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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

INFORME
“EL COVID-19 Y LOS DELITOS CONTRA LA SALUD
PÚBLICA”

PRESENTADO POR:
YECENIA LÓPEZ PEZO DE REYES

ASIGNATURA:
DERECHO PENAL III PARTE ESPECIAL II

DOCENTE RESPONSABLE:
Abog. LEONARDO HUMBERTO PENARANDA S.

CICLO:
V

PUCALLPA – PERÚ
2020
INTRODUCCIÓN

Tras el brote de una enfermedad por un nuevo coronavirus (COVID-19) que se


produjo en Wuhan, una ciudad de la provincia de Hubei, en China, se ha
registrado una rápida propagación a escala comunitaria, regional e internacional,
con un aumento exponencial del número de casos y muertes. El 30 de enero del
2020, el Director General de la OMS declaró que el brote de COVID-19 era una
emergencia de salud pública de importancia internacional de conformidad con el
Reglamento Sanitario Internacional (2005). El primer caso en la Región de las
Américas se confirmó en Estados Unidos el 20 de enero del 2020, y Brasil notificó
el primer caso en América Latina y el Caribe el 26 de febrero del 2020. Desde
entonces, la COVID 19 se ha propagado a los 54 países y territorios de la Región
de las Américas.

El Coronavirus (COVID-19) en el Perú, las personas infectadas –o posiblemente


infectadas– que incumplieron con las medidas de aislamiento o no se sometían a
las pruebas de descarte; han puesto en peligro de contagio a diversas personas.
Sin embargo, en los últimos días, los medios de prensa informan que diversos
empleadores exigen a sus empleados a trabajar, y estando no permitidos abren
sus comercios al público; o, como muchos pobladores o comerciantes que
incumplen diariamente las referidas normas.

Estos hechos no son simples infracciones administrativas, sino que ponen en


peligro la salud pública, y por eso el Código Penal las sanciona con penas
privativas de libertad; por ello, ante dichos comportamientos será necesario
hacerlos frente aplicando el Derecho Penal, por lo que se analizará los tipos
penales comprendidos en los Artículos 289° (Propagación de enfermedad
Peligrosa y Contagiosa) y 292° (Violación de Medidas Sanitarias)

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EL COVID 19 Y LOS DELITOS CONTRA LA SALUD PÚBLICA

I. DEFINICIÓN DE COVID-19

La COVID-19 es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se


ha descubierto más recientemente. Tanto este nuevo virus como la
enfermedad que provoca eran desconocidos antes de que estallara el brote
en Wuhan (China) en diciembre de 2019. Actualmente la COVID-19 es una
pandemia que afecta a muchos países de todo el mundo.

II. LA SALUD PÚBLICA COMO BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

La salud pública es un bien con dimensión social más allá de la suma de


salud individual y podemos entenderla como “conjunto de condiciones que
posibilitan o garantizan la salud de todos y cada uno de los miembros de la
colectividad”; o si se quiere, responde a “condiciones mínimas de salubridad e
higiene que permitan, por un lado, garantizar ciertos mínimos para la salud de
cada persona y, por otro, incrementar el grado de bienestar del colectivo
humano”. [CITATION PÉR91 \p 82 \l 3082 ]

El Código Penal sanciona las conductas que ponen en peligro este bien
jurídico, sea de manera abstracta o concreta. Ello, traerá consecuencias
importantes, tanto para la imputación objetiva como para la consumación del
delito.

III. DELITO DE PROPAGACIÓN DE ENFERMEDADES CONTAGIOSAS.

Artículo 289.

“El que, a sabiendas, propaga una enfermedad peligrosa o contagiosa para


la salud de las personas, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de tres ni mayor de diez años.
Si resultan lesiones graves o muerte y el agente pudo prever estos
resultados, la pena será no menor de diez ni mayor de veinte años”.

Estos casos se configuran cuando directamente la persona que sabiendo que


está confirmada su infección, contagia la misma a otras personas mediante
los modos que conocía que son aptos, siempre que se demuestre además el
vínculo causal entre la acción y el contagio. Como se puede apreciar, el
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contagio aquí es la razón por la que el peligro para la salud pública es
concreto, por lo que se trasciende de la lesión específica, siendo esta
relevante si es sumamente grave para configurar la modalidad agravada.

Como se puede apreciar, por un lado, se exige el elemento objetivo que


conecta la conducta del agente con el resultado. Exigencia que es mucho más
difícil inclusive de probar, cuando el contagio puede haber provenido de
distintas fuentes infecciosas. Ello indudablemente es un fuerte escollo para la
imputación del resultado. Por ello, aquí lo más conveniente y razonable será
analizar una imputación a título de tentativa -tal como en Alemania sostiene
Lorenz [CITATION LOR20 \p 12 \l 3082 ] puesto que con la conducta del agente
infectado que ya se devela la creación de un riesgo no permitido. Que, tal
como sostiene Roxin, es el elemento fundamentador de la tentativa:

“Según ello, una tentativa es peligrosa cuando un observador medio


cuidadoso que conociera los objetivos del autor, y que tuviera,
eventualmente, sus conocimientos especiales debiera considerar ex
ante, como muy posible la producción del resultado”. [CITATION ROX14 \p
442 \l 3082 ]

Por otro lado, se requiere el dolo directo como lo entiende la jurisprudencia


nacional en función del análisis de casos de propagación del VIH (R.N. Nº
138-2001 Cajamarca). Por lo tanto, el agente debe conocer qué padece de la
enfermedad y de que realiza actos que muy posiblemente causen el
resultado. [CITATION CAR17 \p 538 \l 3082 ]

En consecuencia, resultará incorrecta la imputación de este delito como


doloso a comerciantes ambulantes que provoquen el contagio mediante sus
actividades comerciales, ya que en estos casos resulta más evidente la falta
de conocimiento sobre la exposición al contagio directa que puedan estar
generando, en tanto en el mejor de los casos el riesgo será una mera
probabilidad.

Si por el contrario, el resultado es causado por el paciente, pero este solo


desarrollaba síntomas, sin tener una confirmación de la enfermedad o si el
contagio es producto de una conducta no prescrita expresamente como
riesgosa, o si no se preocupó de informarse de los cuidados que debe

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cumplir, no podría ser sancionada a titulo doloso, pues carece del
conocimiento que exige expresamente el delito.

Ahora, en el caso de que un empleador obligue -mediante amenazas de


despido- a una persona infectada a trabajar en un lugar donde existen
diversos trabajadores y en circunstancias en que, de acuerdo con las
autoridades sanitarias, se transmite la enfermedad, puede ser responsable
por el delito de propagación a título omisión impropia; en razón de que, a
partir de que el empleador infectado empiece a laborar, el empleador omite
impedir el contagio del resto de trabajadores, teniendo dicho deber, ya que
asume la salvaguarda o aseguramiento de las condiciones sanitarias de las
personas que se encuentran subordinados y bajo su cargo. Esta omisión, con
los conocimientos y la capacidad organizativa del empleador indudablemente
equivalen al contagio activo del empleado, por lo que el delito mismo de
propagación se encuentra bien imputado.

En este caso la imputación por el delito consumado puede estar destinada al


fracaso, debido a que afronta los mismos problemas de falta prueba de la
causalidad. Por lo tanto, de igual manera, la imputación debe ser a título de
tentativa. Ello, porque la omisión de no asegurar al dependiente sano
condiciones que eviten que el dependiente infectado lo ponga en peligro de
contagio ya constituye una no evitación de un peligro punible como tentativa.
[CITATION SIL06 \p 360 \l 3082 ]

En los casos en que el enfermo contagie a sus familiares o amigos cercanos


que lo atiendan sabiendo de su condición, puede tratarse de una atipicidad
del hecho por imputación a la víctima, asumiendo que conscientes del peligro,
se expusieron voluntariamente.

IV. VIOLACIÓN DE MEDIDAS SANITARIAS

Artículo 292.

“El que viola las medidas impuestas por la ley o por la autoridad
para la introducción al país o la propagación de una enfermedad o
epidemia o de una epizootía o plaga, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de seis meses ni mayor de tres
años y con noventa a ciento ochenta días-multa”.
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Este delito se configura como un delito de peligro abstracto. Esto quiere decir
que, la violación de las normas extrapenales presupone ya un riesgo para el
bien jurídico, sin la necesidad de que se concrete un peligro de lesión para
una persona determinada. Recordemos pues que se protege un bien jurídico
en función de la colectividad, cuyo interés trasciende a lesiones individuales.

Ello, no quiere decir que se sancione el incumplimiento de cualquier norma.


Mediante este delito se sanciona solo a todo aquel que viola o incumple –
activa o pasivamente– las medidas impuestas por ley para frenar la
propagación de una enfermedad o epidemia.

Ahora bien, aquí surge una concurrencia aparente con el delito de


desobediencia a la autoridad (art. 368º C.P.). Ya que en este delito también
existe la omisión del cumplimiento de una orden; sin embargo, en el delito de
violación de medidas, el comportamiento requerido o prohibido es dictado
mediante normas generales o particulares que deben ser acatadas por una
pluralidad –a veces indeterminada– de habitantes; a diferencia del delito de
desobediencia, en el que la orden es específicamente dirigida al destinatario y
busca tutelar directamente la efectividad de la función pública. [CITATION
ROJ07 \p 1008 \l 3082 ]

Dicha diferencia es la más trascendente, ya que si se considerara solo la


relación de especialidad y generalidad de la orden, ello resultaría incluso
incoherente, dado que la pena para el delito genérico resulta más grave que
para el delito que protege un bien específico.

Son medidas destinadas a la evitación de la propagación del COVID-19, las


medidas de aislamiento obligatorio, la de inamovilidad social obligatoria y la
de prohibición de vehículos particulares; y en cuanto a los ejemplos
señalados, la de suspensión de actividades laborales.

El circunstancia que la autoridad permita el trabajo de otros sectores o la


circulación de personas en otros días, no afecta la tipicidad, puesto que las
medidas sanitarias que prohíben ciertas actividades están destinadas a la
disminución de casos para lo cual están son idóneas. Recordemos que se

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trata de un delito de peligro abstracto y las actividades autorizadas deben
considerarse dentro del riesgo permitido.

Para que alguna de las violaciones a dichas medidas configure delito, en


primer lugar, es necesario que el requerimiento de la norma deba ser de
posible cumplimiento; por lo tanto no se puede sancionar a las personas que
de acuerdo con las circunstancias se encuentren impedidas de cumplir con la
norma.

Por el contrario, sí comete el delito en mención, el empleador que hace que


sus trabajadores acudan a laborar pese a que su actividad se encuentra
prohibida por ley o, permite que clientes ingresen a su establecimiento y
consuman; pues de este modo, omite o incumple el mandato legal que le
prohíbe realizar actividades comerciales, pudiendo cumplir y, por tratarse de
un delito de peligro abstracto, basta la mera realización de una conducta
distinta a la ordenada para que se consume.

Igualmente, cometen el delito los comerciantes que salen a las calles a


vender alimentos pese a que está prohibido o, los vecinos que salen de sus
domicilios a pasear con sus perros, así como las personas que no respetan el
toque de queda.

Será necesario en todos estos casos que el agente sepa de la existencia y


vigencia de la norma, por lo cual en lugares alejados de la ciudad pueden
presentarse casos de desconocimiento que configuren un supuesto de error y,
por ende, signifiquen que la conducta sea atípica.

Los cuestionamientos a la legitimidad o necesidad de la norma no tienen


relevancia típica, ya que recordemos incluso que están fuera del control
judicial constitucional vía hábeas corpus.

Sin embargo, en los casos de los comerciantes ambulantes que


repetidamente han sostenido que su trabajo siempre les ha dado para el día a
día y por lo tanto estos días de impedimento de trabajar es grave para la
salud alimenticia propia y de su familia deberá analizarse caso por caso si se
presenta un estado de necesidad.

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Esto, en virtud a que existe una contraposición -sí así se acredita- entre un
interés concreto e inminente frente a uno colectivo y abstracto. Siendo
imaginables los casos en que sin duda dicha actividad no podrá ser calificada
como contraria al derecho.

Finalmente, en la práctica es posible que se presenten casos de violación de


medidas impuestas en concurso real o ideal con el delito de resistencia y
desobediencia a la autoridad según el caso específico, pues al momento de la
intervención de la autoridad se configurarán supuestos de requerimientos
directos y específicos al agente, quien sin diferenciar escenarios también
puede rehuir o resistirse a su cumplimiento.

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CONCLUSIONES

No perdamos de vista que ante estas situaciones el Perú y otros países van
decretando estados de emergencia con el fin de preservar un bien jurídico
(fundamental) que es la salud pública, pueden limitarse, afectarse y/o restringirse
derechos fundamentales individuales de la persona humana, así evitar que
muchos peruanos y de otras nacionales que se encuentran en el territorio
nacional puedan verse infectados de este virus, que en algunos casos puede ser
letal. Ante la colisión de intereses jurídicos prima siempre los de orden colectivo,
lo cual a su vez no significa que se va a restringir derechos como la de integridad
e inviolabilidad personal. Ante cualquier arbitrariedad de las fuerzas públicas o
ante un desborde injustificado en el empleo de la coacción estatal, el afectado con
la medida puede interponer recurso de habeas corpus.

Todo ciudadano debe cumplir los decretos promulgados por el Presidente de la


República, la omisión de estos podría acarrear responsabilidad penal subsumida
en los artículos 289° y 292°.

Al ser delitos de peligro, la conducta del agente será siempre doloso.


El Derecho penal no se encuentra al margen de los comportamientos que pongan
en peligro la salud de la población, por ende se tendrá que investigar a las
personas que pongan en peligro el bien jurídico tutelado Salud Pública.

Estamos en Estado de Emergencia, por ende ante el quebrantamiento de las


normas estipuladas los operadores jurídicos deben aplicar el derecho penal de ser
necesario.

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RECOMENDACIONES

El brote epidémico, no debe ser usado como justificación para impedir la


observación externa de prisiones y otros centros de detención por organizaciones
que trabajen en la prevención de tortura y otros tratos crueles inhumanos o
degradantes. Incluso en circunstancias de brote COVID-19, las organizaciones
mencionadas deben tener acceso a toda persona privada de libertad, incluyendo
a personas en aislamiento.

Quedarse en casa es un medio de evitar infectarse con el COVID-19, pero es una


medida que interrumpe la vida tal y como lo conocíamos. Es natural sentirnos
estresados, ansiosos, tener miedo y afligirnos por la soledad. Es esencial que
durante el tiempo que pasemos encerrados cuidemos la salud física y mental. Por
ejemplo, manteniendo una dieta saludable, haciendo ejercicio, estando en
contacto con los seres queridos y permaneciendo optimistas.

Al Estado se le pide no ignorar nuestras ansiedades y miedos, sino deben


reconocidos para entenderlos mejor como individuos, comunidades y gobiernos.

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BIBLIOGRAFÍA

CARO JOHN, J. (2017). Summa Penal. Lima: 2da, ed. Ed. Nomos & Thesis.

PÉREZ ÁLVAREZ, F. (1991). Protección penal del consumidor. Salud Pública y


alimentación. Barcelona: Editorial Praxis.

ROJAS VARGAS, F. (2007). Delitos contra la administración pública. Lima: 4ta


ed. Editorial Grijley.

ROXIN, C. (2014). Derecho Penal - Parte General, T. II. Editorial Thompson


Reuters, Navarra.

SILVA SANCHEZ, J. (2006). El delito de omisión. . Buenos Aires: 2da ed. Editorial
BdeF, Montevideo.

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ANEXO

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