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Excepciones
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ROL Nº : C-2329-2016
CARÁTULA : Banco del Estado de Chile con Cristhopher Adolfo Vicente Santos
CUADERNO : Principal
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respecto de estos tres pagarés los requisitos para ser un título ejecutivo perfecto,
máximo cuando tratándose de instrumentos privados, como lo son los pagarés, la
ley regula rigurosamente su configuración como título ejecutivo.
Cabe además destacar que el ejecutante usa como argumento para justificar las
firmas de los dos trabajadores del banco, las cláusulas 15 y 16 del contrato de
apertura de línea de crédito para estudiantes de Educación Superior con Garantía
Estatal según la ley 20.027. Las que constituyen claramente cláusulas abusivas al
tratarse de condiciones unilaterales a favor del banco en cuanto a transformar una
deuda en supuestamente ejecutiva en circunstancias que conforme a la ley chilena
los títulos ejecutivos son establecidos estrictamente por la ley, no siendo posible
que las partes puedan crear nuevos títulos ejecutivos. Menos en este caso que
sea el banco el que unilateralmente mediante la firma de sus empleados en los
pagarés intente convertir estos tres instrumentos en un aparente título ejecutivo.
En este caso, el demandante, el Banco del Estado de Chile está exigiendo el pago
de una obligación de pago de tres pagarés por la suma total equivalente a UF
647,6362 como crédito bancario para financiar mi acceso a la educación superior
en la Universidad de Tarapacá, que es una universidad estatal.
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El crédito con aval del estado, en que funda su demanda el Banco del Estado de
Chile y la referida ley 20.027 son constitutivos de una grave violación al Derecho
Internacional de los Derechos Humanos y específicamente a la obligación del
Estado de Chile, asumida en el año 1989, mediante el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, publicado en el Diario Oficial el 27
de mayo de 1989, de implantar progresivamente la gratuidad en la enseñanza
superior y permitir el acceso de toda persona según su capacidad intelectual a la
educación superior. No siendo válido entonces que se me cobre un crédito
bancario por acceder a un derecho humano fundamental como lo es la educación
pública superior gratuita.
Así la ley 20.027 sobre crédito con aval del Estado mediante la cual se autoriza a
los bancos comerciales privados a otorgar créditos a los estudiantes para financiar
sus estudios superiores, y ello con la garantía del Estado, constituye una violación
grave a la obligación del Estado, contraída en 1989, en que se publicó el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de otorgar
educación pública superior progresivamente gratuita. Ya han transcurrido cerca de
27 años y lejos de ser la educación pública superior gratuita se ha transformado
cada vez más onerosa y con la intervención de los bancos comerciales en el
sistema de educación superior mediante la ley 20.027 se ha transformado en un
negocio lucrativo para los bancos que ganan las respectivas licitaciones, y todo
ello, gravemente financiado por el Estado, que actúa como avalista y que ha
significado millones de jóvenes y familias injustamente endeudadas con el sistema
financiero del país.
“Artículo 13
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1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen
el derecho de toda persona a la educación. Convienen en
que la educación debe orientarse hacia el pleno
desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su
dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos
humanos y las libertades fundamentales. Convienen
asimismo en que la educación debe capacitar a todas las
personas para participar efectivamente en una sociedad
libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la
amistad entre todas las naciones y entre todos los
grupos raciales, étnicos o religiosos, y promover las
actividades de las Naciones Unidas en pro del
mantenimiento de la paz.”
Desde el punto de vista jurídico todo derecho supone una obligación jurídica
correlativa. Por lo tanto, el derecho que el Estado reconoce a las personas como
derecho humano esencial para su pleno desarrollo tiene como contrapartida la
obligación jurídica del Estado de proveer de la correspondiente educación. Dicha
educación provista por el Estado es la que jurídicamente se denomina educación
pública o estatal.
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Del mismo modo, la educación pública es un servicio público financiado por el
Estado con los correspondientes ingresos fiscales por impuestos y es por tanto,
gratuita para los estudiantes y sus familias.
Lo anterior, por cierto, no obsta a que los Estados hayan reconocido por la vía de
la libertad de enseñanza la facultad (no la obligación) de los particulares de crear,
organizar, y administrar instituciones de educación particular o privada, conforme
al ordenamiento jurídico. Para estas instituciones, sin embargo, el impartir
educación no es una obligación, ni tampoco lo es por esencia su carácter gratuito,
entendiendo por gratuidad que el estudiante no deba pagar un precio por dicha
educación.
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saber con los más altos estándares de excelencia, que otorga títulos, grados y
postgrados y forma a los profesionales del país. Claramente por definición toda
universidad genera un beneficio público, es decir satisface un interés social. Sin
embargo, no toda universidad es pública.
En efecto, el artículo 1 del DFL Nº 1 de 1981 que fija Normas sobre Universidades
dispone:
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Siendo pública es de responsabilidad del Estado su financiamiento.
En cambio tras largos años en que la educación pública superior fue gratuita ya
que era costeada o financiada por el Estado, la Constitución de 1980 que suprimió
una serie de derechos esenciales, eliminó toda referencia expresa a la educación
pública superior. En efecto, como sabemos el artículo 19 Nºs 10 y 11 de la
Constitución Política de la República, si bien reconoce el derecho a la educación
sin embargo nada dice explícitamente del rol u obligación del Estado de proveer y
financiar la educación pública superior.
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La concreción jurídica de esta política se encuentra en los Decretos con Fuerza de
Ley Nº 1 y 4 de 1981.
En el año 1989 Augusto Pinochet aceptó y ordenó promulgar y publicar como Ley
de la República el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y
Culturales, cuyo artículo 13 Nº 2 letra c), obliga al Estado de Chile a implementar
legislativamente la gratuidad en la educación pública superior.
De esta normativa se sigue que el Estado de Chile, que es el sujeto obligado por
este tratado internacional, está obligado a permitir el igual acceso de las personas
a la educación superior sobre la base de la capacidad de cada uno. Es decir el
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único límite jurídico a la educación pública superior es la capacidad intelectual de
cada persona.
También el Estado puede usar de los diversos medios apropiados para lograr este
acceso y particularmente, está obligado a la implantación progresiva de la
enseñanza gratuita.
Ese mismo año 1989 se reformó la Constitución de 1980 mediante la ley 18.825,
aprobada por la Junta de Gobierno, como Poder Constituyente, y publicada en el
Diario Oficial el 17 de agosto de 1989, la que con su artículo único agregó al
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segundo inciso del artículo 5 de la Constitución que: "Es deber de los órganos del
Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución,
así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes."
De esta forma nuestra Carta fundamental le dio un rango superior al legal a los
tratados internacionales sobre derechos humanos suscritos y ratificados por Chile
y que se encuentran vigentes. Por lo tanto el derecho a la educación pública
superior y el derecho a la gratuidad que incluye, deben ser respetado por los
órganos del Estado y tienen un rango superior a la ley. Los derechos de estos
tratados tienen rango al menos constitucional y a juicio de la Excma. Corte
Suprema de Justicia de Chile en sentencia de fecha 18 de noviembre de 2015
dictada conociendo de la apelación interpuesta en procedimiento de acción de
protección interpuesto a favor de los venezolanos Leopoldo López y Daniel
Ceballos, declaró que los derechos humanos tienen rango supranacional ya que
son un límite al ejercicio de la soberanía.
También bajo los gobiernos de la Concertación se crearon las becas Mineduc (hoy
Bicentenaria) e Indígena y la Beca Juan Gómez Millas en 1998.
El año 2005 mediante la Ley 20.027 se creó el crédito con aval del Estado. En
virtud de esta ley se agravó la violación al derecho a la educación, ya que por ley
se incorporó al sistema de financiamiento de la educación superior la participación
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de los bancos comerciales, cuyos préstamos a los estudiantes para el pago de los
aranceles universitarios, quedaron garantizados por el propio Estado quien asumió
la calidad jurídica de avalista o deudor solidario. Así en caso de no pago de su
obligación por parte del estudiante a una universidad sea pública o privada, el
Estado paga los dineros del préstamos, el capital, reajustes e intereses al banco,
con recursos públicos. Este sistema sujeto a altísimas tasas de interés ha
significado transformar la educación superior en un negocio bancario financiado
por el Estado en perjuicio de los estudiantes y sus familias. Claramente la ley del
crédito con aval del Estado infringe abiertamente el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
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recursos públicos pueden destinarse tanto a universidades públicas como
privadas, sujeto a ciertos requisitos de acreditación, sin que se haya dictado ley
alguna ni que se haya modificado estructuralmente el sistema de educación
pública superior en cuanto a su financiamiento que es lo que exige la gratuidad.
“Por este motivo, el Estado debe dar prioridad al financiamiento de las escuelas
públicas, antes que de las particulares, ya que en sí mismo considerado, el
financiamiento educativo es una decisión política que lleva implícita una visión de
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sociedad, una idea de justicia social y una voluntad de construir oportunidades
igualitarias para todos y todas.”
También de una simple mirada comparativa con los sistemas jurídicos de países
vecinos como Argentina, Uruguay, países europeos, incluyendo Finlandia que
constituye un ejemplo de éxito y logros en educación, podemos advertir que en
dichos países el Estado financia la educación pública superior y ésta es gratuita
para los estudiantes.
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POR TANTO,
En mérito de lo expuesto,
RUEGO A US.: Se sirva tener por opuestas las excepciones del artículo 464 Nº 7
del Código de Procedimiento Civil, esto es, la falta de alguno de los requisitos o
condiciones establecidos por las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva,
sea absolutamente, sea con relación al demandado y la excepción contemplada
en el artículo 464 Nº 14 del Código de Procedimiento Civil, esto es, la nulidad de
la obligación; declararlas admisibles, acogerlas, en todo o en parte, y en definitiva
rechazar la demanda ejecutiva deducida en estos autos, con expresa condena en
costas.
PRIMER OTROSÍ: Ruego a SS. se sirva tener presente que me valdré de todos
los medios de prueba que franquea la ley para acreditar y probar los hechos
justificativos de las excepciones opuestas en lo principal de esta presentación, en
especial, la prueba testimonial, documental, confesional y pericial, en caso de ser
necesarias.
TERCER OTROSÍ: Sírvase SS. tener presente que designo abogado patrocinante
y confiero poder a la abogada habilitada para el ejercicio de la profesión, doña
_________________, patente al día de la Ilustre Municipalidad de _____, con
domicilio en calle ___________, quien firma el siguiente instrumento en señal de
aceptación.
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