuada
explicación de los principios científicos o técnicos en los que se funde. No basta
mostrarse disconforme, sino que debe convencer al juez de que lo evaluado por el
experto en materia de su incumbencia es insostenible (Tercera Cámara Civil Mendoza,
26-5-16, Albornoz; id. 20-02-19, Morales).
Con todo lo cual estimo que la suma de $400.000 reclamada por la actora en su
escrito de demanda de fs. 37 –repito- resulta adecuada, incluso teniendo en cuenta lo
explicado en el punto III-B-1 para el aspecto psicológico. Suma que de acuerdo a las
pautas señaladas en el punto III), B), 1) arrojada la suma de pesos 1.362.000, al
momento de la sentencia.
III Gastos médicos, farmacéuticos y de rehabilitación: La actora reclama por tal rubro
la suma de $5.000 por las erogaciones realizadas en concepto de gastos de “atención
médica, medicamentos, traslados, etc.”, para lo cual no acompaña pruebas alguna. En
tal sentido tiene dicho el pretorio que aún cuando se carezca de prueba documental
de las erogaciones efectuadas en concepto de "gastos de farmacia" o de su detalle,
corresponde acoger la solicitud de pago de los mismos si las circunstancias de la causa
demuestran su existencia, lo que sucede si el damnificado ha sido atendido en
hospitales públicos, por resultar un hecho notorio la escasez de recursos por ellos
padecida, debiendo en consecuencia aportar el usuario los medicamentos necesarios,
material descartable e incluso alimentos (Corte Suprema de la Naciòn, 31-10-89,
Betoldi, ED 137-796, 1553 a 1555; Cámara Nacional Comercial, B, 19-8-94, re R., LL
1995-B-133, íd. G, 5-6-93, LL 1993-E-226; íd. Cámara Nacional Federal Civil y comercial,
3, 11-2-94, re Los Santos, LL 1994-C-219).
Por lo que teniendo en cuenta las dolencias que señalan las pericias médicas,
así como que la actora ha debido ser sometida a exámenes en diferentes instituciones
(Clínica de ojos, Hospital Notti, Dyter Centro Oftalmológico y Fuesmen) y a una
intervención quirúrgica según constancias de fs. 174/195, 196, 196 vta. y 200/201;
entiendo procedente la suma reclamada. La cual de acuerdo a las pautas señaladas en
el punto III-B-1, me llevan a estimar una suma de $17.024 al momento de la sentencia.
Con lo cual entiendo que el presente rubro puede ser admitido por la suma
reclamada de pesos $21.600, el cual de acuerdo a las pautas ya señaladas en el
punto III- C-C) -1 arriba a la suma de $73.544, al momento de la sentencia.
Otro es el tema del tipo de deuda de que se trata, lo que hace variar a este
respecto el tipo de tasa de interés aplicable. Los reembolsos de dinero se resarcen con
una tasa “bruta”, en cambio las deudas de valor imponen distinguir distinguir según se
trate de computar respectivamente los períodos anterior y posterior a la sentencia: si
ésta es incumplida la mora se resarce con una tasa “bruta”, en cambio el período
anterior sólo lo puede ser razonablemente resarcido con una tasa “pura” (íd. Suprema
Corte de Mendoza, 1, 20-5-96, re Villegas, Revista del Foro, to. 23, p. 166, con nota de
FURLOTTI DE AGÜERO: "La búsqueda de la indemnización justa"; íd. 10-8-98).
Int. legal (8% desde 02/01/18 hasta not. de demanda 29/06/18 (3,92%))…$ 86.732,66.-
Subtotal…………$ 2.448.206,48
Tales son entonces los montos a los que quedará obligada la demandada,
con más los intereses que correspondan en caso de incumplimiento de la presente y
hasta el momento del efectivo pago.
RESUELVO:
RESUELVO:
B.V.