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Amazonía, hombre y cultura en un paraíso ilusorio

Resumen

Se ha demostrado científicamente que todos los seres vivos gozan de una misma composición básica,
estableciendo con ella una relación de diferencia evolutiva. No obstante, dicha relación es descartada por la
supuesta inmunidad de la cultura frente a la selección natural. La evolución, el cambio o transformación de
nuestro entorno ha ido acelerándose hasta nuestros días, en donde el ser humano ha llevado a la extinción a
muchas especies, deteriorando nuestro ecosistema. Por otro lado, a partir de la diferenciación, los fenómenos
culturales y biológicos manifestaron un desarrollo acelerado con características nuevas, dando por resultado
una biósfera excepcionalmente diversificada. Los antropólogos nos hemos concentrado en estudiar a las
culturas primitivas porque son más sencillas y ajenas a nosotros. Gracias a esto, podemos fijar una
separación entre el observador y lo que se observa. Un lugar ideal para investigaciones sobre adaptación
cultural es la Amazonía, pues a pesar de haber perdido un poco su embeleso, aporta la quinta parte de las
aguas que recibe el océano Atlántico. Ha estado expuesta a dos diferentes tipos de utilidad humana en
relación “cultura-ambiente” y esta es otra razón para estudiarla. Dicha relación en la que interactúan
posibilita la formulación de supuestos adicionales con respecto a la evolución cultural. El reconocer las
diferencias culturales con valor adaptativo es factible cuando hay descripciones comparables de los rasgos
principales de una muestra representativa de cultura.

Tenemos que tomar en cuenta la importancia de la estrecha relación que presentan las distintas especies tanto
de animales como plantas con respecto a un reducido fragmento del medio ambiente. En el aspecto de
adaptación humana, la suficiencia de los recursos disponibles y la diferencia en el potencial de subsistencia
juega un rol muy importante. La Amazonía es un claro ejemplo, formando parte de un ambiente
peculiarmente homogéneo en las tierras bajas sudamericanas. El causante de la esterilidad del suelo
amazónico es la mezcla de su historia geológica, temperatura uniforme (cálida) y sus intensas variables
lluvias tropicales que adecúan el potencial formidable para la lixiviación y la erosión, llegando a ocurrir
inusualmente grandes dislocaciones del régimen “habitual” de las lluvias afectando la cosecha y al ganado.
Existen dos tipos de agua puras y transparentes que sobresalen, los ríos de “agua negra” y los de “aguas
claras”, seguidos de los ríos de “aguas blancas” como lo es el Amazonas, que al mezclar sus aguas turbias
con las de la lluvia tan pura, origina un ambiente perfecto para lograr conservar la densidad y variedad de la
fauna. Por otro lado, se presentan dos hábitats en la Amazonía, la várzea y la terra firme. Esta última es la
más compleja, pues presenta los principales problemas para la adaptación de los seres humanos, los cuales
son: la edad del suelo, la temperatura (porque afecta directamente a la fertilidad del suelo) y la precipitación
pluvial que desfavorece tanto externa como internamente al medio ambiente. A propósito, la vegetación es
considerada base para valorar las distintas adaptaciones culturales por el almacenamiento de nutrientes, su
abundante proliferación y porque sin ella, el suelo quedaría expuesto a los distintos fenómenos químicos o
físicos provocando infertilidad a la tierra. Una de las actividades dedicadas a la agricultura es la de roza y
quema, técnica mayormente empleada en las tierras bajas de la Selva, que favorece al cultivo a pesar de que
el desyerbe daña la estructura del suelo. También se practica la agricultura intensiva, aunque no es tan
eficiente como la nómada (roza y quema) porque se corre un mayor riesgo de perder la cosecha. Con
respecto a los animales que se adaptaron a esta zona, existen distintas especies como venados, monos,
tortugas terrestres, armadillos; estos últimos son cazados al igual que el agutí y paca. El progreso de las
enfermedades deficitarias es más lento en los pobladores que tuvieron que adaptarse a las zonas bajas
tropicales en comparación con aquellos inmigrantes de las zonas templadas a pesar del bajo nivel de
nutrientes en sus alimentos. En la várzea, el ambiente es complejo y heterogéneo, aunque la zona de la
várzea alta es ideal para la agricultura a diferencia de la várzea baja. Cabe mencionar que este hábitat permite
una eficaz explotación agrícola tiene mejores recursos alimenticios que en la terra firme y para conseguir lo
que llaman “una buena cosecha”, se programan adecuadamente los cultivos aprovechando la productividad
de la tierra. No cabe duda de que en la várzea existe un mayor valor nutricional tanto en animales como en
plantas en comparación de lo que ofrece la terra firme, sin embargo no define lo perfecto. Para mediados del
s. XVI, el proceso de selección natural permitió una forma única de mantener la armonía con el ecosistema.

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