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Agricultura urbana, un reto permanente y sostenible en Colombia.

Esta práctica se ha convertido en una oportunidad para que las personas cultiven
alimentos libres de químicos en sus propias casas.

La implementación de huertas en las casas y en zonas específicas de los conjuntos


residenciales creó lo que hoy se conoce como agricultura urbana. Término que se
refiere “al cultivo de plantas y cría de animales en pequeñas superficies como huertos,
solares, márgenes o terrazas, situadas dentro o alrededor de las ciudades, para
consumo propio o venta en mercados locales”, asegura la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Estas prácticas agrícolas no solo permiten que la personas siembren su propio


alimento, sino que también tienen beneficios para la salud. “Lo sembrado se convertirá
en productos libres de químicos y lo mejor, a muy bajo precio”, asegura la agricultora
quien agrega que la creación de espacios verdes en la ciudad contribuye a la
disminución del estrés en la persona.

Su idea la refuerza un estudio publicado en la revista Psychological Science, que


asegura que los parques, jardines y espacios verdes en zonas urbanas ayudan a mejorar
el bienestar y la calidad de vida de las personas.

Por otro lado, la agricultura urbana contribuye a la economía familiar. Si no se


vende lo que se siembra, se consume. Por ende, o se recibe ganancias por la venta o se
reducen los productos necesitados a la hora de mercar. Lea también: Las mujeres que
cultivan en las terrazas del centro de Bogotá
Un estudio realizado por el Instituto Para La Economía Social, IPES, evidenció
las ganancias que se generan al cultivar en la casa. Una familia del sur de Bogotá
gastaba semanalmente entre $5.000 y $12.000 en alimentos. Luego de la
implementación de la huerta en su casa y de dar los primeros frutos, gastaban menos
de $5.000.

El aspecto ambiental es el más beneficiado por la agricultura urbana. En casi


todas las huertas hay plantas que no son para el consumo, existen las que ayudan a
limpiar y recuperar el aire y suelo. “Con la agricultura urbana se crea conciencia
ambiental, respeto y apego por la naturaleza. Además, ayuda a replantearse el
consumo, ¿cuáles son los artículos de primera necesidad? ¿cuáles son las verdaderas
necesidades?”, cuestiona Villamizar.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la


Agricultura, las huertas familiares viables mejoran la capacidad de los pequeños
agricultores y de las comunidades a enfrentar los problemas interrelacionados de
seguridad alimentaria, nutrición, salud y seguridad económica. Además, divide los
efectos positivos de esta actividad en los siguientes:

*La generación de ingresos monetarios y de trabajo, debido a producción de los


cultivos fuera de estación

*El mejoramiento de la seguridad alimentaria

*El aumento de la calidad alimentaria gracias a la mayor diversidad de la ingesta

*La disminución del riesgo debido a la mayor diversidad productiva.

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