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PIZARRO VICENTE CEFERINO Y CALDERON CLAUDIA ANDREA AMBOS

P.S.H.M.: PIZARRO ROCIO CELESTE C/ DIRECCION GENERAL DE ESCUELAS


P/ DAÑOS Y PERJUICIOS P/ CPC ANTERIOR - DAÑOS Y PERJUICIOS

*104353421*

Mendoza, 11 de Junio de 2020.

AUTOS:

Estos autos N° 254239, caratulados "PIZARRO Vicente Ceferino y CALDERON Claudia


Andréa ambos P.S.H.M. PIZARRO Rocío Celeste C/ Dirección General de Escuelas P/
Daños y Perjuicios", donde a fs. 419 se llaman autos para dictar SENTENCIA respecto
de la demanda de fs. 31/40, ampliada a fs. 49 y modificada a fs. 57/59; y

VISTOS:

Los escritos iniciales de las partes relatados en el auto integrante de la audiencia inicial
de fs. 207 fijando los hechos objeto del proceso y la prueba admitida, a cuyos términos
aquí me remito en mérito a la brevedad. La prueba a partir de allí producida hasta el
decreto de 367, y los alegatos formulados por ambas partes por escrito a fs. 382/388
(actora), fs. 393/397 (demandada DGE), fs. 399/401 (Citada en Garantía) y fs. 404
(Fiscalía de Estado); a fs. 407 dictamina la Sra. Asesora de Menores adhiriendo a los
alegatos formulados por la parte actora; y

CONSIDERANDO:

I) Que la PLATAFORMA DE LA LITIS ha sido ya fijada con consentimiento de


ambas partes en el auto integrante de la audiencia inicial de fs. 207/208 que trata los
hechos objeto del proceso y su prueba, a cuyos fundamentos aquí me remito en
mérito a la brevedad.

II) En el análisis del DERECHO APLICABLE al caso conforme lo resuelto a fs. 62 y fs


69/88, desde el punto de vista sustancial corresponde aplicar la Ley Provincial 8968.

De acuerdo al objeto del proceso delineado según lo indicado en la resolución


de fs. 207 vta., considerandos I-a, tenemos que en el presente caso al tratarse de un
supuesto especial de responsabilidad de un establecimiento educativo resulta
aplicable el art. 14 de la ley 8968). Dicho artículo establece una remisión a los mismos
términos del artículo 1767 del CCyCN. Pero según lo ya explicado a fs. 69/88, no podría
interpretarse como aplicación del régimen del Código Civil, sino eventualmente como
una trasliteración de aquélla específica norma vigente al día 09/05/2017, a interpretar
en cambio dentro del régimen propio de la ley administrativa que la contiene.
Esto así, tratándose en el presente caso de un daño causado con la cosa,
debemos verificar qué efectos trae el art. 14 de la ley 8968 respecto del art. 12.
Tenemos así que mientras este último permite al deudor eximirse por caso fortuito,
fuerza mayor, o uso de la cosa contra la su voluntad expresa o presunta, el art. 14 sólo
permite la eximición con el primero de los extremos: caso fortuito.

A su vez el último párrafo del art. 12 de la ley 8968 remite a los arts. 6 a 8 de la
misma norma. Y a su respecto ninguna de sus reglas es excepcionada por el régimen
especial para establecimientos educativos al que remite el art. 14, qué sólo se refiere
al carácter objetivo de la responsabilidad (al que el art. 6 de la ley local agregaría el
carácter “directo”), sus eximentes, y el ámbito de aplicación. Por lo tanto habría que
agregar los presupuestos del art. 7 y 8 de la ley 8968, así como la posibilidad accesoria
de la acción en su art. 9.

En consecuencia habiendo señalado la actora que no existió un adecuado


mantenimiento e las instalaciones y de la mampostería del establecimiento, ni una
adecuada supervisión, por no tener la ventana el seguro o cierre en correcto estado
(fs. 154/5), corresponde examinar el supuesto del art. 8 de la ley 8968. A diferencia de
la ley 26944, la norma no sólo prevé le necesidad de verificar la irregularidad cuando
estamos ante normativa expresa y determinada, sino que además establece los
requisitos propios para el supuesto de alegación de deberes indeterminados. En
ambos casos la norma supone en su titulación la responsabilidad en función del factor
objetivo de la “falta de servicio”, como la ley 26944 (comp. GONZÁLEZ MORAS Juan M.,
La responsabilidad del Estado por falta de servicio, en “Ley 26944 de Responsabilidad
del Estado- Análisis crítico y exegético”, Dir. Horacio Rosatti, Rubinzal Culzoni, Buenos
Aires, 2014, p. 114). Por lo tanto debe acudirse por analogía a los presupuestos del art.
7-d.

Esto así y a diferencia del régimen anterior delineado por la Corte Federal que
derivaba el factor objetivo de la irregularidad en la actividad u omisión del agente
orgánico (ver a este respecto este Tribunal en sus numerosos pronunciamientos
anteriores, v.gr. autos N° 118389, caratulados "A.S. C/D.G.E. P/Daños Perjuicios", de
fecha 10/02/2014), el nuevo régimen implica ahora independizar el factor de
atribución de la conducta del agente para radicarlo en el funcionamiento mismo del
servicio (ROSATTI Horacio, Responsabilidad Estatal- Ley 26944, en op. cit., p. 508 y
541) por inexistente, defectuoso o tardío (íd. ant., p. 542; íd. GALLI BASUALDO, p. 118;
íd. MAZZUCCO CÁNEPA Martín, Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza,
ADLA 2017-7, 71; CICERO Nidia K., Regímenes provinciales de responsabilidad del
Estado, ¿florece el federalismo?, LL 2017-D-778 en su comentario a la ley provincial
8968, con cita de los precedentes de la Corte Federal de donde se derivan los principios
enunciados en su art. 7-d; ver también en el mismo sentido los fallos citados por
PULVIRENTI Orlando D., Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza, ADLA
2017-7, 73 en su nota 4). Por lo tanto si bien como en el art. 7-b de la ley 8968 debe
probarse que ha existido un accionar u omisión de un agente estatal, no es necesario
individualizar a este último con precisión ni establecer su identidad (GALLI BASUALDO
Martín, La ley 26944 de Responsabilidad del Estado y el Código Civil y Comercial de la
Nación, en “Código Civil y Comercial de la Nación analizado, comparado y concordado,
Hammurabi, Buenos Aires, 2015, t. 3, p. 101ss., esp. 105/6). Pero sí deben acreditarse
los recaudos del art. 7-d en cuanto configuran lo que se entiende por “falta de
servicio”, y por lo tanto la demanda debe ser rechazada si así no ocurre (MAZZUCCO
CÁNEPA Martín, Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza, ADLA 2017-7,
71; punto II).

Ahora bien, al igual que en la ley nacional 26944, cuando la normativa


de actuación es expresa y determinada es necesario probar tanto que ha existido un
accionar u omisión de un agente estatal, como que ha sido irregular (íd. GONZÁLEZ
MORAS, op. cit., p. 100/1; ROSATTI, op. cit., p. 543; GALLI BASUALDO, op. cit., p. 108).
Esto implica receptar la jurisprudencia ya anterior de la Corte Federal en cuanto la
pretensión de ser indemnizado por falta de servicio implica cumplir la carga procesal
de individualizar del modo más claro y concreto posible cuál ha sido la actividad u
omisión que específicamente se reputa como irregular en contrapartida con la regular
debida, describiendo de manera objetiva en qué ha consistido la irregularidad (y
regularidad relacionada) que da sustento al reclamo. No basta con hacer referencia a
una secuencia genérica de hechos, sin calificarlos singularmente tanto desde la
perspectiva de su idoneidad como factor causal en la producción de los perjuicios
como en lo atinente a su falta de legitimidad (28-4-98, re “Zacarías”, Fallos 321:1124;
íd. “Mosca”, 6-3-07, Fallos 330:563; íd. Hisisa, Fallos 331:1730). Sólo a partir de esa
individualización es posible incursionar ulteriormente en un análisis “tópico”, para
decidir si existió o no efectivamente un funcionamiento anormal del servicio, en
cuanto tal funcionamiento está íntimamente relacionado con las características y
naturaleza de dicho servicio en cada caso concreto de tiempo, lugar, dificultades,
recursos materiales, personal a disposición para su cumplimiento y previsibilidad (conf.
GALLI BASUALDO, op. cit., p. 119/20, con cita de ORTIZ ÁLVAREZ y PERRINO). No se
trata de una mera abstención: se refiere necesariamente a una referencia normativa
que impone una determinada actividad (conf. ROSATTI, op. cit., p. 544), al menos
deduciéndola de algún deber concretamente impuesto por la constitución, ley o
reglamento de funcionamiento del servicio respectivo.

Cuando se apela en cambio a deberes genéricos, la ley 8968 se remite a los


estándares que otrora fijara la Suprema Corte de Mendoza en el caso “Torres” (LL
1989-C-514, conf. CICERO Nidia K., Regímenes provinciales de responsabilidad del
Estado, ¿florece el federalismo?, LL 2017-D-778; ANDRADA Alejandro Dalmacio,
Responsabilidad del Estado por actividad legítima que sacrifica intereses individuales
en beneficio del interés general. La reparación del daño extrapatrimonial, en Revista de
Derecho de Daños, 3/2018, p.301). Debe advertirse sin embargo que esos estándares
suponían al sistema del Código Civil (ley 340 y sus modificatorias) como régimen de
base. En cambio el nuevo régimen, a diferencia del que suponía el fallo “Torres”,
supone asentar -repito- la objetividad de la responsabilidad sobre la “falta de
servicio” (comp. ROSATTI, op. cit., p. 545, quien señala que en la ley nacional la “falta
de servicio” también se supone, pero no podría considerarse si se la alega como
indeterminada). El deber jurídico indeterminado puede alegarse por lo tanto como
poder de policía, sanitaria o de seguridad por ejemplo, con lo cual la antijuridicidad se
supone en una conducta obligatoria que el Estado haya dejado de realizar,
produciéndose, favoreciéndose o creándose las condiciones para la realización del
daño. Pero los requisitos que determina el art. 8 de la ley 8968 suponen un límite que
impide que la omisión antijurídica pueda responder a un principio amplísimo cual es el
de ‘no dañar a otro’. De tal suerte, si bien la ley provincial es más amplia que la
nacional al suponer la posibilidad de invocar un deber genérico, no lo es en forma
absoluta pues sigue “siendo necesario diferenciar entre el ‘mero deber administrativo’
genérico e indeterminado ante el cual los particulares tienen un poder destinado a
promover su cumplimiento por parte del Estado, pero sin una acción para exigirlo, y la
obligación que traduce el poder jurídico de exigir de manera directa su
cumplimiento” (id. ROSATTI, op. cit., p. 545/6 con cita de SA ZEICHEN Gustavo, y nota
69). Por lo tanto de pretender el actor acogerse a un deber genérico, a la necesidad de
acreditar los presupuestos del art. 7-d se suman estos propios del art. 8-2ª parte, y en
defecto de cualquiera de ellos la demanda debe ser también rechazada (conf.
MAZZUCCO CÁNEPA Martín, Comentario a la ley 8968 de la provincia de Mendoza,
ADLA 2017-7, 71; punto II)

Por otra parte la necesidad de probar la causalidad adecuada, desde la


perspectiva del derecho público no permite suponer en ningún caso “presunción”
alguna para responsabilizar al Estado: debe ser concretamente alegada y probada por
quien la alega con la carga procesal de demostrar el encadenamiento fáctico que
conecta el daño jurídico, cierto y probado, con la actuación u omisión específica
imputable al órgano estatal (Conf. ROSSATTI, op. cit., p. 540/1, con cita de TRIGO
REPRESAS Féliz, Hecho ilícito por omisión, en R.C. y S. 2006-27).

Queda expresamente claro también de lo dispuesto por, el art. 2 de la ley 8968


que la primera fuente de analogía es la normativa propia de Derecho Administrativo
Público, y no otra de Derecho Privado (conf. MAZZUCCO CÁNEPA Martín, Comentario a
la ley 8968 de la provincia de Mendoza, ADLA 2017-7, 71; íd. CICERO Nidia K.,
Regímenes provinciales de responsabilidad del Estado, ¿florece el federalismo?, LL
2017-D-778; íd. PULVIRENTI Orlando D., Comentario a la ley 8968 de la provincia de
Mendoza, ADLA 2017-7, 73). Se trata del principio que ya extensamente explicara a fs.
26/47, y a cuyos fundamentos aquí me remito en mérito a la brevedad.

III) Esto así, es desde los parámetros jurídicos indicados que corresponde
conducir el ANÁLISIS DE LA PRUEBA aportada en autos.

A) Respecto de la responsabilidad, a mi criterio en el presente caso la falta


se servicio está acreditada en función de la conducta procesal eminentemente remisa
de la demandada en indicar en qué consistiría precisamente el “caso fortuito” que
alega, y mucho menos probarlo (KIELMANOVICH: Algo más acerca de la conducta
procesal como prueba, Rev. JA Año 19 10 94; MAURINO Alberto, La conducta procesal
de las partes como elemento de convicción judicial, posibilidad de inferir argumentos
de prueba, JA 14-5-03). De ninguna manera explica en su contestación de fs. 103/9 (a
la que se adhiere a fs. 138/42) en qué sentido podría resultar relevante la actividad de
algún docente, o en qué sentido el hecho acaecido habría resultado imprevisible o
inevitable. No lo es ciertamente que por causa de un viento se caiga una ventana cuyo
mantenimiento se supervisa regularmente, en cuyo caso la previsión depende del
personal (no docente sino de mantenimiento) que se destina a la actividad respectiva.

¿Cuál otra puede ser la razón por la cual se cae una ventana? La demandada no
lo alega en su escrito de contestación de fs. 103/109. Por lo tanto de acuerdo a la
naturaleza de la actividad de mantenimiento de instalaciones necesaria a prevenir el
daño (art. 7-d-1 ley 8968), los medios de personal adecuado a tales efectos de que
debe disponer el servicio educativo (art. 7-d-2), el vínculo directo del educando como
víctima con dicho servicio (art. 7-d-3) y la previsibilidad de daños ante la omisión de
ese mantenimiento (art. 7-d-4), esta última no puede sino calificarse como falta de
servicio en este caso. En tal sentido es también claro el interés jurídico cualitativa y
cuantitativamente relevante que tienen los educandos en permanecer en instalaciones
con la seguridad mínima de que no se le caigan ventanas en la cabeza (art. 8-a), así
como la necesidad de que quien gestiona esas instalaciones actúe positiva y
regularmente para tutelar dicho interés (art. 8-b), y la proporcionalidad entre el
sacrificio de ejercitar dichas tareas de mantenimiento básicas con la utilidad que
consigue con su accionar (art. 8-c). En este sentido, cabe destacar aquí también la
conducta procesal omisiva de la demandada para alegar y eventualmente acreditar
que tales tareas de mantenimiento tenían una entidad mínima tendiente a prevenir
daños como el acaecido. Y –repito- que de frente a ella lo ocurrido pudiera configurar
de alguna manera un “caso fortuito”.

A este respecto cabe acotar que recién extemporáneamente trae en sus


alegatos de fs. 393 como argumento que el alegado hecho fortuito habría sido
producto de un viento “zonda”. Pero además de que abordar tal alegación implicaría
violar el derecho de defensa de la actora (art. 18 y 19 de la Constitución Nacional) que
de ninguna manera pudo expedirse oportunamente al respecto, lo cierto es que esa
circunstancia tampoco se encuentra acreditada en forma alguna. Lo pertinente hubiera
sido invocarlo como defensa en su escrito de contestación de demanda, y
posteriormente acreditar su existencia, y que además había tenido una magnitud tan
extraordinaria en el lugar que fuera susceptible de provocar causalmente la caída de la
ventana en cuestión. Nada de esto tenemos en la prueba producida, por lo tanto
queda incólume el hecho de que el mantenimiento de las instalaciones debe prever la
posibilidad de vientos en circunstancias normales.

A todo esto cabe acotar también que la demandada tampoco ha acreditado en


forma alguna lo manifestado en su escrito de contestación de fs. 104 vta., en cuanto a
que la lesión pudiera haber sido producto de una “distracción o conducta negligente”
de la propia actora. Mucho menos que se debiera a una “actitud descuidada e
imprudente” de una persona identificada como “Joven Ochoa”(¿?), como ya
extemporáneamente se sostiene en los alegatos de fs. 395 vta.. De todos modos el
hecho de la víctima no resulta ser un eximente de acuerdo al derecho aplicable
explicado en el punto anterior, salvo que se explique y demuestre en qué sentido
podría constituir también un “caso fortuito”. Lo cual en este caso no ocurre.
En consecuencia, se cumplen en el presente caso los requisitos de la ley 8969 a los
fines de hacer responsable a la demandada por los daños sufridos por la actora,
mientras la demandada no ha acreditado eximente alguno a esa ley relacionado.

B) En cuanto a los daños tenemos que:

1) Es necesario aclarar preliminarmente las pautas a tener en cuenta para la


eventual fijación del monto indemnizatorio. En tal sentido, dado que la determinación
de los montos relacionados entrañan a menudo un problema de extrema y especial
dificultad (conf. Suprema Corte de Jsticia, sala 1, 23-10-96, re Villa, Revista Voces
Jurídicas, Tomo 2- pág. 101), entiendo que corresponde partir aquí en primer lugar
para su justa evaluación, de un examen que se mueva tanto al comparar los
parámetros que el propio damnificado ha estimado justos en su demanda, como el
resto de los montos implicados.

A su vez debe ponderarse la actualización de las sumas involucradas al


momento de su evaluación, esto es la sentencia, ya que la secuela del juicio desde la
demanda hasta la sentencia introduce un efecto distorsionante por la variación del
valor que se produce en el transcurso del tiempo. A su vez, ello permite también
manejar montos calculados al momento de la sentencia, que es el punto crucial de su
evaluación. A tales efectos por ende se tienen en cuenta los índices de Precios al
Consumidor Gran Mendoza hasta el mes de Marzo del año 2012 (momento en que el
Gobierno de la Provincia deja de informar oficialmente sus índices), a partir de allí los
índices de Precios al Consumidor del Gran Buenos Aires hasta el mes de Diciembre de
2013 (momento en el cual el Gobierno Nacional comienza a aplicar los índices de
precios al Consumidor Nacional Urbano), a partir de allí los índices de precios al
consumidos Nacional Urbano (IPCNU) hasta octubre de 2015 (momento en que el
Gobierno nacional deja de informar dicho índice), a partir de allí los índices de precios
al Consumidor del Gran Buenos Aires hasta Marzo de 2016 (momento en el cual la
provincia de Mendoza comienza a informar sus índices). A partir de allí y hasta el
momento de la sentencia los índices de precios de la provincia de Mendoza. Es decir:
IPC Mza. Agosto de 2016 (491,60), abril de 2020 (1673,80).

Aclaro que esto no responde a ninguna dilucidación respecto de la aplicación


o no de la ley de convertibilidad, sino a lo dispuesto por el art. 90 inc. 7° del CPC y por
sus razones, y en concordancia con lo dispuesto también por nuestro Superior Tribunal
Provincial (Suprema Corte de Mendoza, 1, 20-5-96, re Villegas, Revista del Foro, to. 23,
p. 166, con nota de FURLOTTI DE AGÜERO: "La búsqueda de la indemnización justa").
Por otra parte la indemnización se cristaliza como dineraria –repito- recién a la fecha
de la sentencia, y no otra anterior. Por ende ninguna colisión podría existir con la
mencionada norma legal, ya que si se reclama el crédito proveniente de un hecho
ilícito, nos encontramos frente a una deuda de valor, y por lo tanto no corresponde la
aplicación del art. 7 de la Ley Convertibilidad (conf. Tercera Cámara Civil Mendoza, re
Torres, 15-6-92, LS 68-222, íd. ALTERINI, Desindexación, el retorno al nominalismo,
análisis de la ley 23928, p. 127, Perrot 1991; CASIELLO Juan, El fin de la indexación, LL
1991-B-1039; MOSSET DE ESPANES, La ley de Convertibilidad del Austral, Revista del
Foro nro. 1, p. 7; Rubén COMPAGNUCCI DE CASO, A propósito de la ley de
convertibilidad del austral, LL 1991-C-999, esp. p. 1005, LLAMBIAS, Tratado de Derecho
Civil Argentino- Obligaciones, t. II, p. 180 nro. 887 y 178 nro. 886; ALTERINI, Reajuste
deuda dineraria mediante intereses, Revista del Foro nro. 4, p. 37; TRIGO REPRESAS,
Congelamiento y desindexación de deudas en la ley de convertibilidad del austral, Rev.
LL del 16-7-91; Cámara Apelaciones Civil y Comercial Azul, II, 19-3-96, Lucas, ED 8-4-
97). Sin que todo ello tenga que ver en forma alguna con la cuestión de los intereses
que es posterior e independiente, y trataremos en cambio más adelante.

En caso de fijarse el monto de acuerdo a las facultades conferidas por el art.


90 inc. 7 del CPC, esa referencia indexatoria será también tenida en cuenta, sin
perjuicio de fijar el monto sólo de manera estimativa y en el contexto del conjunto de
los demás elementos aportados a la causa.

Aclaro también que no concuerdo con la postura que por principio en todos
los casos engloba la estimación de montos con la inclusión de intereses ab-initio, ya
que a mi criterio ello implica confundir indebidamente los distintos planos en que
reposa el fundamento indemnizatorio del rubro intereses (comp. BERCOFF: Intereses y
responsabilidad extracontractual, Rev. LL 18 10 95; comp. Suprema Corte de Mendoza,
sala 1, 19-8-09, Nebot, punto V-4-b), y por ende complicar aún más la dificultad propia
de la estimación. Quien especula con el tiempo sin siquiera consignar los montos
indemnizatorios que eventualmente considere justos, debe cargar con las
consecuencias de su demora, y solo en base a la magnitud de la misma.

Asimismo según lo ya manifestado a fs. 69/88, a tenor de lo dispuesto por los


artículos 1764 y 1765 del Código Civil y Comercial de la Nación, no corresponde la
aplicación directa del resto de las normas contenidas en este último cuerpo legal, sino
las normas emergentes del derecho administrativo (Ley 8968). Entre las cuales el
artículo 5 de la Ley de Responsabilidad Patrimonial del Estado Provincial, cuya remisión
a los arts. 1740 y 1742 C.C.C.N. debe ser entendida como una transcripción del texto
de dicho articulo vigente al día 09/05/2017, del mismo modo que antes se explicara
para el supuesto del art. 14 de la ley 8968. Por lo tanto sólo respecto dichas normas
del Código Civil y Comercial cabe aplicar respecto del análisis de los rubros
indemnizatorios. En lo demás, el intérprete debe estar a las normas de la ley 8968,
demás fuentes de derecho administrativo y su propia interpretación en torno a este
último.

Esto así, cabe aclarar también en cuanto al reclamo por “secuelas estéticas” de
fs. 34 vta., pto. VI-1°-b, que coincido con la doctrina y jurisprudencia mayoritaria
anterior al Código Civil y Comercial de la Nación, en cuanto en el caso de ausencia de
normas específicas (v.gr. en la ley 8968 y otras administrativas provinciales análogas)
cabe considerar que el daño estético no constituye una categoría independiente, sino
el substrato fáctico de distintos daños resarcibles (postura en la cual también se enrola
la parte actora). Y por tanto no configura un elemento autónomo con relación al daño
patrimonial y al daño moral, sino que cuando repercuta en la realidad económica del
lesionado resulta atinente al primero, mientras cuando afecte un interés
extrapatrimonial de la víctima resulta atinente al segundo (en cuanto a los
fundamentos de tal postura, me remito aquí en mérito a la brevedad a los siguientes
conceptos: ZAVALA DE GONZÁLEZ Matilde, Resarcimiento de daños-Daños a las
personas-Integridad sicofísica, to. 2a, p. 163ss., esp. 193ss; BUERES, El daño moral y su
conexión con las lesiones a la estética, a la sique, a la vida de relación y a la persona en
general, Revista de Derecho Privado y Comunitario, to. 1, p. 237, esp. punto II-fss.;
Cámara Nacional civil, sala J, 21-5-92, re Morell, LL 1993-C-114; Cámara Nacional
Comercial, B, 19-8-94, LL 1995-B-132; íd. sala F, 26-4-94, re Gallego, JA 1994-IV-213).
Tal también la postura en nuestro Foro de la Primera y Tercera Cámara Civil (Primera:
re Copia, 22-9-93, Jurisprudencia de Mendoza- 2a. serie, to. 43, pág. 158; Tercera: re
Casale, 24-2-99, Revista del Foro, to. 36, p. 325), de nuestro Superior Tribunal Federal,
en cuanto obliga a justipreciar la efectiva incidencia o menos que haya tenido la lesión
en el ámbito patrimonial (re Betoldi, 31-10-89, ED 137-796, 1553 a 1555), y de nuestro
Superior Tribunal Provincial en cuanto ha validado como posible este tipo de
interpretación (9-12-02, re Bravo, sala I, Voces Jurídicas- LL Gran Cuyo, abril 2003, n° 2,
p. 181).

En nuestro caso el rubro individualizado en la demanda como pto. VI-1°-b (fs.


34 vta.), tiene en cuenta las condiciones personales de la actora (en especial su edad y
sexo), sus actividades sociales, y las características de los daños que sufrió y su
repercusión en el posible campo laboral. Lo primero por tanto corresponde ser
examinado bajo el rubro de daño moral, y lo segundo como substrato de cualquier
rubro, lo tercero en calidad de daño patrimonial emergente (conf. ZAVALA DE
GONZÁLEZ, op. cit., p. 202). Por lo tanto el rubro aquí designado como “daño estético”,
corresponde ser tratado según los respectivos supuestos de “incapacidad
sobreviniente”, y “daño moral”

Por otro lado también entiendo (en concordancia con la postura de la


actora) que el rubro “secuela psicológica” es jurídicamente improcedente en forma
autónoma, compartiendo en este sentido la postura que ha explicado el Dr.
BUERES (conf. Revista de Derecho Privado y Comunitario, to. 1, p. 266; voto en Cámara
Nacional Civil, sala D, 28-2-96, Rev. LL 11-9-96), seguida por autorizada doctrina (conf.
VAZQUEZ FERREYRA, Importantísimos aspectos del derecho de daños en un fallo sobre
responsabilidad médica, en nota aprobatoria al voto antes citado de BUERES; íd.
CIFUENTES Santos, El daño psíquico y el daño moral. Algunas reflexiones sobre sus
diferencias, JA 24-5-06), y por la jurisprudencia del foro (Cuarta Cámara Civil Mendoza,
6-2-08, Cornetti, Voces Jurídicas, abril 2008, p. 279) a cuyas conclusiones aquí me
remito en mérito a la brevedad. En cuanto a que dadas las características de la
naturaleza de los rubros componentes del resarcimiento de daños en nuestro derecho,
los que se indican bajo esta hipótesis deben considerarse subsumidos en el de daño
moral (conf. Ramón Daniel PIZARRO, Daño Moral, p. 75, Hammurabi 1996).

2) Ello sentado, así tenemos los siguientes rubros de daños a analizar:

I) Incapacidad sobreviniente: Debe recordarse que la incapacidad es el substracto


fáctico que da lugar a los distintos tipos de daños resarcibles: lucro cesante, chance,
moral, etc.. La incapacidad "no es el daño sino la causa jurídica de los daños a
reconocer" (Matilde ZAVALA DE GONZALEZ, Resarcimiento de Daños, to. 2, p. 311). Y
estos, a su vez, son la consecuencia subsiguiente a la lesión producida (Cuarta Cámara
Civil Mendoza, 4-12-07, exp. 128783, Jurisprudencia de Mendoza, to. 76, p. 125).

Por lo tanto, estamos ante un lucro cesante cuando "las consecuencias


materiales o económicas atinentes a los llamados lucro cesante e incapacidad no
varían en lo fundamental de modo que no hay verdadera diferencia (esencial u
ontológica) entre esos rubros, en lo que hace al daño mismo, en ambos casos nos
hallamos ante un lucro cesante (...) el concepto de lucro cesante debe ser entendido
más ampliamente que en su vértice tradicional, hasta comprender la mutilación de las
potencialidades económicas de la persona, en razón de sus mediatas y futuras
repercusiones patrimoniales" (ZAVALA DE GONZALEZ, Resarcimiento de Daños, t. 2a, p.
248, sobre la negativa a la acumulación de lucro cesante por incapacidad con chance,
ver nuestra Suprema Corte, sala I, re Cerutti, 16-3-95, Revista del Foro, to. 17-1995-
pág. 141). La incapacidad se vincula con la pérdida de la capacidad de generar
ganancias esperadas, mientras la frustración de estas últimas constituye justamente un
lucro cesante, por lo cual ambas circunstancias se engloban cuando la incapacidad se
exterioriza “ab initio” con ese alcance (Cuarta Cámara Civil, 5-9-02, re Pace, Rev. del
Foro, sumario en Suplemento marzo/03, p. 10). Así por ejemplo entonces, la
incapacidad será la secuela o disminución física o psíquica que queda luego de
completado el período de recuperación o restablecimiento, y el “lucro cesante” el
resarcimiento de las ganancias dejadas de percibir durante ese lapso (Suprema corte
de Mendoza, 1, 8-5-00, Terraza Carlos c/Alderete Antonio, JA 2007-III-Indice, p. 67, n°
60). Las secuelas permanentes que impiden trabajar, en cambio, obstan a la pretensión
autónoma y paralela de un lucro cesante, ya que este se ve incluido en el concepto de
incapacidad sobreviniente (Cámara Nacional Civil, F, 22-12-08, Pagura, LL 2009-B-129).

Por tanto estimo que no podemos partir más que de una reducción de
ganancias en el porcentaje referido y por incapacidad parcial y permanente, en cuyo
caso "debe fijarse una única que comprenda todos los daños y es improcedente fijar
otra suma por los salarios perdidos; es decir, el resarcimiento de esa clase de
incapacidad absorbe el lucro cesante" (KEMELMAJER DE CARLUCCI, en BELLUSCIO-
ZANNONI, Código comentado y anotado, to. 5, p. 218; íd. Segunda Cámara civil
Mendoza, 29-7-97, re Spinolo, Revista del Foro, Suplemento dic/97-enero/98, p. 2).

A los fines de calcular entonces la justicia del monto reclamado en la de-


manda, estimo adecuada la fórmula de la renta (C= a*(1-Vn)*1/i) aplicada en nuestro
foro como pauta valorativa de orientación (Ver Jurisprudencia de Mendoza -segunda
serie-, to. 35-pág. 9; Segunda Cámara Civil Mendoza, LS 85-240; para los aspectos
matemáticos de la fórmula, ver VAZQUEZ VIALARD, Tratado de Derecho del Trabajo,
to. IV, p. 438, Astrea 1983), aunque no definitiva sino indicativa e instrumental para la
cuantificación del monto indemnizatorio y como una pauta valorativa para calcular la
suma respectiva según las particularidades del caso concreto (CONVERSET, Juan
Manuel (H), “La Incapacidad Física y Psíquica. Su cuantificación en el Código Civil y
Comercial. Distintas pautas y fórmulas”. IJ Editores, Revista del Derecho Procesal Civil y
Comercial, N°18, Octubre 2017, cita IJ-CDLXXXIII-567). De tal suerte se evita toda
rigidez o aplicación por analogía de fórmulas legales tarifadas, atendiendo a un sentido
humano pues se trata de pautas de orientación sobre bases ciertas cuando ello es
posible, como lo son las contraprestaciones que recibe el interesado por su capacidad
lavorativa y con las cuales se sustenta (comp. Corte Suprema de la Nación, re Ruiz, 10-
6-92, en DARAY: Accidente de Tránsito, Jurisprudencia de la CSJN, Rev. ED 16-6-98, N1
82 y 83). Basta que el razonamiento sea fundado, y el resultado al que se arriba
razonable (voto de la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI, Suprema Corte de Mendoza,
sala I, Díaz, 30-3-93, LS 235-432, publicado en "Jurisprudencia de Mendoza-El daño a la
persona en la jurisprudencia de la sala I Suprema Corte de Justicia Provincia de
Mendoza-Octubre 1995", p. 10). Para esto último es necesario distinguir los distintos
momentos en que corresponde aplicar dicha fórmula, pues la misma sólo tiene sentido
para el cálculo de un daño futuro, dado que para el período anterior que va desde la
fecha del hecho no podría cubrir el daño ya producido. Por lo tanto el juzgador sólo
puede calcular dicha fórmula a la fecha de la sentencia, mientras para los períodos
anteriores que van desde la fecha del hecho en cambio, la indemnización sólo resulta
razonable si se aplica una fórmula lineal (C x n, + i), dado que calcular en cambio un
monto puesto a renta no cubriría el requisito de reparación integral. En efecto, al
haberse visto privada la víctima de dicho monto (que obviamente no pudo invertir
para generar la renta en cuestión), la renta de ningún modo podría generarse ya con
efectos retroactivos. Por ende para el período anterior a la sentencia la víctima sólo
puede ser resarcida a través de la entrega directa y completa del monto omitido, y
sumar el monto generador de renta para el período posterior a la condena.

Por lo mismo, es fundamental la selección de los datos cruciales para la carga


de la fórmula. Así por ejemplo constituye un elemento indispensable determinar el
ingreso del actor y desgrabar al porcentaje de incapacidad.

Esto así, entiendo que como capital debe partirse del correspondiente al
Salario Mínimo Vital y Móvil al momento del accidente $ 6.810 (Res. 2/2016
CNEPSMVM), atento a que la actora dado que al ser menor de edad, no cuenta con
ingresos relacionados con actividad lucrativa alguna.

Así entonces, tenemos que la actora reclama por una incapacidad


permanente del 42 % en virtud de una pérdida de la visión del ojo izquierdo,
desviación ocasional del mismo y caída de su párpado. La cual puesta a consideración
del Sr. perito Oftalmólogo designado en autos (fs. 290/292), informó que: “a partir del
evento, pasados unos días y sin tener antecedentes patológicos generales, comienza
con una serie de alteraciones de la visión que llevaron a consultar en clínica de Ojos y
operada de cataratas en Hospital Notti con resultado final de pérdida total de la visión
de ojo izquierdo de forma permanente”. Expresa que ha constatado como lesiones a
raíz del accidente de fecha 26/08/16: “Ceguera del ojo izquierdo – maculopatía ojo
izquierdo- leucoma corneal de ojo izquierdo – asimetría facial por párpado superior
izquierdo descendido” otorgándole una incapacidad parcial y permanente del 42%,
pericia.
A fs. 300 la citada en garantía observa la pericia solicitando que el perito aclare
“cuales fueron las lesiones padecidas por la actora, como consecuencia del
traumatismo de cráneo “ y que “fundamente científicamente la relación existente
entre el traumatismo de cráneo sufrido por la actor, y la uveitis que le fue
diagnosticada posteriormente y la caída del párpado superior izquierdo”. Todo esto ha
sido correctamente contestado por el Sr. Perito a fs. 333/334, informando que: “En la
práctica habitual de atención de paciente con traumatismo de cráneo y sin lesión
directa del globo ocular, el hallazgo de células inflamatorias en el humor acuoso que
define un cuadro de uveitis inespecífica es frecuente como así también el de otras
lesiones en las distintas partes del ojo… que pueden llegar hasta la ceguera”, “que una
vez instalada la uveitis, sin antecedentes previos, puede evolucionar a la curación o no,
con desarrollo de complicaciones tales como glaucoma, cataratas o edema macular
entre otras, que puede llegar hasta la ptisis bulbis con pérdida total de la visión, lo que
lleva a una disminución del volumen del globo ocular pudiendo provocar un descenso
del párpado superior (ptosis) dependiendo del grado evolutivo”. Agrega que: “Según
historia clínica de clínica de ojos, el día 2 de setiembre de 2016 se hace referencia a la
uveitis y la ptosi palpebral la noto en mi examen del 05/04/19”.

Esto así tenemos que con las historias clínicas acompañadas a fs. 174/199 y
200/201 y de informe pericial oftalmológico se acredita la existencia de un nexo de
causalidad entre el traumatismo de cráneo sufrido por la actora con la pérdida de la
visión de su ojo izquierdo y la caída de su párpado, por lo cual entiendo que asiste
razón a la parte actora en sus alegatos de fs. 382/388 en cuanto efectivamente ha
quedado acreditada una relación de causalidad y la incapacidad reclamada, debiendo
estarse al grado de incapacidad informado por el Sr. Perito.

Con lo cual, con un capital de $2.860,20 (42% de $6810), para un período de 45


meses (desde la fecha del hecho hasta la sentencia) arroja una cifra lineal de $
128.709. En cambio para el tramo posterior, el cálculo de la renta impone definir
también aquí las variables de la fórmula respectiva, a cuyos efectos la jurisprudencia
existente ofrece distintas alternativas que van de calcularla sobre ingresos fijos con
tasas del 4% y 65 años de edad tope ("Vuoto" -C. Nac. Trab., sala 3ª, 16/6/1978,
"Vuoto, D. S. y otro C/ AEG Telefunken Argentina S.A.I.C"-, "Marshall" -Trib. Sup. Just.
Córdoba, sala Penal, 22/3/1984, "Marshall, D. A. s/Homicidio Culposo-Daños y
Perjuicios"-, "Las Heras-Requena" -Zavala de González, Matilde, Resarcimiento de
daños, presupuestos y funciones del derecho de daños, t. 4, 1ª ed., Ed. Hammurabi,
Buenos Aires, 1999, p. 495-) a calcular sobre ingresos variables con tasas del 6 % y 75
años de edad tope ("Méndez" -C. Nac. Trab., sala 3ª, 28/4/2008, "Méndez, A. D. C/
Mylba S.A y ot."-). En todos los casos, cabe aclarar que la tasa "pura" que se utiliza no
cumple aquí la misma función que para el interés moratorio (sobre el cual volveremos
más adelante), sino que constituye una tasa de descuento que opera como variable
financiera en función del cálculo de la renta a obtener, a cuyos efectos la segunda
opción (“Mendez”) reduce la alícuota y eleva la edad en pos de compensar eventuales
subas de ingresos, mientras la opción del primer grupo de fallos (“Vuoto”, “Marshall”,
“Las Heras-Requena”) deriva esto último al efectivo reclamo de la probabilidad propia
de una "chance" (ACCIARRI Hugo, Elementos de Análisis Económico del Derecho de
Daños- Teoría general. Incentivos, eficiencia y fórmulas para la cuantificación de daños
en el Código Civil y Comercial argentino, ley 26994, LA LEY, Buenos Aires, 2015). Por mi
parte entiendo que esta última posición es la que más se ajusta al principio de
congruencia en casos en que el demandante no hace siquiera una somera alusión a
posibles variables circunstanciadas del ingreso futuro con posibilidad de defensa de la
contraria a su respecto, por lo cual la fórmula "Méndez" podría resultar aplicable sólo
en caso de que sí se prospectara de alguna manera por la actora tal variabilidad en
relación a las efectivas chances que ofrecen las específicas circunstancias propias del
actor. A su vez debe tenerse en cuenta que los casos jurisprudenciales citados se
enfocan generalmente en el aspecto laboral para calcular la edad tope de percepción
de renta, y en consecuencia o bien se detienen ante la edad jubilatoria ("Vuoto",
"Marshall" y "Las Heras-Requena") o bien la elevan en 10 años para corregir la
variabilidad del ingreso ("Mendez"), mientras en materia civil corresponde enfocar en
cambio la efectiva expectativa de vida pues la función de la renta no se conecta
directamente con el límite jubilatorio. Todo esto así, en nuestro caso entiendo que
partiendo de la fórmula “Vuoto” corresponde aplicar el capital a renta según las pautas
ya indicadas para una proyección de vida de 64.85 años (conf. "Tabla de Esperanza de
Vida en Mendoza" - 2009/2011, obrante a fs. 277), lo cual da una cifra de
$ 605.507,38. Esto sumado al cálculo lineal indicado para el período anterior, implica
un total de $ 734.216,38.

Tengo en cuenta que nuestra jurisprudencia ha señalado que este daño comprende no
solo el aspecto laborativo sino también las consecuencias que afectan la personalidad
íntegramente considerada como ser en el ámbito deportivo, artístico, cultural, sexual,
etc. (Suprema Corte de Mendoza, según voto de la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI,
sala I, 16-3-95, re Cerutti, punto IV-3, Revista del Foro, to. 17-1995, pág. 153/7; ZAVALA
GONZÁLEZ Matilde, Desde la incapacidad laborativa a la incapacidad existencial,
Revista de Derecho de Daños, Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, to. 3/2009, p. 91). Al
respecto, la pericial rendida a fs. 303/314 da cuenta que el actor vio modificada su vida
luego del accidente dado que el perito informa que el accidente “ha causado un
desorden en su equilibrio psíquico, afectando así su desarrollo como ser bio-psico
social” (fs. 312 pto. VI). También tengo en cuenta que en principio "no hay porqué
presumir que los ingresos descienden en igual porcentaje que la
incapacidad" (IRIBARNE Héctor, ob. cit., pág. 515, cit. por Suprema Corte de Mendoza
in re Cerutti antes citado).

Todo esto así, sumado al resto de las circunstancias de la causa ya señaladas, y de


acuerdo a las pautas señaladas en el punto III), B), 1) me llevan a estimar una suma
global de $760.000 al momento de la sentencia.

II Daño Moral: El mismo resulta procedente (sobre el estado actual de la evolución


doctrinal y jurisprudencial del tema, ver CARNEIRO: Consideraciones sobre el daño
moral), no solo en base a lo dispuesto por los arts. 1738 y 1741 del Código Civil y
Comercial (Ley 340 26.994), sino a lo establecido por la Constitución (art. 75 inc. 22) al
jerarquizar el tratado de San José de Costa Rica (art. 5 y 11, rat. por ley 23054). Según
nuestro Superior Tribunal Federal por otra parte, tiene carácter resarcitorio y no tiene
necesariamente que guardar relación con el daño material, pues no se trata de un
daño accesorio a éste (re Forni, 7-9-89, ED 137-787 (1463 y 1464), 796 (1551, 1552 y
1556), 830 (1894 y 1895)).

En la dificultad propia de la fijación del monto indemnizatorio en estos casos,


estimo adecuado utilizar como pauta orientadora, la relación entre la pretensión del
peticionante (Cámara Nacional Civil, F, Ala, con nota de RITTO Graciela, La
cuantificación del daño moral. Un abordaje novedoso y ejemplificador, LL 2008-B-334),
y el método comparativo (MENDELEWICZ José, Cuantificación judicial del daño a la
persona, método del caso análogo, LL 2008-A-1160) que ha recibido aprobación por
nuestro Superior Tribunal (con voto de la Dra. KEMELMAJER DE CARLUCCI, sala I, 16-3-
95, re Cerutti, punto IV-3, Revista del Foro, to. 17-1995, pág. 153/7), y de segunda
instancia (Segunda Cámara Civil Mendoza, 28-6-06, González, Jurisprudencia de
Mendoza, n° 72, p. 170), ya que a mi criterio si bien es cierto que no puede evitarse
totalmente la subjetividad del Juez en estos casos, el esfuerzo de objetividad que haga
hasta los límites posibles redunda en el beneficio de una mayor seguridad jurídica para
los justiciables, y por tanto afirma lo justo-concreto de la indemnización. La que por lo
mismo resarce el menoscabo sufrido en los sentimientos, y ayuda a paliar el dolor
sufrido o el trastorno espiritual que se ocasionara a la víctima, incluso a través de
placeres compensatorios.

En tal sentido, teniendo en consideración las secuelas que da cuenta las


periciales rendidas en autos, y partiendo de un vértice de pérdida de un hijo por su
padre, y teniendo en cuenta montos fijados en nuestro foro para tales casos (v.gr. el
citado por la Corte en el fallo ut-supra referido cuyos montos se actualizan según
índices de precios al consumidor explicados en el apartado Considerando III-B-1 -
Análisis de la prueba - : 2.960.190 por muerte de hijo joven que colaboraba al
mantenimiento de su hogar; $1.211.000 por pérdida de un ojo a un niño; $ 269.108 a
alguien que ha perdido el sentido del olfato y del gusto y presenta ulteriores
modificaciones en su conducta), estimo que para el presente caso, en el cual se han
acreditado puntualmente la pérdida de un ojo como así también las circunstancias
particulares invocadas en el escrito de demanda (Estrés postraumático grado II,
Angustias, menoscabo de su equilibrio espiritual) (fs. 35 vta. in fine / 36 y 37 tercer
párrafo ), la suma reclamada por la actora resulta adecuada .

En efecto la pericial Psicológica rendida en autos a fs. 303/314 expresa que “el
hecho en cuestión ha tenido un impacto emocional en la joven, causando en
consecuencia un desorden en su equilibrio psíquico. El cual queda evidenciado por la
falta de mecanismo de defensa para hacerle frente a las vicisitudes del medio” y que
se observa “la presencia de distorsiones cognitivas caracterizadas por sentimientos de
fracaso, falta de confianza en si misma y una baja tolerancia a la frustración, marcadas
por una sensación de desaliento constante y pensamientos de inutilidad y de culpa”
que se revela la presencia de inestabilidad emocional que “ha configurado en la joven
un patrón de respuestas coincidentes con un Trastorno Depresivo Mayor”, y que
padece “un incapacidad de carácter parcial y permanente del 20% correspondiente a
una Reacción Vivencial Anormal Neurótica depresiva, Grado III”. Sobre el cual el perito
precisa que “podría tener un progreso positivo y mejorar sus condiciones de vida en
tanto la actora realice tratamiento psicoterapéutico adecuado”. Asimismo el perito
afirma que el hecho “guarda un nexo causal directo” y que “ha causado un desorden
en su equilibrio psíquico, afectando así su desarrollo como ser bio-psico social”. No
obsta a ello la observación realizada por la parte citada en garantía a fs. 321, dado que
las mismas han sido correctamente contestadas por el Perito a fs. 252/255. Asimismo
cabe recordar que todo cuestionamiento a un informe pericial debe constituir en sí
una “contrapericia”, y por ende debe contener también como aquélla una adecuada
explicación de los principios científicos o técnicos en los que se funde. No basta
mostrarse disconforme, sino que debe convencer al juez de que lo evaluado por el
experto en materia de su incumbencia es insostenible (Tercera Cámara Civil Mendoza,
26-5-16, Albornoz; id. 20-02-19, Morales).

Con todo lo cual estimo que la suma de $400.000 reclamada por la actora en su
escrito de demanda de fs. 37 –repito- resulta adecuada, incluso teniendo en cuenta lo
explicado en el punto III-B-1 para el aspecto psicológico. Suma que de acuerdo a las
pautas señaladas en el punto III), B), 1) arrojada la suma de pesos 1.362.000, al
momento de la sentencia.

III Gastos médicos, farmacéuticos y de rehabilitación: La actora reclama por tal rubro
la suma de $5.000 por las erogaciones realizadas en concepto de gastos de “atención
médica, medicamentos, traslados, etc.”, para lo cual no acompaña pruebas alguna. En
tal sentido tiene dicho el pretorio que aún cuando se carezca de prueba documental
de las erogaciones efectuadas en concepto de "gastos de farmacia" o de su detalle,
corresponde acoger la solicitud de pago de los mismos si las circunstancias de la causa
demuestran su existencia, lo que sucede si el damnificado ha sido atendido en
hospitales públicos, por resultar un hecho notorio la escasez de recursos por ellos
padecida, debiendo en consecuencia aportar el usuario los medicamentos necesarios,
material descartable e incluso alimentos (Corte Suprema de la Naciòn, 31-10-89,
Betoldi, ED 137-796, 1553 a 1555; Cámara Nacional Comercial, B, 19-8-94, re R., LL
1995-B-133, íd. G, 5-6-93, LL 1993-E-226; íd. Cámara Nacional Federal Civil y comercial,
3, 11-2-94, re Los Santos, LL 1994-C-219).

Por lo que teniendo en cuenta las dolencias que señalan las pericias médicas,
así como que la actora ha debido ser sometida a exámenes en diferentes instituciones
(Clínica de ojos, Hospital Notti, Dyter Centro Oftalmológico y Fuesmen) y a una
intervención quirúrgica según constancias de fs. 174/195, 196, 196 vta. y 200/201;
entiendo procedente la suma reclamada. La cual de acuerdo a las pautas señaladas en
el punto III-B-1, me llevan a estimar una suma de $17.024 al momento de la sentencia.

IV Tratamiento Psicoterapéuticos: Respecto al presente rubro cabe destacar que de


las pruebas rendidas en la causa se desprende que la actora sufrió la pérdida de la
visión de su ojo izquierdo y un descenso de su párpado superior (según ya fue
detallado al tratar el rubro incapacidad). Si consideramos que según relata la propia
actora en su escrito de demanda a fs. 37, cuenta con la cobertura de una obra social
(OSEP), podemos presumir se puede hacer atender, abonando las consultas con
descuento. Por tanto los gastos pueden ser estimados prudencialmente aunque
teniendo en cuenta todas esas circunstancias (Corte Suprema de la Naciòn, 31-10-89,
re Betoldi, ED 137-796 Nº 1553 A 1555; Cámara Nacional Comercial, B, 19-8-94, re R.,
LL 1995-B-133, íd. G, 5-6-93, LL 1993-E-226; íd. Cámara Nacional Federal Civil y
comercial, 3, 11-2-94, re Los Santos, LL 1994-C-219; en igual sentido Tercera Cámara
Civil Mendoza, 5-9-91, LS 64-14; Primera Cámara Civil Mendoza, 25-3-92, LS 81-44).

Asimismo la pericial psicológica rendida en autos da cuenta de la necesidad


de realizar tratamiento psicológico durante un lapso de tiempo no menor a un año,
con una frecuencia semanal en un principio, cuyo costo de cada seción se encuentra
en el orden de los 600 a 900 pesos (fs. 313), y que de no ser tratada “se agravarían las
condiciones del cuadro lo que podría tener repercusión en las distintas esferas de su
vida personal, familiar y social”.

Con lo cual entiendo que el presente rubro puede ser admitido por la suma
reclamada de pesos $21.600, el cual de acuerdo a las pautas ya señaladas en el
punto III- C-C) -1 arriba a la suma de $73.544, al momento de la sentencia.

En CONCLUSION, tenemos que corresponde condenar a la demandada al


pago de los daños reclamados.

En cuanto a los intereses moratorios, debe tenerse en cuenta que a tenor


de lo dispuesto por el art. 1748 del CCCN el curso de intereses se computa en principio
a partir de que el hecho que es causa del perjuicio se producen en razón de que la
mora de los obligados opera ministerio legis. Salvo en los casos de reembolso del
dinero que se hubiera debido pagar para sufragar gastos relacionados, en cuyo caso se
estima que el hecho perjudicial está constituido por el desembolso efectivizado y por
ende el cómputo inicia a la fecha de este último (Suprema Corte de Mendoza, sala I, re
Di Bari, 14-8-98, con cita de LL 1991-D-462 y LL 1991-D-487). En cualquier caso
además, a partir de la notificación de la demanda los intereses deben capitalizarse en
función de lo dispuesto por el art. 770-b del Código Civil y Comercial.

Otro es el tema del tipo de deuda de que se trata, lo que hace variar a este
respecto el tipo de tasa de interés aplicable. Los reembolsos de dinero se resarcen con
una tasa “bruta”, en cambio las deudas de valor imponen distinguir distinguir según se
trate de computar respectivamente los períodos anterior y posterior a la sentencia: si
ésta es incumplida la mora se resarce con una tasa “bruta”, en cambio el período
anterior sólo lo puede ser razonablemente resarcido con una tasa “pura” (íd. Suprema
Corte de Mendoza, 1, 20-5-96, re Villegas, Revista del Foro, to. 23, p. 166, con nota de
FURLOTTI DE AGÜERO: "La búsqueda de la indemnización justa"; íd. 10-8-98).

En efecto, recordemos que esta última es la rentabilidad razonable de un


capital en términos económicos, en cuanto se estima que el rendimiento o utilidad del
capital se ajusta a parámetros aceptables, y variables entre un 6 y un 8 % en función de
circunstancias coyunturales internas o internacionales. A ella se adicionan otros
componentes (denominados técnicamente “escorias” o “resacas”) que la incrementan
hasta conformar la tasa “bruta”. Entre ellos (v.gr. riesgo cambiario, cargas tributarias,
costos operativos y financieros), encontramos justamente a la desvalorización
monetaria (PIZARRO Ramón D., “Los intereses en el Código Civil y Comercial”, L.L.
AR/DOC/1878/2017, punto III-b). Por ende dado que este último factor es justamente
el que incide directamente en el cálculo del monto indemnizatorio para el período
anterior a la sentencia, no resulta razonable aplicar una tasa bruta, pues compensaría
al acreedor doblemente por el mismo concepto por vía de la valuación a la fecha de la
sentencia más la aplicación de aquella escoria financiera (PIZZARRO art. cit, punto XI-c).
En el mismo sentido se ha dicho que en la conformación de la tasa normal de interés
legal “intervienen también otros componentes que exceden el denominado interés
puro; por lo mismo su aplicación sobre montos actualizados, provoca una doble
recomposición que va más allá del resarcimiento del daño moratorio, con resultado
obviamente injusto” (íd. Suprema Corte de Mendoza, 1, 20-5-96, re Villegas, ut supra
citado). Así entonces, sobre la base del art. 772 del CPCCN “en el caso de las
obligaciones de valor necesariamente se impone aplicar dos tasas diferentes: una
desde que la obligación se hizo exigible hasta que se determinó el valor de la
prestación, y otra desde este último momento hasta su pago. / La primera no debe
contener escorias inflacionarias. Es que la razón de ser de estas últimas es,
precisamente, compensar (por vía indirecta) la pérdida de poder adquisitivo de la
moneda, situación que no se presenta hasta el momento de la cuantificación, pues el
monto de la obligación se determina de acuerdo al valor que ella reviste en dicho
instante. No hay depreciación alguna. La tasa de interés, pues, debe ser pura, pues de
lo contrario se estaría mandando a pagar dos veces lo mismo, con el consiguiente
enriquecimiento sin causa del acreedor. / Ahora bien, una vez determinado el valor de
la obligación, si es que usualmente se manda a pagar tasa de interés moratorio que
contengan escorias inflacionarias, en el caso que nos ocupa éstas deben integrar dicha
tasa” (OSSOLA Federico Alejandro en “Código Civil y Comercial de la Nación
comentado”, Dir. Lorenzetti Ricardo Luis, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2015, Tomo V,
pág. 158 y sig.). Tal ha sido también la posición adoptada por la jurisprudencia local y
nacional (conf. Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza, fallos ut supra
citados; íd. Cám. Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala M, re “Monturano”,
13/10/2017, La Ley on line AR/JUR/78778/2017 ; Apelaciones en lo Civil, Com. y
Minería de Viedma, re “Escobar” 11/08/2017, La Ley on line AR/JUR/56429/2017), que
apuntando a la necesidad de que la alícuota llene en estos casos la función específica
de desalentar la litigiosidad (conf. sala M de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil in re “Monturano” antes citado, con cita del plenario de nuestro Superior Tribunal
Provincial in re “Amaya” del 12-9-05) la sitúan en su extremo mayor, esto es el 8%.

En consecuencia en los casos en que estamos ante una deuda de dinero


corresponde aplicar la tasa legal según los distintos períodos (ley 3939 a la tasa del
1,60 % mensual hasta el 26-11-96; de allí hasta el 26-4-04 la tasa activa que cobra el
Banco de la Nación Argentina -18,85 T.N.A. correspondiente a la misma ley; de allí
hasta el 27-5-09 la tasa pasiva que paga el Banco de la Nación Argentina dispuesta por
la ley 7198, esto es el 12,25% anual para períodos mayores a 180 días -fallo plenario
“Amaya”, 12/9/2005, LS 356-50-; de allí hasta el 29/01/2014 la tasa activa cartera
general nominal anual vencida a treinta días del banco de la Nación Argentina del
18,85% T.N.A. -fallo plenario “Aguirre” 28/05/2009-; siempre de acuerdo a este fallo de
allí hasta el 13/01/2016 del 25% T.N.A.; de allí hasta el 04/03/2016 el 30% T.N.A.; de
allí hasta el 15/07/2016 del 33% T.N.A.; de allí hasta el 11/10/2016 del 32% T.N.A; y de
allí hasta el 3/11/2017 del 27% T.N.A.; a partir del 04/11/2017 y hasta el 01/01/2018
la tasa para la línea de préstamos personales del Banco de la Nación Argentina,
denominados “Libre Destino” a 36 meses del 32% T.N.A. -Fallo Plenario “Lencinas”,
30/10/2017-; y a partir del 02/01/2018 la tasa establecida por la ley 9041). En la
medida en que estemos ante una deuda de valor en cambio, corresponde aplicar la
tasa de interés puro correspondiente a la ley 4087 (conf. art. 3) hasta el 1/1/18, y la del
8% anual desde el 2/1/18 hasta la fecha de la sentencia. Mientras desde la sentencia
en más, en caso de ser incumplida, deberán abonarse los intereses correspondientes a
la tasa legal de la ley 9041.

En consecuencia tenemos los siguientes montos de capital e intereses:

1- Incapacidad sobreviniente…………………………………………………….............$ 760.000.-

2- Daño moral……………………………………………………………………..……..............$ 1.362.000.-

3- Gastos médicos…………………………………………………….………..…..................$ 17.024.-

4- Tratamiento psicoterapéutico…………………………………………………............$ 73.544.-

Int. legal (5% desde 26/08/16 hasta 01/01/18 (6,73%)).………......................$ 148.905,82.-

Int. legal (8% desde 02/01/18 hasta not. de demanda 29/06/18 (3,92%))…$ 86.732,66.-

Subtotal…………$ 2.448.206,48

Int. legal (8% desde 30/06/18 hasta la sentencia (15,53%))…………………… $ 380.206,45.-

Total ……………. $ 2.828.412,93.-

Tales son entonces los montos a los que quedará obligada la demandada,
con más los intereses que correspondan en caso de incumplimiento de la presente y
hasta el momento del efectivo pago.

En cuanto a la cuestión de los límites en que responde la aseguradora,


entiendo que no hace al objeto específicamente controvertido y a dilucidar en la
sentencia principal, sino en cambio a la eventual y futura etapa de ejecución de
sentencia en caso de que se le reclamara más de lo que el límite alegado
consentiría (autos 105112, Romano Hugo c/Clínica de Ojos S.R.L. y ots. p/Ordinario, 31-
3-99, confirmado por la Tercera Cámara Civil Mendoza, 10-9-99). Es en ese estadio
justamente que el ejecutante y ejecutado pueden discutir la concreta liquidación que
ambos pretendan respecto de su extensión en cuestión, más allá de la cuestión
atinente a su validez y constitucionalidad.
V) Respecto de las COSTAS, debe tenerse presente respecto de los rubros
morigerados que no corresponde imposición de costas por el rechazo, cuando la
determinación del "quantum" de algún rubro se fija en base al prudente arbitro judicial
y no existe una irrazonabilidad exagerada palpable en la petición (arg. re Chogris,
Suprema Corte de Mendoza, LS 189-177; íd. Tercera Cámara Civil Mendoza, 6-11-92, LS
69-29).

En consecuencia las costas deberán ser cargadas por la parte demandada


resultar vencida (art. 35 y 36 CPC).

VI) Para la fijación de los HONORARIOS, corresponde aplicar los arts. 2, 3,


13 y 31 de la ley 9131. En cuanto a los peritos intervinientes, estimo justa la alícuota
del 4% en conjunto.

Por las consideraciones expuestas, y disposiciones legales citadas,

RESUELVO:

Por las consideraciones expuestas, y disposiciones legales citadas,

RESUELVO:

1°) HACER LUGAR a la demanda incoada a fs. 31/40, y en consecuencia,


condenar al demandado Dirección Generala de Escuelas a abonar en el plazo de cinco
días, a la actora Pizarro Rocio Celeste la suma de pesos dos millones ochocientos
veintiocho mil cuatrocientos doce con 93/100 ($2.828.412,93), con más los intereses
legales correspondientes en caso de incumplimiento de la presente y hasta el
momento de su efectivo pago.

2°) DECLARAR que la condena se hace extensiva a la co-demandada Alianz


Argentina Cia. de Seguros S.A., en base a lo dispuesto por la ley 17418.

3°) COSTAS a la demandada vencida.

4°) REGULAR LOS HONORARIOS PROFESIONALES a los Dres. M.L.L. (Mat.


5288) en la suma de pesos trescientos tres mil cuatrocientos ochenta y ocho con
70/100 ($303.488,70), S.P.B. (Mat. 3426) en la suma de pesos sesenta mil doscientos
cuarenta y cinco con 19/100 ($60.245,19), M.M.N. (Mat. 4642) en la suma de pesos
once mil trescientos trece con 65/100 ($11.313,65); y a los Dres. J.T. (Mat. 8402) en la
suma de pesos sesenta y cinco mil novecientos dos con 02/100 ($65.902,02), M.S.P.
(Mat. 9196) en la suma de pesos catorce mil setecientos siete con 74/100
($14.707,74), A.J.S. (Mat. 7201) en la suma de pesos veintinueve mil seiscientos
noventa y ocho con 33/100 ($29.698,33); M.L.G. (Mat. 6144) en la suma de pesos
nueve mil ochocientos noventa y nueve con 44/100 ($9.899,44), G.F. de G. (Mat. 1720)
en la suma de pesos cuarenta y seis mil ciento tres con 13/100 ($46.103,13), R.M.
(Mat. 5656) en la suma de pesos nueve mil ochocientos noventa y nueve con 44/100
($9.899,44), J.M.M. (Mat. 7512) en la suma de pesos nueve mil ochocientos noventa y
nueve con 44/100 ($9.899,44), L.G.M. (Mat. 10.449) en la suma de pesos nueve mil
ochocientos noventa y nueve con 44/100 ($9.899,44); F.B.L. (Mat. 3682) en la suma de
pesos cincuenta y seis mil dos con 57/100 ($56.002,57), y L.A. (Mat. 5180) en la suma
de pesos nueve mil ochocientos noventa y nueve con 44/100 ($9.899,44).

5°) REGULAR LOS HONORARIOS de los peritos intervinientes: Perito


Médico Oftamólogo C.A.M. (Mat. 4112) en la suma de pesos cincuenta y seis mil
quinientos sesenta y ocho con 25/100 ($56.568,25); y Perito Psicóloga Lic. P.D.G. (Mat.
3659) en la suma de pesos cincuenta y seis mil quinientos sesenta y ocho con 25/100
($56.568,25).

6°) EMPLAZAR A LAS PARTES en cinco días de quedar firme la presente


para que soliciten el retiro de la documentación original acompañada previa
certificación de copias agregadas, bajo apercibimiento de dejar sin efecto su reserva en
Caja de Seguridad y ser glosadas al expediente.

COPIESE y NOTIFIQUESE a las partes y peritos intervinientes en legal forma y al


Ministerio Pupilar con remisión del expediente (Art. 17 C.P.C.).

B.V.

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